Está en la página 1de 172

LO V I V O Y L O M U E R T O

DE L A FIL OSOFÍA D E HEGEL


Panorama d e l a Fi l o so fía y d e l a C u l t u r a BENEDET T O C R O C E

LO V I V O Y L O MUERTO
DE L A

FILOSOFÍA D E HEGEL
1

EDICIO NES I M Á N
BUENOS AI RES
Traducido de l a 3
,,
F R AN C I SC O G O N Z A L E Z R I O S
E d i c Pi réo f ne s o r e n F i l o s o f a
i t a l a
n a
p o
r
NOTA P RE L I MI NA R
La f o t o c o p i a m a t a
el l i b r o • • •
Pero el lib ro caro Apenas es necesario decir que Benedetto Croce es una de las
figuras de may or relieve y significación en el cuadro general
y co st o so m a t a a l de la filosofía contemporánea. Esta se caracteriza, en lo esencial,
b o lsillo h o n e s t o y primero, por s e v e r a y la exigencia de superación re-
t ra b a j a d o r ;) lativas a la etapa positivista segundo p o r el elevado rango que
Tr i
'filosofía
, actual se nos presenta bajo la doble faz de antimeca-
nicismo
77 e historicismo, c on lo cual demuestra tener no sólo el
perfil de •iiita temática propia, sino también hallarse coherente-
-
mente ceñida a l a línea d e l desenvolvimiento his t óric o d e l a
,cultura.
7 )Nadie ha contribuido tanto en f av or de lo primero, es decir,
;de la crítica al positivismo, como el contingentismo de Bergson
y—Boutroux, (para nombrar sólo a los más importantes); en lo
z
segundo, o sea, en su carácter laistoricista, el pensamiento fi lo-
sófico
f contemporáneo es, a la distancia de un siglo, subsidiario
de s la filosofía de Hegel y de las escuelas hegelianos inmediatas,
hasta
r i d c ulminar en pensadores d e l a t alla de u n Frey er, u n
PRINTED IN ARGENTINE Dilthey o un Crece, quienes pueden bien ostentar el título de
o
filósofos neo-hegelianos.
c En Italia, especialmente en Nápoles, la filosofía hegeliana tuvo
l
pronto arraigo (quizás nada bay a infl uido t ant o n i preparado
Derechos reservados par a todos l os s
mejor los espíritus, para ello, como el vigoroso pensamiento de
paises de habl a espalola- o
Giambattista Vic o) y la vemos unida a los nombres de Vera y
Queda h e c h o e l d e p á s i t o q u e Spaventa
c c on quienes ent ronc a el movimiento d e renovación
previene la Ley 11723. C O y r i gt h by filosófica
i que reconoce como jef e espiritual a Cro ce. Sin em-
EDICIoNEs IMÁN — BuEN os Ai R ts bargo, la fama de Benedetto Croc e se debe no sólo a esta tarea
a
renovadora; de constante y vehemente incitación en f av or de
Se t er s nin5 de im pr I m ie el 15 de O c t ubr e de
l
1943 en le I nt pr ent c de F . y M , A lc r ent elí . - 7
B uenos A ir es .
h
i
s
T
-
3
NOTA _ P RE L I M I NA R

la vida del espíritu y del hombre destinado a realizar la c on-


quista de l a libertad, s ino t ambién en e l hecho d e que para
tratar, actualmente, cualquier problema de lógica, de gnoseo-
logía, de estética, de derecho, de ética, de historiografía y aún
de crítica literaria, es
-t irpenr elocfundamental
i s o o en el simple detalle accidental, pero de
ctodaso maneras
n t a nor se• puede prescindir de él.. " i n ' ás que los ami-
cgos, los o adversarios
n han labrado su autoridad hoy indiscutida".
Entre las obras de carácter estrictamente filosófico del pen-
C r o c
sador abrucés se destaca s u famoso libro Saggio s ullo Hegel,
LA D L
e :
admirable esfuerzo de interpretación donde junt ó a la sagacidad , LOS CO NTRARIO S
scrítica disputan la sutileza y la ironía, ejercidas siempre bajo el
S,LE
erigor de un- método y d e una racionalidad poc o comunes, 16
pcual permite
o
CTIC
que en brillante estilo y sin mengua de la prof un- Hegel
ddidad filosófica,
r pueda Croc e i r desentrañando las insOspecha- A es de aquellos filósofos que han tomado por
objeto de su pensamiento no sólo a la realidad inmediata
ádas virtualidades del pensdmiento filosófico de Hegel al mismo O
sino también a la filosofía misma, contribuyendo así a
dtiempo i -que enriqueciéndolo c o n los variados matices d e s u L
la elaboración de una lógica de la filosofía: Y esto en
sconcepción e original.
A
Esta obra f ué publicada, p o r primera vez, en e l año 1907 tal medida que me inclino a suponer que Ia lógica de la
n -
(Dan, Laterza) con el título Ció che'C vivo e ció che m o n o della filosofíaS —con
I las consecuencias que de ella resultan
filosofia d i . N
bibliografía
para la solución de los problemas particulares y para la
1 - l e g e l , hegeliana confeccionada p o r e l mis mo Croce. E n concepción
T Ede la vida— ha sido el fi n hacia e l cual
el
d añoi c1913 h fué reeditada con un extensó apéndice, donde el autor
mostraba y a haber evolucionado algo e n l a interpretación de S I el esfuerzo más considerable de su espíritu,
Hegel orientó
a
ciertos aspectos fundamentales del pensamiento d é Hegel; e n
e d i y ha sido S justamente allí donde descubrió, logró perfec-
esta edición fué suprimida la bibliografía. Ofrecemos ahora, con
cla autorización
i ó cionar eDhizo valer algunos principios de gran importan-
expresa del autor, esta versión española, traducida
ndirectamente de la tercera edición italiana, seguida del apéndice cia, queEfueron ignorados, o indicados apenas, por los
ly del las enotas de critica hegeliana, a todo lo cual hemos agregado filósofos anteriores y que Por lo tanto bien pueden ser
vel magnifico
a ensayo bibliográfico de la primera edición. La t ra- considerados como sus propios descubrimientos.
bduccióna ha sido hecha teniendo a la vista la excelente versión Es extraño, el repudio que encuentra este concepto
afrancesag de He n r i Bztriot, publicada en 1910 (Paris, Giar d et - —que por otra parte es bastante simple y debiera ser
rBriére) e y que ha merecido la plena aprobación de Croce. aceptado, s in más, por su carácter evidente— de una
g Agradecemos
a al profesor Rodolfo Mondolf o sus valiosas indi-
lógica de la filosofía; o dicho de otra manera, que la
caciones, así como la generosidad puesta de manifiesto al acceder
d a esta traducción.
•a revisar filosofía opere según un método propio cuya teoría tiene
u F. G. R.
que ser indagada y formulada. Nadie pone en duda que
n
a 9
e
x
t
e
n
s
LO V I V O Y L O -
B E N'E DE TTO C R OC E a m u r r o
I D E
asunto concluido. ¡Felices aquéllos que se sienten sads-
L A
las matemáticas tengan su método, el cual se estudia en fechos! Pero si antes hablé de un espectáculo extraño
F I L O
la lógica de las matemáticas; ni que las ciencias naturales S O H A
esporque con Mucha frecuencia las gentes filosofantes,
D
posean también el suyo, de donde resulta la lógica de la y aún los filósofos mismos, se muestran desprovistos de
E
observación, la experimentación y la abstracción; lo mis- la más mínima conciencia de esta ineludible necesidad.
H E
C E
mo respecto de la historiografía y por l o tanto de la linos afirman que la filosofía debe seguir el método
L
existencia de una lógica del método histórico; de la abstracto-deductivo de las matemáticas, y otros no alean-
poesía y el arte en general, de donde resulta la estética Zafi a ver otro camino de salvación que no sea el de una
como una lógica de la poesía y del arte; del mismo modo, estricta sujeción al método experimental y sueflan unas
nadie pone en duda la existencia de un método implícito veces, o se jactan otras, con una filosofía que puede
en la actividad económica, el cual se manifiesta luego, estudiarse en clínicas y gabinetes de experimentación; o
en forma reflexiva, en la ciencia económica y por últi- sea,una metafísica empírica con sus consecuencias natu-
mo, nadie duda tampoco que en la actividad moral exista rales. Finalmente, suele hoy recomendarse —y ésta es
un método específico que encontramos, en forma refle- la última moda, aun cuando no constituye por cierto
xiva, en la ética o lógica de la voluntad, como a veces novedad alguna— una filosofía individual y fantástica
se la ha llamado. Pero, en presencia de la filosofía son que se produciría como el arte. Así, desde el compás y
muchos - el bisturí hasta la lira, todos los métodos se consideran
lfilosofía
os debe también tener un método propio, el cual buenos e n filosofía, excepto ¡claro está! e l método
qes. preciso
u e determinar. Por el contrario, son muy poéos filosófico.
los •que En contra de tales creencias bastaría hacer notar una
e se
sdedican admiran de que los tratados de lógica, que
buena parte a consideraciones metodológicas con sola observación, a saber: si la filosofía debe ser una
rrespecto
e s de las ciencias matemáticas y de las ciencias
reflexión consciente y debe darnos la inteligibilidad' del
i naturales,
s t no presten • por lo común la debida atención arte y de la historia, de las matemáticas y de las ciencias
eaesten problema respectó de las disciplinas filosóficas, y de la naturaleza, de la actividad práctica y de la moral,
alo que es peor, que a menudo lo releguen a silencio. nose concibe que pueda realizar su cometido ajustándose
e Es natural que si se niega la filosofía en general —sea al método correspondiente a la naturaleza de uno solo
spor falta de reflexión, sea por confusión inental o por deestos objetos particulares. Aquél que en presencia de
t simple capricho un poema se limite a la aplicación del método poético
una lógica de la filosofía, puesto que sería vano preten- logrará que viva en él un sentimiento similar al de la
a.der se admita la teoría de un objeto si se desconoce el creación sentido por el poeta a propósito de ésta o aque-
c— o s real
e
objeto de la misma. Se nos dirá: no existe la filosofía, lla obra ,
n pors lo tantou no existe tampoco la lógica de la filosofía
n i e g
,.part 11
ee10c icular
ut ea m b ,
ni cé n p e
il a r o
:a
RE NE DE TTO C R OC E LO v i v o Y L O M U E R T O D E L A FI L OS OFI A D E t w o E t ,

camino la intelección filosófica de la poesía. Del mismo En primer lugar, debiera ponerse en claro el triple
modo, quien frente a una teoría matemática se limite a carácter que, según Hegel, asume el pensamiento filo-
pensar matemáticamente, podrá aceptarla de buen grado, sófico comparándolo a los tres modos o situaciones espi-
someterla a la critica o bien perfeccionarla, pero no rituales con que más frecuentemente se confunde. 'El
llegará, por este camino, a penetrar en la esencia íntima pensamiento filosófico es .
del trabajo matemático. En suma, si el objeto de la filo- to
para H e g e l i
sofía no es la producción ni reproducción del arte, de sea
;p quer i nomes sentimiento,
e r o ni rapto de éxtasis, o-intuición,
las matemáticas y de todas las diversas actividades del o
s, cualquier otro estado psíquico similar, alógico y exento
espíritu humano, sino más bien la comprensión, la inte- de.fuerza demostrativa. Esto es _lo que permite distinguir
lección, de todas ellas, esta comprensión es por sí misma ae cla filosofía
o n declas doctrinas
e del misticismo y del saber
una actividad que tiene un método inmanente, implícito, g
p -
inmediato que tienen, a lo sumo, un significado negativo
que es justamente lo que hay que explicitar. en u cuanto reconocen que la filosofía no puede construirse
De todas maneras sería vana toda esperanza de com- conn la aplicación del método propio de las ciencias empí-
prender, y juzgar la obra de Hegel si no se tiene en rico-naturales,
d de las ciencias de lo finito; y son, si se
cuenta que 'el problema precitado fué el principal para quiere; profundas pero de una "profundidad vacía". Con-
o
tra , el misticismo,
este filósofo, como lo comprueba el hecho de que cons- los frenesíes, los suspiros, los ojos
tituye el problema central de su Fenomenología del Espí- puestos en el cielo, las cabezas reclinadas y las manos
u
juntas, contra los desvanecimientos, las advertencias pro-
ritu y de las distintas formas que asume este libro en la
Ciencia de la Lógica y en la Enciclopedia de las Ciencias n
féticas y las frases misteriosas de los iniciados, Hegel
Filosóficas. Por eso, una exposición del pensamiento de torna
i en satírico feroz e insiste siempre que la filosofía
Hegel que además de completa sea medular y crítica y debev tener una forma inteligible y razonada; debe ser
no consista en un simple resumen del contenido de sus "no e esotérica, sino exotérica" .y lejos de ser asunto priva-
libros, como ocurre en casi todas las historias de la do r de unaes secta, es asunto de la humanidad. El concepto
filosofía y aún en estudios especiales, donde con frecuen- filosófico universal y no meramente general, no debe
s
ser confundido con representaciones generales como ser
cia se sigue hasta la misma ordenación del autor por
secciones y capítulos (por ejemplo el reciente y volumi- a
"casa", "caballo", "azul", las cuales por la fuerza de una
noso estudio que Kuno Fischer le ha consagrado) debiera costumbre,
l que Elegel califica de bárbara, se las denomina
estar dirigida principalmente hacia la doctrina de Hegel comúnmente
; conceptos. He aquí lo que permite estable-
acerca de la esencia de la investigación filosófica y sobre cer t la diferencia entre la filosofía y las ciencias empírico-
las diferencias que ésta presenta respecto de otras formas naturales que satisfacen su cometido mediante la elabo-
e
ración de tipos y representaciones generales. El universal
de la actividad teorética y no teorética.
r
12 13
c
e
r
o
,
B E NE DE TTO C R OC K
LO V I V O Y L O M U E R TO DE L A FI L OS OFÍ A DE I I E GE L

filosófico, por último, es concreto, o sea que no es un Iogicidad que se conforma consigo misma; la crítica de
mero esquema (esqueleto) sino la comprensión de la
realidad en su plenitud y riqueza: las abstracciones filo- la teoría que considera al concepto como un complejo
de notas (lo que 'vendría a revelar, según HegeI, la verda-
sóficas no son arbitrarias sino necesarias y en consecuen-
cia resultan adecuadas a la realidad, sin mudarla n i dera nota de la superficialidad de la lógica ordinaria)
falsearla. Se establece así una diferencia 'entre filosofía la
; crítica a las divisiones en especies y en clases; la demos-
tración de la nulidad de todo cálculo lógico (demostra-
y matemáticas, las cuales no justifican sus puntos de ción que en la actualidad quizás posea virtud curativa)
partida, sino que los estatuyen y es preciso —dice y; así como éstas, muchas Otras doctrinas de no menor
gel— obedecer a la orden de trazar tal o cual línea importancia.
asistidos sólo por la buena fe de que la cosa resultará
oportuna para la buena marcha de la demostración. Pero no es mi propósito hacer aquí una exposición
completa del sistema de flegel, ni siquiera de su doctrina
La filosofía, en cambio, tiene por objeto aquello que
realmente es, y debe justificarse plenamente a sí misma lógica, sino más bien dirigir la atención sobre la parte
más característica de su pensamiento, sobre los nuevos
no admitiendo ni dejando subsistir supuesto alguno 1•
Para elucidar esta triple diferencia según la cual el aspectos de la verdad que él ha sabido revelar y además
sobre los errores que dejó subsistir y en los cuales se
verdadero concepto, el concepto filosófico, es lógico,
universal y concreto, sería menester, en una exposición vió, a menudo, precipitado. Por consiguiente, dejando
de lado las diferentes tesis que acabo de enunciar —a las
completa, hacerle lugar a las doctrinas secundarias que que me parece imposible poder rehusar totalmente aun-
se relacionan con la doctrina primera y fundamental,
algunas de las cuales son, por cierto, muy importantes. que reconozco la necesidad de promover a su aprendí- •
Citemos, entre otras, la repetición de, la prueba ontoló- zaje por cuanto constituyen, de algún modo, el abecé,
frecuentemente olvidado, de la filosofía— incido sin
gica (la defensa de San Anselmo conira Kant) es decir,
mayores rodeos sobre el punto en torno al cual se han
la tesis según la cual en el concepto filosófico, contraria- encendido todas las disputas y en contra del cual se
mente a l o que ocurre en las representaciones de l o
erigen las negaciones más terminantes de los adversarios,
particular, la esencia implica la existencia; la doctrina del asaber: el problema de los contrarios.
juicio, entendido como nexo entre sujeto y predicado,
y que en tanto se apoya sobre un substracto no analizado, Es este un problema que si se quiere comprender en
esinadecuada a la filosofía cuya verdadera forma es la su profundidad y en todas sus dificultades, exige una
previa y cuidadosa aclaración de los términos. El con-
del silogismo, en virtud de que éste entraña una perfecta cepto filosófico —que como se recordará es un universal
1 V er al respecto l a i ntr oducci ón a l a F enom enotnl a y el pr ól ogo concreto— en tanto que concreto lejos de excluir las
de l a Enci ckpedi a.
distinciones, las contiene; es Io universal distinto en sí,
14
15
B E NE DE TTO C R OC E L O V IV O Y L O M U E R T O DE L A FIL OS OFíA DE H E GE L

y resultante de aquellas distinciones. As í corno los con- convenirles la sentencia: mors tua, vita mea. Ejemplos
ceptos empíricos se dividen en clases y en sub-clases, el de conceptos distintos son los va mencionados de imagi-
concepto filosófico tiene sus formas particulares, pero nación e intelecto y muchos otros que podrían agregarse,
no es un agregado mecánico de estas últimas, sino más corno ser, derecho, moralidad e infinidad de conceptos
bien su organismo en el cual cada forma se une íntima- semejantes. En lo que respecta a ejemplos de conceptos
mente a las otras y al todo. Por ejemplo, la imaginación contrarios, se los puede extraer de las numerosas asocia-
y el intelecto son conceptos filosóficos partiéulares res- ciones (coppie) de palabras que tanto abundan en nuestro
pecto del concepto de espíritu o actividad espiritual, lenguaje y que no constituyen, por cierto, asociacio-
pero ellos no son nada fuera del espíritu, o por debajo nes pacificas y
de él, sino que ellos son el espíritu mismo en sus formas minos
, antitéticos de verdadero y falso; de bien y mal;
particulares, y no están separados el uno del otro como de
a mbello
i s yt ofeo;
s de valor y desvalor; de placer y dolor;
dos entidades que forman cada uno un todo, ajeno el de actividad
a s . y pasividad; de positivo y negativo; de vida
uno del otro, sino que más bien una penetra en la otra ySmuerte;
o n de ser y nada; etcétera. N o es posible, enton-
y recíprocamente, de modo tal que la imaginación, según ces, confundir la serie de los distintos con la serie de los
,
la opinión vulgar, por distinta que sea del intelecto, resulta contrarios, son a todas luces diferentes, como bien puede
p o
advertirse.
ser el fundamento del intelecto, indispensable para e l
mismo. r
Ahora bien, si la distinción lejos de impedir la unidad
Sin embargo, en la investigación de la realidad nuestro e j edel concepto filosófico, la hace, por el contra-
concreta
pensamiento se halla en presencia no sólo de conceptos m sumamente
rio, p l posible; no se puede decir lo mismo con
distintos, sino también de conceptos contrarios, los que o ,
respecto de la categoría de la oposición. Esta última da
no pueden ser identificados con los primeros, y ni siquiera l
origen a escisiones profundas en el senO del universal
considerados como casos especiales de aquellos, es decir, filosófico
o y de cada una de sus formas particulares, vale
corno una clase de conceptos distintos. Tina cosa es la decir,
s que ocasiona de esta manera la aparición de dualis-
categoría lógica de la distinción y muy otra la categoría mos
t insuperables. El pensamiento, en lugar de encontrar
de la oposición. Dos conceptos distintos, como ya se ha loé universal concreto y el tan ansiado organismo de la
dicho, se unen entre sí, aún en su propia distinción; dos realidad,
r parece, en cambio, separado en dos universales
conceptos contrarios parecen excluirse: donde aparece que se oponen y amenazan mutuamente. L a filosofía se
-
uno, el otro desaparece totalmente. U n concepto distinto encuentra, de este modo, ante un impedimento para alcan-
está pre-supuesto y vive, por decirlo así, en el que le zar sus fines, y como toda actividad que no puede lograr
sigue en el orden ideal; un concepto contrario, en cambio, dar cumplimiento a sus propósitos muestra por esto mismo
resulta privado de vida por su contrario, a éstos parece haberse propuesto finalidades absurdas, la filosofía, toda
16
17 ,
B E ÑE DE TTO C R OC E
L O V I V O Y L O M U E R T O D E L A E ILOS OFíA DE H E GE L

la filosofía, resultaría estar entrañablemente amenazada de


falibilidad. términos, reactualizan el valor de la antinomia —dejada
de lado por los primeros— afirmando, n o s in cierto
La realidad de esta exigencia ha hecho que el espíritu
énfasis, ambos términos: el ser y el no ser, el bien y el
humano se haya visto permanentemente ocupado en el
mal, lo verdadero y lo falso, lo ideal y lo .real, es decir,
problema de los contrarios, aún cuando no siempre en los términos correlativos de ambas series de contrarios.
forma consciente y explícita. Una de las soluciones, a
Ahora bien, frente al abstracto monismo, la concepción
la que se ha ido apelando en el curso de los siglos, con-
dualista tiene, sin duda, algún valor, por lo menos el
siste en excluir, respecto del concepto filosófico, a la
oposición, o dicho de otra manera, en negarle realidad valor polémico en cuanto niega la negación hecha por
aquéllos; pero intrínsecamente no satisface más que la
a tan peligrosa categoría lógica. Los hechos mostraban,
anterior porque- si la primera sacrifica la oposición en
en verdad, todo lo contrario, pero se negaban los hechos favor de la unidad, la segunda sacrifica la unidad en
de los dos términos en cuestión se aceptaba solamente favor de la oposición.
uno, asignándole al otro, sin más, el carácter de ilusorio,
o lo que viene a ser lo mismo, estableciendo entre ambos Estos sacrificios, sin embargo, resultan imposibles al
una diferencia puramente cuantitativa. Es ta doctrina pensamiento, de suerte que continuamente puede adver-
tirse que los defensores d e una u otr a doctrina se
lógica de los contrarios se halla en los sistemas filosóficos convierten —en modo más o menos consciente— en
tales como: sensualismo, empirismo, materialismo, meca- defensores de la otra. As í, los unitaristas introducen
nicismo, y otros del mismo género. En éstos, pensamiento
y verdad resultan ser, unas veces, una como secreción subrepticiamente la dualidad de los contrarios, que ellos
del cerebro y otras, una como consecuencia natural de llaman por metáfora dualidad de realidad e ilusión, pero
sin poder renunciar ni a la una ni a la otra, al extremo
la asociación de las representaciones y de los hábitos;
que ellos mismos concluyen, a veces, en la afirmación
la virtud viene a ser así, un engañoso espejismo del egoís-
mo; la belleza, un refinamiento de la sensualidad; y el de que el impulso de la vida reside en la ilusión, y por
otra parte, todos los oposicionistas admiten una suerte
ideal, un indefinible sueño voluptuoso y arbitrario; etcé-
tera. de identificación o unidad entre los contrarios, que es
inaccesible al espíritu humano debido a su imperfección,
Otra doctrina lógica: la que erige como fundamental
pero que es necesaria para pensar adecuadamente l a
la categoría de la oposición, ha ido desplegando sus fuer- realidad. D e esta suerte, unos y otros se enredan en
zas, a través del tiempo, en abierta lucha con la doctrina
anterior, de la cual acabamos de hacer referencia. Se contradicciones y terminan por reconocer su incapacidad
trata de la doctrina que se encuentra en los diversos para solucionar el problema planteado, el cual persiste,
entonces, como problema; ya que la necesaria ilusión o
sistemas dualistas, que lejos de acentuar sólo uno de loS la necesaria imperfección del espíritu -
18 humano n o
19
s o n
• B E N E D E T T O GR OC E LO V I V O Y L O M U E R TO D E L A FILOS OFÍA DE HE GE L

sino palabras a las cuales, a pesar de todos los esfuerzos, versa; cada una de estas posiciones es impotente para
no se alcanza a darles significado alguno. Nosotros no sofocar de modo definitivo a la otra, pero es lo suficiente-
conocemos otras ilusiones que las accidentales y relati- mente fuerte como para tenerla temporariamente en
vas, que no son sino imperfecciones individuales y rela- jaque. Parecería, más bien, que el hombre una vez saciado
tivas. Una realidad fuera de la realidad y un espíritu de la uniformidad del monismo se distrae en la variedad
fuera del espíritu humano no son, en verdad, concebibles del dualismo y cuando se halla harto de éste vuelve a
ni se los puede tomar como términos de comparación. hundirse en el primero, alternando así con ambos movi-
Tanto la realidad como el espíritu nos muestran, pues, mientos y atemperando prudentemente el uno con el
la unidad y la oposición; los unitaristas, que afirman la otro. El observador imparcial ante una epidemia de mate-
primera, y los 'oposicionistas que afirman la segunda, son rialismo dice sonriendo: —Esperad, pronto vendrá el
como los sistemas filosóficos de los cuales decía Leibniz espiritualismo—. Y cuando este ultimo celebra sus ma-
que tienen razón en lo que afirman pero carecen, en yores triunfos, sonríe del mismo modo y dice: --Espe-
absoluto, de ella con respecto de lo que niegan. Hegel rad, ya volverá el materialismo—. Pero la sonrisa es forza-
no ha dejado nunca de admirar la resuelta firmeza con da y se desvanece rápidamente porque nada hay menos
que materialistas, sensualistas y monistas de toda clase, agradable al ánimo que estar en constante balanceo, de
afirman la efectiva unidad de lo real: y si bien debido un extremo al otro, movido por obra de una fuerza
a las condiciones históricas en que se desarrolló su pen- extrafia e indomable.
samiento, tuvo menos admiración por las formas dualis- Y sin embargo, entre las dificultades que he señalado,
tas y no dejó escapar ocasión de testimoniarles su antipa- habita en el fondo de nuestro ánimo la secreta convicción
tía, no olvidó nunca, por otra parte, que la conciencia de que ese dualismo insuperable, ese dilema irreductible,
de la oposición es tan firme y justificada como la de Sea, en última instancia, susceptible de superación y
la unidad. reducción, vale decir, que el pensamiento de la unidad
El caso parece ser, pues, de los más desesperantes ya no sería inconciliable con el de la oposición, y que ésta
que declarar insoluble la cuestión sería una de las formas sepueda y se deba pensar en la forma del concepto, que
de solución en que se podría pensar, si no adviniese es la suprema unidad. El pensamiento ingenuo (al cual
la situación paradojal de que ni bien se piensa en tal suele llamársele no filosófico y quizás fuera mejor deno-
solución se cierra de inmediato el nudo a favor del minar sumariamente o germinalmente filosófico) no se
pensamiento mismo, es decir, de la esperanza en cierta conturba ante esta dificultad piensa la unidad y conjun-
solución. E l observador imparcial, pero atento,- de la tamente con ella, la oposición. Su divisa no es el mors
historia de la filosofía ve que a cada una de las afirma- tua, vita mea, sino la concordia discors. El reconoce que
ciones monistas suceden restauraciones dualistas y vice- la vida es lucha y no obstante, es armonía; que la virtud
20
B E NE DE TTO C R OC E
LO V W 0 Y L O M U E R T O D E L A FI L OS OFA DE H E GE L

está en pugna con nosotros y que es, sin embargo, nos- de elaboración, no podrá, en modo alguno, dejar de ser
otros mismos; que superada una oposición, del seno mismo substancialmente la misma; y ciertamente es un mal signo
de la unidad nace una nueva oposición, y por consiguiente, que una filosofía se halle en oposición con la conciencia
una nueva superación; luego, nueva oposición y así suce- ingenua. Antes bien, ocurre que ante la simple enuncia-
sivamente; tal pensamiento ingenuo sabe muy bien, por ción concluyente de verdades filosóficas, cuya elabora-
Cierto, que en esto justamente consiste la vida. Nada sabe ción ha costado un esfuerzo de siglos, se ve, con frecuen-
de sistemas exclusivos: como la vieja sabiduría de los cia, a las gentes alzar los hombros y observar que tan
proverbios otorga parte de la razón y parte de la culpa a jactancioso descubrimiento no es sino algo sumamente
cada uno de los litigantes y nos aconseja mediante obser- fácil y por todos conocido. Lo mismo suele ocurrir con
vaciones optimistas y pesimistas que se oponen, y sin lasmás geniales creaciones del arte, las,cuales se desarro-
•embargo, se complementan mutuamente. ¿De qué carece llan con tanta simplicidad y gozan de tal naturalidad que
el pensamiento ingenuo, o sea, esta filosofía en germen? cada 'uno tiene la ilusión de haberias hecho, o por •lo
Implícitamente no carece de nada, y es por eso que menos de poder hacerlas por sí mismo.
entre el humo y la pólvora de las batallas que libra la Así como el pensamiento ingenuo nos da la esperanza
ciencia se suspira siempre por el buen sentido, por la y el índice de una posible conciliación entre unidad y
verdad que cada uno puede hallar, inmediatamente, en oposición, existe otra forma de producción espiritual, de
sí mismo, sin recurrir a los esfuerzos, a las sutilezas y- a la cual todos tienen experiencia, 'que puede•a su vez ser
las exageraciones de los filósofos de profesión. Pero el presentada como modelo aproximado. El 'filósofo tiene
suspiro es estéril; la batalla está empellada y no se puede junto a él al poeta.- Este también busca la verdad, tiene
volver a Ia paz sino con la victoria. El pensamiento inge- sed de realidad, y como el filósofo, repudia las abstrac-
nuo (he aquí su defecto) no es capaz de. fundamentar ciones arbitrarias porque tiende a lo vivo y a lo concreto;
suspropias afirmaciones: ante cualquier objeción vacila, aborrece los inefables frenesíes de los místicos y de los
seconfunde, se contradice; sus verdades no se dan cum- sentimentales, pues él expresa lo que siente y hace que
plidamente como tales, porque no se hallan coherente- resuene en nuestros oídos en bellas palabras, límpidas y
mente relacionadas sino puestas las unas junto a las otras, argentinas. Pero el poeta no está condenado a lo inacce-
esdecir, en simple yuxtaposición, con una carencia abso- sible; la realidad, esta realidad concreta, transida de ele-
luta de sistema. Bienvenidas las contradicciones y las mentos antitéticos, es contemplada por el poeta tal cual
dudas y la conciencia dolorosa de las antinomias; bienve- es, y él nos la brinda vibrante 'de oposiciones, mas nos
nida la guerra si ella es necesaria para alcanzar la verdad Ia brinda siempre una e indivisa. ¿No podría hacer lo
completa y segura de sí. Esta verdad, muy diferente a mismo el filósofo? ¿No es la filosofía, acaso, un conoci-
la del pensamiento común e ingenuo debido a su grado miento como la poesía? ¿Por qué el concepto filosófico,
22 23
BENEDEETO C R OC E
LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FILOS OV IA D E I / E CE L

desde todo punto de vista análogo a la expresión estética, rechaza las soluciones precedentes que hemos denomi-
carecerá de la perfección que posee esta ultima, es decir, nado "monismo" y "dualismo de los contrarios", s ino
del poder de resumir y representar la unidad en la oposi- que más bien las justifica a ambas,' considerándolas ver-
ción? Ciertamente, la filosofía es un conocimiento de lo
dades unilaterales, fragmentos de la verdad, por decirlo
universal, y por esa misma razón es pensamiento; la así, que esperan ser integrados en una tercera verdad,
poesía es conocimiento de lo individual y por esto intui- dando lugar a la desaparición de las tres instancias refe-
ción e imaginación. ¿Y por qué el universal filosófico no ridas al operarse la fusión de todas ellas en una única
podrá ser, como la expresión estética, al mismo tiempo verdad. Y la única verdad es que la unidad no tiene
uno y diverso, concorde y discorde, continuo y discreto, enfrente suyo a la oposición, s ino que la tiene en s í
estático y'dinámico? ¿Por qué razón cuando el espíritu misma, y que sin Oposición la realidad no .
se eleva de la contemplación de lo particular a la con- que
s e rnoí asería
t aentonces
l , pdesenvolvimiento,
o r - vida. La unidad
templación de lo universal, la realidad perderá su carácter es lo positivo, la oposición es lo negativo; pero lo nega-
más propio? ¿Lo universal no es, acaso, tan vivo en nos- tivo es también positivo, es decir, positivo en tanto es
otros corno lo particular? negativo, ya que de no ser así sería imposible comprender
He aquí donde Hegel lanza s u grito de júbilo, su, plenamente el sentido de lo positivo. Si la analogía entre
etireka, gr ito de descubrimiento feliz, su principio de poesía y filosofía no llegase a satisfacer, si el concepto
solución en el problema de los contrarios: principio tan concreto —que como forma lógica del desenvolvimiento
simple y tan elemental que merecería ser comparado con corresponde a la intuición como forma poética— resul-
aquellos que simbolizan el huevo de Colón. Los contrarios tase poco claro, se podrá decir, apelando a las compara-
no son una ilusión, y la unidad tampoco es una ilusión. ciones y metáforas tomadas, como es habitual, de las
Los contrarios se oponen entre sí, pero no se oponen a ciencias naturales (sacrificando la exactitud de la analogía
la unidad porque la unidad verdadera y concreta no es en favor de l o oportuno de la comparación) que l o
otra cosa que la unidad, o síntesis de contrarios; no es universal concreto, como síntesis de los contrarios, apre-
inmovilidad, es movimiento; no es estatismo sino desen- hende la vida y no el cadáver de la vida; que nos brinda
volvimiento. El concepto filosófico es universal concreto la fisiología y no la anatomía de lo real.
y por tal razón es pensamiento de la realidad tal cual Hegel ha elegido el nombre de "dialéctica" para su
es, una y múltiple, divisa e indivisa. Solamente así la doctrina de los contrarios, rechazando las otras formulas
verdad filosófica responde a la verdad poética y sola- de la "unidad" y de la "coincidencia de los contrarios"
mente así, también, el ritmo del pensamiento responde debido a que tales fórmulas sirven a engendrar equívocos
al ritmo de la realidad.
porque en ellas se pone de relieve la unidad tomada
Esta es, en efecto, la única solución posible, pues no aisladamente y no en simultaneidad con la oposición. Los
24 25
B E NE DE TTO C R OC E
LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFA D E HE GE L

dos términos abstractos, o sea los contrarios tomados en


un momento de la misma, y efectivamente así lo ha con-
sí mismos, en su separación Mutua, son llamados por él siderado Hegel en varias oportunidades.
"momentos" usando una imagen extraída de los momen-
Quien no acceda a pensar los contrarios de esta manera,
tos de la palanca, y este nombre es también aplicado
al tercer término, es decir, a la síntesis. La_ relación de no podrá hacer afirmación filosófica alguna que no se
contradiga y que no se transforme en su contraria, tal co-
los dos primeros con el tercero la expresa mediante la mo se ha señalado al hablar de las antinomias del monismo
palabra "resolución" o "superación" (iluThehung) que
y del dualismo, y como puede verse en la primera triada
según Hegel advierte, significa que los dos primeros mo- de la Lógica hegeliana: la triada que encierra en sí a todas
mentos son negados en cuanto se los considera separa-
damente, pero ambos están conservados en el momento las otras y que está constituida, como es sabido, por los
términos ser, nada, devenir, ¿Qué es el ser sin la nada?, ¿el
de la síntesis. El segundo término, en relación con el pri- ser puro, indeterminado, incalifieado, indistinto, indefi-
mero, se presenta como la negación de éste, y el tercero, nible; el ser entendido universalmente y no tal o cual ser
en relación con el segundo, se presenta como una nega-
particular? ¿De qué manera se distingue este ser, de la
ción de la negación, o sea como una absoluta negatividad, nada?, y por otra parte, ¿qué es la nada sin el ser, la nada
que es pues, afirmación absoluta. Si por mera comodidad concebida puramente, la nada en sí, sin determinación ni
de expresión se aplican los símbolos numéricos a esta re-
calificación alguna, la nada en general y no la nada con
lación lógica, " l a dialéctica" acepta ser denominada
"triada" o "trinidad", ya que resulta integrada por tres tér- respecto de ésta o aquélla cosa particular? ¿Cómo es posi-
ble distinguir esta nada, del ser? Quien tome uno solo de
minos; pero Hegel insiste en la necesidad de ponerse en
estos términos se encuentra como si tomara simplemente
guardia contra este simbolismo numérico cuyo carácter al otro, porque cada uno de ellos cobra sentido únicamen-
puramente externo (formal) y arbitrario es impropio e te en el otro y por el otro. Así, quien tome lo verdadero
Msuficiente para expresar la verdad especulativa. En efec- sin lo falso, O el bien sin el mal, hace de lo verdadero
to, a decir verdad, en la triada dialéctica no se piensan
algo imposible de ser pensado (porque el pensamiento es
tres conceptos, sino uno solo, que es el universal con- lucha en contra de lo falso), es decir, lo transforma en
creto en su estructura íntima; y por otra parte, como esta
algo no-verdadero; hace del bien algo imposible de ser
síntesis sólo es posible obtenerla mediante la oposición querido (porque querer el bien es repudiar el mal), o sea,
previa de los términos, si denominamos "intelecto" a la
lo convierte en algo no-bueno. Fuera de la síntesis los
actividad que plantea la oposición y "razón" a la acti- dos términos, considerados en abstracto, se confunden
vidad por cuyo medio se opera la síntesis, resulta enton- entre sí y permutan sus papeles; la verdad se halla sólo
ces evidente que el intelecto es necesario a la razón, que en el tercer término; es decir que si aplicamos este mismo
pertenece a la naturaleza intrínseca de ésta; se diría que es razonamiento a la primera triada, antes enunciada, la ver-
26
27
B E N E D E T T O C R O C E TO V I V O Y L O M U E R T O D E L A F I LO S O F Í A D E I I F T . F L

dad se halla entonces en el devenir, el cual por esta razón "tetrada" (tetranidad o unidad a cuatro términos): a
es, segun l l e g a "el primer concepto concreto", dos afirmaciones y a dos negaciones. La razón interviene
No obstante, e l error de considerar a los contrarios como razón negativa para llevar la confusión al campo del
fuera de la síntesis es repetido con suma frecuencia, y intelecto, y si bien por medio de tal función negativa pre-
en contra de semejante error, es preciso volver siempre a para y hace necesaria la doctrina positiva, ella ni la pro-
la polémica que demuestra —como se ha venido haciendo duce ni la pone en vigencia.
basta aquí— la imposibilidad de pensar los contrarios La confusión entre el aspecto meramente negativo de
abstractivamente, es decir, fuera de la síntesis. Esta po- la dialéctica de Elegel y su contenido positivo, ha dado
lémica es la dialéctica, que se podría llamar subjetiva o origen a una objeción en contra de su doctrina de los
negativa, la cual no debe ser confündida con el contenido contrarios, objeción que ha venido a convertirse en el
verdadero de la doctrina o sea con la dialéctica objetiva caballo de batalla preferido por los adversarios: un "Bri-
o positiva, la que aceptaría ser llamada también doctrina gliadoro" o un "Bayardo" a demasiado viejo y desgarbado
lógica del desenvolvimiento. En la dialéctica negativa el sobre el cual no se concilie que alguien pueda arriesgarse
resultado no es la síntesis sino la aniquilación mutua de a cabalgar. Se dice: si el ser y la nada son idénticos (como
los dos términos contrarios, la negación de uno por el Elegel lo prueba o cree probar), ,:como pueden constituir
otro y a esto se debe que la terminología, que hemos pro- el devenir, que según la teoría hegeliana debe ser síntesis
curado aclarar anteriormente, adquiera no obstante un de contrarios y no de identidades, ya que es sabido que
significado un •tanto distinto, como ocurre asimismo con con esta últimas no se puede operar la síntesis? , a
la palabra "dialéctica". El intelecto, en tanto no se lo con- queda a y no llega nunca a ser P e r o el ser es idén-
sidere va como un momento intrínseco e inseparable de la tico a la nada únicamente cuando se los piensa mal,
razón, sino más bien como afirmación que pretende valer, o sea, cuando n o son pensados verdadermuente; sólo
por sí misma, como verdad última de los contrarios, to- así ocurre que uno sea igual que el otro, no y a como
mados separadamente, es un intelecto entendido en senti- a , a, sino mas bien como O = O. En el pensamiento
do peyorativo: es el intelecto abstracto, que resulta ser, que los piensa de verdad ser y nada no son nunca idén-
de esta manera, el enemigo perpetuo de le especulación ticos, sino netamentc opuestos, mejor dicho, en lucha
filosófica; se diría, en última instancia, que es la razón mis- el uno con el otro; y esta lucha (que es al mismo tiempo
ma que frustra su propia misión. " N o es culpa del inte- unión, puesto que dos luchadores deben abrazarse para
lecto si éste no va más lejos; sino más bien es una impoten- luchar) es el devenir, »o como concepto agregado a los
cia subjetiva de la razón, que deja a esa determinación dos primeros tomados aisladamente, ni tampoco un
en aquel estado" 2 Alusión a los famosos corceles de las cuatro hijos Aymon, en el
• 2 LWismaschaft
a der Logi k , m , 48. poema de Ariosto. (N. del T. ).
m i s m a
28 29
t r i a d
a
c e d
e
DE NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FILOS OFíA D E H E GE L

ple derivado de . máticas— y por "intuitivo" al concepto especulativo, ésta


tiene
a q ufuera
é l l ode s ,sí dos abstracciones, dos espectros de la no sería la prueba de un error de Hegel sino más bien su
realidad:
s i n o el ser y la nada, que considerados abstractiva- verdadera gloria: haber destruido aquel falso concepto de
mente
u no
n están unidos por la lucha sino por la común va- la logicidad como abstracción arbitraria, y por otra 'parte,
cuidad. haberle conferido al concepto lógico su carácter de con-
c o n c
Otra objeción, que se ha creído de éxito triunfal, con- creto, que también puede llamarse "intuitivo" para signi-
e p t o ficar —como se ha dicho antes— que la Filosofía nace del
siste en advertir que lo universal concreto, por ser síntesis
- los contrarios ( lo cual le da su carácter de concreto)
de seno de la divina Poesía, mater pulchra filia pulchrior.
ú es npuramente
no i un concepto lógico debido a que —se La filosofía, puesta en relación y vinculada así a la
c o
dice— introduce tácitamente un elemento sensible o in- poesía, ingresa en ese estado que, en nuestros días, siguien-
q
tuitivo y con esto quiere hacerse referencia a la represen- do la moda de la terminología nietzscheana se ha dado en
tación
u del movimiento y del cambio. —¿Sensible o intui- llamar "dionislaco" y que es de tal naturaleza que sirve
tiVo?—.
e Esto debiera significar, hablando con la termino- para espantar a los pensadores tímidos, los cuales sin saber-
logía de rigor, algo particular, individual, histórico, ¿y lo se encuentran, en tanto que filosofan, en esas mismas
cuál es, por ventura, el elemento singular, individual, his- condiciones. Así, nuestro Rosmini frente a la dialéctica del
tórico, que se puede señalar en el concepto hegeliano de ser y del no-ser exclamaba horrorizado: " y sin embargo, si
Io universal y separar de él, de la misma manera como fuese tan verdadero como es falso que el ser se pueda ne-
se lo puede determinar y separar en conceptos empíricos gar a sí mismo, siempre quedaría en pie la pregunta, ¿qué
como encina, ballena o 7 es lo que podría determinarlo a negarse a sí' mismo?, .,.:qué
-
desenvolvimiento no es algo singular ni contingente, sino razón podría darse de tal deseo, inmanente al ser, para
que
•égimen es un universal negarse, desconocerse y hacer, en fin, esa loca tentativa
pensamiento,
;f e n ou d a concepto, l ? es precisamente el verdadero con- por anularse? Pues el sistema de Illegel no hace otra cosa
cepto
tE i e de nl la
e realidad y la teoría lógica de este concepto es que enloquecer al ser, que introducir la locura en todas las
eltm a o m v p concreto,
universal síntesis de los contrarios. Ahora c
i om i
bien, si la objeción antes enunciada se refiere al carácter miento,
. el cambio, el devenir. No sé que se haya dado nun-
ce on t o
del ca el caso de otra tentativa para hacer que las cosas todas,
o concepto
n a den la lógica hegeliana, es decir, no como algo o
que el ser mismo, llegasen a la locura" Probablemente
vacío
a e indiferente, no corno simple "recipiente" listo para s
recibir cualquier contenido, sino la forma ideal de la rea- Rosmini no recordaba que esta misma descripción había
d a
lidad misma; si la "lógica" debiera ser entendida sólo corno sido hecha, claro está, en mejor estilo, por el mismo
e abstracción fraguada a despecho de lo real, como s
una
una s abstracción
e n que "se decreta" —al modo de las mate- . 4 Saggi o starica-critica sul l e aategati e e l a di al etti ca, oper a pos-
turna. (Tormo, 1883)
3ü s i b l D
, p . 3 31
e , e
7 1
e e
.

s s
t
e
R E K E • D E T T O C R O C E LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A F F LO S O E í A D E 1
-
1EG EL,
cuando en la Fenomenología, después de describir el mo- nada se pudiesen pensar en la síntesis, y también cada uno
vimiento de la realidad —ese surgir y perecer que, él mis- por separado fuera de la síntesis. Toda su polémica, toda
mo, no nace ni perece nunca— concluía en los términos su filosofía, no tendría, en ese _caso, el menor significado,
siguientes: "La verdad es un delirio báquico en el cual no no habría sido elaborada seriamente, y sin embargo fácil
hay componente que no esté ebrio; y como cada momen- es reconocer que goza de absoluta seriedad. Antes que
to, al separarse de los otros, en seguida se disuelve, así, destruir el principio de identidad, Hegel lo vigoriza, le
.este delirio es, al mismo tiempo, la más simple y transpa- da nueva fuerza, lo convierte en lo que debe ser verdade-
rente quietud" 5 ramente y no en lo que es para el pensamiento ordinario.
la
. filosofía
L a parece loca porque rompe las abstracciones y En éste, pues, en la semifilosofía, la realidad queda divi-
vive
r e a l i d acon el pensamiento. H e aquí, pues, una
esa vida dida en dos partes —tal como hemos visto anteriormente—
locura
d que es la suprema sabiduría y los verdaderos locos y es tan pronto I() uno, tan pronto lo Otro, y en caso de ser
—sin
p ametáfora—
r e son aquéllos que deliran con las palabras lo primero no es nunca lo segundo y viceversa; sin em-
vacías de la semifílosofía, tornan los esquemas por la rea- bargo, pese a este esfuerzo por excluirse recíprocamente,
c e no alcanzan a elevarse hasta ese cielo donde su ac-
lidad, lo primero se convierte en lo segundo y ambos se con-
l
tuación o aparece claramente tal cual es y viendo, en cambio, funden en la riada. Estas contradicciones, por cierto in-
c
sobre susa cabezas ese cielo inaccesible para ellos, están concebibles, Pretenden ser justificadas y aún decoradas
p
siempre o dispuestos a. denominado manicomio. en v irtud del principio de identidad. Ahora bien, s i se
r q
• O t r a manifestación del mismo temor irracional es el presta atención sólo a las palabras ele Hegel, se podrá
u de
grito e que con tal lógica ( la de Hegel) le es sustraído decir que él rehusa creer en el principio de identidad,
e
al hombre la base misma o la regla de su pensamiento: el pero si se cala más hondo se descubre que Hegel rehusa
s
principio de identidad y el de contradicción, y se dan creer simplemente, en la falsa aplicación del principio de
, como
v pruebas
i los frecuentes ataques de Hegel en contra identidad —en la aplicación que de éste hacen los abs-
de d tal principio
a y su sentencia segun la cual es preciso tractistas, que retienen la unidad y destruyen la oposición
sustituirlo
; por el principio contrario, o sea, que todo se o viceversa— es decir, en la aplicación del principio de
contradice. Pero las cosas no son exactamente de este mo- identidad como la ley del intelecto abstracto. La falsa apli-
do. Hegel no niega el principio de identidad porque de cación de este principio tiene lugar porque no se quiere
otro modo tendría que admitir, por ejemplo, que su teo- reconocer que la oposición o contradicción no es un de-
ría lógica fuese verdadera y no-verdadera, verdadera y fecto, ni una mancha, ni un mal que puede ser eliminado
falsa al mismo tiempo, que filosóficamente, el ser y la • del seno de las cosas, y que no es tampoco un error sub-
jetivo, sino que, por el contrario, es el verdadero ser
5 Phünornenologie des Geistes, p. 37, de la realidad, que todas las cosas se contradicen en sí mis-
32 33
B E NE DE TTO C R OC E
L O V I V O V L O M U E R T O DE L A FIL OS OFIA D E RE GE L

mas, y el pensamiento, por lo tanto, consiste en pensar


esta contradicción inmanente a la realidad. Este descubri- sal concreto, unidad en la distinción y en la oposición,
es el verdadero y perfecto principio de identidad, que
miento sirve para establecer, sobre bases sólidas y verdade-
no deja subsistir separadamente - - n i como compañero
ras, el principio de identidad, cuyo triunfo sobre la opo-
ni como riv al— a aquél de las viejas doctrinas, pues él
sición consiste simplemente en pensarla, vale decir, apre-
lo ha absorbido en sí, transformándolo en su propia sa-
henderla en su unidad. La oposición pensada es una opo- via, en su propia sangre.
sición superada y tal superación se efecrna iuStamente
en virtud del principio de identidad; la oposición ignora-
da o la unidad. ignorada es obediencia 'aparente a este
principio, pero es, en efecto, su verdadera contradicción.
Entre el modo de pensar de Begel y el modo de pensar
vulgar existe la misma diferencia que entre aquél que
frente a un enemigo le presenta batalla y lo vence, y otro
que frente al enemigo cierra los .
yendo
o j o s haberlo
p a r suprimido
a n deo este modo, es de inmediato
presa' de
v e r l o él. " El pensamiento especulativo consiste en que
éste
y fije, la oposición y que en ella se fi je a sí mismo; y
no
c como r ocurree en
- el caso del pensamiento representa-
tivo en que éste se deja dominar por la oposición, y deja
que ésta resuelva sus propias determinaciones solamente
en otras o en la nada" 6
y. ella
L ano se dispersa ni desintegra a causa de la oposición:
r e abien,
antes l i se
d engendra
a d eternamente en y por la oposición;
ye no sesdesintegra ni dispersa tampoco el pensamiento que
como
n esuprema
x realidad,
o realidad de la realidad, aprehende
la
d unidadeen la oposición y la sintetiza lógicamente.
c Comoo todas
n t las r afirmaciones de verdad, la dialéctica
de
a Hegel
r i noo viene s a destronar las verdades precedentes,
sino más bien a confirmarlas y enriquecerlas. E l univer-
Wissens-chaft der Logik, ti, :67-68.
34
35
II

ACLARACIONES CO NCERNIENT ES A L A
HISTO RIA D E L A D IALEC T IC A

A ciertos historiadores de la filosofía les ha parecido


que todo el problema filosófico se agotaba en el problema
de los contrarios, de ah i que, la historia de las diversas
soluciones que con respecto de este último se han tentado
se la ha hecho coincidir, algunas veces, con la entera his-
toria de la filosofía y se ha narrado aquélla en lugar de
ésta. Pero la dialéctica, lejos de ser toda la filosofía, no es
ni siquiera toda la lógica, aun cuando es parte importan-
tísima de ésta, y por decirlo así, casi su coronamiento.
La causa de esta confusión está quizás en lo que hemos
dicho con anterioridad: a saber, en la íntima ligazón que
existe entre el problema lógico de los contrarios y las gran-
des discusiones de monistas y dualistas, de materialistas y
de espiritualistas, discusiones que forman la parte princi-
pal de los tratados y de las historias de la filosofía, si bien
no representan el ¿metido primero y fundamental de és-
ta, el cual es indudablemente mejor expresado por el "co-
nócete a ti mismo". Pero esta coincidencia, sólo aparente,
desaparecerá ni bien se considere que una cosa es pensar
lógicamente y otra construir lógicamente la teoría de la
• 37
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE r.,,11) F m o s o F í A DE HE GE L

lógica; del mismo modo, una cosa es pensar dialéctica-- de Hegel especialmente en su Historia de la Filosofial, y
mente y otra tener la conciencia lógica del pensamiento es oportuno resumir brevemente aquí aquellas líneas dis-
dialéctico. De no ser así la solución hegeliana habría sido persas haciendo, cuando sea necesario, algún agregado y
ya bellamente formulada por muchos filósofos que han comentario.
pensado, de hecho, dialécticamente la realidad, o por lo ¿Ha sido Hegel el primero en formular el principio ló-
menos las veces que la han pensado de esta manera. Sin gico de la dialéctica y del desenvolvimiento? O bien, ¿tu-
duda todo problema filosófico tiene presentes los demás, vo predecesores, y en tal caso cuáles han sido? ¿Por qué
en cada uno de ellos pueden encontrarse implícitos todos formas aproximadas pasó este principio antes de alcanzar
los otros y en las soluciones verdaderas o falsas de uno, la perfección de que goza en Hegel?
las soluciones respectivamente verdaderas o falsas de to- La doctrina dialéctica es obra de un pensamiento ma-
dos los demás. Pero si bien es cierto que no pueden ser duro, fruto de larga incubación filosófica. En la antigüe-
consideradas por separado las diferentes historias de los dad helénica se encuentra en las refutaciones hechas por
diversos problemas filosóficos particulares, n o es me- Zenón de Elea acerca de la realidad del movimiento, pri-
nos cierto que estos problemas son distintos; es preciso, mera revelación de las dificultades a que da lugar el con-
entonces, no confundir ni mezclar los diferentes miem- cepto de los contrarios. El movimiento es el hecho mismo
bros del organismo si no se quiere perder la idea total del desarrollo (desenvolvimiento) en la forma que más
del mismo.
fácilmente se ofrece a la reflexión; y Zenón, después de
Tal es la regla qué debe estar presente siempre en el haber puesto de relieve las dificultades, resuelve la con-
espíritu para delimitar exactamente el campo de la inves- tradicción negando la realidad del movimiento (argumen-
tigación acerca del desenvolvimiento histórico de la doc- tos de la contradicción entre espacio y tiempo, de la fle-
trina dialéctica de los contrarios y para sefialar, por consi- cha, de Aquiles y de la tortuga, etcétera); el movimiento
guiente, el puesto que le concierne y la originalidad que es una ilusión de los sentidos; el ser, lo real, es uno e in-
hay que reconocerle al pensamiento de Flegél. Investiga- móvil. Contrariamente a Zenón, Heráclito habla hecho del
ción que, en los límites precisos que le han sido fijados, movimiento, del devenir, la verdadera realidad. Sus sen-
no fué seguida quizás del modo más conveniente; a esto tencias: "el ser y el no-ser son la misma cosa"; "todo es,
se debe que la convicción de la importancia y veracidad de 1 V er tam bi én l a i ntr oducci ón histórica a l a Logi k o M etaphysi k
esta doctrina no haya trascendido• a la conciencia general de KUNO F i s onno ( 2
de los cultores de estudios filosóficos y haya faltado en lerioni
, e d d. i filosofia de B. SPAVENTA ( N apol i , 1882 r eedi t. por Gentile
bajo
1 1 e3l títul
8 5 o )de L a fi l . i t al . nene sue r elazioni con l a fil . eur opea,
consecuencia el necesario interés y el criterio director pa-
Bari,
y 1905) p o r los antecedentes próximos de l a dialéctica hegeliana
ra- entroncarla en la historia. Lo mejor que a este propó- y las diversas fases de su desarrollo, léase de pr efer encia AL. Scum m ,
sito puede advertirse se encuentra en los mismos libros lEntwicklungsgeschichle
a der hegelschen Logi k ( Itegensbur g, 1858) ,
P r o l u s
38 39
i o n e
e
I n t r o
d u z i o
n e
a l
B E ,'NE DE TTO C R O C E
LO V I V O Y L O 1
1
y al mismo tiempo, no es"; 'todo transcurre". Sus com- ,1UFA ITO
clusión del Parménides: que lo uno es y no es; que es sí
D E
paraciones de las Cosas con un río mismo y es otra cosa; que todas las cosas en sí, y respecto
L A
está
; den e su contrario
l o como lo dulce y lo amargo están en F I L O
las unas de las otras, son y no son, aparecen y no apare-
S O F I
la
c o n t r a r i ola lira; sus visiones cosmológicas
miel; del arco y de cen, etcétera
A
sobre la guerra y la paz; la discordia y la armonía, etcé- las D
q
tera, u e ; tdificultades,
Eo d o esfuerzo que, por otra parte, no logra
alcanzar
l o L sino
I un resultado negativo y que como bien lo
realidad
- como una constante contradicción y permanente advertía
E Hegel,
G en Platón se encuentra la dialéctica pero,
desarrollo.
m Hegel acostumbraba a decir que no había afir- c todas
Eu amaneras, falta
L
de aún la conciencia plena acerca de
mación de Heráclito que él no hubiese incorporado a su l naturaleza de la dialéctica. Es —no cabe duda— un
la
u
propia Lógica. Pero es preciso hacer notar que, por el m u e especulativo muy superior en valor a las ar-
pensamiento
e
hecho mismo de incorporarlas a su doctrina, confiere a
s t afirmaciones un más rico y por lo tanto diverso s t r
gumentaciones de los sofistas y al lenguaje figurado de los
estas
escépticos
a posteriores, pero no alcanza a ostentar el rango
•significado
r a que el que tendrían por sí mismas. Tal como de una verdadera doctrina lógica. En cuanto a Aristóteles
ellas
n nos han sido transmitidas merecen, sin duda alguna, u
snepuede decir que su conciencia lógica disiente de su
ser
c admiradas como una ingenua y límpida visión de la conciencia especulativa: l a lógica aristotélica es pura-
verdad;
u no mas es preciso no insistir demasiado sobre ello, e sintelectualista; la metafísica se aplica, en cambio,
mente
•para exponerse a correr el peligro de cometer una fal-
á af la investigación
u de las categorías. Del mismo modo,
sificación histórica haciendo de un pre-socrático un post- e r sí se descubre la exigencia dialéctica, o mejor aún,
apenas
kantiano.
n
laz conciencia
o de la propia incapacidad y de la gravedad
pLa misma observación cabe respecto de la dialéctica pla- de p las dificultades en las doctrinas de los gnósticos y de
tónica
r puesta de manifiesto en el Parménides, el Sofista, Filón el Judío para quienes la verdadera realidad, el ser
eloFilebo (diálogos cuya interpretación y clasificación his- o
absoluto, es considerado inaccesible al pensamiento como
tóxica
f ha motivado bastantes controversias y que Hegel un r Dios inefable, impenetrable, como el abismo insonda-
consideraba como los que contienen lo esencial de la fi- v donde todo es negado; y lo mismo en Piotino para
u ble
losofía platónica)., o sea, la tentativa de pasar del universal quien
e todos los predicados son inadecuados a lo Absoluto
n •abstracto al universal concreto, de poner la forma -
aun puesn cada uno de ellos expresa sólo una determinación.
d
especulativa .del concepto como unidad en la diversidad. En
Las
a cuestiones allí tratadas sobre la unidad y la multipli- c el pensamiento de Proclo se desarrolla la idea de la
trinidad
e ideaocomo de la triada ya indicada por Piaron, y tanto
cidad,
m la identidad y la no-identidad, el reposo Y el movi- esta el hecho de: concs11,10...,absoluto--e.ome-
miento,
e el nacer y' el morir, .el ser y el no-ser, lo finito r
espíritu, constituyen el gran progreso filosófico implícito
y lo infinito, lo limitado y lo ilimitado, y además la con- en el cristianTs
n •
40 -
t 41
mo. -
e
s
e
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FILOS OB ÍA D E HE GE L

Heredero de las tradiciones neoplatónicas y místicas, citar. Este hace una elocuente descripción de la unifica-
Nicolás de Cusa fué, a principios del Mundo moderno, el ción de los contrarios, verbigracia: del círculo máximó
pensador que expresó más enérgicamente la necesidad del y la línea recta, del ángulo agudo V el obtuso, del calor
•espíritu humano de superar los dualismos y las antinomias y el frío, de la corrupción y la generación, del amor y
•y elevarse hasta alcanzar aquélla simplicidad donde coin- el odio, del veneno y el antídoto, de lo esférico y lo plano,
ciden los contrarios. Es 'Nicolás de Gusa el primero en de lo cóncavo y lo convexo, de la ira y la templanza, de
apercibir que esta coincidencia de los contrarios contras- la humildad y la soberbia, de la avaricia y la generosidad.
ta con la lógica meramente abstracta de Aristóteles, quien Hay como un eco del Gusano en sus célebres palabras:
concebía la oposición según contrariedad como diferen- "quien quiera conocer los secretos más entrañables de la
cia naturaleza, considere y contemple en torno a lo mínimo y
existir
- los contrarios y reconocía en cada cosa la priva- a lo máximo de los contrarios y opuestos. Profunda ma-
p ción de la cosa contraria. En contra de esto, el Gusano gia es la de saber extraer el contrario luego de haber
se. ostenía que la unidad es anterior a la dualidad, la coin- hallado el punto de unión. A esto tendía con su pensa-
cidencia
r de los contrarios es anterior a su escisión; pero miento el pobre Aristóteles al establecer la privación (pri-
es
f preciso hacer la salvedad de que para él; la conexión vatio), la cual lleva aparejada una cierta disposición (con-
de los contrarios, pensada como simple coincidencia, es [litio) c omo generadora, origen y madre de la forma;
e
inaccesible al hombre, sea por la sensibilidad, sea por la mas no ha podido lograrlo. Y no ha podido lograrlo por-
c
•razón, sea 'por la inteligencia, que son las tres formas del que, deteniéndose en el género ( genus ) de la oposición,
tespíritu humano; tal conexión queda, entonces, como un
quedó trabado de tal suerte que no descendiendo a la
a
simple límite; y de Dios, que es la unión de todas las opo- especie (specier) de la contrariedad ( contrarietas), no lle-
2
siciones, no hay —según él— otro conocimiento posible gó ni ,alcanzó a ver el fin, del cual se desvió rápidamente,
yque una comprensión incomprensible, una docta •igno- diciendo que los contrarios no pueden convenir actual-
rancia
a 1 mente en un mismo sujeto". En su intuición naturalística
.q Ahora bien, parece ser que este pensamiento asume Una el principio de la coincidcncia de los contrarios llega a
función
u más positiva en Giordano Bruno, el cual se pro- constituirse como un principio estético de contempla-
clama
e discípulo ción: "nosotros nos deleitamos con el color pero no con
coincidencia
-n d e l de los contrarios como el principio más ex- uno determinado, cualquiera que éste sea, sino más bien
celente
"o d i vde iuna n filosofía olvidada y que es menester resu- con uno que implique todos los colores. Nos deleitamos
o
a 2 ' H lvturVitric; low'b 8LetepoQicl tam o.; M etaphys con la voz, mas no con una voz Singular, sino con una
G 1• 1u 0 5s 5 b . que es el resultado de la armonía de muchas voces en ella .•
d
Quattracento
a - ( N apol í, 1895) , cap. H. implícitas. Nos deleitamos 'en un objeto sensible, pero ma-
m1 n o "
42 4-3
;i S
B
t o r
u b n
í r
o
ae
c e
B I2NE DE TTO C R OC E L o V I Y 0 Y L O M U E R T O D E L A FILOS OFIA DE H E GE L

yormente en aquél que contiene en si todos los objetos miento de Leibniz naufraga en torno al problema del Mal
sensibles; de la misma manera nos deleitamos en un inte- y concluye en un optimismo, por cierto, poco filosófico;
ligible que contenga todo lo inteligible; en un objeto cuya la filosofía popular del siglo XVIII resuelve todas las antí-
comprensión abarque todo lo que se pueda comprender; tesis en Dios, que resulta ser así un complejo de contra-
en un ente que lo contenga todo, y mayormente en aquel dicciones, el problema de los problemas. Apenas en algu-
UNOque es el todo mismo" 4 nospensadores solitarios aparecen indicios y gérmenes de
sino
. E unas t potencia
o n del
o espíritu humano, y sin embargo no la solución dialéctica, corno en el philosoplaus italicus,
es
e todavía
s una potencia rigurosamente lógica; le falta su Giambartista Vico, quien no sólo piensa, de hecho, dialéc-
justificación en una doctrina del concepto. ticamente acerca de la vida y de la historia, sino que tiene
u También
n aen el philosophus theutonicus, jacobo también una profunda aversión por la lógica aristotélica
l ise m
me, i decididamente
afirma t a c i la unidad de los contrarios:
y por la lógica que informa la matemática y la física car-
ó plantea
él n —dice Hegel —con todo rigor las situaciones tesianas. Por una parte, Vico da las bases para una lógica
antitéticas, mas no se deja nunca encadenar por esta ri- de la imaginación (lógica poética) y de la historia (lógica
gidez y establece de inmediato la unidad. Para B¿ihtne el de los hechos); y por otra, le asigna verdadera importan-
Sí es incognoscible sin el No; lo Uno, Dios, es en sí in- cia a la lógica inductiva de la observación y de la expe-
cognoscible y para que sea conocido es menester que se rimentación, considerándola como anticipo -
distinga, que el Padre se desdoble en el Hijo. Mame ve más
d e concreta.
u n a l ó g i c a
la triada en todas las cosas y profundiza en el significado Otro pensador solitario, que ofrece cierta afinidad con
de la trinidad cristiana, pero no alcanza a dar a sus pensa- Vico en muchos aspectos: Juan Jorge Hamann (un hom-
mientos la forma apropiada. bre, decía jacobi, en el cual se reunían, en alto grado,
La filosofía de los siglos xvit y xvm que se desarrolló todos los extremos) se mostró, desde su juventud, in-
bajo la influencia de la concepción matemática de la na- satisfecho de los principios de identidad y sazón sufi-
turaleza, no fué capaz tampoco de plantear el problema ciente y atraído, en cambio, por el de la coincidentia
en los términos rigurosos exigibles a un pensamiento que oppositorum.
seprecie de tal. Para Descartes, pensamiento (cogitatio) Este principio, lo encuentra Hamann ya formulado en
y extensión (estensio) se unen en Dios de una manera la obra de Bruno: De T r iplic i Minintuet Mensura, y lo
incomprensible; para Spinoza se unen en la Sustancia, y el tuvo "durante aflos en la ••mente sin poder ,olvidarlo ni
"modo" que es el tercer término después de la sustancia y comprenderlo"; no obstante le parecía "la única razón su-
el atributo, no da lugar a la síntesis dialéctica; el pensa- ficiente de todas las contradicciones y el verdadero medio
4 D e l a causa pr i nci pi o e uno, di al . y ( ver D i ai nghi para su solución y allanamiento", que habría servido a la
Gentile, Ear l , Later za, 1907, pp. 255- 257. vez para poner término a todas las disputas de los abs-
44 45
R E Y LO V I V O Y .
- LO
L O M M U E R
tractistas E l interés que despertó este principio se trans-
O más allá del concepto abstracto, a la idea. Es más, Kant
T O
mite desde Hamann a jacobi, quien divulgó aquellos pa-
C con las "antinomias", establecidas claramente por él, abre
D E
R
sajes de la obra de Bruno en los cuales iba enunciado;
O
un nuevo horizonte para el problema de los contrarios
L
A
pero jacobi con su teoría del saber inmediato, al mismo
C antinomias que si bien aparecen como insolubles, al es-
F I L
E
tiempo que tornaba conscientes los obstáculos en los que píritu humano, éste no puede menos que aprehenderlas,
O S O
F Í A
había de tropezar, se hundía en la imposibilidad de su- y en modo necesario. Pero lo más importante, aquéllo
D
perarlos por medio de un pensamiento lógico. que constituye su verdadera gloria, es que Kant descubre
E
H
De aquí que, para llegar al planteamiento verdadera- la síntesis a Priori; la cual,. qué otra cosa puede ser —co-
E
mente lógico del problema de los contrarios y eludir, mo notaba Hegel— sino "una síntesis originaria de con-.
G

al mismo tiempo, la solución mística y agnóstica (que trarios" Esta síntesis no adquiere en Kant todo su valor,
L
L
no era, pues, solución) haya sido menester que se cum- no se. desarrolla en la triada dialéctica; pero una vez des-
pliese la revolución kantiana, y aquel Kant —cuya Crí- cubierta no podía tardar en manifestar toda la riqueza
tica de la Razón Pura le parecía a Hamann de un- valor que en si guardaba. La síntesis a priori hace surgir, junto
muy inferior al simple enunciado de Bruno acerca del a la vieja lógica, la lógica trascendental en cierto modo
principium coincidentiae oppositorunt— fné, en cambio, paralela a la primera pero que debe terminar por absor-
precisamente por aquella Crítica, el padre verdadero de berla. Kant ha dado también gran relieve a la forma de
la nueva coincidencia de los contrarios, de la nueva dia- la triplicidad, utilizada, aun de una manera más bien
léctica, o sea de la doctrina lógica de la dialéctica. extrínseca pero con insistencia y con el presentimiento,
Es verdad que Kant, lo mismo que sus precursores más por así decirlo, de próximos y mejores destinos.
imnediatos, desde Descartes a Leibniz y a Hume, se ha- Resulta evidente, pues, la tarea que esperaba a la filo-
llaba bajo la influencia del intelectualismo dominante sofía después de Kant: desarrollar la síntesis a priori; crear
y del ideal de la ciencia matemática de la naturaleza, de la nueva lógica filosófica; resolver el problema de los con,
ahí su agnosticismo, el fantasma de la cosa en sí, la abstrac- trarios, suprimiendo los -dualismos no debilitados, antes
ción del imperativo categórico, el respeto hacía la lógica bien, fortalecidos por Kant. Ahora bien, en Fichte —cuyo
tradicional. Pero, al mismo tiempo, él sostiene y hace pensamiento no ofrece mayor riqueza que el de Kant—
más eficaz la diferencia entre intelecto y razón, así como todo llega a ser más simple y más transparente, y aón
preconiza, en la Crítica del Juicio, un modo de pensar cuando la cosa en sí es negada, el concepto del yo con-
la realidad que ya no es aquél meramente mecánico y que serva todavía un sentido exclusivamente subjetivo y no
no es tampoco la externa finalidad del siglo dieciocho, efectúa la verdadera unidad de sujeto y objeto, de suerte
sino que es su finalidad interna por cuanto vislumbra, que Fichte no llega a. justificar la naturaleza frente al
5 Sobr e Ham ar m , ver HZGEL, V espíritu y termina, como Kant, en el abstractismo moral
46e r m r h e S c h t i f 47
t e a , i
,
3 6 . 7 ,
8 7 - 8 .
B E NE DE TTO C R OC E
, LO v r v o L O M U E R T O DE L A FILOS ORíA D E ITE GE L

y en la fe. Pero la idea de una nueva lógica se perfila me-


jor; tanto que la filosofía es concebida, desde entonces, poco a poco, hacia el reconocimiento de que la 'filosofía
no puede tener otra forma que la del pensamiento, en-
como doctrina de la ciencia; y la forma de la triplicidad
tendido ciertamente en su diferencia peculiar con res-
toma una posición dominante y se presenta como tesis,
pecto de la fantasía y de la intuición. Por cierto, que no
antítesis y síntesis. Schelling da todavía un paso más y
se trata aquí del antiguo pensamiento lógico-naturalistico:
llega a la convicción de que no se puede filosofar sino
después de Kant, Fichte y Schelling tal cosa no era ya ad-
con el principio de la identidad de los contrarios; que él
misible pues el intelectualismo de los dos siglos anteriores
concibe como absoluto. Pero para Schelling, lo absoluto
había sido herido de muerte. Estamos aquí ante la exigen-
es indiferencia de sujeto y objeto, con las diferencias pu-
cia de una forma lógica que sirviese, al mismo tiempo, para
ramente cuantitativas; no es todavía sujeto y espíritu. Y
conservar y reforzar las conquistas más recientes de la
su teoría del conocimiento está privada de lógica porque
filosofía; una forma lógica que aprehendiese la realidad
para él el instrumento de la filosofía es la contemplación
íntegramente. T odo coincidía en Hegel para orientar-
estética. Tal es el defecto que Schelling no ha podido nun- lo pos esta ruta y hacia aquella finalidad: s u admira-
ca salvar y cuyas consecuencias fueron tan 'graves que die-.
ción por la armonía del mundo helénico; su participación
ron lugar a lo que se ha dado en llamar su segunda ma-
nera: la metafísica de lo irracional. en el movimiento romántico, tan rico en antítesis; sus es-
tudios teológicos que le hacían concebir que la idea cris-
Hegel, como es sabido, aparece en el mundo filosófico
tiana de la trinidad, extremada o vacía de sentido por el
más tarde que su joven contemporáneo Schelling del cual
racionalismo protestante, debía hallar refugio y signifi-
se lo puede llamar, en cierto sentido, discípulo. Pero lo
cado verdadero en la nueva filosofía; sus estudios especu-
que para Schelling constituye el punto de llegada, para lativos en torno a la síntesis y a las antinomias kantianas
Hegel fué un mero punto de tránsito; aquélla que para
Schelling fué una etapa final, a partir de la cual comien- Con la aparición de la Fenomenología del espíritu
(1807) nace un Hegel desligado de las corrientes filosó-
za su decaimiento, fné, en cambio, para Hegel una sim-
ficas a las cuales había estado adherido hasta entonces y
ple etapa de juventud. También Hegel, por algún tiempo,
surge a la luz su principio de resolución del problema de
no conocería otro instrumento de la filosofía que la con-
templación estética, la intuición corno intuición intelec- los contrarios: —no más simple coincidencia en un tercer
término ignoto o impensable, no más unidad inmóvil, no
tual, ni otro sistema filosófico que la obra de arte; tam-
bién él —en el primer esbozo que de su sistema se con- más intuición schellingiana; sino unidad y diversidad a la
vez, movimiento y dialéctica—. El prólogo a la Fenome-
serva— hacía culminar el desenvolvimiento espiritual no
en la filosofía sino en la religión. nología ha sido definido como "el adiós de Hegel al ro-
manticismo"; pero la verdad es que el romanticismo fué
Pero el profundo espíritu crítico de flegel lo condujo,
salvado por la filbsofía, gracias a aquella separación. Sólo
48
49
I E NE DE TTO C R OC E
LO VIVO Y LO MUERTO DE L A FILOSOFÍA DE HEGEL

un romántico que hubiese superado, en cierto sentido, al —como en el célebre prólogo a los Fragmentos de Con-
romanticismo podía obtener de éste el fruto filosófico.
sin— refutando violentamente la filosofía de M . O se
La lógica de la dialéctica es, por consiguiente, un ver- lamentaba, al mismo tiempo, de haber sido despojado,
dadero descubrimiento de Hegel comparativamente tan- •sin alcanzar ~ e a a formular de u n modo claro en
to respecto de sus precursores más remotos como de los qué consistía e l hur to cometido n i dónde residía e l
pensadores que le son más próximos; y en calidad de error. Hegel, en cambio, continuó venerando en Schel-
prueba relativa a este aserto basta observar la conducta ling al "padre de la nueva filosofía"; reconocía la lumino-
de Hegel a propósito de estos últimos. E l pensamiento sidad dialéctica que había en él y no ha eludido nunca
kantiano, del cual renegó Fichte, habría sido objeto tam- mostrar claramente las virtudes y defectos del pensa-
bién de la más severa refutación por parte de Hegel, y sin miento schellingiano. Si la prueba" de la superioridad de
embargo su filosofía no ofrecía los elementos necesarios un punto de vista es tal porque comprende en sí puntos
para su cabal comprensión y en consecuencia, para poder de vista inferiores; si la prueba de la verdad de una doc-
someterla a una verdadera crítica. Pero Hegel, que com- trina reside en la justificación que ésta puede proporcio-
batió de manera definitiva las tendencias y aspectos erró- nar, de las verdades descubiertas por otras y en la expli-
neos de la filosofía kantiana y todas las antiguallas que cación de sus errores, entonces puede afirmarse que se-
ésta arrastraba detrás suyo, supo también poner en claro mejante prueba no falta, en absoluto, en la doctrina de
todo lo que ella ofrecía de verdaderamente nuevo y fe- Hegel. Kant no se comprendió plenamente a sí mismo y
cundo al extremo de que se ha podido decir que nadie él ha caído en los brazos de los neo-críticos quienes de
ha entendido a Kant, excepto Hegel 6 su lógica trascendental han pasado a la lógica meramente
. Schelling permaneció siempre sordo y hostil a la con- naturalista; Schelling no se comprendió tampoco a. sí mis-
cepción de su ex-amigo y durante sus últimos cincuenta mo,.plenamente, y concluyó en el segundo Sehelling, por
años contrapone obstinadamente su propia teoría enveje- cierto con muy poca gloria para él. Pero para Hegel, uno
cida y decadente a la de Hegel y en algunas oportunidades y otro, terminaban por Unificarse en su poderosa mente
' ya. que éste no era sino el hijo espiritual de aquéllos: fi n
me3to see, I have no evidenee that any m an has thom ughl y understood más digno que el de servir a la mera ejercitación de los
Kant
" except H egel , or t hat this l ater himself rernains aught else then
a problem whose solution has been ar m gated, but nevar effectuatecl".
discípulos o el de. sobrevivir en el desconocimiento de
F sí mismo.
(Por m i par te, debo decl ar ar que, en l o que m e h a sido posible co-
o
nocer, n o tengo i dea de que al gui en hay a entendi do completamente
r
a Kant , excepto H egel , l o cual qui er e deci r que este úl ti m o consti-
m entonces, al go más que un pr oblem a cuya solucián ha sido tan-
tuye,
tasyveces ar r ogada, per o nunc a efectuada) . ( j . U . ST/RIANC., T h e
seeret
p of Heged, Londr es, 1865, t, 14) .
50a 51
r
t
,
I
h
a
III
L A DIALECT ICA Y L A CONCEPCION D E L A
REALIDAD

Pensar dialécticamente y pensar la teoría lógica de la


dialéctica son, pues, dos actos mentales distintos. Pero
por otra parte, es evidente que la segunda manera de pen-
sar refuerza a la primera, dándole conciencia de sí misma
y liberándola de los obstáculos que nacen de las falsas
ideas acerca de la naturaleza de la verdad filosófica. Es a
este respecto justamente que cobra mayor significado la
aparición de Hegel, que fué no sólo el gran teórico de
aquella manera de pensar sino también el más grande pen-
sador realmente dialéctico que haya tenido la historia de
la filosofía. La concepción ordinaria de la realidad, tra-
tada por él dialécticamente, se modifica en la mayor parte
de sus puntos y cambia totalmente de aspecto. Todas las
dualidades, todas las escisiones, todos los biatw y, por así
decirlo, todos los desgarramientos y las heridas que padece
la realidad por obra del intelecto abstracto, desaparecen,
se cierran, cicatrizan y se obtiene una unidad compacta
gediegene Einheit): se restablece la coherencia interna
del organismo y por dentro la sangre y la vida circulan
de nuevo.
53
B E NE DE TTO CROCE L o V IV O Y L O M UE RTO /
.
»I L A F I L O S
Es menester notar, ante todo, la desaparición de una abstracción
- de los empiristas, naturalistas y matemáticos,
serie de dualismos entre términos falsamente contrarios su crítica
0 1 4llevada
A a cabo por una dialéctica negativa se
D E
y falsamente distintos, términos que no pueden ser pen- cumple R segúnE un
C proceso
E ! absolutamente otro que el que
sados ni como elementos constitutivos del concepto en rige en, la dialéctica positiva.
tanto que universal, ni corno sus- formas particulares, por Ellos son en realidad impensables y toda tentativa de
la sencilla razón que, tal como son formulados, dichos superar la dualidad adhiriéndose a uno u otro dé los tér-
pseudo-contrarios o pseudo-distintos no tienen verdadera minos, tal cual son en la distinción, acaba por convertirse
existencia. Hegel, al mismo tiempo que los somete a la crí- irremediablemente en su contraria. El materialismo con-
tica, indica —aquí y allá— las diferencias que presentan serva el fenómeno, la materia, lo linito; lo sensible, lo
respecto de los verdaderos distintos y contrarios, y de- externo, etcétera; pero como este término es de tal na-
muestra con todo rigor cómo ellos tienen origen en las turaleza que reclama su respec2_ :ontr ar io, he aquí que
fantasmagorías de la abstracción. Son dualidades de tér- de este fi nito surgirá lo infinito, que asumirá la forma
minos que nacen de las ciencias empíricas, de la concien- de un infi nito cuantitativo, vale decir, de un firdto• del
cia perceptiva y legisladora, en una palabra, de las cien- cual nace otro finito y así sucesivamente al infinito, pero
cias de los fenómenos; éstas, justamente, por aplicarse a esto constituye lo que Hegel.liama la falsa o imperfecta
los fenómenos, cuando tratan de elevarse a lo universal se noción de infinitud. El supra-naturalismo conserva al otro
ven obligadas a dividir la realidad en apariencia y esencia, término como la única realidad; pero la esencia' sin la
externo e interno, accidentes y sustancia, manifestación y apariencia, lo interno sin lo externo, lo infi nito s in lo
fuerza, finito e infinito, pluralidad y unidad, sensible y finito, etcétera, resultan algo impenetrable e incognosci-
suprasensible, materia y espíritu, y muchos otros términos ble y .
análogos. Si estos términos fuesen verdaderos distintos (o llamarse
s u r g la vacuidad en•si: el gran. misterio —dice Hegel—
sea que designan verdaderos distintos en la realidad) da- que
e es, sin embargo, la cosa más fácil de conocer, pues
rían lugar al problema de la conexión de los distintos en el lejos
e n de t estar fuera del pensamiento es un producto del
concepto concreto. Si fuesen 'verdaderos contrarios ( o mismo,
o n es producto de un pensamiento que a fuerza de
sea que se refieren a cosas verdadera y realmente opues- elevarse hasta la abstracción más pura, termina por tomar
c e
tas) 1 ellos darían lugar al problema de la síntesis de los como objeto a la vacía identidad de sí mismo. La cosa en
contrarios; pero como no son tales, corno toman la mera s
sí en razón de su nulidad no deja subsistir corno real y
apariencia de distintos y contrarios merced a la arbitraria lcognoscible nada más que a lo fenoménico, lo finito, lo
a
exterior; y esto sólo en tanto que fenoménico, fi nito y
1 E s t a re s e rv a y o t ra s s i mi l ares s o n o p o rt u n a s d e b i d o a l a s d i f c - externo.
c
re m , a s l e s i gni fi c ado q u e es tos t é rm i n o s h a n t e n i d o e n e l l enguaj e
fi los ófi c o. o La corrección positiva está dada por el concepto con-
54 s 55
a
e
n
s
B E NE DE TTO ¿R OC E LO V I V O Y L O M U E R TO D E L A FIL OS OFÍA DE ILE GE L

creto, en virtud de los caracteres propios del concepto cia del mal, de lo falso, de lo feo, de lo irracional, de
hegeliano que lo diferencian de las abstracciones natu- la muerte, y el contraste de todos estos términos con el
ralisticas y matemáticas. L o real no es tu uno n i otro bien, c on lo verdadero, c on lo bello
•término considerados separadamente, ni siquiera la suma con la vida.
; c o n l o
de ambos; lo real es el concepto concreto que llena la va-
r a c i o n anos
Hegel tampoco l habla
, de semejante negación, sino
cuidad de la cosa en sí y suprime las distancias que media- que en virtud de su doctrina lógica que hace del pensa-
ban entre esta y el fenómeno. Es lo absoluto, no ya como miento de los contrarios la concepción misma de la reali-
paralelismo o indiferencia de atributos, sino como realce dad como desarrollo constante, no puede considerar al
y nuevo significado de uno de los términos, el cual ab- término negativo, al no-ser, como algo que está frente
sorbe al otro y lo funde en sí gracias a esta nueva signi- al otro término, frente al ser, impasible y desligado ab-
ficación. De esta manera, la sustancia deviene sujeto, lo solutamente. Si el término negativo no existiese, no ha-
absoluto se determina como espíritu e idea: el materialis- bría desarrollo y la realidad toda, y con ella el término
mo queda relegado. Así también, la realidad no es ya con- positivo, se hundiría. La instancia negativa es, por decirlo
cebida como una interioridad correlativa a una exteriori- así, el resorte impulsor del desarrollo; la oposición es el
dad; la naturaleza —según expresión de Goethe que Hegel alma misma de la realidad. La total ausencia de contacto
acepta y hace suya— no tiene nácleo ni corteza, toda ella con el error no es pensamiento y no es verdad, por el
es una; pero la unidad no está más allá de la multiplicidad contrario, es ausencia de pensamiento y por l o tanto
sino que está más bien en la multiplicidad; el espíritu no ausencia de la verdad. L a inocencia no es una nota o
está más allá del .cuerpo, está en el cuerpo: el suprana- carácter de la acción, sino de la inactividad, del no-hacer;
turalismo, pues, queda también relegado quien obra, peca; quien obra está en lucha con el mal.
A esta destrucción de los falsos distintos y falsos con- La felicidad verdadera, la felicidad humana, o mejor dicho
trarios —que pueden ser todos resumidos y representados viril, n o consiste en la beatitud del que desconoce el
en la dualidad de esencia y apariencia— se une la manera dolor, no consiste en esa beatitud próxima a la fatuidad
propiamente dialéctica ( de una dialéctica positiva) d e y a la imbecilidad. Las condiciones necesarias para una
tratar los verdaderos contrarios, los cuales pueden ser re- beatitud semejante no se encuentran en parte alguna de
sumidos y representados en la dualidad y antinomia del la historia del mundo, la cual —dice Hegel— allí donde
ser y del no-ser. Es éste un dualismo fundado sobre la se muestra exenta de lucha, " no nos brinda otra cosa
oposición real, pues de otra manera no sería posible el ad- que páginas en blanco".
venimiento en el espíritu de la negación de la• presen- Si esto es verdad --como parece serio, ya que lo mues-
2 P a ra l a c rí t i c a d e ebtos c onc eptos v e r es pec i al mente l a d o c t ri - tran la general y asimismo profunda convicción humana,
1
na d e l a Eá-encia, q u e c ons ti tuy e l a p a rt e i r d e l a L ó g i c a . expresada en• tantos aforismos que a veces semejan frases
$7
B E NE DE TTO CROCE LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FIL OS OFÍA DE H E C E L

del mismo Hegel— el nexo entre lo ideal y lo real, entre quiere comprender la función del mal y del error, y
lo racional y lo real, no puede ser entendido en el sentido comprender esta función no es negarlos en tanto que
que estos términos tienen en la filosofía escolástica, a son el mal y el error, sino más bien afirmarlos como
saber como simple contraste entre un racional que no tales; no es cerrar los ojos frente al triste espectáculo o
es real, y un real que no es racional. Todo lo que es real cubrirlo c on un manto de pueriles justificaciones fina-
es racional y todo lo que es racional es 'Tala. La idea y listas (de una teleología simplemente externa) como se
el hecho son una misma cosa. Por ejemplo: ¿a qué llama- acostumbraba hacer en el siglo XVIII (Bernardin de Saint
mos racional en el dominio del pensamiento científico? Fierre, por ejemplo). Pero lo que es menester reconocer
Pues al pensamiento mismo; u n pensamiento irracional corno exacto en la afirmación respecto del pretendido
no es pensamiento, es irreal como pensamiento. ¿ A qué optimismo de Hegel es que de él no puede decirse que
llamamos racional en el dominio de la producción artís- sea un pesimista, pues el pesimismo es la negación del
tica? Pues a la obra de arte misma; una obra que prenten- término positivo en la diada de los contrarios, del mismo
da ser artística si es fea no es obra artística, no es una modo corno e l optimismo es la negación del término
"realidad" artística que goce de la "nota" de la fealdad, negativo; y por otra parte, ¿ha habido alguna vez, o
es simplemente una irrealidad artística. Lo que se deno- existe la posibilidad de que haya pesimistas u optimistas
mina irracional es entonces lo irreal, lo que no puede consecuentes? N o ; tanto corno no ha habido monistas
considerarse como una clase o especie de objetos reales. o dualistas consecuentes. T odo optimista tiene siempre
Sin duda alguna, lo irreal tiene también su realidad pero un lado pesimista; del mismo modo, todo pesimista sugie-
ésta es la realidad de la irrealidad; la realidad del no-ser re un procedimiento para liberarse del mal y del error,
en la triada dialéctica, de la nada que es no lo real sino vale decir que conserva aún cierta dosis de optimismo.
el estímulo de lo real, el resorte mismo del desenvolvi- Bien y mal son términos contrarios y correlativos; l a
miento.
afirmación de uno de ellos remite, sin más a la afirmación
Aquéllos que basándose sobre la doctrina que acaba- del otro-. Hegel, que no sólo niega ambos sino que los
mos de exponer, según la cual se identifica lo racional conserva en la síntesis dialéctica está, por cierto, más
con lo real, al hablar de optimismo en la concepción allá del optimismo y del pesimismo, está en las alturas
hegeliana de la realidad y de la vida se han equivocado de ese O limpo filosófico donde no se llor a n i se r íe
groseramente. Hegel no borra n i prétende ocultar la porque risa y llanto resultan simples objetos en presencia
existencia del mal, de lo feo, de lo falso, de lo vano; .
nada sería más extraño a su concepción dramática, y dserenidad del pensamiento como lo está ya por la concre-
en cierto sentido, trágica de la realidad. Hegel mas bien ticidad de la vida.
e
3 Pr ól ogo a l a Filosofía del Der echo y cfr . Ende' . § 6.
l El hecho, la realidad, es siempre racional e ideal; es
58
e 59
s
p
í
r
B E NE DE TTO CROCE
LO V I V O Y L O M U E R TO DE L A F1LOS OFIA D E HE GE L

siempre verdad, sabiduría y bondad moral. Pero esto bien


del humanitarismo enciclopedista y del jacobinismo, que
entendido, ,
verdaderamente tal, de la realidad que sea verdadera- oponen a la dura realidad el propio y exquisito corazón,
siempr y que ven por todas partes tiranías de déspotas y engaños
mente
e realidad. Lo que es ilógico, insensato, feo, torpe, de clérigos; de la abstracción kantiana, o sea, de un
caprichoso, no es un hecho sino la ausencia del hecho,
q vacío,
u eel no-ser; es, a lo sumo, la exigencia de ser deber que está fuera de los sentimientos humanos. Hegel
lo
s e es el estímulo de la realidad, pero no la odia esa virtud que está siempre en lucha con el curso
verdadero,
t r Hegel no ha soñado nunca en aceptar y justi- del mundo, que hace nacer los obstáculos a fin de tener
realidad.
ficar donde tropezar, que no sabe nunca a ciencia cierta lo
a comot hecho, aquello que es absurdo o defectuoso;
¿ esacaso una justificación considerarlo, como él lo con- que quiere y cuyo cerebro parece destinado únicamente
e a la obstinación; si hay algo de lo cual se ocupa ella
sidera,
d irrealidad y vacuidad? L a naturaleza, según el seriamente,ese algo consiste en admirarse a sí misma, en
antiguo refrán, tiene horror al vacío, pero quien tiene
e su inacces'ible y conmovedora perfección. flegel odia el
ciertamente horror al vacío es el hombre, porque el
u es la muerte de su actividad, es decir, de su ser Sollen, o sea, el deber-ser, la impotencia de lo ideal que
vacío
de
n hombre. siempre debe ser y que no es, que no halla nunca la
realidad adecuada cuando en efecto ocurre todo lo con-
h Pero, si en la filosofía de Hegel no se encuentra la trario pues la realidad está siempre en adecuación con
justificación
e del mal sino más bien y únicamente la de su lo ideal, El destino de este "deber-ser" no es otro que
función,
c no hay que olvidar que Hegel no cesó nunca el de tornarse en un verdadero fastidio, corno terminan
de prevenimos en contra de la facilidad y superficialidad
h las. cuales se acostumbra a afirmar como irracional
con por ser fastidiosas todas las bellas palabras (Justicia, Vir-
o tud, Deber, Moralidad, Libertad, etcétera) cuando que-
aquello que ha sidoNTes efectivamente, y que justamente dan en simples palabras retumbantes y estériles donde
por
q su efectividad no puede ser considerado irracional.
se obra v no se teme manchar la pureza de la idea
Hegel
u es el gran enemigo de los descontentos de la vida, traduciéndola en hecho. En la lucha entre este "deber
de
e las almas sensibles, de los perpetuos declamadores y ser", entre esta vanidosa virtud y el curso del mundo,
agitadores que se erigen corno tales en nombre de la
s el curso del mundo sale siempre vencedor. Porque, o
razón y de la virtud; es enemigo del faustismo (para bien el curso del mundo no cambia, y entonces las pre-
e
buscar un ejemplo histórico concreto) que proclama gris tensiones de la virtud resultan arbitrarias y absurdas, lo
laateoría y verde al árbol de la vida, que se rebela contra
cual quiere decir verdaderamente no-virtuosas; que a lo
lasleyes de la costumbre y de la existencia, que desprecia sumo serían buenas intenciones, excelentes intenciones;
la verdad y la ciencia v que en lugar de ser poseído por pero "los laureles de las buenas intenciones son hojas
el espíritu celeste, cae en las garras del espíritu terrestre:
secasque no han reverdecido nunca"; o bien, la virtud
60
61
BENEDETTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFI A DE ME CE ",

alcanza su fi n y entonces entra a formar parte del curso la cual de esta manera viene a servirse de ellos; en esto
del mundo, y lo que muere, en este caso, no es, cierta- reside la astucia de la razón ("die Lis t der e r n u n t t).
mente, el curso del mundo sino la virtud, la virtud sepa- Esto no debe ser entendido en sentido trascendente: la
rada del hecho, a menos que ésta no quiera sino pervivir astucia de la razón es una expresión meramente imagi-
en conflicto con un ideal culpable de haberse convertido tiva a los efectos de poder designar la racionalidad de
en real. L a ilusión nace de la lucha, la cual es cierta- todo lo que el hombre hace verdaderamente, de toda
mente real, pero no como lucha del individuo contra obra humana, sea o no producto de una conciencia refle-
el mundo sino como lucha del mundo consigo mismo, xiva. As í por ejemplo, el artista crea la obra de arte y
del mundo que se hace a sí mismo. "Cada cual quiere y no se da cuenta del trabajo cumplido, mas no por eso
cree ser mejor que el mundo a l cual pertenece; pero ha de considerarse irracional su trabajo pues él obedece
aquél que es mejor no hace sino expresar mejor que los a la suprema racionalidad del genio. Así también, el alma
demás el mismo mundo'. buena e ingenuamente heroica cree seguir simplemente
¿En qué consiste, pues, esa repugnancia que guardan el impulso del propio sentimiento individual; ella n o
para los hechos los portadores del ideal; lo mismo que tiene la conciencia de su acción como pueden tenerla
los admiradores de lo universal en contra de la indiv i- después el observador o el historiador, y sin embargo
dualidad? La individualidad no es otra cosa que el vehículo no es por eso menos buena ni menos heroica. Los grandes
de la universalidad, o sea la posibilidad de que ésta llegue a hombres hacen de su pasión individual, de s u interés
ser efectiva. Nada puede ser realizado si no es por el trámi- particular, la voluntad misma de la razón, aquello que
te de la pasión humana: nada grande es posible sin la pa- hay de substancial en las necesidades de su tiempo y de su
sión. Y la pasión es la actividad del hombre que se dirige pueblo: son los "hombres de acción" del espíritu del
hacia intereses y fines particulares, Tanto es el interés mundo. Por eso, justamente, quienes los juzgan de un mo-
particular vehículo de lo universal que los hombres per- do superficial no alcanzan a descubrir en ellos sino motivos
siguiendo sus propios fines, realizan lo universal: hacen, mezquinos, es decir, se aferran al aspecto meramente
por ejemplo, de otro hombre un esclavo y de la lucha individual y necesario de su obra siguiendo el conocido
entre esclavo y señor nace, tanto en uno como en otro, proverbio que dic e que no hay grande hombre para
la idea verdadera de la libertad y de la humanidad. Ellos su criado; l o c ual tiene lugar, c omo advierte Hegel
exceden, e n l a acción, sus intenciones conscientes y (y Goethe se complacía en repetir la aguda frase) no
siguen las intenciones inmanentes, aquéllas de la razón, porque el gran hombre no sea u n gran hombre, sino
porque el criado es criado. Por la misma razón ocu-
4E
Hengris Leben, p. 550. Par a l a sáti r a del Sollen, ver en par ti cul ar l a
rre que los grandes hombres no suelen recibir hono-
Fenomenología,
l cap. " Ver nunft" , B , y l a I nt r . a l a Fi l , de l a H i st. res ni expresiones de gratitud de sus contemporáneos y
62o 63
s
a
f
o
r
BENEDETTO CBOCE LOVIVO Y LO MUERTO DE LA FILOSOFÍADEFIEGEL

con frecuencia n i siquiera obtienen la gratitud de la En Hegel la concepción de la vida es tan filosófica
posteridad: a ellos les está destinado compartir no los que l a conservación, l a revolución y l a restauración
honores sino la gloria inmortal, que consiste en v iv ir encuentran todas. según los casos, su más plena justifi-
en e l espíritu de los que han de combatirlos, para l o cación. Sobre este punto están en perfecto acuerdo tanto
cual han de hallarse impregnados del mismo espíritu de el socialista Engels, como el historiador y conservador
aquéllos. Treitsehke ', quienes reconocen que la fórmula de la
Esta manera hegeliana de considerar la Vida, traducida identidad de lo racional con lo real podía ser invocada,
en términos de política corriente, ha sido juzgada como algunas veces, por todas las opiniones y por todos los
signo de un espíritu conservador y por tal motivo se partidos políticos, los cuales han de disentir luego, no
ha dicho que así corno ROUSSEAU fué el filósofo de la en la fórmula común, sino en la determinación de qué
revolución francesa, Hegel como filósofo del consejo sea lo real racional y qué lo irracional e'irreal; así, cada
secreto de gobierno y de la burocracia administrativa vez que un partido político se hallaba dispuesto a com-
del Estado, lo fué de la peculiar restauración prusiana. batir uta institución o una clase social no tenía más que
Ahora bien, sin entrar en detalles acerca de la mayor o proclamarla irracional, vale decir desprovista de existen-
menor veracidad de tales afirmaciones, es menester no cia sólida y real; de esta manera se había obrado confor-
confundir al Hegel en tanto que individuo histórico. me a la filosofía hegeliana. En las revoluciones del siglo
operante en ciertas y determinadas condiciones, respecto xix, y en particular en aquella de 1848 participaron, en
de los_ problemas sociales y políticos de su época y de modo diverso; todas las fracciones de la escuela hege-
su pueblo —o sea, un Hegel que pertenece al biógrafo liana, y en ese mismo año también fué escrito por dos
y a l historiador político— c on el Hegel filósofo que hegelianos e l vigoroso Manifiesto Comunista. Pero la
sólo es de la competencia del historiador de la filosofía. fórmula común a todos ellos no era la de una vana
Todo pensamiento del cual se pueda extraer una deter- etiqueta: ella quería significar que el jacobinismo y sim-
minada actitud política muestra, por lo mismo, no ser plismo del siglo de las "luces" en lo futuro había desapa-
una pura verdad filosófica. L a filosofía n o debe ser recido, y que todos, los de cada uno de los distintos
mezclada (como lo observara el mismo Hegel) con cosas partidos, habían aprendido de Hegel en qué consistía el
que no le corresponden verdadero sentido político. El mismo Hegel en sus escri-
ahorrado
; p o r Platón l o la tarea de aconsejar a las nodrizas sobre tos juveniles, al examinar las condiciones de Alemania
la
t a n t o de tener en brazos a los niños, y Fichte
mejor manera definía a ésta como un "estado abstracto" ( t'in Gedan-
la
b dei "confeccionar"
e n e l modelo del pasaporte policial,
tí H . TREITSCHKE, Dezstsche Geschichte i m 19. Iah7hti ndett, vol .
que desde entonces habría de constar no sólo de los datos
p o d í ( 18a5) , pp. 720- 1; F. ENGELS, Ludzeig Feverbeeh un,d des Ausgeng
personales
a sino también del retrato del portador. der hiessischen d e l a
64 -
h a b e 65
s c hen
r s e P h i J o s e p
h i e
( S t u t t
g a r t ,
B E NE DE TTO C R OC E
LO V I V O Y L O M U E R TO D E L A FI L OS OFA D E I f E GE L

kenstaat) lo cual ha suscitado en algún crítico el recuerdo 105mismos contemporáneos de Hegel, la historia no
del Secretario de Estado florentino y su profundo aná- tiene lugar alguno en el sistema de Herbart, que ado-
lisis de la situación real de Italia en la época del Renaci- lece justamente de la idea de desenvolvimiento
unento Y como magníficos ejemplos d e l a teoría mo
; dmodo
e l en m Schopenhauer,
i s - para quien la vida del géne-
hegeliana se han visto aparecer un Cavour, un Bismarck: ro humano no presenta problemas de progreso, como no
hombres en los cuales lo racional y lo real estuvieron lo tuvo más tarde en los sistemas positivistas de Comte
siempre íntimamente unidos y no separados, en dolorosa y Spencer.
einfecunda discordia, como ocurre en la mente de ideó- En el sistema hegeliano, en cambio, donde Jo infinito
logos y visionarios. y lo finito se funden en uno, donde el bien y el mal
Esta mediación de los contrarios, combinada con la forman un proceso único, la historia es la realidad misma
destrucción de los falsos distintos y de los falsos contra- de la idea, el espíritu no es nada fuera de su desenvolvi-
rios, ha traído corno consecuencia una exaltación de la miento histórico; en éste, cada hecho, en cuanto tal, es
historia. L a historia, l a vida del género humano, los justamente un hecho de la idea y pertenece al organismo
hechos que se desarrollan en el tiempo, ya no son conce- concreto de la idea, por lo tanto, toda la historia deviene,
bidos como algo separado e indiferente con relación a en Hegel, historia sagrada. Puede decirse que también
la esencia de las cosas, a la idea, o peor aún, como una sobre este punto, en cierto sentido, reina criterio unáni-
disminución y obscurecimiento de la idea. Una historia me, debido tanto al relieve alcanzado cuanto a la admi-
tal es la que hizo su aparición en los diversos sistemas ración despertada por los grandes trabajos históricos,
dualistas, para no hablar del materialismo, el cual, llegan- obedientes a la inspiración hegeliana: historias de las reli-
do todo valor no puede, naturalmente, admitir el valor giones, de las lenguas, de las literaturas, del derecho, de
de la historia. Y así, entre historiadores y filósofos reina- la economía, de la filosofía. Pero, la eficacia con que
ba un profundo disentimiento y una recíproca voluntad sedesarrolló esta labor histórica ha sido considerada
de desconocerse. No es el caso de recordar las formas
como accidental y debida tan sólo a la personalidad del
más antiguas de este disentimiento, como por ejemplo maestro, cultor apasionado de los conocimientos histó-
la filosofía cartesiana, que es anti-histórica por excelencia; ricos que hallaron en él su más firme propulsor; de suerte
el sphlosismo ( o panteísmo oriental, como Hegel l o que no se alcanzaba a ver que tal eficacia era, por el
denominaba, a lo que añadía que erróneamente se lo contrario, una rigurosa consecuencia de aquel principio
consideraba ateísmo, cuando más bien lo que le con- dialéctico tan combatido, que resolvía los contrarios y
venía era el nombre de "acosmismo"), y todo el sen- falsos contrarios; vale decir, de la lógica hegeliana en
sualismo e intelectualismo del siglo xvni. Pero, entre lo que ésta tenla de más característico. Así, aceptán-
•6 Cfr. K. FISCHER, llegas Leben n d Werke, p. 59. dose corno beneficioso aquel auge de los estudios 'listó-
66 67
B E NE DE TTO C R OC E
LO V I V O Y L O M U E R TO DE L A E ILOS OFíA DE I I E GE L

ricos, se rehusaba sin embargo aceptar la causa verdadera: medio de tanta proliferación de neurótico misticismo y
aceptando la consecuencia se negaban las premisa% de poco sincera religiosidad; a todo lo cual asistimos en
El carácter sagrado que asume la historia no es sino esta anacrónica era de nueva barbarie, obsequio directo
un aspecto del carácter inmanente del pensamiento de del postivismo y de su más frecuente consecuencia: e l
Hegel, o sea, de su negación de toda trascendencia. Por neo-jacobinismo. Pero quien sienta la dignidad del ser
cierto que, tanto los que lo acusaron de materialismo y humano y del pensamiento no puede hallar satisfacción
naturalismo como los que de esta manera creyeron elo- en otro modo de solucionar las situaciones antitéticas y
giarlo, han errado totalmente puesto que ¿cómo podría dualistas, que no sea la solución dialéctica llevada a cabo
ser naturalista y materialista una filosofía que descubre por el genio de Hegel.
el origen de estas ilusiones, una filosofía de la actividad, En este sentido, el filósofo que más se le acerca es
una filosofía que tiene en su principio al espíritu y a Giambattista Vic o —ya mencionado como precursor de
la idea? Pero s i mediante tales palabras se ha querido la 'doctrina lógica ami-escolástica— espíritu estetizante
aludir al carácter anti-religioso de esta filosofía, la obser- como Hegel, u n pre-romántico d e la misma manera
vación no deja de ser, en parte, justa. Es ésta una filosofía como Hegel fué luego un romántico, y el pensador que
(diría la única filosofía) irreligiosa radicalmente, porque más estrechamente se le asemeja por su efectivo pensa-
no se contenta con oponerse a la religión, o bien con miento dialéctico 8
situarse paralelamente a ésta, sino que la resuelve en sí frente
. C i ae la r treligión
o es menos radical que la del filósofo
a la vez que la sustituye. Por la misma razón puede alemán y si éste aparece —desde el punto de vista bio-
e s
decirse que —desde otro punto de vista— es la única gráfico— como u n cristiano bastante dudoso que n o
filosofía de elevado sentido religioso por cuanto su pro- q u e
aclara
l lo
a suficiente su posición frente a la Iglesia, Vic o,
pósito es satisfacer; en modo racional, la suprema exigen- en
cia del hombre, la exigencia religiosa, y fuera de la p cambio
o s —considerado_
i también biográficamente— fué
un católico leal y sin equívocos. Sin embargo todo el
razón no deja nada, n i el menor residuo: "los interro- c i ó n
pensamiento de Vic o es no sólo anticatólico sino aún
gantes que la filosofía no responde hallan su respuesta d
antirreligioso, pues él explica cómo se forman natural-
e
mente los mitos y las religiones; y si el hecho de renunciar
en que no deben ser planteados"E yeplena adecuación que
g

ctria
o
d
su
n aVeste princ i ipio de explicación frente a la historia y
con ella guarda su pensamiento efectivo residen, pues, c
religión o
hebrea, fué subjetivamente timidez de creyente,
el indomable vigor, la inagotable fecundidad y la perenne objetivamente asume el valor de una ironía inconsciente,
juventud de la filosofía hegeliana. Vigor, fecundidad y
juventud que se destacan mejor en nuestros días, en 8 Sobr e l a posición histór ica de Vi c o y sus relaciones c on l a fi l o-
sofía al em ana, v er B. SPAVENTA, op. c i t. l ecci ón vi_ pp. 83- 102, v er
7 E n los aforismos citados, p. 54-3. también la parte histórica de la Estética, cap. v. (N. del T. ).
68
69
LO V I V O Y L O M U L S T O D E L A F I LO S O F Í A D E H E G E L
B E NE DE TTO C R OC E

parecida a aquélla consciente de Maquiavelo cuando salí() decidido del anti-bistoricismo de Descartes y la
renunciaba a investigar cómo se podían mantener los escuela cartesiana demostrando, a la vez, el error en que
estados,pésimamente gobernados por el papa, porque sehallaban tanto los filósofos que no confirmaron sus
—argüía él— "ellos están regidos por razones superiores, juicios en la autoridad de los filólogos, cuanto los filó-
alas cuales no puede alcanzar el espíritu humano". Vico logos que no cuidaron robustecer su autoridad con las
establece que lo vyrdadero se identifica con el hecho, y razones de los filósofos. Del mismo modo como Hegel
que sólo puede conocer verdaderamente algo aquél que seopuso a utopistas, predicadores de abstracciones, parti-
lo haya hecho; de ahí que le atribuya al hombre la plena darios del sentimiento y del goce, Vico rechazó siempre
capacidad cognoscitiva con respecto del mundo que le aestoicos y a epicúreos no admitiendo sino aquellos que
espropio, del mundo que es obra suya, y remite a Dios él llamaba "filósofos políticos". El despreciaba a los sabios
el conocimiento del resto del mundo natural porque que, olvidando las luchas y dolores de las cuales está,
dado,que es obra suya, él es, por lo tanto, el único que tejida la realidad, dictaban "normas de vida imposibles
puede conocerlo: limitación ésta que constituye apenas para la condición humana, o peligrosas como la de deter-
un débil obstáculo para el principio revolucionario por minar los deberes de la vida según el placer sensible",
él enunciado, el cual una vez establecido para el orden daban leyes y fundaban repúblicas "en el retiro y a la
de lo humano, debe extenderse necesariamente a todo sombra", repúblicas que "no tuvieron existencia nunca
lo real. Tan entrañablemente irreligiosa era la gnoseo- más allá de la mente de los eruditos". El sabía muy bien
logía de este piadoso católico que, inmediatamente des- que "los gobiernos deben ser conforme a la naturaleza
pués de su muerte, se divulgó la noticia de que el autor, de los hombres gobernados" y que las "costumbres atávi-
por mandato de personas del seno de la Iglesia, se había cas no se
visto obligado a ocultar, en sus libros, parte de su propio curso
- del tiempo, especialmente aquélla de la libertad
pensamiento, y los racionalistas vieron, así, en Vico un natural".
c a m Vico tenía —y no en menor grado que Hegel—
maestro y los católicos de celo inflexible le inculparon el concepto de la astucia de la razón, que él llamaba la
b i a n divina "que, de las pasiones de los hombres,
ser origen del movimiento antirreligioso surgido en la Providencia
d
atados por ellas al egoísmo de la propia utilidad y por
época inmediata posterior
Pero si se dejan de lado las cuestiones referentes a la e
lascuales vivirían como bestias salvajesen pllena soledad,
religión, resultan bien evidentes otras semejanzas entre i hecho
ha n un orden civil por el cual los hombres viven
Vico y Hegel. Así como Hegel se opuso y luchó siempre en
m e humana sociedad". ¿Qué importa que los hombres no
contra el anti-historicismo de los enciclopedistas y de la tengan
d i conciencia de ello? El hecho no es por eso menos
filosofía "de las luces" (Aufkliirung), Vico fué adver- racional: " H omo non intelligendo fi t onmia. . • porque
a t
Cfr. Bibliografía vichiana (Napoli 1904.), pp. 91-95. (N. del T. ). el hombre merced a su entendimiento se comprende a
o
70 71
s
i
n
o
BENEDET O C R OC E L O V IV O Y L O M U E R T O DE L A IP ILOSOITA DE R E GE L

sí mismo corno espíritu y comprende esas cosas, pero destruirse a sí_ mismas y van luego a salvar sus restos en
sin el ejercicio del entendimiento, él hace esas cosas, en la soledad, de donde como el ave phenix resurgen otra
cuyas transformaciones él mismo deviene". Y por otra vez. Aquél que hizo todo esto fue, en realidad, El Espí-
parte agrega: "¿no debemos considerar que todo esto es ritu, pues los hombres han obrado así con inteligencia;
consejo de una sabiduría sobrehumana, que sin recurrir no fué, por cierto, el Destino porque en todo ha presi-
a•leyes..., hace uso, tan solo, de las costumbres de los dido la elección humana; ni fue- tampoco el Acaso puesto
hombres, donde no impera coerción alguna, y permite que ha habido perpetuidad:
así que éste celebre su libertad natural..., que la costum- conducido
. los a resultados análogos"
bre misma conduce y regula divinamente? Porque cierta- Estbs
m i s m oson conceptos
s y aún metáforas y giros que con
mente los hombres han hecho este Mundo de nacio-
frecuencia
a c t pareceno s del mismo Hegel; 3. l o que resulta
nes, ..; pero es indudable que este mundo es producto más
s i e m es p
admirable que rel filósofo alemán ( al menos en Ia.
de un espíritu profundamente distinto y tal vez hasta época en que meditaba su filosofía y componía la Feno-
contrario, pero de todas maneras superior a los fines e
menología del Espíritu) n o conocía, al parecer, la otra
particulares que los hombres se han propuesto ; h a n
."fenomenología", concebida ya un siglo antes en Nápoles
finalidades
. restrictas este espíritu superior hace y divulgada bajo el título de Scienza Nuova. Parece como
para
d e c u y afines
-- ualcanzar
n m e sd más
i o amplios como es el de conservar si el alma del filósofo italiano y católico hubiese hallado
al género humano sobre esta tierra. Así por ejemplo, los albergue en el alma del filósofo alemán y que a la distan-
hombres quieren dar rienda suelta a la lujuria y dejar cia de un siglo, reapareciese más consciente y madura,
que se pierdan los hijos, pero hacen de esto mismo la
castidad del matrimonio de donde ha de surgir la familia;
quieren los patriarcas ejercer desmesuradamente su impe-
rio paterno sobre los prohijados y de ahí nace la organi-
zación civil; quieren las esferas gobernantes de la nobleza
abusar de los privilegios señoriales frente a los plebeyos
y caen así en la servidumbre a las leyes que crean las
libertades populares; los pueblos libres quieren romper
el freno de sus leyes y caen despnes bajo la dominación
de los monarcas; los Monarcas quieren, para asegurar su
poderío, envilecer a sus súbditos en todos los vicios de 1
la corrupción, y los preparan así para soportar Opere,
- ed, Fernari, y , 96, 97, 98, 117, 136, 143, 146- 7, 183, 571- 2;
vi, 1235. Véase e n l a actual i dad m i r i tosol i a d i O . 13. Vi c o, seg. ed.
vitud
- l a dee las
s cnaciones
l a - más fuertes; quieren las naciones - Earl,
) 1922.
72 L 73
o
s
p
a
s
IV

LA RELACION DE LOS CONCEPTOS DISTINTOS


Y L A FALSA APLICACION DE L A
FORMA DIALECTICA

¿Cómo explicarse, entonces, que este pensamiento filo-


sófico establecido sobre la base de un inflexible rigorismo
lógico, lleno de vigor por la fuerza misma de su verdad,
en armónica relación y simpatía con lo concreto, con la
pasión, con la fantasía y el acaecer histórico, haya sido
reprobado por considerarlo abstracto, intelectualista, arbi-
trario, artificioso y en contraste con la historia, la natu-
raleza y la poesía; en suma, por considerarlo totalmente
opuesto a lo que en realidad quería ser? ¿Cómo explicar
la violenta reacción que originó en su contra —reacción
que por momentos pareció ser providencial y definitiva—
y que solamente espíritus poco profundos ( y poco hege-
lianos) explicarían por razones meramente ocasionales,
por incomprensión, o por simple ignorancia? ¿A qué se
debe, por atta parte, el hecho de que esta concepción
haya sido siempre invocada como la piedra angular donde
buscaron apoyo las tendencias filosóficas más diversas,
aún aquéllas que Ilegel combatió tratando ,de superar,
como ser el materialismo y el teísmo? ¿Y qué explicación
75
B E NE DE TTO C R OC E L O V I V O Y L O M U E R T O D E L A FSLOSOFíA D E H E GE L

tiene, por ejemplo, (séame permitido un recuerdo cuya de ciertas partes del sistema, o bien, de reconstruirlo
significación quizás trascienda los límites de lo estricta- desde sus cimientos teniendo en cuenta los progresos
mente personal) que antes de haber logrado y o esta alcanzados en las distintas ramas especiales de la ciencia.
simpatía para interpretar y comentar la doctrina hegelia- En otros términos, sólo habría que considerar como defi-
na de los contrarios, haya experimentado, durante varios ciente y superado a Hegel en tanto historiador e investi-
anos de mi vida espiritual, una profunda aversión por el gador de la naturaleza, c on lo que parecería darse a
sistema de Hegei tal como lo veía expuesto y recomen- entender que su pensamiento estrictamente filosófico, y
dado por los mismos hegelianos y tal como se me presen- como tal, ajeno a toda fundamentación empírica, tendría
taba, en particular, en la Enciclopedia con sus tres partes: el privilegio de quedar absolutamente intacto. Pero a los
Lógica, Filosofía de la Naturaleza y Filosofía del Espí- adversarios de la filosofía hegeliana les asiste todo e l
ritu? Y cómo explicarse que todavía hoy , a l releer derecho para desestimar semejante concesión, porque no
aquellas obras, sienta por momentos renacer en mí el es la cantidad ni la cualidad de la erudición contenida
viejo Adán, es decir, aquella antigua aversión? H ay que en el sistema (erudición admirable, no obstante las defi-
buscar, por consiguiente, la causa íntima de todo esto, ciencias y atrasos que revela) lo que suscita aversión, sino
lo que vale tanto como decir, que una vez presentada justamente su filosofía. H e rehusado siempre considerar
la parte sana del sistema, se impone la necesidad de la eficacia del pensamiento de Hegel sobre los estudios
presentar su parte insana; o para decirlo de otro modo,. históricos como algo separado e independiente de los
después de haber eXpuesto lo que hay de v iv o en el principios mismos del sistema; por idénticas razones no
pensamiento filosófico de Hegel, es necesario exponer lo puedo amoldarme a considerar aquí como absolutamente
que de él resta como definitivamente muerto: despojos independiente de sus principios filosóficos a la causa de
insepultos que entorpecen la agilidad misma de lo que sus errores. Aquellos que parecen ser en él errores con-
todavía vive.
cernientes al orden de la historia y de la naturaleza, son,
Es preciso, pues, extremar el celo y no descansar sobre sustancialmente y en su mayor parte, errores filosóficos,
la concesión —que hegelianos de estrechas miras han porque son consecuencia de su pensamiento íntimo, de
ofrecido en más de una oportunidad-- de que Hegel, su modo de concebir la historia y la ciencia de la natu-
debido a la situación de los conocimientos de su época raleza. T odo el pensamiento de Hegel constituye una
y a los límites propios de su cultura individual, ha podido unidad orgánica y lo que más le honra es que sus errores
equivocarse, como efectivamente se equivocó, en muchas no pueden, en el conjunto, explicarse como una serie
de sus afirmaciones respecto de la historia, de las ciencias accidental de incoherencias y distracciones.
naturales y de las matemáticas. Se arguye, por tales razo- El problema consiste, pues, en buscar el error o errores
nes, acerca de la necesidad de una revisión y corrección filosóficos (o bien el fundamental y sus derivados) que,
76 77
I3E NE .DE TTO C R O C E LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FIL OS OFÍA DE H E GE L

en el pensamiento de Hegel, se deslizaron y combinaron En la apurada reseña, concerniente a las diversas doctri-
con su inmortal descubrimiento. De esta suerte, halla- nas hegelianas, que hemos presentado en la primera parte
remos las causas que motivaron la reacción en contra del de este estudio, ha sido rozado apenas (porque urgía allí
sistema hegeliano, sobre todo en aquellos aspectos en que el tratamiento de la síntesis dialéctica) el problema de la
dicha reacción haya observado los caracteres de una es- relación entre conceptos distintos, o sea, lo que en termi-
tricta racionalidad y no obedezca al designio de la arbi- nología de la lógica naturalistica se conoce con el nombre
trariedad con que suele obstaculizarse todo pensamiento de teoría de la clasificación. Sería conveniente, entonces,
original N o seria extrafío, entonces, que l a presunta• considerar más de cerca aquel problema porque abrigo la
fuente del error se hallase quizás en la teoría lógica, pues firme convicción de que en él se anida, grávido de conse-
de acuerdo con lo dicho anteriormente, el problema acerca cuencias, el error lógico que Hegel no ha sabido sortear.
de una lógica de la filosofía ha constituido el núcleo de El concepto filosófico, e l universal-concreto o Idea,
interés y el motivo principal de la preocupación espiritual del mismo modo que es síntesis de los contrarios, es
de Hegel. también síntesis de los distintos. Nosotros, por ejemplo,
A despecho del método que es de rigor observar, la hablamos del espíritu o de la actividad espiritual en gene-
critica antihegeliana ha dejado en el olvido, c on suma ral, pero a cada instante aludimos también a formas
frecuencia, las particularidades e incidentes propios del particulares de esta actividad. Ahora bien, mientras con-
sistema y ha orientado sus objeciones en contra del prin- sideramos a todas ellas como constitutivas de la unidad
cipio mismo de la síntesis de los contrarios, procurando espiritual ( a l extremo de que cualquier deficiencia en
demostrarlo erróneo, sea porque los dos primeros térmi- una de ellas nos desagrada e incita a ponerle remedio y
nos no deben ser considerados en calidad de contrarios, la ausencia parcial o total de las mismas nos mueve a
sea porque su síntesis no satisface las exigencias de la horror por lo absurdo y monstruoso) cuidamos celosa-
lógica, o bien porque se la considera atentatoria contra mente de no confundir nunca una con otra; de ahí que
los principios de identidad y contradicción, o bien por se haga acreedor a nuestra censura quien juzgue el arte
otras razones de índole semejante. Pero y a hemos visto según criterios de moralidad, la moralidad según criterios
que sustancialmente, ninguna de estas objeciones tiene estéticos, o bien la verdad en función de la utilidad, y
fundamento y nos parece que tan infundadas como éstas así sucesivamente. Pero si ocurriese, por un instante, que
serán todas cuantas se alcance a imaginar. Este principio echásemos al olvido la rica variedad de lo distinto, basta-
resiste y resistirá triunfalmente toda crítica y todo exa- ría una simple mirada en derredor para que la vida misma
men. El error de Hegel, por lo tanto, hay que buscarlo nos la hiciera, de inmediato, recordar; ella nos mostraría,
ciertamente en su lógica, pero en mi opinión, no en esta aun cuando no fuera más que exteriormente, la distinción
parte de su lógica. que de hecho existe entre las esferas de la actividad eco-
78 79
B E NE DE I O C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FIL OS OFÍA I3E H E GE L

nómica, científica, moral, artística, etcétera y ella misma La aversión de Hegel por este método de clasificación
hace que e l hombre se nos aparezca especificamente le hizo rechazar, con antelación a Herbart (considerado
distinto en cada caso: poeta, industrial, estadista o filósofo. infundadamente como primer autor de la crítica) la con-
Y sin ir más lejos, la filosofía misma nos haría recordar cepción de las facultades del alma, a la cual todavía
la categoría lógica de la distinción, pues ella no se pre- Kant se atenía; por las mismas razones acusaba de false-
senta sino por medio de las especialidades, a saber: esté- dad a toda aquella psicología "qUe representa al espíritu
tica, lógica, ética, etcétera; todas ellas constituyen como un receptáculo lleno de facultades" (así reza en
filosofía y sin embargo cada una tiene, en sí, los carac- uno de sus escritos en 1802) 1
teres que la distinguen de las demás. mos
, " E del la unidad viviente del espíritu (repite en la
Estos conceptos distintos, cuyos ejemplos acabamos de Enciclopedia,
s e n t i m §i 379 e n yt cfr.
o 445, así como en todos sus
dar, y que son unidad y distinción al mismo tiempo, están otros
q libros,
u en
e las formas más diversas y según la distin-
constituidos en virtud de u n nexo o r itmo que les es tas circunstancias)
t e n e se opone
- por sí mismo a que se lo
propio V que mal podría ser expresado mediante la vulga- fragmente en fuerzas, facultades o actividades que sean
rizada teoría de la clasificación. Hegel, que ha visto muy concebidas como independientes las unas de las otras".
bien esto, n o cesó nunca de combatir en contra del Es apenas necesario hacer notar que Hegel, siempre solli-
inadecuado uso, en el campo de la filosofía, d e este citus servandi unitatem spiritus, podía desarrollar esta
esquema d e clasificación empírica c on sus conceptos crítica con mayor coherencia y asistido de mejor derecho
subordinados y coordinados. E n la clasificación or di- que Herbart, quien no acertaba a conciliar la crítica a las
naria se procede sobre la base de un concepto, al cual facultades del alma con su metafísica atomista, ni con su
se le agrega luego otr o concepto, extraño a l priMero, ética y estética formadas por series de ideas separadas
y que se toma como eje de la división, del cual podría las unas de las otras y sin mantener la necesaria conexión.
decirse metafóricamente, que hace las veces del cuchillo Y sin embargo, Herbart pasa, según la opinión de los
con que se corta la masa lista para hornear ( el primer escritores de manuales de psicología y de historias de la
concepto) en varios panecillos destinados a quedar des- filosofía, como un revolucionario con respecto a la con-
pués absolutamente separados los unos de los otros. Con cepción del espíritu, mientras que Hegel es considerado
este procedimiento y semejantes resultados bien puede casi un retrógrado que habría conservado las divisiones
uno despedirse de la unidad de lo universal. La realidad escolásticas.
se desintegra, así, e n una multiplicidad d e elementos Si los conceptos distintos no pueden ser considerados
extraños e indiferentes los unos de los otros: la filosofía, separadamente y deben, por el contrario, ser unificados
pensamiento de la unidad, se convierte, de esta manera, aún en su distinción, resulta entonces que la teoría lógica
en un imposible, 1 Verklittniss des Skeptizismu.1 zurF I l
80 p J i e ( e a 81
W e r k e ,
x v x ,
1 3 0 ) ,
• B E N E D E T T O C R OC E LO V I V O L O M U E R T O DE L A FILOS OE íA D E I I E GE L

dé los distintos no será la de la clasificación, sino la de o establecido por la fuerza y humano o establecido Con-
la •implicación. E l concepto, lejos de ser atomizado por forme a la razón humana plenamente desarrollada; etcé-
la influencia de una fuerza externa, se dividirá por sí tera. Por eso .Vico concebía la filosofía no como u n
mismo, merced a un movimiento interno y en estas auto- casillero de celdillas separadas, sino como "historia ideal
distinciones se conservará uno. Cada uno de los conceptos eterna, sobre la cual transcurren las historias particulares".
distintos no será, pues, algo indiferente y aislado respecto Ahora bien, aún cuando Hegel no conociese la obra de
de otro .distinto, sino más bien un grado inferior que se Vico, tuvo otros estímulos para la solución hacia la cual
halla 'necesariamente unido al grado superior' él se inclinaba- y ya el mismo sensualismo del siglo diecio-
camente.
. y r eL ca clasificación
í p r o - de la realidad debe ser susti- cho, especialmente la doctrina de Condillac, le parecía,
tuida por la concepción de los grados del espíritu, o en no obstante la pobreza de las categorías y presupuestos
general, de la realidad: e l esquema de los grados debe que alimentaba, digno de estima en la medida en que
sustituir al esquema de la clasificación. significaba una tentativa por hacer comprensible la varie-
El pensamiento de Hegel, como es natural, siguió este dad de las formas en la unidad del espíritu, toda vez que
procedimiento ya que era el único adecuado al universal procuraba mostrar el origen de aquellas. Hegel unía a la
concreto, principio original de donde partía; y s i bien censura sobre el pensamiento kantiano, que había enume-
es cierto que la teoría de los grados no se halla expuesta rado simplemente las facultades y las categorías constru-
ni razonada en forma explícita en parte alguna del- sistema, yendo así un registro, el elogio a favor de Fichte que
circula s in embargo por toda la obra de Hegel. Esta había afirmado la necesidad de la "deducción". de las
teoría tuvo, no obstante, sus precursores cuya investiga- categorías. Pero el verdadero precursor de Hegel fué el
ción sería, desde todo punto do vista, conveniente; así, sistema de la identidad de Schelling, con .su método de
el filósofo que ofrece mayor afinidad con ella es, quizás, las potencias según el cual la realidad se desarrollaba como
Giambastdsta Vic o quien no acepta otro criterio que la una serie de potencias o grados. " E l sujeto-objeto ( de
distinción según grados a propósito del espíritu, las len- esta manera, el mismo Schelling en su réplica a Hegel
guas, los gobiernos, los derechos, las costumbre, las reli- recordaba su concepción juvenil) en virtud de su natu-
giones, etcétera- De esta suerte, el espiriru implica los raleza, se objetiva; pero retorna victorioso de toda obje-
grados de la sensibilidad,' la imaginación y e l entendi- tividad y . se muestra cada vez más rico de potencialidad
miento; las lenguas comprenden el lenguaje inteligible o subjetiva hasta que, luego de haber agotado todas sus
divino, el lenguaje heroico y - el lenguaje articulado; los virtualidades, aparece como sujeto que - triunfa de todo
gobiernos comprenden las formas teocráticas, aristocráti- lo demás" 2
cas y democráticas; los derechos obedecen a la siguiente ¿Qué significa la teoría de los grados?, ¿ctiáles son
gradación: divino o sea establecido pór los dioses, heroico Prólogo a los Fragmentos de Cousin, Werke, serie 1, vol, x, p. 211.
8'2 83
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A Fi L OS OFÍA D E HE GE L •

sus términos, cuál es su relación?, ¿qué diferencia presenta mente al arte. E n efecto, toda filosofía necesariamente
con respecto a los términos y a la relación que los rige en ha de expresarse o en palabras, o imágenes, o metáforas,
la teoría dé los contrarios? E n la teoría de los grados; o símbolos, es dec ir en alguna forma de lenguaje, lo
todo concepto —sea el concepto a— es distinto y a la que viene a constituir su aspecto artístico que debe ser
vez está unido al concepto que le es superior en grado considerado tan real e indispensable cuanto 'que, donde
—sea el concepto b—, de donde se infiere que si a se faltase, faltaría l a filosofía misma, pues una filosofía
pone sin b, b no se puede poner sin a. Tomando de nuevo inexpresada no es concebible! e l hombre piensa expre-
como ejemplo la relación de dos conceptos que y a he sándose. La misma demostración puede hacerse con otras
estudiado extensamente en otra parte •a, me refiero a los diadas de conceptos filosóficos, por ejemplo, el tránsito
de arte y filosofía (o bien, de poesía y de prosa, de len- del derecho a la moralidad, o el tránsito de la conciencia
guaje y de lógica, de intuición y de pensamiento, y así perceptiva a la conciencia legisladora. Así, lo real, que
muchos otros :1 se puede apreciar que lo que constituye es uno, se divide en sí mismo, se desarrolla sobre sí mismo,
un enigma insoluble y un quebradero de cabeza para la para decirlo en conformidad con Aristóteles, o bien, para
lógica empírica y clasificadora, se resuelve naturalmente decirlo con Vic o, desenvuelve su historia ideal; y en el
en la lógica especulativa merced a la doctrina de los último grado, que subsume en sí todos Tos grados prece-
grados. No es posible considerar arte y filosofía como dos dentes, lo real alcanza de nuevo su unidad, plenamente
especies distintas y coordinadas con respecto de un género desarrollada ahora y explicado en su totalidad.
al cual se subordinan ambas, como podría ser el concepto Si pasamos ahora de la relación de los grados a y b
de forma cognoscitiva, de suerte que, como ocurre con (representados por el arte y la filosofía en el ejemplo
los conceptos coordinados, la presencia de uno de ellos elegido) a la relación de los contrarios en la síntesis,
excluye al otro. Prueba de ello ofrecen las numerosos a, b, 7 (ser, no-ser y devenir, en nuestro ejemplo), podría-
distinciones que se han hecho, y se continúan haciendo, mos advertir la diferencia lógica que existe entre las dos
entre poesía y prosa, distinciones todas ellas vanas y fun- relaciones. A y b son dos conceptos, de los cuales e l
dadas sobre caracteres arbitrarios. Pero la confusión des- segundo sería arbitrario y abstracto sin el primero, pero
aparece tan pronto como se piensa la relación entre que en su relación o vínculo con el primero resulta tan
ambas como distinción y unión a l mismo tiempo: l a real y concreto como él; en cambio a y 13, considerados
poesía puede existir sin la prosa (Si bien' no la excluye), fuera de y, no son dos conceptos, sino dos abstracciones:
pero la prosa no puede nunca existir sin la poesía; el arte el único concepto concreto es y, o sea, el devenir, Sí
no excluye la filosofía, pero la filosofía incluye directa- aplicamos a estas dos relaciones los símbolos aritméticos,
3 En m i l i br o sobre l a Estética com o ciencia de l a expresión y l i n- tendremos en el primer caso una la d a , en el segundo,
guistica general, una unidad o mejor dicho una triada, que es tri-unidad.
84 85
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FIL OS OFÍA D E FIE GE L

Si se quisiera denominar dialéctica (objetiva) tanto a la no son dos falsedades que se anulan en un tercer término,
síntesis de los contrarios cuanto a la relación peculiar en son, simplemente, falsas concepciones que se resuelven
que se encuentran los grados, deberá no perdese de vista mediante la, relación según grados, por la cual, verdad
la diferencia que reina entre un proceso y el otro. Si y bondad son conceptos distintos y al mismo tiempo
quisiéramos aplicar a una y otra relación la denominación observan unidad: bondad sin verdad es imposible, tan
hegeliana de "momentos" y de 'superación", que es imposible como es querer el bien sin pensar; verdad sin
simultáneamente tanto un "suprimir" corno un "conser- bondad es posible, pero sólo en cierto sentido coinci-
var", se hace necesaria la advertencia de que estas deno- dente con la tesis filosófica según la cual el espíritu teoré-
minaciones asumen significados diferentes en cada una tico precede al espíritu práctico, o con las teorías que
de las relaciones. En efecto, en la teoría de los grados, afirman la autonomía del arte y de la ciencia.
los dos momentos son, como ha podido notarse, concretos; Sin duda, siendo a un concepto concreto, o sea presen-
en la síntesis de los contrarios, ambos son abstractos: el tando a éste en una de sus particularidades, es también
ser puro y el no-ser. En la conexión de los grados, a síntesis de afirmación y negación, síntesis de ser y no-ser.
resulta superado en b, es decir, ha sido suprimido en su De esta manera —volviendo siempre al mismo ejemplo—
carácter de concepto independiente, pero se lo conserva la imaginación artística vive como imaginación y por eso
como concepto dependiente: e l espíritu, en su tránsito es concreta, es actividad que se afirma en contra de la
del arte a la filosofía, niega al arte, y lo conserva al pasividad, belleza que se afirma en contra de la fealdad,
mismo tiempo como forma de expresión de la filosofía. Así, ser y no-ser se particularizan, por consecuencia,
En la conexión de los contrarios, objetivamente conside- coma verdad y falsedad, belleza y fealdad, bondad y mal-
rada, a y 13, distintos entre sí, son suprimidos y conserva- dad, y muchas otras oposiciones; pero esta lucha no tiene
dos • ambos, pero tan solo metafóricamente, porque no lugar entre los términos que se relacionan según grados,
existen nunca como los distintos u y porque ellos son, en su distinción, el concepto del espíritu
Estas diferencias profundas son las que hacen inadmi- en sus determinaciones, mas no el concepto universal de
sible que se proceda a tratar del mismo modo a estas dos espíritu, considerado en su íntima constitución dialéctica,
relaciones, Lo verdadero no está con lo falso en la misma es decir, como síntesis de contrarios. El individuo bioló-
relación que con lo bueno; lo bello no está con lo feo en gico es lucha de la vida contra la muerte, pero sus miem-
bros constitutivos no se hallan en lucha los unos con los
la misma relación que con la verdad filosófica. Vida sin
muerte y muerte sin vida son dos falsedades que se hallan otros: la mano contra el pie, o el ojo contra la mano.
en oposición contraria, cuya verdad es la v ida que es El espíritu es desenvolvimiento, historia, y por lo tanto,
relación de vida y muerte, o sea, de sí misma y de su ser y no-ser al mismo tiempo, devenir. Pero la filosofía,
contrario. Pero verdad sin bondad y bondad sin verdad considera al espíritu sub specie aetemi, como historia
86 87
B E NE DE TTO C R OC E L O V I V O Y L O M U E R T O 1 M L A FI L OS OFA D E R E GE L

ideal eterna, vale decir, fuera del acaecer temporal; de un problema a otro problema filosófico, es decir, no
esta suerte, el espíritu es la serie de las formas eternas por contradicciones intrínsecas a cada una de estas for-
del nacer y del morir, pero él no nace ni muere nunca, mas en sus peculiaridades distintas, sino por la contra-
según expresión del mismo Heget ;H e aquí un punto. dicción misma inmanente a la realidad, que es devenir;
esencialísimo que, de no ser tenido permanentemente en y así el espíritu universal pasa de a a b, y de b a a por
cuenta, conduce a lamentables equívocos, semejantes al una necesidad que no es otra que la de su naturaleza
señalado por Lótze cpando dice (haciendo alusión quizás eterna, que consiste en ser, a la vez arte y filosofía, teoría
a una parte del Parménides) que porque el sirviente quite y práctica, etcétera. H ay tanta verdad en esto, que s i
las botas a su amo, ello no obliga al concepto de sirviente aquel tránsito ideal fuese operado en virtud de una supues-
a quitar los botas al concepto de amo! ta contradicción intrínseca a un determinado grado, no
Cuando se dice que el espíritu no se satisface en el arte y sería ya posible el retorno a este mismo grado, señalado
tiende, en virtud del impulso de esta misma insatisfacción, como contradictorio t o d o retorno sería aquí una dege-
a elevarse hacia la filosofía, se dice bien, pero es necesario neración o u n simple regreso. ¿Mas, quién tendría la
no dejarse extraviar por la metáfora. El espíritu que no osadía de considerar como degeneración o regreso a la
halla ya su satisfacción en la contemplación artística, ha contemplación estética, que renace en e l espíritu que
dejado de ser espíritu artístico, ha trascendido y ya es vuelve fecundado por la filosofía? ¿Quién puede juzgar
espíritu filosófico que comienza, del mismo modo como errónea y contradictoria a una u otra de las formas esen-
el espíritu que se siente insatisfecho de la universalidad ciales del espíritu humano? Este movimiento de la his-
filosófica, de la acción y de la práctica, cuando tiene sed toria ideal no es un simple pasar, un simple tránsito, es,
de contemplación pura y descanso, n o es y a espíritu más bien, un eteno pasar, el cual, desde este ángulo visual
filosófico, sino estético, un determinado espíritu estético de la eternidad, se nos revela corno el más genuino ser.
que comienza por entregarse amorosamente a alguna Hegel no ha dejado establecida la diferencia que existe
visión o intuición. Tanto en el primer caso como en el entre la teoría de los contrarios y la de los distintos;
segundo, la antítesis no surge del seno mismo del grado diferencia que es sumamente importante y que y o me
que ha sido superado, pues de la misma manera corno la he esforzado en elucidar. El concibió dialécticamente, al
filosofía no se contradice en tanto que filosofía, tampoco modo de la dialéctica de los contrarios, la relación impe-
el arre se contradice en tanto que arte y es de todos rante en el orden de los grados, y aplicó a esta última
conocida la satisfacción y el goce profundo que la obra relación la forma triádica, que es propia de la síntesis
de arte nos depara. E l espíritu individual pasa del arte de los contrarios E n él, la teoría .
a la filosofía y retorna de la filosofía al arte, del mismo teoría
c l e lde
o los
s distintos hallábanse confundidas en una sola;
modo como circula de una a otra forma del arte, o de yc era
o ncasi
t rinevitable
a r i oque s esto ocurriese debido a la espe-
88 y l a 89
BENEDETTO CROCE LOVIVO Y LO MUERTO DE LA FILOSOFADEI-IEGEL

cial situación psicológica en que se halla todo aquél que De suerte que en la antropología tenemos: alma natural,
ha descubierto un nuevo aspecto de lo real (la síntesis de tesis; alma sensible, antítesis; alma real, síntesis. E n la
los contrarios, en este caso) que está, por así decirlo, bajo psicología: espíritu teorético, tesis; espíritu práctico, antí-
la tiranía de su propio descubrimiento, embriagado con tesis; espíritu libre, síntesis; — y aún: intuición, tesis;
el vino nuevo de su verdad, al extremo de verla florecer representación, antítesis; pensamiento, síntesis. En la filo-
por todas partes y sentirse atraído a concebirlo todo según sofía de la práctica: derecho, tesis; moralidad, antítesis;
el canon de la nueva fórmula. Era casi inevitable que así eticidad, síntesis; — o aún en esta última: familia, tesis;
ocurriese, tanto por los estrechos y sutiles lazos que unen sociedad civil, antítesis; estado, síntesis. En l'a esfera del
la teoría de los contrarios con la de los distintos, cuanto espíritu absoluto: arte, tesis; religión, antítesis; filosofía,
por la íntima relación que ambas observan respecto del síntesis. En la esfera de la lógica subjetiva: concepto, tesis;
universal concreto o Idea, Ambas teorías ofrecen --como juicio, antítesis; silogismo, síntesis; y en la esfera de la
hemos visto— diversos momentos que son superados, es lógica de la Idea: vida, tesis; conocimiento, antítesis; Idea
decir, que se anulan mutuamente y que al mismo tiempo absoluta, síntesis; y así sucesivamente. He aquí, el primer
Seconservan en una tercera instancia que implic a las caso de este abuso de la forma tritídica, lo cual ha moles-
otras dos; en suma, tanto en la teoría de los g r tado mucho, y molesta todavía, a quienes entran en con-
en
a la teoría de los contrarios se pone de manifiesto que tacto con el sistema hegeliano, y que ha sido con razón
la
d orealidad
s c o es,mal mismo
o tiempo, una y distinta. Y sin señalado como un abuso. Porque, ¿es posible convenir
embargo, discernir las diferencias existentes entre ambas en que la religión constituye e l no-ser del arte?; ¿que
teorías sólo podía estarle reservado a un período histó- religión y arte sean dos abstracciones, que de no mediar
rico ulterior, cuando el tiempo y el reposo clarificasen la filosofía como síntesis de ambas, hallaríanse privadas
la natural turbiedad del vino nuevo 4 de existencia verdadera? ¿Cómo aceptar que el espíritu
- La ausencia de una clara distinción entre ambas teorías, práctico sea negación del espíritu teorético; la represen-
o mejor dicho, la confusión cometida al respecto, deja tación sea negación de la intuición; la sociedad civil, nega-
rastros evidentes a todo lo largo del sistema hegeliano, en ción de la familia; la moral, negación del derecho; etcéte-
el cual la relación entre los conceptos distintos es presen- ra, etcétera, y que todos estos conceptos sean meras
tada siempre corno relación de tesis, antítesis y síntesis. abstracciones fuera de la síntesis —espírim libre, pensa-
• 4 E n m i L d g i a , par te t , sección 1, capítulos 5 y 6, h e mostrado miento, estado, eticidad— de la misma manera que el
cómo, después, am bas series d e di sti ntos y contr ar ios l ogr an a l ser y el no-ser, que no son verdaderos sino en el devenir?
carse
- m edi ante una ul ter i or superación, y cómo l a oposición se pr o-
duce
Hegel no se ha ceñido fielmente, en todos los casos,
1 N i -c ual sim ple aspecto de l a di sti nci ón misma y de s u dialéctica;
pero, a los fines de l a cr itica que aquí se expone, no Ea menester de a la forma triádica (ya en ciertos escritos juveniles decla-
otra cosa que l a distinción entr e ambas series, raba que quadratuni est lex natura, triangulunt mentís);
90 91
B RNE DE TTO C R OC E

y en la medida de ulteriores desarrollos de tesis particu-


lares, ha ido atenuando los errores de la forma triádica;
pero no hay, en ellos, determinación particular alguna
que permita suprimir la división tomada por base. Otras
veces, la forma triádica parece ser un simple medio ima,
ginarivo para expresar pensamientos que no alcanzan a
desentrañar toda la riqueza de su verdad, pero aceptar
semejante inlerpretación valdría tanto corno desacreditar LA TRANSFORMACION D E LOS ERRORES
la forma triádica en su valor lógico, es decir, en el EN CONCEPTOS PARTICULARES Y
valor que ella debe justamente conservar íntegro en la GRADOS DE L A VERDAD
dialéctica o síntesis de los contrarios. Por otra parte,
ponerse a hacer la defensa de las afirmaciones de Hegel (L A ESTRUCTURA DE L A LOGICA)
con argumentos extrínsecos sería proceder como abogado
que quiere vencer a fuerza de ingenio mas no por la
fuerza misma de la verdad; o como estafador que muestra La aplicación de la dialéctica de los contrarios a la
las monedas de oro de ley, para deslizar las falsas tan relación que observan entre sí los conceptos distintos, no
pronto como le favorezca la confusión. obstante la rigurosidad lógica con que ha sido efectuada
El error no es de los que pueden ser corregidos al (cotno era de esperarse de la mentalidad vigorosa y siste-
pasar, ni es tampoco un error de expresión; es un error mática de Hegel) debía tener, como tuvo, una doble
sustancial que, por pequeño que parezca en la resumida consecuencia: por una parte, los errores filosóficos fueron
fórmula que de él hemos dado, a saber, confusión entre adquiriendo dignidad de conceptos parciales o particu-
teoría de los conceptos distintos v teoría de los conceptos lares, es decir, de conceptos distintos; y por otra, los que
contrarios, entraña gravísimas consecuencias; o sea, que realmente eran conceptos distintos fueron disminuidos
de este error provienen, si no he visto mal, todo cuando al rango de simples intentos por alcanzar la verdad, o
hay de erróneo, filosóficamente, en el sistema de Hegel. Sea, fueron considerados como verdades incompletas e
He aquí lo que es menester examinar ahora separadamente. imperfectas, lo cual quiere decir, que asumieron el carác-
ter de errores filosóficos.
La primera de estas consecuencias determinó la estruc-
tura de la Lógica; la cual se encuentra, al menos embrio-
nariamente, en la Fenomenología del espíritu, expuesta
luego, e n detalle, en l a gran Ciencia de l a Lógica
92 93
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFÍ A DE ITE GE L

(1812-1816) , y en la pequeña de la Enciclopedia (1817, ción y pensamiento sino dos verdades? E l primero de
1827, 1830). L a segunda determinó e l carácter de la estos conceptos resume toda la actividad imaginativa del
Estética y dió origen a dos ciencias filosóficas, la de hombre y da origen a una ciencia filosófica particular:
la Historia y la de la Naturaleza, todo lo cual puede la Estética; el segundo, es el principio de toda actividad
verse principalmente en la Enciclopedia, y en el curso humana científica y da origen 2 la ciencia de la ciencia,
de sus lecciones, que han sido publicadas después de su' es decir, la Lógica. No son, por consiguiente, dos abstrac-
muerte. ciones irreales, sino dos conce•ptos concretos y reales.
Para comenzar por el primer punto, hecha la confu- Establecido esto, resulta claro que al confundir la dia-
sión entre contrarios y distintos, los momentos abstrac- léctica de los contrarios con el nexo de los distintos; al
tos del concepto (que es, e n su carácter concreto y hacer que los contrarios, considerados abstractamente,
verdadero, una síntesis de los contrarios) s on llevados realicen la función propia de los conceptos distintos, estos
naturalmente a asumir las funciones propias de los con- errores se transformen en verdades: verdades particulares,
ceptos distintos inferiores en su relación con los superio- verdades de grados inferiores del espíritu, pero formas
res. Así, ser y nada, que son dos abstracciones con respecto necesarias del mismo, o categorías. Y una vez que estos
del devenir, resultan por analogía dos grados semejantes errores han sido bautizados como verdades de c ierto
a los que en una serie de distintos —por ejemplo la serie: género, no existe y a impedimento para que todos los
intuición, pensamiento, actividad práctica— constituyen • errores, el error en general, sean considerados como verda-
los conceptos de intuición y de pensamiento, en su rela- des particulares. La fenomenología del error toma, de
ción con un tercer grado: la actividad práctica. ¿Pero esta suerte, la apariencia de una historia ideal de la ver-
estas dos abstracciones, ser y nada, tomadas aisladamente, dad. Este bautismo, esta transfiguración, ha parecido y
qué son, en sí mismas, sino dos falsedades, dos errores? parecerá todavía a muchos, e l reconocimiento de u n
En efecto, la primera de ellas responde, según Hegel, a principio tan importante como profundo. ¿No se habla
la concepción. eleática o corrientes filosóficas afines, que con frecuencia, hasta en el lenguaje vulgar, de errores
consideran a lo absoluto como simple ser y a Dios como progresivos y que facilitan el camino a la verdad? ¿No
el conjunto de toda la realidad, lo realísimo; la segunda se dice, acaso, que la humanidad ha recibido mayor ense-
responde a la concepción budista, que considera a la ñanza de algunos errores que de muchas verdades? Los
nada como la sustancia misma de todas las cosas, como eléatas cayeron en el error de concebir lo absoluto como
la verdad absoluta. Estos son, pues, dos errores filosó- simple ser, pero su error es, sin embargo, la afirmación
ficos contrarios y sin embargo semejantes ya que mediante de• una verdad innegable aunque parcial o sea, que lo
ellos se pretende pensar corno realidad suprema a lo inde- absoluto es también ser. Descartes y Spinoza también se
determinado y abstracto. ¿Qué son, en cambio, intui- vieron sumidos en el error al establecer el paralelismo
94 95
BENEDETTO CROCE LOVIVO Y LOMUERTODELAMLOSOFIADEFIRGEL

entre espíritu y cuerpo, pensamiento y extensión; pero, falsas; pero el progreso v la fecundidad reside en las afir-
si gracias a aquel error no se hubiese afirmado y acen- maciones verdaderas y no en las falsas, de las que no puede
tuado la distinción entre ambos conceptos, ¿cómo se decirse, siquiera, que sean afirmaciones. Así, en la doctri-
habría podido luego pensarlos en la unidad concreta? na eleática, la afirmación de que lo absoluto es ser resulta
Kant, al presentar las antinomias como insolubles, no fué verdadera y eh cambio, es falso que no sea otra cosa que
tampoco ajeno al error, pero vino con esto a reconocer ser. Hasta en su grado supremo de verdad: " lo absoluto
la necesidad de las antinomias, base de la dialéctica. Sche- es el espíritu", lo absoluto es ser, si bien no es simplemen-
lling también erró al concebir lo absoluto corno pura te ser. Del mismo modo, en el paralelismo de Descartes
identidad; pero su error ha sido necesario para operar el y Spinoza, la distinción entre espíritu y cuerpo, entre
tránsito hacía una concepción de lo absoluto como unidad pensamiento y extensión, es verdadera, por lo menos en
en la oposición y en la distinción. ¿Cómo explicarse que cierto sentido, pero es necesario todavía explicar como se
el concepto puramente lógico de Sócrates, de no mediar produce tal paralelismo. Lo que es falso, aquí, es el apresu-
las ideas trascendentes de Platón, haya podido transfor- ramiento por edificar una teoría metafísica que explique
marse en el ouvoZov, (sinolo) aristotélico? ¿Habría podido aestos dos términos haciéndolos dos manifestaciones de
surgir la síntesis a priori de Kant, sin la previa negación Dios, dos atributos de una misma sustancia; vale decir,
escéptica de Hume? Pretender que la verdad se engen- 1, que se da como solución del problema, al problema mis-
dre sin el error, es pretender el hijo sin el padre. Quien 1 mo. Así también, en la trascendencia platónica, la verdad
desprecia al error, desprecia a la verdad misma, la que está en el valor asignado a la idea en tanto se la considera
no es comprensible sin los errores que le anteceden, los corno algo no meramente subjetivo, sino objetivo y real;
cuales quedan, por 'consiguiente, como aspectos eternos la falacia está en separar las ideas de las cosas reales,
de la verdad. y ponerlas en un mundo, el cual no se llega nunca a
Ahora bien, es menester aquí la advertencia de no pensar, sino tan sólo a imaginar, y de esta suerte, a con-
dejarse desviar por las metáforas y aplicarse a reflexionar fundir de nuevo con las cosas reales y finitas. Lo falso de
sobre la cosa misma. Lo que en el error justifica la de- cada una de estas doctrinas es, ciertamente, la fuerza pro-
nominación de error progresivo, fecundo, u otras expre- gresiva, el no-ser, momento necesario del desarrollo; sin
siones parecidas, no es, después de todo, el error en sí la duda, sin la contradicción, sin la perplejidad y la in-
mismo, sino la verdad respecto de la cual él se constituye satisfacción no sería posible dar un paso adelante. El hom-
como error. Considerando una doctrina en su totalidad, bre no alcanzaría la verdad porque cesaría de pensar, y
sesuele juzgarla como errónea 9 verdadera; pero esa doc- más aún, cesaría directamente de ser. La cosa nos es harto
trina, considerada más de cerca, se reduce a una serie de conocida, se trata del principio de la síntesis de los con-
afirmaciones, de las cuales, unas son verdaderas y otras trarios, el cual ha sido y a expuesto y plenamente acep-
96 97
•B E NE DE TT O C R O C E
LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FILOS OFÍA D E B[EGEL

tado. Pero este principio si bien afirma la síntesis del ser concepción de una ciencia fundamental, que él denominó
y del no-ser, no tiene por ello la virtud de cambiar el Lógica o Ciencia de la lógica, y que desarrolla en tres
no-ser en ser, las tinieblas en luz, el simple estímulo de secciones: lógica del Ser, lógica de la Esencia y lógica
progreso en progreso, el error en verdad parcial o en del Concepto. ciencia que, no sin razón, ha parecido obs-
grado de la verdad. El error, que se conserva en la ver- cura y extraña, rigurosa en apariencia, pero arbitraria
dad como un grado o aspecto 'particular de la misma, es en realidad; algo inasible porque no ofrece ningún seguro
aquella parre de la verdad contenida en las doctrinas que punto de apoyo.
calificamos de erróneas. Estos aspectos de la verdad cons- El problema de la Lógica hegeliana (como resulta del
dm contenido principal de aquel libro) es someter a examen
miento:
- el error, en sí, es el hemisferio de las tinieblas que las diversas definiciones de lo Absoluto, es decir, efectuar
Ia
ye luz de la verdad no ha logrado aún iluminar, y la his- una crítica de todas las formas de la filosofía para demos-
toria que se realiza no es referida a lo que queda en ti-
n trar, merced a sus dificultades y contradicciones, la ver-
nieblas (lo cual no goza de carácter histórico porque dad de aquella filosofía que considera lo Absoluto como
e
acompaña a toda historia) sino a las sucesivas conquistas
lllevadas a cabo por la luz de la verdad. De ahí que, la Espíritu o Idea; demostrando al mismo tiempo que en
esta concepción encuentran justificativo los aspectos de
v
transformación de los errores en verdades —primera con-
la verdad puestos en claro por otras filosofías, de donde
secuencia
e de la aplicación de la dialéctica de los contrarios
resulta que la primera, al mismo tiempo que es aspiración,
a
r la conexión de los conceptos distintos, error hacia el es la resultante de todos los esfuerzos del pensamiento
cual el mismo Hegei se ha dejado inducir— deba de humano. Así en la Lógica asistimos a un desfile —unas
d
considerarse como fundamentalmente errónea.
a• veces claramente expresado; otras, apenas aludido— del
emanacionismo oriental, budismo, pitagorismo, eleatismo,
yd siS los cánones de juicio que recientemente hemos for- de la concepción heraclítea, del atomismo de Demócrito,
mulado
ei tienen validez, nos encontramos entonces en
del platonismo, del aristotelismo, de las doctrinas panteís-
situación
r l de comprender tanto el problema como la tas, de los escépticos, de los gnósticos, del cristianismo,
estructura
oa peculiar de la Lógica hegeliana; naturalmente de San Anselmo y de la escolástica; y más aún, de las
que
ss no hacemos referencia con esto, al principio que doctrinas de Descartes, Spinoza, Locke, Leibniz, Wolff,
informa la doctrina lógica de Hegel (el concepto con-
u Hume, Kant, Fiehte, Schelling, Jacobi, Herder; y otras
creto),
a ni a las diversas doctrinas particulares (teorías de
jlosccontrarios, de los distintos, etcétera) —las que han concepciones filosóficas, Es la "patología del pensamien-
to", tal como ha sido llamada por un escritor inglés, si
e l tratadas en el capítulo precedente— sino a aquel
sido bien en sentido un tanto diferente al mío. Es la polémica
determinado
t a pensamiento que impulsa a Hegel hacia la mediante la cual toda filosofía afirma y mantiene su pro-
or
98
99
da
ec
l i
ao
B E NE DE TTO CROCE LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FILOS OFIA D E ILE GE L

pia existencia en contra de otras filosofías más o menos Hegel, con las tesis afirmativas de su filosofía, da cuna-
divergentes y contrarias. plimiento de la manera más enconnable a esta tarea de
Esta polémica, si bien se mira, puede ser conducida de crítica con respecto a los errores filosóficos; naturalmente
dos maneras distintas, una de las cuales presupone nece- que dentro de los límites de su propio sistema, es decir,
sariamente a la otra. Las diversas filosofías y sus princi- en la medida en que sus errores no le dificultan la inci-
pios parcialmente erróneos pueden ser estudiadas en su dencia sobre los errores de los demás; pero, de todos
individualidad, en la forma determinada que asumen en modos, llevada a cabo con una amplitud y riqueza tales
varios pensadores, a través del tiempo, y con riguroso sólo comparable a Aristóteles, quien es, con relación al
orden cronológico; de donde resulta la Historia de la desenVolvuniento anterior de la filosofía helénica, lo que
filosofía (que es historia y crítica al mismo tiempo, como HegeI es, c on relación a toda la filosofía a partir del
corresponde a la verdadera historia); o bien, se estudian mundo helénico, y aún del oriental, hasta su tiempo; de
allí las posibilidades universales de los errores filosóficos, donde resulta, entonces, admisible la frecuente compara-
las fuentes permanentes de éstos, que nacen de la confu- ción entre la Lógica de Hegel y la Metafísica de Aristó-
sión entre filosofía y otras actividades del espíritu huma- teles 2
no 1 ,de la filosofía cierto rango que no fué nunca logrado por
viene
; a constituir la filosofía misma, el sistema completo, los
P opensadores anteriores, y muy raramente igualado por
pues
d sólo en el sistema enteramente desarrollado aparecen rlos posteriores a él, al extremo de que es considerado
claros
e y evidentes los motivos que inducen al error. Una como el verdadero fundador de la Historia de la filosofía;
e
polémica en contra de los errores podrá ser ubicada, por
s sentendida
t no y a como simple historia literaria, o mero
simple comodidad literaria, tanto en los comienzos como acopio de material erudito, sino como historia interna,
u a
en la mitad o al final de una teoría filosófica; pero ella corno una suerte de exposición que la filosofía misma hace
e r
es, lógicamente, inseparable de la filosofía misma, porque, de su propia génesis a través del tiempo: como la gran
rtal como gustaba decir &león; de la misma manera como aautobiografía del pensamiento filosófico.
tla recta es la medida de sí misma y la medida de la curva, z Debido a la confusión cometida entre dialéctica y
e
"verum index sui et fa/si" óconexión de distintos, de donde deriva necesariamente
.q
harto vulgar, toda afirmación es, al mismo tiempo, nega- nla concepción de los errores interpretados como verdades
u
ción.
; o b i crítica,
Esta e n , que constituye el entero sistema, viene H particulares, Hegel no se contenta con los dos modos
a ser
e a r a
p el verdadero fundamento de aquella otra crítica• eya indicados, sino que ensaya un tercer modo que es el
que
ld e c i r l ola historia de la filosofía.
da por resultado g 2 " Es l a úni ca metafísica que existe, con l a de Aristóteles. H . TAI-
a 1 C om o ensayo
e n respecto de este pr oblem a, ver en m i s Li neam en- e en u n a car ta de IS51. Véase: S o vi e et so correspondance, ( Pa-
tes de Lógi ca, capítul o vis; " L a teor ía del er r or ".
p
f o r m lrís, 1902) , 1, 162- 3, Cfr. 145.
o100 101
a h
l a
é a
m l
i c
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FILOS OF1A DE I I E GE L

que pone en práctica en la estructura de la Lógica. En un concepto intermedio cualquiera que se procurará rela-
ésta, los errores son tratados como conceptos distintos, o cionar coherentemente con la totalidad; o sea, mediante
sea, como categorías, con lo cual se pretende deducir y cualquier cuestión de índole filosófica y crítica de cuyas
desarrollar los errores de la misma manera como se dedu- fronteras es necesario trascender hacia el todo sistemá-
cen y desarrollan las categorías, es decir, los conceptos tico. Este es el modo con que comienza a filosofar cada
distintos. El método que corresponde a la investigación uno, y esta es la realidad: cada uno tiene su primer
de la verdad se encuentra, de esta suerte, aplicado a la tó .Ttgt'últtov net); y no hay desde el punto de vista
no-verdad. del estudio personal, un n i
¿Qué debía ocurrir, entonces, en esta desesperada ten -dar preferencia a tal o cual tema introductorio es, en
tativa
7 y en este esfuerzo violento y espasmódico hacia lo última
1 ) 1 ' oinstancia,
v asunto de conveniencia didáctica. Pero
imposible? "Si c'est difficile, c'est tait; si c'est impossible, csi el
O problema
O E L del • punto de partida no goza de valor en
on le tera", decía aquel ministro del ancien réginte. Y en S a b e r por otra parte, verdad que la filosofía
filosofía, resulta,
efecto, hizo lo imposible gracias a la arbitrariedad, llevan- considerada objetivamente, tiene su primer•.7clAtov (yvéen.;
s i
do el estado de las finanzas a la ruina y provocando la primero que es al mismo tiempo lo último, corno en el
revolución. De la misma manera, la arbitrariedad, desde e s
caso del círculo, y que para el caso de la filosofía de
el primer momento, ha reinado soberana en la estructu- p r e c i
Hegel, sería el Espíritu o la Idea. ¿Pero en la Lógica, en
ración de la Lógica de Hegel. Para éste, siempre ha sido scuantoo examen de una serie de errores cómo es posible
motivo de serias dificultades tanto el problema del co- pensar en un punto de partida que sea el primero por
Mienzo cuanto el de la introducción a la filosofía (harto necesidad, un reirírtov Ocra? Hegel comenzó con el puro
conocida es la disputa —que para nosotros carece de ser, es decir, con el examen de los sistemas filosóficos que
sentido— sobre el puesto que le cabe a la Fenomenología definían a lo absoluto como simple ser; e intentó reite-
en el sistema hegeliano). Sin embargo, el mismo Hegel re- radamente justificar este punto de partida, pero ha sido
conoce que la filosofía es un "círculo", con lo cual alude, en vano. Este es un comienzo tan justificado como otro
tácitamente, a la imposibilidad de concebir un punto de cualquiera; pero injustificable en cuanto se pretenda dar
partida necesario. En el círculo se entra por cualquier razones para considerarlo único. ¿Por qué no comenzar
parte, lo mismo ocurre con la filosofía; se comienza ya por las filosofías que ponen la raíz de las cosas ya en
por un concepto general del espíritu y se procede luego uno, ya en otro d'e los elementos cosmológicos: e l agua
por determinaciones, o bien, por un concepto más simple, de Thales o el aire de Anaxímenes? ¿Y por qué no partir
operando después por sucesivas integraciones; partiendo de las filosofías sensualistas, para las cuales lo absoluto
ya de lo más complejo para llegar a lo más simple, por es lo relativo, la realidad es el fenómeno? E l ser puro,
descomposición, o bien, tomando como punto de partida sea; pero un examen a partir de él tiene un principio "de-
102 103
13E NE DE TTO C R O C E LO % I v o Y L O M U E R T O D E L A FI L OS OH A D E ILE GE L

cretado" similar al que se estatuye en las disciplinas mate- siderado, entonces, como un conjunto de críticas dirigi-
máticas. El camino que se sigue así tiene más bien un valor das en contra de las afirmaciones de términos abstractos
puramente biográfico, autobiográfico •o estético; y en que se resuelven en síntesis dialécticas. Preciso es agregar
efecto la Fenomenología, que parte de la evidencia sensible que las críticas no conciernen únicamente a los contrarios
y la Lógica, que parte del ser puro, adquieren aquí y allá abstractos, sino también a los falsos contrarios; de ahí
cierto aire que sugiere el recuerdo de alguna novela filo- que no haya sido del todo erróneo el haber notado un
sófica: del Emilio, o del viaje del Irlandés a la búsqueda cierto cambio de método en la Lógica, a medida que ésta
de los bienes de la religión. se eleva de las primeras categorías a las categorías ulte-
Arbitrario el punto de partida, arbitrarias todas sus con- riores. Claro está que el contenido de Ia crítica cambia
secuencias. N o es fácil recordar la Lógica de Hegel, •a cuando se pasa de los errores concernientes a l ser a
menos de apelar a recursos meramente mecánicos, pues aquéllos que se refieren a la esencia y al concepto; res-
carece de la necesaria coherencia interna. Las triadas pecto de lo cual el mismo HegeI dice que "en el ser
suceden a fas triadas; ¿pero una triada se relaciona con se tiene algo más que el simple ser, y un tránsito hacia
la otra, triádicamente, como lo exige el método? N o nos ese algo más; en la esencia se tiene la apariencia en lo
parece que así sea. Después de la primera triada: ser, contrario; y en el concepto se tiene la distinción entre
no-ser y devenir, sigue la categoría del ser determinado lo particular y lo universal, el cual persiste en aquéllo que
(Dasein); pero, por relacionados que estén, el ser deter- es distinto de sí, y se halla, con lo distinto, en relación
minado tendría que surgir corno antítesis del devenir, o de identidad". (Enciclopedia, § 240).
sea, como el no-devenir del devenir y en cambio el mismo Si bien en la Lógica de Hegel se tiene, por una parte,
Hegel dice que el ser determinado corresponde a l ser la carencia de una necesaria articulación entre sus partes,
puro de la esfera precedente. De ahí que la serie de las aparecen, en ella, por otra, los efectos de las tendencias
triadas de la Lógica hegeliana haya sido interpretada, propias del contenido del pensamiento que se ha visto
por algún crítico, no como una cadena ininterrumpida, obligado a amoldarse a aquellos esquemas como a u n
sino como una sola triada principal en la cual se inser- lecho de Pronusto. Este contenido, como ya se ha dicho,
tarían otras triadas, y donde se podría insertar todavía no podía ser desarrollado sino en forma de exposición en
algunas otras, sumadas a las que Hegel ya ha enumerado, un sistema filosófico completo ( en este caso como una
y sobre las cuales él se habría detenido sólo por consi- filosofía del espíritu), o en su defecto en forma de una
derarlas en calidad de ejemplos. Pero con semejante inter- historia de la filosofía. E l tratamiento de la Lógica se
pretación, la ascensión necesaria según grados, desde el acerca, aquí y allá, ya a uno u otro tipo; y se descubre,
ser puro a la idea „(que constituía el plan de la Lógica) por ejemplo, una tentativa de historia de la filosofía en
debe ser declarada ilusoria. Es decir, que este libro es con- la ordenación de las primeras categorías donde compare-
104, 105
B E NE DE TTO C B OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE 1 „
,
N. F I L O S O F í A
cen sucesivamente Partnénides, Heráclito, Demócrito; y LógicaD relativas
E al mecanismo, al quimismo y a la vida
después en otras partes Descartes, Spinoza, Kant. La pri- anticipan
H laE Filosofía
G E de L la naturaleza; la Fenomenología

mera parte de la doctrina del concepto contiene la crítica del espíritu contiene todo el sistema en un primer esbozo
a la analítica aristotélica; la segunda parte, la crítica a (si no se tiene en cuenta el System der Sittlichkeit que
la monadologia leihniziana. Más vigorosa aen es su ten- Hegel no publicó y que fué, en realidad, el primero en
dencia a transformarse en una filosofía del espíritu (espe- el orden cronológico).
culativa, y no impírica); es decir en una filosofía de las I le aquí los caracteres con. que se me aparece la Lógica
distintas formas teóricas y prácticas en su conexión nece- hegeliana: contenido concreto tomado de la historia de
saria. Así, en la doctrina del ser (sección de la cantidad), la filosofía y en su mayor parte, de la filosofía del espí-
se encuentra la gnoseología del proceso aritmético; en ritu; ordenación arbitraria y poco racional presidida por
la doctrina de la esencia, la gnoseología correspondiente la falsa idea de una deducción a priori de los errores.
a las ciencias naturales; e n la doctrina del concepto Esta ordenación no es adecuada al contenido doctrinario
(sección primera), la lógica del concepto, del juic io y y
del silogismo y después (sección tercera), la lógica espe- -
hegeliana que torna cuerpo y robustez en su Lógica, pero
cificamente filosófica; en las partes concernientes a la es
r preciso advertir que no se trata simplemente de conde-
objetividad se aclaran los conceptos de mecanismo y qui- nar
e a muerte y sepultar en el olvido a este libro, que es
mismo, y en aquéllas que giran en torno al problema de tal vez el más rico de todos cuantos ostentan este título,
f
la vida y al supuesto principio teleológico, hay un esbozo sino más bien de ponerlo en condiciones favorables para
u
de filosofía de la naturaleza; la filosofía práctica aparece que -
en los parágrafos destinados al problema del querer (sec- e
en
p ulos e espíritus. En consecuencia, quien se acerque inge-
ción de la Idea). Por - rnuamente a la Lógica de Heg
da
U l t i m pues
ausente, o , en l ael compendio de lógica, que se halla zprender
v- i su secreta conexión y sobre todo la razón o
en
e la s Propedéutica
t é t i c a(1808-1812) junto a la categoría de ael
fundamento
c o n sobre e lal cual se yergue, deberá, muy pronto,
v i
la
n "Vida" o figura la categoría de lo "Bello" 1 ,abandonar
rp r o p ó s i yt Iaoesperanza de entenderlo, o bien,
el libro
sea
.e Duna es empresa
a t h disparatada
íá q uel considerar
e como distintas pconvencerse
d e de que se halla en presencia ele un conjunto
y
entre
d sí aelas varias
l partes del sistema de Hegel: la Lógica oc de abstracciones
o m carentes
- de sentido. Pero quien, a imagen
anticipa la Filosofía del espíritu, pues esta última actualiza e
t o d ry semejanza del perro ele Rebelais ("bestia filosofante"),
temas de la primera; la Filosofía de la naturaleza desarrolla j
o aen vez de abandonar el hueso, le hinque el diente por todas
las doctrinas del ser y de la esencia; las partes de la e
spartes,
fin
lo triture, lo desmenuce y succione, conseguirá al
r nutrirse del meollo sustancial.
GPhilosoplúsehe Pr opleteulik, ed, ROSENKRANZ, 2' curso, § 10 Con í
Werke, r i ur t, 120) . c Hegel, y siguiendo su ejemplo los discípulos, han sefia-
d
106 e 107
e
r
c
u
i
n
r
a
l
p
B E NE DE TTO C R OC E

lado, insistentemente, el camino de acceso a la Lógica:


el ser puro, desde el cual se debe pasar, poco a poco,
hacia el estrado y los peldaños de la nada, del devenir, del
ser determinado, de algo-en-sí, de lo limitado, del cambio,
del ser-por-sí-mismo, etcétera, etcétera; para alcanzar por
ultimo el secreto de la Deidad o de la Idea. Mas, será VI
vano todo intento por ganar e l interior del templo s i
uno se obstina en golpear a esa puerta en la ingenua LA T RANSF O RMACIO N D E LO S CONCEPTOS
creencia que ella comunica al interior del edificio. Esa PARTICULARES E N ERRORES FILOSOFICOS
puerta —indicada corno Ia única franqueable— es una
puerta cerrada, más bien, falsa. Tomad, en cambio, e l
templo por asalto y desde todos los ángulos; 'solamente
así llegaréis al interior del santuario, donde tal vez os sea EL A RTE Y E L LENGUAJE (ESTETICA)
dado ver allí el rostro de la Diosa iluminado con una
sonrisa bondadosa al contemplar la "santa simplicidad" No fué menos grave aán la otra consecuencia motivada
de muchos de sus fieles, por la confusión entre síntesis de contrarios y relación
de conceptos distintos. A raíz de ello, no le ha sido posi-
ble a Ilegel reconocerle plena autonomía y atribuirle
justo valor a las diversas formas del espíritu. Una vez
confundido el error con la verdad particular, de la misma
manera como tos errores filosóficos habían alcanzado,
para Elegel, el rango de verdades particulares, así éstas
debían confundirse con los errores y llegar a ser errores
filosóficos; es decir, perder toda medida intrínseca, ser
reducidas a fracciones de la verdad especulativa y ser
tratadas como simples formas imperfectas de filosofía.
Por esta razón, Llegel no alcanzó a captar el carácter
original de la actividad estética, y lo mismo puede decirse
con respecto de la actividad historiográfica y naturalís-
tical o sea., del arte, de la historia y de las ciencias físico-
naturales.
108 109
L O V I V O Y L O M U E R T O DE L A FILOS OIdA D E I I E GE L
B E NE DE TTO C R OC E

tu y en la cual no hay nada de filosóficamente contra-


Laspáginas de' Hegel en torno a la estética se hallan,
sin duda alguna, animadas de un gran sentido artístico dictorio ya que el problema filosófico no es afrontado
y en general domina allí la tendencia a hacer del arte aún, y con lo cual sólo se dan las condiciones indispen-
un elemento primario de la vida humana, un modo de sables:
'conocimiento y de elevación espiritual. Estas páginas nos imaginación
. pura, del lenguaje en su carácter esencial
trasladan más allá y muy por encima de -la concepción como
p a pintura, música o canto; en una palabra la esfera
vulgar del arte, según la cual, éste no es sino un vano da! arte. Cuando Llegel comienza su meditación en torno
ralasa fases del espíritu, se halla ya en un punto tal que
accidente en la vida práctica, un placer, un juego, un é
pasatiempo, o bien, un.simple medio pedagógico, ocasio- ha dejado a sus espaldas esta zona a la que acabamos de
l .
referirnos, y sin embargo no se apercibió, en lo más
nal y empírico. Por la estrecha relación que la doctrina
hegeliana observa con la apreciación estética y con las E
mínimo, del camino recorrido. La Fenomenología parte
obras de arte y por la dignidad que le atribuye a la de.
s la evidencia yensible, la forma más simple de todas, y
actividad artística, ella ha obrado poderosamente sobre según
é el decir de Hegel, aquella en virtud de la cual nos
los espíritus y ha dado gran impulso a la investigación relacionamos con la realidad del modo más inmediato y
/--• s
sobre los problemas e s te n c " Es éste un mérito que le receptivo. o sea, sin cambiar nada en ella y abstenién-
tdonos de toda tarea conceptual, Hegel no omite esfuerzo
pertenece y que, en parte, ella tiene de común con las
a mostrar que una contemplación tal, que parece la
para
otras teorías estéticas del período romántico (edad de
fervor y renovación en la filosofía del arte, en la crítica más
l rica y verdadera, es por el contrario la más abstracta
y en la histariografía artística y literaria) y que, en parte, ya pobre: la cosa es ahora y ya no es más en 'el instante
esmenester reconocerle como propio gracias a la riqueza siguiente;
z es aquí, y de pronto en este aquí es otra cosa.
de ideas, de juicios y de problemas que presenta. Lo que permanece es únicamente el abstracto esto, aquí
yo ahora; el resto ha huído. Pero la evidencia sensible,
Pero los elementos de verdad, esparcidos eh la estética n la cual nos habla Hegel, no es la primera forma teoré-
hegeliana no concuerdan con el concepto fundamental de
tica;a no es la genuina certeza sensible, la diGenatb pura y
del arte que Hegel acepta y que, a decir verdad, hay que
considerar erróneo. simple;
d no es, corno él cree,- la conciencia inmediata del
Es erróneo, debido a. que Hegel, aferrado al pensa- objeto,
e sino que va teñida ya de, reflexión intelectiva,
miento que todas las formas del espíritu —excepto la contiene
l ya la pregunta acerca de qué sea lo verdadera-
mente real. La genuina certeza sensible (cual se tiene
última y suprema— no son otra cosa que una manera a
-provisoria y contradictoria de aprehensión de lo Abso- -la contemplación
en estética, donde no hay distinción entre
i
sujeto y objeto, ni comparación. de una cosa con otra,
luto, no pudo descubrir aquella forma teorética, tan pri-
ni n ordenación en la serie espacial y temporal) ha sido
maria como ingenua, que es la lírica o música del espín-
t
110
u
i
c
i
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FIL OS OFÍA DE H E GE L

sustituida por la primera reflexión sobre el conocimiento y no puede: "si queréis decir este trozo de papel, sobre
sensible; y es, a todas luces, natural que aquella primera' el cual yo escribo, o mejor, donde yo he escrito esto,
reflexión se revele corno imperfecta y ávida de supera- en caso de no expresarlo de esta suerte, lo único que
ción. Hegel dice, con -frecuencia, que "el sujeto sin pre- alcanzaréis a expresar es algo totalmente: opuesto a lo
dicado es aquéllo qüe en el fenómeno, en la cosa sin particular, el esto". Así el lenguaje, segun Hegel, se
cualidad particular, en 'la . refuta a sí mismo, pues intentando expresar lo individual
vacío
c o s ae indeterminado:
e n es el concepto en sí mismo, o expresa siempre lo universal. Sin embargo al onme indi-
sea, atiduum ineffabile de los escolásticos, que Hegel parece
s íimplícito,
, el cual sólo mediante el predicado recibe
susdiferenciaciones y determinaciones". Pero el arte es, repetir aquí, es preciso sustituirlo por la afirmación con-
rjustamente,
e s u sujeto l t sina predicado; y es por lo •tanto lo traria: soium individnum effabile, o bien corregir la pri-
uabsolutamente
n opuesto a la nada, a la vacuidad de la cosa mera afirmación mediante este agregado: logicis modis
fen síoy denla cosa d sin propiedad. Es la intuición sin ineffabile. Y en efecto, ¿cómo es posible concebir que
ovínculo alguno con lo intelectual: es el estremecimiento una actividad humana tal como el lenguaje no sea ade-
•que nos comunica una poesía y que nos abre la visión cuada a sus fines y se proponga términos absurdos, viva
hacia una realidad, que no podrían en el engaño y no pueda evadirse de él? El lenguaje, es,
en
- términos intelectivos y no podríamos poseer sino can- desde su raíz, poesía y arte; por el lenguaje, por la expre-
tándola,
1°S n ourepitiéndola,
n c a es decir, re-creándola. sión artística, el hombre capta la realidad individual,
aquella vibración única que su espíritu intuye y que no
c Como
o n Hegel
v e rnot accedei r a la esfera de la actividad convierte nunca en términos de concepto, sino en soni-
estética y con ella a la forma teorética verdaderamente
original, no alcanzo a explicarse el lenguaje, que a sus dos, tonos, colores, líneas, etcétera. Por eso el lenguaje,
•ojos resulta ser, así, una contradicción organizada. En entendido en su verdadera naturaleza y en toda su exten-
efecto, el lenguaje es, para Hegel, obra de la memoria sión, es adecuado a la realidad. La Ilusión de la inadecua-
que el llama. "productiva", ya que produce "signos"; y ción nace cuando se llama lenguaje a un simple fragmento
el signo es definido explícitamente corno una intuición del mismo abstraído del organismo al cual pertenece. De
-imnediata que representa un contenido "absolutamente esta suerte, el papel, este papel al cual acabamos de hacer
distinto del que le es referencia, no es solamente lo que expresan las palabras
-por
- p medio
r o p del
i olenguaje
". su representación en un elemento "este papel", separadas del resto y convertidas en abstrac-
externo
L a y a esto se debe que la forma del lenguaje sea tas, sino lo que a mis ojos, o mejor dicho, a todo mi
intelectual: él es el producto de un instinto lógico que espíritu ha estado presente y que en tanto que se lo repre-
ise teoriza
n t edespuésl i gen la gramática. Por su forma' eminen- senta, puede tener de el las determinaciones externas y
etemente
n c lógica,
i a el lenguaje quiere expresar lo individual concretas, como ser: sonido, color, etcétera. Si yo digo:
m 112
a n i 113
fi e s t
a
B E N L O V I V O Y L O M U E R T O D E L A FI L OS OFI A DE H E GE L
-
E D E
"este determinadoT papel"
T O es porque lo tengo delante de mí tativa y estética con la cual justamente coincide) como
y puedo mostrarlo C a los demás; las palabras pronunciadas una simple imperfección o mero error. Hegel no podía
reciben su plena ROsignificación de la total situación psico- ni silenciar e l problema, n i atribuirle poca importancia
lógica en que meChallo, de la intención, de la entonación —como lo han hecho muchos de los filósofos naturalis-
E
y del gesto con que las pronuncio. Si las abstraemos de tas y positivistas— puesto que no lo consentiría n i su
aquella situación, ellas aparecerán por cierto inadecuadas época ni la disposición personal de su espíritu altamente
con respecto de aquello individual a lo cual eran refe- interesado en los problemas artísticos. La concepción a
ridas; pero se habrán convertido, de esta manera, en la cual él adhiere en materia estética ha sido, en lo esen-
simples cosas porque nosotros las hemos mutilado, pr i- cial, la de su época. La actividad estética, a cuyo estudio
vándolas de su riqueza significativa. Pero Hegel (que no se había abocado Kant en la tercera Crítica simultánea-
tenía muy clara idea del "estado estético" del espíritu) mente con el tratamiento del juicio teleológico, responde
no podía lograr una profunda comprensión del lenguaje a uno de los modos de representación de la naturaleza
y debía considerarlo mutilado e intelectualizado a tal tan pronto como ha sido superada la concepción mecá-
extremo que no dudó, por eso, en declararlo contradic- nica de las ciencias exactas; esta actividad estética que
torio. Y cuando en su Estética pasa del lenguaje de la Schiller sefialaba como punto de conciliación en la lucha
prosa a tratar el lenguaje. poético, cae en la vieja retórica entre necesidad y libertad, que Schelling concebía como
a pesar verdadero instrumento de aprehensión de lo Absoluto
lenguaje
. d e poético es concebido por él como un mero "sig- y que más tarde Schopenhauer debía considerar como
no"
l a y es esencialmente distinto a las líneas de la escultura, contemplación de las Ideas y liberación de la voluntad;
a
s los coloresde la pintura y a los sonidos de la música. esta actividad, que en todo el período romántico es con-
siderada ora como sustituto, ora como superior, ora corno
t eLa teoría lógica errónea acerca de los conceptos distin-
tos inferior con respecto de la religión y de la filosofía, ha
n t oculta, pues, a los ojos de Hegel, el verdadero puesto constituido también para Hegel un modo de aprehensión
que le corresponde a la actividad estética y le sugiere una
a t i de lo Absoluto, un medio -
filosofía del lenguaje que lleva implícita la exigencia de
vconsiderar
a a éste como u n error. Pero n o es sólo el d e s o filosófico.
problema l u c i ó nEn la Fenomenología, hace de esta
slenguaje el que debe correr esta suerte; el arte, no reco- actividad
a c e una r forma
c a de religión superior a la religión
p
nocido en su verdadera función, logra imponerse de inme- meramente
d e natural
l (que adora a los objetos materiales,
o
diato en el espíritu de Hegel, quien no sabiendo qué hacer los
g fetiches,
r yaobjetos
n similares) pues ella ya es un modo
rcon él, lo traslada a un lugar que no le pertenece, donde de adorar al espíritu como sujeto; en la Enciclopedia, con
concluye
e por aparecer lo mismo que el lenguaje (que pocas diferencias, hace de esta actividad una religión de
ha
v sido arbitrariamente separado de la actividad represen- la belleza, un primer grado en relación con la religión
a114 115
d
i
r
s
B E NE DE TTO C R OC E L O V I V O Y L O M U E R T O D E L A FI L OS OFf A D E LIE GE L

revelada, inferior a esta última, corno a su vez ésta lo es comprobado por el hecho de que él no rechaza nunca
con respecto de la filosofía. La historia de la poesía y del las consecuencias extremas a que conduce esta teoría:
arte está tratada, por lo tanto, en sus lecciones de Esté- en primer término, que el arte debe desaparecer, ya que
tica, como una historia de la filosofía, de la religión, y sería evidentemente superfluo tan pronto como la filoso-
de la vida moral de la humanidad: historia de los ideales fía hubiese logrado alcanzar su desarrollo pleno; y en
humanos, en los cuales la individualidad de las obras de segundo término, el arte debe mor ir i r r e m i s i b l e
arte, o sea, la forma propiamente estética, pasa a segundo más
m aún, es bueno y hasta bello que él muera, puesto
plano y no es señalada sino incidentalmente. que
e n t si
e ,se trata de un error su existencia no puede ser
Si esta manera de concebir el arte, en la cual se con- necesaria y eterna. La historia del arte que Hegel nos
funden problemas de la religión y de la filosofía, es común ofrece está orientada, así, a mostrar la disolución suce-
a su ¿poca, lo que es privativo de Hegel es la relación siva de la forma artística, la cual, en los tiempos que
que él establece entre estas tres formas, el carácter distinti- corren, habría dejado naturalmente de pertenecer al nú-
vo que el asigna al arte frente a la religión y a la filosofía. cleo de nuestros más profundos intereses: ella no sería
Hegel no podía, como otros, hacer de la actividad estética más que un pasado o la supervivencia actual de aquél.
un complemento de la actividad filosófica que resol- Semejante paradoja ilumina, en todos sus contornos, el
viera a su modo los problemas insolubles de ésta, y menos error estético de Hegel y , quizás mejor que cualquier
aún, una actividad que fuera superior a la filosófica. Su otro ejemplo, sirve para destacar el error fundamental
pre-supuesto lógico debía conducirlo a la habitual solu- que se anida en el seno mismo del presupuesto lógico.
ción de la dialéctica aplicada a los conceptos distintos: Tornando por la defensa de Hegel, se ha dicho, que la
la actividad artística es distinta de la filosófica sólo por muerte del arte a la cual él alude, no es otra que aquel
un menor grado de perfección, pues ella aprehende lo eterno morir, que es un continuo renacer; cosa harto
Absoluto bajo una forma sensible e inmediata, mientras evidente en el espíritu humano cuando pasa de la poesía
que la filosofía lo aprehende en el elemento pur o del a la filosofía, cuando de la intuición se eleva a lo univer-
pensamiento. L o que quiere decir, lógicamente, que no sal destiñéndose, a sus ojos, el vivo colorido del mundo
es en esencia distinta y que el arte se reduce, para He- de las intuiciones. Pero, en contra de esta interpretación
gel, fundamentalmente (quiera o no quiera) a un error está el hecho de que H e ld nos habla de una muerte del
filosófico, a una filosofía inferior. El arte verdadero sería, arte y no de una constante renovación del mismo, de
entonces, la actividad filosófica, que afronta el mismo pro- una ;Muerte definitiva,' que ha tenido, y tiene, lugar
blema que en vano trata de solucionar la verdadera filoso- el curso del acaecer histórico. L o que, por otra parte,
fía; pero que lo resuelve de un modo adecuado. está perfectamente de acuerdo con el modo especial de
Que tal sea el pensamiento genuino de Hegel queda tratar los grados de la realidad como si fueran series de
116 117
LO V I V O Y L O M U E R TO DE L A FI L OS OFÍ A DE R I M E L
B E NE DE TTO C R OC E

contrarios, indebidamente abstractos e inconexos. U na la lógica aristotélica reside, en cambio, en su silogística,


vez expuesta cumplidamente la aplicación de la doctrina o sea, en su verbalismo, en la confusión entre pensa-
dialéctica, no le queda a Hegel otra alternativa que la miento lógico y palabra y la pretensión de establecer las
siguiente: o suprimir el arte merced a aquella enorme formas lógicas sobre la base de formas puramente ver-
paradoja, o conservarlo merced a una incoherencia no bales. Este error. no ha sido criticado por Hegel, quien,
menos grandiosa. por otra parte, tampoco podía hacerlo
Así se explica que el sistema de Hegel (cuyo principio instrumento
. necesario para ello, instrumento que sólo
del concepto concreto, unido a la dialéctica, es de inspi- puede
, p u proporcionarlo
e s c a r una e c vMida.
í a filosofía del lenguaje.
ración francamente estética) hay a parecido, y no sin El
d intenta,
e por
l cierto, hacer el distingo entre proposición
razón, como un frío intelectualismo hostil a la conciencia juicio lógico, pero no alcanza a darnos las razones vale-
artística. Y la falsa comprensión del arte deja sentir sus deras para aceptar él distingo y dice, por ejemplo, que
efectos en el tratamiento de todos los problemas en los una proposición como hac e calor" llega a ser juic io
cuales el concepto de arte entra como Premisa necesaria citando mediante ella se da respuesta a la duda, que pueda
y próxima. Hegel es considerado, a menudo, como adver- surgir acerca ele la verdad de tal afirmación. La distinción
sario de la lógica aristotélica y formalista; pero sería exacta (que consiste en reconocer que la proposición no
menester agregar, para mayor exactitud, que es un adver- es otra cosa que mera expresión, lenguaje como puro acto
sario de la lógica clasificadora y de corte naturalista, o estético, separable de lo lógico s i bien es e l vehículo
mejor dicho, que Ilegel se limita a demostrar la insufi- necesario para el pensaniiento lógico) le era absolutamen-
te inaccesible. En consecuencia, no sólo conserva la tr i-
ciencia de una lógica semejante frente a las exigencias de
la filosofía. Este mérito ya. le ha sido ampliamente reco- partición. en concepto, juicio lógico y silogismo, así como
la división entre formas elementales y metodología, entre
nocido v su polémica al respecto no tiene para nosotros
ninguna otr a definición, división, demostración y prueba, sino que se
autor
. de la lógica intelectual ( del intelecto abstracto) aplica a distinguir y definir nuevas clases de juicios y
silogismos.
scuyas
i g nformas
i fi conciernen solamente a la relación de las
c a c i ó n entre sí, de donde resulta evidente que me-
cosas finitas
.diante ellas no es posible pensar la v er dad"
"carkter
1 A r clasificatorio
i no es privativo de la lógica de
Aristóteles
.s P e r y de su
o e escuela,
l pues él se encuentra también
t ó t
en la lógica baconiana o inductiva. La característica de
e l e s
Ceschichte d e r Philosophie. 2 , u , 365- 368 ( 1 / edi ci ón, W er ke,
,p. 414) ,
d118 119
i
c
e
é
l
VI I

L A T RANSF O RMACIO N D E LO S CONCEPTOS


PARTICULARES E N ERRO RES FILOSOFICOS

It

L A HI S TO RI A . ( I D E A D E L I N A FI L O S O FI A D E
L A HI S TO RI A )

Podría decirse que el hecho de no haber, comprendido


la autonomía del arte le ha impedido también a Plegel
comprender el carácter de la historia (de la historiogra-
fía). Pero la verdad es que Elegel no podía rendir justicia
plena a esta forma teorética por la misma razón que le
ha privado de rendir justicia a la forma precedente; es
decir, a causa de la mencionada transformación, que en él
se lleva a cabo, de los conceptos particulares en errores
filosóficos. Desde el punto de vista lógico ambos errores
tienen e l mismo origen. Psicológicamente, es probable
que el primero facilite el camino de acceso al segundo;
como también es psicológicamente probable que lo que
ha contribuido, en cierta medida, a producir el primero
haya sido la idea que Hegel tenía de la religión, que
consideraba como una forma imaginativa y más o menos
imperfecta de la filosofía, lo cual debía llevarlo forzosa-
121
B E NE DE TTO C R OC E L O v i v o Y L O M U E R T O D E L A FI L OS OFí A D E HE GE L

mente a considerar a la religión y al arte en un mismo todo progreso del pensamiento filosófico se traduce en
plano con respecto de Ia filosofía. progreso del conocimiento histórico, ya que comprende-
La historia tiene, como el arte, su material propio en mos, por ejemplo, más exactamente lo que fué en realidad
el elemento intuitivo; pero difiere de aquél en que pre- el hecho histórico de la composición que Dante hizo de
supone como condición indispensable la existencia de un supoema cuanto mejor sabemos lo que es poesía y crea-
pensamiento filosófico. A esto se debe que la historia ción. artística. Pero de ello resulta también que sería vana
seasiempre narración y nunca teoría ni sistema, teniendo, toda pretensión por resumir aquellas afirmaciones histó-
sin embargo, en su base tanto al uno como al otro; a esto ricas en afirmaciones filosóficas abstractas, absorbiendo, en
sedebe también que los historiadores deban investigar la pura condición del hecho, al hecho mismo en su totali-
escrupulosamente los documentos y formarse, además, dad. La historia puede dar lugar a una ciencia conceptual
ideas claras sobre la realidad y la vida, y en particular de carácter empírico, como ocurre cuando se pasa de
sobre aquellos aspectos de la vida que intentan tratar ella a una sociología cuyo método es un procedimiento
históricamente; de ahí que la historia haya parecido siem- según tipos y clases; pero, por lo mismo, resulta evidente
pre como una labor no exenta de rigor científico y con- que ella no ha de ser absorbida por esta ciencia conceptual
siderada al mismo tiempo como una obra de arte. Si se sino que, por el contrario, la historia queda como su pre-
reduce todo el trabajo histórico a su más simple expre- supuesto o fundamento. Inversamente, la historia puede
sión, que es el juicio histórico, o sea la proposición afirma- dar lugar a una filosofía, como ocurre cuando se pasa de
tiva de que "algo ha ocurrido" (por ejemplo: César fué lasconsideraciones históricas de lo particular a los elemen-
asesinado, Alarico devastó Roma, Dante compuso la Dítd- tos teóricos que se anidan en el fondo de aquellas consi-
Iza Comedia, etcétera), se ve, analizando estas proposi- deraciones; pero, por la mismo razón, no puede decirse
ciones, que cada una de ellas está constituida por elemen- que la historia se resuelva en filosofía, la cual a su vez
tos intuitivos que desempeñan la función de sujeto y es,también, su pie-supuesto y fundamento. Una filosofía
por elementos lógicos que desempeñan la función de pre- de la historia, entendida no como elaboración filosófica
dicado. Los primeros serán, a modo de ejemplo, César, pura sino como una historia de segundo grado, una his-
Roma, Dante, la Divina Comedia, etcétera; y los segun- toria obtenida merced a aquella abstracta filosofía, es una
dos, los conceptos de asesinato, devastación, composición evidente contradicción en los términos.
artística, etcétera. ¿Qué significado puede tener la idea de unafl tal filoso-
De la gnoseología histórica mencionada 1 fía de la historia, cual si se tratase de una historia de
,1 Tremea sampliamente
u l t a desar
q r ollado
u ene Lineamientos- de Lógi ca, ca- segundo grado? N i más ni menos que la anulación de la
pítul o i v " E l concepto y l a representación histór ica". ( N ota del tr a- historia. Pues ese segundo grado, esa consideración filo-
ductor de l a versión fr ancesa) . sófica de la narración histórica, esa historia filosófica,
122 123
RE NE DE TTO CROCE LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FIL OS OFíA OR FIE GE L

sería entonces la verdadera historia respecto de la cual Ia Hegel debía establecer —como lo hizo— la idea de
historia de los historiadores se revelaría corno error, pues- una filosofía de la historia, para lo cual debía negar
to que habría sido construida con un método no condu- —como negó— la historia de los historiadores. As í lo
cente a la verdad o, lo que es lo mismo, no conducente exigía su pre-supuesto, lógico. E l dividía la filosofía en
a la verdad plena. Con la aparición de la segunda forma, pura o formal (representada por la lógica, que al mismo
la primera veríase obligada a desaparecer, más aún, des- tiempo, es metafísica), y en filosofía aplicada v concreta
aparecería necesariamente por carecer de forma, pues que comprende las dos filosofías, la de la naturaleza y
no sería otra cosa que algo enteramente amorfo. La idea la del espíritu, a esta última pertenece la filosofía de la
de una filosofía de la historia constituye el desconoci- historia; las tres juntas componen la enciclopedia de las
miento de la autonomía de la historiografía en beneficio ciencia filosóficas, De suerte que Hegel hacía suya la
tradicional división escolástica de la filosofía en racional
de la filosofía puramente abstracta. Cada vez que entra
a jugar algún papel esta exigencia parece escucharse el y r ó i; y no a la manera de una simple fórmula, de un
doblar de las campanas a difuntos, c uy simple esquema' exterior, sino exigiendo al mismo tiem-
van
- dirigidos, indudablemente, a la historia de los histo- po que ella tratase filosóficamente los hechos contingentes
riadores. de la naturaleza y de la historia humana. Según las expli-
os s oEstos,n e sque suelen ser bien dóciles cuando se les
muestran las ventajas caciones que antes hemos dado, toda la historia podría,
l a s t i m e r oy sfacilidades que introducen en el en cierto sentido, ser denominada filosofía concreta o
método histórico merced a los progresos de las ciencias
y de la filosofía, reaccionan, en cambio, violentamente aplicada; pero el significado de estos términos no era, para
en , Hegel, tan inocente como lo es para nosotros, pues me-
diante ellos establece una distinción bien clara entre
de
c ono sé qué secreto método especulativo para conocer
la historia ( tal como va incluida en la enciclopedia filosó-
n thistoria;
r o bien, cuando se intenta persuadirlos de las
ventajas que reportarla poner en manos de filósofos no fica), e historia en general, la cual constituye el trabajo
a
historiadores todo ese farragoso trabajo de investigación, propio de los historiadores. En sus lecciones sobre filoso-
d fía de la historia la mencionada distinción n o ofrece
donde
e han sabido volcar su entusiasmo y cuyas líneas o
matices les son tan caros, a fin de que todo él sea revisado posibilidad alguna de duda: se tiene, por una parte, la
l historiografía original y la reflexiva (subdividida, esta
y cobre Ia unidad orgánica requerida. Y esta rebelión no
a
está exenta de justificativo; ello tendría el mismo sentido última, en historia general, pragmática, crítica y concep-
ique puede tener el pedirle a un pintor o a un músico, que tual) y por otra, la historiografía filost)fica o filosofía de
d vez concluida su obra la someta a la consideración
una la historia.
e filósofo, a fin de que éste la eleve a segunda poten-
del Hegel, al mismo tiempo que reivindica para ella el
a introduciéndole pinceladas y acordes filosóficos. carácter de una construcción a priori, afirma que esta
cia,
d 125
124
e
u
n
a
"
13E NE DE TTO C R O C E LO V I V O Y L O IsTUEIVE0 D E L A FIL OS OFIA DE HE GE L

historiografía filosófica debe tener u n método propio encuentra en su ser universal y que no abstrae de cosas
diferente del método de la historiografía ordinaria. Ver- contingentes. En la Historia de la filosofía, que es tal
dad es que algunas veces parece no referirse a un carácter vez su mayor trabajo histórico, él sabe a priori que la
eminentemente diferencial, sino tan solo a la exigencia historia y el sistema de la filosofía son idénticos, pues
de un a priori mejor elaborado, pues nota que también se trata de un mismo desarrollo, que en el sistema, se
los historiadores ordinarios hacen historia a pr ior i, es halla representado "únicamente en el elemento puro del
decir partiendo de ciertas representaciones y pensamien- pensamiento, libre de toda exterioridad histórica" y en
tos, defectuosos y arbitrarios, sin duda, per¿ sin embargo la historia recibe e l agregado de nombres y datas, es
a priori. Pero el a priori que Ilegel introduce aquí no decir, los detalles simplemente exteriores. Las primeras
es el elemento lógico, que como interpretación de los fases del pensamiento helénico son las primeras catego-
datos intuitivos, hemos reconocido indispensable para toda rías de la metafísica, las cuales se suceden según el mismo
tarea histórica; se trata, e n cambio, d e una historia orden observado en ésta.
completa y definitiva a la cual sólo sería preciso agregar Se podrían oponer a ésta, nuestra interpretación de la
nombres y datas. " El único pensamiento —dice Ilegel— teoría de Hegel respecto de la filosofía de la historia,
que la filosofía, lleva consigo al abordar el problema de algunas declaraciones del autor acerca del respeto que
la historia, es el simple concepto de la razón; o sea, el se debe guardar hacia los datos concretos. Pero es preciso
supuesto de que la razón domina el mundo y que, por examinar qué valor se le puede atribuir a tales declara-
lo mismo, también la marcha del mundo obedece. a un ciones. "Que la historia del mundo obedezca a una mar-
designio puramente racional". Pero se trata de algo más, cha racional —dice él— es cosa que ha menester surgir
mejor dicho, estas palabras alcanzan su significación más de la simple consideración de la historia misma ...; debe
plena cuando nosotros lo vemos trazar por anticipado ser un resultado; es preciso tomar la historia tal como
el camino necesario de la razón en el mundo histórico. es, y proceder histórica y empíricamente". A la filosofía
La historia del mundo es el progreso en la conciencia de la lo occidental le es extraño, y la historia —dice en otra
Idea de libertad: sus diversos momentos y los grados parte— "debe calar lo universal en la individualidad
particulares por que atraviesa no son otra cosa que los empírica y en la realidad efectiva: la idea es su esencia;
diversos espíritus- nacionales (Volksgeister), los diferen- pero la aparición de la idea está en lo accidental y en
tes pueblos, cada uno de los cuales está destinado a repre- los dominios de lo arbitrario". Pero si la accidentalidad
sentar un solo grado y a cumplir sólo una parte en la y la individualidad son verdaderamente extrañas a la
acción total. Hegel, antes de indagar en la realidad del filosofía, si no se las puede conocer de otro modo que
hecho, sabe y a cuál debe ser esa realidad; la conoce empíricamente, de la historia no se puede hacer u
como se conocen las verdades filosóficas que el espíritu filosofía
. n a a priori, sino tan sólo simplemente historia. Y si
126 127
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A F I L OS OF A D E I I E GE L

sehace una filosofía de la historia, lo accidental y lo fía, que es última en el tiempo y a la vez el resultado de
individual así corno el método histórico y empírico, resul- todas las precedentes, debe contener los principios de
tan desconocidos y plenamente rechazados. No se puede todas, por eso ella es —bien entendido si se trata de una
eludir el dilema. Aconsejar la necesidad de llevar minu- verdadera filosofía— la más desarrollada, rica y concre-
ciosa cuenta de los hechos, o aún reconocer que el estudio ta". Y luego, mediante las reservas del caso, termina por
de los documentos es un punto de partida indispensable afirmar tautológicamente que la filosofía más desarrollada,
para la historia no son sino palabras, si, en razón de los rica y concreta no es ya la última en el tiempo sino aqué-
principios adoptados, no se sabe qué uso darle a estos lla que es verdaderamente una filosofía; pudiendo apare-
hechos y a estos documentos. Los discípulos de Hegel, cer como último un sistema filosófico que desde el punto
que han creído poder salvarlo todo sosteniendo en la de vista ideal constituya un evidente retroceso. ¿Qué
historia•la vigencia del método especulativo y al mismo conclusión sacar de todo esto? ¿Será legítimo concluir
tiempo del método filosófico, no han logrado salvar ni que Hegel no había concebido nunca una filosofía a
lo uno n i lo otro. Es pueril afirmar que una misma priori de Ia historia, cuya idea se halle sin embargo estre-
actividad pueda cumplirse con dos métodos distintos, chamente ligada al tratamiento dialéctico de los distintos?
porque el método es intrínseco a la naturaleza de la acti- No; pues nos hallarnos más bien frente a una contradic-
vidad, y duplicidad de métodos quiere decir duplicidad ción que ante la presencia de un simple error; y la tesis
de actividades; y lo que es peor aún, es pretender que errónea de Hegel concerniente a una filosofía de la his-
dosmétodos alternen y colaboren recíprocamente como toria (de una historia ideal, no eterna, sino temporal) se
si se tratase de dos individuos, de dos amigos o compa- muestra en efecto tal por las contradicciones involunta-
ñeros de trabajo. Otras veces, Hegel parece entender su rias en que Hegel se agita. No se puede concluir, por
esquema a priori como una anticipación aproximada de cierto, que aquellas confesiones basten para subsanar los
aquello que podrá ser hallado en la historia tan pronto defectos de la tesis errónea y convertirla en verdadera.
corno ésta sea conocida y construida. "Se puede creer Que la filosofía de la historia, así concebida, no pueda
—escribe en la Historia de' la filosofía-- que la filosofía en llevar junto a si a la historia propiamente dicha y la
los grados de la idea deba observar un orden diferente del niegue, ello es no sólo una consecuencia lógica de su
que observan los conceptos, que son productos en el principio, sino que ha sido dicho también, con toda clari-
tiempo; pero en el conjunto (im Ganzen) la ordenación dad, en algunas proposiciones del mismo l l e g a Ya el
es la misma". Otras veces, atenúa su afirmación de un hecho de definir a la filosofía de la historia como "la
modo tal que bien puede decirse que de ella casi no contemplación reflexiva de la historia" (recordando de
queda nada. Así, afirmando la identidad del sistema filo- inmediato que el pensamiento es lo único que distingue
sófico con la historia de la filosofía, observa: "La filoso- al hombre del animal) viene a confirmar que ésta, en
129
128
BENEDETTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A Ft L OS OFf A D E HE GE L

tanto que historia, o bien, no es un pensamiento, o bien, ces, observar una absoluta indiferencia respecto de l a
es un pensamiento imperfecto. Resulta también suma- seria documentación de detalles tan insignificantes, o bien,
mente significativa la actitud poco simpática y desprecia- como en el caso de la novela, que ellos sean inventados
tiva que Hegel asume con respecto de los historiadores y atribuidos a este o aquel nombre, a esta o aquella cir-
de profesión; comparable a la actitud de un filósofo del cunstancia"2, Quien medite estas palabras hallará en ellas,
arte que entrase a querellar con los poetas y pintores. sobre todo, la perniciosa distinción entre hechos históri-
Pero es sumamente importante destacar lo que él nos dice cos y no históricos, esenciales y no esenciales, distinción
acerca del material histórico que dichos investigadores que puede verse a menudo en las obras de los discípulos
deben elaborar. Para la historia tienen valor, a su juicio, de Hegel; de un Eduardo Gans, quien en ocasión de la
solamente aquellos hechos que representan el movimiento publicación de las lecciones de filosofía de la historia
del espíritu, la historia del Estado. Los otros hechos par- del maestro, repetía justamente que esta disciplina perdería
ticulares "constituyen un vano acopio de datos cuya dignidad toda vez que se aplicase al estudio de los peque-
fiel recolección no evita, sin embargo, que en ella vayan ños hechos, y que en consecuencia le corresponde mos-
deformados y oscurecidos los objetos dignos de la histo- trar la necesidad interior que rige, no a todos los hechos,
ria; la característica esencial del espíritu y de la época sino tan sólo a las grandes épocas de la historia y a las
que va siempre implícita en los grandes acontecimientos. grandes agrupaciones de pueblos, abandonando el resto
Es por esto que un justo sentimiento ha presidido el a la historia meramente narrativa; y así sucesivamente
envío de semejantes representaciones de lo particular a hasta aquel hegeliano italiano que había de sostener, hace
las novelas (tales como aquéllas tan célebres de Walter algunos años en una célebre polémica, que los documen-
Scott, etcétera); preciso es, sin embargo, considerar como tos son necesarios para establecer, por ejemplo, en qué
una prueba de buen gusto el hecho de unir los infinitos prisiones fué sucesivamente encarcelado Tommaso Cam-
matices de la vida accidental y particular a un asunto panella, así como para consignar los días y horas que
también accidental, como los que la novela logra extraer padeció la tortura, pero no para determinar el significado
de los hechos privados y de las pasiones subjetivas. En histórico de su pensamiento y de su acción. Esto se
interés de la mencionada verdad, mezclar los pequeños deduciría a priori de la idea del Renacimiento, de la
detalles individuales de la época y de las personas en Iglesia católica, de la Reforma luterana y del Concilio
la representación de los intereses generales, es contrario de Trent°. Con semejantes distinciones, lejos de salvar
no sólo al juicio y al gusto, sino también al concepto como necesarios para la historia verdadera a los hechos
de la verdad objetiva, por la cual es verdadero para el de un cierto orden se concluye por rechazar como inúti-
espíritu sólo aquello que es sustancial y nunca la vacuidad les a todos los hechos, a la noción misma de hecho, Pues,
externa y accidental; y es perfectamente lógico, enton- 2 Enciclopedia de l as Ciencias Filosóficas, § 549. ( N . del T ,) ,
130 13!
B E N' E t f t TTO C R O C t LO l 'E V O Y L O M U E R T O DE L A E I L OS OI l A D E HE GE L

.qué otra razón aducir para •calificar como inesenciales superfluos, y la distinción es, de esta suerte, tan relativa
y superfluos a los - que cambian
son
h eindividuales c h o s : y contingentes. ¿Y no son, del mismo un
- dtema o s aeotro, lo que en un primer momento era acceso-
modo, rio torna ahora en necesario.
a , contingentes e individuales los hechos: f, g,'h, i l o s
1,
,bque k ,,se quieren reputar como esenciales e indispensables? p Pero, u nen el pasaje citado, es menester observar también
¿Sies un hecho contingente el que Napoleón haya padeci- que Hegel relega los hechos que le parecen esencialmente
cdo de cáncer , t históricos
no o s (y nosotros diríamos todos los hechos) a la
al estómago,
d
el , d
novela, esto es, a un género determinado de arte; y ya
- n o s e rbrumario
dieciocho de á n y la batalla de Waterloo? ¿Y no
e
será e el arte era para él una forma provisaria que la filo-
que
t a m b i é n toda la época de la Revolución
contingente
, también
•y sc del Imperio?,
i n tn i ynasígsucesivamente, puesto que la indi- sofía
v isustituye y hace desaparecer, queda demostrado
o también,
vidualidad
o y la contingencia se extienden a todos los s t por
e
hechos, n tla historia
e s entera del mundo será, pues, contin- hegeliana
-a e s, t ele reserva a la historia. ¡Extraña suerte! Esta
lgente.- Porael contrario, si la Revolución francesa y el misma filosofía, que en virtud de su doctrina lógica había
co a m i
d
dieciocho de brumorio y Waterloo hubiesen sido hechos logrado reivindicar, con tanta eficacia, el valor de la
n
s o , de la res geste; por efecto de otra doctrina lógica
e
necesarios, no se ve el modo de negar la necesidad a historia,
e
e le es
que l también propia se halla impedida de reconocerle
q
Bonaparte quien
u fué actor del drama, y al Bonaparte tal
cual era en la realidad efectiva: con sus fuerzas y con 'sus fvalor
a aalguno a la historia rerum gestorum, y por lo tanto
e
debilidades mentales y físicas, con su resistencia a la a
t, la misma
a res geste. Ávida de historia, nutrida de histo-
fatiga ria,
lp la filosofía de Hegel hacía, pues, sin darse cuenta de
gar
- jornadas - ello,
d la
e propaganda del ayuno. La contradicción se niani-
a
festó asla luz del sol y evidente a los ojos de todo el
edentrabajo;t e r a sy . con su enfermedad en la edad adulta. sa t al extremo que así como en Hegel tuvieron origen
Como
yl o la realidad no tiene núcleo ni corteza, o sea, es mundo,
iuna n
n serie de importantes y verdaderos historiadores, de
de una ssolaapieza; como lo interno y lo externo son
p
stodoauno o
la misma escuela salieron la mayoría de aquéllos que,
( y •es Hegel quien nos lo ha d
ra
totalidad q
tan petulantes como pintorescos.: subestiman la historia
- e n s de e ñ losahechos
d o ) forma una masa compacta que o
lno
ñ se adesdobla en núcleo yu los hechos del modo más insólito que haya sido visto
a s í , l esencial
a y corteza accidental, d
en el mundo.
so hechos intrínsecamente necesarios y en vanas exterio-
en. e
e
ridades.
s o Cuando
n c se emplean estas distinciones en el len- l
guaje
h ordinario,
e s se quiere ccin ello referir a representa-
d a
ciones históricas determinadas, respecto a cuyo tema, -y
je u fi l
sólo respecto a él, cierto grupo de hechos aparecen como
n
j132 t o s
o
u o f
a
v í a
le
a
n
m
t
L A T RANSF O RMACIO N D E LO S CONCEPTOS
PARTICULARES E N ERRORES FILOSOFICOS

L A NA TURA L E ZA . ( I D E A D E U N A F1LOSOFI A D E
LA NA TURA L E ZA )

Más dificil era, por cierto, conocer los verdaderos lími-


tes, o sea, la esencia misma de las disciplinas de la natu-
raleza y de las matemáticas. Desde el Renacimiento se
asistía a un continuo crecimiento de lo que se ha dado
en llamar la ciencia experimental y matemática, la ciencia
exacta de la naturaleza, la cual ha ido paulatinamente
extendiendo sus dominios hasta sojuzgar tanto los espíri-
tus como la vida. La especulación filosófica, o se sometía
plenamente, o bien aceptaba, de alguna manera, las direc-
tivas generales impuestas por la ciencia exacta de la natu-
raleza, tal como puede verse en muchas parte de los siste-
mas de Descartes, Spinoza y Leibniz. E l sensualismo y
materialismo imperantes en e! siglo dieciocho han sido la
última consecuencia del predominio de la concepción
naturalista. •
NTerdad es que, en la época de formación del espíritu
135
B E NE DE TTO CROCE LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FILOS OV IA DE I I E GE L

de Hegeb ya había comenzado , adverso al ideal de las ciencias exactas, se nota todavía
ción
u n ymduda;
o v iy meni Alemania
e n t o (para no hablar de Vic o, la influencia y el peso de aquella concepción; ya que, si
quien
d debería
e ser recordado aquí nuevamente) muchos bien es cierto que se niega a la ciencia posibilidad de
espíritus
r e cobraban
a c conciencia
- de que la ciencia exacta resolver los problemas fundamentales, como ocurre en
de la naturaleza no era capaz de asir el meollo profundo Kant, por ejemplo, no es menos cierto que para él la
y sustancial de la realidad, el fundamento mismo de las (mica ciencia asequible al intelecto humano es precisa-
cosas. Filósofos bien munidos de conocimientos empíricos mente la ciencia exacta; y las soluciones, que mediante
y matemáticos, como Kant, analizando los métodos de métodos distintos se proponen, no tienen, para él, valor
las ciencias exactas y extrayendo las conclusiones del caso, cognoscitivo o de pensamiento, es decir, se hallan priva-
proclamaban los límites del conocimiento científico y das de verdadero valor. Si jacobi critica el método de las
remitían los problemas fundamentales a la razón práctica, ciencias finitas respecto del conocimiento de Dios, no
o a la intuición estética, o a la teleológica. Otros filósofos, queda por ello menos sólidamente establecido que, para
como Jacobi, estudiando el movimiento más representa- él, la única forma de conocimiento es la de la ciencia
tivo de esta concepción científica aplicada a los proble- de lo finito, puesto que la otra no es conocimiento, no se
mas especulativos, o sea, la filosofía de Spinoza, demos- traduce en forma de pensamiento, queda en calidad de
traban que no es posible superar los límites de lo finito con "sentimiento".
los métodos propios de las ciencias de la naturaleza y En Hégel y en su inmediato predecesor, Schelling, la
de la matemática; de ahí que los problemas morales, Dios, cosa parecería presentarse de modo distinto, porque am-
lo infinito, hayan sido declarados como pertenecientes a bos establecen como conocimiento verdadero a la intui-
la esfera del sentimiento y del saber inmediato. Poetas, ción intelectual y a la idea. Pero, sutdizando más la
artistas y literatos sentían, en la época del Sturm und indagación, se descubre que en ambos habita el mismo
Drang, el frío y el vacío del intelectualismo iluminista pre-concepto (podría decirse que es el pre-concepto mo-
y aspiraban, como Goethe, a una visión animada de la derno por excelencia) a favor de las ciencias exactas, con
naturaleza que sólo podría revelársele a quien la contem- la única salvedad de que este pre-concepto se presenta
plase con ánimo simpático. de modo diferente en uno y en otro. En vez de excluir
Hegel era el destinado a recoger esta herencia crítica de la filosofía todo vestigio de ciencia exacta y considerar
y a darle la fuerza expresiva necesaria, estableciendo, tal a la filosofía como incapaz de exactitud científica alguna,
como hemos visto, la profunda diferencia que reina entre Schelling y He' gel consideran a las ciencias exactas como
el método filosófico y los métodos correspondientes a no suficientemente científicas y las incluyen en la fi lo-
las disciplinas matemáticas y naturales. sofía, mediante cuya elaboración deben adquirir la nece-
Sin embargo, en todo este movimiento que parece tan sidad interna de rigor, convirtiéndolas así en científica-
136 137
B E NE DE TTO C R OC E L O V I V O Y L O M U E R TO D E L A FILOS OF1A D E I I E GE L

mente válidas. Kant y Jaeobi, cada uno a su manera, estaba ya clausurada desde el momento en que se había
hacían de las ciencias exactas una no-filosofía y de la demostrado la capacidad del pensamiento para resolver los
filosofía una no-ciencia. Schelling y Hegel hacen de las problemas de la realidad y se había descubierto la lógica
ciencias exactas una semi-filosofía y de la filosofía la filosófica. No quedaba, por lo tanto, otro camino que el
verdadera ciencia. Son dos soluciones distintas de un remitir a lo no-teorético, esto es a lo práctico, las disci-
problema para el que se aceptan los mismos pre-supuestos plinas matemáticas y de la naturaleza, o sea, la ciencia
y el principal de ellos consiste en la convicción de que exacta. Es esta la vía que sigue la orientación actual y
las ciencias exactas gozan de valor teorético, o lo que que nos parece la mejor en tanto la consideramos como
es lo mismo, que sus conceptos son productos lógicos la ímica conducente a un fin.
más o menos perfectos. No se puede decir que Hegel careciese de sentido para
Ahora bien, para allanar definitivamente las diferencias percibir el carácter práctico de las disciplinas matemá-
entre ciencia exacta y filosofía, para reconocer los respec- ticas y naturales, pues sus libros poseen abundantes análi-
tivos derechos que le asisten a una y a otra, convenía sis y ricas observaciones que bien podrían figurar en los
seguir u n procedimiento absolutamente distinto, pues libros de los modernos gnoseólogos de tales disciplinas.
mientras se considerasen los métodos naturallstico y filo- Suspáginas sobre el concepto de ley en las ciencias empí-
sofico como dos métodos de la verdad científica, la lucha ricas merecen ser leídas. La ley —dice él— no es otra
era inevitable debido a la razón ya aludida, o sea, que cosa que la imagen constante de la apariencia incons-
cada actividad determinada tiene su método intrínseco, tante; al punto que, cuando se pasa de las leyes más
propio; en consecuencia, si se admitía como científico al particulares a las más generales, cuando se las unifica, se
primero, el segundo quedaba lesionado y debía necesaria- tropieza con tautologías por las cuales el intelecto no
mente caducar: l a filosofía debía ser excluída. A la expresa la realidad de las cosas, sino tan sólo su inma-
inversa, admitido como único el método especulativo, nente necesidad. ¿Qué es el postulado que reza que en
el otro quedaba reducido a una mera tentativa de aquél, el movimiento uniformemente acelerado las velocidades
tan grosera como contradictoria y debía ceder su puesto son proporcionales a los tiempos, sino la simple defini-
al método especulativo plenamente desarrollado: las dis- ción del mismo movimiento uniformemente acelerado?
ciplinas naturales y las matemáticas debían ser sustituidas ¿Y qué son las innumerables hipótesis de los físicos, sino
por la filosofía ya que no eran sino una filosofía mediocre aserciones que no responden ni a la realidad empírica, ni
que no podía permanecer junto a la verdadera. al concepto filosófico, por ejemplo los poros, de los cua-
Por otra parte, la puerta de escape de Kanr o de Jacobi lesse habla sin que la experiencia los muestre? Respecto
que ha consistido en remitir la filosofía a la razón prác- de las fuerzas centrífuga y centrípeta, Hegel observa
tica o al sentimiento, en una palabra, a lo no-teorético que son monstruos metafísicos, simples presupuestos a
13E 139
B E NE DE TTO C R Od E • LO V I V O Y L O M U E R T O b r , L A rI L OS OFI A D E n r C E L

los cuales se rehusa aplicar todo examen crítico, lo que Pero hay un caso respecto del cual Hegel manifiesta
permite que de modo misterioso dichas fuerzas aumenten reconocer el carácter no teorético y sin embargo legí-
y disminuyan y adquieran o pierdan, cada una, su prepon- timo de aquellas construcciones, t al cual son y deben
derancia. En las eiencias exactas se denomina concebible quedar; es allí donde, proponiéndose el problema de la
a lo que no lo es, puesto que es falso. "Es concebible, posibilidad de uní], matemática filosófica —es decir, "una
como dicen, que un movimiento uniformemente creciente ciencia que conozca por conceptos l o que la ciencia
y decreciente se haga circularmente; pero esta manera matemática común deduce de determinaciones pre-su-
de pensar no es más que una representación abstracta que puestas según e l método del intelecto"— él responde
deja de lado el carácter determinado de aquello que se negativamente. " La matemática —dice él— es la ciencia
trata y por esta razón no sólo es ,superficial sino también de las determinaciones finitas del tamaño, las cuales deben
falsa". D el mismo modo, en las matemáticas se llama quedar y valer en su finitud, y no más allá de ella; de
irracional solamente aquello que v a inc luido en ellas ahí que sea esencialmente una ciencia intelectual. Como
como real y racional. posee la capacidad de ser ésto de u n modo perfecto,
A éstas y a muchas otras observaciones similares, pro- es preciso más bien que conserve la ventaja que tiene
fusamente diseminadas en la Fenomenología, en la Lógica sobre las otras ciencias del mismo tipo, no perturbándola
y en la Filosofía de la naturaleza, se agregan en las ni mezclándola con el concepto, que es heterogéneo con
páginas de Heget las frecuentes expresiones de ficciones respecto de ella, o con finalidades empíricas" (Enciclo-
intelectivas (Verstandesfiktionen) y concepciones arbi- pedia, § 259). " Si se quisiera tratar filosóficamente las
trarias (Villkiirlich.), para designar las construcciones del figuraciones del espacio o de lo uno (decía en la edición
intelecto abstracto y de las disciPlinas matemáticas y nam- anterior del mismo libro), aquéllas perderían su signifi-
rajes. Y, tanto la ficción como el arbitrio reclaman, preci- cado y forma particulares: una filosofía de estas repre-
samente, la intervención de la actividad volitiva y prác- sentaciones llegaría a ser un algo puramente lógico o
tica, puesto que semejantes arbitrios tienen, por otra parte, pertinente a alguna otra ciencia filosófica concreta, según
una historia secular y son e l producto de nobilísimas se atribuyese a los conceptos una significación más con-
fatigas premiadas por la estima y el entusiasmo merced creta". Hegel sabía, por otra parte, que "la aritmética no
a la utilidad de los efectos conseguidos, dé donde resulta contempla los números y sus figuras, sino "opera" ( ope-
evidente que no se podía, hablando de ellos, calificarlos rirt) con ellos, porque el número es la determinación in-
en sentido peyorativo, n i de actos prácticos puestos al diferente, inerte y debe ser movido y puesto en relación
servicio de caprichos y malas pasiones, sino de arbitrios desde fuera". Una vez admitida una forma de actividad
racionalmente justificables, vale decir, de actos prácticos que opera c on los datos del pensamiento pero no los
legítimos. piensa, no séría difícil extender la observación, y uniendo
140 141
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFÍ A DE HE GE L

todas las otras observaciones hechas, aquí y allá, sobre el naturaleza, contrariamente a la humanidad, no tiene his-
procedimiento no teorético de las disciplinas naturales toria. Ahora bien, s i toda la realidad es movimiento y
y de las matemáticas, llegar a una más veraz teoría acerca desarrollo, dcómo concebir una parte de la realidad no
del trabajo propio de la ciencia exacta. sujeta al proceso del devenir? Pero, en verdad, lo que
no tiene historia es la naturaleza en sentido naturalista,
Hegel tenía también, de un modo muy claro, un con-
cepto no metafísico sino meramente gnoseológico de la es decir, la naturaleza constreñida y momificada en esque-
naturaleza, o sea, del método propio para la investigación mas y conceptos abstractos; lo que obligaba, también, a
natural: método que no se aplica sólo a las llamadas considerar a dichos esquemas y conceptos como inade-
cuados a los fines del conocimiento de la realidad. U n
manifestaciones inferiores de la realidad (los tres reinos),
sino también a todas las restantes (al orbis intellectualis), crítico inglés ha notado, oportunamente, que la filosofía
Así, él consideraba la teoría de Hugo G ro cio sobre el de la historia, o sea, el tratamiento de la historia política
derecho externo de los Estados como algo análogo a universal, corresponde en la Filosofía del espíritu, a l
la filosofía natural de Newton; la lógica aristotélica le capítulo del espíritu objetivo; del mismo modo como .a
parecía una ciencia naturalista del pensamiento donde las los capítulos del espíritu absoluto que comprende las
formas eran descriptas y puestas las unas junto a las esferas del arte, de la religión y de la filosofía, corres-
otras, como en la historia natural se hace, por ejemplo, ponden las historias del arte, de la religión y de la filosofía,
desde el mammouth, los monoceres 1 respectivamente, cada una de las cuales ha merecido, por
moluscos, cierto, un tratamiento especial por parte de Hegel. De
, l o s etcétera; y la misma reflexión le era suge-
rida, suerte que, en la filosofía del espíritu, el capítulo acerca
e s acerca
c a r adeb laa ética,
j o s por
, la doctrina de las virtudes
(Tugendlehre). Por este camino también sería llevado a del espíritu subjetivo, o sea, la psicología, es el único al
l o s cual no corresponde tratamiento histórico alguno: d e l
reconocer que el contenido •de las denominadas cien-
cias naturales no es solo una parte de la realidad, sino hombre, considerado psicológicamente, n o s e obtiene
un modo de tratar toda la realidad: modo que surge historia ¿ V esto, por qué? Justamente porque la psico-
y persiste junto a l filosófico, justamente porque limi- logía es ciencia natural y está condenada, así, a la misma
tado en sus fronteras no le es permitido comunicar con esterilidad histórica que le •es reconocida a la naturaleza
aquél. en general.
Mas, no obstante las sugestiones y observaciones hechas
Otra afirmación, sobre la cual HegeI insiste reitera-
damente y que conduciría al mismo resultado, es que la con frecuencia y a pesar de las confesiones, más o menos
conscientes, 'que brotan de sus labios, Hegel no extrae
Unicornios o monocerontes; desde Pl i ni o se conocen con el nom - todas las conclusiones que nos parecen pertinentes; no
bre d e monocerantes o monocerontes E n l a Vul gata se l ee, a l res-
pecto, unicornis• o Thinoceros. ( N , del T . ) . 2 MACKINTOSII, H es el and hegatianism, pági na 236 e.
142 143
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FIL OS OFIA D E H E GEL

reconoce la indiferencia filosófica de las disciplinas natu- les que no tienen otra finalidad que la de proporcionar
rales y matemáticas y su relativa autonomía; y se inclina, nociones seguras y simples para el conocimiento subjetivo;
en cambio, hacia la solución ya adoptada por Schelling pero le asiste todavía la creencia de que puedan susti-
al idear una Filosofía de la naturaleza. La razón es bien n'irse con clasificaciones "naturales", y le parece descu-
clara: él se hallaba, en este sentido, determinado por su brir cierto atisbo de semejantes clasificaciones en las
presupuesto lógico. Así como el arte y la historia apare- investigaciones de la anatomía comparada, en la división
cían ante su espíritu cual errores filosóficos necesitados de los animales en vertebrados e invertebrados, y de las
de corrección, el primero en la filosofía pura, la segunda plantas en mono y dicotiledóneas, y así sucesivamente.
en la Filosofía de la historia, del mismo modo, las disci- El habla, a menudo, de un "instinto de la razón" que
plinas naturales y matemáticas no podían permanecer en se manifestaría en las teorías de los físicos y naturalistas
su relativa autonomía, es decir, en calidad de esquema- y por el cual el concepto especulativo estaría, de algún
tismos prácticos de la realidad y de la experiencia, sino modo, anticipado. Por esto defiende, en contra del nomi-
que debían ser tratados como frustrados intentos filosó- naIismo naturalista y matemático de Locke, la realidad
ficos, o lo que es lo mismo, como errores parciales ávidos de los géneros naturales y de los conceptos matemáticos;
de rectificación en una filosofía de la naturaleza. " E l por. esto también, abriga una fe inquebrantable respecto
contraste —dice Hegel— de física y filosofía dé la natu- de las "leyes eternas de la naturaleza".
raleza no es simplemente el que existe entre un no-pensar Basta un solo detalle para demostrar la inconsistencia
y un pensar la naturaleza: filosofía de la naturaleza no y el equívoco de esta posición. Del mismo modo como
significa otra cosa que contemplación pensante de la natu- aquéllos que quieren "aplicar" la filosofía a los hechos
raleza; y eso lo hace también la física ordinaria, porque históricos no pueden hacer otra cosa que narrar la histo-
sus determinaciones de fuerza, leyes, etcétera, son pensa- ria ( la cual debe ser siempre iluminada filosóficamente,
mientos, solamente que en la física se trata de pensa- en razón de su carácter histórico), o bien, en caso de
mientos formales e intelectuales". "En la Filosofía de la acariciar el anhelo de una sistematización filosófica de
naturaleza no sé trata de otra cosa que poner, en lugar los hechos históricos, deben abandonar la exposición his-
de las categorías del intelecto, las relaciones del concepto tórica y limitarse a presentar una filosofía abstracta; del
especulativo y, según éstas, comprender y determinar la mismo modo, repetimo
experiencia". " N o sólo la filosofía debe concordar con naturales
s se hallan acuciados por exigencias filosóficas
la experiencia natural, sino que el nacimiento y la forma- tienen
. a q u é dos
sólo l l ocaminos
s que conducen a la meta deseada,
ción de la ciencia filosófica tiene como pre-supuesto y pues
q u e esta exigencia predeterminará una filosofía c on-
condición la física empírica". Hegel ve bien que en las creta, o en
f r e n t e su defecto, conducirá sus pasos hacia una
ciencias naturales hay clasificaciones puramente artificia- sistematización filosófica puramente abstracta. En el pri-
a
144 145
l a s
c i e n
c i a s
E E NE DE TTO C R OC E
LO V I V O Y 1,0 NECERTO D E L A FI L OS OFA DE HE CE L,

mer caso, de las disciplinas matemáticas y naturales (vale La evolución y la dialéctica de los conceptos es mera-
decir, de sus conceptos, o esquemas intelectuales y arbi- mente ideal en la filosofía hegeliana de la naturaleza y
trarios) deben pasar a una visión histórica de las cosas no sólo deja intactas las especies naturales, sino que más
de la naturaleza y del hombre; en el segundo, deben tor- bien las reafirma en su estatismo y fijeza. "Ha sido una
nar, lisa y llanamente, a la filosofía. Pero una filosofía concepción errónea, tanto en la antigua como en la
de la naturaleza construida sobre la base de las ciencias
moderna filosofía de la naturaleza, el considerar al pro-
naturales es (corno ocurre, por otra parte, con la filosofía greso y pasaje de una forma y esfera natural a otra
de la historia) una concepción apoyada en una evidente superior, como una producción exteriormente real, la
contradicción entre los términos, pues significa pensar cual, a fin de iluminar la evidencia de tal progreso, queda
filosóficamente dichos conceptos arbitrarios que la filo- de inmediato relegada a la oscuridad del pasado. Pero
sofía no puede concebir y a partir de los cuales no puede, a la naturaleza le es propio, justamente, la exterioridad
como es natural, extraer consecuencias ni afirmativas, ni por cuyo intermedio permite que las diferencias se desta-
negativas, que posean validez. quen mejor y aparezcan como existencias indiferentes
Hegel ha llamado, reiteradamente, la atención sobre la entre sí: el concepto dialéctico, que ordena los grados
diferencia entre su filosofía de la naturaleza y la de en su progreso, opera en el interior mismo de éstos.
Schelling, reprochándole a esta ultima el haber sido con- Representacionesnebulosas y fundamentalmente de origen
cebida sobre la base de la analogía entre lo orgánico y sensible, como aquéllas según las cuales el agua habría
lo inorgánico, sobre la comparación de una esfera de engendrado las plantas y los animales, y los organismos
lo natural con otra, y desarrollada mediante la aplicación inferiores originarían los organismos animales más des-
de un esquema pre-establecido. Pero la filosofía de la arrollados, etcétera, etcétera, deben ser totalmente exclui-
naturaleza de Elegel tampoco logra desarrollarse sin recu- dasde la consideración filosófica". (Enciclopedia, § 249).
rrir a la analogía, con la diferencia que en ella la analogía Esto es, estrictamente, anti-transformismo; y sería legíti-
está dada por las formas del concepto y que se habla, mo esperarlo de Hegel puesto que él no le reconoce
allí, del juicio, del silogismo, de la oposición dialéctica historicidad alguna a la naturaleza.
entre los contrarios' y de muchas otras cosas parecidas; Ahora bien, no es menos cierto que cuando se habla
de suerte que la verdadera diferencia entre ambas, la de la falsa idea de una filosofía de la naturaleza y se
madre y la hija, nos parece de escasa importancia. No nos condena el tratamiento seguido por Hegel al respecto,
parece justo, tampoco, el elogio frecuentemente hecho no es menester envolver en la condena al libro entero
a favor de la filosofía natural de Hegel atribuyéndole que ostenta ese título. El diablo no es nunca tan malo
el carácter de precursor del descubrimiento de Darwin como lo pintan; y ese libro contiene (por lo conrun en
en virtud de su concepto del devenir y de la evolución. observaciones agregadas al texto, es decir, en su mayor
146 147
B E N E D E T T O CB O CTI LO ViVO Y LO MUERTO DE LA FILOSOFÍA DE BEGEL

parte) gran cantidad de acertadas críticas, que a primera de éste. En la disertación se lamenta "illam, quae a Nev-
vista, parecen dirigidas en contra de matemáticos, físicos tone incepta est, mathematices et physices confusionem";
y naturalistas, pero van destinadas, en cambio, a refutar y a propósito de la anécdota de la manzana observa bur-
la metafísica que ellos mezclan, unas veces, o extraen lonamente que este fruto ha resultado, en tres ocasiones,
indebidamente, otras, de sus disciplinas particulares. En fatal al género humano causando primero, el pecado de
una palabra, tales críticas tornan en contra de esa "inefa- Adán; después, la destrucción de Troya y por último, al
ble metafísica" —como Hegel gusta llamarla— que con- caer sobre la cabeza de Newton, la ruina de la filosofía
vierte en realidad a las abstracciones matemáticas y natu- de la naturaleza ". Newton —dice, resumiendo, en la
ralistas: fuerzas, poros, átomos, etéétera. En todo esto Historia de la filosofía— ha contribuido en grado sumo
la crítica de Hegel es eficaz y no se puede menos de a introducir en la ciencia las determinaciones reflexivas
reconocer que le asiste plenamente la razón. de las fuerzas, estableciendo
Esta polémica es también la única parte justificable de - l a de
lugar s las
l leyes
e y de e slos fenómenos. En física y óptica
las violentas invectivas en contra de Newton, o sea, en hizo
d pésimas
e observaciones y silogismos aún peores. De
contra de la mala metafísica que Newton —a pesar de la
l meraa experiencia
s se elevaba a puntos de vista generales
haber lanzado. la advertencia: "¡Física, cuídate de la que
f u e r z a como fundamento para construir,
eran tomados luego
Metafísica!"— sugería o dejaba introducir subrepticia- según esa norma, los hechos particulares; de suerte que
mente. En el resto, las invectivas de Hegel documentan s
todas sus teorías adolecen del Mismo defecto. Era un
la hostilidad que la idea de una filosofía de la naturaleza e
bárbaro ennel empleo de los conceptos y no se aper-
lleva implícita en contra de naturalistas y matemáticos, cibía nunca de que procedía según determinaciones del
de la misma manera como la idea de una filosofía de la intelecto.
historia implicaba cierta hostilidad en contra de los histo- Manipulaba con los conceptos de la misma manera
riadores de profesión. Esta no nacía —como hemos vis- como se puede manipular con piedras o trozos de madera.
to— del desprecio por estas disciplinas, sino más bien Las experiencias y silogismos consignados en su Optica
por un exceso de amor, por la estimación elevada y —citada, como ejemplo sublime de tales operaciones en.
filosófica a que eran acreedoras, según Hegel, todo lo materia de estudio de la naturaleza— debieran, por el
cual hacía de éste un severo censor de sus cultores. Se contrarío, servir de ejemplo acerca de lo que constituye
explica, entonces, que su béte mire fuese el más alto la negación del experimento y del razonamiento. La natu-
exponente de la ciencia exacta moderna: Newton; y des- raleza misma se encarga de contradecir las pretensiones
de la disertación De orbitis -planetarum hasta la 'última
1 "—uni ver so gener i s hur ner ni , d e i n d e t r o i o m i r er i o pr i ndpi i s
edición de la Enciclopedia, Hegel no hace, al respecto, pomum adl ui sse, m a l = e t íar n scientiis philosoPhieis or nen" ( e n
sino acumular críticas, acusaciones y sarcasmos en contra W erk e, x v r, 1 7 ) .

148 149
B E N E D E T T O CRO CE -LO VIVO Y LO MUERTO DE LA FILOSOFA DE ORGEL
-
de semejantes experiencias, pues ella es muy superior a rassemble et pré pare les matériaux que la philosophie vient
la mezquina idea que respecto de sí pueda formarse quien ensuit mar quer de sa forme". Pero éstas son expresiones
deposite su fe en la validez de tales investigaciones. Estos dirigidas en contra de los físicos y animadas de mucha
ataques, que asumen el carácter de acusaciones de mala impertinencia, así como vacías de contenido; pues, en
fe por parte de Newton (quien habría alterado conscien- efecto, o bien se piensa que el método empírico es capaz
temente los resultados de algunas experiencias) han mo- de establecer algunas leyes, algunos géneros, algunos con-
tivado verdadero escándalo y han sido juzgados c on ceptos, en suma algunas verdades y entonces no se alcanza
extrema severidad. Pero dejando de lado los elementos a comprender por qué las otras leyes, géneros, conceptos
pasionales que ensombrecen la crítica y renunciando y verdades, y el sistema total que ellas constituyen no
también a disculparle a Hegel la violencia de su lenguaje, puedan ser establecidos mediante el mismo método (pues
así como su. identificación al respecto, con algunos de la actividad que establece el primer concepto namratista
sus contemporáneos insignes, principalmente con Goethe, muestra que ella es capaz de establecer los otros y todo
es preciso reconocer que en lo fundamental, tanto lo el conjunto, de la misma manera como la actividad poética
que tiene de justo como lo que en ella hay de exagerado que realiza el primer verso es tarilbién capaz de llevar a
y de injusto, la polémica de Hegel es una consecuencia buen término la totalidad del poema); o bien, se piensa
lógica de su posición filosófica frente al intelectualismo que el método empírico no es capaz de obtener verdad
de la ciencia exacta. alguna por pequeña que ésta sea, y en tal caso, el método
Tanto en la filosofía de la naturaleza como en la de especulativo no sólo no tiene necesidad del empírico sino
la historia, Hegel no se ha resuelto nunca a declarar como que no puede obtener de él la menor ayuda. Hacer con-
absolutamente erróneo al método empírico y Positivo, ni cesiones simplemente verbales á la física y al método
a considerarlo del todo sustituible por el método especu- empírico no es serio y no tiene, por cierto, el menor
lativo. Para él, las ciencias empíricas a l construir sus sentido.
conceptos y leyes salen al encuentro ( entgegenarbeiten) Hegel, considerando las ciencias empíricas como una
de la tarea del filósofo, pues le suministran los materiales semifilosofía, las negaba completamente y las absorbía
en preparación y hasta semielaborados, y esto e n tal en la filosofía, la cual adquiría, entonces, todos los dere-
medida que el mismo Hegel recomendaba —como hemos chos y al mismo tiempo todos los deberes pertenecientes
visto— llegar a un acuerdo entre física y filosofía. Decla- a aquéllas. Y 'después de haber echado, así, un gran peso
raciones del mismo tipo han sido repetidas también por sobre las espaldas de la filosofía no era lícito intentar
los discípulos de Hegel, algunos como Michelet, Rosen- aligerar la carga ensayando el reenvío de algunas partes
kranz, Vera: este último compara los físicos a los opera- a las ciencias empíricas previamente anuladas y privadas
rios y el filósofo al arquitecto, y dice que "la physique de existencia. Todos los derechos y todos los deberes,
150 151
E E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFÍ A DE REGLE,

para la filosofía, pero entonces no es al empirismo a to en medicina, por ejemplo, la cura directa de las enfer-
quien correspondía probar y justificar la existencia de medadespulmonares.
éste o aquél hecho particular de la naturaleza. Que la La tentativa de aferrarse de nuevo a las ciencias empí-
filosofía descubra astros, fuerzas físicas y fisiológicas, ricas, después de haberlas dejado de lado, no tiene otro
elementos químicos, especies animales y vegetales desco- significado —como se ha dicho para el caso de la historia,
nocidas, etcétera. Aquel pobre diablo de Krug era (pare- ehistórica es la base de las ciencias naturales— que el
ce preciso convenir para el futuro) simple portavoz del de probar, una vez más, la falsedad de la tesis de Hegel
buen sentido cuando pedía a la filosofía de la naturaleza y -no, como podría suponerse, corregirla a los efectos de
de Schelling que dedujese la luna con sus caracteres, o tornarla en. verdadera. Pero la analogía no concluye aquí.
una rosa, o un. caballo, o un perro, o simplemente la Si Hegel, desesperado ya de poder racionalizar por com-
pluma con la cual él, Krug, escribía en ese momento. pleto a la historia, como lo exigía su concepción de una
Hegel, desde el primero al último escrito , lo presentó filosofía de la historia, terminó por separar arbitraria-
corno un personaje cómico y no perdió oportunidad de mente aquella parte de los hechos que a su juicio eran
hacerlo objeto de burlas y vejaciones, pero con ello no másembarazoso§ y se liberó de ellos remitiéndolos a la
impidió que su respuesta a la objeción de Krug haya novela, no ha de extrañarnos entonces que obrase de la
sido, a pesar de la aparente desenvoltura, tan ineficaz misma manera respecto de las ciencias naturales, frente
corno ambigua. Pues Hegel parecía decir, por una parte, atantas clases y especies de hechos naturales, frente a
que las cosas de este género, los hechos particulares ( y los infinitos modos de aparición de lo real, frente a lo
todos los hechos son particulares), no pertenecen a la que vulgarmente se denomina con expresiones como 'las
filosofía, y por otra, que la deducción es muy posible decasos raros, excepciones, seres extraordinarios, etcéte-
pero que la ciencia tenía, en aquel entonces, fines más ra. Su descubrimiento es delicioso ¡se trata simplementd
urgentes que la deducción de la. pluma de escribir del de la impotencia de la naturaleza (die Ohnmacht der
señor Krug. Y de la misma manera, también tenía razón Natur), de la debilidad, de los desvanecimientos de la
el ilustre fisiólogo y médico napolitano Salvador Tomma- naturaleza en el árido esfuerzo por actualizar la raciona-
si quien respondía, no sin algún fastidio, al hegeliano De lidad del concepto! Pero del mismo modo como no nos
Meis obstinado defensor de no sé qué fisiología y pato- hemos dejado persuadir, en el dominio de la historia,
logía especulativa, que el estaría dispuesto a prestarle la acerca de las Ventajas que reportaría dejar de lado parte
atención debida al método recomendado si mediante su de los hechos, pues hemos aprendido del mismo Hegel
aplicación se hubiese llevado a cabo algún clescubrimien- ,que el hecho es sagrado; así, en este caso, después de
v as o u n ar tícul o d e 1802, e n W er ke, x v i , 57- 9 c f r . E u i c l o . haber aprendido, también de él, que la razón existe en
pedi a,§ 250 ti . el mundo no nos resignamos a creer que haya una parte
152 153
TIENEDETT O c R o c E

de la realidad que sea rebelde o no se manifieste ante


la presencia de la razón. Y lo que se ha dado en llamar
aquí impotencia de la naturaleza, no nos parece otra cosa
que Ia impotencia de la Filosofía de la naturaleza, ideada
por Schelling y • Hegel, para observar fidelidad a s u
propio programa. IX

LA CONSTRUCCION DE LAS FALSAS CIENCIAS


Y LA: APLICACION DE L A DIALECT ICA A
LO I N D I VI D U AL Y ENIPIRICO

Hegel habría podido establecer su concepción original


acerca de las filosofías de la historia y de la naturaleza,
sentirse seducido p o r ella, procurar difundirla y aún
defenderla; pero nada más. Se puede enunciar un pro-
grama y decidirse luego a no ponerlo en práctica, cosa
harto frecuente sobre todo cuando, una vez concebidas
las líneas generales del plan, se tropieza con las dificul-
tades propias de la práctica y no se sabe, entonces, por
donde comenzar. Los sistemas y libros que no logran
superar el mero carácter introductorio o preliminar no
son pocos, aún en la literatura contemporánea y entre
aquéllos que son anunciados más jactanciosamente, a tal
punto que no resultaría del todo inútil confeccionar, al
respecto, un instructivo catálogo. Pero Hegel no dejó
en el aire sus' ideas acerca de las respectivas filosofías de
la historia y de la naturaleza, antes bien, él construyó,
tanto de una como de otra, las doctrinas correspondientes.
Y justamente al pasar de la concepción a la realización,
en ambos casos, debió esforzarse en tratar los hechos
154 155
RE NE DE TTO C E OC E L O V IV O Y L O M U E R T O D E L A FI L OS OFA DE H E GE L

individuales y los conceptos empíricos como conceptos observaciones. L a divulgada noción, plenamente cons-
filosóficos particulares; y , puesto que ya había aplicado ciente, del error implícito en el método que Hegel aus-
la dialéctica a estos últimos, debía proceder a tratar piciaba e intentaba aplicar ha traído por consecuencia
dialécticamente los hechos individuales y los conceptos la condena general de todos sus escritos sobre historia
empíricos: • de la civilización y del arte, de la filosofía y de la religión
He aquí el segundo gran abuso que Hegel hizo de su y aun de sus escritos acerca de las distintas disciplinas
descubrimiento dialéctico. Mas, para llegar a la compren- naturalistas. Si el método es fallido —se ha dicho siguien-
sión de este asunto y estar en condiciones de abrir juicio do un razonamiento simplista— ¿qué valor pueden tener,
al respecto, así como para explicar la génesis del mismo, entonces, y de qué garantía gozan, los resultados? E n
sería imprescindible remitirnos al primer abuso y seguir aquellos libros no habrá, de principio a fi n, otra cosa
desde su raíz todas las consecuencias que de él derivan, que ciencia e historia sofisticadas. A esto se debe no
algunas de las cuales, como por ejemplo, e l desconoci- sólo que la Filosofía de la naturaleza no haya sido esm-
miento de la autonomía de la historia y de la ciencia diada y consultada por los investigadores de los problemas
positiva, originan, á su vez, este segundo abuso. De no de la naturaleza, al extremo de que no faltaron traduc-
seguir este camino, en todas sus vueltas e intrigas, no se tores que se han permitido suprimirla en sus versiones
alcanzaría a comprender cómo Hegel podría abrigar tan• de la Enciclopedia, sino también el hecho de que los tra-
extraño pensamiento; siguiéndolo adviene e n uno, a l tados hegelianos en materia histórica sean mirados con
mismo tiempo, tanto la comprensión plena del hecho desconfianza y casi con temor de contagiarse. Sin em-
cuanto un sentimiento de admiración por la fuerza de bargo esos libros merecen ser examinados, como todo
ingenio desplegada para mantener en estrecha conexión libro, tanto en la ejecución como en su particular conte-
una serie tal de errores, una admiración por aquel Inethod nido, porque Hegel pudo obrar en el tratamiento — y
of that madness, como le llamaría Polonio. así ocurrió muchas veces— contraria o independiente-
El segundo abuso es el más comúnmente conocido y mente a su programa. De la misma manera como Goethe
es el que ha contribuido —más que cualquier otra cosa— quería, según opinión d e los entendidos, aplic ar e n
a dar mala fama a la filosofía hegeliana. Si con el primero problemas de óptica métodos absolutamente extraños a
resultaban perjudicadas algunas partes de la filosofía; con - la física, lo cual le ha valido la reprobación unánime de
el segundo, el daño se extendía y amenazaba los domi- los científicos; en otros aspectos de las ciencias naturales,
nios de la historia y de las ciencias positivas, pero tanto como anatomía y botánica, llevó a cabo verdaderos des-
las primeras como las segundas reaccionaron enérgica- cubrimientos 1
mente , . 1Ev éam
n e al respecto los dos discursos de HELmirouTz, U eber Goe-
e nMas, es preciso a este respecto, n o omitir algunas g enaturzeissenschaftliche
thel n e r Ar bei ten, y Goethe! Vor ahnungen k 9m -
a l , 157
d156e f
e n s p u e
a s ,
p r „
o p e
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O m u E n - r o D E L A FILOS OFíA DE I-IE GE L

de filosofía de la naturaleza pertenecientes a Schelling, En el estudio de la filosofía antigua, Hegel tuvo perfecta
aHegel y a sus discípulos, aumenta en la medida en que conciencia de la profunda diferencia que ésta presenta
sepasa de las partes más abstractas a las más concretas, con respecto de la filosofía moderna, tanto por la manera
de la física a la fisiología, del mundo llamado inorgánico con que se establecen e interpretan allí los problemas
al orgánico; y la razón es bien clara puesto que en las como por el equívoco que engendra la traducción de las
partes más concretas disminuye la eficacia del método proposiciones en términos de filosofía corriente, tal como
matemático. En todo caso, si en la parte positiva de sus acostumbraban hacerlo un Brucker o un Tiedeman. Su
tratados sobre ciencia natural no alcanza Hegel, al pare- historia política ofrece amplias y luminosas visiones sobre
cer, importantes resultados ni hizo observaciones origi- los caracteres y la continuidad de grandes épocas histó-
nales (como pueden hallarse en las obras de Treviranus, ricas como Grecia, Roma, el Medioevo, la Reforma, la
Oken, etcétera) 2 Revolución francesa. La historia de la literatura y del
quizás
; s i en l la
o psicología y antropología, materias en las arte que invade sus lecciones de estética contiene inter-
que era indudablemente más versado; en los tratados pretaciones y juicios que han alcanzado vasta popularidad,
q u e
históricos, en cambio, está a la altura de los mejores his- por ejemplo, acerca de la epopeya homérica, de la trage-
p u e deldsiglo diecinueve, que fué, en verdad, el
toriadores dia antigua, del drama shakesperiano, sobre la pintura
e del historicismo y en buena parte debido a él. En
siglo italiana del Renacimiento, sobre la pintura holandesa,
o historia
la f r de e la filosofía (que ya hemos visto puede etcétera. En verdad, quien hiciese un estudio especial
ser
c considerada
e r casi como una creación suya) cobran un en torno a las ideas históricas que tuvieron curso en el
relieve
d singular ante sus ojos; los pre-socráticos (especial- siglo diecinueve y que han entrado a formar parte de
mente Parménides, Heráclito y los sofistas), el mismo nuestra cultura, quedaría maravillado al comprobar que
e
Sócrates, Platón, Aristóteles, las corrientes de los estoicos, gran número de éstas tienen como fuente principal el
m los escépticos,
e
de de los neo-platónicos, del cristianismo; pensamiento de Hegel, o bien, gracias a él ,adquirieron
jy ya eno los tiempos modernos, las direcciones filosóficas su forma definitiva, aun cuando luego hayan sido repe-
r ernpirisnao inglés, del período crítico-especulativo que
del tidas, desconociendo o equivocando su filiación original,
vae desde Kant hasta Schelling, así como la filosofía de por divulgadores como por ejemplo Taine. Sería, ade-
Jacobi,
s de los sentimentales y de los místicos; investiga-. más, hacer crítica mezquina el atribuir a Hegel errores
ciones todas éstas que son tan originales como verdaderas. históricos —como se ha hecho algunas veces— fundán-
t
mender naturwissenschaftlicher I deen ( en " V or t áge u n d R eden" 4, dose ya sobre investigaciones y descubrimientos posterio-
á
Braunschweig 1896, r , 2 3 res, ya sobre datos dudosos, como cuando se le hizo el
- a Véase, por otr a par te, u n a not a d e ENCIELS, Anti c l ühr i ng reproche de no haber tomado en cuenta "el matriarcado",
xv-xvi, Ddonde
4naturalista.
73; , s e destacan al gunos m ér itos d e H egel c om o fi s c o y
o no haber sospechado las teorías sociológicas sobre el
3 ,3 p5 p- . 3 6 1 ) .
158 159
B E NE DE TTO GR OGE LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFt i DE HE GE L

origen del arte en el trabajo económico y en la decora- bien puede considerarse a su historia de la filosofía corno
ción industrial. Ningún historiador, por genial que fuese, totalmente exenta de tratamiento dialéctico. Pero la histo-
resistiría una crítica de esta naturaleza, ni Tucídides, n i ria universal, desarrollada por Hegel, es concebida triádi-
Poliblo, n i Maquiavelo, n i siquiera un Niebuhr o u n carneare: como mundo oriental, mundo clásico y mundo
Ilommsen. Así corno tampoco podrían resistir el repro- germánico. Tesis, antítesis y síntesis, que se concretan,
che, demasiado grave y personal que se le hace a Hegel, bien o mal, en la siguiente fórmula: el Oriente supo —y
de abrigar ciertos prejuicios políticos y nacionales, los sabe— que tan sólo uno es libre; el mundo greco-romano,
cuales aparecen en sus construcciones históricas de la que algunos son libres; el mundo germánico, que todos son
misma manera corno en tantos otros historiadores, filóso- libres. Resulta, entonces, que el carácter del primero es
fos y publicistas: desde la "supremacía" italiana de un el despotismo, del segundo la democracia y la aristocracia;
Gioberd hasta las actuales manías germanistas del sellor del tercero la monarquía. Para establecer esta triada,
Chamberlain o del señor Woltmanu
Hegel se ve obligado a suprimir muchos hechos en el
También en la esfera de los errores históricos, motiva- espacio y en el tiempo. En el espacio, por cuanto procede
dos p o r errores filosóficos, es preciso distinguir, aun a la eliminación directa de la quinta parte del mundo:
entre aquellos que tienen relación c on s u dialéctica Australia y las otras islas entre Asia y América le parecen
—únicos que nos interesan aquí— y los que nacen de afectas de una "carencia de madurez física", América
conceptos filosóficos erróneos con los que Hegel parti- misma no es para él otra cosa que un apéndice de la
cipa, a menudo, c on otros filósofos o c on la filosofía civilización europea y rehusa tornar en consideración las
de su tiempo, corno ser, el tratamiento de la historia de antiquísimas civilizaciones de Méx ico y del Perú e n
la poesía y del arte sobre la base de una concepción que, razón de que por las noticias que de ¿las se tienen es
en lo esencial, sería religión o filosofía, así como también posible inferir que se trata de civilizaciones "completa-
la pretensión de reconstruir especuiativamente el curso mente naturales Y debían perecer ante la proximidad del
de la historia. Espíritu". En el tiempo, desde el momento que sostiene
Pero, una vez hechas todas estas reservas, resulta no que la historia comienza sólo c on la aparición de los
menos cierto que en los libros de Hegel se encuentran historiadores, pues la palabra alemana Geschicl2te que
ejemplos • de tratamiento dialéctico de lo indiv idual y equivale a historia significa tanto la historia a parte sub-
empírico, lo cual basta para explicar, y en parte para iecti, como la 'historia a parte obiecti: los pueblos pudieron
justificar, la violenta reacción de los historiadores y cien- desarrollar larga vida sin un Estado, pero ésta, que es su
tíficos en contra de la dialéctica misma.
pre-historia, nada tiene que ver con la historia. Refirién-
Esto ocurre en menor grado, por las razones ya apun- dose a tales limitaciones en el espacio y en el tiempo,
tadas, en sus exposiciones históricas al extremo de que Hegel dejaba constancia, en sus notas de los últimos años,
160 161
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OH A D E I I E GE L

que "en la historia universal es válida la división estable- La historia de las religiones se organiza en tres fases:
cida por los Griegos: Griegos y bárbaros" 3 religión natural, religión del desdoblamiento de la concien-
como
. E sHegeia procuraba
s í adaptar a su dialéctica la historia cia en sí, y religión del tránsito a la religión de la liber-
universal, tal cual ésta se presenta en los libros de los tad. Las dos últimas se determinan también triádicamen-
investigadores, imaginando haber hallado en lo individual te: la religión del desdoblamiento en aquéllas de la me-
un punto de partida que tuviese la necesaria solidez como sura (religión china), de la imaginación (religión hin-
para ser el primer término de la triada dialéctica: tal dú), de la interioridad (religión budista); la religión del
sería el Oriente espiritual donde habría aparecido el sol tránsito, en aquéllas de la naturaleza, de la libertad es-
de la historia. Pero la triada tan penosamente conquistada piritual, y de lo absoluto o religión absoluta. La religión
hace vacilar todo •intento por iluminar el desenvolve- de la naturaleza y la de la libertad espiritual se subdividen,
miento propio de lo particular; así nos es dado ver —en a su vez, en nuevas triadas, a saber: l a primera, en la
lo que aparece más inmediato a nuestros ojos— que la religión de las luces (pérsica), del dolor (siria), del
misma triada fundamental, se prolonga en una tetranidad enigma (egipcia); la segunda, en religión de la sublimi-
(tetrada), a saber: mundo oriental, mundo griego, mundo dad (judaica), de la belleza (griega), del intelecto o
romano y mundo germánico; y en el Oriente, la China de los fines (romana). La religión absoluta habría sido
y la India son bien pronto sacrificadas a la Persia, que alcanzada, pues, en el cristianismo. Pero, uno de los
espara Hegel la primera nación verdaderamente histó- ejemplos más curiosos de construcción dialéctica de lo
rica. Del mismo modo, la historia del arte de lugar a individual nos es proporcionado gracias a la caracteriza-
una triada construida sobre la base del arte oriental o ción de las tres partes del mundo. Hegel, como va se ha
simbólico, griego o clásico, cristiano o romántico; triada dicho, desestimaba las dos primeras al decir que no le
poco sólida en su misma formulación y deducida del parecían "maduras", tanto física como espiritualmente.
desequilibrio entre contenido y forma, cuya síntesis se ¡El "mundo nuevo" presentaba, según él, la división en
daría, en verdad, no en el tercero sino en el segundo una parte septentrional y una parte meridional, que no
término. Hegel parece indicar también un cuarto período habían alcanzado su pleno desarrollo; separación que bien
artístico que seguiría al romántico, lo cual transformaría, puede ser comparada a la de los polos magnéticos! Pero
el mundo antiguo era susceptible de una división completa
también aquí, la triada en una tetranidad (tetrada), a
menos que no quiera reconocerse como última aquella en tres partes;' de las cuales la primera, Africa (la región
del metal, del elemento lunar, endurecida por el calor y
fase donde el arte deja de existir para fundirse en la
filosofía. donde el hombre es cerrado en sí mismo y obmso), es
el espíritu mudo que no se eleva hacia la esfera del cono-
Aphorismon aus c k r Ber l i ner Per i odo, en RO cimiento. La segunda, Asia, es la disipación y el triunfo
162 . S E N K R A N Z , p . 163
5 5 9 .
DE NE DE TE 0 C R OC E L O V IV O Y L O M U E R T O DE L A F I L OS OF A DE HE GE L

báquico de los cometas, el país de la generación informe tiempo no se diferencian en modo existencial, parece
e indeterminada que no puede dominarse a sí misma. La admitir, sin embargo, una diferencia en modo existencial
tercera, Europa —con su centro que es Alemania—, repre- entre las tres dimensiones del espacio. Estas tres dimen-
senta en cambio la conciencia y constituye la parte siones se fundarían, de todos modos, en la naturaleza del
racional de la tierra mediante un perfecto equilibrio de concepto, a pesar de que d ic e él) las determinaciones
ríos, valles y montañas 4 del concepto, en esa primera forma de la exterioridad,
. La construcción dialéctica influye perniciosamente en en la cantidad abstracta, son solamente superficiales y
la filosofía de la naturaleza, o sea, en el campo de los dan lugar a diferencias desde todo punto de vista vacías.
conceptos empíricos. En su parte positiva, aquel libro no Ellas son superficiales, vacías, arbitrarias y sin embargo
es, en lo sustancial, otra cosa que u n compendio de Hegel las deduce dialécticamente. ¡ El punto es la nega-
disciplinas matemáticas y naturalistas, dividido en tres ción del espacio, pero una negación esencialmente espacial
secciones: primera, geometría y mecánica; segunda, astro- y no obstante, deviene, así, línea; y la negación de la
nomía, física y química; tercera, mineralogía, botánica, negación constituye la superficie! Ofrece, además, la
zoología, geología y fisiología. Este compendio de cono- deducción de los cuerpos celestes: e l cuerpo central es
cimientos diversos es ordenado según la triada funda- la tesis, la luna y los cometas son los cuerpos de la antí-
tesis; la síntesis, el cuerpo de la totalidad concreta, es el
mental de mecánica, física y física orgánica; subdivididas
a su vez en triadas menores. Dejando de lado la idea planeta. E l magnetismo le parece la demostración ad
°culos del concepto dialéctico de la naturaleza, del silo-
que en la historia universal el punto de convergencia o
resultado fi nal es el espíritu germánico, en la concep- gismo completo: ambos polos son las extremidades veri-
ficables de una línea real, que, por otra parte, no tienen
ción cosmológica de Hegel el centro del universo es la
realidad sensible y mecánica, sino existencia ideal y se
Tierra ( y por lo mismo debiera ser Alemania, según las
presentan como absolutamente inseparables; la zona neu-
palabras citadas anteriormente). Esto muestra, una vez
tra, el punto indiferente, donde reside lo sustancial, es
más, c ómo u n gran espíritu filosófico puede dejarse la unidad que ambos polos constituyen, en la cual ambos
subyugar, aquí y allá, por el sentimiento y los prejuicios.
son como determinaciones .del concepto que nos ocupa,
He aquí, en cambio, algunos ejemplos de dialéctica res-
de suerte que, ambos extremos no gozarían de sentido
pecto de lo geométrico y de lo físico. Hegel establece, ni de existencia de no mediar la unidad, pues la polaridad
además de las tres dimensiones del espacio, tres dimen- no adviene sino merced a la conexión de tales momentos.
siones del tiempo: pasado, presente y futuro; pero, mien- Debido a la necesidad de la forma dialéctica, Hegel com-
tras observa que en la naturaleza las tres dimensiones del bate la identificación entre magnetismo, electricidad y
4 Nwur philosophié, § 340, Zusatz. quimismo, identificación cara a la ciencia física; y quiere,
164 165
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FILOSOELS D C I1E GE L

en cambio, que los tres hechos permanezcan unidos sin


perder, al mismo tiempo, su carácter de distintos. De la neutralidad concreta. El tercero es el sentido de la idealid l:creali-
o
n
é
b
stm
e
u
,q
a
misma manera habríase opuesto a los fisiólogos que recha- dad como manifestación de lo externo por lo externo,
zan la neta distinción que reina entre la célula animal y de la luz en general y, más precisamente, de la luz que
la célula vegetal, o que consideran la vida como aquéllo esdeterminada en la exterioridad concreta, vale decir, del
de lo cual participan todas las cosas. Los tres "reinos de color; y sentido de la manifestación de la interioridad,
la naturaleza" respondían plenamente a su concepción que se hace conocer como tal en su referencia extrínseca,
triádica, de ahí el apoyo de Hegel y su tratamiento dialéc- el tono: ¡es decir, la vista y el oíd&
tico de la naturaleza, a saber: naturaleza geológica, natu- Otros ejemplos de esta dialéctica de lo empírico se
raleza vegetal y naturaleza animal, En la primera, la vida encuentran, abundantemente, en aquélla que para nosotros
se da a sí misma su propia condición; en la segunda, el estambién una "filosofía de la naturaleza" (en sentido
individuo es aún exterior a sus miembros, los cuales son, gnoseológico), es decir, una filosofía de lo empírico; y
en sí mismos, individuos; en la tercera, los miembros exis- esta dialéctica rige en varias partes, a saber: en la estética,
ten esencialmente como miembros del individuo y a esto en la lógica y en la filosofía del espíritu. En la estética,
sedebe que aquél asuma el carácter de sujeto. La dialéc- vernos desarrollarse triádicamente el sistema de las artes,
tica continúa para cada una de estas formas de la natura- la primera de las cuales, la arquitectura, erige el templo
leza: el proceso de la planta se divide en tres silogismos, de Dios; la segunda, la escultura, el Dios mismo; la tercera
asaber, proceso de formación, proceso de oposición a la expresa mediante colores, sonidos o palabras, los senti-
naturaleza inorgánica, y por último, proceso de repro- mientos de los fieles y se subdivide en pintura, música y
ducción, donde se efectúa la unidad de los momentos poesía.
anteriores. El esfuerzo realizado para sintetizar en tres l o que
Máspenosa es sin duda la construcción dialéctica de empíricamente está determinado en mayor número (las
los cinco sentidos, pues éstos son cinco y no tres. Pero cinco artes en tres, los cinco sentidos en tres) le es evitado
Hegel no se deja confundir, Los sentidos para él son en el campo de la poesía por los tratados literarios en
cinco, y sin embargo son tres. El primero es aquel que los cuales encontraba lista la tripartición de la poesía en
corresponde a la esfera mecánica, del peso, de la cohe- lírica, épica y dramática, del mismo modo como ocurría
sión y de sus respectivos cambios, l o cual constituye en ciencia nátural con la tripartición en reinos. En la
el sentido del tacto. El segundo es —los dos sentidos de lógica, la clasificación de los juicios es, adoptando nueva
la antítesis: olfato y gusto— aquél que percibe las influen- terminología, casi la misma que la de Kant que apoya en
cias particulares aeriferas y el que capta la neutralidad una tetranidad (tetada): el juicio de la cualidad da por
del agua concreta y las antítesis de la solución de la resultado el de la existencia; el juicio de la cantidad, el
166 167
B E NE DE TTO CROCE L O V I V O Y L O M U E R T O D E L A FILOS OE íA DE D E C E L

de la reflexión; el juicio de ia relación, el de la . su pensamiento, de suerte que apelase de la ayuda de la


yn eelcjuicio
e s i dde
a dla; modalidad, el del concepto; para los mitología, como Platón (según una genial interpretación
cuales se conservad las subdivisiones triadicas. El silogismo del mismo Hegel), quien, cuando no lograba dominar con
(que es la síntesis respecto de la antítesis que representa el pensamiento ciertos problemas arduos e inmaturos para
el juicio, o sea la restauración del concepto en el juicio, su época, sustituía la solución pensada mediante la solución
y por consiguiente la unidad y verdad de ambos) es imaginada, en otras palabras, reemplazaba al concepto por
'desarrollado también triádicamente: como silogismo del el mito.
ser determinado, silogismo de la reflexión y silogismo de
la necesidad. E n la filosofía del espíritu, Hegel, aun
•cuando sabe bien que la psicología no puede servi5• de
base a la filosofía, la trata, sin embargo, dialécticamente.
El espíritu subjetivo se desenvuelve en tres grados; antro-
pología; fenomenología y psicología. La primera com-
prende el alma natural, real y dotada de sentimiento; la
segunda, la conciencia, la autoconciencia y la razón; la
tercera, el espíritu teorético, práctico y libre. El espíritu
objetivo tiene tres momentos: derecho, moralidad y etici-
dad. E l derecho, a su vez, presenta los momentos de
derecho de la propiedad, derecho del contrato y derecho
contra lo injusto. L a eticidad se subdivide en familia,
sociedad c iv il y Estado; el Estado, por fin, se subdivide
en derecho interno, derecho externo y (curioso salto!)
historia universal.
Muchas veces ha' sido hecha la sátira de la dialéctica
hegeliana, pero ninguna puede ser comparada con aquella
que, inconscientemente, hizo el autor mismo cuando inten-
tó pensar Africa, Asia y Europa; o bien, la mano, la
nariz y la oreja; o bien, el patrimonio familiar, la potestad
paterna y el testamento, siguiendo el mismo ritmo con
el cual había pensado ei ser, la nada y el devenir. A veces
parece que Hegel se viese imposibilitado de poseer todo
168 169
X

EL DUALISMO N O SUPERADO

El panlogismo, que ha sido notado en el sistema de


Hegel, no es otra cosa que' el complejo de los errores
nacidos a la luz de la falsa aplicación de la dialéctica,
asunto éste que ha sido aquí expuesto y analizado deta-
lladamente. Es, dicho de otro modo, llevar el pensamiento
filosófico a todos los procesos del espíritu que han de
adquirir, en consecuencia, forma lógica (filosófica) y
perecer. Pero ha sido, desde todo punto de vista, erróneo
el considerar al panlogismo como carácter fundamental
del pensamiento de Hegel, cuando es, en verdad, tan solo
una excrecencia mórbida y adherida, por así decirlo, sobre
él. Tampoco es prueba suficiente para demostrar el pan-
logismo, la identificación de la lógica con la metafísica,
pues, en efecto, en la concepción de Hegel, la lógica es,
al mismo tiempo, metafísica. Pero la "Lógica" de Hegel
nada tiene de común con la lógica escolástica ( ni siquiera
con una lógica, en sentido genérico, corno ciencia filosó-
fica particular), antes bien, constituye la doctrina de las
categorías, donde la lógica, en estricto sentido, sólo hace
referencia a una categoría o grupo determinado de cate-
gorías. Ahora bien, como estas categorías abrazaban todo
171
B E NE DE TTO CB OCE L O V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFI A DE HE GE L

el espíritu y toda la realidad, resulta claro que la identi- seca, está ceñida a la determinación unilateral de la Mine-
ficación de lógica y metafísica, de lógica y filosofía, se diarez o negación. La absoluta libertad de la Idea consiste,
reducía sustancialmente a una identificación de metafí- en cambio, en que ella no pasa sólo en la vida, ni como
sica con metafísica, de filosofía con filosofía. Que esta conocimiento finito deja aparecer solamente a la vida en
metafísica y filosofía hegelianas hayan sido desarrolladas, sí; sino que en la absoluta verdad que ella entrarla se
en parte, panlogísticamente, es la pura verdad, pero esto resuelve a dejar salir libremente de sí el momento de su
es ya asunto de muy diversa índole; el error reside, preci- particularidad, de su primer determinación, de su ser-
samente, en la aplicación del principio y no en el princi- otro: la Idea inmediata, que es su reflejo —como Natu-
pio, considerado en sí mismo. raleza". (Enciclopedia, § 244).
Otra acusación, igualmente dirigida en contra del siste- Esta conversión y este pasaje son tan peligrosos que
ma de Hegel, es la de que éste implica un dualismo, más muchas interpretaciones del pensamiento hegeliano se han
o menos larvado; acusación que a pesar de parecer incon- propuesto ( y otras se podrían proponer), a los fines de
ciliable con la anterior no lo es, en modo alguno. Como el evitar e l peligro, eliminar e l dualismo y conservar e l
error no puede nunca afirmarse, en calidad de tal, en plena sistema en su tónica inicial, que es el idealismo absoluto,
coherencia con la verdad, el panlogismo se convierte en donde la sustancia opera corno sujeto. Pero ninguna de
su contrario, he aquí el dualisrno. El campo de esta con- estas interpretaciones nos parece adecuada a l genuino
versión es la filosofía de la naturaleza donde aparece, pensamiento del filósofo.
como hemos visto, firme y persistente el viejo concepto Así, podrá resultar cómodo afirmar que el pasaje de
de naturaleza sugerido por las ciencias físico-naturales; la idea a la naturaleza no sea, para Hegel, otra cosa que
concepto al que Hegel confería validez filosófica, elabo- el pasaje de la filosofía a la experiencia, de la filosofía a
rando, así, el pensamiento en torno a una realidad situada la ciencia natural, cuya subsistencia e independencia junto
enfrente o detrás de la realidad del espíritu. E l punto a la filosofía, Hegel no habría nunca pensado negar. E l
crítico de la conversión, o sea, la revelación del dualismo, sistema de Hegel vendría a ser, de esta suerte, una fi lo-
que aparece con mayor claridad en el momento mismo sofía del entendimiento o del espíritu en sentido universal,
en que se procura ocultarlo, está en el conocido pasaje extraña sí, pero nunca enemiga de la experiencia, o sea,
o tránsito de la idea a la naturaleza; asunto este sobre de la observación e investigación de lo particular histórico
el cual Hegel se expresó breve y oscuramente y que y natural. Pero, a tal hermenéutica se opone la simple
ha motivado muchas frases pero poca luz por parte de consideración de que Hegel no pasa de la filosofía a la
sus discípulos. "La Idea, que es en sí, es decir, considerada ciencia (empírica) de la naturaleza, sino de la lógica o
según la unidad que guarda consigo misma, es intuición. de la filosofía en general a la filosofía de la naturaleza;
Pero, corno intuición, la Idea, mediante la reflexión extrín- de ahí que entiende lo natural no como lo empírico res-
172 173
BENEDETTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFÍ A DE HE GE L

pecto de lo especulativo, sino como un concepto especu- síntesis de contrarios y por consiguiente es realidad dia-
lativo que goza de los mismos derechos que le asisten a léctica, desenvolvimiento, donde permanece a salvo la
todos los conceptos especulativos. unidad. La idea, que deviene extraña a sí misma, como
Con la misma dificultad tropieza la interpretación por naturaleza para retornar la unidad primera en el espíritu,
la cual se declara que entre idea y naturaleza no hay sería el espíritu mismo, entendido en su esencia concreta
lugar a pasaje alguno, n i lógico ni temporal, porque la que incluye el momento negativo. Nuestro Spaventa se
idea no deviene naturaleza sino que es, ya, naturaleza: acerca mucho a esta interpretación cuando dice que "el
lo individual es lo universal, y lo universal es lo indivi- logos en sí no es realidad, sino que lo es solo en tanto
dual. De esta manera, el dualismo sería evitado induda- que lógica, es decir, espíritu corno pensamiento del pen-
blemente, porque en la consideración filosófica no se samiento (pensamiento puro); y la naturaleza, sólo como
aprehende sino lo universal; ha individual (que es, filosó- naturaleza, no se basta a sí misma y por ésto no sólo
ficamente, lo universal mismo), pertenece, en tanto que presupone idealmente al logos sino que lo tiene como
individuo, a la ingenua intuición, vale decir, a una esfera su principio real, justamente porque s u finalidad real,
del espíritu que precede a la filosófica y que es su condi- absoluta, es el espíritu absoluto" 1, Pero, junto a este sig-
ción. Pero Hegel no ha abandonado lo individual a los nificado de la palabra naturaleza = negación y no-ser;
poetas: él ha hecho la filosofía de lo individual desde el del mismo modo como junto a la significación de la pala-
momento que ha realizado una filosofía de la naturaleza bra naturaleza = elemento individual y materia de la
y de la historia. Para interpretar el pensamiento de Hegel intuición, existe en Hegel la naturaleza entendida como
del modo propuesto sería necesario n o sólo suprimir realidad, como lo otro del espíritu, Tr') Irceov xaG'aéró, lo
digresiones y partes incidentales del sistema, sino que otro en sí. En efecto, de no ser así, Hegel no habría
habría que mutilarlo, cercenando libros y partes enteras podido nunca pensar en construir una filosofía de lo
que el autor, al menos, consideraba de vital importancia. negativo, del no-ser, de lo que es mera abstracción; y
Una tercera interpretación podría aún ser concebida. él hace, en cambio, una filosofía de la naturaleza cuyo
Esta se apoyaría sobre un significado —sugerido frecuen- objeto es, por consiguiente, entendido corno algo positivo.
temente por llega— del término "naturaleza", entendido Finalmente, se ha buscado interpretar la división tripar-
como momento negativo del espíritu, como la pasividad tita de Hegel en logos, naturaleza y espíritu, como s i
frente a la actividad, lo mecánico frente a lo teleológico, naturaleza y espíritu no fuesen otra cosa que el espíritu
el no-ser que se opone al ser. En este caso, espíritu y mismo concreto, div idido sólo empíricamente en dos
naturaleza no serían dos conceptos distintos, correspon- partes. E l logos querría significar la realidad verdadera
dientes a dos realidades o a dos formas de la realidad, que ambos, naturaleza y espíritu, entrañan, su identidad
sino un único concepto, de una realidad única, que es Principt di eti ca, pp. 53- 34,
174 175
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFÍ A D E HE GE L

en la aparente diversidad, o sea, el espíritu en su univer- En el pensamiento genuino de Hegel, tal cual se extrae
salidad y no tal cual aparece en el mundo denominado de su filosofía de la naturaleza, Espíritu y Naiuraleza son,
social o humano cuando se lo destaca empíricamente del por lo tanto, dos realidades, una frente a la otra, o bien,
resto. Pero sería imposible borrar la profunda distinción una como base de la otra, pero de todas maneras, distintas
que Hegel hace entre naturaleza y espíritu y que se entre sí. Por eso, Hegel recurre a un tercer término, el
afirma más aun c on la distinción entre una logicidad Logos: la necesidad de superar el dualismo le obliga a
inconsciente y una logicidad consciente. El panpsiquismo ensayar la superación por medio de la forma triádica,
estaba lejos de las intenciones de Hegel, pues el pensa- que le había rendido, en verdad, tan excelentes resultados
miento era, para él, propio del hombre y extraño al ani- al superar el dualismo de los contrarios. Pero como natu-
mal; en la naturaleza no hay pensamiento sino determi- raleza y espíritu no son contrarios en su pensamiento, no
naciones del pensamiento, lo cual es bien diferente; hay, son dos abstracciones, sino que son dos realidades con-
sí, una inteligencia, pero petrificada (como decía Sche— cretas, resulta absolutamente inaplicable la forma triádica.
lling y Hegel aprobaba). De ahí que Hegel sostenía que Tampoco era aplicable la forma de crítica que él había
en la naturaleza las formas del espíritu no se resuelven empleado, con admirables resultados, respecto de los con-
las unas en las otras, como ocurre en el espíritu cons- ceptos obtenidos por reflexión en la doctrina de la esen-
ciente, sino que observan la posición de existencias sepa- cia; porque naturaleza y espíritu, en el sentido en que
radas: la materia y el movimiento, por ejemplo, existen Hegel los tomaba, no eran conceptos de reflexión, pseudo-
como hechos en el sistema solar; las determinaciones de distintos, sino dos conceptos bien distintos de carácter
los sentidos existen como cualidades de los cuerpos, y determinado. El Logos, tercer término, es el primero o
aun más separadamente, como elementos, y así sucesiva- tesis en su triada; pero mientras que e l contenido del
mente (Enciclopedia, § 380). La naturaleza dialéctica del segundo término o antítesis es bien conocido como con-
concepto está, como hecho natural, en los polos positivo junto de las teorías matemáticas, físicas y naturales, y
y negativo del imán. Hacer de la naturaleza y del espíritu el tercero o síntesis es bien conocido como. integrado por
una serie única, separable en dos tan sólo por convención, la psicología, por un lado, y por otro, la filosofía del
de la misma manera como se distingue entre hombre civi- derecho, del arte, de Ia religión y del espíritu absoluto o
lizado y salvaje, podrá ser un concepto justo, pero era, Idea; el primero o tesis, es decir el Logos no tiene conteni-
desde todo punto de vista, absolutamente extraño a la in- do propio y lo consigue en préstamo de las otras dos par-
tención de Hegel. Su distinción entre naturaleza y espíritu tes, especialmente de la última, originando para ello una
es, aun cuando se haya afirmado lo contrario, cualitativa, polémica en contra de las filosofías inadecuadas. En suma,
si cualitativa es la diferencia reinante entre seres incons- este Logos, si se lo separa verdaderamente de la natura-
cientes y seres conscientes, entre cosas y seres pensantes. leza y del espíritu no resiste en si mismo la más mínima
176 177
B E NE DE TTO CROCE
LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FIL OS OFÍA D E HE CE L

observación, pues se revela muy pronto como el oscuro no se agotaba en el reconocimiento de las grandes virtudes
fondo de la vieja metafísica: Dios, en el cual se unían las filosóficas resumidas por la teología 'cristiana, sino que
dos sustancias cartesianas; l a substantia sive Deus de tendía más bien a un acuerdo sustancialmente distinto.
Spinoza que implica, los atributos del pensamiento y .de El ala izquierda se oponía a toda trascendencia y a todo
la extensión; o aun el Absoluto de Schelling: indiferencia concepto de un Dios personal, y poniendo de relieve el
entre naturaleza y espíritu; o la ciega (pero no demasiado carácter de inmanencia del sistema, llegaba casi a simpa-
•ciega) Voluntad de Schopenhauer de donde surgen la tizar con el materialismo filosófico, en cuanto que éste,
naturaleza y la conciencia; o el Inconsciente de Eduardo a su modo, goza también de un carácter inmanente y no
von Hartmann, quien, también con rigurosa logicidad trascendente. N o sería posible aceptar una de estas dos
concluye en la conciencia. Hegel había reprochado a interpretaciones como la que responde más fielmente al
Schelling su concepción de lo Absoluto como sustancia y pensamiento de Hegel, porque, de hecho, ambas tienen
no como sujeto. Pero el Logos hegeliano es, en suma, un su fundamento en las doctrinas hegelianas y si resultan
sujetó que no se lo puede pensar en calidad de tal, o contrarias :y hostiles las unas a las otras, ello es debido
mejor dicho, que no puede ser pensado absolutamente. fundamentalmente a que las doctrinas mismas son con-
Es, como dice Hegel mismo, "Dios en su eterna esencia, tradictorias.
previa a la creación de la naturaleza y del espíritu finito";
y nosotros podernos concebir a Dios en la naturaleza y
en el espírim finito, Deus in nobis et nos, pero no un
Dios exterior o anterior a la naturaleza y al hombre. El
recurso triádico y el término Logos al que apela Hegel,
muestran que él sigue siempre prisionero del dualismo;
que lucha gallardamente en contra de él, sin poder, no
obstante, liber ars e.
En este dualismo no superado, en el cual se enreda el
idealismo absoluto de Hegel, debido al grave error lógico
Cometido, se anida la causa de la división de la escuela he-
geliana en una derecha y en una izquierda hegelianas, la
última de las cuales se aleja aún más hacia una extrema
izquierda. E l ala derecha interpretaba a Hegel teística-
mente: el sujeto, el Logos de Hegel, era el Diós personal
y la relación de la filosofía hegeliana con el cristianismo
178 179
XI

CRITICA Y CONTINUACION
DEL PENSAMIENTO DE BEGEL

CONCLUS1ON

Además de la interpretación, que hemos intentando


eneste estudio, acerca de la filosofía de Ilegel, no hemos
perdido ocasión de se5alar cuál debla ser la tarea de los
críticos y continuadores con respecto de esta doctrina.
Sería preciso conservar la parte vital, es decir, la original
concepción del concepto, del universal concreto, con
la dialéctica de los contrarios y la teoría de los grados
de la realidad; rechazar, apoyándose sobre esta nueva
concepción y desarrollándola: todo panlogismo y toda
construcción dialéctica de lo empírico; reconocer la auto-
nomía de las varias formas del espíritu, aun en_ su nece-
saria conexión y unidad; y por último, resumir toda la
filosofía en una pura filbso fía del espíritu (que podría
llamarse lógica-metafísica). Sería menester extraer el pen-
samiento hegeliano "de la envoltura de sus miembros",
esdecir, de los miembros postizos indebidamente adheri-
dos, permitiéndole, así, generar sus propios miembros,
de 'suerte que ellos respondieran a la naturaleza misma
del germen primitivo.
181
DENEDETTO CROCE LOVIVO Y LOMUERTODELAFILOSOFÍADEHEGEL
.
La escuela hegeliana fracasó totalmente, en este sentido. Hegel habría disminuído en provecho de los planetas y
Dividida —como hemos visto— en una derecha y en enespecial de la tierra; en lo que se refiere a la división
una izquierda, a su vez subdivididas en fracciones secun- entre _física y astronomía, que Hegel habría confundido
darias a raíz de la cuestión de la trascendencia y de la equivocadamente; en lo que se refiere al pasaje de los
inmanencia en el sistema, sólo mantenía la unidad para procesos de cristalización física a lo orgánico; etcétera.
conservar y acrecentar la complicación dialéctica, la con- Pero, por otra parte, no abandonaba nunca el pre-su-
fusión entre dialéctica de los contrarios y dialéctica de puesto hegeliano respecto de la filosofía de la naturaleza;
los distintos, entre dialéctica de lo absoluto y dialéctica por el contrario, allí donde Hegel había alcanzado a vis-
de lo contingente. Michelet, por ejemplo, editor de la lumbrar la verdad declarando imposible una construcción
filosofía de la naturaleza, hallaba placer en corregir dia- dialéctica de la matemática, Rosenkranz estaba listo a
lécticamente algunos detalles, a saber, el puesto que cabía interrumpir, exclamando: "Esto no puede ser admitido.
ala quinta parte del mundo en la ya mencionada dialéctica ¿Por qué la matemática ha de permanecer excluída, si el
de la geografía, estimando que las islas de•Oceanía repre- método dialéctico es el método universal?". Vera, el cam-
sentaban la última adquisición del género humano, el peón italiano de estos ortodoxos, quien continuaba las
desenvolvimiento extremo del selfgovernment democrá- proezas en contra de Newton, sostenía que la ciencia
tico. Y a quienes no veían claro en el proceso dialéctico de la naturaleza se hace con tres métodos: el experimen-
de su razonamiento, Michelet respondía, que el método tal, el matemático y el especulativo mediante el cual se
dialéctico como la creación artística, no pretendía una corona el esfuerzo; escribía entre otras cosas lo que sigue:
aceptación universal, sino que debía quedar como "un "Nous disons qu'il y a un air, une lunWre, et mdme un
talento exclusivo de quienes son los favoritos de los Dio- temps et un espace apparents
ses". Esto no bacía verdaderamente ningún honor al air,
- eunet lumiére,
q u i etcetra, qui n'a apparaissent POint et
maestro quien había afirmado, con tanta insistencia y qui sont
s o n t simplement pensés".
profundo sentido humano, que la filosofía no debía ser s Pasando
e n de t ila extrema
s , derecha a la extrema izquierda
nunca esotérica, sino siempre exotérica. Rosenkranz (otro ye deteniéndose,
t por un instante, en un escritor que en
de los más significativos representantes de la derecha), los últimos años ha sido muy divulgado y discutido tam-
después de haber consignado, de una manera que nos bién en Italia, nos referimos a Federico Engels (amigo
conformamos en calificar de poco común, en su Aestbe- y colaboradoi• de Carlos Marx), puede verse como éste
tik des M i s s liquidaba la filosofía reduciéndola a las ciencias positivas,
vulgar
- psicología, proponía también la reorganización y salvando únicamente "la doctrina del pensamiento y de
corrección sus leyes: l a lógica formal (1) y la dialéctica". Y de
l i c h e n , de la filosofía de la naturaleza, por ejemplo,
en lo que se refiere a la jerarquía de las estrellas fijas, que esta dialéctica, la cual "no era otra cosa que la ciencia
t o d a 183
s182
l a s
p a l
a b r
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FIL OS OE IA D E HE GE L

•de las leves generales que presiden el movimiento y des- ¿Cómo narrar, c on abundancia de detalles tan poco
arrollo (le las sociedades humanas y del pensamiento", Serios, el lamentable destino que en manos de los discí-
Engels daba ejemplos como los siguientes: un grano de pulos habría de tener el método dialéctico? N o faltó
cebada, que ha sido introducido en la tierra, germina y quien aplicara e l siguiente razonamiento dialéctico: e l
convirtiéndose en planta, es negado como tal; pero de espíritu como principio masculino, la naturaleza como
la planta surgen nuevos granos, he aquí, entonces, la principio femenino y la historia como la unión matrimo-
negación de la negación. El huevo, cuando de él sale la nial de ambos. O tro creía hallar la categoría del ser en
mariposa, es negado; pero la mariposa produce, otra vez, el mundo oriental; la categoría de la esencia en el mundo
el huevo lo que quiere decir que estamos de nuevo en clásico y la categoría del concepto en el mundo moderno.
presencia de una negación de la negación. En álgebra, a es Para a lg a otro, en cambio, la antigüedad era el reino
negada por — a, pero llegando la negación, se tiene — a del arte, el mundo moderno era el reino de la filosofía
— a a , o sea, la primera a elevada a potencia. En la his- y el futuro sería el reino de la moralidad; y en la anti-
toria, la civilización comienza con la propiedad común de güedad, Atenas significaba algo así corno lo que corres-
la tierra; la propiedad privada niega el comunismo primiti- ponde a la electricidad dinámica, Esparta a la electricidad
vo; el socialismo hará la negación de la negación, reprodu- estática, Macedonia al electromagnetismo. Persia a la luz
ciendo e l comunismo primitiv o, per o elevado a una y Roma al calor expansivo y absorbente 2
mayor potencia. En la historia de la filosofía, el primer se
. Eencuentran
s t a s profusamente
t o n t e r diseminadas
í a s tanto e n las
momento está representado por el materialismo originario, obras de autores bien conocidos como en las de los hom-
negado luego por el idealismo, el cual sufre, a su vez, bres oscuros; no siendo, por cierto, las de estos últimos
la negación de la negación que se concreta en el materia- las menos significativas.
lismo dialéctico. Y no se objete —agregaba Engels-- Los mejores discípulos fueron aquellos que, no sin-
que se pueda negar un grano de cebada comiéndolo, o tiéndose capaces de superar el pensamiento de Hegel o
negar un insecto simplemente aplastándolo, o negar el no creyendo que la época se hallase madura para ello,
valor positivo de a, suprimiendo a ; porque la negación se limitaron a cuidar la doctrina del maestro casi como
debe ser tal que haga posible la negación de la negación, una herencia sagrada, poniendo de relieve los profundos
de lo contrario —afirma ingenuamente— no se tendría rasgos de verdad que en ella se encuentran y abstenién-
proceso dialéctico alguno'. dose, ditíase por un instinto de apreciación de lo verda-
1 Anti di ar i ng, Intr oducci ón, pp. 9- 11, y sebr e l a negaci ón d e l a 2 Ejemplos tom ados de C . Knapp. de A. y . Cieskowski, etcétera, en
negación, pp. 137- 146. Estos pasajes se hal l an tam bi én e n i tal i ano, P. BARTH
apéndice al l i br o de LABRIOLA, Discorrendo d i socialismo e d i filoso- Para
- otr os ej em pl os característicos, véase l a par t e hi stór i ca d e m i
tia ( R om a) , 1897, pp. 168- 178. Estética,
, c. 13.

184 G e s c 185
h i e h t
s p h i l
o i e p
h i e
DENEDETTO CE O CE LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFÍ A D E FIE GE L

clero, de insistir sobre las partes más escabrosas (filosofía germen, impedir que él se desarrolle y cristalice en un
de la naturaleza, filosofía de la historia), sin rechazarlas, nuevo y más perfecto sistema"
no obstante, explícitamente. Ellos mostraron también un En cuanto a los adversarios de Hegel, se hace necesario
espíritu tan crítico •cuanto circunspecto al remitir, en decir que ellos no han sabido cumplir, siquiera, con su
cierto modo, el pensamiento de Hegel a sus fuentes kan- deber; en primer lugar, si esto no hubiese ocurrido ellos
tianas, haciendo continuo objeto de examen a la necesi- no habrían sido adversarios, por el contrario, habrían sido
dad del tránsito que se ha operado desde Kant hasta discípulos y continuadores de su pensamiento. Mientras
Hegel. Tales fueron, en Alemania, por ejemplo Kuno que sus sectarios conservaban outrance intacta la dialéc-
Eischer, a quien se debe una lúcida reelaboración de la tica, con las confusiones y falsas aplicaciones de la misma,
lógica hegeliana a, Bertr ando Spaventa en Italia, Stirling los adversarios, en cambio, la refutaron enteramente y
en Gran Bretaña 4 y algunos otros discípulos que en torno cayeron así en un error análogo si bien opuesto. Dejemos
a ellos florecieron en los tres países. Spaventa ni superó de lado al rudo Schopenhauer quien no perdía ocasión
ni transformó la concepción hegeliana, 'pero tenía claro de injuriar la posición de Hegel y cuyo conocimiento
el presentimiento de que era necesaria una transformación del sistema era más un saber de oídas que un contacto
y que ésta debía ocurrir. "En los filósofos —advertía él, inmediato con el mismo '; y en efecto, en sus mal inten-
al respecto— en los verdaderos filósofos hay siempre cionadas críticas antihegelianas no logra nunca superar
algo latente, que es más que lo que ellos mismos repre- el plano de lo general y de lo anecdótico. Herbart, al
sentan y de lo cual éstos no tienen conciencia: es el menos, un poco más equilibrado reconocía que Hegel
germen de una nueva vida. Una simple repetición mecá- era "uno de esos extrafíos hombres nacidos para la especu-
nica de las ideas filosóficas no hace sino sofocar este lación" y juzgaba que la filosofía hegeliana, debido al
gran relieve que da a las contradicciones que frente al
3 Véase s u L o g i k u n d M etaphysi k ( 1852) , especialmente l a se- pensamiento ofrece plenamente la realidad, constituía la
gunda edi ci ón de 1865.
4 mejor propedéutica a la metafísica 7
J. Sr ALING, T he seeret o f H egel ( London, 1865) : " T h a t seeret
may be inclicated at shortes thus: as Aristotle — w i th considerable assis- refutaciones
. P e r o a la s dialéctica
i shegeliana
e hechas por Tren..
tance fr om Pl ato— m ade ¿ ol i c i t the abstr act universal, that was im - delenburg,
l e e n en Alemania; Rosmini, en Italia, y Janet en
Flicit M Socr ates,e a H egel — w i th l est consider able assistcsnce fr om Francia (para nombrar sólo a los más importante), no
Fichte and Schelling— ' l a s
implicit
, i n Kant" , ( T al secreto puede ser indicado sintéticamente de l a Prolusione e i ntr oduzi one d t . , pp. 182- 183.
manera
nade siguiente: del mitran m odo como Aristóteles —con ayuda con- e T al es tam bién l a opi ni ón del antihegeliano R . H Avat, en su en-
siderable d e Pl atón— hi zo expl íci to el univer sal abstr acto, que esta- sayo sebre Schopenhauer (reimpreso en Gesarnmette Aufsiitze, Ber lin,
o • x p l i l , i t
ba i m pl íci to en Sócrates; así H egel — c on m uy poca ayuda de par te 1903: cfr . pp. 330-3:31).
tde F ihchte ey Schel l i ng— hi zo expl i ci to el univer sal concr eto, que es- 7 Véase s u cr íti ca a l a Enciclopedia, e n W er ke, ed• Har tenstein,
c oim plícito
taba n c en r Kant
e ) . ( e, p. N I; cfr . p. 317) . xn, 670, 685.
t e
186 187
u n i v e r
s a l ,
t h
a t
w
B E NE DE TTO C R OC E L O V I V O Y L O M U E R T O D E L A FIL OS OFíA DE H E GE L

sepuede menos que sentir la garra de una desconfianza tiene, por cierto, su origen en la conciencia de los errores
semejante a lo que ocurre cuando uno nota que un crítico del sistema. Hegel había observado que,después de Fiebre
torna en demasiado fácil su cometido y no sale de la la filosofía se había sutilizado demasiado y no podía ser
mera superficialidad, de suerte que a través de sus mismas en adelante asunto del bello mundo y del público culto,
palabras de condena y desprecio se adivina que en la como lo había sido durante el siglo dieciocho, antes de
cuestión hay algo más profundo que ha escapado a su Kant 9
percepción. Sin duda, estos refutadores ingeniosos saca- a
. un extremismo tal que éstos resultaron incapaces para
ban a la luz dificultades y algunas veces hasta errores; pero discriminar
P e entre concepto y sensación, entre ernpirismo
estos errores no eran filiados en su verdadera génesis y especulación. Ahora bien, ¿cómo habría sido posible,
r o a la pérdida absoluta de toda capacidad discrimi-
como derivados de la exageración motivada por una frente
nueva y grande verdad. 'Refutar una filosofía —había e
nativa elemental o propedéutica, comprender y criticar
dicho precisamente Hegel— no significa otra cosa que l pensamiento de Hegel que presupone el conocimiento
el
superar sus límites y rebajar su principio determinado yr laesolución de los problemas elementales, y aspira al
hasta hacer de él un momento ideal" a. tratamiento de las cuestiones últimas y más exquisitas y
t o
Pero a los adversarios filosóficos sucedieron bien pronto sólo respira y vive a sus anchas en las más elevadas cum-
r n
los adversarios bárbaros pertenecientes a las nuevas gene- bres? Elevar los ojos hacia un pensamiento corno el de
o
raciones que por 1848 entran en el período de la adultez. Hegel, en semejantes condiciones, sería lo mismo que
Estas, so pretexto de atacar a Hegel, no atacaban sino a p
despertar, en sí, la conciencia dolorosa de la impotencia,
la Filosofía misma, cuya natural aspereza tenía en él su o las consiguientes agitaciones y tormentos, con la
con
máximo representante: la Filosofía, que no tiene corazón inexorable
s i condena de los goces que no se han podido
ni compasión para los débiles de espíritu y para los gustar.
t i
negligentes; la Filosofía, que no se deja seducir por las v Pori fortuna, en nuestros días las disposiciones del ánimo
invitaciones del sentimiento y de la imaginación, ni se han mejorado: más propicias hoy a la filosofía en general,
s tpropicias luego para lograr una conaprension del
ceba en las finalidades fáciles de la serniciencia. Hegel más
era, para estas generaciones, la sombra impune de la nece- a
pensamiento de Hegel. Comenzamos ahora a tener una
sidad especulativa del espíritu humano, y una sombra c
filosofía del arte y del lenguaje, una teoría de la historia,
que parecía dispuesta a tomar por sí mismo, en. la primera una
o gnoseología de las disciplinas matemáticas y natura-
ocasión favorable, la propia venganza. listas
n lo que hace imposible el resurgimiento de los mismos
profundo
- D e que a qlaufilosofía
í , deeHegel
l ha sabido despertar: errores
d en que Hegel se enredó. En particular, el viejo
un
o odio,d mezcla
i o de remordimiento y de temor y que no concepto de la naturaleza, heredado de l a ciencia, o
u
•Enciclupectia,§86,corolario. 9 Ge3chichte d e Phi l osophi e 2
j, rtr, 5 7 7 ,
188 • 189
oS .
l
o
s
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O y L O m u r r a o D E L A FI L OS OFA D E ILE OE L •

mejor, de la filosofía del siglo diecisiete, está en vías de queacabamos de mencionar y para otros de su dirección.
disolución. Día a día resulta más claro que la naturaleza, Vano habría sido todo requerimiento de renuncia a su
mejor dicho, el concepto de naturaleza es producto de la propio pensamiento; y por otra parte, el haber mostrado
praxis del hombre, pues éste solamente olvidando el carác- que las exigencias de un conocimiento concreto se satis-
ter natural de su origen, descubre en torno suyo a la facen en la forma del pensamiento es ya un grande mé-
naturaleza como algo extraño que, con su aspecto de rito y en ello consiste su descubrimiento inmortal. De ahí
misterio impenetrable, diríase que le atemoriza. Se ve, quesea menester estudiar a Hegel críticamente, separando
además,renacer por todas partes un cierto romanticismo los elementos intrínsecos y vitales de aquellos extrínsecos
filosófico, lo cual es condición (si bien, nada más que y muertos. La conciencia moderna no puede ni aceptar
una condición) para alcanzar a comprender tanto a Hegel todo Hegel, ni rechazarlo totalmente, como se hacía cin-
como a todos los filósofos de su época. Se suspira de cuenta afíos- atrás: ella se encuentra, con respecto de él,
nuevo, entonces, por el misticismo v el saber inmediato en la misma condición que el poeta romano frente a su
ala manera de Jacobi; y se erige, otra vez, el viejo ideal dama: nee tecum vivere possum, nec sine te. Esta revisión
schellingiano de una contemplación estética que brinde crítica del pensamiento hegeliano no parece que pueda
al espíritu, sediento de verdad y con ansias de obtener ser obtenida ahora desde Alemania, tanto se ha olvidado
lo concreto, aquéllo que la ciencia de índole meramente allí a este gran hijo que ni siquiera se han reimpreso sus
natural, no puede dar. De esta suerte, uno de los escri- obras11 y respecto del cual se pronuncian, con frecuencia,
tores que pertenece a este movimiento, nos referimos a juicios que nos asombran a nosotros, habitantes de estos
Bergson, que propugna como metafísica de lo absoluto extremos confines de Italia, nosotros que no hemos nunca
una conciencia intuitiva " q u i s'installe dans le mouve- podido olvidarlo totalmente, que lo habíamos hecho nues-
ment et adopte la vie mJme des choses" ¿ Y no era tro de alguna manera y a quien vinculábamos fraternal-
ésta,acaso, la exigencia de Hegel; su punto de partida? mente con Giambattista Vico y Giordano Bruno. Con
¿No tendía su esfuerzo a describir una forma mental que respecto del hegelianismo, mucho más importantes que
fuera móvil como el movimiento; que participase de la los estudios alemanes son aquellos que se van cumpliendo,
vida de las cosas; que pulsara "el ritmo de la realidad" y desde hace unos treinta años, en Inglaterra, donde la
reprodujese mentalmente el ritmo del desenvolvimiento, obra de un Stirling se ha demostrado bastante fecunda
sin dividirlo, estatizarlo y falsearlo?
y donde Hegel es expuesto con claridad, interpretado
Pero esta necesidad era para Hegel sólo un punto de
No debe olvidar se que esta obr a f ué escr ita en 1906 y que a
partida y no una conclusión como lo es para el escritor partir del pr i m er decenio de este siglo l a bibliogr afía hegeliana tom a
Intr oducti on el l a m étaphysique, en "Revue de m étaphysique et un auge considerable. Véase al respecto l a bibliogr afía que acom paña
de m or al e" , XT, p. 29. el pr esente vol um en. ( N . del T . ) .
190 191
B E NE DE TTO C R OC E
LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFí A D E HE CE L

con verdad, criticado con respeto y libertad mental. En


como tal, esto es todo. Si esto no se reconoce ahora, ello
recompensa, el espírini pujante de Hegel ha llamado por
no importa mayormente. "La Lica no tiene prisa", como
primera vez a la vida especulativa a ciertas inteligencias
Hegel gustaba repetir. Pero de todas maneras a esta ver-
inglesas de esa tierra que durante siglos representó la
dad se deberá llegar una vez u otra, y por distintos
fuente y origen de h filosofía empírica y que aun en
caminos; y s in estar entonces socorrido por la ayuda
el siglo .diecinueve no parecía capaz de producir otro
directa de Hegel, será menester, echando una mirada en
espíritu filosófico que el de los Stuart Mill y los Spencer.
la profundidad de la historia del pensamiento, no s in
Si alguien me preguntase ahora s i hay que ser o no
asombro, proclamarlo corno un verdadero precursor.
"hegeliano", y si y o personalmente lo soy, podría, des- Pero la primera condición para resolverse a favor o
pués de todo lo dicho, eludir la respuesta. Sin embargo,
en contra de las doctrinas que propone Hegel, es (véome
no quiero aquí omitir la respuesta deseada, la cual vendría
obligado a recordar una cosa que sería sumamente agra-
a ser una especie de corolario: una respuesta que toca a dable dar por sobreentendida) leer sus libros a fi n de
esa misma filosofía, Y o soy, y creo que es preciso ser
poner coto a este espectáculo, donde lo cómico disputa
hegeliano; pero en el mismo sentido en que Cualquiera con lo odioso, y que consiste en acusar e injuriar un filó-
que tenga, en nuestros tiempos un espíritu y una forma-
sofo que no se conoce, en batallar locamente en contra
ción filosófica, es y se siente, a la vez, eleático, heracli-
de un fantoche ridículo creado por la propia imaginación
tiano, socrático, platónico, aristotélico, estoico, escéptico,
bajo el imperio, por cierto nada noble, del prejuicio tradi-
neoplatónico, cristiano, budista, cartesiano, spinozista,
cional y de la pereza espiritual.
kantiano
Abril do 1906.
cir, en el sentido que todo
; pensamiento y todo movimiento
histórico del pensamiento,
e t c no
é puede pasar sin dejar sus
frutos, s in aportar unt elemento
er a de verdad, que forma
parte, consciente o inconscientemente,
, del pensamiento
vivo y moderno. Hegeliano,e t c en el sentido de sectario
servil que sigue fielmente
é t elas huellas del maestro y hace
profesión de fe aceptando ciegamente todas las palabras
r a ,
salidas de sus labios, o en el sentido de sectario religioso
E
que considere como pecado el disentir, nadie que goce
s y mucho menos yo. Hegel, en
de sensatez querrá, serio;
suma, ha descubierto,dtambién él, u n momento de la
e
verdad, l o cual es preciso sea reconocido y aceptado
192 -
193
A P É N D I C E

•I

EL CONCEPTO D E L
DEVENIR Y EL HEG ELIANISMO

Una de las acusaciones más comunes y, por así decirlo,


casi populares en contra de la concepción hegeliana de
la realidad consiste en afirmar que la historia, en confor-
midad c on e l íntimo pensamiento d e Hegel, debería
reputarse corno agotada y definitivamente cumplida. La
acusación se ampara en la argucia siguiente: el proceso
mundial habría tocado a su fin por el año de 1812 (fecha
de la publicación de la :
L(fecha
ó g i de
c ala
) ,publicación
o de la Enciclopedia), y en la
persona
p o r del profesor Jorge Guillermo Federico Hegel.
e Aun lcuando esta acusación sea simplista y agregue a
su
a carácter
ñ popular
o el de una evidente trivialidad, preciso
es convenir en que no se halla del todo exenta de. cierto
d e
sentido verdadero. Es innegable, por ejemplo, que en la
1
filosofía8hegeliana,
1 la historia de las religiones culmina
7
195
LO V IV O Y L O M U E R T O DE L A E ILOS OFIA D E R E GE L
B E DZE DE TTO C R O C E

tanto la absoluta conciencia del sentido último que abriga


con el cristianismo corno "religión absoluta"; la historia
el pensamiento hegeliano, cuanto el coraje de confesarlo
del arte culmina con el arte romántico que es, por último,
abiertamente. Entre estos pocos se encuentra Moni, quien
resumido por la filosofía; la historia de la filosofía alcanza
en un ensayo bastante serio y agudo sobre La dialettica
su máximo esplendor en el idealismo absoluto y el desen- positiva ossia u concetto del divenire 1 se hace acreedor
volvimiento histórico de la vida social y política culmina
con la realización de la conciencia de la libertad, o sea, de la gratitud de todo aquél que precie la claridad en
las afirmaciones así como en las disensiones. "La filosofía
en el mundo germánico. —dice Moni— siendo, desde ahora, realizada histórica-
Hegel y los hegelianos no parecen haberse detenido mente, lleva la
a reflexionar sobre las dificultades que entrañan seme- por
, la historia, si se la separa de ésta, nada puede esperarse
jantes conclusiones; antes bien, el primero dice en ciertas
hdei ella,
s t oEntonces,
r i aquéllo que ha acaecido una vez (real-
ocasiones ( por ejemplo, a l fi nal de la Filosofía de la mente "acaecido", es decir "aprisionado en el concepto")
a
historia) "Hasta aquí la conciencia ha llegado", etcétera; no puede • acaecer más (acaecer fuera del concepto, es
y los otros han dejado entrever, apoyándose sobre tales e n
decir históricamente). Habiendo "acaecido" ahora, ha
afirmaciones incidentales, que la cosa no debe ser entendi- s í .
da como vulgarmente se entiende, pero no se han tomado J"acaecido"
u s t para siempre. El idealismo absoluto, tomando
y resumiendo en sí la historia completa de la filosofía,
el trabajo de mostrar en que otra forma es preciso enten- a m ser,
resulta e así, el punto último y la etapa final. 2 Es to es
derla, ni de que manera podría conciliarse esta supuesta n t e ,
hablar claro! y clarísima resulta también la admonición
inteligencia del asunto con la lógica del sistema. Lógica sque dedica
i a las almas mezquinas que una vez que ha-
que lleva a aquellas conclusiones paradojales y que tiene, e n
bían aceptado el sistema hegeliano querían hacer de él
por así decirlo, prueba bastante de su ilogicidad en las d o
un momento superable de la historia: "Aquéllos que
expresiones frecuentes de algunos hegelianos ortodoxos, a n el valor del idealismo absoluto, sin embargo,
quienes se hallan convencidos de poseer, en adelante, la afirmando
i demopinión que éste debe ser, también, un sistema
son
plena e inmutable verdad y permanecen indiferentes ha-
a'superado',
d deberían en primer lugar v er c omo sería
cia todo nuevo problema o concepción que haya surgido
después o se halle en vías de surgimiento, más semejantes, aposible tal superación, o en otras palabras, proponerse, la
entonces, de lo que fuera dado imaginar, a los pensadores cuestión general de si puede ser superado un sistema que,
en cuanto deduce y por consiguiente, desciende hasta
tomistas y a su "filosofía perenne". Estas expresiones si
bien resultan, por una parte, evidentes no siempre son 1 AR TInto M oN I, La dialetlica positiva ossla Ueancettro del divende•t.
plenamente conscientes y deliberadamente confesadas; Algunas consideraciones a pr opósito de una r eciente cr i ti ca del idea-
lismo absoluto, Ter am o, 1910 ( extr . de l a "Rassegna abruzzese").
por eso resulta sumamente raro hallar, entre los hegelia-
Op. ci t. p. 4B-9.
nos que hemos calificado de ortodoxos, alguno que posea
197
196
BEN ED ET T O .C R OC E 1 0 V I V O Y L O M U E R TO D E L A FIL OS OFÍA DE I I E GE L

aquéllo que constituye un momento de sí mismo, el con- historia en Oriente, Mundo Clásico y Mundo Germánico,
cepto, o sea, a la universalidad y eternidad de la historia, era reemplazada por otra en Antighedad, Era Cristiana,
no resulta otra cosa que la superación absoluta, y en con- y Futuro! N o se puede decir que este Futuro fuese. un
secuencia la superación misma de la historia" ". ¿Qué que- período demasiado breve, tanto más si, se piensa que
da por hacer m'in? "En adelante nada, sólo aquí, en la par- Cieskowski creía en la sucesión funtra de otras historias
ticularidad de la forma o de la ejecución pudo aún caber después de la historia humana. En Italia, principalmen-
alguna duda y abrigarse entonces la posibilidad de un te en Nápoles allá por 1860 surgió algunas veces este
perfeccionamiento infinito, a efectuarse justamente en el pensamiento de la necesidad de prolongar la concepción
seno mismo de la filosofía hegeliana, mas nunca. fuera histórica hegeliana incluyendo un Futuro, como por ejem-
de ella" 4 plo en el campo político con la inclusión de la demo-
la
. comparación, 'que antes he hecho, entre hegelianos cracia o e l socialismo. D e Sanctis, en una carta suya
ortodoxos
C r e o y tontistas o neotomistas ya que estos últimos donde recomendaba a uno de sus discípulos tardíos el
admiten
q u también que la ciencia y la filosofía ulterior estudio de fa filosofía hegeliana, "base y fórmula del
pueda perfeccionar y enriquecer el tomismo sin, que sea pensamiento moderno", hacía la concesión que Hegel,
e
necesario para ello "salir del seno de la filosofía tomista". "incluyendo y elevando en su sistema el pasado, suprime
a fi r el futuro".
Otros hegelianos, menos obsecuentes no supieron ave-
m
nirsea a este "término de la historia", y se aplicaron, por Pero, con prolongar el curso de la historia, con incluirle
clo menos,
i o a prolongarla en lo posible. Seria cuestión de una u otras épocas, o con dejarlo indeterminado en un
n e s las Varias y curiosas tentativas que éstos pusieron
recordar Futuro, concebido como época, no se suprime la difi -
cen 'práctica, con tal motivo, desde aquéllos que se limi- cultad, la cual subyace bastante más profundamente que
o
taban a un punto especial ( por ejemplo, Teodoro Vis - cualquiera de estas determinaciones contingentes, que si
m quien Je daba al arte la esperanza de un período
cher, provocan escándalo, es justamente porque son los sínto-
"de
o arte moderno", después del período romántico) y mas de dificultades bien profundas. La dificultad consiste
aquéllos
e otros de alcances más generales entre los cuales en el concepto mismo de un progressus ad finitunz, de
el
s mas curioso, a mi parecer está representado en 1838 un devenir que tenga comienzo y fi n en el tiempo, y
por el polaco Augusto Cieskowski en sus Prolegomena zur que n o l e asiste razón alguna para fundamentar s u
t
Historiosophie', ¡dónde la tripartición hegeliana de la nuevo comienzo una vez que hubo terminado, en suma,
a
de un devenir sin necesidad lógica ( lo cual supone un
s •42 O p. cit., p. 49.
O p. cit., p. 59. momento de irracionalidad); de una realidad respecto
j 5 N uev a edi ci ón, Posen, Lci tgcber , 19013, T odos l os l i br es poste- de la cual el devenir sólo es accidental, tanto que ha
riorel de Cleskowski obedecen al pensamiento or i gi nal consignado en
u comenzado de lo inmóvil y termina en lo inmóvil, y
éste, s u pr im er libro.
s198 199
t i
fi
c
a
n
B E Y E DE TTO CROCE LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFÍ A DE ITE GE L

podía por consiguiente continuar como aquella realidad los ojos de los hegelianos ortodoxos, la de un anunciador
primeramente de la buena nueva, de un redentor; y la Fenomenología
El origen de este concepto no está en el pensamiento, así como la Lógica asumen los caracteres de un Evangelio
sino en la imaginación; es una concepción mitológica, y de una Summa theologica, perfectible en nuevas edicio-
familiar a varias religiones, concepción dominante en el nes, pero nunca "conmovible en sus cimientos".
Cristianismo y que alcanzó a ejercer su influencia en la
filosofía postkantiana, y la ha ejercido aún hasta el positi- IT
vismo, c on sus sueños de una humanidad racional y
científica, y hasta en el socialismo, con el ideal de una Que en Hegel el devenir deba ser entendido en sentido
sociedad en la cual haya sido suprimida toda lucha. En temporal, me parece, desde todo punto de vista, fuera
la filosofía postkantiana asume ya la forma de un "reino de duda; y además confirman tal interpretación algunas
de la razón", reservado para el futuro (Fichte), y a la destacadas sentencias de su sistema (por ejemplo, que el
de un pecado original del cual es preciso redimirse (corno arte sea, desde él, un pasado, o que la primera categoría
en el segundo Schelling, en Schopenhauer y en el repe- de la lógica coincida con la primera escuela filosófica
tidor de éstos, Hartmann); de donde surge como conse- griega). Pero se podría decir —y ha sido dicho— que este
cuencia e l conferirle a l tiempo e l rango de realidad concepto del devenir debe interpretarse también en sen-
metafísica. Hegel no se habría aún liberado totalmente tido ideal; vale decir, que en el pensamiento de Hegel,
de este progressus ad finitum, como resulta claro en la al significado temporal se une el significado ideal, o en
arquitectura de su sistema según la cual el Logos crea todo caso, que a su pensamiento puede serle conferido
el mundo de la naturaleza, inmóvil y sin historia, base este significado introduciendo en él, de esta suerte, una
firme de la historia humana, la cual, sobre dicha base, importante corrección que asegura su solidez.
recorre los estadios necesarios en un proceso conducente La excepción está bien fundada, porque no tratándose
al puro pensamiento •y a la conciencia de la libertad. de elevarlo o disminuirlo en sus méritos poco importa
Arquitectura en la cual la filosofía (aún cuando el pro- detenerse sobre las contradicciones de Hegel, e importa
fundo espíritu filosófico de Hegel contrasta c on esto más bien tener en cuenta aquellas partes de su pensa-
enérgicamente) conserva huellas de aquel desfile de narra- miento que se muestren más vitales y sean susceptibles
ciones, de Erziiblung propio de los niitos que tan abier- de un desarrollo ulterior. Conforme con esto sería preciso
tamente se encuentran en Schelling y en Schopenhauer, examinar el concepto de devenir, propuesto por ,Hegel,
y que a su vez tanto repugnaba á Herbart, quien expre- como un devenir extr
saba con esta repugnancia una legítima exigencia filosó- preciso,
. a t e ante
m p o todo,
r a lno confundir el devenir ideal c on
fica. La figura de Hegel viene a constituir por esto, a el
e devenir abstracto o irreal, que no es sino u n mero
200 i d e a l . 201
P a r
a
l o
B E NE DE TTO C R OGE LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFí A D E IIE GE L

esquematismo del devenir y que n o goza de fuerza la naturaleza, o si se quiere, de la conciencia sensible, va
alguna sobre los hechos que vienen dispuestos en aquel hasta el espíritu absoluto y en él transita por las tres
esquema; de lo cual puede dar ejemplo la filosofía hege- fases necesarias •para alcanzar la Filosofía, donde recién
liana de Ia naturaleza, o la aplicación que de ella hacía se detiene. L o cual también ha sido dicho con bastante
el agnóstico filósofo napolitano ' f u i, quien construía por claridad por Arturo Moni: "La dialéctica no es precisa-
triadas progresivas el mundo de lo Bello, declarando que mente la misma de un punto a otro de la Lógica, sino
hacía esto porque le resultaba tan cómodo y atrayente que ella, que es en sí misma movimiento, se mueve; y su
corno agradable. Semejante devenir abstracto es una fala- movimiento teniendo un término ad quem, cesa. Ahora
cia lógica, cuando no es un símbolo estético de la anhelada bien, el cese del movimiento dialéctico no origina antíte-
y no alcanzada logicidad. sis dialéctica alguna. La lógica especulativa, como para
El verdadero devenir ideal no es algo indiferente o Aristóteles él mundo, es esencialmente finita" E l térmi-
divergente con respecto del devenir real, sino que es la no ad quenz, 'el punto de llegada del proceso dialéctico,
inteligencia •de este último, del mismo modo corno lo o del devenir ideal, 'el desenvolvimiento que cesa de cum-
universal no es indiferente ni divergente con respecto de plirse, tórnase .vano a sí mismo y a la realidad toda: e l
lo particular, sino que es la inteligibilidad misma de lo espíritu,' que es dialéctico, alcanzado el término de 'la
particular; de suerte que universal y particular, devenir dialéctica, ya no es más ni dialéctico 'ni siquiera espíritu,
ideal y devenir, real, son lo mismo. Fuera del devenir es la nada absoluta. El espíritu se desarrolla penosamente
ideal, el devenir real no tiene lugar. Tan sólo tiene lugar para llegar a la filosofía; y una vez llegado a. ella, ¿qué
el devenir temporal, esto es, e l tiempo aritmético que hará?: Instaurar 12; beatitud y el paraíso (responderán
no es sino una construcción del intelecto abstracto; así tal vez los hegelianos); y la respuesta vendría a confirmar
corno fuera de lo universal, el individuo real no tiene el origen mítico de la concepción. El. devenir ideal no
lugar, sino tan solo el individuo empírico, aislado, atomi- puede ser un devenir que se niegue a si mismo.
zado o monadizado. La eternidad y el tiempo real coin- Debido a la oscura conciencia de esta dificultad, e l
ciden, porque en todo momento está l o eterno, y lo esquema ideal del devenir ha estado también sujeto a
eterno es un momento. muchas tentativas de reorganización en e l seno de la
Establecido esto, el concepto del devenir, o devenir escuela hegeliana; y sin •referirnos para nada a aquéllos
ideal, en Hegel y en los hegelianos revela el mismo vicio que se aplicaron a' cambiar el orden de sus momentos y
a través de toda su concepción del desenvolvimiento, considerar, por ejemplo, como -
porque es, también él, un progTessus ad finitum: un deve- la
ú lfilosofía
t i m o sino
t é al
r arte
m i on lao religión, preciso es dejar
nir que, partiendo del ser puro que n o es inteligible constancia
y a de que ha habido también tentativas de pro-
alcanza la idea, que es más que inteligible; partiendo de n Op. cit.,
o p. 5 4
202 a - 203
5.
B E NE DE TFO CIZOCE
LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFÍ A D E HE GE L

longación de la serie ideal. De este tipo fué, al menos en sich), esto es al producir de-sí, y por esto no hay en ella
cierto sentido, la corrección de dialéctica histórica intro- la verdadera síntesis de realismo (arte, antigüedad) y de
ducida por Marx, que sustituía, de esta manera, a la Idea, idealismo (filosofía, cristianismo) en el idealismo-realismo
por la Praxis; y mucho más claramente y con anterio- (traducción de lo teorético en lo práctico, Futuro). Y al
ridad a Marx, la misma prolongación fué propuesta por segundo término, que Hegel consideraba como írltimo,
el y a mencionado Cieskowski ( u n verdadero "abate le auguraba el mismo triste fin que había vaticinado para
Gioacchino" 7 el arte: "Del mismo modo corno pensamiento y reflexión
quien
, q ureeiaborando
e la triada del espíritu absoluto, l a sobrepasaron a las artes bellas, así también el Acto y la
liberó
a n udenuno de sus términos, el de la Religión, no porque obra social sobrepasarán a la verdadera filosofía"; a la
en
c su i aopinión no le perteneciese, sino porque es la tota- filosofía, que ha florecido desde Aristóteles hasta Hegel
lidad
u misma
n de la esfera del espíritu absoluto, de la erial y que en este último ha alcanzado su punto culminante,
las
n otras u formas son simplemente grados particulares a no le cabe en lo sucesivo, segán este moderno Fidias del
•A
e
sí él se procuraba libertad para enriquecer, sin violar
v pensamiento, descubridor de la piedra filosofal, otra fina-
la norma triádica, al espíritu absoluto mediante un tercer lidad que la de aplicarse ahora a cumplir milagros prácti-
o
término, que seguiría al arte y a la filosofía, y corres- cos °. Pero es menester repetir otra vez aquí lo que se ha
E
pondería,v adel mismo modo corno aquellos corresponden
dicho con respecto de la prolongación del curso histórico,
n g e
a la antigüedad y al cristianismo, a la época del Futuro. o sea, que el error no reside en la cualidad del término
lEstei tercero término, integración y coronamiento de la
puesto como meta del desarrollo histórico, sino tan solo
e
triada, t es ela Voluntad, el Bien, la Praxis; no ya la Praxis en establecerle un fin.
rigmaran queo precede al arte y a la filosofía, sino la Praxis
.que deriva de la filosofía y la completa. En el olvido de
la
) Praxis,
, Cieskowski veía el defecto de la filosofía hege-
liana, así como su carácter panlogista y la forma que Del hecho de establecer, corno etapa final de todo el
adopta como idealismo absoluto, e l cual no incluye el proceso o devenir, a la filosofía, resulta el ya mencionado
momento práctico. Segán él esta filosofía se limitaba a panlogismo que ha dado lugar a otra de las acusaciones
lo en-sí (An sich) y al por-sí (Fü,r sich), sin alcanzar al populares en contra del sistema hegeliano, y que no puede
de-sí (Aris-sich, que ser, en nuestra opinión, totalmente desoída. Hegel no
> 7 Referencia
n o intenta, por cierto, negar la naturaleza, la voluntad, la
al abate Gl oAcci i :N o que en Fi er o, en l a Si l a cister-
d e 1130-
cense, b e1202 f undó u n convento de religiosos. Aut or de m uchas historia, la imaginación, el sentimiento, n i tampoco la
obras
c océlebres
n f u por nsu car ácter pr ofético. ( N . del T . ) . ciencia empírica y matemática; al contrario, hay sobrados
8 Op. c i t., p. 110 y subsiguientes.
d i r s e Op. ci t., pp. 126- 8,
204 205
c o
n
e
l
A u s
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FELOSOFtA D E HE GE E

motivos para afirmar que, en verdad, ninguno de estos la libertad y la historia del arte es la de la conquista del
conceptos ha dejado de ser estudiado y esclarecido por mundo interior, así como la historia de la filosofía es la
el agudo espíritu de Hegel. Pero, puesto que todos ellos conquista de la Idea. " Lo absoluto es el espíritu: es ésta
son concebidos como grados inferiores y sucesivas apro- la más elevada definición acerca de lo absoluto. Encon-
ximaciones a la verdadera filosofía, es decir, como simples trar esta definición supone. haberlo comprendido tanto en
esbozos de filosofía, resulta incontrastable la tendencia el significado como en el contenido, y puede decirse que
a reconocer a ésta, aun en su abstracción, como realidad. tal ha sido la tendencia permanente de toda cultura y
Tendencia que se muestra en el penoso tratamiento filo- filosofía; hacia este punto han dirigido
sófico de las categorías empíricas pertenecientes a las religión
- s u s y toda
e s ciencia;
f u e sólo
r z este
o simpulso explica la historia.
ciencias naturales (clases, fuerzas), en la división empí- tdel mundo".
o d (Enciclopedia,
a § 384). Y Para reducir, por
rica de la historia (edades, pueblos), en la concepción del ejemplo, el arte a la filosofía o a la historia política, Hegel
lenguaje como lógica, en la concepción del arte como se ha visto obligado a considerar no al arte, sino a la
filosofía imperfecta, y en todas las otras doctrinas par- materia del arte. La misma historia de la filosofía, que
ticulares de Hegel. El arte, según él, presenta a la realidad incluye a todas las otras, se identifica con la filosofía,
fraccionada en imágenes singulares, la religión, a su modo, subsumiéndose una a otra respectivamente según la alter-
obtiene la unificación, la filosofía unifica en la forma • nativa que es dejada a elección de los intérpretes. No está
del pensamiento; es evidente entonces que el arte, rom- en nuestra intención negar la unidad de la historia, y
piendo la unidad de lo real, así como la religión, no mucho menos aún, la unidad de la filosofía con la histo-
proporcionando otra unidad que la imaginaria, no puedan ria; pero justamente porque accedemos en este sentido,
reinar frente a la filosofía, que obtiene la unidad verda- debemos extremar el celo en contra de una unidad obteni-
dera. El panlogismo permite que la dialéctica de la realidad da abstractivamente que, como se ha dicho, reduzca todas
y la dialéctica del filósofo que construye la filosofía, las formas a la filosofía abstracta, o identifique la historia
sean confundidas en una, y que la sucesión' de los sistemas con la pura filosofía, o -bien la filosofía con lo que es
filosóficos se manifieste como la . puramente histórico. Y así como decíamos antes que el
del
s u Logos
c e s icreador
ón del
d mundo.
e pensamiento de Hegel era, en este sentido, bastante más
l Una a prueba
s evidente del panlogismo se ve en el trata- profundo y verdadero que la estructura sistemática que
miento
f o que r m Hegela ofrece
s con respecto de las diversas él asume, discurrimos ahora precisamente en torno a su
historias del estado, de la religión, del arte, de la filosofía, sola estructura Sistemática. Como consecuencia, Hegel
las cuales son diversas tan sólo aparentemente porque en que siente de un modo bastante fuerte la. importancia de
realidad tienen todas el mismo objeto, es decir, la filosofía. la vida activa, se v e obligado a poner en su fórmula
La historia del estado es la historia de la conciencia de filosófica el ideal contemplativo o ascético de la vida
206 207
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M E E R T O D E L A FI L OS OFA D E B E GE L

humana. En su sistema, la esfera de la actividad práctica en un plano más elevado que el de la moralidad" y donde
es inferior a la esfera del arte, de la religión y de la presenta los individuos históricos, los Héroes, como los
filosofía; es el espíritu objetivo, inferior al espíritu abso- ejecutantes de la voluntad del espíritu del mundo, los
luto. E l espíritu objetivo, a pesar de su inferioridad es, cuales no pueden ser juzgados con el criterio inferior
de la moral. Todos saben cuán afortunados han sido
sin duda alguna, el puente que conduce al espíritu abso-
luto; pero, una vez operado e l tránsito, ¿de qué sirve estos conceptos, que han obrado no sólo en la filosofía
este puente?, una vez lograda la entrada en el supra- y en la historiografía alemana (Mommsen), sino hasta
mundo, ¿qué valor tiene el mundo? La práctica viene a en ciertas disposiciones espirituales de los hombres de
ser concebida aquí de la misma manera como un Spinoza estado y de los agitadores políticos de aquella nación (un
o un Fichte concebían al Estado; es decir corno un simple Bismarck, u n Marx y muchos de sus secuaces). Los
medio cuyo fi n está representado por la vida contem- héroes y superhombres nietzscheanos, trasladados des-
plativa. De aquí la rebelión que ha motivado, entre los pués a la literatura vulgar mediante numerosas imitacio-
hombres de acción, la filosofía hegeliana, y de aquí tam- nes, son hijos, si se quiere un tanto degenerados, de los
bién e l testimonio c on que ella parece justificarse a l individuos históricos, de los weltgeschichtliche hdiriduen,
despertar hábitos contemplativos e inertes en muchos de de Hegel. Todos saben :también de que manera la iden-
sus adeptos. tidad entre racional y real ha llegado a tomar a menudo
el significado de u n libre consentimiento respecto de
lo brutal.
Ahora bien, en esta superioridad de la historia frente
Pero, volviendo al devenir concebido como progressus a la moral, en esta adoración del hecho, no se .puede
ad finiturn, es preciso reconocer en él también la fuente menos de advertir, en mi opinión, la misma influencia
de otra frecuente acusación, a saber que el hegelianismo mitológica y aun teológica que ha dado como producto
diviniza la fuerza. Claro está que no es ésta una acusa- la concepción de la historia en el sentido de un progreso
ción (c omo l a anterior concerniente a l panlogismo) limitado; y que aquí como algo contingente e irracional
divulgada a raíz d e prejuicios, superficialidad, escaso descubre su fundamento sólo en una voluntad y ea un
conocimiento filosófico e ignorancia de las doctrinas de ser trascendentes. Hay , en las páginas de Hegel que se
Hegel, sino que por el contrario se origina por la apre- refieren a los gkandes hombres, una especie de resonancia
ciación de un verdadero defecto que aparece, aquí y del Viejo Testamento, una reminiscencia de Jehová y
allá, en estas doctrinas. Esto se nota en forma más evi- de los delitos que él ordena, los cuales, en tanto son
dente en la introducción a la Filosofía de la historia, decretados por él, no son delitos porque están por encima
donde Hegel afirma que la historia del mundo 'se mueve del plano moral que es terna exclusivamente humano.
208 209
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FIL OS OId A DE HE GE E

Por nuestra parte, queremos dejar constancia, una vez sudemasiado violenta e inmediata identificación tuvo el
más, que no está en nuestra intención disminuir el pro- frecuente efecto de no alcanzar a la identificación misma,
fundo valor filosófico de la identidad entre lo racional en forma sólida y segura y con lo cual en su ímpetu
y lo real, sino tan sólo examinar la forma segán la cual arrastró consigo, mas no logró sojuzgar, a la trascen-
tal identidad fué entendida por Hegel, y que por cierto dencia. De suerte que, mientras por una parte la identi-
no nos parece se halle absolutamente exenta de censura. ficación parece dar demasiado, por otra, da realmente
No desconocemos tampoco los elevados motivos que demasiado poco. Es que, en verdad, no resulta adecuado
determinaron a Hegel hacia una tan enérgica defensa a la unidad de racional y real el distinguir, como Hegel
de la importancia del Estado; pero decimos, al respecto, acostumbra, entre lo necesario y lo accidental; o admitir,
que ese mismo concepto podía muy bien ser fundado sin como lo hacen cómodamente, tanto él como sus discí-
apelar a una razón superior a la Moral y sin confundir pulos,después de haber afirmado el absoluto itnperio de
la justa polémica en contra de la moral superficial con la necesidad, la categoría de la accidentalidad en la natu-
una desvaloración de la moral en general. El hombre raleza y en. la historia, y el aceptar distinciones como las
que defiende al Estado del cual es ciudadano y la patria de "existencia vil", o que la existencia sea, en parte,
de la cual es hijo tiene, por lo pronto, este deber moral,
"aparente" y en parte "real" 1
que es determinado como todos sus deberes por la situa-
ción histórica circunstancial; y todo cuanto él hace corno filosofía
. e historia permanezcan, aquí y allá, divergentes
obra en esa defensa, corno necesario a esa defensa, dura dentro
0 de este pensamiento; y que ,tanto la historia como
¡ex de esa defensa, no es ni superior ni inferior a la la
•, naturaleza
D e dbrinden
o n hechos
d e que la filosofía •no puede
apresar en las redes de sus conceptos y deba, por consi-
moral puesto que coincide con la moral concreta: por sguiente,e declarar irracionales o remitirlos a la novela;
el Estado se podrá sacrificar (como decían nuestros polí- spero ila exposiciónhistórica
g u e
ticos del Renacimiento y como Maquiavelo gustaba repe- y la exposición filosófica
tir con íntima convicción) hasta la salud de la propia q u e
aparecen distintas: la una como externa y la otra como
alma, pero nunca la moralidad, so pena de . interna, de modo que la misma filosofía puede, o no
grante
c a e rcontradicción.
e n fl Así
a como
- la racionalidad de lo real lo Las observaciones al § 6 d e l a Enciclopedia ter m i nan por ate-
sepuede y se debe relacionar estrechamente con la más nuar el pensamiento de l a i denti dad de l o r acional con l o r eal , a tal
punto q u e éste .doincide casi c on el pensam iento del i ntel ectual i sta
rígida condena del error y del mal, la perpetua dialéctica y abstraetista H er bar t, qui en decía, por ejemplo, en el Angem . pr atkt.
debe ir unida necesariamente a la constancia de la verdad. Philosophie, p. 120: " Es geh&t eine giinzliche Verwechselung
Mayor aun es la necesidad de corrección que motiva cher" ( que i ncl uyen l o praktische) m . t theorelischen Bestim m ungen,
die v o n Sol l en a u f s Sei n schliesst, daz u, unz bei der Aner k ennung
el exceso al cual Hegel llevó, algunas veces, la doctrina menschlicher Schzache u n d Abbangi gkei t d i e I deen i nt Getahr
de la inmanencia de lo racional en lo real, en cuanto que glauben'',
210 211•
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R TO DE L A FI L OS OI 'í A D E 11EGEL

coincidir con la propia historia ". Es inevitable que, toda progreso al infinito no alcanzando nunca su fin deja de
vez que se pretende hacer consistir la coincidencia en la ser progreso; del mismo modo, no debemos engañarnos
sucesión cronológica de las categorías, análoga a la suce- con este concepto de la aproximación, por cuanto toda
sión lógica de las mismas, el buen sentido obligue a reco- la utilidad que puede prestar en las ciencias cuantitativas,
nocer que muchas veces tal coincidencia no existe; que- resulta inoperante vacuidad en la esfera de las ciencias
dando, de esta suerte, un tanto insegura la unidad de cualitativas, donde puede servir, a lo sumo, en calidad
filosofía e historia. Lo racional, el Logos,, no está, así, de metáfora. ¿Qué importa que la sabrosa manzana y
plenamente resuelto en lo real. Hegel, conservando lo el agua fresca se aproximen, más o menos, a los labios
accidental y lo insignificante, puede protestar en contra de Tántalo si no alcanzan nunca a tocarlos de manera
del panteísmo, como tantas veces lo hace, (Dios no se que pueda, alguna vez, satisfacer su apetito y su sed? Un
identifica con las "existencias accidentales") y ofrecer al- kilómetro o un milímetro de distancia, que matemá-
guna esperanza al teísmo, que constituye una dirección ticamente son desiguales, en este caso, o sea, filosófica-
de su escuela siempre dispuesta, como sabemos, a sostener mente, resultan absolutamente iguales. Efverdadero con-
y a desarrollar esta derivación. cepto de progreso debe, por consiguiente, dar cumpli-
miento simultáneo a dos opuestas condiciones: primero,
una aprehensión en todo instante de lo verdadero y de
lo bueno; segundo, un poner en duda toda nueva instan-
Ahora bien, si el pro gressus ad finiturn acarrea todos cia, mas sin perder nunca lo que había sido conquistado.
los inconvenientes que han sido expuestos hasta aquí, ¿se En otras palabras, una perpetua solución y un perpetuo
querrá, en consecuencia, restaurar lo contrario, o sea, renacer del problema a los fines de una nueva solución.
el progressvls ad infinitum, tan preciado por el intelecto El verdadero concepto de progreso debe evitar las dos
abstracto que suspira anhelante por "el infinito progreso opuestas unilateralidades, a saber, la de un fin bello y
de la ciencia que se aproxima, cada vez más, a su objeto, asequible, y la de un fin inasequible: el de un progressus
es decir, a la verdad"? . N o , por cierto, porque el ad firúturn y el de un pro gressus ad iflfinituvr• También
11 T am bi én A . M oN 1 ( pp. 42- 4) di sti ngue entr e ver dad filosófica sepodría expresar esta exigencia diciendo que un verda-
y ver dad histór ica, y sostiene, por ejemplo, que mientras en ésta " el
error per siste com o l o exter no, l a ver dad filosófica es en cam bio l a
dero concepto
verdad que ha tor nado el cam ino haci a el error, en cuanto se l o c on de
. los ciclos o retornos, vale decir, la idea de la perpetua
,sidera i nter no, nécesario". Per o l o mismo ocur r e en l a r efutaci ón del constancia, con la idea occidental del curso afanoso hacia
error histor iogr áfico, y a que l a histor iogr afia no rechaza simplemente, de
lo nuevo, o sea, la idea del perpetuo cambio; conjugándose
sino expl i ca al er r or historiográfico, l o hace par ti ci pe de l a histor ia, p esta
r o manera
g r e sla inmovilidad de la primera con la mo-
es deci r , l o convier te en i nter no y necesario. de
1 o
vilidad de la segunda. Si no se hace esta correción, el
2122 d e b
A 213.
e
.
M s i n t
O e t i z
N
;
a r
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFÍ A DE HECIEL

•cambio sin lo constante resulta, de hecho, absolutamente riéndole la simple tarea de repetir y comentar lo que
idéntico en sus efectos a la inmovilidad sin cambio, pues habría sido definitivamente elaborado. ¡Cómo s i esto
tan vacía es aquélla corno ésta, es decir, privada de vida último fuera posible sin volver a plantear los problemas
y por lo tanto vacía. El símbolo de la humanidad no es y, por consiguiente, sin la elaboración de un nuevo pen-
ni Dios ni el hombre, sino el Dios-hombre, Cristo, que samiento! E l ideal expresado por Hume en su Ensayo
es lo eterno en lo temporal y lo temporal en lo eter- sobre el entendimiento 13
no: la nistoria, respecto de la cual será vana toda reivin- ,terse
e xa hlao "fatiga"
r t a n ddeo examinar las leyes del entendi-
dicación d e l futur o, está, p o r s í misma, •grávida d e a
miento l " a fi n de poder vivir, después, cómodamente",
f uturidad. hes tanto
o m un mal
b ct.anto
r un ingenuo ideal. L a libertad
El espíritu y su historia son idénticos, como idénticas eno es el "término de la historia", un final logrado o por
son, también, filosofía e historiografía, porque ni el espí- lograr,
a sino su principio motor y por esta razón idéntica
rim ni la filosofía son posibles fuera de la historia, n i con él.
s o m
ésta se hace sin el espíritu y sin la filosofía. En todo
e Este-concepto del progreso, en e l acto mismo que
instante poseemos, en el acto del pensamiento, toda la elimina el progressus ad finitztin y el consiguiente absurdo
verdad, porque en toda afirmación verdadera, por pequeña de una filosofía "definitiva", elimina al mismo tiempo
y particular que sea, está la verdad, y en todo instante toda forma de irracionalismo, así como de ultrarraciona-
aquella verdad tornase en voluntad y en naturaleza, es lismo o de panlogismo, puesto que n o subsume unas
decir, en un nuevo problema para el pensamiento, el cual formas abstractas del espíritu a las otras relegando e l
no es siempre pobre, como afirman los escépticos, ni es espíritu a un oul-de-sac, donde se encuentra, o bien, un
siempre ric o como dicen los dogmáticos, sino que en pensamiento sin acción: ascetismo, inercia; o una acción
tanto pensamiento enriquecido por la verdad debe neceL sin pensamiento: la ciega personalidad. El fi n del espíritu
sanamente continuar enriqueciéndose: la verdad no po- no es ni el pensamiento abstracto ni la acción abstracta,
dría ser buscada si no fuese, en cierto modo, conocida sino el pensamiento que se hace acción y la acción que
o poseída; y no se puede poseer fde otra manera que se hace pensamiento, o sea el espíritu mismo, que en
buscándola. L a verdad, toda la verdad, esta en Hegel cuanto es vida, no tiene otro fi n que la vida, que toda la
de la misma manera como ha estado antes en•Fichte, Kant, vida y no una simple parte de ella. L o que quiere decir
Leibniz, Vic o, Descartes, Aristóteles o Platón, sin que que con este concepto se hace valer el criterio de la
por ello se haya visto agotada en ninguno de esto pensa-
la Se refiere a l a o b r a
dores, así como no se agotó tampoco en Hegel (aunque
1748,
. Phi l osophi cal Essays concer ni ng H u m a n U nder standi ng, q u e
piensen lo contrario los hegelianos ortodoxos) para eximir posteriormente
d e D A V elI autor D designó con el nuevo títul o de An enquir y con-
a la posteridad del deber irrecusable de pensarla, confi- ttrziTlg II•11111(17i
H I J N I Z under standi ng. 1-lay tr aducci ón espailola. ( N . del T . ) .
214 p u b l i c 215
a d a
e n
L o n d
r : e s ,
e
n
RE NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O _MUE RTO D E L A FI L OS OFA DE H E C E L

distinción, tan necesaria al espíritu cómo la unidad misma, contrario que, por otra parte, sólo en esta neta antítesis
porque gracias a la distinción la unidad se ve privada de se generan.
su abstracción para dar origen a la unidad concreta. Mien- La dialéctica es verdaderamente la ley del espíritu,
tras el hegelianismo tendía a hacer desaparecer todas las pero no la dialéctica abstracta, la polémica filosófica,
distinciones del seno del pensamiento abstracto, estas que es solamente uno de sus aspectos particulares y con
distinciones han sido restauradas aquí: pensamiento y la cual Hegel pareció, a veces, confundirla y que los
voluntad, imaginación y lógica, arbitrio y moralidad, filo- hegelianos de hecho confundían, sino la dialéctica total
sofía y ciencia, concreción y abstracción, ideas y con- y real. Y por fi n, mientras la lógica abstracta resulta
ceptos, y así sucesivamente, pero todas ellas formando impotente para revelar el movimiento de la historia y
Un organismo en el espíritu, que es circular y pasa de no le queda otro recurso que el de reputarla, en todo o
la una a la otra, de la misma manera como se pasa de en parte, extraña a su dominio, o limitarse a someterla
la condición a lo condicionado, del principio a la conse- bajo un esquematismo que bien podríamos calificar de
cuencia, para circunscribir la línea de su recorrido en apriorístico ( en el sentido peyorativo del término), la
el círculo de un nuevo recorrido. Y, mientras la lógica lógica concreta domina, en cambio, verdaderamente a lo
abstracta invade y desintegra tiránicamente la iotalidad real, que produce, que piensa y que, en última instancia,
al mismo tiempo que tiende a confundir el problema con no es más que ella misma. Para la lógica concreta nada
la solución, una forma con otra distinta, la imaginación hay de material, de accidental, de irracional, de malo;
con la lógica, la fuerza con la moralidad, el error con la justamente porque lo material, lo accidental, lo irracional,
verdad, la lógica concreta, en cambio, e n tanto que lo malo, son lo espiritual mismo en tanto que éste es
concebida en unidad con el espíritu, conserva y vigoriza superado por una forma ulterior, es decir, que todos ellos
la distinción entre el hecho y lo ideal, entre el espíritu son negativos, legítimamente negativos sólo en relación
la materia, interpretando al hecho y a lo material como con esta forma, pero por sí mismos, son, de hecho ra-
lo ideal realizado y a lo ideal como al hecho que se cionales.
realiza. De suerte que conserva y vigoriza la distinción La naturaleza y la historia se despojan de los últimos
reinante en las formas del espíritu, cada una de las cuales restos de accidentalidad con respecto del concepto, sólo
sabe cooperar con la unidad de aquél, y , claro está, no porque el concepto se despoja de los últimos restos, que
én tanto estas formas se debilitan por adecuación a otras aun conservaba, de abstracción y de arbitrariedad; a esto
formas, sino en tanto se fortalecen haciéndose, efecti- se debe, pues, que concepto e historia coincidan, final-
vamente, a sí mismas: el arte arte, la ciencia ciencia, la mente, y del modo más perfecto, tanto en extensión
matemática matemática y la filosofía filosofía, etcétera, y como en comprensión. La última sombra de lo trascen-
•así sucesivamente, generando tanto lo distinto como lo dente, el Dios personal asimilado al Logos creador, ante-
216 217
B E NDDE TTO C R OC E L o V I V O Y L O M U E R T O D E L A FI L OS OFA DE D E GE L

tecedente lógico, si no cronológico de la naturaleza y contradictoria, ni lleva adelante una crítica interna, sino
de la historia, se ha disipado: no existe una naturaleza que le opone dogmáticamente la doctrina misma que
y frente a ella una historia humana que invoquen su aquella trata de combatir, consiste en preguntarse cómo
unidad en un principio que las abrace y trascienda, sino esposible que, una vez establecida la distinción o serie
que existe tan sólo una historia que es Dios. de las formas del espíritu, pueda éste pasar de una serie
ala otra. ¿Por qué, a título de ejemplo, cuando el espí-
Vi ritu se encuentra en el momento de la imaginación o
del arte no logra satisfacerse allí y quedar perpetuamente
Este concepto de devenir, que hemos presentado en en ese plano, y en cambio se ve obligado a elevarse al
sus rasgos principales, ha sido motivo de la siguiente plano del pensamiento? ¿O, por qué cuando se insume
objeción: que no puede ser referido al Logos o a la en la obra práctica no se agota en ella y anhela en cambio
Idea, sino al Espíritu, y al espíritu tal como aparece en elevarse a la contemplación y transitar de nuevo por el
el hombre, universalizado. Pero no es éste un obstáculo plano del pensamiento? ¿Cuál es la contradicción intrín-
en el cual, la mencionada doétrina tropiece involuntaria- seca a cada una de esas formas que tienden a la forma
mente o sin haber reparado en él; antes bien, ella se superior? Ahora bien, la contradicción, para nosotros,
coloca deliberadamente en este terreno porque aspira a no puede ser otra que ésta: cada una de las formas par-
suprimir el dualismo de un Logos que desarrolla la natu- ticulares es particular y el espíritu no se detiene en
raleza a espaldas de la naturaleza y la historia a espaldas de ellas, más aun, no está nunca todo él en ninguna de
la historia; y que aspira también a suprimir la consiguiente susparticularidades, y por esto su verdadero ser reside
escisión entre espíritu empírico e idea, entre psicología en su movimiento circular, que en su perpetuo girar
y filosofía del espíritu entre pensamiento inconsciente o produce un constante acrecentamiento de sí, sobre sí
petrificado y pensamiento consciente; o mejor dicho, a mismo; la siempre nueva historia. La contradicción del
reconocer estas distinciones (todas las distinciones tienen arte está en ser arte, arte puro, y dar lugar al alumbra-
sus motivos verdaderos), pero como obrad e l espíritu miento de algo distinto que es el pensamiento puro, así
mismo, digase también, del hombre. No existe más allá como de éste se nutre un nuevo distinto que es la 'praxis,
de la lógica humana, una lógica divina; pero la lógica es decir, la acción práctica de la que el nuevo pensa-
humana, la verdadera lógica humana, es divina. La dis- miento está grávido. y en vano se buscará otra contra-
tinción de las dos lógicas no es filosófica sino teológica, dicción, puesse tiene ésta, que es bastante fuerte y eviden-
o mejor dicho, residuo de teología en la filosofía. te, que nace de la misma distinción entre las formas y a
Otra objeción, qüe ha sido promovida desde muchas su vez constituye la vida misma de la distinción. Pero
partes, y que no consiste en inculpar a la doctrina de en la objeción aludida se inquiere acerca de una contra-
218 219
B E NE DE TTO C R OC E L O V I V O Y L O M U E R T O D E L A FIL OS OFíA DE I I E GE L

dicción que surja del seno mismo de las formas particu- son, y no más, porque son deducidas, según lógica necesi-
lares, corno una simple contradicción lógica que requiere dad, las unas de las otras; de manera que no niego que
una nueva solución también lógica, y así sucesivamente a primera vista haya parecido esto una dificultad, pero
hasta alcanzar la solución de las soluciones, o sea, la Idea, no veo que ventajas podrían obtenerse pasando de una
donde la contradicción y la dialéctica conciliarían. Esta- multiplicidad menos rica a otra bastante más rica, desde
mos, entonces, otra vez frente al concepto de un pro- el momento que la cuestión recae sobre el concepto mis-
gressus ad finitum de las formas del espirito cuyas conse- mo de multiplicidad. ¿Existe entonces alguna dificultad?
cuencias ya hemos señalado y que no son otras que la Las formas del espíritu (las verdaderas categorías, bien
superfluidad de cada una de las formas del espíritu y del distintas por cierto de aquéllas vacíamente abstractas de
proceso total en la inmovilidad, en el panlogismo, y aun la lógica formal) son los términos de esa relación que
en e l materialismo o e n la trascendencia. Clar o está, es el espíritu, simbolizadas numéricamente en el razona-
después, a fi n de disimular la absurda concepción del miento común, pero no concebibles numéricamente, o
pro dicho de otro modo, no enurnerables como tantos entes
g fl n del proceso dialéctico, se hace que el espíritu
del y cosas.
continúe
res su giro dialéctico y subvierta, por ejemplo, la Si el espíritu es síntesis a priori, es evidente que se
Idea
o en Praxis (corno quería Marx), y ésta, a su vez, deban definir los elementos que integran la síntesis (abs-
en
a alguna otra cosa inefable; la dialéctica, en algo superior tractos fuer a de l a síntesis, pero distintos a l mis mo
a la dialéctica, y esta forma superior en otra más elevada •tiempo que uno en la realidad de la síntesis); la unidad
d
aún, de suerte que se va entrando, así, en el absurdo del espíritu no puede ser otra cosa que unidad de una
fi
opuesto, o sea, en el progreso ad infinitum, donde por multiplicidad, o sea, unidad de los distintos en su distin-
n ción. De no existir la unidad, no se pensaría; pero tampo-
un camino Contrario se pierde igualmente la verdad y
i realidad.
la t co se podría pensar sin la distinción, toda vez que pensar
u Existe también una tercera objeción, pero ésta perte- es unificar distinguiendo. La distinción, considerada corno
m
nece, en cambio, a aquéllas que no se pueden hacer sin válida frente a la abstracta unidad, me ha parecido siem-
y
golpearse con el azadón en los píes, corno se dice v ul- pre la legítima (aún cuando unilateral y mal entendida)
l
garmente, es decir, sin castigarse el objetante al mismo exigencia d 1 herbartismo en contra del hegelianismo. La
tiempo.
a Se pregunta: ¿por qué son tantas las formas del unidad, que dévora las distinciones, sería como un Satur-
espíritu
n y no son más? ¿Cómo se justifica, al respecto, no que devoró no va sus hijos, sino sus propios miem-
una
o multiplicidad limitada? Ahora bien, por lo que me bros: una unidad que se anularía en la oscuridad del
misticismo.
es
m dado conocer, en el hegelianismo las categorías de la
Lógica, o de la Naturaleza, o del Espíritu, son las que La cuarta objeción, que torna al punto de vista del
e
220 2,21
n
o
s
a
b
B E NE DE TTO CROCE LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FI L OS OFf A DE HE GE L

sistema que combate u, sostiene que no es lícito refutar que el error magnánimo ( la "generosa mentira", que no
la doctrina de Hegel sin desarrollar su interna dialéctica es, sin embargo, mentira), preciso es restaurar el concepto
y sin aceptar su verdad con la intención de superarla; del error que es error, no-pensamiento, expresión vacía,
¡y va que tal superación (he aquí, un sometimiento ten- contradicción que aparenta con su sonido la síntesis au-
diente sin embargo a modelar un nuevo y clásico ejemplo sente, acto práctico y, como tal, no censurable, porque la
de sofisma) se haría más verdadera en virtud del principio expresión como sonido puede servir no sólo al pensamien-
dialéctico, aquella doctrina, en todo caso, resultaría no to, sino también a muchas cosas respetables y a muchas
refutada sino vigorizada! L a refutación, que distinga en comodidades que nos son respetabilísimas: desde lo que
nos hace adherir a la tradición hasta lo que nos hace
el pensamiento que examina una parte verdadera y una
parte falsa, es una refutación abstracta, porque todo plegar a la inercia, desde el muy dulce dejarnos seducir
pensamiento es verdadero y es falso: verdadero en tanto por las pasiones hasta la amargura que significa proveer
a las necesidades privadas. La vieja doctrina. (cartesiana y
que actual, falso en tanto que superado. Pero es evidente
de otros filósofos) que hacía nacer el error por obra de
que, una vez rechazado el progreso ad finituni de las for-
la voluntad, tenía algo de verdad, si bien pecaba en no
mas del espíritu y el panlogismo, o sea, la reducción del entender la voluntad como naturaleza ni el desenvolvi-
espíritu a la lógica abstracta, queda rechazada, al mismo miento del espíritu a través del error que es naturaleza, y
tiempo, la teoría del error que era propia de aquellas con-
por esto, algo de verdad tenía también la teoría que hacía
cepciones y restaurado el concepto de la distinción, el consistir el error en el mecanismo psicológico reempla-
error no puede ser nunca el pensamiento, que si es verda- zante de la conexión lógica, o sea, en la vida (voluntad,
dero actualmente es siempre verdadero, y acrecienta pero naturaleza), que asume el lugar del pensamiento. Por otra.
no pierde su verdad ante la mayor riqueza del pensamien- parte, creo que la escuela hegeliana había exagerado de-
to que le sucede; o si se quiere, más aún que el error en- masiado y deliberadamente el pensamiento de HegeI a
tendido como pensamiento fundido en un pensamiento este respecto, porque releyendo el prólogo a la Fenomeno-
más amplio, aún más que el error que es verdad, más aún, logía, se puede ver que él no afirmaba que lo falso fuese
14 Puedo verse en A. M om , pp. ci t., especialmente en las pp. 1- 12, una forma de la verdad, sino que lo falso debe ser expli-
cfr. p . 40. E n el escrito r-e i -H1313IN 0IIAIT S, E. C r oe e's H egel , en cado COTI lo verdadero ( por lo menos tal me parece el
"Kantstudi en", x v i , p . 63, so di c e que m i teor ía" ... den l ebendi gen sentido general de sus observaciones); o, como se dice
O rganismus philosophischer Begr i tfe asie di e abstr akte Ei nk ei t ei nes
geheigten. A ggre gess behandel t" . H e destacado l a expr esión: " c o n - también en la conversación corriente, que no basta de-
ceptos filosóficos", por que en ella reside el equívoco; no tr ato los con- cretar como falsa una afirmación, sino que es preciso
ceptos filosóficos c om o agr egados, s i no que p o r el contr ar i o, ni ego también explica cómo ha nacido el error. De ahí que, la
que l os "agr egados d e pal abr as" ( l os flatus voeis, l os errores) s ean
"conceptos filosóficos". mera aserción de •la verdad deba ser sustituida por un
222 223
B E N E D LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFA D E HE GE L
'
E T T O
proceso que reveleC elE hacerse de la verdad a través del crítico a la nueva verdad, por la cual aquel error fué eli-
error, y los elementos
O C de verdad que él error emplea y que minado y en la cual lo que en él había de verdadero es
E
arbitrariamente reúne y compone mediante una conjun- resumido y a la vez conservado, resulta claro que la afir-
ción y una composición que, como tal, es vacía, si bien mación precedente aparezca como si hubiese sido corre-
como acto práctico, corno naturaleza, está llena. Creo, gida conservando parte o mediante una restricción apli-
del mismo modo, que es también una exageración y una cada a lo que en ella pudiese haber de exagerado; palabras
falsificación, o una de esas mitologías nacidas del tomar al que provocan temor 16 en el ánimo de los mencionados
pie dé la letra las metáforas hegelianas, la otra teoría, so- hegelianos y que no encierran, sin embargo, nada digno
bre la que tanto insisten ciertos hegelianos, según la cual de temer cuando son bien entendidas, es decir, cuando
para refutar realmente un error es preciso llevarlo a su no son tornadas mecánicamente.
&91,131,a su apogeo, en el cual "se evidencia corno contra-
dictorio y pasa al principio contrario, y realiza de esta VII

suerte su esencia, según la cual, él no es sino un momento


La advertencia que me ha tocado hacer con respecto
del todo"", Pero ¿qué quiere decir "llevar al extremo, al
del pensamiento original y genuino de Hegel, conduce
aztrií, al apogeo", etcétera? ¿Qué es esta imaginada fusti-
naturalmente a la formulación de una pregunta más gene-
gación del pensamiento corno si se tratase de un caballo
ral, o sea, si la concepción del devenir, de la historia y
que quisiera despeñarse por un precipicio o elevarse en de la finitud e infinitud de la verdad, que he enunciado
un salto mortal? Una bella metáfora, para decir simple- anteriormente como contrapuesta a la concepción hege-
mente que para refutar un error no es preciso dejarlo en liana, es en realidad adversa a esta última. Resp9ndeo
la forma incierta, confusa y mezclada con elementos de dicendum que ella está, ciertamente, en contacto con el
la verdad, con que habitualmente lo dejan aquéllos que Hegel sistemático y superficial, al cual se atienen c on
lo exponen ( el coraje del error es de muy pocos); pero frecuencia los hegelianos, pero que no me parece se halle
determinarlo significa, en cambio, esforzarse en pensarlo, en verdadero contraste con el Hegel más remoto, que al-
en cuya determinación y esfuerzo éste debe revelarse co- canzo a entrever más allá de las puertas del sistema; y rea-
mo contradictorio, es decir, indeterminable e inconcebi- firmo, otra vez, mi convicción de que el problema que le
ble lo cual obliga a sustituirlo, metódicamente, por su está destinado a la crítica consiste en alcanzar (cosa que
opuesto, que se configura, al menos provisoriamente, co- vale, además, para todo otro pensador) al Hegel profundo
mo una determinación en función de la propia indetermi- através del Hegel superficial, o en otras palabras, aquello
nación del error. Pero, cuando pasarnos de este proceso que sea un plasma v ital y no u n cadáver destinado a
15 A . M ON ', O . Ci t., pp. 11-2. 16 A . M ON I , 1. C.

224 225
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A FI L OS OH A D E I I E GE L

desaparecer. ¿Qué necesidad hay de continuar entrete- genternente, esta interpretación de Fischer, sosteniendo
niéndose, por ejemplo, sobre el modo de entender las que en el Ser, en el puro Ser, no existe la distinción entre
primeras categorías de la lógica, insistiendo sobre los Ser pensante y Ser natural, entre Pensar y Ser, aduciendo
errores de Hegel, aumentándolos con otros errores, en que ello no era otra cosa que abstracción del sujeto
suma, planteando un problema sobre el cual se podrá su- pensante, lo absolutamente irrelativo, y debido a la con-
tilizar al infinito, pero que no se resolverá nunca, pues tradicción que encierra como lo absolutamente irrelativo,
tiene, por ventura, alguna razón de existir? no es pensable y es igual entonces a la nada. Ahora bien,
Recuerdo brevemente la génesis de esta cuestión alta- en primer lugar, preciso es advertir que de toda esta
mente instructiva. A las dos primeras categorías de la interpretación fischeriano-spaventiana 17 sería sumamente
Lógica hegeliana: Ser y No-ser, le había sido objetado difícil encontrar justificación alguna en el texto de Hegel,
por Trendelenburg ( y la objeción tenía algún valor, que todo el Mundo puede leer tanto en el primer volumen
simplemente, corno argumento abogaderil) que ellas esta- de la Lógica como en el de la Enciclopedia; y, en segundo•
ban privadas de movimiento dialéctico, pues siendo el lugar, que sería sumamente extraño introducir en la pri-
Ser idéntico al No-ser, de esta identidad no nacía nada, mera y más pobre categoría de la Lógica la relación de
ni siquiera la síntesis primera, el Devenir. Kuno Fischer •sujeto-objeto; dificultad que no le pasa desapercibida
reconocía como justa la objeción; admitiendo que Hegel •por cierto, a SpaVenta, quien responde ( y la respuesta
no era explícito sobre este punto y que su escuela (Erd- tiene su valor) que el Ser espiritual, primero en la Lógi-
mann y otros) había directamente falsificado el pensa- ca, es el último o el resultado de la Fenomenología que
miento del maestro, entendiendo al Ser como plenamente precede a la Lógica 18
indeterminado y por esto vacío, de donde resultaba idén- tación
• D eno parece satisfactoria y el problema continúa en
tico al No-ser, a la Nada, es decir, una mera tautología pie,
t o como d a puede
s verse en el reciente libro de Mac Taggart
incapaz de elevarse hasta los más altos conceptos. D e sobre
m a lanLógica e r hegeliana
a 19
ahí que (precedido de alguna manera por Herder) é l triada
;s q, u se i ecuida
n de otra dificultad que es la de introducir
propone la corrección siguiente: que la contradicción del en
e saquélla,
t su dcon i aael nconcepto
d o o al menos con la palabra
Ser puro e indeterminado resida en ser determinado por e
"devenir",
li n at e r el cambio; categoría ésta verdaderamente pre-
su indeterminación y en excluir coino concepto (objeto
p 17 Véase
p rr eien l m-a e r
de pensamiento) la actividad pensante afirmando y ne-
gando, al mismo tiempo, el pensamiento. Pensar y Ser a1852,
. aum entada en l a segunda de 1863; y en SPAVENTA, L e pr i m e
categyrie
L . r > gdena
l i k Logi i ;a hegeliana
serían idénticos y , al mismo tiempo, no idénticos; y si la tile,
- u pp. n 185-
d 252. T am bi én M ON/ ( op. ei t,) m al gasta el ingenio par a
rectificar
1 8t 6 e4l as primerasncategorías de l a lógica hegeliana,
identidad se expresa en el Ser, la no identidad se expresa , Á t, app.e2334.
S 1 8c Op.r cii.,
en el No-ser. Spaventa elaboró y corrigió a su vez, dili- p A y s i t i on Hogel' s Logi c, Cambridge, 1910.
i
h commentaryt
fi 19
kl o s o l i c i ,
226 e d d • 227
Ge e n
- K
.
l i r
, R E N E D E T T O CROCE L O V I V O Y L O M U E R T O D E L A FIL OS OFÍA DE H E GE L

matura y destinada a comparecer sólo en una fase ulte- Heidelberg y componedor de libros y de sistemas 'arqui-
rior de la Lógica. Y aplicándose a remediar la situación, tectónicos ) ; definitivos, a l Hegel filósofo c on su odio
excluye del Ser, No-ser y Devenir toda idea de cambio, en contra .de lo abstracto y lo Inmóvil, contra el deber
y concibe al Ser corno la Afirmación, al No-ser como la ser que no es, contra lo ideal que no es real. ¡Pero parece
Negación, al Devenir no corno la síntesis de ambos, sino que los hegelianos tienen demasiada predilección por el
como el "tránsito a la síntesis", que es suministrada por Heg
la cuarta categoría hegeliana (aquí tercera), el Ser deter- - Marzo de 1912.
minado ( Dasein), Pero también esta interpretación se ve el-
imposibilitada de apoyo en el texto de Hegel, y ella trans- d
forma además la primera triada —cuyo pensamiento es e
tan característico de la filosofía hegeliana— en la simple l
proposición spinoziana: Omnis determinatio est tiegatio, o
¡Bello resultado tanto en un caso corno en el otro,
s
originado por querer 'avanzar junto a las faldas de la
p
pedantesca tánica con que Hegel cubrió lo más vivo de
Su pensamiento! ¿Pero no sería mucho más humano el a
no dar demasiada importancia a las triadas, a la arquitec- r r
tónica y a los paragrafos, y leer en cambio a Hegel más a
de cerca como se, lee a un poeta (en el cual no se preocupa fi
uno acerca de si lo que dice es verdadero, o no, histori- t
mente, sino si es verdadero poéticamente), o, mejor aún, o
como se debe leer un filósofo buscando a través de las s
fórmulas y las pedanterías el pensamiento animador, ver !
en aquellas triadas la oposición de Hegel a todo eleatismo
y a todo nihilismo, y su denodado esfuerzo por instaurar
un nuevo y más elevado beraclitismo? Ley6ndolo así,
nos hallaremos en el centro de su espíritu y en el centro
del problema filosófico; y tendremos por lo menos algún
apoyo en los textos, porque Parménides, Buda y Hera-
clito son expresamente recordados por el mismo Hegel.
Y, sobre todo, redescubriremos en el Hegel, profesor de
228 229
II

NOTAS DE CRITICA HEGELIANA

L O P RI ME RO O E L " CO MI E NZO "

En mi ensayo sobre Hegel he señalado la necesidad


de•que la lógica hegeliana torne su punto de partida en
el concepto del Ser, y he negado también la posibilidad
de un "comienzo necesario" para la filosofía ", Uno de
mis más activos censores que se ha dedicado a refutar
parte por parte mi crítica sobre Hegel, ha reconocido
aeste respecto "que, fuera de duda, con la discusión
acerca del 'punto de partida' hegeliano, Croce había
llamado la atención sobre un grave problema" 21
este
. P problema
e r o ya había sido objeto de honda preocupa-
ción para Spaventa; y las dificultades en que se vio
envuelto esforzándose por defender la posición hegeliana
no fueron los únicos motivos que me determinaron a
reconocer la vatddad del problema mismo.
Spaventa alcanza a comprender que lo "Primero" debía
20 Véase en este volumen p. (2)
j • E B B I nG lI A LT S , B . C . ' s H o g o l , e n " K a n t s t u d i e n " , 6 6 ,

231
B E NE DE TTO C R OC E L O M ' O Y L O M U E R TO D E L A FI L OS OH A DE HE GE L

ser demostrado como tal, y advertía bien, por otra parte, una casa, o en una escalera y en un departamento. Pudo
que si se lo demostraba éste perdía su carácter de Primero, ocurrir que Hegel, quien era muy alemán y muy profesor
que le pertenecía, en cambio, al fundamento de la prueba, (cosa que es preciso no olvidar nunca) no consiguiese
con regreso a l infi nito. "Dic iendo Primero' niego la liberarse, del todo, de estas representaciones; pero, en
prueba; diciendo 'Primero científico', afirmo l a prue- verdad, su último pensamiento al respecto, que se encuen-
ba" Contr adic c ión de la cual creía poder escapar con tra en la Enciclopedia, haría más bien inferir que él había
la solución de que "el primero científico es mediato ( y dejado ya de lado el concepto de una introducción fi lo-
por lo tanto probado), en cuanto es el resultado fi nal sófica intrínsecamente separable del sistema filosófico. En
de la crítica de la conciencia, es decir, el concepto de la los preliminares de la pequeña• Lógica, que va incluida
infinita potencia del conocer; y es inmediato, vale decir en la Enciclopedia, sustituye a l a Fenomenología d e l
primero, en cuanto, en la evolución de la ciencia (Lógica, espíritu una aclaración en torno a las varias posiciones
Naturaleza., Espíritu) n o presupone otro concepto, sino del pensamiento c on respecto de la objetividad " que
por el contrario todos los conceptos lo presuponen a él". Hegel considera simplemente "histórico y racional" ",
Distinguiendo la crítica de la conciencia (de la cual resul- no verdaderamente interno y filosófico como podría ser
ta la posibilidad del - obtenido d e l sistema mismo plenamente desarrollado.
e
psuelr desarrollo
o del simple conocer, se ve que "lo Ultimo Y recordando su vieja Fenomenología admite que aquélla
en
c ola primera
n o c es e rlo )Primero en la segunda; y por lo tanto no era verdaderamente una introducción o, como dice
lo
d Primero e científicamente es en ésta. inmediato, y en él, "que no podía limitarse al aspecto formal de la simple
aquélla
l aes mediato" 2a conciencia" y debía inc luir en s u tratado las "formas
.c Pero concretas de la conciencia", la moral, las cosmmbres, el
i con e esto
n no c se ha ganado nada; o mejor- dicho, se
habría ganado algo en caso de poder sostener la distin- arte, la religión ". N o sin profunda razón en la edición
i a ,
ción aquí s e t de la Fenomenología, que estaba preparando cuando fué
q
hegelianos, uentre Crítica de la conciencia y Ciencia, entre sorprendido por la muerte, había agregado a la portada.
-
e
Fenomenología y Lógica. Distinción que ha tenido origen la indicación de "parte primera del sistema de la ciencia"
talada,
en
d iconceptos
s t i n didácticos corno serían los pertenecientes a y dispuesto presentarla como libro en sí.
un curso introductorio, o a un curso sistemático, etcétera También Spaventa no busca mayor apoyo sobre l a
c i ó n
y en las proyecciones representativas derivadas, donde
q u 24 Op. cit., § 25.
el acto eterno del pensamiento, que es ciencia, se desdo- 25 Enci el opedi a,§§ 20-76.
e 20 L . e.
bla, por decirlo así, en una especie de vestíbulo y en
e
ermy7.•,1. 27 E n tor no a l a c ual , por l o dem ás, se habl a tam bi én ator m en.
tado bastante. C fr . las cartas a su her m ano en el volumen S. SaAvEN-
s Logica
L.
e metafisica, ed. Genti l e
> e. p.. 1 6 0 . TA, de D AS a 1661. ( Seg. ed., Bar i , 1923) .
c o 233
232
m ú
n
a
m
B E NE DE TTO C R OC E LO V I V O Y L O M U E R TO DE L A FI L OS OFÍ A DE HE GE L

frágil distinción entre Fenomenología y sistema 27 mira solamente hacia atrás; y por esto s i de aquél se
frente
, y h a laa objeción
c e procurando descubrir en la Fenome- puede decir que es no-inteligible, de éste se ha de decir
nología aquel punto de partida que en la Lógica es un que es lnís-que-inteligible en la esfera del pensamiento
pre-supuesto o un resultado. " A quien dijese que en esto puro. T al es la Idea absoluta, en cuanto que de ella no
hay una nueva contradicción, ya que esta crítica o ciencia puede afirmarse que sea una determinación particular
que precede a la ciencia como sistema debe tener su entre las determinaciones del pensamiento, una categoría
Primero, que a su vez debe ser probado, y así al infinito, entre las categorías, sino la unidad actual y absoluta de
se le respondería de la siguiente manera: la crítica que todas las categorías. En tanto que es esto, ella mira sólo
precede a la ciencia tiene su índole propia, comienza a hacia atrás. Es, en sí, absoluta subjetividad, subjetividad
partir del primer fenómeno, es decir, del primer (falso) que no es predicado o simple categoría, sino que con-
saber y resuelve todas las formas más o menos falsas del tiene en sí y sobrepasa todos los predicados, todas las
saber en el concepto del puro conocer. Ahora bien el categorías" 29
fenómeno, e l primer fenómeno, se admite mas n o se lado
. D un e dato no elaborado aún por el pensamiento, y por
prueba; es un simple hecho y no ciencia. Por eso, como otro,
s u un e rresultado
t no elaborable por el pensamiento; y
primero, no ha menester de prueba; si se probase no sería eoscilaría, de este modo, entre un doble empirismo; u n
más un simple hecho" 22 qempirismo
u del fenómeno y un empirismo del suprafenó-
• Sin insistir sobre la oscuridad de esta Crítica de la meno o misticismo. ¡Adiós, entonces, a la racionalidad
ede lo real!
ciencia, que sería y no sería ciencia, y sobre la "índole
propia" que debería tener, no es preciso andar mucho l Pero las dificultades metódicas o lógicas a que se alude
para descubrir el embarazo de Spaventa quien parece ano son menores cuando se ha examinado el concepto
decir, ora que lo Primero en la Fenomenología "no puede fimismo
l delo Ser corno Primero. ¿Por qué habría de ser,
ser probado", ora que "no necesita de prueba"; como sel Ser
o siempre
f lo primero pensable? "Es lo primero (dice
si hubiere algo en el mundo del pensamiento que no sea íSpaventa),
a porque solamente del Ser no me es posible
preciso demostrar, es decir, de ser pensado. Y aquí se ve rhacer eabstracción alguna"". Pero la verdad es que se
cómo la voluntad de atenerse a la configuración esco- cpuede ihacer abstracción de toda cosa o de ninguna, según
lástica que asume el pensamiento de llegel, conduce lógi- bcomo se e entienda. De todo, si la abstracción se toma como
camente a abandonar lo que hay de más profundo en pun acto arbitrario, un flatus vocis, un expediente verbal
este Mismo pensamiento. Escribe Spaventa: " lo primero
opara llamar la atención sobre este o aquel aspecto de un
y lo último Pensables son así hechos; de los cuales, el
r 29 Le pn7me categor ie del l a Logi ca di H egel , en " Scr i tti filosofici",
primero mira solamente hacia adelante, y el segundo,
u Gentile,
L. c.
pp. 1534_
28 Op• cit., p. 161.
n
234 235
B E NE DE TTO C R OC E LO V IV O Y L O I V I t E R TO DE L A FI L OS OH A D E I I E GE L

concepto o de u n hecho. De ninguna cosa, s i se cree y considerando, por un momento, como primero al cono-
que el abstraer constituye la posibilidad misma de pensar cimiento sensible ( aun cuando sea u n "primero" que
(pensar verdaderamente) u n aspecto s in los otros, u n tiene otros muchos "antes" que él) es imposible que
concepto sin todos los otros conceptos que se relacionan encierre en si la mera categoría del ser, si la mera cate-
sistemáticamente con él. En el primer significado, verbal-y goría del ser es impensable; ni se ve, tampoco, qué carác-
mente, prácticamente, pueden hacerse abstracciones aun ter singular le habría sido conferido al hecho de que tal
con respecto del Ser: basta que quiera hacerlo y que el conocimiento encerrase la idea del ser n o como algo
hacerlo me resulte útil para algo. ¿Que esa afirmación separado, listo para ser aplicado, sino como algo intrínseco
es contradictoria? Perfectamente de acuerdo: toda abs- a todo conocimiento de esta índole, toda vez que las cate-
tracción es siempre contradictoria. En el segundo signi- gorías no son nunca —por elevado que sea el plano que
ficado, me es absolutamente imposible pensar el Ser sin se le suponga al pensamiento— elementos separables, sino
distinguirlo y calificarlo; de lo contrario, pienso tan sólo siempre fundidos en el juicio; y pensar es juzgar. Y, sea
la palabra y nunca la cosa. L o mismo ocurre toda vez dicho de paso (para no insistir sobre la enorme compli-
que se examina lo "primero" de la Fenomenología. Esta cación que entraña la certeza sensible), si los tres grados
(dice Spaventa) parte de la conciencia sensible, o sea, de su desarrollo "son —corno le parece a Spaventa—
del primer juicio. Pero tal "primero" es en realidad tan como tres grandes épocas de la crítica": la primera de
poco "primero" que el mismo Spaventa admite que "pre- las cuales correspondería a la certeza antigua (griega),
supone el alma meramente sensitiva: sensación, sentimien- criticada por Sócrates; la segunda, a la prekantiana, criti-
to, apetencias, autonoción de sí mismo, hábito, etcéte- cada por Rant; y la tercera, a la kantiana criticada por
ra" 31 Hegel 33
se
. distingue
Y también ella en el sentir, saber y conocer todas
. L oque ésta expone y somete a la critica, en general,
sensibles;
n y es, en puridad de términos, sólo el tercero son
p r tipos
i de doctrinas filosóficas y no formas elementales
o de estos grados: " s i y o siento simplemente, y o no sé del
m e respíritu, en cuya serie además sería igualmente infruc-
s nada; s i y o sé tan sólo sensiblemente, sé que la cosa tuosa
o toda búsqueda de lo "primero".
existe y la distingo de mí, pero no sé qué es verdadera- La demanda, en filosofía, acerca de un "Primero", o
ómente, en sí misma. Recién en el conocimiento sensible d
sea, acerca de un primer concepto, es en el fondo un
lme es dado saber que la cosa no sólo es distinta de mí, e
o
sino externa a mí y —esto es lo que dice más— externa l 33 Op. c i t., p. 59. L o que no v eo com o puede conciliarse con l a
aserción de que l a pr i m er a categor ía de l a l ógi ca ( que apar ece des-
ea sí misma (espacial y temporal)" .82 a d e l as for m as de l a Fenomenología) cor r esponda a l a filosofía
pués
s. D e eleática.
F e " Lógi cam ente ( escr i be M ON /
31 Logi ca et metalisica,
o d a p.s39. categoría
a o p . escel i Sert ;. históricamente,
p . l a pr im er a filosofía d e ver dad es
tm32 Oap . cni t., p.e 4 0 .r a s n
la o
5 el eáti
2 ca".
) ,
o236 m
l ea 237
, n o i m e r a
p r
s l o
i g í
n a
LO V I V O Y L o M U E R T O D E L A FIl i .OSOFÍA DE H E GE L
B E NE DE TTO C R OC E

prejuicio llevado a la. filosofía desde otras esferas del rehusar el prejuicio por el juicio? Cuando se admite una
conocimiento, especialmente desde el conocimiento mate- verdad externa o trascendente, se puede bien 'concebir,
mático donde sobre la base de principios elementales se o sea, se debe admitir, p o r consiguiente, u n ser, u n
procede a la construcción de los teoremas. En filosofía sujeto, un pensamiento, que comience a pensarla, y que,
conforme a su afectada y propia naturaleza, comience
lo primero es también lo último ; y este es el genuino
pensamiento de Hegel que su escuela ha falseado. ya por una parte, ya por la otra., por un principio o por
filosofía —dice Hegel— se muestra como un círculo, que otro. Pero una vez superada esta, escisión e identificados
retorna sobre sí mismo, el cual no tiene ningún comien- sujeto y objeto del conocimiento, lo "primero" así corno
lo "último" coinciden, tanto en el objeto como en el
zo, por lo menos, en el sentido de otras ciencias" 31
sujeto. En tal caso, queda —como habíamos dicho— tan
.comienzo,
E l por lo tanto, no puede ser sino aparente o
convencional y, en este sentido, variable según los tiem- solo como concebible un comienzo en el sentido empírico,
corno empírica es la distinción entre hombre no-filósofo
pos y los individuos.
Pero esta última consecuencia parece no ser prevista y hombre filósofo, puesto que el hombre realmente no
se resuelve nunca a filosofar, porque filosofa siempre
por Hegel, quien se expresa así en el trozo siguiente: "de
manera que el comienzo está sólo en relación con el y cuando parece que se resuelve o se dice que se resuelve,
se quiere dar un juicio empírico importante y señalar la
sujeto, como aquello sobre lo cual se ha determinado a
filosofar, no ya con la ciencia como tal"; y , en otros aparición de un nuevo proceso espiritual. Este proceso
términos, parece admitir un necesario o lógico comienzo Puede comenzar desde cualquier punto del circulo, como
para el "sujeto que se resuelve a filosofar". Spaventa, lo comprueba, por lo demás, la historia de la filosofía
desarrollando este pensamiento, dice: " Yo quiero pensar, al demostrar que todos los filósofos tratan el mismo pro-
blema, construyen todos el sistema de la realidad, y cada
pensar pura, verdadera y científicamente, mas no arbi-
trariamente a modo de oráculo; para lo cual debo hacer uno entra en él a su modo, mediante su propio problema
caso omiso de todo lo que no es cierto, no aún cierto y conforme a las condiciones históricas en que se ha
encontrado.
científicamente..." 35
. P ¿Hay,
sar? e r o acaso, algón momento real durante el cual El hegelianismo superficial, que quiere establecer e l
no necesario punto de partida, niega también aquí, en mi
¿ se q piense?
u e ¿ O es e l pensar un acto contingente y
subordinado opinión, los mejores frutos del hegelianismo profundo.
s i g n a i la
fi voluntad?
c y , en caso de que se piense
siempre,
a el pensar no es, también, crítica y por lo tanto
rehusar
q u lo no-demostrado
i e para aceptar l o demostrado,
r . o
p 2 S c ri ttie ti l os ofi c i , p . 194.
239
4
n238
E -
n
c
i
c
LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A r n o s o r i A . D E H E G E L

categorías, o al menos, más simple que el Yo, sera, o no


verdadero, pero para emitir juicio al respecto sería con-
veniente, ante todo, mostrar que es admisible en filosofía
la distinción de los conceptos en más o menos "simples",
en simples y compuestos, porque quelques lecteurs, o
un lector por lo menos (que sería yo), estima que aquella
LA FORMA L OGICA DE L A "LOGICA" distinción es más bien propia de la lógica empírica y
clasificadora, e impropia o metafórica en la lógica de
la filosofía. Que, por fin, el "Ser" tenga un significado
La reciente y valiosa monografía de Roques sobre menos equívoco que el " Yo" , es asunto que pertenece
Hegel " no me ha aportado, mayormente, ayuda alguna (si no adivino mal) no ya a las categorías del Ser y del
para aclarar las dificultades ya expuestas, las cuales me Yo, respecto de lo cual se estaba discurriendo, sino a
habían inducido a renunciar al concepto de lo "primero" las palabras "ser" y "y o" por cuanto no puede un con-
o del "comienzo". Puesto que Roques rechaza vivamente cepto, pensado en tanto que concepto, tener "sdntido
mi tesis, era de esperarse que él justificase, por consi- ambiguo".
guiente, el concepto de lo "Primero" en general, enten- Ahora bien, si Roques rechaza mi crítica del comienzo
dido como la determinación particular de lo "Primero" y no la refuta, consiente •por lo tanto en aceptar corrió
como Ser puro. Pero no intenta siquiera la menor jus- bueno el procedimiento hegeliano sin fundamentarlo en
tificación al respecto, y no diremos que se intente jus- razón alguna, él rechaza pues la negación que y o hago
tificar el resto, respecto de lo cual él se limita a repetir de la atribuida solidez con respecto de la construcción
que el Ser es la primera categoría, "paree qu'elle est la plus sistemática de la Lógica hegeliana; pero para tales fines
vide", y a observar: "Peut-étre quelques lecteurs trouve- él infiere razones que no son sino falsas interpretaciones
roUt-ils le point de départ de Hegcl fon clair, ,et i coup de mi* pensamiento. N o. me detendré e demostrar estos
est plus heureusement choisi que celui de Fichte, errores. con el objeto de reafirmar y robustecer mi tesis
car la notion d'Etre est plus simple et de sens moins negativa; pues un camino bastante más breve y más inte-
ambigu que celle du D e ahí que algunos hayan resante me es ofrecido por el mismo Roques, quien expo-
creído que este punto de partida es cosa no sólo probable, ne l a Lógica 'hegeliana, c omo es de suponer, c on e l
sino cierta; lo cual por otra parte, no hace adelantar un propósito de hacer resaltar en ella la interna conexión.
paso en la cuestión. Que el Ser sea la más simple de las Y si, teniendo a la vista su exposición, aquella organiza-
313 H egei , se e s es cestvres, Paris, Al ean, 1912, ción interna no apareciese, y se destacase en cambio lo
8 contrario, se podrá sacar la conclusión de que Roques
T
240 241,
O
p
.
c
i
B E NE DE TTO C R OC E L O V I V O Y L O M U E R T O D E L A FI L OS OFÍ A DE HE CE L

no ha logrado refutar mi tesis, sino que por el contrario la otra: tr iv ial procedimiento didáctico, aquí disimulado
la habría comprobado involuntariamente. con una ficción de pasaje dialéctico.
Comencemos por la primera triada, o sea, por la cone- El concepto de Cualidad desarrolla, como es sabido,
xión de la primera triada (Ser — No-Ser — Devenir) una dialéctica en contra de la falsa infinitud y determina
con l a segunda, que ofrecería e l primer caso donde el resultado de que lo verdaderamente infinito es el Ser,
debiera destacarse con mayor relieve la conexión lógica por si. El Ser por sí tendría, a su vez, su contradicción
del desarrollo de la Lógica hegeliana. ¿Cómo se pasa del en los muchos Unos, donde se haría e l pasaje de l a
Devenir al Ser determinado y a la Cualidad? " La déter- Cualidad a la Cantidad. ¿Pero, cómo podría ser afirmada
mination qu'implique le Devenir - aquí, por primera vez Ia contradicción de los muchos
Unos, toda vez que aquella contradicción ya había sido
e s passer
fait c r i bl'are
e pur á l'existence (Dasein): elle est cons-
manifestada, y hasta superada, en el concepto de la ver-
titutive
R o qde u l'are
e existant:
s elle
8 est8 sa Qualité", ¿Pero, qué dadera infi nitud o del Ser por sí? Este es otro hiatus,
pasaje
- es éste? ¿Cuál es la contradicción, intrínseca al mal disimulado: Hegel da cumplimiento a u n pasaje
Devenir, que lo hace convertir en su contrario y a través meramente extrínseco y lo presenta corno dialéctico.
del contrario alcanzar la nueva síntesis, digamos, la del "Quantité e t qualité se transforment ensemble, mais
Ser determinado? Es ta dialéctica n o se encuentra e n
.
Roques, del mismo modo como no se encuentra en Hegel.
sgression sans fin, s u f fi r a de voir que le vrai infini c'est
Para Hegel, el Ser determinado és "la unidad de ser y
de nada... una unidad en la cual estas determinaciones cl'étre sans audel4
son tan solo momentos", y por esto el Ser determinado eal
, cdecir
' e sdet Roques, se operaría el tránsito a la categoría
náde la Esencia 4
es idéntico al Devenir; o, como también se dice, es "el progreso
& rH eeal infi nito para alcanzar aquéllo que y a había
s'').
Devenir puesto en la forma de uno de sus momentos, del sido
Ser" é s t e es el verdadero Ser, el ser que tiene la forma fad qelogrado
ut íe enr el Ser por sí, y que no hay razón alguna
para considerar perdido y necesitado de' readquisicion.
de su primer momento pero que se ha enriquecido en la iqm iu n eé
Pero, lo más curioso es que el tránsito a la Esencia se
antítesis y se ha completado en la síntesis, En realidad, nrp e a o p
habría debido hacer desde la última categoría del Ser,
Hegel ( y su expositor) no hacen otra cosa, después de "au r e
que no es r lac Cualidad ni la Cantidad, ni la alternada suce-
haber polemizado en contra del Ser puro, inmóvil, abs- e
;ssión de ola una y la otra, sino la síntesis de ambas, la cuali-
tracto, que someter a examen el concepto de Cualidad li
yficación " de la cantidad, la Medida. Ahora bien, no se ve
mediante el procedimiento de pasar de una dificultad a a
: medio de qué interna contradicción se pasa de la
"por
Medida
a i aa la Esencia.
38 O p . c i t., p. 1.38. pd
89 E nc i c i opedi a, § 89. ols 411Op.
é cit.,
c p. 1.4-1..
242 utí i c, 243
ra
éd
ee
l
B E NE DE TTO C R OGE LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A F i L o s o r í A DE RE GE L

En la lógica de la Esencia, "Hegel entra prend de dis- ments" 48


cuter le sens des principes d'identité et de tiers exclu" 41 l.as Yhabía abandonado Fischer, que en la segunda edición
•¿Pero, por qué en este punto y no antes, por ejemplo, de
— su Lógica, acusando a Hegel de haber querido des-
cuando ha intentado criticar el Ser puro l Ya entonces arrollar
a g r dialécticamente las clases de los juicios de l a
Hegel había superado tanto e l principio de identidad lógica
e g oformal, refutaba aquellas categorías hegelianas que
como el de tercero excluido, poniendo la unidad de los él mismo, en la primera edición, aceptaba, reemplazándolas
contrarios en el Devenir. y
en la segunda por otra de su propia cosecha ".
Juntas, en el curso de esta lógica, a la categoría de la o
De todas maneras, a la Lógica del Sujeto sigue, como
Acción recíproca: " i i sera sans doute bou —advierte —
es sabido, en la exposición de Hegel, la lógica del Objeto
Roques— de consacrer de nouveau quelques lignes ya el tránsito de una a otra ha sido juzgado siempre como
l'infini bégelien, qui se produit ainsi une fois de plus n de los más difíciles. Fischer lo concebía del siguiente
uno
au cours de la Logique" 42. " S e produce", en efecto, t
modo: "En el silogismo se cumple sólo la definición. Toda
todas las veces que Hegel estima oportuno "v olv er a definición
e verdadera es la particularización plena y pro-
hablar de ello"; a lo cual tiene, en verdad, pleno derecho, gresiva
s de lo Universal. Esta particularización es, al mismo
pero que no está de acuerdo con el riguroso encadena- tiempo,
q una perfecta y progresiva demostración. La ver-
miento de las categorías que establece que cada una dadera
u definición es genética. Pero aquello que es plena-
debiera aparecer una sola vez y en determinada situación, mente demostrado, existe. L o que se demuestra por sí
e
por cierto, nunca transferible. mismo es verdaderamente real. Esta realidad del concepto
Oscurísima, entre las mas oscuras, es la conexión de M
es denominada por nosotros Objetividad" 45
la Lógica del Concepto, que Roques retoma, tal como a
Hegei
. P e la r odeducción
p a era r amuy otra, obtenida no por in-
es dada en Hegel, sin prueba ni justificación de la triada c
termedio de la definición, sino por el silogismo de la nece-
integrada por el concepto, e l juic io y el silogismo, n i T
sidad, en el cual, el concepto negando la mediación, se
tampoco a propósito de la Subdivisión de cada una de a
determina como unidad inmediata n objeto, Deducción
estas pretendidas categorías, y por el contrario, diciendo g
que no convence a :VIRE Taggart, quien la sustituye por
que “cette dialeetique du jugement et du syllogisme" es g advirtiendo que las cosas se hallan ligadas entre sí
otra,
"si arbitraire, semble-t-il, dans, le détail, que nous voyons dea dos maneras: por similitud y por reciprocidad causal.
par cumple Mac Taggart, un hégelien convaineu cepen- Ahora
r bien, la lógica subjetiva se atendría a la similitud
dant, et qui a passé so vie entir e a commenter Hegel, lat que revelaría al final un defecto, en su último silogismo,
rejeter comme entirement mutiles certains déveioppe-
y 43 Op. cit., p. 155.
Op. cit., pp. 142-3- a44 Lr y i k und M etaphysi k 2
' ,45§Op• 1cit.,
5 § 0 166,
, n. 3.
4 c c -
244 245
2 3 4 ,
O
p
_
c
B E NE DE TTO C R OC E LO v i v o Y L O M U E R T O D E L A FI L OS OFÍ A DE I T GE L

el disyuntivo: " t odo Z es, o X o W " , donde no se de vue de la philosophie empirisse es kantienne, pour
indicaría de qué manera se podría determinar si Z sería laquelle la pensée discursive (Verstand) va seulement du
X o W. De ahí la necesidad de una ulterior determina- pbenonillne au plaenontne, du fini azi fini. Dans
ción de los objetos, obtenida no en función de su natura- - l adu L
que Concept
o g i nous
- allons étre en pleine philosophie de
leza interna, sino de su exterioridad, de su objetividad 46 la Vernunft et de l'Abs olu"". Que las tres partes de la
.Para Roques se trata de algo puramente similar: "11 faut Lógica impliquen, en conjunto (pero muy en conjunto)
que le concept, cadre vide, enferme u n contenu. C e la crítica de las concepciones que Roques indica es cosa ya
contenu s'appelera l'Objes"; y así se pasaría a la natura- harto sabida, y en un conjunto (muy cefiido) que sea ad-
leza, o sea, al concepto de la naturaleza, a la “représen- misible. ¿Pero, qué tránsito dialéctico puede ser operado
tation d'une réalité capable de donner un contenu au entre términos constituídos con elementos tan diversos,
concept forntel et d'étre organisée par luí" 47 como el primero, compuesto de "intuic ión sensible" y
, ¿ P surgir,
podría e r o sólo
c a este
ó m respecto,
o la idea de una realidad de "matemática", o el segundo compuesto de "ciencias
si las dos primeras partes de la Lógica se refieren por experimentales", "filosofía empírica" y "filosofía kan-
completo a la realidad natural, al ser inmediato, al contar tiana"? A lo sumo, para que resulte correcta la triada,
y al medir, a las ciencias físicas y naturales, etcétera? el Ser tendría que representar únicamente el punto de
A través de toda la exposición de Roques no existe vista de la filosofía intuicionista, sensualista o inmediata;
ningún pasaje dialéctico de una triada a la otra que sea la Esencia, ei de las filosofías trascendentes; y el Concepto,
digno de comparación con el que se efectúa realmente el de las filosofías inmanentes (concepto concreto, unidad
en la triada del Ser, No-Ser, Devenir; y existen, en cam- de universalidad e individualidad, de categoría y repre-
bio, signos evidentes de la imperfección de algunos de los sentación). Claro está que la desgracia consiste en que
mencionados pasajes, los cuales, no siendo del todo correc- el contenido de la Lógica hegeliana no se aviene del: todo
tos dejan inseguro el camino a recorrer en el proceso lógicamente a este esquema.
total. N o es más convincente tampoco la tentativa de ¿Pero, Roques h a intentado verdaderamente, en su
justificación de la triada fundamental de la Lógica, en tratado, demostrar la rigurosa estructuración lógica de
Lógica del Ser, de la Esencia y del Concepto. "Dan s la la Lógica? Porque en la exposición que, a este respecto
Logique de l'Etre immédiat nous étions au polnt de vue nos ofrece, tal cosa no surge, en modo alguno; y en las
de l'intuition sensible et de la otatbématique. Dans la declaraciones del autor se advierte más bien una fe en
Logique de l'Essence nous nous placions au point de vue
la logicidad de aquella construcción y no el firme, y
des sciences expérimentales, es en mame temps au point seguro juicio acerca del carácter• de esta logicidad. " En
46 A comentar y, p. 243.
47 Op. cit., pp. 160,1. 48 Op. cit., pp. 152-3.

246 247
B E I\TE DE TTO C R O C E
LO v i v p Y L o M U E R T O D E L A FILOS OFÍA D E I I E GE L

ces quinze derniáres années, sans parler de la longue sospechar que la "psicología", de cuya falta se lamenta
analyse que lu i a consacré K. Fischer dans son étude Roques, sea lo mismo que aquella "evidencia de trabazón
sur Hegel, elle a été comentée en détail par G. N oa, lógica", cuya falta he lamentado yo; o que Roques anhele
J. Hibben et Mac Taggart, et presentó par ces commen- una dilucidación psicológica para explicar históricamen-
tateurs comme une ceuvre parfaitement solide dans son te la razón de ciertos pasajes, los cuales no son suscepti-
ensemble" ". Se podría objetar que tanto Fischer como bles de explicación lógica alguna. Tompoco me resulta-
Hibben son simples rcsumidores, que NOel no hace sino ría inaceptable la definición de la Lógica hegeliana como
paráfrasis y que Mac Taggart ha demostrado que la "Gramática del pensamiento abstracto", justamente por-
Lógica necesita, en muchas partes, de puntos de sostén, que una gramática no requiere nexo dialéctico entre sus
demoliciones y reconstrucciones, de suerte que es un partes, y este nexo falta en aquella Lógica, o está sólo
poco exagerado afirmar que él haya reconocido la "per- aparentemente, y por lo tanto, en modo bastante fastidio-
fecta solidez" de ésta, aun cuando no hiciere mención a
so para quien busque lisa y llanamente la escueta verdad.
otra cosa que al "c onjunto". • Pero, sea c ual fuere la
Y, por Ultimo, deberé protestar en contra de una obser-
opinión con respecto de estos comentadores y críticos, lo vación de Roques, quien dice que tratando yo de destruir
cierto es que su autoridad no puede tener cabida en el
las construcciones "sistemáticas" de Hegel, mi insistencia
juicio personal de Roques, juicio que el lector esperaba y
en llamar a Hegel el más grande pensador no puede ser
no obtiene, y mucho menos con respecto de la demos-
tración intrínseca que aun se desea. otra cosa que "une Orase" ". Protestar no tanto por mí,
qite realmente no hago nunca "frases" ( y por favor, ¿por
Adernál, Roques cree 'regTettable" ( o para repetir el
qué habría de afligirme; y justamente en este caso?),
cauto giro de sus palabras: p a r a l t r a á beaucoup regret-
table"), "que, pour mieux donner á la Logique la forme cuanto por Hegel y por otros grandes como é l quie-
nes serían tratados c on bastante escasa justicia s i se
d'un prográs de pensée nécessaire, et en que/que sorte
pou• la diviniser, Hegel nous ait si peu renseigné sur l'éla- creyese haber hecho la crítica de su pensamiento con la
boration psycbologique de cette grammaire de la pensée sola demostración de la artificiosa conexión de su expo-
abstraite" 5° sición sistemática. Hay espíritus capaces de crear nuevos
.
sino también la verdadera sustancia de u n progreso de conceptos, pero no igualmente capaces para dominarlos
pensamiento
¿ P e r o necesario, importarían acaso las circunstan- y ordenarlos; .espírims gallardos, mas no claros; indaga-
ci dores profundos, raramente enamorados de la regularidad
s as psicológicas,
i y por lo tanto extrínsecas, que hubieren
acompailado a su formación en el espíritu de Hegel? Es de extrínseca y de los esquematismos. Hegel, me parece a
l a
mí, está entre éstos; y, mostrados sus artificios y sus erro-
L óOp . c i t., p, 165.
go O p . c i t., p. 166.
g i c Op . Ci t., p . 1 3 6 .
248 249
a
t u
v i
e s
e
B E NE DE TTO b R OC E

res, ¿por qué deberé privartne de reconocer la contribu-


ción por él aportada al pensamiento filosófico?, ¿o por
qué me he de dispensar este deber? ¿Por qué no deberé
buscar el "sistema genuino" (si bien no desarrollado com-
pletamente), que está bajo su "sistema aparente"?
•nl

• L A "FILOSOELN. D E L A NA TURA L E ZA "

He visto, no sin cierto asombro, interpretada mi crítica


de la filosofía hegeliana de la naturaleza como una afir-
mación de incognoscibilidad de la misma; diríase casi, un
renacimiento de la posición socrática, o me)or aún, de la
concepción de Vico, que le asigna al hombre el conoci-
miento del espíritu y del mundo propio de lo humano y le
niega, en cambio, la posibilidad de conocimiento de la
naturaleza, obra de los dioses o de Dios-Mi pensamien-
to es justamente lo contrario: l a plena cognoscibilidad
de la naturaleza, y la "filosofía de la naturaleza" es refu-
tada por mí, precisamente, porque me parece que con-
duce, directa o indirectamente, a la conclusión de la
incoonoscibilida d.
degel apuntaba también al fin de un conocimiento ple-
no de la naturaleza; pero cuando se lee en su construcción
de la naturaleza, por ejemplo, que la gravitación es el
concepto d e l a corporeidad material realizada como
idea, dividida o vigente en los cuerpos particulares y
reunida o realizada silogísticamente en los sistemas de los
cuerpos; o que la luz es la idealidad existente, el abstracto
sí-mismo de la materia, una infinita exterioridad y una
idealidad material; o que el sol es más abstracto, y como
250 251
B E N E D E T T O C R OC ) LOVIVO Y LO MUERTO DE LA FILOSOFLA DE DECEL
,
tal, menos .
perfecto que los cuerpos planetarios, que son observada por él, estrictamente, la forma triádica porque
más concretos y, por lo tanto, más perfectos; o que los aparecen también las tetranidacles como en el caso de los
sentidos de los animales se hacen objetivos en los cuerpos cuatro elementos, y los cuatro colores, etcétera, y hasta
lunares y meteóricos, o que en el mundo físico la vista las formas con cinco elementos corno en el caso de los
se exterioriza como' Sol, el gusto como agua y el olfato cinco dedos y de los cinco sentidos ", Y tampoco la ver-
como aire; o que el Eter es el pasaje de la idea lógica dadera forma dialéctica, si "en la naturaleza los grados v
a la naturaleza "; y muchos otros filosofemas, más .bien las determinaciones particulares del desarrollo de su con'-
parece asistirse al desarrollo de un proceso imaginativo cepto permanecen como existencias particulares, aquí y
que no al desarrollo de un proceso de conocimiento, a allá, frente a sus formaciones más elevadas; la materia y
el movimiento tienen su libre existencia como sistema so-
una relación de comparaciones y no de conceptos. Si
la naturaleza es cognoscible sólo de esta manera, ello vale lar; las determinaciones de los sentidos persisten también
tanto como decir que no es cognoscible puesto que no como propiedades de los cuerpos, y en modo más libre
puede calificarse de conocimiento de la naturaleza al ale- aún, como elementos; etcétera, etcétera. Por el contrario,
gorismo con que en el medioevo el cordero ocultaba a las determinaciones y los grados del espíritu están, en los
Jesús, la serpiente al diablo, las bestias feroces a las pasio- grados más altos del desarrollo, tan sólo como momentos
nes desenfrenadas y las relaciones de la luna con el sol y estados" 54
representaban la subordinación de las clases sociales o del henderlo
. todo en el mundo de la naturaleza? Hegel, una
vez
¿ T i e n a la naturaleza como revelación de Dios, como
califica
Estado a la Iglesia; así como tampoco puede hablarse
de conocimiento en aquella gente devota que siguiendo los euno de sus dos templos, que El llena por sí mismo y en
símbolos del neomedioevalismo jesuítico ve en la "pasio- oel cual está presente ; pero de inmediato la califica como
espíritu extrañado de sí, como un dios impetuoso que no
naria" los instrumentos de la "pasión" de Cristo. Y la n, o
cognoscibilidad, si bien noees confesada, resulta luego co- sabe refrenar y contener sus impulsos". Me parece evi-
l a
mo consecuencia en las frecuentes declaraciones de Hegel dente que por este camino se sale de nuevo al misterio
ry al agnosticismo.
a
cuando afirma que no es posible llevar cuenta racional- z Pero ó al misterio y al agnosticismo se sale de nuevo, de
mente de todo hecho natural, y que en la naturaleza nla misma manera, mediante la refutación del método hl-
existe lo accidental y lo irracional o, lo que es lo mismo,
lperfilosófico e Hegel en su tratamiento de la naturaleza,
la incapacidad de obediencia al concepto. Tampoco es
a
53 N a t u r p h i i o s
52 Esta úl ti m a doctr ina no está realmente en l a Filosolia d l a iaa-« c -54 Ean c i a P p e d i a , § 3 8 0 .
turaleza, que for m a par te de l a Enci ckpedi a, sino en los cursos fi l o
s, ofic p o2 p hOp.
a
4
, §
8c i t
logo
. a l a Votigsul7geA i i ber N atur phi l m ,phi e, pp. XXII-XXITI. c 96 ,i u § ci
Z Op. s t., .§ 247 Zus.

2 4 253
os
252 d a
d 6
d Z u
e
H d s .
e e
B E NE DE TTO C R OC E LO r v o Y L O M U E R T O DE L A 'FI L OS OFÍ A DE DE GE L

reemplazándolo con el método hipofilosófico, o sea estric- las matemáticas, de una dialéctica de la aritmética y de
tamente naturalista, como lo han intentado recientes es- la geometría, todo lo cual fué señalado por mí como una
critores, que no se sabe por qué demandan, además de feliz contradicción y una prueba de que Hegel había
la ciencia de la naturaleza, una filosofía de la natura- descubierto, sin embargo, el camino exacto aún cuando
leza, aún cuando no intentan abandonar nunca el método seresistiese a recorrerlo totalmente. Y no me
naturalista, que no podrá dar otra cosa que una ciencia vincente
- p a r e la crespuesta
e c que
o men dirige
- sobre este punto un
de la naturaleza. Para alcanzar el convencimiento de la crítico mío: a saber, que sea justificada la excepción de
cognoscibilidad de la naturaleza es preciso liberarse tanto la matemática, porque "espacio y tiempo, como el primer
del simbolismo conceptual, cuanto del positivismo (es de- grado de la filosofía de la naturaleza, son en sí mismos
cir, de la "filosofía de la naturaleza" en todo su signifi- dialécticos, pero no revelan todavía ninguna dialéctica
cado); y reconocer que no hay lugar para otro significado explícita y por eso no pueden ser desarrollados dialéctica-
legítimo, porque el problema, del cual surge la filosofía mente, según sus contenidos" 'T. Esto se hace extensible,
de la naturaleza, carece de consistencia, ¿Habría, en efec- de la misma manera, al resto y a que Hegel habría al-
to, surgido alguna vez si no nos hallásemos frente a con- canzado a notar el carácter de "ficciones intelectuales"
ceptos: de naturaleza externa, de fuerzas físicas, de ele- perteneciente a los conceptos de la física y de las ciencias
mentos químicos, de entes inorgánicos y orgánicos, de mi- naturales, toda vez que no ignoraba que físicos y natu-
nerales, vegetales animales, etcétera, y si no nos esforzá- ralistas, a menudo, los reconocían como tales 58
semos por comprenderlos racionalmente? Ahora bien, si ; d e estimó
suerte, e s que t a era preciso convertir las ficciones en
se demuestra que estos conceptos no pueden n i deben realidades, las abstracciones en concreticidades y elevar
ser entendidos racionalmente, porque no son propiamente los resultados de la física y de las ciencias naturales al
conceptos, el problema de construir una filosofía de la plano de una filosofía de la naturaleza, como si esto fuese
naturaleza cae por sí solo. posible sin destruir aquellos resultados y como si se pu..
Y no es el caso de repetir aquí la demostración, baste EBBINGHAUS; op. ci t., p. 77 n. E n cam bio el ya citado RoQuEs
para ello recordar el material que aportó el mismo Hegel ( l l ega, p . 2 0 3 ) , adm i te, adhi r i endo a m i pensam iento, que: " l e s
en la crítica realizada acerca de los procedimientos de sIulres cr itiques, ach'essées t l i egel quant i c ette appl i cati on de l a
dialectique aux r éalités empiriques et extr alogiques, semblent souttent
las ciencias. Claro está que él no ha extraído de tal crítica sn4rites. H egel , q u i dc l ar e abandonner is l a géom etr ie l ' étude des
la consecuencia de la profunda imposibilidad de correc- figures particulieres de l' étendue, aur ai l Pu, se?nble-t-il, fair e une con-
ción de estos conceptos para los fines de la filosofía; cessiou anal ogue aux antr os seienses'.
58 C fr . por ej em pl o, el Zus. en el § 246, y tam bi én el pr ólogo de
o mejor dicho, alcanza esta consecuencia sólo para u n Michelet, p , X, donde se l ee l a respuesta d e l os físicos de l a época
caso, el de los conceptos matemáticos, negando por este a l as críticas de H egel ; l o c ual r evela que é l com batía contr a m ol i -
motivo la posibilidad de una elaboración filosófica de nos de viento.
254 255
B E NE DE TTO GR OC E LO V I V O Y L O M U E R T O DE L A FI L OS OFÍ A DE I I E GE L

diese perfeccionar con un nuevo método aquéllo que no rno de métodos, ¿De qué filosofía (pura, concreta), o lo
es más que el producto de un método totalmente distinto. que es lo mismo, de qué experiencia (pura, concreta),
También aquí se me ba respondido que mi acusación podía él captar, por ejemplo, las abstracciones de luz, so-
de hibridismo metodológico no alcanza a Hegel ya que• nido, calor, estrellas fijas, planetas, agua, aire, y todas las
la relación que él establecía entre física y filosofía de la otras que son objeto de su construcción? ¿Y •qué cosa es
naturaleza era personal y no real, psicológica •y- no lógica, su Filosofía de la naturaleza sino un e l i a l e
y no tenía otro significado que poner de relieve la im- fiado
. de observaciones críticas, de nociones generales de
portancia de la información física para el filosofo de la matemática,
c t i z a r , amecánica,
e o m física,
p a - química, mineralogía, geo-
naturaleza A los pasajes de Hegel, citados por mí de- logía, biología, botánica y zoología, de las ciencias de
liberadamente y que comprueban la justeza de mi inter- su época? Si Hegel hubiese querido atenerse verdadera-
pretación, sería fácil agregar todavía algunos otros, abun- mente al método especulativo y desarrollar la necesidad
dantes en detalles, sacados de la introducción a las leccio- inmanente al concepto, no debía de haberse obstaculiza-
nes sobre filosofía de la naturaleza. " L a filosofía de la do, a sí misdío, con los resultados de las ciencias natura-
naturaleza toma l a materia que l a física l e prepara les, ni perderse en la estéril fatiga de hacer coincidir los
con la experiencia desde el punto hasta donde fueron dos métodos, cosa que no resulta ni siquiera mediante el
conducidos por esta - uno ilegítimo de los símbolos conceptuales, al extremo
fundamento,
ú l t i m a , comoy última garantía, a la experiencia. L a que se v io obligado, en consecuencia, a desistir de se-
física
l o s debe, de tal manera, ayudar a la filosofía ( in die mejante empresa
e l a b o ra los efectos de que ésta traduzca en el
Hiinde arbeiten),
/SiitCHELET, en el prólogo a la Filosofía de la naturaleza, dice:
aconcepto lo universal intelectual que le ha sido consigna- " La fil osofía n o deduce d e m odo i nm edi ato l as for m as de l a natu-
do mostrando de qué manera ello ocurre en el concepto
scorno un i todon en sí mismo necesario" 6g raleza e n tanto qué tales, si no sólo algunas determinaciones del pen-
samiento per tinentes a l a natur al eza por m edi o d e l as cuales 1
p• M ao s n n o e s decir que mi interpre-
de multiplicar citas y ni tampoco . e l cír cul o d e l os fenóm enos natur ales, l as i ntui ci ones correspon-
en
etación
e r
l es adecuada
c a la lógica
s o hegeliana, la cual hace su- dientes...
3 1 1 s c a ,Si par a una i dea deduci da a pr i or i no se hal l a l a i ntui ci óa
correspondiente, quedan abier tos dos cam inos: o suponer , e n ci er to
cceder aloV erstand, que pone las antinomias, la V ernunft modo, en el l ugar v ado, u n fenóm eno de l a em pi r i a no descubierto
m o
que las concilia. La verdad es que, sean cuales fueren las todavía ( expedi ente siem pr e peligroso, del c ual 011en se val e a m e-
nudo) , o bi en echar u n a vez más al pensamiento en el crisol de l a
declaraciones relativas a los métodos, Hegel se atiene de dialéctica.- por que el sujeto filosofante podr ía ser culpable de un error
hecho ( y aquí se discurre en torno al hecho de la cons- de oper ación, por i ntr oduc i r su i ndi vi dual i dad, en enr abio de i r por
trucción de su Filosofía de la naturaleza) a aquel hibridis- vía di r ecta en t or no del 'universal pensam iento cr eador que r eposa
inconscientemente en el pecho de cada uno" ( pp. xr v- xv) . N o se po-
" EBBINGIIAU S, op. c i t., pp. 76- 80. dría m ás cándi dam ente r ecom endar u n tr abaj o d e " acom odaci ón"
OO p. ci t., § 246 Zus. par a hacer coincidir los resultados de dos m étodos divergentes.

256 257
DE NE DE TTO C R OC E L O V I V O Y L O M U E R T O D E L A FIL OS OFíA DE F1EGEL

Que Hegel entendiese, pues, la filosofía de la natura- ciencias naturales, es decir, declarar la naturaleza (la na-
leza én el sentido de una síntesis a priori, en la cual, tanto turaleza de los naturalistas) como absolutamente irreal.
la experiencia como el concepto son indispensables —co- También se encuentran en su obra disposiciones que lle-
mo afirma mi valeroso contrincante— es cosa que< por van a esta conclusión, y muchas veces él dice que si las
mi parte estoy dispuesto a admitir, pero no como un cosas de la naturaleza externa fuesen independientes y fir-
método profesado por Hegel o realizado por él conscien- mes en, si mismas, nosotros moriríamos de hambre espi-
temente, sino más bien• como una exigencia de su pen- ritual y materialmente; o, repitiendo una ingeniosidad en
samiento, que no encontró el vehículo de su clara expre- la cual se complacía bastante, que menos estúpidos que
sión. Dos modos (decía él) se tienen para liberarse .de los metafísicos creyentes en la existencia sólida e inde-
las abstracciones de la Física: primero, la intuición in- pendiente de las cosas externas, son los animales, puesto
genua; segundo, y más elevadamente, el concepto 62 que ellos no creen sino que van directamente a las cosas,
.él P
obliga
e r oal concepto a valerse de las muletas de las dis- las apresan, las consumen y las fenomenizan 6
tinciones abstractas, en lugar de dejarlo valerse de sus naturaleza
'. ¿ Y , es irreal,
s i quél es alo real, cuál es la base real
propios medios. Mi contrincante aporta a título de ejem- sobre la que surge la ilusión de aquella irrealidad? L a
plo d e l conocimiento filosófico d e l a naturaleza, l o historia: la historia justamente, que es experiencia y es
cual Hegel tanto apreciaba, la ley de Kepler, admi- filosofía, donde se efectúa verdaderamente la síntesis a
rada por .él porque no tenía el carácter de una vacía priori entre sujeto y predicado, entre intuición y concep-
generalidad, sino representaba inmediatamente el hecho to. ¿Mas, en la historia, dónde está la distinción entre lo
individual. ¿Pero cómo podría ser filosófico un pensa- espiritual y lo material, entre lo interno y lo externo;
miento que tiene, y debe conservar, la forma de una ley, dónde, la equivalencia de la causa con el efecto; donde,
o sea, de una abstracción? A lo sumo, Hegel acompaña la uniformidad de las leyes, las fuerzas, los elementos y
aquí a los físicos y naturalistas que combatían el uso ex- otros abstracciones? N o , por cierto, en aquélla que se
denomina "historia de la vida humana", así como no está
cesivo de las matemáticas y las inútiles hipótesis y com-
plicaciones, y preferían los conceptos menos abstractos tampoco en la denominada "historia natural"; ni en el sur-
gir de la democracia ateniense o de la potencia mundial
a los más abstractos. Y esta compañía podía ser bastante romana; ni en el nacer de una fl or o el formarse de los
buena, y en ello tener razón; pero como físico de buen
sentido, y no como filósofo. continentes y los mares. Se puede, sin duda, concebir leyes
sociológicas con respecto de la sociedad humana, del mis-
Para tener razón como filósofo, debía haber abando-
mo modo como se conciben las leyes físicas con respectN
nado, justamente, las abstracciones de la física y de las del mundo natural; pero la sociología como la física, no
Op. cit., § 246 Zus. Ge Por ejemplo, op. cit., § 246: Cfr. Lógica, § 131 Zus.
258 259
B E NE DE TI O C R OC E
L O v i v o Y L O :M UE RTO D E L A FI L OS OFÍ A DE I I E GE L

son filosofía, ni historia, precisamente porque no son con- bemos compenetramos de su espíritu ( icomo Si fuese
cretas ni 'reales.
el de Dant& ), pero debernos dominarlos más o menos
Esta historización de la naturaleza ha suscitado obje- rudamente para nuestro uso y utilidad. Es una antigua
ciones, corno concepción antropomórfica; pero entién- observación (hecha también por Hegel) la de que e l
dase bivn, que Ia historia de la naturaleza no se debe hombre abandona, en el curso de su evolución, ciertas
concebir antropomorficamente como si se tratase de una posibilidades de conocimiento como se abandona una in-
fábula esópica. Semejante advertencia en contra del an- útil carga o un obstáculo, salvo en los casos de enfermedad
tropomorfismo lejos de contrastar con la concepción his- o pobreza psíquica donde las grandes maravillas de los
tórica, no consiste en otra cosa que en una más amplia fenómenos del hipnotismo y de la telepatía suelen tomar
consideración de un conocido canon histórico, el cual
origen. Bastantes cosas existen en la naturaleza que no
prohibe pensar un hecho sobre el modelo de otro hecho.
se comprenden porque no m
Del mismo modo como está prohibida la confusión entre pue'
e s de lo contrario se terminaría por adquirir la corres-
atenienses y berlinenses, entre cristianos primitivos y ca- pondiente
r e c e n capacidad
s e r de comprensión.
tólicos de la Contrarreforma, o entre Thales y Galileo, u
Hornero y Tasso, está prohibido el concebir la vida de c Otra
o mobjeción,
p r e suscitada
n d i dpor este concepto filosófico
de la
a s , naturaleza domo historia, consiste en afirmar que con
un organismo como se concibe la vida de una ciudad,
él poco es, el progreso obtenido, porque no se logra nin-
con casas, caminos, teatros, iglesias, tranvías y teléfonos. guna ley, ningún imperium baconiano sobre la naturaleza.
Todo vive, nada hay de material y de mecánico; pero Pero tampoco se obtenían leyes ni imperios de la filosofía
las formas de la vida son infinitas y es preciso pensarlas de la naturaleza que hemos calificado de simbolismo es-
una pbr una, directamente, sin alterarlas mediante abstrac-
piritualista o lógic o ( tipo schellingiano-hegeliano), así
ción alguna. Sera posible, entonces, lograr siempre en-
como tampoco de aquel simbolismo mecanicista propio
tenderla en su singularidad? A ú n cuando no lo fuere,
del pensamiento positivista; simbolismos que turbaban, •
¿qué importa? También la psicología de muchos hombres
con los cuales convivimos resulta a veces de difíc il o im- más bien, a los espíritus con fantasías, falsos pensamientos,
audacias y creencias igualmente injustificadas. La nega-
posible comprensión; y en tales casos lejos de afligimos ción de la naturaleza, entendida en el sentido de los na-
ante esta imposibilidad, nos encogemos de hombros re- turalistas, y ' la afirmación de la realidad como historia
nunciando a un conocimiento sin el cual podemos, no apaciguan esta' turbación y propenden a clarificar l a
obstante, pasar. Los animales se comprenden entre sí, cier- mente. En cuanto a las leyes, medidas y abstracciones que
tamente, bastante mejor que lo que u n hombre puede posibilitan el intp eriunz sobre la naturaleza, nadie ha pen-
comprender a un a t r il
lado en abolirlas. Para ellas trabajan, como han trabajado
un
- somero conocimiento de los animales porque no de- siempre, las "ciencias".
n a l; p e r o
260
261
a
n o s o t r o
s
LO V n TO Y L O M U E R TO D E L A FI L OS OFA DE HE GE L
B E NE DE TTO C R OC E

La autonomía de las ciencias, que aquí se afirma, y su gicas. Todas las clasificaciones son arbitrarias, de alguna
legítima persistencia junto, o mejor aún, además de la manera, y ninguna puede ser lógicamente justificada o
filosofía, que había sido antes mal entendida en el sentido condenada. No se puede excluir del todo la utilidad que
de un dualismo que se tenía intención de establecer entre presta una clasificación de los hombres hecha según el
espíritu y naturaleza (el primero cognoscible para la filo- color de la piel, la variedad de los cabellos o el lóbulo
sofía; el segundo, para las ciencias), resulta ahora del mis- de la oreja. No es sostenible la concepción hegeliana de
mo modo mal entendida, cOmo una interrupción del lasespecies en el sentido de cuasi-ideas platónicas, en las
círculo espiritual, como una aserción de la vida separada cualesdeba introducirse la dialéctica. Pero es verdad que
de la filosofía y de las ciencias, indiferentes entre sí. Pero el espíritu filosóficamente desarrollado rechaza o deja de
cuando se habla de la autonomía de las ciencias no se lado ciertas clasificaciones que se le aparecen y que s011
quiere afirmar nada más que el hecho de que las ciencias para él, en ese caso, superficiales y exige Ja confección
representan el momento de la abstracción, momento lógi- de otras que también se le aparecen y son para él más
camente superable, pero necesario prácticamente para el profundas. A una filosofía tntís desarrollada corresponde
espíritu humano y por esta razón su retorno es siempre vá- una ciencia también más desarrollada: ambas no se con-
lido. Una física o una ciencia natural sin abstracciones es funden, pero cada una se modifica o crece en función de
tan inconcebible como una matemática sin abstracciones,: la otr a".
la filosofía no puede corregir aquéllo que corrig ere •est Si todo esto es verdadero, la filosofía, la historia y las
netas_ Pero el procedimiento abstractivo aún cuando no es ciencias forman una tan estrecha y sólida cadena que re-
modificable filosóficamente, está' condicionado a la filoso- sulta tan imposible corno vano el querer insertar en ella
fía; y son los pensamientos los que determinan la dirección el eslabón de una "filosofía de la naturaleza". Esta podrá
que deben seguir las abstracciones. En este sentido, la filo- quedar como un simple título de utilidad didáctica para
sofía es verdaderamente la reina de las ciencias; es decir, designar, por ejemplo, la gnoseología de las ciencias na-
no les suprime su peculiar actividad, pero las gobierna. turales, o la polémica contra los caprichos metafísicos de
,•:Qué existe de verdad en la exigencia de Hegel, dirigida a los físicos, o una concepción general de la realidad (cieno-
los físicos, acerca de, las clasificaciones, diciendo que no
tul N o puedo, por eso, aceptar si n reservas l a oposición establecida
deben ser arbitrarias sino que deben conducirse según el por BERTHEI.OT entr e u n Hegel r om ánti co y otr o científico. ( U n r o-
concepto, y que sería absurdo poner, por ejemplo, como m
. antisme uti l i tai r e
diferencia entre el hombre y el animal, el lóbulo de la oreja el
> queP am r ii caracterización
s . a l a pr im er a de estas direcciones com o una
cuasi-negación
A l e a n del , natur alism o persistente en H egel baj o l a for m a de
en lugar de la razón? ". No es, por cierto, verdadero el una filosofía de l a naturaleza, sea, o negaci ón de l a i ntel i gi bi l i dad de
l 9 1 1
que se den clasificaciones arbitrarias y clasificaciones lo- la natur aleza, o declar ación de l a vani dad de l as ciencias: cosas l e-
,janas, am bas, de m i pensamiento.
Op. cit., § 246. p .
262 1 2 a 263
) ,
a
s
í
B E NE DE 1 LO C R O C E

minada "naturaleza", como la otra se denomina "histo-


ria"), y hasta, si se quiere, un prospecto con los resultados
Más importantes de las ciencias; lo cual no disputo. ¡O,
deberé entrar en la disputa para refutar una vez más el
prejuicio según el cual demostrada la falsedad del con-
cepto de una "Filosofía de la naturaleza", se estima lícito IV
despreciar el libro al cual Hegei dió aquel título y llenó
LA TRI A DA DE L ESPIRITU ABSOLUTO
de algunos simbolismos lógicos pero de muchísimas cosas
excelentes, incapaz, como cabe a un espíritu poderoso
como el suyo, de respirar mucho tiempo entre fórmulas En contra de la célebre triada del Espíritu abSoluto
,vacías! (Arte-Religión-Filosofía), con la cual se cierra la Filo-
sofía del Espíritu y con ella el sistema filosófico hege-
liano, mi objeción es doble. Vale decir, que me ha pare-
cido relevante:
19) el concepto mismo, en general, de una esfera del
Espíritu absoluto;
29) el modo particular de entender Hegel los concep-
tos que, según él, formarían aquella esfera.
Una esfera del espíritu absoluto, distinta y superior a
aquella del espíritu objetivo o práctico
ción
; e sugerida
s u npor a motivos trascendentes y ascéticos: es
el
c o n c e pvida
primado de la - contemplativa, es la beatitud del
retorno en la visión de Dios, es la liberación de la dura
vida real del conocer y del hacer 431
,daemenos
t c é tnuevo
e r a ,que esta parte de la filosofía hegeliana
equet algunos
c é t consideran,
e r a . sin embargo, como la más bri-
Nllante joya
a del- sistema, y nada más contrario a las ten-
dencias mejores del sistema mismo: antimisdco, and-
ascético, anticontemplativo, perfectible en la práctica,
61 C fr . Enci cl opedi a,§ 386.
264 265
B E NE bE TTO C R OC E LO v r v o Y L O M U E R T O D E L A FILOSOVLA DE I I E GE L

resignado antes que orgulloso frente a los dolores y con- finalidad común de las tres formas es la unificación de lo
tradicciones de la existencia. Por esto, ha ocurrido que la subjetivo con lo objetivo, pero en la religión el espíritu
esfera del espíritu absoluto haya sido la predilección de mundano se hace consciente del espíritu absoluto y sacri-
aquellos que, entre los discípulos de Hegel estaban más in- fica ante él sus intereses particulares, tomando el aspec-
clinados a interpretar y desarrollar la filosofía del maestro to de sentimiento o también convirtiéndose en reflexión
en sentido tradicional, platónico, teístico, etcétera. Pero (que es el caso de las manifestaciones del culto); en el
otros advirtieron que la esfera del espíritu absoluto debía arte se tiene una mayor realidad y sensibilidad, su forma
ser privada de su peligrosa superioridad y nivelada hacia es la imaginación y la intuición y representa no al espí-
una comprensión del espíritu total; de-ahí, por ejemplo, ritu, sino a la figura de Dios; en la filosofía, la verdad
la tentativa, a que nos hemos referido abundantemente, toma la forma adecuada de pensamiento "r. H e tenido
de un C ie s k o ocasión de recordar, en otras partes, las vanas fatigas de la
primirle
- la Religión, como un duplicado innecesario. Poco • escuela hegeliana con respecto de la ordenación de los
ha,
s v s k i Lasson, en el estudio preliminar a la reedición
Jorge tres términos A. R. F . "
de
p o la Filosofía
r del derecho, ha mostrado las dificultades sultaban
8 poco coherentes entre sí como para dejarlas dis-
yi las
n tcontradicciones
r o d que se originan debido a la exclu- , q u evarias formas, a gusto, como si se tratase de tres
poner en
sión, que Hegel hizo, de la moralidad en la esfera del piedras
u c i r p u epreciosas.
s t a sSi Hegel alcanzó a dar una cierta apa-
espíritu absoluto y del hecho de haberla relegado al es- riencia de
e
píritu objetivo que culminaría en el Estado. e n proceso continuo a la unión de los tres términos,
ello se ha debido a que falsifica el arte en una suerte de
n c o n j u n
Pero, se la considere o no como esfera del espíritu filosofía, y , considerando la religión como filosofía, ob-
e
absoluto, l aquella triada en tanto constituída por los tér- t o ,
tiene un proceso filosófico de lo imperfecto hacia lo per-
lminosaArte, Religión y Filosofía, no se puede justificar. rfecto, que e va del arte a la filosofía ( o de la religión a la
Ell mismo Hegel no tuvo nunca en claro el carácter y la -filosofía) como desde un más rudo pensamiento, hasta
relación
a de estos tres términos; y si en su más conocida Un pensamiento más elaborado. Pero el arte no es la fi -
exposición
P r del argumento, que está en la Enciclopedia, se losofía (no es tampoco la 'filosofía de los artistas", con
pone
á primero
c t al término Arte, segundo, la Religión y la cual es preciso cuidarse de no confundir), sino que es,
tercero,
i c la aFilosofía (desarrollándose la triada con dia- simplemente, arte, el cual sólo arbitraria y violentamente
lécdca
y de la división y de la unificación), en la Filosofía puede ser definido como representación de Dios o de la
des la historia, en cambio, la Religión obtiene el primer figura de Dios; y el tratamiento de la relación entre arte
lugar, el Arte el segundo y la Filosofía conserva el ter- y filosofía debe ser totalmente distinto al tratamiento de
u
cero. Y en la citada obra, la relación de los tres términos
-es definida de modo distinto que en la Enciclopedia. La *11 PhRos. d . 0 e s
-S
266 cSh i c : V e , 267
eE d .
Bs r u n s
tt á d ,
pé p
.t
BENEDETTO CROCE LOVIVOYEOMUERTODELA FirosoríADEITEGEL

la relación entre religión y filosofía. L a religión, sea mente presentar al arte como una alta filosofía o como
entendida como misticismo o como mitología es cierta- una sublime religión ("religión del arte"), L o que hay
mente filosofía (filosofía mística o mítica), y por esto de importante en la triada es, en cambio, el concepto de
pide el tratamiento similar al de cualquier otra forma in- la religión redimida del desprecio y de la desconfianza
ferior de filosofía, negada y conservada, al mismo tiempo, con que se la señalaba en el siglo dieciocho y no consi-
en la forma superior. Pero el arte es negado y conservado derada ya como enemiga, sino, antes bien, saludada como
en Ia filosofía, no como una filosofía en una filosofía (co- amiga e
mo momento negativo), sino como la forma artística uni- - del concepto de religión despliega una eficacia per-
dad
versal del espíritu en la forma filosófica universal (como suasi
i n tvar que envuelve los ánimos de muchos y les impide
momento positivo). De ahí la eternidad del arte, desco- descubrir
o d u el error que se anida en aqnel concepto del arte,
nocida por Hegel, que, asimilando el arte a la religión, en la
c t o construcción de aquella triada y, en general, en la
arrojaba tanto al uno como a la otra en su sistema del idea
r a de una esfera del espíritu absoluto.
idealismo absoluto, último término ideal y al mismo tiem- d Septiembre de 1912.
po histórico, del desenvolvimiento de la Idea 69 e
. El mérito de esta triada del espíritu absoluto no está en l
el concepto del arte; ora incierto, ora abiertamente falso,
a
y pertenece más bien a los tiempos de Hegel que a las
fi l
reflexiones personales de él; a aquellos tiempos del ro-
manticismo en los cuales se acostumbraba voluntaria- o
s
69 R oquEs ( l l e g a , p . 2 9 9 e ) , discur r iendo acer ca del m or i r del
arte, a g re g a : "P as s age t e n t di al eeti que, b i e n e n t e n d u , e t q u i n e
o f
esifie n a l l e rn e n t q u e l ' a r t d e i v e m o u r i r , 'pas p l u s g i re l 'a v e n e m e n t d e í a
l 'es pri t n 'o n l a n t i t l e n o t a re : B . C re c e se m é p re n d i c i é tra n g e m e n t s u r
.
la. pensé e de H eger . Z n efecto, si l a cosa fuese en estos términos, m i
equívoco ser ía sumamente ex tr ati o; per o j ustam ente p o r esto es d e Y
sospechar q u e n o s ea e n es tos tértni nos , P a ra H e l d , n o s ól o e l a rt e l
muere e n -
el
histórico m ur ier on l as filosofías infer ior es a aquél l a de l a Idea; si no a
que
m up anr ad él , e l a rt e es u n m o m e n t o negati v o, n i m á s n i menos c o m o i
el
o atom ism o o el misticismo. D e suer te que aún c uando se qui er an
inter pr etar benévolamente, en senti do i deal , las m ás claras aserciones n
h i s t
de H egel sobre l a 'muerte del ar te en el m undo m oder no, queda siem-
ó
d
prer eni pi
c e que el ar te no ti ene, par a él , val or positivo sino t an solo
o ,
negativo y que el valor positivo le es conferido únicamente a la filosofia. u
d
268
d 269
e a
l
m b
i l
s e
ENSAYO D E BIBLIO G RAFIA H E G E L I A N A !

PRIMERAPARTE

O BRAS D E H E G E L

PU BLI C AD AS P O R E L A U T O R

A
Obras fundam ental es

1. System der Wissenschaft. Erster Theii, die Phcenome-


nologie des Geistes (Bamberg und Würzburg, bei Joseph
Anton Grb h a rd t, 1807).
2. Wissemehaft d e r Logik. Erste r Theií: d ie objektive
Logik. Erste Abtheitung: die Lebre vo m Sein. Zweíte A b -
* Las bibliogr afías m ás completas sobr e l l egel que hasta l a fec ha
poseemos s e hal l an e n e l Grundrisse d e Ueber weg- Heinte, t v
49-51
, p py . en el D i uti onar y o f fillilosophy a n d psyz.hology edi tado por
Baldwin ( v ol . m , par te 1
copilado
1 por B. R and, N ew Yor k. 1905) p p . 2 4 3
;, 271
2
B 4i 9l. d i o g r a p h y
o f
p h i l o s o
p h y ,
e t c é t
•I•
B ENEDETTO C R OC E E NS A Y O D E E I B L I OGR A FL A H E GE L I A N A

theilung: die Lehre vom Wesen (Nürnberg, 1812). Zweiter


Theil: d ie subjektive L o g ik o d e r
-(ibid., 1816).
Artículos y comentarlos de carácter crítico
d• 3i e. Encykloptedie
L e h r e des philo/ophischen Wissenschaften i m
vGrundrisse.
o m Zmn Gebrauch seiner Vorlesmigen (Heidelberg,
C4swald, 1817). 7. Cher das Wesest der philosophischen K rit ik überhaupt
B e g r i f t
und ih r Verhiiitniss zum gegenwiirtigen Zustand der Philo-
La segunda edición fué publicada por e l mismo editor en rophie insbesondere (e n Kritisches J
1827 y puede considerarse como totalmente renovada, a l ex- o u von
r n aFr.l Wilb
d .eJos.
r Schelling und G . Wilh . Fr. Hegel,
tremo que mientras la primera edición contaba xv1-228 pp., la Tübingen,
P h i l in o der
s oJ. G.
p eottaschen
h i e , Buchhandlung, 1802-1803;
segunda cuenta XLII-534. L a tercera edición, también aumen- vol. r, f. 1).
tada, fué publicada lo mismo que las anteriores en Heidelberg, 8. •Vie d e r genteine Menschenverstand d ie Philosophie
OSswald (Wint er), 1830 (rviii-1500 pp.).
nehme, dargestallt an den Werken des He rrn Krugs (ibid.,
vol. t, f. r).
4. Grundlinien des Philosophie des Rechts oder Na tu r-
philosophie und Staatswissenschaft in t Grundrisse. (Berlin, 9. Verbaltniss des Skeptizissmts zu r Philosophie, Darstel-
1821). lung se mes verschiedenen Modifikationen und Vergleich des
neuesten mit dem alten v o l , 1, f. ii).
9•* Ches das Verbditniss der Naturphilosophie zur FIMO-
SOPhie überhaupt (ibid., vol. i
, . m ) .
No existe opinión unínime acerca de este escrito, atribuído
Opúsculos
ya a Schelling ya a Hegel. Ver, entre otros escritos, el de C. L.
Michelet, Schelling und Hogei oder Beweis der Aechtheit des
5. Differenz des Fichteschen und Schellingschen Systems Abbandlung, etc. (Berlin, 1839); A . Schmid, Entwicklungsges-
der Philosophie in Beziebung R e i n h o l d s Reitritge zu r chiehte d e r hegelschen Logik , pp. 2 9
leichteren übersicht des Zustandes der Phiiosopie bei dem p.
- 395; y por último, Kuno Fischer, Hegels Leben und Werke,
Anfange des neuenzehnten jahrhundelts. Erstes Heft. (Jena, pp.
3 0 ;2 0 1
R . H a v m ,
in der alcademischen Buchhandlung bei Seidler, 1801). bajo
-H es e deg la e
plumal de
, Schelling.
203.
El prólogo lleva fecha de julio de 1801. 10. Glauben u n d Wissen: die Reflexionsphilosophie d e r
P e r
Subjektivitiit in dor Vollstiindigkeit ihrer Formen als Kant-
6. Dissertatio philosophica de Orbitis planetarum. Pro ve- oische,
, lacobische und Fichtesche Philosophie (ibid., vol, si,
nia legendi (Jeme, 1801). ef. u ).
n 11. Ober d ie wissenschattlichen Behandlungsarten d e s
Tesis del 27 de agosto de 1801. r e
Naturrechts, reine Stelle in des praktischen Philosophie und
272 a l i 273
d a
d ,
t
o
B E NE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I OGR A Fí A H E GE L I A N A

sein Verhültniss z u den positiven Rechts wissenschaften 20. Informe: A . L . J. Ohlert, De r Idealrealismus, erster
Theil ib id . , 1831).
(ihicl., vol, u, f. 11-111).
21. Informe: J . Guares, Ob e r d ie Grundlage, Guiada-
12. trb e r Fr. Jacobis Werke, dritter Band, Leipzig, Fle i-
rung und Zeitentalge d e r Weitgeschichte, d re i Vortrcege
scher, 1816 (Informe publicado en Heidelberger jahrbücher
(ibid., 1831).
der Litteratur, 1817). 22. Ob e r d ie englische Re fo rmb ill (e n l a Allgemeine
13. Beurtheilung d e r inz Dru c k erschienenen Verband- preussische Staatszeitung, 1831).
¡ungen in der Versammiung der Landstiinde des Kónigreicbs
Würtemberg i n den labren 181.1 u n d 1816. Abthellung
i-xxxut (ib it l, 1817, Nos. 66-68, 73-77).

Hegel había dirigido (1107-1808) e l Bamberger Zeitung; pe- 23. Prólogo al lib ro de Hinrichs, Die Religion im inflaren
ro no se encuentra en este periódico Din g a escrito suyo que
Verbwitniss zur Wissenschaft (Heidelberg, 1122).
tenga algo de original y que merezca ser destacado; cf. Hay m,
cap. cit., p. 270 s., 505; y K. Eischer, op. cit. p, 74.

14. Informe: Wilh . Humboldt, M a r die unter dem Na - 11


men Blaagaziad-Gita bekannte Episode des Malaarabata, Ber- Edición completa de las obras y reimpresiones parciales
lín, 1826 (en jahrbücher fü r wissenschaftliche Kritik, 1827).
15. Informe: Solger, Nachgelassene Schrif ten und Brief- Esta edición, que es la única recopilación completa que se
wechse1,131 von L. Tleck und Fr. v. Raumer (ibid., 1828). tiene de las obras de Hegel, consta de dos portadas. Sobre una
16. Informe: Hamann, Schriften, hg. Yon F. Roth, Ber- de ellas se encuentra el título general: Georg "Wilhcm Eriedrich
lin, 1821-1825 (ibid., 1828). Hegels Werke. Vollstándige Ausgabe d u ra einen Verein von
17. Informe: K . F. G,...1 . [Geeschell, Aphorismen iiber Ereunden des Veresvigten: D, Pb. Alarheinecke, D. J. Schulze,
D. Ed. Gms , D, Lp. y. Henning, D. U, Hort ho, D. K. Nlichelet,
Nichmaissen und absolutes Wissen im Verhiiitniss zur C1371:51-
D. F. Foerster; y la numeración de cada volumen. Con la adi-
tichen Glaubenserkenntniss 1 8 2 9 ) , ción de la Propiideuzik, publicada por Rosenkranz y de la Co-
18. Informe del libro: Cher die Hegelsche Lehra oder ab- rrespondencia publicada por K. Hegel, la colección comprende
solutes WiSSe7Z u n d moderszer Pantheisnms, Leipzig, 1829 19 tomos, divididos en 23 volúmenes.
(ibid., 1829). Esta apareció en Berlín, edición a cargo de Duncker y Hum-
blor, de 1832 a 1845, a excepción de la Correspondencia cuya
19. Informe: K . C. Schubarth und L . Carganico, ü b e r edición data de 1187. En el primer volumen están consignados
Philosophie überhaupt und Hegels Encyklop¿idie des philo- los privilegios y el índice de los suscriptores (pp. I-xxx).
siphischen Wissens insbesondere, Ein Beitrag zur Beurthcil- En febrero de 1810 fué anunciada la reimpresión de algu-
ung der letzteren, Bertin, 1829 (ibiel., 1829). nos volúmenes que ya estaban agotados.
274 275
B E NE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I OGR A F Í A H E G E L I A N A

I, Philosophische Abhandlungen, h g . vo n K . L . hiliche- rungen und Zusatzen versehen von D


let (1832). ning
P L(1840).
e o p o l d
v - Zweiter
o n Theil. Vorlesun gen tibor die Naturphilosophie,
Comprende los escritos que hemos enumerado: 5, 9 4 hg. von D. Karl Ludwig Michelet (1842).
—, La1 advertencia de H e n -
0 segunda . Michelet,
, 1 1edición es de fecha 3 de septiembre de
—Dritter Theil. Die Philosophic des Geistes, hg. von D.
1832. La es de 1845.
Ludwig Boumann (1845).
Die Phcenomenologie des Geistes, hg. vo n J. Schul-
Esta reimpresión de la Enciclopedia, —que además de las
ze (1832). Anmerkungen• agregadas por Hegel a las Ultimas ediciones de
1827 y de 1830, condene una serie de adiciones (Zusdtze) to -
Hegel había revisado esta obra, a los fines de una nueva edi-
rnadas de los cuadernos de Hegel y de las' transcripciones de
ción, hasta la página , sus cursos efectuadas p o r sus discípulos— es denominada co-
nueva).
- La advertencia del editor lleva la fecha del 29 de no- múnmente la grande Enciclopedia; en efecto, la obra de Hegel
viembre
v i x v i r de d
1832.
m de 1841. e L a segunda edición de esta reimpresión da-. ha sido aumentada, de esta manera, casi al triple volumen del
l Existen
a que tenía en la edición de 1830. A la Lógica le ha sido agre-
además tres nuevas ediciones: una edición crítica de
a n t i g Leipzig,
u gado el discurso inaugural pronunciado por Hegel en la Un i-
Georg Lasson, Dü rr, 1907, en la Plailosophische B i- versidad de Berlín en 1818.
a
bliothek; otra, provista de numerosas notas, por G. J. P. J. De la grande Enciclopedia fueron reimpreso la Logik en
Bolland,
e d Leyde, i c Adriani,
i 1907; cf. la Critica vi (1908), pp. 296- 1841, y en 1847, la Natur philosophie, en una "melte verbesserte
300;
ó n y una tercera, en el torno n de la Kritische Gesamtausgabe Auflage”.
der Werke Hegels in X11 Bcenden, hg. und eingeleitet von Otto
( p La excesiva extensión de la Enciclopedia motivó después el
Weiss, Fritz Eckhardt, Leipzig, 1909.
. deseo de reducirla a la forma original en que el autor la había
2 dejado. Este deseo fué satisfecho por Rosenkranz quien reeditó
WissenscAlatt d e r Logik, h g . vo n L . Yen He n - la impresión de 1830 en una "vierte (cuarta, si no se cuenta la
5ning (1834). de la grande Enciclopedia) unveráanderte Auflage mit einem
d Vorwort" (Berlin, Duncker und Humblot, 1845).
Esta obra ha sido también revisada en parte por el autor pa-
era ser editada, a saber, todo el primer volumen. Se ha escrito Rosenkranz reprodujo también esta edición en la Ebilosophiwhe
ltambién, para esta reimpresión, un nuevo prólogo de fecha 7 de Bibliotbek, hg. von J. H . v. Kirehmann, volumen 33: " mit
Einleitung und Erliuterungen" (Berlin, Heimann, 1870); los
anoviembre de 1831. — De la reimpresión de von Henning exis-
te una "Zweite unveránderte Auflage" de 1841. Erlduterungen fueron objeto de un pequeño volumen especial
(vol. 34) de rs 2 páginas. De esta edición existe una reimpre-
sión con portada de fecha 1878.
VI Por filtimo, en la nueva edición de la Plailosophische Hiblio-
chaft
- int Grundrisse, tbek, la Enciclopedia ha vuelto a aparecer (vol. 33): "in zweiter
VI
— (sic) Auflage neu herausgegeben von Georg Las,son, Pastor an
I , de r von Verfasser gehaltenen Vorlesungen mit E rld x-
tung
E S. Bartholomáus, Berlin (Leipzig, Verlag YOII der Diirrschen
1
r 277
276
-s
t2
.
e
E
r
E NS A Y O D E B I B L I OGR A F Í A H E GE L I A N A
BE N E DE TTO C R OC E

neciente a Frit z Brunstád (Leipzig, Reclam, 1907), con una in-


Buchhandlung, 1905, 89, Lxxvi.-552 pp.). Esta edición, —que con- troducción del editor.
tiene también una confrontación de los textos de 1830 y 1827—
es actualmente la mejor de todas. A ella se encuentra agregado
también el discurso de 1818, c omo en la grande Enciclopedia. X. 1
G.- Ho t h o (1835-1838).
Se espera aún una reimpresión de la Enciclopedia en la mis-
ma f orma concisa de la edición original de 1817, que es actual- 3.
Fueron reimpresas en 184-2-1843.
mente muy rara. V
La Logik de la gran Enciclopedia, c on el agregado del pri- o Ir
X
mer capítulo d e l a Natur-pkilosophie, ha s ido reimpresa p o r
nebst
-i e cine Schrift über die Beweise vom Dasein Gottes, hg.
G. J . P. J. Bolland, profesor de filosofía en la Universidad de
v ons ID. Ph. Marheinec k e (1832).
X
Leyde (Ley de, A , H . Adriani, 1899), quien ha dado también
una edición de la gran Enciclopedia c on las adiciones sacadas u
ISegunda . "verbesserte" edición, 1840. Ha aparecido reciente-
de los cuadernos de los cursos y algunas notas correctivas y n una reimpresión: " m i t einem Komment ar hg. v on Bo-
T
mente
explicativas, edición muy utilizada por los estudiosos (ibid., 1906,
rg (Lev de, 1901) y un compendio: Hegels Religionsphilo-
Iland"
Lxxvi-1072 pp.). sophieie i n g' ekürzter Fonn, mi t Einführung, Anmerkungen und
Errauterungen,
n hg. v on A. Drews (3 u
VIII. Gsundlinien d e r Philosophie des Rechts oder Na - e
na, 1 9 0 5 ) .
• sü Vorlesungen über die Geschichte des M' o s o -
tGans (1833). b hg. v on C. L. Mic helet (1833-1836).
u
pbie,
u Contiene alrededor de 200 agregados (Zusdt-ze) a la edición e
n
m La
rg segunda "verbesserte" edición eh 1840-1844 ha sido reim-
de 1821. Esta reimpres ión t uv o una segunda edición en 1840. presa
c Poseemos también una edición de BoIland (Ley de, Adriani, d "als Vorschule zur Enzyklopádie mit einigen Anführungen
e
und Anmerkungen zur Erláuterung, Verteidigung oder Berichti-
b1902, CC-336 pp. ), y precedida de una extensa introducción a i
n
gung", por Bolland (Leyde y Amsterdam, 1908, xxviii-1087 pp.).
tcargo del editor. Georg Lasson ha anunciado una nueva edi- e
ü
ción para la Philosophische Bibliothek. A
u n bX V I - X V I L Vermis c ht e Schritten, hg. v on D. Fr. Foas t er
d IX. Vorlesun gen ilber dic Philosophie der Geschichte, hg. und e D. L u d w. Boumann (1834-1835).
Sv ent E. Gans (1837). rsEl primer v olumen contiene los escritos que hemos enume-
a a rado: t 6, 7, 8, 9, 13, 14, 15; más cinco Gy9masial-Reden pronun-
d
t sEste volumen y los siguientes de Vortesungen (cursos) f ue- ciados b
i en Nuremberg (1809-1815).
ron redactados según los cuadernos de Hegel y de sus discípu-
w eDebe notarse que en este volumen se halla c omprendido un
los.i — La segunda edic ión de la Fhilosophie der Geschichte, informe crítico: [Jebes Fr. lacohis Werk e, erster Band, publi-
sques presenta numerosas modificaciones, t uv o lugar en 1840 ba- t
P
cado en Heidelberger Jahrbilcher der Litteratur, el cual no es
ejo nla dirección de Kari Hegel; en 1848 ha sido lanzada una ter- i
h
cera edición. de Hegel sino de E. von Meyer; cf. K. Fiseher, op. cit., p. 1169.
s c kiEl segundo volumen contiene: 19 los escritos enumerados por
h Poseemos actualmente una edición critica mu y buena perte- l,
a 279
f278
t h
o
i sg
m .o
G v
p
r o
h
B E NE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I OGR A F í A H E G E L I A N A

nosotros 12, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 23; 29 tres discursos en latín tas publIcadas en distintos lugares, en el lugar donde debían i r
pronunciados en la Universidad de Berlín; 39 algunos escritos colocadas siguiendo un orden cronológico, no se da sino la re-
de carácter oficial; 49 "Aufsátze vermiscbten Inbalts" y 59 una ferencia a los libros donde están insertas.
serie de cartas (pp. 471-634). Una nueva edición crítica de las obras completas de Hegel ha
Los escritos elaborados para las ocasiones oficiales son: 19 Ueber sido iniciada por la casa Frita Eckhardt de Leipzig. Ya ha apa-
den Vort rag d e r philosophischen Vorbereitungswissenschaften recido el tomo n conteniendo la Fenomenología.
auf Gynmasien; 29 Ueber dem Vort rag d e r Philosophie ludí
Universitiiten; 39 lic her den Unt erric ht in der Philosophie auf
aymnasien; 49 Ueber die Errichtung einer kritischen Zeitschrift. III
Los "Auf s I t z e" comprenden: I Q Max imen des „rournals der
deuts-chen Litteratur (1806); 29 We r denkt abstrakt?; 39 Lieber Escritos varios
Lessings Briefuechsel mi t seiner Frau; 49 Ueber Wallenstein;
59 Lieber die Bekebrten; y 69 el escrito anotado por nosotros 1. En apéndice a Hegels Lebett de Rosenkranz (v . más
bajo el número 22: Ueber die englische Ref orm-Bili, publicado
adelante) pp. 431-566, han sido publicados diversos escritos
aquí en f orma completa y comprendida también la parte que
habla quedado inédita. de Hegel. Se encuentran allí además algunos trabajos de su
A los informes ya señalados bajo los números 1 8 época del "gymnase": 1
agregados
- los inéditos de tres obras, anotados más tarde (v er la gie,
9 Fy rThesen
a g mder e n theologischen
t Dissertation; 2
211parte der
9 Reise i n d
Z TI a Lg e7 b u c h ie Berner Oberalpen, 1796; 39 Fragmente
9 , l enuestra
de S Bibliografía,
O D i
, N n ú m e r o s theologische Studien; 4 9 Fragmente historischer Studien;
K r i t i k
3 XVIII.
- 5 Philosaphische
) . Propeedeutik, hg. vo n K . Rosen- 5
d e r
kranz (1840). aus
9 der jenenser und Berliner Periode. E n e l texto de la
T h e o
biografía
B Rosenkranz ha incluido páginas de otros escritos
Cf. acerca d e esta propedéutica escrita p o r Hegel para e l ly especialmente
o - del System der Sittlichkeit (1802), p rime r
e
"gymnase" de Nuremberg, K. Fischer, op, cit., p. 82. esbozo del sistema hegeliano.
g
2. Páginas inéditas de Hegel se encuentran también e n
XIX. 1 r
Haym, Hegel und seine Zeit, insertas en los Anmerkungen
(Leipzig,
- Duncker und Humblot, 1887). i
al final del volumen (pp. 471-512).
2 , cartas se encuentran divididas en tres series: 19 Stuttgart, f 3. K rit ik der Verfassang Deutschlands, hg. von Dr Georg
Las
Bem,B rFrank
i f urt a. M. fMollat (Cassel, Verlag von Th . G . Fischer und Ko., 1893,
e f
Nürnberg e
, j e n a (abril de 1807 a octubre de 1816); 39 Heidelberg, d
V11-143 p p .),
Berlin
( v1 7(1817-1831).
8 5 — En apéndice al segundo volumen, pp. 377- e 4. System d e r Sittlichkeit, a u s d e m hmdschriftlichen
383, Lic her Hegels To d und die Herausgabe t emer - Nachlasse
r des Verfassers, hg. von Dr Georg Mollat (Oster-
a o
Briefen
W e r k seiner
e a Wit
u qzs wieck-Harz; A . W. Zieckfeldt, 1893).
mn a r z P
, En esta colección se hallan comprendidas las cartas ya publi
o u o Condene los pasajes del System no publicados por Rosenkranz.
caclas
e; p en p .el tomo 3 8 NEIL
3 — Pero en lo que concierne a otras car-
d n e s
-280 281
1 d 8 0 i
3 9 0 ,
7 ) ; t
C ao u s i
2
n n, i
9
S Hc b e v
B a m
l el i n g i
B E NE DE TFO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I OGR A F Í A H E GE L I A N A

• 5 . Para la correspondencia entre flegel y Consim ve r J. und systematisch geordnet (K ie l, 1853-1854). Tre s tomos,
Barthélemy-Saint-Hilaire, M. Y . Cousin, so vie et sa corres- en cuatro volúmenes.
pandance (Paris, Hachette y Alean, 1895, 3 vol.). 3. Hegels Gotteriehre und Gottesfurcht (Leipzig, 1846).
Los manuscritos de Hegel se encuentran en la Biblioteca Real 4, M. Schasler, Hegel: Populcere Gedonken aus semen
de Berlín y no han sido todavía examinados de un modo com- Werken '(Berlin, 1870); 21 edic., 1873.
pleto y metódico. 5. Georg Lasson, Hegel: cm Ueberbliek über reine Gedan-
Se han extraído recientemente: kenwelt in Auszügen aus reinen Werken, zusammengestellt
und mit einer Eirdeitung versehen (Stuttgart, Leitz, 1906).
6. Das Leben jesu. Harmonie der Evangelien nach eigener 6. A. Buliinger, Stellen aus Hegels Werken behufsabsolu-
Uebersetzung, nach der ungedruckten Handschrift in unge- ter Klarlegung des Hegelscben Gottesbegriffs gegenüber
kürzter Form, hg. von P. Roques (Jena, Diederichs, 1906). falscher Deutung desselben. (München, Ackermann, 1908).
7. Hegels theologische jugendschriften, nach den Hand-
schriften des Keenigl. Bibliothek in Berlín, hg. von D
mann
r H eNor ld- (Tübingen, Mohr, 1907).
8. Georg Lasson. Beitnege zu r Hegel-Forschung: 1 . He -
gels Mitarbeit an der Erlanger Litteraturzeltung; 2. Kre u z T R AD U C C ION ES
und Rose, e in Interpretationsversuch. (Be rlin , Tro witsch
u. S., 1909).
A
Contiene una carta y tres artículos de Hegel, al mismo tiem-
po que una urezension” que probablemente le pertenece, Ital i anas

1. Filosofía della storio, trad. da G. P. Passerini (Capolago,


IV tip. e libr. elvetica, 1840).
Antologías La misma obra, menos la parte cuarta (Mundo Germánico):
Filoso fia della storia del mondo antico, trad. de G. P. Passerini
(Capolago, 1841).
1. Frantz und A . Hille rt, Hegels Philosophie in u ce rtli-
chen Aziszügen. Für gebildete aus dessen Werken zusammen- 2, Filosofía del diritto, tradotta da! Foriginale tedesco da
gestellt und m i t einer Eirdeitung herausgegeben (Be rlin , Antonio Turehiamlo (Napoli, Fibreno, 1848),
Duncker und Humblot, 1843). 3. Lo fenomenologia dello spirito, ordirtata da Giovan-
2. Gust. Thaulow, Hegels Ansichten über Erziehung und ni Schulze, tradotta da A . No ve lli (Na p o li, Rossi Ro ma -
Unterricht, aus Hegels swrnmtlichen Schriften gesammelt no, 1863).
282 283
B E N E DE T T O C R OC E E NS A Y O D E B I B L I O G R A d A H E GE L I A N A

Alessandro Novelli, el traductor de este volumen así como de 9. Estetica, orclinata da H. G. Hotho, traduzione dall'ori-
los otros diez cuya indicación sigue, era sacerdote, natural de ginale per A. No ve lli (ibid., 1864). Cuatro volúmenes.
Molise y escribió una Enciclopedia filosófica. Cf. al respecto 10. Enciclopedia dele scienze filoso fiche in compendio,
B. Croce, en la Critica, va, pp. 331-333.
tradotta da B. Cruce (flan, Laterza, 1907)-
En e l término de aigunos años, Novelli tradujo aI italiano
más obras de Hegel que las que han sido traducidas a lengua Es este el primer volumen de los Classici della filosofía mo-
alguna, La Fenomenología del Espíritu, p o r ejemplo no ha sido derna, colección de textos y traducciones italianas publicadas
traducida n i al francés ni al inglés y no existe otra traducción bajo la dirección de B. Croce y G. Gentile. — Para la Enciclo-
que la de Novelli, que por otra parte, es de las peores. pedia se ha seguido la edición de Lasson; va precedida de una
Una traducción italiana de la Fenomenología del Espíritu fué introducción del traductor sobre la historia externa de la obra.
emprendida también por S. Spaventa cuando éste se hallaba en Ha sido anunciada para la misma colección una traducción de
la prisión de Santo Stef ano, hacía 1857. Una parte del manus- la Phinemenologie des Geistes, la de la Rechtsphüosophie y de
crito de Spaventa se conserva en la biblioteca de la Societa dos 'volúmenes de escritos diversos y páginas seleccionadas per-
Stotica Napoletana. tenecientes a Hegel.
Queremos destacar que la obra aparecida bajo el título de
4. La logica, con ilustriazioni d i L . Henning, tradotta da Spernere ° muja/ d a l tedesoo d i G . e . F. l i e g e l n o es s ino
A. No ve lli (ibid., 1863), traducción de la Logik de la Enci- una supuesta traducción en verso hecha por Y. Imbriani y pu-
clopedia. — U n extracto de la grande Wissenschaft d e r blicada en Epomeo, publicación a beneficio de las víctimas de
'saja, Nápoles, 1833. Es ésta una poesía que pertenece al pre-
Logik, e n cuadros sinópticos, h e ch a p o r Francesco D e tendido traductor aún cuando él ha tenido la extravagante idea
Sanctis, en 1851, durante su prisión en Casta dell'Oro, se de ponerla a nombre de Hegel.
halla en mi poder en forma de manuscrito. Cf. B. Croce,
Studii begeliani d i F. de Sanctis, en Critica. vil, 240-243.
5. L a filoso fia della natura, con ilustriazioni di Carlo Ludo..
vico Michelet, trad. dall'originale p e r A . No ve lli (ib id ., Francesas
1864). Dos volúmenes,
6. La flosofia dello spirito, iBustrata da Ludovico Bou-
1. Cours d'esthétique, analysé e t traduit par Charles Bé-
mann, traduzione dall'originale per A. Novelli (ibid., 1863). nard (Paris et Nancy, éditeurs; Joubert, Hachette et Aiiné
7. Filoso fia del diritto, ossia il diritto di natura e la scienza André, 1840-1852). Cinco volúmenes.
della politica, con illustrazioni. d i Eduardo Gans, traduzione
dall'originale, per A . Novelli (Ud . , 1863). Hay una reimpresión: l'Esthétique, (Paris, Germer Bailliére,
1875; dos volúmenes); y existe también, por separado, La Poé-
8. Filosofía della storia, ordinata d a Eduardo Gana, 3 / tique, con extractos de Schiller, Goethe, Sean Paul, etcétera (Pa-
edizione fatta per cura di C. Hegel, traduzione dalForiginale ris, Ladrange, 1855; dos volúmenes).
per A. No ve lli 1 8 6 4 ) .
284 285
B E NE DE TTO C R OC E E NS A Y O
. D E
B I B
2. La logique subjective de Hegel, traduite par H. Sloman L I O
et J. Wagon, suivie de quelques remarques par H. Sloman G R A
(Paris, Ladrange, 1854). F Í A
H Inglesas
3. Logique de Hegel, traduitc p o u r la p re trilre fois e t E
accompagnée d'une introduction et d'un commentaire per- G
1. The Esubjective
L logic (London, Chapman, 1855).
pétuel par A . Véra, docteur és lettres d e la Faculté d e I A
Paris, anden professeur de philosophie d e l'Université d e Esta es la edición inglesa del opúsculo señalado bajo el ru -
bro B. 2. N
France (Paris, Ladrange, 1859). Dos volúmenes. A ,
2. Philosophy o f the right: a sumnwry, transl, b y T . C.
Además del prólogo y la introducción del traductor, (pp. 1-vir, Sanders (London, 1855).
1-159), esta obra contiene e l discurso inaugural de 1818 y el 3. Lectures on the philosophy o f history, transl. b y J.
prólogo a la segunda edición de la Enciclopedia. Sitireé, 1857 (Second edition, London, 1881),
Vera hizo una segunda edición de su traducción, mucho más 4. Traducción de una parte de la Wissenschaft der Logik
correcta que la primera e incluyendo todos los Zurdrze de la y de una parte de la lógica de la Encyklopcedie, en J. H.
edición de von Henning; "deuidérne édition, revue et corrigée" The secret o f Hu g e l (v . más adelante): v o l. t ,
(Paris, Cermet' Bailliére, 1874; dos volúmenes). 320-465, First section, Qu a lity; ir, 1-234, comentario. E l
pasaje de la cualidad a la cantidad, traducción de la Ene y-
4. Philosophie de la nature de Hegel, traduite p o u r la
klop,edie, n , 235-261. Resumen, traducción y comentario
premiére fois e t accompagnée d'une introduction e t d'un de la segunda parte de la Wissenschaft der Logik, sobre la
commentaire perpétuel par A. Vera, docteur és lettres, etc,, Quantity, iT
professeur de philosophie á l'Université de Naples (París, , 5. The logic o f Hegel, translated from the Encyclopaedia
Ladrange, 1863-1866). Tres volúmenes. of
2 6th2e -philosophical
3 sciences b y Willia m Wallace ( 0 x -
5. Pbilosophie de l'esprit de Hegel, traduite pour la pre- ford, 1874).
9 7 -
miére fois e t accompagnée de deux introductions e t d'un
Existe una "second edition, revised and augmented" (Oxford,
commentaire perpéruel p a r A . Véra, etc. (Paris, Germer at the Clarendon Press, 1892). Va precedida de una Bibliogra-
BailliZre, 1867-1869). Dos volúmenes. phital notice on the three editions and three pre faces o f the
6. Philosophie de la religion de Hegel, traduite p a r A . Encyclopaedia.
Véra, etc. (ibid., 1876-1878). Incompleta. Dos volúmenes. La introducción a la primera edición ha venido a formar, en
esta segunda edición, un volumen especial: Prolegomena to the
Ver a propósito de esta traducción R. Mariano, A. Véra, (en study o f Hegels philosophy and specially o f his logie. (ibid,,
Olnini e Idee, Florencia, 13arblra, 1905), p. 300. 1894).
En lo que respecta a la mediocridad de las traducciones de
Vera, cf. Croce, introducción a la traducción italiana de a En- 6, Introduction to Hegels pbilosophy o f fine art, tra n d
ciclopedia, by Bernard Bosanquet (London, 1886).
286 287
B E NE DE TTO C E OC E ENSAYO DE BI BLI O G RAF í A HE G E LI A NA

7. The philosophy o f art, an introduction to the scientific 13. L a traducción inglesa de la Ph,enomenologie, p o r J.
study of aesthetics, traslated from the german, by W, Hastie B. Baillie profesor de la Universidad de Aberdeen, •
(E dinburgh, 1886). en
s e vías
h adel publicación.
l a
Se le ha agregado la filosofía del arte de C. L. Michelet.'
Una traducción de la segunda parte de los Vorlertmgen über
Aestbetik llevada a cabo por Bryant y publicada en Ne w York,
Appleron a. Co: ve r más adelante, número 12.
Espaitolas
8. Lectures on the history o f philosophy, transl. b y E.
G. Haldane (London, 1892-1896). 1. Lógica, traducida co n una introducción y nota p o r
9. Th e philosopby o f mind, with five introductory essays, Antonio M. Fabie. Madrid, Durán, 1872. Un volumen.
by W. Wallace (Oxford, 1894),
Esta Lógica es la de la Gran Enciclopedia.
10. Philosophy o f rig h t
don,
, 1896).
t ra n s l . 2. Filosofía del espíritu, versión castellana con notas y un
11.
b Lectztres
y on tbe philosoph• o f religion, transl. b y E. prólogo original de E. Barriobero y Herrán, Madrid, Ca -
B. Spiers and J, B. Sanderson (London, 1895). Tres volú-
S
menes. . rrión, 1907. Dos volúmenes.
W
12. En el. 'mima l o f speculative philosophy, fundado en 3. Estética, traducida p o r G in e r d e lo s Ríos. Ma d rid ,
D y por dIV. T. Harris (1867-1879, con sede en Ne w Suárez, 1908. Dos volúmenes.
Saint-Louis
e
York a partir de 1880) han sido traducidas numerosas partes
de (las obras L de o Hegeli
n -
De la Estética: i-in , traducción de la exposición de Bé-
nard, hecha p o r J. A . Marling; v
-
chivalry, b y S. A. Longwell; S y m b o l i c a l Art, b y W.
M.
v í rBryant;
r , P hxiii l o s o p h y
,o xvi,fSymbollynz of the sublime, transl. b y J. H. Stirling.
mo;
C
a De
l a lasr sFenomenología:
i ct - n , pasajes traducidos p o r W . T .
Harris.
a l
A De rla Lógica:
t pasajes diversos, u; primeros principios, n i;
pasajes sobre Platon, iv. sobre Aristóteles, v, sobre J. Babe-
a mi,
me, n sobre Bruno, XX
d De la Filosofía del derecho, pasajes xvt. — Entre los tra-
R o ya
ductores m mencionados se encuentran también Soldan y
a n t
i c
288 289
A
r
t
,
E NS A Y O D E B I B L I OGH A P I A H E GE L I A N A

Es este un volumen en dos partes, de 1192 pp.; f orma el v o-


lumen vrn de la Geschiebte der neueren Philosophie de Kuno
Fischer, Jubildums-Ausgebe.

3. J . Klaiber, Hcelderlin, Hegel und S e /De l


schweebisehen
- Jugendjahren (Stuttgart, 1877).
SEGUNDA PARTE 4. Aksen,
lin g i n d e ni hundertjeuhrigen
h r e s t Gebuttstag Hegels b e -
treffend, hg. von 1 )
OBRAS CONS A GRA DA S A H E G E L an
r G der. UIIIITCrSitTt zu Kiel (Kiel, Universitaetsbuchhandlung,
1870-1872).
T h a u l o w
, 5. Uebergabe des Hegel-Denkmals e n die Stads Be rlin
o(en lor s Pkilosopl3iscke
d . Monatshefte, v o l. VII, 1871-1872,
pp. 132-1+4).
P r o
LIT ER AT U R A ALEM AN A f Contiene
. discursos sobre Hegel pertenecientes a los profeso-
res
d MItzner, e Kcestlin, Vatke, etcétera.
r Recuerdos relativos a Hegel se encuentran en Hotho, Vorstu-
A P fhü r Lehen
i l und Kunst (Tübingen, 1835); A . Ruge, Aus
dien
Einciraffas oüherser Zoe i t ( Ber
fr p l i n, 1 8 6 3
-die
h moderne
i e Litterasur der Deusschen (Danzig, 1842); H. Laube,
1Reisenovellen
8 6 7 ) ; A l(Mannheim,
e x . 1834-1835, 21 edic., 1846-1847).
1. K a rl Rosenkranz, G. W. F. Hegets Leben, beschrieben
P u i g ,
(durch K . R. ) als Supplement zu Hegels Werken (Berlin, V o r l e x u n
Duncker und Humblot, 1844). g e n
Ver también Rosenkranz, Aus Hegels Lelsen (en Litserarisch- ü b e
bistorisches Teschenbuch de Prutz, año 1848, publicada de in - r Estudios gener al es
mediato separadamente e n Leipzig, 1845); Eochner, Hegel
Ntirenberg seis Ig0g, Sendschreiben an Prof . Rosenkranz ( e n Han sido excluldos de esta lista: 19 los prólogos e introduccio-
Nürnberger Kurier, números 2 1 6 nes de los editores y traductores de obras cuyas ediciones fue-
Stahr,
- Hegei als Folitiker, Bericht tiber Hegels Eeben v on Ro- ron mencionadas en la primera parte; 29 las exposiciones del
senl
2 1 8 d (en
u•anz e lel jahrbücher der Gegenwart, hg• von Schwegler, sistema hegeliano que se pueden leer en todas las historias gene-
año 1844, pp. 945-971). rales de la filosofía (tales corno Tennemann, Wendt, Rizmer,
f o l l e t o Reinhold, Ueberweg, Erdmann, Schwegler, Eucken, etcétera)
d 2. Kuno
e Fischer, Hegels Leben, Werke und Lebre (He i- o en las historias de la filosofía moderna (Erdmann, Windelband,
f
deiberg,
e Winter.
c h 1901).
a etcétera) o en las de la filosofía alemana moderna (Mic helet ,
1
290 8 4 4 ) ; 291
B E NE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I OGR A l í A H E GE L I A N A

Chalibáus, Zeller De estas c inc o publicaciones Hegel hiz o él mismo una nora
nas , de estas exposiciones son dignas de nota como ser, por ejem- que figura en VVerke, xvn; v er anteriormente, parte primera, I,
plo, B i las
e d dee rErdmann,
m Versuch einer wissenschaftlichen Darste- C, 18-19; u, 17.
Dung a n n , der neueren deutseben Philosophie, 1853, v ol. su, cap. n
pp, 686-849, — de Michelet, Gesehiehte der letzten Systenze der
F i c h 6. [ 0 . F. Gruppel, Die Winde oder ganz absolute Kons-
Philosophie v on Kant bis Hegel, 1838, u, 5 9 9
t e , truktion d e r neueren Weitgeschiehte d u ra , Oberons Ho rn ,
-
Gesehichte der deutsehen Philosophie seit L e i b n i z
6 U2 3 l r gedichtet von Absolutus von Hegelin gen (Leipzig, Haack,
80
2 1, — d e
-de i c i 1831).
,Z 1Hegele 8 l 7 l 5een, los
r ,plibros
p de. teoría filosófica c omo en Baader,
Schelling,
6, 7 2 Schopenhauer, Lotze, etcétera; 4
1 Para esta comedia satírico dirigida contra Hegel, cf. Rosen-
,cose de t la cescuela hegeliana cuya lista está. dada por treberweg,
;eé t t
Grundrissg, e t v , 143-170 ( v e r t ambién para los adversarios de kranz, ' , d' en, p. 383. — Se v e que e l profesor inglés F. C.
Hegel, esta S. Sc hiller —quien, para mofarse d e los hegelianos ingleses,
1
cr l o
a s ) misma
t r a obra,
t a 171-185).
d o s — Queremos destacar también,
aquí publica en 1901 u n supuesto fascículo de la revista Mi n d , i n -
té; t eentre ó las r diversas
i - revistas de la escuela, Der Gedanke, Organ titulado; Min d i a unique review o í ancient and modem, philo-
der philosophischen Gesellschaft in Berlin, hg. v on K , L . Mi
a r saphy edited b y a Tragladyte, with the cooperarían o f The
-e chel et ( 1861- 1873) .
l Absolute and others—, ha tenido, con una anterioridad de ochen-
' ; a
3g 1. ü b e r die hegelsche _Ubre oder absolutes Wissesz und ta años, un precursor de sus ingeniosidades.
9u
moderner Panthehmus (Leipzig, 1829, bei Ch r. E . K o ll-
mann, l- 236 pp.), 7. Herbart, nota crítica de la Enzyklomdie, editada en
a 2. K . E. Schubart und Dr L . A . Carganico, 'Ober Philo- 1827, en e l Hallesche Litteraturzeitung, 1831, número 1-4
s
sophie itberhaupt und Hegels Enzyklop,edie insbesondere, (reimpresos e n We rke , e d , Hertenstein, x i i
r Beitrag zu r Beurtheilung der letzteren (Berlin, 1829, in
Fin 664-686).
, 1 8 5 2 , p p .
e Euslinschen Buchhandlung, 222 pp.).
der 8. K . F. Gceschel, Hegel und reine Zeit, M i t RücksiCht
p 3. ü b e r Sein. Nich t s u n d Werden, Einige Zwe ife l e n auf Grethe. Zu m Unterrichte in der gegenwmrtigen Philo-
r Lehre des Herrn Prof. a (Berhn, Posen und Bromberg,
der sophie nach ihren Verhxltnissen zu r Ze it und nach ihren
o E. S. Mittler, 1829, 24 pp.).
bei wesentlichen Grundzügen (B e rlin , Du n cke r u n d H u m -
d 4. E. A . Weisse (Pro f. en der UniversitTt zu Leipzig). blot, 1832).
u
Cher den gegenwcertigen Standpunkt der philosophischen 9. Fortlage,'Die Liicken des hegelschen Systems (He id e l-
cWissenschaften i n besonderer Beziehung a u f das System
berg, 1832). •
c
Hegels (Leipzig, 1829, Verlag, von J. A . Barth, 228 pp.). 10. C. L . Michelet, Einleitung in Hegels philasophische
i 5. Briefe gegen die Hegelsehe Enzyklop&die d e r philo-
o Abhandlungen (Berlín, Duncker und Humblot, 1832).
tophischen Wissensehaften, Erstes Heft, VOM Standpunkte
n Enzyklop,edie und d e r Philosophie (Berlin, 1829, bei
der Es esta una introducción que había sido preparada para el
e
Joh. Fr. Euslin, 94 pp.). volumen a de las Werk e, pero que Mic helet no incluyó.
s
292 293
y
d
i
s
c
I3E NE DE TTO C R O C E E NS A Y O D E B I B L I OGR A F Í A H E GE L I A N A

Cf. Zeitschrift fü r Philosophie und spek. Theologie, 1, 1837,


11. K . Fr. Bachmann, über Hegels System und die Noth-
wendigkeit cines nochmaligen Umgestaitung der Philosophie pp. 66-114, 1 6 1
-
(Leipzig, 1833).
2 020.
1 . K. W. E. Mayer, Brief an cine Dame über die hegels-
Contra Bachmatm escribieron Rosenkranz y Hinrichs. B. ré- che Philosophie (Betlin, 1837).
plica al Antibegel, Antwort an R. und H. Jena, 1835. 21. K . Taubner, Kritische untersuchungen über die he-
gelsche Philosophie (Budapest, 1838).
1.2. K. L. Hoffmann, Hegel in seiner Wahrheit vom Stand- 22. - Die Idee der Sede nach Hegel (Budapest, 1839).
punkt des strengsten Unbefangenheit (Berlin, 1833). 23. Job. A. Wendel, Beurthellung des begelschen Philoso-
13. O. A. J. J. Ruehle von Libenstem, Cher Sein, Werden phie nach ihren neueren Erkliirungen (Leipzig, 1839).
und Nichts (Berlín, 1833). 24. Alexis Schmidt, Beletichtung der neuen schellingschen
14. H . Heine, Z7/7 Geschichte der Religion und Philoso- Lehse • n e b s t . . . eines Apologie der Metaphysik, insbeson-
phie in Deutschland, libro rv: vo n Kant bis Hegel (1834). dere d e r hegelschen, gegen Schelling und Trendelenburg
(Berlin, 1839).
Fue' publicado por primera vez en francés, en la Revue des
25. J. G. H. Fichte, Die Voraussetzungen des hegelschen
detee mondes, y se encuentra ahora en todas las ediciones de
las obras de Heine ( p o r ejemplo en las Hambout g, Hof f mann Systems (en la Zeitschrift fiis Philosophie und spek. n e o -
und Campe, 1885, vol. vit). logie, yr, 1839, pp. 291-306).
26, K . Rosenkranz, Kritische Eskluterungen des hegeischen
15. F. Scheiling, Vorrede n i Beckers Uebersentzung einer Sy stems (Künigsberg, 1840).
Schrift Victo r Cousins (1834).
Rosenkranz agregó también algunos Eslituterungen a la edi-
Traducido al francés: jugement de F. Schelling sur la philo- ción de 1870 de la Enzyklopiidie. V e r parte primera, II, mí -
sophie de V. Cousin, trad. Willem (Strasbourg-Paris, 1835). meros 6-7.

16, J. F. 1. Tafel, Geschichte und K rit ik des' Skeptizis- 27, K . Hin ke l, D i e spekulative Analysis des Be g riffs
mu s m i t besonderer Rücksicht a u f Hegel (Tübingen, "Geist" mit Darle gung des Diffesentialpunkts zwischen dem
1834). hegelschen u n d qteu-schellingschen Stand punkte (Rin te ln ,
17. W. T . Krug, Schelling und Hegel, oder die neueste 1840).
Philosophie im Vernichtungskriege mit sich selbst begriffen 28. H. Ulrici, Ober Prinzip und Methode der hegelschen
(Leipzig, 1835). Philosophie (Halle, 1841).
18. F. K . Biedermann, De genetica philosophandi ratio- K. Steinhart, Hegel und sein We rk (Naumborg, 1841).
ne • • praesertint Fich ti... He g e lii (Lipsiae, 1835). 30. C. L . Michelet, Entwicklustgsgeschicbte des neuesten
deuischen Philosophie, mit besonderer Rücksicht auf den ge-
19. Schaller, Die Philosophie unserer Zeit, zu r Apologie
und Erkenterung des Hegelschen Systems (Leipzig, 1837). genwártigen Ka mp f Schellings mit der hegelschen Schule,
295
294
B nNE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E TI I I I L I OGR A F4 A H E G E L I A N A

dargestellt in Voriesungen in der Eriedrich Wilhelims-Uni- Cf, Zeitscbsift fzir Philosophie und spek. Tbeologie, xvt, 1846,
versitát (Berlin, 1842). pp. 103- 134, x v i i , 1847, pp. 289- 300.
31. F. v. Sommer, Hegels Philosophie wideriegt (Berlin, 41. Reinh. Schmitt, Des philosophisehe Absolutismus des
1842).
hegelschen Systrms (Berlin, 1845),
32. K . J. Thrandorff„S•chelling und Hegel oder das S'ys- 42. H. Broekhaus, Spekulative Erdstesung des in Hegels
tem Hegels als letztes Resultas des Grundirrrums in Wien Einleitung zu seines Enzyklopddie der pbilosophischen Wis-
bisherigen Philosophien (Berlin, 1842). senschaften enthaltenen Prinzipien (Kónigsberg, 1846).
33. J. Salar, Schelling und Hegel oder Rückblicke auf die 43. Anón., Grundlehren des neu-schellingschen und begel-
hóhese Geisterbildung i m deutsehen Suden u n d Norden soben Phtlosophie (Reutlingen, 1847).
(Heidelberg, 1842). 44. J. K . Müglich, Die Hegel-Weisheit und ihre Erüchte
34, I.eop. George, Prinzip und Methode des Philosophie (Regensburg, 1849).
mit besondeses Rücksicht a u f Hegel u n d Schleiermaches 45. K , Rosenkranz, 'keine Re í 077.12 des hegelsehen Philo-
dargestellt (Berlin, 1842). sophie, Sendschreiben en J. U. Wirt h (Knnigsberg, 1852).
35. A n ó n imo , Diffesenz des schellingschen und hegel- 46, Theod. Born, Quxstiones ex Hegelii philosophia oriun-
das scripsít... (Ha lle , 1852).
schen Philosophie (Leipzig, 1842).
47, Theod. W. Danzel, Des verderbliche Einfluss des
36. G. A. GabIcr, Die hegelsche Philosophie, Beitráge zu
gelschen Philosophie (Leipzig, 1852).
ihrer richtigen Beurtheilung und Würdigung. Erstes He ft:
1 48. F. Dorguth, Das Licht des wahshaften kosmischen dem
Das Absolute und die Lósung des Grundfra gen aller
sophie bei Hegel im Unterschiede von des Fassung anderer
1
Philosophen (Berlin, 1843).
1 49. R. Ha ym, Hegel und seine Ze it, Vorlesungen über
Cf. Zeitsehrift f r Philosophie und spek. Theologie, x, 1843, 7Entstebung und Entwicklung, Wesen und We rt der hegel-
pp. 291- 318; l a, 1843, pp. 43428. 8schen Philosophie (Berlin, R. Gxrtner, 1857).
7 Anón.: Hegel und sein neuester Beustbelles, en el Deutsches
37. K . Vogel, Schelling oder Hegel? (Leipzig, 1843). 5
Museum, 1858, número 23, pp. 30-33,
38. Konred v . Ore lli, Spinozas Leben u n d Lehre 7: cbst
1
einem Abriss d e r. . . hegelsehen Philosophie (Aarau, 1843; 50. K . Rosenkranz, Apologie Hegels gegen Dr. R. Ha ym
4
segunda edición, 1850). (Berlin, 1858)..
i
39. Fr. Ant. Standenmaier, Darstellung und K ritik des be-
gelschen Systems aus dem Standpunkte des christlichen Phi- c Reimpreso en los Nene Studien de Rosenkranz (4 volúme-
losophie (Mainz, 1844). )nes), vol. ni: Essay über Regal.
40. K . P. Fischer, Spekulative Charaktesistik und K rit ik h 51. J. Hülsmann, W as vairklich ist, das ist vesnünfsig, etc.,
des hegelschen Systems (Erlangen, 1845). .Vortrag, gehalten ini wissenschaftlichen Verein zu Duisburg
296 t 297
e
d
e
s
RE NE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I OGR A F I A H E G E L I A N A

am. 29 Juli 1858 (Pbilosophisehe Monatshefte, vi, 1870-1871, • Igualmente: Schellings positive Philosophic als Einheit v o n
Hegel ..undl Schopenhauer, 1869; Hegel Panlogismus,..1_87.0 (reim-
52. H, Czolbe, Die Grenzen und der Ursprung der 7frien- preso en Gesomnelte Studien und Aufsátte, 1876). Cf. Gesehich-
te der Metbaphysik (Leipzig, 189971900, n, 207-255).
scblichen Erkenntnis im Gegensatze zu Kant und Hegel (Je-
na und Leipzig, 1865). 60. F. Chlebik, Die Philosophie des Beavussten u n d d ie
53. K . Rosenkranz, Hegel ais deutscher. Nationalphilosoph •Wabrheit des Unbewussten wad, Hegei und C. L . Michelet
(Leipzig, Duncker und Humblot, 1870). (Berlin, 1870).
Existe una nota crítica de E. Mátzner eíi Philosophische Mo- 61. F. Chlebik, Kraft und Stoff oder. der Dynamismus des
natsbefte, 1870-1871, vol. vi, pp. 171-176. - Este libro ha sido Atome aus begeischen Filmissen abgeieitet (Berlin, 1873).
traducido al inglés por G. S. Hall (Saint-Louis, 1874). 62. C. L. Alicheiet, Hegel und der Empirismus, zur Beur-
54. C. L . Michelet, Hegel, der unwiderlegte Weltpbilo- theilung einer Rede Eduard Zellers (Berlín. 187.3).
sopb, eme Jubeischrift (Leipzig, Duncker und flu mb lo r, 63, K . Rosenkranz, Zu r Gescbiehte der neueren deutschen
1870). Philosophie, besonders Hegels (Ne ü e Studien, Schwedt,
55. K . Kbstlin, Hegel in pbilosophischer politischer und 1878).
nationaler Beziebung, fü r das deutsche Volk dargestellt (T ü 64. Erdmann, Hegel (Allgemeine deutsebe Biograpbie, vol.
bingen,
7 Laupp, 1870). 18S0, pp. 254-274).
Nota crítica de J. B. Guijas Bergmann) en Philosophische 65. [ R. Zimme rma n n l, He g e l (Me ye rs Konversations-
Monarshefte, vi, pp. 176-183. Lexikon, vol. VII, 1880).
66. R . v. Treitschke, Deutsehe Geschichte im neuenzehn
56. Friedr. Harms, Z u r Erinnerung an O. W . F. Hegel, ten labrhundert, vol. In (Leipzig, Hirzel, 1885; 51 edición,
\Tornas', gehalten in der Kbnig. Friedrich Wilhelm7Uniyer- 1903, especialmente páginas 7147722; Cf . también vo l. nT,
sitár zu Berlin am 3. Juni 1871 (Pbilosophische Monatshefte, sobre la escuela hegeliana).
187171872, pp. 145-161). 67. G . Plechanow, Zit Hegels sechzigstem Todestag (Neue
57. G . Rümelin, ü b e r Hegel, 6. No v. 1870 (Reden und . Zeit., x, Stuttgart, 1901-1902, vo l. I, pp. 198-203, 236-243,
Aufsiitze, Freiburg 1. B. und Tübingen, Mohr, 1875, serie 1, 273-282).
pp. 32-62). 68. Samuel Eck, O. W. F. Hegel und der Entwicklungsge-
58. E. Fenerieln, Ober die kulturgeschichtliche Bedeutung danke, Vortrag (Tübingen und Leipzig, 1901).
Hegels (Historische Zeitsehrift, 1870, volumen xxiv, p p . 69. Kuno Fischer, He gris Leben und Werke: ver la segun-
314-368). da parte, t, A
59. Fel. v. Hartmann, ü b e r die notbavendige Umbildung .• 70, W. Dilth e y, Die jugensdgeschichte Hegels, Berlin,
der hegelseben Philosoplaie aus ihrem Grundprinzip /Dermis Reim'er,
, 1906 (Abhandiungen dar preussiscben Akademie des
(Philosophische Monatsbefte, 1870, vol. Y, pp. 387-416). Wissenschaften).
n ú m e r
298 o 299
2 .
B E NE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I OGR A Fí A H E GE L I A N A

Cf. sobre esta obra: Lasson, en Philosophisthe Wochenschsift, 4, L . , ] , Konstruktion und K rit ik der hegelsehen Logik
ni, 1906. Números 9-10. (VITiesbaden, 1814).
5. K a rl L. W. Heyder, Kritisehe Darstellung der asistote-
71. A . Thornson, A u s Hegels Jugendzeit (Kantstudien, lischen und hegelischen Dialektik (Erlangen, 1845).
_mi, octubre 1907). 6. H . Ulrici, Die falsehe und die wahre Dialektik (e n la
72. L . Ziegler, fle r deutsche Idealismus und die begelsche Zeitschsif f ü r Philosophie und philosophische K rit ik, 1848,
Philosophie (Jahrbuch des modernen Mensehen, Orterwicz- p, 238 y sigs.).
Harz, Zickfeld, vol, u, 1907, pp. 31-43). 7. K . Fischer, Logik und Methaphysik, Lehrbuch für aka-
7$. H. Renner, EMe A m demische Vorlesungen (Stuttgart, Scheiblin, 1852).
des- histosischen Abhiingigkeit Hegels (Philosophische Wo -
chensehrift,
e g u n g vi, f1907,
ü números
r 8-9). Considerablemente aumentado y modificado en la segunda
74. H . Dreyer, Des Begsiff "Geist" in des deutschen Phi- edición: System des Logik and Metaphysik oder Iliíssenschafts-
d i e
loso phie ron kant bis Hegel (Kantstudien, 1908, número 7). lehre, zweite vuillig umgearbeitete Auflage (Heidelberg, Basser-
F o r s c h u mann, 1865).
75. Johanncs Gruhich, Cher das Veshditnis Hastmanns zu
n g
Hegel usid Sehopenbaues (Zeitschs. f . Philos, u. phi'. K r.,
n a e 8. E. y. Meysenburg, Zu r Vollendung des Eskenntnislehre
cxxxiv, Ergánzungsheft 1, 1.909).
h mit besonderes Rücksicht auf Hegel (Berlin, 1855).
76. J. Schubert, Hegeis Gottesbegriff (Zeitschs. f. Philos,
u. philos. Kr., ex:muy; Heft 2, 1909). 9. Alo ys Schmid, Entwicklungsgeschichte des hegelschen
Logik, Fin Hilfsbuch zu einem geschichtlichen Studium der-
selben mit Berückslchtigung der neuesten Schriften yon R.
Haym und K . Rosenkranz (Regensburg, Mainz, 1858).
10. Ferd. Lasalle; Die hegelsehe und rosenkranzsehe Logik
Sobre la lógica
und die Grundzüge des hegelsehen Geschichtsphilosophie
hegelschen Systeme (revista Des Gedanke, si
1. Ad. Trendelenburg, Logische Untersuchun gen (Berlin, ,150).
1 8 6 1 , p p .
1840, 2, edie,, 1862; 3'1 odie., 1870).
2. K . Werder, Logik als Kommentar und Erglinzung 1 11.2Ed.3Zeller,
- über Bedeutung und Aufgabe des Eskennt-
nistheosie (Heidelberg 1862).
Hegels Wissenschaft des Logik (Berlin, 1.841).
3. Ad. Trendelenburl,
, Die logische Frage in Hegels Sys- Esta es la célebre disertación donde se predica el retorno a
tem (Leipzig, 1843). Kant, en contra de la dialéctica de Hegel.
Son estos dos escritos que aparecieron por vez primera co la 12. Friedr. Reiff, ü b e r die hegelsehe Dialektik (Tü b in -
Nene lendisehe allgemeine Littesatuszeitung, abril 1842, núme-
gen, 1866; 2P- edie., 1877).
ros 99 s, y febrero 1843, números 45 s. - En defensa de Tren-
delenburg, K ym escribió inmediatamente en la Zeitschrift fü r 13. E l v. Hartmann, Ches die dialektische Alethode, his-
P hilosophie, my, fase. si y en las Philo sephis che Monatshe f te,TV, 6, torisch-kritische Untersuchungen (Berlin, 1868).
300 301
E NS A Y O D E B I B L I OGR A FÍ A H E GE L I A N A

B 26, G. Kent, Die Lebre Hegels von des Erfahrung und
14. Th• Weber, De Hegelii notionibus fin iti
E ibrer Bedeutung fürs Erkennen (Christiania, 1891).
Diss, (Breslau, 1868). •
N Kants K ritik der reinen Verminft und
15. G . Biedermánn, 27. A . Bullinger, Hegelsebe Logik und gegenzviirtig herr-
die hegelsebe Logik E in ihrer Redeutung fü r die Begriffsazis- schender Linvesstand, mit einem V o rwo rt über den gegen-
D
senscbaft (Prag, 1869). wHrtigen Zustand der Philosophie und die modernste (Stras-
• 1 6 . F. ChIebik,EDialektische ariete (Berlin, 1869). sburger) -
17, M. Sohr, Trendelenburg und die dialektische Metho- E 28.
v aW. n gPurpus, Die Dialektik des sinnlichen Gewissbeit bel
l Hegel
de Hegels, Dis. (Halle, 1874). e l i e dargestellt
n - in ibrem Zusammenhang mit d e r L o g ik
" und der antiken Dialektik (Nürnberg, Schrag, 1905).
18. K . Stommel, Die Differenz Kants und Hegels in Bezie- • K rit ik
r
hung auf die Erklarting der Antinomien, Inausruraldisserta- ( M 29. M. Rubinstein, Die logisehen arundlagen des hegel-
tion (Halle, 1876).O schen Systems und das Ende des Gesehichte (e n Kantstu-
ü n
19. K . Hermann,C Hegel und die logische Frage der Phi- (líen, x
c h
losophie in d e r Gegenuart
R (Leipzig, Schá.fer, 1878). - 30. O'Sullivan, Vergleich der Metbode Kants und Hegels
e Gru n n d ih re r Bebandlung d e r Kategorie d a r Quanti-.
20. Friedr. Engels, HC7171 Eugen Diihsings Umwiiitzung auf
1,
O ,tdt (Bertin, Reutner und Richard, 1908).
der 1 ,
C A 31. cW. Purpus, Die Dialektik des Wahrnebmung bel He -
-
tada, Stuttgart, Dietz, 1894). 1 9
E Hegeis Lebre VO7n Widerspruch Miss- kgel eS t ü r , 1908).
Wi 21. A . Bullinger, 0 6
verstdndnissen gegenüber verteidlgt, Programm (Dillingen, r 32.m , Die Dia le k
ss ) .
a - Beitrag
ein n z. Wurdigung der Philnomenologie des Geistes
eKolb;
n y München, Ackermann, 1884). (Berlin,
n t ik , d1908).
e s
s e22. Eug. Heinr. Schmitt, Das Gebeimnis der .hegelschen
Dialektik, beleuchtet vo m konkret-sinnlichen Standpunkte 1 33.
B Julius
e w uFischer,
s s t Dies begelsehe L o g ik und der Gcetbe-
haf sche Faust, cine vergleichende Studie (A rch iv f. Gesch. d.
(Halle a, S., Pfeffer, 1888). 9 e i n s
t 23. C. L. Michelet und G. H. Haring, Historisch-kritische xv, número 3, 1909).
0 w a d
(Darstellung d e r dialektischen Methode Hegels (L e ip zig ,
0 ,
11888).
) H e g
1 24. Eug. Heinr. Schmitt, Michelet tind das Gebeimnis der O
. e l ,
ebegelschen Dialektik (Frankfurt, 1889). Sobre la estética
d
Cf. Arehív für Geseblebte der Pkilosophia, in, 147-154,
i 1. Theod. W. Danzel, Über die Aestbetik der hegelseben
c 25. Ma x Rackwitz, Hegels Ansicht über d ie Ap rio sitlit Philosophie (Hamburg, 1844).
.von Ze it und Raum und die kantisehen Kategorien, Eine
El mismo autor trata acerca de la estética de Hegel en el en-
,philosophische K ritik nach Hegels Phánomenologie des Geis-
sayo: Ue b e r den gegenwindgen Zustand der Philosophie dar
•tes (Halle, 1891).
1302 303
8
7
8
3 EN EDEET O C R OC E E S A Y O D E B I B L I OGR A FÍ A H E GE L I A N A

Kunst und ihre nüchste Aufgabe (en la Zeitsehrift fü r Philo- 4. [Bu h l], Hegels Lehre vont Staate und seine Philoso-
sophie de Fichte, 1844-1845; reimpreso inmediatamente en los phie des Gesehiehte (1 8 3 7
Gesannnelte Aufsa'tze, edición Jalan, Leipzig, 185), pp. 1-84), . 5. Schubarth, Ober. die Unvereinbarkeit d e r hegelsehen
Staatslehre
). , náLdem obersten,Lebens-und Entwicklungsprin-
2. Rob, Zimmermann, Gesehichte der Aesthetikals philo- zip des prowischen Staates (Breslau, 1839).
sophiseber Wissensehaft (Wie n , Braumilller, 1858); ve r li- 6. Scheidler, Hegelscbc Philosophie und Sehule, insbeson-
bro n/, cap. dere Hegels Naturrecht una Staatslehre (en el Stacuslexikon,
3. H. Lotze, Gesehiebte d e r Aesthetik i n Deutschdand hg. von Rotteck und Welcker, 1 e d ic., vol. v ii
(München, 1868); ver especialmente libro I, cap. vit. 607-646).
, . 1 8 3 9 , p p .
4. M. Schasler, Kritisehe Gesehiebte der Aesthetik (B e r- 7. K . M. Kahie, Darstellung u n d K rit ik der begelschen
•li n , 1872); ver pp. 774-799. Rechtsphilosophie (Berlin,
5. Ed. v . Hartmann, Die deutsche Aesthetik seit K a n t 8. A. Ruge, Ober das Verbaltnis von Philosophie, Politik
•(Berlin, 1866); ve r particularmente pp. 107-129. und Religion (Sdintliche Werke, 2? edic., 2 5 4 - 2 9 7 ) .
6, J.. Kohn, Hegels Aestbetik (Zeitsehrift !t'ir Philosophie, 9. K2111 Marx, Zu r K rit ik der begeischen Rechtsphiloso-
Leipzig, 1902, fase. ir phie (e n loS Deutsch-franzdsisehe Jahrbücher de Ruge y
, p p . Marx, Paris, 1844, pp. 71-85).
1 6 0 - 1 8 6 )
E Traducción italiana en, los Scritti de C. Marx, F. Engels, F.
. Lasalle, publicados, bajo la dirección de Ciccotti, por el editor
, Sobre la ética y la filosofía del derecho Mongini, Roma, 1899.
10. K. Prantl, Hegel und die Hegelianer (en el Deutsebes
•Para la bibliografía de la filosofía hegeliana del derecho, ver Staats-Wdrterbuch, hg. von Bluntschli und Brater, Y, 1860,
el apéndice de Mollat al System der Sitdiehkeit (cf. parte p ri-
pp. 45-86).
mera, in, número 4), pp. 69-71, donde se hallan también ano- 11. K. Rosenkranz, Hegel über Re t o m der Universitdten
tadas las obras generales (Ahrens, Bluntschli, Stahl, Thilo, etcé-
tera) en las cuales se presenta la cuestión de la filosofía jurí- (Der Geelanke, 1861, p. 244 y sigs.).
dica de Elegel. 12. rAnón.1, Hegel, artículo en Staats-und Gesellsehafts-
Lexikon, hg. von Wagener, 1862, vol. ix, pp. 222-228.
1. Hugo, Hegels Grundlinien der Philosophie des Reehts 13. K . Rosenkranz, Hegel und begelsehe Philosophie in
(GUtingisehe gelehrte Anz Bezug auf Recht und Staat (en el Staatslexikon, hg. von Rot-
. 2.
e Herbart,
i g e n , nota crítica de la Philosophie des Reebts de t,eck und We lcle r, e d i e . , vol. s'u, 1862, pp. 654-667).
Hegcl, en 1Leipziger Litteraturzeitung, 1822, números 45-47 14. Franz Chlebik, Die Philosophie des Beruntsstseins und
1 8 2 , die Wahrbeit des Unbewussten in den dialektischen Grund-
(reimpresa
p p .en las Werke,, edición Hartenstein, mi, 419-435).
3. Anon., nota crítica de la misma obra en Allgemeine linien der Freiheit und Rechtsbegriffs nado Hegel und Mi-
6 0 1 - 6 0 7 ebelet (Benin, 1870).
Litteraturzeitung de Schutz y Ersch, i
) .
,3041 8 2 2 , p p . 305
3 0 5 - 3 1 7 ) .
B E NE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I OGB A F í A H E G E L I A N A

15. G. Sodens, Die Staatslehse Kants und Hegels, Dis. 6. Mo r. Carriére, Die Religion i n ihsem Begriff, ihser
(Erlangen, 1893). weltgeschichtlichen Entwickiung und Vollendung, ein Bel-
16. W. Ficider, Untes weichen philosophischen osausset- trag zu m VerstIndnis d e r hegelschen Philosophie (We i l -
zungen hat sich bei Hegel die Westschdtzung des Staates ent- burg, 1841).
wiekeit, una' wie ist diese zu beurtheüen (Zeitschrift für Phi- 7. 113runo Bauerl, Die Posaune des jüngsten Gerichts wi-
losophie, vol. 122 y 123, 1903). des Hegel, den Atheisten und Antichsisten (Leipzig, 1841).
17. F. Jodl, Geschichte des Ethik in der neuesen Philoso- 8. H e g e l s Lehre von Religion und Kunst (Leipzig,
pie ( I I edic., Stuttgart, 1889; sobre la ética de Hegel, ve r 1842).
u, pp. 104-125, 151-160). 9. J. J. Rohowsky, Unveseinhaskeit des begelschen Wis-
18. P. Dunlop, Hauptmomente in Hegels Begriff des Pes- sezzschaft mit dem Chsistentum (Breslau, 184-2).
- sbnlichkeit, Dis. (Jena, 1903). 10. Ph. Marheinecke, Einleitung über die Bedeutung des
19. P. Eurner, Hegels Ansichten übes Esziehung, P ro - hegeischen Philosophie in des christlichen Theologie (B e r-
gramm (Dresden, 1905). lin, 1842).
20. S. Brie, Des Volksgeist bei Hegel und in des histori- 11. J. T h i n
schen Rechtsschzde (Berlin, Rothschild, 1909). lings
- dure?, cine vernunftgemiisse Offenbarungslehre zu ves-
sahnen
m o r (Berlin,
, 1843).
12. De
V e s s Valenti, He g e l
F (Basel,
-u c 1843).
h
Sobre l a fi l os ofa d e l a r el i gi ón d13.
S t Ed.
r aeuZeller,
ss O le r Hegeis theologische Entwicklung (en
Theologische fahsbücher, 1845, vol. w, fase. 1).
su n d
14. Ludw.
d ne h s Noack, Des Religionsbegsiff Hegels (Da rms-
Eschenmayer, Die hegelsche Religionsphilosophie, vesg- A
tadt, 1845).
lichen mit dem chsistlichen Fsinzip (Tübingen, 1834). iC i h ns i s t e
15. P. Romang, Meine
b e Opposition gegen die junghegel-
2. L . Feuerbach, Philosophie und Christenheit in Bezie- gn g e l r a u und
schen Tendenzen mein Verhilitnis zu des bisher gelten-
hung auf die des hegeischen Philosophie gemachten V o s- denH ehristlichen Lehse (Bern, 1847).
würfe des Unchristlichkeit (Mannheim, 1839). e16. A . gE. Biedermann, Unsese junghegelsche Weltanschau-
3. Reinh. Schmitt, Christliche Religion und begelsche Phi- unge ociesl des sogenannte acueste Pantheismus (Zurich, 1849).
losophie (Berlin, 1839). s17. M. Ehrenhaus, Hegels Gottesbegriff la semen Gritad-
4. K . v . Baader, Revision des Philosopheme d e r heget- u u n d snichsten Folgerz, aus den Quellen dargestent
¡laica
schen Schzde bezüglich m i l das Cirristenturn (Stuttgart, (Wittenberg,
n 1880).
1839). d18. O. Hering, Vergleichende
5. R. F. E. Thrandorff, Wie kann des Supranaturalismus ungS. des
D a Religionsphilosophie
s s t e l l u n g Hegels und Schleiermachess
sein Recht gegen Hegel behaupten? (Berlin, 1840). (Jena,
cu 1882). n d
306 hB e u r t h e 307
eü -
l
-
RE NE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I OGR A F í A H E GE L 'I A N A

19. Job. We rn cr, Hegeis Offenbarungsbegriff; e in re li-


gionsphilosophischer Versuch (Leipzig, 1887).

Cf. Archiv für Geschichte der Philosophie, ni, 1889, pp. 154 Sobre l a ps i c ol ogía
156.
-
20. E. Vowinkel, Das Veshdltnis des einheitlichen Wesens 1. H . Exn e r, D i e Psychologie d e r begelschen & h u l e
des Religion zur historischen Mannigfaltigkeit der Religionen (Leipzig, 1843-1844).
bei Schleiermacher und Hegel, Dis,, (Erlangen, 1896). 2. Weisse, Die hegelsche Psychologie und die exnersche
Ksitik (e n la Zeitschrift f ü r Philosophie und spekulative
21. Hans Rickert, Hegels Religionsphilosophie, i n ihren
Theologie, 1844, xm, p. 258 y sigs.).
Grundzügen dargestellt und beurtheitt, Programm (B ro m-
berg, 1900).
22. L . Weber, Die hegelsche Philosophie und die seligiüse El
Entwicklung der Menschheit im Spie gel der Weltlitteratur
(GüterslOh, 1904). Sobre l a fi l os ofía d e 1a hi s tor i a
23. J. Schubert, Hegels Religionsphilosophie (en los Phi-
losophisehe Ausf¿itze d e la Philosophische Geselischaf zu 1, Ant. H. Springer, Die hegelsche Geschichtsanschauung
Berlin, 1904). (Tübingen, 1848).
24. G. W. Irey-, Hegels Phiinosnenologie des Geístes be- 2. Jul. Bahnsen, Zu r Philosophie des Geschichte, EMe kri-
Jaufs Einfühntng in die Philosophie ztnd christiiche T heolo- tische Besprechung des hegel-hartmannschen Evolutionismus
gie auf ihren kürzesten und durchaus leichi verstündlichen aus schopenhauerschen Prinzipien (B e rlin , K . Du n e ke r,
Ausdruck seduziert (München, .Ackermann, 1904). 1872),
3. K . Dieterich, Buckle und Heget (Preussische ja h rb ii-
25. E. Ott, Die Religionsphilosophie Hegets in ihrer Ge-
cher, 1873, vol. 32).
nesis dasgestelit und- in ihrer Bedeutung fi ir die Gegenwart
4. P. Barth, Die Geschichtsphilosophie Hegels und des He-
gewürdigt. (Berlin, 1904).
gellaner bis auf. Marx und Hartmann, Ein kritische Versuch
26. K . T U ° , Die Religionsphilosophie des absoluten Idea-
(Leipzig, Reisland, 1890).
Fichte, Schelling, Hegel und Sehopenhauer (Langen-
5. E. Tcennies, Neuere Philosophie des Geschichte: Hegel,
salza, Beyer, 1905). Marx, Comte (A rch iv f ü r Geschiehte des Philosophie, hg.
27. H. Eladlich, Hegels Lehren über das VesUltnis von von, L. Stein; vol. vtr, 1894, pp. 486-515).
Religion und Philosophie (Halle, Niemeyer, 1906). 6. P. Barth, Z u Hegeis und Ma rx Geschichtsphilosophie
28. El. Aschkenasy, H e g e l s (en el mismo Archiv, val, 1895, pp. 241-255, 315-335).
losophie
- in Deutschland (Berlin, Ebering, 1907). 7. J. Dittmann, Des Begriff des Volksgeistes bei Hegel,
E i n fl u s s a u f zugleich ein Beitrag zur Geschichte des Begriff der Entwick-
308d i e 309
R e l i g i o n s p
h i -
B E N E D E T YO C R O C E E NS A Y O D E E I B L I OC R A Fí A H E GE L I A N A

lung im 1 9. Jahrb. (Leipzig, 1909; en los Beitriige de Lam-


precht).
8. H. Reese, Hegel über das Auftreten der christl. Religion Sobre la historia de la filosofía
in der Weltgesehichte (Tübingen, Mohr, 1909).
Ver también la literatura sobre la historia de la filosofía de
1. A . L . Kym, Hegels Dialektik in ihrer Anuendung
la historia, citada en E. Bernhelm, Lehrbucb der bistorischen
die Geschichte der Philosophie (Zürich, 1849).
Methode und der Geschichtyphilosophie (30 y 41 edición, Leip- 2. C. Monrad, De v i logic,e rationis in describenda philo-
zig, Duncker und Humblot, 1903).
sophi,e historia (Christíania, 1860).

Responde a las objecclones de Eduard Zeller en contra del


método de Hegel y que se hallan expuestas en el prólogo a la
Sobre la filosofía de la naturaleza Philosophie d e r Óriechen, (también se hallan ahora e n los
Jahrbiicher der Gegenwart, 1843, p. 209 s.).

1. WiIde, Geschichte der Optik (Berlin, 1843). 3. E. Bratuscheck, Wie Hegel Plato auffasst (en Philoso
Contiene (u, pp. 153-218) una defensa de las teorías de New- phisehe
7 Monatshefte, vol. vu, 1871-1872, pp. 433-463 ).
ton en contra de Hegel. •4. Gust. Ad. Wyneken, Hegels K rit ik Kants, zu r Linlei-
tung in die hegelsche Philosophie (Greifswald, 1898).
2. M. J. Schleiden, Schellings und Hegels VerhIltnis zur W. Windelband, ü b e r d ie Gesehicktssehreibung cler
Naturwissenschaft (Leipzig, 1844). Philosophie im 19. Jahrhundert (en Die Philosophie B é -
3. Herm, Schwarz, Versuch cine? Philosophie der Ma - ginn des zwanzigsten Jahrhunderts, Festschrlft f ü r K . Pis-
thematik, verbunden mit einer K rit ik der Ausstellungen He- cher, Heidelberg, 1904-1905, u , 175-200).
gas über den Zwe ck und die Natztr der hdheren Analysis
(Halle, 1853).
4. K . Rosenkranz, Hegels Naturphilosophie una' ihre Bear-
beitung durch den italianischen Philosophen A , Vera (Be r-
lín, 1868). Varios
5. F. Chlebik, Kra ft una' Stoff oder der Dynamismus der
Atonte aus hegelschen Priimissen abgeleitet (Berlin, 1873). 1- W. von Schütz, Hegel und Günther (Leipzig, .1842).
6. A . Builinger, Hegels Naturphilosophie in vollem Reeht 2. K . Rosenkranz, Ober Schelling una! Hegel, Sendschrei-
gegenüber ihren Kritikastern (München, Ackermann, 1903)* bert.an Fierre Leroux (Kónigsberg, 1843).
7. Otto ClosS, Kepler ti:mi Newton und das Problem der 3. J. H. Fichte, Hegels Magister-Dissertation und sein Ver-
Gravitation in der Kantischen, Schellingsehen una' Hegel- haltnis zu Sehelling (e n la Zeitschrift f ü r Philosophie und
schen Naturphilosophie (Heidelberg, Win te r, 1909). spekulative Theo)ogie, 1 8 1 4 , pp. 142-186).
310 311
B E N E H E TTO. CROCE E NS A Y O D E I I I I I L I
.
4. F. Rehm, Ocethe und He,gel, cine historische Parallele 10. Th .O GR A Fí A
Flathe, Hegel in reinen Briefen (en la Historische
H E G E L I A
(Oels, 1849). Zeitschrift,
N N.A S., vol. xxiv, 1888).
5. K . P. Fischer, Zu r hundertjiihrigen Geburtsfeier Franz 11. Ma x Runze, •
von Boaders. Versuch einer Charakteristik seiner Theosophie detHphilosophischen
eget Gesellschaft zu Berlin, 1892).
und flores Verhdltnisses zu den Systemen Sebellings und He- 12. Ch. Bonnier, Hegel und Ma rx (Nrite Zeit, ix
u n d
gels (Erlangen, 1865). 1891,
,F vpp. o 653-661).
l . u ,
r a n
6. Fr. Hoffmann, He gel und Baader (carta del 12 de oc- 13.
z Rud. Eucken, Hegel t o
tubre de 1865 a Bertrand° Spaventa, publicada en la revista Gormack. (en
Critica de Nápoles, iv, 1906, pp. 224-230).
-y . el Monist, vil, 1897, pp. 321-339).
14.
d h r . Pfiaum, De i Geist Hegels in Italien (A re h iv f .
7. H e g e l , Rosenkranz und Baader (en Philosophi- B a y ,a t ra a n s l ,
Gesch.
b d. Phi/os., -x
sebe Monatshefte, itt, 1869, pp. 1-25, 93-110, 185-208). d ey r
- n o m a s
( V o
Hoffmann trata frecuentemente la relación entre Hegel y s aJ, 1 , .
Baader e n sus introducciones a los Gesammelte We rke de r t r á IT
1 M 9 0 9 e) . .
Baader (Leipzig, 1851-1860) y en sus otros escritos. g e
Literatura it aliana
8. D i e hegelsche Philosophie in St-Louis in den
Vereinigten Staaten Nordanterikas (e n Philosophische Mo - En lo que respecta a la literatura no alemana referente a Hegel
natshefte, vis, 1871-1872, pp. 58-63). hemos creído oportuno considerar también las exposiciones más
9. F. Engels, Ludovig Feuerbach und der Ausgang der klas- notables contenidas en las obras generales. Las introducciones
sischen deutschen Philosophie (Nene Zeit, 1886, fase. 4-5; y los prólogos de los traductores no son indicadas nuevamen-
te aquí, nos limitamos a remitir al lector a la Primera Parte, v,
después en opúsculo, Stuttgart, Dietz, 1836; 2 divisiones A, B, C.
1895).
1 e d i c . , Las obras francesas e inglesas del italiano Vera van indicadas
De la literatura alemana relativa a l materialismo histórico, en las divisiones su y ;v.
en la cual se halla a menudo el problema de las relaciones en-
tre el pensamiento de HegeI y el de Marx, citaremos aún: I. Ottavio Colecchi (1773-1847), Fragmentos de Ques-
G. Masaryk, Die philosophischen un soziologischen Grundagen tioni filoso fiche sulla logica e suirestetica d i Hegei (e n
des Marxismus Giambattista Vico, Napoli, 1857, i
sche
- MateHalismus, Darstellung und K rit ik der xnarxistischcn 68-96).
, 3 3 5 - 3 9 2 ,
Weltanschauung (Düsseldorf, 1899); Das
( W i e n , u 2. G., B . Pásserini, Su/lo ma tu attuale della filoso fia in
schichte
,1 8 9 9 des moderiten philosoploischen Sozialismus n Deutsch- Germanio
land, Zur Geschichte der 1 2 3 (Gapolago,
- 1 3 1844).
6 ,
.) K; o i g e n , Z Philosophie
u r und Sozialphilosophie des
Junghegelianismus (Bern, 1901); P. Nerrlich, ü b e r das V e r- i Motivado
n a raíz, de una cita de Cioberti (Proiegomeni, Bru-
VL ou L. rFeuerbachs
baltnis g e zu - Hegel (Preussische Jahrbücher, vol. 80, selas, 1845, pp. 323-124) donde dice que la dialéctica hegeliana
1895).
d w es allí criticada.
312
, 313
W o
h t n
a n
n ,
D
B E NE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I OGR A F Í A H E G E L I A N A

3. Antonio Rosmini-Serbati, Saggia starica-critico su/le Sobre Hegel, ver especialmente pp. 167-205.
eategarie e'la dialettica, 1 846-1 847 ).
11. A . Labriola, Contra II ritarno a Kant propugnato da
Eué publicado como "obra póstuma" (Torillo, imprenta Unio- E. Zeller (defensa de la dialéctica ele Flegel), 1862 (Se ritti
ne 1883). Ver libro r, cap. vilo: Della partizione dell'ente secando varii d i filosafia e politica, publicado p o r B. Groce, Bari,
Hegel; y el libro u que contiene la crítica a la dialéctica de Hegel. 1906, pp. 1-33).
12. L . Longoni, / i sistema filosofico d i O . a F. Hegel
4. Vincenzo de Grazia, Su la logica di Hegel e su la filo -
(Milano, 1 8 6:-;
sufla speculativa, discarsi (N'opon, tip . de Gemelli, 1850).
- 13. G. Allievo, Sulla critica dell' hegelisma, carta a L. Fe-
5. B. Spaventa, Studi sopra la filoso fia di Hegel (extraídos
de la Rivista italiana, NQ 5, fase. de noviembre, pp. 1-30, y el'
) (e n la Revista ital. di se. lett. et arti, TorMo, 2-3 junio 1862;
fase. de diciembre, pp. 31-78, 1850, Torino, tip. G. Paravia). y en la Rivista contemporanea„ 1864).
6. B. y S. Spaventa, Cartas diversas concernientes a la fi - 14. B. Spaventa, Le prime cate garle della logica di Hegel
losofía hegeliana (e n el libro de B. Croce, S. Spaventa, de (en los Atti della R. Acc. di se, mor. e pol., vol. i, 1864, pp.
1848 a 1861, escritos, cartas, documentos, Napoll, Moranó, U3
1898). pon,
- 1900. pp. 165-252).
7. B. Spaventa, nota crítica del escrito de H. Steinthal: 1 8 G. Caroli, Hegel in Italia (Apéndice al libro del abate
15.
La scienza della lin,gua d i G. d i Humboldt e la filoso [la he- Maigno,
5; Matemat lea e panteismo, trad., Bologna, 1864).
geliana (en Cimento, Torino, ju lio 1885, vi, 60-65). r 16. G. Allievo, Saggi filosafici (Milano, 1866).
8• , Hegel confutato da Rosmini, ensayo primero, e
(en Cimento Mago, 1855. y, 881-906), a propósito de las crí- contiene: pp. 119-143, La logica ordinaria e la logica hege-
iliana; pp. 294-306, Su/la critica dell'Hegelianismo.
ticas hechas a l hegelianismo p o r A . Rosmini, en su Logica
(Torino, Pomba, 1854). m
p 17. B. Spaventa, Principii di filoso [la, vol. I, La conosce
Reimpreso en B. Spaventa, Da Sacrate ad Hegel nuevos en- rza - La logica (Napoli, Ghio, 1867).
sayos, editados por G, Gentile (Bari, Laterza, 1905). En Cimen- e Detenido en la página 248. Comprende la exposición de la
to tuvo lugar al respecto una polémica con Tommaseo: Sopra sPlmnomenologie hasta la doctrina de la conciencia de sí, y una
alcuni giudizzi d i N. T.
oexposición de la Logik hasta el comienzo de la doctrina de la
9. Forjarlo del Zio, P I o l u s eesencia.
ciclopedia
- delle SCiC722e filosofiche d i Hegel (Na p o li, S. n Advertimos que este volumen de Spaveuta es una de las me-
Marchese, jores exposiciones italianas de la Lógica de Hegel. Prevenimos,
i o n e a1861).l Sante todo, al lector que hemos dejado de lado los numerosos
c10.oB. rSpaventa,
s o Erolusione e introduzione alle lezioni d i ctrabajos teóricos inspirados en los principios de Hegel, tales
filoso
d fia inella Universita di Napoli, 23 nov.-23 dic. 1861 (Na - rcomo los de los discípulos de Spaventa (De Meis, Ilaturi, Jala,
poli, F. Vitale, 1862). iRagnisco, d'Ercole, etcétera) de los discípulos de Vera (R. Ma-
l e z i o n i
314 s u l l a t 315
E n - t
i
f
B E NE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I OGR A F I A H E G E L I A N A

riano), de los hegelianos de otra procedencia (M. Florenzi Wad- di filos, e lettere, marzo 1872; reimpreso en Scritti ra rli d i
dingron, de los hegelizames (P. Cererti, etcétera). letteratura, filosofia e critica, N'opon, 1876, pp. 331-347).
18. A. Galasso, De l sistema hegeliano e roe pratiche eón- 27. P. Ragnisco, Storia critica dele cate gorie dai prirnordii
seguenze (Napoli, Fibreno, 1867). della filoso fia fin o a d Hegel (Na p o li, 1870). Do s vo lú -
menes.
Extraído del Campo del filasofl italiani. Es este un trabajo
28. V . Fo rn a ri, De ll'a rte d e l d ire . (Na p o li, Fibreno,
escrito con vistas a un concurso por el premio Ravizza en 1865;
el tema impuesto era: ' 1
lismo
e absoluto de Hegel, en la Moral, en e l Derecho, en la , En el volumen ay se halla una crítica a la estética de Hegel.
Política
: Q u é y en la Religión?" 8
Respondieron allí V. Imbriani, V. Fornari estetico (en el Giorm
c 19.
o nG.sPrisco,
e c uLoe begellianismo
n considerato nel suo svol- 6
napol. d i filosofia e lettere, 1872) y F. Fiorentino, La filoso fia
c i a s
gimento storico en e l suo rap porto con la scienza (Napoli, conte7nporanea
6 in Italia (Napoli, Morano, 1876).
Manfredi,
d e r1868).
i v -
a Fue'ninsertado primeramente en el periódico: L a scienza e la 1 29. L . Miraglia, I principii fondamentali del diversi sistemi
di filoso fia del diritto e la domina giuridica d i Giorgio G.
t'elle.
d E l autor
e es actualmente cardenal arzobispo de Nápoles. 8
F. Hegel (Napoli, Giannini, 1873).
l 20, G. AIlievo, L'begellianismo, la scienza e la vita, mono- 7
30. E, Spaventa, Idealismo o realismo? Nota silla teoria
i
grafía d obtuvo
que e e l premio en e l concurso Ravizza, fu é 2
della COnOSCC77Zil: Kant, Herbart, Hegel (en los Rendiconti
a -
después rehecha y ampliada notablemente (Milano, ,kgrelli, ,
della R. Acead. di se. mor. e polit., abril-junio 1874, pp. 87-
1868). 4 reimpreso en Scritti füosofici, edic. Gentile, pp. 353-366).
97;
21. P. Siciliani, G li hegeHani in Italia (en la Rivista bolog- e 31. P. Sala, I trio n fi d e l papato sulla filoso fia hegeliana
nese, u, fase. vi, 1868). d(Palermo, 1874).
22. B. Spaventa, Studi sull'etica d i Hegel (A t t i della R. i 32. P. d'Ercole, La pena d i monte e la szta abolizione d i-
Acead. di se. mor, e pollt. di Napoli, tv, 1869; reimpreso con c
ebiarata teorleamente e storicamente seeondo la dottrina he-
el titu lo de: P rin cip ii d i etica; edic. G . Gentile, Napoli, igeliana (Milano, 1875).
Pierro, 1904).
ó
23. F. Masci, Le categorie del finito e dell'infinito di Hegel
(en la Rivista bolognese, 1869). n En esta época escribieron, en sentido diverso, sobre la pena
de muerte en relación con la filosofía hegeliana: Spaventa, 1m-
24. L a dialettica del limite nella logica d i Hegel )briani, Vera y .otros. Pueden verse algunas opiniones al respec-
(en la Rivista bolognese, 1869), . en el volumen de d'Ercole.
to
25. F. A cti, Su la natura della storia della filoso fia (Bo -
logna, 1872). 33. M i r a g l i a , La filoso fia del diritto d i Hegel, di Tren-
26. E. Fiorentino, Stii concetto della storia della filoso fia delenburg e di Ahrens, e la seienza eeonomica (en el Giorn.
di Hegel, carta al prof. E. A cri (en el Giornale napoletano econont. de Padova, número 2, 1875-1876).
316 317
B E NE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I OGR A I d A H E GE L I A N A

34. [A n ó mi, Hegel e Machiavelli, ossia la Germania e l'Ita- 44. G . Allicvo, Esame dell'hegelianismo (Toriuo, Tip. sub-
lia vela presente lotta religiosa, pensieri d i un giovane (Na - alpina, 1897).
poli, 1875). 45. C. Cantoni, Storia compendiata della filosolia, 4 edic.
35. F. Fiorentino, Manuale d i storia della filoso fia corregida y aumentada (Milano, Hoepli, 1897; vol. n i
Nlorano, 1881), vol. in, cap. xxii y Yocvn. ,elementare
C o r s doi filosofía; ve r sobre Hegel, pp. 394-401).
36. B. Spaventa, Esame d i un'obiezione d e l Te ich mille r 46. A . Labriola, Discouendo d i socialismo e filoso fia (Ro-
alla dialettica d i Hegel (A t t i d. R. /le c, d i se. mor, e pol., ma, Loescher, 1898).
di Napoli, vol. )(vol, Sobre la negación de la negación; sobre los hegelianos de
276).
- Nápoles. Sobre las relaciones entre Degel y Marx escribieron,
r eRespecto
i m p de r e las doctrina
o en Italia: Labriola, Saggi salía concezione materialistica della
hegeliana merecen atención todos los storia (21. edic., Roma, Loescher, 1903); G. Centile, 1.4 filosofia
e
escritos n de Spaventa; cf. la bibliografía de estos nitlinos en los
di Marx (Pisa, Spoerri, 1898) y B. Croco, Materialismo s t ork °
Seritti
S c filosofici,
r i t edic. Gentile. cd economia marxistica* (Palermo, Sandton, 1900; 71 odie. 1907);
t i Hegel e Marx (en la Cultura, Roma, 19 de enero de 1909).
fi 37.l P.oRagnisco,
s o I I principio d i contradizione: Hegel (en
Filoso
f í a , scuole italiane, 1883).
fia dele 47. L . M. Billia, Una fissazione hegeliana (To rin o , 1898).
p 38. G. Le p vi (Gie lle ), La dottrina dello Stato d i Hegel e 48. G . Gentile, Della vita e degli seritti d i B. S'paventa
le altre dottrine intorno olio stesso argomento: ( R o m a , (Napoli, 1900).
.1884).
2 39. A . Vera,
5 Esta monografía sirve de introducción a los Scritti filoso fin
Dio secondo Platone, Aristotile e d Hegel
3(A t t i d. R.
- Accad. d i se. mor. e poi. di Napoli, 1886, t. xx). ya citados de Spaventa; este ea el trabajo más extenso que se co-
noce sobre el hegelianismo italiano.
40. L . Ferri, La dottrina della conoscenza nell-hegelianismo
(Rivista italiana d i filosolia, w, vol. u, 1889): a propósito de 49. B. Varisco, Razionalismo ed empirismo, a propósito del
la obra póstuma de B. Spaventa, Esperienza e metafísica. volumen ya mencionado, Scritti filoso fici de Spaventa (Rivis-
41. V . de Lucia, L'Hegel in Italia (Vasto, 1891). ta di filos, e se. B o l o g n a , marzo 1902).
42. S. Maturi, L'idea d i Hegel (Napoli, 1891). 50. G. Gentile, Filosofía e d empirismo (respuesta, ibid.,
mayo-junio 1902).
De ildamri merecen recordarse: L'ideale del pensiero ma n o
51. B. Varisco, Per la crítica (réplica, ibid., octubre 1902).
ossia la esistenza assoluta di Dio (Av ellino, 1882); Uno sgturdo
52. G. Gentile, Polernica hegeliana, Ultima réplica al prof.
generale t ulle f o r me fondamentali della v it a (Napoli, 1888);
La fi los o fia e la met afisca (ibid. , 1894); Prirwipil d i filoso fia B. Varisco (Napoli, Pierro y Veraldi, 1902).
(ibid., 1897-1898). 53. B. Croce, Estetica, teoria e storia (Palermo, Sandron,
1902; 3
43. P. d'Ercole, C. L . Michelet e ¡'hegelianismo (e n la 1 -* Publicado, en esta misma colección, por EDICIONES IMÁN: Me-
Riv. ital. di filos., ix e d i
teTialistno histórico y economía marxista.
,3181 8 9 4 , c i ó 319
v o l . n ,
1 ) . B
a r
i ,
L
B E NE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I O G R A l l A I I E GE L I A N A

ris, Giard et Briere, 1904; traducción alemana, Leipzig, See- Sobre e l origen hegeliano de la famosa comparación entre
man, 1905; traducción inglesa, London, Macmillan, 1909): la filosofía kantima y la revolución francesa.
sobre la estética de Hegel, cf. el índice de nombres citados.
54. G. Gentiíe, Da l Genovesi al Galluppi, ricerche stori- 64. B. Croce y G. Gentile, Documenti inediti sull'hegelis-
nto napoletano, dal carteggio d i B. Spaventa (Critica ,
che (Napoli, ediz. della Crítica, 1903).
1906, Nos. 3, 5 y 6).
Notas sobre el hegelianismo en Nápoles, antes de 1848. 65. B. Crece, Cío che 1' vivo e cio che m o n o della fi-
losofía di rie g a , stndio critico con un saggio d i bibliografía
55. F. Masci, La liberta nel diritto e nella storía secando hegeliana (Bari, Laterza, 1907; traducción alemana p o r K .
Kant ed Hegel, appunti critici (A t t i d. R. /Ice, d i sc. mor. e Büchler, Heidelberg, Winter, 1909; traducción francesa por
pol. d i Napoli, 1903). Henri Buriot, Paris, Glard et Briére, 1910).
56. N . L. Piano, L'hegelismo a Napoli (Potenza, Tipogr.
edit., 1903). Sobre este estudio, cf.: G . Papini, Che senso passiarne dare
ad flegel (en la revista Leonardo, Elorencia, ocmbre-noviembre
57. G . Gentile, introducción a la reimpresión de los P
1906); G. Prezzolini, Le sorprese di Hegel (ibirl); E. Berth, en
cipii
r i ndi- etica, de B. Spaventa; ver N9 22. Crítica al opúsculo la Revue générale de critique et bibliographie, iv
de Masci, indicado en el N diciembre
, N 9 de4 1906; 1 , R. Mu 2 rri en
5 la Rivista d i Cultura, 19 de
9 58.5G 5 . . Gentile, nota crítica del libro de J. B. Baillie, The octubre de 1906; S. jankelevitch, en la Revise de syntht'se bis-
d e
origin and significance of Hegels Logic: ver división in; (Cri- tanque, 1907; A. Gargiulo, Un critico d i Hegel (en la Nueva
tica, rivista di Ietteratura, storia e filosofía, B. Croce, II, 1904, Antología, 19 de noviembre de 1907); A. Casad, en Rinnova-
pp. 29-45). metzto. Milan, marzo de 1907; G. Amendola en la revista Frase,
59. B. Croce, Si amo noi begelitmi? (L id ., u, 1904, pp. 261- marzo de 1007; Ni. Losacco, en el Marzocco, 10 de febrero de
264). 1907; G. de Lollis, en la Cultura, Roma 15 de febrero de 1907;
60. P. Martínetti, Introduzione alía metafísica (To rmo , 1. de Sarlo, en la Cultura filoso fica, año 19, números 2, 4, 6,_ 8,
Clausen, 1904), pp. 386-409. (cf. las objeciones de Croce en la Critica, y, 1 6 5
3- 3 0
61. B. Spaventa, Da Socrate ad Hegel, nuovi saggí di cri- NeuhegeHanistrms
1366 9 , 1 4 3 ( e n el Arehiv f ü r Rechts una' Wirt s c haf t s -
-
tica filosofica, ea. de G. Gentile (Bari, Laterza, 1905). 3
philosophie, enero de 1908, t, NY 2 ); u
62. G . Papini, (G ia n Falco), 1 crepuscolo d e i filosofi: ,-
Litteraturzeitung, xxtx,
, N o h l ,
4 e nN9 11, 14, marzo de 1908.
Kant, Hegel, Schopenhauer, etc. (Milano, Soc. edit. lomb., 1 4 7 ,
1906). l
1 a
6 66. G . Gentile, Nu o vi in d ízli d i Hegellosigkeit italiana
D e
)(Critica,
; u t s c h e
y, 1967, N
Sobre Hegel, pp. 45-94. Ver la nota crítica de B. Croce, Cri- C
h 9 67.
3 G.
) . Rensi, Hegel, u cristianesimo e il Vedanta (e n la
tica, l v , 1906, pp. 140- 144) .
.revista Ccenabium, Lugano, 1907).
L 68. D'Oliva, Hegel poeta (Fanfulla della Domenica, xxix,
63. B. Croce, L a preistoria d i un paragone (Critica, tv, a
1906, pp. 87-88). N
l
o9 321
320 ,4
e
n0
e,
l
B8
ud
B E NE DE TTO GR OC E
E NS A Y O D E B I B T I OGR A H A H E GE L I A N A

69. R. Mariano, Dall'idealisnzo nuovo r que/lo d i Hegel, "Rivista contemporanea", junio 1860, un artículo rehnpreso en
motivi, risonanze e variazioni sulla domina hegeliana ( F i - "Mélanges philosophiques". (Paris-Napoli, 1862; pp. 155-172).
renze, Barbera, 1908).

2. J. Wilim
a . sobre esta obra B. Croce, en Critica, vr, pp. 204-206, 1836).
,
E 3. A s .sUba rei , Hegel, son école: nouveau systéme de Schel-
70. L . Miranda, G. Hegel gabellato per un scolastíco (Na - ling (en la Revue des deux mondes, 1
poli, Pansini, 1908); del mismo autor: Hegel o Mach? (en s u r
la Rivista filosofica, 1908). 9 4, eAd.
n eOtt,
r o Hegel
1 et la4 philosophie
8 3 ) . allenzande, ou exposé
l a
et examen critique des principaux systémes de la philos. al/cm.
71. A . A. Zottoli, I I senso della filoso fia d i Hegel (e n la p h Kant,
depuis i et spéc,„ de ceiui de Hegel (Paris, 1844).
Cultura, xxvit, N l5. Dictionnaire
o s des sciences philosophiques (Pads, H a -
9 72.2 B.2 Spaventa,
, La filoso fia italiana nene sue relazioni con o p 1844-1852:
chette, h artículo sobre HegeI.
la filosofia
1 5 europea, edic, de G. Gentile (Bari, Laterza, 1909). i6. Prevost,
e Hegel: exposition de sa doctrine (Toulouse,
d Reimpresión
e con notas y documentos de la obra indicada 1845).
d
en
n elo N9v 10.i e e7. C. de Remusat, De la philosopbie allemande, eon una
m b r e introducción
H a las doctrinas de Kant, Fichte, Schelling y
Hegel
d 73. B. Croce, Filosofía della pratica (Bari, Laterza, 1909) y e (Paris, 1845).
Logica
e come scienzit del concetto puro (ib id .): sobre Hegel, 8. A. Vera, Platonis, Aristoteiis et Hegelii de medio te r-
g doctrina (Paris, 1845).
consultar el índice de nombres citados. mine
1 9 e9. E. Saisset, Travaux publiés en France Sin' Rant, Fiehte,
0 74. AE. Fastore, Sopra un punto essenziale del neohegelia- l
nismo contemporat2eo (R. Acc. d i Scienze di Torillo, 1909). Schelling et Hegel (en la Revue des deux mondes, febrero
) . (
1846). S
t10. Saint-René
r Taillandler, Hegel, de la crise de la philoso-
III phiea hégélienne
s (en la Revzte des deux mondes, 15 de ju lio
1847).
b o
Literatura francesa
u11. J.r WilI m
1849): cuatro volúmenes.
1. V . Cousin, Fragments philosophiques (Pari,s, 1826; edi- g, ,
12.
H iChr.s t oBartholmIss,
i Histoire critique des doctrines re ll-
ción en cuatro volúmenes, ibid., 1 8 4 3 gieuses de la phílosophie moderne (Paris, 1855), n, 237-423.
r e
- 13. Gra try, La logique (Paris, 1855), vol. u.
De Cousin, véanse con respecto de Hegel, además de la co- d e
1 8 4 7 ).
rrespondencia ya citada, cf. Primera Parte, m, N9 5. los Sou- l
Contiene a una refutación de la dialéctica hegeliana bajo este
venir: d'Allemagne (en la "Revue des deux mondes", t. xi, 1857, tínilo
p Une h i étude sur la sophistique contemporaine. Véase la
pp. 545-560, t. huy , 1866, pp. 5 9 4 nota
et l o s de B. Spaventa (Rivista contemporanea, 1856, vin,
crítica
- Souvenirs", Paris, 1860). Contra éstos, A. Vera escribió en la 276-2S8).
322
619: c f . o p h
i e 323
t a m b i é n
" F r a g m e n t a l
s l e
m a
n d
E NS A Y O D E B I B L I OGR A F Í A H E GE L I A N A
B E NE DE TTO C R OF E

la a Saisset, Janct, Franek, etcétera. Todos los escritos de Vera


14. A . Vé ra , Introduction á l a philosophie d e He g e l tratan de Hegeli entre ellos merecen notarse, además de las
(Strasbourg, Silbermann, 1855). introducciones a las traducciones francesas, las Mélanges philoso-
phiques ya citadas y los Saggi filoso fiel (Napoli, Moran°, 1885).
Apareció en 1864 una "segunda edición, revisada y aumenta-
da, con notas y un nuevo prólogo" (Paris, Ladrange, 1864). El 24. Edm. Scherer, Hegel et Phégélianisnze (e n la Revise
prólogo está dirigido en contra del libro de Foucher de Careil des deux mondes, 15 de febrero de 1861, pp. 812-856; reim-
(ver N9 25) y en contra de los Log. Unters. de Trendelenburg.
preso en las Mélanges d'histoire religieuse, Paris, 1864, se-
15. E. Saisset, p le ilo so p h ie moderne depuis Ramus iris-. gunda edición, 1865).
qu'a Hegel (en la Revzte des deux mondes, marzo 1856). 25. A . Foucher de Carell, Hegel et Schopenhauer (Paris,
16. A . Dantier, La philosophie bégéliemze et l'école popu- 1862).
¡aire en Allemagne (en la Revue contemporaine, vol, xxvi, Traducción alemana de J. Singer (Vienne, 1888), Cf.: 'Fie l
1856). teljahresscbrift f ü r wissenschattliche Pbilosophie, x ll, 341-353;
-
17. A . Nefftzer, Hegel et la philosophie allemande (en la Arebiv f ür Geschichte der Philosophie; in, 161-168.
-
Revzse germaniqzie, 1858, Nos. 3-4, septiembre-noviembre).
18. J.-F. Nourrisson, Tablean des pro gris de la pensée hu- 26. E. Caro, L'idée de Dieu el res nouveaux critiques (Pa-
maine depuis Thalés jusqu'a Hegel (Paris, 1858, 41 edición, ris, 1864).
1868). 27. E. Vacherot, Métaphysique de la science: vol. L a
19. A . Laugel, La logique de Hegel, traduite p a r 15,1.. A . philosopte x i x . si¿>cle,
Véra (e n la Revue des deux mondes, 15 de septiembre de 28. E. Bealissire, Antécédents de l'hégélianisme dans la phi-
1859). losophie francaise (Paris, Germer-Bailliére, 1865).
20. E. Saisset, Le pantbéisme de Hegel (en sus Éssals de
Cf. sobre este libro J. Janet, Un précurseur franHis de Heget,
philosophie religieuse, Paris, 1859 y 1862).
DOTIV Descbamps (Revue des deux mondes, 19 de lurio de 1865);
L e i b n i z e tHegel,segúnnuevosdocumentos(e n
y contra Ronsenkranz, Hegel ais deutscber Nationalphilosoph,
la Revue des deztx mondes, 15 de diciembre de 1860).
etcétera, pp. 298-299.
• 2 2 . P. Janet, Rtudes sur la dialectique dan s Platon et dans
Hegel (Paris, Ladtange, 1861). 29. Alfred Weber, Introduction historique ti la philosophie
hégélienne (Strasbourg, 1866).
A propósito de este libro A. Franck escribió' un artículo en el
journal des Débats, del 22 de diciembre de 1860. 30. C, L. Michelet, L'hégélianisme en 1867 (e n Théol. et
Phlios,, 1867, pp. 130-143). •
23. A . Véra, L'hégélianinne e t la philosophie (Paris, L a - 31. M. A. Marrast, La philosophie du droit de Hégel, es-
drange, 11161). sal analytique (Paris,. Maillet, 1569).
32. E. Beaussire, Le centenaire de Hegel en 1870 (E n la
Concerniente en particular a las relaciones existentes entre ei Revise des deux mondes, 1Q de enero de 1871).
pensamiento de Hegel y Platon, Newton y Leibniz, y respues-
325
324
E NS A Y O D E B E B L I OGR A Fí A H E G E L I A N A
B E NE DE TTO C R OC E

33. P. Bertauld, De la méthode. Méthode spinosiste et mé- 46. R. Berthelot, Sur la nécessité, la finalité es la liberté
chez Hegel (con discusiones de E. Boutroux, Darlu, Delbos,
thode hégélienne (Segunda edición, Paris, 1871).
34. E. Beaussire, La philosophie politique de Hegel en los Dtouin), en el Bzületin de la Soc. francaise de philosophie,
Comptes rendus de l'Aead. des sciences morales et politiques, 7
xxv, 1871). de
9 la philosophie de Hegel en la obra de Berthelot, Evolu-
•35. G. Valbert (V í ct o r Cherbuliez), L a couespondance tionisme
a et platonisme (Paris, Alean, 1908).
de Hegel (en la Revue des deux mondes, 1 ñ
9 Reimpreso
d e j uenl Proi o fits étrangers
d e (Paris, Hachette, 21 edic., o IV
11889).
8 -8 Apareció
7 ) también
. en español en la EYP1177a moderna, .
octubre 1890. N Literatura inglesa
9
36. Lévy-Brühl, La théorie de l'état dans Hegel (en Séan-
ces et travaux de l'Acad. des sciences morales et politiques, 4 1. Ch. Hodge, The school o f Hegel (en la Princeton Re-
• ,view, enero 1840).
N 37. J. Jaurés, De primis socialismi germanici lineamentis a
En esta misma revista, J. W. Alexander. Life o f Hegel, zac,
.apud Lutherum, Kant, Fichte et Hegel (Paris, 1892). b
'561 y sigs.
S 38. V . Da o s , L e probilme moral dans Spinoza et dans r
l'histoire du spinozisme (Paris, 1893); sobre Hegel, cf, pp. i 2. J. B. Stalls, General principies of the philosophy o f na-
.436-484.
, 39. G. Pleckhanow, La philosophie de Hegel (e n la Ere lt u s e _ embracing the philosophical systems o f . . . • Hegel
xnouvelle, Paris, octubre-noviembre 1894). 1(Boston, 1848).
x 40. H. Michel, L'idée de l'Etat (Paris, 1896). cf. pp. 154- 9 3. T . C. Sandars, Hegels philosophy o f right (en Oxford
x165). 0Essays, London, 1855, pp. 213-250).
i 41. G. Noél, La logique de Hegel (Paris, Alean, 1897; in - 7 4. A . Vé ra , In q u iry i r a ° speculative a n d experimental
t sertos primeramente en forma de artículos en la Revue de ;science with especial reference to Hegels doctrine (London,
, métaphys. et de morale). r1856).
1 42. Ch. Andler, Les origines du soeialisme d'état en Alle- e Las indicaciones sobre Hegel se encuentran también en Cole-
8magne (Paris, Alcan 1899; passim). i ridge y Ferrier; Cf . überwego, iv , 474, 475, y St irling, Th e
yecret of Hegei, i, p, muy, 13. Ver también la obra de Lewes,
8• 4 3 . V . Delbos, De posteriore Schellingli philosophia qua- m
Biographicai history of philosophy, etcétera (London, 1845).
tenus hegelianx adversatur (Paris, 1902). p
9 44. Alfred Weber, Histoire de la philosophie eztropéenne
) (Paris, Fischbacher, 1905); cf. sobre Hegel, pp. 504-543. r 5. James Hutchison Stirling, The secret o f Hegel: being
. 45. L . Herr, artículo sobre Hegel, en la Grande Encyclo- ethe hegelian system in origin, principie, f o n n and nzatter
s(London, Longman, Green, etc,, 1865). Dos volúmenes.
pédie.
o 327
326 c
o
n
e
l
B E NE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I O G R A I I A H E GE L I A N A

De esta obra capital para el hegelianismo inglés ha sido hecha 17. A . J. Balfour, Transcendentalism (en Mind, i i i
una nueva edición cuidadosamente revisada en un solo volumen pp., 480-505).
1 8 7 8 ,
(London-Edinburgh, 1898). 18. J. S. Hall, Notes on Hegel and bis critics (en journ.
Cf. Zeitsehrift für Philosophie und philosophische Kritik, of speeul. Philosopby, xn , 1878, pp. 93-103).
pp. 182-185, y H. James en la Nortb American Review, vol. cn, 19. J. Rae, The socialism of K. Ma rx and the joung bogo-
pp. 246 y sigs.
Hans' (en The Contemporary R e v i e w ,
6. W . T. Harris, Paul lanet and Hegel (jo u rn . o f specul. - 20. Andrew Seth, The development from K a lt to• Hegel,
phil., 1, 1867, pp. 250-256). M ) chapters
with 4 0 , on 1 the
8 philosophy
8 1 ) . of religion (London, 1882).
7. T . Collins Simon, Hegel and bis connexion with British Nota crítica de G. Fonsegrive en la Reme philosopbique, 1885,
thought (en Tbe Coptemporary Review, 11 y r parte, enero xtx, 332-343; cf. Mind, vn, 1882, pp. 409-413. De este mismo
y febrero de 1870). Seth: Heget: an exposition ami a critieism, en Mimé; vi, 1881,
8. J. S. Henderson, Hegel as a politician (e n The Fo n - pp. 513-530.
nightly Review, 1870, NIQ 2).
9. A i r . G. H. Lewes and Hegei (en The Contem- •21. W. James, On some hegelisms (e n Min d , 1882, pp.
porary Review, 20, 1872), 186-208).
10. J. Hutchison Stirling, Lectures on the philosophy o f 22. W. T . Harris, Hegels f o u r paradoxes (e n 101,091. of.
law (London, 1873). specul. Philosopby, xvr, 1882, pp. 113-122).
11. W• R. Smith, Dr. Stirling, Hegel and the ma t h e m 23. Edw. Caird, Hegel (Edinburgh-London, Blackwood,
c i a t i- 1882; en la colección Pbilosophical Classics, nueva edición;
s 12. W. T. Harris, Hegeis philosophic method (en el Jour- 1903).
nal
m of specul. Philos.; vitx, 1874, pp. 35-48). Cf. nota crítica de R. Adamson en Mind, vol. ;mí, pp. 432438,
( 13. G. L . Lewes, Lagrange and Hegel: the speculative y en la Revue philosophique, xx, 619,
method
e (en la Contemporary Review, 1874, vol. 24).
n 14. R. Flint, Th e philosophy o f history i n France and 24. W. P. Ker, Philosophy o f art (en los Essays in philo-
Germany (London, 1874). sophical criticism, London, 1883).
l
a Traducción francesa de L . Carrau (París, Germer 25. Wa lte r B. Wines, Hegels idea of the nature and sane-
1878,
F dos volúmenes). tí092
o , 9-20).
pp.
r 15. T. M. Lindsay, Recent begelian contribution to english o f26. W . James, Absolutism and empiricism (e n Min d ,
philosophy (en Mind, I I t1884, pp. 281-286).
t
, 16.
1 8R.7 B. 7 Haldane,
, Hegelianism and psychology (en Mind, h 27. John Steinfort Kedney, Hegels Aestheties, a critica '
n
p
m, p .
i 1878, pp. 568-571). eexposition (Chicago, 1885: en Grigg's Pl3ilosophical classics).
43287 6 - 4 9 3 l 329
g
) . a
h
t w
l (
RE NE DE TTO C R O C t E N S A Y O D E B I B I L l O G R A F í A J E V IGE .1,i A NA

28. S. Alexander, Hegels conception o f nature (en Mind, Había s ido publicada y a en part e en el lateen. J ournal o f
ir, 1886, pp. 4 9 4 etbics, u , 1891-1892, pp. 176-200. E l mis mo aut or ha escrito:
- 29. F. L. Soldan, He gris philosophy o f religion (en Journ. Hegds Aesthettes en la Chnrch Review, ma, 372 y Hegelionism,
5 2specul.
of 3). Pbilos ophy , ice, 1886, xxr, 1887). ibid., v iv ir, 525.

30. A . Seth, Hegelianism and personality, (Edinburgh- • 41. J. A. Balfour, A. criticism of currem idealistic theories
London, 1887; 2
(en Mi n d , m i l
9 e d i c . ,
- 42. Da v i d G. Ritchie, Da r wi n asad Hegel, wi t h ot her
1 Sobre
8 9 este 3 libro
) v er Fbilosophische Monatsbefte, 3 C
pp. losophical
, 1 8 9 3studies
, (London, 1894).
. , 216
- 11111, 1 8 9 1 , p 43.p J. .Watstin, The problem o f Hegel (Philosophical Re-
2 231.1 , G. S. Morris, Hegels philosophy o f the state asid of view,
4 2 i i5i -
y history (Chic ago, 1887; London, 1888). ,4 44.4 S.
0 W ) . Hyde, Hegels cOnception o f freedom
M i 32. A . M. Fairbairn, Hegels philcsophy of religion (Chica- 1in,
. 8 1894).
9
go,
n d 1888; en Grigg's Philos. Classics). 4 ,45. A . Seth, Hegelianism and its critics (en Mind, N. S.,
, 33. R. B. Haldane, Hegels and bis•recent critics (en Mind, pin, enero
p 1894).
ictir,
x 1888, pp. 585 . 46. W . Wallace, Proiegomena to the study of Hegels phi-
-m 34. A . Seth, Hegel asid his recent critics (e n Min d , 6losophy
5 asid especially o f his Logic, second edition revised
5
,1889,
8 9 ) pp.
. 116 5and augmented (Ox f ord, Clarendon Press, 1894).
-1 35. T h e present position of the philosophical scien- -
Ver parte prituera, v, C, N9 5. - Cf.: Revue philos., 1894,
ces
81 1 9(Edinburgh,
). 1889). 6 7
u, 535-540.
8 36. Wi l l . T. Harris , Hegels Logic : a book on t he genesis 1 ) .
8 t h e categories o f mind, a c rit ic a] ex pos it ion (Chic ago,
of 47. R. B. Haldane, Hegel (en Contemporary Review, vol.
• Griggs,
, 1890). 67, 1895).
p 37. J. Mc Bride Sterret, Studies in Hegels philosophy o f 48. J. Mc Taggarr, Bilis Mc Taggart , Satdies in t he hege-
religiosa.
p (London y N e w York , 1891). lian dialec t ic (Cambridge Univ . Press, 1896).
. 38. B. Bosanquet, Hi s t o r y o f aesthetics (London, 1892).
Los capítulos iv y y fueron publicados primeramente en M'ad,
2 39. A . Fraser, Th e psychological basis o f hegelism (e n N. S., Nos. 1, 2, 8, 10 y en parte en la Revue de Maaphy s lque
5
Americ an l o u r n . o f Ps y c hology , a b r i l - j u l i o d e 1893, Y , et de Afarole, 1893. Ver también la nota crítica de Wallac e en
472-493).
6 Mind, N. S.. v;• 1896, pp. 539-554. Cf. AL Glossnee, Ein kritiscber
- A n a n g e r Hegels in England (en el jobrhiieber f ür Philosophie
Cf. Revue philosophique, 1893, u, 671. und spekulative Theologie, vol. xn, 1893, pp. 3 8 3
2
6 -
40. J. M e Bride St erret , T h e ethic s o f He g e l (Bos t on,
3 4 049.
4 )E.
. Digby, Hegel monism asid christianity (e n Manist,
1893). octubre 1896).
.
330 331
B E NE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I OGR A Fí A H E GE L I A N A

50. J. A. Leigbron, Hegels•conception of God (en la Phi- 66.


. J. E: Me Taggart, Studies in hegelian cosmology (Cam-
losophical Review, v, noviembre 1896, pp. 601-618). bridge Univ. Press, 1901).
.51. J. Aug, Me Vannel, Hegels doctrine of the will, a con-
tribution to philosophy (Ne w York, 1896). Los capítulos v y VII habían sido publicados ya en el Intern.
52. H. Ha lla r, Some aspeets o f Hegels philosophy (ea la lournal o f ethics, julio de 1896 y de 1897. Nota crítica acerca
de estos estudios en la Philosophical Review, marzo de 1903,
Philosophical Review, y, 1896, pp. 263-277).
pp. 187-193,
53 F. L . Laqueer, Hegel educator (Ne w York, 1896).
54. E B. Me Gilvary, The prerupposition question in He- 67..Me Lennan, Trans-subjective realism ami begelianirrn
gel: logie (en la Philosophicai Review, vi, septiembre 1897, (en la Philosophical Review
• l 68.
v oJ.l .B . Baillie,
x , Th e origin and significance,' of Hegels
p 55. J. E. Me Taggart, Hegels treatment o f the categories 1 9 a0 general
Lo,gic, 1 , introduction to• klegels system (London,
pof the subjective notion (e n Min d , N . S., vt, 1897, pp. Macmillan,
f a s 1901). e .
.164-181, 342-358). v 69. ,J. S.1Mackenzie,
) . The hegelian point of view (ea Mind,
4 56. N o t a critica del libro de Noél, La logique de
Hegel, ver más arriba (en Mind, N. S., vr, 1897, 573-575). enero 1902),
9
57. E. S. Haldane, Jaco!, Bihrne anal bis relation to Hegel 70. J. Grie r Hibben, Hegels Logic, an essay in interpre
7(en la Philosophical Review, marzo 1897).• tation
- • (N e w York, Scribner, 1902).
- 58. E. Bosanquet, Hegels theory o f the political organism 71. R. Mackintosh, Hegels ami. hegelianism (Edinburgh,
5(en Mind, N. S., vol. va, 1898, pp. 1-14). Clark, 1903, en la colección The -xorld's epochmakers).
2 59. H e g e l s theory o f punishment (en la Pbiloso- 72. M. V . Colijas, The order o f the hegelian argurnents
0phical ReView, vil, 1, 1898). (en Mind, 1903).
) 60. E. B. Me Gilvary, The dialectial merhod (en Mind,
73. H. A. Overstreet, The process of "seinterpretatiOn" in
.N. S., vn, 1898, pp. 55-70, 233-242, 388-403). hegelian dialectie (en el Journal o f philos. psychol. a. scien-
61. D. G . Ritchie, Philosophy and the study o f pbiloso- tific methods, i
phers (ibid., val, 1899, pp. 1-24). , Ver
2 0también
) .
62. J. E. Nle Taggart, Hegels treatment o f tbe cate gories en el libro de Mackintosh las notas sobre la li-
of the objective notion v m , 1899, pp. 35-62). teratura hegeliana inglesa.
63. H e g e l s treatment o f the cate gories o f Idea Se pueden leer algunos artículos anónimos sobre Hegel, en
tx, pp. 145-183). Nation Quart.,"xvm, 108; Contemp, Rey., IOC, 529; Journal of
specul. phil., In, 1869
64. A . K . Rogers, The absolute o f Hegel (e n Alind., N. and
, its religion, en la Church ()mart. Res.'., xya, 257, y en la
S., rx, 1900, pp. 332-348). Living
, p p age, ctx, 493. Sobre Ilegel ami pantheism,' en la Ames.
65. T h e begelian conception o f thought (e a la .
Church Rey., x3.7, 382. Sobre Hegel escribió mmbién J. Royce,
Philosophical Revira', nc, 1900, pp. 152-166, 293-310). 3 4 4 - 3Mo.
ea Atiantic 5 0 .
S
, ma o b r
332 333
e
,
E
n, n g l
i4 s5 b
h
y e l e
B E NE DE TTO C R OC E E NS A Y O D E B I B L I OGR A FÍ A H E GE L I A N A

74. W. James, Hegel a d bis nzetbod, en Hilbert journal, 9. M. Menéndez y Pelayo, Hist°
octubre 1908 (traducido al italiano en Ccenobium; Lugano, en.España,
r i a vol.d eiv, libro
l ai (Madrid,
s 1888): ve r cap. Y, pp.
septiembre-octubre 1908). 274-319, "
i d e a s L a estética de I legel".
75. R. A . P. Rogers, Mr. Haldane on Hegel's continuity e ssobre t Hegel
é t lai Hisc t oria
a sde la filosofía de G. González
Ver
and = t a rj a n Philosoplay (Discu sió n (Madrid, 1879).
. 76. Jay Willia m
duction
), . e n to Philosoplay
M i n d (Th , e journal o f Plailosoplay, Psyth. 10. H. Hiiffding, Histoire de la pbilosoplaie moderno (e n
aa. scientific
Hbu dr s i Methods,
o ln VI danés; trad, alemana de Benedixen, Leipzig, 1895; dos volú-
1, ,1 39 , 0j u 9Mackenzie,
n i. o Hegels eclucational Theory and menes; trad. ital., l'o rin o , Bocea, 1906; trad. francesa de
Practice
1 H9 e 0(London,
9
g e ) Sonnenschein,
. 1909). P. Bordier, Paris, Alean, 1907 (? ), dos volúmenes.
l s 11. 0 . Chwolson, Hegel, Hdckel, Kossuth und das zwülfte
c o n c Gebot, Brunswick, Vieweg, 1906 (traducido del ruso).
12. B. Faddegon, Beschonwingen over des schoolsche lo -
e p t i
gica !n i Hegel en b i j de nieuwere Duitsche logici (e n la
o n Otras l i ter atur as
Tijdscbrift voor Wijsbegeerte, septiembre, 1907).
o 13. J. Halpern, Filozofija absolut nego Idealizum Hegla
f1. F. V . Ch . Sibbern, BemOrkninger o g Undersogelser, W. Psychologicznyan zrozumeniu (Prozgl ad Filozoficzmy de
fornernmeling
a betrüffende Hegels Plailosopbie betragtet forL Varsovia, XI, 3, 1908).
kddn tul vor tid (Copenhague, 1838). 14. G . A. van den Bergh van Eysinga, Hegel en do Stoa
2,
I A . P.
n Adler, Populder foredrag over Hegels obiectiv (Trjdschrift voor Wijsbegeerte, Junio 1908).
Logik
t (Copenhague,
r 1842). 15. D r . A . J. de Soper, Hegei en onze t ijid (Leiden,
o3. S. Ribbing,
- Den begelska Metbodens (en Eristika Blacl Sijthoffs Uitg .
etcétera, 1 , 16. J. HeSSing, Hegel en onze tijd (Tijd sch rift voor Wijs-
, 4. J. Striim, 071Z begolka filoso phiens fdrbóllande t ill kris- begeerte,
1 9 0 8 Amsterdam,
) . marzo 1909).
tendomer,
U p s a parallelismer etcétera (Upsal, 1854). 17...Dr. A . H . d e Hartog, Gro o te Denkers: 6 . He g e l
l , 5. Erncst Nayille, He t stelsel van Hogels ('S. Graven- (Baarn, Hollandia-Drukkerij, 1909).
hage,
1 8 1867).
5 6.21 1). -
contmentatio (Vratislaviae, 1858).
. We b
7. Reinhold
e r, Geijer, Hegelionism ocia Positivism (L u n d ,
1883:
D en Lunds Universitets Arsskrift, t. m i t ) .
8,
e M. Rodríguez, Ensayo crítico sobre los sistemas filo -
sóficos de Kant, Fichte, Schelling y Hegel (Oviedo, 1855).
H e
334g e 335
l i i
n o
t i
FE D E E RRA TA S

Página 226, línea 23, Dic e "Hender"; léase "Werdet '••• •


Página 233, línea 30. La nota 27 que figura al pie corresponde
a la página siguiente, 234.
INDICE D E NOMBRES

Anax1menes, 103. Darwin C,, 146.


Aristóteles, 41-42-43, 8 5 , Demócrito, 106.
- 1 0 1 , 118, 158, 203. Descartes, 44, 46, 71, 95, 97,
106, 135,

Bacon, 100.
Bergson H., 190. Ebbinghaus H . , 2 2 2 n ,
Berthelot R., 263. 225 n.
Bismarck, 66, 209. Engels F., 65, 158 n, 183.
Bbhme J., 44. Etdmann, 226.
Brucker, 159.
Bruno G., 42, 45-46, 191.
Buda, 228, Fichte A ., 47, 49, 64, 83,
189.
Fischer K., 12, 39 71, 186,
Cavour, 66. 226-27, 248,
Chanaberlain H., 160, Filón (e l judío), 41.
Cieszkowski A., 198-99, 204,
266.
Cornee A., 67. Gans E., 131.
Candillac, 83. Gioberti, 160.
Cousin V., 83 n. Goethe, 50, 61, 136, 150,
Cusano (Nicolas de Cusa), 157.
42-43. Grocio, 142,
339
Í NDI CE D E NOMBRES ÍNDICE D E NOMBRES

Hamann G. J., 45. Michelet C. L . , 150, 182, Schiller F., 115. Thales, 103, 260.
Hartmann E. von, 178, 200. 252. Schmid A., 39 n. Tommasi S., 152.
Haym R., 187 y. Mommsen T,, 160, 209, Sehopenhauer A., 67, 115, Treitschke E. von, 65.
Helmholtz, 157 n. Moni A., 197, 203, 212 n . 178, 187, 199. Trendelenburg A., 187, 226.
Heráciito, 39-40, 106, 158, Sócrates, 96, 158, 237. Treviranus, 158.
228. 231, 233-34-35-36-37-38. Tuddides, 160.
Herbart G. F., 67, 81, 187, Newton 1., 142, 1413-49-50, Spaventa B., 175, 186, 226-
200, 211 n. 183. 27, 231, 233-34-35-36-37-
Herder, 99. Niebuhr, 160. 3S.
Vera A., 150, 183.
Hibben J., 248. Niiel G., 248. Spencer E., 67, 192. Vico G . B., 45, 69, 70-71,
Hume D., 46, 96. Spinoza, 4 4 , 9 5 , 97, 106, 82-83, 85, 191, 251.
135-36, 178, 208. Vischer, 198.
Oken, 158, 257 n. Stirling J. H., 50, 186, 191,
Jacobi F., 45-56, 99, 137-38, Stuart Mili G., 192.
158, 190.
Janet P., 187. Pannénides, 106, 158, 228. Wo lff, 99.
Platón, 41, 64, 96, 158, 169. Taggart, 227, 244-45, 248. 'Woltmann L., 160.
Plotino, 41. Taine H., 159.
Kant, 46-47, 49-50-51, 81, Polibio, 160. Tan i A., 202.
96, 106, 115, 136, 138, Proclo, 41. Tiedemann, 159. Zenón, 39.
158, 167, 186, 189, 237.
Knapp, 185 n.
Krug G., 152. Roques P., 240-41-42-43-44,
246-47, 249.
Rosenkranz, 150, 182, 183.
Lasson G., 266. Rosinini A., 31, 187,
Leibniz, 20, 45-46, 99, 135. Rousseau J. J., 64.
Locke, 99, 145.
Lotze E., 88.
Saint-nene B. de., 59.
Sanctis F. de, 199.
Maquiavelo, 70, 160, 210. Schelling F., 48 -49-50 -51,
Marx C., 204. 83, 96, 115, 137, 144, 146,
Meis A. C. de, 152. 152, 158, 176, 178, 199,
340 341
INDICE
Pág.

Nota ptelbninar 7
La dialéctica o la síntesis de los contrarios 9
Aclaraciones concernientes a la historia de la dia-
I éctica 37
La dialéctica y la concepción de la realidad 53

La relación de los conceptos distintos y la falsa apli-


cación de la forma dialéctica 7 5
La transformación de los errores en conceptos par-
ticulares y grados de la verdad. ( L a estructura de
la lógic a) 9 3
La transformación de los conceptos particulares en
errores filosóficos.
I. E l arte y el lenguaje (Estética) 1 0 9
La transformación de los conceptos particulares en
errores filosóficos.
u. L a historia (Idea de una filosofía de la historia) 1 2 1
La transformación de los conceptos particulares en
errores filosóficos.
in. L a " naturaleza (I dea de una filosofía de la na-
turaleza) 1 3 5
La construcción de las falsas ciencias y la aplicación
de la dialéctica a lo individual y empírico 1 5 5
El dualismo no superado 1 7 1
343
Í NDI CE

rs/
XL Crí t ic a y continuación del pensamiento de He g e i P A N O R A M A D E L A FIL OS OFIA
Conclusión 181
Y D E L A C U L TU R A
APINDIcE:

1. E l concepto del devenir y el hegelianismo 195


Volamenes pot:Leados:
II, No t a s de crítica hegeliana.
1. L o primero o el "c omienz o" 231 Ropouro MoNDoLro
u. L a f orma lógica de la "Lógic a" 240 Moralistas griegos
La "Filosofía de la naturaleza" 251 La conciencia moral, de Hornero a Epic uro
tv. L a t riada del espíritu absoluto 265
RUDOLF ROCKER
Ensayo de bibliografía hegeliana 271
Nacionalismo y cultura
Indice de nombres 339
RODOLFO M O N D O L F 0

La filosofía política de Italia en el siglo X I X

B E NE DE TTO C R OC E

Materialismo histórico y economía marxista

G. SANTAYANA
El egotismo en la filosofía alemana

RODOL FO M O N DOL 1
1
En los orígenes
0 de la filosofía de la cultura

RODOLFO MONDOL FO
Rousseau y la conciencia nzoderna

BENEDETTOCHOCE
1
Lo vivo y lo muerto de la filosofía de Hegel

344

También podría gustarte