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Arte Indigena PDF
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TICIO ESCOBAR
Arte indígena:
el desafío de lo universal*
Introducción
E
ste texto pretende considerar las posibilidades de afirmación
y continuidad que tiene el arte popular de origen indígena en
la extraña escena globalizada. Ya se sabe que las culturas
nativas asentadas en las diversas regiones de la América Latina an-
tes de la Conquista habían desarrollado formas potentes de arte: ya
fuera el de las altas culturas precolombinas o el de los pueblos sel-
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onfesando no entender ya lo que ocurría en Chimbote ni en el
mundo, José María Arguedas entreteje la ficción de su última
novela con una serie de desahogos sobre su dificultad para
escribir y, consecuentemente, para seguir viviendo. Su expreso de-
seo de morir arranca menos, quizá, de un afán por ofrecer su vida
como catarsis de despedida de la «calandria consoladora» (Argue-
das, 1996: 246), y más de un vértigo epistémico1 al dudar del
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oy en día, la modernidad occidental/occidentalizada es el
blanco de ataque de las críticas provenientes de los llama-
dos tercer y cuarto mundos. La modernidad es una nave
galáctica que en su marcha lineal acecha el espacio global del pasa-
do, el presente y el futuro. Sin embargo, desde todas las latitudes
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pesar de los trabajos pioneros de Roberto Choque (1985,
1986, 1992, 1996 y 2006), y Carlos Mamani (1991), y de
los míos propios (1992, 2005 y 2010), la rica experiencia y
propuesta educativa y política indígena de fines de los años veinte y
principios de los treinta del siglo XX del aymara Eduardo Leandro
* Las primeras versiones se publicaron Nina Quispe en Bolivia continúa siendo, en cierta medida, extraña.
bajo el título de «Conceptualización de Este trabajo busca sistematizar el contenido ideológico-político y
la educación y alfabetización en Eduar- programático-educativo que impartía a los aymaras, a fines de la
do Leandro Nina Qhispi» en Choque
década de 1920, como otro avance en la tarea de continuar inda-
et. al (1992: 99-108); «La educación y
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el indio por el momento y por muchísimo tiempo, Cuando se inició la Gran Cruzada Nacional Pro-
y tal vez casi nunca, podrá escalar a la altura de Indio leía los comentarios en los diarios; en las
los hombres civilizados, que tienen el concepto calles me detenía frente a los cartelitos y entonces
claramente formado del estado de adelanto del pensé: ¿Por qué no puedo secundar esta obra?
siglo en el que viven, casi hasta definirlo, si es po- Yo que íntimamente conozco la tristeza del indio
sible el estado del ambiente religioso, político, macilento y vencido; yo que he sentido sollozar en
social, comercial, industrial, etc. del mundo en- mi corazón el grito de una raza vejada, visité va-
tero [Un incógnito, 1926: 7]. rias casas de mis compañeros, haciéndoles com-
prender el beneficio que nos aportaría salir de los
El gobierno boliviano del presidente Hernando caminos ásperos de la esclavitud. Pasó el tiempo,
Siles, mediante el Ministerio de Instrucción Públi- mi humilde rancho era el sitio de reunión del gre-
ca, publicitaba la supuesta convicción de redimir al mio de carniceros; estos acordaron enviarme sus
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