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1.

La Autonomía

1.1 Introducción al tema de la Autonomía

Hablar de la autonomía a comienzos del siglo XXI no resulta un tema


novedoso, aunque tal vez no se conozca a profundidad su significado,
esto porque se relaciona (con razón o sin ella) a una práctica ideológica y
cultural como la del individualismo. El individuo parece ser un nuevo dios
que tiene múltiples derechos pero cuyos deberes no tienen la misma
equivalencia, esto no es gratuito, provenimos de sociedades donde el
peso de la moral colectiva y la represión social sobreabundó sin la
posibilidad crítica. Hemos heredado ambientes victorianos1 en donde lo
colectivo siempre ha pesado más que lo individual. Pero no confundamos,
la autonomía no es comparable al individualismo (entendido este como la
comprensión de los derechos y valores del individuo por encima de los de
la sociedad y los del Estado) digamos que la autonomía es una reflexión y
un ejercicio serio del sujeto y sus responsabilidades de ese mismo individuo
en relación con el mundo en el cual se desenvuelve. Sin embargo, a pesar
de las represiones y los colectivismos mencionados, el tema se ha venido
construyendo desde hace ya varias centurias y su sola mención se
convierte en un reto en un mundo que parece girar entre la manipulación
social y el aparente ejercicio de la libertad.

Nos parece importante incluir este en el módulo porque todo ejercicio de


aprendizaje, todo acto pedagógico profundo debería estar enmarcado
en un escenario autónomo. No hemos sido educados para la autonomía
sino para dependencia, de hecho nadie es absolutamente independiente,
pero no se trata de establecer absolutos, se trata de abrir caminos, de

1
 Se  conoce  por  victoriano  lo  relativo  a  la  época  victoriana,  durante  el  reinado  de  Victoria  de  Inglaterra,  
famosa  por  su  represión  moral  en  cuanto  a  lo  sexual  y  a  extendidas  costumbres  bastante  rígidas.  

1
nuevas rutas a la hora de aprender y de aprehender, pero también de
existir, de trasegar por la vida misma.

1.2 Definición de Autonomía


La palabra autonomía proviene de dos palabras griegas, autos que
significa YO, la referencia a sí mismo y la segunda palabra es nomos que
significa LEY, NORMA o MANDATO Etimológicamente significaría eso la
norma impuesta de sí mismo. De modo más amplio la autonomía es la
condición para no depender de nadie más que de sí mismo. Decíamos en
el apartado anterior que esto no se consigue de manera absoluta dado
que el ser humano es siempre interdependiente, al ser relacional, al estar
en permanente contacto con sus semejantes va tener algún grado de
dependencia de ellos. A lo que se apunta aquí es a la capacidad del
sujeto a elaborar y construir sus propias convicciones de las cuales puede
construir nuevas reglas para su vida misma, es el ejercicio profundamente
reflexivo bajo cual a través del cultivo de sí mismo el sujeto es capaz de
hacer de su propia vida una obra de arte que pueda ser admirada por
otros, o al menos respetada, y esto porque la coincidencia de lo que se
piensa con lo que se hace no es otra cosa más que la coherencia, de lo
cual es posible deducir que la autonomía es siempre un ejercicio en
permanente construcción.

Esta construcción hace referencia al sentido ético de saber quién es uno


mismo, cuáles son los valores y la jerarquía que le damos a los mismos y con
los cuáles leemos los sucesos del mundo. Uno de esos valores suele ser la
responsabilidad, en el sentido de la capacidad de responder, de dar
respuesta a una situación, la primera respuesta que uno debería tener es
sobre uno mismo. La gran discusión de la ética de la autonomía subyace
sobre eso, porque la autonomía no es más que poder responder por lo que
uno piensa, por el sistema de valores en los que uno cree, por la idea que
se tiene de uno mismo2 pero por sí mismo y no por otro. Es cierto que
nuestros conceptos y acciones no son radicalmente originales pero
suponemos un mínimo de libertad para poder optar para escoger unas
concepciones y descartar otras.

2
 Cfr  BUTLER,  Judith.  Dar  cuenta  de  sí  mismo.  Violencia  ética  y  responsabilidad.  Buenos  Aires:  Amorrortu.  
2009.  192  pags.  

2
La autonomía ya la había puesto sobre la mesa el pensador alemán
Immanuel Kant, quien en medio del fervor de la ilustración y en los
preludios de la revolución francesa se hace la pregunta en su texto ¿Qué
es la Ilustración? Sobre la condición de la mayoría de edad de los sujetos.
Se supone que el movimiento ilustrado no es más que una preocupación
porque la humanidad despierte de unos letargos que la han sumido en
una esclavitud mental que no le ha permitido valerse por sí misma. Por eso
Kant afirma: “La pereza y la cobardía son causa de que una gran parte de
los hombres continúe a gusto en su estado de pupilo, a pesar de que hace
tiempo la Naturaleza los liberó de ajena tutela (Naturaliter majorennes)”3 Es
un llamado a ser mayores de edad, a dejar de sucumbir en ese infantilismo
a los cuales ciertos discursos, ciertas formas de pensar, nos predisponen.

Lo que Kant llama “mayoría de edad” no es otra cosa más que estatuto de
autonomía del sujeto, que tenga la posibilidad de decidir por sí mismo, que
tenga la oportunidad de elaborar sus criterios propios, que lo que se
entiende por libertad (capacidad racional para tomar decisiones) se
pueda ejercer. Kant quiere dejar claro que más allá de que la ilustración
sea un movimiento intelectual es una actitud en la que usa la razón para
actuar. No son pocas las taras que se heredan por la cultura, por la
educación o por tradiciones y mitos poco pensados. Usar la razón significa
pensar el mundo, hacer análisis de lo que tengo en medio. No pocas
personas sucumben bajo la coerción y la manipulación y no hacen uso de
este don de la razón.

Entonces, sí la autonomía es el uso de la razón, es a su vez la posibilidad de


elaborar preguntas frente a lo que sucede, frente a la información que se
recibe. Aparece aquí el sentido crítico como cuestionamiento profundo
por la realidad, pero no criticar por criticar, es la crítica apuntando a la
transformación del mundo. Quien pregunta es porque tiene un saber
previo pero a la vez pretende profundizar ese saber, reconoce que la
sabiduría radica en tener la conciencia de que estamos en un aprendizaje
permanente y que lo único constante es el cambio. La autonomía es una
condición ineluctable para adquirir aprendizajes significativos y de valor
agregado.

El concepto antónimo u opuesto al de autonomía es el de heteronomía


que significa “la ley o norma impuesta por otros” o dicho en otros términos
es la condición en donde la voluntad no se rige por sus propios criterios o
convicciones sino por normas fuera de ella. Mientras en el nivel

3
 Consultado  en:  http://pioneros.puj.edu.co/lecturas/interesados/QUE%20ES%20LA%20ILUSTRACION.pdf  

3
autonómico es el propio sujeto quien constituye sus propias reglas, la
heteronomía apunta a que la norma viene de fuera. Como bien lo apunta
el profesor Salvador Villalobos: “Hablar de heteronomía significa que la
obligatoriedad del sujeto se funda en algo extraño; en que hay un
obligante frente a un obligado… La heteronomía como coacción externa
nos puede hacer obrar en forma convencional a través de la rutina y la
mimética. Obedeciendo a conductas dogmáticas, rígidas e inflexibles”4. La
heteronomía forma la norma social en la que todos los seres humanos que
vivimos en comunidad nos encontramos. Todos los seres humanos que
viven en comunidad asumen la ley que viene de fuera, esta existe antes
del sujeto.

Lo anterior significa que los humanos conviven con entre la heteronomía y


la autonomía, en lo lingüístico son antónimos, pero perfectamente estas
dos realidades las podemos encontrar conviviendo en los sujetos. Sin duda
es factible encontrar sujetos que sólo vivan en el ámbito de lo heterónomo,
incapaces de decidir por sí mismos, con una voluntad supeditada a lo que
digan los demás, con el criterio prestado. Pero los sujetos autónomos
poseen niveles de heteronomía dado que interiorizar la ley y del deber
también hace parte del proceso autonómico.

La autonomía es el ejercicio por medio del cual el sujeto se crea a sí mismo,


no es una creación del todo acabada, es un proceso permanente que
exige un compromiso personal que no cesa sino con la muerte. Y la
autonomía no es una característica que venga con la personalidad,
aunque es posible que ciertos rasgos sean más dados a ciertos tipos de
independencia, es una virtud que no está terminada sino que se recrea
con cada acto. Podríamos crear un perfil sobre una persona autónoma
pero eso sería ambicioso, lo cierto que es que cada sujeto tiene en sus
manos la posibilidad de convertir su propia existencia en un escenario de
autonomía con dos palabras fundamentales: iniciativa (entendida como
capacidad de proponer, construir, crear y renovar) responsabilidad
(Facultad de responder por lo que se hace, poder dar respuesta a los
hechos e ideas que se poseen)

Pero no hemos hablado de autonomía por el hecho de exaltar un valor o


una cualidad, hablamos de autonomía porque no hay proceso de
educación seria sin que tenga como núcleo la autonomía. Ya lo decía el
pedagogo brasileño Paulo Freire: “Enseñar exige respeto a la autonomía
del educando” 5 no es un asunto que simplemente es valioso o didáctico
4
 VILLALOBOS  ANDRADE,  Salvador.  Filosofía  III.  México:  Umbral.  2004.  p  113  
5
 FREIRE,  Paulo.  Pedagogía  de  la  autonomía.  Buenos  Aires:  Siglo  XXI.  P  47  

4
en la educación es de orden esencial en todo acto pedagógico
significativo. Pero esto se hace aun más fuerte en el campo de la
educación virtual, la autonomía es soporte fundamental, si en la
educación presencial es algo menester, en la educación no se adquieren
aprendizajes significativos sin entender que el acto de aprender es
fundamentalmente un tesoro de la voluntad.

1.3 Autonomía y Educación Virtual

Para hablar de este tema vuelvo a invocar unas palabras de Paulo Freire:
“El respeto a la autonomía y a la dignidad de cada uno es un imperativo
ético y no un favor que podemos o no concedernos unos a los otros.
Precisamente por éticos es por lo que podemos destacar el rigor de la
ética y llegar a su negación, por eso es imprescindible dejar claro que la
posibilidad del desvío ético no puede recibir otra designación que la de
transgresión”6 Estas mismas palabras se aplican para el mundo de la
educación virtual, toda educación ética busca desarrollar nuevos
elementos de libertad en los sujetos, que despliegue sus gustos, de tal
manera que pueda crecer como persona.

No es posible un aprendizaje de valor, un aprendizaje significativo sin


autonomía. Esto se conecta a su vez con lo que habíamos mencionado en
la cartilla anterior cuando decíamos hablando de la motivación que el
interés podía producir conocimiento, esa motivación está cubierta por la
decisión libre y personal de conocer y profundizar. La autonomía
educativa está soportada en la voluntad como deseo decisión frente a
una opción, la Libertad que permite escoger entre diversas posibilidades y
la autoestima como el afecto que tiene el sujeto por sí mismo.

Todos los elementos son fundamentales pero la autoestima soporta a la


voluntad en el deseo de aprender por que es crecimiento interior, eso sólo
es posible realizarlo en un ambiente y convicciones de libertad. Así mismo
la libertad supone que existe confianza en el deseo de aprendizaje del
sujeto. En la educación virtual el tutor o docente no está encima del
estudiante para que realice las lecciones, el estudiante sabe que debe
estudiar porque es lo que le conviene, porque el acto de estudiar es un

6
 Consultado  en  la  web:  
http://www.diadelemprendedor.buenosaires.gob.ar/areas/salud/dircap/mat/matbiblio/freire.pdf  

5
hecho profundamente ético, porque el futuro se construye desde el
presente a través del acto del estudio.

La educación virtual potencia a su vez el conocimiento por medio de las


herramientas tecnológicas, ve en ellas elementos de dominación y de
producción instrumental desabrida, todo lo contrario, ve en ellos
posibilidades didácticas y sobre todo nuevos horizontes de conocimiento.
En la educación virtual es el estudiante quién decide qué aprender y
cómo aprender. El saber está allí, el estudiante debe tomarlo, debe
asumirlo. Pero sobre todo coloca al tutor no como un oráculo que todo lo
sabe, sino como aquel que orienta, aquel que guía que propone, no se
pierde su rol sino que se renueva. El estudiante es principal protagonista de
su formación, aprende porque quiere, aprende porque lo desea, no se
trata de una imposición sino de una convicción. No es fácil cambiar de
chip porque venimos de educación presencial por miles de años y la
educación virtual es una aventura que apenas comienza. Pero las grandes
iniciativas siempre comenzaron con un suspiro.

A modo conclusivo, cualquier empresa educativa tiene todo el sentido de


nobleza en la medida en que la acompaña un espíritu autonómico, me
refiero a que el amor por uno mismo como medio claro de crecer, de
conocer, el conocimiento es un medio para la sabiduría, no la sabiduría,
está es la conciencia de que el camino siempre se está haciendo y
mientras existimos estamos caminando, y la educación sí que nos ayuda a
caminar, allí tiene razón de nuevo Paulo Freire: “No existe educación sin
sociedad humana, y no existe hombre fuera de ella”7

Juan Carlos López H

7
 FREIRE,  Paulo.    La  educación  como  práctica  de  libertad.  Madrid:  Siglo  XXI.    2009.  P  27  

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