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Leyendas de la región Caribe

Iniciemos este viaje por la tierra del arroz de coco, el mote de queso y el bullerengue. Ubicada al
norte del país, donde limita con el mar Caribe, esta región canta sus leyendas colombianas al son de
los tambores, que marcan los pasos de uno de los animales que más leyendas ha inspirado allí y,
que sigue despertando sustos en los pescadores que extienden sus raíces por los ríos que la cruzan:
el caimán.

“El Hombre Caimán”

no hay fechas de crecacion se cree que hacia 1820

A 1855

Cuenta la leyenda que, en la Villa Concepción de la Plata, mejor conocida como Plato: un municipio
en la región Caribe bañado por decenas de afluentes del río Magdalena, que atraen día a día a los
bañistas; existió un pescador, llamado Saúl, que disfrutaba espiar a las jóvenes del pueblo mientras
se bañaban en el caño “Las Mujeres”.

Su fijación por las partes íntimas del sexo femenino era tan fuerte, que viajó hasta la Guajira a
pedirle a un chamán que le preparara un brebaje para convertirse en caimán cada que lo deseara. El
sabio, le preparó dos botellas que contenían: una, un líquido rojo para que Saúl se frotara en el
cuerpo hasta volverse como el animal, y, otra, de color blanco, para devolverlo a su forma humana.

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Siempre que el hombre iba a utilizar la pócima, le pedía a su mejor amigo, cómplice de su voyerismo,
que le acompañara para rociarle el líquido blanco al terminar con su pasatiempo. Sin embargo, un
día en que su fiel compañero no pudo llegar al encuentro, le pidió a otro pescador que le ayudara en
su empresa, pero, éste, al ver la imagen de Saúl convirtiéndose de hombre a caimán, saltó del susto
y regó todo el líquido blanco sobre las piedras del caño. Sólo unas pocas gotas alcanzaron a tocar la
cara de Saúl, quedando para siempre con rostro humano y cuerpo de reptil, convirtiéndose así en el
terror de las mujeres y demás transeúntes del caño.

¿Qué fue de la vida del hombre caimán?

Se cuenta que el brujo que ingenió la pócima para Saúl, murió días después de la visita del pescador
y nunca reveló al secreto a nadie sobre cómo preparar el líquido blanco. Solo la madre del hombre
caimán se atrevía a bajar hasta el río a darle de comer a su hijo, hasta morir de tristeza.

Desde entonces, se cuenta que el espécimen deambula hasta donde el río Magdalena se une con el
mar, en Bocas de Ceniza, asustando a los pescadores. Es tal la fuerza de la leyenda, que, hoy por
hoy, cada diciembre se celebra el Festival Folclórico de la Leyenda del Hombre Caimán.
Leyendas de los Andes colombianos
Qué te parece si damos paso al sonido del aire que sale de la quena andina; a la bandeja paisa, el
ajiaco santafereño y a un café bien cargado en la mañana. Muchas son las leyendas que han nacido
en las montañas de las tres cordilleras que recorren el país, mientras la gente baila al son de la
guabina o el bambuco; pero, solo una ha recorrido los hogares del país entero con tal fuerza, que
hasta las montañas tiemblan: es La llorona. Y es que, sí o sí, haces parte de ese grupo de
colombianos a quien la mamá intimidó cuando niño con el cuento de que: “si sale a esta hora, se lo
puede llevar la llorona”, como si de un espíritu maligno se tratara.

“La Llorona” en la época de la Colonia (1521-1821)


Cuentan los campesinos de los bosques andinos, que en la noche espesa se pueden oír los gritos de
culpa y el llanto desesperado de una mujer que, después de ahogar a su hijo en el río, fue
condenada a divagar como un alma en pena, con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, el cabello
rebujado, las vestiduras largas, sucias y raídas, y el feto de un niño en brazos, envuelto en una
manta mientras canta canciones de cuna.

La leyenda explica que, en el pasado, este espíritu fue una hermosa mujer indígena de larga
cabellera, que enamoraba a todo hombre que se cruzaba en su camino; uno de ellos, un español de
quien estaba perdidamente enamorada. Justamente, debido a la moral reinante en tiempos de la
colonia y a que nunca pudieron casarse, la mujer enloqueció hasta el punto de matar a su hijo –
incluso, algunas versiones, hablan de hasta 3 pequeños-.
Leyendas del Pacífico
Ahora, cierra los ojos y transpórtate a la tierra del pescado y el currulao, hasta el océano de las
ballenas jorobadas, un clima de selva húmedo tropical, las fiestas patronales de San Pacho y el
Carnaval del Fuego. Una tierra, rica en fuentes hídricas, fauna y flora, caracterizada por albergar
múltiples parques naturales y la mayor población negra del país. Aquí, en esta tierra, nació una de
las leyendas colombianas más tenebrosas: El Riviel.

“El Riviel” en la época colonial siglo XV

Narran los marinos, que, en la época colonial, un barco español, repleto de oro, se enfrentó a una
embarcación de piratas en medio del litoral Pacífico, culminando con la muerte de un pirata árabe
que, antes de fenecer, maldijo abiertamente al dios de los católicos. Desde entonces, se cuenta que,
en las noches sin estrellas, su alma va errática por las islas del Pacífico donde surca las olas con
una suerte de tabla, parecida al caparazón de una tortuga gigante.

Se le reconoce por un cuerpo de piel oscura, como de un enano, a quien no logra reconocérsele el
rostro; un cuerpo que emana olor a carne podrida, pues le gusta succionar los sesos de los marinos
extraviados que mueren a causa del terror de la oscuridad, y de su propia presencia en los bohíos de
los pescadores.

La leyenda cuenta que El Riviel es un habitante del mar, cuya presencia sólo es percibida gracias a
la luz de un farol que va a un costado de su tabla de surf. Sobre su personalidad, se dice que disfruta
hundiendo embarcaciones, y, al ser un hablador empedernido, con una voz animalesca, debes saber
que vuelca su furia sobre aquel marino que ose ignorarlo.
Mitos
REGION CARIBE
Las brisas cálidas del Caribe son el escenario perfecto para El Caballo Cojo y Keralia, dos extraños seres que
por décadas han despertado el miedo de los habitantes del norte de Colombia. Conocer los relatos de esta
parte del país es interiorizar en una región con historias que mezclan elementos étnicos de Europa, África y
América.

Keralia
(Fuego Fatuo) es una criatura misteriosa (se puede presentar en forma de animal o persona) que surge en el
enigmático departamento de la Guajira. Según se cuenta en la región, este ser ataca a los hombres y deja en
cinta a las jóvenes con tan solo mirarlas. Al momento de dar a luz las mujeres pueden tener todo tipo de
animales.

El Caballo Cojo es un rocín de tres patas que recorre a fuerte galope el centro y el sur del departamento
de Bolívar. Es una criatura de estruendoso andar, distinguida por su pelaje negro, ojos rojos y olor
intenso a azufre.

REGION ANDINA
Desde la época de la conquista española, esta región cuenta con una fuente inagotable de historias
sorprendentes que han pasado de generación en generación y se han convertido en parte importante
de las creencias populares de los pobladores de la Cordillera de los Andes. En esta parte del país
son muy comunes las historias de fantasmas que aparecen después de la medianoche y las casas
embrujadas que aterrorizan a todo aquel que quiere poblarlas.

Los mitos colombianos de esta parte del país son sorprendentes, pues en su mayoría, recurren a
seres espeluznantes para narrar la lucha entre el bien y el mal. El Cucacuy y el Patetarro son dos —
de las muchas— criaturas extrañas de la región Andina.

El Patetarro
es un hombre grande y desagradable que reemplazó la mitad de su pierna faltante por un tarro para
poder caminar por los montes del departamento del Quindío. Para los campesinos su arribo es un
mal presagio por las plagas y malas noticias que trae en su andar.

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