Está en la página 1de 195

Capítulos de 50 Sombras de Grey,

adaptados al punto de vista de Travis Maddox:


El bar es ruidoso y agitado, lleno de imbéciles dispuestos a
emborracharse. Me levanto de la mesa. Woah. La cabeza me da vueltas.
Tengo que sostenerme del respaldo de la silla. Los cocteles a base de
tequila no son una buena idea. Aunque, estoy casi seguro que esas bebidas
que nos dio Lightwood tenían algo extraño. No confío en ese Rubio.
Sobre todo porque no se quedó en el bar. ¿A dónde iría? Grey tampoco
está aquí. Después de que terminó el Karaoke se fue al hotel.

Me dirijo hacia la barra y decido que debería visitar el tocador mientras


puedo mantenerme sobre mis propios pies. Bien pensado, Maddox. Me
tambaleo a través de la multitud. Por supuesto, hay una fila, pero al
menos está tranquilo y fresco en el pasillo. Tomo mi teléfono celular para
aliviar el aburrimiento de la fila de espera. Hmm… ¿A quién llamé la
última vez? ¿A Pigeon? Antes de ese hay un número que no
reconozco. Ah, sí. Grey, creo que este es su número. Me río tontamente.
No tengo idea de qué hora es, tal vez lo despierte. Quizá pueda decirme
por qué no quiso venir al bar. Él es tan críptico. Contengo una sonrisa de
borracho y presiono el botón de re llamada. Responde al segundo timbre.

—¿Maddox? —Está sorprendido de escucharme. Bueno, francamente,


estoy
sorprendido de llamarlo. Entonces, mi confundido cerebro registra…
¿Cómo sabe que soy yo?
—¿Por qué no quisiste venir al bar con nosotros, Grey? —digo, formando
mal las palabras.
—¿Maddox, estás bien? Tu voz suena extraña. —Su voz está llena de
preocupación.
—Yo no soy la extraño, tú lo eres —lo acuso. Ahí, eso se lo dice, mi valor
alimentado por el alcohol.
—Maddox, ¿has estado bebiendo?
—¿Qué te importa?
—Estoy… curioso. ¿Dónde estás?
—En un bar.
—¿Cuál Bar? —Suena exasperado.
—Un bar en Las Vegas —Es obvio. Este tipo es un imbécil.
—¿Cómo regresarás al hotel?
—Encontraré una manera. —Esta conversación no está saliendo como
esperaba.
—¿En qué bar estás?
—¿Por qué no quisiste venir, Grey?
—Travis, ¿dónde estás? Dímelo ahora. —Su tono es tan, pero tan
dictatorial…
como siempre controlador. Me lo imagino como un director de películas
antiguas,
usando pantalones de montar, sosteniendo un megáfono y una fusta. La
imagen me hace reír a carcajadas.
—Sigues intentando ser el dominante… —Suelto una risita tonta.
—Maddox, ayúdame con esto, ¿en dónde diablos estás?

Christian Grey está maldiciendo frente a mí. Me río de nuevo. Un


momento, Grey siempre maldice frente a mí.

—Estoy en Las Vegas…


—¿En qué parte de Las Vegas?
—Adiós, Grey.
—¡Maddox!

Cuelgo. ¡Já! Aunque no me dijo nada de por qué no quiso venir. Frunzo el
ceño. Misión no cumplida. Estoy realmente borracho, mi cabeza nada
incómoda mientras me arrastro en la fila. Bueno, el objetivo del ejercicio
era emborracharse. Lo he logrado. Esto es algo como: una experiencia que
probablemente no debe ser repetida. Aunque siempre digo eso. La fila se
ha movido y ahora es mi turno.

Me quedo mirando fijamente el cartel en la parte posterior de la puerta del


baño que exalta las virtudes del sexo seguro. Me cago en Parker, ¿acabo de
llamar
a Christian Grey? Mierda. Mi teléfono suena y me hace saltar. Grito por la
sorpresa.

—Hola —gimo tímidamente al teléfono. No había contado con esto.


—Iré a recogerte —dice y cuelga. Sólo Christian Grey puede sonar tan
tranquilo y
amenazante al mismo tiempo.
Santa mierda. Subo mis pantalones. Mi corazón late con fuerza. ¿Vendrá a
buscarme? Ay no, me voy a enfermar… no… estoy bien. Espera.
Simplemente está jugando con mi cabeza. No le dije en dónde estaba. No
puede encontrarme aquí. Además, le tomará horas llegar aquí desde el
hotel. El tráfico es caótico. Y ya nos habremos ido para entonces. Me
lavo las manos y compruebo mi rostro en el espejo. Me veo ruborizado y
ligeramente desenfocado. Hmm… Ciruela de Hada. Ese Rubio nos jodió
una vez más. Estoy casi seguro.

Espero en la barra por lo que se siente como una eternidad por la jarra de
cerveza y finalmente vuelvo a la mesa.

—Te fuiste por mucho tiempo —me regaña Eaton—. ¿Dónde estabas?
—En la fila para ir al baño.

Patch y Daemon están teniendo un acalorado debate acerca de si


realmente fue Ciruela de Hada lo que el Rubio nos dio. Patch hace una
pausa en su sermón para servirnos cerveza a todos y tomo un largo trago.

—Eaton, creo que será mejor que salga y tome un poco de aire fresco.
—¿Seguro? Hay muchos travestis en éste lugar. Creo que Lightwood nos
trajo a un bar Gay.
—Rubio de mierda. Por eso no se quedó. Me las pagará. Lo juro.

Me abro paso a través de la multitud de nuevo. Estoy comenzando a sentir


náuseas, mi cabeza está girando y no tengo mucho equilibrio. Menos
equilibro de lo normal y tomar el aire fresco en el estacionamiento hace
que me cuenta de cuan borracho estoy.

Mi visión se ha visto afectada y realmente estoy viendo doble todas las


cosas, al igual que en las viejas repeticiones de los dibujos animados de
Tom y Jerry. Creo que voy a vomitar. ¿Por qué me permití llegar a esto?,
¿Otra vez Ciruela de Hada? Mierda, ¿en dónde terminaré esta vez?

—¿Travis Maddox, cierto? He escuchado hablar de ti. —Uno de los


Travestis se ha acercado—. ¿Estás bien?
—Creo que simplemente he bebido un poquito demás. —Le sonrío
débilmente. No quiero parecer asustado.
—Yo también —murmura, sus oscuros ojos mirándome intensamente.
Viste un traje de lentejuelas. Me recuerda a Lady Gaga—.
¿Necesitas ayuda? —pregunta y da un paso hacia mí, poniendo sus brazos
a mi alrededor. Mierda. Yo no soy Gay.
—No sé quién eres pero… estoy bien.—Intento empujarlo para alejarlo
pero es un débil intento. Estoy mareado y no tengo fuerzas.
—Mad Dog, por favor —susurra, y ahora me sostiene en sus brazos,
acercándome más a él. Oh, no.
—¿Qué estás haciendo?
—Me gustas, Mad Dog —Una de sus manos está en la parte baja de mi
espalda apretándome contra él, la otra sobre mi mentón tirando de mi
cabeza hacia atrás. Demonios… este hijo de Parker va a besarme.
—No, detente, no. —Lo empujo, pero es una pared de músculo duro y no
lo
puedo mover. Su mano se ha deslizado hacia mi escaso cabello y deja
quieta mi cabeza.
—Maddox, cariño —susurra contra mis labios. Su aliento es peor que el
de Patch cuando come tacos, o el de Daemon cuando eructa después
tragar. Con brusquedad, traza un sendero de asquerosos besos a lo largo
de mi mandíbula hasta la comisura de mis labios. Me siento borracho,
fuera de control y con pánico. La sensación es sofocante.
—Hijo de puta, no —suplico. No quiero esto. Creo que voy a vomitar.
—¿Y si mejor te lo llevas a un hotel? —dice tranquilamente una voz en la
oscuridad.

¡Santa Mierda! Christian Grey, está aquí. ¿Cómo? El travesti me libera.

—¿Christian Grey? —pregunta con sequedad. Miro ansiosamente a Grey.


Él está mirando al Travesti con el ceño fruncido. Pensé que esto le parecía
divertido, pero no, él está furioso. Mierda. Mi estomago da un tirón y me
inclino hacia adelante, mi cuerpo ya no es capaz de tolerar el alcohol y
vomito de forma espectacular sobre el suelo.
—Ugh, ¡Dios mío, Mad Dog! —El Travesti vestido de Lady Gaga salta
hacia atrás, asqueado. Grey me empuja a un jardín ubicado en el borde
del estacionamiento. Noto, con profunda gratitud, que está relativamente
oscuro.
—Si vas a vomitar otra vez, hazlo aquí. —Uno de sus brazos
está alrededor de mis hombros, con el otro creo que intenta ahogarme en
mi propio vomito el hijo de puta. Trato de alejarlo pero vomito
de nuevo… y otra vez. Ésta vez cayó un poco de vómito en sus zapatos y
definitivamente no está contento. Oh, mierda, ¿cuánto tiempo iba a durar
esto? Aun cuando mi estómago está vacío y ya nada viene, horribles
arcadas sacuden mi cuerpo. Prometo en silencio que jamás volveré a
beber. Esto es simplemente demasiado horrible como para poder
expresarlo en palabras. Finalmente, se detiene.

Mis manos descansan en la pared de ladrillo que bordea el pequeño jardín,


apenas sosteniéndome, vomitar tanto es agotador. Grey retira sus manos y
se dispone a limpiarlas con un pañuelo. Sólo él tendría un pañuelo de lino
recién lavado con las iníciales CTG grabadas en él. Se lo arrebato en un
descuido y me limpio la boca. Me pregunto qué significa la “T” ¿Tarado?
No me atrevo a mirarlo. Estoy abrumado por la vergüenza, disgustado
conmigo mismo. Quiero que las azaleas del jardín me traguen y estar en
cualquier parte menos aquí.

El Travesti continúa rondando la entrada del bar, vigilándonos. ¿Me


dejará en paz si le presento a Grey? No es mala idea. Gimo y pongo mi
cabeza entre mis manos. Este tiene que ser simplemente uno de los peores
momentos de mi vida. Mi cabeza sigue a la deriva mientras trato de
recordar uno peor —sólo consigo recordar cuando me abandonó Pigeon—
y esto es mucho, mucho más terrible en términos de humillación. Me
arriesgo a darle un vistazo a Grey. Me está mirando fijamente, su
rostro íntegro, sin dejar traslucir nada. Me doy la vuelta y miro al Travesti
quien luce muy avergonzado y, al igual que yo, intimidado por Grey. Lo
fulmino con la mirada.

Tengo unas cuantas cosas que decirle a ese clon de Lady Gaga.

—Eh... nos vemos luego —murmura, pero ambos lo ignoramos y él


se escabulle dentro del edificio. Estoy solo con Grey. Doble mierda. ¿Qué
debería decirle? Disculparme por la llamada telefónica. Nah, si le he
hecho cosas peores. Sin embargo, él acaba de ayudarme.
—Lo siento —murmuro, mirando el pañuelo que estoy apretando
furiosamente con los dedos. Es tan suave.
—¿Qué es lo que lamentas, Maddox?
Ah mierda, está exigiendo una explicación.
—La llamada telefónica principalmente, sentirme mal. Ah, la lista es
interminable. Aunque es tu culpa por ser tan fácil de trollear —murmuro.
—Todos hemos estado ahí, quizás no tan dramáticamente como tú —dice
secamente—. Se trata de conocer tus propios límites, Maddox. Quiero
decir, estoy a favor de presionar hasta el límite, pero, de verdad, esto es
demasiado. ¿Este tipo de comportamiento es un hábito en ti?

La cabeza me zumba por el exceso de alcohol y la irritación ¿Qué


demonios tiene que ver esto con él? No lo invité aquí. Suena como un
hombre de mediana edad
regañándome como si fuera un niño descarriado. Y yo soy un tipo
bastante tranquila, casi ni me meto en problemas “Maddox el tímido” me
dicen. Una parte de mí quiere decirle que si quiero emborracharme cada
noche como lo hice hoy, entonces es mi decisión y no tenía nada que ver
con él, pero no soy lo suficientemente valiente. No ahora que he vomitado
frente a él. ¿Por qué sigue aquí?
—No. Digo… Si —digo compungido—. He estado borracho antes y ahora
mismo tengo deseos de volver a estarlo.

Simplemente no entiendo por qué está aquí. Comienzo a sentirme


mareado. Él se da cuenta y se hace a un lado para que termine de caerme
sobre mi propio vomito. Hijo de puta, un día de estos me las paga.

—Vamos, te llevaré al Hotel —murmura.


—Tengo que decirle a Daemon, Patch, Tobías. Y tengo que buscar a
Mellarksito. No sé dónde está.
—Taylor puede decirles.
—¿Qué?
—Mi guardaespaldas, Taylor, está hablando con ellos.
—¿De veras? —No lo entiendo.
—Él estaba conmigo cuando llamaste.
—¿En Las Vegas? —Estoy confundido.
—Claro que sí, idiota. ¿Dónde más?, ¿Quieres que te lo explique con
manzanitas? Rastreé tu teléfono celular, Maddox.

Oh, por supuesto que lo hizo. ¿Cómo es posible? ¿Es legal? Acosador, me
susurra mi subconsciente a través de la nube de tequila que todavía flota
en mi cerebro, pero de alguna manera, porque se trata de él, no me
extraña.

—¿Tienes una chaqueta o algo que hayas traído contigo?


—Eh… Sí. Grey, por favor, tengo que buscar a Mellarksito. Se
preocupará si no se ve. —Su boca se aprieta en una línea dura y suspira
pesadamente.
—Si tienes que hacerlo.

Me obliga a ponerme de pie y, empujándome, me conduce de nuevo


dentro del bar. Me siento débil, todavía borracho, avergonzado, exhausto,
mortificado y en algún extraño nivel, extremadamente emocionado. Él
está empujándome, ¿qué se cree?, ¿mi mamá? Todo esto es un despliegue
tan confuso de emociones. Necesitaré de al menos una semana para
procesarlas todas.

Aquí es ruidoso, está lleno de gente y la música ha comenzado, por lo que


hay una gran multitud en la pista de baile. Patch y Daemon no están en
nuestra mesa y tampoco veo Tobías por ningún lado. Seguro Peeta se
siente perdido y desamparado estando solo. Oh, mi rayito de luz.

—¿Dónde está Mellarksito? —le grito a Daemon por encima del ruido. Mi
cabeza comienza a palpitar al ritmo del contrabajo.
—No lo he visto desde hace un par de horas —grita Daemon y puedo
decir que está enfadado. Está mirando a Grey suspicazmente. Aún no
sabemos por qué no nos quiso acompañar.

Me pongo mi chaqueta negra. Estoy listo para irme una vez haya visto a
Peeta. Le preguntaré si nos quiere acompañar. No lo dejaré solo con estos
estúpidos.

—Eaton está en la pista de baile. Le preguntaré si ha visto a Peeta —Toco


el brazo de Grey, me inclino y le grito al oído, rozando su cabello con la
nariz, oliendo su aroma a… mi propio vomito. Ay mi Dios. ¿Qué diablos
comí? Y ahora Grey apesta a eso.

Él pone los ojos en blanco, me empuja de nuevo hasta la barra. Es servido


inmediatamente. No hay espera para el señor Controlador Grey, ¿todo le
tiene que llegar tan fácilmente? No puedo escuchar lo que ordena. Me
entrega un vaso enorme de agua helada.

—Bebe —me ordena.

Las luces se mueven dando vueltas al compás de la música arrojando


extraños colores y sombras al bar y a sus clientes. Él alterna entre verde
Shrek, azul pitufo, blanco Gallo Claudio y un rojo demoniaco. Me
observa con atención. Tomo un sorbo tentativo.

—Bébelo todo —grita para hacerse oír por sobre la música.


Es tan autoritario. Se pasa una mano a través de su cabello rebelde. Se ve
frustrado, enojado. ¿Cuál es su problema? Aparte de que Travis Maddox
lo llame en medio de la noche y él piense que debe rescatarlo. Y resulta ser
que si debe salvarlo…y de un Travesti que parece hijo perdido de
Madonna y Lady Gaga. Y luego le ve vomitando a sus pies. Ay,
Maddox… ¿Superarás esto alguna vez? Mi subconsciente está
chasqueando la lengua y mirándome fijamente por encima de sus anteojos
de media luna, figurativamente hablando, claro. Me balanceo un poco y él
no intenta estabilizarme. Hago lo que se me dice y me tomo el vaso
entero. Me hace sentir mareado. Quitándome el vaso de las manos lo
coloca en la barra. En medio del desenfoque, le doy un vistazo a lo que
lleva puesto; una camisa blanca holgada de lino, pantalones ajustados,
zapatillas converse negras y una chaqueta oscura a rayas. Su camisa está
desabrochada en la parte superior y no veo una pizca de pelo. En mi
actual estado mental, se ve tan idiota como siempre.

Me empuja una vez más. Santo cielo, me lleva a la pista de baile. Mierda.
Yo no bailo. Puede sentir mi resistencia y bajo las luces de colores, puedo
ver su ligeramente sardónica sonrisa divertida. Le da un tirón a mi mano y
casi caigo. De esto también me vengaré. Comienza a moverse,
llevándome con él. Caramba, sabe bailar. ¿Se habrá dado cuenta que
estamos en un bar Gay? Ya me imagino su cara de imbécil cuando se dé
cuenta. Me niego a seguir el ritmo. Con suerte es a él al único que se
comerán a besos estos hijos de Tinkerbell.

Nos mueve a través de la multitud de bailarines hasta el otro lado de la


pista de baile y llegamos a donde está Tobías. La música martillea
con fuerza en mi cabeza. Se me corta la respiración. Tobías está haciendo
sus movimientos. Baila moviendo su trasero. ¿Por qué le gusta tanto bailar
el Oppa Gangnam Style? No cabe duda que la Ciruela de Hada aún tiene
efecto en él. ¡Madre mía, Eaton! Me sonríe y me dice adiós con la mano.
Ya ni le pregunté si sabe dónde está Peeta. Grey nos saca de la pista de
baile.
Nunca llegué a hablar con Peeta. ¿Está bien? Dejarlo solo en Las Vegas es
como dejar a un gatito bebé en medio de una autopista. Estoy
preocupado. Mis pensamientos se estrellan contra mi cerebro, luchando
con la difusa sensación de embriaguez. Hace tanto calor aquí, es
demasiado ruidoso, colorido, demasiado brillante. Mi cabeza comienza a
ir a la deriva, ay no…y puedo sentir el suelo viniendo al encuentro de mi
rostro o al menos así se siente. Lo último que oigo antes de desmayarme
en los brazos de Grey, es su discordante calificativo:

—Mierda.

Está muy silencioso. La luz es muy débil. Me siento cómodo y cálido en


esta cama. Hmm… Abro mis ojos y por un momento estoy tranquilo y
sereno, disfrutando los extraños y desconocidos alrededores. No tengo
idea de dónde estoy. La cabecera detrás de mí tiene la forma de un
enorme sol. Es extrañamentefamiliar. La habitación es grande, espaciosa y
lujosa, amueblada en tonos cafés, dorados y beiges. La he visto antes.
¿Dónde? Mi cerebro aturdido lucha a través de sus recientes memorias
visuales. Mierda. Estoy en… una suite de nuestro hotel. He estado parado
en una habitación parecida a esta, pero esta parece más grande.

Oh, mierda. Estoy en la suite de Christian Grey. ¿Cómo llegué aquí?

Recuerdos fragmentados de la noche anterior regresan lentamente a


atormentarme. La bebida con Ciruela de Hada, ay no la bebida con
Ciruela de Hada, la llamada telefónica, oh no la llamada telefónica, el
vómito, oh no el vómito. Patch, Daemon, Tobías. El Rubio que nunca
apareció, Peeta perdido en Dios sabrá dónde y luego Grey. Oh no. Me
estremezco por dentro. No recuerdo venir aquí. Estoy usando mi camiseta
y calzoncillos. Sin calcetines. Sin jeans. Mierda. Echo un vistazo a la mesa
de noche. En ella hay un vaso con jugo de naranja y dos pastillas. Advil.
Que controlador es, piensa en todo. Me siento y tomo las pastillas.
En realidad no me siento tan mal, probablemente mucho mejor de lo que
merezco. El jugo de naranja tiene un sabor divino. Apaga la sed y es
refrescante. Nada es mejor que el jugo de naranja recién exprimido para
revivir una boca seca.

Hay un golpe en la puerta. Mi corazón salta a mi boca y parece que no


puede
encontrar mi voz. Él abre la puerta de todos modos y entra.

Me cago en Parker, ha estado haciendo ejercicio. Usa pantalones de


chándal gris que cuelgan de sus caderas y una camiseta gris que esta
oscurecida con sudor, al igual que su cabello. Me recuerda a “Gargamel”,
el villano de los Pitufos. Aunque Gargamel si me cae bien. Tomo
una respiración profunda y cierro los ojos. Me siento como un niño de dos
años. Si cierro mis ojos, entonces no estoy aquí realmente.

—Buenos días, Maddox. ¿Cómo te sientes?

Oh, no.

—Mejor de lo que me merezco —murmuro.

Le doy un vistazo. Coloca una bolsa de compra grande en una silla y toma
cada
extremo de la toalla que tiene alrededor de su cuello. Me mira, ojos gris
oscuro y como siempre, no tengo idea de lo que está pensando. Esconde
sus pensamientos y sentimientos tan bien.

—¿Cómo llegué aquí? —Mi voz es débil, con remordimientos.

Se acerca y se sienta en el borde de la cama. Está lo suficientemente cerca


como para que lo pueda tocar, para que lo pueda oler. Oh... ahora es
sudor y gel de ducha, menos mal se le quitó el olor a mi vómito... y ahora
puedo hablar desde la experiencia.
—Después que te desmayaste, te traje al hotel y cuando llegamos no pude
encontrar el camino a tu Suite. Así que te traje aquí —dice pausadamente.
—¿Me pusiste en la cama?
—Sí. —Su rostro es imperturbable.
—¿Vomite de nuevo? —Mi voz es más silenciosa.
—No.
—¿Me desvestiste? —susurro.
—Sí. —Alza una ceja en mi dirección y me sonrojo furiosamente.
—Nosotros no... —le susurro, mi boca secándose con horror mortificado
cuando no puedo completar mi pregunta. Miro mis manos. Mierda, ¿ME
COGÍ A GREY? Maldita Ciruela de Hada.
—¡Cristo, Maddox! ¿Cómo…? ¡Mierda! Por supuesto que no —dice
furioso aunque con un dejo de preocupación. Creo que ni él se acuerda.
—Lo siento.

Su boca se eleva ligeramente en una sonrisa irónica.

—Fue una noche muy divertida. Una que no olvidaré en un tiempo.

Yo tampoco; oh, el bastardo se ríe de mí. No le pedí que viniera a


buscarme. De
alguna forma, me ha hecho sentir como el villano de la obra.

—No tenías por qué rastrearme con cualquier cosa de James Bond que
estés
desarrollando para vender al mejor postor —digo bruscamente. Me mira
fijamente, sorprendido y si no me equivoco, un poco herido.

—En primer lugar, la tecnología para rastrear teléfonos celulares está


disponible a través de Internet. En segundo lugar, mi compañía no invierte
o fabrica cualquier tipo de dispositivos de vigilancia y en tercer lugar, si no
hubiera ido por ti, probablemente estarías despertando en la cama de un
travesti, y por lo que puedo recordar, no estabas excesivamente
entusiasmado sobre la forma en que te coqueteaba —dice agriamente.
Miro a Grey, me está mirando, sus ojos grises centelleantes, apenado.
Fallo al reprimir la risa.
—¿De qué crónica medieval escapaste? —Me río—. Suenas como un
distinguido
caballero.
Su humor cambia visiblemente. Sus ojos se suavizan y su expresión se
hace cálida y veo un rastro de sonrisa en sus labios que me recuerdan al
Guasón de Batman.
—Maddox, no lo creo. Caballero oscuro tal vez. —Su sonrisa es irónica y
niega con la cabeza—. ¿Comiste anoche? —Su tono es acusador. Niego
con la cabeza. ¿Qué gran transgresión he cometido ahora? Su mandíbula
se aprieta, pero su rostro permanece imperturbable.
—Necesitas comer. Por eso estabas tan mal. Honestamente Maddox, es la
regla
número uno al beber. —Pasa sus manos por su cabello y sé que es porque
está
exasperado.
—¿Vas a continuar regañándome?
—¿Es eso lo que estoy haciendo?
—Creo que sí.
—Tienes suerte de que sólo te estoy regañando.
—¿Qué quieres decir?
—Bueno, si fueras Ana, no serías capaz de sentarte durante una semana
después de la proeza que hiciste ayer. No comiste, te emborrachaste, te
pusiste en riesgo. —Cierra sus ojos, intenta no reír pero también se
estremece un poco. Cuando abre sus ojos, me mira—. No es gracioso lo
que podría haberte pasado.

Frunzo el ceño en su dirección. ¿Cuál es su problema? ¿Qué soy de él? Si


fuera Ana... bueno, no lo soy. Aunque tal vez, a una parte de mí le
gustaría ser ella. El pensamiento penetra a través de la irritación que siento
ante sus palabras arrogantes. Me sonrojo ante la rebeldía de mi
subconsciente; él está haciendo su baile de felicidad en una brillante falda
hawaiana de color rojo ante la idea de ser Ana. Wow, sería
multimillonario. Un segundo. ¡Despierta, Maddox! Tú eres de Pigeon, no
de Grey. Mierda, creo que aún hay Ciruela de Hada en mi organismo.

—Habría estado bien. Estaba con Tobías, Daemon y Patch.


—Y el travesti —me dice bruscamente.
Hmm... El travesti. Ese hijo de Parker. ¿Y era Parker?

—Eres bastante disciplinario —le digo entre dientes.


—Oh, Maddox, no tienes idea. —Sus ojos se entrecierran y luego sonríe
con malicia.

Primero, estoy confundido y enojado, y después, estoy mirando su


sonrisa. No sé qué diablos pasa con él. ¿Por qué está sonriendo en primer
lugar?

—Voy a tomar una ducha. ¿A menos que prefieras ducharte primero? —


Ladea la
cabeza hacia un lado, aun sonriendo. Los latidos de mi corazón se
aceleran y mi bulbo raquídeo ha dejado de hacer sinapsis para que pueda
respirar. ¿Qué mierda pasa con él?, ¿Le afectó ir a un bar Gay? Su sonrisa
se ensancha, se acerca y dirige su pulgar hacia abajo por mi mejilla y a
través de mi labio inferior… y ¡BAM! Me da una bofetada. ¿Y ahora qué
mierda…?
—¡Estúpido! —grita y se levanta. Me mira directamente a los ojos—. Eso
fue por vomitar sobre mis zapatos, y mi camisa, y mis pantalones...
—Jódete, Grey. —Le respondo indignado. Me mira con el ceño fruncido.
—Ah, el desayuno estará aquí en quince minutos. Debes estar muerto de
hambre. —Se dirige al baño y cierra la puerta.

Dejo escapar el aire que había estado reteniendo. Pedazo de mierda, me


consuela y después me golpea. Tiene suerte de que aún esté aturdido. Y
como si no bastara el burlarse de mí, después me ofrece comida. ¿Qué
abeja le picó?. Nunca me he sentido así por nadie. Mis hormonas están en
una carrera. Mi piel hormiguea por donde pasó su pulgar sobre mi rostro y
el labio inferior. Me siento retorcer con una necesidad, ansia...
incomodidad. No entiendo esta reacción. Hmm... Deseo. Esto es deseo.
Así es como se siente. Si… ¡Deseo patearle el culo a Grey! Eso es.

Me recuesto en las suaves almohadas llenas de plumas. “Si fueras Ana.”


Oh mi… ¿qué haría si fuera Ana? A la mierda. ¡Reacciona, Maddox! Tú
no eres Gay. Mi subconsciente me regaña. Éste tipo es el único que alguna
vez ha agitado mi sangre de tanto enojo. Sin embargo, es tan antagónico
también; es difícil, complicado y confuso. Un minuto me golpea, al
siguiente me ofrece desayuno, y cómo olvidar que me rastreó como
un acosador. Y aun así, pasé la noche en su habitación de hotel y me
siento… a salvo.

Protegido. Le importo lo suficiente para ir y rescatarme de algún peligro


percibido erróneamente. No es un hijo de puta en absoluto, aunque
tampoco es tan bueno como Mellarksito. Grey es como Batman, aunque
insisto que tiene la sonrisa del Guasón.

Salgo de su cama, buscando frenéticamente mis pantalones. Él emerge del


baño, mojado y brillante por la ducha, todavía sin afeitar, con sólo una
toalla alrededor de su cintura y ahí estoy yo… con las piernas desnudas y
embobado. Está sorprendido de verme fuera de la cama.

—Si estás buscando tus pantalones, los envíe a la lavandería. —Su mirada
es de obsidiana oscura—. Estaban salpicados de vomito.
—Oh. —Me pongo color escarlata. ¿Por qué en la tierra siempre me
atrapa a la defensiva?
—Envíe a Taylor por otro par y unos zapatos. Están en la bolsa de la silla.

Ropa limpia. Que bonus tan inesperado.

—Um… tomaré una ducha —murmuro—. Gracias —¿Qué más puedo


decir? Tomo la bolsa y entro disparado al baño, lejos de la proximidad de
un Christian desnudo. Porque si me quedo me voy a reír. Un perro parado
no tiene comparación con él. Eso es lo que parece, y si se lo digo me va a
golpear otra vez.

El baño está lleno de vapor. Arranco mi ropa y rápidamente me meto a la


ducha,
ansioso de estar bajo el chorro de agua. Cae en cascada sobre mí y alzo mi
rostro hacia el bienvenido torrente. Deseo trolear más a Christian Grey.
Lo deseo demasiado. Es simple. Por primera vez en mi vida, quiero
joderle la vida un hombre.

Lo trollié en el Karaoke y apenas se defendió. ¿Soy repelente? Y sin


embargo, aquí estoy, y me trajo él. Simplemente no sé a qué está jugando.
¿Qué está pensando? ¿Qué está tramando? Has dormido toda la noche en
su cama. Mierda ¿y si te tocó, Maddox? Haz la suma. Mi subconsciente
alza su parte fea y vil, lo ignoro. Grey no es Gay… o eso espero.

El agua es caliente y relajante. Hmm… podría quedarme bajo esta ducha,


en este baño, por siempre. Alcanzo el jabón y huele a él. Es un olor
nauseabundo. Pero ni modo, ya compartí jabón con Shepley. Lo froto por
todo mi cuerpo fantaseando que lo trolleo en el baño, en el comedor, en
un ascensor, en verano, en invierno…
Oh mi Dios. Mi corazón se acelera de nuevo, fantasear con eso se siente
tan… tan bien.

—El desayuno está aquí. —Golpea la puerta, asustándome.

—Está bien —tartamudeo mientras soy arrancado de mis crueles


fantasías.
Salgo de la ducha y tomo dos toallas. Pongo mi cabeza pelona en una y la
envuelvo. A toda prisa, me seco, ignorando la sensación placentera de la
toalla frotándose contra mi piel súper sensible.

Inspecciono la bolsa de los pantalones. Taylor no sólo me compró eso y


nuevos Converses, sino que también una camisa azul pálida, calcetines y
ropa interior. Oh mi Dios. Una camiseta limpia y calzoncillos… aunque
en verdad, describirlas en una forma mundana y utilitaria no les hace
justicia. Son de un diseño exquisito, de alguna marca europea cara. De
tejidos azul pálido. Wow. Estoy asombrado y un poco intimidado… y
además, me quedan perfectamente. Por supuesto que lo hacen. Me
ruborizo al pensar en Taylor en alguna tienda comprando esto para mí.
Me pregunto qué más hay en su descripción laboral.
Me visto rápidamente. El resto de la ropa se ajusta perfectamente.
Bruscamente seco mi cabeza pelona con la toalla y tomo una profunda
respiración. Tiempo de enfrentar al Sr. Confusión.

Estoy aliviado de encontrar la habitación vacía. Rápidamente busco mi


billetera, pero no está aquí. Tomando una profunda respiración, entro en
la sala de la Suite. Hay una opulenta área para sentarse, llena de sofás
acolchados y suaves cojines, una elaborada mesa de café con un estante de
libros brillantes, un área de estudio con una computadora Mac de última
generación, una enorme pantalla plasma de TV en la pared y Grey está
sentando en la mesa del comedor al otro lado de la habitación, leyendo un
periódico. Me mira imperiosamente. Está usando una camisa de lino
blanca, cuello y mangas sin abotonar. Y yo que preparé una broma por si
le veía usando una corbata. Mierda. La guardaré para otro momento.

—Siéntate —ordena, señalando un puesto en la mesa. Camino por la


habitación y me siento frente a él, como me indicó. Un momento ¿qué se
cree para decirme lo que tengo que hacer? ¿Pigeon? La mesa está repleta
de comida.
—No sabía que te gustaba, así que ordené una selección del menú del
desayuno. —Me da una torcida sonrisa de disculpa.
—Eso es muy despilfarrador de tu parte —murmuro, perplejo por la
elección, aunque estoy hambriento.
—Sí, lo es—suena culpable.

Opto por panqueques, jarabe de arce, huevos revueltos y tocino. Grey


trata de ocultar una sonrisa mientras regresa a su omelette de huevos
blandos. La comida es deliciosa.

—¿Té? —pregunta.
—¿No hay Whisky?

Niega con la cabeza notablemente enojado y me pasa una pequeña taza de


agua caliente, y en el platillo hay una bolsa de té de Twining’s English
Breakfast. Que se vaya a la mierda, yo no bebo té. Él me interrumpe antes
de que se lo diga:

—¿Secaste tu cabello? —me reprende.


—Soy pelón, Grey. —murmuro. ¿Por qué me preguntó eso? Por si mirada
pareciera que está teniendo Deja Vu[1].Su boca se tensa en una dura línea,
pero no dice nada.

—Gracias por organizar lo de la ropa.


—Es un placer, Maddox. Ese color te favorece.

Me ruborizo y miro mis dedos.

—Sabes, en verdad debes aprender a recibir un cumplido. —Su tono es


castigador.
—Y ni creas que te daré dinero por esta ropa. Suficiente hice dándote las
gracias.

Me mira como si lo hubiera ofendido. Continúo:

—Oye, ¿y si me compras más? Y tampoco estaría nada mal una mejora a


mi Harley —Le sonrío tentativamente.
—Vete a la mierda.
—Ese no es el punto. Además, ¿por qué haces todo esto?
—Porque puedo. —Sus ojos brillan con algo extraño.
—Sólo porque puedas no significa que debas —respondo en voz baja
mientras me arquea una ceja, sus ojos brillando y de repente, siento como
si estuviéramos hablando de otra cosa, pero no sé qué es. Lo que me
recuerda…
—¿Por qué no quisiste venir al bar con nosotros, Grey? —Mi voz es suave.
Baja sus cubiertos y me contempla, sus ojos grises brillando con una
emoción incomprensible. Carajo… mi boca se seca.
—Tengo diarrea. —Hace una pausa y se encoge de hombros lentamente—
. Eso me pasa por comer porquerías en la calle. —Me cago en Parker,
¿tenía que decir eso cuando recién pruebo mi flan?
—Que lo siento, Grey.
—Lamento mi falta de sutileza al decirlo. Maddox, pero no soy el tipo de
hombre de flores y corazones, no me interesa tener amigos. Por esa razón
tampoco fui con ustedes. Mis gustos son muy singulares. Deberías alejarte
de mí. —Cierra sus ojos como si estuviera dándose por vencido—. Sin
embargo, hay algo que me impide alejarme de ti: Tus chantajes, el hecho
de Ana y Pigeon son amigas. Pero pienso que ya has descubierto eso.

Mi apetito se desvanece. ¡No puede alejarse! ¿A quién voy a molestar si él


se va? Aunque ese Rubio de mierda ya debe varias.

—Entonces, no lo hagas —susurro.

Él jadea, sus ojos abiertos.

—No sabes lo que estás diciendo.


—Ilústrame, entonces.

Nos sentamos mirándonos el uno al otro, ninguno tocando la comida.

—¿Eres Gay? —respiro.

Sorpresa ilumina sus ojos grises.

—No, Maddox, no soy Gay. —Hace una pausa para que la información
penetre y me ruborizo. El filtro cerebro-boca está roto de nuevo. No puedo
creer que lo dije en voz alta—. ¿Cuáles son tus planes para los próximos
días? —pregunta, su voz baja.
—Tengo la sensación de que perdí algo. ¿Qué hora es? —De repente,
tengo pánico.
—Poco después de las diez. ¿Qué perdiste? —Tiene sus codos en la mesa y
su barbilla descansando en sus largos dedos
—Eso intento recordar. —Intento hacer memoria y lo consigo—. ¡Peeta!
Anoche no encontramos a Mellarksito.
—No creo que esté lejos de aquí —sus labios se tuercen en una medio
sonrisa—. Quizá volvió al hotel. ¿Por qué estaban en ése lugar?, ¿A qué
hora lo viste por última vez?

¿A dónde va con todas estas preguntas? La Inquisición de Grey es casi


tan irritante como la de Mare, la mejor amiga de Pidge.

—Después de que dejamos el Karaoke, Lightwood nos llevó a ese lugar.


Nos dio a beber algo y luego se marchó. Es lo último que recuerdo.
—Y de eso ya pasaron dos días. Por eso me preocupé cuando me llamaste.
Esto no hubiera pasado si trabajaran para mi compañía.

JÁ, ni loco… ¿Trabajar para Grey? Por supuesto que no.

—Um… no.
—¿Qué tiene de malo mi compañía?
—¿Tu compañía o tú compañía? —sonrío con picardía.

Él sonríe.

—¿Me está sonriendo, Señor Maddox? —Inclina su cabeza hacia un lado


y creo que se ve divertido, pero es difícil de decir. Me río y bajo la mirada
a mi desayuno sin terminar.
—Me gustaría golpearte esa boca—susurra en un tono oscuro.

¿Qué? Oh Dios. Estoy completamente consciente de que estoy


provocándolo siendo sarcástico cuando estoy con él. Mi boca cae abierta y
trago al mismo tiempo. Esa tiene que ser la cosa más incitadora que me
han dicho jamás. ¿Me está amenazando? Mi corazón se salta un latido y
creo que estoy jadeando. Dios, soy un hermoso desastre tembloroso y aún
no me ha golpeado. Me retuerzo en mi asiento y encuentro su mirada
oscura.
—¿Por qué no lo haces? —lo reto en voz baja.
—Porque no voy a golpearte, Maddox… no hasta tener tu consentimiento
escrito para hacerlo. —Sus labios se curvan en una sonrisa.
¿Qué?

—¿Qué significa eso?


—Exactamente lo que dije. —Suspira y sacude su cabeza, divertido pero
exasperado también—.¿Qué harás esta tarde?
—Buscaré a Peeta. Los otros que se jodan. Es decir, se pueden cuidar
solos. Mellarksito si me necesita.
—Bien, enfrentémonos otro día. La elección es tuya.
—¿Por qué no ahora? —Sueno petulante.
—Porque estoy disfrutando mi desayuno a pesar de tu compañía.
Además, siendo sinceros, una vez que te humille al golpearte,
probablemente no querrás volver a verme.

Me cago en Parker. Me gustaría resolver el enigma que es Christian Grey


más temprano que tarde.

—El viernes. Enfrentémonos en Twitter.

Él levanta una ceja.

—Al igual que Eva, quieres comer pronto del árbol del conocimiento. —
Sonríe.

—¿Me está sonriendo, señor Grey? —pregunto dulcemente. Idiota


pomposo.

Entrecierra sus ojos y levanta su BlackBerry. Presiona un número.

—Taylor. Necesito que busques a Peeta. Si, el panadero. Si, el pedacito de


Cielo. —Corta la llamada. Ningún por favor o gracias.
—¿La gente siempre hace lo que le dices?
—Usualmente, si quieren mantener sus empleos —dice, impasible.
—¿Y si no trabajan para ti?
—Oh, puedo ser muy persuasivo, Maddox. Deberías terminar tu
desayuno. Iremos a buscar al Panadero.
Parpadeo en su dirección.

—¿Me ayudarás a buscar a Mellarksito?


—Sí.
—¿Por qué?

Él sonríe perversamente.

—Porque puedo. Ah, y por que de todos ustedes es el único que me cae
bien. Ahora termina tu desayuno.

¿Cómo puedo comer ahora? Mi pedacito de cielo está perdido. Y éste


idiota quiere golpearme… me retuerzo ante el pensamiento.

—Come —dice más claramente—. Maddox, tengo un problema con la


comida
desperdiciada… come.
—No puedo comer todo esto. —Dirijo mi mirada hasta lo que queda
sobre la mesa.
—Come lo que está en tu plato.

¿Qué hará si no lo hago?, ¿Me ofrecerá la comida como si jugáramos


avioncito? Encuentro esa idea divertida.

—¿Qué es tan gracioso? —pregunta. Sacudo mi cabeza, sin atreverme a


decirle y mantengo mis ojos en mi comida. Tragando mi último trozo de
panqueque, lo miro.
Me está observando especulativamente.
—Buen chico —dice—. Encontraremos a Peeta.

Al terminar de comer dejo la mesa, preguntándome por un momento si


debería pedir permiso pero desestimando la idea. Él no me manda. Me
dirijo otra vez hacia su dormitorio. Un pensamiento me detiene.
—¿Dónde dormiste anoche? —Me giro para mirarlo, todavía sentado en la
silla del comedor. No puedo ver mantas o sábanas aquí… tal vez las
arregló de inmediato.
—En mi cama —dice simplemente, su mirada impasible otra vez.
—Oh.
—Sí, fue una tremenda novedad para mí también. —Sonríe.
—No tener… sexo. —Ahí… dije la palabra. Me sonrojo, por supuesto.
—No —niega con su cabeza y frunce el ceño como si estuviera
recordando algo
incómodo—. Dormir en la misma cama contigo. Sobre todo porque te
pedorreaste toda la noche —Toma su periódico y continúa leyendo.

Me quedo de pie mirándolo fijamente con incredulidad. Es la persona más


desconcertante que jamás he conocido. Me doy cuenta que he
dormido con Christian Grey y me pateo a mí mismo… menos mal no
estaba consciente, porque de verlo tan vulnerable sin duda lo hubiera
envuelto entre las sabanas para ahogarlo con mis pedos cual cámara de
gas.

Tomando mi camiseta y calzoncillos de ayer, las pongo en la bolsa de la


compra que Taylor trajo y me dirijo hacia el área de la sala en busca de mi
billetera y mi chaqueta. Grey me está observando con expresión
indescifrable mientras me rasco el trasero. ¿Cuál es su problema? Me pica.
Siento sus ojos seguirme mientras me siento y espero a que él termine.
Está en su BlackBerry hablando con alguien.

—Si, pintor, panadero, le gusta dormir con las ventanas abiertas, no le


pone azúcar al té y siempre hace dos nudos a los cordones de sus zapatos.
—Cuelga.
—¿Listo para irnos?

Asiento. No sabía que apreciara tanto a Peeta. ¿Quién no se encariñaría de


Peeta? Cosita, me lo como. ¿Dónde estará? Grey se coloca una chaqueta
azul marino a rayas y se dirige hacia la puerta.

—Yo voy primero, Maddox —murmura, abriendo la puerta y sale de la


Suite antes que yo. Hijo de puta.

Me detengo, una fracción de segundo demasiado extensa, mirándole.


Y pensar que dormí con él la noche anterior y después de todo el tequila y
el vómito, todavía está aquí. ¿Por qué yo? No lo entiendo. Me dirijo hacia
la puerta recordando sus palabras: “Quiero golpearte.” Bueno,
el sentimiento es completamente mutuo.

Caminamos en silencio a lo largo del pasillo hacia el ascensor. Mientras


esperamos, le doy un vistazo a través de mis pestañas y él me mira por el
rabillo de su ojo. Sonrío y sus labios se contraen.

El ascensor llega y nos subimos. Estamos solos. Repentinamente, por


algún motivo inexplicable, posiblemente nuestra cercanía en un espacio
tan cerrado, la atmósfera entre nosotros cambia, cargándose con una
eléctrica y estimulante anticipación. Mi respiración se altera mientras mi
corazón se acelera. Su cabeza se gira hacia mí una fracción, sus ojos se
oscurecen.

—Oh, a la mierda el papeleo —gruñe. Se abalanza sobre mí,


empujándome contra la pared del ascensor. Antes de que lo sepa, tiene
mis dos manos en una de las suyas en un férreo agarre por encima de mi
cabeza y está golpeándome contra la pared. Santa Mierda. Levanta su
puño y lo dirige justo a mi mandíbula. Oh, esto no se lo perdono… es
obvio que lo está disfrutando como un plato de venganza que se come frío,
Christian Grey, pedazo de mierda, deseaba golpearme y yo también le
quiero regresar los golpes, justo aquí… ahora, en el ascensor.

—Eres. Tan. Imbécil —murmura, cada palabra una declaración.

El ascensor se detiene, la puerta se abre y se aleja de mí en un abrir y


cerrar de ojos, dejándome ahí. Tres hombres en trajes de negocios nos
miran y sonríen mientras suben a bordo. Mi ritmo cardíaco está por las
nubes y me siento como si hubiera corrido una carrera cuesta arriba.
Quiero inclinarme y apoyarme en mis rodillas… pero eso es demasiado
obvio.

Lo miro. Se ve tan fresco y tranquilo, como si hubiera estado haciendo el


crucigrama del Seattle Times. Qué injusto. Tiene suerte de que la Ciruela
de Hada aún tiene efecto en mí. Estoy débil. De lo contrario en este
momento ya no tendría dientes. Me mira por el rabillo de su ojo y toma
suavemente una respiración profunda. Oh, sí. Él sabe que tengo la guardia
baja… y mi pequeño dios interno se bambolea en una suave samba de la
victoria.

Las puertas se abren en el primer piso, él me empuja hacia afuera.

—¿Qué es lo que tienen los ascensores? —murmura, más para él que para
mí mientras camina a lo largo del vestíbulo.

—Botones, Grey, y números que te indican en qué piso estás. Eso tienen
los ascensores —le respondo. Que pregunta tan estúpida . En fin, es hora
de buscar a Mellarksito.
“ESPECIAL DE LAS CHICAS”
(REGRESAMOS AL CHAT DE LOS CHICOS)
Esperamos les haya gustado, fue hecho con mucho cariño para
“LAS LOCAS LITERARIAS”.
No nos atribuimos ningún derecho sobre cada chat, solamente el
recopilarlos y unirlos en un archivo…
Agradecemos a Tatiana y Vanesa creadoras de los mismos.
Son geniales.

Atte. Teffy y Valeria

También podría gustarte