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EL GUAGUA AUCA Leyenda.

Contaba mi mamita abuela, que esta leyenda se desarrolló alrededor de una joven
pareja de humilde procedencia, con un hijo de dos años de edad que vivían en un
sitio apartado de una población. Debido a la carencia de recursos no habían podido
celebrar el bautismo de su hijo. Cierto día el pequeño enfermó gravemente, la
madre desesperada envió a su esposo por el cura del pueblo, para que le diera el
santo sacramento del bautismo: este salió corriendo a cumplir su encomienda pero
en el pueblo se encontró con unos amigos que departían alegremente y olvidó lo
encomendado. Luego de chumarse, regresó hasta su casa encontrándose con la
fatídica noticia de la muerte de su hijo. Avergonzado por lo sucedido, decidió
marcharse muy lejos, la pobre mujer al verse sola y sin un centavo para enterrar al
niñito, se dirigió a un apartado lugar donde enterró dentro de una canasta de bejuco
a su pequeño. Desde entonces, el alma en pena de este niño, vaga llorando en
forma muy lastimera y escalofriante principalmente en los sectores rurales de la
población por no haber recibido el sacramento del bautismo ni una cristiana
sepultura. Dicen conocedores del tema, que las horas más comunes para tropezar
con este espanto, son entre las seis de la tarde y las ocho de la noche y que si el
llanto se escucha cerca, quiere decir que se encuentra lejos, pero que si el llanto se
escucha en la lejanía, es porque este se encuentra muy cerca por lo cual se debe
colocar pequeños montones de sal en las puertas. Si se sabe de algún niño que ha
sido enterrado sin bautizar, se debe destapar la tumba y untarle un poco de sal en
los labios, para evitar que se convierta en guagua auca. El más conocido relato en
nuestra región relacionado con esta leyenda, lo encontramos en la vereda Villa
Moreno en el punto denominado la llovedora donde según los habitantes y vecinos
de este sector, afirman que en este tramo de la vía que conduce a Ipiales solo
aparece en las madrugadas entre las dos y las seis de la mañana un niño que llora
estrepitosamente perturbando el sueño de los moradores, inclusive afirman que
tiempo atrás, la gente se reunió un día con el fin de buscar solución definitiva y fue
cuando algún vecino del lugar insinuó que por los sectores aledaños de la vereda,
habían enterrado un niño al que no se le dio el sacramento del bautismo y que era
su llanto el que se escuchaba en las madrugadas. Se delegó a un grupo de
personas para que lo buscaran, enterraran, y arrojaran sal en la tumba para darle
descanso eterno a esta atormentada alma.
EL CANGAL (Asado)
La mañana era clara y soleada de esas que les despellejan la nariz a los
parroquianos de otros lares. Junto a la puerta del predio de don Emilio Cuasquer en
la vía a la Victoria, se acordó la reunión de cinco lugareños desempleados y muy
necesitados de jornal para los suyos. El trabajo de deshierbe se ofrecía en una finca
siete kilómetros más abajo. Herminsul, el más veterano y autonombrado capataz
del equipo, llegó primero; su machete legendario, afilado y bien amarrado con
guasca a la cintura, se asomaba por un lado de la ruana. El chuta en la coronilla,
unas pantaneras que dejaban pasar el barro, y soco, su perro patojo delantero
izquierdo, compañero en más de una década de batallas, complementaban el
cuadro fondeado con retablos verdes y amarillos en la distancia. Bordón y camino
polvoriento.
Buenos días don Herminsul como me le baila,
Bién por lo conforme mi joven. Listo pa´l corte?
Allá detrás vienen bajando el Seberiano, don Eusebio y el Sobrino. Ya nomás llegan
Don Hache, allá han de dar la comida y la dormida no?, porque el deshierbe en esa
finca dicen que es como para dos días.
Que sí dijo el mayordomo. Ah aquí llegaron.
Buenos días, buenos días, usted dirá don Herminsul pa´ donde es que es….
Sígame a buen paso, que el camino es largo.
Los campesinos ávidos de hacer algo provechoso culebreaban la vía fumándose un
cigarrillo, y compartiendo el cafecito del Seberiano.
Cerca de las once y media les llegó un delicioso olor de fritada fresca, proveniente
quizá, de un hilo de humo que se notaba detrás de una tapia de barro, doblando la
curva al lado del abismo.
Oigan que rico que huele. Verán a yo me pagaron tres pesitos por un ordeño. Si
quieren les empresto y almorzamos de un vez, y cuando me paguen allá pues me
devuelven. Por la cara de todos yo creo que sí, agamoslé cierto?
Todos asintieron, y aceleraron el paso como diciendo: el último que llegue es diablo.
Se trataba de una acogedora casita de construcción nueva con materas florecidas
pulcramente pintadas de verde y rojo, de corredores suficientes para acomodar tres
mesitas de cuatro asientos; diagonal en una media agua, un fogón grande de leña,
vitrina, poceta con chorro de agua y un pondo limpio con tapa de aluminio. Una
mujer grandota, robusta, rolliza de cabello corto y medio churosa, salió a recibirlos,
vestía un traje negro con chalina azul oscura, de cejas gruesas, ojos negros y
penetrantes pero con amable sonrisa, dijo:
Buen día señores, que se quieren servir?
Tengo fritada de hoy y chicha fresca, a treinta centavos el plato con la bebida.
Tráiganos cinco platicos haga el favor…. Exclamaron!
Mientras les servían, los comensales hacían planes de labranza…. De pronto, todos
se miraron boquiabiertos al ver salir una hermosa jovencita de larga y frondosa
trenza negra, su cara era finamente delineada al igual que el contorno de su cuerpo,
pero igualmente vestida de azabache. El perro soco, gruñía y ladraba sin parar. Don
Herminsul, lo calló.
Que linda esa guagua…. Va a tocar venir más seguido…. Hola será que es hija de
la gorda y parece que están de luto, seguro que se murió el marido de la bastantona
que mira feo…….
Mas trastornados se quedaron cuando aquella angelical figura se aproximó con una
bandeja de humeantes y bien surtidas viandas, sirvió los platados, colocó las
cucharas de palo, se fue y retornó con un generosa jarra de chicha y cinco mates,
con voz casi imperceptible les deseó buen provecho y se marchó de nuevo sin dejar
siquiera que se oyeran sus pisadas. No caminaba, se deslizaba.
En mis años de vida, no he comido nunca tan rico como hoy y hasta sueño me está
dando…. Pague joven Severiano pague y vámonos que no llevamos ni la mitad del
camino y yo quede de estar a las tres de la tarde para mirar y repartirnos el terreno
y empezar mañana el corte. Entre otras yo paso por aquí a cada rato y no había
visto ni a esta casa ni a esta gente.
Severiano canceló la cuenta y agradeció por todos, trató de mirar hacia adentro para
buscar a la agraciada joven, pero la descomunal mamá tapaba toda visibilidad.
Urgándose los dientes con las uñas, reiniciaron la caminata. A eso de la una y
quince de la tarde una patrulla militar los detuvo para preguntarles de dónde venían
y si no habían visto u oído algo extraño por el camino, a lo que ellos respondieron
que no, e hicieron alarde de la fabulosa comilona de unas leguas atrás; los
uniformados siguieron esa indicación. Unos minutos antes de las tres llegaron a la
finca, Pámfilo el mayordomo los recibió…. Les ofreció de beber y luego de
descansar unos diez minutos, procedieron a revisar el campo de corte.
Don Herminsul cómo le acabó de ir, hace rato que no nos vemos, que es de doña
Laura y los niños… todos bien muchas gracias… oiga don Pámfilo acá arriba nos
topamos con una casita nueva bien bonita y venden una carne bien rica pero las
dos que atienden,…. No es una gorda y una guagüita blanca y alajita? .. si, si, que
linda parece virgencita…. Me van a perdonar pero ya hay varias gentes que cuentan
lo mismo, hemos ido hasta allá y no hay nada… otros comentan que es una bruja
de Sapuyes y lo peor de todo, la carne que venden esa tan sabrosa que dicen
ustedes, disque es de humanos difuntos que la bruja trae de esos lados… los
militares andan preguntando por unos perdidos, no los vieron por ahí.
Los recién llegados se miraron y palidecieron como velas de cebo, y don Herminsul
solo atinó a decir la Virgen de las Lajas nos favorezca y se desmayó…durante la
noche tuvo horribles pesadillas y a la hora de iniciar el corte, ya había muerto...
Sus amigos en compañía del cura de la victoria, hicieron el trayecto de regreso y
nunca hallaron la casa restaurante. En los siguientes quince días los demás
jornaleros también fallecieron. Nadie volvió a ver la casita ni a las dos mujeres de
negro… dicen que hoy en día se aparecen por los lados de Chucunés.

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