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Por Carlos Martínez Sarasola

La recuperación del pensamiento indígena.

Una tarde de 1970, en un aula de la Facultad de Filosofía y Letras, conocí a Rodolfo Kusch. Yo era
por entonces estudiante de la carrera de an-tropología.

Alguien me invitó a escuchar las palabras de “un antropólogo que trabajaba en el norte”. Me
encontré sentados alrededor de una mesa a un muy reducido grupo de estudiantes que dialogaba
con un hombre flaco, de bigotes y anteojos que hablaba con entusiasmo de sus experiencias con
los quechuas y aymaras de Perú, Bolivia y el norte de la Argentina. Me sorprendió esa presencia
extraña, que hablaba con pasión, que transmitía con humildad su contacto con los indios y que
hablaba de la particular forma de pensar de la gente originaria del altiplano.

Fue un encuentro breve, pero impactante. Ese hombre sabía del mundo profundo de los indígenas,
lo respetaba, lo valoraba. Vivía en él.

Buceaba en él. Volví a verlo cinco años más tarde, cuando ambos éramos docentes en la
Universidad Nacional de Salta. Compartí entonces el ámbito académico y algunos inolvidables
trabajos de campo en la Puna salteña, en un lugar mágico a tres mil metros de altura: Santa Rosa
de Tastil. Todo fue por muy poco tiempo, pero me alcanzó para ratificar su sabiduría y su talento
que no dejaba de acompañar con su extraordinaria humildad. La tormenta de los años de plomo ya
se avecinaba sin remedio, y él parecía adivinar el triste futuro, lo que lo llevó posiblemente a dejar
este mundo cuando estaba en su plenitud, en 1979. Tenía 57 años.

Un apasionado de América

La obra de Kusch es el esfuerzo de un original filósofo-antropólogo por contactar con la esencia de


América. Esa esencia que el define como el hedor americano, en una actitud desafiante hacia los
prejuicios de ciertos sectores de nuestra sociedad que ven en las raíces americanas algo
nauseabundo. Kusch rastrea en el sentido positivo de “ese presunto hedor” por oposición a la
pulcritud ficticia del hombre urbano.

Conocedor consumado de Heidegger, Lévi-Strauss, Jung ó Eliade, en los campos de la filosofía, la


antropología, la psicología ó la historia de las religiones, recupera sin embargo a los autores
americanos como el mejicano Miguel León Portilla, especialista en filosofía nahuatl, al chileno Félix
Schwartzmann ó a las fuentes todavía más antiguas como el cronista indio Juan Santa Cruz
Pachacuti, de las inmediaciones del Cuzco y sabio conocedor de la cosmovisión incaica. Kusch
plantea una “decisión cultural” por lo americano.

Un eje de su pensamiento ha sido el concepto de estar entre los indígenas, opuesto al de ser
alguien de los occidentales. Kusch encuentra que el término más cercano a la forma de vida india
es utcatcha, que se traduciría en “estar sentado”, en el sentido filosófico de domicilio, de sentirse
amparado en el mundo (Haber, 1978:50). El vinculaba al sistema productivo incaico con la idea de
una auténtica “economía de amparo”. El hombre occidental soluciona sus males trabajando sobre
la realidad exterior, por el lado de afuera. Por el contrario, el indígena está incluido en la totalidad
del universo y cualquier desajuste debe ser restaurado con el equilibrio interno de esa totalidad, a
través del ritual.

Para los que pensamos que se vive una época de convergencias entre la sabiduría de las culturas
originarias de América y el nuevo pensamiento occidental, Kusch fue un precursor: indagó en las
profundidades del mundo andino y vió lo que hay en nosotros como occidentales. Planteó las
diferencias y las oposiciones, pero también los posibles caminos de encuentro y confluencias.
Kusch no tiene aún el lugar
que merece en los ámbitos
académicos, de
pensamiento y reflexión.
Pueden existir varias
razones para ello, desde su
pública inclinación política
hasta su carácter de
pensador transgresor, pero
más bién creo que la
antropología ó la filosofia
local no han todavía
incursionado a fondo por
las dimensiones
americanas en que Kusch
navegaba. Es necesario sí
reconocer que existen
algunas excepciones a esta
actitud, como la tarea del
Centro de Estudios
Latinoamericanos dirigido
por Graciela Maturo y
Eduardo A. Azcuy, el que
realizó una gran tarea de
recuperación y difusión del
pensamiento kuschiano.

El decía que el país antes


que nada es una “labor
interior” y creo que realizó con creces su propia labor. Vivió como pensó. Eso era típico en él. Su
último hogar fue Maimará, un pueblo a 80 km. de San Salvador de Jujuy. Allí se dio cuenta del
milagro de haber saltado las fronteras que uno mismo se crea. En ese lugar se percató también de
la posibilidad de ir hacia las otras fronteras, como aquellas de las montañas que tenía frente a su
ventana. El sabía que si lograba cruzarlas alguna vez, e ir del otro lado, encontraría, como los
héroes de muchos mitos americanos, “toda la vida, esa, que aún no se ha desprendido de los
dedos divinos”.

Guía básica para leer a Kusch

Según una compilación editada por F.García Cambeiro en 1989 (Kusch y el pensar desde
America) entre artículos y libros su obra suma más de setenta títulos. Es imposible pasar revista a
todos, por lo que tuve que seleccionar -y como siempre ocurre en estos casos, con un dejo de
arbitrariedad- los que considero centrales en el pensamiento del autor, que no dejó de incursionar
en áreas como el arte, la estética y la dramaturgia.

En 1953 Raigal publica La seducción de la barbarie (análisis herético de un continente mestizo) un


importante conjunto de ensayos sobre el carácter dual de América y una mirada desde la intuición
del paisaje.

Hachette edita en 1962 una de las obras capitales de Kusch: América Profunda, reeditada por
Bonum (1975) y posteriormente por la Editorial Fundación Ross. Este libro nos habla de la fuerte
presencia del alma americana, a través de una acabada investigación de la cosmovisión andina.
Es aquí donde Kusch desarrolla la relación entre el ser ó ser alguien de Occidente y el estar, propio
de los indígenas, como raices profundas de la mentalidad mestiza.

Indios, Porteños y Dioses (Stilcograf, 1966), es un excelente compendio de sus viajes por el
continente y una original explicación de las zonas de encuentro entre occidentales e indígenas,
basadas en una concepción más totalizadora del hombre. De la mala vida porteña (Peña Lillo,
1966) explora la presencia del pensamiento indígena en Buenos Aires.

El Pensamiento Indígena y Popular en América (ICA, 1973; 1ra edición en México, 1970), es otra
de sus obras cumbre, y constituye una propuesta de profundización del modo de concebir la
realidad por parte de los indígenas y sus implicancias para la comprensión de los problemas
americanos.

Geocultura del Hombre Americano (F.García Cambeiro, 1976) es un llamado a vencer el miedo de
ser nosotros mismos, recuperando el sentido de nuestra identidad americana. Su último libro
Esbozo de una Antropología Filosofica Americana (Castañeda, 1978), indaga en la definición de lo
humano en América, para lo que se requiere apenas asumir toda “la paradoja del vivir mismo, pero
también toda su sacralidad”.

Muchos de estos trabajos son hoy casi imposibles de encontrar en sus ediciones originales. Pero
hay una excelente noticia: la Editorial Fundación Ross de Rosario acaba de lanzar una edición con
las Obras Completas en dos tomos (2000) lo cual es no solo un aporte invalorable a la difusión del
pensamiento de Kusch sino un justo homenaje a este pensador fundamental de nuestra “América
Profunda”.

Fuente: www.desdeamerica.org.ar/pdf/texto8_ind.htm
Exordio e Introducción. Clarificaremos las intenciones del autor, las conclusiones
que adelanta, su metodología, sus referencias a otras obras y el contexto
intelectual de la obra dentro del ensayo argentino y del pensamiento epocal, los
recursos de lenguaje que pone en juego y algunas categorías que organizan su
discurso tales como: sabiduría y ciencia, hediento y pulcro, indígena e
inmigrante y fagocitación.
· Libro I. Bajo el título La ira divina Kusch pretende exponernos la cosmovisión
que cree encontrar en los antiguos pobladores de América. Lo hace
fundamentalmente analizando la obra de Joan de Santa Cruz Pachacuty Yamqui
Salcamaygua titulada “Relación de antigüedades deste reyno del Piru”,
redactada hacia 1613. Luego pretende confirmar sus conclusiones a través de
otras fuentes. Haremos una breve referencia a las fuentes de Kusch y a su
grado de pertinencia para sus propósitos. En función de nuestros propios
intereses importa sobre todo la última parte titulada “Definición del ‘mero
estar’”. Trataremos de explicitar sus conceptos fundamentales, tales como: ira
divina, mundo y azar, miedo y desamparo, estar.
· Libro II. En el enfoque aparentemente dualista que, siguiendo una larga
tradición del ensayo argentino y latinoamericano, estructura la obra aquí se
presenta lo que brevemente podemos llamar “el mundo del ser alguien”. Tal
cosmovisión alcanzaría preponderancia con la modernidad europea y se
trasladaría a América a partir de la conquista. Qué pierde y que gana el
hombre en esta experiencia es lo que analizaremos bajo conceptos tales como:
ciudad, objetividad y objetos, moralidad, técnica y útil, historia y prehistoria,
etc.
· Libro III. Este libro intenta poner en movimiento los conceptos previamente
ganados, hace una especie de síntesis o balance de la interacción de los mismos
que Kusch denomina “fagocitación”. De tal modo que el sujeto americano queda
configurado por esta interacción. Es bueno que tengamos siempre esto
presente. La reflexión de Kusch no es simplemente la de un arqueólogo o un
antropólogo que exhuma una forma de pensar (la forma de pensar indígena o
americana, para decirlo rápidamente) sino que es la consideración de un
filósofo que reflexiona sobre nosotros mismos; por ello su teoría (visión)
pretende abarcar, citando sus palabras, “a blancos y pardos”. De allí que su
sujeto (el hombre americano) no está caracterizado simplemente por el
pensamiento que hunde sus raíces en la América originaria sino también por lo
que él llamó “el hombre del ser alguien”. Rastrear esta doble constitución del
sujeto y su interacción, que explica para Kusch la vida en América, es el
objetivo de nuestro trabajo.
Comencemos nuestro trabajo. Vayamos al comienzo de América Profunda.

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