Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
EN EL TIEMPO)
Autor: RUY MOREYRA. Profesor del Departamento de Geografía de la Universidad
Federal Fluminense (UFF) Brasil.
Traducción realizada por: Dr. Marcel Achkar (**) y Dra. Ana Domínguez (***) con fines
didácticos.
Ambos docentes del Laboratorio de Desarrollo Sustentable y Gestión Ambiental del
Territorio. Departamento de Geografía. Facultad de Ciencias. Universidad de la
República. (**) Docente de la Unidad de Sistemas Ambientales. Facultad de
Agronomía. (***) Docente de la Especialidad Geografía en el Instituto de Profesores
Artigas.
Cada tiempo se distingue de otro por la forma del espacio. En verdad, cada tiempo es su
forma de espacio. Las formas espaciales del tiempo son conocidas. Las tensiones genético-
estructurales de esas formas, escondidas en el aparato paisajístico de los ordenamientos,
todavía no. Estudiaremos en este texto los grandes cuadros espaciales-temporales
constituyentes de las formaciones geográficas de la historia. La evolución estructural de las
formas y tensiones espaciales de las sociedades en el tiempo, como base para una aventura
en la dialéctica de las regulaciones.
El dato ordenador del paisaje es la selectividad. Práctica ambiental en que el hombre expulsa
de la asociación natural, las especies consideradas inútiles al espacio construído, quedando el
ambiente reducido a las especies consideradas útiles. Esto es, las plantas y animales
domesticados, y los aclimatados por el intercambio y migraciones. Así, el paisaje
1
creado se distancia del paisaje natural, en una extensión que es proporcional al nivel de la
técnica usada en la acción de la selectividad. La determinante, es la búsqueda de la
productividad.
Con la selectividad agrícola, los paisajes naturales no desaparecen, al contrario, las formas
del espacio de los géneros de vida del período pre-agrícola, de los recolectores, cazadores y
pescadores, aumenta su diferenciación. Se entra así, en un estadio de evolución donde la
humanidad se aglutina y se diferencia en tres grandes formas de género de vida: el
extractivo (de la recolección- caza- pesca), el agrícola y el pastoril.
En cada ámbito regional, un género de vida determinado centra el modo de vida del grupo
humano, sin que excluya la presencia de los demás. En general, los géneros agrícola y
pastoril incorporan e incluyen el espacio de recolección, de caza, y de pesca en carácter
complementario. Y es común que el género agrícola incorpore en su espacio algunas formas
de cría de animales y el género pastoril algunos cultivos. Siendo raros los espacios en que
cría y cultivos se unifiquen para formar un solo género de vida.
El hecho es que el surgimiento de los géneros agrícola y pastoril significan una alteración
fundamental en la relación del hombre con su ambiente, de esto es que surge un nuevo
espacio. En cuanto en el género extractivo los grupos humanos utilizan las especies del
medio local en su diversidad más integral, en los géneros agrícola y pastoril las especies son
filtradas por la relación de selectividad. La mayor productividad del trabajo en los géneros
agrícola y pastoril es la causa de la diferencia.
No son todavía paisajes que se implanten de una sola vez. En primera instancia, los géneros
de vida se distribuyen y se regionalizan en conformidad al ambiente. El género agrícola surge
en las áreas forestales, a través del cultivo y de la transformación de las asociaciones
naturales en asociaciones domésticas, tal como en los paisajes de arroz, de trigo, de maíz, de
tubérculos, de modo variable y a costo de alguna devastación de bosques. El género pastoril
surge en las áreas herbáceas, esteparias y desérticas. En ellas ocupan, durante poco tiempo,
los puntos ricos en pastos y en agua para aprovechar mejor los momentos estacionales,
formando espacios de una extensión territorial que se confunde con el infinito, pero es el
animal quien fundamenta la vida.
Lo raro es que este movimiento que al inicio se relaciona a un área laboratorio, lugar
inhóspito donde los grupos humanos ensayan la creación de una nueva cultura, pero de
donde salen para asentarla como civilización solo en otra área, apenas cuando la comunidad
alcanza el enraizamiento territorial total, esto es, el estado de identidad espacial con el todo
del entorno, solo entonces, ella se considera asentada. Entonces, la territorialidad se
sedimenta, apareciendo como el cuerpo orgánico de la cultura enraizada para todo el grupo
humano, un modo de vida madura y la civilización se implanta.
Los oasis de las montañas y los planaltos secos de Asia Central son los núcleos históricos.
Fue de ahí que los grupos humanos descendieran para el este y para el oeste, con sus
cultivos domesticados, para, después de una larga fase de tentativa de enraizamiento
territorial, experimentando aquí y fijándose allí, acabarán por constituir en el oriente la
civilización china, y en el occidente, la civilización helénica, las matrices formadoras
respectivamente de la civilización asiática y de la civilización europea.
Los cultivos son los vehículos de esa distribución. El trigo, la cebada, la vid, los árboles
frutales, las legumbres y el lino, salen de la región irano-mediterránea para fundar las
civilizaciones tanto del este asiático como del oeste europeo. El arroz, el té, la soja, la caña
de azúcar, la morera y el algodón salen de las montañas y planaltos secos del centro asiático
para fundar civilizaciones al este. El caballo, el buey, el camello y la oveja salen del occidente
asiático seco para fundar la civilización en varios lugares. El maíz, la papa y el tabaco, salen
de las montañas semiáridas del oeste americano para fundar las civilizaciones de las planicies
del norte y del sur del continente.
Fruto de esas prácticas, es el régimen alimentario que define la modalidad del hábitat,
determina las formas de vivienda, el modo de vestimenta, y el medio de circulación, así surge
la diferenciación regional.
3
En Asia Monzónica, el arroz domina lo visual del paisaje, entre medio de las culturas ricas en
grasas, proteínas y aminoácidos, usadas en las comidas, además de la cría de aves y
puercos, de la pesca y de los cultivos de té (planta digestiva), todos complementarios de la
dieta basada en el arroz; en Asia irano-mediterránea, el cultivo del trigo, está en medio de
los cultivos de centeno, cebada, avena, cría de animales de gran porte (buey y carnero) y el
cultivo de legumbres y frutas, complementarias en la combinación pan-aceite-vino basadas
en los cereales y la bebida; en Africa sub-sahariana, los tubérculos y rizomas se asocian con
las actividades que los complementan, como los cultivos ricos en grasas y azúcares, de la
caza y la pesca. Situación que igualmente acontece en el espacio del régimen pastoril, donde
el proceso de selectividad se fija en una especie animal ambientalmente determinada y el
paisaje queda entregado a la fluctuación de migraciones de tribus, y más todavía entre los
pueblos semi-nómades del medio boscoso.
2- EL SEGUNDO ESPACIO.
Además, relacionada a las funciones sociales, que la división social del trabajo crea, la ciudad
surge separada del campo, produciéndose de esta separación una relación de choque e
interdependencia, que va a conectar una y otra por un vínculo de intercambio no siempre
regular y no siempre organizado de productos.
Organizada al ritmo estacional del calendario agrícola, que es llamado a sobreponerse al día-
día de ambos espacios, que le impone con su pulsación la armonía y el equilibrio al
movimiento de relación del conjunto, la ciudad respira el aire de la civilización emanada del
campo.
Como centro del dinamismo de los medios de circulación, la ciudad organiza cada civilización
4
en un espacio propio. Creando para cada cual una territorialidad definida. Creando una
unidad, con base en el intercambio y en el pasado común, funde en una sola civilización los
núcleos aislados y dispersos.
De ahí provienen dos situaciones. En la primera, los grupos de agricultores invaden el espacio
del género pastoril e inician con los grupos nómades una larga era de conflictos. Relación que
se resuelve por la hegemonía de uno u otro sobre el espacio adversario. Allí, donde la acción
de los grupos de pastores prevalece, los agricultores se retraen hacia islas de espacios
limitados dentro del territorio pastoril, como en los oasis de las estepas y desiertos de las
regiones irano-mediterráneas y centro-asiáticas. Pero donde prevalecen los grupos de
agricultores, son los pueblos pastores (empujados hacia las tierras situadas al margen de los
cultivos, a veces montañosas y de suelos generalmente impropios para cultivos, ya que los
pastos y aguas no siempre son abundantes y permanentes, más allá de las distancias de los
grandes ejes de circulación) que caen en el aislamiento. En un caso, como en otro, el
intercambio se vuelve irregular y los grupos se aíslan y retroceden en su progreso.
5
La técnica eleva así la relación de dominio de los espacios, la densidad y el ámbito de los
transportes y el radio de alcance y de gestión de la ciudad. Sobre esta base, las civilizaciones
agrandan y recrean los marcos regionales con que rígidamente ocupan y dividen la Tierra.
La vida gregaria lleva a los grupos humanos a explotar los beneficios de la aglomeración. Las
densidades van variando con los géneros de vida, disminuyendo en diagonal de las áreas de
género agrícola para las de la periferia pastoril y más aun para las de género extractivo. Un
poblamiento que se dispersa como enjambre de abejas, no como mancha de aceite, en el
cual grupos enteros se desligan del hábitat original, cada vez que las comunidades acumulan
excedentes de población que ya no consiguen contener, para mas adelante en puntos
distanciados, formar nuevos focos de poblamiento, aumentando la diversidad y el horizonte
del espacio territorial de las civilizaciones.
En los espacios mantenidos por los antiguos modos de producción comunitarios, permanece
el paisaje regional de la aldea circundada por los campos con sus géneros de vida
complementarios y principal. En el modo de vida "asiático", se forma el paisaje de las
comunidades de aldea con sus distintos dominios territoriales, ordenados por el poder de la
6
comunidad superior, en general marcado por la presencia destacada de la ciudad central.
4- EL CUARTO ESPACIO.
Este desarrollo generalizado de la relación mercantil está ligado al desarrollo del excedente y
de la propiedad. Fuentes engendradoras de una lógica que hace que una forma de
apropiación pura y simple, la producción del excedente, gane carácter acumulativo del
capital. Una lógica que, imponiéndose al conjunto de la sociedad, acaba por cambiar la
propia naturaleza de la relación mercantil.
Tiene origen así el espacio moderno, donde organizar y arreglar la forma del hábitat para
producir excedentes con el fin de acumular capital, se torna la regla, intercambiar productos
es una actividad de finalidad capitalista.
El Estado es el gran agente del nuevo orden, y la ciudad y los medios de circulación, son sus
entes geográficos por excelencia. Intentando dar al todo, esa dirección mercantil, el Estado
uniformiza bajo el mismo padrón pesos y medidas, la moneda, las diferencias étnicas,
religiosas y lingüísticas, unificando y creando el territorio del espacio nacional.
5- EL QUINTO ESPACIO.
6- EL SEXTO ESPACIO.
8
La causa de esa concentración, es el alto costo del transporte de la hulla. Pero también el
hecho de lo compartimentado del espacio que trae la racionalización de los costos de
infraestructura para la industria, el control del desperdicio, la explotación máxima de los
recursos, el encadenamiento vertical u horizontal de las operaciones productivas, el
acortamiento de la distancia-tiempo, la accesibilidad más directa al crédito y a las
inversiones. Por eso, aunque dependa más del agua y de las condiciones higrométricas
adecuadas, la industria textil se va a localizar en las áreas hulleras, de acuerdo a la
energía, de la mano de obra barata y del mercado que encontrará en abundancia.
La vía férrea cumple aquí un papel clave, secundada por la navegación marítima, forma
de transporte de largo alcance y costo menor. Conjuntamente con la vía férrea y la
navegación marítima, la industria parte hacia una preponderancia espacial. Desde el inicio,
la vía férrea es un complemento del trabajo de transporte en las minas de carbón.
Después, se libera y se expande mas allá de ese ámbito, ayudando a la industria a
expandirse entre las minas, los puertos y las grandes ciudades. El mismo papel cumple la
navegación. Por fin, la vía férrea se libera de la propia área hullera, traspasa los
horizontes, llevando a multiplicar consigo las áreas industriales en todas las direcciones.
Es en este tercer momento que la vía férrea roba el lugar a los ríos y a la caminería en el
sistema de circulación, eleva el espacio industrial a su punto de auge y apoya al Estado en
su tarea de complementar el proceso de construcción unitaria del espacio nacional,
iniciado en el periodo de la acumulación mercantil.
Junto a la vía férrea y la vía fluvial, la industria crea lo que se va a convertir en un paisaje
clásico, con los establecimientos fabriles mezclados con las instalaciones mineras (o
portuarias) y el caserío de los trabajadores en el medio, el trazado confuso de las vías de
circulación, cortando el tablero de ajedrez montado sobre el fondo de un urbanismo
polucionado por las escorias del carbón, amontonando los residuos industriales, la
multiplicidad de canales de agua sucia, el cielo siempre gris, el caserío ceniciento, los
suelos ennegrecidos, el enmarañado inseguro de las galerías con su amenaza a la vida de
la población trabajadora, los aparatos no siempre completos de los equipamientos de
servicios urbanos. La escala de la organización entonces se alarga, dilata los horizontes e
integra los mercados local, regional y nacional con los intercambios de nivel internacional.
7- EL SEPTIMO ESPACIO.
A fines del siglo XIX, ese paisaje se generaliza por el mundo, la causa es la fuerza
centrífuga de la segunda revolución industrial, que va integrando los espacios a partir del
centro en los Estados Unidos. Su motor es la flexibilidad que la energía de la
hidroelectricidad, y luego el petróleo, confieren a la localización de la industria, liberándola
de la tiranía del carbón.
Hasta entonces, la energía hidroeléctrica fue cosa de usinas pequeñas y aisladas que,
facultadas por la combinación del dínamo, (una invención del final del siglo XIX), con la
10
turbina, (inventada desde el siglo XVIII) aquí y allá aparecen instaladas en las altas
montañas (lugares donde la industria se encontraba todavía en la fase de dispersión, ya
que la hidroelectricidad es una alternativa típica de los países pobres en carbón mineral).
El nuevo cuadro técnico altera todos estos límites, la usina se desvincula del
almacenamiento de agua y se traslada de lo alto hacia el pie de las montañas. Se libera de
la localización rígida de antes, y a partir de ahí se interconecta con la usina termoeléctrica.
La creación de la técnica de las represas, aumenta todavía más la red de interconexiones,
permite su localización donde más convenga en una cuenca hidrográfica, transformada en
una verdadera cuenca hidroeléctrica, y dilata la escala territorial de las ofertas.
La invención del motor a explosión, que ocurre después, elimina lo que todavía queda de
barreras a la libre localización y expansión territorial de la industria. La máquina movida
por la energía del petróleo, basada en el motor de explosión, es más liviana, menos
voluminosa y más potente que la movida por el motor de vapor de carbón, confiriendo a
los medios de transporte mayor capacidad de carga, movilidad territorial y rapidez de
desplazamientos.
Con el paso del tiempo, en tanto, la segunda revolución industrial paulatinamente disuelve
el orden dividido en espacios regionales, deshaciendo las fronteras existentes entre las
regiones y organizando el espacio en red.
Bajo esta perspectiva, funde mares y continentes en la potencia de los transportes (la vía
férrea, la navegación marítima, la carretera y el transporte aéreo) y de la comunicación (el
teléfono, el telégrafo y la televisión) aumenta la rapidez de los desplazamientos, reduce el
tiempo, acorta las distancias, integra los signos monetarios, une las escalas, completa la
disolución de las fronteras regionales, quiebra los limites nacionales, unifica el planeta,
ordena bajo un solo patrón uniforme todos los paisajes.
El espesor del espacio gana extraordinaria densidad técnica y social. Vencedor de las
constricciones territoriales, el flujo de las imágenes y sonido, junto al de los productos y
bienes móviles, puebla el mundo al servicio de las transacciones mercantiles, y organiza a
nueva escala el consumo, por medio del catálogo, abre opciones de compra en red, que
van en escala desde el almacén local a las grandes tiendas, dispersando puntos de
servicios por todas partes de la ciudad.
Hasta el comienzo del siglo XIX, ninguna ciudad superaba el millón de habitantes,
con la industrialización, las grandes ciudades se van multiplicando en número y
población y se separan radicalmente del campo. Empujados por la alta productividad
de la industria y por la demanda de bienes y servicios como el teléfono, la radio, la
televisión y el automóvil, contingentes macizos de población, en una reedición de lo
que antes sucediera con el sector agrícola, se desplazan del sector industrial hacia el
de los servicios, terciarizando y metropolizando la ciudad en muchos millones de
habitantes.
Encerradas en esta escala integrada, las viejas civilizaciones del pasado ven
entonces sus antiguos espacios convertirse en meras partes de la división
internacional del trabajo, y sus culturas territoriales se diluyen y comienzan a
desaparecer, hasta que del antiguo pasado quedan apenas sobras, trazos de
antiguas comunidades aldeanas desintegradas por los monocultivos y centros
mineros, en las áreas de sabana que bordean las selvas en el continente africano;
restos de un nomadismo desestructurado por la industria petrolera, en el occidente
asiático; resistencias de la cultura religiosa a una cultura racionalista aquí y allá
implantada por la técnica industrial de occidente en el espacio de los viejos
arrozales del oriente asiático.
Una uniformidad técnica recubre así los varios espacios del mundo, homogeneizando
los procesamientos productivos, al tiempo que unifica, en uno solo, todos los
mercados, particularmente los mercados financieros y es cuando las finanzas
asumen el comando del sistema económico mundializado, estableciendo la era de la
hegemonía absoluta del capital financiero. Unificación de los procesos productivos
combinado con la unificación mundial de los mercados, ante todo de los mercados
financieros, bajo esta base, el capitalismo se globaliza, y no tardan en aparecer los
efectos de esa globalización.
14
8-EL OCTAVO ESPACIO.
Disolución de los hábitats, ruptura de los ecosistemas, selectividad radical del uso
del territorio, aniquilamiento del paisaje como expresión del aniquilamiento de la
cultura, todo esto engendra una era de espacio tenso, afectado por el conflicto de la
multiculturalidad. En el campo, son las cuestiones trazadas por la
desterritorialización de viejos y sólidos modos de vida, en la ciudad, el advenimiento
de un cotidiano de super-especializaciones que desintegran los espacios públicos y
explotan la personalidad humana en mil pedazos.
Problemas de un hombre que cuanto más despierta como individuo por el tiempo
libre y la libertad ganada con el advenimiento del teléfono, de la televisión y del
automóvil, mas ve agigantarse delante de sí un espacio paradojalmente
despersonalizado.
Bibliografía.
15