Está en la página 1de 68

ÍNDICE

PRÓLOGO .......................................................................................................................... 2

PAUTAS PARA UNA MEJOR COMPRENSIÓN DE LA OBRA........................................ 3

CAPÍTULO I. FANATISMO RELIGIOSO ........................................................................... 4

CAPÍTULO II. EL CIRCO.................................................................................................. 16

CAPÍTULO III. LA POLITIQUERÍA .................................................................................. 29

CAPÍTULO IV. EL PUCACURO ....................................................................................... 41

CAPÍTULO V. EL CACHUELO ........................................................................................ 49

CAPÍTULO VI. PROSAS REFLEXIVAS .......................................................................... 58

6.1. LA AMISTAD .......................................................................................................... 58

6.2. ALIMENTO PARA EL ALMA .................................................................................. 59

6.4. BUSCANDO LA FELICIDAD .................................................................................. 62

6.5. LA FELICIDAD SE CONSTRUYE .......................................................................... 65

6.6. LA SALUD, TU MAYOR RIQUEZA ......................................................................... 66


Página |2

PRÓLOGO

El mundo continúa su ineludible tránsito y un día llegamos a habitar a


paso fugaz este planeta llamado Tierra, donde el hombre es infinitamente
afortunado al tener fastuosos recursos naturales a sus pies. Es el ser más
maravilloso; una máquina perfecta, inteligente, audaz, llena de metas y
sueños.

En la niñez, el hombre sueña con ser estrella de fútbol, bombero,


astronauta, estrella de la televisión o de música, revolucionario, científico e
incluso presidente de la nación; sin embargo, algo pasa, pero ¿qué es?,
¿dónde es que se equivoca?, ¿cómo es que este ser tan maravilloso —
energía en potencia— acaba mediocre y hasta desdichado?

Esta obra, trata de encontrar algunas de estas causas.

Los conceptos enfocados desde la vida de un pequeñuelo llamado


Manuel, el personaje principal de esta narrativa, nace en Shimbillo, un
pueblecito asentado entre las entrañas de la selva peruana, singular por
ese único y exótico lenguaje charapa1. El hipocorístico de Manuel en esta
región del país es Mañuco, aunque nosotros lo conoceremos como
Mañueco, tal como lo llamaba su abuela, su única familia.

1
Referido al peculiar léxico y prosodia empleados en el habla de quienes habitan la amazonía

peruana
Página |3

PAUTAS PARA UNA MEJOR COMPRENSIÓN DE LA OBRA

La presente novela se compone de seis capítulos; de los cuales, los


primeros cinco relatan las aventuras de un hombre llamado Mañueco, en
sus diferentes etapas de vida y el último capítulo busca irrumpir en los
pensamientos más profundos del lector buscando crear conciencia y
reflexión sobre la vida para saber cómo actuar frente a las circunstancias
que afronta. Dándonos así lecciones que el autor cree necesarias
considerar

En el transcurso de la obra se emplea el uso de palabras de


procedencia quechua y otras lenguas con las que el poblador amazónico
ha tenido contacto a través del tiempo y hoy en día han sido adaptadas a
su habla cotidiana. Estas palabras, por lo tanto, pertenecen a la jerga
amazónica peruana; por lo cual, en la presente obra han sido descritas en
formato de letra cursiva acompañadas, por lo general, por su respectivo
significado al lado derecho entre paréntesis. En este mismo formato de letra
se han presentado los deícticos que han sido coloquialmente empleados y
algunos versos que el autor nos regala en el transcurrir de estas páginas.
De modo que se le facilite al lector el seguimiento ininterrumpido del texto.
Por otro lado, cuando el autor cite testimonios, estos serán presentados
entre comillas españolas.

Expuestos estos detalles, se espera que sea de su agrado la presente


novela inspirada en hechos reales.

¡Comencemos!
Página |4

CAPÍTULO I. FANATISMO RELIGIOSO

Eran los años 50, pronto llegó la fiesta patronal, el caserío de Shimbillo
se vistió de gala y se preparó para venerar a Mamita Roshita, patrona del
centro poblado; ella saldría en las pesadas andas por el caserío y luego iría
al pueblo de Parinari, no por el camino corto y llano, sino a cuestas del
camino empinado del cerro. Los moradores acompañarían la peregrinación
a fin de saldar los pecados cometidos durante el año y así alcanzarían la
pureza espiritual, cuyo único fin era el disfrute de la vida eterna después
de la muerte.

Este acontecimiento ocurrió en época invernal, donde la naturaleza


era hostil y estaba atestada por colonias de alimañas, insectos, mosquitos
y zancudos palúdicos. Por estos bosques enmarañados y lúgubres,
escarpados de lodo, los fieles recorrían de rodillas —casi arrastrándose—
el camino, simulando la vía crucis del señor Jesucristo en el calvario de
Belén.

Mañueco acompañaba por primera vez a la abuela a esta celebración.


Las horas pasaban y la diversión junto a la curiosidad del pequeño se iban
esfumando. Aún quedaba por delante el holgado y duro camino. Horas más
tarde, en una de las estaciones, mientras las andas descendían para recibir
ofrendas de los lugareños, Mañueco decidido trepó en medio de la catarsis
religiosa y no paró hasta encontrar refugio y abrigo allí.

Al amanecer, Mamita Roshita hacía su ingreso triunfal a la ciudad de


Parinari y como era costumbre, iba recorriendo capilla tras capilla por toda
la ciudad. También era costumbre que las andas bajaran en cada esquina
para recibir las ofrendas y el sermón de un beato.

Mientras todo esto ocurría, en medio del sosiego algo interrumpió la


ceremonia; el loco capitán apiacho y la loca cutula (los locos del pueblo)
marchaban a paso ligero ¡un, dos!, ¡un, dos!, pues se habían confundido
de ocasión y creían que se estaba celebrando un acto cívico patriótico.
Página |5

Risas, asombro e indignación se repartieron en medio de toda la


muchedumbre. Finalmente Mama Roshita llegó a la iglesia principal donde
se hizo la solemne misa en su honor.

Ya en la iglesia principal, abuela y nieto, rodillas al suelo iniciaron el


ritual religioso con la oración de entrada; por momentos la abuela
interrumpía sus rezos para vigilar al niño y lo tenía a punto de cocachos y
jalones de oreja para que haga correctamente los rezos y cánticos
ensayados en casa. En el púlpito, el sacerdote y el joven sacristán oficiaban
la solemne y protocolar liturgia, lo que causaba en el niño un desmesurado
aburrimiento; no obstante, esto lo llevaría a iniciar una aventura en el
enigmático lugar con el afán de satisfacer su mayúscula curiosidad. Atónito,
observaba fijamente una virgen aplastando una serpiente y un museo de
santos, uno sobre un caballo encima del diablo, otro de cabeza, otro de tez
morena que alimentaba un perro, un pericote y un gato tras una puerta, otro
con un candado en la boca, otro con capa larga y sombrero de copa alta,
otro arriando bueyes, otro en un ataúd de vidrio cubierto con telas de finos
bordados, otro con un niño de la mano, otro con un manojo de llaves en la
mano ensartados en un llavero de pescado de bronce, otro bautizando a
Jesús con una paloma posada en su cabeza. Cada santo patrón
representaba a los miembros de los pueblos: al policía, campesino,
pescador, juez, médico, maestro, enamorado, ladrón, etc.

Mientras Mañueco iba explorando y divagando en su gran


imaginación algo lo cautivó, era la imagen perfecta de un hombre
crucificado, era la del señor Jesucristo; agudizó su mirada escudriñando a
detalle la imagen, sorprendido observó aquel rostro surcado de angustia y
sufrimiento, tenía los labios enrojecidos, los ojos desencajados y las
lágrimas rosaban ese rostro de pómulos morados, sobre la cabeza de
cabellos ensortijados se incrustaba una corona de espinas y sangraba, en
el pecho una herida también sangraba y se deslizaba por aquel cuerpo
violáceo y magullado, toda la imagen iba acompañada de una paloma que
descendía del cielo.
Página |6

Mientras la gente de rodillas rompía en llanto, imploraba por la cura


de sus enfermedades, por la liquidación de sus deudas así como de sus
problemas familiares; pedía por la libertad de sus familiares en prisión, el
perdón de sus pecados y una vez más pedían un sitiecito en el cielo para
disfrutar de la vida eterna que llegaría algún día.

Mañueco, observador, cada vez quedaba más sorprendido por todo


lo que ocurría a su alrededor; más aún con los comentarios que había
hecho la abuela sobre el vestuario y enseres del Cristo diciendo que habían
sido bordados en oro, donado por personas a las cuales el Cristo había
sanado enfermedades incurables como el cáncer.

Finalmente ese episodio inundó la colosal inocencia del pequeño,


llevándolo a convencerse de que ese cuerpo era realmente del señor
Jesucristo siendo tan real como el cocodrilo disecado que decoraba la
pared de su casa.

Al regresar a su asiento el niño no encontró a la abuela, así que


comenzó a buscarla y se percató que la anciana formaba parte de una larga
fila que daba hacia una caseta ubicada en la parte posterior del templo,
esta tenía la forma de un castillo pequeño color oscuro hecha de maderos
gruesos y torneados con una ventanilla a cada lado. El muchacho
nuevamente observaba atónito el extraño ritual; las personas estaban de
rodillas acongojadas, cubiertas con un velo negro y con lágrimas en los ojos
susurrando frente a la ventanilla.

Habían pasado unos 30 minutos aproximadamente, cuando de


repente la pequeña puerta de la caseta se abrió para dar paso al sacerdote
que salía raudo, cubierto por una capa negra larga que flameaba a su paso,
su rostro estaba sonrojado y lleno de sudor. El niño vio inmediatamente la
oportunidad de entrar al pequeño castillo, así que corrió de prisa e ingresó
a la caseta para investigar el enigmático lugar. Al pasearse, lo halló muy
acogedor, el piso estaba cubierto por una alfombra roja y en el centro había
Página |7

un confortable sillón donde pronto, por supuesto, encontró reposo


placentero.

Mientras tanto los afligidos creyentes estaban tan concentrados en


confesar sus pecados que no habían advertido que el cura ya se había ido
y ahora un vil usurpador ocupaba su lugar, de modo que el ritual siguió su
curso.

En seguida le llegó el turno a una dama que entre sollozos exclamaba:

« ¡Ay, padrecito Huenshe! ya vuelta (de nuevo) vengo por el machashca


(borracho), mi huayna (marido). La vez pasada me conjuesé (confesé) ante ud. y
me mandó a rezar a nuestra Mamita Roshita y a mi Taita Reshito, el labrador; veinte
padre nuestros, veinte ave marías y veinte credos para que mi huayna (marido) deje
de tomar, pero las cosas empeoraron, el dañado (cobarde) de mi huayna (marido)
machashca (borracho) para (está) todos los días gastando todo el dinero en trago
(licor) y cuando llega me insulta, me pega duuuuuro. Ayer me pegó cuando tenía
en brazos a mi llullito (diminutivo de bebe), solo porque la comida estaba fría; la vez
pasada casi me mata, me dejó con el ojo reventado porque no acepté tener
relaciones sexuales, me insulta, me dice que no sirvo para nada excepto para tener
hijos. Ya no sé qué hacer padrecito, pensé dejarlo shegue (impotente) a mi huayna
(marido), pero eso es imposible padrecito. Estamos casados por la santa iglesia y
por el respeto a Ud. que sabiamente nos dijo que el matrimonio era hasta que la
muerte nos separe y lo que une Dios que no lo separe el hombre; además lo que
más me preocupa es el comentario de la embeleca de mi comadre Mishi, de mis
vecinos y del pueblo entero, me lincharán, me tildarán de mujerzuela, inmoral,
indigna y además ¿quién pondrá el dinero para la comida?, ¿quién pondrá respeto
en mi hogar?; por la tanto, estoy destinada a aguantar los golpes del plasta llaqui
(de pie plano) de mi huayna (marido), pero aún tengo jue (fé) en mis santitos, ellos
harán el milagro de expulsar a Satanás, él es el culpable de mi injuelicidad
(infelicidad) y desgracia.»

La beata abandonó el lugar al no tener respuesta alguna pensando


que el cura se había quedado dormido.

Luego le llegó el turno a un angustiado padre de familia:

« ¡Ay, padrecito Huenshe! soy un pobre hombre desdichado y estoy destinado al


fracaso, a veces no tengo ni para comer, pero estoy seguro de que es por culpa
Página |8

del envidioso de mi vecino el shishaco (serrano), él sembró tierra de muerto en mi


huerta. Le cuento padrecito, soy un hombre que apenas tiene estudios de primaria,
no estudié secundaria, pues estaba solo y nadie nunca me apoyó; por eso, solo he
podido conseguir trabajos duros como el de campo, bajo el sol y la lluvia; pero
gracias a mi Taita Reshito y a los dirigentes del partido político que ganó en las
últimas elecciones al cual apoyé me dieron un puestito como portero en el colegio
del pueblo, pero mi sueldo es una miserita (una miseria), no me alcanza ni para
comer, pues tengo doce hijos, mi esposa solo se dedica a las labores de la casa:
cocina tres veces al día, lava, plancha, asea la casa, ve a los muchachos, la vez
pasada tuve que hacer un préstamo para la fiesta de quince años de mi niña porque
de lo contrario quedaría en ridículo ante mis vecinos y todo el pueblo, pues tenía
que complacer a todos, padrecito; tampoco eduqué a mis hijos y lo confieso jui (fui)
sumiso no tuve la valentía de conducirlos por el buen camino, uno está preso por
violación, el otro por matar a su esposa, los otros son borrachos, por eso padrecito
siempre vengo buscando ayuda de ud., pues me llena de esperanza. En la misa
pasada le escuché decir que no solo de pan vive el hombre y que el ayuno es
saludable…» al no oír respuesta, el beato atinó a decir: Padrecito, rezaré

mis oraciones, a la mamita Roshita para que acaben los problemas


en mi hogar.

Luego le llegó el turno a una ofuscada mujer:

« ¡Ay, padrecito! le cuento, tengo un vecino shishaco (serrano) con quién vivimos
peleando, es muy malo nos tiene odio, envidia. Ahora estoy muy preocupada porque
estoy seguro (convencida) que alguna brujería me hizo, pues estos últimos
tiempos pasan una y otra desgracia en mi familia. Le cuento padrecito que la
pishpira (libertina) de mi hermana se largó con otro huayna (marido) dejándome
encargada a mi sobrina de 15 años, pues al no tener espacio lo (la) puse a dormir
en la cama de mi hijo de la misma edad y sabes padrecito esta perra (ramera) de
huambra (mujer) como su madre, salió embarazada. Padrecito, de ninguna manera
permitiré que nazca ese llullo (bebé), sería una ojuensa (ofensa) para Dios, tengo
miedo que se enteren los vecinos que el hijo que espera mi sobrina es de su primo,
además mancharía la honorabilidad de esta digna familia Upiachihuay, pura y
sagrada. Mis hijos tendrán sus llullos (bebés) solo en matrimonio, por eso de
inmediato apagaré este escándalo, llamaré a la comadreja Shemita para que lo
aborte.»
Página |9

Seguidamente le llegó el turno a un aturdido joven:

« ¡Ay, padrecito! ya vuelta (de nuevo) estoy preocupado, pues ya terminé mis
estudios de secundaria y quiero superarme en la vida y estudiar una carrera, pero
desgraciadamente no me es posible, mi padre no lo permite; al contrario, me humilla,
me dice que no sirvo para nada ¡eres enano, eteco (flaco) tartamudo, bruto! me dice;
por eso, me mandará al ejército o me llevará a trabajar en la chacra igual que a mis
hermanos que a su corta edad ya están casados y con varios hijos.»

Posteriormente le llegó el turno a un joven muy aturdido:

« ¡Ay, padrecito! ya vuelta (de nuevo) vengo a conjuesarme (confesarse) que estoy
cometiendo el más macabro de los pecados; le cuento padrecito Huenshi que desde
que tenía 12 años siento que me gustan los huambrillos (muchachos), mas no las
huambrillas (muchachas), pero estoy convencido que la causa es por haber bebido
el agua de ese maldito río Sabalosos, la vez que viajé de visita a unos parientes; lo
peor de todo es que mis padres sospechan que soy vengo (homosexual) por los
comentarios suspicaces de la gente, pues les causa extrañeza que a mis 18 años
no tenga por lo menos de 6 a 8 hijos en varias parejas; además, les extraña que no
me guste el futbol y tampoco el box, dicen que esos deportes son de machos. El
otro día en un atardecer en la vereda de la casa donde acostumbramos descansar
después de las tareas de campo escuché la conversación de mi papá con un
vecino, el vecino le decía: ¡oye, cumpa (compadre) te diste cuenta que tu huambra
el Alshico es fenómeno, no tiene huayna (enamorada) toda la gente del caserío duro
(mucho) hablan y dicen que tu huambra es vengo (homosexual). Mi papá contesta:
¡sí, mashita (cuñadito), precisamente eso (ese) es el mayor problema y
preocupación de la familia Shupingahua, ya lo llevamos al sanitario del pueblo, al
brujo y al chamán para que lo curen y nada, solo me queda confiar en su sensatez,
pienso que busca estabilidad económica y emocional para tener una relación, de lo
contrario cumpita (compadrito) te juro, que si resulta efectivamente vengo
(homosexual) tenga ud. la plena seguridad y comunica a todo el pueblo que lo
desheredo y le quito mi apellido. Jamás permitiré que manchen la honorabilidad del
apellido Shupingahua y además de confirmarse que es vengo (homosexual) lo echo
de la casa, que se largue a la calle, ya sabrá cómo mantenerse, seguramente irá a
la capital a prostituirse, donde lo contagiarán de chancro, gonorrea o sífilis, no me
importa que se muera. Además, aquí si el pueblo se entera lo lincharán y luego lo
quemarán vivo; le voy a conjuesar (confesar) mashita (cuñando), jamás permitiré
que el pueblo dude de la honorabilidad de esta familia pulcra de hombres
machazos; de lo contrario, hubiese preferido mil veces tener un huambrillo
P á g i n a | 10

(muchacho) cullquitero (ladrón) pichicatero (narcotraficante), machashca (borracho)


violador, asesino o vago, antes de tener un hijo vengo (homosexual), la peor lacra
de la sociedad. Padrecito, ante esa vil realidad solo me queda casarme lo más
pronto posible con la huambra que ellos eligieron para dar tranquilidad a mis padres
que tanto los amo y mantener la honorabilidad de mi familia y evitar el escándalo
que se viene; aunque en realidad padrecito seré el hombre más injueliz (infeliz) y
desdichado sobre la juaz (faz) de la tierra; pero aún tengo jue (fe) y la esperanza
de curarme con las oraciones a mi señor de burrucucha, y además pienso regresar
a la iglesia evangélica, ellos me aseguran sacarme el demonio que malogró mi
sexualidad.»

El próximo de la fila era un joven feligrés:

«Padrecito, le confieso que soy injueliz (infeliz) con mi esposa, le cuento que
cuando éramos huambrillos (jóvenes) conocí a Mishi, mi primera huayna
(enamorada), aquella relación era una muy bella y romántica, nuestras libidinosas e
inocentes hormonas juveniles lo vivimos a mil por hora con la complicidad del
silencio, del embrujo, de los paisajes selváticos, donde la realidad se acerca a los
sueños, pues gozamos a plenitud nuestra sexualidad; lo hicimos en la playa a la
puesta del sol, buceando entre la manada de pececillos, navegando sobre una
balsa, o arriba entre la ramas de los árboles ante la curiosa mirada de una manada
de monitos. Al poco tiempo cuando sus padres se enteraron que estaba
embarazada nos casaron sin nuestro consentimiento, antes que el pueblo condene
a Mishi como mujerzuela o madre soltera. Nosotros no estábamos preparados para
algo tan serio como el matrimonio, éramos dos inocentes huambrillos (jóvenes),
teníamos solo 14 años, no sabíamos absolutamente nada de la vida, pasó el
tiempo y la ilusión se acabó. Hoy no sentimos absolutamente nada, menos amor; al
contrario, sentimos odio, nos estorbamos, peleamos por mínimas cosas, somos un
par de desgraciados injuelices (infelices), pero de ninguna manera podemos
separarnos, estamos casados ante la Mamita Roshita hasta que la muerte nos
separe como dice el padrecito Huenshe, debemos lealtad y respeto a la santa
Iglesia Católica, a nuestras familias, a nuestros vecinos y a nuestro pueblo… solo
queda seguir rezando al Taita Reshito para que llegue el amor.»

Después le tocó el turno a un adolescente que con voz de angustia se


asomó a la ventanilla:

« ¡Padrecito, aquí ya vuelta (de nuevo)! no pude cumplir con su mandato y con la
promesa que lo (le) hice la vez pasada; muy por el contrario, ahora me masturbo
P á g i n a | 11

todos los días; estoy muy preocupado, pues los gente del centro poblado dice que
eso es pecado y causa enfermedades como anemia, tuberculosis, enfermedades
psicológicas y mortales. Padrecito, rezaré muchas oraciones para dejar este vicio
que me está matando. Definitivamente padrecito, estoy decidido a cumplir lo que
ud. y el pastor de la iglesia evangélica ordenen, nunca más masturbarme, tampoco
haré sexo sin matrimonio, esperaré pacientemente a cumplir los 30, 40 o quizás 50
años cuando decida contraer matrimonio, para tener sexo en la gracia del señor.»

Seguidamente, la dulce voz de una señorita alegra el ambiente:


«Padrecito, como le contaba la vez pasada, estaba muy jueliz (feliz) porque mi
padrino, el gobernador del centro poblado, me dio un empleíto en las oficinas de la
gobernación, pero ahora todo cambió, pues mi padrino, jefe a la vez, me acosa,
me pide acostarme con él. Padrecito, no puedo denunciarlo, me echará del trabajo
y después no tendré como mantener a mis padres y a mi pequeños hermanitos;
además mi padre lo (le) tiene respeto, él dice que es hombre honorable y respetado
en el pueblo. Entonces, jamás creerán mi versión, pues en gratitud le obsequiamos
un cerdo y cuatro gallinas del corral y siempre le obsequiamos productos agrícolas
en cada cosecha. Padrecito, lo único que me queda es rezar muchas oraciones
para que mi padrino cambie y acabe este calvario que estoy viviendo.»

Luego, la voz entrecortada de un feligrés:

«Padrecito, estoy muy angustiado, pues mi relación que llevaba en secreto con
una prima lejana y con muchos años menor que yo iba de maravilla, nos amamos y
teníamos todo para ser muy juelices (felices), pero desagraciadamente presumo
perderla porque cuando se enteraron sus padres, la enviaron a la capital para que
labore como doméstica en la casa de su madrina, con el ajuán (objetivo) de
separarnos, rezaré mucho al patrón del pueblo Taita Reshito, el labrador; porque
de lo contrario, si ella se va yo me suicidio.»

En seguida le llegó el turno a una mujer al borde del llanto:

« ¡Ay padrecito! me encuentro preocupada y asustada, alguna desgracia va a


ocurrir en la casa, pues los mashos (murciélagos) se pelean por ingresar a la casa;
el chicua (ave nocturna) canta en la huerta y los urcututos (búhos) desde el techo
ululan presagiando una desgracia; el tunche (ave nocturna), se pasea por toda la
huerta con ese silbido de moribundo que llama a la muerte; esas aves malditas
perciben y presagian solo desgracias, por eso mi esposo llamó al brujo Abencio para
que con elíxires de hierbas santas limpien mi morada de toda maldad. Él afirma que
algún enemigo sepultó tierra de muerto en algún lugar de la casa. Padrecito, rezaré
P á g i n a | 12

muchas oraciones a la Mamita Roshita y por piedad le pido a ud. padrecito que
vaya de inmediato a bendecir la casa con su santísima agua bendita.»

Le llegó el turno a otro feligrés, quien se hallaba muy compungido:

«Le cuento padrecito Huenshe que en la vida me fue mal, de joven migré a la
capital buscando mejor porvenir, me dediqué a trabajar muy duro y junté mi dinero
y como joven que era, iba todos los sábados a bailar con chicas y unas botellas de
licor, pero también padrecito todos los años viajaba a mi pueblo Shimbillo a celebrar
la fiesta patronal por una semana; cargaba las andas de mi Mamita Roshita para
que me vaya bien en la vida y perdone mis pecados cometidos durante el año,
además cumplí con todos los sagrados mandamientos de la iglesia; soy bautizado,
hice la primera comunión, la confirmación, me casé y además apadriné a todos los
llullos (bebés) de los hermanos y juamiliares (familiares), estuve presente en toda
actividad social como: cumpleaños, quinceañeros, pedidas de mano, bodas de
plata, de oro; además el brujo Abencio anualmente leía mi suerte a través de las
hojas de coca, luego con el baño de florecimiento me retiraba toda energía negativa
y me llenaba de energías positivas, salud, amor y trabajo todos los años, porque
en realidad padrecito ud. sabe que la gente es mala y envidiosa. Padrecito, como
verás padrecito, todo lo hice perjuecto (perfecto) tal cual como manda la santa
Iglesia Católica. Sin embargo, hoy a mis 75 años estoy con mi esposa y me siento
sin energías, abandonado, los ahijados, compadres, amigos, nietos, hasta mis
propios hijos poco les importa nuestros problemas y a estas alturas, nadie nos da
trabajito, solo buscan huambrillos (muchachos); entonces, nuestros problemas
económicos, el pago de la renta de la casa y de salud nos agobian,
afortunadamente tenemos jue (fe) en nuestra Mamita Rosita y en nuestro Taita
Reshito, ellos de ninguna manera nos pueden abandonar. Por eso, rezaremos mi
esposa y yo cuarenta padres nuestros, cuarenta ave marías y cuarenta credos.»

Posteriormente le llegó el turno a un ciudadano muy contento:

« ¡Ay, padrecito, estoy contento y jueliz (feliz)! llegaron al pueblo unos gringos
blanquiñosos mutishicos (de cabello rubio) a explorar petróleo en nuestras tierras,
ahí habrá trabajito; además construirán una escuelita, una posta médica y un
puentecito de madera, lo que me preocupa padrecito Huenshe es que algunos
ignorantes y pesimistas inventan y dicen que ellos llevarán toda nuestra riqueza y
solo nos dejarán migajas; además, dicen que contaminarán nuestros ríos,
quebradas y cochas; juinalemte (finalmente) la tierras quedaran áridas. Padrecito,
P á g i n a | 13

rezaré muchas oraciones para que esos dañados (personas débiles) no ahuyenten
el progreso del caserío.»

Al no tener respuesta alguna del sacerdote el hombre regresó a las


bancas y rezó religiosamente cuarenta padres nuestros, cuarenta aves
marías y cuarenta credos.

Finalmente, el niño estaba agotado luego de escuchar atentamente


cada una de las confesiones curiosas e íntimas, lo mismo que acabó con
sus energías y lo llevó a un profundo sueño.

Horas más tarde, al despertar, la ceremonia había acabado, las


puertas estaban cerradas, las velas de los santos iluminaban muy
tenuemente y los murciélagos eran los nuevos invitados, pues volaban
libremente de la cabeza de un santo a otro.

El pequeño, muy asustado, se dirigió hacia una puerta abierta junto al


pulpito, era la que daba a las habitaciones de los sacerdotes, el muchacho
buscaba desesperadamente la salida; sin embargo, al escuchar ruidos
extraños se detuvo un instante, tratando de definir el origen del sonido, su
curiosidad iba aumentando; de pronto, detectó que el ruido eran gemidos,
presuroso se aproximó a la habitación de donde provenían y arrastrándose
empujó la puerta lentamente para ver… los atuendos del sacerdote y del
joven sacristán yacían por el suelo de la habitación, el sacerdote y el feligrés
mantenían una relación sexual ante la atenta mirada del Taita Reshito el
labrador y de la Mamita Roshita.

De repente los tortolitos, al verse descubiertos se asustaron y uno de


ellos con voz entrecortada gritó: ¡Socorro, el chucha, el chaqui, el tunche!
De inmediato, Mañueco salió despavorido, caminó a la puerta principal de
la parroquia y no paró hasta llegar al caserío donde vivía.

Mientras tanto, la abuela preocupada y angustiada sin saber nada de


su nieto se había distraído con tanto chisme picante de las comadres.
Finalmente, horas más tarde llegó el niño a casa dispuesto a contestar el
P á g i n a | 14

interrogatorio que tendría la abuela para él. De modo que antes que le
dijeran algo, comenzó: Abuelita ¿diosito es cruel?, ¿le agrada que sus
siervos sigan la procesión arrastrándose por el lodo? o ¿es tan benévolo
que con eso y unas cuantas oraciones libra del pecado a esa gente que
abusa de los pobres?; ¿por qué pusiste los últimos reales que nos
quedaban en la talega (bolsa) del padre? no quedó ni para el té de mañana,
¿por qué rezaron tantos (tantas) ave marías, tantos padres nuestros, tantos
credos; acaso diosito es sordo o torpe que no entiende? Abuela, ¿por qué
las peores desgracias le ocurren al pobre y al rico ni un rasguño?, ¿por qué
en el pueblo hay más iglesias que colegios?, ¿por qué son crueles y sádicos
con diosito? lo muestran en agonía, sufriendo en aquella cruz, ¿acaso
festejan su muerte?, ¿por qué no festejar la vida radiante del niño Jesús
en su cunita sobre pajitas?, ¿te gustaría tener la foto del papito Teocho en
la pared de la casa apiacho (aplastado) por el árbol con los intestinos
afuera? No, ¿cierto?, papá Teocho luce joven, apuesto y sonriente. ¿Por
qué el Jesucristo de la iglesia no tiene pene?, ¿acaso fue asexual y por
eso no tuvo hijos?, ¿por qué a ese santo morenito lo tienen escondido tras
la puerta de la capilla? Abuela, ¿por qué la gente reza, llora y se golpea
el pecho si al salir de la iglesia las mujeres de nuevo juzgan la vida de los
demás y los hombres siguen machaysiquis (borrachos), infieles y
maltratadores de indefensos. Abuela, en la prédica del cura, lo escuché
decir que debemos preparar el alma para el encuentro con Dios en el cielo
después de la muerte. ¿Por qué se preocupan más del alma si nadie tiene
la certeza de que exista otra vida después de la muerte?, ¿y el cuerpo qué,
que lo parta un rayo? Manabalques (miserables), sheplecos (débiles),
ponquetes (pálidos), ignorantes y humillados, ¿así es como diosito quiere
a sus hijos?

Para entonces a la abuela se le había olvidado el interrogatorio que le


tenía preparado y explotaba en ira para sus adentros; sin embargo, quería
evitar pleitos y fingió dormir; el pequeño al percatarse que la abuela
P á g i n a | 15

simulaba dormir, decidió despertarla con una pregunta bomba: ¿Abuela, es


normal que el padre y su sacristán tengan relaciones sexuales?

Finalmente; aquel sermón atrevido, irrespetuoso e impuro había


confundido y enloquecido a la abuela, pues pensaba que el niño estaba
poseído por el chullachaqui (diablo), el shapshico (demonio), el tunche, o
la madre del árbol de renaco que se levantaba entre los árboles frutales de
la huerta.

La abuela enfurecida esta vez, histérica, usó su bastón para golpear


a su nieto aduciendo que así le sacaría el demonio, echaba a aquel
cuerpecito ultrajado, encogido entre sus bracitos y piernitas, agua bendita
con esencias pestilentes de hierbas extrañas en señal de exorcizarle;
mientras rezaba a todos sus santos delirando a mil por hora, pidiendo
perdón por las satánicas alucinaciones. Luego, esparció el macerado de
hierbas pestilentes por todos los ambientes y la vereda del frontis de la casa
en señal de expulsar cuanta maldad diabólica hubiese; a la brevedad
mandó a derribar aquel endemoniado árbol de renaco y a quemarlo hasta
la última hoja. Para la noche convocó a todas sus vecinas a participar en
una ceremonia religiosa de emergencia para que juntas a través de sus
oraciones purifiquen la vivienda y así expectorar al maléfico Satanás que
había envenenado el alma de su nieto.
P á g i n a | 16

CAPÍTULO II. EL CIRCO

De repente un día, algo irrumpió en el apacible villorrio de Shimbillo.


¡Qué novedad! ¡Había llegado el circo! Los adultos asomaban miradas
cohibidas desde la media hoja de sus puertas. A lo lejos se divisaban las
piltrafas de la descolorida carpa cuyo contraste con la naturaleza que le
rodeaba era inconcebible, el verde esplendor de la copa de los árboles
frutales que llenaban los huertos: caimitos, chopes, taparivas, huabas, pan
de árbol, mamey, zapotes, cashos, jaguas, anonas, indanos, pomarrosas;
pitajayas, parinari; el melodioso parlero de los manacaracos y paucares se
opacaron, el sinfónico chillido de las chicharras se esfumaron, se apagó el
mágico sonido de los gigantescos tallos de los bambús, se opacó el silbido
del viento que corre raudo, igual que el singular sonido de las ramas de los
arboles cuando se mecen al soplo del viento y finalmente se esfumó el
relajante sonido de los arroyos que golpean sobre las rocas.

De lo alto del mástil de la carpa, un chirriante altavoz lanzaba un


estruendoso sonido y en las calles un mequetrefe sobre las ancas de un
burro provisto de un megáfono gritaba despavorido promocionando el
espectáculo; el gobernador les había dado el permiso de entrar al caserío,
ultrajar los castos tímpanos de los lugareños e invadir las calles, cuyos
escenarios deportivos eran gozados por los muchachos en tardes de
fulbito. El bullicio espantaba también a los caballos, vacas y burros que
pastaban libremente el fresco césped que cubría las callecitas del villorrio.

El boletín sensacionalista e incisivo que hipnotizó al pueblo, decía:

Este domingo, domingo, domingo, domingo por primera vez en Shimbillo.


¡El Gran Circo Internacional llegó! Con ustedes: Tripita, Pajita y
Mondonguito; además, el mejor trapecista del mundo y su triple salto a la
muerte, el sorprendente mago que ante sus ojos cortará en pedacitos el
cuerpo de una bella señorita y además, por si fuera poco ¡King Kong en
persona! ¡Los esperamos!
P á g i n a | 17

La noticia alborotó a los lugareños, Mañueco y sus inseparables


amigos: Puricho y Mashico no eran ajenos a ello, guiados por la curiosidad
decidieron apreciar las instalaciones del circo trepando a la cima de un
frondoso chope (árbol típico del lugar) que se encontraba en la plaza, desde
allí el panorama de las instalaciones del circo era clarísimo. Su propósito
era hallar el lugar más vulnerable por donde podrían colarse. Pronto llegó
el gran día, el día del debut; desde muy temprano, la gente formaba colas
interminables para ingresar; por otra puerta, ingresaban las autoridades y
sus familiares, portando pases especiales lucían trajes de gala.

Mañueco, Puricho y Mashico también habían llegado muy temprano,


estaban lelos al observar los retratos coloridos de los payasos, artistas y
animales que estaban en las afueras del circo. En la puerta, las señoritas
anfitrionas estaban con un diminuto vestido de brillantes, los cuales
contorneaban perfectamente sus espléndidos cuerpos curvilíneos que,
además, iban a pelo con el tema sensual y erótico que sonaba ese
momento: “Dame tu ayahuasca” por Juaneco y su Combo.

De pronto, llegó el momento que empezara la función, el animador


tocó el pitazo final que anunciaba el inicio del espectáculo.

Mañueco y sus amigos, ¡zas! A toda prisa se dirigieron a la puerta


falsa donde con audacia treparon el elevado muro de tapial que circundaba
el escenario, una vez dentro del perímetro había que arrastrarse con
completo sigilo, mismo rambo2 en las montañas, en plena oscuridad
nocturna, acompañados por espesos matorrales y enjambres de mosquitos
y zancudos, logrando escabullirse de los guardias del circo.

En minutos ya estaban dentro de la carpa trepando los gruesos


barrotes de madera que sostenían las galerías. Llegaron hasta el último

2 Personaje principal de la película Rambo, interpretado por Sylvester Stallone,

conocido por usar su fuerza y violencia en contra de sus enemigos.


P á g i n a | 18

escalón de la tribuna y seguros que habían completado su hazaña con éxito


se ubicaron cómodamente en sus respectivos asientos. Estaban
fascinados por lo que acababa de pasar y se miraban el uno al otro con una
gran sonrisa entre labios, triunfantes, felices y seguros que los próximos
minutos serían los más alegres de sus vidas. Efectivamente, el lugar estaba
completamente lleno; el escenario, apoteósico y el piso cubierto por una
alfombra roja de donde nacían luces multicolores. El telón se abrió y ante
todos apareció un joven apuesto, era el presentador, quien vestido a saco
y corbata dirigiría aquella inolvidable exhibición.

Al concluir la función, los muchachos sintieron que habían vivido el


mejor momento de sus vidas y por ningún motivo podrían perderse las
próximas funciones; de modo que, la travesía continuaría su curso.

Era la cuarta función y la bribonada había salido perfecta, pero al


llegar a las galerías faltaba uno de ellos: Mashico. Los otros dos se
preocuparon, pero en su afán de no perderse otra experiencia increíble,
coincidieron en tener la feliz idea de creer que se habían separado en el
camino y que Mashico debía estar en algún otro lado de la galería
disfrutando del espectáculo. Paradójicamente, esta vez los muchachos se
divirtieron más que los otros días; el payaso pajita, el más chistoso del
elenco les había arrancado largas carcajadas. Ambos se sentían inusitados
por una trágica premonición, se acordaban de los comentarios de los
adultos “Cuando una persona ríe en demasía, horas después terminará
llorando”, pero finalmente lo olvidaron y el espectáculo siguió su curso. De
pronto, las luces de las galerías se apagaron y quedando una tenue
iluminación en el escenario apareció un mago vestido de negro con una
larga capa y un sombrero de copa alta muy extravagante, estaba
acompañado de una bella jovencita vestida con diminutas prendas, ambos
saludaban efusivamente esparciendo besos con los brazos extendidos por
todo el escenario, lo cual alborotaba las libidinosas hormonas de los
muchachos.
P á g i n a | 19

El mago comenzó su número e introdujo a la señorita en un cajón de


madera y lo llenó de clavos con martillo en mano; ante el estupor del público
echó a trozar el cajón con una enorme sierra de 2 mangos salpicando y
enlodando de sangre sus filudos dientes. La sangre corría a borbotones y
se deslizaba por las patas de la mesa formando un gran charco en el suelo.
A esta truculenta escena le acompañaba un grupo de escépticos y sabios
murciélagos que dormían colgados en los harapos de la carpa del circo, a
la espera de la llegada de la noche, donde la función habría concluido y
ellos podrían proceder a servirse de la fastuosa cena sangrienta. Por otro
lado, algunas personas murmuraban presagiando un acontecimiento
funesto. Minutos después las luces se encendieron como para dar pie a la
continuación del espectáculo, pero desgraciadamente ello no ocurrió, el
presentador ingresó para suspender el espectáculo sin mayor detalle y solo
atinó a pedir las disculpas del caso al público manifestando que el dinero
de las entradas sería devuelto en la boletería del circo.

Ciertamente, el público entre airadas protestas empezó a abandonar


el lugar. A las afueras del lugar, la gente especulaba los motivos de la
suspensión del espectáculo; algunos comentaban que detrás del circo
había sucedido un accidente y, en efecto, un tumulto de gente rodeaba la
fatal escena; don Cushto Pisco Panduro, narró los hechos:

«Ya vuelta (de nuevo), ¿por qué tanto embeleco (curioso)? Este huambrillo
(muchacho) cayó sobre esta piedra por el huicapazo (garrotazo) que le lanzó el
vigilante del circo. Ala ón (pena) ese huambrillo (muchacho) malísimo estaba,
bizarro era, seguramente va a morir porque el salado del vengo (homosexual) de
don Huenshe lo (le) hizo respiración boca a boca, disque con el juin (fin) de salvarle
la vida. Ala on (pena), ese huambrillo (muchacho) plastacho (molido) quedó. Aún
estaba vivo, pedía auxilio, levantaba el bracito, pero nadie lo (le) socorrió; hasta que
un señor de buen corazón lo llevó al hospital.»

El hospital quedaba en el pueblo de Parinari, muy lejos de Shimbillo; a


pesar de ello, Mañueco y Puricho emprendieron presurosamente el viaje
con el propósito de ver nuevamente a su amigo. Aquel camino era lúgubre,
P á g i n a | 20

había un concierto melancólico de aullidos orquestado por enigmáticas


aves nocturnas: el chicua, el tunche, el ayaymaman y legiones de insectos,
así como de zancudos los rodeaban, pero nada los detenía. La centelleante
luna y las radiantes luciérnagas despejaban sus miedos y les indicaban el
camino correcto. Todo iba bien; sin embargo, a la mitad del camino oyeron
un aterrador silbido, era del tunche que les decía un espeluznaste “fin, fin,
fin, fin”, ambos se detuvieron paralizados; Mañueco recordó lo que se decía
en el pueblo por los abuelos y comentó:

— Oye mashita (cuñadito), ese silbido ya vuelta (de nuevo) es el alma


de Mashico ahora sí definitivamente ya se está muriendo.

Ellos pensaron que el alma de Mashico empezaría a recorrer sus pasos


por donde había transcurrido su vida e iría asustando y jalándole las patas
a todo aquel que le había hecho algún daño. Puricho, de pronto exclamó:

— Oye ñañito (amiguito) ¿se dieron (te diste) cuenta que este camino
conduce también a la casa de Doña Teocha Upiachihuay Fasavi,
prostituta del caserío? Ese dañado (inútil) de huambrillo (Mashico)
va en camino a jalar la teta de doña Teocha, ¡bienechito! (bien
hecho) porque me comentó en una oportunidad que lo (le) mordió el
ullo (pene) cuando lo (le) hizo sexo oral.

Finalmente aquel aterrador aullido se alejó súbitamente hacía el otro


lado del bosque.

Luego de aquel estremecedor episodio continuaron su camino, pero de


pronto Mañueco se detiene un momento; era el árbol de renaco, sus raíces
formaban figuras demoniacas y monstruosas que abrazaban el camino.
Aterrado, exclamó:

— ¡Cuidado mashita (cuñadito), ese árbol está poseído por el


chullachaqui (demonio)! Mis abuelos afirman que cierta vez un señor
cortó las raíces de aquel árbol y salieron duendecillos que lo llevaron
muy lejos, a los días apareció al otro lado del río, todo loquito
P á g i n a | 21

botando espuma por la boca, finalmente ningún siquiatra de la


capital pudo curarlo. Aún hoy en día el pobre señor vive postrado en
cama.

Prosiguieron su camino, cuando de pronto Mañueco ve otro árbol el cual


estaba derribado en medio del camino e interrumpía el paso; cuando los
muchachos intentaron cruzarlo, miles de feroces hormigas salieron del
tronco para atacar. Puricho explicó el fenómeno

— ¡Oye ñañito (hermanito), no se asuste! Ese árbol es la tangarana y


las hormigas son sus sabios guardianes anti depredadores del
bosque, no nos harán nada.

Después de aquel episodio de pura adrenalina donde habían conocido lo


maravilloso del hábitat del bosque nocturno llegaron al hospital. El horario
de visitas había terminado y el hospital ya estaba cerrado. Mañueco
imploraba de rodillas al señor policía que custodiaba el nosocomio que le
dejase ingresar para ver a su amigo, el hombre lo miró de pies a cabeza y
en tono sarcástico y despectivo le dijo:

— Huambrillo ashirillo (niño pequeño), ponguete y shepleco (de rostro


pálido y débil) já, já, já ¿quieres ingresar a este lugar?, está
prohibido el ingreso de huambrillos (muchachos), solo pueden entrar
personas mayores y decentes. El muchacho a pesar de la
humillación continuó rogando; sin embargo, el policía añadió con ira:
¡Ya he dicho y punto! y les tiró la puerta en la cara.

Los muchachos convencidos de que no verían a su amigo se tendieron


sobre el verde césped que cubría el frontis del hospital mirando hacia el
infinito universo estrellado bajo la luz de la luna, era el lugar perfecto para
meditar sobre la difícil situación que vivían.

A los minutos, llegaron unos señores de talla alta con vestimenta elegante
y aires de ser personas importantes, traían comida y regalos. Puricho con
P á g i n a | 22

mucho respeto y cortesía se acercó para contarles que acababan de cerrar


el hospital y el señor policía había dicho que a esa hora absolutamente
nadie podía ingresar, de un manazo (golpe dado con la mano) echaron al
impertinente e insignificante ser que había osado dirigirles la palabra y con
paso firme continuaron; al llegar a la puerta, el policía les dio la bienvenida
abriendo las puertas de par en par y con fina cortesía los invitó a pasar.
Una vez dentro, los hombres le dieron un obsequio.

Lo sucedido tocó hasta los huesos a los muchachos, su espíritu


rebelde despertó y se vieron empujados a cavilar un plan para ingresar a
como dé lugar al hospital. Pensaron en trepar el muro del tapial, pero era
muy alto; continuaron buscando y se dieron con la grata sorpresa que una
sección del hospital colindaba con el bosque; de inmediato, tomaron ese
camino logrando ingresar entre acrobacias y piruetas.

El lugar era tétrico, un concierto fúnebre de aves nocturnas


crascitaban en armonía; se escuchaban atribulados llantos de enfermos
moribundos, pero a su vez sonaban los llantos sublimes de los bebés que
acababan de nacer; a lo lejos, se divisaban los pabellones de paredes de
tapial con techo de teja rodeados de viejos árboles, malezas y uno que otro
poste de luz con débil iluminación. Procesada la primera impresión, los
muchachos se dispusieron a buscar a su fiel amigo.

De pronto Puricho trepado en las ventanas de una habitación llamó


en voz baja a Mañueco para que observara lo que él estaba viendo, eran
dos jovencitas disfrutando de una apasionada relación sexual. Puricho sin
aguantarse susurró alarmado:

— ¡A burro on! (signo de admiración), esas marimachas (lesbianas) o


están poseídas por el chullachaqui (diablo) o son personas
extraterrestres, ¡están haciendo sexo entre mujeres!

A pesar de su asombro, los muchachos se quedaron disfrutando del


espectáculo.
P á g i n a | 23

Seguidamente, Mañueco trepado en lo alto de otra ventana llama a


su amigo y comenta:

— Mire mashita (cuñadito), en aquel cuarto se encuentra el buchisapa


(panzón) del gobernador, ¿de qué se habrá enfermado ese dañado
(débil) si nunca trabaja? No hace nada por el pueblo y lo visitan esos
señores bien vestidos que acaban de ingresar con cantidad de
regalos. Además, ¿te has fijado? hay 3 médicos y 3 enfermeras
realizándolo (realizándole) todo tipo de exámenes; Puricho, por su
parte se percata de algo más: ¡mira!, en la otra cama esta don
Filacho ¡ala on! (qué pena) nadie se preocupa por él.

En seguida, algo apagó la efervescente charla de los muchachos; en


la habitación contigua, una escena sombría y sepulcral ocurría. Alrededor
de la cama de un moribundo, un grupo de personas entre familiares y
amigos estaban vestidos de negro de pies a cabeza y acompañaban entre
sollozos al sacerdote que hacía la oración para que el alma del difunto
descanse en paz.

Al fondo del hospital había una sola habitación, la cual se encontraba


aislada, se comentaba que ahí había un joven que tenía lepra, por lo que
Puricho comentó:

— Oye mashita (cuñadito), ¿qué tan contagiosa puede ser esa


enfermedad para que lo aíslen y todo el personal del hospital lo (le)
tenga asco? Ala ón (expresión de pena).

Finalmente, después de una extenuante, pero recompensada


exploración ubicaron la habitación de Mashico. Su fiel amigo yacía
moribundo en su lecho a la espera de la llegada de sus leales amigos para
despedirse. El muchacho apenas sintió a sus amigos reaccionó como si su
ángel de la guarda le avisara:
P á g i n a | 24

— ¡Hey, huambrilllo (muchacho)! ¡ya vuelta (mira), ahí están tus ñañitos
(hermanitos) sucia ojetes (de nalgas sucias), arriba en lo alto de la
ventana!

Mashico levantó lentamente la cabeza y alcanzó a ver a sus queridos


amigos. Apenas hubo ocurrido esto, los abrazó con la mirada, les regaló
una dulce y peculiar sonrisa que lo caracterizaba y con lágrimas de tristeza
y alegría se despidió, cerrando sus ojitos para siempre.

Al día siguiente, en el caserío de Shimbillo, los muchachos


acompañaban el velorio totalmente destrozados. Mañueco al ingresar a la
casa quedó espantado por tan deprimente escenario. En la pared donde
Mashico colocaba orgulloso sus diplomas y posters de artistas como Pelé
o de su equipo favorito “El C.N.I”, ahora estaba un viejo y mugroso trapo
negro con flecos dorados que contenía a un Cristo de hierro al medio; en la
mesa que se usaba como comedor había otro trapo negro y en medio de
ella habían 4 candelabros de bronce, allí yacía el cuerpo de nuestro
hermano, amigo y compañero de carpeta. Don Cunshi Chuquipiondo
Hualinga, el carpintero del pueblo, aún estaba construyendo el ataúd y los
demás enseres de la familia estaban tirados en el rincón de la huerta. Los
vecinos empezaban a llegar cargando racimos de plátano, tercios de leña,
manojos de chancaca, carnes de gallina, chancho, venado, majás, sacos
de yuca y arroz, todos los varones iban vestidos con camisa, pantalón y
zapatos negros, mientras las señoras llegaban tapadas la cabeza con velo
negro. No faltaron también los borrachos, vagabundos, locos malolientes y
cuanto curioso y hambriento había en el caserío; la sala y el frontis de la
casa se llenaron; por un lado, don Resho Cenepo Tapullina, vecino del
pueblo, cuidaba que todos los invitados se sirvieran de los licores exóticos:
rompe calzón, para para, siete raíces, huarapo y ventisho y por otro lado,
doña Mishi Casique Shapiama repartía los bocadillos: upe, panatela de
plátano con rosquitas, tortillas y levaduras; otras vecinas, mientras tanto,
preparaban la comida: inchicapi, inchicucho, poroto, shirumbi, mela mela,
P á g i n a | 25

timbuchi de carachama y de pejesapo e inguiris a montones para alimentar


a los acompañantes y a los hombres que cavaban la tumba en el
cementerio. En breve, llegó la banda del municipio y los empleados de la
gobernación sobre sus hombros transportaban sillas, bancas y mesas.

En medio del murmullo sarcástico y embriagado de la concurrencia,


Mañueco se dirigió hacia el cortejo fúnebre para tocar el cuerpo inerte de
su amigo.

Ya en horas de la madrugada, los mejunjes, pócimas y macerados de


las hierbas alucinógenas y afrodisiacas embriagaron a la concurrencia, de
modo que el protocolar discurso sobrio para la ocasión se esfumó y lo que
brotó en su lugar fue un lenguaje despotricado y burdo con bromas y chistes
de alto calibre, convirtiendo el velorio en una cantina ordinaria, todo con el
aval de doña Shoco, mamá de Mashico.

Mientras tanto Mañueco aún no procesaba lo que sucedía ¿qué era


la muerte? envuelto en la incertidumbre y su tierna inocencia, pensó que
los 3 días que duraran las exequias eran para la espera de la resurrección
de su amigo tal y como había ocurrido con el señor Jesucristo, pues él
consideraba que Mashico también era puro, limpio y sin pecado.

Finalmente el velatorio acabó y se dio inicio al ritual del entierro, junto


al ataúd y la familia estaba el gobernador, amigos y todo el barrio que había
atiborrado la pocilga. Los beatos acompañaban la ceremonia con cánticos
fúnebres y don Cushto Ayapi Cenepo prosiguió con el ritual. Era el
momento de abrir la tapa del ataúd para que la familia se despidiera;
apenas lo hizo, todos se abalanzaron sobre el cuerpo inerte y comenzaron
a dar gritos aterradores de dolor.

Ahora era el turno de don Ashuco, el verdugo, él debía asumir la difícil


tarea de sellar el ataúd; con martillo en mano iba sellándolo; cada golpe era
una estocada al dolor de la familia que iban desmayándose uno tras otro;
doña Roshita Tuanama Tapullima, por su lado, sabía lo que pasaba en
P á g i n a | 26

estos acontecimientos, por lo que provista de un garrafón con macerado de


romero y ruda iba echándoselo a la familia para recomponerlos; mientras
tanto, don Arichi Amasifen Chamolí, fotógrafo del pueblo, captaba cada
escena para el álbum familiar.

Inmediatamente después el féretro fue fllevado a la capilla donde


recibiría honores fúnebres. Los restos de Mashico son paseados por el
pueblo, por la escuela, la plaza de armas y finalmente el municipio donde
se encontraban el gobernador y las demás autoridades del pueblo
dispuestos a dar inicio a la solemne misa. Mashico es declarado hijo
predilecto de Shimbillo y la llave del pueblo es entregada a la madre frente
al pueblo que con mucha devoción seguía el desarrollo del acto fúnebre;
acto seguido, el féretro es levantado en hombros y al compás de la banda
se dirige a su destino final, el cementerio.

Una vez allí, un beato da inicio al último sermón y al concluir conducen


el cajón a lo más recóndito del cementerio, entre arbustos y matorrales
llegan, lo descienden con unas cuerdas hacia el fondo de la fosa y sobre el
cajón colocan los huesos de los cadáveres que habían sido enterrados
años atrás. Luego, unos hombres rudos y robustos con pala en mano van
lanzando bloques de tierra que al choque con el féretro producen un
estruendo que lleva nuevamente a la psicosis y el desmayo colectivo de los
asistentes. Finalmente el hueco es sellado y sobre él se eleva una inmensa
cruz junto al grotesco madero del epitafio que había sido donado por el
gobernador y decía lo siguiente:

Querido Mashico

Perdónanos porque no supimos valorar lo grande que fuiste, no


comprendimos tus bondadosos actos y tu temprana partida a un largo
camino sin retorno destrozó nuestros corazones. Dejas un vacío en
nuestras almas que nunca podremos llenar, te fuiste sin decir adiós, pero
dejaste un legado: ejemplo de juventud, buen hijo, buen hermano, buen
amigo del ángel de la guarda, de nuestro noble y pulcro caserío de
P á g i n a | 27

Shimbillo. Con nuestras oraciones al santísimo y flores en tu sepulcro,


estaremos siempre contigo. Jamás te olvidaremos.

Hasta siempre ñañito Mashico

Mañueco regresó a casa, cogitabundo, haciendo funcionar su


pequeño cerebro a mil por hora, tratando de comprender el duro episodio
que le había tocado vivir. Al llegar a casa, buscó a su abuela y atestándole
de preguntas comenzó:

— Abuela, ¿qué es la muerte?, ¿a dónde vamos después de morir?,


¿al cielo o al infierno como dice el cura?, ¿el pecado es la causa de
la muerte? y si así fuera ¿por qué murió mi amigo Mashico?, ¿por
robar una fruta al vecino?, ¿por ver una revista pornográfica?, ¿por
entrar al circo trepando el muro?, ¿por ir a bañarse al río en horas
de clase?, ¿es eso pecado mortal? Abuela, mi amigo Mashico fue
un huambrillo (muchacho) ejemplar; en el colegio obtuvo las
mejores calificaciones y además su vida fue muy dura, labró la tierra
bajo la lluvia y el sol; madrugó para traer agua del río en el pilón;
mazó el arroz, el café e hizo largas colas para comprar el kerosene.
Además de ello se daba el tiempo para hacer las tareas de la
escuela. Abuela, el maestro afirma que la Constitución del estado
dice que la vida humana está por encima de todas las cosas, si es
así, entonces ¿por qué nadie, incluso el estado, hizo nada para
atenderlo a tiempo y salvarle la vida? Cuando lo encontraron él aún
estaba vivo y pedía auxilio moviendo su manito. Mañueco, entre
dientes, murmuró: Seguramente nadie va a investigar al asesino.
— Abuela, ¿por qué el velorio de Mashico fue como la fiesta patronal
del pueblo, con comida, trago y música?, ¿por qué la gente llora e
incluso grita hasta el punto del desmayo por su pérdida, si cuando
vivía nadie nunca lo defendió de las golpizas del borracho de su
padre?, ¿por qué nadie hizo nada cuando abandonó la escuela por
falta de un par de zapatos y un par de cuadernos?, ¿por qué cuando
P á g i n a | 28

estaba vivo nadie lo (le) invitó una fruta o lo (le) dio un centavo para
pagar su ingreso al circo o para comprarse un juguetito en su
cumpleaños o navidad?, ¿por qué el gobernador llevó la banda de
música y la gente llevó comida en abundancia? si él ya no siente,
no tiene hambre, no ve y tampoco escucha. Del mismo modo será
cuando cumpla el primer, tercer, sexto y doceavo mes cuando
celebren su misa; al parecer más se preocupan por el muerto que
nada necesita, que por el vivo que todo lo necesita. Además, irán a
su tumba a llorar llevando flores y obsequios. ¿Quién lo atenderá a
doña Shoco, mamá de Mashico, cuando sea anciana?
— Abuela, ¿por qué les dan pases de entrada de cortesía a las
autoridades si ellos tienen un sueldo del estado?, ¿no sería más
lógico y justo que esos pases se los dieran a los niños pobres como
a mi amigo Mashico? ¿Sabes, abuela? he entendido que la vida no
vale nada.

Al día siguiente, muy temprano por la mañanita, Mañueco regresó a la


tumba, volteó el madero del epitafio y escribió:

No se acerquen a mi tumba, no lloren, no recen, tampoco dejen flores u


obsequios, pues no estoy aquí.

Estoy en la sonrisa de un niño abandonado buscando cariño

Estoy en la planta que necesita riego

Estoy en el perrito callejero que busca hogar

Estoy en el mendigo que busca cobijo

Estoy en un albergue esperando una sonrisa


P á g i n a | 29

CAPÍTULO III. LA POLITIQUERÍA

Era la hora del crepúsculo, cuando el ocaso desnuda la belleza de la


naturaleza y el arrebol pinta de mil colores el infinito.

Mañueco y Puricho se enrumbaban camino al pueblo rodando la


pelota sobre el verde césped que cubría los caminos, recordaban y
reflexionaban para mitigar el dolor inmenso de la pérdida de su entrañable
amigo.

Eran tiempos de auge electoral donde los políticos irrumpen con la


tranquilidad y rompen con la naturalidad del paisaje del pueblo. La
abundante propaganda electoral captó su curiosidad, estaba por todos
lados, en las paredes de las casas, en los tallos de los árboles, en los
pajonales de los cerros, sobre las rocas, en las canoas, en los
pequepeques (diminutas embarcaciones); por todos lados, era un loquerío.

Las viviendas ubicadas en el centro del pueblo se convertían en


locales políticos, mientras sus dueños se asentaban dentro de sus huertos
en precarias viviendas construidas con material de la zona: las paredes
eran de cañabrabra tejida con atadijo (soga de la corteza de un árbol) y
horcones de pana y los techos eran de crisnejas (calaminas de hojas de
palmera).

Las casas políticas eran, por otro lado, semejantes a un escenario


circense, pues lucían folclóricas con el frontis y las paredes multicolores
adornadas de globos y banderillas que flameaban por los aires; en la parte
superior lucía un gigantesco retrato con el rostro del candidato en su mejor
ángulo, presentándolo con un perfil noble y seductor, que o bien salía con
un bebé en brazos, o bien con una anciana lugareña sonriente mostrando
los dos únicos dientes que le quedaban. Desde lo alto, un altavoz chirriante
esparcía el himno del partido, derrochando caudales de promesas,
mientras que en la puerta principal un parlanchín con turbadora audacia
persuadía hasta al más escéptico transeúnte para que visitara el local del
P á g i n a | 30

candidato al que representaba. Allí estarían los fieles adeptos, como lobos
al asecho, ofertando jugosas promesas del candidato, comprometiendo a
los pobladores a firmar una hojita y así poder inscribir a su candidato
postulante; a cambio se le daban un cuarto de kilo de fideos, 2 paquetes de
galletas y un polo ordinario que tenía impresa la foto del candidato por
delante y el símbolo del partido por detrás. Prenda que usaría el poblador
hasta sus últimos días.

Mientras tanto, don Uenshe Mozombite Hualinga junto a un grupo de


desempleados del pueblo ofrecían sus servicios para desarrollar trabajos
de vigilancia y limpieza en los locales partidarios de modo gratuito con la
promesa de obtener más adelante un puesto en la administración pública.
Ellos, además, tendrían la ardua tarea de montar el escenario en un
extremo de la plaza para lo cual debían internarse en el bosque realizando
un paseo campestre en busca de madera, soga y palma. Adicionalmente,
recorrerían el pueblo en busca de gruesos tablones de madera de
construcción para los muros de tapial, pues con ellos armarían el escenario.
Aquí, en este altisonante lugar, revestido de los colores del pabellón
nacional, habría un gigantesco cartel en lo alto que tendría grabados el
símbolo y nombre del partido político: “Honestidad con manos limpias”,
además de la infaltable foto sensacionalista del candidato líder, quien
posteriormente haría su entrada triunfal y lanzaría un ampuloso discurso.

Consecuente a ello, la comitiva tendría que preparar el mitin; además


para lograr el éxito rotundo, la portátil debía reclutar cuanto desempleado,
vago y loco había en el pueblo ofreciéndoles un pago pecuniario; los
vestían con los colores del partido y los adiestraban para enarbolar la
causa. Quien les dirigía, les indicaba:

— ¡Que los pica pica desciendan sobre el candidato cada vez que lance
sus promesas! y ¡que los hurra y viva sean los más eufóricos!
¡Mientas más espontáneos, mejor!
P á g i n a | 31

Efectivamente, pronto llegó el día del mitin, era una mañana de cielo
azul y la naturaleza esparcía su belleza infinita. Los árboles gigantes, los
cerros, los ríos, las cochas y los animales silvestres estaban por todos
lados, como hermanos, cuidando a su pueblo. El político hacía su solemne
ingreso en medio de la caravana y los lugareños observaban con sigilo y
recelo a aquellos nefastos inquilinos.

Minutos después, la caravana llegó a la plaza del pueblo. En el


escenario estaba la banda de músicos interpretando melodías contagiosas
y populares que a todos nos agradaban: el tunchi loco, el poder verde, la
hilandera, ya se ha muerto mi abuelo, la danza del petrolero, la tangarana,
el shipibo enamorado, la anaconda, la danza de los Mirlos, la yanacita, el
sitaracuy, la pandilla, chimayches y muchas más. Por otro lado, estaban los
políticos y autoridades locales también en el escenario ensayando pasitos
de baile descompaginados, en exordio al gran show folclórico que se
iniciaría en breve. La portátil, con la euforia a tope alborotaba al público con
lemas y cánticos alusivos al partido, las avellanas tronaban por los cielos
y los carteles ondeaban efervescentes entre la multitud. Cada uno de ellos
representaba a un caserío y decía:

¡Auashiyacu, presente!, ¡Quilloallpa, contigo hasta la victoria!,


¡Wascayacu, hasta la victoria!, ¡Tahuishco, presente!, ¡Yuracyacu, contigo!,
¡Lluyllucucha, con la victoria!, ¡Shango, por la victoria!, ¡Burrucucha, hasta
la victoria!, ¡Ulluclla, presente!, ¡Misquiyacu, por la victoria!, ¡Pucayaquillo,
presente!, ¡Wikunco, presente!, ¡Rumiyaco, hasta la victoria!

El festín multicolor alborotó tanto al pueblo de Parinari que pronto la


plaza quedó completamente abarrotada.

En medio del jubileo, en el escenario, el ex gobernante hace su


aparición “La esperanza del cambio, el mesías de los débiles” se hacía
llamar, e iba con un hacha en la mano, pues era el símbolo del partido al
que representaba; estaba con el rostro pintado, iba vestido con la cusma y
en el cuello portaba abundantes collares de choloque, huairuro, ojo de vaca
P á g i n a | 32

y dientes de mamíferos; en la cabeza, llevaba una corona con plumas;


ingresaba triunfal con los brazos abiertos y el pueblo lo recibía entre
aplausos y hurras con lluvias de fuegos artificiales, motivo suficiente para
que se sintiera el ser más omnipotente del lugar y diera el discurso más
demagógico y ególatra que pudiera oírse.

El candidato inició su discurso: ¡Oh, gracias, bendito Taita Reshito


labrador por dejarme respirar el aire puro y fresco que emana este verde
bosque, gracias por permitirme pisar esta tierra santa, de gente vigorosa y
trabajadora, cual herederos de los valientes guerreros chancas! La
bondadosa bienvenida junto al apoyo de sus votos serán recompensados
con creces cuando llegue al poder. Habrá igualdad y oportunidad para
todos, construiré de inmediato la carretera, lo (la) asfaltaré, lo (la) techaré
y pondré los servicios básicos de luz y agua potable tanto fría como caliente
en todos los hogares. Cuando llegue al poder cuidaré este bello pueblo, no
permitiré que ningún intruso lo deprede, por eso mi lema es: ¡Agua sí;
petróleo, no! Voltearé el pastel, si hoy los ricos comen manjares y los
pobres pan con pan, pues entonces los ricos comerán mierda y los pobres
manjares.

La portátil aplaude con fervor vitoreando lo expuesto, la euforia cunde


a la multitud; pero no todos festejan, la cutula (loca del pueblo) espera que
la portátil concluya su festejo y exclama a todo pulmón ¡in lla! (séptico,
sucio), ¡tremendo llullampuro! (muy mentiroso)

El candidato prosigue:

Queridos hermanos, además de mi juramento de compromiso de


trabajar a tiempo completo por los pobres de este pueblo ante mi Taita
Reshito labrador y a la Mama Roshita, voy a revolucionar la educación,
formaremos jóvenes con valores, así como los de la pura y sagrada familia
de la que gracias a Dios provengo. La portátil avaló con algarabía el
discurso, pero no todos festejaron del mismo modo; el candidato captó en
medio de la multitud una mirada escéptica y llena de ira, era una madre
P á g i n a | 33

soltera abandonada con una niña en brazos, esto desencajó al candidato y


pocos minutos después ya repuesto, volvió a sonreír y continuó su discurso:
¡Estimados hermanos, compañeros, correligionarios y compatriotas; en
este día histórico, juro por Dios, por el patrón del pueblo, Taita Reshito
labrador y por la patrona del caserío de Shimbillo, Mama Roshita que mi
partido “Honestidad con las manos limpias” fundará el gobierno más
honrado de la historia. La portátil y el público festejaron con hurras y
aplausos, pero no todos recibieron tal promesa con igual fervor, el capitán
apiacho (loco del pueblo) esperó que la turba terminara de festejar y
exclamó a todo pulmón: ¡in lla! (séptico, sucio), tremendo pichicatero,
cullquitero (tremendo ladrón y avaro). El vil agravio sacó de quicio al
opulento candidato y con una mirada de ira ordenó a sus matones de
seguridad que retiraran a patadas al infortunado personaje. Luego, seguro
de que nadie más interrumpiría su discurso, continuó: Querido pueblo de
Parinari en esta tarde histórica les pido que confíen y voten por este su
humilde servidor marcando el hacha por el partido “Honestidad con las
manos limpias” Tengan la plena certeza de que mi gobierno será digno
porque vengo de una familia pulcra de buenas costumbres. El público,
siguiendo a lo que hacía la portátil, aplaudió; sin embargo, no todos
escucharon los petulantes elogios; algunos, como por ejemplo el sobrino
del candidato, andaba muy entretenido concentrado en los protuberantes
glúteos de la bella jovencita que estaba frente a él apretándose cuerpo a
cuerpo por la multitud que empujaba; también estaba el ilustre inmortal don
Francisco Izquierdo Ríos, quien hubiera huído despavorido ante tamaña
farsa; desafortunadamente, este ilustre personaje estaba atrapado en su
lecho de bronce, entre heces de palomas, sobre un monumento en el
centro de la plaza del pueblo y solo servía para sujetar una propaganda
electoral y ser testigo mudo de aquel ritual farsante de conquista de
conciencia.

A continuación, el político bajó del estrado y con una sonrisa a flor de


piel comenzó el diálogo con los pobladores, tomó en brazos a un bebé,
P á g i n a | 34

bailó la música de nuestro pueblo repartiendo besos por doquier, todo bajo
el atento lente de las cámaras fotográficas y de video.

El mitin concluyó en lo alto, pues el candidato había logrado persuadir


e hipnotizar hasta al más escéptico; el paladín de la democracia ahora
debía ir a la casa de don Shesha Casique Chamoli, el chamán de la ciudad,
para continuar con el protocolo; él con sus poderes ocultos consolidaría su
victoria y lo despojaría de toda energía negativa llenándolo de energías
positivas. Don Shesha, vestido con la cusma de finos bordados de arte
rupestre llevaba en el cuello un grueso collar de semillas silvestres:
huayruro, mullo y choloque, se dispuso de todo lo necesario para dar pie a
la sesión de espiritismo; habían huesos, calaveras humanas, culebras y
sapos; también aguas de esencia de hierbas y flores exóticas que estaban
entre espesas humaredas de hierbas exóticas que él espurreaba por su
boca y luego frotaba con una rama de hierbas humeantes en todo el cuerpo
del candidato implorando a los taitas, apus y seres del más allá que le
concedan el milagro de la victoria en las próximas elecciones.

Al culminar el ritual, don Shesha corroboraba la eficacia de aquella


panacea arrojando un puñado de hojas de coca sobre una mesa vestida de
tela con bordados rupestres; ciertamente, la lectura de estas hojas indicaría
si había limpieza total en el alma del candidato. El resultado fue que tenía
abundante energía positiva y lo más importante, tendría el triunfo inminente
en las próximas elecciones. Afuera de la casa del curandero estaban los
adeptos con el alma en la boca esperando la respuesta del ritual y cuando
supieron de la feliz noticia se inició el festejo, pasearon en hombros por
todo el pueblo al líder y luego se dirigieron a la casa de don Anacho
Tapullima Mozombite, secretario general del partido y próximo gobernador
del pueblo, él ofrecería un agasajo al ilustre personaje y a sus
acompañantes. Al llegar, la mesa denotaba opulencia de exquisitos platillos
típicos como:
P á g i n a | 35

ENTRADAS:

 Hormigas y suris al carbón.  Apichado de majás


 Timbuche de shiruye  Cutacho
 Timbuche de shitari  Tacacho
 Timbuchi de bujurqui  Maduro asado con maní
 Timbuche de carachama  Ensalada de chonta
 Inchicapi de sachavaca
SEGUNDOS:

 Juane de arroz con gallina de corral


 Juane de chonta con paiche
 Juane de yuca
 Patarashca
 Poroto shirumbe mela mela con cabeza de sachavaca
 Tilapia, sábalo, peje sapo al carbón con tacacho y con choclo asado
al carbón
 Shipashmote.
 Un tazón de inguiri

POSTRES:

 Mazamorra de tapariva.
 Ensaladas de frutas: pitajayas, pomarrosas, caimito, casos, parinari,
ashipa.

REFRESCOS:

 Chapo
 Masato
 Shive
 Aguajina
P á g i n a | 36

LICORES:

 Para para  Jaguachado


 Siete raíces  Chuchuwasi
 Quita calzón  Leche de monja
 Ventisho
Así transcurrió la visita del candidato al pueblo de Parinari, todo un
festín.

Iba anocheciendo y el cielo azul comenzaba a cargarse de nubes


oscuras, el crepúsculo apagaba sus últimos rayos solares y se avizoraba
una noche de tempestad, de enjambre de zancudos y anófeles con voraz
apetito de sangre foránea, lo que estremeció a los visitantes y propició su
desalojo.

Cuando ocurren estos acontecimientos el megalómano y astuto


político intuye de inmediato que se aproximan tiempos difíciles, eleva su
mirada calculadora al cielo y con sutil disimulo implora al omnipotente y
huye despavorido junto a su comitiva, incondicionales adláteres y la prensa.

Finalmente ocurrió como con todos, solo queda de ellos la estela de


promesas que el río se lleva cuando abandonan el villorrio.

El mitin concluyó y la abuela y Mañueco retornan a Shimbillo; en el


camino, bajo la luz de la luna, Mañueco trataba de asimilar lo que había
ocurrido, pero como le era difícil, se dirigió a la abuela:

— Abuela, ya vuelta (otra vez), ese llullampuro, sucia ojete (muy


mentiroso, nalgas sucias) convenció al pueblo con ese nombrecito
pudibundo que le puso a su partido “Honestidad con las manos
limpias” y su símbolo el hacha, ¡in lla! (sucio) no lo (le) creo nada.
P á g i n a | 37

La abuela comenta:

— Oye, huambrillo (muchacho), ese hombre parece bueno y decente,


dice la verdad y además es manquito, perdió un brazo en un
accidente.

A lo que Mañueco con sonrisa irónica respondió:

— Inlla (qué va a ser) abuela, ese hombrecito es astuto, se quitó la


prótesis para tocar hasta la fibra más sensible del pueblo. Abuela,
ese señor es igualito que los demás palanganas (jactanciosos) y
quizás pichicatero y cullquitero (corrupto y avaro). Abuela, si dices
que ese señor es bueno ¿por qué dejó la ciudad como alma que
corre al diablo?, ¿no será por dañado (cobarde)?, ¿no será por
miedo de la noche oscura con lluvias y las colonias de alimañas,
mosquitos, insectos, el tunche, el ayaymama y el canto de mal
augurio del chuyachaqui? Yo creo que la sabia naturaleza ahuyentó
a su vil depredador, como en la ciudad no existe hotel 5 estrellas…
además, despreció nuestras vajillas de arcilla, nuestros tiestos,
mocahuas, tinajas, pates de huingo (especie de calabaza) y wishillas
(cucharas de palo). ¿Por qué no se fue (vino) a Shimbillo y pasó la
noche con nosotros? Para conocer la realidad en la que vivimos: la
luz de la alcuza (lamparín) no es suficiente para hacer las tareas, el
agua que tomamos está contaminada y muchas veces no tenemos
nada para comer; además ¿por qué ese candidato no hizo nada para
salvarlo (salvarle) la vida al vecino Filacho que está muriendo de
tuberculosis?, ¿por qué don Anacho, secretario general del partido
y candidato a la gobernación del pueblo preparó comida en
abundancia para agasajar a esos señores buchizapas (barrigones)
que quizás comieron hasta la saciedad sin importarles la hambruna
que viene matando a nuestros llullitos (bebitos)? La gente del
pueblo como nosotros muchas veces dormimos con la barriga vacía,
decía indignado.
P á g i n a | 38

La abuela titubeó un poco antes de contestarte:


— Oye, huambrillo (muchacho), no seas munaysapa (engreído e
antojadizo), somos un país muy pobre, ¿qué candidato ha ofrecido
tanto alguna vez?

Mañueco, caviló por un momento y más tranquilo continuó:

— No será que en el país ser político es mutar de pobre a rico, ¿di?


(pedir afirmar algún suceso) Abuela, ¿cuál fue el mejor presidente?

Ella contestó:

— ¡Vay, carajón! (expresión de admiración), recordando mis ñaupas


tiempos (recordando mi pasado): el presidente Ramón Castilla,
porque abolió la esclavitud, antiguamente nuestros hermanos los
negritos y los nativos eran propiedad de los ricos, los adquirían como
comprando un caballo… dicen también que el presidente Odría hizo
muchas obras en la capital recuerdo también al presidente Velasco,
quitó millones de hectáreas de tierras a los ricos para entregar al
campesino. El peor presidente cuenta la historia fue Mariano Ignacio
Prado, en plena guerra con Chile, solicitó donaciones al pueblo:
dinero y joyas para viajar a Inglaterra a comprar armamento, el muy
vivarracho y pichicatero (astuto y corrupto) nunca regresó; lo peor
de todo es que después algunos años su hijo del mismo nombre
postuló a la presidencia y ganó; por lo demás, dicen que la mayoría
de nuestros presidentes han sido corruptos.

Mañueco meditó un momento y le dijo a la abuela:

— Con razón en el pueblo parece que nunca hubo autoridad, porque


no tenemos agua potable, ni luz eléctrica; el colegio es un tambo, las
sillas son maderos; la pizarra, una madera vieja; en la posta de salud
no hay médicos y tampoco medicina y tampoco tenemos carreteras.
P á g i n a | 39

Mañueco hizo una pausa y continuó:

— Abuela, quizás como nuestro poblado se ubica en frontera, nadie nos


haga caso; sonríe y continúa: Abuela, yo quisiera ser brasileño para
jugar el fútbol como Pelé y que me llamen Mañuequiño, el niño
medita un instante y continúa: Abuelita, esa foto del almanaque que
está en la pared ¿es verdad o solo es un dibujo?,

La abuela contesta:

— ¡Pota dialón! (admiración), esa ciudad con edificios muy bonitos


existe y queda en Estados Unidos.

Mañueco prosigue:

— Entonces, algún día te sacaré de este cuchitril y te llevaré a vivir al


último piso de aquel edificio con su terraza y vista al mar, chicas
bonitas en la playa, yates en el mar, calles negritas y limpias con
rayitas blancas y en la berma central: palmeras y rosas rojas;
porque de lo contrario, si nos quedamos en el pueblo estaremos
condenados a ser pobres por el resto de nuestra vidas; así como los
abuelos que murieron pobres, tristes y abandonados.
Además, pienso que en nuestro país los gobernantes trabajan para
los ricos. Para el pobre hay migajas y muchas promesas. Apsay on
(ganas de hacer algo). Cuando yo sea presidente de este país
trabajaré mucho, volaré en un helicóptero y repartiré mucho dinero
para que los pobres compren sus cosas y cubran sus necesidades
y el palacio… ¡qué palacio! ¡no!, la casa de gobierno será aquí en el
pueblo donde todos tengan acceso a ella, no como esos políticos
que en campaña vienen, nos sonríen, nos dan la mano y hasta
besos, se visten de pobres y cuando ganan se mudan a vivir en un
lujoso palacio como reyes, duques y magnates; así es abuela,
mientras los ricos y pendejos se sirven de la patria, nosotros los
pobres servimos a la patria como el Shevita, hijo del vecino Wenshe
P á g i n a | 40

Manuari Paima, que fue a servir a la patria vigilando los techos de


ese palacio de gobierno, tiritando de frío a cambio de comida y una
propina. Abuela, ese distinguido señor, Ricardo Arana del Águila,
candidato al senado por nuestra región ¿no será descendiente del
desgraciado de don Julio Arana del Águila, barón del caucho que
explotó, violó y mató a miles de indígenas en esas épocas, tal como
me contó mi abuelito? Se comenta que ese señor es mafioso y
narcotraficante.
P á g i n a | 41

CAPÍTULO IV. EL PUCACURO

Don Shesha, un hombre afortunado, ex gobernador, había heredado


fortuna de sus ancestros; era un hombre apuesto y estaba casado con una
bella mujer, además de tener dos hermosos hijos, era el propietario de
todos los negocios del pueblo y había logrado el prestigio y respeto de todo
el pueblo de Parinari. Él había realizado una excelente gestión y había
generado vasto empleo en labores agrícolas dentro de su finca “El
Pucauro”, que se encontraba a orillas de la Tipishca (lago formado al cortar
el río en un largo meandro)

Por otro lado, Mañueco había tenido que abandonar la escuela e ir en


busca de trabajo para poder aportar económicamente en casa

Una mañana muy temprano Mañueco decidió enrumbarse hacia “El


Pucacuro”, allí podría conseguir trabajo. No obstante, estaba un poco
intranquilo, ya que la reputación de don Shesha no era del todo perfecta,
pues se decía que era homosexual.

Doña Teocha, doméstica del patrón, recibió a Mañueco y lo acompañó


al despacho del patrón comentando: Ya vuelta (otra vez) patronito
(patroncito) este huambrillo (muchacho) quiere trabajar en la hacienda; por
favor ayúdalo, es el ñietecito (nieto) de mi comadre Shishi y además es bien
bizarro, no como el machaisiqui (borracho) de su padre. Don Shesha al
verlo se sorprendió y le lanzó una mirada despectiva de pies a cabeza
añadiendo: ¿a qué viniste huambrillo (muchacho)?, a lo que el niño muy
nervioso demoró en responder y tartamudeando dijo:

— Quiero trabajar señor, para ayudar a mi abuelita, además mi abuelito


me enseñó a labrar la tierra.

A lo que el patrón contestó inmediatamente:

— ¿Qué?, ¿huambrillo (muchacho) cómo se te ocurre que te voy a dar


trabajo con ese cuerpo ashirillo (enano), eteco (desnutrido),
P á g i n a | 42

manavalque (sin valor) y tartamudo? ¡algún día cuando te conviertas


en hombre de cuerpo grande, macho, grande y rudo, regresas!

El muchacho meditabundo, cabizbajo y con la moral en el suelo,


regresó a casa.

Don Shesha después de aquel día pensó en aquel joven con


características singulares, pues le llegó a tener compasión y concluyó que
le podría ser útil para llevar los víveres y frutas a casa de su esposa en el
pueblo,

Al día siguiente mandó a llamar al joven y Mañueco llegó a la hacienda


en seguida; el patrón le indicó sus labores y ordenó a doña Teocha que le
alimentase para que pueda participar en las tardes deportivas con los
demás peones.

Pronto llegó la época de sembrío de maíz y frijoles, para lo cual había


que derruir un enmarañado bosque. Le habían comentado a don Shesha
que los nativos eran expertos en explorar esos bosques y lo harían solo a
cambio de comida, vestido y techo, por lo que decidió él mismo internarse
en el bosque y buscar a aquellos hombres a bordo de una canoa río arriba.

Después de largas horas de viaje llegaron al objetivo, de inmediato se


entrevistó con los apus (jefes) de la tribu y alcanzándoles su petitorio pronto
llegaron a un acuerdo. El apu (jefe) salió de la choza e hizo el llamado a
sus hombres tocando el manguare (un tambor de cuero de sachavaca
colgado entre dos maderas centrales el cual se puede escuchar a una
distancia de más de 25 km., en breve llegaron como en manada; los
hombres estaban casi desnudos, el taparrabo era lo único que tenían y
cubría escasamente sus genitales, estaban sin zapatos, abruptamente
bronceados y todo lo que era ellos sudaba; sus cuerpos eran jóvenes de
músculos rudos y salvajes, tal como le gustaba a don Shesha. De inmediato
emprendió el retorno a casa, contento, con sus hombres a bordo.
P á g i n a | 43

Al zarpar el bote, algo sorprendió agradablemente a don Shesha, en


medio de un grupo de jóvenes desnudos que disfrutaban de un fresco
chapuzón en el río estaba un robusto joven de genitales dotados, tal escena
alborotó tanto las hormonas del viejo verde que no podía ocultar su
atracción.

Después de un tiempo, don Shesha volvió a la tribu con el afán de


conocer el paradero de aquel muchacho, además tenía de pretexto el
nuevo trato que debía hacer con el apu (jefe); luego de una larga y tendida
plática exponiéndole su solvencia económica y el poder que tenía para
ofrecer un mejor futuro al joven, el apu (jefe) aceptó. Ushuto, así se llamaba
el muchacho, desde ese día trabajaría para don Shesha.

Al llegar a la hacienda, el patrón ordenó a las empleadas darle un


baño, vestirlo y darle alimentación; además, prepararle de la mejor manera
para integrarle a la vida civil e indicarle sus labores.

Don Shesha, luego de un baño, decidió echarse una merecida siesta,


feliz y contento con su nuevo peón. Efectivamente, Ushuto, en muy poco
tiempo alcanzó la civilización, así como la confianza y empatía del patrón.

Un buen día doña Teocha quedó sorprendida, pues Ushuto no se


había levantado a realizar sus labores cotidianas temprano, como de
costumbre; de inmediato, acudió en su búsqueda y no paró hasta llegar al
otro lado de la casa junto al granero donde quedaba la habitación del joven,
al ingresar se dio con la sorpresa que la cama estaba vacía. Doña Teocha
muy preocupada fue corriendo a dar la noticia al patrón; apenas llegó,
comenzó:

— ¡Don Shesha, el huambrillo (muchacho) Ushuto no amaneció en su


habitación!
P á g i n a | 44

A lo que él con completo sosiego respondió:

— ¡No te preocupes Teocha, Ushuto salió muy temprano a pescar,


seguro ya estará de regreso!

Ella, sin guardar la compostura continuó:

— ¡Patrón, no debió aceptar que ese huambrillo (muchacho) vaya solo,


el río en esta época está muy crecido!

Doña Teocha, fiel a su patrón, rechazaba los comentarios suspicaces


de los peones: El huambrillo Ushuto duerme con el patrón.

Mientras tanto, Mañueco cumplía con sus labores y llevaba los


comestibles a casa de la esposa del patrón que estaba en el pueblo.
Empero, una mañana, como de costumbre, cuando llegó a casa de la
señora, esta lo recibió muy ofuscada con carácter agresivo y casi
arranchándole la canasta le atestó de preguntas sobre los rumores que
corrían en el pueblo sobre su marido. El muchacho, sucumbido en pavor,
no pudo articular palabra alguna, por lo que la señora al no obtener
respuesta protestó: ¡Qué le pasa a mi marido, como se le ocurre contratar
un peón mudo! y añadió:

— Oye huambra (muchacho), escucha bien lo que te voy a decir, dile


a esos indios de mierda que no voy a permitir que manchen la honra
de mi esposo y al que se atreva a hacerlo te juro que mando a que
se pudra en la cárcel o a que el brujo más cruel le dé la peor muerte;
mi esposo es buen hombre y es bien macho, si está allá en la
hacienda es por caridad para darle trabajo a esos indios y que
tengan que tragar; además esos absurdos comentarios sobre mi
marido solo son patrañas creadas por sus adversarios, porque él es
la única persona capaz de gobernar este pueblo; ya verás, mi
esposo muy pronto dejará esa mugrosa hacienda y viviremos
juelices (felices) como una familia digna y ejemplar.
P á g i n a | 45

Habiendo dicho esto, la señora recuperó la compostura y continuó:

— ¿Qué hago hablando contigo como una loca? Lárgate antes de que
sueltes tus ácaros y bacterias y contagies a mis hijos. Al regresar a
la hacienda, don Shesha le preguntó: ¿qué te dijo mi mujer? A lo
que el criado respondió: solo gracias, señor.

La labor del campo es dura pero también tiene sus recompensas. Al


culminar sus labores, los peones disfrutaban de un partido de fulbito; luego
se iban al río a disfrutar su frescura, allí se lanzaban uno tras otro nadando
como peces en las cristalinas aguas. Don Shesha siempre gozaba de este
espectáculo a las orillas del río. Ushuto solo participaba de los partidos de
fulbito, mas no del baño, pues sentía vergüenza cuando se burlaban del
tamaño del pene que la prodigiosa naturaleza lo había dotado. Mañueco,
por su parte, debido a su complejidad tampoco podía disfrutar de aquellas
frescas aguas.

Mientras tanto Shoquito (hipocorístico de Socorrro), la hija de Doña


Teocha, doméstica de la hacienda, crecía rápidamente; sus atributos
femeninos sobresalían cada vez más, alborotando las hormonas de los
peones, sobre todo las del joven Ushuto quien quedó rendido ante ella.
Finalmente, empezaron a vivir un tórrido romance en secreto para que don
Shesha no sospechara, pero cual viejo zorro se dio cuenta de inmediato;
llamó al capataz y con mucha ira le ordenó: ¡quiero que lo lleves al (a)
Ushuto a trabajar en la chacra como cualquier peón, no tengas
contemplaciones! A pesar de esto, el romance continuó, pues él solo tenía
ojos para su bella Shoquito. Una madrugada don Shesha y Ushuto
cumpliendo con la faena rutinaria salieron de pesca río abajo a bordo de
una canoa a remo; al atardecer don Shesha regresó solo y a pie, de
inmediato empezó a relatar que mientras lanzaban su red, un gigantesco
remolino volteó la canoa y que de milagro él se salvó; sin embargo, Ushuto
no corrió con la misma suerte pues falleció ahogado, dijo que su cuerpo
P á g i n a | 46

había desaparecido entre las raudales corrientes. Así fue como


misteriosamente acabaron los días del buen Ushuto.

Tal pintoresco y singular personaje había sido muy conocido en todo


el pueblo por lo que las autoridades decidieron inmortalizarlo colocando su
estatua en una pequeña plazuela del pueblo; posaba desnudo bañándose
con un pate (vasija de calabaza).

Un buen día una vecina del lugar muy bien enterada de la historia de
aquel personaje se acercó tanto a la estatua como quien hubiera perdido
algo, para corroborar lo que todos sabían; sin embargo, sorprendida e
insatisfecha, exclamó:

— ¡Oye cumpita (compadrito) Elicho, ¿quién ya vuelta construyó este


monumento manabalque (ordinario)? Esa estatua es una estafa,
tiene un ullito (pene) de bebé, ashirillo es (pequeño), seguro que fue
alguien que no lo conocía, pues el único atributo que tuvo ese
hombre para que este aquí como un gran héroe era su tremendo ullo
(pene) que se manejaba. De inmediato iré a la gobernación para que
cambien esa estatua del buen Ushuto y que le pongan el tremendo
ullo (pene) que se manejaba.

Otro día, durante el ocaso, cuando la abuela de Mañueco descansaba


cómodamente en la vereda de la casa, se le acerca preocupado el vecino
don Filacho Upiachihuay y le dice:

— Oye doña Mishi estoy triste, ayer por la madrugada fui de caza y por
desgracia me crucé con el vengo (homosexual) de don Shesha que
volvió a salar mi faena de caza, no cacé nada, ni un cashachushillo
(puercoespín). Por cierto, en la hacienda de don Sesha pasan cosas
extrañas, ¿ud. cree que Ushuto haya fallecido ahogado teniendo en
cuenta que ese huambra (muchacho) era un nativo diestro nadador?
Lo curioso es que el buchisapa (panzón) de don Shesha logró
P á g i n a | 47

salvarse de aquella tragedia, los peones del pucaruro sospechan


que don Shesha lo ahogó por despecho.

A lo que doña Mishi contestó:

— Oye, don Filacho, ud. es malísimo embeleco (demasiado chismoso);


simplemente llegó su (la) hora de morir de aquel huambra
(muchacho) y punto; además, hasta el más diestro nadador muere
ahogado.

Horas más tarde cuando llegaba la hora de acostarse, luego del rezo
rutinario, Mañueco empezó su acostumbrado interrogatorio:

— Abuela, ¿por qué el vecino le dice vengo (homosexual) a don


Shesha?, ¿por qué dijo que esa gente es peligrosa y trae mala
suerte?
Abuela, el vecino cree que don Shesha ahogó a Ushuto y no es el
único, los peones de la hacienda también comentan lo mismo, ¿por
qué la policía no intervino? ¡Ni si quiera buscaron el cadáver!

A lo que la abuela apaciblemente contestó:

— Lo único que sé es que don Shesha está casado con una distinguida
dama, la señora Trini, y ambos son muy juelices (felices); además,
es nuestro futuro gobernador.

Mañueco insatisfecho con la respuesta, prosiguió:

— ¿Por qué don Shesha dormía con ese huambrillo (muchacho)


Ushuto en la hacienda?

La abuela contestó:

— Ese huambra acompañaba a su patrón porque sufría al corazón.


P á g i n a | 48

Bueno, huambra, mañana tendrás que madrugar para buscar


trabajo; ya duérmete y no hagas más preguntas tontas. Hasta mañana,
duerme y no molestes.
P á g i n a | 49

CAPÍTULO V. EL CACHUELO

Mañueco, nuevamente desempleado, pasea rodando el aro de una


bicicleta por las callecita de Shimbillo; llevaba los pantalones arremangados
hasta las rodilla, iba sin zapatos bajo la sombra de los frondosos árboles
frutales: chopes, anonas, sachachopes, parinari, palillo, cashos, pan del
árbol y junto a caballos, vacas y burros que pastaban el verde césped que
cubría las calles.

De pronto, de la copa de un árbol de chope alguien exclama a viva voz:

— Oye maperillo (el que tiene sexo con homosexuales), soy Puricho,
espérame que ahí bajo tengo una noticia para ti.

Efectivamente en un instante el buen Puricho llegó y le comentó:

— Ya vuelta, estoy jueliz (feliz), conseguí un cachuelito de pesca con


don Shanti y don Huenshe; irán por el río negro, después pasaremos
por la Tipishca (lago que se forma cuando cortan un prolongado
meandro de un río) a pescar inshacos (peces que viven en lagos).
Anímate ñañito (hermanito), vamos a ganarnos unos centavitos,
mañana mismo empezamos.

A lo que Mañueco contestó:

— In lla (duda) tremendo llullampuro (muy mentiroso), on está (donde


está) que dijiste que íbamos a cazar hormigas.

A lo que Puricho contestó:

— Ya vuelta este huambra (muchacho) sucia ojete (nalgas sucias) ¿no


recuerdas que para que salgan las hormigas tiene que llover dos
días y dos noches? Ñañito (hermanito), esta vez que es de
adeveritas (de verdad), ¡anímate y vamos!
P á g i n a | 50

En efecto, al día siguiente muy temprano, cuando los primeros rayos


matutinos mostraban el bosque escarlata por las miles de tangaranas (flor
rojiza de la selva) que lo llenaban, los muchachos dispuestos a emprender
el viaje se enrumbaron junto a la comitiva a bordo de una canoa shicshira
(movediza sin estabilidad).

Después de muchas horas de navegar llegaron al objetivo, para lograr


la meta debían dividirse en dos equipos: Puricho y don Shanty tendrían que
colocar la inmensa red en la desembocadura del río, para lograrlo tendrían
que introducirse al fondo del río provistos de una estaca y luego sujetar la
malla donde los pescados quedarían atrapados.

Verdaderamente, se hizo tal cual se expuso, don Shanty se lanzó al


fondo del río, mazo y estacas en mano; mientras tanto, Puricho sostenía la
malla desde las orillas del río, este se sorprendió del largo tiempo que
llevaba don Shanty debajo de las oscuras aguas del río; por fin, salió a flote
y se lanzó a la orilla para recuperar el aire perdido, luego, ya restablecido
gritó:

— Oye, huambrillo (muchacho) ya vuelta te toca a ti.

Efectivamente, sin otra alternativa más que asentir, el muchacho


mazo y estaca en mano efectuó el trabajo; sin embargo, segundos después
sale a flote casi moribundo. Don Shanty, al observar su inutilidad, resolvió
en decir:

— Qué bruto on (signo de admiración), este huambra (muchacho)


shepleco (sin fuerzas) ya vuelta (ya está aquí), sin ninguna estaca
colocada. Mírame a mí en cambio, soy un hombre rápido gracias a
ese insecto que camina veloz: el ganan curo; mi madrecita, cuando
era llullito (diminutivo de bebé), me lo pasaba por la planta de los
pies todas las mañanas; además he tomado mi macerado de
cortezas sanango y uña de gato con miel de abeja, por eso soy
rápido, fuerte e invencible.
P á g i n a | 51

Mientras tanto Mañueco y don Huenshe se enrumbaban hacia la


cabecera del río donde provistos de un mazo de madera golpeaban la raíz
del barbasco contra una piedra para extraer su líquido lechoso, veneno que
lanzarían al río. Al culminar la tarea, don Huenshe debía avisar mediante
una bocina (especie de trompeta hecha de cuerno de sachavaca) al equipo
aguas abajo que el brebaje había sido lanzado al río.

En seguida retomarían el camino retornando aguas abajo recogiendo


la variedad de pescados que habían logrado cazar: shirui, atinga, peje
sapo, zungaro, bufurqui, doncella, carachama, boquichico, dorado, entre
otros. Finalmente llegaron al encuentro de sus camaradas, quienes también
habían atrapado peces con su red.

Horas más tarde con las energías resarcidas y las aguas despejadas
disfrutaban de la magia de la naturaleza, pues en los bosques la
naturaleza es perfecta y benévola; cuando el sol aplaca allí están las
refrescantes y cristalinas aguas y cuando el hambre aprieta, allí están los
deliciosos y exóticos frutos silvestres. Don Huenshe y don Shanty se
lanzaron hacia el fondo de las aguas, cual diestros buzos experimentados
efectuaban audaces piruetas; el avispado de don Huenshe cada vez que
salía a la superficie enseñaba su exuberante genital mientras que los
muchachos, asustados y cohibidos a la orilla del río intentaban imitar a sus
mentores.

Luego de la distención acuática, la comitiva se tendió sobre el verde


césped para echarse un merecido descanso mientras saboreaban de los
dliciosos frutos silvestres: shimbillos, rugindis, anunas, cashos, guayaba,
palillos y muchaca; momento en que don Huenshe aprovechó para
alardear:

— Oye, mashitas (cuñaditos), ¿vieron ese tremendo ullo (pene) que me


manejo? viene de familia, mi padre y mis abuelos ¡qué bruto on!
(signo de admiración) eran tremendos ullosapas (de pene grande),
es por eso que ellos han tenido muchos hijos en varias mujeres y
P á g i n a | 52

han sido muy juelices (felices), eso es digno de la juamilia (familia)


Shupingahua, familia de machazos donde no cabe un vengo
(homosexual) y si por desgracia lo hubiera lo quemamos vivo.

Muchachos pongan atención, yo tengo el secreto para tener la dicha


de manejarse un buen ullo (pene) y tenerlo erecto las 24 horas.

Para agrandar el pene, esta es la receta infalible, pongan atención:

— Vayan al bosque virgen, busquen una palma que se llama


Huacrapona, la distinguirán porque tiene las raíces como anclas
incrustadas en la tierra, elijan la mejor raíz aunque no estuviera
incrustada en la tierra, corten en la punta la parte que más se
asemeje al glande del ullo (pene), este despedirá una resina
lechosa, la echarás en todo tu ullo 2 veces por semana, martes y
viernes al acostarte durante un mes.

¡Ay, ñañitos, esa planta es milagrosa!, ¡qué bruto on! (signo de admiración)
van a ver que en poco tiempo serán muy juelices (felices) porque tendrán
un tremendo ullo (pene) para gozar a plenitud del mejor regalo que Dios
nos pudo dar: el sexo.

Huacrapona3

3
Imagen extraída de https://piximus.net/others/iriartea-gigantea el 22-12-18 a las 19:38 m.
P á g i n a | 53

Y para la potencia sexual juntar lo siguiente:

 Una porción de corteza de clavo huasca


 Una porción de corteza de cocobolo
 Una porción de corteza de tahuri
 Una porción de corteza de cascarilla
 Una de porción corteza de chuchuhuasi
 Una porción de corteza de Cuma ceba
 Una porción de corteza Huacapurana
 Una porción de corteza boloquiro
 Un trozo de genitales de motelo
 Un trozo de genitales de lagarto negro
 Un trozo de genitales de achuni
 Tres litros de aguardiente
 Un litro de miel de abeja

Todas estas cortezas y raíces se maceran en aguardiente en un


cántaro de barro y se entierra durante 1 mes, luego se toma de ese
macerado una copita todas las mañanas.

— Oye mashita (cuñadito), este macerado es potentísimo, con eso van


a estar con el ullo (pene) erecto las 24 horas todas las noches, los
365 días del año. Comenta la gente que unos científicos afirman que
prontito llegará el fin del mundo, entonces hay que ponernos manos
a la obra que el mundo se acaba.

Semanas después, Mañueco como hombre de la casa tenía que llevar


el pan, así que decidió ir al pueblo para seguir su anhelado sueño y
encontrar un trabajo formal… Un aviso en el juzgado de Paz aparece de
repente frente a él: ¡Convocatoria por una plaza, una vacante de trabajo! y
de inmediato el joven regresa al caserío para comunicárselo a su abuela.
P á g i n a | 54

La abuela, al escucharlo, se rascó la cabeza, pensó y dijo:

— Oye huambrillo, en mis ñaupa tiempos (tiempo pasado) trabajé


muchos años como criada en la casa de ese señor que hoy es el
Jefe de esa oficina, estoy seguro (segura) que nos ayudará.

A la mañana siguiente, muy temprano, emprendieron el viaje camino


al pueblo de Parinari; en poco tiempo llegaron a casa del juez, cargados de
esperanza llevaban en hombros todas las gallinas del corral y un saco de
frijoles en retribución al favorcito que les haría. El distinguido funcionario
los recibió cordialmente y la abuela acotó que el muchacho era tartamudo;
sin embargo, el funcionario no se inmutó en lo absoluto, sino que al
contrario le aseguró que abogaría por él.

Para lograr el ansiado sueño de trabajar en la administración pública,


la abuela obligó al joven a rezar el rosario para pedir el milagro a todos los
santos, en especial a mama Roshita y al Taita Reshito labrador; luego la
abuela llenó de optimismo al muchacho:

— Oye, huambrillo, al juin (al fin) mi sueño de verte un hombre


realizado está cerca, serás un señor distinguido empleado del
estado.

Pronto llegó el día del concurso. Muy temprano la abuela preparó al


joven ropa limpia, zapatos lustrados, una cadenita con la foto de mama
Roshita —herencia de los tatarabuelos—, para que la llevara en el cuello;
los bolsillos llenos de huairuro, para concretar la misión; rezaron 100
padres nuestros, 100 ave marías y 100 credos; luego lo instruyó, le dijo que
debía saludar y respetar a todos los empleados, debía tratar a todos de
“doctores”; acompañó al joven hasta la puerta del juzgado en Parinari y al
retornar a Shimbillo la abuela le encendió velas a todos los santos y con
sus estampitas empezó a rezar hasta el regreso del muchacho.

Mañueco había llegado primero al local del juzgado, minutos después


iban llegando los demás postulantes; la gente se sorprendía cuando lo veía,
P á g i n a | 55

lo barrían de pies a cabeza con la mirada y lo miraban como a un bicho


raro. La gente cuchicheaba: ¡qué hace aquí ese ashirillo (pequeño),
ponguete eteco (de tez pálida y flaco), es un intruso! miren las fachas en
las que vino, parece que fuera a rozar una purma (monte bajo)

Luego de un momento, empezaron a llamar para corroborar los datos


de los asistentes. El mostrador era muy elevado para la pequeña estatura
de Mañueco y cuando le llegó su turno tuvo que ponerse de puntillas, la
secretaria al verlo comenzó en tono enérgico: ¡¿Nombres y apellidos?!, a
lo que el pobre joven intentó contestar me, me, me, me, me llamo Ma, Ma,
Ma, Mañueco doctora, la secretaria continuó: ¡¿Apellidos?!, Mañueco
prosiguió: Shu, Shu, Shu Shupingagua, Upi, Upia, Upiachihuay, doctora;
ella se dispuso a escribir y a acelerar su trabajo rellenando los demás datos
a criterio suyo, luego añadió: ¿grado de instrucción? y sin esperar
respuesta alguno remató: ¡a las justas tendrás transición!; ¡¿procedencia?!,
vendrás del centro poblado de Shimbillo, espera que te van a llamar. ¡Que
pase el siguiente!

Ciertamente; después de unos minutos Mañueco, atrapado en un mar


de pánico y nerviosismo que aumentaba su tartamudez habitual, ingresó
al despacho; ante sus ojos un lugar muy extraño se presentaba, había un
escenario con un altar, las paredes estaban cubiertas de tela color rojo y
de ellas colgaban flecos dorados, una mesa gigante y sillas de patas
torneadas rodeaban el lugar; sobre la mesa, la estatuilla de una mujer de
bronce con los ojos vendados sujeta a una balanza en equilibrio, al otro
lado un crucifijo de hierro; en el escenario le esperaban unos señores
vestidos con capas de color negro y unos sombreros extravagantes. Ipso
facto se dio inicio a la entrevista, uno de los señores exclamó: A ver señor
Shupingahua póngase de pie, ¿cuáles y cuántos son los poderes del
estado? Mañueco sabía la respuesta, pero tardó en contestar;
¡precisamente!, ¡respuesta correcta! exclamó en tono sarcástico el
funcionario, a lo que además añadió: ¡oiga, jovencito, ud. se equivocó; no
solo desde la administración pública se sirve a la patria, sino también
P á g i n a | 56

arando la tierra, cazando, pastando ganados o en el ejército, allí se sirve


mejor a la patria, ese es tu lugar.

Mañueco con la suerte echada regresó taciturno al caserío de


Shimbillo, ya en casa comentó lo sucedido y añadió:

Abuela, ¿por qué ganó el concurso la señorita más bonita?, ¿acaso


fue un concurso de belleza?, ¿es cierto el comentario que el papá de la
joven donó al juez 2 venados, 2 añujes, 2 sachavacas, todo (toda) su
cosecha de maíz y que además donará sus 2 primeros sueldos?, asimismo
dice la gente que el papá de la chica es amigo del dirigente del partido del
gobierno.

Abuela, ¿qué haré ahora?, tampoco calijuique (califiqué) para ir al


ejército a servir a mi patria por eteco (flaco), ashirillo (enano) y encima por
tartamudo; menos a la Juap (FAP) como soñé de niño… volar aviones, hoy
entiendo por qué mis abuelos y tatarabuelos murieron pobres y
abandonados a pesar de haber trabajado duro.

Abuela, solo me queda seguir trabajando de jornalero 12 horas al día,


ganando una miserita (miseria); los patrones en su mayoría son tremendos
mishicos (avaros); trabajaré en la pesca, echando leña al horno en la
fábrica de tejas, en trabajos duros y peligrosos; en extracción clandestina
de madera, comiendo fariña y plátano asado durante meses.
Desgraciadamente, mi amigo Puricho ya no está por ese maldito árbol que
lo aplastó. Mañueco, pensativo, continuó: quizás podría migrar a la capital
como cuanto provinciano se va a vender caramelitos en los microbuses o
podría trabajar de sirviente en la casa de algún millonario, invadir un cerrito
y montar una chocita.

Mañueco, sin esperar respuesta alguna de la abuela, caminó


lentamente a su lugar privilegiado, ahí solía meditar bajo la puesta del sol;
él ya no era un niño, ahora era un adolecente que había madurado
rápidamente por los golpes que le había propinado la vida. De pronto,
P á g i n a | 57

empezó a meditar profundamente desde una loma con los pies descalzos,
estaba posado sobre el verde césped con el pantalón hasta la rodilla. Ante
sus ojos, la naturaleza se mostraba en todo su esplendor y él encantando,
totalmente quieto como si un mago lo hubiera paralizado, contemplaba todo
aquello, estaba como poseído por el espíritu de Picasso. El río totalmente
estático y las aves en completo silencio guardaban reposo; en la
inmensidad, el rey del universo se escondía tras ese majestuoso bosque,
coloreando el cielo y las aguas de mil colores; el arrebol esparcía infinita
belleza y el radiante día se despedía. La relajante noche se aproximaba
sobre el bosque y la luna se asomaba como un gigantesco reflector, en el
cielo miles de estrellas llenaban el universo.

Mañueco reflexionó, el ilustre don Antonio Raimondi no se equivocó


cuando dijo: El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro; aunque,
yo diría, sentado en un banco de 4 patas: ignorancia, ocio, intolerancia y
discriminación.

Mañueco elevó sus brazos al cielo y dio gracias a Dios padre, creador
del universo; por esa naturaleza perfecta, pura, rica y majestuosa.

Recitó:

Los bosques la oxigenan

Las aguas le dan vida

Las tierras la nutren

El sol la enciende

Y luego se preguntó:

Si el hombre es perfecto y su hábitat es un enorme potencial de riqueza,


¿por qué existen hombres pobres con la vida hecha mierda?
P á g i n a | 58

CAPÍTULO VI. PROSAS REFLEXIVAS

6.1. LA AMISTAD

En el transcurrir de nuestras vidas tratamos con diferente tipo de


personas y nos damos cuenta que el hombre es un ser muy complejo, como
dice el proverbio chino:

« ¡Qué curioso es el hombre, nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere!».

Pero, ¿saben?, es el ser más maravilloso sobre la faz de la tierra. Por


lo que debemos aprender a conocerlo empezando por uno mismo, ello nos
permitirá relacionarnos con los demás y explorar las virtudes de las
personas que nos rodean, apuntalando a ese gran valor que es la amistad.
Con lealtad, fidelidad, solidaridad y confianza; sepultando de nuestras vidas
toda discriminación, intolerancia, rencor, odio, egoísmo e indolencia frente
a lo ajeno, que finalmente es lo que socaba el desarrollo humano, enferma
el alma y nos condena a la soledad.

Y es que el ser humano fue creado para vivir acompañado; necesita


de los demás, del calor humano, de un estímulo, de un abrazo, de un beso
en la frente, de un apretón de manos, los gestos más sublimes que existen,
encienden nuestro potencial, fortaleciendo nuestro estado de salud y
nuestro espíritu.
P á g i n a | 59

6.2. ALIMENTO PARA EL ALMA

Cierta vez, un joven muy apuesto, inteligente, tenaz y consecuente lo


había logrado todo en la vida; terminó la carrera más rentable, contrajo
matrimonio con una bella dama, tuvo 3 hermosos hijos, levantó una
próspera empresa, hizo mucho dinero, amigos, influencia y tenía el mundo
entero a sus pies.

Después de un tiempo, este joven cayó enfermo en un hospital. De


modo que una mañana, el sacerdote, capellán del hospital, al verlo sólo y
abatido se acercó y le dijo:

— ¡Hombre de poca fe!, ¿por qué esa carita de angustia y derrota?


Sonríele a la vida ¡fuerza! pronto sanarás, la vida es solo para
valientes como tú, naciste porque tienes un propósito en la vida, un
sueño lleva tu nombre escrito, recuerda que Beethoven escribió su
genialidad musical después de quedarse sordo; no temas cuando
sientas dolor o angustia, ¡alégrate!, pues Dios te está tallando, él no
talla vidrio, él talla diamantes como tú; además, aún te quedan
maravillosas razones por las qué vivir:
Para humanizar tus sentimientos, está tu familia donde lactas
afecto, cariño y amor.
Para paliar tus nostalgias, Adolfo Becker escribió Rimas y
leyendas.
Para domar tu ego, César Vallejo escribió Trilce.
Para volar tu imaginación y vivir la ficción, Alejandro Dumas
escribió Mil millas de viaje submarino.
Para vivir la vida, las siete maravillas del mundo junto a la
naturaleza en todo su esplendor creada por Dios.

El joven escéptico aún contestó:

— ¿Para qué sanarme y ser infeliz?, he cumplido en vivir como Dios


manda, asistí a misa con mi familia fielmente cada domingo, los
P á g i n a | 60

meses de octubre llevé sobre mis hombros al señor de los Milagros


y trabajé duro para mi familia; no entiendo, ¿qué hice mal? Después
de todo acabé solo, abatido en mi dolor y en mi angustia.

El sacerdote sonrió y le contestó:

— Hijo, lo has hecho todo muy bien, recuerda que en la soledad, el


dolor y la angustia nos sirven para meditar y reflexionar sobre cómo
hemos procedido, ver en qué hemos fallado para aprender y
encontrar la fórmula para enfrentar lo que nos depara este
enigmático mundo. No acepte, no permita, no se resigne a pasar la
vida sin' intentar ser feliz. Eres un hombre inteligente y audaz, usaste
la sabiduría y las herramientas que Dios te dio. Sin embargo…
¿honraste a tus padres?, ¿fuiste amigo de tus hijos?, ¿te
preocupaste del débil, del hermano que duerme en la calle?

El joven asimiló aquel mensaje, de modo que se vio inspirado a escribir


estas líneas, las cuales leería una y otra vez:

Este episodio de mi vida activó el gigante potencial que llevo dentro,


además de su extrema fuerza de voluntad; por ello lucharé por mi salud,
porque soy un hombre con actitud de hierro. Nunca me rendiré. ¿Por qué
tendría que hacerlo ahora que estoy en plena efervescencia de mi
existencia? Dicen que los golpes, el fracaso y las adversidades fortalecen.
Pues sí, doy fe de ello; a mí me construyó una gigantesca coraza —capaz
de repeler y enfrentar a la misma bomba atómica— Entendí que la vida
es una aventura; como dijo Tom Cruise, representando a Ethan Hunt en la
película Misión Imposible: «Recibí el encargo de ser fuerte, valiente;
pase lo que pase lo lograré, porque tengo armas poderosas. Habrán
situaciones que me harán flaquear, pero no puedo darme ese lujo,
después de todo si fuera fácil… no sería misión imposible.»
P á g i n a | 61

Pasado un buen tiempo, el sacerdote llevó a los niños del albergue


que él dirigía a un parque de diversiones y se dio con una grata sorpresa,
pues se encontró al joven que había aconsejado, estaba junto a su familia:
disfrutando, bebiendo, comiendo, correteando y jugando en los juegos
mecánicos.

6.3. CONVERSANDO CON JESÚS

¡Hola señor Jesús, otra vez llegó diciembre! A prepararnos para


festejar tu cumpleaños; compraremos ropa, calzado, comida, bebida,
juguetes y diversión para la familia.

Seguramente Señor no es de tu agrado la forma en cómo festejamos,


porque en realidad no cumplimos con los principios que nos enseñaste:
amar y compartir. Sin embargo, esta vez festejaremos como a ti te gustaría;
compraremos juguetes para el niño abandonado, compartiremos nuestra
cena con el hermano que hoy mendiga, llevaremos una voz de aliento al
hermano que pasa sus días en un hospital, prisión o albergue. Y cuando
estés feliz festejaremos de acuerdo a nuestra tradición, pero con mesura,
alegres porque viniste para guiar nuestro camino. Haremos de tu
nacimiento una enseñanza de vida.

En lugar de colocar cientos de foquitos… añadiremos un poquito de


comprensión.

En lugar de decenas de bombitas multicolores… integraremos una


dosis de bondad.

En lugar de poner animalitos por doquier en tu belén... adoptaremos


a un huerfanito

Y en lugar de bañarlo de frivolidades… añadiremos una gota de amor.

¡Feliz cumpleaños papá lindo!


P á g i n a | 62

6.4. BUSCANDO LA FELICIDAD

Eran ya tiempos modernos cuando la vida de José cautivó a un


intrépido periodista. Esta es su singular historia:

« Soy José, un muchacho que como muchos migró a la capital en busca de


superación y afortunadamente la encontré. A mis treinta años creí haber logrado
todo, incluso haber conocido la felicidad en el fino confort, en la buena compañía,
en lo más sofisticado de la ciencia tecnológica y por qué no, también en la
frivolidad. Efectivamente, había logrado todo, pero un nudo en el pecho me
agobiaba, pues no lograba comprender la paradoja de la vida; mientras el mundo
evolucionaba materialmente y se globalizaba, la sociedad se iba deshumanizando.
Los minusválidos mendigando por las calles, las oportunidades dadas solo a los
más influyentes, la corrupción imperando, las leyes aplicándose sin piedad al más
débil, la prensa amarillista envenenando el alma, el medio ambiente cada vez más
infeccioso, el tránsito vehicular insostenible, en los tugurios de la ciudad las calles
eran basureros, las paredes urinarios y debajo de los puentes habían miserables
refugios.

Una noche, después de ver una película inspirada en las maravillas de la


amazonía peruana, subí a la azotea de mi casa, me recosté y ante mis ojos se
mostraba el cielo estrellado en todo su esplendor; en mi mente creaba el resto del
universo infinito y meditaba en mi pasado, volvía a ese hábitat perfecto de verdes
montes y escapaba de la urbe buscando la verdadera felicidad, acordándome de
ese maravilloso y diverso ecosistema, de cómo transcurría mi vida entre los
meandros de los ríos y me desplazaba libremente. Ya no debía detenerme frente
a un semáforo, ahora era ante un apoteósico arco iris. Tampoco lo hacía frente a
un mendigo que me pedía limosna, sino que ahora era para ver a un chayawita
pescando; ni lo hacía por alguna marcha de algún colectivo, sino que era para
apreciar el cielo azul repleto de bandadas que seguían libre sus caminos; tampoco
me detenía por la policía que me paraba para pedirme la coima de rigor, sino que
ahora lo hacía para ver a un huachipaeri cazando; ni por una turba de pandilleros
que amedrentaba a un inocente, ahora era para ver a una monita amamantar a
sus crías; tampoco me detenía a ver los cerros con promesas electorales, sino que
ahora era para ver bellas cataratas deslizarse sobre las rocas de los cerros; no
debía detenerme asustado por haber sido víctima de un cotidiano asalto, sino que
lo hacía porque el trueno y relámpago se avecinaban y me indicaban que la
tempestad estaba cerca y debía parar.
P á g i n a | 63

Finalmente, un día me decidí y me enrumbé a mi añorada selva, sería toda una aventura,
estaba absorto de solo imaginar todo lo que me esperaba. Desafortunadamente, la
desventura no demoró en llegar y el bus en el que viajaba cayó por un precipicio hacia un
abismo… en aquella tragedia perdí, lamentablemente, la vista.»

El periodista atónito por la historia notaba que, a pesar de su


discapacidad, José desbordaba euforia; de modo que en seguida le
interrogó:

José, durante la entrevista noté en tu rostro paz y felicidad ¿cómo es


que la tienes si no llegaste a concretar tu aventura?

A lo que él respondió muy tranquilo:

¿Sabes? Estaba ciego cuando

No conocía el amor, mas ahora lo vivo y lo siento.

No me escuchaba y tampoco lo hacía con mis semejantes, mas hoy


puedo hacerlo.

Estaba en la tribuna, mas hoy bajo al ruedo y me enfrento al torcido


mundo.

Nunca había agradecido a Dios por los alimentos de cada día, ni por
el aire que respiro o por el agua que bebo. Tampoco lo había hecho por el
privilegio que me da de levantarme por la mañana y escuchar el cantar de
los pajarillos o el crujir de los árboles junto al relajante sonido de la lluvia
que riegan los sembríos, pues vivía cegado en la ingratitud.

Estaba ciego porque nunca valoré lo maravilloso de la composición


humana: mis oídos con los que puedo disfrutar de lo que me rodea, mi
boca que percibe todo tipo de sabores, mi piel que me permite sentir o
mis piernas que me permiten desplazar hacia donde desee y hacer mi
camino.

Estaba ciego porque no viví. No obstante, hoy lo hago, gozo, amo y


soy yo mismo cada segundo, cada minuto y cada día que pasa; porque
P á g i n a | 64

no estoy seguro si mañana seguiré vivo; sin embargo, hay algo de lo que
sí estoy y es que la vida es ineludiblemente breve y la muerte
funestamente eterna.
P á g i n a | 65

6.5. LA FELICIDAD SE CONSTRUYE

La potencial curiosidad de un niño echó a andar una audaz travesura.


Un día, el pequeñuelo observaba a un ave incubar en su nido, así que
cuando esta se distrajo, el bandido irrumpió con sigilo en él para arrebatarle
un polluelo y llevárselo rápidamente a su casa, quería investigar de cerca
a tan bella criatura; sin embargo, el avecilla chillaba extrañando a sus
padres. De modo que el niño decidió subirlo a la cima del techo de la casa
para que así las aves más grandes pudieran darle el encuentro y
alimentarlo, cosa que increíblemente pasó; a los minutos llegaron sus
padres y alimentaron de amor y comida al pequeño polluelo por las rendijas
de la jaula.

Un día, el papá del niño molesto por no haber cazado lo suficiente


completó el menú con la mascota de la casa; cuando el pequeño regresó
del colegio vio que las plumas de su amigo a quien había visto nacer y
crecer estaban por todos lados y notó el desdichado final que había tenido
su inocente amigo, así que se inundó de tristeza. El padre al percatarse del
dolor e infelicidad de su hijo le compró muchos regalos.

La felicidad se construye día a día con cariño, buen trato, respeto,


comunicación y confianza.
P á g i n a | 66

6.6. LA SALUD, TU MAYOR RIQUEZA

El hombre nace afortunado, es la máquina perfecta, dueño de una


inmensa fortuna: su salud. Hasta que la ineludible muerte llega en la vejez;
sin embargo, muchas veces interrumpimos aquel ciclo natural de la vida
con nuestros malos hábitos alimenticios o tratamientos incompletos,
ocasionando enfermedades crónicas incurables.

Este fue el caso de Aníbal, un muchacho que postergó un tratamiento


de prostatitis bacteriana. De tiempo en tiempo cuando los síntomas se
manifestaban, ingería una serie de medicamentos por cuenta propia
siguiendo lo que le recomendara algún viejo empírico, brujo o chamán.
Años más tarde, cuando los malestares fueron acrecentándose, acudió por
fin a un especialista; lastimosamente, ya era demasiado tarde, los
inadecuados hábitos alimenticios y la gran cantidad de fármacos ingeridos
no sólo habían destruido su hígado, sino que habían fortalecido la bacteria
causante de la enfermedad, inmunizándola.

Desahuciado por la medicina química, sin otra alternativa, Aníbal


decidió acudir a una clínica terapéutica natural, pero a diferencia del resto
de pacientes él mantenía su soberbia y escepticismo.

Al cabo de un tiempo, la medicina natural junto a la disciplina


alimenticia y a una vida ordenada mejoró radicalmente su salud; así que
con el ánimo repuesto, comenzó su testimonio:

«Pensé equivocadamente que un poco de dinero y estatus socio económico me


convertiría en un ser omnipotente; sin embargo, en la obsesión de tener más que
los demás, solo logré destruir lo más valioso que tenía: mi salud. Hoy confieso que
me equivoqué y me veo en la obligación de compartir mi experiencia para ayudarle
a usted a que no pase por lo que yo.

En su afán de llenarse de fortuna material, no abandone el motor de su vida que es


su salud. Tenga fe, mente positiva, dese un tiempo para nutrirse no para llenarse;
incluya en su dieta agua pura, frutas, verduras, menestras, poca grasa, poca sal,
poca azúcar, y finalmente, duerma y descanse 8 horas diarias. No espere a sentirse
mal para acudir recién al médico. Por otro lado, lograr un estatus de vida digno es
P á g i n a | 67

un derecho, mucho más ahora en tiempos tan competitivos; pero no por ello
deshumanice sus acciones, no se convierta en un esclavo del trabajo cautivo en el
sedentarismo. Recuerde que antiguamente se caminaban kilómetros en el ejercicio
de las actividades y para curarse se usaban métodos ancestrales de la sabia
medicina natural. No permita que la vida pase por ud., dele importancia a detalles
como su salud, haga uso del avance de la medicina científica y de la información
que esta brinda, pues Dios puso a su alcance estas herramientas, aprovéchelas.»
P á g i n a | 68

EL SER MÁS SUBLIME ‘LA MUJER’

Cuenta la leyenda que cuando Dios había agotado sus insumos al


crear el mundo, quiso crear a la mujer; de modo que procedió a hacerlo a
partir de inspiración divina.

Cogió la tierna belleza de una orquídea y la rudeza de una planta


carnívora.

Cogió la nobleza de un delfín y la ferocidad de un león.

La humildad del ave que cobija a sus polluelos y la valentía de un gallo


de pelea.

El calor del fuego y la frialdad de la nieve.

La rudeza del hierro y lo fino del diamante.

La fortaleza de un roble y la suavidad de un pétalo de una flor.

Reunió todo la belleza del universo para lograr su mejor creación: la


mujer.

La vida trae obstáculos, problemas que nos agobian, oportunidades


limitadas y selectivas, sistemas políticos exclusivos; cambiarlos es difícil,
pero lo que no lo es, está en nuestras manos. Es nuestro deber aniquilar
los prejuicios, ya que pulverizan el desarrollo del ser humano y lo condenan
a la mediocridad e infelicidad.

También podría gustarte