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EDUARDO J.

COUTURE (1904-1962)
Nació el 24 de mayo de 1906 en Montevideo, considerado el
procesalista más influyente del Derecho Continental en el siglo XX. Sus
padres fueron don Eduardo Couture y doña Aurelia Etcheverry. Tanto
sus cursos primarios como secundarios los realizó en la capital
uruguaya. En 1923 ingresó como estudiante a la Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales de la Universidad de la República, en Montevideo.

Producto de las modestas condiciones de su hogar, a los 15 años de


edad asumió su primer trabajo en el Centro Odontológico del Uruguay,
institución a la que permanecería vinculado hasta el día de su muerte.
Ya como estudiante de derecho, comenzó a colaborar en el estudio
jurídico del abogado Federico Escalada. El 29 de diciembre de 1927,
recibió el título de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales.

Jurista y docente. Fue profesor titular de Derecho Procesal en la


Universidad de la República en Montevideo. Dirigió la "Revista de
Derecho, Jurisprudencia y Administración", fue Decano de la Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales y Presidente del Colegio de Abogados.

Sobre los temas de su especialización (procedimientos jurídicos y


organización de tribunales) dictó cursos universitarios y conferencias
en varios países y también dio a conocer diversos trabajos, entre otros
un frecuentado "Vocabulario jurídico".

En América Latina es muy conocido el famoso “Decálogo del Abogado”,


redactado por el eminente jurista uruguayo Eduardo Couture, quien
fue incorporado al “Colegio de Abogados de Lima”, como Miembro de
Honor en 1951.

Presidió el Instituto Cultural Uruguayo - Brasileño y fue miembro de


Número y vice - presidente de la Academia Nacional de Letras. De su
viaje por países de América Latina, Europa y Estados Unidos dejó
testimonio en un libro, "La comarca y el mundo" (1953).

Su famosa frase quedará grabada para la posteridad:

“Si el Derecho se contrapone con la Justicia, inclínate


por la Justicia”.

1º Estudia. El derecho se transforma constantemente. Si no


sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado.

2º Piensa. El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce


pensando.

3º Trabaja. La abogacía es una ardua fatiga puesta al


servicio de la justicia.

4º Lucha. Tu deber es luchar por el Derecho; pero el día que


encuentres en conflicto el Derecho con la justicia, lucha por
la justicia.

5º Sé leal. Leal para con tu cliente, al que no debes


abandonar hasta que comprendas que no es digno de ti. Leal
para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo.
Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar
en lo que tú le dices; y que, en cuanto al Derecho, alguna
que otra vez, debe confiar en el que tú le invocas.

6º Tolera. Tolera la verdad ajena en la misma medida en


que quieres que sea tolerada la tuya.

7º Ten paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se


hacen sin su colaboración.

8º Ten fe. Ten fe en el Derecho como el mejor instrumento


para la convivencia humana; en la justicia, como destino
normal del Derecho; en la paz, como substitutivo bondadoso
de la justicia; y sobre todo ten fe en la libertad, sin la cual
no hay Derecho, ni justicia, ni paz.

9º Olvida. La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada


batalla fueras cargando tu alma de rencor, llegará un día en
que la vida será imposible para ti. Concluido el combate,
olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.

10º Ama tu profesión. Trata de considerar la abogacía de tal


manera que el día en que tu hijo te pida consejo sobre su
destino, consideres un honor para ti proponerle que se haga
abogado.

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