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Trabajo de:

Filosofia

Estudiante:
Francisco varela

Profesor:
Adalverto

Colegio:
Los laureles

Grado
11°
Año:
2015

ENSAYO SOBRE LA PAZ PERPETUA


En el momento que Kant escribe su obra Sobre la paz perpetua, en Europa se desarrollaba la guerra de
los 30 años, en donde se enfrentaban los católicos y los protestantes. Había enfrentamientos ideológicos
que abarcaban todo campo social, provocando marcadas diferencias en la sociedad. Además los países
estaban manejados por reinados, el feudalismo que tanto criticó Kant. En esa época, en Europa, los
reinados eran la forma de gobierno que dominaba. Ya se habían presentado diferencias entre los reyes y
el pueblo que luchaba por libertad y contra sistemas opresores.

El ensayo de la paz perpetua se realiza a partir de la paz de Basilea que es un conjunto de dos tratados
firmados respectivamente entre Francia y rusia y entre Francia y España en 1795, por el que ambos
países firmaban la paz con la Francia revolucionaria, abandonando así la Primera Coalición.

Las condiciones para que tenga lugar una paz perpetua entre los estados según Kant deben ser las
siguientes:

1. “No debe considerarse como válido un tratado de paz que se haya ajustado con la reserva mental de
ciertos motivos capaces de provocar en el porvenir otra guerra”. Pues sería una simple una interrupción
de las hostilidades, nunca una verdadera "paz", la cual significa el término de toda hostilidad. El tratado
de paz aniquila y borra por completo las causas existentes de futura guerra posible, aun cuando los que
negocian la paz no las vislumbren ni sospechen en el momento de las negociaciones; aniquila incluso
aquellas que puedan luego descubrirse por medio de hábiles y penetrantes inquisiciones en los
documentos archivados. La reserva mental, que consiste en no hablar por el momento de ciertas
pretensiones que ambos países se abstienen de mencionar porque están demasiado cansados para
proseguir la guerra, pero con el perverso designio de aprovechar más tarde la primera coyuntura
favorable para reproducirlas.

2. “Ningún Estado independiente -pequeño o grande, lo mismo podrá ser adquirido por otro Estado
mediante herencia, cambio, compra o donación”. Un estado no es un patrimonio, es una sociedad de
hombres sobre la que nadie ni siquiera ella misma puede disponer. Pero tampoco puede intentarlo con
otro estado, del que bien dadas unas raíces, si se hiciera se eliminaría su existencia como persona moral
convirtiéndola en otra cosa. Todos conocemos por ejemplo los peligros que han conducido a Europa,
este perjuicio de adquirir bienes, incluso contraer matrimonios entre estados (1ª y 2ª guerra mundial).

3. “Los ejércitos permanentes -miles perpetuos- deben desaparecer por completo con el tiempo”. Los
ejércitos permanentes son una incesante amenaza de guerra para los demás Estados, puesto que están
siempre dispuestos y preparados para combatir. Los diferentes Estados se empeñan en superarse unos a
otros en armamentos, que aumentan sin cesar. Y como, finalmente, los gastos ocasionados por el
ejército permanente llegan a hacer la paz aún más intolerable que una guerra corta, acaban por ser ellos
mismos la causa de agresiones, cuyo fin no es otro que librar al país de la pesadumbre de los gastos
militares. Añádase a esto que tener gentes a sueldo para que mueran o maten parece que implica un uso
del hombre como mera máquina en manos de otro -el Estado-; lo cual no se compadece bien con los
derechos de la Humanidad en nuestra propia persona. Muy otra consideración merecen, en cambio, los
ejercicios militares que periódicamente realizan los ciudadanos por su propia voluntad, para prepararse
a defender a su patria contra los ataques del enemigo exterior.
4. “No debe el Estado contraer deudas que tengan por objeto sostener su política exterior”. Un sistema
de crédito, como instrumento en manos de las potencias para sus relaciones recíprocas, resulta siempre
un poder financiero para exigir, un tesoro para la guerra que supera a los tesoros de todos los demás
estados. Esta facilidad de hacer la guerra es un gran obstáculo para la paz perpetua; para prohibir esto
debía existir un artículo preliminar.

5. “Ningún Estado debe inmiscuirse por la fuerza en la constitución y el gobierno de otro Estado”.
Aunque no resulta aplicable al caso de que un estado se divida en dos partes a consecuencia de
oposiciones internas y cada una de las partes represente un estado particular y que un tercer estado
presente entonces ayuda a una de las partes no seria considerado como injerencia; sin embargo la
mediación de potencias externas, en el caso de que la lucha interna no se haya decidido, seria una
violación de los derechos del pueblo.

6. “Ningún Estado que esté en guerra con otro debe permitirse el uso de hostilidades que imposibiliten
la recíproca confianza en la paz futura; tales son, por ejemplo, el empleo en el Estado enemigo de
asesinos (percusores), envenenadores (venefici), el quebrantamiento de capitulaciones, la excitación a la
traición, etc.”. Es la guerra un medio, por desgracia, necesario en el estado de naturaleza en el cual no
hay tribunal que pueda pronunciar un fallo con fuerza de derecho, para afirmar cada cual su derecho por
la fuerza; ninguna de las dos partes puede ser declarada enemigo ilegítimo lo cual supondría ya una
sentencia judicial, y lo que decide de qué parte está el derecho es el "éxito" de la lucha como en los
llamados juicios de Dios. Pero entre los Estados no se concibe una guerra penal porque no existe entre
ellos la relación de superior a inferior. De donde se sigue que una guerra de exterminio, que llevaría
consigo el aniquilamiento de las dos partes y la anulación de todo derecho, haría imposible una paz
perpetua, como no fuese la paz del cementerio de todo el género humano.

La constitución civil de todo estado debe ser republicana

La constitución republicana es aquella establecida de conformidad con los principios:

A) de la libertad de los miembros de una sociedad (en cuanto hombres).

B) de la dependencia de todos respecto a una única legislación común (en cuanto súbditos).

C) de conformidad con la ley de la igualdad (en cuanto ciudadanos).

La constitución republicana, además de tener la pureza de su origen tiene la vista puesta en el resultado
deseado: la paz perpetua. Si es preciso el consentimiento de los ciudadanos para decidir si debe de
haber una guerra; por el contrario, en una constitución (no republicana) en la que el súbdito no es
ciudadano, la guerra es la cosa más sencilla del mundo, porque el jefe de estado no es un miembro del
estado sino su propietario, al que la guerra no le va a hacer perder lo mas mínimo.

Para no confundir la constitución republicana con la democracia es necesario saber:

1. Se denomina realmente la forma de soberanía, de las que existen: uno solo, algunos relacionados y
todos aquellos que forman una sociedad civil.
2. La forma de gobierno que es el modo con que el estado hace plenitud de su poder.

Toda forma de gobierno que no sea representativa es una propiedad, porque el legislador no puede ser
al mismo tiempo ejecutor.

En fin se puede afirmar que cuanto mas reducido es el número de personas del poder estatal mas
cerrada será la constitución y viceversa.

El derecho de gentes debe fijarse en una federación de estados libres del mismo modo que miramos con
profundo desprecio el apego de los salvajes a la libertad sin ley, que prefieren la lucha continua a la
sumisión de una fuerza, del mismo modo tendrían los pueblos civilizados que apresurarse a salir cuanto
antes de esta situación infame: en vez de esto, cada estado sitúa su soberanía precisamente en no estar
sometido en absoluto a ninguna fuerza legal externa y el brillo del jefe de estado consiste en sacrificar a
miles de personas bajo sus ordenes por un asunto que no les afecta, sin ponerse el mismo en peligro.

Teniendo en cuenta la maldad de la naturaleza humana vemos que la manera que tienen los estados de
procurar su derecho solo puede ser la guerra, pero el derecho no puede ser decidido mediante la guerra
ni mediante un resultado favorable, una victoria; vemos así mismo que un tratado de paz puede poner
termino a una guerra pero no a la situación de guerra y encontramos además que no tiene vigencia para
los estados.

Entendiendo el derecho de gentes como un derecho para la paz, no se puede pensar que con un
concepto así habría que entenderse.

Citando a Kant: “Entendiendo el derecho de gentes como un derecho para la guerra no se puede pensar,
en realidad, nada en absoluto (porque sería un derecho que determinaría qué es justo según máximas
unilaterales del poder y no según leyes exteriores, limitativas de la libertad del individuo, de validez
universal); con un concepto así habría que entender, en ese caso, que a los hombres que así piensan les
sucede lo correcto si se aniquilan unos a otros y encuentran la paz perpetua en la amplia tumba que
oculta todos los horrores de la violencia y de sus causantes. Los Estados con relaciones recíprocas entre
sí no tienen otro medio, según la razón, para salir de la situación sin leyes, que conduce a la guerra, que
el de consentir leyes públicas coactivas, de la misma manera que los individuos entregan su libertad
salvaje (sin leyes), y formar un Estado de pueblos (civitas gentium) que (siempre, por supuesto, en
aumento) abarcaría finalmente a todos los pueblos de la tierra. Pero si por su idea del derecho de gentes
no quieren esta solución, con lo que resulta que lo que es correcto in thesi lo rechazan in hypothesi, en
ese caso, el raudal de los instintos de injusticia y enemistad sólo podrá ser detenido, en vez de por la
idea positiva de una república mundial, por el sucedáneo negativo de una federación permanente y en
continua expansión, si bien con la amenaza constante deque aquellos instintos estallen”.

Kant propone una república mundial fundada en la ciudadanía mundial. Esta ciudadanía mundial tiene
como primera característica la «hospitalidad general», porque, dice el filósofo, porque todos los
humanos están sobre el planeta Tierra y todos sin excepción tienen derecho a estar en ella y a visitar sus
lugares y los pueblos que la habitan. La tierra pertenece comunitariamente a todos.
Esta ciudadanía se rige por el derecho, nunca por la violencia. Kant postula la supresión de todos los
ejércitos, pues, mientras existan, continuarán las amenazas de los fuertes contra los débiles y las
tensiones entre los Estados, lo que destruye las bases de una paz duradera.

El imperio del derecho y la difusión de la hospitalidad deben crear una cultura de los derechos que dé
lugar de hecho a la «comunidad de los pueblos». Esta comunidad de los pueblos, dice Kant, puede crecer
en su conciencia tanto, que la violación de un derecho en un punto de la Tierra se sienta en todos los
demás, cosa que más tarde repetirá por su cuenta Ernesto Che Guevara.

Frente a los pragmáticos de la política generalmente faltos de sentido ético en las relaciones sociales-
subraya: «La ciudadanía mundial no es una visión fantasiosa, sino una necesidad exigida por la paz
duradera». Si queremos una paz perenne y no sólo una tregua o una pacificación momentánea,
debemos vivir la hospitalidad y respetar los derechos.

Esta visión ético-política de Kant fundó un paradigma de globalización y de paz. La paz resulta de la
vigencia del derecho y de la cooperación jurídicamente ordenada e institucionalizada entre todos los
estados y pueblos. Los derechos son para Kant «la niña de los ojos de Dios» o «lo más sagrado que Dios
puso en la tierra». Respetarlos hace nacer una comunidad de paz y de seguridad que pone un fin
definitivo «al infame hacer la guerra».

Quien suministra esta garantía es, nada menos, que la gran artista de la naturaleza (natura daedala
rerum), en cuyo curso mecánico brilla visiblemente una finalidad: que a través del antagonismo de los
hombres surja la armonía, incluso contra su voluntad. Por esta razón se la llama indistintamente destino,
como causa necesaria de los efectos producidos según sus leyes, desconocidas para nosotros, o
providencia, por referencia a la finalidad del curso del mundo, como la sabiduría profunda de una causa
más elevada que se guía por el fin último objetivo del género humano y que predetermina el devenir del
mundo Causa que no podemos reconocer realmente en los artificios de la necesaria da ni siquiera inferir,
sino que sólo podemos y debemos pensar, para formarnos un concepto de su posibilidad, por analogía
con el arte humano (como en toda relación de la forma de las cosas con sus fines); la relación y
concordancia de esta causa con el fin que la razón nos prescribe inmediatamente (el fin moral) es una
idea que, si bien es exagerada en sentido teórico, está, por el contrario, bien fundada, y según su
realidad, en sentido práctico (por ejemplo, utilizar el mecanismo de la naturaleza en relación con el
concepto del deber de la paz perpetua). —El uso del término naturaleza, tratándose aquí solamente de
teoría (no de religión) es también más apropiado para los límites de la razón humana (que debe
mantenerse, en lo que respecta a la relación de los efectos con sus causas, dentro de los límites de la
experiencia posible) y más modesto que el término de una providencia a la que pudiéramos reconocer,
término con el que uno se coloca presuntuosamente las alas de Ícaro para poder acercarse al sentido de
su designio inescrutable.

La función de los artículos preliminares es ofrecer las condiciones necesarias para evitar la guerra entre
los pueblos, por ejemplo, que al formular un tratado de paz no debe haber ninguna cláusula que sea
capaz de provocar una nueva guerra. O también que ningún Estado podrá interferir en la política interna
de otro de manera violenta.
Los artículos definitivos ya indican las condiciones de posibilidad de la paz entre los pueblos. Las
relaciones pacíficas entre los pueblos, según Kant, se basan en la formulación correcta de una
constitución. Esta constitución ha de ser forzosamente republicana y fundamentada en la libertad de sus
miembros, en la dependencia de la legislación y en la igualdad en cuanto súbditos de todos los
ciudadanos. Así, para poder declarar una guerra será necesario consultar a todos los súbditos, lo cual
dificulta, cree el pensador alemán, que se llegue a declarar efectivamente.

Actividad

1¿Que consecuencias se generaron a partir de la obra de kant sobre la paz perpetua ?

2¿Cual es el concepto de estado segun kant ?

3¿Segun kant en que se basan las relaciones pacíficas entre los pueblos ?

4¿Segun kant que son los derechos?

5¿Cuales fueron los principios de la constitucion republicana y su definicion ?

Solución

1R/=En el momento que Kant escribe su obra Sobre la paz perpetua, en Europa se desarrollaba la guerra
de los 30 años, en donde se enfrentaban los católicos y los protestantes. Había enfrentamientos
ideológicos que abarcaban todo campo social, provocando marcadas diferencias en la sociedad. Además
los países estaban manejados por reinados, el feudalismo que tanto criticó Kant.

2R/=Ningún Estado independiente -pequeño o grande, lo mismo podrá ser adquirido por otro Estado
mediante herencia, cambio, compra o donación”. Un estado no es un patrimonio, es una sociedad de
hombres sobre la que nadie ni siquiera ella misma puede disponer. Pero tampoco puede intentarlo con
otro estado, del que bien dadas unas raíces, si se hiciera se eliminaría su existencia como persona moral
convirtiéndola en otra cosa.

3R/=se basan en la formulación correcta de una constitución. Esta constitución ha de ser forzosamente
republicana y fundamentada en la libertad de sus miembros, en la dependencia de la legislación y en la
igualdad en cuanto súbditos de todos los ciudadanos.

4R/=Los derechos son para Kant «la niña de los ojos de Dios» o «lo más sagrado que Dios puso en la
tierra». Respetarlos hace nacer una comunidad de paz y de seguridad que pone un fin definitivo «al
infame hacer la guerra».

5R/=La constitución republicana es aquella establecida de conformidad con los principios:


A) de la libertad de los miembros de una sociedad (en cuanto hombres).

B) de la dependencia de todos respecto a una única legislación común (en cuanto súbditos).

C) de conformidad con la ley de la igualdad (en cuanto ciudadanos).

La constitución republicana, además de tener la pureza de su origen tiene la vista puesta en el resultado
deseado: la paz perpetua. Si es preciso el consentimiento de los ciudadanos para decidir si debe de
haber una guerra; por el contrario, en una constitución (no republicana) en la que el súbdito no es
ciudadano, la guerra es la cosa más sencilla del mundo, porque el jefe de estado no es un miembro del
estado sino su propietario, al que la guerra no le va a hacer perder lo mas mínimo.

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