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X Jornadas Debates Actuales

de la Teoría Política Contemporánea


8 y 9 de noviembre – Universidad Nacional de Mar del Plata
¿Qué futuros? La disputa del porvenir en nuestro tiempo

EL FUTURO NO ES UN DESTINO. LA ESCRITURA EN PSICOANÁLISIS


COMO CONSTRUCCIÓN DE NUEVAS NARRATIVAS.1
Miguel Ángel Gómez (UNR)
miguelpsico63@hotmail.com

Diego García (UNR – IUNIR)


psicodie@gmail.com
Eje 3: Discursos y narrativas sobre el futuro
– Ricardo Estevez (UBA – IIGG)

El trabajo analítico gira en torno a interrogar la implicancia subjetiva con la


noción de temporalidad. En esa vía de indagación conceptual, vamos a situar dos
vertientes de análisis solidarias entre sí, para pensar una clínica psicoanalítica del escrito:
la puesta en relato del acontecer psíquico y la promesa analítica. En otras palabras, el
sujeto en psicoanálisis se interroga por las huellas del tiempo pretérito signado a un
destino, la presencia de una alteridad no puede sustraerse a un tiempo de acción, donde
nada permanece fijo e inmóvil. Esa temporalidad de la espera confronta con el tiempo de
la expectativa, en esa instancia “pasa algo” que todavía no está y sin embargo, no deja de
tener consecuencias porque el “pasar” siempre tiene un correlato de pérdidas y como tal
es solidaria al significante “perecer”, en tanto implica morir, fallecer. Para no perder el
tiempo es indispensable que la expectativa se pueda nutrir de la implicancia de una
promesa, porque no hay modo posible de lograr que las cosas transcurran y se muevan si
no es a partir del valor eficaz de una promesa. De allí la imposibilidad de un pasado
1
.Exposición enmarcada dentro de la vigencia de la investigación: 1PSI393 - EXPERIENCIA Y
PRÁCTICA DE LA ESCRITURA EN PSICOANÁLISIS Y PSICOLOGÍA- FACULTAD DE
PSICOLOGÍA –UNR-
rígido e inmóvil porque el fluir de las palabras para el psicoanálisis es un acto para
interrogar los múltiples sentidos del verbo “pasar”, donde lo perecedero se liga a lo fugaz
y el psicoanálisis es una experiencia de lenguaje, para usar una expresión de
Wittgenstein, donde la argumentación está ligada a la decisión por contar. Es necesario
advertir que frente a la imposibilidad de decirlo todo el sujeto que piensa en su propia
historia, no deja de hacer esfuerzos por lograr una reflexión simbólica. Ahora bien, el
acto de contar como nos pasan las cosas que pasan son las cualidades psíquicas más
relevantes a la hora de pensar en la negación, la falsedad y la mentira, por enunciar sólo
algunas de fuerte correlato negativo. El psicoanálisis es una experiencia en el tiempo
donde el sujeto apuesta a otro que lo escucha, lo interroga, le reclama pero también le
demanda y en este sentido es solidario al discurso político, porque en ambos dispositivos
se instaura una promesa que se sustenta en la persuasión de una sapiencia. La pretensión
de legitimidad del discurso analítico alimenta esperanzas y expectativas al igual que el
efecto del discurso político, donde la exactitud y la manipulación tienen su efecto de
verdad. Esta relación entre el lenguaje y la construcción de narrativas nos acerca a la
cuestión de la doxografía.

La dos características de la doxografía, pretensión de exactitud literal y


manipulación infinita del sentido nos invita a una lectura específica acerca de las
citas, phesin, que surge como un ersatz de la formalización, como el sustituto de
una escritura formal. Ahora bien, la verdad ya no está sostenida entonces por nadie.
Cassin, Barbara: 2013, pag.35).

Este punto de conexión liga al discurso analítico con la persuasión del discurso
político, y al menos el al menos en relación al psicoanálisis no podemos asegurar su
eterna vigencia, por el contrario, la construcción de narraciones pueden tener una doble
direccionalidad: la enseñanza por un lado y el estatuto del hecho y de la verdad por el
otro2. Porque tanto uno como el otro pueden propiciar pensar algo allí donde reinó un
sufrimiento, una necesidad y que pueda devenir en un estado que logre aliviar las cargas
del impedimento. Tanto a nivel individual (las llamadas neurosis de destino por Freud),
como político-social (las narrativas neoliberales), el destino se presenta como una
consecuencia lógica y necesaria. Ese destino tiene las marcas del tiempo pretérito y el

2
Ob.cit.pag.35
trabajo analítico es eficaz cuando se logra prescindir de esa fuerza para devenir en la
construcción de un futuro.

Si olvidamos esta relación que hay entre el análisis y lo que llaman el destino, esa
especie de ocaso que es del orden de la figura –en el sentido en que se emplea este
término para decir figura del destino como se dice también figura de la retórica- ello
significa simplemente que olvidamos los orígenes del análisis, porque sin esta
relación el análisis no hubiera podido dar ni un paso siquiera. (Cassin, Barbara:
2013, p.45)

En esa línea directriz, el destino marca influencias e impone normativas y la


pregunta por lo acontecido (pasado) en el trabajo analítico es una experiencia que
interroga los mandatos e imposiciones de un “yo sufriente” no sólo a nivel familiar sino a
nivel social, en tanto lo familiar vehiculiza y hace de nexo con otros mandatos (de éxito,
de proactividad, de eficacia, de destino, no en tanto llamado de origen desconocido, sino
como una creación subjetiva que precede al sujeto)3.
En términos analíticos, hay una palabra de origen alemán que puede sintetizar
estas ideas. Anfang4 es el inicio, no en el sentido de la anterioridad cronológica, pero sí en
el sentido de la determinación histórica. Esta referencia conceptual nos remite al valor
genealógico que marca e instaura una secuencia, donde los imperativos del Otro suelen
imponer un destino. No ha de padecerlo como un mero soporte de lo que estaba escrito,
sino que será el portador poético de trazos que utilizará para dibujar su propia letra
(Yankelevich, Héctor y Amigo, Silvia en Destinos y Neurosis de Destino, en Revista
Imago Agenda, N° 174.
Las tres dimensiones de la temporalidad que constituyen o mejor dicho, son
constituidas, por tres dominios heterogéneos: lo comenzante (Anfang), lo primario y lo
originario (Ursprünglich): dos de ellos corresponden a la identificación y el otro a la
función que el padre les impone (Urvater, el padre primordial), al que habría que colocar
en la encrucijada causal entre la identificación primordial y la represión originaria
3
Revista Imago Agenda, N° 174, cuyo artículo se denomina: Destinos y Neurosis de Destino,
por Héctor Yankelevich y Silvia Amigo.
4
. En Heidegger encontramos esta distinción, lo que implica el Ur en cuanto al origen y el Anfang
que tiene que ver con el comienzo. Al pensar este momento de determinación del yo, conviene
más Anfang que Ursprung, más lo comenzante que el peso que tiene el origen, que introduce lo
oriundo, que la filosofía desplaza hacia la esencia (lo originario, por lo cual una cosa es) (Kuri,
2010).
(Urverdrängun). Esta ajustada referencia es pertinente para interrogar al Otro, porque el
destino suele asociarse a una maldición del deseo, y ese carácter maléfico y traumático es
posible darle un estatuto de pérdida y resto para que pueda devenir en causa. No hay
psicoanálisis posible sin estar mediado por el sufrimiento psíquico que pone al
descubierto una relación entre la alteridad y la promesa analítica. En ese sentido, el
destino no es un llamado, tampoco es una imposición de origen desconocido, es una
construcción político-subjetiva que debe pasar a ser otra cosa. Ese pasaje a otra cosa es
una de las maneras de interrogar desde el psicoanálisis tanto el estatuto del sufrimiento,
con sus singulares modalidades de goce, como las narrativas políticas contemporáneas de
corte neoliberal. El trabajo analítico consiste en descifrar un texto para que pase a otra
cosa, proponiendo una transferencia que está signada por el cifrado, por eso la estructura
del inconsciente es un texto a descifrar.
…lo que se lee –escribe Lacan en su postfacio redactado para la publicación del libro XI,
de eso hablo, puesto que lo que digo está consagrado al inconsciente, o sea a lo que, ante
todo, se lee5.
El relato6 es un operador eficaz para lograr una interrogación del pasado, por lo
cual, el derecho de recordar –tan dejado de lado por los discursos de derecha– es una
manera propicia de reconstruir la influencia pretérita y su alusión al futuro. No hay
dudas, que el tema no se agota sólo en su recuperación, pero en esa temporalidad evasiva
y fugaz deviene la pregunta por el sentido, la transferencia y la subversión del sujeto
cuando se desprende la fuerza de un destino y construye un futuro entre el saber hacer del
analista y una promesa diferente. El relato cobra relevancia en tanto empuja a la
reconstrucción de un tiempo pretérito (nunca más propicio recordar que la dimensión de
escuchar es el arte de lograr una ética del bien decir). De allí que el concepto de parresía,
el decir veráz, que Michel Foucault recupera del pensamiento griego, pueda aproximarse
a la experiencia narrativa que supone el psicoanálisis siendo la escritura la que oficia de
5
Allouch, Jean en Letra Por Letra Traducir, transcribir, transliterar. Editorial Ecole
Lacanienne de Pshichanalyse, Buenos Aires, pag. 227
6
El relato es solidario a la oralidad, en tanto sonido articulado para ser hablado y oído. La
comunicación oral se expresa a través de la voz y su potencial se encuentra en ser narrada
(Diccionario de Estudios Culturales, 2009). La oralidad es acumulativa; esto quiere decir, que el
discurso oral es menos dependiente de las reglas de la lógica y la gramática porque se rige por los
contextos de enunciación que le ayudan a transmitir el significado y son difíciles de reproducir
por la escritura.
pasaje entre el pasado como destino y el futuro como posibilidad. La ocasión amerita
plantear que el relato es también solidario al ejercicio de la razón. Entendida ésta como
un cierto tipo de afectos, que no se limita sólo y exclusivamente a las ideas, porque la
razón y el relato debe contemplar una apuesta que intenta equivocar el destino
prefabricado desde el Otro que fuera más allá del goce narcisista y de dominación que
representa muchas veces madre o padre. En otras palabras, se trata de disipar un destino
escrito en senderos huidizos, que anuden la historia a la dimensión de escucha, porque es
allí donde se puede situar la promesa donde el futuro deviene en posibilidad.

El relato es una bisagra7, es el gozne de la abertura por descubrir ese interior tan
enigmático y fuerte que puede tanto favorecer la evocación como impedir la
reconstrucción de la propia historia, por lo cual la negación y la renegación cobran
relevancia a la luz de los sucesos y enunciados que nos interesa descifrar. El goce y la
promesa están ligadas a una estructura de ficción, signada entre el padecimiento y la
necesidad imperiosa de creer en la palabra, porque quién no le otorgue una dimensión
ética y perjudicial a la misma no podrá conferirle un estatuto de liberación. En ese
trayecto se inicia un recorrido laberíntico donde el sujeto recorre las sendas del bien decir
sin poder evitar los embates de la negación y el encubrimiento, y allí donde la veracidad
y el “decir falaz”, son dos vectores que convergen para pensar en un trabajo analítico: una
experiencia de valor simbólico que requiere el vencimiento de las resistencias y superar
las normativas del destino. Es al interrogar su propia historia, pero también la historia
política de la que forma parte, que un sujeto puede instalar la dimensión del futuro, ya
que no hay futuro sino a partir de interrogar la influencia de un tiempo pretérito.
El destino, sólo en un trabajo analítico puede dejar de ser un misterio y una carga
de connotación negativa, en tanto resulte posible prescindir de su valor unívoco y
omnipresente para que pueda pasar a ser otra cosa. En ese pasaje se inscriben las marcas,

7
La particular relación entre lo sagrado y lo profano, lo prohibido y lo permitido puede ser
analizado desde diferentes aspectos, y la bisagra permite el ingreso a la cualidad íntima de las
cosas encubiertas, como también analizar la influencia de la cultura, la religión y los modos de
constituir los lazos afectivos, que no admiten la certeza de una función natural y universal, por el
contrario la construcción en análisis deviene en poner en duda esa certeza que oficia de
imposición, para dar lugar al advenimiento de algo genuino.
las huellas y el corolario que forma parte del concepto de Inconsciente, donde los
enigmas y el encubrimiento suelen devenir en poderosos nudos resistenciales.
Rescatamos ese pasaje a otra cosa como un médium del trabajo analítico, donde la
fuerza de la influencia puede transmutarse a una pregunta por el futuro, sin dudas una
nueva modalidad de goce. Porque cuando el sujeto se interroga por su vida interroga a los
significantes de la época que ofician de certezas y dogmas a fin de reducir su poder
aunque no logre un borramiento total de esas huellas. Es quizás necesario un pasaje por
Freud y las neurosis de destino, además de una nueva lectura sobre tipos de carácter, no
sólo por el territorio cedido a la pulsión sino también por los mecanismos de defensa que
intentan frenar y evitar una satisfacción plena y perdurable. En ese terreno frágil, el sujeto
sabe que se dirige a otro para lograr un alivio y alimentar una promesa, por la senda de la
transferencia que promueve la libre asociación como condición sinequanon del trabajo
analítico. El psicoanalista suscribe a eso en tanto acepta ante todo reducir su respuesta al
monótono “asocie”, es decir dando la palabra a quien se dirige a él, abriendo así el
campo al desarrollo de la transferencia.( Allouch, 1984).
En esa línea directriz, construiremos una narrativa analítica que logre mediar entre
lo que se dice y lo que se recibe, entre el oírse y el escucharse, entre el amor incipiente y
la pulsión destructiva, el rodeo y la mediación para invocar y recordar. La rememoración
no es algo pasivo: es la recuperación de un conocimiento o una sensación ya tenida
precedentemente. Rememorar implica un esfuerzo deliberado de la mente, es una suerte
de profundización o búsqueda, porque deliberar es una forma de inferencia (Rossi, 2003).
La acción de inferir, desde su punto de vista etimológico significa sacar una consecuencia
de una cosa y este resulta otra de las finalidades del discurso analítico y político porque
en ambos está en juego la manera deliberativa sobre sí mismo. Utilizamos la expresión
“puesta en relato” de Erik Porge porque es una noción apropiada para pensar en la doble
vertiente de análisis: lenguaje y pensamiento, siendo estos dos campos de dominio los
apropiados para pensar en el estilo, el sentido y la insensatez de las nuevas narrativas.
Este desafío arroja nuevas líneas de análisis al incorporar la categoría de deseo, aportada
por el psicoanálisis porque a partir de esa categoría es posible pensar en nuevos modos de
decir las cosas que nos pasan y ese modo singular y colectivo del sujeto de bascular entre
la verdad y la pulsión de saber.
Y, para concluir con este trabajo es indispensable plantear que las inferencias son
los modos singulares que tiene cada cual para arribar a su verdad y, este juicio de valor se
lo puede deslizar a dos horizontes diferentes: por un lado, a la vigencia por la pregunta en
el psicoanálisis y por otro, la importancia de analizar y discernir los alcances del discurso
político en el contexto de mentiras, engaños y falsedades que socavan el efecto de verdad
y es el soporte en el fantasma que se desliza en los decires cotidianos. En definitiva, el
discurso se nutre de incógnitas, inquietudes e imposiciones que no siempre suelen ser
legitimidas. En tal sentido, cuando no hay legitimación en la función de autoridad, la
certeza deja de ser absoluta e inflexible porque empieza a perder crédito y fuerza al igual
que las falsas creencias, tan solidarias al discurso político como al psicoanálisis. Decimos
esto porque el pasaje de un segmento a otro permite descubrir la importancia que tienen
los deslizamientos y también las cosas que se dicen, porque allí habitan los indicios,
causas y otras marcas que exceden lo lingüístico y psicológico, para inscribirse en el
campo de la cultura sociopolítica. ¿Qué discursos y saberes leen los signos epocales que
devienen en las nuevas narrativas por descifrar?
Formulamos esta pregunta como cierre provisorio al trabajo no sin antes dejar
plasmado la importancia de la respuesta que cada uno da a la cuestión de su relación con
la verdad y de su relación con los otros, porque al decir de un historiador reconocido por
haber cruzado fronteras y haber logrado la confluencia de saberes y disciplinas, lo dijo
con estas palabras: una verdad sin sociedad no es más que un engaño y una sociedad sin
ese trabajo por la verdad no es más que una tiranía. (de Certau, M.1999, pag.33)
Bibliografía general:

AA.VV. (2009). Diccionario de Estudios Culturales Latinoamericanos. Buenos Aires.


Siglo veintiuno.
Amigo, Silvia y Yankelevich, Héctor en Destinos y Neurosis de Destino, en Revista
Imago Agenda N° 174, Buenos Aires, Letra Viva, 2008.
Cassin, Barbara (2013) Jacques el sofista Lacan, logos y psicoanálisis. Buenos Aires
Manantial
De Certau, M. (1994). La cultura en plural. Buenos Aires. Nueva Visión.
Deleuze, G. (2006) En medio de Spinoza. Buenos Aires. Editorial Cactus.
Ferrater Mora (1992). Diccionario de Filosofía. Buenos Aires. Alianza Editorial.
Kuri, C. (2010). La identificación. Lo originario y lo primario: una diferencia clínica.
Rosario. Homo Sapiens ediciones.
Kristeva, J. (1987). Historias de amor. Madrid. Siglo veintiuno editores.
Porge, Erik (2007) Transmitir la clínica psicoanalítica. Buenos Aires. Nueva Visión
Rabant, C. (1999). Inventar lo real. Buenos Aires. Nueva Visión.
Ricoeur, P., Kristeva, J. y otros (2002). ¿Por qué recordar? Academia Universal de las
culturas. Buenos Aires. Ediciones Granica.
Rossi, P. (2003). El pasado, la memoria, el olvido. Buenos Aires. Nueva Visión.

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