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CRÍTICA A LA APLICACIÓN E IDEALIZACIÓN DE DERECHOS HUMANOS

Se podría decir que los derechos humanos integran el imaginario del ser humano de hoy,
resultando ser uno de los términos más frecuentemente utilizados en la política, la filosofía y el
Derecho en el momento actual. Es tal la fuerza del discurso de los derechos humanos en la
conciencia cívica de las personas y los pueblos, que incluso hoy se habla de ellos en términos de
una nueva religión del mundo.

Lo cierto es que hoy en día que “la invocación de derechos humanos tiene una carga emotiva que
supera la fuerza de cualquier otro concepto moral, debido a la necesidad de reconocer y respetar
ciertos valores propios de la persona humana. Aunque la formulación como derechos de las
demandas que estos valores arrastran no es tan aceptada, “ha tenido fortuna como bandera
reivindicatoria del respeto de tales valores y es asumida por gran número de personas como una
realidad indudable, e incluso es utilizada por quienes no creen en ellos como una ficción valiosa.

Existen muchos tipos de definiciones respecto a los derechos humanos; “Los derechos humanos
son un conjunto de exigencias y pretensiones éticas que corresponden a todos los seres humanos”
uno de los términos más comunes con una definición un poco más relevante. La razón de
categorizar a un derecho como derecho humano no radica en el reconocimiento oficial del mismo,
sino en el hecho que éste sea efectivamente un atributo inherente a la persona. De esa cuenta, es
inferirle que si, jurídicamente, lo relevante es que un derecho humano sea inherente a la persona,
ningún derecho que goce de tal característica debiera estar desprotegido.

Respecto a Guantánamo diríamos que el ciudadano de una sociedad con Guantánamo al fondo
sólo puede vivir su vida si considera aquel lugar como un espacio marginal en el que se han
suspendido excepcionalmente los derechos humanos. Un lugar así sólo es soportable a la buena
conciencia si se nos presenta como un paréntesis, como una excepcionalidad. Guantánamo es,
desde luego, un lugar marginal, excepcional, extramuros de la polis estadounidense. No una
cárcel, donde sí hay derechos, sino un "espacio sin ley" en el que los retenidos no son acusados de
nada preciso, ni hay tribunales a los que recurrir, ni juicio a la vista, ni siquiera son declarados
prisioneros de guerra sino inscritos como "combatientes ilegales". Se les priva del derecho pero no
se les deja en paz, sino que quedan sometidos al albur del carcelero cuya voluntad es la única ley.

Los derechos humanos motivan que el gobierno de Estados Unidos y las organizaciones no
gubernamentales financiadas por el mismo gobierno promuevan programas de reforma electoral y
judicial, así como de fortalecimiento de la sociedad civil en países con democracias liberales
débiles o inexistentes. Sin embargo, paralelamente, el gobierno estadunidense utiliza estándares
diferentes para medirse a sí mismo y a sus aliados tanto comerciales como políticos en su
compromiso con estos ideales. Bush tenía una posición respecto de los derechos humanos que
podría equipararse a la de otros gobiernos republicanos, es decir, una política realista con una
retórica liberal conservadora centrada en los intereses económicos de Estados Unidos.

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