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CURIOSIDAD
Sep 28, 2015
Hoy, insiste Mora, comenzamos a saber que nadie puede aprender nada, y menos de una manera abstracta, a
menos que aquello que se vaya a aprender le motive, le diga algo, posea algún significado que encienda la
curiosidad.
Hay niños y niñas que manifiestan esa curiosidad espontánea y están predispuestos al aprendizaje:
reaccionan de modo positivo, muestran necesidad de saber, exploran nuevas experiencias… Pero hay otros
y otras que no se manifiestan así y hay que provocar situaciones para que se les encienda la emoción y la
curiosidad por aprender. Esta es la tarea de los docentes cada día, ver cómo vamos a encender esas
emociones en el alumnado.
Desde la Neuroeducación se nos proponen algunas estrategias que nos pueden ayudar a encender la
curiosidad en aquellos estudiantes que espontáneamente no la tienen:
10
ESTRATEGIAS
1
Comenzar la clase con algo provocador, una frase, un dibujo, un pensamiento… algo que
resulte chocante (la jirafa, por ejemplo).
2
Presentar un problema cotidiano que lleve al alumnado a despertar curiosidad al principio de la clase:
“Al venir hoy para acá he visto en el parque…”
3
Crear una atmósfera que facilite el diálogo, donde el alumnado se sienta a gusto
para preguntar, intervenir…
4
Dar tiempo suficiente para que el alumnado desarrolle sus cuestiones y argumentos.
5
No preguntar sobre un tema concreto, sino incentivar al alumnado para que plante el problema
de forma espontánea. Ello estimula su propia querencia, autoestima y motivación personal.
6
Introducir durante el desarrollo de la clase elementos que impliquen
incongruencia, contradicción, novedad, sorpresa, complejidad, desconcierto, incertidumbre…
7
Que los grados del punto 6 sean los adecuados para no provocar ansiedad en el
alumnado.
8
En las clases prácticas procurar la participación activa del estudiante y su exploración
personal.
9
Reforzar el mérito y el aplauso ante una buena pregunta o resolución de un determinado
problema.
10
Modular pero no dirigir la búsqueda de una respuesta por parte del alumno o alumna y
menos proporcionar la resolución del problema.
Se trata de inyectar en el alumnado la curiosidad y así fomentar su disposición para aprender.
Olvidemos por tanto las tan repetidas frases de:
Esta teoría de Neurociencia nos lleva a recordar teorías anteriores en las que el conflicto es la base del
aprendizaje significativo.
Algunas de estas estrategias rondan en las cabezas de los docentes continuamente, sabemos que motivar al
alumnado es difícil, pero hay que buscar cómo hacerlo de forma que no se dé un aprendizaje abstracto con
el que no quede poso cultural.
No podemos olvidar tampoco el contexto en el que vayamos a desarrollar este aprendizaje, no es lo mismo
enseñar a un alumno de pueblo que a uno de ciudad, los sitios, los espacios, la forma de relacionarse… son
distintos y así lo debemos contemplar en nuestras programaciones docentes.
Por esto, cada vez menos, se deben utilizar esos libros de texto,