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Strawberry Panic (novela ligera)

Escrito por: Sakurako Kimino


Ilustrado por: Takuminamuchi
Traducción al inglés: Michelle Kobayashi y Christine Norris (publicado por Seven Seas)
Traducción al español: singleyuri singleyuri@gmail.com
Publicado en: http://yuridream.blogspot.com

CAPÍTULO 1

El cometa color avellana refuerza la atracción de la marea azul.

Ave...
Ave...
Verum Corpus...

Aquellas voces finas y jóvenes se oían desde la distancia.


Esta canción... creo que la he escuchado antes en clase. No era una canción en inglés, pero
provenía de un país extranjero... era como un himno.
¿De dónde es?
Hyoga Kizuna, estudiante de segundo B en el colegio San Lulim, observaba los árboles que
le rodeaban.
Exhaló un soplo de aire con su pequeña boca. ¿Dónde estoy...?
Miró hacia el círculo de cielo que se mostraba sobre ella cercado por los árboles.
Las nubes se movían rápidamente por el cielo azul que continuaba infinitamente más arriba
que ellas.
“¡Wow, qué buen tiempo!” Kizuna intentó tocar el cielo con las manos, y casi deja caer su
mochila.
El perfume de la hierba verde embriagaba el ambiente, y sus coletitas se balanceaban al
saltar de un lado a otro.

Estaba en uno de los claros del Maiden Park, el que estaba detrás de su colegio, san Lulim.
No hay mucha gente que visite esas zonas tan espesas y oscuras del bosque. De hecho, era la
primera vez que Kizuna se aventuraba hasta tan lejos.
Kizuna había entrado sola al bosque... porque Chikaru, la presidenta del consejo de
estudiantes, le invitó a venir. Su compañera de clase, Natsume Remon, tambía había sido invitada,
pero Kizuna tenía que quedarse para realizar las labores de limpieza del colegio, así que... tuvo que
ir más tarde, por su cuenta. Intentó seguir las indicaciones del mapa que le habían proporcionado,
pero cuanto más andaba, más se perdía en el bosque.
Había caminado por lo menos treinta minutos, pero...
“Oh Dios... me he perdido.”
Kizuna no era buena leyendo mapas, por lo que echó un vistazo al pequeño mapa que tenía
en la mano una vez más antes de guardarlo en su mochila.
“En vez de confiar en un mapa... es mejor guiarte por los sentidos, ¿no crees?”
Kizuna se rascó la nariz con el dedo índice y cerró los ojos. Se concentró en el sonido de las
voces... y olfateó a su alrededor.

Vere passum, immolatum


in cruce pro homine...

Cuando cerró los ojos, escuchó una hermosa canción en una lengua extraña, fluyendo como
un conjuro mágico...
Kizuna se dejó llevar por el dulce eco de la melodía.
¿Será por aquí...?
Caminaba hacia la suave voz que parecía invitarla.
Las voces se escuchaban más cercanas...
De repente, una luz brillante hizo que Kizuna cerrara los ojos.
Ah...
Kizuna, sorprendida por la luz, abrió los ojos con cautela. Frente a ella ya no había un
espeso bosque, sino una pequeña pradera, ligeramente iluminada por el sol del principio del verano.
Había gente en medio del claro. Ella entrecerró los ojos para verlo mejor...
La persona sentada en el centro era una diosa de blanco. Una esbelta diosa llena de gracia y
belleza. Tenía un exuberante cabello negro ondulado—llevaba puesta una túnica griega blanca y un
pañuelo semi-transparente con los colores del arco iris sobre los hombros, con una cesta de mimbre
en sus rodillas.
La diosa elevó la cesta alto hacia el cielo, y un ángel descendió.
Un ángel con una túnica, con sus dorados mechones de cabello y grandes alas blancas a su
espalda, descendió ligeramente hacia la diosa y... amablemente le colocó flores en la cesta.
La diosa levantó la cesta hacia el cielo, y un ángel descendió.
Un ángel vestido con una túnica, con mechones de cabello dorado y grandes alas blancas a
la espalda, se acercó lentamente a la diosa y... depositó las flores con dulzura en el interior de la
cesta.
La diosa acarició con ternura la cabeza del ángel...
El ángel abrió la boca ligeramente.

Cujus latus
perforatum...
Un canto libre e inocente, suavemente prolongado.
Era un himno.
Atraída por la canción, Kizuna entró en el claro. Puff... hundió el pie en la espesa hierba con
una extraña suavidad.
Otro pequeño ángel apareció delante de ella.
Este ángel, con el cabello recogido en dos moños, parecía más enérgica, y se acercó a la
diosa con una sola flor en la mano, preparada para su ofrenda...
Pero ese ángel se detuvo en medio de su recorrido. Reconoció a Kizuna y le saludó.

“Oh, Kizuna-chan. Genial, ¡así que ya has terminado tus labores de limpieza! Estaba
preocupada por tí, ya que se estaba haciendo un poco tarde. ¿Has sido capaz de encontrar este lugar
sin perderte?”
El amable ángel con gafitas y moñitos en el pelo no era otra que Natsume Remon,
compañera de clase de Kizuna.
“¡Ah, Remon-chan!” Kizuna, sorprendida, inspeccionó la escena con cuidado. La bella diosa
que le sonreía era en realidad la presidenta del consejo de estudiantes de San Lulim, Minamoto
Chikaru.
Su largo y brillante cabello negro se ondulaba a su alrededor, y sus grandes lazos rojos, que
ataban las trenzas que le caían tras cada oreja, se difuminaban y creaban la ilusión bajo la brillante
luz del sol, de que fueran mariposas rojas...
La presidenta Chikaru le dio una cálida bienvenida a Kizuna con una amable mirada propia
de la llamada “Santa Madre” de San Lulim.
“Bienvenida, Kizuna-chan,” dijo Chikaru suavemente. “Un poco más tarde, y estaría muy
preocupada por ti. Me alivia que estés bien. Únete a nosotras, estamos recogiendo flores.”
Había un libro grueso al lado de la cesta, en las rodillas de Chikaru. La ajada y amarillenta
página en la que se leía “El demonio anónimo” se dio la vuelta al cerrarse la cubierta de cuero.
El ángel junto a ella que cantaba con inocencia, era Byakudan Kagome, una estudiante de
primer año de San Lulim que sonreía felizmente.
Al ver esa alegre sonrisa, Kizuna también se alegró. Se fue hacia el centro del prado, porque
no podía esperar más para unirse a ellas.
“Aquí, cambiate y ponte este traje, mi lindo ángel,” sugirió Chikaru con amabilidad. Tomó
la bolsa de papel que Kizuna llevaba, la abrió, y sacó un traje de ángel para Kizuna.
“El club de disfraces se viste de ángeles hoy. Vamos a recoger flores para decorar nuestras
habitaciones de los Dormitorios de Fresa.”
Kizuna respondió, “Sí, ¡el ángel Kizuna lo hará lo mejor que pueda!”
Mientras Kizuna recibía sus alas de ángel, sonrió y se preguntó si Chikaru-oneesama había
horneado una fiancer1 como recompensa por recoger las flores.
La sonrisa de Kizuna era tan dulce y deliciosa que hizo que Chikaru se llenara de gozo.
Quiero que su colegio, San Lulim, brille con más intensidad si cabe.
Por un momento, un deseo secreto en el que había comenzado a pensar recientemente—y
que deseaba de verdad— resurgió a la superficie.

Había tres prestigiosos colegios femeninos en Astraea Hill, y cada año organizaban la
competición de Étoile para elegir las mejores estudiantes para representarlos. Había pasado una
semana desde que acabó la primera ronda. Mientras Spica y Miator tenían fuertes parejas candidatas
y habían luchado con fiereza en la competición, las aparentemente desmotivadas alumnas de Lulim
se veían como si no les afectara este evento, dejando pasar los días de paz tranquilamente.
De los tres colegios, Lulim era el más joven y tenía un ambiente más relajado, no estaban
interesadas en enviar a una pareja para que gane la corona de Étoile por la gloria de su colegio.
De hecho, muchas de las estudiantes sólo querían tener una vida escolar pacífica en la que
disfrutar de los distintos clubes del colegio.
Incluso hoy, Chikaru ha invitado a tres de sus estudiantes favoritas más jóvenes a tomar
parte en una actividad en el límite del Maiden Park, también conocida como la “Casa trasera” de
Lulim.
Mis chicas son tan adorables... quiero que ellas...
Chikaru, tan contenta como estaba, aún tenía una ambición oculta desde el pasado, algo que
pensaba que era demasiado pedir.
Una ambición con la que fantaseaba secretamente.
Observando las sonrisas de sus queridas hermanitas, pensó...
Bueno, quizá por el bien de mis chicas, debería... poner ese plan en acción... supongo.

1 Fiancer: tarta francesa de almendras.


Por Kagome-chan, Kizuna-chan, y Remon-chan... Porque ahora tengo a tres de vosotras,
mis pequeñas estrellas, al final... es probablemente la hora de ejecutar el plan que he guardado en
la recámara durante tanto tiempo.
Un sueño que creía que nunca se haría realidad... hasta ahora.
Sí...
Todas lo habrán olvidado hace mucho seguramente, pero igual que el brillo esmeralda de la
estrella verde oscura de Miator, y la intensidad de la plata de la estrella blanca de Spica... la
ardiente pasión roja de la estrella carmesí de Lulim también brilla...
Todo el mundo debe recordar esto...
Chikaru puso su mano en el corazón y cerró los ojos.

Para la amada joven con su belleza y ojos claros como el cristal, Kusanagi
Makoto,
Este año, durante el mes de mayo, la época de las hojas verdes de la
primavera ha llegado. ¿Cómo has estado, Mako-chan? Las cosas aquí siguen igual
de... frías, supongo. A pesar de que hace tiempo que comenzó el nuevo período del
curso, todavía estoy sola... sinceramente aún no puedo soportar tu ausencia.
¿Por qué decidiste ir a un país tan frío y distante como Rusia?
Estoy tan... sola.
Otro agradable y bonito día ha pasado para las inocentes chicas que viven en
Astraea Hill. Aunque sólo hayan pasado algunos años desde ese incidente, a veces
reflexiono sobre lo extraño que fue.
Pero... quizá fue para bien.
Un recuerdo tan bello que no debería compartirse con nadie más, pero hay
algunas personas, como tú y yo, que la conocemos de verdad... y eso debe brillar y
apreciarse solamente en nuestros corazones.
Cuando ella asistía aquí a la escuela... era conocida como una de las Cinco
Estrellas de Spica, cuyo lugar nunca fue reemplazado por nadie, ella obtuvo una
gloria sin precedentes que conservará hasta la eternidad.
Tsk... recuerdo tu costumbre de hacer declaraciones exageradas como esa,
Mako-chan. ¿Quizá aprendí este hábito de ti?
Sin embargo...
He eliminado de mi ser todas esas rígidas expresiones, reputación, y orgullo, y
he sido trasladada al pacífico Lulim, donde me he asentado como la presidenta del
consejo de estudiantes, pero...
¿Sabes qué? Mako-chan... si un día volvieras...
A veces me pregunto... qué habría sido de Spica.. La razón es que... según se
acerca el ventoso mes de mayo, el tema más popular de Astraea es la competición
de Étoile, por supuesto. Si estuvieras aquí, con tu fuerza de voluntad Mako-chan,
probablemente ignorarías esta estúpida tradición de los colegios femeninos, estoy
segura—tsk—pero en la competición de Étoile de este año, ha aparecido una estrella
nueva.
Una nueva estrella que puede traer un nuevo y maravilloso aire fresco a
Astraea Hill.
De hecho, no es sólo una— ¡hay dos estrellas!

Las noticias desde el Maiden Park cruzaron el océano y viajaron hacia el frío país del norte.
Vientos racheados y fieros. En un continente helado casi todo el año.
Un mosaico de estrellas brillaba sobre los helados vientos de Rusia...

ras, ras, ras (Sonido que se produce al arrugar un papel)


Kusanagi Makoto arrugó la elegante carta de Chikaru con todas sus fuerzas.
La apretó en su puño lo más fuerte que pudo, sin importarle que ya no podría volver a leer
de nuevo el destrozado papel...
“¡¡No puedo permitirlo!!”
Su rabia irrefrenable causó que le temblaran los nudillos. Sentía como se le subía la sangre a
la cabeza.
No podía soportarlo más. Fue corriendo hacia la ventana y abrió ambos lados de ésta,
dejando que el frío viento revolviera su cabello.
El viento, frío y continental de mayo helaba las mejillas de Makoto. Desde la ventana, podía
vislumbrar en la distancia la atestada plaza de Lenin.
En el humilde apartamento de Makoto, donde había vivido toda su estancia desde que se fue
a estudiar al extranjero, se reavivaron todas sus viejas pasiones. Cerró los ojos y vio sus recuerdos,
pasando uno a uno en forma de cortos vídeos.
Los maravillosos tiempos que había pasado junto a su amada, que ya no estaría allí por
mucho tiempo.
Las tensas esquinas exteriores de los ojos de Makoto se relajaron gradualmente, pero su
rostro carente de expresión era frío como el de una muñeca de porcelana.
Tras años de supervivencia a la discriminación y la intensa competencia como estudiante
extranjera en la Escuela de Música de San Petersburgo, la sonrisa de Makoto se convirtió en una tan
horrible y malvada como la de Alejandro el Grande e Iván el Terrible. Su piel era un poco más clara
que la de los caucásicos, y su pálido aunque brillante cabello castaño era suave y liso, y las puntas
desfiladas a cuchilla caían sobre sus claros ojos grises.
Era baja de estatura pero bien proporcionada—parecía como si no hubiera madura del todo.
Sin embargo, poseía un aura femenino: frío y cruel, aunque poderoso de alguna manera.
Sus ojos brillaban como los de un emperador cabalgando sobre el mundo, y sus finos labios
color melocotón, delicados pero aparentemente sellados, finalmente se movieron.
“Yo...les aplastaré”.
Sonrió. “Tengo que volver”.
Estrujó la carta de Chikaru una vez más. Casi la rompió.
Se volvió y se quedó mirando su habitación. Habían pasado cinco años desde que Makoto se
graduó en la escuela elemental de Spica a la edad de doce años y se fue a estudiar al extranjero, por
lo que su habitación reflejaba totalmente sus gustos. El mobiliario era antiguo y delicado, había
unas cortinas negras de encaje, y una pequeña lámpara de araña comprada en un mercadillo local.
Su armario estaba lleno de pequeños esmoquin negros, y su vitrina contenía varios de sus violines
favoritos.
Sólo aquellos que habían experimentado la vida en el extranjero, lejos de los lujos de una
familia adinerada, podrían comprender la desnudez de vivir en esas condiciones precarias.
Pero a pesar de esto...Makoto había elegido vivir así. Tomó su decisión tras perder a su
amada, cuando no había conocido nada mejor, prometiendo ser honesta consigo misma y alcanzar
sus sueños tanto por ella como por la persona que había perdido, ignorando las objecciones de sus
padres acerca de este camino.
Ella miró la foto situada sobre la mesita de noche.
Bajo la agradable sombra de las jóvenes hojas de los árboles, la joven Makoto se sentó en un
improvisado columpio que colgaba de una enorme rama. Empujándola desde detrás había una chica
mayor que ella, que se parecía a Makoto pero un poco más dulce. Era bastante guapa y tenía una
atractiva sonrisa. Era delgada y llevaba puesto el elegante uniforme blanco de Spica—un traje con
el que Makoto había soñado que vestiría un día. Era la única que brillaba tan gloriosamente como
una bella diosa, indomable en este mundo tan indigno.
Brillaba sobre mí desde siempre, como Apolo, el dios del sol.
Makoto intentó reprimir la imagen—la cual parecía una burbuja a punto de estallar.
Una imagen cruzó por su mente.
Faetón que admiraba a su padre, Apolo, montó en el carro de los cielos pero cayó
fatalmente a la Tierra. Ella se vió a sí misma mirando al cielo y siendo abrasada por estar tan cerca
del sol.
Finalmente, Makoto recordó el contenido de la carta de Chikaru.
Se rumorea que Spica tiene muchas posibilidades de ganar la competición de
Étoile de este año, porque la supuesta número uno de Spica, Otori Amane, el
“Príncipe”, está participando...
Muchas estudiantes de los tres colegios han predecido la victoria de la mayor
estrella de Spica de la historia...
Si tiene éxito y derrota a la candidata más fuerte de Miator, Hanazono
Shizuma, que está participando una segunda vez sin precedentes...seguro que dejará
su marca en la historia de Spica como la mejor Étoile jamás vista...
Las estudiantes de Spica parece que tienen demasiadas esperanzas puestas en
ella, como si fuera el Mesías...
Pero en realidad, esta autoproclamada “tímida y vergonzosa” estrella de
Spica está bastante desmotivada, y no podemos despreciar el hecho de que muestra
un abierto favoritismo hacia una estudiante de tercero en particular...
A las Cinco Estrellas no les tienen permitido ser monopolizadas por una sola
persona, pero como la superestrella, Otori Amane, ha abusado de su status y
popularidad para mostrar abiertamente su afecto por una chica específica, como he
mencionado antes...
Pero sobre todo, la chica que recibe su afecto es una nueva estudiante recién
trasladada que acaba de llegar esta primavera...una chica tan normal, sin rasgos
estraordinarios siquiera... Por culpa de este ligero flechazo de Amane por esta chica
nueva, una de las reglas de la competición de Étoile, que están basadas en la
antigua tradición de Astraea, fue “revisada” para acomodarse a esta pareja tan
egoísta...
Entre todo ese entusiasmo que rodeaba el numerito de cambio forzoso de las
normas de la competición y la segunda ronda de la competición de Étoile que ya
estaba a la vuelta de la esquina, las estudiantes de Spica que siempre habían
mantenido su respeto a las tradiciones de su colegio, han comenzado a preocuparse
gravemente...
Si Spica no tiene cuidado, una chica inteligente de sexto año como Shizuma—
con la ayuda de la manipuladora presidenta del consejo de estudiantes de Miator,
Rokujo Miyuki—puede reclamar la corona para Miator en su lugar...

Chikaru, con su tono suave al hablar, llenó la carta con expresiones bonitas y elocuentes...
pero Makoto comprendió la esencia de la situación.
A pesar de que Chikaru mencionó “dos nuevas estrellas de Astraea”, ella sólo se centró en la
estrella de Spica—Makoto no pensaba que eso fuera un problema.
Pero en la carta, Chikaru había escrito sobre la Étoile del año pasado, Hanazono Shizuma—
Makoto había oído su nombre tiempo atrás cuando iba al colegio elemental. Una chica con buenas
dotes para los estudios, proveniente de una familia importante e influyente, que parece que se ha
encaprichado de una rara estudiante recién trasladada esta primavera... y además se supone que las
estudiantes de sexto curso como ella se borran de las actividades del colegio... y aún así ella ha
insistido en participar en la competición de Étoile por segundo año consecutivo...
Makoto no le dio mucha importancia a la estudiante de Miator porque ella estaba
obsesionada con lo que se estaba cociendo en Spica.
“No me lo puedo creer...”
¿Cómo puede ocurrir esto en Spica, el lugar donde había brillado su amada?
En Spica... la valiente y ordenada Spica que la amada de Makoto tanto había adorado...
De verdad que Makoto la había querido. Ella adoró y admiró a la persona que había reinado
como estrella de Spica.
Eso es porque...
Es imperdonable. No puedo permitir que una falsa estrella humille a la Spica que tanto
amaba... antes que esto vaya a peor, tengo que...
Makoto abrió el cajón para coger su pasaporte, mientras pensaba en el final de la carta de
Chikaru.
Estos últimos días... no sé porqué, pero por alguna razón he sentido que te
vería pronto, Mako-chan. A pesar de que sé que es imposible, ya que todavía vives
en Rusia.
Quizás sólo estaba soñando. Pero sería un placer para mí si, por casualidad,
vieras el mismo sueño, Mako-chan...
Te he adjuntado un trébol de cuatro hojas, recogido en el jardín secreto de
Lulim. Debo decirte, que requirió mucho esfuerzo encontrarlo.
Espero que el poder de este encantamiento legendario nos reúna de alguna
manera a las dos en nuestros sueños.
De verdad que quiero ver tu hermoso rostro una vez más...

Tu amiga desde la infancia quien comparte tu misma adoración,


Chikaru...

Ding dong...
En San Miator, el aviso para la primera campana de fin de clases sonó.
“¡Oh no! Ya es la hora...”
En la parte delantera de la clase , Nagisa estaba limpiando las envejecidas teclas color crema
del órgano que estaba junto al pedestal del profesor y la pizarra.
La coleta de Nagisa se balanceaba enérgimente—pegaba con su alegre personalidad—y su
nuevo uniforme gris carbón, con su diseño clásico y elegante, producía un leve ruido al moverse.
Las cuatro y cuarto... sólo quedan quince minutos para la primera campana de fin de clases.
Ya que Nagisa no se veía involucrada en actividades extraescolares después de clases, tenía
que abandonar el colegio inmediatamente después de acabar con las labores de limpieza, o no sería
capaz de llegar a tiempo a los Dormitorios de Fresa para el primer toque de queda.
“Escuchar todas estas divertidas conversaciones... me hace perder la noción del tiempo,”
comentó Nagisa. Se rascó la cabeza con la mano que sujetaba un trapo sucio, dejando un cúmulo de
polvo tras su cabello.
“Dios, Nagisa, no hagas eso... te vas a ensuciar el pelo.”
Shizuma se quedó de pie a la puerta de la clase. Dio un paso adelante y alcanzó el cabello de
Nagisa.
Cuando la delicada mano de Shizuma rozó la nuca de Nagisa, ésta se estremeció ante la
repentina sensación de que le tocaran el cuello.
Shizuma iba a acariciar el cabello de Nagisa, pero al ver la sensible reacción de Nagisa, dejó
la mano en su cuello y la movió instintivamente...
“¡Kyahahaha!”
Esta vez, Nagisa se retorció y atrapó la mano de Shizuma bajo su barbilla.
Shizuma se divertía ante este inesperado giro de los acontecimientos... ella no quería hacerle
cosquillas a Nagisa, pero... decidió contonear sus dedos entre la barbilla y la clavícula de Nagisa.
Cosquillea, cosquillea...
Nagisa respondió a las cosquillas que le hacía Shizuma con un “¡Gyahahaha, eeeek!” y se
rió muy alto.
Era extremadamente sensible a las cosquillas.
“Ah, no, por favor para, Shizuma-oneesama... ¡tengo muchas cosquillas! Desde que era
pequeña...”
Nagisa, reaccionaba de forma honesta e inocente, sonrojada mientras se reía, lo que hizo que
Shizuma siguiera haciéndolo cada vez más...
Shizuma se reía por lo bajo mientras continuaba haciéndole cosquillas a Nagisa. “Dios,
Nagisa, quiero dejarlo, pero... no puedo mover la mano si sigues reaccionando así...”
“Kyaah, qué cosquillas... oh no...”
Al tiempo que dejaron de reirse, se dieron cuenta de que las miraban.
Las otras estudiantes que estaban haciendo las labores de limpieza las miraban fríamente.
Las miraban celosas...
Cuando Shizuma vino a la clase de cuarto curso para invitar a Nagisa a ir a su casa de
Hokkaido, las otras compañeras de clase se pusieron nerviosas y eufóricas por ver a la estrella
número uno del colegio, pero al mismo tiempo las observaban de cerca...
Oh no, ya lo he vuelto a hacer...
Nagisa sacudió la cabeza e intentó ponerse en su lugar. Necesito acostumbrarme a este trato
cuando estoy con Shizuma-oneesama...
Hace unas tres semanas, después de la primera ronda de la competición de Étoile que
terminó a primeros de mayo, Nagisa tomó una decisión... porque durante la primera mitad de la
primera ronda, el concurso de cadettes, descubrió el asombroso pasado de Shizuma.
Shizuma tenía una “hermana pequeña” a la que realmente amaba. Su nombre era Sakuragi
Kaori—había sido una chica guapísima—y Shizuma y ella habían sido la pareja perfecta, aceptadas
por todas, pero Shizuma tuvo que despedirse de ella para siempre con todo el dolor de su corazón.
El año pasado, Shizuma reclamó la corona de Étoile sólo por ella...
Nagisa se sentía como si no tuviera el derecho de estar junto a Shizuma participando en la
competición de Étoile... Durante la segunda mitad de la primera ronda, el concurso de aînées, quería
desaparecer. Cuando la ronda estaba a punto de concluir, Nagisa quiso retirarse de la competición,
pero Shizuma de alguna manera le convenció para continuar... y le arrastró junto a ella.
Ella lloró y abrazó a Nagisa. Y tras concluir el evento, Nagisa descubrió los verdaderos
sentimientos de Shizuma. Una vez que comprendió la soledad de Shizuma... y sus cicatrices
emocionales... Nagisa, quae no tenía mucho que ofrecer, quería ayudarla todo lo que pudiera.
Todo por Hanazono Shizuma, la orgullosa estrella que había perdido a la persona que más
amaba.

La hermana pequeña a la que tanto amaba Shizuma en el pasado... Nagisa se angustiaba con
solo pensarlo, por lo que juró que trataría de no pensar en ello.
Recordó lo que Tamao, su compañera de clase y de habiación y su mejor amiga, le dijo.
“Shizuma sólo parece que esté en paz cuando está contigo... Shizuma-sama sólo está
flirteando contigo, por lo que no deberías ir en serio con ella...”
“Después de todo, ¿cuántas oportunidades vas a tener de ser la compañera de la estrella
número uno del colegio—y mucho menos de una persona proveniente de una de las familias más
influyentes de todo Japón? Deberías aceptar esta oportunidad, es una experiencia que se presenta
una vez en la vida, y disfrutar de la competición de Étoile que seguro que merece la pena.”
Nagisa recordó la calma y la ligereza con las que Tamao sonrió y se sintió aliviada.
Vale, Tamao-chan... ¡Iré a por todas!
Nagisa reafirmó su decisión. Tras el evento de las aînées, no tuvo valor para decirle a Tamao
lo que Shizuma le había revelado sólo a ella. Sabía que no debería ser ella quien le contara a Tamao
sobre el profundo dolor y la soledad que sentía Shizuma.
Pero Tamao dijo algo que llamó la atención de Nagisa.
“No cabe duda de que a Shizuma-sama le gusta tu forma de ser tan alegre y divertida.”
Nagisa se dijo, Si hay algo de lo que estoy segura es que soy alegre...¿a que sí? Incluso las
compañeras de clase de mi antiguo colegio decían que mi mejor característica era mi alegría...
Así que no debería deprimirme más. Tengo que levantar el ánimo de Shizuma-sama una vez
más...
Nagisa recogió sus cosas, dio una vuelta y fue corriendo a ver a Shizuma.
“¡Pero Shizuma-oneesama! ¿Tu casa tiene una finca tan grande que puedes montar a caballo
y galopar por ella? ¡Wow! Pero nunca he estado en Hokkaido, Shizuma-oneesama... Con tu familia
viviendo tan lejos, debes de sentirte un poco sola... Ah, quizás la razón por la que te gusta tener
chicas monas a tu alrededor es para paliar tu soledad o algo así.”
Shizuma se quedó desconcertada con el parloteo de Nagisa. Ella sólo le devolvió la mirada.
“Oh, Nagisa-chan, tengo varias fincas. La casa de Hokkaido es una de ellas...”
“No, ¡no escondas tus sentimientos! Yo sólo...” Nagisa insistió en sus palabras.
Preocupada, Shizuma intentó mirar en el interior de la expresión de Nagisa, pero ésta se tapó
la cara con la mano.
“Viniste tú sola desde Hokkaido, desde tan lejos... debes de haberte sentido muy sola. Si te
digo la verdad, estaba preocupada cuando me dijeron que me trasladaban a Miator. No sabía si me
podría manejar bien aquí, viviendo en una residencia de estudiantes (los dormitorios de fresa)... um,
pero Shizuma-oneesama me empujó a hacer una cosa tras otra, así que no tuve tiempo de echar de
menos mi hogar... jajaja,” Nagisa se rió de vergüenza.
De repente se puso seria y miró fijamente el rostro de Shizuma.
“Shizuma-oneesama, ¿tú llevas en Miator desde preescolar, no?”
Shizuma se sorprendió de manera inusual y quedó abrumada por la intensidad de Nagisa.
“S-sí... eso es correcto.” ¿Qué le pasa a mi pequeña y adorable Nagisa?
Los grandes ojos de Nagisa se agrandaron aún más y miraron fijamente a Shizuma.
“Shizuma-oneesama, lo siento tanto...”
Una pequeña lágrima cayó de los ojos de Nagisa. Ella se la limpió con presteza.
“Has soportado demasiado desde preescolar, estando tan lejos de tu madre y viviendo tan
sola en los dormitorios de fresa...”
El mundo de La princesita Sara le vino a la mente, y se imaginó a Shizuma como el
personaje del libro.
Imágenes de Shizuma de pequeña le pasaban por la cabeza una tras otra. La pequeña
Shizuma incapaz de dormir sola en su habitación, llorando. Shizuma de pequeña corriendo hacia el
atardecer porque echa de menos a su madre. O llena de lágrimas mientras habla por teléfono con su
madre...
“Nagisa...”
Shizuma estaba aturdida ante la reacción de Nagisa, y estaba a punto de explicar que su casa
de Hokkaido era sólo una residencia de vacaciones, no era su verdadero hogar, que su hogar estaba
a tan solo una hora desde Astraea, y que visitaba a su familia al menos una vez al mes... pero no
pudo.
Qué chica tan tierna...
Su corazón se sentía cálido y confuso, y despacio meció a Nagisa en sus brazos.
Muchas de las estudiantes aquí, incluida yo, estamos acostumbradas a este estilo de vida,
así que al ser una estudiante que te acabas de trasladar, probablemente eches más de menos tu
hogar que nosotras, Nagisa.
“Nagisa...” dijo Shizuma, miras elevaba el rostro de Nagisa. Miró a sus ojos llenos de
lágrimas y pensó, Oh,he metido la pata. En lugar de invitarla a dar paseos a caballo en mi casa de
Hokkaido, debería haberla invitado a mi castillo de Irlanda o algo así. De esa manera, Nagisa se
hubiera puesto más nerviosa aún y hubiera dicho algo como, “Oh, Shizuma-oneesama, siento tanto
que estés tan lejos de tu tierra” o algo parecido...
Malos pensamientos cruzaron la mente de Shizuma mientras posaba un dedo sobre la
barbilla de Nagisa.
Esta maniobra era natural para Shizuma que era experimentada en tratar a las chicas... su
rostro se acercó al de Nagisa... y le plantó los labios en la frente de ésta.
“Err, no quiero arruinaros la fiesta... pero ¿puedo interrumpiros un momento?”
“Ah... ¡Aaaaaaaah!” gritó Nagisa.
Shizuma y Nagisa estaban bloqueando la entrada. Al lado estaba de pie una chica con su
media melena de cabello negro estilo paje un poco bombeado... Rokujo Miyuki, la extremadamente
inteligente presidenta del consejo de estudiantes de Miator. Abrazaba un negro libro de asistencias y
una carpeta de cuero contra su pecho.
Nagisa se apresuró a retirarse del abrazo de Shizuma y movió las manos para deshacer el
ambiente romántico de color melocotón que Shizuma había creado.
Entonces se dieron cuenta... el resto de las estudiantes que había en la clase se habían ido.
El comentario de Miyuki fue frío. “Lo que sea que te lleve a flirtear con ella, a pesar de que
ella es...” Le echó una mirada de arriba a abajo a Nagisa. “A pesar de que es una sencilla estudiante
de traslado, creo que careces de gracia con este comportamiento, Shizuma-sama...”
Nagisa movió la boca, tratando de disculparse en silencio... Oh no, lo siento...
Ella notó que una sombra diferente venía tras Miyuki, y cautelosamente miró para ver a...
“Ah, Tamao-chan...”
Tamao era una chica guapísima que era madura y calmada para su edad, con el pelo largo,
teñido de azul y atado con una coleta alta, que dejaba ver un cuello precioso.
Tamao se quedó de pie tras Miyuki y se reía en silencio entre dientes.
Shizuma captó el movimiento de Tamao por el rabillo del ojo y respondió, “Oh, no lo creo,
porque una de las mejores cosas que tiene estar con Nagisa-chan es lo sincera que es nuestra
relación.”
Shizuma se puso de pie delante de Miyuki llena de aplomo y sonrió de forma diferente a
cuando estaba a solas con Nagisa... tenía una expresión fría y presuntuosa. Miró con desprecio a
Miyuki.
Nagisa percibió que en la mirada de Shizuma-oneesama, los ojos se le iban para los lados
cuando estaba con otras personas salvo con ella.
Miyuki no se acobardó. “Tsk... bueno, supongo que puedo dejarlo pasar por hoy, porque
dentro de poco no podrás compartir momentos tan íntimos con ella tan libremente... así que
disfrútalo mientras puedas...”
“¿Qué quieres decir con eso?” dijo Shizuma con brusquedad.
Miyuki se veía complacida por haber provocado una reacción tan violenta. Sonrió y bajó la
mirada. “No puedo decirlo aquí... Pero si estais libres ahora... ¿os importaría acompañarme?”
Nagisa se quedó allí de pie, boquiabierta, y Tamao, divertida por la escenita, disimuló su
risita. Shizuma sólo frunció el ceño descontenta.

Mientras la incómoda reunión entre la Étoile del pasado año, la presidenta del consejo de
estudiantes y las otras dos chicas continuaba...
“Vale, ¿está bien colocado el sombrero?”
“Síp. Te falta una pipa en la boca y ¡ya estás lista!”
“Dejad que el Sr. osito de peluche se una también...”
En el interior de una de las aulas del edificio de los clubes de San Lulim. La presidenta del
consejo de estudiantes—o más bien, la presidenta del club de disfraces—Minamoto Chikaru, estaba
en el centro, con Kizuna, Remon y Kagome a su alrededor, emocionadas.
Se estaban poniendo los disfraces.
La ropa estaba desperdigada por toda la sala. En la mesa de costura había una trenca color
beige con capucha, de la línea Burberry, una pipa enorme y curvada y la distintiva gorra de
detective... El tema de transformación de hoy es “Detectives famosos.”
Kizuna ayudaba a Kagome a abrocharse con torpeza los botones de la blusa. Byakudan
Kagome, estudiante de primer curso, era la más pequeña de las cuatro, tenía el cabello ondulado y
hecho bucles como las muñecas francesas—algo muy distintivo puesto que no era común entre las
estudiantes de San Lulim. Por alguna razón, le tiene mucho cariño a Kizuna y la sigue a todas
partes... por lo que, naturalmente, se ha hecho miembro del club de disfraces. A Kagome le sienta
muy bien vestir blusas de seda con chorreras.

“Vale, una vez ates este lazo, ¡estarás lista!” dijo Kizuna, pero Kagome echó la cabeza a un
lado y murmuró, “No sé cómo... atar un lazo.”
“Oh, por supuesto... ya me lo imaginaba,” masculló Kizuna. Cogió un lacito de encima de la
mesa. “¿Quieres que te lo ate yo?”
Kagome respondió con una sonrisam que a cambio, le hizo sonreir a Kizuna también.
Su intercambio de sonrisas alumbró la sala como en un día de primavera.
Junto a las dos chicas... “Me pregunto... ¿había gafas en los tiempos de Sherlock Holmes?”
Remon, sudando ligeramente, llevaba un abrigo y una gorra y jugueteaba con sus gafas. Las
patillas de las gafas parece que no caben con la gorra de detective puesta.
Mirando a Remon, Kizuna exclamó, “¿Qué? ¡¿Así que Holmes es una persona real?!”
Chikaru dió unas palmadas, “Vale, ¡no hableis más! Aquellas que estén listas para
escenificar vuestros papeles, por favor situaros en línea aquí.”
“¡Vale!” Las tres chicas se alinearon.
“Entonces, ¿estais preparadas? Mmi bonita Kizuna 'Holmes', Remon 'Watson', y... mi
pequeña Kagome 'Srta. Hudson'. ¡Teneis una misión secreta que cumplir!”
Chikaru sonrió amablemente. “Pronto, un pequeño príncipe llegará a Spica. Ella es callada y
solitaria, pero no obstante, tiene un corazón puro y es un príncipe muy mono. Vosotras tres
ayudareis al príncipe...”
Chikaru se paró a mitad de la frase y les guiño el ojo con burla.

De vuelta a Spica...

“Es tan pija gracias a que le mima la Príncipe Amane...”


“Shh... nos puede oír, ya sabes...”
Las amargas críticas se oían desde lejos.
Konohana Hikari se apoyó en el borde de la ventana y miró hacia el cielo. Cuando escuchó
los cotilleos, su espalda se estremeció ligeramente, pero no tenía el valor suficiente para encarar a
aquellas cotillas. Su expresión facial indicaba una mayor inseguridad y encorvó aún más sus
pequeños y frágiles hombros.
Intentó ignorar sus comentarios mientras observaba el cielo. Su cabello le caía ondulado
sobre los hombros, creando ligeras sombras en su uniforme blanco.
Sigh... Hikari suspiró en su corazón.
Las nubes blancas cruzaron el vasto cielo sobre Astraea Hill. La verde hierba rugía
violentamente con el viento, casi hasta el punto de partirse por la mitad.
El aire era húmedo. Quizá se aproximaba una tormenta... las estación de las lluvias llegará
dentro de poco.
El interior de la nariz de Hikari se calentó de repente, y se formaron lágrimas en sus ojos.
Algunas lágrimas cayeron rodando por sus mejillas. Estaba avergonzada de sí misma.
Antes de que Nadie se diera cuenta, Hikari se secó las lágrimas con el dorso de la mano.
No puedo... no puedo llorar por cosas como ésta...
Tensó el estómago.
Tengo derecho a estar con Amane-sama. No puedo llorar por estas cosas.. tengo que ser
fuerte. Tengo que dar lo mejor por Amane-sama. Amane sonrió y dijo, “No quiero participar en la
competición de Étoile, pero puedo soportarlo mejor mientras esté contigo, Hikari...”
No tengo nada especial, pero lo menos que puedo hacer es no ser una carga para Amane-
oneesama.
Así es que, no puedo llorar por cosas como ésta.

Los comentarios a sus espaldas se intensificaron.


“No se da cuenta de que cuantos problemas le está causando a Amane-sama... Por su culpa,
Spica está dividida entre las seguidoras del consejo de estudiantes, que han permitido el favoritismo
de Amane-sama, y las que se oponen a la decisión del consejo de estudiantes... ¡ha partido el
instituto en dos! Ella es la razón de la pérdida de la unidad que había en Spica...”
Ohh... Hikari no pudo contenerse más. Las lágrimas le caían de forma incontrolable.
Gadunk...
Al tiempo que Hikari comenzó a llorar... Nanto Yaya, que le había estado observando todo el
tiempo, se levantó de la silla al fondo de la clase. El largo cabello liso de Yaya se balceó y bajo su
desfilado flequillo que le llegaba hasta la mitad de la frente, sus ojos estaban llenos de
determinación.
“Hikari...” El apretado uniforme de Yaya se frunció en la parte del pecho cuando fue a poner
la mano sobre la espalda de Hikari.
Yaya tenía una mezcla de sentimientos.
Definitivamente estaba enamorada de Hikari. Desde la primera vez que la vio supo que
Hikari era su tipo. Era bonita como un ángel, tierna e inocente y por supuesto, tímida pero honesta.
Por encima de todo, a Hikari le gustaban las cosas hermosas como pinturas, esculturas, decoración
de interiores... lo cual revelaba un poco la naturaleza ensimismada de Hikari. Había veces que
Hikari explotaba de manera impredecible y escandalosa, fuera de su comportamiento normal.
Era perfecta en todos los sentidos.
Hikari era del tipo preferido de Yaya, punto. Yaya deseaba poder mimarla.
Pero no quería proteger a Hikari. No como Amane, el príncipe silencioso.
Según Yaya, Hikari no necesitaba protección, ya que tenía la fuerza interior para brillar por
sí misma. Al contrario que ella, que no dudaba de su estilo de vida y vivía de la forma que quería...
Hikari resplandecía y era preciosa.
Yaya creía que los sentimiento que tenía hacia Hikari estaban dentro de la amistad. Sin
embargo no parecía una amistad... no le cuadraba del todo.
En algún lugar de su corazón, Yaya quería todo el cuerpo y alma de Hikari para ella.
Disfrutaba yendo agarrada de la mano de Hikari mientras paseaban. Pero en realidad
anhelaba algo más íntimo. No estaba satisfecha con el contacto físico casual de ir juntas de la mano.
Quería algo más de Hikari... un deseo más básico e instintivo de poseer a alguien como ella.
Yaya sabía que el cuerpo de Hikari tenía muchos atributos escondidos, y quería sentir cada
centímetro de su cuerpo, tocarle... y que exploraran el cuerpo de cada una.
Ohh, sólo quiero romper con todo y fundirme con Hikari.
El deseo de Yaya era conectar profundamente con la otra chica...
Quizá... debería haber nacido hombre.
Yaya se burló de sí misma. Si fuera un hombre, me hubiera lanzado a ella... y la hubiese
poseído de una vez por todas. Pero no le puedo decir eso a Hikari por supuesto...
Incluso aunque lo dijera, probablemente no podría actuar así seguramente.
La boca de Yaya se volvió amarga con estos pensamientos, y llamó a Hikari una vez más.
“Hikari, no estés allí sola. Ven aquí...”
De repente... sonidos de traqueteo...
La puerta de la clase se abrió y la voz de Yaya sucumbió bajo este sonido.
Toda la clase quedó en silencio al ver a quien estaba en la puerta. La mano de Yaya se
detuvo en el aire.
“¡Hikari!”
Cuando una estudiante visita una clase que no es la suya, la costumbre del colegio es decir
tu nombre y decir el propósito de tu llegada a la estudiante más próxima a la entrada de la clase...
pero a la persona que estaba allí no le importó romper esa norma. Ella irrumpió allí y llamó a
Hikari. La voz de la alta príncipe de Spica de pelo corto, Otori Amane, se esparció por la sala,
dejando de piedra a todo el mundo. La reacción de las estudiantes de la clase fue una mezcla entre
emoción y sorpresa.
La heroína de la escena, Konohana Hikari, se giró mientras secaba sus lágrimas. “¡Amane-
sama!”
Hikari cruzó corriendo el aula para saludar a Amane. Las dos chicas salieron corriendo de la
clase y desaparecieron por los pasillos.
La puerta se volvió a cerrar débilmente.
Tan pronto como se cerró, la clase entró en erupción.
“¿A qué venía todo eso...?”
...Vaya. Yaya suspiró para sí. Todas la pagan con Hikari a causa de la rudeza de Amane.
Yaya no podía hacer nada al respecto salvo suspirar.
A pesar de que Amane no mostraba ningún interés en las chicas, de algún modo se veía
atraída por Hikari sin remedio. Yaya tenía una vaga idea de los inexplicables sentimientos de
Amane.
Actuaban como una pareja normal, atraídas la una por la otra, pero sin llegar a entender lo
que significaba el amor.
Amane-oneesama probablemente está en continuo suspense, observando a la pequeña y
débil Hikari que es tan bonita y tentadora... Seguramente siente que debe proteger a Hikari.
Pero Yaya no quería mediar entre ellas. Ella podía haber aconsejado fácilmente—basándose
en sus tórridas experiencias con chicas—sobre cómo evitar la tirantez con otras estudiantes.
El motivo por el que se abstuvo de aconsejarles no era porque Amane fuera una superestrella
o fuera de cursos superiores. Aunque Yaya se diera cuenta o no, sus sentimientos guardaban grandes
dosis de preocupación y esperanza entremezcladas.
Hikari y Amane caminaban muy cerca de un peligroso abismo, podrían caminar hacia un
final feliz o terminar en una dolorosa ruptura. Yaya quería que su viaje siguiera su curso natural y
no quería alterar el destino con sus consejos.
En medio de la oleada de emoción que aún rondaba por el aula, Yaya caminó hacia la
ventana donde Hikari había estado hace un momento. Igual que hizo Hikari, Yaya miró al cielo.
Finas nubes grises cruzaban el cielo como una turbia corriente.
Imaginar a Hikari mirando al cielo y pensando obsesivamente en Amane torturaba el
corazón de Yaya.
“Bueno, ¿qué puedo hacer ahora...?” murmuraba Yaya, mientras un pájaro—una paloma
blanca y pura—voló a través del húmedo cielo.
La paloma voló en una suave curva hacia el oeste y desapareció tras el edificio del colegio
San Lulim.

Las marcas de las lágrimas secas permanecían en las mejillas de Hikari. Amane estaba
rebosante de ira cuando vio el apuro en que estaba Hikari, y descargó todas sus frustraciones. “Le
explicaré a todo el mundo que tú entraste en la competición de Étoile sólo por mí, Hikari,” soltó de
golpe mientras caminaban por el pasillo.
“Es-está bien... Si haces eso, Amane-sama, entonces sólo te causaré...”
...más dolor.
Hikari no pudo acabar su frase, porque tenía demasiado miedo...
Desafortunadamente, Amane malentendió el silencio de Hikari. “Sí... entiendo. Si lo dijera,
sólo me causarías más problemas, ¿no?”
Amane se rió...pero parecía un poco triste. Me gustaría que ella dependiera más de mí.
“Lo siento, Hikari. Todo es culpa mía. No puedo ayudarte ni siquiera en una situación como
esta...”
Hikari observó el rostro lleno de preocupaciones de Amane y no supo que contestar. “N-no...
es mi culpa, porque soy una cobarde.” Miró a Amane con los ojos todavía húmedos de lágrimas.
“He llegado a la conclusión de que tal vez no encaje en absoluto... en este colegio. No he sido capaz
de seguir las tradiciones de Spica... y a veces siento como si debiera desaparecer o algo... es un poco
embarazoso, pero he de admitir que hay veces que he querido salir corriendo y huir de aquí... así no
tendría que pasar por todo esto...”
Recordó el doloroso incidente en la clase hace solo unos minutos. Lo que Hikari quería decir
realmente era “con Amane-sama” en lugar de “en este colegio.”
“Pero... si hiciera eso...” la voz de Hikari se veía agitada. “Si hiciera eso... entonces nunca...”
Intentó aguantarse las lágrimas de nuevo. No quería ser una llorona delante de Amane. Se
mordió su pequeño labio tan fuerte como pudo, y apartó la vista a un lado para evitar mostrar sus
ojos llenos de lágrimas.
“Pensaba que nunca... te volvería a ver, así que...”
Escuchar la temblorosa vocecita de Hikari era tan cautivador, que Amane rodeó con sus
brazos los hombros de Hikari.
Apretó... el ajustado uniforme de Spica se arrugó en la parte de los hombros.
Al mismo tiempo, el corazón de Hikari también se sentía fuertemente arropado. “A-Amane-
sama...”
Amane acercó sus labios al oído de Hikari y le susurró con la más dulce y amble voz,
“Hikari, por favor, no estés triste.”
Su cabello le rozó oreja. “Y... por favor, quédate a mi lado por siempre.”
Una luz, una neblina de color melocotón se formó sobre la cabeza de Hikari. Amane sonrió
de gozo y continuó, “Ya sabes, Hikari, qué extraña coincidencia. Tenía los mismos pensamientos
rondando mi cabeza hace un tiempo. También pensaba que quizá no encajaba tampoco en este
colegio... y quería huir de aquí de una vez por todas...”
Amane recordó cuando empezaron a llamarla el “Príncipe” de Spica.
No había llamado mucho la atención durante la escuela primaria. Pero una vez llegó al
instituto, las estudiantes comenzaron a tratarla como a una estrella. La tímida y vergonzosa Amane
se sintió muy incómoda con toda esa repentina atención.
Los regalos y las cartas de amor que Amane recibía sólo le causaban una profunda pena, ya
que ella sólo quería que la dejaran en paz. Ella esperaba una vida tranquila en el instituto, por lo que
a menudo pensó en cambiarse a uno diferente.
Amane podía reírse ahora de todo eso... porque había ocurrido hace mucho tiempo.
Su rostro se iluminó mientras sonreía y pensaba, Oh, ¿cuando superé todo aquello...? ¿Me
recuperé de mi depresión... cuando conocí a Hikari?
Hikari, incapaz de creer que Amane había estado deprimida por una situación similar, la
miró fijamente, aunque de reojo. “¿Te sentiste desamparada también, amane-sama?”
“Sí. Quise salir corriendo tantas veces de esta colina llena de restricciones y de chicas. Así
que me pasaba como a tí, Hikari.” Amane sonrió. “Bueno, vamos...”
Amane guió a Hikari por el pasillo.
Ella buscaba un lugar afuera para estar a solas con Hikari.

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