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(J
LA VIDA EN LA
ROMA ANTIGUA
IBERIA
UGO ENRICO PAOLI
L:
LA VIDA EN LA
ROMA ANTIGUA
Traducción del italiano
J. FA R R Á N Y M AYORAL
N A T IV ID A D M ASSANÉS
VITA ROMANA
Diseño de la cubierta
C èlia Vallès
Séptima edición
ISBN 84-7082-270-5
Depósito legal B. 25.503-2000
Printed in Spain
A & M Gràfic, s.l.
ÍNDICE
Paginae
A D V ER TEN C IA D E LOS ED ITO R ES D E LA NUEVA EDI-
CIÓN E S P A Ñ O L A .................................................................... xi
I. ROMA
I. De R óm ulo a C o n stan tin o . — II. De la «Roma Q ua
d ra ta » a las cato rce re g io n e s a u g ú ste a s y a la R om a
a u re lia n a . — III. E l ce n tro d e la g ra n R om a. — IV. E l
F o ro . — V. L os fo ro s im p eriales. — VI. L a v id a en
el F o ro . ■ — V II. L os b a rrio s p o p u lares. L a s tien d as. E l
b a rrio de la «Subura». — V III. L a zona m o n u
m e n ta l de Rom a. — IX. E l Circo M áximo. E l A ventino.
—·X. L os g ra n d e s m ercad o s ju n to al T ib er. L a zona de
los g ra n d e s alm acen es y d el com ercio u ltra m a rin o . —
X I. E l P a la tin o d esd e los o ríg en es de R om a a N erón.
— X II. L a «Domus A urea» d e N erón. — X III. E l P a la
tin o d esde la época F la v ia al B ajo Im p e rio . — X IV . E l
C apitolio. ·— XV. E l am pliado c e n tro de R om a. E l Celio.
E l Q u irin al y el V im inal. E l P incio, «collis h o rto ru m » .
— XVI. E l «Cam pus M artius». — XVII. E l E sq u ilin o . —
X V III. P a re d e s y p u e rta s. — X IX . «T rans T iberim ». —■
XX. L a v id a en las calles d e Rom a. — X XI. R om a
de n o c h e .................................................................................... 3
V. LOS M A NJARES
I. D iv ersid ad d s g u sto s e n tre los ro m an o s y no so tro s.
— II. L os p rin c ip a le s m a n ja re s ro m an o s. ·— III. E l
«garum » y el « a lle c » .............................................................. 117
VI. E L B AN QU ETE
I. L as com idas d el día. —· II. L a o rd en ació n del b a n
qu ete ..........................................................................................125
IX . LA M U JE R E N LA F A M IL IA ROMANA
I. L a educación de la m u je r ro m an a. — II. E l m a tri
m onio. — III. L as b o d a s ..................................... . . . 157
X. LA ESCLAVITUD E N ROMA
I. Del com ercio de los esclavos en g en eral. — II. E l
n ú m e ro de los esclavos en las fa m ilias ro m an as. —
III. «F am ilia ru stica» y «fam ilia u rb an a» . E sp e c u la
ción in d u s tria l con el tra b a jo de los esclavos. — IV. L a
posición ju ríd ic a de los esclavos y su tr a to en la fa m i
lia ro m an a. — V «Peculium » ; «contubernium » ; p en as
serv iles. — VI. «M anum issi» .......................................... 165
ÍNDICE VII
X I. LOS FU N E R A L E S Pásin™
I. Los ú ltim o s cuidados. — II. E l co rtejo fú n eb re. —
III. L a inh u m ació n . L a h o g u e r a ..................................................175
XIV. LA IN D U STRIA
I. D esarrollo p ro g resiv o de las in d u s tria s en Ita lia y en
el Lacio. — II. L a in d u s tria en R om a y e n los cen tro s
itálicos. — III. L a in d u s tria en las p rovincias. — IV. E l
im p erialism o de R om a no fue im p erialism o in d u stria l.
— V. L os esclavos en la in d u stria . — VI. E l a rtesan ad o
libre. — V II. In d u s tria a n tig u a e in d u s tria m oderna. —
V III. In d u s tria d o m é s tic a .................................................... 205
X IX . LOS BAÑOS
I. E l b añ o rom ano. — II. L a s p a rte s esen ciales d e la s
term as. — III. F u n c io n a m ie n to d e los e stab lecim ien to s
term ales. L a v id a en las te rm a s. ■ — IV. L a calefacción. 293
XX. LOS V IA JE S
I. Los v iajes. — II. L os v e h íc u lo s .....................................303
X X IV . EL TEATRO Página.
I. L os «ludi scaenici». L a tra d ic ió n d e l te a tro griego.
— II. E l te a tro rom an o c o n tin ú a las fo rm a s del te a tro
helen ístico . — III. O rdenación e x te rio r d e l te a tro ro
m ano. — IV. E l p ú b l i c o .................................................... 341
U go E nrico P aoli
URBS
LA VIDA EN LA ROMA ANTIGUA
C a p ít u l o P r im e r o
ROMA
II
III
IV
Fig. 4. — El Foro ro m an o .
10 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA
VI
F ig. 5. — E l F o ro im p erial.
R ó m u l o y R e m o , f u n d a d o r e s d e R o m a , a m a m a n t a d o s p o r la loba
El famoso grupo escultórico del Museo Capitolino, Roma.
R u in a s d e l F oro ro m a n o
É p o c a a c tu a l.
ROMA 13
venir del Foro le atacaba trem endam ente los nervios, hacia
el anochecer daba por allí su paseo de buena gana, detenién
dose un poco, aquí y allá, curioso de oír a las hechiceras que
decían la buenaventura a los patan es.62 Nada le disponía
mejor "a comer con apetito.
V II
V III
IX
X
Singularmente característica, como estructura edilicia y
como animación, era la llanura que del Foro llegaba direc
tam ente al Tiber. Si, como se ha dicho (v. pág. 16), el pe
queño comercio tendero tenía su centro en las prolongacio
nes de las vías del Foro (Via Sacra, Vicus Tuscus, Vicus
Iugarius) y, por el otro lado, en el Argileto y en la Suburra,
en esta zona lindante con el Tiber, se efectuaban los gran
des negocios. Fueron allí construidos los prim eros puertos
fluviales de la ciudad. De Ostia, el muelle marítimo de Roma,
adonde llegaban las mercancías de todo el mundo, aque
llas mismas mercancías, mezcladas y cargadas en pequeñas
embarcaciones, remontando el tranquilo curso del río,
llegaban a la ciudad. Las esperaban las refinadas exigencias
y el apetito cotidiano de una población inmensa, y el todavía
más insaciable apetito financiero de una nube de mercaderes
ROMA 21
XI
Fig. 7. ■
— E l P alatin o , v isto desde el Foro.
(F o to A lin ari.)
P ig. 9. — E l P alatin o .
X II
X III
XIV
XV
cita; 111 los petim etres estaban allí horas y horas ojeando
a los que pasaban; hablaban con afectación,112 decían agu
dezas y hacían m uestra de refinamiento. De noche se acu
m ulaban allí montones de b a rre d u ra s113 y pasaban cosas de
mil colores.114
Roma se extendió hacia oriente. El Celio, cuando la ciu
dad comenzó a prolongarse, había sacrificado a las exigen
cias ciudadanas su hermoso manto boscoso de encinas,115
que en la Antigüedad le había dado el nombre de Mons
Querquetulanus, recordado todavía por una de sus puertas
(Porta Querquetulana). Su feliz posición, puesto que estaba
situado entre el Palatino, a occidente, y las anchas y so
leadas alturas del lado oriental, habían favorecido su de
sarrollo edilicio. No eran muchos los monumentos públicos,
pero había una gran extensión de palacios nobles y series
de casas. En el Celio habitaban los Mamurra, no menos
conocidos en la época de César por su fiel adhesión al
dictador, que por el refinamiento innovador en embellecer
su casa m agnífica,116 En el período imperial, el Celio vino
a ser la residencia preferida de los hombres más distin
guidos, substituyendo en parte al Palatino (v. página 24).
Sobre aquella colina se alzaban los limina potentiorum , 117
y más que en cualquier otro lugar se veían correr por allí
clientes con toga para la salutatio matutina.
Domiciano, que fue el prim ero que transform ó en pala
cio real la casa de Augusto sobre el Palatino, construyó tam
bién sobre el Celio un pequeño Trianón suyo, la «mi
gaja de oro», así la llamaba (mica aurea),m donde ban
quetear, en intimidad, con los amigos. Constantino se tras
ladó al Celio, en las egregiae Lateranorum aedes,119 que ha
bían venido a ser, desde los tiempos de Nerón, propiedad
del príncipe.120 Sobre el Celio había nacido y crecido Mar
co A urelio,121 y de aquel emperador filósofo ,se admi
raba hasta el 1538 la famosa estatua ecuestre, trasladada
luego al Capitolio y tenida mucho tiempo por estatua de
Constantino.
Un grandioso desarrollo edilicio en la época del Imperio
tuvieron tam bién el Quirinal y el Viminal. A lo largo de
la cima del Quirinal, a p artir de la parte más cercana al
centro, donde en el siglo iv de J.-C. se alzaron las Ther
mae Constantinianae, hasta la Porta Collina, corría una
calle ancha y recta, llena de sol, la Alta S em ita.122 Durante
ROMA 31
XVI
XVII
XV III
XIX
XX
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1
F ig . 13. — T ie n d a d e v in a te r o .
(Ancona, Santa Maria della Piazza.)
XXI
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Notas al capítulo I
1. En su m ayor parte estas n oticias están sacadas de una d escripción
de la Rom a con stan tin ian a, que ha llegado hasta n osotros en dos red ac
cion es : una con el nom bre de N o titia (354 de J.-C.) y la otra de C uriosum
(357 de J.-C.).
Otros elem en to s que p erm iten precisar, in tegrar y corregir las n oticias
sum inistradas por este tex to de excep cion al im portancia y recon struir la
estru ctu ra topográfica y ed ilicia de Roma, adem ás de lo s datos p rop iam ente
arqueológicos (m on u m en tos que n os quedan, resu ltad o de excavaciones, etc.),
nos son ofrecidos por lo s sig u ien tes docum entos : 1) L os fragm entos m ar
m óreos de una planta topográfica de Rom a, ejecutada bajo los em peradores
S evero y Caracalla, y ex p u esta al público en la pared septen trion al d el
T em plum P a cis, que fu e transform ado lu ego en la ig lesia de Santos Cosme
y Dam ián. 2) La descrip ción de la Roma servian a que se lee en el De lin g u a
L a tin a de Varrón. 3) Las n o ticias que P lin io el V iejo (III, 66-67) nos ha
conservado acerca de las m ed iciones de la ciudad realizadas por V espasiano.
4) L os ep ígrafes con in d icacion es topográficas y de m onu m en tos rom anos,
prin cip alm en te el M onum entum A n cy ran u m y la B a s e C apitolina. E l p r i
m ero de estos dos ep íg ra fes es una copia en piedra, descubierta en 1555 en
A n cy ra (Angora, ciudad del A sia Menor), d el In d ex reru m g estaru m , que
A u gu sto escribió el año 14 de J.-C. y fue p u esto por volu n tad suya, grabado
en dos tablas de bronce, en la fachada d el m ausoleo que se había h ech o
con stru ir (28 a. de J.-C.) en el Campo de M arte. E l M onum entum A n cy ran u m
está redactado en la tín y en griego. F ragm en tos de una copia griega d el
In d e x han salido a lu z rep etid am en te en A p olonia de P isid ia; otros m ás
im portan tes de una copia latina, en A n tioq u ía (M onum entum A ntioche
n u m ); estos ú ltim os, publicados en 1927, p erm iten in tegrar con m ayor
seguridad el tex to del A n cyran u m . E l otro ep ígrafe (CIL, VI, 975, que e s
del 136 de Jesucristo, co n tien e la in d icación de los v i d de las region es I, X ,
XII, X III, XIV). 5) Las m onedas y los reliev es con reproducciones de te m
p los de la época, y las in d icacion es que h allam os im presas en ladrillos de
lo s edificios y sob re el p lom o de la s tu b erías (cf. te x to en p ág. 31 de e s te
volum en).
In form acion es ocasionales están disem inadas en form a de noticias p re
cisas o de sen cillas alu sion es, en los escritores clásicos de todas las épocas.
N oticias ú tiles acerca de la R om a antigua n os v ien en tam bién de fu e n tes
m ed ievales; en particular de un Itin erariu m llam ado E in sid len se, porque
está conservado en un códice de E in sied eln del siglo vm , en e l cual están
d escritas siete ca lles que, desde el in terior de Roma, conducían a sus p u er
tas; era una g u ía para lo s p eregrin os que ib an a la Ciudad Santa. De una
com pleta descripción de Rom a, com pilada en el siglo x n , proceden algu n os
rep ertorios de ley en d a s y de M irab ilia R om ae, no fa lto s de n oticias ú tiles.
P ara recon struir la topografía y la h istoria de los m onu m en tos rom anos
n os ayudan tam b ién lo s b ocetos, dibujos y h asta v ista s que arq u itectos y
p in to res realizaron durante el R en acim ien to, y las b ib liotecas de las p rin
cip ales ciudades italian as con servan en gran núm ero.
Señalo aquí la s obras m ás fun d am en tales de topografía rom ana : H. J o r
d a n , T o p ograp h ie d er S ta d t R om im A ltertu m , Berlin, 1871-1885; O. R i c h t e r ,
T o p ograp h ie d er S ta d t R om , M unich, 1901; S. B. P l a t n e r , T h . A s h b y , A to p o
g rap h ie D iction ary of an cien t R om e, Oxford- Londres, 1929; G. L u g li. I. m o
nu m enti a n tich i di R o m a e su b u rb io , vols, ι-m , Roma, 1931-1938, con el apla-
zadísim o Su p lem en to, Rom a, 1940,
E n tre lo s problem as de topografía rom ana está e l con cern ien te a la
población de la ciudad en el período de su m ayor desarrollo. ¿Cuál era
ap roxim adam ente el núm ero de los h ab itan tes de Roma? B e l l o c h (D ie
B e v ö lk eru n g d er griech isch -röm isch en W elt, 1836; trad, italian a en B ib lio-
54 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA
teca di S to ria econom ica de V . P a r e t o , 1909), que por p rim era v ez ha esta
b lecido la in v estig a ció n sobre bases sistem áticas, calcu la 800.000 h ab itan tes;
U . K a h r s t e d t (en F r i e d l a n d e r , D a rste llu n g a u s d er Sitten g esch ich te R om s,
10.a ed., iv, págs. 11 y sigu ien tes), hace alcanzar a la población de Rom a en
el período de m ayor densidad a m ás de un m illón. C a r c o p in o ( L a v ie
quotidienn e à R om e à l’apo gée de l’E m p ire , P aris, 1938, trad ucción italian a
en B ib lio tec a di C u ltu ra m od ern a, 1941), a poco m enos de 1.700.000 hom bres.
D os estu d io s m ás recien tes sobre e l asunto son : G. L u g li, 1 m on u m en ti
an tich i di R o m a e su bu rbio, Sup., 1940, n , págs. 71 y sigs., y A. v o n
G e r k a n , D ie E in w oh n erzah l in d e r K a ise rz e it (en M itteilu n gen d es deu tsch en
arch . In stitu ts, 55, 1940); L u gli eleva la población de Rom a a cerca de dos
m illo n es; V on G erkan la baja a un m áxim o de 600.000 h ab itan tes, p rop o
n ién d o se dem ostrar que para u n núm ero m ayor de h ab itan tes no hubiera
habido sitio (véase el plan o en la pág. 6).
2. C apitolium , en sentido gen érico, es u n tem plo dedicado a la tríada
cap itolin a : Júpiter, Juno, M inerva. T am bién, fuera de Rom a, el lugar donde
se alzaba el tem p lo de la tríada cap itolin a se llam aba C apitoliu m ; por
ejem plo, el situado en la extrem idad sep ten trion al d el F o ru m de P om peyo.
E l m ás antiguo de aq u ellos tem p los en R om a estaba en el Q uirinal, llam ado
por esto C apitoliu m v etu s o an tiqu u m .
3. M ontes; lo s rom anos llam aron tam bién así a su s siete colin as; pero
aq u í no se trata de éstas, porque el Se p tim on tiu m com prendía ú n icam ente
el P alatin o y una parte del E sq u ilm o. S egú n un an tigu o testim on io ( F e s t o ,
p ágin a 341 M ü l l e r ) del Sep tim on tiu m form aban parte el P alatiu m , la Velia,
el C erm alu s, el O ppius, el C isp iu s, el F a g u t a l y la Su b u ra. La antigua
unidad d el Septim o n tiu m quedó consagrada por una fiesta que los h ab itan tes
de aq u ellas localidades con tinu aron celebrando en com ún h asta tiem po
desp u és, cuando y a Rom a había adquirido su grandeza. No es segura la
localización del F a g u ta l, y el hallar la S u b u ra (véase p ágina 16) indicada
com o m o n s, deja la duda de que se trate de una localidad diversa de
la que conocem os con este nom bre, o que el nom bre tran sm itid o no sea
exacto.
4. La ciudad de las cuatro region es se form ó con la in clu sión del Celio,
del V im inal y d el Q uirinal, y com prendió la roca d el Capitolio. E l n u evo
p o m eriu m de la ciudad quedó sin cam biar h asta la época de Sila. Las cuatro
reg io n es eran : la S u b u ra n a (I), la E sq u ilm a (II), la C ollina (III) y la P a la
tin a (IV). En lo s d ías 16 y 17 de m arzo, la fiesta de lo s A rg ei celebraba con
una solem n e procesión el nu evo en san ch e alcanzado por la engrandecida
Rom a.
5. V espasiano introdujo algu n as m odificaciones a la circunscripción de
A u gu sto, con n u ev a s m ed iciones de las region es y con una zona aduanera
( P l i n i o e l V ie jo , III, 66-67) ; el lím ite aduanero fu e exten d ido u lterior
m en te por los em peradores Marco A urelio y Cómodo (CIL., V I, 1016).
6. V éase el plano de la p ágin a 32. Las catorce region es eran : I, P o rta
C ap en a; II, M ons C a eliu s; III, I s is et S e r a p is ; IV. T em plum P a c i s ;
V, E s q u ilia e ; VI, A lta s e m it a ; VII, V ia L a t a ; V III, F o ru m R o m an u m ;
IX, C ircu s F la m in iu s; X, P a la tiu m ; X I, C ircus M ax im u s; X II, P iscin a
p u b lic a ; X III, A v e n tin u s; XIV, T ran s Tiberim . Los nom bres de las re
g io n es no rem ontan a A u gu sto, el cual la s indicó sen cillam en te con un
núm ero progresivo ; la región IV, en efecto, recibe su nom bre del Tem plum
P a c is con stru id o por Vespasiano.
7. E n efecto, el C am p u s M artiu s, que con stitu ía una unidad topográ
fica, fu e dividido en tre las reg io n es VII y IX, cada una de la s cu ales
com p ren d ía una parte del P in cio; tam bién del suburbio de P o r ta C apen a
se h icieron dos reg io n es d istin tas : la I y la XII. La región X II, a la cual
desde el siglo m en ad elan te dieron esplend or la s term as de Caracalla
(T h erm ae A n ton in ian ae), debía su nom bre a una p iscin a pública, desapa
recida y a an tes de la época de A u gu sto ( F e s t o , pág. 260 M.), y situada
an tig u a m en te ju n to a la P o rta C apen a, segú n la costum bre itálica de cons-
ROMA 55
truir una piscina en las cercanías de una puerta. La parte m ás central y
poblada del E squilm o se hallaba fuera de la región llam ada E sq u iliae (V),
y estaba com prendida en la III ( Isis et S e ra p is): a esta últim a no daba
nom bre el m ayor tem p lo de Isis y Serapis que estaba en el Campo de
Marte (región IX), sino un pequeño santuario en las laderas m eridionales
del E squilm o.
8. Los V igiles form aban en conjunto siete coh ortes y dependían de un
P rae fe c tu s Vigilum .
9. S u e to n io , A ug., 30.
10. V éase página 11 de este volum en.
11. Con la palabra v icu s en latín se puede en ten der: 1) un arrabal;
2) la subdivisión de una reg io , esto es, un barrio; 3) una de la s grandes
v ía s que cruzaban a Rom a por largo trecho.
12. En realidad, el F oro estaba con stituid o solam ente por el trecho m ás
occidental del valle, lim itado por el Capitolio; luego, el nom bre de F oro
se exten d ió a oriente, h asta donde se alza el arco de Tito. D esp u és de la
construcción de lo s foros im periales (v. págs. 11 y 12), el Foro fu e llamado
F o ru m R om an u m o F o ru m M agnum ; pero continuó tam bién siendo indicado
sencillam en te con el nom bre de F o ru m .
13. La construcción de la C loaca M axim a de la tradición era atribuida
a Tarquinio P risco (T. Livio, I, 38, 6). En su origen era un canal de desagüe
descubierto y luego una gran g alería subterránea; en la tum ultuaria recons
tru cció n , de Rom a, desp u és del incendio galo, se edificaron casas en cuyo
subsuelo corrían las aguas de la cloaca (T. Livio, V, 55, 5). En Rom a había
adem ás otras cloacas, algunas de las cuales estaban descubiertas (S u e to n io ,
N erón, 26 ; cfr. pág. 50 de este volum en.
14. La B a sílic a P o rc ia fue construida por M. P orcio Catón en 184, el
año de la Censura; h oy no queda ni rastro de ella; igu alm en te han
desaparecido la B a sílic a Sem p ro n ia (170 a. de J.C.) y la B a sílic a O pinia
(121 a. de J.-C.).
15. C urculio, véan se p áginas 470 y sigu ien tes.
16. V a r r ó n , De I. L ., V , 147; H aec om n ia, p osteaqu am co n tracta in
u nu m locum quae ad victu m pertin eb an t, et aed ificatu s locus, apellatum
M acellum .
17. Matadero o carnicería (T .) Los p ersonajes de P lauto van al M a
cellu m a adquirir todo lo que sirve para el banquete (A uL, v. 264); se sabe
de Marcial que el M acellum sum inistraba lo s m ás variados com estibles
a la m esa de los ricos (X, 37, v. 19; 59, c. 3), in clu so lo s pescados
(Ib id ., XIII, 82); en el subsuelo del M acellum de P om peya se ha encon
trado gran núm ero de espin as de pescados.
18. Livio, XXVI, 27, 2: E od em tem pore septem tab ern a, qu ae p ostea
quinque, et a rg e n ta ria e , qu ae nunc n ovae ap ellan tu r, arsere.
19. Adem ás del n u evo M acellum en el E squilm o, hacia la mitad del
siglo i fu e construido otro en el Celio, a notable distancia del prim ero.
20. Los an tigu os R ostral se hallaban en tre el Com icio y el F oro, frente
a la Curia', eran el lu gar desde donde hablaban los oradores, llam ado así
porque, en 338 a. de J.-C., fue adornado con lo s espolon es de n aves enem igas
de los de A ncio ven cid os en batalla. César construyó n u evos R o s tr a frente
al tem plo de la Concordia, sirviénd ose en parte del m aterial de lo s antiguos,
que fueron derribados.
21. I , 1 : E q u u s m axim u s D om itian i im p erato ris (véase la bella y exacta
traducción que ha h ech o de él recien tem en te L. I l l u m i n a t i , Mesina,
G. D ’Anna, 1941).
22. Cuando fu e m uerto Dom iciano, el Senado decretó que fu esen derri
badas todas sus im ágen es y borrado el nom bre de los ep ígrafes ( S u e t o n i o ,
Dom it., 23); el equ u s D om itian i fu e sin duda víctim a de aquella furia ico
noclasta.
23. Se creyó durante largo tiem po que era de Constantino una estatua
ecu estre de Marco A urelio (v. pág. 30).
56 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA
33. Los lu gares h eridos del rayo eran ten idos por sagrados y cercados
de piedra (p u teal). A dem ás del p u te a l L ib o n is,· el m ás fam oso ( H o r a c io ,
E v ist, I, 19, v. 8), llam ado tam bién Scrib on ian u m ( F e s t o , pág. 333 M.) o
sencillam en te p u tea l ( C ic e r ó n , P ro Sestio, 8, 18; H o r a c io , S at., II, 6, v. 35;
P e r s i o , 4, v. 49); había en el F oro el p u teal Iu tu rn ae, que era u n verdadero
pozo de la foTis Iu tu rn a e, a poca distancia del prim ero (a la parte oriental
del tem p lo de Cástor) y el p u te a l d el C om itium junto a la estatu a de A tto
N avio y la higuera sagrada (D io n is io d e H a l i c a r n a s o , II, 17, 5).
34. P e r s i o , 3, v. 103.
35. S é n e c a , L u d u s, 12, 1 : Tibicinum , cornicinum , om nis g e n e ris aen ea
ROMA 57
toru m tan ta tu rba, tan tum concen tus, u t etiam C laudiu s (e l e m p e r a d o r d e
q u ie n se h a c í a e l f u n e r a l) au d ire posset.
36. H o r a c io , Sat., I, 6, v s . 4 2 -4 3 ; E p ist., II, 2, v. 74.
37. B r u n s , X, 4 = C ic e r ó n , D e leg., Il, 25, 64.
38. O vid io , F a s ti, VI, v. 148; P e t r o n i o , c. 3.
39. M a r c i a l , VII, 73, v. 1; X II, 18, v. 3.
40. C a t u l o , c. 58, vs. 4 -5 ; P r o p e r c i o , IV, 7, vs. 19-20.
41. C a t u l o , c. 10, v. 26; P r o p e r c i o , II, 33; O v id io , A m ores, II, 2, v. 25.
42. M a r c i a l , IV, 64, v s . 21 y s ig u ie n te s .
43. J u v e n a l , 4, v. 116: C aecus ad u lato r d iru sq ue, a ponte satelles.
44. Ibid., v. sig. : D ig n u s A ricinos qui m en dicaret ad axes. (Ciego adu
lador im placable, digno de m endigar, com o un satélite del p u en te, tras los
carros de la carretera de Aricia.) (T )
45. V éase pág. 141; cfr. H o r a c io , E p ist., I, 7, v. 65.
46. I ll, vs. 60 y sigu ien tes.
47. M a r c i a l , VI, 77, v. 4; IX, 2, v. 11; 22, v. 9.
48. J u v e n a l , 7, v. 1 3 2 ; IX, v. 1 4 3 ; T e r t u l i a n o , A d u xo res, I, 6.
49. Ib id ., 3, v. 240.
50. C a t u l o , c. 10, v s . 14 y s ig u ie n te s .
51. M a r c i a l , II, 57, v. 5; IX, 22, v. 10.
52. J u v e n a l , I, vs. 32-33, 65-66.
53. V éase pág. 68 de V id a R o m a n a ; cfr. para la costum bre de ostentar
las sortijas, J u v e n a l , I, v. 28.
54. C ic e r ó n , Ad. A tt., VI, I, 25. Cicerón habla de un tal V edio, a quien
h a encontrado en p rovin cias; pero ciertas form as de osten tación debían de
ser habituales en Roma.
55. J uv en a l , 3, v s . 241-42.
56. S é n e c a , E p ist., 4, 2.
57. C ic e r ó n , A d Qu. fr., I l l, 1, 3, 7 : R om ae resp iran d i non e st locus.
58. A rs am ., I, vs. 79-80.
59. S é n e c a , De benef., I, 9.
60. Sat., I, 2, vs. 1-2. (El colegio de las flautistas, lo s charlatanes, los m en
digos, los com ediantes, los voceadores.) (T.)
61. H o r a c io , E p ist., I, 7, vs. 46 y sigu ien tes; M a r c i a l , IV, 8, v. 4.
62. H o r a c io , Sat., I, 6, vs. 113-14.
63. Ib id ., E p ist., II, 1, vs. 269-70.
64. M a r c i a l , XII, 18, v. 2 : clam osa... in Su bura.
65. J u v e n a l , II, v. 51. E sq u ilia s a fe rv e n ti m ig rare Su bura.
66. M a r c i a l , VII, 3 1 ; X , 94.
67. CIL., VI, 9284: crep id ariu s de S u b u r a ; 9399: fe ra r iu s de S u b u r a ;
9491: la n a riu s de S u b u r a ; 9526: in Su b u ra m aiore... lin teariu s, etc.
68. M a r c i a l , IX, 38, v. 1 ; II, 17.
69. T. L iv io , III, 13, 2 : Se... in iu ventu tem g ra ssa n te m in Su b u ra inci-
d esse: ibi rix a m n atam esse, frate m q u e suum ... pu gn o ictum ... cecid isse;
sem ian im en in te r m an u s dom um abatum . (Paseando siendo joven , fue a
parar a Suburra : allí se originó una riña y un herm ano suyo... herido de
un puñetazo... cayó y hubo <äe ser trasladado a su casa m edio m uerto.) (T .)
70 P e r s io , 5, v s . 30 y s ig u ie n te s .
71. S u e to n io , D ivu s Iu liu s, 46: H ab itav it prim o in S u b u ra m odicis
aed ib u s; p o st au tem pontificatum , m axim u m in S a c ra v ia domo publica.
72. M a r c i a l , X II, 3, vs. 9-12
73. Ib id ., XI, 61, vs. 3-4.
74. Ib id ., VI, 66, v s 1-2.
75. Los S a e p ta lu la , com enzados por César y term inados p or Agripa,
estaban destinados a la reunión de los com icios; en los p órticos de lo s
edificios vecin o s estaba exp u esta la m ercancía m ás rica. Cfr. M a r c i a l . , X, 80,
v. 4 : Tota m ise r coem at S a e p ta feratq u e dom um , por decir «Compra todo
cuanto h ay de m ás exquisito» con expresión análoga a la usada por H o r a
c io , S at., II, 3, vs. 229-230; citado en la nota 90.
58 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA
bablem ente, bastante antigua, debe de haber· sido traída a Rom a, donde el
arte tonsorio fu e introducido por los griegos.
190. É ste, por ejem plo del cu al P a s p o l i sacó el tem a para su E c lo g a X I,
sive o v is p ec u lia ris ; cfr. v. 22), in h i s p r a e d i s a v r e l i a e f a v s t i n i a n a e b a l i n e v s
l a v a t m o re VRBico e t o m n is HVMANiTAS p r a e s t a t v r (CIL., XIV, 4015). Se note
el b alin eu s en lu gar de balineum,. Cfr. el ep ígrafe X, 7296 ( = D e s s a u , 7680)
que está en la tín y en griego, con errores en am bas lenguas.
191. A sí un m arm olista y labrante de Rom a in v ita a su clien tela
(CIL., VI, 95556 = D e s s a u , 7679): t i t u l o s s c r i b e n d o s v e l s i q u id o p e r is
M A R M O R A R I O PU S F U E R IT H IC HABES.
192. H o r a c io , S at., II, 6, v. 28. (Tengo que luchar con la m uchedum bre
y m altratar a los tardones.) (T.).
193. Ib id ., vs. 29-31.
194. J u v e n a l , 3, vs. 245-46.
195. H o r a c io , E p ist., II, 2, v. 73.
196. Cfr. CIL., I, 206 = D e s s a u , 6085. (L e x lu lia M u n icipalis): II, 56 y
sigu ien tes.
197. H o r a c io , E p ist., II, 2, v. 72; M a r c i a l , V, 22, vs. 7-8.
198. S é n e c a , De tran q. an., 12-4 : Im p ellu n t ob vios et se alio sq u e p ra e
cipitan t.
199. H o r a c io , E p ist., II, 2, v . 7 5 : H ac ra b io sa fu g it can is, hac lutu
len ta r u it su s.
200. S é n e c a . D e tran q. an,, 12, 2-4.
201. X II, 57.
202. Para hacer que cesara el eclipse, que se ten ía por de m al augurio,
se recu rría a aq u ellos p rocedim ientos, in clu so a lo s toqu es de trom pa ;
cfr. T á c i t o , Ann., I, 28, 3.
203. H o r a c io , S a t., II, 6, v. 60 (¡O h cam po! ¿Cuándo podré contem
plarte?) (T .).
204. H o r a c io , Od., 26, v s . 6 y s ig u ie n te s .
205. H o r a c io , E p ist., II, 2 v . 79.
206. S u e to n io , A ug., 29.
207. J u v e n a l , 3, v. 10. M uchos, viajando, llevaban bagajes, criados y
séqu ito num eroso. (C ic e ró n , P ro M ilone, 10, 28; ...qui..., cum u x o re veh e
re tu r in raed a, p a e n u latu s, m agn o et im pedito et m u lieb ri ac delicato
an cillaru m pu ero ru u m q u e com itatu ...; cfr. Ad. A tt., VI, 1, 25; S u e to n io ,
N ero, 30.)
208. Ib id ., vs. 236-37.
209. H o r a c io , E p ist., 1, 2, v. 35; A rs poet., vs. 268-69.
210. V éase v. 62. (En cuanto a ti, te com places en em palidecer a la
noch e sobre los p ap eles — los p ap eles nocturnos.) (T .)
211. M a r c i a l , X II, 57, v. 5.
212. Ib id ., X IV , 223, v. E :
L e v a n ta o s ; y a e l c o n fite ro v e n d e a lo s n iñ o s s u a lm u e r z o , y la s c r e s ta d a s
a v e s c a n t a n p o r to d a s p a r t e s a n u n c i a n d o la lu z d e l d ía .) (T.)
213. S é n e c a , D e ir a , III, 18, 4.
214. J u v e n a l , 5, v. 8·
215. P l i n i o , E p ist., III, 12, 2.
216. Cfr. la n ota 41 de este capítulo.
217. J u v e n a l , 3, vs. 302 y sig u ien tes; 5, vs. 54-55.
218. Ib id ., 3, vs. 278 y sigu ien tes.
219. Ib id ., 8, v s . 158 y s ig u ie n te s .
220. C ic e r ó n , P ro C aelio, 8, 2 0 ; c f r . O v id io , A m ores, I, 3, v s . 55 y
s ig u ie n te s .
221. S u e to n io , N ero, 26.
ROMA 63
222. H o r a c io , Od., I, 17, v s . 25-28, e tc .
223. T e r e n c io , E un., v s . 771 y s i g u i e n t e s ; T í b u lo , I, 10, v s. 5 3-54; P r o
p e r c io , I I , 5, v s. 21*24; O v id io , A m o re s, I, 9, 2 0 ; A r s am ., I l l , v . 567, e tc .
L a e s c e n a d e ta le s v io le n c ia s , q u e e s tá r e p r e s e n t a d a a lo v iv o e n T e r e n c i o
(A d e l p h v s . 155 y s ig u ie n te s ) , d e r iv a d e f u e n t e g r i e g a ; p e r o e n R o m a n o
p e r d í a a c tu a lid a d . H a s t a S é n e c a ( N a t qu aest., IV , pra e f., 6) c o n s id e r a c o m o
u n h e c h o n o r m a l q u e u n a jo v e n , a l h a l l a r c e r r a d a l a p u e r t a d e l e n a m o r a d o ,
la d e r r i b a s e : q u em a d m o d u m (o stiu m ) oppon i am icae solet: quae si im p u lit
g ra ta est; g ra tio r si effreg it. Y s i e s to h a c í a n la s jó v e n e s , c o n m u c h o m e n o r
e s c r ú p u lo d e b ía n d e h a c e r l o lo s jó v e n e s , a lo m e n o s a s í p o d e m o s p e n s a r lo .
224. H o r a c i o , I I I , 26, v s . 6-8.
225. S u e to n io , N ero, 26.
226. V é a s e la n o ta 13.
227. S u e to n io , Otho, 2 : F e rebatu r... v a g a r i n o ctib u s so litu s, atqu e in v a
lidu m q u em q u e o b vio ru m , v e l p u tu le n tu m co rrip ere ac d iste n to sago im p o
situ m in su b lim e la cta re ; c f r . M a r c i a l . , I, 3, v . 8.
228. A q u í s e v e lo a n tig u o q u e e s e l m a n t e a m i e n t o d e q u e f u e v íc tim a
c é le b r e S a n c h o P a n z a . (T.)
229. U lp ia n o , L ib . X X II I ad E d ictu m ( = D ig esto , IX , 3, 1, § 1 ): P u blice
en im u tile e s t sin e m e tu e i p ericu lo p e r itin era com m eari.
230. Ibid.: Si eo ic tu h om o lib e r p e risse d icetu r, q u in q u a g in ta au reoru m
iu diciu m dabo. E I au reu s v a lía c ie n s e s te r c io s , y t e n í a e l p e s o p o c o m á s o
m e n o s d e la l i b r a e s te r l in a . L a a c u ñ a c ió n r e g u l a r d e lo s aurei c o m e n z ó b a jo
J u l i o C é s a r (4 9 a . d e J.-C .).
231. J u v e n a l , 3, v s . 286 y s ig u ie n te s .
232. S u e to n io , D o m it., 4.
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LA CASA ROMANA
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LA CASA ROMANA 69
70 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA
IV
« P e r y s t y l i u m , e x e d r a , o e c u s . » — El peristilo, la parte
más interior de la casa romana, consistía en un jardín rodeado
de un pórtico, generalm ente de dos pisos, sostenido por co
lumnas. Éste es el peristilo
típico; en la práctica habían
existido variedades y adap
taciones sugeridas por las
necesidades del espacio o del
capricho personal del cons
tructor o del propietario ; en
Pompeya, por ejemplo, no
es raro el caso de que el pór
tico corra únicamente por
algunos lados del peristilo,
y hasta que falte por com
pleto, presentando el aspec
to de un sencillo jardín. En
las estancias que rodean el
peristilo (alcobas, triclinios
y salas de recibir) hay m a
yor variedad de distribución
y de aspecto que en las que
circundan el atrio.
Fig. 23. — J a r d ín con euripus. Algunas habitaciones ma-
P o m p e y a (N u e v a s e x c a v a c io n e s ). yores y más ricamente ador-
C a s a d e L o r c io T i b u r tin o . nadas que las demás te-
(F oto in s t. G eogr. D e A g o stin i., ^ u n ~nombre p a rü cular,
esto es, la exedra (exedra),
una sala espaciosa que se abría en toda su amplitud al pór
tico en la parte extrema del peristilo en correspondencia con
el tablinum, y el oecus (del griego οίκος, casa y estancia),
tal vez un triclinio mayor que el común, si estaba adornado
en el interior por columnas tomaba el nombre de oecus Co
rinthius.
El jardín, recogido, íntimo, al reparo de los vientos y
de la curiosidad de los vecinos, era objeto de minucioso cui
dado, como un salón. Allí se hacían crecer con sim etría hier
bas y flores: predom inaban las rosas, las violetas, los li
rios. Por todas partes estaban diseminadas pequeñas obras
de arte, mesas, estatuitas, columnillas y losas con finos re
lieves. Ornamentos de mármol figuraban por las pequeñas
avenidas, despuntaban entre los céspedes, puestos uno junto
ιβ ιμ μ β μ μ β ι
U n a c a sa r o m a n a de l a é p o c a i m p e r ia l
M aqueta m oderna.
■ »—
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R e s t o s d e u n a ca sa r o m a n a , la lla m a d a «d e l N o t a r io »
Pom peya.
LA CASA ROMANA 77
^^ν^:^ν·^·^·>>^^ΜΐϊΙΙ·ΜΜΒΜΒΒΒΒΜΒΒΜΜ
■■■¡■I WSlËÊÊÊÊÊÊmlxSËÊii''.
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1 1 .........
I··?* «
Fig. 29. — C u arto d e b año en casa p a rtic u la r.
Casa de las B odas de plata (Pom peya).
(F o to A lin ari.)
Notas al capítulo II
I. «Villa r u s t i c a » y « villa u rb a n a » . — I I . E s q u e m a g e n e r a l de la
« villa ru stica» . — L a «v illa r u s t i c a » de B o s c o r e a l e , cerca d e P o m
p e y a . — I I I . L a «villa u rb a n a » . — L a s v illa s de P lin io . — IV. L o s
l u g a r e s a d y a c e n t e s a la villa.
II
h
Ô
J i© 1
h orn illo [probablem ente
para obtener el d efru tu m
o sa p a m ed iante cocción
del m osto] ; 4, Cisterna).
S, H en il, o n u bilariu m .
1 T, Era.
U, P ozo donde se recoge el
agua de llu via de la era.
F ig . 36 V, C ubicula.
W, Cuarto para u n a prensa.
L a v illa rú stic a X , Cuarto con m olino a
de B oscoreale. m ano.
Y, M olino aceitero (1, L ugar
(De Blüm ner, para la prensa; 2, 4, H o
Rom . yos y zanjas para recibir
P riv atalte rtü m e r, el aceite; 5, Zanja).
p. [corregid o]). Z, Cuarto para el prensado.
A s p e c t o d e u n p e r is t il o , co n ja r d ín
Casa de los Vetti, Pompeya.
M o s a ic o d e u n v e s t í b u l o
C asa de P ró cu lo , P o m p ey a.
LA CASA DE CAMPO ROMANA 93
III
IV
EL MUEBLAJE DE LA CASA
Fig. 41 Fig. 42
B alanzas rom anas. C an d elab ro p a ra velas.
P roced en tes de P om peya. (N ápoles, Museo Nacional.)
(F o to A lin arl.)
II ,. it
Todo cuanto servía para
amueblar la casa se llamaba,
con nombre colectivo, swpellex:
muebles. Del supellex los roma # ML
nos distinguen el instrum en
tum domus, destinado ad tute —
« Supellex. » —
Del mobiliario for
maban parte :
1)
servía para adornar
la casa (cuadros,
doseles, los adornos,
que se ponían en
torno a las colum
nas, etc.) y para
hacer más agrada
ble la estancia, co
mo las láminas de
talco (lapis specu
laris) que se adap
taban a las venta
nas, haciendo en
Fig. 44. — P ie de lá m p ara y lám p a ra , e lla s el oficio de
p ro ced en te de P om peya. nuestros cristales, O
(N ápoles, M useo N acional.) ^ Annarl ; los toldos (velaria)
que, para proteger-
EL MUEBLAJE DE LA CASA 105
III
Asientos. — Ha
bía t r e s tipos de
asientos comunes :
el taburete (scam
n u m , subsellium),
simple mesita sos
tenida por cuatro
pies; la sella, con
brazos, pero sin res
paldo; la cathedra, con un respaldo largo y arqueado. Esta
últim a es el asiento propio de las m ujeres (para M arcial,1
vivir inter cathedras significaba estar entre las señoras, y
cathedralicii son los esclavos jovencitos, bellos, de belleza de
licada y m ujeril); pero excepcionalmente se sirven de ella
tam bién los hombres en las alcobas y en las salas de recibir,
esto es, en los aposentos en que tam bién en nuestras casas
las sillas son más blandas, menos prácticas y tienen formas
más rebuscadas. Diversa de la cathedra femenil o supina es
la cathedra magistral, con el respaldo recto, como está repre
sentada en pinturas de las paredes y en los bajos relieves.
E n los asientos se colocan siempre cojines; no se conoce
la técnica de los muebles con tapizado fijo.
Mesas. ■
— E ran diversos su uso, su forma, su valor. Res
pecto al uso hay que distinguir las mesas (abaci) que ser
vían para exponer la vajilla (argentum escarium y poto-
EL M UEBLAJE DE LA CASA 107
Armarios y cajas
de caudales. — De
los armarios, los pe
sados, apoyados en
el suelo, tenían la
Fig. 49 forma de los nues
T ríp o d e a e bronce, p ro ced en te de H ercu lan o . tros, como se ve
(N á p o le s, M u se o N a c io n a l.)
por un arm ario que
(F o to A liñ ar i.)
se ha encontrado en
Boscoreale, cerca de
Pompeya (la m adera ha quedado destruida, pero se ha eje
cutado su vaciado, esto es, se ha recuperado su forma ver
tiendo yeso en la impresión que había quedado en las cenizas
después de la destrucción, de la m adera); otros armarios
más pequeños estaban pegados a la pared; de este tipo se
supone que fueron los .que se ponían en las alae, y en los
cuales se conservaban las imagines de los antepasados. Todos
EL MUEBLAJE DE LA CASA 109
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1
Fig. 50. — C aja d e caudales, p ro ced en te a e Pom peya.
(N á p o le s , M u se o N a c io n a l.)
(Foto Alinari.)
W
Fig. 52. -— L y c h n u s tr im y x o s (lám p ara d e tre s picos).
( F o to A tinar i.)
del cual salía el pabilo; estos picos podían ser más de uno
(l. dimyxos, trimyxos, polymixos). En el centro de la lám
para hay un agujero oue procuraba la m anera de levantar
con un herrete el pabilo y alimentarla nuevam ente con
aceite m ientras estaba encendida. Además de las lámparas
de mano, las había suspendidas con cadenillas que termi
naban en un gancho. Como es natural, se m antenían altas,
posando las unas (figs. 53 y 54) y colgando las otras en can
delabros (propiamente lychnuchi), y diversos por la forma
y por la altura (fig. 43). También del techo pendían ganchos
de los cuales se podían suspender las lamparillas. Para po-
112 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA
E l reloj. — La hora
de que se servían en la
práctica los romanos no
era la equinoccial, esto es,
la hora de sesenta minutos
primos que divide el día as
tronómico en veinticuatro
partes iguales. El día de
luz, o sea, el tiempo en que
el sol permanecía en el ho
rizonte, se dividía en doce
horas (horae) iguales, con
la consecuencia de que las
horas de verano eran más
largas que las de invierno. Fig. 55. — E sp ejo de p la ta proce
d e n te de B oscoreale.
La hora sexta era el me
diodía; para computar las (París, Louvre.)
(Foto Alinari.)
horas, además de la ob
servación del cielo, que,
cuando las condiciones meteorológicas consentían sacar pro
vecho de él, seguía siendo uno de los medios normales para
el cómputo del tiempo, había dos tipos de reloj, objeto tan
raro entre los antiguos como común entre nosotros : de «sol»
(solarium) y de «agua» (clepsydra). Los relojes de péndulo
y de resorte, basados uno y otro en el característico juego
de ruedecillas dentadas que todos conocen, no hicieron su
aparición hasta fines de la Edad Media; los romanos, por
esto, tenían que contentarse con sistemas primitivos y poco
114 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA
Notas al capítulo IV
1. III, 63, v. 7; X, 13, v. 1.
2. Sat. I, 3, v. 13. (Que yo ten ga una m esa de tres pies.) (T.)
3. XII, 32, V . 11.
4. L u d u s , 2, 3: F a ctiu s i n t e r p h i l o so p h o s q u a m i n t e r horologia c o n
veniet.
5. VII, 214.
C a p ít u l o V
LOS MANJARES
nime es el que dice que todos los gustos son gustos y sobre
gustos no hay disputas.
Añádase que el gusto moderno de los europeos m uestra
predilección también por
ciertas bebidas y géneros
de alimentos que los anti
guos no conocieron ; harto
sabido es que en tiempo de
los romanos no había ni
café, ni té, ni azúcar, ni
licores, ni criadillas, ni pa
tatas, ni judías; descono
cidos los tomates, rarísi
mos y no de nuestros paí
ses los frutos agrios, como
limones, naranjas, etc. Los
dulces se hacían con miel,
con mosto cocido, a veces
con miel y con queso, como
la placenta. Única bebida
regocijante, el vino ; hasta
en los bares (thermopolia),
que, a juzgar por lo que
vemos en Pompeya, eran
numerosos, como entre no
sotros, se bebía vino ca
Fig. 58. — B ronce a rtístico , p ro ce liente. Hasta la técnica
d en te d e Pom peya.
culinaria era diversa. E n
(Nápoles, Museo Nacional.)
— tre otras cosas, no se ha-
------------------------------------- , —
(Foto A li ñ a r i.)
bían descubierto sino muy
elementalmente los servi-
cios que puede prestar un huevo, como cohesivo, por ejem
plo, esto es, para dar resistencia a las comidas manipuladas
con varios ingredientes. Y como a los romanos les gustaban
los revoltillos y los sabores variados, recurrían al sistema
de em butir en una tripa de cerdo los picadillos y pastas ela
borados de los mil modos que el arte enseñaba. La virtuosidad
del cocinero consistía sobre todo en preparar botella y far
cimina.
Más que a fundamentales diferencias de gusto, había
que atribuir al capricho de la moda el hecho, varias veces
citado por los autores, de que tam bién entre los romanos
LOS MANJARES 121
II
sobre todo de los boleti (tal vez la seta común), como lo de
m uestran numerosos pasajes de autores, especialmente de
Marcial. Mucho más en honor que en nuestra mesa estaba
la aceituna, indispensable en los entremeses.
Las frutas de uso común eran tam bién las que más se
consumen entre nosotros, con excepción de los frutos ácidos
mencionados, que venían de Oriente y comenzaron a arrai
garse en Italia hacia el cuarto siglo después de Jesucristo.
Manzanas (mala), peras (pira), cerezos, (cerasa), ciruelas
(pruna), uva (fresca o pasa, o tam bién conservada en reci
pientes de barro: (uvae ollares), nueces, alm endras (nux
amigdale), castañas. El cultivo de las cerezas se introdujo
del todo durante las guerras m itridáticas ; en los primeros
siglos no se conocía de ellas más que una calidad silvestre,
llamada cornum. E ntre las manzanas era conocido el mem
brillo (malum, cydonium), del cual se hacían ya entonces m er
meladas. De Armenia había venido el albaricoque (malum
Armeniacum, o praecox), y entraba en la composición de
ciertos platos, por ejemplo, en el picadillo de lomo de cerdo.7
Muy comunes parece que fueron los dátiles (dactyli, palmae,
caryotae), que eran importados de los países cálidos.
El mundo animal contribuía con sus carnes a la mesa
romana con alguna mayor diversidad que en nuestra época.
E n efecto, además del buey y el cerdo, a que eran aficiona
dísimos, comían carne de ciervo, de asno salvaje (onager),
de lirón. Para la cría del lirón en los gliraria se aplicaban
cuidados escrupulosos. En cuanto a la salvajina — mucho
más apreciada que el modesto pollo, que los romanos tenían
en m uy poco—, había la costumbre de criarla como a los
animales domésticos, sistema que, según parece, había de
perjudicar a su sabor. Animales desaparecidos hoy de nuestra
mesa, pero de honor en aquel tiempo, eran el fenicóptero,
del cual se apreciaba de modo particular la lengua; la ci
güeña, la grulla y hasta el sítaco, un pajarillo parlero de la
familia de los papagayos. Inusitado m anjar entre nosotros
y, con todo, objeto para los romanos de grande entusiasmo
gastronómico, eran la tórtola y el pavo real.
Pero a todos los otros m anjares los romanos preferían
el pescado de calidad fina. En general se hacía en Roma
gran consumo de pescado; desde los pececitos conservados
en salmuera (gerres, maenae, etc.), cosa barata que se des
pachaba entre el pueblo bajo, hasta los más buscados, como
LOS MANJARES 123
III
Notas al capítulo V
1. Traducción de L. F. B e n e d e t t o . Milán, Treves-Treccani-Tu'mmine-
lli, 1932, páginas 85-86.
2. E sto y lo s datos sig u ien tes están sacados del libro de A. C o u g n e t ,
II v e n t r e dei popoU, Turin, Bocca, 1905.
3. A p i c i o (colección de recetas culinarias ; época im perial). VI, 4, 2
(224).
4. I b id., V, 1 (227).
5. Ib id., VII, 15, 5 (318).
6. Ib id., I, 12, 11 (26).
7 . A p ic i o , IV, 3. 6 (1 7 6 ).
8. Geoponica, X X , 46, 1.
9. M a r c i a l , X III, 40.
10. VII, 94.
Un co m en sa l, su p u e s t o retrato de H o r a c io
F ra g m e n to d e u n re lie v e.
S enadores ro m a n o s, con s u s togas
Relieve existente en el Museo Nacional, de Roma.
C a p ít u l o VI
EL BANQUETE
/
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f-'ù' !. *·?_- ' ,
Μ Μ Η Μ ΒΜΜΙ
μ Νη ΗΚ
m tm B Ê È É aB Ê M
■MES·
vino; muy raram ente estas copas eran lisas (pura), más a
menudo adornadas de relieves trabajados en abolladura o
aplicados, o de piedras preciosas (pocula gemmata). La forma
era tam bién diversa : anchas y
sin asa ni pie (paterae), altas
con pie y asas que en algunos
tipos sobresalían del borde (cá
lices), en forma de barquita
(cymbium, scaphium), o de
cuerno (rhytion), etc.
Siendo costumbre de los
romanos tom ar la bebida ca
MêèM liente y aguar el vino — que
Í, era servido puro sólo para las
ïïmm libaciones rituales —, en el tri
clinio estaban el recipiente del
vino (oenophorus), el del agua
caliente (caldarium; fig. 65) y
l
la crátera (creterra; fig. 66).
Era éste un gran vaso donde
se mezclaba en determ inadas
proporciones el agua con el
vino y del cual se sacaba el lí
quido, para escanciarlo en las
1 copas mediante un pequeño re
cipiente de largo mango llama
do cyathus. También era usual
el filtro (sacculus, colum), por
b'ig. (i.) que los antiguos, por falta de
R e c ip ie n te p a ra c a le n ta r el técnica, no llegaron jamás a
ag u a d u ra n te el b an q u ete , p ro
ced en te de P om peya. producir vino . perfectamente
límpido; por eso liquare, «fil
(Ñ apóles, Museo Nacional.)
(F o to A lin ari.) trar», es palabra usada por los
poetas como sinónimo de «es
canciar».
Los comensales vestían un jubón muy atildado, synthesis
(véanse págs. 146-147), y calzaban sandalias soleae (véase
página 147).
Los esclavos empleados en el servicio eran diversos, se
gún su habilidad y la gracia de su rostro. Los esclavos más
bellos escanciaban el vino (ministri, pueri a cyatho) o cor
taban los m anjares, poniendo tam bién cuidado en cumplir
EL BANQUETE 131
F ig. 6ü
C alderos y c rá te ra s, pro ce d e n te s de P om peya y tie H ercu lan o
(Nápoles, M useo Nacional.)
(Foto A lin u ri.l
132 VIDA EN LA ROMA ANTIGUA
II
WÊÊieÊÊÊÊÊÊBBamBÊilÊKiKÊÊ
Notas al capítulo VI
1. S é n ec a , E p ist., 83, 6.
2. A d fam ., IX, 26.
3. H o r a c io , Sat., II, 8, vs. 20 y sigu ien tes.
4. Tom a los m anjares con la punta de los dedos; h ay tam bién buenas
m aneras en el com er; m ira que tu m ano sucia no te m anche todos los
labios. (T.)
5. Ars am ., I ll, vs. 755-56.
6. El electru m era una liga de cuatro partes de oro y una de plata que
no debe confundirse con el ámbar (sucinum ).
7. En la A ntigüedad se hacía así en todas partes ; y en la época ale
jandrina, a un artista, Sosos, se le ocurrió la idea de representar en m o
saico un pavim ento disem inado de desperdicios, la llam ada «Sala sin barrer»
(α σ ά ρω τος οιχος ! c f r · P l in io , XX X V I, 184).
8. Sat., I, 3, vs. 6-7. («Comenzar ab o v o », en cam bio, deriva de A rs
poet., v. 147.) D esde el hu evo h asta la m anzana. (T.)
9. H ora cio , S at., II, 8, vs. 27-28. (Aves, m ariscos, peces, que ocultaban
su conocido jugo con otro m uy diferente.) (T.)
10. P e t r o n io , 69.
11. Ib id ., 70.
12. I ll, 13, 13.
13. P e t r o n io , 33 y 40.
14. R ey del con vite, o m aestro, o árbitro de la bebida. (T.)
15. De sen., 14, 46.
16. La costum bre es antigua. Cuenta H er o d o t o (II, 78) que en los
banquetes egip cios se hacía pasar de m ano en mano de los com ensales una
pequeña escultura de m adera, donde se representaba un m uerto dentro del
ataúd. H abía escrito : «Mirándolo, bebe y d iviértete, porque, m uerto, serás
com o él.»
17. P e t r o n io , 34.
18. A u l o G e l i o , II, 24; M a c r o b io , III, 17.
19. II, 6, 3 : E ad em om nibus pono, ad cenam enim , non ad notam
invito cu n ctisqu e reb u s exaequ o qu os m en sa et toro aequ avi. Ofrezco lo
m ism o a todos; los in v ito a una cena, no a una afrenta, y en todas las
cosas igualo a los que trato, lo m ism o en la cena que en el lecho (del ban
quete). (T.)
20. VI, 30, vs. 15-16.
21. P l i n i o , E p ist., I X , 17.
22. M a r c ia l , VIII, 13.
C a p ít u l o VII
II
III
En provincias y en
el campo, o en la in
timidad de su casa,
el romano andaba en
Fig. 70. — O bjetos p a ra uso de las
túnica. Si tenía frío se se ñ o ra s: S om b rilla y pein e.
cubría con un manto o (A vezzano, Museo.)
aum entaba el número (F o to A linari.)
de las túnicas (como lo
hacía, por ejemplo, Augusto, que 'tenía mucho miedo a los
resfriados y llevaba cuatro, además de camisetas de va
rias clases); 3 pero la toga, que era tan digna y bella como
poco práctica, tenía buen cuidado de quitársela en cuanto
se quedaba en familia o lejos del mundo oficial. Cuando, por
el contrario, debía ejercer alguna función pública, la toga
era el vestido indispensable, y en toga debía m ostrarse en
Roma todo el que no quisiera pasar por un esclavo o por
modesto bracero. También los señores que tenían la ambición
de llevar en su séquito un buen número de clientes exigían,
era natural, que llevasen el vestido oficial romano. De este
modo la toga, símbolo de la autoridad del magistrado, de
142 VIDA E N LA KOMA A N TIG U A
IV
¡8
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m m ■■■i
j.··
■
Flg. 72. — O bjetos p a ra uso de Jas se ñ o ra s: S an d alias y bolso.
(Avezzano, Museo Cívico.)
1, Sandalias y b olsita; 2, Taburete, parasol, vaso de u n gü en to, aguja y huso;
3, Canasta de labor, huso, vaso y fuente, silla para la toilette, estuche y
cofrecillo.
(F o to A linari.)
146 VIDA EN LA ROMA A N TIG U A
VI
VII
ajorcas en los tobillos, etc. Oro por todo el cuerpo. Una ley
que intentó refrenar el lujo de las mujeres, la lex Oppia
del 215 a. de J.-C., y movió mucho ruido, a pesar de estar
reciente el desastre de Cannas, cayó pronto en desuso. Las
señoras romanas llevaban encima «patrimonios» (la frase
es de Séneca),17 principalmente en las orejas. Los pendientes,
sobre todo, alcanzaban un valor fantástico; además de po
nerse más de uno en cada oreja (que por su retiñir se lla
m aban crotalia), dando prueba de un gusto que a nosotros
los modernos nos parece m uy discutible, hacían engarzar en
ellos perlas de gran tamaño (elenchi, uniones) y grandes
piedras preciosas (excluyendo el diam ante, que, a pesar de
ser de grandísimo precio, servía sólo para adornar sortijas).
En resumen, la m atrona romana no hallaba nada extraño el
transform arse en una joyería ambulante. No hay que consi
derar, pues, como exageración lo que escribe Plinio el V iejo,18
de que Lollia Paulina, m ujer de Caligula, llevaba encima
joyas por valor de cuarenta millones de sesterciós.
BARBA Y CABELLOS
quando
per udir sé dolente, alza la barba 7
II
y J u v e n a l , VI, v. 502-3 :
(iC o n tantos p isos carga, y aun con tantas trabazones edifica su ca
b eza !) (T .)
10. Cfr. E. S t r o n g , L a sc u ltu ra rom an a da A u g u sto a C onstantino.
T raducción italiana de G . G i a n n e l l i , F loren cia, A linari, 1926.
C a p ít u l o IX
II
III
Notas al capítulo IX
1. L i s ia s . P o r el in vá lid o , 20.
2. P ara los g rieg o s el tom ar parte en el con vite con los hom bres era
señal de costum bres fá ciles ( I s e o , P o r la herencia de P i r r o , 13 y sigu ien tes).
3. C o r n e l i o N e p o t e , Praef., 6 (Porque, ¿a qué rom ano le avergüenza
llev a r a su m ujer a u n convite? ¿Y qué m atrona no ocupa el prim er lu gar
en las habitaciones de la casa y no acude a los lu gares concurridos?) (T.)
4. V a l e r io M áxim o , II, 1, 2 : F em in a e cu m v i r is cu ba n tib u s se den tes
cenitabant.
5. VI, 425 y sigu ien tes.
6. IX, 68, v. 2.
7. CIL., I, 1007.
8. F ue casta, atendía la casa, hacía la lana. (T.)
9. C ic e r ó n , Pro Caelio, 8, 20; O vid io , Am ores, I, 3, vs. 55 y sigu ien
tes; S u e t o n io , Ner ón, 26.
10. Digesto, X X X III, 2, § 1. (El m atrim onio es unión de hom bre y
m ujer y consorcio de toda la vida, participaban en el derecho divino y
hum ano.)
11. P l u t a r c o , Q uaest. Rom ., 87.
12. S e r v io , Aen., IV, v. 458; I sid o r o , IX, 7, 12.
13. De esta costum bre los an tigu os daban d iversas exp licacion es; pero
es probable que fuese sugerida por el tem or su p ersticioso de que la esposa
tropezase. ¡Justam en te el p rim er día! ¡H ubiera sido de pésim o augurio!
14. R ecibir el agua y la lum bre. (T.)
C a p ít u l o X
LA ESCLAVITUD EN ROMA
II
III
IV
U r n a c in e r a r ia
Museo Arqueológico, Madrid.
LA E SC L A V ITU D E N ROMA 173
VI
Notas al capítulo X
1. P l i n i o e l V i e j o , N at. h ist., VII, 128 y s ig u ie n te s .
2. VI, 272, d.
3. Sat., I, 6, v. 1 1 6 ; 3, v s. 11-12.
4. H ora cio , Sat., I, 6, v . 78.
5. M a r c ia l , X II, 70.
6. C a t u l o , 23, v. 1.
174 VIDA E N LA ROM A A N TIG U A
7. S at., II, 7, vs. 117-118. (Te enviaré m ás que de prisa, com o noveno
trabajador, a m i cam po sabino.) (T .)
8. P or ejem plo, A d Att., IV, 4 a, 2.
9. P l in io , E p ist., III, 24, donde se cu en ta de un liberto, L argio Ma
cedonio, m uerto por su s esclavos durante el baño.
10. E p ist., 107, 5 : S e rv o ru m ira non p au cio res ceciderun t q u am regum .
(No m urieron m en os hom bres p or la ira de lo s criados que p o r la de lo s
reyes.) (T .); 4, 8: N em o non se rv u s h ab et in te v itae neclsqu e arbitrium ·.
(N adie que no sea un siervo tien e en ti arbitrio de vid a y m uerte.) (T.)
11. V éase particu larm en te la E p ist. XX X X V II.
12. E p ist., III, 14, 5 : 'Nec e st quod q u isq u am p o ssit esse se cu ru s, q u ia
sit re m issu s et m itis, non enim iudicio dom ini, se d scelere p erim u n tu r.
(No es posib le que alguno pueda estar seguro, porque sea am able y apaci
b le; no m orirán por d ecisión del señor, sin o por el crim en.) (T .)
13. T á c it o , H ist., I, 3 : C on tu m ax etiam a r v e r su s torm en ta se’r voru m
fid e s. (F irm e hasta contra lo s torm entos la fidelidad de lo s sirvien tes.) (T .)
Cfr. S é n e c a , E p ist., X X X X V II, 4; y el fam oso ejem plo de E p ic h a r is en
T á c it o (Ann, XV, 57).
14. V, 17.
15. S é n e c a , De clem ., I, 18, 2 : Q uis non V edium P ollion em p e iu s od erat
q u am se rv i sui, qu od m u ra e n as san g u in e hum ano sa g in a b a t et eos qui se
aliq u id offen d eran t in v iv a riu m , q u id aliu d qu am serp en tiu m , ab ici iu b eb at?
O h om inem m ille m o rtib u s d ign u m ! sive d evoran d os se rv o s ob icieb at mu-
r a e n is q u a s esu ru s erat, sive in hoc tan tu m illa s ale b at u t sic aleret. (¿Q uién
no habfa de odiar m ás a Vedio P olion que su s criados, p u es engordaba a
su s m urenas con san gre hum ana, y a los que en algo le ofen dían m andaba
arrojar en el vivero, no de otro m odo que si fuera de serpientes? i Oh hom
bre d ign o de m il m uertes! T an to si p reten d ía hacerlo por arrojar a su s
escla v o s a las m urenas que había de com erse, o si la s alim entaba de aquel
m odo sólo por alim entarlas.) (T.)
C a p ít u l o XI
LOS FUNERALES
II
Ill
Notas al capítulo XI
1. Odis., IX, v. 65.
2. D e lin gu a L a t., VII, 42.
3. 254 a, 23. (O llus es form a arcaica de ille, él; esta form u la puede
traducirse a sí: F ulan o de Tal. quirite, ha m uerto.) (T .)
4. S u e t o n io , V esp., 19.
5. VI, 52 y sigu ien tes.
6. X , 1, B r u n s . (H om bre m uerto no sea enterrado ni quem ado en la
ciudad.) (T .)
C a p ít u l o X II
II
III
II
III
IV
VI
VII
T e m p lo s r o m a n o s : R u in a s d e l de S a tu r n o
E stado actual.
A s p e c t o s d e la R om a a n t ig u a : E l A rc o d e T it o
Al fondo, el Coliseo.
C A L L E S , C A SA S Y D IR E C C IO N E S 201
tetos de una legio 1: Fla via Gallicana Constantia, F lavia Martis, Illyr icoru m ,
Iovia, Is au ria sagittaria, Italica, Macriana, Martia, Milner via, Noric oru m ).
A lgu n as leg io n es son de form ación tardía; otras, fueron destruidas y no
se las recon stru yó; p or eso la lista de las legion es n o corresponde a la
fuerza efectiva del ejército rom ano en un m om ento determ inado.
3. V éase n ota 6 del cap. 1.
4. Sabido es que el calendario rom ano estaba con stituid o de referen cias
a las Kalen d ae o a las Nonae o a lo s I d u s in m ediatam en te p osteriores a la
fech a que se quería indicar; en el cálculo se in clu ía e l día de partida. L as
K a len d a s eran el prim ero de m es, las Nonae y lo s Id u s caían, resp ectiva
m en te, e n m arzo, m ayo, julio y octubre, en e l séptim o y décim oquinto d ía
del m es; en lo s dem ás m eses, en cam bio, en el q u into y e n e l décim o-
tercero. E n tre lo s g riegos, lo s nom bres de lo s m eses fueron va rio s; el d ía
d el m es se indicaba por décadas : la prim era, m ed iante el núm ero ordinal
progresivo de lo s diez d ías d el «m es in cip ien te» ( ισταμένου ); la segunda, de
los d ías cen trales del m es («del m es m edio» : μεσοΰντος); la tercera, de lo s
d ías del «m es d ecreciente» : ( φθινονχος )* indicados m ed iante u n núm ero
ordinal d ecreciente. E l prim ero de m es era νουμηνία (luna n u eva); el
ú ltim o, ενη καί νέα ( = lu n a v ieja y nueva). K a len da e e s un n om b re ex clu
sivam en te rom ano ; de donde la exp resión , usada h u m orísticam en te por
A u gu sto y que ha pasado a ser proverbial : «a las Calendas griegas», para
decir «nunca» ( S u e t o n i o , Aug., 87 : In litteris, c u m aliquos n u m p u a m
solu tu ros significare v u l t , «a d K a len d a s Graecas s o lu tu ro s» ait). A ugusto
utilizaba esa exp resión para los pagos, p orque las Calendas y lo s Idus eran
en Rom a las fech a s corrien tes de ven cim ien to de las deudas.
5. Los rom anos indicaban el año por m edio del nom b re de lo s cón su les ;
los aten ien ses, por el nom bre d el arconte en fun cion es, que p or eso en la
época rom ana se le llam aba «e p o n i m o » Ιπώνυμος (no antes, com o equivoca
dam ente se enseña). E n A ten as el año estaba, in clu so oficialm ente, dividido
en diez p eríodos, corresp on d ien tes al tiem p o que cada u n a de la s diez trib us
ciudadanas (φυλαΟ estaba en e l poder.
6. La costum bre grieg a de in d icar las olim piadas (su cesivos períodos de
cuatro años, con núm ero de orden p regresivo que com ienzan en e l 776 an tes
de J.-C.) junto al año de la olim piada, no fu e nunca popular, n i se adoptó
nunca en los d ocu m entos oficiales. Son m uchas las eras que, ya desde lo s
m ás an tigu os h istoriadores, se tom aron com o base de referen cia cronológica,
pero nin gun a lleg ó a ser de u so gen eral n i entró en la práctica. Varrón
estab leció una era rom ana, com enzando a p artir de la fundación de Rom a,
fech a in icial co rresp on d ien te al 21 de abril d el año 753 a. de J.-C. D urante el
Bajo Im perio y durante la Edad Media se u tiliza una era diocleciana (a par
tir del 29 de agosto d el 284), su b stitu ida lu ego por la era cristiana. La in d i
cación en lo s d ocu m entos oficiales del año in diccional, o sea del año dentro
del período de quince años de la indicción (cada uno de los qu ince años,
segú n el orden que ocupa en el ciclo indiccional, se llam aba «indicción
prim era», «segunda», tercera», etc.), sistem a de fechar com plem entario que
encontram os u tilizado a partir de D ioclecian o (no, com o se creía antes, de
C onstantino) y se p rolonga aún en la Edad Media, n o con stitu yó una era,
porque los ciclo s in d iccion ales no llevab an núm ero de orden. La era c r is
tiana fu e introducida por D iógen es el Menor, m onje escita (m ediados del
siglo vi) a com enzar desde el 532 d. de J.-C. ; pero el com ien zo de esta era
establecida a siglos de d istan cia y a base de cálculos erróneos, resu lta tres
o cuatro años p osterior al n acim iento de Cristo. La era cristiana, al p rin
cipio, sólo sirv ió para lo s cóm p utos de lo s historiad ores y cron ógrafos ;
ú n icam ente m ás tarde se adoptó en los docum entos oficiales y pasó a ser
de uso com ún en toda cla se de escritos. La exactitu d y la sen cillez en la s
fech a s es un p rivilegio n u estro, de los hom bres m odernos, com o lo es la
p recisa d irección de la que se trata en el texto.
7. V éase p ágina 304 y la n ota 4
8. CIL., XV, 7182.
202 VIDA E N LA ROM A A N TIG U A
LA INDUSTRIA
II
III
(D e B lü m n e r , T echnologie u. Terminologie.)
M ÊÊ É È m m m È Ê m
“il Ê Ê Ê È m
IV
VI
Ir
fíl:
O tr a a le g o ría , a lu s iv a a la s a c tiv id a d e s de lo s jo y e ro s
P in tu ra tam bién perteneciente a la casa de los Vetti, Pompeya.
LA IN D U S T R IA 221
V II
V III
A r tis P h idiacae to re u m a c la ru m
P isc e s asp icis: adde a q u a m , n a ta b u n t,
(Contem pla esos peces, herm oso reliev e de un arte digno de F id ias;
añ ád eles agua : nadarán.) (T .)
I l l , 41, v. 2:
L a c e rta v i v i t e t tim e tu r a rg e n tu m .
Cfr. J u v e n a l , I, v. 76.
2. La m ás com pleta recopilación de d atos acerca de la distribución de
la s in d ustrias en e l territorio de Italia y del Im perio rom ano, y de los
procedim ientos de la industria an tigu a se halla en H. B lu m n e r , T ech n o lo g ie
u n d T e rm in o lo g ie , Leipzig, 1912.
3. V éan se págs. 123-124.
4. P l i n i o e l V ie jo , III, 5 : T a m no b ilia p eco ri ve lle ra , ta m o p im a ta u ris
colla.
5. M a r c i a l , XIV, 155.
6. E le c tr u m en el sentido griego de «ámbar», aunque con ese sig n ifi
cado h a y a dado origen a la palabra m oderna electricidad, en latín es térm ino
poco usado. Ám bar norm alm ente e s su c in u m ·, por e le c tr u m se en tien de
com ú nm en te una liga de oro y plata.
7. V éanse págs. 149-150.
8. M a r c i a l recuerda la fragan cia de esto s glob os de ám bar cuando en u
m era lo s p erfu m es m ás delicados (III, 65 v. 5; V, 37, v. 11; X I, 8, v. 6); la
costum bre de llev a r en la m ano tales glob os p arece que sólo era con sentid o
LA IN D U S T R IA 225
a las señoras (O vidio, M et., 11, v. 366 : n u rib u s... g e sta n d a L a tin is, cfr. J u
v e n a l , 6, v. 573) y a la s señ oritas ( M a r c i a l , X I, 8, v. 6: su c in a virg in e a ...
r e g ela ta m a n u ), no a los hom bres. Que el ám bar era frotado siem pre que se
quería obtener de él su característica fragancia nos lo dem uestra la exp re
sión su c in a tr ita ( M a r c i a l , III, 65, v. 5; cfr. J u v e n a l , v . cit.).
9. E str a b ó n , V , 8.
10. C ic e r ó n , A c tio I I i n V e rr e m , V, 11, 27 : U t m o s f u i t B ith y n ia e
re g ib u s, lectica o cta p h o ro fe r e b a tu r , in qu a p u lv in u s era t p e rlu c id u s M in-
te n s is ro sa fa rtu s ; ip se a u te m c o ro n a m h a b e b a t u n a m in ca p ite, a lte ra m in
collo re tic u lu m q u e ad n a re s sib i a d m o v e b a t te n u iss im o lino, m in u tis m a cu lis,
p le n u m rosae.
1 1 . M a r c i a l , IV, 3 2 , 5 9 ; VI, 15.
12. La fabricación de estos sp e cu la ria había hecho su rgir u n a Industria
afín a la del crista l; se ocupaban en ella lo s sp e c u la ria ü (CIL., VI, 4248,
5202, etc.).
13. J u v e n a l , 4, v. 21: Quae v e h itu r clauso latis sp e c u la rib u s antro.
14. En la V illa de D io m ed es, en la Casa dei F a u n o o en la de P. Cae
ciliu s Secundus. Cfr. C a r c o p in o , op. cit., pág. 3, η. 25, y pág. 321.
15. M a r c i a l , VIII, 1 4 , vs. 3-6 ; J u v e n a l , 6 , v. 31 .
16. M a r c i a l , I, 49, v s. 4 y 12; VIII, 28, vs. 5-6; X III, 40.
17. La le x Claudia, votada por los com icios en el prim er año de la
Segunda Guerra P ún ica (Τ. Livio, X X I, 63, 3 : N e q u is se n a to r c u iv e se n a to r
p a te r fu is s e t, m a r itim a m n a v e m , quae p lu s q u a m tr e c e n ta r u m a m p h o r a ru m
esset, h a b eret. I d sa tis h a b itu m ad r u c tu s e x agris vecta n d o s; q u a e stu s
o m n is p a tr ib u s in d e c o ru s visusJ.
1 8 . D e m ó s te n e s , C o n tro , A fo b o , I, §§ 27, 3 1 y p a ssim .
19. J e n o f o n t e , De v e c tig ., 4, 14.
20. C ic e r ó n , A d . A tt., IV, 4 b.
2 1 . H o r a c i o , Od., I l l , 1, v . 3 5 .
22. C ic e r ó n , A d. Qu. fr ., I l l, 1, 2, 5.
23. C ic e r ó n , A d. Qu. fr ., III, 1, 1, 3.
24. A e n ., VIII, vs. 407 y sigu ien tes.
25. D e ssa u , 6419, 8676.
26. P l u t a r c o , N u m a , 17.
27. V éanse págs. 65 y sigu ien tes.
28. H o r a c io , E p ist., I, 5, v. 1.
29. Según A u l o G e lio , X II, 2, 11 : lecti Soterici.
30. M a r c i a l , I, 49, v. 32; IV, 4, v. 6; IX , 62.
C a p ít u l o XV
LA VIDA INTELECTUAL
II
III
IV
Notas al capítulo XV
1. Q uaest. R om ., 59.
2. Todo depende de cóm o se entiendan dos versos de M a r c ia l , X, 62.
vs. 16-12):
F e ru la e q u e triste s, sc e p tr a p aed ag o g o ru m ,
C essen t et Id u s dorm ian t in O ctobres.
(Luego ataca a E sten io y a A nquém olo, del antiguo lin a je de R eto, que osó
in cesta r el lecho de su m adrastra.) (T .)
8. P rop iam en te las su a so riae habituaban al gén ero delib erativo ; las
co n tro v ersiae, al judicial. D e unas y otras ha conservado el recuerdo Séneca
el V iejo, quien, en virtu d de una m em oria prodigiosa, pudo redactar las m ás
céleb res entre las oídas en su ju ven tu d a oradores fam osos (O rato ru m et
rh eto ru m sen ten tiae, d ivision es, co lores; un libro de S u aso riae y diez de
C on troversiae).
9. M a h c i a l , VI, 41.
10. ¡E x celen te! ] Bravo! (T .)
C a p ít u l o XVI
II
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R e tra to d e u n a jo v e n c o n t a b l e t a s y p u n z ó n de e s c r i b i r
P in t u r a m u r a l, N á p o le s.
La a n o ta c ió n d e l o s a r r e n d a m ie n to s
F ra g m e n to d e u n re lie v e e x is te n te e n T ré v e ris.
P A P E L , L IB R O S , C O R R E S P O N D E N C IA 237
r ■ * - '· - -----------
III
IV
VI
VII
IX
XI
X II
X III
vin o había sido h ech o o trasvasado (CIL., XV, 4539: Ti. Claudio P. Quintilio
co(n)s(ulibu s) [ = 13 a. C.] a (nte) d( iem) X I II K ( a le n d a s ) lu n (ia s ) innum
d iffu su m (est) qu od n a tu m est du obu s L en tu lis co (n )s (u libu s) [ = a. 18 an
tes de J-C.] ; c f r . H o r a c i o , Od., I ll, 21, v. 1: O nata m ec u m consule Man
lio; Epist., 1, 5, v. 4: Vina bibes iteru m Tauro diffusa «beberás un vino
trasvasado en el segundo consulado de Tauro [ = 26 a. J.-C.]»). Son n u m e
rosas las teju elas halladas durante las excavacion es en Egipto.
3. M a r c ia l , XIV, 5.
4. La difu sión del uso del papiro com ienza d esp u és de la con q u ista de
A lejandro el Grande y la fundación de A lejandría ( V a r r ó n , en P l i n i o e l
V ie jo , X III, 69).
5. E l m a y o r n ú m e r o d e d a to s s o b re la s m a te r ia s d e e s c r i b i r d e lo s
a n tig u o s , se h a lla e n T h . B ir t , Das anticke Buch we sen, B e r lín , 1882.
6. En las paredes de Pom peya se hallan escritos, con tinta roja, los
m anifiestos electorales, así com o an tiq u ísim as in d icacion es m ilitares.
7. A r i s t ó t e l e s , Cons, Ath., 7, 1.
8. P l i n i o e l V i e j o , XIII, 69.
9. Digesto, X X X II, 52, pr.: Volumnia ia tilia, u t nonnulli conficiant.
10. P e r s i o , 1,v. 131 ; cfr. A r i s t ó f a n e s , Nu bes, vs. 177 y sigu ien tes.
11. P l i n i o e l V i e j o , X III, 71.
12. P l i n i o e l V ie jo , XIII, 75,
13. C i c e r ó n , Ad. Qu. fr., I I , 14, 1.
14. M a r c i a l , XIV, 209.
15. Dion, 13.
16. La fabricación del papel es una in ven ción ch in a y se rem onta al
siglo i i de J.-C.; del Oriente, el uso del pap el fu e introducido en Europa
por lo s árabes, en el siglo ix ; las prim eras fábricas de papel se tuvieron,
por esto, en España, p aís de cu ltura árabe, desde el siglo xn , y de allí la
in d ustria del papel se difundió por toda Europa (Francia, siglo x n ; Ita
lia, X I I I , con las céleb res p apeleras de F abriano; A lem ania, siglo xiv). Se
obtenía el papel m ed iante una p asta de trapos m acerados en agua. Se ha
dem ostrado que no ten ía fundam ento la opinión de que en un tiem po
ex istió un papel, de algodón.
17. S u e t o n io , D ivu s Iulius, 56.
18. C ic e r ó n , Ad. Att., V, 1, 3.
19. Ibid., IV, 4 b: E t v e l i m m ih i m i t t a s de tuis librariolis du os aliquos
quibus Tyrannio u ta tu r glutinatoribus.
20. P l i n i o e l V i e j o , X I I I , 70.
21. L ib e r es propiam ente el libro de papiro, porque liber en su sentido
origin al significa la parte interior de la corteza del árbol; la palabra se
exten d ió después a indicar lodo libro, cualquiera que fuese su form a y su
m ateria. E ntonces ocurrió que, en la práctica, el significado oscilante de
liber p rovocase con troversias; pero la jurisprudencia im perial estableció
que la palabra liber se entendiera en su significado m ás am plio. U l p i a n o
(lib. X X IV ad Sabinum — Diges to, XX X II, 52, pr.) definió : L ib r o r u m ap
p ellatio n em co n tin en tu r omnia volum ina, sive in charta, siv e in m e m b ra n a
sint, siv e in qu avis alia m ateria; e indicaba dem ostrativam ente el tejo, el
marfil, las tabletas enceradas.
22. Digesto, X X X II, 52 pr.: m e m b ra n a s libris legatis.
23. P e r s i o , 3, v. 10; I s i d o r o , Orig., V I , 11, 4.
24. M a r c i a l , I, 2, vs. 2-3. E l prim er libro de los E p ig r a m a s de Marcial
fue publicado en el 85-86 de J.-C. La com posición del epigram a I, 2, será
m uy poco anterior. La prim era m ención de códice en pergam ino se puede,
por lo tanto, situar en el 84 a. de J.-C,
25. Carm., 1, vs. 1-2.
26. C i c e r ó n , Ad. Att·., I I , 15 b.
27. V it r u b io , II, 9, 1 3 ; c fr. H ora cio , A rs poet,., vs. 3 3 1 -3 2 : carmina...
linenda cedro.
28. P e r s io , 3, v . 14.
P A P E L , L IB R O S , C O R R E S PO N D E N C IA 255
29. P l i n i o e l V i e j o , X X V I , 62.
30. O v i d i o , A r s am., I l l , vs. 627-28.
LOS ABOGADOS
II
III
IV
VI
V II
V III
IX
XI
Q uod vo c is p r e tiu m ? S ic e u s p e ta s u n c u lu s e t v a s
P e la m y d u m a u t v e te r e s , M a u ro ru m ep im en ia , bulbi
A u t v in u m T ib e ri d e v e c tu m , q u in q u e lagonae.
esto es, un p ern ilito seco, un vaso de p ececillos en salm uera, ceb ollas viejas
y alguna b otella de v in illo. No h ab ía para estar m uy alegre.
C a p ítu lo XV III
LOS MÉDICOS
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II
III
E s c e n a d e « t o i l e t t e »: M u c h a c h a s l a v á n d o s e l a s c a b e l l e r a s .
A LA IZQUIERDA, UN JOVEN CON UNA ESTRIG ILA Y UN VASO DE UNGÜENTO
E spejo de bronce, de Preneste.
L O S M ÉD IC O S 285
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i m m íT w fís a s ä p o m I g r a i© ^ g 1 2 h h i ^ ä o t l ä J
1. X X IX , 11.
2. Schol. in P ersh im , I, v. 12.
3. En la M edea de E u ríp id es (vs. 39 y sigu ien tes) la nodriza tem e que
la heroína, traicionada en su am or, quiera «traspasar el hígado» a su marido
infiel y a su nu eva esposa.
4. A n t i f ó n , Sobre el co reu ta, §§ 15 y sigu ien tes.
5. Cal., 50.
6. S an J e r ó n im o , Chron., 1923.
7. P l i n i o e l V i e j o , X X II, 138 : P an is hic ipse, quo v iv itu r, in n u m eras
paen e continet m edicin as.
8. Cod. Theod., X III, 3, 8 ; Cod. lu st., X, 53, c. 9.
9. Cod. lu st., X , 53, c. 9 : A rch iatri... h oneste ob sequ i ten u ioribu s m a
lint, qu am tu rp ite r se rv ire d ivitibu s.
10. A r i s t ó t e l e s , P olit., III, 15, p. 1286 b.
11. I, 14.
12. E l i o L a m p r i d i o , A lex. Serv ., 44, 4.
13. P l in io e l V i e j o , X X IX , 14.
14. Ib id ., 141.
15. P l i n i o e l V i e j o , X X II, 101 : In ter exim ia n atu rae dona n u m eratum .
16. Ib id ., X IX , 38.
17. P e t r o n io , 35.
18. P l in io e l V ie j o , X IX , 39.
19. P l in io e l V ie j o , X IX , 40.
20. Ibid., X X II, 106.
290 VIDA E N LA BOM A A N TIG U A
LOS BAÑOS
II
III
F ig . 98. — T e p id a r iu m .
(Pom peya, term as d el Foro.)
(F o to A lin ari.)
F ig . 9Ü. — C a ld a r iu m .
(H erculano, term as.)
(F o to A lin ari.)
e^MSÊÊÊÊm^^S ÊÊÊÊÊÊÊÊKÊÊISBmiii·.
\ 5
■¡Β—
WÊÊIËËÊmê:
IV
LOS VIAJES
II
Notas al capítulo XX
I. J u e g o s de n iñ o s . —r I I . J u e g o s i n f a n t i l e s c o le c tiv o s ; ju e g o s o r i
g in a r io s de G recia: el j u e g o d e l r e y , d e la olla, etc. — I I I . L o s
j u e g o s de azar. — IV . L o s ju e g o s s o b r e la «t a b u l a lu s o r i a ». —
V. L o s d e p o r t e s e n el « C a m p u s M a r t i u s ». O tro s p a s a t ie m p o s . —
V I. E l baile
I
«Construir barraquitas, enganchar ratones a un carrito,
jugar a pares o nones, cabalgar en una larga caña» 1 son para
Horacio los prim eros juegos infantiles ; juegos de muchachos
romanos y juegos de los nuestros. Sólo ha caído en desuso
aquel pasatiempo de enganchar ratones a un minúsculo carrito
y verlos correr en parejas, muy asustados, arrastrando tras
de sí el bamboleante juguete de madera. Si el carrito era
mayor y el niño podía m ontar en él, entonces se le engan
chaba algún animal pacífico, una oveja, una cabra, un perro
o bien un muchacho que se ofreciese para tirar. A pares o
nones (par, impar) se jugaba de este modo: uno tenía ce
rradas en el puño algunas piedrecitas (nueces, etc.) e in
vitaba entonces a su compañero a decir si eran en número
par o impar. Luego abría la mano y se veía si el interrogado
había acertado. También se acostumbraba a jugar capita e
navia , 2 esto es, como decimos nosotros, «a cara o cruz»,
tirando al aire una moneda y probando a adivinar, antes
que cayese, si quedaría hacia arriba la parte con la cabeza o
la parte con la nave. Y se jugaba a la morra (digitis micare),
a la peonza (turbo), con el bram ante o con el látigo, o al
aro (orbis, trochus), sirviéndose de un bastoncito derecho o
curvo (clavis). Los aros eran más o menos grandes; los más
308 VIDA EN LA ROM A A N TIG U A
II
III
IV
VI
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CAZA Y PESCA
II
III
IV
I. <
(Ludi circenses» y idudi scaenici». — II. Ordenación de los
«ludi». — III. Los «ludi gladiatorii». — IV. Los concursos de co
ches. Las «venationes». — V. Ejecuciones públicas de delincuen
tes. Exaltación sanguinaria del público.
II
IIÍ
IV
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JÉfí
WISÊîSSïSÊSieKSSeÊâSSMEéÈsÊlbiÎi
ijmÈÊÈ^BasËiÊÊÊmÊm^
m m B t
1. S u e t o n io , N ero, 12.
2. á c i t o , Ann., XV, 44, 7.
T
3. A en., V, vs. 545 y sigu ien tes.
4. V a l e r io M á x im o , II, 10, 8 ; M a r c ia l , I, p ra e f. ; cfr. L a c t a n c io ,
In st., I, 20, 6.
5. Un ep íg ra fe descubierto en 1890 con serva su program a (CIL., VI,
3 23 2 3 = D e s s a u , 5050).
6. M a r c ia l , X II, 29, v . 7 ; J u v e n a l , 3, v. 36.
7. S u e t o n i o , C laud., 34.
8. T á c it o , Ann., XV, 32, 2 : S p e ctac u la gladiaturam , idem an n u s h a
buit...; fem in a ru m illu striu m se n ato ru m q u e p lu re s p er aren am fo e d ati su n t;
S u e t o n io , D om ., 4 : N ec v iro ru m m odo p u g n a s (ed id it), sed et fem in aru m .
9. S u e t o n i o , Cal., 5 4 ; E l i o L a m p r i d i o , Com m. Antonin., 12, 10-12.
10. C i c e r ó n , A d A it., IV, 4 b, 2.
11. X , 9.
12. S u e t o n io , N erón, 22 : îp s e a u rig a re atq u e etiam sp e ctari sae p iu s
v o lu it; c f r . 53.
13. M a r c i a l , X II, 29, v. 9 ; S u e t o n i o , N ero, 22.
14. P e t r o n io , 70.
15. S u e t o n io , C al., 55.
16. M a r c i a l , L ib . spect., 19.
17. S u e to n io , N ero, 53.
18. M a r c ia l , I, 44, v. 1
L O S JU E G O S C IR C E N S E S 339
24. E pist., 7, 5.
25. E p ist., 7, 2 y sig u ien tes.
26. A n n ., XIV, 17.
27. CIL., IV , 1293; 1329 = D essau, 6443 h.
C a p ítu lo XXIV
EL TEATRO
II
III
IV
5. P l i n i o e l V i e j o , XX XVI, 60.
6. Según P l i n i o e l V i e j o ( X X X V I , 115), con ten ía 40.000 espectadores,
según la N otitia (v. n ota 1, pág. 53), m ás de 17.000. La n oticia de Plinio
es probablem ente exagerada. En el teatro de Marcelo había sitio para 14.000
espectadores (según otras fu en tes, 20.000) ; en el de Baíbo, para más
de 7.000.
7. H o r a c i o , E po d ., 4, v. 16.
8. P l u t a r c o , Cicerón, 13.
9. E s t a c i o , S ilv a e , I, 6, vs. 27 y sigu ien tes.
10. S u e t o n i o , Cal., 50.
11. Ib id ., 26.
12. M a r c i a l , XIV, 2.8.
13. Ibid., XII, 29, vs. 15-16.
14. M a r c i a l , VIII, 33, vs. 3-4.
15. A rs am ., I, v. 99.
1β. En el V orspiel a u f dem Theater.
C a p ítu lo XXV
«ITALUM ACÉTUM»
II
III
IV
VI
CREENCIAS PAVOROSAS,
SUPERSTICIONES, SORTILEGIOS
II
III
IV
ríamos a m ordisquear
nos el dedo y a hum edecernos la piel detrás de las orejas...
¿No podríamos probarlo?
370 VIDA E N LA ROM A A N TIG U A
VI
II
III
188111IB1 1 I íW I ^ M
B 111 IS I I ib b w m m í I
(G ra b a d a de A U G io v a n u o li.)
IV
VI
VII
No menos contri
buyó a la obra demole
dora quien en compl·-
lar la antigua Roma
ponía un sentido de
arte. E ste modo, más
aristocrático, de sacar
utilidad del destrozo
de los monumentos an
tiguos dio origen en la
F ig. 116. — E l arco d e Tito, co n v ertid o
en p u erta. Edad Media a un lu
(G rabad o de E ste b a n du P érac.)
crativo comercio de
fragmentos arquitec
tónicos que la nobleza,
con la fuerza de un derecho de propiedad privada, y
con el formal pero generoso consentimiento del Senado,
vendía a los marmolistas, los cuales se servían de ellos para
su oficio o a los señores de otras ciudades deseosos de
adornar sus palacios. Mármoles procedentes de Roma se en
cuentran en el baptisterio de Florencia, en las catedrales
de Pisa, de Luca, de Montecasino, de Orvieto y hasta fuera de
Italia. Romanos son los mármoles que en la abadía de W est
m inster cierran en los sepulcros a los reyes de Inglaterra.
Aquel comercio le parecía impío al Petrarca, porque Roma
es de todos y sus m onumentos no son venales. Vender el
patrimonio común es un robo; y enojado, el poeta decía
palabras encendidas: «Contra los ladronzuelos que hacían
botín como en una ciudad tomada» (latrunculi non aliter
quam in capta urbe grassantes). A los romanos de Cola di
DECADENCIA E D IL IC IA E N ROMA 389
V III
IX
Fig. 117. ■
— B asílica d e C o n stan tin o en 1613.
(G rabad o de G erolam o C ork.)
X
A principios del ochocientos comenzó la sistemática re
cuperación de la Roma antigua. E n 1812 se iniciaron las
exploraciones en el Foro romano y en el Foro Trajano. Los
principales edificios fueron liberados de las construc
ciones que se adosaban a sus costados; reaparecieron las
394 VIDA E N LA ROM A A N TIG U A
XI
A alabarderos, 334.
alae, 75, 108.
A b a d , 106. A larico, 378, 379.
abacus, 313. alb añ a l, 81.
abanico, 149. albata, 334.
abogados, 257 y sig. alcobas, 77.
abolla, 139, 145. A lcón, 285.
Accio, b a ta lla de, 25. alea, 311.
a ccu b itu m , 127. A leja n d ría , 190, 238.
acero, 211. A lejan d ro , 88, 152, 251.
A ceste, 229. A le jan d ro Severo, 286.
a cetabulum , 127. A lem ania, 94, 371.
a cró b atas, 136. a lfarero s, 218.
acta diurna, 248. alfab eto , in v en ció n d el, 235.
acta diurna populi, 248. aliculae, 323.
actio p rio r in V errem , 268. alipilus, 290.
actor, 168, 344. aliptes, 299.
acu pin g ere, 158. alm uerzo, 125.
acu ed u cto s rom anos, 222. A lpes, 232.
acus, 155. A lta S em ita , 30, 194.
ad bestias, 336. A ltilia , 117.
ad tonsores, 44. A ltin o , 207.
A driano, 18, 34, 41, 153, 172, 200, alu m b ra d o público, 52.
297, 359. a lveus, 311.
A d riano, m ausoleo, 385. allée, 123.
advocati, 263, 268. a m a n u en ses, 169, 249.
A ed es T elluris, 195. á m b ar, 207, 208.
A era riu m , 28. a m b u la tio n es, 95.
afeitado, 151 y sig. a m en ta , 147.
a fe ita r, n a v a ja de, 151. am olador, 211, 212.
a ffectio m a rita lis, 159. A m p h ith e a tr u m F la v iu m , 27.
Á frica, 94, 371. a m p h ith e a tric a , 238.
A gger, 37. A m sterd am , 35.
a g ric u ltu ra , 206, 212, 218. A n a g ly p h a T raiani, 10.
A gripa, 25, 34. anagnostes, 136.
agua, conducción a las casas, 31. analectae, 132.
ajedrez, 313. A ncona, 221.
A laban da, 14. andron, 75.
398 ÍN D IC E A LFA B É TIC O
C C anidia, 373.
canis, 312.
cabellos, 151 y sig. C annas, 150.
cabellos, tin tu r a s p a ra los, 155, C anosa, 207.
211, 299. can to res, 136.
cabellos, u n g ü en to s p a ra los, 155. capita a n avia, 307.
cad áver, exposición del, 176. C apitolino, 350.
cad áver, in cin eració n del, 176. C apitolio, 5, 7, 10, 11, 19, 21, 27.
cad áver, in h u m ació n del, 176. 28, 34, 39, 250, 377, 379, 381.
Cádiz, 136. C apitolium , 27.
c ajas de caudales, IOS, 109. Capsae, 101.
calam i, 244. capsarius, 299.
calam i aucupatorii, 327. C apua, 207.
c a la m istru m , 154. C aracalla (véase en T e rm a s de).
calam us, 244. caracalla, 145.
calcei, 147, 148. caracalla A n to n ia n a , 146.
calceus patricius, 147. caraclla talaris, 145.
caiceus senato rius, 147. C arlos I I I d e N ápoles, 185.
calculator, 228. c a rn e d e caballo y de p erro , 117.
calculi, 313. carn es, 122.
calculi ordinarii, 313. carn icero , m u e s tra d e u n , 47.
calculi vagi, 313. carpentarii, 252.
caldarium , 95, 130, 296, 298, 299, ca rp e n tu m , 306.
301, 302. c a rp in tero , 214.
caldarium , p ra e fu rn iu m dei, 300. c a rp in te ro s, 218.
cald erero , 217. carptor, 129.
cald ero s, P om peya, 131. C a rre ra d e H u m b erto , 34.
calefacción d el agua y d e las te r C a rre ra d e V íc to r M anuel, 34.
m as, 301. c a rro c e ría, 211.
calices, 130. carruca, 306.
caliga, 148. carrus, 305.
C aligula, 26, 49, 52, 150, 243, 276, c a rta s, 253.
284, 315, 319, 334, 345. carta s, p ap el de, 239, 240.
Calvo, 269. c a rtib u lu m , 74.
calzados, 139 y sig., 211. C asa d e A ugusto, 30.
calles, 190 y sig. casas d e a lq u iler, 66.
cam as, 105. casa d e cam po ro m an a, 91 y sig.
cam illus, 162. Casa d e la M oneda, 28.
C am pania, 38, 182, 183, 205, 206. casa p o m p e y a n a con balcón, S3.
c a m p estre, 139. Casa d e l P o eta trág ico en P o m p e
C am po d e M arte (véase C am pus y a 78.
M a rtiu s). C asa de P u b lio C. T ogete en P o m
C ampo T orrecchiano, 385. peya. F re sc o floral so b re p ared ,
C am po V accino, 393. 86 .
C am pus M artius, 13, 17, 19, 34-36, casa ro m an a, 63 y 66.
39, 41, 139, 315, 344, 380, 381. casa ro m a n a típ ica, 66.
c an d elab ro p a ra lám p aras, P o m casa R o m u li, 23.
peya, 103. Casa de los V ettii. Cocina. P o m
c an d elab ro p a ra velas, 102. peya, 80.
can d elab ro s, 105. casses, 326.
candelae, 109. Cassio y L am ia, ja rd in e s de, 195.
can delas, 109. c astañ u elas, to cad o ras de, 136.
ÍN D IC E A LFA B É TIC O 401
C astello, 41. C ésar, 11, 17, 30, 41, 239, 249, 281,
C astillo de S a n t’A ngelo, 41. 284, 315, 352.
C astra P raetoria, 38. C ésar, ja rd in e s de, 196.
C atania, 114. C esonia, 276.
catasta, 166. C icerón, 24, 25, 28, 31, 44, 70, 91,
cathedra, 106, 229. 126, 133, 147, 151, 153, 169, 170,
ca thedra fem en il o supina, 106. 195, 200, 207, 215, 248, 250, 259,
ca thedra m a g istra l, 106. 261 y sig., 313, 315, 321, 345,
cathedralicii, 106. 350, 353, 357, 359, 360.
catinus, 129. ciervos, caza co n tra los, 326.
C atón el C ensor, 44, 227, 258, 263, cig ü eñ a, 122.
280, 285, 356, 360. cinaedi, 136.
C atón d e U tica, 50. cinaedus, 316.
C atulo, 24, 31, 241, 356. C incinato, 39, 275.
caudex, 246. c in ctu s, 139.
cauponae, 303. cin c tu s G abinus, 144.
causia, 148. c in tu ti C ethegi, 139.
causidici, 270. c in g u lu m , 161.
cavea, 346. circenses, 336, 338.
Cayo Sergio O rate, 302. circo, 19, 331 y sig.
caza, 321 y sig. circo, caza d e las fieras, 334.
caza de aves rap aces, 327. circo, g u ia r los coches, 334.
caza, b a tid a de, 323. circo, lu c h a con las fieras, 335.
caza c o n tra los ciervos, 326. C irco F lam in io , 331, 332.
caza d e cu ad rú p ed o s, 322. Circo M áxim o, 7, 19-21, 28, 331,
caza, escenas de, 325. 385, 389.
caza, in s tru m e n to s de, 323. c iru g ía estética , 289.
caza d el jab alí, 323. cisarii, 305.
caza de la lieb re, 326. c isiu m , 305.
caza d el oso,, 324. C istae, 101.
caza d e los p ájaro s, 322, 326. c iste rn a , 73.
caza, p e rro s am a e stra d o s p a ra la, C itrus, 108.
324. civis, 223.
caza, red es p a ra la, 326. classes, 213.
caza de la salv ajin a, 324. C laudio, 20, 260, 311, 333.
Celio, 17, 26, 30, 50, 195, 197. C laudio M arcelo, 152.
celia frigidaria, 295. clavis, 307
cellae, 101. cla vu s, 141, 221.
cellae fa m ilia res, 82, 93. c lep syd ra 115.
cellae se rvo ru m , 82. clinici, 287.
cena, 125, 132, 133. C livu s P u b liciu s, 20.
cena n u p tia lis, 162. Cloaca M axim a, 8.
cen aculum , 78, 125. Clodio, 24. 25.
cenationes, 94. C nido, 244.
cen atorium , 146, cobre, 218.
cerae, 244. cobro de los im p u esto s, 212.
cerám ica, 205. cocina, 79, 80, 92 (v éase tam b ién
cerdo, 122. e n culina).
cereali, 332, 334. cocineros, 79, 93, 117.
Cerei, 110. coclear, 129.
C erm alus, 23. coches, c a rre ra s de, 333.
C ervicalia, 106. codex, 246.
402 ÍN D IC E A LFA B É TIC O
sabana, 299.
R S abina, 91.
sacculus, 130.
raeda, 305, 306. S a cellu m S tren ia e, 10.
rapere in ius, 262. S aepta, 13, 17, 34, 166.
ra sc a d e ra s, 301. S a ep ta Iu lia , 389.
R a u tilio N am aciano, 379. S ág an a, 373.
R av en a, 206. sagatio, 51.
R ecia, 371. sagena, 328.
re c ip ie n te p a ra c a le n ta r agua. sa g u m m ilita re , 144.
P om peya, 130. S ag u n to , 285.
red em p to r, 215. salarii, 43.
re d es p a ra la caza, 326. S alern o , 206.
reg alos, 136. sa le ro d e p ia ta, de B oscoreale, 126.
regilla, 161. salinae, 21.
Regolo, ja rd in e s de, 195. sa lin u m , 127.
R égulo, M anio A quilio, 40. salm o n ete, 123.
re lo j, 113, 114. salm u e ra , 123.
relo j de agua, 113, 115. salsas, 123.
relo j de sol, 113. saltatio, 316.
R em o, 23. S alustio, 322.
R en acim ien to , 389. sa lu ta tio m a tu tin a , 72.
rep o sito riu m , 107, 127, 129. s a lv a jin a , caza de la, 324.
rep otia, 163. sa lv a jin a , c ría de la, 122.
re p u d iu m , 160. Sam os, 14.
res, 169. S an A d rian o , iglesia de, 384.
retía, 326. S an L o ren zo de M iranda, iglesia
retia rii, 333. de, 384.
re tra to s, 82. S a n P ablo, b asílica de, 380.
ÍN D IC E A LFA B É TIC O 415
San P edro, basílica de, 18, 380. se rvu s a cubiculo, 78.
S an Silvestre, m onjes de, 384. se rvu s proelucens, 49.
san dalias, 147. Sevelli, 385.
sa n g u in eu m , 161. se x crines, 161.
S a n t’A ngelo, castillo de, 41. S ex to R oscio A m erino, 268.
S an ta F ra n c isc a R om ana, iglesia, Sicilia, 151, 236, 269.
18. sigm a, 127.
S a n ta M aría la A n tig u a, iglesia, sig n o s m ágicos, 368.
384. Sila, 183.
S a n ta M aría la M ayor, 389. silfio , 280.
Santos Cosme y D am ián, iglesia, Silio y S cap u la, ja rd in e s de, 195.
384. Silvae, 10.
sapo, 155, 298. silla de m anos, 304.
S am o , 185. sin u s, 142, 144, 326.
sá tira s, 349 y sig. S iracu sa, 152, 190, 221.
S a tu rn ales, 148. Siro, 193.
Scalae G em oniae, 28. sitaco, 122.
scalprum , 244. so b rev estes, 146.
scairinum , 106. socci, 147, 148.
sca phium , 130. S ó crates, 367.
scapus, 239. solarium , 113.
scientia h erbarum , 275. soleae, 130, 147, 148.
scim p o d iu m , 105. so m b rero , 148.
scissor, 129. so m b rilla, 149.
scoparii, 132. so rdidatus, 153.
scrinia, 101. S o rren to , 207.
sculponea, 148. so rtija s, 149, 150.
schedae, 239. sortilegios, 363 y sig.
secundae m ensae, 132. Sosii, h erm a n o s, 250.
S ecu n d u s, 250. Sotérico, 219.
sedas, 209. specularia, 209, 210.
sella, 106, 229. specularii, 222.
sella gestatoria, 304. sp h a e risteriu m , 296, 298.
sello, 181. sp in a alba, 162.
sello del oculista, 287, 288. sponda, 105, 106.
Séneca, 13, 46, 70, 79, 114, 150, sp o rtu la , 135.
170, 219, 300, 302, 337. sp u m a B atava, 155, 211.
senio, 312. E sp u rio C arvilio, 227.
señ oras, objetos p a ra su uso, 141, sta tio n a rii, 252.
142, 143, 145. S ta tu a M a m u ri, 194.
seplasarii, 276. S ta tu a P isonis, 194.
S ep ten trió n , 379. S ta tu a P lanci, 194.
S eptim io Severo, 10, 27, 98. stib a d iu m , 127.
S eptim io Severo, arco de, 391, 393. stilu m v erte re , 247.
S e p tim o n tiu m , 4, 5. stilu s, 247.
S ep tizo n iu m , 27, 385, 386. stola, 130, 146, 147.
sep u lcru m , 179. sto la m a tro n a lis, 147.
se rv i ab epistolis, 249. stolatae, 146.
serv icio s postales, 251. stragula, 106.
S ervilio N oniano, iM., 369. stra m en ta , 106.
serv illeta, 129. stratores, 252.
S ervio T ulio, 37. stric tim , 154.
416 ÍN D IC E A LFA B É TIC O