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EVALUACIÓN

La evaluación es una ciencia social de gran actualidad cuyo potencial no se discute, pero aún sigue
en permanente proceso de construcción.

Como disciplina en construcción permite analizar su decurso y consolidación a través de la evolución


histórica de sus conceptos y procesos, la constitución de una comunidad académica y profesional
que cada vez se internacionaliza más con la aparición de conferencias internacionales, asociaciones,
agencias, centros e instituciones especializadas en este campo, con una vasta producción intelectual
y aportes metodológicos plasmados en un sinnúmero de publicaciones especializadas.

La investigación evaluativa se convierte, en la actualidad, en una importante fuente de


conocimientos y directrices, en las diversas actividades e instituciones de las sociedades modernas
porque indica el grado de eficiencia o deficiencia de los programas y señala el camino para su
reformulación y valoración del éxito alcanzado por los esfuerzos realizados.

La investigación evaluativa se vale de los métodos y el instrumental de la investigación social; por lo


tanto, su desarrollo sigue sus mismas evoluciones, lo cual le permite una aproximación permanente
a criterios de cientificidad.

En consonancia con lo anterior, el énfasis del módulo se pone en las preocupaciones centrales de la
investigación evaluativa, su evolución histórica, los enfoques evaluativos y la metodología de la
evaluación.

El término evaluación es una palabra elástica que se emplea para abarcar muchas clases de juicios.
Se habla de evaluación de la ejecución de la tarea, de evaluación de la calidad de la educación, de
evaluación del clima organizacional, de evaluación del material didáctico, de evaluación del mercado
potencial de un producto, de evaluación de sentido de pertenencia, de evaluación de un
determinado programa, proyecto o institución, etc.

Sin embargo, el término evaluación, a pesar de su creciente popularidad y empleo permanente, es


pobremente definido y a menudo impropiamente utilizado.

Para la mayoría, su significado es tomado como garantía y muy pocos ensayos se han hecho en lo
concerniente a formular una definición conceptualmente rigurosa o al análisis de los principios de
su uso.
El resultado es un gran desacuerdo con muchos otros términos como valoración, estimación,
apreciación, juzgamiento, muchas veces utilizados como sinónimos de evaluación.

El concepto no se aplica, ni en la literatura científica de la especialidad ni en los concretos estudios


de programas y proyectos, en un sentido inequívoco y unánime. La literatura emplea más de
trescientas definiciones diferentes del concepto de evaluación. La comparación de éstas revela una
inevitable mezcla de definiciones conceptuales y operacionales.

Las definiciones conceptuales en su mayoría no ofrecen una lógica formal y presentan una lista de
características descriptivas de la evaluación como un proceso cognoscitivo y valorativo. Las
definiciones operacionales concentran el propósito de la evaluación en los procedimientos
involucrados en la conducción de un estudio evaluativo.

Por evaluación entienden algunos autores el control del éxito o fracaso de programas, proyectos o
instituciones, en el sentido de identificar y medir resultados. Así, la evaluación es un esfuerzo por
reconocer qué cambios se presentan durante y después de un programa de acción y qué parte de
dichos cambios pueden atribuirse al programa.

Otros autores, en cambio, no ven en la evaluación ningún fin científico en sí, sino solamente una
ayuda para tomar decisiones administrativas racionales. Así, la evaluación es un proceso que
capacita al administrador para describir los efectos del programa y a partir de ello hacer los ajustes
progresivos en orden a alcanzar las metas más efectivamente.

Muchas otras definiciones coinciden en el concepto de finalidad como criterio de exploración de los
resultados del proyecto.

Las ciencias económicas y del análisis de sistemas atribuyen a la evaluación una función selectiva.
Así, la evaluación es llegar, mediante determinados criterios o modelos de decisión, a poder
pronunciarse acerca de la manera óptima de empleo de recursos en el curso de posibilidades
alternativas de su aplicación.

De acuerdo con este punto de vista, la evaluación no sería, en lo fundamental, otra cosa que la ex-
ante valoración de las alternativas que se plantean para llevar a cabo un programa o un proyecto,
mientras que el concepto del control del éxito se reservaría para denominar la valoración y el análisis
de las fuentes de error de programas y proyectos ya realizados (ex-post evaluación), con lo que
serviría la actuación evaluativa así definida como base de decisión para las inversiones.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua, define evaluar como señalar el valor de una cosa y
evaluación como sinónimo de valuación y valoración, pero seguidamente asigna al término evaluar
apreciar el valor de las cosas no materiales y reserva el término a valuar y avalúo para apreciar el
valor de las cosas materiales.

Desde esta perspectiva, la evaluación queda designada a la determinación de la calidad de un


proceso o actividad humana, sea ella económica, social, política o de cualquier otro orden. Es parte
de un proceso y un proceso en sí misma, dirigido conscientemente a determinar el logro de ciertos
propósitos fijados con anterioridad.

Se plantea que la evaluación consiste en la apreciación de un objeto, persona, atributo, programa,


institución o sistema, a partir de ciertos criterios y destaca el aspecto valorativo como elemento que
objetiviza basados en indicadores relacionados con el propósito de lo que se evalúa.

Ahora bien, como toda actividad humana, es social y la mayoría institucional, y cualquier sistema
social está influenciado y determinado por variables circundantes, es en consideración de todas
estas circunstancias como aparecen las conceptualizaciones teóricas y los modelos de evaluación.

Por diferentes que sean las maneras de concebir el fin y los métodos de la evaluación que estas
definiciones implican, todas ellas podemos reducirlas a un común denominador: el de que todas se
refieren a la investigación y la apreciación de la eficiencia, eficacia, efectividad y relevancia social de
una institución, programa o proyecto, para lo cual se requiere disponer de información sobre los
insumos, los procesos y los productos o resultados. Cuanto más válidas, confiables y representativas
sean estas informaciones, mayor será la posibilidad de reorganizar los fines y los medios de un
programa o proyecto, de tal manera que éste arroje resultados óptimos. Obtener y valorar estas
informaciones es lo que denominamos evaluación.

La definición más cercana al plano educativo sustenta a La Evaluación Curricular como un proceso
dinámico, continuo y sistemático, enfocado hacia los cambios de las conductas y rendimientos,
mediante el cual verificamos los logros adquiridos en función de los objetivos propuestos, mediante
el manejo de información cualitativa y cuantitativa para juzgar el grado de éxito y deficiencias de
un plan curricular, y a partir de lo anterior, la toma decisiones relativas a ajustes, reformulación
y/o retroalimentación. Igualmente permite verificar la productividad, la eficacia y la pertinencia del
currículo.

La búsqueda de alternativas a la solución de problemas es el reto fundamental de la evaluación


como proceso para el mejoramiento de la calidad de la educación.
Para ello es necesario crear un clima organizacional donde se facilite y propicie la práctica evaluativa.
En los procesos participativos que ha realizado la autora en sus proyectos de investigación, el clima
organizacional de la evaluación se inicia con la indagación de la forma en que las personas
interesadas entienden el proceso evaluativo y como se han llevado a cabo otras evaluaciones
anteriores; es decir, que ha sido lo positivo de esos procesos y qué se debe mejorar.

Este paso es primordial, dado que la experiencia ha demostrado que las personas no están
dispuestas a emprender procesos participativos sino encuentran motivación y justificación para
cambiar las prácticas tradicionales de la evaluación.

También se indaga acerca de sus necesidades, expectativas y del compromiso que se asume ante
el desarrollo de la evaluación. Luego se plantea un anteproyecto, se analiza con las personas
interesadas y se realizan los ajustes pertinentes. En un proyecto participativo es necesario definir
los niveles de participación de las personas involucradas y trabajar coordinadamente, es importante
que se sientan parte del proceso y de la toma de decisiones.

El tipo de evaluación que la institución elija se relaciona con el propósito de la misma; es


fundamental un conocimiento detallado para la elección, simultáneamente se debe ser un experto
en evaluación, de manera teórica pero ante todo en el campo que se desea examinar, cada
evaluador enjuiciara de acuerdo a su formación y su carácter, se debe escoger uno o más
evaluadores que comulguen o debatan sobre el objeto o plan educativo.

La evaluación de un plan o programa de estudios debe caracterizar el planeamiento, ejecución y


administración del proyecto educativo, debe constituirse en síntesis de sus principales aciertos y
desaciertos.

De tal manera, que le sirva a las autoridades académicas de orientación o de guía que permita
derivar acciones tendientes al mejoramiento de la calidad de la educación.

Como paréntesis es bueno hacer hincapié en quienes son las autoridades académicas se puede
entender para el caso de México a la SEP, pero en realidad debe confrontarse como autoridades
también a los representantes tanto de los clientes como a los representantes de los consumidores
de la educación, sin ponderar más a uno que otro, la educación debe plantearse ajena a objetivos
de las minorías del país, sino a la generalidad de la población.
El proceso de evaluación en sí mismo, debe producir una síntesis de los indicadores de la puesta en
práctica del currículum. Por lo tanto, las personas que participan en el proceso, se forman, aprenden
estrategias de evaluación e incorporan una nueva experiencia de aprendizaje laboral.

A partir de los resultados de la evaluación donde el personal docente conoce con precisión cómo
es percibido su trabajo por sus iguales, por el estudiantado y por las autoridades académicas de la
institución, puede trazarse una estrategia para erradicar las insuficiencias que le han señalado en
su desempeño profesional. Por lo tanto, existe una importante relación entre los resultados de la
evaluación del plan o programa de estudios y las motivaciones y actitudes del personal docente
hacia el trabajo.

La evaluación ofrece lineamientos para que la persona responsable de la docencia oriente su


quehacer académico, sus características personales y para mejorar sus resultados. Poco a poco la
persona se torna capaz de autoevaluar crítica y permanentemente su desempeño, no teme a sus
errores, sino que aprende de ellos y es más consciente de su papel como responsable de diseñar y
ejecutar el currículum.

Desarrolla habilidad en cuanto a lo que sabe y lo que no sabe y necesita conocer; de manera que
desarrolla la necesidad de autoformación tanto en el plano profesional como en el desarrollo
personal.

El carácter formador de la evaluación, por sí solo, justifica su necesidad; persigue los procesos
evaluativos, de la experiencia obtenida se puede concluir que es un proceso difícil dado que se
presentan obstáculos tales como: la resistencia al cambio, el poco interés en asumir compromisos
de participación y el miedo a enfrentar nuevos retos.

La evaluación es lenta y debe ser un proceso de análisis y reflexión constante, hasta lograr un cambio
de actitud ante las situaciones problemáticas que se están evaluando y mejorando. Cuando el
análisis y reflexión del desempeño docente, por ejemplo; se convierte en una práctica diaria, se
empieza a notar el mejoramiento en la calidad de la enseñanza.

Los principios teóricos de las posiciones que han adoptado los sistemas de educación
latinoamericanos en los últimos años, han tenido sus épocas de auge y han evolucionado de acuerdo
con los períodos y las reformas educativas.
En la actualidad, gran cantidad de estudios consultados, señalan a la evaluación participativa y la
evaluación fundamentada en competencias, como estrategias para el cambio.

Que sería una evaluación que cumpliera con los cuatro indicadores que presenta Stufflebeam; útil,
factible, ética y exacta. Sería una evaluación incluyente desde la posición: cliente – consumidor,
enseñanza – aprendizaje, cuantitativa – cualitativa y sobre todo resultados y logros – sistema y
proceso educativo.

Para lograr esta evaluación “total” se tendría que plantear desde la postura de sumar metodologías,
posturas e ideologías evaluativas, más que utilizar solo una para la gigantesca prueba que
representa evaluar a la educación.

Una idea para esta evaluación seria partir del método contrapuesto de Owens y Wolf, que proponen
un sistema donde lo más importante es el perfeccionamiento para la toma de decisiones en el
campo de la educación, con evidencias sólidas para actuar en consecuencia de parte de las
autoridades académicas.

Teniendo en cuenta que la educación tiene un valor incalculable, no valorable con dinero, sino con
la misma filosofía, cultura e identidad de las sociedades, pensar en los costos sería algo
imperdonable, y utilizando la presencia del método contrapuesto, que permite la confrontación
de la visión de dos posturas que buscan los aciertos contra los errores suscitados en el plan
desarrollado, sería poner 4 modelos evaluativos al uso de la educación, dos de manera interna y de
igual manera dos de manera externa.

Stake, con su método centrado en el cliente; se centran principalmente en ayudar a quienes realizan
un servicio cotidiano tendiente a valorar y perfeccionar sus contribuciones. Los problemas
planteados proceden de la comunidad, de grupos locales y de expertos ajenos al caso, dando la
postura desde el contexto social en el que se vive, este método es parte de la visión de la evaluación
interna, unido a esta fórmula, Edward Suchman con el método científico de evaluación que revisaría
de manera detallada tanto los objetivos como sus logros y éxito.

De manera externa, el método evaluativo de Scriven orientado hacia el consumidor, marcaría


fielmente la revisión del currículo completo, la examinación de la entrega de productos y servicios
de alta calidad y sobre todo de gran utilidad para los consumidores (los empleadores y/o las
empresas), y para balancear la evaluación externa se ocuparía la evaluación iluminativa de
Hamilton, desde su punto de vista, el objetivo principal es la descripción y la interpretación, más
que la valoración y la predicción. Se intenta plantear y clarificar una serie de cuestiones que ayuden
a las partes interesadas a identificar los aspectos y procedimientos del programa que permitan
lograr los resultados deseados.
Mediante este aporte se llegaría a una idea más cercana de poder lograr la evaluación total de la
educación.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 Sistema centroamericano de evaluación y acreditación de la educación superior,


SICEVAES. (1999)
La Educación Superior en el Siglo XXI- Visión de América Latina y el Caribe- Tomo I.
Caracas, CRESALC-UNESCO, 1997.

 De Alba, Alicia. (1996).


Análisis de Discurso Educativo Curricular: Una Propuesta de Evaluación Curricular.
México: UNAM.

 Gento Palacios, Samuel. (1998).


Marco referencial para la evaluación de un proyecto educativo.
Revista: Educación XXI, # 1. Madrid: EUNED.

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