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Respuestas A Calvino Observaciones y Ana PDF
Respuestas A Calvino Observaciones y Ana PDF
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Resumen
Este ensayo pretende desvelar algunos aspectos de las cartas respondidas por
Miguel Servet a Juan Calvino, no solo por la correspondencia entre ambos, sino
también por la respuesta de Servet a la obra de Calvino, Las Instituciones de la
religión cristiana (1535). Juan Calvino también responde a muchas afirmaciones
que Servet escribió en su Christianismi Restitutio, de carácter fundamentalmente
teológico, en espera de sus comentarios. El concepto de cristianismo ahí expuesto
es cercano al panteísmo, lo cual trajo consigo muchas críticas por parte del
reformador francés. El inicio de estas cartas en 1546 comienzan por mediación de
Jean Frellon, un editor de Lyon, para quien Servet tradujo al español obras de
Tomás de Aquino. En las primeras correspondencias, Miguel Servet bombardea a
Calvino y le insiste en mostrar y demostrar sus concepciones poco ortodoxas, con
respecto a su obra (Instituciones de la religión cristiana). Calvino le contesta con
mayor impaciencia y aspereza. Luego, Servet envió a Calvino un manuscrito de su
todavía inédita Restitutio, y Calvino le correspondió el gesto, enviándole un
ejemplar de su obra, a lo que Miguel Servet se lo devolvió con anotaciones
insultantes. Ante esto, Calvino escribió a su colega Guillaume Farel, diciéndole que
si Miguel Servet alguna vez se presenta en Ginebra, entonces su autoridad servirá
para que no escape con vida. En el siguiente análisis, observaremos y analizaremos
los temas principales de cada carta respondida por Servet a Calvino.
1
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Abstract
This essay aims to reveal some aspects of the letters answered by Servetus to John
Calvin, not only by the correspondence between the two, but also by the response
of Servetus to the work of Calvin, the institutes of the Christian religion (1535). John
Calvin also responds to many assertions that Servetus wrote in his Christianismi
Restitutio, essentially theological, waiting for their comments. The concept of
Christianity there exposed is close to pantheism, which brought many criticisms on
the part of the french reformer. The start of these letters in 1546 begin with
mediation of Jean Frellon, an editor in Lyons, for whom Servet translated in Spanish
works of Thomas Aquinas. In the first matches, Miguel Servet bombards to Calvin
and he insists on display and demonstrate their unorthodox conceptions with
regard to his work (institutes of the christian religion). Calvin answered with
greater impatience and roughness. Then, Servetus sent to Calvin a manuscript of
his unpublished yet restitutio, and Calvin acounted for gesture, sending him a copy
of his work, to which Miguel Servet returned with annotations insulting. Before
this, Calvin wrote to his colleague Guillaume Farel, telling him that if Miguel Servet
is ever presented in Geneva, then his authority will serve to that does not escape
with life. In the following analysis, we will observe and analyze the main themes of
each letter answered by Servetus to Calvin.
1. Discusiones sobre la divina trinidad y la duda del hijo de Dios: Cartas del I
al VIII
2
De Trinitatis erroribus (1531) y Dialogi de trinitate (1532), obras conocidas y analizadas por Calvino.
griego ―logos‖ y el hebreo ―holalti‖3, con lo cual Servet explica a Calvino que
Dios fue eternamente concebido en su mente formada y en infinita sabiduría
expresa, con la cual formó al Cristo. Esta era la sabiduría conformadora de
todo, para gloria del Cristo y Cristo en Dios. Con esto, Servet le explica a
Calvino que el hombre Jesús Cristo, es el hijo de Dios que existía persona y
sustancialmente en él (Dios) desde la eternidad y para la eternidad. Pero por
este tipo de afirmaciones, Calvino llegó a acusar a Servet como un nestoriano y
de eutiquiano monofisita en sus Instituciones4. Luego discuten sobre la
filiación de Cristo. Para Servet, Dios es padre desde la eternidad, pero no por
serlo del Verbo o Palabra sino de Jesús hombre en María por la voluntad eterna
del Padre (Dios), por ende, al ser Jesús (Hombre) llamado ―hijo de Dios‖, todos
los demás hombres también somos llamados hijos de Dios. Para responder estas
y otras interrogantes de Calvino, Servet recurre a fuentes antiguas y algunas
veces esotéricas, pero no canónicas, pues las toma como auténticas y
verdaderamente cristianas, incluso por encima de las opiniones de los padres
postnicenos y los escolásticos.
3
Holalti: Expresión y formación en la mente divina. Pero ―Holalti‖ también es una voz pasiva de la raíz ―hwl‖,
que significa ―engendrar hijos‖, y Servet le atribuye la interpretación de ―ser concebido y nacer‖.
4
Instituciones de la Religión Cristiana, J. Calvino, lib. XIV. 4.
5
Libros antiguos: De gigantibus de Filón de Alejandría y el Corpus Hermeticum, como principal referencia a
estas y otras afirmaciones.
filológica de las fuentes. En esta última carta, terminan discutiendo sobre el
origen de la ―sabiduría‖ y además, si esta tiene que ser entendida como una
simple palabra o quizá alguna ―entidad divina‖6. También vuelven a discutir
sobre algunos términos hebreos, donde también Servet reprocha a Calvino de su
mala preparación o formación en la lengua hebrea, pues Servet domina a la
perfección esta lengua y le parece inadecuado que Calvino, no lo haya
estudiado. Por último, Servet cita a otros autores y sus magistrales obras, para
refutar a Calvino, sobre los términos de ―logos‖, ―ruaj‖ (espíritu), ―Palabra‖,
―Dios‖, ―Sabiduría‖ y ―Hijo engendrado‖.
En síntesis, las cartas del I al VIII discuten sobre la ―divina trinidad‖, bajo el
entendimiento filosófico y teológico de la época, sustituyéndolo por el concepto
de un dios auto expansivo, esencializador universal, manifestado por su palabra
y comunicado por su espíritu. También, tratan sobre el concepto de ―persona‖ y
ven en Dios, un ser súper trascendente que al manifestarse, se comunica y
queda inmanentemente expuesto al hombre. Servet entiende a Cristo, no como
―Hijo divino de Dios‖, sino como ―Hijo humano de Dios‖, lo cual causó mucha
polémica para Calvino, quien lo acusó – en su momento – de un mal arrianista.
Servet empieza citando al libro del evangelista Juan, cap. 20. ―Todas las cosas
están escritas para que creas que aquel Jesús Nazareno es el verdadero mesías
hijo de Dios, y creyéndolo te justifiques‖. También cita a Pablo de Tarso, con la
finalidad que Calvino empiece a creer en la ―verdadera fe‖ y salga de su
inequívoco pensar. Esta carta fue severamente respondida, porque para Calvino,
la fe significa ―tapar los oídos y cerrar los ojos, apartando de nuestro
pensamiento, toda dignidad o mérito humano7‖. Pero Servet pretende explicarle
y hacerle entender que la fe es una sola, una promesa como acepción
fundamental en la que se cree que Jesús es el verdadero y único hijo de Dios,
Salvador y creyéndolo, se da a conocer su poder a través de nuestra fe en él.
Servet reprocha a Calvino y le dice que se siente indignado en que no crea en
6 Para esto, Servet cita a Jesús Ben Sira y su obra ―Libro de la Sabiduría‖. Es uno de los Libros Sapienciales del
Antiguo Testamento. Común y familiarmente llamado Libro de Sirácides, o bien, del Sirácida. (La
transcripción Sirácide —con e como valor vocálico final, y sin s final—, resulta inapropiada en castellano; si
bien se ha derivado de la forma francesa habitual de dicho término.) La tradición latina lo ha llamado Libro
del Eclesiástico. Sin embargo, a pesar de este nombre, no debe confundirse con el Eclesiastés, el cual es otro
libro sapiencial del Antiguo Testamento, de nombre similar.
7
Instit. (1535) cap. I. De la ley. (Trad. Terán, vol I. pp. 14)
Jesús como hijo de Dios, porque no cree que verdaderamente haya sido
engendrado de la sustancia de Dios. Servet quiere mostrarle a Calvino que si no
tiene fe en Jesús como Cristo e hijo de Dios, entonces todo el esfuerzo de los
antiguos profetas y de los apóstoles ha sido en vano. Incluso lo invita a que lea
nuevamente lo escrito en su obra8, para que se de cuenta que el propósito final
de la fe en Cristo, es creer con absoluta confianza que Jesús es el verdadero
Mesías, hijo de Dios, su salvador. Por más que Calvino, trata de responder a
Servet, que la fe sin obras, es fe muera, Servet no se preocupa de ello y trata de
despejar la duda de Calvino diciéndole que las obras son parte de la fe, para
justificarse en Cristo, dándole a entender que la justificación no se hace sin fe.
En la Carta XIV, Servet increpa una vez más a Calvino, porque este, sigue sin
entender la noción de fe, que Servet le proporcionó, pues Calvino trata de ir
más allá, y pregunta a Servet, ―¿En qué parte del evangelio de Juan dice que
nosotros somos ya en este mundo como es Cristo mismo?‖ Para esto, Servet
argumenta acerca del nuevo reino del espíritu, el cual es un reino puro, sin
sombras, pero para ello, el bautismo es necesario, pero no obligatorio, pues
depende de cada quién tomar esa decisión. Sin embargo, para Calvino, el
bautismo es propuesto a nosotros por Dios como símbolo y documento de
nuestra purificación9. Aparte de esto, discuten si sobre los niños deben ser
bautizados o no, ya que Calvino defiende el bautismo infantil, pero Servet, le
refuta explicándole que los niños aun no tienen la facultad de elegir por ellos
mismos, sobre todo, porque aún no son ―pecadores‖ o no ―han pecado‖,
entonces ¿de qué limpiarían sus culpas los niños? Para esto, le recuerda que
Cristo fue bautizado de adulto, no de niño y le dice que los verdaderos hijos de
Dios, nacen en el bautismo con un nacimiento superior.
Después entran a tratar temas como ―¿Dónde está Cristo ahora?‖ refiriéndose
al lugar, espacio y tiempo en donde este se encuentre, pero Servet fácilmente
responde a Calvino diciendo que existen ciertos misterios que la mente humana
no podrá responder y más aún, si de las cosas de Dios, se tratan.
Calvino hace alusión a que nadie creería algo así. Pero Servet, empieza a
argumenta que en su Diálogo I10, mostró que ―infierno‖ es un sepulcro, tal
como lo muestra en el hebreo original ―Seol‖, que significa ―sepulcro‖ o
―infierno‖, algo que está en lo subterráneo. Además, Servet refuta a Calvino y
le explica que no debe ―mal interpretar‖ el texto de 1. Pedro 3:19, donde dice
―Y predicó a los espíritus encarcelados‖, pues en su obra11 de Calvino, crea
cierta confusión con lo que expone. Incluso, explica Servet que cuando Jacob
dice que ―descenderá enlutado a su hijo hasta el infierno‖, no se debe entender
que descenderá al lugar del cadáver, sino al lugar del alma. En cuanto al
―descenso de Cristo‖, Servet recurre a dos textos12 de carácter hermético, como
también al Evangelio de Nicodemo y los ―Actos de Pilatos‖, que tratan sobre el
―descenso de Cristo a los infiernos‖.
Los temas que siguen a estas cartas, versan sobre las diferencias entre
paganos, judíos y cristianos, quienes para Servet, los judíos eran los ―carnales‖
y los paganos ―las sombras de perfección‖. Al final de esta carta, termina
sosteniendo que todos resucitarán desde el infierno, para recibir el fallo del
juicio final según sus obras.
10
Diálogos escritos en su Christianismi Restitutuio, obra que Calvino estudió muy bien.
11
Obra de Calvino (Instituciones, I. pág. 185)
12
―Ad Trallianos‖ de Ignacio y ―Ad Philippenses‖ de Policarpo. Además, cita a Eusebio y su ―Historia
Eclesiástica‖.
verdadera iglesia, se mantiene ―allá‖ entre los espíritus celestes y mantenida por
Cristo, la cual describe como ―La no despojada de su gloria celeste y la que está
siempre adornada del sol y las estrellas‖. Muy aparte de esto, Servet entiende
por ―Iglesia‖ (Ecclesia), a la comunidad, y no la jerarquía, ni la burocracia
sacerdotal, para terminar hablando del anticristo13.
Una vez más, Servet deja en claro, que el acto de fe, separadamente
considerado, no justifica por su propia naturaleza ni por sí mismo, lo eficaz que
puede sentir uno, pues sobre él actúan, la gracia del Cristo y su espíritu.
Además, deja en claro que con ayuno y oración, la persona puede vivificar el
espíritu con la fe, pues la fe es un acto creado en el alma.
Servet quiere dejar en claro a Calvino, que la fe viva es aquella que vivifica el
espíritu de la gracia, y que además creyendo en el Cristo, sentimos vivir la fe en
nosotros.
13
Entendido para Servet, como ―El poder de la iglesia a través de los papas‖.
14
Instituciones de la religión cristiana (trad. Terán, Vol I. pág. 106)
refiere a que todos los actos son simultáneos en Dios y que ninguno es causa de
otro.
Luego se reconoce que todas las obras de la carne son pecado, por ello
debemos arrepentirnos solo ante Cristo, pues sostiene que mientras nos
gocemos del verdadero perdón de Cristo, todos los pecados nos serán
perdonados. Servet concluye esta carta, diciendo que la ley del decálogo, era la
ley del pecado y la muerte, por ello fue abrogada, por su torpeza y su
inutilidad.
- Tente por el más miserable de los mortales si ese demonio tuyo, siempre
sacude tu mente así.
- Pablo nos ha enseñado que aquellos que son de Cristo, han crucificado la
carne con sus pasiones y deseos, venciendo su carnalis illecebra.
- San Agustín nos explica que no hay pecado sino en quien es libre para
cometerlo y libre para cumplir los preceptos de Dios con la ayuda de su
gracia.
- Calvino, deja ya de retorcer esa ley vieja y de tratar de su observación en
formas tan violentas, incluso en el caso que trataras con judíos.
4. Las últimas cartas, detallando la vida social y los aspectos esenciales de una
comunidad cristiana: Cartas XVII a la XXX
Calvino reprocha una vez más, otro aspecto de Servet, pues para él, este
guarda semejanza con las ideas de los anabaptistas, sobre todo en aquella idea
que dice ―Ex iniuria oritur tus, quod non est peccatum, licet ex peccati ocsione
nascatur15‖, puesto que para Servet, el mejor orden del mundo en la vida social,
es la que interiormente enseña el espíritu que nos impulsa también a cohibir
nuestra carne rebelde. Esta fue una de las frases que molestó mucho a Calvino,
puesto que de esto Servet deduce la ilicitud cristiana de la pena de muerte.
Calvino, quien como muchas otras veces incitó al juicio y a la muerte de Servet
―para mayor gloria de Dios‖, lo rechazó enérgicamente en las primeras páginas
de la Defensio, en la cual defendió más que la fe en la Trinidad negada por
Servet, su ajusticiamiento.
Dentro de lo tratado sobre penas y castigos, Servet nos dice que prefiere el
destierro, tan “aprobado” por el Cristo como la excomunión por la iglesia,
cuando al principio aun había huellas de las tradición apostólica, con él se
castigaban “los cismas y las herejías”. Aunque sabemos que Jesús nunca habló
del exilio, Servet debe referirse a la huida de Egipto y al par de veces que se
retiró a Transjordania.
Por otra parte, sigue diciéndole a Calvino, que Dios pesa las obras de cada
uno, y que perdona al que perdona y que para los cristianos verdaderos, los más
graves pecados ya no son mortales si todavía se mantiene la fe, aunque
conducen lentamente a su muerte apagándola poco a poco por ser obras de la
carne contrarias al espíritu de fe. En su obra Christianismi Restitutio, Servet
rechaza la teoría escolástica de la gracia santificante como cualidad inherente a
la sustancia del alma, aunque no sea este un tema profundizado por él.
Servet finaliza las treinta cartas a Calvino, dejándole en claro que “Todo
hombre debe probarse a sí mismo” y que “Nutridos con el alimento inmortal,
vivimos una vida inmortal si preservamos”. Además le dice como mensaje final
―Ojalá te de Dios buena comprensión de todo lo que acabo de decirte, guiado
15
―De la injuria nace el derecho, el cual no es pecado, aunque nazca con ocasión del pecado‖.
por el Espíritu mismo de la verdad, por Jesús el Cristo y por Dios su padre.
Servet mantuvo su idea de libertad hasta el final.
Referencias Bibliográficas
ALCALÁ ÁNGEL (1971), Miguel Servet: Treinta Cartas a Calvino, Sesenta signos
del anticristo y Apología de Melanchton. Recopilación, introducción y
notas por Ángel Alcalá. Editorial Castalia, Madrid.