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Repensar el Homonacionalismo*

Jasbir Puar
Departamento de Estudios de las mujeres y el género, Universidad de Rutgers, New
Brunswick, NJ; correo electrónico jpuar@rci.rutgers.edu
[336]
En mi libro de 2007 Ensamblajes Terroristas: Homonacionalismo en tiempos Queer
(de aquí en adelante ET) desarrollo el marco conceptual del “homonacionalismo”
para entender las complejidades de cómo la “aceptación” y la “tolerancia” hacia
sujetxs gay y lesbianxs se ha convertido en un barómetro con el cual se evalúa el
derecho a, y la capacidad para, la soberanía nacional. 1 Me sentía cada vez más
frustrada con la fórmula repetitiva del discurso feminista transnacional y las teorías
queer que afirmaban inequívocamente, haciendo bastante ruido a lo largo de la
década de 1990, que la nación es heteronormativa y que lx queer es
inherentemente ilegal frente al Estado-nación. Mientras que el discurso del
excepcionalismo norteamericano siempre ha tenido un rol vital en el proyecto de
formación de estado-nación estadounidense, ET examina cómo la sexualidad se ha
convertido en una formación crucial en la articulación de ciudadanxs
Estadounidenses “apropiados” a través de otros registros como son el género, la
clase, y la raza, nacional y transnacionalmente. En este sentido, el
homonacionalismo es una categoría analítica desplegada para comprender e
historizar cómo y por qué el estatus de una nación como "gay-friendly" se ha vuelto
algo deseable en primera instancia. Al igual que la modernidad, el
homonacionalismo puede ser resistido y resignificado, pero no evitado: todxs somos
condicionadxs por él y mediante él.
En ET, por ejemplo, cuestiono críticamente las respuestas de los activistas LGBTQ al
fallo de la Corte Suprema de 2003 en Estados Unidos contra Lawrence, que
despenalizó la sodomía entre adultos que actúan con consentimiento mutuo y en
privado, lo cual puso en relieve cómo la celebración del sujetx liberal queer como
portadorx de derechos privados y de libertad económica aprueba un régimen
racializado de vigilancia, detención y deportación. Además, ET muestra cómo el
homonacionalismo se globaliza, cuando subyace a las estructuras imperialistas de
EE.UU a través de la adopción de un multiculturalismo sexualmente progresivo que
justifica la intervención extranjera. Por ejemplo, tanto las justificaciones como los
rechazos provocados por las fotos de Abu Ghraib se basan en construcciones
orientalistas de la sexualidad masculina musulmana como al mismo tiempo
excesivamente queer y peligrosamente premodernas. El campo discursivo
producido alrededor de Abu Ghraib alista a sujetxs estadounidenses
homonormativxs en la defensa de la ocupación "democrática".
Ha sido gratificante y muy interesante ver cómo se ha desplegado, adaptado,
rearticulado y criticado el homonacionalismo como concepto en diversos contextos
nacionales, activistas y académicos; dar a lugar a un debate generativo y
*En International Journal of Middle Eastern Studies, 45 (2013), pp. 336-339. Traducción: Jo Fabre y
Enrique Meoniz, 2018. Se señala la página original entre corchetes cuando comienza. Se han
respetado los términos “gay”, “lesbiana”, “queer” y “homosexual” tal como aparecen en el texto.
1 Jasbir Puar, Terrorist Assemblages: Homonationalism in Queer Times (Durham, N.C.: Duke University
Press, 2007), 4. [Traducción castellana: Ensamblajes terroristas. El homonacionalismo en tiempos
queer, Barcelona: Bellaterra, 2017]
constructivo fue mi verdadera intención al escribir el libro, que no fue creado para
corregir sino para incitar al debate. El lenguaje del homonacionalismo está
apareciendo en proyectos académicos y activistas en EE.UU, Europa y actualmente
en India. Por ejemplo, un grupo asentado en París llamado "No al
homonacionalismo" (Non a l'homonationalisme) está disputando la campaña
propuesta para Gaypride en París debido a que adopta el símbolo nacional del gallo
blanco.2 Una conferencia de 2011 en Roma sobre democracia sexual no estuvo de
acuerdo con llevar a cabo el evento del Orgullo Mundial en el área de la ciudad que
alberga el mayor porcentaje de migrantes, y reivindicó una política queer secular
que desafía tanto al Vaticano, así como también a la postura antiinmigración de las
entidades europeas organizadoras. Y como analizaré a continuación, los
comentarios críticos sobre la campaña de relaciones públicas gay-friendly de Israel
se unieron [337] en varios movimientos coordinados contra el "pink-washing"* o la
promoción israelí de una imagen “LGTBQ-friendly” para replantear la ocupación de
Palestina en términos de narrativas civilizatorias medidas por la modernidad
(sexual).3
A veces los viajes "virales" del concepto de homonacionalismo, tal como se lo ha
abordado en los EE.UU, varios estados europeos, Palestina / Israel e India, han
encontrado aplicaciones reductivas en las plataformas de organización activistas.
En lugar de pensar en el homonacionalismo como una acusación, una identidad,
una mala política, lo he estado pensando como una término analítico para
aprehender una formación estatal y una estructura de la modernidad: como un
ensamblaje de fuerzas geopolíticas e históricas, intereses neoliberales en la
acumulación capitalista tanto culturales como materiales, prácticas estatales
biopolíticas de control de la población e inversiones afectivas en los discursos de
libertad, liberación y derechos. El homonacionalismo, por lo tanto, no es
simplemente un sinónimo de racismo gay, u otra forma de señalar cómo las
identidades gay y lesbianas se hicieron disponibles para los imaginarios políticos
conservadores; no es otra política de identidad, no es otra forma de distinguir a lxs
buenxs queers de lxs malxs queers, no es una acusación, ni a una posición. Es más
bien una faceta de la modernidad y un cambio histórico marcado por la entrada de
(algunos) cuerpos homosexuales como dignos de protección por parte de los
Estados-nación, una reorientación constitutiva y fundamental de la relación entre el
Estado, el capitalismo y la sexualidad. Decir que este momento histórico es
homonacional, donde el homonacionalismo es entendido como una analítica del
poder, significa entonces que lo debemos abordar en primer lugar como la
condición de posibilidad para la política nacional y transnacional. Como parte del
creciente recurso a la domesticación y privatización de las economías neoliberales y
dentro de las comunidades queer, el homonacionalismo es fundamentalmente una
crítica profunda a los discursos lésbicos y gays de derechos liberales, y cómo esos
discursos sobre derechos producen narrativas de progreso y modernidad que
continúan otorgando a algunas poblaciones acceso a la ciudadanía -cultural y legal-
a expensas de la delimitación y expulsión de otras poblaciones. Así, la narrativa de
2 Laura Thouny, “L’affiche de la gay pride, pomme de discorde entre association,” Le Nouvel
Observateur, http://tempsreel.nouvelobs.com/societe/20110417.OBS1451/l-affiche-de-la-gay-pride-
pomme-de-discorde-entre-associations.html (acceso 17 de enero de 2013).
* N. de T.: “Pink-washing” o, literalmente, “lavado rosa” o “lavado de cara rosa”, se refiere a la práctica
de ensalzar una imagen pública de respeto a la diversidad sexual, mientras se encubren otras
violaciones a los derechos humanos tales como la xenofobia o la islamofobia.
3 Para una breve historia de esto, ver http://truth-out.org/news/item/12553-de-pinkwashing-israel y
http://www.pinkwatchingisrael.com/about-us/ (ambos accedidos el 17 de enero de 2013).
progreso de los derechos gays se construye sobre las espaldas de otrxs racializadxs,
para quienes ese progreso o se logró una vez pero ahora está retrocediendo, o aún
no ha llegado. En consecuencia he teorizado el homonacionalismo como un
ensamblaje de fuerzas, afectos, energías y movimientos desterritorializadores y
reterritorializadores. Si bien el proyecto surgió dentro de la era política posterior a
los atentados del 11 de septiembre en EE.UU, el homonacionalismo también es un
proceso continuo que, en cierto sentido, progresa desde la era de los derechos
civiles y no sólo durante el 11 de septiembre como un momento temporal único.
El siguiente breve análisis del homonacionalismo en relación con el pink-washing y
Palestina puede ayudar a demostrar las formas complejas en las que considero al
homonacionalismo no como una identidad ni como una posición política. El
homonacionalismo y el pink-washing no deben verse como fenómenos paralelos.
Por el contrario, el pink-washing es una manifestación y práctica posible dentro de,
y como resultado del, homonacionalismo. A diferencia del pink-washing, el
homonacionalismo no es en sí misma una práctica estatal. Es, en cambio, la
convergencia histórica de prácticas estatales, circuitos transnacionales de la cultura
de mercancía queer y paradigmas de derechos humanos, y fenómenos globales
más amplios, tales como el creciente arraigo de la islamofobia. Estas son solo
algunas de las circunstancias a través de las cuales ahora se inviste a los estados-
naciones con el estatus de "gay-friendly" versus "homofóbico". La combinación del
homonacionalismo y el pink-washing puede resultar en críticas o posiciones
políticas bien intencionadas, que terminan reproduciendo el excepcionalismo queer
del homonacionalismo de varias maneras.4
Por lo tanto, es importante trazar las relaciones entre el pink-washing y el
homonacionalismo, o, más precisamente, las condiciones globales del
homonacionalismo que hacen [338] posible y legible una práctica como el pink-
washing israelí en primer lugar. Al relacionar el pink-washing israelí con un sistema
global más amplio de redes de poder, estoy demostrando la gran cantidad de
actores que convergen para permitir tal práctica. El pink-washing se ha convertido
en una etiqueta de uso común para la promoción cínica de los cuerpos LGBT como
representantes de la democracia israelí. A medida que prolifera su uso restringido,
debe situarse dentro de su contexto geopolítico más amplio. Es decir, el pink-
washing funciona porque son importantes tanto la historia como las relaciones
internacionales globales. Entonces, si bien es crucial desafiar al Estado israelí, debe
hacerse de una manera que reconozca la gama de actores cómplices. Desde el
punto de vista histórico, el colonialismo tiene una larga historia de articular su
violencia a través de la protección de figuras útiles como mujeres y niñxs, y ahora
lxs homosexuales. El pink-washing es solo una justificación más para la violencia
imperial / racial / nacional dentro de esta larga tradición de retórica íntima alrededor
de las poblaciones "víctimas". Además, la islamofobia se ha proliferado desde el
comienzo de la "guerra contra el terror", pero también es anterior al 11 de
septiembre en varias formas (véase, por ejemplo, la periodización de Edward Said
de la islamofobia tal como fue proclamada durante el final de la guerra fría). El pink-
washing funciona en parte aprovechando los circuitos discursivos y estructurales
4 Ver la discusión en Jadaliyya: Jasbir Puar y Maya Mikdashi, “Pinkwatching and Pinkwashing:
Interpenetration and Its Discontents,” Jadaliyya, 9 de agosto de 2012,
http://www.jadaliyya.com/pages/index/6774/pinkwatching-and-pinkwashing_interpenetration-and-; y
Heike Schotten y Haneen Maikey, “Queers Resisting Zionism: On Authority and Accountability beyond
Homonationalism,” Jadaliyya, 10 de octubre de 2012,
http://www.jadaliyya.com/pages/index/7738/queers-resisting-zionism_on-authority-and-accounta.
producidos por las cruzadas estadounidenses y europeas contra la amenaza
espectral del "Islam radical" o "Islamo-fascismo".
Luego tenemos la función del capitalismo. La estructura económica neoliberal
acomodaticia engendra marketing para nichos de diversos grupos étnicos y
minoritarios, lo cual normaliza la producción de, por ejemplo, una industria del
turismo gay y lésbico basada en la distinción discursiva entre destinos gay-friendly
y no gay-friendly. Esto está de alguna manera vinculado con lo que llamo el
"complejo industrial de derechos humanos". La industria de los derechos humanos
gays y lésbicos sigue haciendo proliferar las construcciones de identidad
euroamericanas (sin mencionar la noción de una identidad sexual en sí misma) que
privilegian la política de identidad, “salir del closet", la visibilidad pública y las
medidas legislativas como los barómetros dominantes del progreso social.
Dentro de este nexo de historia y economía, Israel aparece como un pionero del
homonacionalismo, que está perfectamente situado para alentar la normalización
de algunos cuerpos homosexuales en relación con una ocupación cada vez más
violenta de Palestina. Esta historia homonacionalista de Israel, o el aumento de los
derechos LGBT en Israel, se encuentra en forma paralela a la segregación
concomitante y creciente de las poblaciones palestinas, especialmente después de
los Oslo. Además, Estados Unidos es en gran parte culpable de la eficacia del pink-
washing israelí, ya que éste se dirige en gran medida a lxs ciudadanxs de los
Estados Unidos, el mayor proveedor financiero de Israel y, en general, a los gays
euroamericanos que tienen el capital político y los recursos financieros para invertir
en Israel. El colonialismo estadounidense está inextricablemente entrelazado con el
colonialismo israelí. A través de su entrelazamiento financiero, militar, afectivo e
ideológico, me parece que los Estados Unidos e Israel son los mayores beneficiarios
del homonacionalismo en la configuración geopolítica actual, en tanto opera en tres
registros de escala: interno, territorial y global.

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