Está en la página 1de 8

PRÁCTICA: FORMACIÓN DEL SUELO

1. Defina ampliamente, con detalles y de ser el caso con ejemplos, los siguientes
términos:
a) Pedología: Es el estudio de los suelos en su ambiente natural. Es una de las dos
ramas de la ciencia del suelo siendo la otra la edafología, esta última más
relacionada con la agronomía por dedicar su estudio al aprovechamiento de los
suelos. La pedología, en cambio, está relacionada y se considera también como
una rama de la geografía que estudia el suelo en lo concerniente a
la pedogénesis (el origen del suelo, su formación), clasificación, morfología,
taxonomía, y también su relación e interacción con el resto de los factores
geográficos.
b) Geomorfología: Es una rama de la geografía física y de la geología que tiene
como objetivo el estudio de las formas de la superficie terrestre enfocado a
describir, entender su génesis y su actual comportamiento. Se puede subdividir, a
su vez, en tres vertientes: geología estructural que trata de la caracterización y
génesis de las “formas del relieve”, como unidades de estudio. La geología
dinámica, sobre la caracterización y explicación de los procesos de erosión y
meteorización por los principales agentes (gravedad y agua). Y la geología
climática, sobre la influencia del clima sobre la morfogénesis (dominios
morfoclimáticos).
Por su campo de estudio, la geomorfología tiene vinculaciones con otras ciencias.
Uno de los modelos geomorfológicos más popularizados explica que las formas
de la superficie terrestre son el resultado de un balance dinámico —que
evoluciona en el tiempo— entre procesos constructivos y destructivos, dinámica
que se conoce de manera genérica como ciclo geográfico.
La geomorfología se centra en el estudio de las formas del relieve, pero dado que
éstas son el resultado de la dinámica litosférica que en general integra,
como insumos, conocimientos de otras ciencias de la Tierra, tales como
la climatología, la hidrografía, la pedología, la glaciología, y también de otras
ciencias, para abarcar la incidencia de fenómenos biológicos, geológicos
y antrópicos, en el relieve. La geomorfología es una ciencia relacionada tanto con
la geografía física como con la geografía humana (por causa de los riesgos
naturales y la relación hombre medio) y con la geografía matemática (por causa
de la topografía).
c) Paleogeografía: Es el estudio que tiene como objetivo la reconstrucción de las
condiciones geográficas existentes en la superficie terrestre a lo largo de
los tiempos geológicos. Es el estudio de la geografía en tiempos pasados. Esta
disciplina se aborda principalmente desde la geología histórica, y también desde
la geografía. Las reconstrucciones paleogeográficas son posibles a partir de las
evidencias que aportan otros campos de las ciencias de la Tierra: estratigrafía,
indicadores paleoclimáticos, pedología, paleontología, tectónica, etc.
Predecir cambios en la dinámica y compleja superficie de la tierra no es una tarea
simple. En la mayoría de casos, no existe un adecuado registro de información
que permita inferir conclusiones aceptables. A esto se le suma el hecho de que
gran parte de las formas presentes en la superficie han evolucionado en tiempos
geológicos (millones de años), muchas veces producto de condiciones geográficas
bastante diferentes a las actuales. Esta dimensión histórica es una componente
muy importante en el análisis de formas relictas y es sujeto de estudio de la
paleogeografía. Basándose en la premisa del uniformismo que implica que los
procesos contemporáneos pueden usarse para inferir los procesos en el pasado, y
con el soporte evidencial de la estratigrafía y precisas técnicas de fechado, este
enfoque de la geografía es de primordial importancia para situar en contexto
muchos procesos y accidentes geográficos actuales.
Los estudios paleogeográficos están basados en evidencias científicas de todo
tipo, como son accidentes geográficos relictos, paleosuelos, análisis de las rocas
sedimentarias, fósiles, entre otros que permiten reconstruir la paleogeografía de
un determinado intervalo temporal conociendo con ello el tipo de clima, la
conformación del relieve, el tipo de régimen hídrico, las clases de suelos
existentes en la época, la distribución de las tierras emergidas, de los hielos, de
los mares epicontinentales, de las cuencas oceánicas, deducir qué zonas estaban
sumergidas y en qué época lo estaban, e incluso modelar la evolución
paleogeográfica de un lugar, paisaje o región determinada, permitiendo con ello
comprender la existencia de importantes rasgos en el paisaje que no se explican
con la dinámica geográfica actual.
d) Suelos Zonales: Se llaman así a aquellos que han evolucionado en equilibrio con
los factores bioclimáticos generales (clima y organismos vivos). Ejemplos de
suelos zonales se han visto en esta misma guía en la Figura 6. En general, estos
suelos ocupan grandes extensiones ya que las variaciones climáticas son
graduales en las regiones llanas (por ejemplo, zona núcleo de producción agrícola
de Argentina). También pueden observarse en extensiones menores si existe un
factor orográfico que condicione el bioclima como ocurre en la región de la
llanura Chacopampeana de la provincia de Tucumán, que presenta un gradiente
decreciente de precipitaciones y cambios en la vegetación natural. Los suelos se
han desarrollado en correspondencia con el clima, con desarrollo de Argiudoles
típicos en la subregión subhúmeda-húmeda de la región de la Llanura
Chacopampeana (perfil A Bt C); Haplustoles típicos en las subregión subhúmeda-
seca (perfil A Bw C) y Haplustoles énticos (perfil AC) en la subregión semiárida.
Algunos ejemplos de Órdenes de suelo que ocupan amplias regiones en el mundo
son los Oxisoles y Ultisoles de las regiones tropicales húmedas; los Espodosoles
de las regiones frías y húmedas; o los Molisoles bien drenados de las regiones
templadas subhúmedas.
e) Suelos Intrazonales: Son aquellos suelos que resultan de la acción preponderante
de un factor local (material originario o relieve) independientemente de la zona
climática y de la vegetación en la que evolucionen. Los suelos en los que la
impronta del material originario es dominante en la génesis del suelo se llaman
suelos intrazonales litomórficos. Un ejemplo lo constituyen los suelos del Orden
Vertisoles en donde el material parental, rico en arcillas expansibles, domina los
procesos de evolución del suelo. Otro ejemplo típico de intrazonalidad por causa
del material originario son los Andisoles, en los que minerales de corto rango
llamados alófanos, que son de origen volcánico, prevalecen en los procesos
evolutivos del suelo. En otros casos, el exceso de carbonato de calcio en el
material originario determina la dominancia del proceso de carbonatación, que
origina suelos intrazonales calcimórficos.
f) Suelos Azonales: Existen suelos que no pertenecen a ninguno de los dos grupos
anteriores. Son aquellos que no presentan estratificación o diferenciación del
perfil debido a que todavía son suelos muy jóvenes, ya sea porque se encuentran
en áreas de fuerte pendiente en las que predomina la erosión sobre la formación,
o en llanuras de inundación de cursos de agua que aportan continuamente
materiales nuevos. El Orden que típicamente representa a este tipo de suelos es
de los Entisoles.
g) Roca Madre: En edafología se denomina roca madre, base rocosa, sustrato
rocoso u horizonte D, a la roca consolidada bajo las zonas recubiertas por
materiales alterados o disgregados, suelos o regolitos, de la superficie de
un planeta terrestre, por lo general de la Tierra. Es el horizonte basal de
la estructura de un suelo. Cuando la roca madre experimenta la meteorización del
subsuelo, se forma un saprolito en su límite superior: una zona entre la roca
inalterada y el suelo de rocas fragmentadas y meteorizadas no consolidadas.
La base rocosa de un suelo se conoce también como roca matriz y la
identificación de esta, a través de excavaciones, perforaciones o por
métodos geofísicos, es una tarea importante en la mayoría de los proyectos
de ingeniería civil.
Los depósitos superficiales pueden ser extremadamente gruesos, de tal manera
que la roca madre se encuentra a cientos de metros bajo la superficie.
Los mapas geológicos, por lo general, presentan la distribución de los diferentes
tipos de roca de un área sin los recubrimientos superficiales de poco espesor, es
decir, las rocas que se verían expuestas si los suelos y otros depósitos de escasa
entidad fueran eliminados. Para cartografiar los suelos se realizan mapas
específicos, los mapas edafológicos o de suelos.
h) Regolitos: “Regolito” es el término general usado para designar la capa de
materiales no consolidados, alterados, como fragmentos de roca,
granos minerales y todos los otros depósitos superficiales, que descansa
sobre roca sólida inalterada. Alcanza su máximo desarrollo en los trópicos
húmedos, donde se encuentran profundidades de varios centenares de metros de
roca alterada. Su límite inferior es el frente de meteorización.
También se define como regolito la capa continua de material fragmentario,
incoherente, producida por impactos meteoríticos, que forma normalmente los
depósitos superficiales en planetas, satélites y asteroides donde la atmósfera es
delgada o ausente; el ejemplo clásico es el regolito lunar, con varios metros de
espesor, con componentes que varían desde bloques de tamaño métrico hasta
polvo microscópico y partículas de vidrio.
i) Agregados del suelo: La estructura del suelo se define por la forma en que se
agrupan las partículas individuales de arena, limo y arcilla. Cuando las partículas
individuales se agrupan, toman el aspecto de partículas mayores y se
denominan agregados.
La agregación del suelo puede asumir diferentes modalidades, lo que da por
resultado distintas estructuras de suelo. La circulación del agua en el suelo varía
notablemente de acuerdo con la estructura; por consiguiente, es importante que
conozca la estructura del suelo donde se propone construir una granja piscícola.
Aunque quizás no pueda recopilar toda esta información por cuenta propia, los
técnicos especializados del laboratorio de análisis de suelos podrán
suministrársela después de examinar las muestras de suelo no alteradas que tome.
Le podrán decir si la estructura del suelo es mala o buena (poros/canales capilares,
red, etc.). También podrán ofrecerle información sobre el grado de circulación del
agua o la permeabilidad.

2. Explique ampliamente sobre los factores formadores del suelo. Detalle sobre
cada uno de ellos.
3. Procesos químicos en la formación de suelos.
4. Participación de la Precipitación y humedad en la formación del suelo.
5. Participación de la Temperatura en la formación del suelo.
6. Participación de los organismos en la formación del suelo.
7. Participación del hombre en la formación del suelo.

Hans Jenny fue profesor de la ciencia del suelo de la Universidad de California,


Berkeley; fue el primer científico en definir los factores de formación del suelo en su
libro “Factors of Soil Formation: A System of Quantitative Pedology”, el cual fue
publicado en 1941. En su libro planteó la Ecuación de los Factores de Estado:
S = f (cl, o, r, p, t);
Dónde: S = Suelo, f= en función de, cl= clima, o= organismos, r= relieve, p= roca
madre y, t= tiempo.
Jenny describió que la formación del suelo está influenciada por cinco factores
independientes, pero que interactúan entre sí para dar lugar al suelo. Estos factores
son: material parental o roca madre, clima, relieve o topografía, biota (organismos) y
tiempo.
Los científicos de la ciencia del suelo clasifican a los cinco factores de formación del
suelo como: factores activos y factores pasivos. El clima y la biota se identifican como
los factores activos de la formación del suelo, debido a que su influencia sobre el
desarrollo del suelo puede observarse directamente; Por ejemplo: lluvia, altas y bajas
temperaturas, viento, microrganismos (algas y hongos), lombrices de tierra y
animales excavadores. Por otra parte, los factores pasivos son el tiempo, la topografía
y el material parental, porque sus efectos no se observan directamente.

El papel de la litología en la formación de los suelos

La roca sobre la que se forma el suelo suele denominarse material parental u


originario. Puede tratarse de una roca consolidada, un depósito no consolidado e
incluso un suelo pre-existente. Se constituye en un elemento pasivo sobre el que
actúan el resto de factores formadores. Un mismo tipo de roca, bajo diferentes
condiciones del medio (en especial el régimen de humedad y de temperatura), puede
dar lugar a suelos con distintas características. Por otro lado, rocas diferentes bajo un
clima suficientemente enérgico, y actuando durante un tiempo suficientemente
prolongado, puede dar suelos similares. Pero lo habitual es que la influencia del
material originario se deje sentir en propiedades edáficas como la textura, la reacción,
la pedregosidad, el color, etc. Así, suelos sobre granitos tenderán a formar suelos de
texturas arenosas, permeables, y en condiciones húmedas, de reacción ácida. Por el
contrario, suelos sobre calcilutitas (margas) tienen texturas más arcillosas o limosas,
baja permeabilidad y reacción de neutra a básica según el clima. Los suelos sobre
sustratos yesosos en el centro del Valle Medio del Ebro presentan altos contenidos de
yeso, con un claro gradiente en profundidad (Badía et al., 2013).

Participación de la Temperatura en la formación de los suelos

El clima influye directamente en la humedad y la temperatura del suelo, e


indirectamente a través de la vegetación. La temperatura y la precipitación influyen
en los procesos de alteración y transformación mineral, modificando la velocidad de
muchas reacciones químicas que se dan en el suelo. La temperatura condiciona el tipo
de meteorización, predominantemente física con bajas temperaturas, más química
con altas temperaturas. La disponibilidad de agua y su flujo influye sobre gran
cantidad de procesos edáficos, movilizando e incluso eliminando componentes del
suelo.

El papel del relieve en la formación de los suelos

La formación del suelo se ve condicionada por la posición que ocupa en el relieve al


afectar a la redistribución de masa y energía. En superficies más estables, como son
las plataformas estructurales y los glacis, se prolonga la acción del resto de factores
formadores y el perfil edáfico alcanza un mayor grado de organización y, por tanto
de desarrollo de horizontes (horizonación). En cambio, sobre superficies más
inestables, como escarpes, fondos de valle o llanuras de inundación, el suelo es
rejuvenecido continuamente (por erosión o cumulización) lo que limita la
horizonación. Según las características de la forma del relieve (inclinación, longitud,
orientación de la ladera) y por la posición del suelo en la misma, los efectos pueden
ser distintos. Así, la inclinación y longitud de la ladera afectan a la velocidad de
escorrentía y erosión. La posición que ocupa el suelo en el relieve condiciona su
espesor, drenaje, presencia de sales, etc. La orientación afecta al microclima
(radiación recibida, temperatura y humedad del suelo), de forma que los suelos en
umbría presentan mayor espesor y contenido en materia orgánica que los suelos en
solana.

Participación de los organismos en la formación de los suelos

La participación de una amplia variedad de formas biológicas (animales, bacterias,


hongos, algas) resulta trascendental en el funcionamiento de los ciclos del carbono,
del nitrógeno, etc. La vegetación ejerce una serie de acciones tanto directas como
indirectas en la formación y conservación del suelo. Entre las primeras destacan el
aportar materia orgánica, acelerar la meteorización e incrementar la porosidad y el
movimiento del agua y el aire. Entre las indirectas destaca el efecto pantalla que el
dosel o cubierta vegetal impone sobre el clima edáfico, al sombrear, al interceptar las
gotas de lluvia, frenar la escorrentía superficial (o sea aumentar la infiltración) y, por
tanto, reducir la erosión hídrica, además de la eólica. Además, el sistema radicular
respira, segrega sustancias y absorbe agua por lo que tiene efectos sobre la
translocación y lavado de sustancias en el suelo, por ejemplo, de carbonatos.
Interviene en los ciclos biogeoquímicos al absorber nutrientes en solución que fija en
sus tejidos temporalmente. En casos particulares, la vegetación ejerce efectos
alelopáticos.

El papel del tiempo en la formación de los suelos

Cada uno de los factores anteriormente comentados ejercen su influencia en la


formación del suelo a lo largo del tiempo dando lugar a características morfológicas
distintas. Los suelos jóvenes e inmaduros son aquellos que han desarrollado pocas
propiedades y que sus horizontes están poco desarrollados. A medida que van
evolucionando, sus características se desarrollan más rápidamente originando suelos
más profundos y también más diferenciados los unos de los otros.

Participación del hombre en la formación del Suelo

En esta bitácora hemos ya mostrado sobradamente como el hombre ha transformado


casi toda la edafosfera del planeta. ¡Nadie lo duda! Ahora bien, se han venido
utilizando argumentos peregrinos y falaces a la hora de mostrar que el suelo es un
recurso no renovable. Una de las majaderías más utilizadas en la literatura científica
nos viene a decir que “hacen falta unos mil años para que se forme 1 cm de
suelo”. ¡Así llamamos la atención del público y políticos, so pena que a la postre, en
el futuro, se nos tache de chapuceros, o peor aún, de tramposos! Esta cifra es lo que
en su día denominamos un falso tópico impregnante de la literatura científica. Las
razones más que obvias son triviales. ¿Tarda lo mismo en edafizarse una roca dura
como la cuarcita que sedimentos no consolidados como lo son el loess o las cenizas
volcánicas? Resulta difícil de entender como los expertos han reiterado esta frasecita
(porque de inferencia científica no tiene nada) “ad nausean”, a pesar de lo ridícula
que resulta tal generalización. Del mismo modo, soslayamos la incorporación de
materiales acarreados por la atmósfera, que a menudo pueden ser mayores que los
desprendidos por la roca madre al edificarse. Pero también el grado de
alteración biogeoquímica de los materiales parentales depende del clima,
constándose de paso que la profundidad del regolito subyacente afecta al grado de
edificación de las rocas bajo el mismo. Obviamente no pretendemos ser exhaustivos,
aunque debemos recordar que el elevamiento de tierras y la continua adición de
materia orgánica por el hombre al medio edáfico, engrosando sus horizontes
superficiales han sido muy frecuente desde los albores de la agricultura en todos los
continentes, modificando drásticamente la estructura, dinámica y evolución de los
medios edáficos. ¿Y qué decir de la erosión y otros fenómenos degradativos?

Del mismo modo, cuando analizamos el efecto de las prácticas humanas sobre el
sistema suelo, solemos concentrarnos en los centímetros superficiales, soslayando
por completo el impacto sobre los más profundos.

Científicos de EE.UU. han remuestreado en Iowa 82 perfiles tras 50 años de


agricultura intensiva, analizando sus efectos hasta los 150 metros de profundidad,
demostrando que en las partes bajas del perfil se producen cambios sustanciales,
algunos de los cuales son incluso positivos (para la producción alimentaria), como
el aumento de la materia orgánica y el descenso de la capa freática, que como
corolario pueden acelerar la edafogénesis. El estudio se encuentra en acceso abierto
y podéis leerlo en detalle, por lo que os mostramos más abajo, al final de este post, el
modo de acceder a él.

¿Habrán dado los investigadores de este estudio con la piedra filosofal que nos ayude
a resolver el problema? Lo dudo mucho, si bien se trata de un paso hacia adelante. La
cuestión dista mucho de estar resuelta, por cuanto la lógica dicta que la formación de
suelo es multifactorial, dependiendo de numerosos factores, sinergias,
retroalimentaciones positivas y negativas, etc. Dicho de otro modo, no podemos
generalizar/fijar fechas concretas, sino que además debemos tener en cuenta la
historia del territorio, e incluso efectos aparentemente tan nimios como la remoción
de ciertos perfiles por la muerte/caída de un simple árbol.

Así mismo, tampoco podemos olvidarnos que las acciones humanas del pasado han
alterado los ecosistemas aéreos de tal modo, que estos afectaron la naturaleza de los
suelos subyacentes. Un caso palmario, entre otros muchos, deviene de la
transformación por el fuego y otras prácticas de antiguas selvas subtropicales ahora
convertidas en sabanas. Pero hay más, mucho más.

Nadie duda, de que el impacto humano ha sido un factor formador del suelo, desde el
nacimiento de loa agricultura, aunque algunos lo añaden como un factor en
la ecuación de Jenny y otros lo soslayan. Sin embargo, hemos visto y lo seguiremos
haciendo, como la transformación de la edafosfera por la acción humana comienza a
ser enorme ya en tiempos paleolíticos, es decir miles de años antes del advenimiento
de la agricultura. Seguimos sufriendo un sesgo agronómico utilitarista que nos impide
atisbar un palmo más allá de nuestras narices. Leer literatura de otros campos resulta
imperioso si deseamos quitarnos la boina de agrónomos, dejar se seguir diciendo
sandeces y comportarnos como una comunidad científica digna de llevar tal nombre.

También podría gustarte