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Libro Francisco El Hombre 44 16 18 PDF
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identificar o establecer patrones colectivos tales como las formas de orga-
nización, representaciones sociales y el drama individual y colectivo.
La leyenda de Francisco el Hombre presenta, en sus múltiples versiones,
muchos elementos comunes. Los principales son la lucha entre el bien y
el mal, la aparición de elementos religiosos como la oración del credo, el
Diablo como figura antropomorfa, y otros, como la presencia del juglar,
el acordeón y la zona rural. Los textos narrativos provienen de distin-
tas fuentes: se pueden encontrar referencias a la leyenda de Francisco el
Hombre en canciones vallenatas, en obras literarias como la novela de
Gabriel García Márquez Cien años de soledad, en los medios de difusión
del Festival Vallenato, celebrado en Valledupar, e incluso en portales web
de otras ciudades del país1. Todo ello da indicios de la transcendencia de
la leyenda de Francisco el Hombre en el folclor regional y nacional2.
Estas narrativas sintetizan, a grandes rasgos, los diferentes relatos lite-
rarios y orales que han construido la memoria de Francisco el Hombre.
Es importante resaltar que se han hecho versiones que intentan separar
al personaje de la leyenda, tratando de humanizar lo más posible su ima-
gen mediante una semblanza exhaustiva que de razón de su procedencia
y hasta, en ocasiones, se pretende rastrear sus posibles descendientes. Así,
se dice que Francisco Moscote Guerra nació en 1850 en una población
rural de nombre Galán, cerca de Riohacha, en el actual departamento de
La Guajira, hombre que habría de protagonizar la contienda musical más
conocida de la región Caribe.
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ENCUENTROS ENTRE LEYENDAS:
RELACIONES INTERTEXTUALES EN
FRANCISCO EL HOMBRE
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retó a la diosa. En este caso en particular el resultado fue en perjuicio de
la mortal que, al representar en su tejido escenas de los deslices amorosos
que solían tener los dioses del Olimpo con los seres humanos, despertó la
ira de Palas, la cual destrozó su obra y la condenó a tejer por el resto de su
vida transformada en araña3.
Es preciso aquí recordar que en la mitología griega no se hace una dife-
rencia radical entre dioses buenos o malos, aun así no se podría descartar
las semejanzas entre el anterior relato y el de Francisco el Hombre. El arte,
en ambos casos, es el medio por el cual los mortales pueden tener una pelea
justa con los seres de fuerza superior. Para Francisco es la música de acor-
deón; para Aracne es el tejido –por medio del cual crea obras plásticas–, y
para Marsias, otro personaje de la mitología griega, es la melodía de su flauta.
La mitología cuenta la historia de Marsias, un sátiro de Frigia, que por
alcanzar un alto grado de maestría tocando la flauta mágica de Atenea debió
enfrentarse en duelo musical con el dios Apolo, famoso por ser un virtuoso
de la lira. Al igual que Aracne, Marsias fue vencido por el inmortal al no
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ser capaz de tocar la melodía al revés (era imposible hacerlo con la flauta).
Su castigo fue ser desollado vivo por Apolo4.
La historia de Marsias posee un mayor grado de cercanía con el relato de
Francisco el Hombre, pues se presenta el cantar o tocar ‘al revés’ como una
habilidad que representa una contundente ventaja a la hora de demostrar el
talento que se tiene. Mientras que Marsias se ve imposibilitado para realizar
esta proeza, por ser su instrumento la flauta, Francisco el Hombre derrota
al Maligno en el momento en que toca con su acordeón el credo al revés.
También se puede encontrar este tipo de semejanzas en el repertorio de
leyendas colombo-venezolanas, sobresale aquí la historia de Florentino, un
hombre fiestero y de vida despreocupada, cuyo talento era la trova llanera.
Este relato esta insertado en la literatura escrita a través del poema narra-
tivo de Alberto Arvelo Torrealba (1957), titulado Florentino y el Diablo.
Al leer se puede presenciar el contrapunteo entre los dos personajes, y asi-
mismo, se revela la increíble destreza con la que cuenta Florentino; siendo
tal que ni siquiera el Diablo puede igualársele. Es esta, al igual que la de
Francisco el Hombre, una narración en la que el hombre vence al mal por
medio del arte al demostrar que su talento es mayor.
También es posible encontrar en el imaginario colectivo estadounidense
relatos similares expresados en canciones populares, como es el caso de The
Devil Went Down To Georgia, interpretada por la Charlie Daniels Band
en 1979. Se basa principalmente en la historia de un niño, Johnny, que es
descubierto por el Diablo tocando el violín. El Diablo estaba en ‘aprietos’
y necesitaba hacerse de un alma con urgencia, así que le prometió al niño
un violín de oro si lograba vencerlo tocando el instrumento; si perdía, en
cambio, tendría que entregar su alma. Luego de que ambos aceptaran la
apuesta, el Diablo empezó a tocar, acompañado de una banda de demo-
nios, pero fue Johnny el ganador indiscutible, por el talento extraordina-
rio que poseía. El Diablo, humillado, dejó el violín dorado a los pies del
ganador y desapareció del lugar. Existe una clara concordancia entre la
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historia de Johnny y la de Francisco el Hombre, ambas dan la enseñan-
za de que se puede vencer al mal (en este caso el demonio y el Maligno)
siempre y cuando se tenga gran virtud y talento. Valores como la valentía,
la humildad, la fe, entre otros, son los que se reconocen como positivos e
indispensables para enfrentar al mal; eso sin dejar de lado el valor que se
le otorga al talento y al arte humano como medio que permite desafiar a
los propios dioses, si fuera necesario.
Otros relatos pertenecientes a la memoria oral de la humanidad mues-
tran la música como un poderoso recurso utilizado con frecuencia por los
demonios o el mal en contra del hombre. Para ilustrar esta idea tenemos
la narración perteneciente a la mitología celta, que cuenta la historia del
guerrero Finn quien venció a un demonio que aterrorizaba a los huma-
nos lanzando bolas de fuego. Nadie había podido dar muerte al demonio
debido a que este tocaba una música que provocaba un profundo sue-
ño a todo aquel que la escuchara. Valiéndose de una lanza que le había
obsequiado un antiguo compañero y que tenía el poder de infundir una
furia incontrolable a la persona que se tocara la frente con su punta, Finn
derrotó al demonio y se convirtió en capitán de la Fianna5 6.
Tal como se mencionó anteriormente, en la anterior leyenda la música
no sirve para enfrentarse al mal, sino que está a su servicio y es el hombre
quien debe ingeniárselas para triunfar sobre ella. Otras historias como
la de Fausto, proveniente de Alemania, relatan pactos entre músicos y el
Diablo7. Al parecer el arma predilecta del Diablo es la música, con ella
busca siempre dar golpes certeros a los hombres.
Ahora bien, no todos los relatos populares que guardan una relación
intertextual con la leyenda de Francisco el Hombre, plantean un duelo
musical entre el hombre y seres del más allá, la astucia y demás cualidades
humanas son igualmente utilizadas para vencer el mal. Ejemplo de esto es
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la leyenda Originaria de Costa Rica, Diablo del puente de piedra, que cuenta
la historia de un campesino que promete vender su alma al Diablo si este
le construye un puente para pasar por un río, con la condición de que lo
acabe antes de que cante el gallo. El Diablo, muy confiada de que ganaría
aquella apuesta fácilmente se apresuró a construir el puente. El campesi-
no, muy astuto, sacó de su carretilla unos gallos y, cuando le faltaba una
piedra al Diablo para terminar su construcción, dio varios puntapiés a las
aves hasta que una de ellas cantó justo antes de perder la apuesta. El cam-
pesino, tranquilamente siguió con su camino dejando al Diablo derrota-
do8. En historias como esta, se muestra al diablo como un ente ingenuo y
fácil de timar, lo que no pasa exactamente en la de Francisco el Hombre,
pues aunque éste lo vence, no es por timos sino por su habilidad superior
y su fe cristiana.
El escritor Tomás Carrasquilla, adentrándonos en la tradición literaria
colombiana, plasma en uno de sus cuentos, En La Diestra de Dios Padre,
cómo un hombre campesino, supremamente humilde y solidario, recibe cin-
co deseos de Jesucristo y San Pedro –quien lo toma por tonto, al principio–,
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gracias a los cuales logra manipular a su antojo a la muerte y, además, ganarle
al Diablo más de treinta mil millones de almas, en el mismísimo Infierno.
El nombre de este personaje es Peralta. La historia de Peralta nos recuerda
sobre manera a una historia relatada en el libro de Don Segundo Sombra de
Ricardo Güiraldes (1926), en el cual Miseria, luego de recibir tres deseos
de parte de Jesucristo, logra engañar a gran cantidad de demonios en repe-
tidas ocasiones y vivir una larga vida de lujos y abundancia9.
Tanto Francisco el Hombre como Peralta y Miseria, analizando las carac-
terísticas de los tres relatos, vencieron el mal con ayuda de la fe cristiana. La
lectura de estos relatos llevan a pensar que la leyenda de Francisco el Hombre
se inserta dentro de una tradición narrativa que está presente en mitologías
e imaginario colectivo de distintas culturas a lo largo de la historia: duelo
de habilidades entre el hombre y los dioses en el que el arte (música, plás-
tica) y los valores (astucia, humildad, valentía) son instrumentos y armas;
quien tenga mejor dominio de ellos será el ganador del enfrentamiento.
9 A diferencia de Peralta, Miseria termina siendo rechazado tanto en el Paraíso como en el Purgatorio
y el Infierno mismo, por creerlo desagradecido y estafador.
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FRANCISCO EL HOMBRE: ENTRE LA
TRADICIÓN ORAL Y LA LITERATURA
LOCAL
Yo vi tocar a Santander Martínez,
a Bolañito, a Francisco el Hombre…
Carlos Huertas, el Cantor de Fonseca
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hubieran prendido con gasolina, y empezó a arrastrarse por
su cuerpo. La casa era de palma y todos salieron por temor
a un incendio; pero su nieta se devolvió: no quería dejar
solo a su abuelo. Al entrar en la casa ya no estaba la culebra.
Francisco el Hombre había muerto10.
10 La versión escrita del documental ha sido tomada del sitio web http://gkillcity.com/articulos/chon-
go-cultural/francisco-el-hombre-que-derroto-al-diablo. En cuanto a la entrevista de McCausland,
puede verse en el siguiente enlace de YouTube, que muestra de forma precisa lo señalado: https://
www.youtube.com/watch?v=roeZAJKf Tl0&list=RDXKRLxUnHJ3U&index=7.
11 Un fragmento del documental puede ser visto en https://www.youtube.com/
watch?v=XKRLxUnHJ3U.
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Mi abuelo Francisco Moscote medía casi uno con ochenta;
fue un hombre bien hecho. Siempre vistió bien y le gusta-
ba estar perfumado. Andaba siempre con su sombrero alón.
Él me decía: ¡Vea, mijo!, pa’ conseguir mujeres no hay que
tener plata, sino vestir bien, porque a las mujeres les gusta es
lo que usted lleva puesto (Diago Julio, 2010).
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Pero Francisco nuevamente sale, de algún modo, victorioso, pues al
final la mujer, un tanto ambiciosa, se quedó deseando las pertenencias del
panelero, ya que este nada le dio. Historias como esta revelan una tradi-
ción en la que a los músicos le precedía la mala fama, pues se los tenía por
mujeriegos y parranderos.
En la canción El canto del amor, una copla de origen anónimo, aunque
muchos suelen atribuírsela a Francisco el Hombre (Diago Julio, 2010), el
mal, en este caso la muerte, es vencido por la alegría que produce el ena-
moramiento:
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concepción ética de la vida. Así, de La puya a Chencha deriva una moraleja
en la que se rechaza la avaricia y se resalta la igualdad entre las personas:
Relatos de la leyenda
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La leyenda de Francisco el Hombre12
Eran las siete de la noche del domingo siete, cuando Francisco
el Hombre se despidió de sus amigos, montó en su mula y con
el acordeón entre sus manos, marchó a Machobayo, donde
tenía a Teresa Lavette, su segunda esposa tras la muerte de
Rosita Cuadrado. Él sabía perfectamente que eran seis horas
de camino que le esperaban, pero hacer ese viaje y a esa hora,
para Francisco el Hombre era una vieja costumbre. Sobre su
mula cabalgaba, fumándose un largo tabaco fabricado por
su hija Lorenza Antonia. Ejecutando su acordeón avanza-
ba con la noche. No espoleaba siquiera su mula, no llevaba
nunca prisa. Todo era soledad.
Pero cuando llevaba tres horas y media de camino, la aven-
tura nocturna de Francisco el Hombre estaba a punto de ser
leyenda. Mientras seguía ejecutando su acordeón como a 10
o 15 kilómetros adelante, simultáneamente escuchaba otro
acordeón, pero con sonido del otro mundo, extraordinario
y con notas que hasta ese momento el solo creía sacarlas. Ese
extraño hecho le produjo sorpresa, pero sin intimidarlo, hizo
un receso en sus cantos sin detener los pasos de la mula y se
limitó a escuchar en silencio ese otro instrumento que pau-
latinamente trataba de superar al suyo, y fue precisamente
cuando Francisco el Hombre se vio asaltado por los nervios
por primera vez en su vida. Entonces inmediatamente reto-
mó [al acordeón] y en forma de contestación irónica, con
notas y coplas vulgares le mencionó la madre a su contendor.
Así lo había escuchado desde niño, que a los muertos había
que decirles inmoralidades para que se retiraran de una vez
por todas. Pero el extraño acordeón de su contrincante con-
tinuaba sonando con mucha más fuerza […]
12 Versión de Pepe Palacio Coronado en el texto de Ciro Quiroz Otero Vallenato, hombre y can-
to (1983).
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El duelo a larga distancia y en la oscuridad seguía su curso
con alternativas intervenciones, y el resultado arrojaba un
empate a punto de romperse.
Entre tanto, la claridad de la luna era sustituida por un cie-
lo parcialmente nublado, y en un fuerte pero efímero tem-
blor de la tierra hacía hervir los arboles de dividivi. Fue este
precisamente el momento en que francisco el hombre com-
prendió que se encontraba en una situación difícil de sortear.
Ya con los vellos erizados y el corazón a una velocidad mayor
que la del péndulo de un reloj, creyó tener a su contendor a
dos kilómetros de distancia; ya lo tenía frente al frente. Era
un hombre fantasmagórico como de cinco metros de alto,
sobre un caballo tres veces superior a la mula del perplejo
trotamundos.
Aunque no lo había visto nunca antes, Francisco el Hombre
se dio inmediatamente cuenta de que se trataba de Satanás,
de quien tantas referencias había hecho por todos los lugares
que visitaba, y sin pronunciar una sola palabra permaneció
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atónito contemplando al Diablo, que sin pestañear conti-
nuaba ejecutando espeluznantemente su acordeón.
A los cinco minutos de haber llegado, no quiso darse por
vencido, y en cuestión de segundos, magistralmente le inter-
pretó el padre nuestro en una forma mucho mejor a como lo
había hecho dos días antes en la iglesia de Riohacha. Quiso
complementarle seguidamente con un avemaría, pero el
Diablo le interrumpió visiblemente exasperado, porque se
estaba percatando de que Francisco el Hombre lo derrotaría
con notable diferencia. Todo comenzó así:
Cantó el Diablo:
Yo vengo de tierra lejana
Yo soy un diablo desatao.
Prepárate, Francisco el Hombre,
Que te tengo acorralao.
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Contestó Francisco:
Muy diablo puedes sé,
No me tiene acorralao.
Por ser diablo desatao,
Te rezo el credo al revé.
La puerca mona
Autor: Francisco el Hombre
Mataron a mi puerca mona.
Era de Francisco el Hombre.
Ya que mataron a mi puerca,
Guárdenme los chicharrones.
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Y la enterraron como gente.
Yo estaba tranquilo en treinta
Y me mandaron a llamá.
Dos me mataron la puerca
Y dos me la van a pagar.
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El público lo critica,
y ahí fue su eterno descanso,
allí cayó en el fracaso
el superacordeonista.
El tío ‘Checame’ Moscote
era el papá de Francisco;
él fue quien le dio el principio
y fue músico desde entonces.
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estábamos en la inocencia,
cuando entonces no había prensa,
ni tampoco grabación.
Hoy hay la televisión,
que todo lo representa.
El 19 de noviembre del año 53,
Francisco el Hombre se fue
para siempre y nunca volver.
El 24 de diciembre
Francisco venía viajando
cuando tocó con el diablo,
que la historia lo refiere.
En la ciudad de Riohacha
fue su primera entrevista,
y en los tendíos Buenavista
salió y le pidió ranchera.
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Francisco en su desconfianza
no le quiso saludar,
y le rezó un conjuro real,
y Satanás salió en balanza.
La cuna de los acordeones
fue creada en La Guajira;
todavía le damos ¡vivas!
al viejo Francisco el Hombre.
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Sí, hay músicos de renombre,
no se puede oscurecer,
pero no han podido hacer
lo que hizo Francisco el Hombre.
Él tocaba en Machobayo,
Cotoprix, Monguí y Galán,
a los Altos y al Tablazo
también iba a parrandear.
Era un hombre popular,
de todo el mundo deseado,
le gustaba tomar tragos
cuando se ponía a tocar.
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Charlie Daniels Band, The Devil Went Down To Georgia, from the album
‘Million Mile Reflections. 1979.
Mitos y Leyendas