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Román Chalbaud y el cine de autor

A sus 87 años, Román Chalbaud es reconocido como un ícono tanto de la


cinematografía como de la historia venezolana. Con más de 15 obras de teatro, 23
películas dirigidas y producciones en televisión, es una referencia directa del éxito
internacional que ha tenido el país desde el siglo XX; con una trayectoria de casi
60 años.

Comenzó su carrera a comienzos de los años cincuenta, como asistente de


dirección en dos películas del realizador mexicano Víctor Urruchúa. En televisión
ha dirigido numerosas producciones, tales como La trepadora de Rómulo
Gallegos; La hija de Juana Crespo de José Ignacio Cabrujas, Salvador Garmendia
e Ibsen Martínez; El asesinato de Carlos Delgado Chalbaud, entre otras. Dirigió la
serie televisiva Amores de barrio adentro de Rodolfo Santana.

Es creador de un cine de autor que ha explorado el universo de sueños a


través de sus personajes, sin dejar de lado la realidad y el clima de un país. Su
vida, así como sus largometrajes y obras de teatro, están inspirados en una lucha
política cercana al ser humano y a una profunda inspiración social siempre en
defensa de la cultura. Inspirando así, a cientos de cineastas y llevando la batuta
en cuanto a producción audiovisual. Es pionero de un arte tan basto que llama
suyo, del que forma parte.

El cine de autor suele definirse como un trabajo cooperativo entre director y


guionista, pudiendo ser ambos la misma persona. En él, desde la perspectiva de
los medios de comunicación de masas y su discurso público, la figura del autor
cinematográfico es vista como emisor personal identificable y como autor de
mensajes y discursos.

En la época de los años cincuenta, se vio influenciado por Luis Buñuel.


Inspirado en su trabajo, dirige su primer largometraje Caín adolescente (1959),
una adaptación de la obra de teatro también de su autoría. Cuenta la historia de
Juana y Juan, una viuda y su hijo que llegan a Caracas en busca de mejores
oportunidades de trabajo. Sin embargo, son seducidos por la naturaleza corruptiva
de la ciudad, y pronto se ven atormentados por los personajes más frívolos y
cínicos que existen.

Román Chalbaud se encargó de construir historias que expusieran diversos


problemas que afectan la moral del ser individual y social. Uno de los que
predomina en varias de sus películas es la corrupción, y lo hace como fenómeno
determinado por la diferencia de lo considerado como correcto/incorrecto, su
analogía con valores y su red de relaciones.

Desde su primer filme en 1959 hasta el realizado en 2017, Chalbaud


enuncia la corrupción del hombre en hechos y acontecimientos de la vida. Así
como deja su huella para que el público se enganche en la película, dependiendo
de la referencia que haga: bien/mal, vida/muerte, orden/caos, casualidad/finalidad,
o algún otro juicio de valores morales. Aborda varios temas en cada filme, y
progresivamente estos temas los ordena y combina para el interés del público.

Además, su cine muestra algunos tópicos de la realidad social venezolana,


entre los cuales se puede mencionar la política, la delincuencia y la pobreza.
Colocan estos tipos de fenómenos que aquejan a la sociedad y los pone en
escena por medio de representaciones de los ideales, comportamiento y actitudes
que le corresponden a la población venezolana en su vida cotidiana, y que de otro
modo no sería posible mostrar.

Años después, Chalbaud dirige Cuentos para mayores (1963). Una


propuesta de cine comercial repetitiva en comparación con los largometrajes
venezolanos de aquel entonces. Es durante la transición de los años sesenta a los
setenta que fue considerado dramaturgo de gran actividad teatral, al lado de José
Ignacio Cabrujas e Isaac Chocrón. Y también en la televisión, en búsqueda de una
nueva dramaturgia que se opusiera rotundamente al culebrón de la telenovela en
boga para ese entonces de Delia Fiallo y otros.

En Venezuela, el cine de autor surge asociado a la creación de la


Asociación de Autores Cinematográficos (ANAC), el 25 de abril de 1974, previa
organización en 1969 a raíz del Encuentro de Cineastas Latinoamericanos
realizado en Mérida. Cuyo primer presidente fue nada más y nada menos que
Román Chalbaud. Su creación tiene influencia directa de cineastas italianos; cuya
finalidad es promover la creación de la Ley de la Cinematografía Nacional,
promulgada en 1993. Es entonces cuando se reconoce la institucionalidad de
autor, a aquellos directores/realizadores que han generado conjunto o recopilación
de obras y realizaciones que ejercen su efecto sobre la sociedad y esa dinámica
productiva de nuevas obras.

A finales de la década de los setenta, comienza el auge del cine


venezolano, debido a que las temáticas de las películas reflejan la sociedad y
cultura nacional. La tradición cinematográfica en Venezuela puede ubicarse en un
cine marginal, debido a su dependencia de financiamiento por parte de
instituciones y organismos gubernamentales vinculados al sector de la cultura.
El lenguaje cinematográfico que imprime Chalbaud a sus obras es parte de
ese conocimiento y observación incesante de la cotidianidad del venezolano sin
olvidar su compromiso social, grabando en los más populares barrios de Caracas.
Las actividades sociales organizadas en torno a las festividades venezolanas, que
caracterizan la cultura nacional, sirven como marcos de organización espacio-
temporal en sus films.

Plantea un discurso con las voces del ser social venezolano, su


cotidianidad, miserias, debilidades y fortalezas, sus esfuerzos y esperanzas; en la
construcción de una sociedad más justa, digna y solidaria, desde la religión del
amor y respeto al prójimo.

Chalbaud conoce bien no solo a sus personajes, conoce mejor al


venezolano, “sé cómo reacciona ante los momentos difíciles, las frases que dice
(…) Un personaje no es el calco de una persona en particular; un personaje es
alguien que no existe pero que a la vez está vivo y respira y habla como un ser
vivo”.

En el año 1975 puede afirmarse que se inicia la industria cinematográfica


venezolana con la producción de “un lote significativo de películas que combinan
calidades técnicas y estéticas suficientes como para entrar en la competencia del
mercado nacional” (Citado por: Aguirre y Bisbal, El Nuevo cine Venezolano). En
este lote de películas producidas ya bajo la política del Estado venezolano en
materia de cine, se destacan:

La Quema de Judas (1974), que conforma su tercera oportunidad como


cineasta. Expresa una nueva visión de lo urbano y la ciudad, y todas las
características que se le atribuyen a nuestro entorno actual, así como los diversos
estratos sociales de la población nacional. Una burguesía dependiente,
desnacionalizada, una clase media mediatizada y perdida en sus propias
pretensiones y superficialidades, y un pueblo conformado por sus despojos con
distintas expresiones de violencia y en sincretismo cultural religioso cotidiano de
creación de sí mismos.

Nos encontrarnos también con obras como Sagrado y Obsceno (1976), y


Carmen la que contaba 16 años (1978). Configuradas desde la dramaturgia
teatral. Este período es donde se crean nuevos personajes de nuestra cultura
cinematográfica, muy arraigada en lo urbano de nuestras ciudades. Tales como La
Garza y Dimas, de El Pez que Fuma (1977), una de sus películas de mayor
alcance. En ese contexto, estos personajes representan la tragedia de tener que
vivir dentro de una sociedad violenta, de nuestras ciudades tercermundistas y
dependientes.

Es preciso hacer mención de otra de sus adaptaciones teatrales a la gran


pantalla: El rebaño de los ángeles (1979). Cuya historia aborda y enlaza dos
temas presentes en la sociedad venezolana: la crisis del sistema educacional,
representada en la vida cotidiana de un liceo, y los conflictos de la población
marginal ubicada en el cinturón de miseria de Caracas.

Como se mencionó anteriormente, Chalbaud trabajó con Cabrujas


adaptando su guion Bodas de Papel (1979) al cine. De la mano con Chocrón, eran
llamados La Santísima Trinidad cuando trabajaban en sus proyectos escénicos. La
película narra cómo una pareja se acostumbra a la rutina, y que por más que la
esposa quiera permanecer al lado de su marido, éste busca distracciones con una
amante. Una propuesta sobre el matrimonio contemporáneo y que bien puede
estar basado en hechos de la vida real.
Es importante es destacar los reconocimientos que se le han concedido,
entre los que se encuentran el Premio Nacional de Teatro en el año 1984 y el
Premio Nacional de Cine en 1990. Chalbaud se ha convertido en el director de
cine venezolano de mayor reconocimiento internacional gracias a sus grandes
obras, siempre mostrando esa visión crítica de la realidad, con lo que ha aportado
indudablemente a la cultura nacional. Pandemónium: la capital del infierno (1997)
obtiene Coral a Mejor Película en el 19 Fest. Internacional del Nuevo Cine
Latinoamericano; La Habana, y Sol de Oro en Biarritz, Francia.

En 2008 junto a la fundación Villa del Cine dirige un largometraje de época


que se trata de la vida de Ezequiel Zamora, estrenándose en 2009. Cuenta la
historia de los partidos Liberal y Conservador, que se enfrentan a mediados del
siglo XIX en Venezuela. Las desigualdades sociales y la oligarquía que mantiene a
esclavos y campesinos bajo su control animan a Zamora a liderar una lucha por un
mejor reparto de las tierras, al grito de La tierra no es de nadie, es de todos, luego
de la victoria de la batalla de Santa Inés, su vida es terminada por un traidor.

Nos presentan un Chalbaud más enfocado en la historia nacional. Sin


embargo, esto no quiere decir que deje de lado sus ideales socialistas. Al
contrario, precisamente es por eso que las realiza. Además del pedido directo del
Presidente de la República, Hugo Rafael Chávez Frías, y su gran apoyo para
realizar este tipo de películas.

Él, junto a otros cineastas fueron los artífices de la creación del Centro
Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), en una entrevista con José
Vicente Rangel, comentó que su creación fueron años de lucha, “después llega
Hugo Chávez y funda La Villa del Cine. Todos, tanto de la Villa del Cine como el
CNAC y todos los entes que existan, luchamos por la misma causa. No debemos
luchar unos contra otros, debemos luchar por el cine venezolano”.

En 2011, regresa a trabajar con un guion de José Ignacio Cabrujas: Días de


poder. Se desarrolla en la Caracas de los años sesenta, en una época de luchas y
transformaciones políticas y sociales. Tras la caída de la dictadura perezjimenista,
represora de la juventud que la adversaba, Fernando Quinter, líder revolucionario
asciende al poder institucional, dejando así traicionar sus ideales para convertirse
en cómplice de la represión que antes había combatido. Su hijo Efraín, heredero
de sus viejas convicciones se siente implicado, generándole contradicciones que
lo convierten en un activo adversario del gobierno y de su propio padre,
desencadenando un atormentado final.

Observamos que desde la década de los noventa, Chalbaud disminuye su


producción de películas. La fiebre del cine venezolano prácticamente acaba,
abriendo las puertas para que el mercado mundial entre y sobrepase al nacional.
Desde 1990, pasan siete años hasta que no volvemos a tener el gusto de ver un
film de él. Años más tarde, nos presenta otra. Entonces, la duración se reduce y
se estrenaron dos films en dos años; ha regresado con todas las esperanzas, y
está dispuesto a, como siempre, dar lo mejor de sí. Empieza a grabar su última
película, pero se presentan muchos problemas en cuanto a producción, por lo que
el rodaje dura casi cinco años.

Desde el 2015, a través del CNAC, el cineasta Román Chalbaud se acerca


al público con un Ciclo de Apreciación Cinematográfica donde proyecta obras
clásicas de la cinematografía mundial. Sin duda, su trabajo artístico no pasa
desapercibido y gracias a su gran talento y experiencia ha logrado marcar
tendencia tanto a nivel nacional como internacional, inspirando a varias
generaciones de creadores tanto en aspectos narrativos como estéticos.

Su más reciente largometraje, La planta insolente (2017) y cuyo guion se le


atribuye a Luis Brito García, marca un punto en el que Román Chalbaud se
restablece dentro de la cinematografía contemporánea. Con el estudio de la
hegemonía político-cultura de la Venezuela colonial y dilatadora, donde entonces
aparece Cipriano Castro, de un cine que crea nuevas posibilidades de
comprensión y visión de lo que fue y ocurrió en la Venezuela de principios del siglo
XX; cuando había intentos de invasión y de injerencia de las grandes potencias
imperiales en nuestro país. Un Cipriano Castro estremecido y conmovedor porque
lo miramos hacia adentro en las nuevas circunstancias que conforman la
modernidad del imaginario del cine de ficción.

Como un ejemplo para la generación de hoy en día, en 2018 se estrenó el


documental “Román en el universo de las maravillas”, una obra cinematográfica
que nació de la mano del documentalista argentino Fabián Pierucci, quien desde
el 2012 se planteó la idea de realizar un proyecto audiovisual que rindiera
homenaje al reconocido cineasta venezolano Román Chalbaud. Nos permite
adentrarnos al universo paralelo y poco conocido de Chalbaud, donde se abordan
sus principales influencias en materia cinematográfica, literaria, sus comienzos en
la televisión y como cineasta. Sus principales creencias, su religión y su vida
familiar.
Filmografía de Román Chalbaud
Caín adolescente (1959)
Cuentos para mayores (1963)
Chévere o la victoria de Wellington (Cortometraje) (1971)
La quema de Judas (1974)
Sagrado y obsceno (1976)
El pez que fuma (1977)
Carmen la que contaba 16 años (1978)
El rebaño de los ángeles (1979)
Bodas de papel (1979)
Cangrejo (1982)
La gata borracha (1983)
Cangrejo II (1984)
Ratón de ferretería (1985)
Manón (1986)
La oveja negra (1987)
El corazón de las tinieblas (1990)
Cuchillos de fuego (1990)
Pandemónium, la capital del infierno (1997)
El Caracazo (2005)
Zamora: tierra de hombres libres (2009)
Días de poder (2011)
La planta insolente (2017)

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