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Achilli La Practica Docente Una Interpretacion D
Achilli La Practica Docente Una Interpretacion D
LA PRÁCTICA DOCENTE:
UNA INTERPRETACIÓN DESDE LOS SABERES DEL MAESTRO
Introducción
ción profunda, intensiva, de permanente
El presente trabajo constituye una ver- interacción con los propios actores, de res-
sión revisada de una parte del Informe Final cate y articulación de sus “categorías socia-
de un Proyecto mayor (1) llevado a cabo les”, podemos decir que se acerca a la ex-
entre marzo de 1984 y mayo de 1985 con periencia antropológica y, por ende, es po-
una modalidad de investigación caracteri- sible revalorizar para el Taller los aportes
zada como Taller de Educadores. teóricos y metodológicos de esta disciplina.
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Centro Rosario de Investigación en Ciencias Sociales -CRICSO- y Facultad de Humanidades y Artes de la Univer-
sidad Nacional de Rosario
Achilli, Elena (1986). La práctica docente: una interpretación desde los saberes del maestro, 2
Cuadernos de Formación Docente, Universidad Nacional de Rosario.
El análisis que se realiza de su prác- De ahí que, más que hablar de dis-
tica recupera su propio “decir” que, interpre- cursos o representaciones –y sin ser exclu-
tado en su articulación con aspectos estruc- yentes- hemos preferido asignarle el carác-
turales e institucionales nos habla del ter de un saber posibilitador de que cada
maestro como de un trabajador con carac- maestro desarrolle una práctica y se identi-
terísticas particulares en la medida que fique como tal. Es evidente que este con-
aparece escindido de su especificidad: el cepto de “saber” nos remite a la ambivalen-
trabajo en torno al conocimiento. cia contenida entre lo que es una “opinión”
o un “conocimiento”, según desde donde se
Dado que lo que aquí se expondrá desplace la mirada. No obstante, como nos
es el resultado de interpretaciones que aclara A. Heller (1985; 73) “lo que en la
hacemos de lo trabajado por maestros en el ciencia es solo opinión, puede considerarse
espacio del Taller, nuestro agradecimiento con razón como para saber en la vida coti-
a todos y cada uno de ellos es total. Sin su diana, porque es criterio de la acción y por-
participación nuestras reflexiones no hubie- que la acción cotidiana responde del conte-
ran sido posibles. Por lo tanto lo que aquí nido acertado del juicio en que se basa
decimos, producto de nuestra particular aquel saber”.
interpretación, puede tener un “movimiento
problematizador”- como los realizados gru- De tal modo, ese “decir” del maestro
palmente en el Taller- si son contrastadas y está surcado por un indispensable “cono-
discutidas con los maestros en general, cer” que hace posible que él despliegue
cerrando- tal vez- este ciclo abierto con el una acción reconocida por la carga de sig-
taller. nificaciones individuales, institucionales,
sociales, que le son conferidas. En este
1. La interpretación de lo que “dicen” sentido, el “decir” del maestro más allá de
los maestros. Una aproximación teórica que expresa representaciones, aspectos
metodológica imaginarios, fragmentos ideológicos, utopí-
as afirmativas o negativas, contiene tal co-
El material empírico con el que par- nocer sobre su práctica y la realidad en la
timos para analizar la práctica docente está que se inserta que nos permite categorizar-
constituido por el conjunto de categorías lo como un saber. Es un saber que, en la
cognitivas, emocionales, imaginarias que vida de cada maestro se va conformando
los maestros despliegan en el transcurso de modo heterogéneo y por distintas ver-
del Taller de Educadores. (2) tientes, cada una de las cuales aporta su
“recorte de saberes”. Así, por ejemplo, los
El primer problema con el que nos que llegan de su formación como profesio-
enfrentamos es, pues, el de dilucidar la ca- nal; los constatados en una resolución coti-
racterización de tal material en el que nos diana de la práctica; los adquiridos en las
sustentamos para la explicación de la prác- experiencias formativas que imprimen las
tica docente. En efecto, ¿qué es esto que instituciones escolares en las que estuvo
los maestros “dicen” acerca de lo que ellos inserto; los que internaliza del intercambio
son? ¿es “discurso” a la manera de un sis- formal o informal con otros maestros, con
tema semiótico? ¿es “representación” en el directivos, con alumnos, con padres; los
sentido que, como dice H. Lefebvre, antici- que incorpora a partir de lecturas o comen-
pan, desplazan, transponen ciertas “reali- tarios de distintos trabajos específicos, etc.
dades” formando parte de una estrategia El conjunto de estos “recortes” configuran
inconsciente? (H. Lefebvre, 1980; 60). en cada maestro un saber que se integra a
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cipio y origen total de la acción y del cono- sentido en que- en su generalidad- está
cimiento”. orientado a la realización o resolución de su
práctica. Esta ligazón con lo empírico lo
Sin extendernos más, dejamos plan- lleva a un tipo de reflexión utilitaria que le
teada la necesidad que hay para una teoría resta libertad para la elaboración de articu-
de lo escolar de estudiar y profundizar el laciones y conexiones más generales. Se
análisis de aquellos mecanismos justificato- produce una indiferenciación entre la re-
rios que circulan la cotidianeidad del maes- flexión sobre la práctica y la práctica misma.
tro y pueden encubrir las relaciones y cir- Un mecanismo de subsunción entre lo que
cunstancias condicionantes de su práctica. se sabe de la práctica y la práctica en sí.
Una “unidad inmediata del pensamiento y la
Hemos partido considerando al con- acción” (A. Heller, 1985; 73). Este recorrido
junto de los saberes y representaciones del de la lógica del pensamiento al quedar ata-
maestro como heterogéneos. Su rescate e do a su práctica dificulta la posibilidad de
interpretación tiene importancia teórica y problematizar un saber.
práctica al colocarnos en contacto con un
plano objetivo de la realidad escolar- dina- Por otro lado, es posible hablar de
mizada según el momento histórico- que, un particularismo de rápida generalización
aunque heterogénea, expresa la carga de en la medida que este saber que se genera
normatividad que contiene. Poder entender a partir de la experiencia individual como
algunas tendencias generales de estos sa- respuestas a situaciones particulares- que
beres resulta relevante para el funciona- por lo general se carga de toda la normati-
miento de los Talleres de Educadores ya vidad vigente- es generalizado sin mediar
que permite considerar cómo las mismas una reflexión crítica. Se produce un pasaje
actúan durante los procesos que en ellos se de lo particular a lo general sin mediación
desarrollan, a manera de nudos problemáti- alguna. Estas generalizaciones que se pro-
cos- obstáculos- que dificultan el trabajo ducen desde lo particular, están tan presen-
colectivo de articulación y construcción de tes en el saber del maestro que cuando lo
conocimientos. analizamos, dudamos entre caracterizarlo
como “particularismo” o “ultrageneraliza-
Diferenciamos ciertas tendencias ción”, que es el concepto usado por A.
que, si bien algunas no son privativas del Heller para explicar el pensamiento cotidia-
maestro ya que pueden hacerse extensi- no. En este sentido nos parece pertinente
bles al pensamiento cotidiano de cualquier transcribir lo que la autora considera como
sujeto, el hecho de expresarse con cierta modos en que el pensamiento cotidiano
particularidad en los Talleres justifica su alcanza la “ultrageneralización”.
mención. Para esto nos ha resultado de
interés e iluminador los planteos que reali- “De dos modos llegamos a la ultra-
zara A. Heller (1985) acerca de las caracte- generalización característica de nuestro
rísticas del pensamiento y la acción cotidia- pensamiento y nuestro comportamiento
nas. cotidianos: por una parte asumimos este-
reotipos, analogías y esquemas ya elabo-
En el conjunto de saberes con que rados; por otra, nos lo “pega” el medio en
los maestros interactúan en el espacio del que crecemos, y puede pasar mucho tiem-
Taller notamos algunas tendencias que po antes de que atendamos con actitud
dificultan el trabajo de análisis e interpreta- crítica a esos esquemas recibidos, si es que
ción de distintas situaciones escolares. En- llega a producirse esa actitud. Ello depende
tre ellas es posible discriminar un cierto la época y del individuo. En períodos estáti-
pragmatismo y espontaneismo, una inclina- cos pasan a menudo generaciones enteras
ción a lo particular, un propender a la eva- sin que se problematicen los estereotipos
luación/ valoración y una desvalorización de de comportamiento y pensamiento; en épo-
su propio saber. cas dinámicas esos elementos pueden ha-
cerse problemáticos incluso varias veces en
Decimos que el saber del maestro una sola generación, y la problematización
tiene una tendencia al pragmatismo en el es más lenta e infrecuente en caracteres
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inclinados al conformismo que en individuos esta posibilidad está centrada en los acto-
dinámicos y críticos. La tradición no es res sociales de la escuela a partir de que
siempre la fuente de la ultrageneralización, pueden “moverse” en su medio.
la cual se puede basar también en la expe-
riencia personal; y la actitud que se contra- El Taller de Educadores puede justi-
pone al sistema estereotipado tradicional ficarse aquí como un instrumento posibilita-
puede contener ultrageneralizaciones aná- dor de ese “moverse” en la medida en que
logas a las del sistema mismo al que se confía en el protagonismo del maestro para
opone” (A. Heller, 1985; 72). quebrar reflexivamente esa aproblematici-
dad de su saber a la vez que lo revaloriza.
Estas generalizaciones realizadas Esta revalorización crítica que el maestro
desde lo particular pueden concretarse re- puede realizar de su propio saber intenta,
curriendo a mecanismos analógicos, a pre- además, desestructurar la desvalorización
cedentes o a la imitación. Estas formas de en que él mismo la coloca. La desvaloriza-
generalizar, al basarse, como decíamos, en ción que el maestro hace de su conocer es
normatividades consuetudinarias obstruyen posible entenderla si se considera que es
“captar lo nuevo, irrepetible y único de una un profesional al que se lo aleja del trabajo
situación” (A. Heller, 1985; 63). en torno al conocimiento, como veremos
cuando analicemos la práctica docente.
El saber del maestro generado fun-
damentalmente a partir de su cotidianidad, Esta desvalorización lo lleva a la
de la repetición y regularidad del quehacer, búsqueda de una confirmación de su saber
se torna espontáneo cuando no se plantea por caminos externos a él. Los portadores
su problematización, su reflexión crítica. del saber son “otros”, son los teóricos, los
especialistas, los investigadores. De ahí
La espontaneidad del saber cotidia- que analizando las expectativas con que los
no tiene que ver con la continuidad del de- maestros llegan al Taller, las mismas están
sarrollo de una práctica. “Si nos dispusié- relacionadas con la necesidad de convali-
ramos a reflexionar sobre el contenido de dar lo que hacen. (7). Se hace presente
verdad material o formal de cada una de otra dificultad en el trabajo colectivo del
nuestras formas de actividad, no podríamos Taller- tendiente a la búsqueda de la auto-
realizar ni siquiera una fracción de las acti- nomía del maestro en la construcción de un
vidades cotidianas imprescindibles y se conocimiento de su realidad- ya que se es-
imposibilitarían la producción y la reproduc- pera que los “especialistas” les “enseñen”.
ción de la vida de la sociedad humana”. (A. Tal situación conduce además a no escu-
Heller, 1985; 55). charse entre pares y reproducir en el Taller
lo que caracterizaron como la “estructura
Esta dificultad para pensar crítica- piramidal” de la relación maestro- alumno.
mente la práctica, por otro lado está asen- Cada maestro cuando habla se dirige al/los
tada en que muchos aspectos de ella apa- coordinadores, por lo que es importante
recen ante el maestro- o en cualquier indi- advertir y analizar tal circunstancia para que
viduo- como verdaderos y ciertos. Una es- pueda modificarse. (8).
pecie de fe y confianza.
Por último, diferenciamos una recu-
“Pero esta aproblematicidad se ter- rrente tendencia evaluativa/valorativa que
mina en cuanto que el “acierto” nos abre la perturba el registro y la descripción detalla-
posibilidad de movernos en un medio dado da de situaciones y episodios escolares a
y de mover ese mismo medio dado” (A. fin de su desmenuzamiento analítico. La
Heller, 1985; 58). recurrencia a evaluar y valorar desplaza al
análisis y, a veces, cristaliza en posiciones
Es interesante entender esto para dilemáticas. Esta tendencia a lo evaluati-
no quedar impotentes ante determinadas vo/valorativo tiene una significación espe-
posiciones teóricas, que limitan las posibili- cial en la racionalidad del maestro por su
dades de transformación de la realidad es- historia profesional. Cuando se forma para
colar. Muy por el contrario, entendemos que ser maestro, sus prácticas son observadas
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intenta conocer la realidad objetiva vivida Cumplimentar con estas exigencias im-
por el docente. Consideramos a la práctica plica para el maestro la utilización de un
pedagógica como el proceso que se desa- tiempo que evidentemente no puede cen-
rrolla en el contexto del aula en el que se trar en lo específico. “Lo práctico no nos
pone de manifiesto una determinada rela- deja tiempo, una planificación o una planilla
ción maestro- conocimiento- alumno, cen- no nos da tiempo para otra cosa” (Angélica,
trada en el “enseñar” y el “aprender”. Reunión de Taller n° 8; 20).
Esas actividades, que superan la prác- Por otro lado, también el personal di-
tica pedagógica, van desde aquellas que rectivo recargado en sus tareas administra-
podemos caracterizar como más específi- tivas- burocráticas, pierde la función de
camente burocráticas (planillas, planifica- asesor pedagógico reclamada por el maes-
ciones, preparación de la documentación tro.
del alumnado, etc.) hasta las que la institu-
ción encomienda como forma de recaudar Entre otros modos de interferencia de
fondos para el mejoramiento de las condi- la práctica pedagógica por la intrusión de
ciones deficitarias en que se encuentran mecanismos burocráticos, los maestros
muchas escuelas (ventas de rifas, cobro de “dicen” de las conmemoraciones de fechas
cuotas cooperadoras de padres, etc.) pa- patrias, que implica, por un lado, la organi-
sando por las reuniones de personal con zación de los actos correspondientes, cuya
directivos, asesoramiento y reuniones con responsabilidad recae totalmente en ellos; y
padres, preparación de actos conmemorati- por otro, la exigencia a que programe el
vos, control de los recreos, realización de “dictado de clases alusivas” las que rom-
distintos tipos de censos que el Estado en- pen, fracturan la continuidad temática con
comienda, etc. que el maestro venía trabajando, en este
caso, en ciencias sociales.
Estas actividades y relaciones que co-
tidianamente el maestro despliega “fuera” De tal manera que podemos decir que
del aula y que son vividas por él en forma la práctica docente está surcada por una
agobiante, perturban la práctica pedagógica red burocrática que entendemos como el
concreta- en su especificidad de trabajo conjunto de las actividades y relaciones que
intelectual- al producir un distanciamiento alejan al maestro de la especificidad de su
de la misma. Es decir, la especificidad del quehacer: el trabajo en torno al conocimien-
trabajo del maestro queda desdibujada e to.
incorporada fragmentariamente a un con-
junto de funciones que si bien pueden su- Este fenómeno burocrático, que desde
ponerse como secundarias en el desempe- la institución está presente en la práctica
ño del rol del docente, no ocurre así en el docente, se podría afirmar que, en algunos
contexto burocrático de la organización ins- casos, recorre internamente la práctica pe-
titucional donde está inserto. La presenta- dagógica cuando el maestro desdibuja su
ción, por ejemplo, de una “buena” y “prolija” relación con los niños y el conocimiento en
carpeta de planificaciones de la práctica función de aspectos formales, como pue-
pedagógica es tomada en cuenta para la den ser, entre otros, la acentuada preocu-
calificación del maestro como profesional. pación por el desarrollo de “hábitos” que
Si no se presenta en el plazo y con las ca- generalmente son de tipo disciplinario, o la
racterísticas requeridas “el maestro no vale” repetición de trabajos que los alumnos no
(María, Reunión de taller n° 21; 21). presentan con las características de proliji-
dad, subrayado, caligrafía, márgenes re-
Agreguemos que muchos supervisores queridos, etc.
evalúan la práctica pedagógica de un
maestro no observando el proceso que se Ahora bien, el maestro, envuelto en esa
desarrolla en el aula, sino a través de cómo red burocrática presente en su cotidianei-
se ha realizado la carpeta de planificacio- dad, puede reflexionar críticamente sobre
nes. ella. Entiende que la cumplimentación de
todas las exigencias lo descentra de su
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trabajo específico. Esta red burocrática está autoritaria del pasado con fuerte presencia
montada como un mecanismo de control en el presente.
que se ejerce sobre la práctica pedagógica
a partir de que no se tiene “confianza” a) El maestro despliega su práctica en
(¿científica?) en ella. No obstante, cuando el contexto de la escuela, inserto en una
se le propone desechar todos aquellos as- organización jerárquica, que trasciende la
pectos que considere no necesarios, se misma institución escolar al engarzarse en
siente limitado para hacerlo considerando lo estatal.
que cada uno tiene una funcionalidad en el
contexto de la organización institucional. Esta característica de su inserción ubi-
Esto es lo que trajeron los maestros al Ta- ca al maestro como subalterno de una es-
ller que ocurrió en las llamadas mesas de tructura en la que jerárquicamente- y desde
trabajo, espacio de reflexión de los docen- el estado- se van tomando decisiones que
tes, organizados por el Ministerio de Edu- tienen que ver tanto con los contenidos te-
cación de la Provincia de Santa Fé durante máticos, como con los aspectos didácticos
el año 1984 para la discusión de algunos y metodológicos, pasando por los criterios
lineamientos educativos propuestos entre disciplinarios hasta la reglamentación de
los que figuraban el problema de la desbu- todas las actividades que en la escuela se
rocratización. van “ejecutando”.
No obstante, no todos los maestros in- La formación inconclusa que como pro-
terpretan estos límites. El aislamiento y la fesional tiene el maestro lo lleva a la desva-
autonomía en el que por otro lado se desa- lorización de su propio saber, del saber de
rrolla la práctica pedagógica en el aula, sus compañeros o a que no sea considera-
hace que la misma aparezca como total- do- en lo referente a sus propuestas en
mente controlada por él, encubriéndose y relación al conocimiento- por el personal
desdibujándose la disociación y la subalter- directivo. La autoridad del saber está colo-
nidad de su trabajo. Es en la desestructura- cada en “otros”, externos al maestro; está
ción de estos nudos “ideológicos”, donde el en los “especialistas”, los “teóricos”, a quie-
Taller resulta un instrumento posibilitador nes compete, por otra parte, construir el
de modificaciones de las formas de con- conocimiento repitiéndose el círculo de la
ciencia del maestro. disociación.
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NOTAS
(4) Algunos maestros lo entienden así: “considero que nací maestra. Apenas hablaba y
con admiración salía a la calle a ver pasar a las maestras y llenárseme los ojos de lágrimas.
Desde chica, y yo reconozco que con treinta y pico de años si volviera a nacer volvería a ser
maestra. Y para mí usar el delantal blanco es un orgullo. Seré idiota, idealista, pero para mí es
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un orgullo. Felices de aquellos que pueden estar rodeados de niños. Yo encuentro en ellos to-
do sano, todo decente, todo puro y sigo reconociendo que las autoridades no lo ven, no valoran
nuestro trabajo” (María, Reunión de Taller n° 22; 5 ).
(5) “El respeto se gana con la idoneidad, no con los gritos” (Ale, Reunión de Taller n°23)
(6) Véase el trabajo de José F. García, Notas sobre el concepto de ideología y la trans-
formación de la escuela. FLACSO, Bs. As. 1985.
(7) “Es querer saber si lo que uno hace está bien, si realmente los métodos o las normas
que uno utiliza es lo que justamente el chico, primero sí el chico, a través de lo que uno aplica
es lo mejor para ellos. Sí, realmente yo quisiera pisar más sobre algo más firme, pensar que lo
que hago está bien. O sea, que el chico cuando escucha mis enseñanzas, o bien lee él mismo
o trata de estudiar, que lo haga sobre bases sólidas, no así en el aire. Tener un poco, así un
método para que el chico aprenda realmente...” (Lila, Reunión de Taller n° 1; 3).
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