Está en la página 1de 6

Temario Retiro Junio 2013

Tema 1: María, Hija, Esposa y Madre. Servidora del Señor.

Casi siempre que hemos predicado un retiro hemos dejado la persona de la Madre de Dios para el
final. No quiero con esto manifestar nada más que la centralidad de nuestra predicación está en la
persona del Hijo de Dios, nacido de María Santísima. Seguro estoy que Ella así lo quiere puesto
que Él es el Redentor del mundo, el Hijo de Dios, el Ungido, el Mesías, el Hijo amado del Padre.
Sin embargo pensando, vez pasada, sobre el tema para éste retiro se me ha pedido desde lo Alto
que hablara de la Madre de Dios. Ella no puede estar ausente de nuestra predicación ya que nos
conduce a su Hijo. Vamos a organizarnos para la predicación.
Hablar de María como Hija nos remite, sin lugar a dudas, a dirigir nuestra mirada hacia el Antiguo
Testamento y preguntarnos: ¿se habla de María Santísima en él?

1º Génesis 3,15
“Yo pondré enemistad entre tu y la mujer, entre su estirpe y la tuya: ella aplastara la cabeza
cuando tu le hieras el talón”
El sentido es claramente mesiánico, el vencedor del demonio será el Mesías descendiente de la
mujer. La mujer en sentido literal es Eva pero en sentido típico y aun en sentido pleno es
María.

2º Isaías 7,14
“Por tanto el Señor mismo os dará un signo. Eh aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo
que se llamará Emmanuel”
Se refiere al Mesías y a su concebimiento virginal a través de la Virgen, María. A esta razón este
texto es llamado “La Profecía de Emmanuel”

3º Miqueas 5, 1- 4
Y tu Belén, de Efratá, la menor entre los clanes de de Judá, de ti sacaré al que ha de ser el
gobernador de Israel; sus orígenes son antiguos, desde los tiempos remotos.
Por eso él los abandonará hasta el momento en que la parturienta de a luz y el resto de sus
hermanos vuelva con los hijos de Israel.
Pastoreará firme con la fuerza de Yahvé su Dios. Vivirá bien, porque entonces él crecerá hasta los
confines de la tierra.

Cómo vemos ya en el A.T. Se hace referencia a Nuestra madre. El el N.T. Se habla de la Madre no
ya en sentido figurado sino concretamente de ella.
* La Anunciación (Lc 1,26-38)
* La Visitación (Lc. 1, 39-56)
* El Nacimiento (Lc 21,20)
* El encuentro de Jesús con los doctores (Lc 2,41,50)
* Tambien tenemos textos donde se nos habla de María Santisima cuando va a ver a Jesús,
durante la Pasión del Señor, junto a la Cruz...

Pensar en María como Hija nos invita a replantearnos, sin lugar a dudas, nuestro rol como hijos.
No solo como hijos de nuestros padres terrenales sino nuestro Padre del Cielo. Ella ha sido una
persona sana en sus relacion con respecto a sus padres y en su relación con Dios. Sería muy
bueno que cada uno de nosotros nos imaginaramos los distintos comportamientos de Nuestra
Madre rogándole al Espíritu Santo nos ayude en este “vuelo imaginario”. Verla con los ojos del
corazón en el momento de su nacimiento, de sus primeros pasos, de convivencia familiar con
Santa Ana y San Joaquín, en las relaciones amistosas con sus amigas, en el día de su compromiso
con San José y en todo disfrutando de la cercanía de Dios.
Qué bonito es pensar que Dios se la iba preparando, había fijado su Mirada en Ella... se había
producido un momento en que, ambos, se cautivaron y de tal manera que eso posibilitó ese SI
inamovible de parte de los dos. Dios ya que es inmutable ella ayudada por la gracia de Dios que la
animaba a decirle absolutamente, en todo, SI a Dios.
Hablar de María como hija nos ayuda a reeplantearnos tambien nuestra relación con Dios a la Luz
de la relación PERSONAL de ella con Dios Padre. Su mirada, su confianza, su entrega, todo en ella
ha sido entregado. Cada momento de su Vida nos habla de esa relación tan intima y personal que
se ha dado entre una Hija y un Padre. Ella experimenta a Dios en todo momento. Ella no es una
mujer incoherente que es de Dios de a ratos. Ella es TODA de Dios.

Contemplemos a María Santísima como Esposa.

Un amor casto, fuente de castidad conyugal para los esposos cristianos


Podría pensarse que, subjetivamente, la Virgen María eligió a José, el hombre justo predestinado
para esta misión; justamente como esposo para poder conservar la virginidad consagrada, en el
seno de una sociedad judía donde el celibato consagrado no era practicado sino por los grupos
marginales Esenios.
Pero objetivamente este matrimonio virginal tenía además, como lo enseña Roberto Belarmino,
otros fines: preservar a la Virgen de la sospecha de adulterio y ayudarla en la educación del Dios -
Niño.
Este matrimonio virginal produjo, en el Corazón de la Virgen, un amor creciente y único por San
José, guardián de su virginidad; virgen él mismo para ella y por ella; con ella educador del Hombre
- Dios, Mesías y Salvador. El nombre de Jesús, que María y José conjuntamente confirieron al Hijo
de Dios, de Adán y de David, en obediencia a la voluntad divina, fue el nudo supremo de este
amor indisolublemente virginal y nupcial.
En el cielo como en la tierra, el Corazón de María ama a José con este amor que ella no tiene ni
podrá tener por ninguna otra criatura. ¿Cuál otra habría podido tener el derecho a un amor tan
íntimo? San José es el amigo aparte; el amigo único de María, que ella ama más que a los ángeles
y a los santos más perfectos, y que quería más santo que toda criatura. María supo ser deudora a
José del honor, de la vida (sin él, recalca San Jerónimo, ella pudo ser lapidada), del pan cotidiano
y supo deberle a Jesús mismo, que no hubiera podido ser concebido virginalmente en ella sino
gracias a la virginidad de San José Honrando al Corazón de María, no sabríamos hacer abstracción
de este objeto privilegiado de su amor que fue San José. Salvo algunas excepciones y algunos
tratamientos parciales y locales, este amor y este matrimonio no han encontrado en las síntesis
mariológicas, el lugar que merecen.
“Dios - nos dice - decidió desde la eternidad entregar su Hijo al mundo, pero sólo gracias a este
matrimonio virginal. Este matrimonio era tanto más cierto cuanto era el signo y la prenda más
perfecta, después de la Encarnación, de la unión de Jesús con su Iglesia. Esta unión, que el
matrimonio de José y María anuncia, se inaugura en la perfección. Aunque la unión de Jesús con
su Iglesia no será más que la prolongación - necesariamente menos perfecta - de este matrimonio
vivificado por la presencia de Jesús. Porque en el futuro ¿a qué alma podría estar unido Jesús tan
íntimamente y tan profundamente que a las de María y de José, unidas entre ellas por Él?
La Iglesia, Esposa virginal de Cristo, su Salvador, cuyas nupcias son sacramentalmente
representadas y actualizadas por todos los matrimonios cristianos, ama en el Corazón de María la
irrevocable decisión de un matrimonio virginal, y el amor nupcial único por San José, condiciones y
fuentes de su propia existencia.
En el corazón nupcial de la Inmaculada, la Iglesia ama, también, con un amor fiel e indisoluble a
San José, causa ejemplar y meritoria de su propio amor invencible por Jesús.
Un amor casto, fuente de castidad conyugal para los esposos cristianos; un amor cuya
contemplación le hace seguir más fácilmente la sugerencia del Apóstol Pablo: “privarse el uno del
otro de común acuerdo, por un tiempo, para dedicarse a la oración” (1 Co 7,5).
La Iglesia sabe, por lo demás, que reflexionando sobre este matrimonio virginal, su prototipo, está
llamada a descubrir más exactamente que “la esencia del matrimonio consiste en la unión
indivisible de los espíritus, en virtud de la cual los esposos están mutuamente obligados a la
fidelidad”, como lo subrayaba Santo Tomás de Aquino. La contemplación del matrimonio virginal
de María y de José ha hecho comprender a la Iglesia que el matrimonio ya es verdadero antes de
ser consumado carnalmente.
¿No es, también, una consideración orante de este matrimonio único - al menos en parte - el
origen del audaz contrato mediante el cual San Juan Eudes tomó a María por Esposa mística?.
Se comprende, entonces, que el culto de la Iglesia para con el Corazón de María lleva a glorificarlo
como el corazón virginal y nupcial de la Esposa de José. Y es como tal que María es el Corazón de
una Iglesia Esposa y Virgen.
En su exhortación apostólica sobre La figura y la misión de San José en la vida de Cristo y de la
Iglesia (15 de agosto de 1989), Juan Pablo II nos ayuda a contemplar el matrimonio de María con
José:
“Las palabras dirigidas (por el Ángel del Señor) a José son muy significativas: “No temas recibir
contigo a María, tu mujer, pues su concepción es del Espíritu Santo” (Mt 1, 20). Explican el
misterio de la Esposa de José: María es virgen en su maternidad... Lo que se cumplió en ella por
obra del Espíritu Santo expresa, al mismo tiempo, una particular confirmación del vínculo esponsal
que ya existía entre María y José. De esta manera su matrimonio con María su realizó por voluntad
de Dios, debiendo ser conservado. En su maternidad divina, María debe continuar viviendo como
“una virgen, desposada con un varón” (Cfr. Lc 1,27).
En las palabras de la anunciación nocturna, prosigue el Papa, José vuelve a oír la verdad sobre su
propia vocación. Justo, ligado a la Virgen con un amor esponsal, José es llamado nuevamente por
Dios a este amor. Si aquello que es engendrado en María viene del Espíritu Santo, ¿no es
necesario concluir que su amor de hombre es, también, regenerado por el Espíritu Santo? ¿no es
necesario pensar que el amor de Dios derramado en el corazón del hombre por el Espíritu Santo
(Rm 5, 5), da forma de la manera más perfecta a todo amor humano? Forma también - y de una
manera muy singular – “el amor esponsal de los esposos”.
La profundidad de esta intimidad, la intensidad espiritual de la unión y del contacto interpersonal
del hombre y de la mujer provienen, en definitiva, del Espíritu que vivifica. José, obedeciendo al
Espíritu Santo, encontró en él la fuente de su amor esponsal de hombre (Redemptoris custos, 18 -
19).
Se ve: para Juan Pablo II, el Corazón de María Esposa favorece la eclosión de un auténtico amor
conyugal.
Miremos a María Santisima como Madre. Este tema puede traer un poco de tela ¿porqué les digo
esto? Porqué acá no se trata de pensar solo en María como la Madre de Jesús sino también pensar
en que es Nuestra Madre y aunque no lo creais este tema nos remitirá a la relación que
tengamos o hayamos tenido con nuestra madre terrenal. Muchas veces tenemos una relación con
Nuestra Madre del Cielo “condicionada” por la experiencia que hayamos tenido con la mujer que
nos ha dado la vida. Hay veces que eso se expresa en la “devoción” o el “rol” que tengamos en
nuestra relación filial a la Madre de Dios.
Si leemos la Sagrada Escritura y los libros escritos sobre María Santisima en su relación con Jesús
podremos descubir que ha sido una Madre muy cuidadosa y ha establecido con su Hijo una
relación que ha tenido muchas caracteristicas. Veamos algunas:
Su relación maternal ha estado marcada por:
• La autenticidad
• El diálogo (Maria- José – Jesús)
• La Libertad
• La Responsabilidad en la Educación Integral del Niño (enseñarle a comer, a hablar, a
estudiar, a rezar)
• El profundo respeto de la relación de San José, su esposo, con Jesús su Hijo.
• La Aceptación Incondicional no solo a la Persona de su Hijo sino a la Voluntad del Padre
(OBEDIENCIA)
• La Confianza Absoluta (FE) con su Hijo aunque había momentos es que no entendía
algunas cosas. Ella no solo cree en Dios sino QUE LE CREE A DIOS.
• Un Apoyo y Cuidado absoluto a Él (no solo cuando Niño sino cuando Adulto)
• Una relación sana y saludable con su Hijo (CASTIDAD). Desprendimiento
• Una Disposición a ayudarle a llevar el Plan del Padre a su plena realización
• Una Aceptación total a la Voluntad de su Hijo (cuando la Entrega como Madre del
Discipulo Amado)
• Una Docilidad Absoluta al Espíritu Santo
• El valor y la dignidad del trabajo. Ellos eran pobres (Pobreza)
• Un continuar acompañando a los Discipulos de Jesús (Apostoles, Santos, HOY)
Nuestra Madre de verdad AMABA, AMA Y AMARA siempre porque ella no conoce el peso del odio,
ni del rencor. Sabe de la importancia de Amar porqué el Amor es sanante, Transformador,
Santificante. Ella es la CRIATURA QUE EXPRESA MAS PROFUNDA Y VERDADERAMENTE LA
TERNURA DE DIOS.

Trabajo personal: pedirle al Espíritu Santo la gracia de meditar en una faceta de


Nuestra Madre. Sea como Hija como Madre o como Esposa

2º Tema: Mediadora e intercesora de sus hijos ante su Hijo Jesús

Antes de adentrarnos en este tema me gustaría que nos fijáramos en los sentimientos y actitudes
que tiene Nuestra Madre.
Tomemos tres Verbos escogidos del Concilio para expresar la pieneza de la adhesión de María al
Misterio de la Salvación:

Consentir (consintiendo la Palabra Divina): la Virgen aceptó la Palabra y la acogió. Ella


acoge en el corazón y en el cuerpo al Verbo de Dios. Un autor de nuestro tiempo, explica
así este concepto: “Ella fue discípula y madre del Verbo. Discípula porque se pone a la escucha de
la Palabra, Madre porque ofrece su cuerpo a la Palabra y la custodia por nueve meses en cofre
del su cuerpo. La acoge en el corazón haciendo amplio su pensamiento al pensamiento de Dios;
ofrece voluntaria el terreno Virgen de su espíritu a la germinación del Verbo; mas no se consideró
expropiada de nada.
Abrazar (abrazando con todo el ánimo la voluntad salvífica de Dios), abrazar es más fuerte con
consentir, ella consiente, acoge la Palabra y a consecuencia abrazala “ voluntad salvífica” la
abrazó “con todo el ánimo”
Consagrar: En este crecer gradual de su respuesta, Maria llega a un punto “se consagró
totalmente a la persona y a la obra del Hijo”. Consagrarse es entrar en espacio sacro, es volverse
parte de eso que es solamente de Dios, es pertenecer a él totalmente y para siempre

Sentimientos:

Amor: Nada hay en Nuestra Madre que no nos hable del Amor. Ella es la mujer del Amor. Es la
que se ha dejado amar por Dios y se ha convertido, así, en la Discípula del Amor. En Ella habita el
Amor y es ese Amor el que la lleva a la busqueda permanente de Dios, a la afirmación de su ser
en Dios viviendo para Él y desde Él para los demás. Muestra de esto es la acogida que les da a los
pecadores, a los enfermos, a los necesitados.

Miedo: lo ha sentido y esto lo sabemos al leer el texto de la Encarnación. El Ángel le ha dicho a


ella “no temas”. Tener miedo no es malo. Tener miedo es normal. ¿A que le tenemos miedo? A la
amenaza exterior que sentimos. Tememos a algo cuando no lo comprendemos. Éste es el temor
de María Santísima pero tambien “Temer” para Ella es haber hecho algo que no sea acorde a la
Voluntad de Dios. Es lo que llamamos el “Santo Temor de Dios”.

Alegría: es impensable que Nuestra Madre no haya sido una persona alegre pero no solo la alegría
humana sino tambien esa alegría espiritual que llamamos “GOZO”. El gozo profundo de saberse
amado, elegido, llamado, invitado, buscado por Dios. Es la alegría que nace de la intimidad con
Dios y sentirse sumergido en Él. Para que lo entendais es como esa “dulce nostalgia” por el ser
amado cuando recordamos a ese Ser maravilloso del cual estamos enamorados. Su gozo era
perfecto como perfecto era su amor. Ese gozo era una experiencia viva. ¿Donde radicaba el gozo
de María? En quella increbantable seguridad de que algún día, cuando Dios lo dispusiera, iría a
participar de una manera excepcional de la plenitud del gozo que Dios reserva para sus elegidos.
Aunque podemos afirmar, tambien que el verdadero y mas profundo gozo de Nuestra Madre fue el
misterio de su divina maternidad. Dios la amaba y ella se sentía amada y, ambos, Dios y Ella se
donaban mutuamente.

Disponibilidad: Inmediatamente el Ángel le comunica el mensaje de Dios de que si acepta será la


Madre del Señor, Ella acepta de manera incondicional. Dice ese SI con máyusculas que nunca
conocerá el ocaso de un no. Su sumisión a Dios expresado en la respuesta al Argángel San
Gabriel “he aquí la esclava del Señor” era mucho más que una expresión era SU VERDAD,
VIVIFICADA por el Amor gozoso de Dios. Ella no solo fue una persona con una disponibilidad
maravillosa lo ES ahora tambien. Nunca deja de lado a un hijo de Dios a la deriva.

Equilibrio: Nuestra Madre ha sido una mujer equilibrada. Ante el dolor interior, ante la alegría, ante
el pecado, ante la incomprensión ella sigue Amando. Es la mujer que sufre al ver al Hijo de su
corazón y de su viente condenado y en la cruz pero sabe que quien tiene la última palabra la tiene
Dios.

Fe y Esperanza: Es una mujer creyente que no espera “comprobaciones”. A Ella no le hace falta
que Dios le demuestre nada. Se le ha manifestado parte del Plan de Salvación del cual es co-
protagonista y eso le basta. Ella, en algunos momentos, confía aún sin entender guardándolo en
su corazón. Ella espera y no desespera.

Caridad: ayer, hoy, y siempre ella vivirá la Caridad. No dudo que antes lo hacía mediante la
atención a quienes la necesitaban materialmente hoy esa atención es más plena, mas grande
donde sus valores espirituales se ponen de manifiesto. Por algo su Hijo la ha convertido en Madre
de sus Discipulos y nos sentimos tan amados por Ella. Estamos en su Corazón.
Así se pone a dispocisión de su Hijo y de sus hijos convirtiendose en MEDIADORA. Nada de lo
nuestro le resulta indiferente, nada le es ajeno. Todo lo tuyo, todo lo mio es importante para ella
cuando se trata de ir ante Dios.
Si nos preguntamos ¿todo le es importante? ¿hasta el minimo detalle? Cuando se trata del BIEN
podemos decir que absolutamente TODO le es importante.
Analicemos esto a la luz del texto de las Bodas de Caná: Jn 2,1-12
El significado y el papel que asume la presencia de la Virgen María se manifiesta cuando falta el
vino. Ella mujer, solícita, atenta, cariñosa, solícita ama de casa, se da cuenta e interviene para que
no se pierda la alegría de todos, es especial la de los esposos porque si falta el vino la fiesta se
vuelve un fracaso.
Ella se va hacia Jesús y le dice tres palabras “No tienen vino”, Ella le expresa su preocupación por
esa situación. Ella no duda de que su Hijo responderá favorablemente. Ella espera algo
extraordinario. Intuye que Jesús lo puede hacer. ¿Cómo lo hace? No lo se porque Jesús no habia
hecho antes ningún milagro. Me da a pensar en su FE, esa Fe carismática que manifiesta la
valentia y la certeza de que Dios responderá a su plegaria.
Logra el primer milagro de Jesús. Qué consideracióndel Hijo de Dios y de María concederle a su
Madre el primer milagro que despertará la fe de los discipulos y manifestará su Gloria.
Así hoy la Madre acude por tí y por mi ante su Hijo Amado. Así pide cuando le falta el vino de la
alegría a tu vida y la tristeza se hace presente en tu corazón. Recuerda nada vale la tristeza de tu
corazón para la Madre. Ella te quiere feliz y no porque el dolor no la haya afectado, porqué claro
que le afecto al ver a su Hijo en la Cruz sino porqué pone su Fe en Quien no defrauda. En Quien
cuando promete lo cumple y sobre todo porque te ama como nadie podrá hacerlo nunca.

También podría gustarte