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-COMO DIJO-

-UN BUEN CUBANO:-


“VAYA FORMA DE SABER
QUE AÚN QUIERE LLOVER SOBRE MOJADO”

«Una mente cautiva, no podrá en toda una vida, liberar a un solo


prisionero. Y si además es ciega por naturaleza y por entero, un ciego
jamás podrá guiar a otro ciego; pero si además es la mente del pecado –y
por ello mente “pecadora”– además de no poder liberar a nadie del
pecado, no existe cosa más contradictoria. Dicho terminantemente: si no
os enseñan a pensar y a vibrar con otra mente –la mente examinada, la
mente del Silencio, la mente No-Condicionada, la mente de los Lamas–
sólo os quedan dos polaridades como todo programa, pero que son una
y lo mismo: la mente profana o la mente del Judeo-Cristianismo.»
(Versos y notas para “Una Psicología Profunda de la Vida Espiritual”).

L ..os problemas del mal, del pecado, del error y de la


..desobediencia o "rebeldía" a la justa Ley de Dios,
..¡no pueden resolverse desde esa misma mente! (o
sea, desde la mente del mal, del pecado, del error, de la
desobediencia o la "rebeldía"). Es tanto como pedir “curvas” a
una escuadra o “rectas” a un compás. Hay –sin embargo– una
mente que sí es libre de esos condicionamientos erróneos e
indeseables, pues opera enteramente BAJO OTRAS LEYES no
sujetas a la dualidad, al error, al "mal" o a la fluctuación
inestable, pues se trata de una mente no-condicionada, no-
dualista, no-reactiva y de muy elevada frecuencia. Para colmo,
sólo con esa mente, y no con la otra, puede establecerse un
verdadero y legítimo contacto con Dios. Los líderes, pastores y
diligentes religiosos muchas veces lo saben, pero también saben
que esa mente, tan profundamente sanadora como liberadora, les
arruinaría el sustancioso negocio de traficar con las almas, así
como del no menos "jugoso" negocio de alimentarse –¡como
chinches!– del dolor, del pecado, la miseria, la subyugación y la
enfermedad ajenas, que la primer mente, como usufructo jugoso
tanto les deja. No es nada extraño –empero– si consideramos que
los “médicos” ¡hacen exactamente lo mismo!, o sea: alimentar
más el “mal” que simuladamente tanto “combaten”. De hecho,
las tres “castas” históricas que por abolengo, más perpetúan y
alientan lo que hipócritamente tanto “combaten” –y siempre
para mal–, son la casta política, médica, y a la cabeza de todas:
¡la casta sacerdotal! Y para parafrasear:

«¡Hay de ustedes –Rabinos, Pastores y Fariseos hipócritas–, que


echan más leña al fuego que tanto simulan “apagar”; que cierran
las puertas de la mente y del cielo a sus hermanos, a fin de que ni
ellos ni vosotros puedan pasar!»

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