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Ankulegi 12-Thuren PDF
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Palabras clave:
género, feminismo, teoría antropológica, antropología académica.
Resumen:
Este artículo ofrece un panorama general de las influencias mutuas entre la antropología
como disciplina académica y el feminismo con sus expresiones tanto académicas como
políticas. Se fija en los encuentros y afinidades que se han producido entre ambos a lo
largo de las últimas décadas pero también en los desencuentros y malentendidos. El texto
también reivindica el papel de la antropología en el surgimiento de los estudios de género
o estudios feministas como estudios interdisciplinarios y se pregunta sobre el lugar que
esta disciplina ocupa hoy en ellos.
Introducción
El feminismo ha tenido una influencia en la antropología, de eso no cabe ninguna duda. Pero
como el feminismo ha tenido un impacto sobre toda la sociedad occidental, es difícil diferen-
ciar entre la influencia directa (del feminismo en la antropología) y la influencia indirecta (del
feminismo en varios cambios sociales y culturales y de estos en la antropología).
Además no deberíamos hablar de “el” feminismo, sino de los feminismos. Tampoco la
antropología es monolítica.
A pesar de estas dificultades, en este artículo se trata de ofrecer un panorama general de
las relaciones entre las dos cosas, así que para estos fines los trataré como dos entidades, siem-
pre entendiendo bien que son internamente variadas. Trataré la antropología como la disci-
plina académica que es, y hablaré de los feminismos como una serie de discursos críticos que
tienen expresiones tanto académicas como políticas, pero concentrándome en el feminismo
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feministas como tales y que han tenido una quien no considera que hay aspectos de la
cierta influencia en la antropología social. sociedad que causan desequilibrio y desi-
Están presentes, abierta u oblicuamente, en gualdad entre mujeres y hombres y que esto
los debates entre feministas y antropólogos a no debería ser así.
lo largo del tiempo e imprimen su señal en El feminismo tiene raíces en la Ilustra-
los temas de actualidad. ción. Aboga por una vida humana donde la
El primer tema es el de la invisibilidad de dignidad, la autonomía personal y todos los
las mujeres. Fue un punto clave en la frustra- privilegios de prestigio y recursos materiales
ción de las mujeres que lanzaron en los años se distribuyan lo más justamente posible.
sesenta la llamada segunda ola del feminis- Deben regir unos tratamientos equitativos
mo político, y es un tema tan científico en todos los ámbitos. Pero los estudios femi-
como político. Si los hombres dominan la nistas no se han contentado con suscribir
vida social de un lugar o de un país, eso no tales valores, sino que los han analizado.
quiere decir que las mujeres no hagan o Conceptos centrales como “igualdad”,
piensen nada, pero lo que hacen y piensan “injusticia” y “poder” han sido minuciosa-
queda en la sombra de la vida pública y pro- mente investigados. El contenido de ellos no
bablemente no se recoja en las historias es nada evidente. La antropología puede
colectivas, sean estas orales o escritas. El aportar datos y conceptos para matizar estos
conocimiento sobre lo que realmente se debates y puede inspirarse en ellos para for-
hace, piensa y dice en la sociedad queda mular sus problemas a investigar.
como mínimo incompleto, y muy posible- El pensamiento feminista ha cuestionado
mente tergiversado. siempre los conceptos normalizados en el
La dominación masculina produce una pensamiento occidental, tanto en las ideas
visión parcial del mundo, debido a que no cotidianas como en la terminología científi-
recoge las experiencias de las mujeres, y ca. Muy especialmente se han analizado las
muchas veces tampoco de todos los hom- ideas que naturalizan la división de la huma-
bres. En las tareas académicas, esto se tradu- nidad en dos categorías, dos “sexos”. De
ce en descripciones parciales y erróneas, que estos cuestionamientos surgió el concepto de
los estudios feministas se proponen primero “género”, de por sí profusamente debatido
hacer ver, luego corregir. El problema se pero hoy aceptado en alto grado. A esta tarea
suele llamar sesgo masculino (“male bias” en la antropología feminista ha aportado ejem-
inglés). plos empíricos útiles de varios tipos, espe-
Pero la invisibilidad de las mujeres no es cialmente de la no universalidad de muchas
solo una fuente de errores científicos, sino es de las categorizaciones binarias básicas de la
de por sí una injusticia social. El feminismo cultura occidental, como naturaleza/cultura,
ha apuntado una larga serie de circunstan- doméstico/público, cuerpo/mente y emo-
cias de la vida social y cultural, individual y ción/razón.
colectiva, que se deben considerar injustas. La tarea feminista interdisciplinaria ha
El feminismo es por lo tanto normativo, se sido principalmente epistemológica y meto-
basa en unos valores. Exactamente cuáles dológica, pero necesita fundamentos empíri-
son, eso varía entre las muchas corrientes del cos de las relaciones entre mujeres y hom-
pensamiento feminista, pero no es feminista bres –o entre las categorías de género, para
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en general se fue aceptando en alguna medi- pecados tan horrendos como no escandalizar-
da (todavía poco clara) el feminismo como nos ante la ablación del clítoris. Cuando
una crítica relevante. Veamos más de cerca la hablábamos de “analizar”, “comprender” y
segunda y la tercera fase. “contextualizar”, las colegas feministas pare-
cían oír “aceptar”.
Por nuestra parte nos parecía que el femi-
FUEGOS CRUZADOS nismo occidental, incluso en sus variantes
académicas, cometía muchos pecados etno-
La relación entre el feminismo y la antropo- centristas y simplificadores.
logía social ha sido siempre incómoda. Entre los colegas antropólogos tampoco
Marilyn Strathern (1987) tituló ya hace dos estábamos a gusto del todo; ellos nos acusa-
décadas un artículo así: “An awkward rela- ban de etnocentrismo. Acercarse a socieda-
tionship”. des ajenas desde una postura normativa es
La antropología ha dejado su marca en los complicado, y puede no ser ético, porque
estudios feministas interdisciplinarios, sin aplicando raseros de la propia perspectiva
duda. El artículo de Gayle Rubin (1975) se caes en el paternalismo y te ciegas a lo que
cita a menudo como el texto que introdujo no se ajusta a esos raseros. Los compañeros
el concepto de género. No es cierto, el con- socialistas tenían una dificultad parecida,
cepto ya se usaba por lo menos en el feminis- pero se nos señalaba a las feministas más.
mo norteamericano desde hacía varios años, Con todo, estas tensiones son más mane-
pero sí fue Rubin quien lo desarrolló decisi- jables ahora que hace 20 o 30 años. El femi-
vamente y preparó el terreno para su uso nismo occidental ha sido criticado no solo
amplio. Todavía en los años ochenta, cuando desde perspectivas académicas sino desde
yo daba clase de antropología social en la perspectivas activistas de otras partes del
Universidad de Estocolmo, había siempre, mundo. No todos los feminismos son occi-
en cada curso, varias mujeres que se acerca- dentales. Chandra Mohanty (1991) escribió
ban a la antropología precisamente para ya hace dos décadas una crítica de cómo el
obtener conocimientos útiles para su pensar feminismo occidental entiende a las mujeres
feminista. del tercer mundo. Además, las voces de
Pero ya por entonces la antropología minorías dentro de los países occidentales se
había dejado de ser importante en los estu- hicieron oír cada vez más, y dejaron claro
dios de género interdisciplinarios. Incluso que tampoco se sentían correctamente refle-
las antropólogas feministas nos topamos a jadas en los análisis feministas que supuesta-
menudo con una actitud de sospecha en los mente se referían a todas las mujeres. En esto
contextos feministas interdisciplinarios. No han sido especialmente eficaces las afroame-
se nos veía como feministas auténticas, por- ricanas, pero también las chicanas de Esta-
que éramos demasiado relativistas. Dudába- dos Unidos, las asiáticas de Gran Bretaña y
mos de la existencia del matriarcado ances- otras. Sus textos han tenido gran aceptación
tral. No estábamos convencidas de que el en los estudios feministas y el resultado ha
patriarcado fuera universal, o como mínimo sido que el feminismo occidental, por lo
insistíamos en que no tenía las mismas menos en sus versiones académicas, es hoy
características en todas partes. Cometíamos menos etnocéntrico y más humilde en sus
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hace ya dos décadas o más, y también ha truir meta-narrativas, válidas para contextos
influido fuertemente en las ciencias sociales. amplios, tal vez el mundo entero y todos los
En la antropología ha adoptado una forma tiempos. Este tipo de ambición fracasará
bastante especial, que creo que se debe a que siempre, y es peligroso intentarlo, termina
el posmodernismo propone un relativismo, siendo autoritarismo. Según estos posmo-
una autocrítica, una autorreflexión, que den- dernistas.
tro de la antropología ya existía. De modo Podría parecer evidente que el posmoder-
que, por aplicar la novedad de todos modos, nismo y el feminismo son enemigos natos.
tal vez se ha rizado el rizo. Pero como el posmodernismo es antiautori-
Para los antropólogos no es ninguna tario, hay también cierta afinidad, y en
novedad que las formas de pensar varían, muchas disciplinas, como la sociología, la
que no hay sistemas de pensamiento que psicología, la medicina, la ciencia política,
sean universalmente válidos, que todo hay etc., donde dominaban epistemologías más
que contextualizarlo para comprenderlo, y o menos positivistas, el posmodernismo ha
que cualquier intento de generalización teó- servido para disolver paradigmas rígidos, lo
rica tiene que ser contrastado con datos y que ha abierto puertas para la crítica femi-
narrativas locales. Ahora los posmodernistas nista. También hay feminismos que se auto-
dicen lo mismo. Si esto, y solo esto, fuera denominan posmodernistas. En general, es
posmodernismo, entonces se trataría senci- posible que el posmodernismo haya sido un
llamente de que lo que los antropólogos aliado más que un enemigo del feminismo.
aprendieron en sus encuentros con otras cul- Por lo menos en sus consecuencias prácticas
turas por fin se acepta de modo general en (Fraser y Nicholson, 1988; Thurén, 2003).
las sociedades occidentales. Pero muchos En general. Pero dentro de la antropolo-
posmodernistas van más lejos. Según ellos, gía, yo diría que no. Dentro de la antropolo-
no existe ninguna verdad más allá de la pers- gía creó una moda de relativismo extremo,
pectiva de cada uno y no hay ninguna mane- según el cual resulta casi imposible afirmar
ra de determinar qué narrativas son “mejo- nada. Si todo es representación, los produc-
res” que otras. Construimos la realidad, es tos científicos también lo son, y como tales
decir, formamos hipótesis acerca de ella, y hay que leerlos. Y como tales hay que produ-
contamos, narramos, lo que pensamos que cirlos. Se han hecho muchos experimentos
sabemos. Es todo lo que hay, narrativas de estilo. Hay mucha atención a quién es el
variadas. autor. La representación como tal se con-
No es que sea poco. Nuestras narrativas virtió en el objeto de estudio, en vez de la
–teorías, opiniones, conocimientos...– son relación entre la representación y lo que se
mitos en el sentido antropológico, es decir, representa (Clifford y Marcus, 1986).7
historias que crean sentido y nos hacen
actuar de ciertas maneras y no de otras. Por
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lo tanto son importantes, y hay que estu- Por cierto, este volumen levantó suspicacias entre
diarlas. Lo que no se puede aceptar, según las antropólogas feministas, ya que la introducción
afirmaba que no existían experimentos feministas del
los posmodernistas, son las grandes teorías tipo que los compiladores buscaban. Eso a pesar de
que –como el marxismo, el feminismo, el que la antropología feminista había sido
liberalismo...– tienen la ambición de cons- pionera precisamente en temas de autorreflexión y
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den subvertir las normas? Hay así mismo Con métodos de este tipo podremos ir
una predilección por describir casos donde la resolviendo el dilema planteado por el rela-
categorización o las fronteras entre categorí- tivismo fuerte del posmodernismo. Por otro
as son borrosas, ambiguas, cambiantes. lado, quizás no sean ideas tan nuevas. La
De hecho gran parte del trabajo empírico buena etnografía siempre se ha propuesto
de la antropología de género reciente ha tra- describir la vida cotidiana minuciosamente
tado temas de resistencia. En otras discipli- para entender todo tipo de procesos, inclu-
nas sucede lo mismo, y los estudios feminis- yendo los de poder.
tas interdisciplinarios han luchado con
posibles definiciones de conceptos como
“resistencia”, “agencia”, “empoderamiento” MANEJANDO LOS CUERPOS
y otros de la misma familia.
Por ejemplo antropólogas como Aihwa Hablando de resistencias, hay que mencio-
Ong (1987) y Lila Abu-Lughod (1990) han nar a Judith Butler (1990) por su influencia
descrito contextos donde mujeres aparente- fuerte en los debates feministas, también
mente muy oprimidas, silenciadas y sin dentro de la antropología, desde que publi-
recursos, logran crearse un espacio de oposi- có su Gender Trouble. Su concepto central,
ción y protesta donde pueden expresar ideas “performatividad”, está diseñado para teori-
contrarias a las que las mantienen subordi- zar especialmente las resistencias al orden de
nadas. Se buscan métodos para que sea posi- género dominante, que encuentra en situa-
ble, sin caer en paternalismo ni etnocentris- ciones que aparentemente nada tienen que
mo, hablar de “resistencia” sin que las ver con una lucha política. Su ejemplo favo-
mujeres estudiadas tengan que llamarlo así y rito es el travestismo. Una persona con geni-
describir situaciones como jerárquicas e tales masculinos que viste ropa definida
injustas sin aplicar ideas ajenas a las socieda- como de mujer y adopta un lenguaje corpo-
des en cuestión. A partir de allí se podrán ral acorde demuestra que la feminidad se
desarrollar teorías más sofisticadas y pregun- puede combinar con genitales masculinos.
tar por ejemplo qué grado de conciencia Esto, según Butler, prueba que el sexo no es
debe haber en una forma de actuar para que sexo en el sentido de ineludiblemente defi-
se pueda llamar resistencia o qué procesos de nido por la fisiología, sino género, y que
contestación tienen efectos duraderos. Pode- escenificando su variabilidad, se demuestra
mos suponer que hay relaciones de poder su no naturalidad y las infinitas combinacio-
cuando hay lucha, aunque la gente del lugar nes posibles.
no hable de lucha, y aunque las formas del Las ideas de Butler han sido usadas en la
poder no se parezcan a las que conocemos de antropología de género. Por ejemplo Don
otras sociedades.8 Kulick (1998) ha hecho un trabajo con pros-
titutas travestis en Brasil, en el que analiza
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En el mismo espíritu he propuesto yo el concepto cómo juegan con las clasificaciones de géne-
“acceso a espacios de negociación cultural” como una ro. Otros antropólogos han usado las ideas
contribución a una teoría de recursos de poder que,
sin caer en el etnocentrismo, se atreva a describir de Butler menos directamente, por ejemplo
fenómenos de poder de forma transcultural. Véase analizando cómo se crea el género en ritua-
Thurén (2002). les. Para la gente que practica por ejemplo la
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hombres suscriben unas ideas de género que nos los europeos solemos afirmar que no hay
subordinan a la mujer al hombre y la obli- grados. Se sabe quién es qué, y el género
gan a trabajar duramente en las tareas de las dura toda la vida. Sin embargo se puede
granjas. Es lógico que las mujeres huyan si demostrar que sí hay una conciencia de gra-
tienen alternativas. Pero los hombres, en vez dos. Incluso se podría decir que una zona del
de autocrítica y cambio, optan por importar mundo como la mediterránea, donde la
a mujeres que son más dóciles (por ser más naturalización es fuerte y donde el discurso
necesitadas) que las suecas. dominante insiste en que solo hay dos clases
Estos hombres se defienden diciendo que de personas, mujeres y hombres y nada más,
son “normales”. No son explotadores ni es también una zona donde hay cierta ansie-
machistas, dicen, sino que son hombres dad precisamente acerca de los grados. Las
como deben ser los hombres muy hombres, mujeres se esfuerzan por ser femeninas, los
por lo tanto necesitan una mujer. Con tales hombres se esfuerzan por ser masculinos,
argumentos contribuyen a reproducir la he- como si pudieran perder la pertenencia a su
teronormatividad, a pesar de que los coloca categoría que supuestamente es inamovible.
en una posición de inferioridad respecto a Curioso, interesante.
otros hombres, ya que no consiguen lo que la Cuando en los estudios interdisciplina-
norma define como “natural”. rios se enfoca la feminidad, suele tratarse de
la imposición de estereotipos, por ejemplo
por los anuncios o en los colegios. La mascu-
MASCULINIDAD (Y FEMINIDAD) linidad se ha estudiado más como resultado
de la interacción entre los hombres en situa-
Un tema de actualidad en la antropología ciones cotidianas, en el bar, en el trabajo, en
feminista es la masculinidad. ¿Qué relación el club de fútbol...9
hay entre los ideales de la masculinidad y las Precisamente en España se han llevado a
estructuras de género, especialmente las de cabo varios estudios de la masculinidad. De
poder? cómo se expresa una ansiedad acerca del
No es muy lícito hoy día entre antropó- poder de las mujeres de amenazar la mascu-
logos hablar de mujeres y hombres, o de linidad. De cómo la masculinidad se repro-
feminidad y masculinidad, como si fueran duce en los ámbitos segregados, especial-
categorías evidentes. La crítica feminista ha mente los bares. De cómo se relaciona la
tenido cierto efecto en ese sentido. Pero así masculinidad con la heterosexualidad, y
como el enfoque en mujeres se ha centrado
en estructuras sociales, especialmente en 9
Surge aquí el riesgo de caer en un dualismo muy
jerarquías, el enfoque en hombres, más tar- clásico: ver a los hombres como activos, creando su
dío, se ha interesado más por la masculini- identidad, mientras que las mujeres son pasivas, su
dad como construcción cultural. identidad les es impuesta. Pero empiezan a surgir
Una cuestión interesante es si la clasifica- estudios de la masculinidad como ideología impues-
ción de género es una simple clasificación o ta también, sobre todo de sus efectos negativos en la
personalidad. Esperamos ver pronto más estudios de
si puede haber grados, es decir, si una perso- cómo la feminidad se construye en relaciones entre
na puede ser más o menos mujer, más o mujeres. Algo hay; un ejemplo podría ser Skeggs
menos hombre. A nivel de discursos cotidia- (1997).
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que parece ser así, en algún sentido, no Suscribo las sugerencias de Gingrich
podemos evitar las preguntas: ¿por qué?, y, (2002) de que la antropología debe desarro-
¿cómo? Si no buscamos respuestas, corremos llar los métodos comparativos para poder
el riesgo de que se vuelvan a imponer las res- contribuir al conocimiento de la condición
puestas biologistas o fundamentalistas. humana: diferencias y parecidos, variaciones
Ahora bien, debemos formular las pre- y cambios y aspectos que posiblemente sean
guntas de otra manera que en los años seten- universales o pautas más o menos reconoci-
ta. No podemos olvidar que cualquier fenó- bles. También suscribo los esfuerzos al estilo
meno, por material que sea, es también una de Lugo y Maurer (2000) de releer a las teó-
construcción cultural a partir del momento ricas pioneras de la antropología feminista a
que se le da un nombre. No se puede buscar la luz de los debates de hoy. Necesitamos
directamente “la” causa universal a “la” desarrollar conceptos más abstractos, más
opresión universal. Pero podemos preguntar, alejados de la experiencia (experience-distant,
por ejemplo, ¿son realmente jerárquicos un concepto de Geertz) para poder comparar
todos los órdenes de género del mundo en y buscar lo universal sin caer en etnocentris-
algún sentido? ¿Cómo se expresan esas jerar- mos.
quías? ¿A qué áreas de la vida afectan y El género recorre toda la vida social,
cómo? ¿De qué manera varían los procesos forma parte de cómo se construyen y desa-
que producen esas jerarquías? ¿Qué cosas se rrollan los procesos sociales, y se imbrica en
pueden considerar negativas para los seres todo tipo de instituciones. No está en ciertos
humanos, más allá de sus interpretaciones lugares, sino en cualquier parte, y es relevan-
locales? ¿Qué conceptos debemos desarrollar te para casi cualquier objeto de estudio que
para poder definir “jerarquía” de manera se formule. En cada grupo humano hay tam-
transcultural?12 bién otras categorizaciones importantes. Se
Es necesario seguir contextualizando deben tener en cuenta siempre todas ellas y
siempre, cuidadosamente. Pero precisamen- las relaciones entre ellas para entenderlas. El
te la antropología puede decir algo de la género no se puede estudiar separado de lo
condición humana en general. Por ejemplo: demás. Pero no conviene que desaparezca
todas las sociedades conocen el fuego, todas como objeto de estudio independiente,
tienen idiomas complejos, en todas partes se como proponen algunas líneas teóricas inspi-
refuerzan las relaciones importantes con radas en el concepto de interseccionalidad.
intercambios de bienes materiales e inmate- Es una clase específica de categorización que
riales (regalos, comercio, contratos, prome- como tal presenta problemas específicos a
sas...), en todas partes hay normas para ase- resolver.
gurar la producción de necesidades y la Ser investigadora feminista quiere decir
reproducción de la sociedad y de los seres opinar que las circunstancias de género exis-
humanos. Etcétera. tentes no son las mejores posibles, sino
mejorables, y que por lo tanto el esfuerzo
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intelectual debe ir dirigido a contribuir a
Para empezar debemos distinguir entre lo jerár-
quico y otros aspectos de orden de género. A ese fin ello. El primer paso, y el más difícil, es
he propuesto yo los conceptos de fuerza y alcance entonces intentar definir qué podemos
(Thurén, 1993, 2000). entender por “mejor”. En ese paso la antro-
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pología ofrece resistencia, porque demuestra sita la crítica feminista para desarrollar pre-
que los seres humanos no estamos de acuer- guntas relevantes para entender el fenómeno
do en cuanto a valores. No obstante, el cono- género.
cimiento antropológico puede construir una
base firme para trascender este dilema y
desarrollar métodos comparativos. La teori- AGRADECIMIENTOS
zación interdisciplinaria sobre el fenómeno Doy las gracias a Vicenta Verdugo, Kerstin
género necesita los datos etnográficos para Sundman y Karin Ekström, cuyos comenta-
no perder la conexión con lo que realmente rios agudos han mejorado sustancialmente
sucede en el mundo, y la antropología nece- este artículo.
Bibliografía
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Hitz-gakoak:
generoa, feminismoa, antropologi teoria, antropologia akademikoa.
Laburpena:
Artikuluak ikuspegi orokor bat eskaintzen du antropologiak, jakintzagai akademiko moduan,
eta feminismoak, adierazpen akademiko eta politikoetan, dituzten elkarrenganako eraginei
buruz. Arreta jartzen du bion artean azken hamarkadetan izan diren topaleku eta afinitatee-
tan, baina desadostasunak eta txarto ulertuak ahaztu gabe. Testuak, gainera, antropologiak
genero ikerlanetan edo ikerlan feministetan, diziplinarteko ikerlan diren aldetik, jokatu duen
eginkizuna errebindikatzen du, eta galdetu egiten du egun jakintzagaiak haietan betetzen
duen tokiaz.
Mots-clés :
genre ; féminisme ; théorie anthropologique ; anthropologie académique.
Résumé :
Cet article offre un panorama général des influences réciproques entre l’anthropologie en
tant que discipline académique et le féminisme aussi bien académique que politique. L’au-
teur analyse les rencontres et les affinités, ainsi que les séparations et les malentendus,
qui se sont produits entre eux au cours des dernières décennies. Elle revendique égale-
ment le rôle de l’anthropologie dans l’émergence des études sur le genre ou études fémi-
nistes en tant qu’études interdisciplinaires et s’interroge sur la place que cette discipline
occupe aujourd’hui parmi elles.
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