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1.

Nociones generales sobre métrica griega


1.1. La prosodia griega
Se entiende por prosodia al conjunto de reglas que afectan a la acentuación y a la
cantidad de las vocales y de las sílabas. En cuanto a la acentuación griega, esta lengua
regía un máximo de tres moras y conocía tres tipos de acento: agudo (´), grave (`) y
circunflejo (~). El acento agudo podía ir colocado sobre una larga o breve, el circunflejo
sobre largas y el grave sustituye al agudo cuando cae sobre la última sílaba de la
palabra. No todas las palabras poseían acento, véase las palabras proclíticas que se
apoyaban sobre la palabra siguiente (algunas formas del artículo y preposiciones) y las
enclíticas, que lo hacen en la palabra precedente (algunas partículas o el pronombre te).

1.1.1. Reglas de silabación

Las sílabas en griego se dividían en largas (por naturaleza o por posición) y breves.
Una sílaba larga por naturaleza era toda aquella que tenía una vocal larga (a, h, i, w,
u) o un diptongo (ai, au, ei, eu, oi, ou, ui, hi); en cambio, las largas por posición
son las que tienen una vocal breve, pero van seguidas de dos o más consonantes o una
doble, ya que cierra la sílaba precedente (z, y, x). Se considera sílaba breve a toda
aquella que tiene una vocal breve y no la sigue más de una consonante. Con todo, hay
excepciones a estas reglas como los alargamientos o la muta cum liquida.

1.1.2. Encuentro de fenómenos vocálicos

El encuentro de vocales puede dar lugar a diversos fenómenos como el hiato (dos
vocales que no forman diptongo), la sinalefa (fusión en una sola sílaba de la vocal final
de una palabra y la inicial de la siguiente), la elisión (caída de una vocal o diptongo a
final de palabra ante una inicial vocálica), la sinéresis (dos vocales que pertenecen a
sílabas distintas se funden en una sola sílaba larga), la diéresis (permite romper un
diptongo terminado en i/u en dos sílabas) o la consonantización de i o u, entre otros.

1.1.3. El alargamiento métrico

Los dos alargamientos métricos más comunes ocurren en el hexámetro, en el cual es


posible alargar las sílabas breves a final de palabra o alagar una sílaba en las secuencias
del tipo breve breve breve o larga breve breve larga, para hacer posible la utilización de
la sílaba en cuestión.

1.2. La métrica griega

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En la versificación griega hay que hacer una distinción entre versos recitativos
(hexámetro y trímetro yámbico) y versos líricos. Los primeros se caracterizaban por la
presencia de cortes regulares, ausentes en los versos cantados, y por estar recitados en
época clásica sin acompañamiento musical; además, estos versos estaban compuestos
kata metron y kata sticon. En cuanto a los versos líricos, se utilizaban en
construcciones estróficas, en boca de un solo personaje (lírica monódica) o de un coro
que también danza (lírica coral). En época arcaica y clásica estos versos eran cantados,
aunque sólo conservemos algunas anotaciones de los acompañamientos musicales.

1.2.1. Los versos

Antes de hablar sobre la versificación, cabe aclarar el concepto de cola, el cual se


define como un elemento rítmico que puede aparecer como parte constitutiva de un
verso o como verso independiente. Sobre la versificación hablaremos con más
profundidad en el apartado __, pero a grandes riesgos podemos decir lo siguiente sobre
los versos griegos.

Los versos recitativos más empleados son el hexámetro griego, el pentámetro, el


trímetro yámbico, el trímetro yámbico escazonte, el tetrámetro yámbico catacléctico, el
tetrámetro trocaico cataléctico, el tetrámetro trocaico cataléctico escazonte, el dímetro
anapéstico y el tetrámetro anapéstico cataléctico. Algunos de los versos líricos o cola
más empleados son: alcmanio, gliconio, adonio, hemiepes, endecasílabo alcaico,
endecasílabo sáfico, asclepiadeo, asclepiadeo mayor, etc.

Eran empleados también los llamado versos asinartetos, aquellos que estaban
separados por un final de palabra y formados por dos cola de distinto ritmo. En este tipo
de versos destacan entre otros: un hemiepes y un dímetro yámbico, un enoplio y un
itifálico (erasmonideo) o un hemiepes y un colon (encomiológico).

Finalmente, cabe destacar el uso de composiciones estróficas basadas en la repetición


de un conjunto métrico -estrofa- formado por unidades menores -cola o versos-. Esta
correspondencia del esquema métrico por dos o tres estrofas sucesivas toma el nombre
de responsión; cuando son solamente dos, la segunda recibe el nombre de antistrofa. La
responsión estrófica puede ser de tres tipos: esquema AAA, esquema AAB CCD, etc, o
esquema AA BB CC (con sucesión de estrofa y antistrofa). Las composiciones
estróficas monódicas más frecuentes, entre muchas otras: dístico elegíaco y estrofa
sáfica/alcaica.

2. Prosodia y métrica latinas

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2.1. Prosodia latina

La prosodia se encarga de estudiar aquellos rasgos lingüísticos que no coinciden con


la segmentación en fonemas de la cadena hablada y que afectan a una parte mayor de la
misma, concretamente a la sílaba: los rasgos suprasegmentales o prosodemas. Los
prosodemas fundamentalmente son tres: el ritmo, el acento y la cantidad. Igualmente, la
prosodia también se encarga del estudio de los diferentes fenómenos que tienen lugar
cuando se produce el encuentro de fonemas vocálicos.

2.1.1. El ritmo

Podemos definir al ritmo como la repetición de determinados elementos a intervalos


regulares. Los elementos del ritmo de una lengua son fonológicos y varían de una
lengua de otra (cantidad, acento, número de sílabas…). En el ritmo latino se pueden
distinguir los siguientes elementos:

 El número de sílabas: forma parte de la versificación eolia/lírica (eneasílabos,


decasílabos). Si el verso no tenía el número de sílabas adecuado era
incorrecto.

 La aliteración: recurso estilístico que consistía en la insistencia de un fonema


al comienza de una palabra. Especialmente notable en los comienzos de la
poesía latina.

 Rima: consiste en la insistencia en el final de la palabra y no fue un elemento


sistemático del ritmo latino hasta la llegada de la poesía medieval, pasando
posteriormente a las lenguas romances.

2.1.2. El acento latino

Entendemos por acento al particular relieve que se da a una determinada sílaba con
respecto a las otras y que permite distinguirlas en la cadena fónica, de ahí que se le
atribuya al acento una función centralizadora. Su colocación estaba determinada según
la estructura prosódica de la palabra, existiendo, por ejemplo, la llamada ley de la
penúltima (testimonio explícito de Quintiliano): si la penúltima sílaba es larga, el acento
recae sobre ella; si es breve, retrocede hasta la antepenúltima. Con todo existían
excepciones a esta norma, como palabras acentuadas en la penúltima sílaba que habían
perdido la sílaba final por alteraciones fonéticas (istúc <* istuce) o enclíticas que atraían
el acento sobre la sílaba precedente, independientemente de la cantidad de la misma.

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Sobre su carácter en época clásica y preclásica no se ha alcanzado ningún consenso,
pues hay estudiosos que piensan que es predominantemente melódico (la sílaba
acentuada es pronunciada una tonalidad más alta que las demás) y otros que lo
consideran predominante intensivo (la sílaba tónica suena con más fuerza en
comparación con el resto). En cambio, no hay dudas sobre su carácter intensivo en
época tardía.

2.1.3. La cantidad vocálica

La poesía latina era una poesía cuantitativa basada en la oposición entre sílabas
largas y breves, por lo que la cantidad de las vocales tenía un carácter distintivo. De este
modo, las vocales latinas podían ser largas o breves en función de su duración, dos o
una mora respectivamente, aunque en determinados casos se admite tanto la escansión
breve como larga de una vocal (mihi, sibi), dando lugar así a vocales ancipites o
dichronos, ya que tienen doble posibilidad de escansión.

2.1.4. La cantidad silábica

Las sílabas se definen como un conjunto compuesto por uno o más fonemas, de los
cuales al menos uno es vocálico. Las reglas de silabación latinas, salvo excepciones, son
muy similares a las del español. Pueden destacarse las siguientes:
 Cada sílaba comprende una vocal o diptongo.
 Una consonante situada entre dos vocales forma sílaba con la siguiente.

 Dado un grupo de dos o más consonantes situado entre dos vocales, la


primera forma sílaba con la que precede, la siguiente con la vocal que sigue
(al-ter).

 Una consonante + líquida puede separarse en poesía (pa-trem y no pat-rem).

 Una consonante final forma sílaba si la siguiente palabra empieza por vocal
(en genus omne animantum ge-nu-som-ne y no ge-nus-om-ne).

La cantidad sílaba podía ser cerrada (terminada en consonante) o abierta (en vocal) y
era percibida por los hablantes, quienes advertían una diferencia de duración entre una
sílaba y otra. Como reglas generales de cantidad se pueden establecer las siguientes:

 Largas por posición: vocal breve seguida de más de una consonante (ya
pertenezcan a la misma palabra o a diferentes) o consonante doble (x, z).

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 Muta cum liquida: hay que tener cuidado con el grupo consonántico formado
por una consonante muda (b, d, g, p, t, c, ph, th, qu, ch) y una líquida (l, m, n,
r), ya que, si una sílaba termina en vocal breve y la siguiente sílaba en la
misma palabra empieza por este grupo, la primera sílaba es anceps. Si una
palabra termina por vocal breve y la palabra siguiente empieza por muta cum
liquida, la vocal de final de palabra permanecerá breve (excepto si la sigue
-gn, -tr, -fr o -br, que alargarán la vocal).

 Largas por naturaleza: las vocales procedentes de la monoptongación de un


diptongo, los diptongos y las contracciones.

 Breves por posición: es breve toda vocal seguida de vocal que no forme
diptongo (vocalis ante vocalem corripitur) o vocal breve + h + vocal
(prĕhendo). Algunas excepciones en las que la vocal es larga y no breve son:

o Formas del verbo fio que no tienen -r: fīunt, fĭeri.

o La -e del genitivo y dativo de la quinta declinación precedida de -i


(acīei). Si no le precede esta vocal, el uso fluctúa: rēi/rĕi.

o Los genitivos y vocativos de los nombres en -āius, -ēius.

o Son indiferentes los genitivos en -ius (istius).

o La -i en Dīana o en dīus.

o Muchas voces ante vocal larga o diptongo en voces griegas:


Menelāus.

En el caso de las sílabas interiores, hay algunas orientaciones que pueden ayudarnos
a reconocer su cantidad, como las siguientes:

 La cantidad de la sílaba radical es invariable en la declinación (dōs, dōtis) y


en la conjugación (hăbeo, hăbui), pero puede variar en algunas palabras
derivadas o compuestas (hōmo – hŭmanus).

 De la contracción de dos vocales surge una larga (nīl < nĭhĭl).

 En el perfecto reduplicado la primera sílaba es breve (dĕdi de do); también la


segunda es breve si no termina en consonante o el presente tiene vocal larga
(dĭdĭci pero pĕpērci).

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Para las sílabas finales de las palabras originariamente latinas también hay algunas
reglas que podemos seguir para conocer su cantidad en época clásica:

 La -a es larga salvo como final de nominativo, vocativo, acusativo: famă,


donă.

 La -e final es breve generalmente, aunque larga en el ablativo singular de la


5ª declinación (rē), en los adverbios derivados de adjetivos de la segunda
(longē) y en la 2ª persona singular del imperativo presente activo 2ª conjug
(monē).

 La -i, la -u y la -o finales siempre son largas, aunque la -o comienza a


abreviarse a comienzos del imperio romano (nemŏ, ergŏ).

 Las sílabas finales que terminan en consonante distinta de -s son breves,


menos algunas formas como hīc, sōl, nihīl. Las que terminan en -s tienen
diversa cantidad: -ās, -ēs, -ĕs, -ĭs, -īs, -ōs, -ūs, -ŭs.

2.2. Métrica latina

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