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Museos y

patrimonio:
fracturando la
estabilidad y la clausura
Mireya Salgado1 Como una manera de definir su lugar en
el mundo, la subjetividad moderna recogió y
Los museos ocupan un lugar complejo en el coleccionó objetos, vestigios, imágenes, docu-
mundo actual y en las nociones de patrimo- mentos, que quería o quiere salvar de la des-
nio. Desde su nacimiento han estado unidos a trucción. El museo es una institución moder-
instituciones y conceptos totalizadores cuyo na y desde su nacimiento se ha constituido en
desmoronamiento estamos presenciando. Sin defensor del patrimonio y de la identidad,
embargo, viven un tiempo contradictorio en compañeros inseparables de su recorrido, y
el que, junto a la revisión de sus fundamentos que hoy, como tantos otros conceptos, viven
y el cuestionamiento de sus funciones y su fu- tiempos de dudas y redefiniciones. Desde esa
turo, crecen en número a un ritmo sin prece- perspectiva, es pertinente preguntarse por lo
dentes y se han convertido en espacios cultu- que pasa con el museo, como institución, en
rales clave.2 Ligados a las nociones cada vez tiempos en los que todo lo sólido -el estado na-
más inestables e inasibles de autenticidad, a ción, la modernidad misma, la razón- se des-
grandes narrativas lineales, al estado nación, vanece en el aire (Berman 1997).
entre otras, los museos como centros cultura-
les polivalentes son hoy un espacio de fronte-
ras ambiguas abiertas al interés y a la reflexión
académica. Nada de lo dicho y establecido so-
bre ellos, las aseveraciones que los fundamen-
taban y sus funciones a largo plazo, han sobre-
Tomado de El Ecuador en el centenario de la Independencia de Guayaquil. Nueva York, 1920

vivido a las preguntas, deconstrucciones y du-


das a las que los han sometido las tensiones y
descentramientos del mundo contemporáneo.
Dentro de un panorama cultural complejo,
dinámico y fracturado, los museos tienen res-
ponsabilidades que asumir, enfrentándose co-
mo institución a la necesidad de reinventarse.

1 Historiadora.
2 Nuestra ciudad, Quito, no es ajena a ese crecimiento.
En relativamente pocos años ha presenciado la aper-
tura del Museo de la Ciudad, el Centro Cultural Me-
tropolitano, el Centro Cultural Ichimbía, la Casa
Museo María Augusta Urrutia, entre otros.

Salgado, Mireya, 2004, “Museos y patrimonio: fractu-


rando la estabilidad y la clausura”, en ICONOS No. 20,
Flacso-Ecuador, Quito, pp. 73-81.

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dossier

Como una forma de la memoria, el patrimonio debería ser dinámico, plural, ligado a
la diferencia. Sin embargo, domina una noción de patrimonio como conjunto de
bienes estables, neutros, con valores y sentidos fijados de una vez y para siempre.
La autenticidad, invención moderna y transitoria, no puede ser criterio de valoración.
Museos contemporáneos: “culto” y lo “popular”, que perpetúa y pro-
lugar y contienda mueve las desigualdades, ha perdido sentido.
La definición clásica e iluminada “reduce la
Los desplazamientos producidos en las últi- cultura a una experiencia adquirida, a un pro-
mas décadas han generado cambios en el es- ceso a través del cual el sujeto pensante excita
tatus y en el sentido mismo del museo, lo que las facultades de su espíritu” (Rioux 1999:18).
ha llevado a que se transformen tanto en su Desde esta perspectiva, las colecciones de arte
forma como en su contenido. Desde clasifica- culto y popular servían para ordenar los bie-
ciones alternativas a las tradicionales, el mu- nes simbólicos en los que una población se re-
seo contemporáneo lleva a revisar paradigmas conocía y para jerarquizar los que correspon-
totalizadores, conocimientos acumulados y dían a las clases altas. Se establecían límites
grandes narrativas, así como ciertas asuncio- entre lo culto y los bienes que recibían la ca-
nes sobre la modernidad, la nacionalidad, los tegoría de “obras” frente a la artesanía. El or-
consumos culturales, las estructuras y el papel denamiento del patrimonio de las clases po-
de la agencia. Su trabajo gira en torno a pre- pulares le correspondía al folklore.
guntas sobre la identidad y la diferencia, la re- En oposición a esa definición, actualmente
lación entre conocimiento y poder, y la lucha se maneja una noción de cultura relacionada
por la legitimidad entre la “alta cultura” y la con las ciencias sociales y abierta a la plurali-
“cultura popular”. dad. “Cultura”, de acuerdo a lo planteado en
Si tradicionalmente sus colecciones perte- distintos ámbitos de discusión, es la forma de
necían al mundo de la “alta cultura” -al que vida o manera de ser de un pueblo o grupo so-
contribuían a definir y limitar-, hoy están ex- cial determinado.4 Las formas de comunicar-
hibiendo colecciones que previamente no hu- nos, relacionarnos, trabajar, gozar, amar, su-
bieran sido consideradas dignas de un museo. frir, organizar, pelear, morir, comer, divertir-
El museo empieza a ser apropiado por otros nos, forman parte de la cultura. Una defini-
códigos culturales. Y es que entre otras cosas, ción más antropológica propone que es el
el concepto mismo de cultura, a partir del conjunto de hábitos y representaciones men-
cual el museo contemporáneo trabaja, ha va- tales de un grupo determinado en un momen-
riado, aunque muchos de quienes manejan to dado, e incluye costumbres, creencias, le-
políticas y centros culturales en nuestras ciu- yes, artes y técnicas, lenguajes y lenguas, pen-
dades no se hayan percatado del cambio.3 samientos, gestos… Es, en fin, la manera par-
A la luz de la revisión actual de nociones y ticular como se relaciona un grupo humano
conceptos, y de la deconstrucción de ciertas en su vida diaria. En ese sentido, no es algo
prácticas totalizadoras, la división entre lo que se tiene, lo comúnmente percibido como
“el cultivo de la mente o el espíritu”, sino que
3 Es posible que dentro del ámbito académico esto sue- es, más bien, un asunto de ser. Es así que no
ne obvio, sin embargo, y por experiencia personal en
ámbitos municipales, ciertos directores seguían dise- habría quienes tienen más o menos cultura,
ñando planes culturales a partir la idea de que la ciu- pues nadie está excluido de la cultura, ni pue-
dad era inculta y que había que culturizarla, a través
de exposiciones de arte culto, conciertos de música
clásica, etc. Dentro de esa postura no se concebían 4 Este es, por ejemplo, el concepto utilizado por el Plan
políticas culturales a largo plazo, sino programas de Nacional de Cultura de Colombia, para desarrollar su
actividades artísticas. plan de Políticas Culturales.

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de renunciar a ser un actor cultural. Tampoco preparación de las muestras, sus formas y con-
pueden considerarse culturales solamente las tenidos. Todo museo es una toma de posición,
expresiones artísticas, sino todas las realizacio- una teoría, la sugerencia de una manera de ver
nes de un grupo social. Desde esta concepción el mundo y de representarlo. Contiene ciertas
la división entre “alta cultura” y “cultura po- suposiciones, habla sobre ciertas cosas e igno-
pular” se disuelve, y junto al desmoronamien- ra otras y está ligado a relaciones sociales y cul-
to del concepto tradicional de museo que eso turales más amplias. Los museos son social e
implica hay una revitalización de su versión históricamente construidos, y el reconoci-
contemporánea, en cuanto cada vez más as- miento de ese lugar, la conciencia de él, debe
pectos de la cultura pueden ser museificados, ser una de sus partes constitutivas. Traslade-
y en cuanto cada vez más sectores de la socie- mos las palabras que Michel de Certeau dice
dad lo reclaman, disputan y se apropian de él. de la Historia y sus investigaciones, al museo,
Si bien los museos continúan siendo agentes sus exhibiciones y sus investigaciones:
de control social y espacios de definición de la
“alta cultura” así como de distinción, hoy van “Esta institución se inscribe en un complejo
mucho más allá de eso. Su ambigüedad se que le permite solamente un tipo de produc-
mueve entre la posibilidad de agencia y lo ya ciones y le prohíbe otras. Así procede la do-
establecido y localizado, entre la permanencia ble función del lugar. Vuelve posibles algunas
y lo indefinido del proceso abierto. investigaciones, gracias a coyunturas y pro-
En estos cambios, los conceptos de mu- blemáticas comunes. Pero a otras las vuelve
seología y museografía han conocido también imposibles: excluye del discurso lo que cons-
sus límites. Al incorporar nuevos medios, es- tituye su condición en un momento dado…
tilos y técnicas interactivas, plantearse retos Pero [el lugar] es la condición para que cual-
comunicativos diferentes e incorporar comu- quier cosa pueda decirse sin que sea legenda-
nidades diversas, los museos se acercan a las ria (o “edificante”, o a-tópica, sin pertinen-
puestas en escena de las ferias y el teatro. Ex- cia). Siendo la negación de la particularidad
hibiciones temporales y actividades diversas del lugar el principio mismo de la ideología,
recurren a la escenificación y a la dramatiza- excluye toda teoría” (Certeau 1985:87).
ción, promoviendo que lo vivo irrumpa en el
espacio museográfico; las fronteras entre la Los museos son productos modernos asocia-
comunidad y el museo se hacen más permea- dos con la formación del estado nación y el
bles, y éste se abre a actividades diversas. En orden, son tecnologías clasificatorias. Por otro
ese esfuerzo de apertura se propone incluir la lado, han cumplido y cumplen aún hoy en
representación de múltiples perspectivas, las nuestros países un papel central en la cons-
voces de los ignorados o de los que no se les trucción de la sociedad y la cultura como una
dio la palabra, las ambivalencias, la incerti- cosa, un objeto, que tiene su propia realidad y
dumbre y la reflexión. Por otro lado, las posi- puede ser vista, aprehendida y disputada. Los
bilidades que brinda la tecnología contempo- museos no sólo han desplegado el mundo, si-
ránea han llevado a que el museo salga de sus no que han estructurado una manera moder-
muros e invada espacios que antes estaban na de mirarlo, comprenderlo y aprehenderlo
fuera de su alcance. (Macdonald 1996:7). En relación con ello, no
Diversas preguntas, todas ligadas a la teoría sólo existen en un tiempo y espacio particular,
social y cultural, surgen en el espacio desple- un contexto, sino que también ayudan a arti-
gado por los museos, en las historias que cular órdenes espaciales y temporales, son
cuentan y en la manera de contarlas, en lo que creadores de contextos culturales. ¿Hay una
se incluye y excluye, en los énfasis. Al mismo conciencia de esa función y de la responsabi-
tiempo, en ellos se ejecutan conceptos y desa- lidad social que ello implica en la planifica-
rrollos de dichas teorías, los cuales informan la ción de nuestros museos y sus exhibiciones?

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¿De qué manera han objetivado el pasado? suponía conformaban nuestro estado nación
¿Qué espacios y tiempos han construido? y nos representaban, natural y ontológica-
Hay que problematizar al museo más que mente, como pueblo dentro de un territorio.
tomarlo por sentado. Los museos no son, co- Pero todo patrimonio se constituye a través
mo se ha asumido frecuentemente, meros re- de una puesta en escena que incluye operacio-
flejos de los intereses dominantes y de la cul- nes de selección, combinación, monumentali-
tura hegemónica. Eso supondría la existencia zación, miniaturización y olvido. Tradicional-
de un público homogéneo y pasivo, y de un mente, el patrimonio, la memoria o la cultura
proceso museológico libre de conflictos. Todo nacional se han constituido al servicio de un
público ejerce una agencia interpretativa y la proyecto político, en el que ciertos actores lo-
planificación de cualquier exposición, el pro- graron ordenar un sentido de los bienes y esta-
ceso mismo, es una dinámica atravesada por blecerlo como “verdadero”. Actualmente el
distintos intereses y fuerzas, por un complejo museo busca incorporar otras verdades. No
tejido de relaciones de poder. El museo con- puede ser la justificación de una identidad, el
temporáneo se despliega en el espacio teórico motivo de una identidad. El fundamento del
ya no como un medio de control y legitima- museo es el interés por el otro, por lo diverso,
ción sino de contienda. La contienda debe ser sea ese un otro presente o el pasado. El conte-
entendida como potencialmente capaz de nido de museos nacionales y locales o de co-
ocurrir en cualquier punto del proceso mu- munidad concebidos para mantener y salva-
seo, desde la producción al consumo. Los guardar una supuesta identidad inmutable y
museos son un campo de fuerzas, un lugar de pura, morirá antes de nacer. Comunidad o lo-
encuentros, negociaciones y asociaciones an- calidad no es encerramiento, así como identi-
tes insospechadas: producción y consumo dad propia no es rechazo de lo otro. La identi-
cultural, conocimientos expertos y profanos, dad local, como la nacional, debe concebirse
prácticas y tecnología, lo sagrado y lo secular. como la capacidad de interactuar con múlti-
ples ofertas simbólicas que llegan desde afuera.
Hoy somos parte de un tiempo de intercultu-
Museos: de la clausura a la fractura ralidad, desterritorialización e hibridación de
culturas, en el que el proyecto de nación y su
Hasta los 60 y 70 los procesos culturales y ar- territorio cerrado e impermeable han entrado
tísticos, dentro de los cuales están los museos, en crisis. Las ciudades son escenario de una
se concebían en relación a las identidades na- multiplicidad de identidades en construcción,
cionales. Durante largo tiempo la identidad constituidas, entre otros elementos, por refe-
cultural se construía mediante la ocupación rentes que superan las fronteras locales y na-
de un territorio y la formación de coleccio- cionales y que son parte de los circuitos trans-
nes. Tener una identidad era tener un país, nacionales de producción y consumo cultural.
una ciudad. Los objetos emblemáticos se En un proceso de esta naturaleza, expresio-
guardaban en museos, o se consagraban en nes como “lo nuestro” o “lo nacional”, empie-
monumentos que constituían la esencia de la zan a vaciarse de sentido a nivel de las dinámi-
identidad. En nuestros países, la identidad así cas culturales. Sin embargo, siguen enarbolán-
concebida era una síntesis que integraba y dose como los valores supremos de los discur-
conciliaba la herencia colonial y su simbolo- sos de orden. La acción de las políticas cultu-
gía católica, representados fundamentalmen- rales y, más específicamente, de los museos, no
te por obras artísticas y monumentos, con al- puede estar guiada por una oposición mani-
gunas tradiciones y elementos de las culturas queísta entre la cultura nacional y la extranje-
precolombinas, y con un panteón de héroes ra. No hay una localización territorial específi-
míticos de las guerras de la Independencia. A ca de la producción cultural a la que tienen ac-
partir de ella se armaban colecciones que se ceso las mayorías, por lo que las nociones de

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Al ser un dispositivo de la memoria, un mecanismo mnemónico, el museo es más
que un lugar de almacenamiento o un receptáculo; es un medio y un difusor de
memoria social, de fragmentos del mundo contenidos en testimonios materiales,
y cumple un papel clave en la transmisión de la herencia cultural.
comunidades cerradas, autosuficientes, de cul- ción del pasado en todo lo presente, esencial
turas nacionales autónomas o auténticas ya no para la comprensión del mundo de la vida.
son sostenibles, menos cuando nuestro país se Para un individuo, la memoria no juega
ve diariamente deconstruido territorial y cul- el papel de hacerlo volver al pasado -memo-
turalmente por procesos masivos de emigra- ria y recuerdo no se confunden-, sino que
ción. El desafío está en reconceptualizar la implica un orden que es fundamental para la
identidad cultural; es hora de aceptar una con- interpretación del presente y para su proyec-
cepción desterritorializada y abierta de las di- ción al futuro.
námicas culturales en las que se configuran las Es así como tendría que ser entendida la
identidades, sin que esto signifique perder los memoria en el museo, como mecanismo
referentes locales y específicos. Hoy en día, los transformador que -a la luz de nuevos códigos
museos no pueden caer en esencialismos y culturales- vuelve significativos los textos del
fundamentalismos de la identidad cultural, en pasado. Al respecto, Bernardette Dufrene se-
cosificarla y dejar de entenderla como un pro- ñala que el museo no debe ser considerado el
ceso dinámico en permanente construcción y lugar de una memoria conservada sino un me-
cambio. Las identidades no se reflejan y pre- dio de activación de memoria plural (Dufrene
servan en museos o libros de historia, no son 1997:13). Al ser un dispositivo de la memoria,
patrimonios fijos y estables; son identidades de un mecanismo mnemónico, el museo es más
repertorios múltiples, híbridas, versátiles, que que un lugar de almacenamiento o un recep-
se renuevan y relocalizan todo el tiempo. Aun- táculo; es un medio y un difusor de memoria
que suponen un proceso de pérdida, la com- social, de fragmentos del mundo contenidos en
prensión de este proceso permite armar una testimonios materiales, y cumple un papel cla-
visión de la cultura más tolerante y respetuosa. ve en la transmisión de la herencia cultural.
La memoria funciona como un recorrido,
la cara opuesta del olvido que carece de lugar
Museo y memoria y de imagen. La memoria es selección e im-
plica olvido, y en ese juego define a los indi-
En este punto es inevitable preguntarse por la viduos y a la sociedad. El museo tiene respon-
relación entre el museo y la memoria. El mu- sabilidad en recuperar la trama de la memo-
seo no debe limitarse a constatarla, no es un ria, no su imagen. Con ello quiero decir que
inventario de las trazas de lo existente, sino en la trama también están los huecos, las au-
que implica una acción con valor cualitativo, sencias. Pero, ¿cómo interpretar el olvido? El
una agencia. En nombre de la identidad no olvido, la selección, el silencio, la exclusión, la
podemos caer en un culto de la memoria por inhibición, son el lado negativo de la memo-
la memoria, sino que su uso debe ser racional ria que debe estar presente en la reflexión mu-
y crítico, partiendo por reconocer la existencia seológica y sobre el patrimonio. ¿Cómo hacer
de una diversidad de memorias en el seno de memoria de lo no memorable, de lo inacepta-
cualquier sociedad. El museo debe plantearse ble, de aquello que, en principio, no requeri-
como reconstructor de una memoria que no ría más que el olvido?5
ha existido jamás como tal, pero que es una
memoria para el futuro, activa y operativa, no 5 Si bien es el individuo el que recuerda, en el ámbito
un mero depósito del pasado. Es la actualiza- colectivo son los grupos sociales los que determinan

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Si podemos plantear un museo que se de- ¿Cómo puede ser el museo una experiencia
fine por la experiencia de la memoria, una de de memoria?6 ¿Cómo despertar una memoria
las preguntas fundamentales sería cómo ges- íntima, o una memoria colectiva, o la conju-
tionar la memoria pública, sus huellas, los gación de ambas, ofreciendo a la imaginación
testimonios materiales e inmateriales de la y a la sensibilidad la posibilidad de acercase al
misma, dentro de un esfuerzo de fidelidad y gesto que esconden los objetos, al aura de las
justicia. El museo debe hacer más reflexivo su cosas? Imaginación y memoria convierten a la
proceso de selección, exponerlo, develarlo, ausencia en un terreno fértil de posibilidades.
decir por qué selecciona algo y deshecha lo Este tema plantea nuevas formas de aproxi-
otro, hacer una ciencia de la selección y desa- marse a la museología y a la idea misma de
rrollar la sabiduría del recordar, con una con- museo. La museología debe interrogar a la
notación evidentemente ética. En todo ello memoria y preguntarse sobre las formas en las
debe tener presente que su material de traba- que ésta se vuelve colectiva, se integra en la
jo es una memoria en movimiento, en la que memoria social. Si la memoria y la imagina-
interaccionan actores, objetos, ideologías y ción surgen de la intimidad personal a un ni-
representaciones. Es un metalenguaje consti- vel de sensación, ¿cómo traspasar esa expe-
tuido por expresiones materiales e inmateria- riencia, desde ese lugar privado, a un espacio
les de la memoria. No hay un recordar perfec- abierto, accesible y público como el museo?
to, ni una reconstrucción de lo real. Todo he- Los museos y las nociones de patrimonio
cho museológico es parcial. Pero, al ser trans- que comúnmente manejan las instituciones
formador de la conciencia, debe hacer explí- culturales son, en general, ineficientes en la
cito lo que deja de lado. El museo tiene la res- preservación de la experiencia de lo inmate-
ponsabilidad ser un instrumento crítico, de rial.7 A pesar de los cambios producidos y de
contar las otras historias, lo olvidado por la la incorporación de las dudas y las preguntas
memoria oficial. La crítica de la historia ejer- que afectan a todas las ciencias sociales, el de-
cida a tres niveles: documental, explicativo e bate sigue en pie. El anacronismo no ha desa-
interpretativo, evita que la memoria se des- parecido y es evidente que se sigue haciendo
place hacia la nostalgia o el error. Por eso en hincapié en los productos culturales -olvidan-
el museo el trabajo de los historiadores y do la responsabilidad en procesos culturales y
otros especialistas, debe confrontarse con el naturales-. Aún hoy muchos de nuestros mu-
de la comunidad: seos se sostienen en el hecho de arrancar los
bienes culturales de su contexto originario y
“Sin estas múltiples vigilancias se desemboca reordenarlos arbitrariamente, anulando con-
fácilmente en la explotación de la memoria co- flictos, sufrimientos, dominaciones, aspira-
lectiva a fuerza de celebraciones, de monu- ciones. Al exhibir piezas fuera de su uso coti-
mentos volcados hacia el espectáculo, el deco- diano o ritual, al presentarlas como arte y
rado, el ensueño, la teatralización. Al mismo convertirlas en obras, se engendra, a partir de
tiempo que se empobrecen las memorias indi- la belleza, una uniformidad que esconde las
viduales vivimos una época de frenesí de la
contradicciones presentes en la creación mis-
conmemoración, especie de rememoración co-
ma de los objetos:
lectiva obligada” (Bellaigue, Menu 1997:49).

“La fascinación ante la belleza anula el asom-


qué debe ser recordado, qué es memorable y la forma
que toma eso que debe ser recordado. Es por eso que bro ante lo distinto. Se pide la contempla-
parte de nuestros recuerdos lo constituyen cosas no
experimentadas directamente por nosotros. Un papel 6 Teniendo en cuenta que experiencia es pasaje, viaje,
similar, en cuanto a la definición de lo memorable, lo movimiento.
cumplirían los historiadores y ciertas instituciones co- 7 Al respecto Ivo Maroevic (1997) ofrece un interesan-
mo los museos. Para una aproximación a los mecanis- te análisis sobre la noción de “musealidad”, como el
mos de la memoria colectiva, ver Maurice Halb- valor inmaterial o la significación del objetos, lo que
wachs, 1992. ofrece la causa o razón de su musealización.

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ción, no el esfuerzo que debe hacer quien lle-
ga a otra sociedad y necesita aprender su len-

Tomado de El Ecuador en el centenario de la Independencia de Guayaquil. Nueva York, 1920


gua, sus maneras de cocinar y de comer, de
trabajar y de alegrarse. Estos museos sirven
poco para relativizar los propios hábitos...
entregan a los familiarizados con la estética
culta una visión doméstica de la cultura uni-
versal” (García Canclini 1990:164).

Los objetos coleccionados no son más que


una base de la memoria, y tal vez el papel que
debería hacer el museo es el de abrir interro-
gaciones en torno a ellos. ¿Cómo abordar el
carácter polisémico de los objetos? Es imposi-
ble dar cuenta en una exposición o investiga-
ción del conjunto de aspectos de un proceso
histórico o de las obras exhibidas. Si embar-
go, sí es posible incorporar la modificación Quito. Museo Militar, hacia 1920

periódica de puntos de vista, multiplicar las


vías de acceso a las obras y abrir los objetos en nir las actividades y políticas culturales de la
su carácter complejo, a través de sus articula- ciudad, incluidas las que tienen relación con
ciones y contextos. los museos. Todos hablamos de patrimonio
cultural, todos cuidamos el patrimonio cultu-
ral, todos debemos sentirnos felices por el
Museos y Patrimonio embellecimiento y limpieza del Centro His-
tórico. No nos preguntamos -se consideraría
Los museos son instituciones de pertenencia anti-cívico- qué efectos tienen las acciones
cultural. En ese sentido, son elementos esen- emprendidas en nombre del “Patrimonio
ciales en la vida de la comunidad, pero no co- Cultural” (con mayúsculas y cosificado) sobre
mo meros conservadores del pasado, sino co- quienes habitan y han dado forma a los espa-
mo suscitadores. Deben llevar a una reflexión cios intervenidos.8 El embellecimiento y la
del pasado pero a partir de problemas del pre- limpieza, que restauran una supuesta imagen
sente, y ayudar a aclarar un futuro cada vez colonial de la ciudad “histórica”, pueden ser
más incierto. Al mismo tiempo, más que excluyentes y significar desarraigos, segrega-
fuentes de consenso colectivo, deben abrir ciones y marginaciones. Estamos hablando de
preguntas sobre las contradicciones que ex- un espacio cultural tangible e intangible de
presan. Lo mismo podemos decir del papel enorme riqueza pero plagado a lo largo del
que debería cumplir el patrimonio cultural, tiempo de profundas diferencias sociales,
como conjunto de bienes materiales e inma- donde la brecha entre los que tienen más y
teriales, al interior de un grupo social. menos es cada vez mayor y en donde la cohe-
Hoy en día, el “patrimonio cultural” sirve sión social y la tolerancia se ven seriamente
de justificación para emprender las más varia- disminuidas frente a la exclusión y la discri-
das acciones en las ciudades históricas del minación. Las nociones de patrimonio cultu-
mundo. Quito, “Patrimonio Cultural de la ral ya casi naturalizadas en la ciudad, apuntan
Humanidad” desde hace 25 años, no está a salvaguardar lo material, mostrando una
exento de ello y vive por estos días con espe- homogeneidad ajena a los procesos y conflic-
cial énfasis esa condición. Los criterios que
definen el patrimonio cultural son también 8 Me refiero al contenido que da forma, no a la forma
los que sirven de punto de partida para defi- externa, al cascarón.

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dossier
tos culturales que poblaron las calles, plazas y ta; derecho a que los criterios de planificación
casas de la vieja ciudad, y que hoy han sido y conservación contemplen sus necesidades;
desplazados por impresentables, porque no derecho a opciones de entretenimiento y edu-
entran en la categoría de lo “memorable”. La cación en cuya programación se haya escu-
sensación es que lejos de buscar las razones de chado su voz.
la condición cultural material e inmaterial ex- Al ser una de las formas de la memoria, el
cepcional de Quito en la vida cotidiana de la patrimonio debería ser dinámico, plural, liga-
gente que la habita y la construye día a día, en do a la diferencia. Sin embargo, domina una
esas culturas entrecruzadas, su valor pasó a noción de patrimonio como un conjunto de
asimilarse y reducirse a lo meramente arqui- bienes estables, neutros, con valores y senti-
tectónico y artístico. Es una memoria de una dos fijados de una vez y para siempre. Las ac-
sola dimensión, la de la lámina, la postal. El ciones que emprenden las autoridades cultu-
tiempo y la profundidad quedan abolidos. rales no pueden mantener como criterio de
Uno de los problemas de este proceso es valoración la autenticidad u originalidad. Lo
que la selección de los elementos que hacen la auténtico es una invención moderna y transi-
herencia y el patrimonio cultural –algunas de toria. Es necesario enfrentar desde espacios
las formas de la memoria- se hacen sobre cri- académicos y de acción social esa tendencia
terios exteriores a la comunidad. Si a ello su- oficial, diseminada en ciertos sectores de la
mamos el embate de los mercados culturales sociedad, de anclar la memoria en el pasado
(circuitos de producción–consumo), con la que conviene, dar valor de autenticidad a lo
consecuente pérdida de participación de las arcaico, a lo “antiguo”, aquello en lo que las
comunidades en la construcción de sus pro- distintas voces, las injusticias, las disputas, de-
pios valores y significados culturales, es evi- saparecen detrás de un manto uniforme de
dente que la democracia cultural todavía es pasado nostálgico. La tarea de la política cul-
una aspiración. Aún hoy la decisión sobre tural y de investigación respecto del patrimo-
cuáles son los bienes y procesos culturales nio no es rescatar los objetos auténticos de
más valiosos o significativos para la comuni- una sociedad, sino tomar en cuenta el carác-
dad está en manos de muy pocos. En ese sen- ter procesal del patrimonio, y su transforma-
tido es clave que los gobiernos locales, como ción en las sociedades contemporáneas, dejar
ya sucede en algunas ciudades latinoamerica- de aferrase a lo arcaico y reconocer lo emer-
nas, impulsen procesos de participación, edu- gente, romper con la oposición entre un pa-
cación y organización en relación a los dere- sado sacro y un presente profano. El patrimo-
chos culturales. Es a partir de la toma de con- nio como capital cultural se acumula, se re-
ciencia de esas necesidades que la gestión cul- convierte y es apropiado de manera desigual
tural -y de museos- adquiere sentido. por diversos sectores. Si es comprendido de
El Centro Histórico es hoy, sin que acadé- esa manera, permite introducir mayor liber-
micos y especialistas tengamos que hacer nin- tad y creatividad en la relación de las comu-
gún esfuerzo, un museo vivo, que hace falta nidades con el patrimonio.
descubrir y escudriñar. Es a ese museo vivo al Desde esta perspectiva, los museos, el
que tenemos la responsabilidad de convertir Centro Histórico y las nociones de patrimo-
en participativo. Junto a los deberes y obliga- nio que los sustentan, deben partir por en-
ciones que se debe exigir a quienes habitan o frentarse a esa reconceptualización de su ra-
usan cotidianamente este espacio patrimo- zón de ser y su función. Si en otros tiempos la
nial, es un imperativo reconocer que esos ciu- defensa del patrimonio y la identidad se tra-
dadanos/as tienen derechos a participar en la ducía en la mera práctica de coleccionar, pre-
definición de las políticas y usos culturales del servar y exhibir objetos, los acontecimientos
Centro Histórico; derecho a que las interven- actuales, los conflictos urbanos, étnicos, na-
ciones que se hagan en él, los tomen en cuen- cionales y políticos, han llevado a que hoy se

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pida que los objetos coleccionados expliquen lo de conciencia social y desarrollo que apun-
el pasado pero desde el presente, aclaren el fu- te a la libertad y no a la servidumbre de hom-
turo. En ese sentido, el museo, además de su bres y mujeres. No sólo los involucrados di-
responsabilidad en la conservación de objetos, rectamente en la gestión cultural, sino los ciu-
debe preguntarse sobre las maneras en la que dadanos y ciudadanas, tenemos la responsabi-
los diferentes públicos reciben o se apropian lidad y también el derecho de construir, a tra-
de las colecciones, así como tomar en cuenta vés de instituciones culturales como los mu-
su opinión en la elaboración de temas y la seos, la posibilidad o la esperanza de una ciu-
elección de contenidos. Nuestro país -y nues- dad diferente, no más culta, pero sí más justa
tra ciudad, Quito- ha carecido de una políti- y participativa, una ciudad mejor para vivir.
ca cultural orgánica a nivel nacional. Entre
otras cosas, eso se refleja en la deficiencia de Bibliografía
algunos de sus museos, en la carencia de rela-
ciones con el sistema educativo y en el hecho Bellaigue, Mathilde y Michel Menu, 1997, “Museología y las
formas de la memoria” en Memorias del VI Encuentro
de que los que existen luchan por sobrevivir. Regional del ICOFOM-CAM: Museos, Memoria y Patri-
El manejo del patrimonio histórico ya no monio en América Latina y el Caribe, Cuenca, pp. 45-53.
puede corresponder únicamente a los especia- Berman, Marshall, 1997, Todo lo sólido se desvanece en el ai-
re. La experiencia de la modernidad, Siglo XXI, México.
listas del pasado; es la comunidad la que debe
Certeau, Michel de, 1985, La Escritura de la Historia, Uni-
involucrarse, y por comunidad entendemos, versidad Iberoamericana, México.
la comunidad del Centro Histórico, y la ciu- Dufrene, Bernardette, “Museología y memoria. La experien-
dadanía en general, una ciudadanía que de- cia de la memoria”, en Memorias del VI Encuentro Re-
gional del ICOFOM-CAM: Museos, Memoria y Patri-
manda espacios diversos de participación, en- monio en América Latina y el Caribe, Cuenca, pp. 13-19.
tretenimiento, expresión y aprendizaje. García Canclini, Néstor, 1995, Consumidores y ciudada-
En un momento de crisis del país, de cri- nos. Conflictos multiculturales de la globalización, Gri-
sis del concepto de “identidad” y de crisis ge- jalbo, México.
—————, 1990, Culturas Híbridas. Estrategias para en-
neral de los museos, es un reto preguntarse trar y salir de la Modernidad, Grijalbo, México.
sobre el aporte y el papel de los museos en un Groys, Boris, 1995, “El Papel del Museo en una época de
espacio tan rico, dinámico y dramático como Fragmentación de los Estados-Nación, en Noticias del
ICOM, , No.4, vol. 48, Boletín del Consejo Interna-
el de nuestras ciudades. Si en nombre del pa- cional de Museos París, pp.2-3.
trimonio y la identidad, el museo intenta res- Halbwachs, Maurice, 1992, On Collective Memory, Uni-
taurar la memoria, o las memorias, tiene una versity of Chicago, Chicago.
enorme responsabilidad, porque preservar, re- Le Goff, Jacques, 1991, El Orden de la Memoria. El tiem-
po como imaginario, Ediciones Paidós, Barcelona.
cuperar y conservar la memoria, es un acto de Macdonald, Sharon, 1996, “Theorizing museums: an intro-
apuesta al futuro. El museo ya no es un lugar duction”, en Theorizing Museums, Sharon Macdonald y
de nostalgia, donde el pasado se presenta co- Gordon Fyfe, editores, Blackwell Publishers, Oxford.
Maroevic, Ivo, 1997, “El rol de la musealidad en la preser-
mo mito; hoy se convierte en un lugar de in-
vación de la memoria”, en Memorias del VI encuentro
tercambios, y abre la posibilidad de que los Regional del ICOFOM-CAM, Cuenca, pp.98-104
problemas actuales articulen la noción de pa- Marepo Eoe, Soroi, 1995, “El papel de los Museos en la
trimonio, una noción que debe anclarse en el creación de una unidad nacional”, en Noticias del
ICOM, No.4, vol. 48, Consejo Internacional de Mu-
presente y en el futuro, no en un pasado ideal seos, París, p.4.
y lejano. Las políticas culturales, la investiga- Olivares, Rosa, 1995, “Los Límites del Museo. Una histo-
ción y la interpretación del patrimonio, la ria sin final”, en Lápiz. Revista Internacional de Arte,
creación y gestión de museos deberían dar las Año XIII, No.113, Madrid, Junio, pp. 52-57.
Rioux, Jean-Pierre, 1999, « Introducción. Un terreno y una
bases para una reelaboración histórica de mirada” en Rioux Jean-Pierre y Jean-François Sirinelli,
acuerdo con las necesidades del presente, y en Para una Historia Cultural, Taurus, Madrid, pp. 9-26.
la búsqueda de un futuro mejor. La gestión Risnicoff, Mónica, 1997, “Los museos en la búsqueda de la
memoria perdida”, en Memoria del ICOFOM CAM
cultural, en fin, debería estar impregnada de 1997, VI Encuentro Regional: Museos, Memoria y Patri-
una voluntad transformadora, ser un vehícu- monio en América Latina y el Caribe, Cuenca, pp.90-93.

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