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TALLER ESTEREOTIPOS Y PREJUICIOS

Por: Luisa Fernanda Campos

Un otro que es extraño, diferente y alejado, al cual le ocurren cosas y tiene pensamientos
diferentes a los míos, un otro que nunca se llega a conocer del todo, porque no logramos eso ni
siquiera con nosotros mismos. Los prejuicios están en cada uno de nosotros, socialmente se
nos inculcan y es difícil romper con patrones que están tan interiorizados, porque aunque
conocemos los males de ser prejuiciosos y tener estereotipos, a cada uno de nosotros, en nuestro
día a día, le pasa por la cabeza algún pensamiento por este estilo, en el cual nos ubicamos por
encima de ese individuo que nombramos diferente, y nos creemos con la autoridad de encasillar
y juzgar su accionar, pensar o vestir.

Para mí es difícil decirlo, y creo que lo negaría si me lo preguntan, pero más de una vez he
juzgado o criticado a muchas mujeres por lo que llevan puesto, las he encasillado en grupo de
fáciles o les he quitado toda su diversidad llamandolas “únicas y diferentes”, a veces no
comprendo la necesidad de minimizar al otro, quitarle su identidad y todas sus luchas, porque
creo que es eso lo que hacemos cuando los prejuicios invaden nuestra mente. Pero es algo tan
simple y la vez tan complejo, ser prejuiciosos es un modo de protegernos, nos da temor lo
desconocido, ese otro que se enfrenta al mundo de una manera diferente.

No toleramos la diferencia, pero la promovemos, somos incapaces de aceptar que el otro


comprenda el mundo a su forma, por esa misma razón encontramos tanta segregación y
discriminación, sobre todo en un país como el nuestro, donde sino estás conmigo estás en mi
contra, porque nos hablan de diferencia pero no nos educan para el respeto, para comprender
que el otro también enfrenta luchas y se ve enfrentado cara a cara contra el mundo como
nosotros, al desnudo y temeroso de lo que en él habita.

Soy una construcción social, que cada uno de los momentos que he vivido me han llevado a
ser lo que soy, y que estoy en constante cambio, que evoluciono y me transformo, pero por
momentos se me olvida que esto también le pasa a los demás, que ellos no son los mismo todo
el tiempo y que la imagen que yo construyo de ellos en mi cabeza no puede quedarse estática
en una acción o en una idea, no puedo juzgarlos por lo que fueron porque no quiero que me
juzguen por lo que yo fuí, a veces la mejor manera de comprender al otro suele ser
comprendiendonos a nosotros mismos.

Creamos fronteras para protegernos de lo externo, de ese otro que llamamos diferentes y de su
mundo, lugares a los que él no puede entrar porque no queremos que entre y si logra hacerlo,
puede ser expulsado en cualquier momento, porque nos creemos con la autoridad de hacerlo,
porque según nosotros, él no es nativo de este lugar. En todo este proceso, en la forma en que
nos aislamos y los aislamos, hay un juego de poder, nos enfocamos tanto en nosotros mismos
en que el mundo se adapte a nosotros y a nuestros derechos que olvidamos por completo
nuestros deberes, estamos tan enfocados en gritar y luchar por nuestro derechos que nos
olvidamos por completo del que está al lado.
Debemos de dejar de vernos como competencia, como rivales o como peligros constantes, al
individualizarnos nos deshumanizamos, nos ponemos unos contra otros y no nos importan las
causas ajenas, pues eso no nos toca, no nos importa al otro, por eso lo juzgamos y encasillamos,
nos creemos superiores a ese otro que nos es tan diferente pero que nos esforzamos por creer
que sí.

Para finalizar, me gustaría terminar con el poema de Martin Niemöller, Primero vinieron o
también conocido como Los indiferentes, que nos muestra lo crucial que es el separarnos y
dividirnos en categorías que nos inventamos.

Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio,


porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío,
Cuando finalmente vinieron a buscarme a mi,
no había nadie más que pudiera protestar.

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