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Marcos Moreno 3 Pol ”C” Pag I

Monografía de Lengua y
Literatura

“La vida, la única opción”

Libro elegido: “La sociedad de la nieve”

Autor: Pablo Vierci

Autor del Trabajo: Marcos Moreno

NOTA:
Marcos Moreno 3 Pol ”C” Pag II

Biografía del autor:

Pablo Vierci nació en Montevideo, en 1950. Su primera novela, Los tramoyistas


(1979), se tradujo al portugués (Os trampolineiros, 1983) y al inglés (The imposters,
1987). Fue reeditada como Los gringos (2000).

Luego escribió las novelas Pequeña historia de una mujer (1984), Detrás de los
árboles (1987), segundo Premio Nacional de Literatura de Uruguay y 99% asesinado
(2004), que también obtuvo el segundo Premio Nacional de Literatura de Uruguay.

Escribió guiones para documentales y largometrajes. Tres de estos últimos ya fueron


realizados: Aqueles dois (Brasil, 1985), El viñedo (Uruguay, 1999), Premio Fona y
Matar a todos (Uruguay, Argentina y Chile, 2007), Premio al Mejor Guión en el 29º
Festival de Cine de La Habana (2007) y Premio al Mejor Guión en el 14º Festival de
Cine de Lérida (2008).

En periodismo escrito actuó en cargos de dirección y en redacción. Algunas de sus


crónicas están incluidas en las lecturas de los programas de Enseñanza Secundaria.

En Uruguay dirigió los informativos de un canal de televisión y participó como panelista


en un talk show televisivo durante cuatro años.

En 2003, obtuvo el Citigroup Journalistic Excellence Award, en la Universidad de


Columbia de Nueva York.

Desde la infancia está estrechamente vinculado a los personajes de este libro: era
amigo y compañero, en el colegio Stella Maris-Christian Brothers.

Tema del Trabajo:


En este trabajo analizaremos los relatos que expresan lo que sentían y pensaban, en
lo más profundo del corazón, los dieciséis sobrevivientes a la tragedia de los Andes,
luego de estar setenta y dos días perdidos en la Cordillera de los Andes, sabiendo
que a los diez días los habían dado por muertos.

Introducción:
Marcos Moreno 3 Pol ”C” Pag III

“La tarde del accidente, el piloto nos pidió el arma para matarse. Dame el arma, coloca
las balas, se parte de mi muerte, nos imploraba. Entonces ese grupo desesperado,
que sabe que alguien busca un arma para matarse, lo primero que hace es
desactivarla. El revólver lo tiene uno, y las balas las tengo yo. No hay mas revólver,
les dijimos a todos: no busquen el revólver por que no esta disponible. No hay balas
para matarse, por que acá la única opción es la vida ignorando el resultado. Con esa
afirmación y ese gesto comienza la historia de los andes”1

Hipótesis:
En este relato podemos ver claramente, cómo vivían la situación los sobrevivientes en
esos setenta y dos días, que para ellos fueron eternos. Se puede ver cómo ellos sólo
buscaban la supervivencia minuto a minuto, vivían pensando en el presento, no podían
ya mirar hacia atrás, la tragedia ya había ocurrido, ahora había que sobrevivir. Por lo
cual intentaremos probar esta hipótesis analizando minuciosamente los relatos de
cada uno de los dieciséis sobrevivientes de la hazaña en la montaña.

Desarrollo:

Los dieciséis sobrevivientes a la tragedia de los andes fueron:

José Pedro Algorta Roberto Canessa Alfredo Delgado Daniel Fernandez

Roberto François Roy Harley José Luis Inciarte Alvaro Mangino

Javier Methol Carlos Paez Rodriguez Fernando Parrado Ramón Sabella

1
Gustavo Zerbino, uno de los dieciséis sobrevivientes, en el libro: “La sociedad de la nieve”, de Pablo
Vierci, editorial sudamericana, 2008
Marcos Moreno 3 Pol ”C” Pag IV

Adolfo Strauch Eduardo Strauch Antonio Vizintin Gustavo Zerbino

Sucesos que marcaron esta historia de supervivencia:

El accidente ocurrió el 13 de octubre de 1972, cuando el avión militar con 40 pasajeros


y cinco tripulantes que conducía al equipo de rugby Old Christians, formado por
alumnos del colegio uruguayo Stella Maris, se estrelló en la cordillera de los Andes de
Mendoza, Argentina, a 3500 msnm, en ruta hacia Santiago de Chile.

“Gustavo Zervino tubo una premonición que le agrió el animo jovial con el que había
transcurrido su viaje hasta entonces. Después de las siete de la mañana del día
anterior, hasta la parada inesperada en Mendoza, en las estribaciones de la cordillera
argentina, presintió una calamidad que le concernía íntimamente. Minutos antes de
embarcar en el aeropuerto de El Plumerillo, en las afueras de Mendoza, le dijo a
Esther, la mujer del doctor Francisco Nicola, el medico del equipo de rugby, que no
quería subir por que tenía el presentimiento de que el avión se caería. Gustavo
pretendía que Esther lo tranquilizara, por lo que le sorprendió la respuesta: al pie de la
escalerilla le dijo que ella estaba pensando exactamente lo mismo”2

Gustavo fue uno de los Dieciséis sobrevivientes a la tragedia, y a pesar de que en este
caso parecía ser uno de los que estaría mas atemorizado durante esos setenta y dos
días, el fue un pilar muy importante durante esos trágicos momentos, con la valentía
de por ejemplo dejar ir en paz a un amigo (Arturo Nogueira) suyo en la montaña, a
pesar de que él le pedía que no lo deje, pero él sabía que era lo mejor para él(esto
sucede el miércoles 15 de noviembre):

“Arturo Nogueira murió en brazos de su mejor amigo, Pedro Algorta, después de que
lo mantuve con vida durante dos horas. El permanecía arriba, en la hamaca, donde
estuvo desde el accidente, pero lo baje por que tenia demasiado frío. Esas dos horas
le hice respiración artificial, presionaba su pecho, y él respiraba. Pero cuando yo
aflojaba, él sentía que se moría, como que se iba y se asustaba. Entonces le agarraba
la mano unos segundos y se la soltaba despacio, pero cuando lo largaba el me decía

2
Pablo Vierci, “La sociedad de la nieve”, editorial sudamericana, 2008.
Marcos Moreno 3 Pol ”C” Pag V

“No me dejes”, con la misma mano, presionándomela apenas, y yo le decía “Tranquilo,


tranquilo, Arturo”. Empezaba de vuelta, le acariciaba la mano, y cuando se la quería
soltar despacito, para q se fuera en paz, volvía a tomármela, “No me sueltes”, y así
fueron tres, cuatro, cinco veces, y yo le decía: “Arturo déjate ir en paz, me quedo a tu
lado, Pedro esta aquí, déjate ir, ya esta”. El respiraba por que yo le contraía el
diafragma, lo hacia respirar artificialmente con la mano. “Déjate ir, veras que es mucho
mejor para ti”. Esa última vez se lo dije al oído, y termine besándole aquí, en la sien,
hasta que al final lo acepto, y se fue. En paz, por que se le había ido el miedo. Por eso
no me llamo mas y con la mano me hizo así, y la abandono sobre la mía”.3

Cuando uno lee este relato sin saber que es parte de este libro, y esta historia, uno
piensa directamente que es un típico relato de ciencia ficción, de novela, pero no lo es,
fue realidad. Es así como vivían ellos en su sociedad, en la sociedad de la nieve.
Donde los códigos no eran los mismos que en la sociedad de los vivientes. Donde era
común que sucedan estas cosas, sino fíjese en la tranquilidad del relato de Gustavo
sobre la muerte de un amigo suyo, y cómo él buscaba el bien de su amigo, aunque
sea lo más feo, como la misma muerte.

“Tito había pasado una noche de juerga en el casino del Hotel Carrasco, se había
acostado tarde, y, sin darse cuenta había apagado el despertador. Dormirse lo salvo
del desastre. Aunque, veintiún años después, dormirse lo mato. En el verano de 1993,
viajando por el departamento de rocha, en la costa uruguaya, rumbo al balneario La
Paloma, al volante de un vehículo al que se le había roto el parabrisas, y que había ido
a cambiar a Punta del Este, se durmió, y su coche se estrello contra la parte posterior
de un camión. Falleció en el acto”

Esta es la historia de Tito Regules, quien en la mañana de la partida del avión en el


aeropuerto de Montevideo, apagó por equivocación y sin darse cuenta el despertador.
Este echo lo salvo de la tragedia. Esto es una contraposición a lo sucedido, ya que los
16 sobrevivientes, hoy en día están vivos y muy saludables, pero el ya murió, y su
muerte no tubo nada que ver a la tragedia de los andes. Dormirse lo salvo, dormirse
también lo mato.4

3
Relato de Gustavo Zervino, en el libro de Pablo Vierci, “La sociedad de la nieve”, editorial
sudamericana, 2008.
4
Pablo Vierci, “La sociedad de la nieve”, editorial sudamericana, 2008.
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Sobrevivir gracias a sus propios amigos (comer carne humana):

Muchos de ellos lo pensaban seriamente, pero el primero en tener las agallas para
enfrentar la situación fue Fernando Parrado, poco después de morir su hermana, en
un diálogo con su amigo Carlos Páez Vilaro.

-Que estas pensando- le susurro Nando.


-Que no queda nada en la “”despensa”- respondió Carlitos.
-Yo voy a salir de acá, pero para salir tengo que comer, y solo hay cuerpos- dijo
Nando“. Carlitos Páez no respondió. 5

Así fue como Nando fue el primero en instalar este tema, que dejaría muchas
discusiones en el grupo.

“Al quinto día tras el accidente, Adolfo Strauch y Daniel Fernández se lo comentaron a
algunos más del grupo. La estrategia era sumar conciencias, poco a poco, romper
prejuicios y fundamentalmente convencerlos de que valía la pena. Mientras unos lo
escuchaban en silencio, otros reaccionaban en forma airada, incluso agresiva.
Alguno prefirió no escuchar lo que estaban proponiendo, como si fuese la peor de las
blasfemias. Otros asentían con las miradas, sin mover la cabeza, ni decir palabra”.6

Así, ellos cruzaron una barrera, ya estaban en la plena supervivencia, sólo importaba
vivir, y así fue como cada uno de ellos ofreció su cuerpo si llegara a morir en la
montaña, diciendo que estaría muy orgulloso de que puedan haber salido de la
montaña gracias a él.

Los daban por muertos y ellos mismos lo sabían perfectamente:


La búsqueda se suspendió ocho días después del accidente. En el undécimo día en la
montaña los supervivientes escucharon por una radio de pilas, con consternación que
se había abandonado la búsqueda.

El Alud, una gran barrera entre los que parecían tener destino de
salvación, y los que parecían tener la muerte como única salida:
5
Pablo Vierci, “La sociedad de la nieve”, editorial sudamericana, 2008.
6
Pablo Vierci, “La sociedad de la nieve”, editorial sudamericana, 2008.
Marcos Moreno 3 Pol ”C” Pag VII

La noche del 29 de octubre, a 16 días ya de la caída, una nueva tragedia se cernió


sobre el resto del avión y los muchachos, en la noche a eso de las 23:00 un alud se
deslizó y sepultó los restos del Fairchild FH-227D, ingresando por el boquete de la
parte posterior, arrasando el muro provisional y sepultando a quienes dormían en su
interior, salvo a un joven, Roy Harley, quien desesperadamente comenzó a cavar en
busca de los que yacían bajo la nieve. Pese a los desesperados intentos de rescate
por sus compañeros, ocho personas murieron asfixiadas bajo la nieve, incluyendo al
capitán del equipo Marcelo Pérez y al último pasajero de sexo femenino, Liliana
Navarro de Methol. No obstante, el enterramiento del fuselaje permitió al resto de los
sobrevivientes no morir congelados más adelante.

“El Alud llego un día gris, en que decidí dormir en las hamacas con los dos heridos
graves. Entramos temprano al fuselaje por que hacia mucho frío y estaba nublado. El
ánimo general estaba bajo. Rezamos el rosario, pero luego todos permanecimos
callados, no hubo historias interesantes y entretenidas de Pancho, no hubo cuentos de
Carlitos, ni proyectos de Javier, ni escuchábamos la ilusión de Nando de escapar a la
trampa. Como si algo se estuviera preparando, como si se estuviera gestando esa
decisión tan siniestra de quienes sobrevivirían esa noche y quienes no lo
conseguirían. Todos estaban soñolientos, por que era muy difícil dormir de verdad en
el fuselaje. De repente sentí un temblor, y enseguida una trepidación y un flash
escalofriante, cuanto entro esa masas de nieve por la parte de atrás, donde esta
tapiado el avión. Al entrar el Alud, todas las valijas, la mampara y la puerta de
emergencia que allí habíamos colocado, junto con la nieve, nos apretó a los que
estábamos colgando en la hamaca de tal forma, que nos impedía mover y bajar.
Quedamos aprisionados por esa masa de nieve y objetos que no nos sepulto, por que
estábamos muy alto. Cuando mire hacia abajo, espantado, no se veía prácticamente
nada, pero en la penumbra distinguí ese manto de nieve que cubría mas de un metro
de altura del avión, y que, pensé, no había dejado a nadie con vida”7

Finalmente el alud dejo ocho terribles muertes que marcaron la historia, y es así que
los mismo diez y nueve sobrevivientes hasta entonces, pensaban que si habían
superado esta prueba, tenían que salvarse, y así es como dieciséis consiguen la
hazaña al cabo de setenta y dos días.

7
Álvaro Magninio, en el libro de Pablo Vierci, “La sociedad de la nieve”, editorial sudamericana, 2008.
Marcos Moreno 3 Pol ”C” Pag VIII

La suerte estaba echada: La excursión final:


Martes 12: Canessa, Parrado y Vizintín salen en la última expedición rumbo al oeste
para encontrarse con los valles de Chile. Esa noche duermen al lado de una gran roca
y dentro del saco de dormir, que previamente habían fabricado.

Miércoles 13: Canessa descubre una línea a lo largo del valle, lo cual hace creer que
es una carretera. No lo menciona y siguen ascendiendo. A la tarde llegan a un lugar
similar al que habían dormido la noche anterior y deciden quedarse allí. Canessa
comenta lo de la carretera y crea una discusión, él por su parte pensaba en volver e ir
hacia aquel lugar y Parrado lo consideraba una locura. Finalmente se disponen a
dormir sin haber llegado a una conclusión.
Mientras tanto en el avión, Zerbino y Fito suben a buscar los cadáveres ya que se les
estaban acabando las provisiones. Encuentran uno, pero lo dejan a varios metros del
avión porque se sentían cansados.

Jueves 14: Vizintín y Parrado continúan la ascensión hasta la cima, mientras Canessa
se queda en el lugar donde durmieron, admirando lo que el cree es una carretera.
Finalmente Parrado llega al pico de la montaña y al mirar del otro lado descubre un
cordón de montañas interminables.
Aquel día deciden que Vizintín debe dejar su ración y regresar al Fairchild para que a
Canessa y Parrado les durase mas el alimento y así poder seguir caminando hasta
hallar la civilización en Chile. Esa noche la pasan en el mismo sitio que el día anterior.
En el avión Páez y Algorta suben por el valle en busca de mas cuerpos. Encuentran
uno y lo tapan con nieve para que el sol no lo pudra.

Viernes 15: A la mañana los 13 que quedaron en el avión ven que algo se desliza por
la montaña. Al principio creyeron que era una roca, pero después se dan cuenta que
era Vizintín que estaba utilizando como trineo, uno de los asientos del avión. Al llegar
explica a todos que Canessa y Parrado seguirían hacia Chile y que les dejó su parte
de la comida.
Ese día Fito, Zerbino y Algorta suben a buscar el cuerpo que habían encontrado el día
anterior. Al volver se enteran que los demás escucharon por la radio que la cruz
construida por ellos fue descubierta por un C-47 de nacionalidad uruguaya.

Sábado 16: Canessa y Parrado siguen la ascensión hacia la cumbre, lugar donde
Parrado ya había estado. Tardaron tres horas en llegar y allí buscaron el mejor camino
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para descender. Llegada la tarde, habiendo descendido un buen tramo del camino, se
disponen a dormir.

Domingo 17: Los que quedaban en el avión se enteran por radio que la cruz hallada
por el C-47 era de un grupo de meteorólogos argentinos.
Parrado y Canessa al mediodía llegan a la base de la montaña y siguen andando por
el valle que habían acordado cuando estaban en la cima. En una de las paradas que
hacen para descansar ven un pequeño arrollo y a su lado descubren musgo y juncos.
Era el primer signo de vegetación que veían desde el día del accidente. Canessa a
pesar de su cansancio va buscar algunas hiervas y se las come.

Lunes 18: Siguen la marcha por el valle. Parrado se pone impaciente por ver que hay
al final del camino y acelera el paso, dejando a Canessa varios metros atrás.
Finalmente el valle de nieve se termina y lo que ven es extraordinario, ya no hay nieve,
sino que hay cantidades de flores, arbustos y un río por el cual el agua baja en
dirección oeste. Allí ven animales, descansan un buen rato y después siguen por el
lado derecho del caudal. Después de un rato Canessa se da cuenta que ha perdido los
anteojos para el sol, por lo cual debe retroceder a buscarlos, ya que si no lo hacía
podría quedarse ciego debido al reflejo del sol en la nieve. Luego, para continuar su
marcha se ven obligados a cruzar el torrente. Finalmente se disponen a pasar la mejor
noche desde que salieron del avión.

Martes 19: En la mañana de aquel día Canessa ve un grupo de vacas, lo que los
alienta a seguir caminando. Mas adelante encuentran el primer signo de civilización,
una lata vacía de sopa. Luego encuentran la herradura de un caballo. Mas tarde
vuelven a ver las vacas y algunos árboles talados, lo que aseguraba la presencia de
civilización. Después de esto se acuestan para dormir, estando seguros de su
salvación.

Miércoles 20: Se despiertan y no ven a las vacas. Se deshacen de las cosas que
creen que ya no van a necesitar, como el saco de dormir. Siguen andando por el valle,
pero no encuentran mas signos de civilización, lo que los hace alarmar. Canessa
comienza a sentirse enfermo, por lo cual Parrado debe llevar las dos mochilas.
Finalmente llegan a un lugar donde descubren un corral con paredes de piedra y una
puerta. Pasan la noche junto a unos árboles cerca del lugar. Antes de echarse a
dormir, Parrado se da cuenta que el río que estaban siguiendo se junta con otro, lo
cual les impide el paso para continuar. Cuando él se va a buscar leña, Canessa
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reconoce un hombre a caballo del otro lado del río y empieza a gritarle a Parrado para
que vaya a su encuentro, ya que él no podía caminar. Parrado corre hacia el río en
busca del jinete, pero no lo ve y regresa junto a Canessa quién también lo ha perdido
de vista. Mas tarde oyen un grito y esta vez ven a tres hombres del otro lado. Los dos
piden socorro desesperadamente y hacen gestos de súplica. Uno de los tres hombres
se acerca a la orilla del río y grita algo, de lo cual Canessa y Parrado solo pueden
entender “mañana”. Finalmente se acuestan a dormir felices por lo acontecido.

Jueves 21: En el avión, Carlos Páez y Daniel Fernández tienen el presentimiento que
los dos expedicionarios llegaron a Chile y encontraron ayuda.
En la mañana de aquel día Parrado y Canessa ven a los tres hombres al lado de la
cabaña. Parrado se acerca al río y grita a las personas. Uno de ellos baja hacia la
orilla y en un papel escribe que ha mandado a un hombre a verlos y que es lo que
desean. Lugo de escribir esto envuelve el papel en una piedra y se lo lanza a Parrado.
Este escribe lo siguiente:
“Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Hace 10 días
que estamos caminando. Tengo un amigo herido arriba. En el avión quedan 14
personas heridas. Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos como. No
tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar a arriba?. Por
favor, no podemos ni caminar. ¿Dónde estamos?”8.
Este fue el primer gran signo, ya sentían la salvación muy cerca. El milagro se estaba
gestando. Esa carta quedo, y supongo que quedara en la historia. Esa Carta significo
la salvación para el grupo uruguayo.
Cuando termina, utiliza el mismo método para devolver el papel. El hombre lo lee e
indica que ha entendido su problema. Antes de irse, este arroja un pan al otro lado del
río y Parrado lo recibe. Unas horas después llega un hombre a caballo al lugar dónde
están Canessa y Parrado. Brevemente le explican su aventura al arriero, este les da
pan y luego los lleva a la cabaña, donde comen sin cansancio. Allí, junto al tercer
jinete, los nativos les explican que la persona que los había descubierto fue a llevar la
carta a los carabineros. A la tarde llega al lugar un grupo de carabineros y Sergio
Catalán, el arriero que los descubrió. El jefe de arrieros pide a Santiago tres
helicópteros para el recate de los demás sobrevivientes.
Aquel día los muchachos que todavía quedaban en el avión sintonizaron la radio y lo
primero que escucharon fue la noticia que un arriero había hallado a dos
sobrevivientes del avión uruguayo perdido el 13 de Octubre pasado.

8
Pablo Vierci, “La sociedad de la nieve”, editorial sudamericana, 2008.
Marcos Moreno 3 Pol ”C” Pag XI

Conclusión:

“Para los dieciséis sobrevivientes a esta tragedia, se les marco en la


frente una línea bien remarcada en sus vidas. Nando parrado, en uno de
sus relatos en este libro dice:
¿Por qué regrese y regreso tantas veces a aquellas montañas? Allí están
mi madre y me hermana. Y allí está el signo que llevo marcado en la
frente.”

“¿Que fuimos? Un grupo de jóvenes desgraciados. ¿Que somos? Un


grupo de hombres adultos buscando un sentido a una tragedia que nos
sucedió. Por el echo de contar esta historia, jamás creí tener un don
especial. He ido a la universidad de Harvard a hablar de medicina y ahí
obtengo la respuesta adecuada, medida: me escuchan y basta. Pero
hablo de los andes y los conmuevo, lloran, preguntan, me abrazan. Por
que es una historia que cuando uno la escucha se la lleva en el alma: se
va con mucho más de lo que llego. Yo no soy mas que un narrador, con el
agregado que estuve allí, soy la prueba fehaciente de que en verdad
sucedió.”9

Como conclusión podemos afirmar que los sobrevivientes de esta hazaña que les
marco su vida, no temen en contar todos los detalles sobre esos setenta y dos días,
por que no les importa la opinión de los demás, ellos estuvieron ahí, y ellos saben que
sus compañeros muertos en la montaña, hubiesen querido que ellos mismo comieran
sus cuerpos para que los demás se salven, y tal es así que nunca hubo ningún
reproche de algún familiar de los muertos en la montaña. Por que ellos formaron su
propia sociedad en las montañas:”La Sociedad de la nieve”.

9
Relato de Roberto Canessa, en el capitulo 2, de el libro “La sociedad de la nieve”, de Pablo Vierci,
editorial sudamericana, 2008.
Marcos Moreno 3 Pol ”C” Pag XII

Bibliografía:
Pablo Vierci, “La sociedad de la nieve”, editorial sudamericana, 2008.

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