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MÍNIMAS
DE PROGRAMAS A DISTANCIA
INTRODUCCIÓN
Se trata de una realidad irreversible con presencia significativa en los diversos niveles del
sistema educativo, y de manera especial en el subsistema universitario. Colombia no es
ajena a esta significativa tendencia. En la actualidad, aproximadamente 37 instituciones
de educación superior ofrecen programas de formación a distancia en las modalidades
tecnológica, profesional y de postgrado, para lo cual utilizan medios y mediaciones
diversos, desde recursos tradicionales ligados al medio impreso en papel, recursos
audiovisuales, hasta recursos multimedia y escenarios virtuales a través del Web Site.
En primer lugar, porque se trata de una modalidad que utiliza sustancialmente medios y
mediaciones pedagógicas apoyadas en tecnologías para el establecimiento de
interactividades y relaciones asincrónicas entre sus diversos actores: estudiantes, tutores
y administrativos. Este fenómeno plantea nuevas lógicas en la estructuración de los
procesos formativos, en la planeación de los procesos de aprendizaje y en el diseño de
estrategias de evaluación, acompañamiento y seguimiento de los estudiantes.
apoyadas con tecnologías para hacer efectivo los procesos de aprendizaje y formación de
los estudiantes, además del ejercicio tutorial.
El documento consta de los siguientes apartados: en primer lugar, una visión panorámica
de las condiciones actuales de estructuración de programas a distancia. En segundo
lugar, la apertura y flexibilidad curricular para facilitar el acceso a la formación a distancia
con calidad. En tercer lugar, las condiciones metodológicas y didácticas para el diseño y
desarrollo de cursos académicos y de las interactividades mediadas tecnológicamente.
En términos generales, puede afirmarse que nos encontramos de manera efectiva con el
paso del “modelo ilustrado” de educación, y particularmente de universidad,
fundamentado en la enseñanza y la figura del profesor, al “modelo formativo” de
educación, y por supuesto de universidad, en donde el aprendizaje se constituye en la
unidad central del proceso formativo y el estudiante asume responsabilidades mucho más
evidentes como agente y protagonista de su formación. Las relaciones se expresan ahora
de este otro modo:
Aprendizaje
Trabajo Académico = = Crédito Académico
Enseñanza
Nos encontramos, pues, frente a una serie de nuevos elementos que cuestionan la
naturalidad de las prácticas docentes: el “debilitamiento” del dictado de la clase en el aula
como elemento esencial de la enseñanza; la emergencia del carácter estratégico que se
le asigna a la enseñanza en función del aprendizaje; la creciente presencia de escenarios
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En el orden del aprendizaje, de reconstituir la “figura” o el “perfil” del estudiante: del paso
de un sujeto administrado y heterónomo, a un sujeto activo, gestor del aprendizaje a
través del estudio independiente, planificador de rutinas de trabajo académico,
sistematizador de sus propios métodos efectivos de estudio, necesitado de aprender a
trabajar de manera personal, pero también de adquirir competencias para el trabajo
colaborativo en pequeños grupos y en el ámbito de comunidades académicas, y de
establecer vínculos de interés común mediante la participación activa en redes de
aprendizaje. Se trata, en definitiva, del tránsito del alumno al estudiante, del receptor al
indagador, del copiador de notas y apuntes al productor de análisis y recontextualización
de información.
Por otra parte, los diversos diagnósticos que caracterizan el estado de la educación
superior en Colombia durante las décadas de los ochenta y los noventa coinciden en
varias direcciones: se trata de un conjunto de instituciones insulares, constituido por
grupos académicos endógenos, excepcionalmente abiertos hacia el interior y con
precarias posibilidades de cooperación e intercambio internacional, que utilizaba de
manera rutinaria los métodos tradicionales de enseñanza, con programas estructurados
linealmente mediante un abigarrado sistema de requisitos, prerrequisitos y correquisitos
que se reducían a listados de asignaturas, con formas particulares de titulación,
generalmente profesionalizantes, con escasas posibilidades de intercambio, equivalencias
y homologaciones, con una población estudiantil que solo alcanzaba a cubrir entre el 12%
y el 18% de cobertura, constituyéndose en una de las más bajas de América Latina.
¿Cómo orientar las acciones pedagógicas de los diferentes niveles del sistema educativo
formal, en especial del conjunto de las instituciones de educación superior que ofrecen
programas de formación a distancia, para constituirlos en agencias formativas de sujetos
autónomos, que aprendan a aprender, aprenden a hacer y aprenden a ser?
Es claro que, para el caso colombiano, con la expedición de la Ley 115 de 1994, conocida
como Ley General de Educación, se continuó el camino de la apertura y la
internacionalización del país iniciada a finales de la década de los ochenta, en este caso
particular con la reforma del sistema educativo: se creó el nivel preescolar y se reorganizó
el nivel básico y medio, y se fomentaron políticas de articulación de estos niveles con la
educación superior. Si bien la Ley 30 se expidió dos años antes que la Ley 115, esta la
integró en el marco general de la educación colombiana. Varias son las medidas y
regulaciones que, desde entonces, se han venido promulgando, que pueden resumirse en
las siguientes:
La formación por competencias y estándares para todos los niveles del sistema
educativo con el propósito de garantizar la equidad del mismo y acciones de
cooperación internacional.
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1
El sistema de créditos académicos fue adoptado en Colombia con la expedición del
Decreto 808 del 25 de abril de 2002. Si bien este fue derogado por el Decreto 2566 del
10 de septiembre de 2003, en este mismo acto normativo se incorpora el sistema de
créditos académicos como estándar curricular en la formación universitaria y mantiene
los elementos esenciales establecidos por el derogado Decreto 808. Para nuestro caso,
el interés en el crédito académico se centra más en la estructura de su sistema y no en
la normatividad.
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El crédito académico es una medida estándar para las diversas metodologías del
sistema educativo: la duración en horas de un crédito académico es la misma
medida para la educación presencial o directa que para la educación a distancia o
mediada.
Permite el diseño de estructuras académicas orientadas a la organización flexible
de los procesos requeridos para la formación del estudiante a través de la
formación básica y la formación electiva, dando así cabida tanto las disposiciones
institucionales en torno a la formación básica como a los intereses del estudiante
alrededor de la formación electiva, sea en términos de complementación,
profundización o suplementación.
Centra el proceso formativo de la educación superior en el aprendizaje y le asigna
a la enseñanza un papel estratégico para su fomento y efectiva realización.
Posibilita la creación de una nueva tipología del estudiante universitario: ya no
será aquel que se nutre casi por exclusividad de las exposiciones y dictados de
clases por parte del docente y de los apuntes o notas tomados en el aula, sino el
responsable de su propio aprendizaje.
De manera semejante, el docente no será ya más por exclusividad el que dicta las
clases en el aula sino, y sustancialmente, un acompañante e interlocutor de los
procesos de aprendizaje del estudiante.
Es una unidad de aprendizaje que facilita los procesos de intercambio de
estudiante y profesores y la cooperación interinstitucional y el sistema de
equivalencias y homologaciones de la formación en la educación superior.
Es una medida de la calidad del aprendizaje mediante la regulación del trabajo
académico del estudiante. Este está integrado por las actividades de aprendizaje
realizadas a través del estudio independiente y las actividades de
acompañamiento directo o indirecto por parte del docente.
Regula de modo diverso las interactividades del docente con el estudiante, pues
aquel deja de ser de manera exclusiva un dictador de clases para constituirse
ahora en un acompañante del proceso de aprendizaje e interlocutor del estudiante
en torno a los criterios de valoración de la información a la cual accede.
Exige la planificación estratégica de los procesos de aprendizaje y del
acompañamiento -directo, indirecto o mediado-, que realiza el docente.
Demanda un ejercicio de la evaluación académica que, más allá de los resultados
como única instancia de valoración, exige hacer visible los procesos cognitivos,
afectivos y motores del aprendizaje puestos en funcionamiento por el estudiante
ante el desarrollo de actividades, situaciones y actuaciones planificadas.
Precisa de la clarificación y especificación de las condiciones metodológicas
requeridas para el desarrollo del trabajo académico del estudiante y del
acompañamiento docente acorde con la metodología de estudio, sean en
contextos de educación directa (presencial) o en contextos de educación mediada
(a distancia).
Necesita de nuevos criterios financieros para garantizar las condiciones
institucionales, económicas, sociales y personales de la sostenibilidad del sistema.
Requiere el diseño de nuevas posibilidades arquitectónicas para las instituciones
de educación superior, por cuanto el aula de clases no es ya el único lugar de
enseñanza ni de aprendizaje, con el fin de dar cabida al trabajo independiente del
estudiante y a los encuentros en pequeños grupos colaborativos que demandan
las nuevas competencias.
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Plantea, así mismo, la dotación de las instituciones con recursos tecnológicos para
el acceso a Internet y a las fuentes digitales o virtuales de información, a las
interactividades en red y a la constitución de comunidades académicas virtuales,
además del creciente uso de medios y mediaciones pedagógicas.2
Los anteriores elementos son de necesaria referencia cuando se trata del diseño y
funcionamiento de programas en contextos pedagógicos mediados o de educación a
distancia con fines sistemáticos de formación.
Lejos de producirse una fusión esencial entre las modalidades presencial y la modalidad a
distancia, el sistema de créditos académicos fuerza cada vez más a la diferenciación de
sus respectivas perspectivas pedagógicas y modelos didácticos. Algunos piensan
encontrar en el sistema de trabajo académico estructurado en torno al aprendizaje la
ocasión propicia para decretar por fin la plena realización de la unidad universal de los
métodos, a la vieja usanza del positivismo con respecto a la “Metodología”.
2
Por el lado de las críticas suscitadas, se responsabiliza al sistema de créditos
académicos del desmejoramiento de la calidad educativa, de responder a los intereses
del neoimperalismo neoliberal, de empeñar la vida universitaria al neocapitalismo
global, del despido masivo de profesores universitarios, de la privatización de las
instituciones oficiales de educación superior, de atentar contra la libertad de cátedra
que ejerce el docente, de acabar con el dictado de clases en el aula como fuente del
verdadero sentido de la transmisión de conocimientos, de la homogenización de los
programas y de la masificación de la educación superior; en una palabra, de acabar
con la universidad en cuanto institución académica.
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De ahí las interpretaciones reduccionistas del mismo por parte de quienes hacen de la
enseñanza el sustrato del proceso educativo. Es normal escuchar expresiones como las
siguientes: “por cada hora de clase el estudiante tiene que dedicar dos horas al estudio
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por su cuenta”. O esta otra: “¿Cómo va a demostrar el estudiante que por cada hora de
clase dictada por el profesor, trabaja él dos horas por su cuenta?”.
Por otra parte, las correlaciones entre las horas de dedicación asignadas
institucionalmente al tutor para el acompañamiento –sea directo o mediado
tecnológicamente- y las horas dedicadas al estudio independiente por parte del
estudiante, han generado también una serie de elucubraciones, destinadas unas a
“equilibrar” el sistema de créditos académicos en función de los sistemas tradicionales de
enseñanza, en una loca carrera por justificar mayores vínculos en el acompañamiento
directo al estudiante por parte del profesor en el aula de clases, y otras a sobrevalorar el
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papel del aprendizaje autónomo, descalificando cualquier clase de vínculo directo entre el
profesor y el estudiante en el ámbito del aula.
En lo que respecta a los criterios de organización de los planes de estudio como uno de
los elementos estructurales de los diseños curriculares de los programas de formación
académica en el contexto universitario, es posible evidenciar también tendencias
explícitas o implícitas en las regulaciones normativas.
La formación académica debe tener como referente(s) la(s) disciplina(s) y los campos
de conocimiento que le aportan al respectivo programa los fundamentos esenciales.
Así, al psicólogo la Psicología, al antropólogo la Antropología, al administrador la
Administración, al educador la Pedagogía. En consecuencia, la esencia de la
formación universitaria no es ya el perfil ocupacional, de desempeño o profesional,
sino la formación en la(s) disciplina(s) fundante(s) de un determinado programa
académico. Con ello se busca que el sujeto que se forma adquiera las perspectivas,
principios, conceptos, categorías, teorías, métodos, técnicas, herramientas y
problemáticas que atraviesan el (los) campo(s) de conocimiento en el (los) que se
fundamenta la carrera universitaria que estudia y, a propósito de lo cual ejercerá
determinadas actividades laborales o profesionales de auto-reciclaje del propio
profesional o de emigración a campos diversos de intervención de la carrera, dado los
acelerados cambios que se producen en el desempeño profesional.
Se asiste, por lo mismo, al desplazamiento del predominio o hegemonía del
desempeño ocupacional como esencia de la formación universitaria, como costumbre
arraigada en las formas tradicionales de estructuración curricular, para dar paso a la
formación disciplinaria como elemento estructurante de los programas académicos en
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Por otra parte, la duración de un programa no se mide ahora por el número de períodos
académicos como esencia de su estructuración, sino por el sistema de créditos
académicos necesarios para la formación en una determinada carrera universitaria. Es el
crédito la medida del aprendizaje, la formación y la duración, y no el período o semestre
académico: este es una consecuencia de la distribución en el tiempo del sistema de oferta
y desarrollo de los cursos académicos medidos en créditos académicos.
Por otra parte, la programación de los cursos académicos por áreas o campos de
formación ha sido una tendencia, si bien minoritaria, si importante, en la medida en que
los campos son constituidos en ciclos y niveles. Así por ejemplo, la formación humanística
puede ser el primer peldaño, la investigativa el segundo, la disciplinaria el tercero y la
profesional o campo de desempeño el cuarto. Las combinaciones de estas áreas o
campos convertidos en niveles, ciclos o peldaños, pueden ser diversas. Pero lo cierto es
que, lejos de constituirse en programaciones curriculares abiertas, en consonancia con el
concepto de apertura, flexibilidad y movilidad referido al sistema de créditos académicos,
estos procedimientos vuelven mucho más rígida y lineal la formación universitaria.
Tal como puede apreciarse, son muchos los elementos –con respecto a los enunciados
antes- que se constituyen en objeto de políticas institucionales cuando se trata de
organizar la formación a distancia con criterios de apertura, flexibilidad, equidad y
pertinencia.
Además de los créditos y campos, los cursos académicos hacen parte esencial de la
formación. La determinación de los cursos académicos que integran los diversos campos
o áreas de formación en el conjunto de la organización académica denota un tipo de
racionalidad o economía teórica, pedagógica y didáctica en función del aprendizaje, así
como la perspectiva institucional desde la cual se asume esta responsabilidad.
Referido al orden de lo teórico o de los fundamentos, el curso académico tiene que ver
con la identificación y reconocimiento de las problemáticas, perspectivas teóricas,
tendencias, enfoques, conceptos, categorías, métodos y técnicas, indispensables para la
sedimentación del suelo que configura la disciplina, interdisciplina o transdisciplina
relacionada con el curso y los aspectos específicos que, en un momento determinado,
integran el respectivo campo disciplinario. En términos pedagógicos, el curso de carácter
teórico enfatiza de manera más evidente en el desarrollo de operaciones metacognitivas y
en las actualizaciones cognitivas. En términos disciplinarios, identifica los elementos
básicos que caracterizan la comprensión de conceptos, problemáticas, perspectivas
teóricas y procedimientos que los vinculan.
Por lo que respecta al orden de lo recontextual, el curso académico está constituido por
las problemáticas que atraviesan y configuran lo actual, lo contemporáneo, lo emergente,
los flujos que suceden en el orden de los acontecimientos, la eventualidad y el momento
presente. Es en este sentido que lo recontextual vincula el presente con la tradición, sus
diferentes problemáticas y prospectivas. Aunque pueden configurarse cursos estructurales
en el orden de lo recontextual, es también importante la oferta de los mismos mediante la
metodología de seminarios (presenciales o virtuales), para involucrar de manera dinámica
a los participantes en el tratamiento específico de las problemáticas identificadas. Lo
“actual” puede poner a prueba las modificaciones conceptuales que sedimentan una
determinada tradición disciplinaria, o el agrietamiento de enfoques, métodos,
procedimientos o técnicas empleados en el reconocimiento de explicaciones,
interpretaciones, modos de análisis y relaciones, lo que plantea, a su vez, la identificación
de problemáticas emergentes que requieren de su estudio y tratamiento.
De una u otra manera, los cursos académicos están referidos a una determinada área del
conocimiento o campo disciplinario en el cual se inscribe. Su delimitación es importante
por varias razones:
La utilización para fines de contratación de las cargas académicas de los tutores a partir
de las tipologías epistemológicas y pedagógicas de los cursos académicos ha reforzado
mucho más la óptica administrativo financiera. Así, se opina que los cursos teóricos o de
fundamentos requieren menos acompañamiento tutorial en los procesos de aprendizaje
del estudiante que los cursos prácticos o procedimientales, y estos, a su vez, menos
horas que los recontextuales. Los criterios de clasificación y de asignación de horas de
acompañamiento no guardan, en estos casos, una estricta y pertinente correlación de
coherencia, toda vez que en este contexto el acompañamiento se define sólo por la
interactividad directa o mediada que se lleva a cabo en grupos de curso entre el tutor y el
estudiante y escasa relevancia adquiere aquí las interactividades que puedan generarse
en la tutoría individual y en pequeños grupos colaborativos de aprendizaje. Pero, así
mismo, el acompañamiento se define casi exclusivamente en la relación con los procesos
de transmisión –directa o mediada- por parte del tutor, de contenidos de conocimiento,
siendo lo más significativo aquí los procesos de asesoría académica en torno al
aprendizaje de los contenidos temáticos definidos en el curso.
Si los cursos académicos son unidades pedagógicas que vinculan las áreas disciplinarias
con los componentes de formación, el aprendizaje es el núcleo que liga el crédito
académico con el curso académico. Las horas de dedicación al trabajo académico sólo
tienen significación formativa si se centran en el aprendizaje del estudiante. Y el
aprendizaje sólo se torna significativo si toma como “objeto” a un conjunto de
conocimientos, problemáticas, teorías, enfoques, métodos, procedimientos, etc.,
organizados sistemáticamente de manera pedagógica y didáctica para la constitución de
un curso académico.
Se describe a continuación los factores que hacen posible tanto la estructuración como el
funcionamiento del sistema de aprendizaje en el contexto de la educación a distancia
según el sistema de créditos y que se adoptan como metodología para el diseño
estructurado del trabajo académico.
Los seres humanos no aprenden ni desaprenden todo de un solo golpe, con una sola
mirada, un solo movimiento o una sola intención. Se trata precisamente de un proceso de
carácter cognitivo, psico afectivo y motor que no termina y se realiza de manera
permanente. El aprendizaje hace competentes o incompetentes a los seres humanos.
Para facilitar los procesos formativos en contextos educativos escolares, la identificación
de las fases de aprendizaje adquiere un sentido estratégico para su potenciamiento y
desarrollo efectivo.
Reconocimiento
Profundización
*
Cada una de las fases de aprendiza resumida de manera ligera en el documento cuenta con
estudios psicológicos, lingüísticos, pedagógicos, antropológicos, etc., que amerita una
amplificación en posterior revisión documental.
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Transferencia
Estudio independiente
Trabajo personal
Es parte del estudio independiente y tiene como propósito el aprendizaje del trabajo en
equipo, la socialización de los resultados del trabajo personal, desarrollo de actividades
en equipo, elaboración de informes según actividades programadas en la guía didáctica.
La participación en un pequeño grupo colaborativo de aprendizaje tiene un carácter
obligatorio en cada curso académico.
Acompañamiento tutorial
Tutoría individual
DISTRIBUCIÓN DE HORAS DE
ACTIVIDADES ESTUDIO SEGÚN NÚMERO DE
CRÉDITOS ACADÉMICOS
1 2 3 4 5 6
Aprendizaje y estudio independiente 24 52 80 108 136 164
Trabajo en pequeños grupos colaborativos 8 12 16 20 24 28
Acompañamiento tutorial en grupo de curso 6 10 12 14 16 18
Acompañamiento y seguimiento tutorial 10 22 36 50 64 78
Total horas 48 96 144 192 240 288
Tabla 3. Distribución de horas por crédito académico para actividades en grupo de curso
según fases de aprendizaje
COMPONENTES ELEMENTOS
Los elementos estructurales son los que permiten poner en acción la estructura del
material didáctico en función del aprendizaje y el desarrollo cognitivo y meta cognitivo del
estudiante, y están referidos a las intencionalidades formativas; las situaciones didácticas;
la estructura y desarrollo de problemáticas a partir de redes conceptuales; el
acompañamiento tutorial; la metodología del trabajo académico según el sistema de
créditos; el carácter formativo de la evaluación del aprendizaje; las mediaciones
tecnológicas para facilitar las interactividades; sistemas de acceso a fuentes de
información.
El material didáctico debe diseñarse y estructurarse de manera tal que pueda circular y
utilizarse en diversos escenarios, medios y mediaciones tecnológicas y formatos:
Impreso en papel
Ambiente Web
Campus virtual
Audiovisuales
CD-ROM
Multimedia.
Identificación
Introducción
Justificación
Intencionalidades formativas
Unidades didácticas
Contexto teórico
Metodología
Sistema de evaluación
Glosario de términos
Fuentes documentales.
Importancia del curso en la formación. Se describen también las razones que justifican y
le dan la importancia al respectivo curso académico en la formación profesional del
educador.
¿Por qué y para qué tienen que encontrarse o interactuar los estudiantes en los
grupos colaborativos de aprendizaje y en el grupo de curso?
¿Qué valores agrega al aprendizaje el acompañamiento que realiza el tutor de
manera individual a cada estudiante, al grupo colaborativo y al grupo de curso?
¿Qué conexiones guardan estas interactividades con los productos objetivados
como resultado de las actividades realizadas con base en las situaciones
didácticas por fases de aprendizaje?
¿Qué énfasis de la evaluación puede hacerse con base en las tipologías de los
cursos académicos, las intencionalidades formativas formuladas y los productos
objetivados como resultado de las actividades realizadas con base en las
situaciones didácticas por fases de aprendizaje?
Cuáles productos se almacenan en el Portafolio Personal de Desempeño, cuáles
son accesibles al tutor y cuáles se comparten en el pequeño grupo colaborativo de
aprendizaje?
¿Qué papel ocupan la autoevaluación, la coevaluación y la heteroevaluación en la
valoración de los procesos y resultados de aprendizaje y sus relaciones con las
intencionalidades formativas?
¿Cuáles funciones formativas y evaluativas se le asignan al portafolio Personal de
Desempeño?
¿Cuáles son los criterios mediante los cuales se determinan los elementos que
deben ser o no monitoreados en los procesos de aprendizaje del estudiante, tanto
en términos individuales como en los grupos colaborativos de aprendizaje y en el
grupo de curso?
Qué tipo de criterios se establecerán para el monitoreo de los procesos de
aprendizaje del estudiante con base en las realizaciones de las actividades
incorporadas en las situaciones didácticas de las diversas fases de aprendizaje?
¿Cuáles funciones específicas en los procesos de seguimiento y monitoreo se le
asignan al Portafolio Personal de Desempeño?
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Finalmente, y aunque aparentemente no tiene una relación directa con el diseño de las
situaciones didácticas de la Guía de Actividades, conviene caracterizar las
responsabilidades que se le asignan a los tutores en los procesos de administración
pedagógica y asesoría académica a los cursos académicos:
Facilitar el desarrollo afectivo del aprendizaje del estudiante de acuerdo con los
propósitos, objetivos y metas establecidas en la Guía didáctica del respectivo
curso académico y las unidades de trabajo académico asignadas.
Asesorar al estudiante en la realización de actividades previamente planificadas en
la Guía didáctica en torno a las diferentes fases de aprendizaje de un determinado
curso académico.
Evaluar procesos y resultados de las diversas actividades formativas y sumativas
de aprendizaje realizadas por el estudiante tanto de manera individual, en
pequeños grupos de curso y en grupo de curso, en el contexto de las diversas
fases de aprendizaje, según las condiciones planificadas en la Guía didáctica del
respectivo curso académico.
Fomentar el desarrollo sistemático de interactividades pedagógicas en grupo de
curso y en pequeños grupos de curso, en función del aprendizaje cooperado,
colaborativo y la socialización del mismo, según las estrategias establecidas en la
Guía didáctica de curso, sea a través de escenarios virtuales o de manera mixta
(presencial y virtual).
Asesorar al estudiante mediante actividades sistemáticas de tutoría individual, en
pequeños grupos de curso y en grupos de curso, en torno al aprendizaje de los
contenidos temáticos del respectivo curso académico, según lineamientos
establecidos en la Guía didáctica de curso.
Desarrollar acciones de consejería y orientación al estudiante que así lo requiera,
en materia de enfoques, métodos y herramientas de estudio individual y estudio
cooperativo, destinadas al mejoramiento de los procesos de aprendizaje
autónomo.
Elaborar protocolos de intervención pedagógica y didáctica con base en los
lineamientos establecidos en la Guía didáctica de curso, para el desarrollo
sistemático de interactividades de aprendizaje en grupo de curso, pequeños
grupos colaborativos de curso, sea para su realización mediante el uso de
escenarios virtuales o de escenarios mixtos (presencial y virtual).
Presentar informes parciales y finales, según protocolos establecidos para cada
caso y según fechas previamente delimitadas, relacionados con las
interactividades pedagógicas en grupo de curso, pequeños grupos colaborativos
de curso, tutoría individual, procesos de evaluación formativa y sumativa,
monitoreo y seguimiento, rendimiento académico de estudiantes, Guía didáctica y
valoración de contenidos temáticos de curso, sistematización de experiencias,
entre otros.
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