Está en la página 1de 1

El pequeño caballo que comía gusto la nube.

Le gustó muchísimo,
nubes al desayuno se saboreo el pequeño caballo en la
mesa de viento. Se quedó toda la
A este caballo le gustó brincar
tarde tendido en el prado, entre los
desde chiquito. Nació con aquella
tréboles y las margaritas, feliz y
afición en un campo de tréboles a
satisfecho, entre las libélulas que
finales de junio. Pronto dio un
venían a zumbarle en las orejas
brinco tras otro, acercándose al
porque eran sus amigas. Me
horizonte. Su pobre madre dio un
comeré otra nube, se dijo. Y así fue
grito de asombro y nunca más lo
sus saltos mejoraron en forma
vio. Se perdió brincando aquel
prodigiosas. No había nube que se
caballo blanco. La lluvia y el viento
le escapara, por mucho viento que
lavaron y secaron su cuerpo,
hiciera. Se hizo más veloz y más
brillante como la lluvia, suave
saltarín que nadie, que nunca. Se
como el viento. Siempre fue
acostumbró a desayunar con nube.
pequeño. Tenía una manchita gris
Vivía pendiente, como el perro que
en la oreja izquierda. Este inquieto
espera al cartero detrás de un
caballo de ojos negros, que no
árbol para morderle el trasero. Se
creció mucho, saltaba piedras,
volvió exigente se lanzaba a la
cercas de alambre, árboles de
nube más bella, más luminosa, más
todos tamaños. No se quedaba
difícil. Nunca fallaba. Ahora lo
quieto ni para de comer. Al fin
difícil era caer, su cuerpo de
aprendió a saltar montañas
libélula y algodón se demoraba una
pequeños montes, colinas y al fin
eternidad en caer con certeza, los
montañas respetables, hasta que
huesos se le llenaban de nube.
alcanzo su dorada meta, el sueño
Lograba mantenerse en el aire
de su vida morder una nube.
como un colibrí. Llegó el caso en
Hacía mucho venía diciéndose me
que saltaba en la mañana
comeré una nube. El viento
temprano, y caía en la noche, en lo
arrastró la nube mordisqueada.
oscuro, a veces al otro día.
Pareciera una muchacha con
vestido desgarrado. Como si la
hubieran perseguido los perros. Le

También podría gustarte