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La Carreta Chillona es una de las leyendas Salvadoreñas más conocidas


debido a que se ha transmitido de generación en generación en forma de
relatos contados por aquellos quienes han tenido la oportunidad de
escucharla a media noche. En algunos lugares esta leyenda es conocida
como Carreta Bruja.
inicio
La carreta chillona camina de retroceso, paseándose por las noches en las
calles de algunos pueblos de El Salvador.
desarrollo
Su nombre se origina precisamente del sonido “chillón” que hacen sus llantas
de madera cuando camina; también dicen que aveces se escuchan cadenas
o huesos que se arrastran cuando pasa y que primero se escucha antes de
verla llegar. Algunos dicen cuando pasa la tierra se estremece y otros
comentan que quien se atreve a mirarla amanece muerto al siguiente día.
Esta carreta, que en sus palos lleva calaveras humanas, no tiene bueyes ni
hay nadie quien la vaya guiando, simplemente camina sola, como si algún
fantasma la impulsara hacia adelante; sin embargo algunos piensan que es
un espíritu que se encarga de recoger las almas que andan en pena y
guiarlas hacia la otra vida. Otra versión dice que la carreta es conducida por
un difunto sin cabeza. Sea lo que sea lo mejor es no arriesgarse a verla, ya
que las consecuencias podrían ser graves para quien lo intente.
Final
Se dice que en su interior la carreta chillona transporta muchos huesos y
cadáveres de personas que murieron decapitadas y que a la media noche
sale desde el cementerio de los pueblos, a recorrer sus calles con las almas
en pena y mencionando los nombres de las personas que son mentirosas,
falsas e hipócritas, como haciendo una advertencia de que ese podría ser su
destino algún día si no cambian.
inicio
De acuerdo con la tradición oral, hace mucho tiempo en la Barra de Santiago,
en el departamento de Ahuachapán, vivió un jefe indígena que era muy rico y
a la vez muy cruel. Este hombre era llamado Pachacutec, el cual tenía una
hija que había comprometido con el príncipe Zutuhil, que pertenecía a una
tribu local. Se dice que ella era una joven muy linda y se llamaba Chasca.
desarrollo
Un día Chasca conoció a un joven pescador de la isla de Zanate, un apuesto
mancebo al cual llamaban Acayetl o Ayacetl. La joven Chasca se enamoró de
él pero su padre Pachacutec se opuso al amor de ambos; sin embargo, todos
los días cuando el sol abría los ojos tras la montaña, ella se escapaba de la
choza situada en un bosque de guarumos, y se iba a la playa donde se
encontraba su amado Acayetl, el cual le cantaba dulces canciones desde la
balsa
Pero una mañana fue tan triste, que la poza amaneció dorada por el sol y un
viento frío que se arrastraba raspando los piñales vecinos, tan tristes, fríos y
solitarios así estaba la poza. De pronto una canoa apareció, era el joven
pescador Acayetl que regresaba de la pesca. Corría y corría acercándose a la
playa, cuando de pronto entre los juncos de la orilla un hombre oculto disparo
una flecha, éste había sido enviado por Pachacutec, el padre de la joven
Chasca. Acayetl cayó muerto y cuando el mar se estaba poniendo rojo, una
mujer gritó en la playa.
Era chasca; ella había visto el crimen de su amado, y corrió locamente en su
dolor donde Acayetl. Cuentan que fue tanto su dolor que tomó la decisión de
acompañar a su amado, y poco después volvió a ese mismo lugar con una
piedra y se la ató a la cintura y se lanzó al agua y el mar tiro sus olas sobre el
cuerpo de la joven linda hasta que desapareció.
final
También cuentan que el espíritu de Chasca apareció por vez primera con un
lindo vestido de plumas, en una canoa blanca al lado de su amado Acayetl, a
la siguiente noche de luna llena, y lo hace desde entonces en la Barra de
Santiago. Por ello a Chasca le conocen como la virgen del agua o la diosa del
agua.

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