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ANALISIS Y COMENTARIOS AL SISTEMA MATRIMONIAL CHILENO,

A PROPOSITO DEL ART. 20 DE LA LEY Nro. 19.947.

Kevin I. Seals Alfaro *.

RESUMEN: La entrada en vigencia de la nueva Ley de Matrimonio Civil (en adelante LMC)
en el 2004, supuso avances en el conservador e involucionado Derecho de Familia nacional,
acabando con estigmas -al menos jurídicos- heredados del mundo decimonónico. Uno de
ellos es el expreso reconocimiento a la celebración del matrimonio religioso (art. 20 de la
LMC: el “artículo de la polémica”) conforme al credo de los contrayentes, produciendo
efectos civiles. Se constituye así, un nuevo Sistema Matrimonial en el que conviven dos
modalidades de celebración; empero, una revisión global de las leyes (Ley Nro. 4.808) y
reglamentos (Decreto Nro. 673) complementarios a la LMC, se concluye que ello es mera
apariencia, pues, en lo que respecta en lo sustancial, se aleja de las expectativas.
El esfuerzo de trabajo es determinar el tipo de Sist. Matrimonial aplicable en Chile, a
partir, de los aportes distintos aportes doctrinales al respecto. Visiones que, por cierto, no
estan necesariamente contrapuestas, sin que solo no existe entre ellas – por diversas razones
– una “conversación”, por ello, mi argumentación pretende imbricar tales posturas, para
convertirlas en una discurso prosecutivo. De igual modo, he de hacer presente que, aun
cuando el Sist. Matrimonial se inscribe dentro del Derecho de Familia es posible proyectarlo
a otras ramas del Derecho: el Derecho Eclesiástico del Estado, el que a su vez, se enmarca
en un contexto aún más general, como es el Derecho Político, un viejo tema que en nuestra
legislación quedó zanjado a raíz del derecho a la libertad religiosa -sin perjuicio de que estos
no son, per se, el tema central del trabajo-.

PALABRAS CLAVES: Sistema Matrimonial Chileno; (“nueva”) Ley de Matrimonio Civil


(LMC); Celebración Religiosa del Matrimonio; Relación Estado e Iglesia.

*. Estudiante de 4to año de la Facultad de Derecho de la Universidad Adolfo Ibáñez ( Santiago, Chile). En lo
relativo a los contactos, estos pueden ser, ya sea, vía Mail Kevin.I.Seals.Alfaro@gmail.com o kseals@alumnos.uai.cl
, o por vía Cell (+56) 9 4481690.
IDEAS PRELIMINARES

El filósofo y esteta nacional, don Gastón Soublette –parafraseándolo en una respuesta


dada a la interrogante sobre cuál es la relación entre la religión y cultura, como fuentes
primitivas, fundantes de civilización– afirma que, desde un tono “antropológica” e histórico
que,
“las culturas proceden de la vocación de un hombre que tiene dentro una misión interior
que no le es propia, sino que es una fuerza externa que actúa en él, transformándolo en
raíz de una cultura […] La Cultura Occidental existía ya (en) la cultura grecolatina, (pero
que se termina por moldear) con el surgimiento del cristianismo. (Así) nacen las culturas,
(en silencio), sin que nadie se dé cuenta, sino hasta cinco siglos después de su origen. Las
culturas tienen un fundamento espiritual: en sus orígenes se identifica religión con cultura,
pero luego se empieza a desarrollar la cultura sobre bases institucionales (p. ej., conciencia,
Derecho, surge el Estado, sociedad jerarquizada en oficios, etc.); sin perjuicio de que tal
espíritu sigue animando la cultura; hasta que logra independizarse del espíritu que le dio
origen y la cultura se vuelve civilización y se seculariza; en la práctica, se va debilitando el
espíritu que le dio (su) origen (…)” . 1

Más allá de los matices que el lector puede, legítimamente, hacer a esta concepción, lo cierto
es que – volviendo al campo que nos compete: el Derecho como tal ciencia (social) que
muchas veces no se basta a sí misma para explicar ciertos fenómenos sociales, siendo
necesario recurrir a otras disciplinas que logren satisfacer sus naturales falencias (pero solo
en la medida que no entren en pugna con el objeto de estudio de la disciplina jurídica: las
conductas del hombre en sociedad, en función de normas conductuales) – como sostiene el
Prof. Carlos Salinas A.,
“la vocación del hombre hacia lo sobrenatural constituye una dimensión experimentada
por él desde los inicios mismos de la civilización, vocación de la que la historia ha dejado
abundantes testimonios. Esta aspiración del hombre hacia lo que sobrepasa lo meramente
natural es en él una dimensión esencial de su naturaleza lo que, incluso, ha sido puesto de
relieve modernamente en la misma psiquiatría […] Esta tendencia natural en el hombre,

1
Gastón Soublette. Entrevista en Limache (Octubre, 2015) dada por el esteta nacional con motivo del
Premio Nueva Civilización por su contribución al estudio y valorización de la cultura y la sabiduría popular
creativa; material audiovisual aportado por el canal de YouTube Universitas Nueva Civilización:
https://www.youtube.com/watch?v=neyEPrRH_oQ.

2
empero, no constituye solo un fenómeno individual, vivido en el secreto de las conciencias,
sino que el hombre tiende a vivirlo conjuntamente con otros hombres, adquiriendo, de
esta manera dimensiones sociales. Esta vocación natural se transforma, así, en un factor
socialmente relevante, por lo que, en su manifestación social, el hecho religioso no
permanece ajeno al derecho que el asume, en consecuencia, a regularlo”2.
Así, dada las cosas, al igual que una semilla que germina con el tiempo, para luego
convertirse, quizás, en alguna interesante especie vegetal que se baste a sí misma, la
institución del Matrimonio, en sus orígenes más arcaicos -cuando la constitución matrimonial
solo eran uniones de amancebamiento entre un hombre y una o varias mujeres (en especial
en el contexto tribal nómade), las cuales, por cierto, una vez al ingresar bajo el “dominio” de
su concubino, tales se conciben como una extensión del dominio del hombre, por lo que su
cosificación, tanto sexual como de socialmente es patente en el campo de los bienes
materiales del concubino- esconde un sentido simbólico vinculado a lo que se entiende por
natural (natura naturans). La primera manifestación de socialización del hombre es a través
de la “familias”. Así, lo “natural” es que el hombre se una a la mujer -o mujeres, dependiendo
de la cultura de la tribu o sociedad- por una necesidad vinculado a lo sexual, afectivo y la
búsqueda de trascendencia – que se materializa con la progenie-. No es, sino, hasta que las
tribus se vuelcan al sedentarismo, explotan sus habilidades para la agricultura, ganadería, el
trabajo del metal y descubren que en ellos existe la vocación de organización social – que
nace de la necesidad de la aglomeración de masas- es que aquello -que en el periodo arcaico-
se entendía por “natural” se ve revestido del concepto de forma, fundado en una idea
metafísica, pues, ahora las manifestaciones conductuales deben estar sustentadas en algo más
que argumentos temporales. Ocurre aquí, un cambio de concepción de mundo: se
corporifican y se bautizan, de forma solemne, las estrellas -las cuales, en la cosmovisión de
las primeras civilizaciones, esconden un sentido de trascendencia no material, cuyas verdades
son verdades son reveladas al “chaman”, el anciano, el profeta, etc.-, naciendo así los dioses
y, con ellos, un proyecto inconsciente de formación de cultura. Cultura que, en sus cimientos,
es expresión de una voluntad religiosa3, sustentadas en creencias que, manifestadas en

2 Salinas A., Carlos. (RDPUCV, 2009), p. 500.


3
Teniendo presente que el concepto de religión es polisémico y que, en términos coloquiales, es de
aquellos palabras que tenemos una noción, pero resulta difícil dar una definición “unitaria”; al igual que los
antiguos teólogos occidentales, ha de entenderse por religión aquella virtud e inclinación positiva, por parte del
hombre, hacia lo divino. En este sentido, J. Mantecón Sancho, afirma que “la mayor parte de la doctrina

3
imperativos morales, se concretan en actividades, individuales o comunitarias, siendo
recogidas y aceptadas, o al menos toleradas, en la dimensión social, comunitaria e
institucional. Así, los actos que antes solo eran “hechos naturales”, ahora se vuelven
solemnes o sagradas. Nace aquí el sentido de formalismo como requisito y razón necesaria y
suficiente para que todos los actos humanos/sociales se ajusten a una forma, un protocolo,
una solemnidad que exprese el respeto a los dioses. El matrimonio no escapa de este proyecto.
Así, p. ej., en la Roma precristiana, no existía regulación jurídica a la forma de contraer y
celebrar matrimonio, pues, esta era entregada -de conformidad a la visión de “aquellos que
es correcto”: comme il faut- a la tradición (usos sociales), basados en la religión, “por lo que
era frecuente que la convivencia honorable en qué consistía el matrimonio romano se iniciara por
medio de una cena en casa de los padres de la novia donde esta era entregada al novio y trasladada a
la casa de este: deductio in domum mariti. También era señal de existencia de un matrimonio la
constitución de una dote”4; más tarde, cuando la religión se “profesionalizo”, gracias al
paulatino proceso de institucionalización, y posterior positivización, la Iglesia entendió al
matrimonio como un sacramento, quedando sujeto a la única y exclusivamente a las normas
de Derecho Canónico5, no fue, sino, hasta la Reforma Protestante (en el año 1500 de nuestra
era) – y con su consolidación con los años venideros – en que la concepción del matrimonio

coincide en señalar que como puntos comunes a todas las religiones, la creencia en una realidad trascedente -no
humana- que implica una determinada concepción e interpretación de la vida, de modo que esta concepción,
transformada en doctrina, condiciona también la conducta personal mediante las exigencias de una moral
especifica. También… la religión conlleva unas necesarias manifestaciones externas, tradicionalmente
denominadas como culturales o litúrgicas. En este sentido, una mera religiosidad, o sentimiento religioso personal
que no trascendiera al exterior, no cabria calificarlo como hecho religioso. Por otra parte, esa exteriorización del
sentimiento religioso ha tenido también siempre una dimensión social y comunitaria. Y la historia y al arqueología
nos confirman que esto ha sido así desde los mismos orígenes del hombre”. Derecho fundamental de la libertad
religiosa: textos, comentarios y bibliografías. Eunsa (Pamplona, 1996) p. 22.
4 Sosa R., María de los Ángeles. (Rev.Ch.D. PUC, 2005) citando a Carlos Salinas en la cita nro. 5 al pie
de página, p. 407.
5
Bien lo afirma el Prof. C. Salinas (Rev.D, 2010): “hacia los siglos IX y X de nuestra era la regulación
jurídica del matrimonio había quedado del todo entregada al derecho de la iglesia. Diversos factores habían
contribuido a ello: por ejemplo, el carácter religioso que desde el primer momento tuvo el matrimonio entre los
cristianos, al que el mismo cristo se había referido expresamente; por ejemplo, el deterioro del poder político de
la monarquía que le impedía poder dictar normas de carácter general para todo el reino, limitándose solo a
establecer normas con destinatarios individualizados; por el ejemplo, el régimen de la cristiandad que había
empezado a vivirse en Europa como modo de entender las relaciones entre el poder espiritual y temporal.
Factores todos estos que estaban operantes cuando hacia el siglo XII, se inicia con mayor desarrollo del derecho
canónico llegando a la etapa que, por la gran calidad de su producción, es considerada la etapa clásica del mismo.
Fue en ese ambiente en el que, con el fuerte influjo del derecho romano justinianeo, se configuraron las vigas
maestras de la regulación jurídica del matrimonio vigentes hasta el día de hoy en el matrimonio canónico y, como
veremos, también del civil. Así, si el derecho tenía algo que decir del matrimonio, ese derecho era el derecho
canónico, y nadie discutía la validez del matrimonio canónico de cara a la sociedad civil” (sic.) p. 60.

4
se va alejando de su primera dimensión religiosa, pues este pierde su calidad de sacramento.
“Aparecía así un horizonte jurídico de occidente el matrimonio civil. La primera vez que esto ocurrió
fue en Holanda tan tempranamente como que ello ocurrió en el mismo siglo XVI”6.
La idea de que el Estado – este artificio político social – se irrogase para sí la facultad
de regular el matrimonio supuso el quiebre definitivo de esta “cultura religiosa” del
matrimonio; empero, el E°. al regular el matrimonio no tuvo que crear nada nuevo, pues,
tomo como referente el matrimonio canónico7, en cuanto a su estructura. El Prof. C. Salinas
advierte las primeras complicaciones de la separación del matrimonio de su carácter
religioso, así, “la aparición del matrimonio civil trabajo la necesaria consecuencia de dos regulaciones
diversas parar una misma institución natural, el amor de un hombre y una mujer que, dejando sus
respectivas familias, se unen para hacerse una sola carne. Y necesariamente presentó el problema de
la relevancia que el matrimonio religioso podía tener ante el ordenamiento jurídico del Estado, lo que
dio origen a lo que en doctrina se conoce como los regímenes matrimoniales, es decir, las diversas
soluciones que se han ofrecido en el derecho de los Estados de cara al reconocimiento o rechazo del
matrimonio religioso por los respectivos Estados”8
En este contexto comienza nuestra expedición sobre los Sistemas Matrimoniales,
siendo para ello necesario dividir este artículo en 4 secciones: (I) la ubicación del estudio de
los Sist. Matrimoniales en la actual legislación; (II) luego hacer de hacer la “cartografía”,
entraremos de lleno a presentar los planteamientos doctrinales que existen al respecto; (III) a
modo de transición, para el paso de un debate doctrinal a las conclusiones, es necesario tener
en cuanta, a partir del acapice anterior, cual ha sido la postura de Chile al respecto, siendo
para ello hacer una breve mención histórica a los sistemas matrimoniales en Chile; (IV)
finalmente, y por medio de la referencia a los artículos complementarios al art. 20 LMC, nos
referiremos al sistema actual y sus características, vinculando el Sistema Matrimonial con
otras ramas del Derecho, que escapan del ámbito del Derecho Privado.

6
Ibid. (cit. n. 2), p. 61.
7
Sobre este respecto en Ferrer Ortiz, Javier (2011). Del Matrimonio Canónico como Modelo al
Matrimonio Civil Deconstruido: La Evolución de la Legislación Española. en Revista Ius et Praxis, año 17,
Nro. 2. pp. 391 - 418 (ISSN 0717-2877); y en Salinas A., Carlos (1998). El Concepto de Matrimonio en el
Código Civil de Chile: Una Lectura Canónica. en Revista de Derecho de Universidad Católica de Valparaíso,
Nro. XIX (Valparaíso, Chile), pp. 57-87.
8
Salinas A. Carlos (Rev. D., 2010), (cit. n. 3) p. 61.

5
[I] UBICACIÓN DEL DEBATE DENTRO DEL DERECHO DE FAMILIA

El Derecho de Familia, como rama del Derecho Privado, se ocupa principalmente de


regular las facultades o poderes que naces de aquellas relaciones que, dentro de un grupo
familiar, mantiene cada uno de los miembros con los demás para el cumplimiento de los fines
superiores de la entidad familiar9. Tales relaciones, atendiendo a nuestros cuerpos legales, se
desprende de los siguientes leyes: Ley Nro. 19.947, Ley Nro. 19.620, Ley Nro. 20.830 y el
Código Civil (en adelante CC), en especial las materias referidas Libro Primero (arts. 102 a
337, principalmente) y el Libro Cuarto (arts. 1715 a 1792). De este catálogo normativo, al
ser el matrimonio y sus modalidades de celebración la institución que nos concierne, el
cuerpo legal pertinente es la Ley Nro. 19.947 (2004) sobre el Matrimonio Civil (LMC); sin
perjuicio de que el matrimonio, en nuestro Sistema Jurídico, es regulado en dos cuerpos
legales: la LMC y el CC, refiriéndose al matrimonio en sus distintas extensiones, así, p.ej. -
siguiendo los inc. 2 y 3 del art. 1, LMC – mientras el CC se refiere al concepto de matrimonio,
regímenes matrimoniales, los efectos personales entre los conyugues, los impedimentos
impedientes para celebrar el matrimonio, entre otros, la LMC, se encarga de establecer los
requisitos de validez, las causales que ponen fin al matrimonio [la falta de algunos de los
requisitos de validez acarrea la Nulidad Matrimonio; el matrimonio es susceptible de
disolución (Divorcio) cuando se configura alguna de las hipótesis del art. 54 LMC; el
matrimonio puede terminar cuando, sin haberse cumplido alguna imperfección, los
conyugues dejan de existir, ya sea por un hecho natural (la muerte) o por un hecho irresistible
a la voluntad personal (la muerte presunta)], regula el supuesto de crisis de la convivencia
por la que pueden pasar la comunidad de vida de los conyugues [Separación de Hecho y
Judicial], establece los trámites necesarios para la celebración y su forma, entre otros. En este
sentido, esta extensa regulación, permite suponer que el matrimonio tiene una especial
significancia para el Legislador, pues, se concibe como el principal negocio jurídico fundador
de Familia; a esto se le suma que de él depende la creación de los principales estados,
derechos y efectos personales y patrimoniales -aun cuando en la realidad la familia fundada
en el matrimonio está siendo desplazada por las convivencias de hecho-. En vista de esta

9
Esta concepción corresponde a la dimensión subjetiva del Derecho de familia, lo que se ha llamado los
“derechos de familia”. Ramos Pazos, René. Derecho de Familia, Tomo I. Editorial Jurídica de Chile, 5ta. ed.
actualizada (Santiago, 2007), p. 16.

6
doble regulación, una general (CC) y otra especial (LMC), es que la literatura jurídica, ya sea
en manuales, tratados, artículos de investigación especializado en alguna institución
particular, se han referido de manera casi exhaustiva a las principales instituciones. Sin
embargo, esta misma literatura especializada en Derecho de Familia poco o nada se ha
referido, con tal detallismo -como lo es en el caso del Divorcio, la Sociedad Conyugal,
Liquidación de la bienes comunes, la Filiación, etc.- a lo relativo a este trabajo:
observaciones y comentarios sobre el Sistema Matrimonial.

Determinar el Sistema Matrimonial aplicable en nuestro país, surge del análisis de las
formas de celebración que acepta el matrimonio. Nuestro ordenamiento acepta la celebración
del matrimonio en dos modalidades: (i) por un lado, el Matrimonio Civil, pudiéndose
configurar en dos hipótesis, según las circunstancias: a) el matrimonio en circunstancias
normales y el b) el matrimonio en circunstancias del artículo de muerte (“in extremis” o “in
articulo mortis”), distinción que importa para esclarecer la exigencia de las diligencias
previas a la celebración (arts. 9 a 12 de LMC; arts. 2 a 14 del Decreto nro. 673 y art. 41 de la
Ley nro. 4.808); por otro lado, (ii) el Matrimonio Religioso. Ello se desprende de los arts. 9
a 20 de LMC, arts. 4 Nros. 1 y 2, 15 y 37 a 41 de la Ley nro. 4.808 sobre Registro Civil (en
adelante LRC), y los arts. 1, 16 a 25 del Decreto nro. 673 sobre el reglamento del matrimonio
y registro de mediadores; sin perjuicio de tales disposiciones -las que cobraran relevancia
una vez que se analice los efectos del matrimonio religioso-, la norma que es objeto de
análisis es el art. 20 de LMC, permitiéndonos el estudio de los Sist. Matrimoniales y sus
efectos. Por ahora, solo me limitaré a señalar que ella es una Ley civil que, expresamente,
reconoce la posibilidad a los contrayentes, que profesando un cierto credo religioso – con
previo reconocimiento Estatal – la celebración de un matrimonio sujeto al rito del credo de
celebración nupcial, creándoles las expectativas que tal acto, en principio privado, producirá
los mismos efectos como si se hubiere celebrado ante el Oficial del Registro Civil en una
oficina gubernamental u otro lugar previamente indicado por los contrayentes.

7
[II] POSTURAS DOCTRINALES, REFERIDAS A LOS EFECTOS DEL ART. 20 LMC.

A] Introducción

Como ya se señaló, la doctrina nacional, principalmente – encabezada por los Profs.


Corral, Salinas, Sosa Ried, Asimakópulos, entre otros, y solo por medio de artículos
publicados en Revistas y no a través de Manuales o Tratados especializados de Derecho de
Familia –, ha enfocado su análisis en lo relativo a los efectos inmediatos del art. 20 LMC,
no considerando la necesidad de contar con un marco teórico más general. Solo los Profs.
Barrientos G. y Novales A., en su libro Nuevo Derecho Matrimonial Chileno y,
específicamente, en el Capt. III. Del Matrimonio y el Sistema Matrimonial, contribuyen a
elevar la discusión a un plano más conceptual, a nivel de sistema, que opera como “base”
para referirse a los efectos inmediatos del art. 20 LMC. En este sentido, los Profs. Corral y
Salinas, en cambio, al referirse sobre el “artículo de la polémica” lo hacen atendiendo a las
consecuencias derivadas de la celebración religiosa, enfatizando en que los contrayentes
deben reiterar el consentimiento matrimonial ante Oficial del Registro Civil, aun cuando este
ya ha sido manifestado ante el ministro de culto, lo que implicaría que estamos ante otro acto
de celebración y no solamente en una hipótesis de mera inscripción del acta matrimonial
celebrada ante la entidad religiosa de Derecho Público, centrando la discusión, en parte, en
el ámbito de las relaciones Estado e Iglesia, afirmado que el Estado Laico tiene una cierta
deuda con la comunidad religiosa, al no permitírseles, fehaciente y sustancialmente, ejercer
su derecho constitucional de libertad de culto (art. 19, nro. 6 CPR).

La propuesta de este trabajo es abordar ambas posturas (Barrientos G,/Novales A. y


Corral/Salinas/otros), para construir una visión integrada a la polémica del Sistema
Matrimonial. Visiones que, por cierto, no necesariamente están contrapuestas, sino que solo
se refieren de distintas perspectivas de análisis a un mismo tema, pero que este trabajo trata
de convertir en un discurso prosecutivo.

§1. Noción de Sistema Matrimonial.

Nuestro “Código Lingüístico”, el Diccionario de la RAE, concibe cuatro


definiciones posibles para el concepto de Sistema, siendo, sin embargo, para nuestro caso
8
aplicable la segunda acepción que versa como “Conjunto de cosas que relacionadas entre sí
ordenadamente contribuyen a determinado objeto”. En este sentido, desde las Ciencias
Sociales y, en especial, de la Sociología, el aporte que Luhmann ha realizado a tal disciplina,
a través de su Teoría de los Sistemas, nos permite conceptualizar de mejor manera la idea de
Sistema Matrimonial. Así, por sistema – en términos muy generales – no es más que “la
comprensión y la reducción de la complejidad. Complejidad, que en perspectiva Luhmanniana
no es vista como un obstáculo ni una dificultad para la construcción de un sistema, se constituye
en la condición que hace posible al sistema. Un sistema surge en un proceso de reducción de
la complejidad”10. En esta línea, la complejidad que se atiende en este trabajo estaría dada
por la coexistencia de dos formas de celebrar el matrimonio y, consecuencialmente, dos tipos
(muy) distintos concebir el matrimonio, sujetándose, cada cual, a requisitos y formalidades
dispares. Así, el matrimonio religioso se sujetaría al Derecho Canónico y el matrimonio civil
se regiría por las Leyes del Estado Laico. Esta complejidad es, al menos en Occidente, una
viejo tema que viene desde la unificación del Poder Espiritual y el Poder Temporal – nótese
que el concepto clave es Poder en el sentido de Foucault – que, con los años y la evolución
de las ideas, devino en su posterior separación y distinción categórica. Nuestro sistema
jurídico, a partir de los arts. 9 a 20 LMC, permite la existencia de esta complejidad, pues
reconoce ambos matrimonios. En este sentido, el estudio de los Sistemas Matrimoniales es
el estudio del modelo jurídico que regula la institución del matrimonio. Que para el caso de
Chile, si bien existen dos formas de celebración nupcial, solo un tipo de matrimonio es valido
y, esté es el que se celebra ante el respectivo Oficial del Registro Civil; pero para llegar a
este resultado es necesario referirse antes a los Tipos de Sistemas Matrimoniales – cuestión
de la que se encarga los Profs. Barrientos G. y Novales A. –.

La encargada de reducir la complejidad del mundo – al menos jurídico – es la


Constitución Política de la Republica, dado que, por ser la norma fundacional de la estructura
política, económica y social del Estado de Derecho, es ella la que media, en este sentido, las
relaciones entre el Estado e Iglesia y los grados de intervención en la vida social y política

10
Arriagada Álvarez, Emilio G. (2003) La Teoría de Niklas Luhmann en Convergencia Nro. 32, mayo-
agosto (México) UAEM, México Anuarios L/L, edición especial, Instituto de Literatura y Lingüística, p. 278.
(ISSN: 1405-1435). De igual modo, para mayor profundización desde una óptica no especializada en Sociología
se puede consultar a Urteaga, Eguski. (2010) La teoría de sistemas de Niklas Luhmann en Contrastes vol. XV,
pp. 301-317.

9
del país. En cierto modo, hablar de Sistema Matrimonial es retrotraerse a una discusión aun
mas general de corte ideológico y político: la relación entre el Estado e Iglesia que, en
términos doctrinales, supone referirse a un nuevo eje temático de poca divulgación en nuestro
país: el Derecho Eclesiástico del Estado que como señala el Prof. Carlos Salinas “ se define
como el acto por el que es el Estado mismo que dicta normas para regular el factor religioso
en su dimensión social; [haciendo] que el conjunto de normas de origen estatal dirigidas a
regular en su dimensión de justicia esta natural tendencia del hombre a lo sobrenatural cuando
ella se convierta en un factor social, es el Derecho Eclesiástico del Estado”11. Empero, nuestra
realidad es otra, pues, como bien lo señala la Prof. Susan Turner, nuestra CPR es de un
corte “minimalista” en cuestión de Derecho de Familia y, en consecuencia, poco no nada se
refiere al Sistema Matrimonial, por lo que solo se limita a enunciar, en el art. 1, incs. 2° y 5°
“el rol o posición de la familia, a través, de una formula general [la familia como el núcleo
fundamental de la sociedad] que exige del interprete la tarea de asignarle un contenido
específico. Asimismo, la Constitución chilena también sigue la tendencia mayoritaria de
asignar al Estado un deber de protección y de fortalecimiento de la familia”12. En este sentido,
el encargo de establecer el Sist. Matrimonial es la Nueva Ley de Matrimonio Civil (LMC,
2004), a partir de los párrafos 1 a 4 del Capitulo II sobre la celebración del Matrimonio,
siendo precisado, aún más, en complemento con los párrafos 3 a 6 del Decreto nro. 673 y
el Titulo III de la Ley nro. 4.808.

B] Aporte Teórico de los Profesores Barrientos G. y Novales A.: Los Tipos de Sistemas
Matrimoniales.
Este apartado, en gran parte, solo se limitará a ser un punteo general de las ideas de los
autores, sintetizando de mejor manera los puntos más relevantes que hacen posible la
construcción teórica / conceptual.

La hipótesis sobre la cuál los autores construyen el marco teórico de los Sistemas
Matrimoniales es reconoce que “en la tradición histórica occidental ( ) han coexistido diversos

11
Salinas A., Carlos (2009) El Derecho Eclesiástico del Estado de Chile al Tiempo del Bicentenario:
Logros y Dificultades en Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Nro. XXXIII
(2do semestre, Valparaíso), p. 501.
12
Turner S., Susan (2008) Tendencias Constitucionales Relativas a la Protección de la Familia en
Estudios de Derecho Civil IV: VI Jornadas Nacionales de Derecho Civil – Universidad Diego Portales – Olmué
– Carlos Pizarro (cordiandor). Editorial LegalPublishing. Santiago (Chile, 2009), p. 100.

10
matrimonios religiosos, disciplinados substancial o ritualmente por las distintas religiones,
junto al matrimonio civil (generando) una cuestión jurídica relevante la de determinar cuál es
la posición que el matrimonio religioso le corresponde dentro del ordenamiento jurídico de
cada Estado”13. Por lo que “la caracterización de los diversos sistemas matrimoniales suele
tener en cuenta cuatro criterios relevantes, tales son: a) la constitución del matrimonio; b)
jurisdicción sobre el matrimonio; c) el régimen del registro matrimonial; y d) la disolución
matrimonial”14.

(b.1) – La Constitución del Matrimonio

Hablar de constitución del matrimonio es referirse a los efectos jurídicos civiles que se le
reconoce al matrimonio religioso. En otras palabras, este apartado alude a los tipos de
sistemas matrimoniales, propiamente tales. Los cuales son:

Sistemas Monistas

 Bajo este tipo de sistemas solo se conciben un único tipo de matrimonio y única forma
de celebración para que produzca lo efectos civiles esperados; se suelen llamar, también,
absolutos o excluyentes. Así, se habla de: (a) Sistema de Matrimonio Religioso
Obligatorio (p. ej. el matrimonio celebrado en el Estado Vaticano ) y (b) Sistema de Matrimonio
Civil Obligatorio.

Sistemas Dualistas

 En este tipo de sistemas, en cambio, se permite la coexistencia de ambos modelos


matrimoniales; sin perjuicio de que, respecto al matrimonio religioso, deba ser una cierta
y determinada fe. Así, se pueden configurar las siguientes modalidades: (a) Matrimonio
Celebrado bajo la libre Elección de los Contrayentes (son los contrayentes quienes
eligen la modalidad, pues ambos producen efectos jurídicos) y (b) Matrimonio Civil
Subsidiario (esta hipótesis se refiere a los Estados Confesionales, por lo que el
matrimonio religioso, en principio, es obligatorio, pero a quienes no profesen el credo
oficial del Estado pueden celebrar las nupcias conforme a las leyes civiles).

13
Barrientos G. / Novales A. (2004) (cit. nro.1), p. 120.
14
Ídem. (cit. nro. 2)

11
Sistemas Pluralistas

 Bajo este tipo se sistemas coexiste tanto (i) pluralidad de matrimonios religiosos, con
exclusión del matrimonio civil, como (ii) pluralidad de matrimonios religiosos, previo
reconocimiento de la Ley, y el matrimonio civil. Así, es posible distinguir las siguientes
modalidades: a) Concurrencia de Diversos Matrimonios Religiosos (en este caso no
existe un matrimonio civil, sino que el Estado permite que los contrayentes profesantes
de un credo especifico celebre el matrimonio según sus ritos y regulaciones. Este es el
caso de Egipto, en que, p. ej. se el Estado reconoce la religión musulmana, por lo que
todos los que profesan la fe musulmana celebran las nupcias conforme a ello; de igual
modo, el matrimonio cristiano católico; etc.) y b) Concurrencia de Distintos Matrimonios
Religiosos Conjunto con el Matrimonio Civil [bajo esta modalidad coexisten distintos
matrimonios religiosos y el matrimonio civil por igual, en que cualquiera producen los
mismos efectos civiles. Sin embargo, esta modalidad acepta dos hipótesis: (i) Elección
de la forma de celebración (“los habitantes del Estado pueden optar entre el matrimonio
civil y su forma propia o la forma religiosa de algunas de las iglesias o credos
reconocidos”15) y (ii) Elección en la forma de celebración y del matrimonio (aquí
“concurren el matrimonio civil, un cierto matrimonio religioso reconocido por el Estado
y otros matrimonios religiosos de los que solo se admiten sus formas matrimoniales”16)]

(b.2) – Efectos, según el tipo de Sistema Matrimonial.

Los efectos a lo que se harán referencia dicen relación con los tipos, como
consecuencias de la constitución del matrimonio, de Jurisdicción, Sistema Registral y
Disolubilidad.

Jurisdicción del Matrimonio.

 El asunto de la Jurisdicción es la referencia a la relación de potestades entre el Estado y las


instituciones Eclesiásticas. Así, tradicionalmente, se pueden distinguir tres tipos:
- Sistema de Jurisdicción Exclusiva del Estado: es el desconocimiento radical de toda
potestad jurisdiccional eclesiástica, por lo que la institución de la Iglesia y todas sus

15
Ibid. (cit. nro. 3), p. 122.
16
Ibid. (cit. nro. 4), pp. 122-123.

12
actividades se vuelven irrelevantes para el ordenamiento. Sin embargo, existen dos
modalidades en que este tipo de exclusividad Estatal se puede dar:
 Jurisdicción Exclusiva y Excluyente del Estado: corresponde a este tipo los sistemas
monistas de matrimonio civil obligatorio.
 Jurisdicción Exclusiva del Estado, sin perjuicio de la Forma Religiosa: la
jurisdicción del matrimonio queda entregada al conocimiento de los tribunales civiles
ordinarios o especializados. En este sentido, este sistema corresponde a los Pluralistas
en que hay preferencia por la elección de forma del matrimonio civil o religioso.
- Sistema de Reconocimiento de Jurisdicción Eclesiástica: el Estado asume el rol de los
tribunales eclesiásticos y, por ende la jurisdicción eclesiástica, en las cuestiones referidas al
matrimonio, en cuanto produce efectos plenos efectos civiles.
- Sistema de Reconocimiento de Resoluciones Eclesiásticas: el Estado junto con su
jurisdicción reconoce, habitualmente por medio de concordatos, a ciertas resoluciones,
emanadas de tribunales eclesiásticos, efectos civiles realtivos, pues, simplemente los
reconoce como hechos y actos jurídicos.

Sistema Registral.

 Ha de dejar constancia que la existencia de un Sist. Registral solo existe cuando junto al
matrimonio civil, se le reconocen efectos civiles al matrimonio religioso o se admite su
celebración en la modalidad religiosa. En este sentido, cuando solo existe el matrimonio civil
obligatorio no es necesario emitirse al sistema de registro para solicitar que se reconozcan
sus efectos. En cambio, en el civil, los efectos se producen por el solo ministerio de la Ley.
 Desde el criterio de la existencia de un Registro Civil, es posible clasificar a los sistemas
matrimoniales en:
- Sistemas de Mera Transcripción: el Oficial del Registro solo debe corroborar, por el
mandato de la Ley, que el acta matrimonial solo este debidamente extendida, sin que le
corresponda calificar/evaluar/juzgar/analizar el contenido del acta o parte matrimonial.
- Sistemas de Calificación: bajo esta modalidad supone que el Oficial del Registro deba
valorar el contenido del acta matrimonial. Tal valoración/calificación puede ser de dos
clases:

13
 Calificación Limitada: corresponde a los sistemas monistas y pluralistas en que
imponen a los matrimonios religiosos ciertos requisitos o condiciones previas para
que se realice su celebración. En este sentido el Oficial de Registro debe corroborar
su la extensión del acta religiosa de matrimonio cumple o no con tales requisitos .
 Calificación Amplia: este corresponde a los sistemas en que el matrimonio en su
naturaleza civil es el único que produce efectos jurídicos, pero se reconoce la
celebración del matrimonio en su forma religiosa, por lo que el Oficial de Registro
debe revisar, de forma íntegra, que se cumpla con todos los requisitos civiles. Este
tipo de calificación acepta ciertas modalidades:
 Sistema de Expediente civil Previo: los contrayentes antes de celebrar el
matrimonio en la forma religiosa deben tramitar ante el Oficial del Registro la
extensión de un expediente previo, acreditando allí que cumplen con los requisitos
legales.
 Sistema de Calificación a Posteriori: este sistema supone la previa celebración
del matrimonio religioso y, para que produzcan sus efectos civiles, los contrayentes
deben presentar ante el Oficial de Registro el acta de matrimonio extendida por el
ministro de culto; el Oficial corroborará si el acta cumple con las prescripciones
legales.

Sistema de Disolubilidad Matrimonial.

 Se distinguen dos grandes modelos:


- Sistema de Indisolubilidad Absoluta: lo ley, bajo ninguna hipótesis contempla la
posibilidad de disolver el vinculo matrimonial.
 Esta hipótesis puede ser transversal a cualquier tipo de sistema matrimonial, pues,
depende de las concepciones que se tengan del vínculo matrimonial. Sin perjuicio de
que, principalmente, este tipo de sistema es más frecuente en los Estados que adoptan
un modelo monista en que el matrimonio religioso es obligatorio, pues el matrimonio es
un sacramento (u otro sinónimo) que se consagra ante Dios.
- Sistema de Disolubilidad: la que, a su vez, puede ser absoluta (total) o parcial (relativa o
Limitada).
 Disolubilidad Absoluta (Total): la RG. es que todos los matrimonios, sin
excepción, reconocidos por la Ley Civil son disolubles en la medida que así lo
permita la Ley Estatal. En este sentido, puede ocurrir que (i) el matrimonio se

14
disoluble con indiferencia a la naturaleza del vinculo (el Estado, junto con el
matrimonio civil, reconoce efectos civiles al matrimonio religioso, pero, de todos
modos, se rige por las leyes civiles referidas al divorcio, pues, el estado no hace mención
alguna a la naturaleza del vínculo matrimonial), o que (ii) el matrimonio sea disoluble
con indiferente ante la forma del vinculo (el matrimonio civil es el único que produce
efectos civiles, pero el Estado, en vista de respetar la libertad de conciencias y de culto,
reconoce la celebración del matrimonio en la forma religiosa, pero, de modo que para
ambos se le aplica la ley civil) o que (iii) el matrimonio sea disoluble debido a que su
única forma de celebración es por medio del matrimonio civil (sistema monista de en
qué el matrimonio civil es obligatorio)
 Disolubilidad Limitada (Relativa): este tipo de disolución matrimonial es el que
aplica para los sistemas dualistas y pluralistas, pues la disolución solo es posible para
aquellos matrimonios celebrados por la forma civil.

C] Aportes Doctrinales Referidos a los Efectos Inmediatos del art. 20 de la Ley nro.
19.947.

Los comentarios a los “efectos inmediatos” – que es el principal tema tratado por los
autores naciones – se desprenden de la lectura del art. 20 LMC y su relación con el art. 19.
nro. 6 CPR y la “Ley de Cultos” (Ley nro. 19.683, en adelante LC). Por ello, es necesario
una trascripción del art. 20 LMC para comenzar a describir los comentarios doctrinales:

Artículo 20. “
Los matrimonios celebrados ante entidades religiosas que gocen de personalidad
jurídica de derecho público producirán los mismos efectos que el matrimonio civil,
siempre que cumplan con los requisitos contemplados en la ley, en especial lo prescrito
en este Capítulo, desde su inscripción ante un Oficial del Registro Civil.
El acta que otorgue la entidad religiosa en que se acredite la celebración del matrimonio
y el cumplimiento de las exigencias que la ley establece para su validez, como el nombre
y la edad de los contrayentes y los testigos, y la fecha de su celebración, deberá ser
presentada por aquellos ante cualquier Oficial del Registro Civil, dentro de ocho días, para
su inscripción. Si no se inscribiere en el plazo fijado, tal matrimonio no producirá efecto
civil alguno.
El Oficial del Registro Civil verificará el cumplimiento de los requisitos legales y dará
a conocer a los requirentes de la inscripción los derechos y deberes que corresponden a
los cónyuges de acuerdo a esta ley. Los comparecientes deberán ratificar el consentimiento
prestado ante el ministro de culto de su confesión. De todo lo anterior quedará constancia
en la inscripción respectiva, que también será suscrita por ambos contrayentes.
Sólo podrá denegarse la inscripción si resulta evidente que el matrimonio no cumple
con alguno de los requisitos exigidos por la ley. De la negativa se podrá reclamar ante la
respectiva Corte de Apelaciones.

15
Los efectos del matrimonio así inscrito se regirán, en todo, por lo prescrito en esta ley
y en los demás cuerpos legales que se refieren a la materia ”.

El principal problema, observado por la doctrina nacional, la determinar los verdaderos


efectos civiles que de la celebración del matrimonio. Así, la Profesora Sosa Ried, considera
que el problema es de tonalidades de interpretativas, pues “los problemas de interpretación
se presentan ( ) cuando las disposiciones de la ley civil desconocen algún aspecto esencial de
la manifestación de consentimiento ante sede religiosa, o pretenden restar valor a dicha
celebración”17 añade que “tal como ocurre en los derechos foráneos que reconocen los
matrimonios celebrados bajo forma religiosa, se exige que estos se inscriban en sede civil, según
añade el inc. 2º ( ). Precisamente a propósito de esta cuestión, ha surgido un problema
interpretativo”18. Ello, como señala el art. 15, inc. 2 de LRC, referidos a los actos de
inscripción por medio de mandatario, “no tendrá aplicación lo previsto en el inciso precedente
(inscribir por medio de mandatario, en conformidad al art. 103 CC), tratándose de las
inscripciones que se refiere el art. 20 de la Ley de Matrimonio Civil”. En este sentido, tanto
los Profesores Carmen Domínguez como el sr. H. Corral, se muestran contrarios a la idea
de los Profs. Barrientos G./ Novales A. (“la prohibición de la representación del acta ante el
Oficial del Registro Civil para los efectos de inscripción, no constituye más que otra
manifestación del desconocimiento de los valor a los actos matrimoniales religiosos y tras ella
se esconde una especial desconfianza frente a lo obrado en aquella fase inicial ante el ministro
de la entidad religiosa”19), pues, en términos de la primera autora, “no existen antecedentes
de historia fidedigna de la norma que pudieran hacer comprensible una prohibición de
efectuar la inscripción por medio de mandatario”20, en esta línea argumentativa el Prof.
Corral cree que “la disposición reglamentaria no manifiesta claramente una prohibición de
comparecencia por medio de mandatario respecto del acto de ratificación e inscripción. Por

17
Soza R., María de los Angeles (Rev. Ch. D., 2005), p. 406.
18
Soza R., María de los Angeles (Rev. Ch. D., 2005), (cit. nro. 2), p. 408.
19
Barrientos G. / Novales A. (2004) (cit. nro. 4), p. 135.
20
Soza R., María de los Angeles (Rev. Ch. D., 2005), (cit. nro. 3), p. 409. Debe añadirse además que, a
juicio de la Prof. Carmen Domínguez, el actual por mandatario es un Principio General del Derecho Privado,
por lo que se entiende improcedente, y por tanto, no ha de cumplirse en el sentido estricto, lo estipulado en el
art. 15, inc. 1 LRC.

16
otra parte, entre dos interpretaciones de una norma, ha de preferirse aquella que produzca
algún efecto a aquella carente de eficacia práctica”21.

A lo dicho anteriormente, la Profesora Sosa R. cierra esta punto creyendo que “en definitiva,
nos parece que ( ) la ley de Registro Civil es ambigua, y que no puede darse una explicación
razonable a dicha norma. Lo más prudente sería, en atención a la evidente irracionalidad de
negar la representación en la ratificación y en la inscripción del acta de matrimonio religioso,
eliminar(la) ( ). De lo contrario, es decir, si realmente se entendiera que la referida inscripción
del matrimonio religioso no admite representación, nos encontraríamos con una contradicción
evidente: tanto el matrimonio religioso (al menos el canónico), como el civil (art. 103 del
Código Civil) admiten representación, mientras que el mero acto de ratificación de un
consentimiento ya prestado y un trámite tan sencillo como una inscripción, no la admitiría”22.

Otra línea argumentativa, suscitada de los efectos del art. 20 LMC, ahondan en lo relativo
a la libertad religiosa y las relaciones entre el Estado y le iglesia. A este respecto, la idea de
libertad de conciencia y de culto, ideas que se pueden expresar en bajo el concepto de libertad
religiosa, cuya conceptualización, y consecuencias caracterización, puede quedar del
siguiente modo:

“es propiamente la libertad de elegir una relación con Dios y decidir vivir conforme a ella. Debe tenerse
en cuenta que toda libertad implica dos actos, la elección y la decisión, que son actos diferentes. La
elección es un juicio que considera como preferible un determinado bien, en el caso de la libertad
religiosa, una determinada religión; es un acto que tiende hacia un objeto externo considerado como
mejor. La decisión es un juicio por el cual la propia persona se constriñe, se determina, a buscar
determinado bien, en el supuesto, a seguir una determinada religión o relación con Dios. La elección
y la decisión de relacionarse con Dios es el acto humano más importante que pueda realizarse, por
razón de la persona a la que tiende. Es un acto que sólo puede hacerse en libertad, es decir sin coacción
externa, de las diversas instancias del poder legítimo o de facto, y sin coacción interna, es decir no
determinado por el miedo o alguna otra pasión o debilidad”23

21
Corral T., Hernán (2004) Una ley de paradojas. Comentario a la nueva Ley de matrimonio civil, en
Revista Chilena de Derecho Privado Nº 2, p. 261.
22
Soza R., María de los Angeles (Rev. Ch. D., 2005), (cit. nro. 4), p. 409.
23
Adame Goddard, Jorge. Estado Laico y Libertad Religiosa, p. 29. [Disponible en línea:
www.juridicas.unam.mx]. Solo para cerrar la idea, a modos de ideas generales a la definición dada: “La libertad
humana es la facultad de elegir y decidir acerca de la propia conducta sin coacción externa o interna. La libertad

17
En este sentido, el Prof. Corral considera que “el reconocimiento civil de los matrimonios
celebrados ante entidades religiosas regulado por el art. 20 de la Ley Nº 19.947, Ley de
Matrimonio Civil (LMC), bien puede contemplarse como un desarrollo de los principios y
normas contenidas en la Ley Nº 19.638, Ley de Cultos (LC), que establece normas sobre
constitución jurídica de las iglesias y organizaciones religiosas”24. Ello, pues (i) las entidades
religiosas de derecho público, reconocidas por ley (art. 5 y 10 LC), al ser son una
manifestación del derecho constitucional de la libertad religiosa y de culto (art. 19, nro. 6
CPR), referidas, además, en el inc.1° del art. 20 LMC, se entiende que le dan seriedad y rigor
a los matrimonios celebrados en la modalidad religiosa – argumento que sigue la Profesora
Anastasia Assimakópulos Figueroa – 25; y (ii) el art. 20 LMC al referirse al consentimiento

religiosa es la libertad de todo ser humano de relacionarse con Dios. Lógicamente la libertad religiosa requiere
del previo reconocimiento de la existencia de Dios. Este reconocimiento es un acto intelectual por el cual la
inteligencia asiente al hecho de la existencia de Dios. Es un conocimiento que se puede adquirir por el solo
ejercicio de la razón natural, sin necesidad de la fe. El acto intelectual por el cual se reconoce la existencia de
Dios, no es propiamente un acto de libertad religiosa, sino simplemente un acto de la libertad de pensamiento.
Se puede reconocer la existencia de Dios, pero no querer relacionarse con él, o incluso afirmar que es imposible
esa relación. Sucede lo mismo que en otros campos: una cosa es la libertad de pensar en el trabajo, y otra la
libertad de trabajar; una es la libertad de pensar en emigrar del país, y otra la libertad de entrar y salir de él […]
La relación con Dios tiene una característica peculiar que la distingue de cualquier otra relación: es siempre una
relación de subordinación, entre un ser humano que se sabe limitado, y Dios, a quien se reconoce como ser
supremo, perfecto en poder, saber, bondad y en cualquier otro atributo. La forma de concebir esa relación varía
en las diversas religiones: puede ser concebida como relación entre el creador y la criatura, o entre padre e hijo,
entre el salvador y el necesitado, o entre el protector y el elegido, pero es siempre una relación que implica la
subordinación del ser humano al ser supremo. Es además una subordinación, por decirlo así ontológica, puesto
que se funda en la diferencia radical del ser limitado de uno y el ser perfecto del otro”. pp. 28-29.
24
Corral T., Hernán (2010) “El Matrimonio Religioso con Efectos Civiles: Un Desarrollo – Todavía
Parcial – de la Ley de Cultos”, p. 157.
25
“la celebración del matrimonio religioso y su reconocimiento por parte del Estado es una forma de
manifestación de las creencias de los contrayentes, ejercicio de la libertad de conciencia, concreción de la garantía
que el Estado ofrece a los miembros de la sociedad chilena de desarrollar libremente sus actividades religiosas
[…] El artículo 20 de la Ley de Matrimonio Civil trata de los matrimonios celebrados ante entidades religiosas
que gocen de personalidad jurídica de derecho público, por tanto, se debe mencionar brevemente qué
instituciones son éstas. La Ley N° 19-638, comúnmente llamada “Ley de culto”, contiene la normativa que regula
la constitución y la adquisición de personalidad jurídica de las colectividades religiosas, que define como
“entidades integradas por personas naturales que profesen una determinada fe”5, que se concretan en iglesias,
confesiones e instituciones religiosas de cualquier culto6. La norma reconoce el derecho de las entidades
religiosas a organizarse de acuerdo a su propia naturaleza, a través de la posibilidad de crear personas jurídicas
de conformidad a la legislación estatal vigente. La ley contempla un procedimiento para que dichas colectividades
adquieran personalidad jurídica en Chile. Por otra parte, el artículo 20 de la ley mencionada dispone: ´El Estado
reconoce el ordenamiento, la personalidad jurídica, sea ésta de derecho público o de derecho privado, y la plena
capacidad de goce y ejercicio de las iglesias, confesiones e instituciones religiosas que los tengan a la fecha de
publicación de esta ley, entidades que mantendrán el régimen jurídico que les es propio, sin que ello sea causa
de trato desigual entre dichas entidades y las que se constituyan en conformidad a esta ley´.

18
matrimonial se preste ante un “ministro de culto”, sin dudas, se referencia al art. 13 LC
(señala la forma en que se acreditará esta calidad, sin perjuicio del art. 20 LC para las iglesias
con régimen propio reconocido). Ha de añadirse que, el reconocimiento matrimonial posee
una gran trascendencia para la libertad de conciencia y de cultos, pues, concede presencia
pública a la dimensión religiosa en un ámbito tan importante para las personas como la
formación de su familia, concordando así, a juicio del Prof. Corral, con los arts. arts. 3, 6,
letras a) y b), 7 letra a) de LC. Finalmente, añade Corral, “en este panorama de reglas y
principios sobre la importancia de la conciencia y la creencia religiosa en la esfera privada y
pública, la posibilidad de que los creyentes puedan casarse con sus propias ceremonias y
ritualidades y que ese matrimonio les sea reconocido legalmente, se observa como algo no sólo
explicable sino necesario. Con todo, hemos de concluir que la regulación que hace la Ley de
Matrimonio Civil sobre los matrimonios religiosos es limitada y parcial por varias razones, la
más grave de todas es que permite incluso que se haya obtenido realmente lo que se quería, a
saber, que el matrimonio religioso fuera reconocido por la ley civil”26. Ello pues, el art. 20
somete la operatividad practica del matrimonio religioso, como es el plazo fatal de 8 días
para su inscripción (inc. 2°, parte final del art. 20 LMC) y la ratificación personal de
contrayentes (inc. 3°, art. 20 LMC), llegando a concluir que “en el fondo se duda que haya
realmente una recepción ni siquiera formal del matrimonio religioso y se sostiene que existe
un único matrimonio civil, que puede venir precedido de un rito religioso, pero que en todo
caso es inocuo y superfluo desde el punto de vista jurídico”27. Así, estas sobre exigencias dan
cuenta de las limitantes que el Estado les impone a los contrayentes que quieren celebrar el
matrimonio conforme a su credo. En este sentido, el Prof. Carlos Salinas, afirma que “si
alguna vez existió en los legisladores de 2004 la intención de dar reconocimiento civil al
matrimonio religioso, hay que reconocer que no pudieron hacerlo peor, porque el resultado

El reglamento de la Ley de Matrimonio Civil ha establecido que el Registro Civil tendrá en su base de datos
una nómina de las entidades religiosas con personalidad jurídica de derecho público7. Esto ayudará a agilizar el
procedimiento de inscripción de un matrimonio religioso. Estas cuestiones preliminares tienen gran importancia
para determinar cuándo un matrimonio celebrado de acuerdo a una confesión religiosa podrá tener efectos
civiles. Sólo podrán tenerlos aquellas uniones matrimoniales que se hayan celebrado ante entidades religiosas que
gocen de personalidad jurídica de derecho público en el Estado de Chile. Esto no es una discriminación para
aquellas organizaciones de culto que no gozan de tal atributo ante el derecho nacional, porque en nuestro
ordenamiento jurídico existe la posibilidad de que todas las confesiones religiosas sean reconocidas por el Estado”
(Sic.) Assimakópulos Figueroa, Anastasia (Cuad. Ext. Un. Andes, 2005), pp. 79-80.
26
Ibid. (cit. nro. 2), p. 158.
27
Ídem. (cit. nro. 3).

19
final ha sido precisamente el contrario, de manera que hoy puede seguir afirmándose que el
único matrimonio válido ante el estado sigue siendo el matrimonio civil y nada más que el
matrimonio civil”28, pues – como expresa Salinas – los requisitos que habilitan a los
contrayentes para poder casarse son los que establece la ley civil, excluyendo la posibilidad
de que los contrayentes sigan “sus ritos” conforme a su credo -en que p. ej., se les permita a
los mayores de 13 años, pero igual o menores de 15 años, contraer matrimonio sin su
consentimiento, bastando solo el acuerdo de sus tutores, como ocurre en la tradición y rito
árabe o musulmán –, y el acto de ratificación del consentimiento ante el Oficial del Registro
Civil es una verdadera ceremonia civil, pues, por un lado, está el requisito de la presencia
indispensable de los contrayentes para la inscripción del parte religioso en el Registro Civil,
y, por otro, el acto mismo de ratificar el consentimiento se vuelve una ceremonia civil, siendo
su falta (la de ratificar) la razón para que el matrimonio religioso no produzca efectos civiles.
En este sentido, los efectos matrimoniales comienzan una vez que se haya inscrito el
matrimonio y no desde su celebración religiosa. Respecto a este último aspecto (la
ratificación) la Profesora Assimakópulos, discrepa del Prof. Salinas, pues, “si la ratificación
fuera una nueva manifestación de voluntad matrimonial, nos encontraríamos en la situación
que se ha vivido hasta ahora, es decir, la prestación de dos consentimientos matrimoniales -
religioso y civil-, por lo que la norma del artículo 20 no tendría sentido. Lo que la ley pretende
es dar validez jurídica a un matrimonio que no se ha celebrado en sede civil, sino en una
ceremonia religiosa. Si la finalidad de la ley hubiera sido mantener el sistema actual, no hubiera
contemplado una norma que regulara los efectos civiles de un matrimonio celebrados ante una
entidad religioso”29. En apoyo a esta argumentación, el Prof. Corral, bajo una distinción
“filológica” del titular del párrafo 4° y el comienzo del art. 20 “los matrimonios celebrados
ante entidades religiosas…producirán los mismos efectos que el matrimonio civil”, afirma que
“la misma ley, en su tenor, expresa que existen dos formas de matrimonio: los celebrados como tales,
como matrimonios (no sólo como ceremonias o ritos religioso) ante una entidad religiosa, y el
matrimonio civil que se celebra ante el Oficial del Registro Civil. La misma norma habla del ´acta que
otorgue la entidad religiosa en que se acredite la celebración del matrimonio´. Si no se inscribiere, se
dice, ´tal matrimonio´ no producirá efecto civil alguno, esto es, no es reconocido civilmente pero es

28
Salinas A. Carlos (Rev. D., 2010), p. 65.
29
Assimakópulos Figueroa, Anastasia (Caud. Ext. Un. Andes, 2005), (cit. nro. 2), p. 87.

20
matrimonio. Además, la norma prescribe que el consentimiento matrimonial debe ser prestado ante el
ministro de culto y no ante el Oficial del Registro Civil. Por ello, el trámite de ratificación de dicho
consentimiento no puede ser visto como un nuevo consentimiento, sino, como lo dice la misma ley,
como ratificación de algo que ya ha tenido lugar: el consentimiento matrimonial. Sólo puede ratificarse
algo que ya ha ocurrido”30.

[III] BREVE REFERENCIA HISTORICA A LOS SISTEMAS MATRIMONIALES


APLICADOS EN CHILE.

Desde la consolidación de la Conquista Española en los territorios que hoy conocemos


como Chile, pasando por la Colonia, la Independencia hasta finales de la primera mitad del
S. XIX, esto es, ya en el periodo republicano, el Derecho aplicable para la celebración del
matrimonio -y en general para todo el Derecho, pues, téngase presente que, en materia de
Derecho Privado, p. ej. ultima codificación del derecho nacional, a propósito de materia
mercantilista (el Código de Comercio) es de 1865 – eran las leyes canónicas y algunas leyes
civiles españolas. La institución del matrimonio era, principalmente al menos en Chile, un
sacramento reservado solo para los contrayentes católicos, cuya celebración tenía lugar en la
parroquia, capilla, catedral ante un sacerdote quien, sujetándose al rito católico para oficiar
la celebración, inscribiendo, una vez celebrado el matrimonio, el acta matrimonial a los
registros parroquiales. En este sentido, estamos en presencia de un Sistema Monista de
celebración religioso obligatoria, en que el Estado – al declarar el credo católico como la fe
oficial de la Republica (Estado confesional, art. 5 Constitución de 1833: “la religión de la
República de Chile es la Católica Apostólica Romana; con exclusión del ejercicio público de
cualquier otra”, siguiendo así a las cartas fundamentales precedentes) – entrega, expresa y
tácitamente, la regulación del (incipiente) Derecho de Familia decimonónico a la jurisdicción
canónica. Así, en cuanto a los efectos, la inscripción del matrimonio respondía a un sistema
de mera inscripción; de igual modo, el matrimonio al concebirse como un sacramento no
susceptible de disolverse por medio del Divorcio, salvo contadas excepciones en que se les
permitía a los contrayentes la Nulidad del vínculo sacramental – así, pertinente y asertiva es
la expresión ritualista del sacerdote: “(…) con el poder conferido por Dios, los declaro marido
y mujer, hasta que la muerte los separe. Así, lo que Dios ha unido que no los separe el hombre”

30
Corral T., Hernán (2010), (cit. nro. 2), p. 158.

21
–, por lo que se puede hablar de un sistema de indisolubilidad absoluta. Situación que, por
cierto, no cambio mucho ni aun con la entrada de la Ley de Matrimonio Civil de 1884, pues,
según su art. 19. “El divorcio no disuelve el matrimonio, sino que suspende la vida común de
los cónyuges”, idea que se ve reafirmada aun en el texto original (que perdura hasta nuestros
días, pero con otros matices) del art. 102 CC: “el matrimonio es un contrato ( ) por el cual un
hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida (…)”31.

El Sistema Monista de matrimonio religioso obligatorio sufrió ciertas modificaciones


con la entrada en vigencia de la Ley S/N del 6 de Sept. de 1844, la así llamada “Ley
matrimonial de disidentes”, la que reconocía para los no católicos la posibilidad de contraer
matrimonio ante el párroco o sacerdote de culto de la Iglesia Católica, pero sin sujetarse al
rito católico (art. 1° de la Ley S/N del 6 de Sept. de 1844, reiterado por el art. 118 del texto
original del CC de 1855 – que después fue derogado con la entrada en vigencia de la Ley de
Matrimonio Civil de 1884 32 - . Cuestión que se debe – a mi juicio, siguiendo una lectura
histórica de los hechos de la década del 40 del 1800 – por razones, podría decirse, de
“economía doméstica”, es decir, existía ya para el Chile de 1840 un importante número de
comunidades de inmigrantes anglicanos-protestantes resididos, principalmente, en
Valparaíso y Valdivia, provenientes de Reino Unido (Inglaterra y Escocia) , Alemania y

31
Respecto concordancia, de la expresión “indisoluble” del art. 102 y el actual reconocimiento del
divorcio vincular (arts. 54 y ss. LMC) consultar el texto del Prof. Corral T. Hernán (2009) El Sentido y
Alcance de la Definición del Articulo 102 del Código Civil, Después de la Introducción del Divorcio Vincular
por la Ley 19.947 de 2004 en Revista Chilena de Derecho, Vol. 36, Nro. 1, pp. 51 – 76.
32 El art. 1 de la “Ley de disidentes” rezaba que: “Los que profesando una relijion diferente de la
católica quisieren contraer matrimonio en el territorio chileno, se sujetarán a lo prevenido en las leyes chilenas
sobre impedimentos, permiso de padres, abuelos o tutores, proclamas i demás requisitos; pero no serán obligados
a observar el rito nupcial de la santa iglesia católica”, situación que reiteraba el actualmente derogado art.
118 CC de 1855: “Los que profesando una relijion diferente de la católica quisieren contraer matrimonio en
territorio chileno, podrán hacerlo, con tal que se sujeten a lo prevenido en las leyes civiles i canónicas sobre
impedimentos dirimentes, permiso de ascendientes o curadores, i domas requisitos; i que declaren ante el
competente sacerdote católico i dos testigos, que su ánimo es contraer matrimonio, o que se reconocen el uno al
otro como marido i mujer; i haciéndolo así, no estarán obligados a ninguna otra solemnidad o rito”.

22
Holanda, entre otros3334. De igual modo, debe sumarse los primitivos conflictos entre la elite
intelectual de nuestro país, liderada por grupos de jóvenes liberales – como es el caso la
Sociedad Literaria (1842) que convocó a figuras distinguidas de la época, como José Victorino
Lastarria, Francisco Bilbao y Manuel Antonio Matta; quienes, inspirados en la Ilustración, vieron ella
como un proceso fundamental para el progreso del país. Así, ya para 1844 las ideas liberales que
imperaban, provocaban gran conmoción a partir de la obra de Fco. Bilbao: “Sociabilidad Chilena”,
en que expresa las críticas a la burguesía, al gobierno conservador y la Iglesia católica. Estos son
primeras organizaciones políticas que después, en 1865, darán paso a la Fundación del Partido Radical
Chileno, que mucho tiene que decir sobre su aporte en la promulgación de las llamadas Leyes Laicas
–. Por tales razones, el sistema matrimonial monista, en su modalidad católica, transita a uno
de corte dualista, en el que la “celebración civil” – pues si bien se celebraba ante el ministro de
culto católico, era la Ley que autorizaba a los no católicos casarse sin sujeción del rito romano
apostólico, produce los mismos efectos que si se hubiere celebrado al matrimonio oficial (cumpliendo
así lo dicho en el arts. 5 de la Ley S/N de 1844)35 – es en subsidio; la razón por la cual debía
celebrarse ante el párroco o sacerdote de la Iglesia Católica se debe a que no existía las
actuales Oficinas del Registro Civil, la cuales solo tuvieron existencia en julio de 1884,
complementando y concretando in certum las pretensiones de las leyes laicas. En este sentido,
al Registro Civil, se le faculto para que llevase registro de los nacimientos, matrimonios y
defunciones.

33
En este sentido, la primera misión evangelizadora de los protestantes comienza en Chile, alrededor de
1845 con la llegada del pastor presbiteriano David Trumbul a Valparaíso (http://cosmovision.cl/debate-
cuando-llego-protestantismo-chile/). Ello, quizás, como primera muestra material y social de los efectos de una
Ley que, en apariencia resulta sencilla, pero cuyas repercusiones son materias, quizás, para la Sociología
jurídica, en lo que respecta a los vestigios de la libertad religiosa en chile – material que sirve para otra ponencia
–. De igual modo, José T. Bengoa, afirma que ya para 1870 habían 25.000 extranjeros provenientes viviendo
en Chile, en El Maule. Historia Rural de Chile Central. Tomo II. LOM Ediciones (Santiago de Chile, 2015).
(http://www.lom.cl/v/392ddff8-ceae-40f1-92b8-f481a482665d/Nuevo-libro-de-Jos%C3%A9-Bengoa-
Historia-rural-del-Chile-central-los-or%C3%ADgenes-del-poder-pol%C3%ADtico-social-y-cultural-.aspx).
34
Esta idea puede verse reafirmada en el tenor de los arts. 1 y 7 a 10 de la Ley S/ de 1844, pues, la
literalidad da para interpretar que los beneficiarios son estas comunidades, no menores en su número, que
quieren (i) el reconocimiento de la validez del matrimonio en territorio chileno, con previa celebración en
territorio extranjero y (i) los que siendo disientes de la fe católica se le de la posibilidad de tener el mismo
derecho de ius connubi que un católico.
35 Art. 5° de la Ley S/N de 1844 proclamaba que: “El matrimonio contraído con arreglo a la presente
lei producirá los mismos efectos civiles que si se hubiese celebrado con el rito de la iglesia católica, i los hijos
habidos en él o lejitimados por él; gozarán de los mismos derechos civiles que los hijos de padres casados i velados
conforme rito católico”.

23
Cuarenta años después de la “Ley matrimonial de disidentes” y, en atención al contexto
socio-político que esboce brevemente en los párrafos anteriores, pero que se con los años se
empezó a tensar, aún más, después del famoso hecho “la cuestión del Sacristán” (1856), el
“caso Taforó” y la llegada al poder de los gobiernos reformistas de Liberales, las relaciones
entre el Estado e Iglesia, situación que se expresa con las así llamadas “leyes laicas”. Una de
ellas es la de 10 de Enero de 1884, bajo el gobierno del sr. Pdte. Domingo Santa María, la
Ley de Matrimonio Civil, la que convirtió, después de largos debates intelectuales y
parlamentarios, al Estado en el regulador oficial de los asuntos privados, que repercuten en
la esfera pública, de los ciudadanos, como es, para este caso, el matrimonio y su celebración.
Así, según el art. 1 de dicha Ley, se establecía que:

“ El matrimonio que no se celebre con arreglo a las disposiciones de esta ley, no produce efectos
civiles.
Es libre para los contrayentes sujetarse o no a los requisitos y formalidades que prescribe la religión
a que pertenecieren.
Pero no se tomarán en cuenta esos requisitos y formalidades para decidir sobre la validez del
matrimonio ni para reglar sus efectos civiles ”.

De este modo, Chile vuelve a un Sistema monista, pero, esta vez, en su modalidad de
Matrimonio Civil Obligatorio, es decir, es el Estado quien posee jurisdicción exclusiva y
excluyente. Situación que duró 160 años hasta la entrada en vigencia de la actual Ley Nro.
19.947 de 2004, legislación que “resucita” la discusión sobre cuales son los efectos civiles
del matrimonio religioso, una vez que es reconocido por la voluntad de la Ley.

La Profesora Isler Soto, señala que el “17 de mayo del año 2004, comenzó a regir la Ley
19. 947 que introduce en nuestra legislación un nuevo ( ) y transgresor (estatuto) en materia de
matrimonio [:] aparece la institución de la compensación económica, se reconoce la validez
del matrimonio religioso – aunque con efectos jurídicos limitados – y se consagra
expresamente derechos fundamentales en una norma de familia de carácter legal. Lo anterior
da cuenta de una verdadera revolución imperante en el Derecho de Familia contemporáneo
que dista mucho de la realidad social inspiradora del Código Civil”. De tales “efectos
limitados” del matrimonio religioso es que se encargará el siguiente acapice con el fin de
determinar el actual estado del Sistema Matrimonial: ¿Chile adopta un Sist. Dualista o
Pluralista? o ¿es posible que nuestra legislación halla “innovado” sobre esta materia

24
utilizando un resquicio o “triquiñuela jurídica”, sin alterar el estado monista?, pues, tales
cuestiones – intentaré, al menos – responder en el siguiente apartado.

[IV] ¿QUÉ MODELO DE SISTEMA MATRIMONIAL ES EL QUE SE APLICA EN CHILE, A


PARTIR DEL ART. 20 DE LA LEY N °. 19.947 Y CUÁLES SON SUS EFECTOS
SUSTANCIALES?
( COMENTARIOS Y CONCLUSIONES ).

Este apartado final pretende tanto responder a la pregunta sobre cuál es el tipo de Sist.
Matrimonial aplicable en Chile, a partir de una lectura integral de los cuerpos que hacen
posible la realización de la celebración del matrimonio religioso, como, también, hacer de
las posiciones doctrinales un discurso prosecutivo y lógico. Para ello, 3 serán los puntos que
se abordaran: (i) los referidos al análisis del art. 20 en sus complementos legal para poder
determinar el sistema matrimonial; (ii) las observaciones sobre la relación del art. 20, inc. 4
y la libertad religiosa; y (iii) las relaciones entre Estado e Iglesia.

(I).- Análisis del art. 20 para determinar el Sistema Matrimonial Aplicable.


 Los Profesores Barrientos G. y Novales A., desde la perspectiva de la “globalidad
legislativa”, entienden que para determinar el Sistema Matrimonial Chileno, desprendido
del art. 20 LMC, es necesario leerlo en atención a los arts. 42, nro. 4 y 53 a 60 LMC
(disposiciones referidas al divorcio) los cuales encuentran su correlato con el art. 1, incs.
2° y 3° LMC. Pues, solo así se puede llegar a la conclusión que se “ha establecido un
singular sistema monista civil único, con ciertas peculiaridades de forma en cuanto a su
celebración”36.
- En vista de lo anterior, una de las modificaciones que introdujo la LMC fue la
posibilidad para que los contrayentes constasen con un Divorcio vinculante, el que
se configuraría por el cese, ya sea unilateral o bilateral, de la convivencia o por alguna
causalidad culpable - distinguiendo así entre divorcio que sirve como remedio, por
un lado, y como sanción, por otro -. En este sentido, desde la lógica de los Sistemas
de Disolución del Matrimonio, el art. 54 LMC, es un sistema de disolución absoluta
con indiferencia de la forma de celebración del matrimonio – y no de la naturaleza,
pues, si fuese así, existirían dos tipos de matrimonios: por un lado, el matrimonio
que se concibe como sacramento y su disolución se hace imposible, y aquellos
matrimonios que son de naturaleza civil, en que si es posible la disolución del vinculo
matrimonial; estaríamos, en ese sentido, ante un sistema pluralista, el cual, para
nuestro caso no lo es, pues, como ya se dijo, el sistema que rige en Chile es un

36
Barrientos G./Novales A. (2004) (cit. nro. 5), p. 128.

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especial sistema monista de matrimonio civil único que admite una cierta forma,
distinta a la civil, de celebración –.
 Lo que respecto a una lectura aislada del art. 20 LMC, se puede observar lo siguiente:
- El matrimonio religioso solo puede ser llevado ante entidades religiosas que están
reconocidas por el Estado, en especifico las que fueron constituidas por la LC (Ley
nro. 19. 638), ello explica la expresión entidades “que gocen de derecho público”.
- Respecto a los incisos 1° y 2°, se entiende que los efectos civiles del matrimonio
religioso solo se producirán, siempre y cuando, el acta matrimonial haya sido inscrita
ante el Oficial del Registro Civil, dentro del plazo fatal de 8 días. De ello, se sigue
que el matrimonio religioso por si mismo no surte los efectos civiles esperados por
los conyugues, pues, requiere de un acto administrativo, a su celebración, para que
surta los efectos – dando cuenta, en parte, la naturaleza jurídica del matrimonio: un
acto público del Estado: acto administrativo –.
 De lo anterior se sigue que los efectos civiles del matrimonio se computan no
desde la celebración religiosa, sino desde que se inscriben en las Oficinas del
Registro Civil, una vez que (i) el Oficial del Registro Civil se haya cerciorado de
que el acta este bien extendida, según los requisitos del art. 40 bis (en atención a
los requisitos esenciales de la inscripción señalados en el nro. 1 del art. 12 y nros.
1, 7 y 14 del art. 39) del matrimonio y 40 ter de la LRC y (ii) dé a conocer a los
requirentes de la inscripción los derechos y deberes que corresponden a los
conyugues de acuerdo a la LMC (art. 20, inc. 3° LMC).
- Respecto a la expresión del inc. 3°del art. 20 LMC: “los comparecientes deberán
ratificar el consentimiento prestado ante el ministro de culto…” debe seguirse -pese
a lo que dice la doctrina conservadora Corral y Assimkópulos – lo que dice la
Profesora Carmen Dominguez y el Prof. Salinas, en atención al sistema matrimonial,
que el acto de ratificación es una verdadera manifestación del consentimiento
matrimonial, pues, dado que nuestro Sistema es Monista, el único acto que -según
como se ha venido esgrimiendo - siempre valdrá para todos los efectos civiles es el
realizado ante el correspondiente Oficial del Registro Civil. Así, es posible hablar de
que en nuestro país, el Matrimonio tiene dos fases de celebración, pero una única
naturaleza: (i) la primera, como un acto “simbólico” de bendición de Dios y la
comunidad profesante hacia los contrayentes – en este sentido, resulta interesante
que la lógica que opera de tras del art. 20, inc. 3° es la idea Luterana (Protestante,
para todos los efectos) de que el matrimonio religioso solo es un acto en el que se
busca la aprobación y bendición de Dios o en los términos del profesor Corral,
constituyéndose en un matrimonio propiamente tal, en términos bíblicos y poéticos:
“el amor de un hombre y una mujer que, dejando sus respectivas familias, se unen
para hacerse una sola carne”-; y, la segunda fase (ii) la verdadera ceremonia que se
realiza ante el Oficial del Registro civil, quien tendrá presente, para los efectos de
respetar la libre manifestación de credos, el acta matrimonial religiosa, para su
posterior inscripción, aun cuando solo es por la inscripción que los efectos civiles se
producen. Ello, constituye una verdadera celebración del matrimonio en su

26
naturaleza y forma civil, por ello es que la ratificación personal ante el Oficial del
Registro Civil es indispensable.
(II).- Observaciones sobre la relación del art. 20, inc. 4 LMC y la Libertad Religiosa.
 Las dudas sobre los conflictos – infundados a mi juicio – se debe lo establecido en el inc.
4 del art. 20 LMC:
“ Solo podrá negarse la inscripción si resulta evidente que el
matrimonio no cumple con alguno de los requisitos exigidos por la
Ley. De la negativa se podrá reclamar ante la respectiva Corte de
Apelaciones”.
- Si bien, para mi juicio, la expresión “cuando resulte evidente que el matrimonio no
cumple con algún requisito”, es un tanto ambigua e imprecisa, pues, ¿Qué debe
entenderse como evidente cuando se tiene un sistema de calificación amplia realizada
a posteriori de la celebración?. Por otro lado ¿Qué ocurre si todo está en regla, pero
el Oficial del Registro Civil es un ateo o agnóstico empedernido?
 Lo cierto es que la libertad religiosa no solo esta puesta en suspenso por este
inciso, sino que, al menos en términos matrimoniales, al Estado no confía, y por
ello le resta valor a través de “triquiñuelas legales” a las actividades religiosas.
 La solución se da en el mismo inciso, el que señala que se les otorga a los
contrayentes un “recurso” de reclamación ante la C. Ap. respectiva, la cual, por
mandato constitucional (“es deber del Estado …dar protección…a la familia [y]
propender [a su] fortalecimiento” art. 1, inc.5 CPR) que se expresa en la propia
LMC “el juez tomará a, petición de cualquier persona, todas las providencias que
les parezcan convenientes para posibilitar el ejercicio legitimo de este derecho
cuando, por acto de un particular o de una autoridad, sea negado o restringido
arbitrariamente”, art, 2, inc. 2°.
(III).- Las Relaciones entre Estado e Iglesia, a partir del art. 20.
 El historiador Cristóbal García-Huidobro (2014; p. 129-130), al referirse al proceso de
secularización, afirma que “la secularización no significó realmente la desaparición de
la Iglesia o su reclusión en el mero fuero interno, ocupando un lugar en una nueva
concepción de lo público, ya no identificado con la sola esfera estatal, sino con una
definición más amplia del concepto. Este se extendería como categoría a lo que
entendemos actualmente como sociedad civil (…) en la sociedad chilena de la segunda
mitad del siglo XIX, se verificó un cambio fundamental en la cultura política, en que la
Iglesia debió encontrar un espacio diverso al que históricamente había ocupado junto al
Estado, deslindándose las esferas de influencia de cada uno, y entablándose de vez en
cuando, diversas pugnas por el control de los espacios públicos”. Para lo que respecta a
nuestro caso, la secularización y el laicismo en nuestro país sigue siendo un tema, aun
latente, cuando se habla de matrimonio.
- Como anteriormente señalar, tanto el Prof. Corral como Salinas consideran que el
Estado está en deuda con las libertades religiosas, en sus expresiones mas sencillas,
pues, tanto los el requisito de la ratificación del consentimiento ante un funcionario

27
público, como el plazo fatal de 8 días para su concurrencia, son trabas que se han
impuesto al matrimonio religioso, negándole su efectiva operatividad, siendo el art.
20 (constitutivo del sistema monista “camuflado” en el reconocimiento a la
celebración del matrimonio religioso) una mera apariencia formal o de expectativas
para el ejercicio de la libertad religiosa de los contrayentes que profesan un
determinado credo.
- Que la celebración matrimonial se celebre dos veces, simbólica y
administrativamente, solo da cuenta del desplazamiento social que la libertad
religiosa, y en sí la fe, ha tenido desde 1884 en nuestro país hacia las esferas privadas.

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MATERIAL BIBLIOGRÁFICO
Cuerpos Legales

Constitución Política de la República de Chile de 1980 (en la versión actualizada del 2005)
Constitución de la Republica de 1925.
Constitución de la Republica de 1833.
Ley Nro. 19.947 (“Nueva” Ley de Matrimonio Civil).
Ley Nro. 19.638 (“Ley de Cultos”)
Ley Nro. 4. 808 (Ley sobre Registro Civil).
Ley s/n de 1888 (“Antigua” Ley de Matrimonio Civil).
Ley s/n de 1844 (“Ley de matrimonio para disidentes”).
Decreto Nro. 673 (sobre normas reglamentarias del Matrimonio Civil y Registro de
Mediadores).

Lectura Principal

Essimakópulos Figueroa, Anastasia (2005) El Reconocimiento Civil del Matrimonio


Religioso, en Cuadernos de Extensión Jurídica de la Universidad de los Andes Nro. 11. pp.
77-89.
Corral Talciani, Hernán (2010) “El Matrimonio Religioso con Efectos Civiles: Un
Desarrollo – Todavía Parcial – de la Ley de Cultos”, publicado en Derecho de la Libertad de
Creencias, Jorge del Picó Rubio (Coordinador), Abelado Perrot/Konrad Adenauer Stiftung,
(Santiago de Chile), pp. 157-162.

Barrientos Grandón, J. y Novales Alquézar, A. (2004) “Nuevo Derecho Matrimonial


Chileno, Capt. III.: Del Matrimonio y El Sistema Matrimonial”. Editorial Lexis Nexis
(Santiago de Chile) pp. 117-141.

Pimsteim Scroggie, M. Elena (2005) “Relaciones Iglesia y Estado una Perspectiva Evolutiva
desde el Derecho Chileno del Siglo XX”. en V Coloquio del Consorcio Latinoamericano de
Libertad Religiosa: “Actualidades y Retos del Derecho Eclesiástico del Estado en
Latinoamérica” (Noviembre, México D.F) pp. 75 - 99

Salinas A., Carlos:

- (2010) “El Reconocimiento del Matrimonio Religioso en el Derecho Positivo del


Estado de Chile: Un viejo Tema aún pendiente” en Revista de Derecho Vol. XXXIII
Nro. 1 (Chile), pp. 59-78.

- (2009) “El Derecho Eclesiástico del Estado de Chile al Tiempo del Bicentenario:
Logros y Dificultades” en Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica
de Valparaíso, Vol. XXXIIII (Chile), pp. 499-533.

29
Soza R., María de los Angeles. (2005) “El Artículo 20 de la Nueva Ley de Matrimonio
Civil: Algunos Problemas de Interpretación” en Revista Chilena de Derecho (PUC, Stgo. de
Chile) [en línea] Vol. 32, Nro. 3. (Septiembre/Diciembre) pp. 405 - 412. (ISSN 0716-0747).

Literatura Complementaria

Bosco, Roberto. “Derecho y Religión: Los derechos religiosos en el mundo secular”. pp. 1-
10 (material bibliográfico, en formato PDF, disponible en el siguiente link:
http://www.institutoacton.com.ar/articulos/72artbosca17.pdf).

García-Huidobro B., Cristóbal (2014). Laicización y reforma en el Chile del siglo XIX: El
asunto Taforó y las relaciones entre la Iglesia y el Estado, 1878-18861 en Revista de Historia
y Geografía Nro. 30 (Chile), pp. 127-153.(ISSN 0719-4137).

Eliade, Mircea (1999) “Historia de las Creencias y las Ideas Religiosas. De la Edad de Piedra
a los Misterios de Eleusis”. Vol. I. Editorial Paidos; Trad. de Jesús Valiente Malla. (ISBN:
84-493-0683-3)

Vidal, Cesar (2002) “El legado del Cristianismo en la Cultura Occidental”. Editorial Espace
CALPE S.A, 1era ed.
Weber, Max (2008). “Sociología de la Religión”. Ed. Leviatán, 2da. ed. (España) 142p.
(ISBN: 978-987-514-146-9).

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