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Cf. A ~ . i v r s ~ r o(1984)
s pp. 383-398.
3 Espccialmenic revelatlor en este sentido es el artíc~ilocle SAMATAS(19%) p p 5-75
policía, que certificalxi que su poseedor estaba cdimpiol) de cualquier rela-.
ción --por muy remota que fuera--- con ideas pro-comunistas, socialistas o,
simplemente, de talante crítico hacia el gobierno y el régimen. I>resentar
este certificado era un requisito indispensable para una enorme cantidad de
actividacles: para un puesto en la administración pública, para afiliarse un
sindicato, para ingresar en la universidad, para alistarse en el ejército, para
montar una empresa o, simplemente, para sacarse el carné de contlucir o
pedir licencia d e caza. Así, a través de esta práctica, el estado podía con-
trolar perfectaniente quién era quien y c j ~ pensabak cada uno. Pero, la evi-
dente privación cle la libertad de pensamiento y expresión que dicha prác-
tica implicaba, no era su ímica consecuencia. A través d e ella, el conjunto
clc la sociedad se encontró dividida en dos categorías opuestas de ciudacia-
no: la de los ~Ov~icó<bpovec (o ~macionales)~ -que incluía a todos aquellos
que declaraixtn su total conformidad y lealclacl hacia el régimen y, en con-
secuencia, disfrutaban de su protección y k~vores-- y la cle los pq eOvt~6-
+powr, o ~antinacionalesl~ ----queincluía a todos aquellos considerados sos-
pechosos de prácticas o pensamieritos cwbversivos),y, e n consecuencia, se
veían privados cle todos sus clereclios.
W Vsignificativo: por una parte EOVIKÓS (nacional)
El término E ~ V L K Ó < ~ ~ es
y por otra el ver110 +povW (qye, en sus varias acepciones desde el griego
antiguo hasta el moclerno, significa pensar, creel: hacer constar, pretender,
sostener ciertas opinione.~o convicciones, y serpersona sensatu)4. El térnii-
no EOVLKÓ&XJJV dcsignaha, por tanto, a la persona <exns;tta.cuyas conviccio-
nes icieológicas estuvieran consagradas a la defensa de la nación y ciel inte-
rés nacional. Sin enibargo, durante la posguerra, el poder coniiotativo de
esta pala'rm iba rnucl-lo más allá pilesto que, la defensa de la nacion y del
interés nacional estaba ligada, inetotiítnicarnente, a la defensa del estado y
esta a la lealdad hacia el régirnen en el poder. De lnanera que e0vt~ó+pov
significaba el ciudadano pati-iota y leal al régirnen mientras qiie el ciuclcida-
no o ciiitl¿idana pq tOv~~ó+pwv sc definía no sólo c o n ~ oopositor al régimen
sino corno enemigo y traidor cle la patria, d e la propia nación griega: el ene-
migo interrio. ¡,a gi1w-m civil había :ical)aclo, pero su líjgicu seguía vigente.
[,a lengua, lejos de ser mero instruniento riecitro o irtocente, puede y de
hecho estj siempre a1 servicio de determinados intereses. La retórica clel
estaclo griego cle la posguerra está llena cle ejernplos de ello: el uso clel tés-
mino Av~b'rctoq~Resistt:ncia)lestaba prácticamente proliibido mientras que
a la guerra civil se refería, sisteiiiAticaii~ente,coino 'dla guerra d e los bandi-
dos)~. Unico punto cle vista: el de los vencedores. Más significativo aún, sin
embargo, es el hecho cle que, durante estos años, las palabras qxieblol, y
popular^^ (Xaóc, XC~LKÓS) est~ivieronconspicuamente ausentes cle la retórica
oficial'. El estado griego de la posguerra pretendía eliminar d e su cliscurso
cualquier referencia que tuviera connotaciones cle clase o que tuviera -
siquiera remotamente-- resonancias izquierdistas. Pero, por otra parte,
necesitaba imphntar un ideal colectivo -un Sujeto absoluto, en t6rrninos
cle Altl1usser~-- capaz de funcionar como eleniento ~iriificadorcle la socie-
dad. De moclo que ÉOvoc (nación) clesplazó al concepto Xak (pueblo) y el
r6gimc.n se volcó e n la tarea tlc promocionar el folklore. Al prorno(:ionar el
folltlore, es decir, las costciml~res,la música y las clanzas tradicionales d e la
población rural, eclipsaba de su djscurso a las clases trabajadoras urlmnas
y, de esta manera, daba a la palabra y al concepto cle 4Ovoc; el contenido
que rnis convenía a sus intereses ideológicos. Y, rnitmtras la reina Feclerica
se akinalm obsesivarnente en patronizar actos foll<lóricosy lucir joyería tfii-
dicional, seguían fiincionando los campos cle conceritración, seguían los
arrestos, los encarcelamieritos y los destierros, seguian las purgas en la
administración píiblica. A travks cle toclas estas y muchas otras prácticas y
estrategias, la extrema derecha en el poder en aquellos años se hizo lo siifi-
cieriternente pocterosa, o incontest-able, como para cleclarar (por boca de
Carairianlís) que ella era la Nación y la Nación era ella .7
Todo esto que, g~ossomodo, acabo d e describir, forma parte del conte-
nido cle la ideología cle la ~Ovt~o+pooÚvq de la ideología oficial del estado
griego de la posguerra que A. Elefándis ha descrito como da ideología del
terror, del miedo, d e la inculpación ...1)8. Si hubiera qiie resumir la \>ase de
esta icieología en una sóla palabra, esta palabra sería: mieclo. Invocando sus
propios recuerdos y describiendo cómo Cl y su generación vivieron aque-
llos años, el historiaclor Vasilis Cremidás dice: .Mi generación ha vivido sus
prilneros venticinco años bajo el miedo [....l. Para mi generación, tener
miedo era su obligación e incliiso, tal vez, su ítnico d e r e c l i o ~Ol-~edecer
. y
actuar como intelectual orgánico del régimen; cerrar ojos y oídos y callarse;
o, pasar a la militancia y la claridestinidacl bajo la hegemonía del (entonces
ilegal) partido comunista, eran las alternativas a las que se enfrentaba la
intelectualidacl griega en los años 50. Pero, escribir y crear bajo un régimen
policial, represivo y autoritario oponi6ndose a ese régimen, es algo que se
paga muy caro: con el exilio, con la cárcel, con la amenaza de muerte.
Corno es bien sabido, inuchos poetas e intelectuales griegos (Ritsos, Anag-
nostakis, l,ivaditis, entre otros) pagaron d e este modo su oposición al régi-
men. Sin einl~argo,si para los poetas e intelectuales políticamente coinpro-
metidos que se oponían abiertamente al régimen esos años fueron
mortíferos, ?qué se puede decir de esos otros que, por sri condición cle polí-
ticamente &inpiosl), estaban lejos del acoso policial y de la amenaza de
muerte? 0, e n palabras de H6lderlin:
Y los poetas &ara qu¿ sirven en tienzpos rnczqzrinos?
clebate sol~rela posilde desperialización en Grecia del consurno ilc ciertas drogas, el partido
de la clcreclxi y el particlo coni~inistaestán p1cnaim:rire de acuerdo en recliazar d i c h despe-
imliz~1ci61i.
LA I N S O I ' O I ~ l A ~ l CLEVFDAL) I>k 1A CANCION GRIEGA 195
y el entramado cultural de ese período. Sin embargo, siendo ésta una tarea
imposible en un artículo como éste, me limitar¿=a sólo esbozar aquellos ele-
mentos y cuestiones que considero claves.
En primer lugar, habría que recordar que la canción griega no consti-
tuye un fenórneno aislado d e la época sino una manifestación cult~iralmás,
que -por razones que examinaremos a continuación- asuini6 un papel
protagonista en el proceso d e transformación cultural y política de los años
60. Las prácticas autoritarias, represivas y anti-democráticas del régimen, su
política exterior extremaclainente servil hacia el dólar y los dictámenes de
la política exterior estadounidense, así como una política económica favo-
rable solo a un sector reducido de la población, son factores importantes a
la hora d e explicar el creciente descontento soci;tl que acabaría explotando
en los años 60, abarcando desde la clase inedia tiasta los trabajadores
pasando por los estudiantes y los intelectuales. Sin embargo, la condición
sine qua m n del proceso de transformación fue el fracaso, en Ultiina ins-
tancia, de la ideología de la ct)v~~o+poaÚvq. IJn fracaso que, según C.
Ihxiadis19, habria que atribuir a su contenido negativo -el anticomunis-
mo- que dividía a los ciudadanos en comunistas y anticomunistas, en E ~ L -
KÓ+~ovE(; y lrq E O V L K Ó + ~ O V E Cimpidi¿=ncloleasí cumplir el principio funda-
mental de cualquier ideología -la superación de la fragmentación interna
del sujeto, tanto en el plano individual como en el colectivo- e impidién-
dole, en últiina instancia, funcionar como ideología unificadora.
,<
lodos estos factores, en :<u conjunto, hacen que a partir, incluso, de
mediados de la década, un amplio sector de la intelectualidad griega, desde
la derecha liberal hasta la izquierda comunista20, sienta la necesidad de arti-
cular una política cultural ráclicalmente alternativa y contestataria. El resul-
tado, en los arios sesenta, fue un fenómeno peculiar; u n nwvimiento cultu-
ral (Cacoyanis o Cúnduros en el cine, Klmn o Cambanelis en el teatro,
'Tsarujis en las artes plásticas, Ritsos, Elitis o Livaditis en la poesía, Jaclsida-
21 Svlxe Ia teoría clcl espejo descle el p~iiiiocle vista psicoanalítico cf. LACAN(1066) esp.
PP.115-116.
12 Cí' ANOYANAKIS(1961) p p 10-20.
co111o signo de inconforn-iismo23.Pero ganar el aprecio de los intelectuales
aunque importante, no era suficiente. Para que el rebético asumiera las f ~ m -
ciones que se le requerían, tenía que gozar de respetabilidad y aceptación
social mucho más arnplia y, para eso, tenía qiie incorpot-arse e n la traclición
musical de la naciónid. Ile manera q u e , en el inisirio texto, Anoyanaltis
riiovilizal~atodos sus conocimientos, tnusicológicos y otros, para deinostrar
ii~edianterefwencias literarias, históricas y arqueológicas que la cmción
rebética forinaba paste de una larguísirna tradición musi<::il g~icgac p e
empezaba e n la antigüedad, pasaila por 13izancio y ia ~)I)~.OTLK?~p o u o t ~ ~y j
deseinbocaba e11 ella inisma. De ésta manera, aqiiella profecía de Jadsicla-
kis de que, u11 día, el reb6tico tendría el poder de "interpretar niicstro yo
iIiás profiindo~,se Iiackt realidad.
E1 liistoriaclor Eric Flolxhawm, relacionando el creciente prestigio cle las
lenguas vernáculas con la t-iecesidad de la 1-mrguesía de invitar a las masas
a participar en una revolución contra la aristocracia, lia señalado que, evi-
dentemente, la carta de invitación tenía qiie estar escrita en la propia len-
gua del puchlo, e n la vernácrila. lltilizando la misma metáfora, podríamos
decir que, e n el caso de esta peqiieña revolución cultural de la que estamos
tratando, el lenguaje tnusical rebético servía de carta de invitación a las
masas. Sin ernbat-go, h e la utilización, e n la rriistna obra, de niíisica popu-
lar y de poesía prestigiosa, como la de liitsos o de Elitis --algo completa-
mente inédito hasta entonces- lo que permitió la realización de un objeti-
vo priinorciial: crear ciiltiira de signo inequívocamente popular que, sin
dejar de ser asequilk a todo un pueblo, seria de tal calidad estktica que
resultaría imposible acusarla de cornercialidad. Es más, e n las siunlerosas
polhnicas que esta práctica suscitó en su niomento se al-guinentaln que la
poesía no podría sino enaltecer a la tnúsica popular y, junto a ella, al pro--
pio pueblo. 'I'heodorakis siempre ha insistido e n que, en su ollra, la rtiúsi-
ca (popular) tenía que estar sometida y servir al texto (poético), no al r e v k .
t J i ~ejemplo temprano, característico, arcliiconocido y, sin diida, exce-
lente de este proyecto fue la o l m de M. Tlieodorakis Ei~trá+toc;de 1958,
obra l~asada,rriusicalinente, en la canción rebética y e n el hoiilónimo texto
poCtico de Ritsos quien había escrito aqucllos versos e n 1936, después de
una manifestación obrera en la que miirió, a disparos de la policía, un obre.-
ro. 'l'hcodorakis, por su parte, compuso la música en 1958 para ser cantada
en una inanifestación contra la represión policial. Así, veinte anos después,
el texto poético de Kitsos, ahora investido por 1% rnílsica popular cle 'I'heo-
dorakis, volvía a tener pertinencia.
I'odría ítecirse que a partir de ese momento nace la canción griega, esa
unión cle inúsica y poesía que pretendía plasmar, en sonido y palabra res-
pectivamente, todo un movimiento social, cultural y político. Fruto inacluro
(y excelente) cle esa unión fue el Axion I 3 t P j (1964) de M. Tlieodorakis,
obra basada en el homónimo texto poético de Ocliseas Elitis esta vez, en la
que destaca no sólo la perfecta compenetración de niílsica y poesía -
ambas concel-lidas en un espíritu épico y grandioso-, sino también un rela--
to ~zaci«nal infundido por una visión par;rlela de la initerrurnpida uniclaci,
continuichcl y especifidacl de la cultura griega26.
Cómo ser griegos y al mismo tiempo europeos sin dejar de ser especí-
ficainente griegos l i a l h sido la preocupación de muchos intelectuales y,
sobre todo, de los de la generación clel 3 0 2 7 . Seferis y Ceotocás, por ejeni-
plo, habian liablado de un '~lielenistiiogriego))en contraposición a iin h A e -
nisnio europeo))y Elitis, hablando a propósito de su relación con 'l'sarcijis,
hahia dicho: cfI,a única inanera, para nosotros los griegos, cle volver a ser
europeos& nuevo esa aportmclo, no tornando pi.estacloJ8, Esa inanera cre-
ativa, contributiva, d e ser europeos y a 1:r vez específica e irreductilAemcn-.
te griegos, consistía, para todos estos intelectuales, en reencontrarse con la
tradición y la cultura populares, con las raíces y f~ientesd e la identidad neo-
griega. En este sentido, Seferis Iial~íadescubierto --y promocionado corno
ejemplo a seguir- la prosa prístina y cristalina clel prácticaniente analhbe-
to Macriyanis; Iilitis y 'I'sariijis hal~íandescubierto la pintura fresca y espon-
tanea del pintor naif Ceófilos; Ritsos y Seferis lial~íandescul~iertoy corn~il-
gado en el decapentasílabo de la poesía popular. Y, aliora, en los arios
sesenta, una nueva gcncracióri de ~níisicosdesciilxía la canción rel&ica.
'5 Sol,rc 1:1 c«ricepcií,n iuusical de A.L-~OIIlisti y un pi-:~lelisinoexplícito con I:I o l m Les
NOCM cle Stt.avi~isI<yCS. 1101~1.(1980) pp. 94-1 11.
'6 M. '1'iieodor:ikis 1i:i tlescrito la ol>w de O. Elitis co111o ~4:i Iildia de la ilari61i griega y
conio ,.un rrioniiriicnto del arte griego co~iteiiil>oráricc)~~.
Cf. '1'1iiro~)«ic~~trb(
1972) p. 29-30.
'7 CS. 'l'siov~s(1989) p p 5 1-55 y 'l's~'sis(
lW3) pp. 15-25.
'l"' Ei.isis (1087) p. 572.
momento feliz en la vida cultural griega, 1) construyo y constituyó la expre-.
sión de un movimiento social general q u e pretendía la inmediata dernocra--
tización y apertura del país; 2) construyó y promocionó, aliáridose con otras
artes, toda una agenda cultural y política basada e11 un relato nacional; y 3)
aljrió c:rnales a travCs de los cuales un sector de la intect~ialicladgriega
intentó replantearse, explorar y redefinir conceptos y valores como pueblo,
tradición, nación e itlentitiacl nacional.
Terrriino con c.los citas. La primera es del propio Tlieodorakis relkxio-
nanclo, ya en los anos ochenta, solxe la canción griega: <'Nohay ni u n solo
griego que n o haya sentido vitalmente relacionado con, por lo menos, una
c a n c i h griega. Cuanclo hoy ka1)larnos d e identidad ria<:ional, nuestra tnenie
va principalmente LI la canción griega9).2'-'1.21 segunda es clel escriior y críti-
co literario 1)imoscenis (;úrtovic: <d.osafios sesenta se han registrado en el
inconsciente colectivo como la última fase cle la "grcciclatl", el últitno perí-
odo e n el q u e snhínnzos (o creíamos saher) quienes éi-arnos y teniasnos
nuestra propia person;llidí~dcomo priel>lo'?..30 La c~irsiva,e n esta cita, e s niia;
porque, si se puede argumentar, como he intentado hacerlo, que la canción
griega cumplió su misión d e portadora y promotora cle una agenda a ~ l t u r a l
y política, la razón está, prccisairiente, e n estc sabíamos o creíamos saber'?.