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Decálogo de la redacción

Por Cecilia Pérez

1. No repetir: la repetición reiterada de una palabra en un período breve provoca monotonía y


aburrimiento. No importa que sea una palabra bonita, corta, básica o la central de un tema; o que la
causa de la repetición sea una anáfora, la especificidad del término usado o la dificultad de encontrar
sinónimos. Los efectos perniciosos son los mismos y no se excusa de ningún modo.
2. Evitar las muletillas: a menudo, algunas expresiones actúan como auténticas muletillas o clichés
lingüísticos. Se pueden utilizar para llenar vacío o articular una frase coja, pero demasiadas veces se
abusa de ellas sin motivo. He aquí las principales (las que llevan asterisco no se consideran correctas):
*a nivel de,
*a raíz de,
a través de,
*bajo el punto de vista,
como muy,
como mínimo,
de entrada,
para empezar,
es evidente, etcétera.
3. Eliminar los comodines: Son palabras comodín las que sirven para todo, que se pueden utilizar
siempre, pero que precisan poco o nada el significado de la frase. Si se abusa de ellas, empobrecen la
prosa y la vacían de contenido. Ejemplos:
Nombres: aspecto, cosa, elemento, hecho, información, problema, tema...
Verbos: decir, hacer, poner, tener...
Adjetivos: bueno, interesante, positivo...
4. Preferir palabras concretas a palabras abstractas.
5. Preferir palabras cortas y sencillas.
6. Preferir las formas más populares: la lengua nos ofrece dos formas posibles, en algunos aspectos
de fonética, ortografía o morfosintaxis. En las siguientes parejas, la solución de la derecha, más llana
y popular, también resulta más recomendable:
septiembre setiembre
transcendente trascendente
substantivo sustantivo
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7. Evitar los verbos predicativos: los verbos ser y estar recargan la frase. Los verbos de predicación
completa son más enérgicos y claros. Otros verbos débiles que a veces podemos sustituir son hacer,
encontrar, parecer, llegar a y haber.
8. Tener cuidado con los adverbios en -mente: si se abusa de estos adverbios se recarga la prosa y
se hace pasada, porque son palabras largas. También es aconsejable evitar el tic de iniciar un texto o
una unidad textual mayor (apartado, página) con un adverbio de este tipo, excepto cuando su función
sea la de marcador textual.
9. Usar marcadores textuales: señalan los accidentes de la prosa: la estructura, las conexiones entre
frases, la función de un fragmento, etc. Tienen forma de conjunciones, adverbios, locuciones
conjuntivas o incluso sintagmas, y son útiles para ayudar al lector a comprender el texto y para
establecer orden y relaciones significativas entre frases. Ejemplos: el objetivo principal de, nos
proponemos a exponer, con respecto a, en cuanto a, acerca de, en primer lugar, por un lado, no
obstante, además, luego, es decir, en otras palabras, o sea, en efecto, para finalizar, acto seguido, en
definitiva, etcétera.

Fuente: Libro La cocina de la escritura, Daniel Cassany. Editorial Anagrama.


Pérez, C.. (2011). Decálogo de la redacción. Recuperado de
https://correctorasdepapel.blogspot.com/2011/05/decalogo-de-la-redaccion-por-daniel.html

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