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Manual Práctico de Titulación Periodística

Fernando Durán de la Sierra Tovar

La titulación periodística es una labor que queda al cargo del editor, corrector de estilo, el redactor,
coordinador de redacción, o el puesto equivalente en un periódico; aquél que revisa los originales
provenientes de los reporteros, los corrigen y eventualmente los reescriben. No obstante, los jefes de
secciones o redactores en jefe pueden modificarlo si no es de su agrado.
El titular es más un arte que una técnica. Un buen titular sirve para dos cosas aparentemente
contrarias: incitar al lector a leer la información o para darla por leída y continuar en otros temas. En
el primer caso, el lector advierte que la información le interesa para detenerse a leerla y en el segundo
caso absorbe la información y se da por satisfecho con lo que el título le aporta. Una persona que
revisa un diario con 300 noticias, en promedio lee de 5 a 8 de estas por completo. Poca gente se
detiene en las noticias más allá que en los titulares y una buena parte de la opinión pública se basa y
surge a través de los mismos.
El título también es un género periodístico, nacido en el siglo XX. Los titulares forman el primer
nivel informativo de la noticia, y para muchos el único. Ningún título en la prensa es igual ni tiene la
misma función. Debe de incitar a la lectura del texto, pero sin hacer que el texto nos defraude. La
primera impresión que recibimos de una noticia es a través del titular. Un mal título puede arruinar
una buena información, pero en ningún caso un título bueno mejora la calidad de la misma, aunque
sirva para atraer la lectura.
En diferentes medios, las noticias sobre un mismo hecho aparecerán formuladas de una manera
diferente. Los formatos impresos y digitales exigen diferentes titulaciones también, con lo que incluso
en la misma compañía una noticia se titulará de formas diferentes dependiendo de cuál formato se
trate.
Aunque los titulares pretendan ser “objetivos” e “imparciales”, no hay en los periódicos una cosa más
subjetiva que los títulos. No obstante, los mismos deben de responder al contenido del texto, no deben
de simplificar demasiado o construirse con un efecto persuasor concreto y tendencioso que denote
una postura demasiado parcial y, por ende, reprochable.
Los periodistas siempre deben buscar el título; no hay noticia sin él. Quienes conocen bien esto son
los políticos, por lo que muchos son cuidadosos para evitar decir frases demasiado compactas y
simples pero relevantes que sirvan de título.

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