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ARQUEOLOGÍA SURAMERICANA/ARQUEOLOGIA SUL-AMERICANA 2, 2, julio/julho 2006

FORO DE DISCUSIÓN:
EL PANORAMA TEÓRICO EN DIÁLOGO

Tal vez no exista un intento más ambicioso de dar cuenta del panorama de la arqueología sudame-
ricana que el que, en distintos medios y en diferentes versiones, ha publicado Gustavo Politis en
años recientes. Como todo panorama general éste implica la creación de un cuadro de sistema-
tización, la aplicación de criterios de ordenamiento y la selección de las obras; también supone un
enorme esfuerzo de pesquisa de textos dispersos en cientos de publicaciones, muchas veces de
caprichosa circulación en medios académicos generalmente tabicados por las fronteras naciona-
les de nuestro continente. El panorama teórico resultante es abarcador y extenso pero ni el autor
ni su texto han pretendido exponer una situación desde una supuesta objetividad; por el contrario,
se trata de un cuadro pintado desde un punto de vista que, además, expresa sus cuestionamientos
y sugerencias. En gran medida el texto de Politis es un comentario sobre la tarea de cientos de
colegas sudamericanas/os; a algunas/os de ellas/os recurrimos ahora para que continúen el diálo-
go, comentando el panorama descrito por Politis. En este número de Arqueología Suramericana
incluimos una discusión del «paisaje teórico de Politis», para la cual hemos convocado a distintos
colegas, a quienes hemos solicitado que se refieran a sus textos previamente publicados (Politis
2003, 2004). Los comentarios han sido replicados por Gustavo. Dado que es posible que algunas/
os de nuestras/os lectoras/es no hayan accedido a las publicaciones de referencia publicamos, en
primer término, un resumen de los textos (el resumen en castellano fue preparado por uno de los
editores de AS, Alejandro Haber, y ha sido revisado por Politis). Los comentarios, realizados con
referencia a los textos completos y no exclusivamente a partir del resumen, figuran a continua-
ción, seguidos por la réplica de Gustavo. Este foro se cierra con las referencias bibliográficas
citadas en los comentarios y la réplica.
Talvez não exista uma intenção mais ambiciosa de dar conta do panorama da arqueologia sul-
americana do que a que, em distintos meios e em diferentes versões, tem publicado Gustavo
Politis nos anos recentes. Como todo panorama geral, este implica na criação de um quadro de
sistematização, na aplicação de critérios de ordenamento e na seleção das obras. Supõe também
um enorme esforço de pesquisa de textos dispersos em centenas de publicações, muitas vezes de
caprichosa circulação em meios acadêmicos geralmente isolados pelas fronteiras nacionais de
nosso Continente. O panorama teórico resultante é abrangente e extenso, porém, nem o autor,
nem seu texto, pretenderam expor uma situação a partir de uma suposta objetividade; pelo contrário,
trata-se de um quadro pintado a partir de um ponto de vista que, ademais, expressa seus
questionamentos e sugestões. Em grande medida, o texto de Politis é, em definitivo, um comentário
sobre a tarefa de centenas de colegas sul-americanos(as); a alguns deles(as) recorremos agora
para que continuem o diálogo, comentando o panorama descrito por Politis. Neste número de
Arqueologia Sul-Americana incluímos uma discussão da «paisagem teórica de Politis», para a
qual convocamos a distintos colegas a quem solicitamos que se refiram a seus textos previamente
publicados (Politis, 2003, 2004). Os comentários foram respondidos por Gustavo. Considerando
que é possível que alguns de nossos(as) leitores(as) não tenham tido acesso às publicações de
referência, publicamos, em primeiro lugar, um resumo dos textos (o resumo em espanhol foi
preparado por um dos editores de AS, Alejandro Haber e foi revisado por Politis). Os comentários,
realizados com referência aos textos completos e não exclusivamente a partir do resumo, são
apresentados na continuação, seguidos pela réplica de Gustavo. Este fórum encerra-se com as
referências bibliográficas citadas nos comentários e na réplica.
Palabras clave: método, teoría / Palavras chave: método, teoria.

Ponencia: El paisaje teórico y el preguntas y métodos arqueológicos de tra-


desarrollo metodológico de la diciones intelectuales extranjeras. Ello es sim-
plemente debido a que, como respecto a cual-
arqueología en América Latina.
quier investigación en el mundo occidental,
Gustavo Politis (CONICET -
los arqueólogos latinoamericanos están in-
Universidad del Centro de la sertos en comunidades científicas abiertas,
Provincia de Buenos Aires y expuestas a movimientos intelectuales ge-
Universidad de La Plata). nerados en otros países. Aquí intentaré mos-
No existe una arqueología latinoamericana trar cómo evolucionó la arqueología en
como tal sino una variedad de tradiciones re- Latinoamérica desde el marco histórico-cul-
gionales y nacionales de prácticas arqueoló- tural hegemónico, que condujo a la disciplina
gicas, con significativas diferencias entre durante varias décadas, hasta la situación
ellas. La mayoría de los países latinoameri- actual. Siento que aunque una forma mo-
canos comparte una dependencia derna de historia cultural domina la arqueo-
socioeconómica y una neocolonización, en logía latinoamericana hoy en día este es un
comparación con las naciones desarrolladas. paradigma diferente, aliado a enfoques
Estas condiciones sociopolíticas afectan las procesuales y postprocesuales. La arqueo-
tendencias teóricas en estos países y la ma- logía actual practicada en la mayoría de las
nera como los arqueólogos latinoamericanos áreas de América Latina no puede ser se-
desarrollan su investigación. En América parada del efecto de los arqueólogos de Eu-
Latina la historia cultural fue el enfoque casi ropa occidental y Norteamérica, muchos de
exclusivo hasta la década de 1960 y sigue los cuales han sido tremendamente influyen-
siendo el paradigma dominante que estruc- tes en las direcciones de la investigación ar-
tura la investigación arqueológica regional. queológica local.
Sería injusto, no obstante, caracterizar al pai-
saje teórico actual de la arqueología latinoa- El escenario teórico
mericana como dominado por la historia cul- El enfoque histórico-cultural tuvo un impacto
tural de mediados del siglo XX. Muchos de- directo en la arqueología practicada en todos
sarrollos e innovaciones metodológicas la han los países de Latinoamérica. Los hallazgos ar-
transformado en una disciplina más flexible queológicos fueron organizados en un marco
y dinámica, con múltiples direcciones de in- temporal de culturas, períodos y fases. Las di-
vestigación. También sería injusto conside- visiones tecnológicas, como las basadas en la
rar a la arqueología latinoamericana como cerámica y la lítica, ubicaron los artefactos en
un reflejo pasivo de influencias extranjeras, secuencias seriadas, estilos compartimen-
esencialmente norteamericanas. Los talizados, complejos tecnológicos e industrias.
arqueólogos locales han desarrollado méto- Esta obra fue realizada, principalmente, por
dos originales y han generado sus propios arqueólogos norteamericanos, en algunos ca-
modelos y marcos conceptuales. Por cierto, sos con la colaboración de arqueólogos loca-
las prácticas arqueológicas han adoptado les. El marco para la reconstrucción del pasa-

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do ha sido, y sigue siendo, un complejo mosai- e intereses científicos, influidos por el reco-
co en el cual secuencias regionales, sitios y nocimiento del incompleto poder explicativo
unidades interpretativas de integración (como de la historia cultural durante la década de
períodos, tradiciones, subtradiciones y horizon- 1970, mejores métodos para la identificación
tes) se articulan en un enfoque dominado por y organización temporo-espacial de los res-
la historia-cultural. La mayoría de los tos arqueológicos; (b) arqueología ambien-
arqueólogos sigue tendencias establecidas por tal; y (c) investigación orientada por proble-
la dominancia del enfoque histórico-cultural mas. Las tres estrategias integran la prácti-
norteamericano. La influencia de la historia ca arqueológica latinoamericana y, a menu-
cultural británica, principalmente a través de la do, son difíciles de separar en tendencias
obra de Gordon Childe, de la escuela austro- teórico-metodológicas.
alemana de los kulturkreisse y de algunas ten- La primera estrategia incluye mejores y
dencias francesas, ha sido importante en algu- sofisticados métodos y técnicas para anali-
nas áreas. Durante las décadas de 1950 y 1960 zar el registro arqueológico y para incorpo-
algunos prominentes investigadores latinoame- rarlo en unidades temporo-espaciales. En la
ricanos continuaron estos enfoques mayoría de los casos no se supusieron co-
organizativos temporales y espaciales respec- rrelaciones directas entre unidades arqueo-
to del registro arqueológico y produjeron sus lógicas y categorías etnográficas. Esto evita
propias secuencias locales o regionales; aun- uno de los principales problemas del enfo-
que tuvieron algunas innovaciones individuales que histórico-cultural, que a menudo iguala-
esencialmente siguieron a sus predecesores nor- ba la variabilidad arqueológica inferida con
teamericanos. interpretaciones de unidades etnográfica-
El legado histórico-cultural ha sido difícil mente significativas. En este enfoque el én-
de reemplazar en la arqueología latinoame- fasis está en el desarrollo y mejor control de
ricana actual. La influencia del enfoque his- la cronología y los patrones espaciales de
tórico-cultural sigue siendo fuerte, en parte variación. De allí que se registraron más
debido a su estabilidad epistemológica pero datos para describir y definir culturas, fases
también gracias a su capacidad de organi- y subfases arqueológicas, con especial én-
zar diversos registros arqueológicos en uni- fasis en las secuencias cerámicas. La seria-
dades comparables. Este enfoque ofreció una ción de la cerámica, a menudo llamada mé-
poderosa herramienta descriptiva que podía todo Ford, ha sido reemplazada, progresiva-
sintetizar datos existentes a escala regional mente, por otros tipos de análisis cerámicos
y métodos para investigar en áreas desco- (funcional, tecnológico, etc.). Esta estrate-
nocidas. La capacidad de incorporar en es- gia también aprovechó la datación
quemas previos información de áreas pobre- radiocarbónica para identificar y separar cro-
mente conocidas es una de las razones cla- nologías existentes en fases y diferentes com-
ve de la popularidad de la historia cultural. ponentes culturales. Las evidencias
Actualmente la mayoría de los arqueólogos lingüísticas y etnohistóricas fueron explota-
latinoamericanos ve al enfoque histórico- das completamente, especialmente en la
cultural como la manera más apropiada de construcción de modelos regionales en la tie-
iniciar un proyecto de investigación en un rras bajas de Sudamérica.
área geográfica nueva. Dentro de esta La segunda estrategia es la arqueología
fundamentación histórico-cultural esencialista ambiental. Este enfoque alía la investigación
los arqueólogos de la región han desarrolla- histórico-cultural con un fuerte interés
do tres estrategias principales para estudiar ecológico. En contraste con el uso de mode-
el pasado: (a) adopción de nuevos métodos los paleoambientales amplios la arqueología

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ambiental se centra en la creación de datos sión de los procesos culturales en la práctica
locales o micro-regionales detallados. La in- arqueológica latinoamericana. Creo que la
tegración de la palinología, la paleontología, mayoría de lo que sus practicantes conside-
la sedimentología y los análisis isotópicos ha ran «arqueología procesual» es, realmente,
sido crítica en el desarrollo de esta estrate- historia cultural con métodos más
gia investigativa. sofisticados, un énfasis en datos
La tercera estrategia desarrollada en el paleoambientales y algunos temas de moda
enfoque histórico-cultural es la arqueología (por ejemplo, riesgo e incertidumbre, estra-
orientada por problemas que utiliza un fuer- tegias adaptativas, eficiencia tecnológica,
te énfasis en los procedimientos analíticos etc.) insertos en la discusión o, a veces, sólo
comparativos para enunciar preguntas dis- añadidos a las introducciones. No estoy de-
tintas a la cronología. Aunque aún situada nigrando esta investigación; la mayoría de
dentro de los marcos cronológico y espacial las investigaciones realizadas dentro de lo
la arqueología orientada por problemas com- que yo llamo historia cultural «ambiental» y
bina los resultados de análisis detallados «orientada por problemas» es buena arqueo-
(líticos, cerámicos, faunísticos, arquitectóni- logía. Indudablemente representa avances
cos, etc.) centrados en tratar problemas es- cualitativos y cuantitativos pero la jerga del
pecíficos de investigación acerca de conduc- discurso arqueológico procesual a menudo
tas pasadas. enmascara un núcleo histórico-cultural do-
Algunos plantearían que las dos últimas minante.
estrategias de investigación deberían ser La arqueología procesual es aún bastan-
consideradas como arqueología procesual te limitada en sus aplicaciones en
porque tanto la investigación paleoambiental Latinoamérica. Los enfoques procesuales,
como la orientación por problemas son, a que enfatizan una orientación ecológica
menudo, centrales a las investigaciones funcionalista, fueron importantes en la obra
procesuales. No pienso que esto sea apro- de arqueólogos norteamericanos que inves-
piado. En muchas investigaciones en tigaron en Latinoamérica. También pueden
Latinoamérica el uso de información ambien- ser claramente reconocidos en una genera-
tal y la orientación por problemas ha servi- ción de arqueólogos latinoamericanos que
do, principalmente, para hacer reconstruc- iniciaron sus carreras en las décadas de 1970
ciones espacio-temporales más precisas del y 1980. Como resultado del marco concep-
pasado. Actualmente, a más de dos déca- tual y los objetivos de la temprana arqueolo-
das de la adopción de elementos de la ar- gía procesual la región fue una especie de
queología procesual en la región, parece que laboratorio para probar modelos e hipótesis
ésta no ha cambiado los intereses desarrollados en otros lugares. Las recons-
interpretativos esenciales de las investiga- trucciones histórico-culturales no tuvieron
ciones histórico-culturales. La adopción de prioridad de investigación. En la medida en
modernas técnicas científicas, el discurso y que el interés se desplazó hacia investiga-
la introducción de algunos conceptos (adap- ciones más orientadas por problemas fuer-
tación, sistema cultural, procesos de forma- temente apoyadas en datos paleoambientales
ción de sitios, transformaciones n y c) se in- hubo poco o ningún interés en la definición
corporó al paradigma histórico-cultural con refinada de unidades temporales y espacia-
cambios mínimos en los objetivos y estrate- les. Los principales temas y conceptos tra-
gias de investigación. Estos métodos adicio- tados por esta tendencia fueron aquellos
nales no han alterado, sustancialmente, la considerados pertinentes para el estudio de
naturaleza de las explicaciones o la compren- cazadores-recolectores. En la mayoría de los

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países la obra de Binford fue la principal in- mericanos usan los datos arqueológicos en
fluencia en los arqueólogos que exploraban el análisis y evaluación de sus modelos. Al-
el potencial de la arqueología procesual. Sus gunos yacen puramente en la esfera de la
modelos organizativos fueron ampliamente producción teórica con intentos mínimos de
usados y fue, indudablemente, el arqueólogo examinar la aplicación de ideas marxistas a
procesual más influyente. Aunque su influen- través de casos de estudio y datos empíri-
cia es más claramente reconocible en estu- cos. Otros han desarrollado un enfoque más
dios de cazadores-recolectores también se equilibrado que combina argumentos concep-
extiende a la mayoría de la investigación ar- tuales con desarrollo metodológico, recolec-
queológica en una u otra manera. Posicio- ción de datos, análisis e interpretación. Hay
nes positivistas más extremas, como la un desarrollo muy desparejo de la arqueolo-
ecología evolutiva y el seleccionismo, han sido gía marxista en Latinoamérica. Hay un én-
limitadas en su influencia en la arqueología fasis desproporcionado en desarrollos teóri-
latinoamericana. cos densos con un esfuerzo significati-
El marxismo y el materialismo histórico vamente menor hacia el desarrollo de meto-
han sido elementos integrantes de la arqueo- dología y evaluación empírica de datos ar-
logía latinoamericana. Ello se debe, en par- queológicos. Esta situación sería compren-
te, a la influencia de republicanos emigrados sible hace 25 años, cuando la escuela estaba
a México luego de la Guerra Civil española. estableciendo su marco conceptual y
En décadas recientes sus adherentes han metodológico; actualmente limita, seriamente,
consolidado una posición llamada «arqueo- la influencia del pensamiento marxista en la
logía social latinoamericana» y han propues- arqueología latinoamericana.
to un programa dirigido a hacer la práctica Los adherentes y comentaristas de la
arqueológica socialmente relevante y políti- arqueología social latinoamericana a menu-
camente activa. Las bases epistemológicas, do enfatizan la importancia de un activo com-
originalidad y trascendencia de esta escuela promiso político de sus miembros, quienes
de pensamiento, dentro y fuera de consideran la arqueología como un medio
Latinoamérica, han sido debatidas reciente- para transformar la realidad sociopolítica
mente. La arqueología social latinoamerica- actual a través de enfoques comprometidos
na no es un cuerpo unificado de teoría. Las y revolucionarios de investigación. A pesar
metodologías aplicadas y posiciones intelec- de tal retórica no existe un programa político
tuales sostenidas por sus practicantes varían en la forma de un grupo concertado de in-
ampliamente. Todos reconocen el método vestigadores comprometidos en una empre-
materialista histórico y los principios gene- sa colectiva. Los intereses genuinos de los
rales del marxismo. Bajo este paraguas bá- arqueólogos sociales por una arqueología más
sico hay diferencias conceptuales y útil para los pueblos indígenas, mestizos y
metodológicas entre sus adherentes. Por desposeídos permanecen, principalmente, en
ejemplo, no hay acuerdo sobre las definicio- la teoría y hay pocas demostraciones de su
nes, uso y utilidad de las interpretaciones integración práctica dentro de la arqueolo-
arqueológicas de conceptos tan fundamen- gía marxista.
tales como el de «cultura». Varios otros tér- Este paradigma no es dominante en nin-
minos en la literatura, como «modo de vida» gún país de la región. Ello no niega su origi-
y «formación social», también son materia nalidad ni su potencial como escuela alter-
de variados usos e interpretaciones. Tam- nativa del pensamiento y prácticas arqueo-
bién hay diferencias significativas en la for- lógicas en Latinoamérica; demuestra, sin
ma como los arqueólogos sociales latinoa- embargo, que luego de 25 años ha sólo sido

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adoptado por una minoría de arqueólogos hecho algunos avances innovadores en el es-
latinoamericanos. La impopularidad de esta tudio de sociedades complejas bajo el para-
escuela en varios países podría atribuirse a guas de la economía política, que también es
la oposición de los regímenes militares a las analizada, a veces, en conexión con la ideolo-
ideas marxistas en todos los campos. No gía. Muchos de estos desarrollos e interpre-
obstante, dada la libertad intelectual disfru- taciones se derivan de las ideas de Tim Earle
tada durante los últimos 15 años en la mayo- sobre la economía política de las jefaturas.
ría de Latinoamérica esta falta de acepta- Otras investigaciones recientes sobre la eco-
ción y desarrollo práctico concreto puede nomía política prestan menos atención a la
atribuirse a las fallas de esta escuela, que ideología, focalizando, en cambio, las
parecen ser principalmente metodológicas. implicancias sociales del control económico.
El postprocesualismo aún tiene un impac-
to modesto en la arqueología latinoamerica- Desarrollos metodológicos
na, básicamente a través de la obra de Ian
Hodder. Aunque unos pocos arqueólogos En las últimas dos décadas la arqueología
sudamericanos reconocen que su obra cae latinoamericana ha intentado desarrollar va-
dentro de las variantes de este conjunto de rias herramientas metodológicas para mejo-
enfoques, cada vez menos estrictamente rar la precisión de la recolección de datos
definido, son muchos más los que están dis- empíricos y para ir hacia una interpretación
cutiendo algunas de las ideas del programa más sofisticada del registro material del pa-
postprocesual. Varios temas de interés sado. Un enfoque central, derivado de la
postprocesual han formado parte, desde hace arqueología procesual, ha tenido como obje-
tiempo, de la obra de muchos arqueólogos tivo el desarrollo de sofisticadas investiga-
latinoamericanos. Además, en varios países ciones sobre los procesos de formación de
latinoamericanos, el compromiso social y sitios. La tafonomía de vertebrados ha atra-
político explícito de la academia tiene la tra- vesado distintas trayectorias de investigación
dición de producir el tipo de críticas acerca actualística. En Latinoamérica este campo
de la arqueología políticamente responsable ha sido desarrollado, casi exclusivamente,
que han aparecido sólo recientemente en por arqueólogos.
Norteamérica y Gran Bretaña. La existen- Otro desarrollo metodológico significativo
cia de grandes poblaciones indígenas y mo- influido por la arqueología procesual es la in-
vimientos sociales populares en varios paí- vestigación etnoarqueológica. A pesar de la
ses sudamericanos hace que los intereses riqueza y variedad de sociedades indígenas
postprocesuales sean inmediatamente rele- viviendo en muchas partes de Latinoamérica
vantes. Cuestiones como la etnicidad, los hay relativamente pocos estudios
derechos indígenas o la multivocalidad son etnoarqueológicos. Pueden identificarse tres
pertinentes en Latinoamérica. Otros com- tendencias en la investigación
ponentes de la crítica postprocesual, como etnoarqueológica realizada por investigadores
el estudio de género o el rol del individuo, no latinoamericanos. La primera selecciona ca-
han sido considerados tan pertinentes. sos de estudio para examinar los efectos físi-
Entre muchos desarrollos en la arqueolo- cos de una combinación limitada de conduc-
gía latinoamericana que no abrazaron el tas. Los arqueólogos que trabajan con esta
funcionalismo ecológico de la arqueología perspectiva proponen que la investigación
procesual algunos han tratado temas simbóli- debería dirigirse hacia casos particulares den-
cos y cognitivos, algo independientemente del tro de modelos teóricos generales. Este gru-
postprocesualismo angloamericano. Se han po de investigaciones enfatiza aspectos

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tecnoeconómicos de la cultura material y po- entre pueblos contemporáneos y aquellos res-
dría ser identificado con la que Hodder llamó ponsables de producir depósitos arqueológi-
la perspectiva analítica. La segunda tenden- cos; este tipo de investigación está más cerca
cia se orienta hacia el estudio de sistemas más de lo que se llama «historia indígena» que de
complejos en los que las variables son más la etnoarqueológica.
difíciles de controlar, pero que toman en cuenta
fenómenos más diversos. Frecuentemente Intereses duraderos y temas nuevos
estas investigaciones intentan discernir el sig-
nificado no tecnoeconómico de los objetos a A lo largo de la historia de la arqueología lati-
través de casos etnográficos. En estos estu- noamericana una serie de temas y problemas
dios los artefactos arqueológicos no son sim- de investigación ha capturado la atención de
plemente «cosas en si». Los estudios arqueólogos locales y extranjeros, ha sido en-
etnográficos realizados por arqueólogos que focada desde un espectro de perspectivas teó-
quieren expandir el conocimiento de patrones ricas y metodológicas y ha recibido distintos
tradicionales no occidentales de racionalidad énfasis por parte de investigadores de diferen-
también podrían ser incluidos en esta tenden- tes países latinoamericanos. Entre los temas
cia que está cerca de la perspectiva herme- más estudiados están el poblamiento america-
néutica en el sentido de Hodder. Ambas es- no, el origen de la complejidad sociopolítica y la
trategias de investigación están atadas a los domesticación de plantas y camélidos. La his-
efectos materiales de la conducta y a sus pro- toria ha sido una gran aliada para la arqueolo-
piedades físicas (densidad, variabilidad, etc.); gía de la región: ha habido un creciente diálogo
mientras que la primera intenta establecer entre etnohistoriadores y arqueólogos que pro-
relaciones no ambiguas o regularidades duce beneficios mutuos. En el último par de
interculturales fuertes entre actividades y sus décadas varios campos adicionales de investi-
residuos la segunda se dirige a comprender gación se han sumado a la corriente principal.
las condiciones materiales, sociales e Algunos, como la arqueología histórica, han
ideacionales que pueden resultar en una va- experimentado una significativa nueva popula-
riabilidad particular del registro arqueológico. ridad entre los arqueólogos locales. Reciente-
Esta segunda estrategia reconoce la utilidad mente se ha desarrollado un interés en la ar-
de establecer generalizaciones interculturales queología de los pueblos afroamericanos, par-
pero también se apoya en la variabilidad cul- cialmente como resultado de influencias
tural contextual y explora la continuidad de postprocesuales.
cosmologías y significados adjuntos a símbo-
los e íconos específicos. Una tercera tenden- Conclusiones finales
cia etnoarqueológica está representada por Resumiré brevemente los que creo que son
un grupo de proyectos de investigación, prin- los factores más significativos que afectan
cipalmente en Brasil, que se focaliza en reco- la falta de énfasis en la producción teórica
lectar datos etnoarqueológicos para recons- en la arqueología latinoamericana. Tal vez la
truir los acontecimientos y procesos históri- preocupación más importante para los
cos que afectaron a los grupos indígenas mo- arqueólogos latinoamericanos es la acumu-
dernos y enfatiza la investigación para com- lación de datos descriptivos esenciales so-
prender los procesos de continuidad cultural, bre el registro arqueológico de esta vasta
combinando datos etnográficos y arqueológi- región. Muchas áreas no han tenido ninguna
cos obtenidos en la misma área. Esta obra prospección sistemática ni excavación y
busca estudiar casos en los cuales puedan ser muchas otras son pobremente conocidas a
identificados o probados con seguridad los lazos partir de investigaciones mínimas. Esta si-

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tuación ha producido una ansiedad acerca internacional del trabajo. La producción y
de la inadecuación de la información arqueo- apreciación del conocimiento arqueológico
lógica básica existente sobre la cual basar refleja esta situación económica.
desarrollos metodológicos y producción teó- Como expresé previamente los
rica. Otro obstáculo para crear un énfasis arqueólogos latinoamericanos están influidos
regional en la explicación, más que en la des- por teorías y métodos desarrollados por in-
cripción, es la condición en la cual los telectuales en otras partes del mundo; sin
arqueólogos han tenido que desarrollar sus embargo, el proceso inverso es mucho me-
investigaciones. La estabilidad social y polí- nos notable. Los conceptos y modelos pro-
tica de las localidades de campo y de los puestos por los arqueólogos de la región, aun
laboratorios y oficinas fluctúa ampliamente cuando sean limitados, no han ingresado al
y, a veces, violentamente en muchos países. debate teórico a nivel mundial. Cuando los
Muchos golpes militares durante el siglo XX datos son adecuados entran al debate inter-
afectaron las comunidades científica y/o in- nacional pero las ideas, modelos, conceptos
telectual y sus resultados. Estos levantamien- y desarrollos metodológicos usualmente per-
tos políticos produjeron dramáticos efectos manecen en el país en el cual se originaron
de retraso en muchos aspectos de la vida y, excepcionalmente, circulan dentro de la
cultural latinoamericana. región. Usualmente sólo se hace una men-
Aunque la necesidad de investigación ción infrecuente de esas obras y los avan-
arqueológica básica en muchas áreas de ces en la explicación permanecen largamente
Latinoamérica y la inestabilidad política y la ignorados en las síntesis regionales y discu-
debilidad económica de la región han afec- siones temáticas hechas por la comunidad
tado la creatividad y la producción teórica arqueológica no latinoamericana.
estos factores son secundarios frente a una Creo que aspectos significativos de estos
serie de problemas más influyentes. La falta temas respecto de la investigación y el recono-
de atención programática al desarrollo teóri- cimiento deben ser comprendidos en el con-
co y los resultantes modestos diseños con- texto de la producción y legitimación del cono-
ceptuales y metodológicos entre los cimiento determinado por las situaciones so-
arqueólogos latinoamericanos son parcial ciales y políticas. Este problema tiene dos
consecuencia de cierta subordinación inte- facetas. Un aspecto es la falta de impulso por
lectual y de su falta de confianza en su pro- parte de los arqueólogos latinoamericanos para
pio potencial de investigación; este es un re- lograr síntesis teóricas regionales y tratar cues-
flejo político y social de la dependencia polí- tiones explicativas significativas; ello es conse-
tica y económica de los países latinoameri- cuencia de los factores históricos, políticos e
canos. La mayoría de los arqueólogos en intelectuales presentados arriba. La otra cara
México y América Central y del Sur traba- de este problema es la invisibilidad de la obra,
jan en ambientes intelectuales y políticos tal vez modesta pero dinámica, de los
determinados y mantenidos por el estatus arqueólogos latinoamericanos entre los inves-
neocolonial de sus países. Los productos in- tigadores de otros países. Cambiar esta situa-
telectuales de los estudiosos locales tienen ción tendrá que ser el resultado de esfuerzos
una posición periférica comparable a la de ambas partes. En principio debe haber una
periferización económica de la región. Los mayor producción teórica y metodológica de
países latinoamericanos producen materias los arqueólogos latinoamericanos; no obstante,
primas y, ocasionalmente, proveen trabajo estos cambios permanecerán invisibles en el
barato para procesos de manufactura indus- mundo si no están acompañados de un mayor
trial menos complejos a través de la división reconocimiento por parte de los colegas ex-

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tranjeros que tomen conocimiento de los desa- legados coloniales que están inscritos en las
rrollos de los estudiosos latinoamericanos e in- prácticas disciplinarias mismas: la arqueolo-
corporen esta obra creciente en los cuerpos de gía tiene, como bien señala Politis (2004), un
debate internacional. Sólo tales cambios mu- pasado colonial y, agrego ahora, en tanto que
tuos en la actitud alterarán las asimetrías exis- modo de producción de conocimiento es una
tentes y ubicarán las ideas y desarrollos de la máquina de reproducción de ideología; esa
arqueología latinoamericana en un pie de igual- máquina tiene una historia colonial de la que
dad en el debate internacional. aún no ha podido desprenderse por completo.
En Latinoamérica, donde la enorme ma-
Oponencia 1: Gustavo Verdesio yoría de los países todavía se caracteriza por
(University of Michigan). la presencia de diversas poblaciones indíge-
nas, la historia colonial de la disciplina no
Los trabajos que estamos discutiendo en este debería ser considerada un asunto menor. Si
número de Arqueología Suramericana son, bien es cierto que, como afirma Politis, los
sin lugar a dudas, ejemplo de investigación arqueólogos latinoamericanos están en una
responsable y de enorme erudición. Difícil situación de subalternidad con respecto a sus
mejorar el panorama general que ofrecen colegas del Primer Mundo también lo es que
de los usos y estado actual de la su situación es de claro privilegio (y de po-
etnoarqueología y del estado actual de la teo- der) en relación con los indígenas y otras
ría y la práctica arqueológica en minorías étnicas que habitan el territorio
Latinoamérica (mucho más difícil aun para americano en el presente. Los arqueólogos
un investigador que, como el que estas lí- latinoamericanos, en su mayoría, elaboran
neas escribe, viene de otra disciplina y de sus agendas de investigación sin consulta
otro entrenamiento académico); sin embar- previa con los indígenas; es decir, pocos
go, creo que se pueden agregar algunas pre- arqueólogos preguntan a las comunidades
guntas y reflexiones a estos panoramas tan indígenas actuales qué piensan sobre la re-
completos que nos ofrece Gustavo Politis. levancia de sus investigaciones, sobre su
Mis preguntas y reflexiones están relacio- pertinencia e, incluso, sobre su estatus ético.
nadas con la última parte del panorama gene- Esta falta de participación indígena en las
ral del paisaje teórico que dibuja Politis; me agendas de investigación arqueológica en
refiero a sus comentarios sobre la situación Latinoamérica es todavía más problemática
geopolítica que enmarca la producción de debido al tema de la propiedad de la tierra
conocimiento desde (y sobre) Latinoamérica; en que se llevan a cabo las excavaciones. A
por ejemplo, me parece oportuno recordar que veces se trata de tierras indígenas, pero en
la desigualdad que nota entre la producción otros casos el lugar a excavar pertenece al
académica latinoamericana y la de los países Estado, a pesar de que contiene objetos y/o
del capitalismo central (en especial Estados seres humanos que pertenecen al pasado de
Unidos) tiene sus orígenes en ciertos pasa- las comunidades indígenas. En este último
dos coloniales. Esto quiere decir que la situa- caso la agencia de los indígenas en lo refe-
ción actual es uno de los legados coloniales rente a capacidad de decisión sobre las acti-
de ese pasado. Pero sería ingenuo pensar que vidades a llevar a cabo en los sitios arqueo-
esos legados se manifiestan ,solamente, en la lógicos es poca o nula.
forma de una situación geopolítica caracteri- La cuestión de quién controla la tierra y
zada por la existencia de países centrales o sus contenidos nos lleva a otro asunto rele-
dominantes que ejercen el poder sobre otros vante: la relación del Estado y la nación con
de carácter periférico. También existen otros los pasados indígenas. Hasta donde yo sé

El panorama teórico en diálogo 175


en la mayoría de los casos las investigacio- nacionalista, que mira hacia la periferia, y
nes y sus resultados se hace en nombre del otra más dirigida hacia los centros de poder
Estado que, supuestamente, es la encarna- desde donde no sólo emana la teoría arqueo-
ción de una nación —un constructo occi- lógica de moda sino buena parte del dinero
dental que se presenta como algo natural, que puede llegar a financiar las excavaciones
como el desarrollo pacífico de una narrativa locales. Por ello es tan común ver a los
humana sobre un territorio, como un arqueólogos del Tercer Mundo (una expre-
buildungsroman de cierto espíritu colecti- sión bastante en desuso hoy, pero que todos
vo que encuentra su cristalización en forma entendemos) someterse a las reglas que les
de Estado. La pregunta que se impone aquí vienen de otras regiones del mundo más po-
es: ¿a quién pertenece la cultura material derosas económicamente que las nuestras.
indígena del pasado?; ¿en nombre de quién El imperialismo académico, entonces, no sólo
y a beneficio de qué grupos sociales se hace se manifiestas a través de la obediencia a
investigación arqueológica? Creo que es protocolos y prácticas establecidas desde
necesario contestar, claramente, estas pre- otras latitudes (que producen una falsa ima-
guntas si queremos que en el futuro haya gen de universalidad cuando lo que hay, en
una legislación menos colonial y menos opre- realidad, es una imposición, al resto del mun-
siva en relación con los indígenas latinoame- do, de una concepción y un modelo locales)
ricanos; me refiero a una legislación que no sino, también, en la dependencia en materia
sólo defienda a los arqueólogos latinoameri- de financiación. Esta última no es un tema
canos de las prácticas académicas menor: determina, en más de una ocasión,
neocoloniales de la comunidad arqueológica qué agendas de investigación son conside-
internacional sino que también se ocupe de radas interesantes por la profesión cuyo cen-
defender los derechos de los indígenas1. tro está en otra parte, en los países econó-
La producción teórica que no tenga en micamente poderosos. Como mencioné an-
cuenta la compleja situación de enunciación tes muchas de las agendas de investigación
en que se encuentran los arqueólogos lati- se hacen posibles económicamente gracias
noamericanos está condenada a ser inade- a los fondos que donan las fundaciones del
cuada. No se puede teorizar desde capitalismo central, que tratarán de imponer
Latinoamérica sin tener en cuenta la encru- sus intereses y valores a los arqueólogos lo-
cijada en que se encuentra el practicante de cales que investigan sitios en la periferia.
la disciplina: no consiste, solamente, en su El imperialismo académico también ocu-
situación de subalternidad en relación con rre en la forma como las revistas especiali-
sus colegas del Primer Mundo y su relación zadas (conocidas por todos por su nombre
de privilegio con respecto a los indígenas y inglés: journals) evalúan los trabajos de los
otras minorías étnicas sino, también, en su arqueólogos de distintas partes del mundo.
siempre compleja relación con respecto al Para nadie es un secreto que los journals
Estado nacional. Según los países de que se no evalúan de la misma manera los papers
trate el Estado tendrá más o menos poder,
más o menos injerencia en las agendas de 1 La legislación norteamericana desde 1990, año
investigación de las diferentes disciplinas y, en que se aprobó NAGPRA (ley que regula la
como sabemos, de esa relación dependerá, repatriación de restos humanos indígenas y
en buena parte, el financiamiento de muchos material asociado en sitios arqueológicos), es
de los proyectos arqueológicos. Los imperfecta pero es un ejemplo de protección
arqueólogos latinoamericanos tienen, como de los derechos más básicos de los indígenas
Jano, dos caras: una más bien nacional o sobre su propio pasado material.

176 Arqueología Suramericana / Arqueologia Sul-americana 2(2):167-204, 2006


(otra palabra inglesa) producidos por los in- tudes. Por ello creo que es conveniente te-
vestigadores que trabajan en Harvard y a ner siempre una mirada subalternista que no
los pergeñados, con gran esfuerzo, por aque- nos haga trabajar en nombre de la nación
llos que trabajan en Catamarca, Tucumán o (que ha subalternizado, desde siempre, a las
Montevideo. Nadie que tenga un poco de minorías étnicas), ni de una vagamente defi-
experiencia en el mundo académico puede nida revolución (o cambio social, como pre-
creer, honestamente, en la existencia de una ferirían los practicantes de la arqueología
objetividad universal en materia de publica- social latinoamericana), sino en nombre de
ciones arbitradas. En este sentido, la disci- aquellos cuyos patrimonios y legados cultu-
plina no plantea una situación diferente a la rales se están estudiando. En otras palabras,
que se puede apreciar en otros saberes ex- lo que estoy proponiendo es una actitud más
pertos, como la historiografía, la filosofía y coherente, no ya de los individuos practican-
los estudios literarios. La circulación de teo- tes de una disciplina sino de la profesión
rías originariamente escritas en francés, in- como colectivo con respecto a los sujetos
glés o en algún otro idioma que tenga cierto subalternizados en el pasado (y en el pre-
prestigio cultural hace que, inevitablemente, sente) por la arqueología y otros saberes
los arqueólogos latinoamericanos estén ex- expertos. Lo que se necesita no es tanto una
puestos a las ideas de sus colegas del Pri- serie de métodos novedosos desde el punto
mer Mundo; por eso el método histórico cul- de vista científico (eso ya está ocurriendo y
tural en su momento, el procesualismo des- la producción de teorías y técnicas va a se-
pués y, más recientemente, algunas ramas guir creciendo en número y calidad) sino una
del post-procesualismo han tenido y tienen nueva concepción de la disciplina. En esa
gran aceptación entre ellos. En todos los nueva concepción debería ponerse énfasis
casos los modelos teóricos mencionados (in- en dos aspectos del quehacer disciplinario:
cluso uno que omití, el marxismo) provienen el político y el ético. La modificación de
(independientemente de sus elaboraciones ambos aspectos contribuirá a una agenda
locales) de los países del capitalismo cen- liberadora sólo si los reconcebimos desde una
tral; sin embargo, aunque señalar el origen perspectiva subalternista.
local de las teorías hace que se caiga el dis-
fraz de universalidad que suelen llevar lo cier- Oponencia 2: El gato se muerde la
to es que eso no alcanza para descalificarlas cola. Comentarios desde Venezuela
epistemológicamente. Por eso creo que al- sobre el desarrollo teórico y
gunas de esas teorías merecerían más aten- metodológico de la arqueología
ción por parte de los arqueólogos latinoame-
latinoamericana. Rodrigo Navarrete
ricanos. Me estoy refiriendo, por ejemplo, a
algunas vertientes del postprocesualismo que (Universidad Central de Venezuela)
proponen la recuperación y/o la vindicación La posición histórica y cultural, supuestamen-
de cosmovisiones otras. Al mismo tiempo que te marginal, de Latinoamérica dentro del
sostengo esto hago la salvedad siguiente: no contexto global es sumamente incómoda: por
alcanza con abrazar la agenda teórica que un lado, tenemos el obstáculo de estar su-
nos parezca útil para la reivindicación de bordinados a los sistemas de producción, dis-
cosmovisiones indígenas del pasado y del pre- tribución y consumo del conocimiento ar-
sente sino que hay que hacerlo desde una queológico dictados desde los centros
perspectiva local que no reproduzca textual hegemónicos de poder económico, político y
y servilmente lo dicho por investigadores de cultural; por el otro, desde una mirada
otras latitudes sobre problemas de otras lati- periférica contamos con la posibilidad de pro-

El panorama teórico en diálogo 177


ducir cuerpos teóricos y metodológicos al- tar que nuestra posicionalidad nos hace di-
ternativos y/o contrapuestos o reinterpretar ferentes en el mundo global ¿es suficiente
los modelos hegemónicos de los centros aca- definirnos como subalternos no-occidenta-
démicos norteamericanos y europeos. Esto les? (Wylie 1995:255-272). La interpretación
no sólo es válido respecto al colectivo que del pasado, siempre condicionada por las ne-
podríamos denominar comunidad arqueoló- cesidades de legitimación de historiadores y
gica latinoamericana (incluyendo investiga- antropólogos en contextos nacionales y guia-
dores nacidos y formados en nuestro territo- da por un espíritu nacionalista, podría produ-
rio y extranjeros que se han incorporado, cir un conocimiento que utiliza los mismos
activamente, a nuestra producción intelec- modelos imperialistas y satisface, en última
tual) sino para cada arqueólogo dentro de su instancia, las necesidades hegemónicas
contexto sociocultural y político. Cuando re- (Trigger 1984; Bond y Gilliam, eds., 1994;
querimos difundir la información y discusio- Kohl y Fawcett, eds., 1995).
nes locales a un nivel más amplio, refinar o Sin entrar en los pormenores de nuestras
perfeccionar nuestros conocimientos o re- historias de vida atenderé lo individual den-
presentarnos en un espacio de poder cientí- tro del contexto académico venezolano, ya
fico, defendiendo el carácter propio o autóc- que con frecuencia tendemos a disminuir el
tono de nuestra producción intelectual, fre- valor de cada agente social en la produc-
cuentemente recurrimos, nuevamente, a las ción, reproducción y transformación de los
fuentes hegemónicas globales. Así, critica- contenidos sociales dentro de la abstracta
mos la dependencia pero la fomentamos al masa colectiva. En Venezuela los científicos
apuntar nuestra trayectoria profesional en sociales del siglo XIX se vinculaban más con
ese sentido. Escribimos en inglés, para un las corrientes antropológicas europeas que
público y medios propios de los centros, y con el circuito nacional, cristalizando su na-
nos enrolamos en sus programas doctora- cionalismo y nativismo mediante nociones
les. Nos posicionamos «allá» para hablar de positivistas (Vargas 1976). Esta dependen-
«acá», nos convertimos en un «otros» para cia científica, consecuencia de la económi-
hablar de «nosotros» al ubicarnos en el dis- co-política, determinó la adopción de tópicos
curso, práctica y sistema institucional y estrategias de investigación generadas en
anglófono al discurrir a la altura de una au- los centros de poder, la dependencia de fon-
diencia internacional. Tratamos de reivindi- dos y tecnologías externas (contrastantes con
car la arqueología latinoamericana pero he- los insuficientes recursos e infraestructuras
mos tenido influencia y hemos sido forma- locales) y la desproporción entre el resulta-
dos desde el centro; como consecuencia nos dos locales y extranjeros (Gassón y Wagner
evaluamos en desigualdad de posibilidades. 1992). A inicios del siglo XX se consolidaron
Caso ejemplar es el volumen Making dos perspectivas positivistas frente al pasa-
alternatives histories. The practice of do. La etnográfica, privilegiando el empirismo,
archaeology and history in non-western recurría al dato de primera mano (restos
settings (Schmidt y Patterson 1995), en el materiales arqueológicos) y los discursos
cual participaron algunos de nuestros más descriptivos y analíticos verificables; repre-
beligerantes teóricos locales y extranjeros sentó al «científico de laboratorio», impoluto
(como Jalil Sued Badillo, Iraida Vargas y de valores, políticas y toda distorsión que
Thomas Patterson). El título parece supo- «ensucie» la verdad científica (Marcano,
ner que por estar fuera del centro dominan- Alvarado, Jahn, Ernst). La etnológica com-
te no somos occidentales (o lo somos en binaba pretensiones ético-sociales de orden
menor grado). Aún cuando podamos acep- y progreso (Codazzi, Gil, Villavicencio) con

178 Arqueología Suramericana / Arqueologia Sul-americana 2(2):167-204, 2006


una visión nacionalista-regionalista. Más cer- en sentido kuhniano, de la comunidad cientí-
cana al historiador de gabinete intentaba re- fica nacional. Este trabajo coincidió con un
solver los problemas a través de discursos momento de maduración cuando un grupo
políticos y académicos (Salas 1908, 1919; de especialistas nacionales, con la capaci-
Arcaya 1920; Briceño 1928; Tavera 1930, dad de dialogar interna y externamente, captó
1956; Febres 1991). la atención y aceptación de la escuela norte-
Durante este período incursiones tempra- americana. Comprometidos con la forma-
nas de arqueólogos norteamericanos y eu- ción de la disciplina en Venezuela sus repre-
ropeos, precursoras de los métodos y técni- sentantes la divulgaron a través de las cáte-
cas sistemáticas apoyadas por sus museos dras de la Escuela de Sociología y Antropo-
y universidades, se mantuvieron alejadas del logía de la Universidad Central de Venezue-
contexto político-intelectual nacional y no la, el Museo de Ciencias y el Departamento
generaron consecuencias locales (De Booy de Antropología del Instituto Venezolano de
1916; Spinden 1916; Nomland 1935; Petrullo Investigaciones Científicas. Este grupo con-
1939). Algunos políticos nacionales (Requena formó la estructura fundacional de la arqueo-
1932) jugaron un rol activo auspiciando, des- logía venezolana moderna. Miguel Acosta,
de 1932, los primeros trabajos sistemáticos por el contrario, analizó etnográficamente las
en la arqueología venezolana al invitar a sociedades prehispánicas mediante docu-
nuestro país a arqueólogos norteamericanos mentos históricos y crónicas. Estudios de
(Bennett 1937; Howard 1943; Osgood 1943; etnología antigua de Venezuela (Acosta
Osgood y Howard 1943; Kidder 1944, 1948). 1983) de 1954, utilizando el concepto de área
Mediante clasificaciones histórico-culturales cultural, produjo una síntesis etnológica com-
y cronologías regionales compatibles la ar- parativa de la Venezuela prehispánica, abo-
queología venezolana entró en el contexto gó por una comprensión particularista y so-
continental. Posteriormente, la consolidación cial de los grupos amerindios y aportó una
de la arqueología coincidió con las políticas antropología más crítica derivada de los dis-
norteamericanas hacia Latinoamérica, como cursos nacionalistas.
el panamericanismo y la política del buen De esta dicotomía surgieron las corrien-
vecino, lo que promovió en Venezuela inves- tes de la arqueología venezolana actual. Por
tigaciones útiles para la información ideoló- una parte, la normativa histórico-cultural, oca-
gica y política de los EEUU, incluso inclu- sionalmente influida por la ecología cultural,
yendo a algunos en el Programa de Arqueo- refinó el marco cronológico-espacial de las
logía Caribeña del Smithsonian (Requena, culturas cerámicas y exploró la relación cul-
Cruxent, Antolínez, Oramas, Tamayo, tura-tecnología-ambiente. Con la creación
Nectario, Dupouy) (Gassón y Wagner 1992). del Departamento de Antropología del IVIC,
Cruxent y Rouse (1982), asociados fundado y dirigido por Cruxent, se formó una
profesionalmente por décadas desde los cua- nueva generación de arqueólogos, fuerte-
renta, publicaron en 1958 la síntesis conven- mente influenciada por la escuela norteame-
cional de nuestra arqueología, Arqueología ricana. Inicialmente Wagner y Zucchi se ape-
cronológica de Venezuela, presentando un garon al pensamiento rouseano pero, paula-
marco cronológico regional de las «culturas tinamente, lo vitalizaron con otros enfoques
arqueológicas» del país. Su programa se como el ecológico-cultural, los estudios de
instauró sobre la institucionalidad académi- patrones de asentamiento y los modelos de
co-política nacional e internacional y se con- dispersión poblacional basados en evidencias
virtió en referencia de la arqueología siste- lingüísticas, cerámicas y etnográficas, popu-
mática venezolana en el discurso «normal», larizados por el posibilismo ambiental y el

El panorama teórico en diálogo 179


particularismo histórico cultural de Lathrap. cusión de nuestras categorías y enfoques
Un elemento decisivo en la continuidad del mientras permitió la competencia
vínculo de esta generación con la escuela epistemológica, política e institucional entre
norteamericana fue su relación directa con distintos sectores arqueológicos nacionales.
universidades norteamericanas, ya que al- Así, la perspectiva ecológico-cultural, en vez
gunos realizaron parte de sus estudios en di- de formar un bloque monolítico de pensa-
chos centros. La difusión de la bibliografía miento en la arqueología venezolana, se in-
anglófona mediante la biblioteca del IVIC trodujo entre los resquicios del discurso y
permitió su actualización y la formación de cargó de razonamientos causales a las dos
nuevas cohortes (Arvelo, Tarble). Aunque escuelas mencionadas.
varios arqueólogos norteamericanos en Ve- El procesualismo no se consolidó en Ve-
nezuela (Gallagher, Roosevelt, Garson, nezuela porque sus requerimientos
Spencer, Redmond, Oliver) utilizaron institu- epistémicos y técnicos no se correspondían
ciones nacionales como base operativa e con las necesidades explicativas ni con las
intercambiaron y enriquecieron a profesio- posibilidades instrumentales nacionales; su
nales del país mantuvieron un escaso víncu- visión se contraponía a las escuelas arqueo-
lo y la circulación de sus resultados en el lógicas venezolanas, tanto por su crítica a
contexto local fue pobre. los postulados normativos como por su en-
Por su parte, la arqueología social surgió frentamiento al marxismo; sus altos requeri-
en el país hacia finales de la década de 1960 mientos tecnológicos no encontraron asien-
con autores como Sanoja y Vargas, bajo la to en nuestro país debido a la ausencia de
influencia del pensamiento de Acosta en la una base tecnológica y de recursos adecua-
UCV. Esta escuela de pensamiento explicó da. La falta de adherentes locales la han
la causalidad esencial de los procesos convertido sólo en un recurso para la discu-
sociohistóricos pretéritos y definió sus mo- sión y ha tenido una tangencial influencia,
dos de vida particulares mediante un refina- protagonizada por investigadores extranje-
do sistema conceptual materialista histórico, ros en Venezuela (Garson, Spencer,
con un tinte ecológico cultural. Sus seguido- Redmond).
res también se nutrieron, inicialmente, del La arqueología venezolana actual, difí-
pensamiento norteamericano y utilizaron la cilmente calificable como postprocesual, ha
visión childeana de la historia acoplada con presenciado el desplazamiento de los blo-
el determinismo ambiental heredado como ques hegemónicos del discurso en los nive-
discípulos de Meggers; así, se caracterizó les teórico-metodológico y ético-político, sin
por una singular combinación de elementos rechazar las corrientes anteriores. Duran-
teóricos marxistas y ecológico-culturales que, te las últimas décadas se comienzan a di-
en principio, coincidían al considerar las re- solver los modelos epistemológicos tradicio-
laciones sociales con el medio y con otros nales y se fomenta un proceso de reflexión
individuos como determinantes para el tipo y crítica, condicionado por factores internos
el nivel de desarrollo social. Como materia- y externos (Navarrete 1995). Frente al pa-
lista histórica la escuela asumió un compro- radigma ceramológico previo se han reva-
miso con los procesos históricos latinoame- lorado temáticas, metodologías, técnicas e,
ricanos contemporáneos. Su incorporación incluso, materias primas y fuentes de infor-
al panorama teórico de la arqueología vene- mación abandonadas o ignoradas por el pro-
zolana definió un nuevo perfil en el grama hegemónico y se han incorporado
arqueólogo, ya sea por adhesión o por críti- nuevas teorías y metodologías, algunas des-
cas a sus planteamientos, y favoreció la dis- de otras disciplinas humanísticas y socia-

180 Arqueología Suramericana / Arqueologia Sul-americana 2(2):167-204, 2006


les. Así inició una variada dispersión que cuestionarnos cómo, por qué, para qué y para
ha enriquecido, pero también debilitado, el quién lo hacemos frente al mundo de la ar-
pensamiento moderno y cuyos alcances no queología global. Debemos atender, concien-
se unifican en una expresión teórico- zudamente, a factores como la interacción
metodológica integral. La incorporación de entre políticas internas y externas (e indivi-
la teoría crítica al discurso e historiografía duales), la acumulación de capital cultural a
arqueológica (Vargas, Sanoja, Colmenares, través de instituciones y personalidades aso-
Meneses, Navarrete, Gassón, Wagner), el ciadas al quehacer arqueológico (Bourdieu),
resurgimiento de la arqueología colonial las tradiciones de conocimiento locales par-
(Sanoja, Zucchi, Molina, Monsalve), la ticulares (Gadamer), las políticas
reconsideración del vínculo etnohistoria-ar- interinstitucionales, la huella de tesis
queología y la etnoarqueología (Rodríguez, fundacionales nacionales/regionales que
Amodio, Frías, Rivas), la inserción de pro- marcan la visión del pasado, las consisten-
blemas de etnicidad/identidad (Navarrete, cias y contradicciones teórico-metodológicas
Frías, Gordones), el resurgimiento de estu- en las propuestas interpretativas y las tra-
dios de manifestaciones parietales y de so- yectorias de los arqueólogos como agentes
ciedades cazadoras-recolectoras (Jaimes, sociales productores de un tipo de conoci-
Vierma, Morganti, Scaramelli) y el uso del miento. Esta reflexión crítica no sólo nos
análisis simbólico, la semiótica y los estu- permitiría identificar nuestro papel dentro de
dios ideológicos (Tarble, Frías, Delgado, la historia del pensamiento arqueológico ge-
Azócar, Ramos) constituyen búsquedas lo- neral y reconocer nuestros propios aportes
cales influidas por los remezones de la ar- y desarrollos sino, también, ubicarnos en una
queología internacional. posición más ventajosa y estratégica en la
Uno de los elementos más característi- palestra internacional; más aún, nos permiti-
cos del postmodernismo como pensamiento ría generar un sentido de comunidad dife-
y etapa histórica y, en consecuencia, de la renciada que intercambia con otras para la
arqueología postprocesual es su condición acción científica, social y política dentro de
descentrada, lo que supone que los sujetos nuestro continente.
se desplazan hacia la periferia o que se res-
catan y revalorizan discursos marginales o Oponencia 3: Los paisajes teóricos
marginados para contraponer a la hegemo- y metodológicos. Comentarios a una
nía central una diversa multivocalidad. arqueología latinoamericana.
Posicionados en los márgenes geográficos, Santiago Mora (St. Thomas
políticos y culturales del sistema global cabe
University).
preguntar si, aún con más razón, podemos
generar un pensamiento distinto al hegemó- Posiblemente un buen número de
nico a partir de una nueva perspectiva arqueólogos, tanto latinoamericanos como
(Navarrete 1995:134). Estamos conscientes extranjeros, coincidirán con Politis (2003:115)
de que vivimos en un sistema en el cual el cuando afirma que «Sin embargo, es de poca
poder está en el centro pero desde la perife- utilidad definir la arqueología Latino Ameri-
ria ese centro se visualiza mejor y distinto y cana, dado que esa entidad no existe». Para
se observan, críticamente, aspectos que des- Politis los países de la región se mueven al
de allí no se ven claramente. interior de un buen número de circunstan-
Sin negar los beneficios científicos (co- cias semejantes, como su dependencia so-
lectivos y personales) de exponer nuestra cio-económica y su estatus neocolonial, que
discusión en ámbitos más amplios debemos afectan el desarrollo de la arqueología y, en

El panorama teórico en diálogo 181


general, todo desarrollo intelectual2; sin em- y adosado a este contexto que nos asemeja,
bargo, estos componentes no son únicos y se encuentran muchas de las divergencias que
exclusivos de esta región del mundo. En Asia, nos separan y que dan pie a que reconozca-
África e, inclusive, en algunas regiones de mos historias particulares, énfasis locales que
Europa se dan estas mismas circunstancias explican y justifican la diversidad que obser-
a nivel de los Estados nacionales; aún más, vamos: hechos evidentes en los contextos ar-
se repiten en pequeña escala, recalcando queológicos que estudiamos, en los artefac-
otros factores en los países industrializados. tos que clasificamos, en la forma como los
Allí las relaciones interétnicas y aquellas conservamos y en las explicaciones que ha-
englobadas por conceptos de origen racista, cemos de ellos y que presentamos a nuestro
corrientemente empleados a nivel domésti- público en los textos y exhibiciones a las cua-
co para marginar a un buen sector de sus les damos «vida». Nuestro pasado, como re-
propias poblaciones, toman otros visos que, gión, es tan diverso como nuestro presente.
de muchas formas, replican lo que ocurre a Por ello hablar de arqueología latinoamerica-
nivel internacional. El capitalismo tardío, ex- na no tiene mucho sentido puesto que es posi-
perimentado como parte de un neocolonia- ble «leer» estas convergencias, trenzadas en
lismo que requiere de burocracias corruptas las divergencias, de muchas formas, depen-
y se reafirma por medio de la iniquidad en diendo de los intereses y gustos de quien hace
sus diferentes formas, de la mano, en mu- la lectura; sin embargo, hablar de una arqueo-
chas ocasiones, de la violencia logía latinoamericana cobra sentido cuando
institucionalizada en sus diferentes formas se ve como un acto político. Este, quizás, es el
lleva a convergencias en las representacio- único espacio en el cual tiene sentido definir-
nes al estimular respuestas semejantes ante la, en el cual es urgente definirla: en el ámbito
las tensiones planteadas. Estos son algunos del debate político, un área que los arqueólogos
de los factores que nos unen al crear los con- latinoamericanos no han querido abordar de
textos en los cuales se produce la arqueolo- forma directa. Politis (2003), por ejemplo, deja
gía en Latino América; ahora estos espa- la definición de la arqueología latinoamerica-
cios resultan de interés en una arqueología na de lado en el primer párrafo de su artículo,
global (Funari et al., eds., 2005). Pero estas a pesar de ser el eje fundamental sobre el
consecuencias no sólo son patentes en la pro- cual construye el escrito y gancho fundamen-
ducción y el quehacer de los arqueólogos; tal de su título. Este es uno más de los proble-
también se manifiestan, de forma particular, mas teóricos, en un sentido amplio, que debe-
en la estética, en la música, en la literatura y mos abordar los arqueólogos de la región. La
en la vida cotidiana. Cualquiera puede reco- práctica de la arqueología implica una posi-
nocer los personajes que no hace mucho ción política, se quiera o no se quiera;
tiempo creó Jorge Amado en muchas de la enmarcarla en una región es un acto político
ciudades latinoamericanas; fueron ellos quie- y este problema está inmerso en una cons-
nes hablaron al oído de Machado de Asis, trucción teórica.
quien escribió antes que Amado, o de Juan Cuando se habla de arqueología latinoa-
Rulfo, para dictarles sus textos; fueron ellos mericana, así no se defina, se construye una
los consejeros de Carpentier y Donoso; son entidad en la cual se privilegian las congruen-
ellos quienes permiten que muchos piensen cias y, por ende, los acercamientos a su inte-
que García Márquez es tan sólo un costum-
brista que escuchó detenidamente los rela- 2 Oyuela (1994) esbozó unas ideas semejantes
tos de su abuela. Indudablemente conver- con relación a la historia de la arqueología en
gemos en muchos aspectos; a pesar de ello, Latino América

182 Arqueología Suramericana / Arqueologia Sul-americana 2(2):167-204, 2006


rior, en tanto se obvian los contrastes. Esta conducirnos al reconocimiento de las diferen-
estrategia lleva a la búsqueda de puntos co- cias y al enriquecimiento. Una de las dificulta-
munes que, muchas veces, se derivan de las des evidentes es que, en gran parte, este espa-
reinterpretaciones de las propuestas plantea- cio se ha encontrado colonizado por los filtros
das desde la metrópoli; estos son los ejes y las representaciones impuestos y desarrolla-
que han sido empleados para amarrar las dos en la metrópoli; después de todo es allí donde
historias de las arqueologías nacionales que se encuentran los arqueólogos latinoamerica-
se producen en la actualidad y sobre las cua- nos para intercambiar sus ideas. Un síntoma y
les Politis ha estructurado The theoretical un resultado de nuestra posición postcolonial y
landscape and the methodological de nuestra dependencia es que hemos sido in-
development of archaeology in Latin capaces de generar un robusto sistema de in-
America, que fuera publicado en Latin tercambio al interior de América Latina, a pe-
American Antiquity en 2003. A pesar de sar de que para muchos de nosotros no sea
que muchos autores, como él mismo, se nie- satisfactorio el diálogo a través del exterior
gan a definir la arqueología latinoamericana (metrópoli). En realidad no tiene sentido recu-
la crean al hablar de ella y dedicarle un buen rrir al artificio de escribir en inglés y publicar en
número de páginas. Entonces surgen algu- una revista de amplia distribución en los Esta-
nas preguntas: ¿debemos hablar de arqueo- dos Unidos cuando se aspira a comunicar con
logía latinoamericana?; ¿por qué motivos un público que se encuentra en América Lati-
hablamos de ella?; ¿necesitamos hablar de na y el cual habla portugués o castellano mu-
esta arqueología? Creo que es fundamental cho mejor que inglés; este público no sólo se
hablar de una arqueología latinoamericana, encuentra conformado por profesionales en el
básicamente porque este hecho crea un es- área sino por estudiantes que encuentran ver-
pacio imprescindible para el debate y, por daderas dificultades para acceder a estas pu-
consiguiente, para el desarrollo y crecimien- blicaciones. Se han realizado algunos intentos
to del quehacer de los arqueólogos. Son va- para subsanar estas dificultades con nuevas
rias las ventajas que veo en el empleo de revistas, aunque sus costos constituyen una
este término e innumerables las dificultades seria limitación. De otra parte, las nuevas tec-
que implica su uso. A pesar de ello creo que nologías en la comunicación ofrecen interesan-
son mayores los beneficios que puede ofre- tes posibilidades, aunque generan dudas sobre
cer, a largo plazo, que las desventajas y tra- su acceso potencial en una región caracteriza-
bajos que supone. da por unas tremendas iniquidades. Un proble-
En primer lugar al hablar de una arqueolo- ma, generado por la posición en la estructura
gía latinoamericana se define un interior y un de clases socio-económicas, será evidente y
exterior, dando pie al desarrollo de dos espa- llevará a una marginalización que se revela,
cios igualmente importantes e interesantes que inclusive, a nivel institucional y regional.
envuelven nuevas posibilidades: se facilita la Este problema de la comunicación se ha
reflexión al interior de aquello que se denomina confundido con un segundo problema relativo
“arqueología latinoamericana” y surge el ám- al desarrollo de la arqueología en la región.
bito para una discusión entre las partes que Autores como Politis (2003:130) resaltan las
constituyen esta entidad. El reconocimiento de dificultades que puede acarrear la falta de una
las convergencias y su exaltación no tiene por masa crítica que contribuya a generar avan-
objeto hacernos semejantes sino plantear la ces significativos (véase Oyuela 1994); posi-
posibilidad de un análisis y un diálogo demar- blemente esta masa crítica esté allí, aunque
cado por un límite histórico, en sus aspectos no es fácilmente identificable porque cuando
culturales, políticos y circunstanciales, que debe se habla de arqueología latinoamericana se

El panorama teórico en diálogo 183


sopesan los avances locales, como lo hace nos de ellos trabajan en la misma región y
Politis en su texto, permitiendo que se diluya están en constante contacto con su contra-
la integridad que se pretende generar bajo ese parte latinoamericana. Parece ser muy atrac-
rótulo. Existe un problema de fluidez en la tivo para la arqueología internacional escu-
comunicación que genera la aparente esca- char las voces (con cierta preferencia por el
sez de recursos y sugiere la falta de una maza lamento) del último cazador recolector, pes-
crítica; sin embargo, cabe la posibilidad de que cador u horticultor que recuerda la historia de
estemos ante un espejismo cuando asumimos sus antepasados y a la cual se pueden aso-
que no existen estos recursos. A diferencia ciar algunos materiales arqueológicos; no pa-
de lo que ha ocurrido en otras regiones del rece interesarles tanto, por otro lado, una dis-
mundo en Latino América la práctica de la cusión sobre la construcción de las historias
profesión del arqueólogo ha sido incapaz de nacionales o la exploración que hacen los
generar organizaciones profesionales serias arqueólogos latinoamericanos de los mismos
y de amplia cobertura, dificultando el flujo de temas que ellos trabajan. Las estructuras je-
las informaciones e impidiendo una adecuada rárquicas, sociales y políticas, basadas en una
valoración de los recursos disponibles. El de- representación sesgada del otro implican se-
sarrollo institucional alcanzado al interior de rios problemas de sordera y audición selecti-
los países, visto comparativamente, revela di- va que justifican la posición propia; estas ideas
ferencias abismales y es visible en la permiten definir, como lo hicieron en el pasa-
profesionalización de esta actividad, así como do de la arqueología, el trabajo que no es pro-
en el número de publicaciones especializadas pio como parte de tradiciones académicas li-
que cada país puede producir y ha producido mitadas, construidas sobre preceptos desafor-
con cierta regularidad. Esta desigualdad pue- tunados (Trigger 1984:355).
de, eventualmente, ser subsanada con una A pesar de estos evidentes problemas en el
coordinación amplia que aglutine los esfuer- espacio internacional existe una tendencia ha-
zos locales. Tal vez este es el momento ade- cia la multiplicación de enfoques y temáticas
cuado para preguntarnos si estamos prepara- como estudios de género, etnicidad, clase, pai-
dos para edificar este tipo de organización. saje, chamanismo e individualidades; en algu-
Al hablar de arqueología latinoamericana nas regiones del continente estos temas se han
se define un exterior, el espacio habitado por enfatizado y desarrollado siguiendo líneas pro-
aquello que muchos han llamado la arqueolo- pias, creadas por los arqueólogos nacionales.
gía internacional y cuya existencia se podría En este mismo espacio se ha estimulado, tanto
definir bajo los parámetros de las tendencias fuera como al interior de la región, la reivindi-
dominantes en la metrópoli. Este espacio no cación de lo que en otras épocas fueran consi-
sólo contribuye a dar sentido a nuestra ar- deradas ideas innovadoras (Shennan 2000;
queología sino que le resulta indispensable, Johnson 2004). Es aquí donde se espera escu-
aunque sea urgente revisar la forma como char los resultados de la producción de la ar-
hemos establecido las relaciones con y a tra- queología latinoamericana, identificando los
vés de ella. Esta es una preocupación funda- espacios de su producción; es aquí donde tiene
mental de los arqueólogos latinoamericanos, sentido crear la arqueología latinoamericana.
revelada por Politis (2003) y otros autores. El A pesar de que este espacio sólo existe de for-
monólogo, no el diálogo, ha caracterizado esta ma teórica, dados los problemas de audición y
relación. Como manifiesta Politis (2003) son de comunicación, es una obligación de los
pocos los arqueólogos externos a la región arqueólogos latinoamericanos acceder a él ac-
que usan o siquiera citan los resultados de los tivamente para colonizar un nicho en su cen-
arqueólogos nacionales, a pesar de que algu- tro; las historias y los análisis que pueden ofre-

184 Arqueología Suramericana / Arqueologia Sul-americana 2(2):167-204, 2006


cer sobre las formas como se desarrollan las para entender los contextos periféricos y que,
tendencias generales en Latino América ofre- por el contrario, las características no-capi-
cen interesantes alternativas que no pueden ser talistas de Latino América son útiles para
ignoradas y que constituyen importantes apor- entender otras áreas no hegemónicas del
tes a la arqueología en general (e.g., McGuire mundo.
y Navarrete 1999). Igualmente importantes son LatinoAmérica no sólo ha sido influenciada
los avances metodológicos y los nuevos énfa- por Estados Unidos, a través de llas tenden-
sis en el desarrollo de temáticas que también cias teóricas anglosajonas; también ha sido in-
se desarrollan en otras regiones, como señala fluido por modelos interpretativos europeos,
Politis (2003). Sin embargo, no se trata de un enraizados en filología e historia; tanto es así
espacio que no es dado; es un espacio que po- que la tricotomía historia cultural, procesualismo
demos y debemos conquistar con la decisión y postprocesualismo, tan relevante en Estados
política de crear la arqueología latinoamerica- Unidos, no se usa en Europa continental y tam-
na, una cuestión que, como afirma Politis (2003), poco es relevante en amplias áreas de la tradi-
no existe. ción arqueológica latinoamericana. Quizás el
mejor caso es la arqueología francesa, muy
Oponencia 4: Teoría, arqueología influyente en varios países latinoamericanos,
histórica y arqueología subacuática: sobre todo a través de su enfoque prehistórico.
un comentario a Politis. Pedro Paulo Latino América, afortunadamente, no está bajo
A. Funari (Universidade Estadual de el influjo exclusivo de Estados Unidos; por eso
la importancia de los marcos interpretativos
Campinas) y Gilson Rambelli
filológicos e históricos no debe ser devaluada.
(Universidade Estadual de En este contexto general entendemos el éxitod
Campinas-FAPESP). de la arqueología histórica y la originalidad del
Gustavo Politis ha producido una síntesis pensamiento teórico de Lation América que
comprensiva y muy académica de la arqueo- resultó en la publicación de Global
logía de Latino América, con un anánlisis archaeological theory, editado por Pedro
balanceado y bien informado de tofos los Paulo Funari, Andrés Zarankin y Emily Stovel
aspectos de la disciplina. Politis enfrentó la (2005).
inmensa tarea de entregar una síntesis La arqueología histórica latinoamericana
provocadora a una audiencia internacional y ha jugado un papel determinante en la defi-
el resultado es impresionante. Politis debe nición de la disciplina en los últimos 15 años.
ser felicitado por el trabajo importante que El libro clásico de Charles Orser (1997), A
ha publicado y por las conferencias que ha historical archaeology of the modern
dado en varios congresos, una de ellas en el world , prestó tanta atención, por primera
World Archaeological Congress en Washing- vez en la historia de las disciplinaiscipline, a
ton. En este comentario trataremos tres te- Latino América que a Europa y Estados
mas que Politis sólo discutió brevemente: Unidos. La disciplina, antes preocupada por
teoría, arqueología histórica y arqueología una estrecha definición norteamericana de
subacuática. En estas tres áreas enfatizamos los “sitios post -prehistóricos del Nuevo
las contribuciones originales de Latino Amé- Mundo”, amplió su espectro para incluir una
rica debido a su contexto social y político perspectiva más abierta, incluyendo la ar-
único. La particularidad del contexto latino- queología de las sociedades históricas, como
americano permite a los arqueólogos enten- propuso Andrém (1997). Una sesión sobre
der que los modelos hechos en otros con- arqueología histórica en el WAC3 organiza-
textos no siempre son los más adecuados da por un latinoamericano (Pedro Paulo

El panorama teórico en diálogo 185


Funari), un surafricano (Martin Hall) y una Schávelzon), han sido publicados varios artí-
británica (Siân Jones) condujo a una pers- culos de autores de la región y la revista cu-
pectiva más amplia. Desde principios de la bre, por primera vez, el estudio de socieda-
década de 1990 los académicos de fuera del des históricas en general, tal como fue pro-
eje Europa-Estados Unidos dieron forma a puesto por académicos latinoamericanos.
la disciplina; el éxito de este enfoque produ- La arqueología histórica del Mediterráneo
jo la publicación de un libro fundacional también ha producido libros y una plétora de
(Funari et al. 1999), reseñado en varias re- artículos académicos escritos por latinoame-
vistas académicas desde entonces. En 1994 ricanos y publicados en inglés, francés, italia-
y 1995 la serie Historical archaeology in no y español en Europa y Estados Unidos,
South America, editada por Stanley South frecuentemente citados por sus colegas de
en los Estados Unidos, publicó 15 volúme- otros países. En revistas líderes e innovadoras
nes distribuidos en Estados Unidos y Latino (como Public Archaeology, Journal of
América y contribuyó a la difusión tempra- European Archaeology, Journal of Social
na de las ideas y las interpretaciones de jó- Archaeology, World Archaeological
venes académicos como María Ximena Bulletin y World Archaeology) se han pu-
Senatore y Andrés Zarankin, para mencio- blicado varios artículos de de autores latinoa-
nar los dos nombres más citados en la litera- mericanos que atestiguan la presencia de aca-
tura internacional. Como resultado del papel démicos de la región en el contexto mundial.
central de los académicos latinoamericanos Current Anthropology ha invitado y publi-
en la arqueología histórica la prestigiosa cado comentarios hechos por arqueólogos la-
Encyclopaedia of historical archaeology tinoamericanos a artículos escritos por auto-
(Orser, ed., 2002) tiene un latinoamericano res europeos y norteamericanos, también dan-
(Funari) en su consejo editorial y varias en- do cuenta de la creciente relevancia de las
tradas fueron escritas por arqueólogos de la ideas y las propuestas teóricas latinoamerica-
región (Pedro Funari, Francisco Silva Noelli, nas en la arqueología mundial. La arqueolo-
Ana Piñon, Gilson Rambelli, Maria Ximena gía de Latino América, en general, y la ar-
Senatore, Andrés Zarankin). Otra prestigio- queología histórica, en particular, tienen ahora
sa enciclopedia, Encyclopaedia of una mayor presencia que en el pasado y las
Archaeology (Murray, ed., 2002), también características de ésta última han cambiado
tiene contribuciones de latinoamericanos en los últimos años gracias al trabajo de aca-
(Roberto Cobean, Alba Mastache Flores, démicos de la región y a su cooperación con
Pedro Funari, Marion Popenhoe de Hatch, arqueólogos históricos de Estados Unidos y
Leonor Herrera, José Luiz Lanata, Matilde Europa. En términos teóricos el cambio en
Ivic de Monterroso, Lautaro Nuñez). Char- énfasis de la arqueología histórica como el
les Orser, en su Introducción a la arqueo- estudio de “nosotros” al estudio de socieda-
logía histórica, publicada en Buenos Aires, des con documentos escritos no puede ser
invita a sus lectores a usar libros publicados disociado de las contribuciones latinoameri-
por varios arqueólogos históricos latinoame- canas, aunque éstas no hayan sido las únicas
ricanos. En 1997 la primera revista dedica- responsables (algunos europeos y, notable-
da a una audiendia mundial fue lanzada por mente, algunos africanos también estuvieron
Plenum, The International Journal of asociados con este enfoque innovador). Cual-
Historical Archaeology, ya establecida quiera que haya sido el caso para la arqueolo-
como la publicación estándar en arqueolo- gía histórica Latino América no puede ser
gía histórica; su comité editorial incluye dos descrita como una simple productora de ma-
latinoamericanos (Pedro Funari y Daniel terias primas porque contribuyó a dar forma

186 Arqueología Suramericana / Arqueologia Sul-americana 2(2):167-204, 2006


a la epistemología de la disciplina; este hecho Holanda, Estados Unidos, Canadá y Australia,
no puede ser subestimado debido a que la ar- países con una larga experiencia en la materia.
queología histórica es reciente en la región; Los proyectos de arqueología náutica y
quizás eso explica algunas de sus caracterís- subacuática desarrollados en Latinoamérica
ticas peculiares y su papel en un contexto ar- se proponen convencer a la comunidad aca-
queológico más amplio. démica que se trata de una tarea arqueoló-
Hasta la década de 1990 la arqueología gica, académica y científica. Politis está en
náutica y subacuática no figuraba en las pre- lo cierto cuando enfatiza los aspectos técni-
ocupaciones de los arqueólogos latinoamerica- cos de la arqueología subacuática en Amé-
nos porque era considerada, con alguna razón, rica Latina. Los pioneros en la materia tu-
como costosa y no científica; más aún, los te- vieron que enfatizar las características aca-
mas náuticos fueron considerados lejanos a las démicas y arqueológicas, de tal manera que
personas que habitan en la tierra (McGrail 1997; la arqueología y la caza de tesoros pudieran
Blot 1999; Rambelli 2003). Sin embargo, la aten- ser fácilmente diferenciadas. Gracias a su
ción a esos temas no sólo es importante para el esfuerzo los resultados a principios del siglo
entendimiento de los naufragios sino también XXI son impresionantes: ya existen presti-
de los sitios arqueológicos costeros (Rambelli giosos equipos de arqueología subacuática
2003). La percepción negativa de la arqueolo- en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Méxi-
gía subacuática debido a un enfoque centrado co, Panamá y Uruguay. Ha ocurrido un cam-
en la tierra (Reade, ed., 1996; Blot 1999) la bio de paradigma desde la exaltación de las
caracterizó como no académica, promoviendo elites, representada en la caza de tesoros, y
la acción de compañías nacionales e interna- desde un enfoque puramente técnico a una
cionales dedicadas a la caza de tesoros; esto disciplina más amplia y socialmente cons-
condujo a la difusión de esas actividades con ciente. El estudio de los barcos de esclavos
poca reacción de los arqueólogos y de las ins- es un buen ejemplo desde este cambio des-
tituciones patrimoniales. Las elites regionales de las elites a la gente común, desde los es-
se beneficiaron de esas actividades no acadé- tudios arqueológicos no académicos a los
micas y en varias ocasiones las administracio- académicos (Rambelli 2006). En consecuen-
nes locales, provinciales o nacionales las favo- cia la arqueología subacuática ha sido de-
recieron. Las empresas privadas de caza de mocratizada, incluyendo ahora practicantes
tesoros son fáciles de financiar debido a la ex- de otros orígenes sociales, y ya no está res-
plotación comercial del patrimonio subacuático tringida a las elites. La caza de tesoros está
(Blot 1999; Rambelli 2003; Castro 2005); como en retirada y la arqueología subacuática está
resultado existe una plétora de hallazgos ar- demostrando que América Latina puede pro-
queológicos almacenados en colecciones pú- ducir datos e interpretaciones originales. En
blicas o privadas, con poca o ninguna informa- resumen, Politis debe ser felicitado por su
ción contextual, lo que hace difícil, sino imposi- síntesis del estado de la arqueología latinoa-
ble, producir conocimiento e interpretaciones mericana, nuestros comentarios sobre la ar-
arqueológicos (García 1997; Rambelli 2002a; queología teórica, histórica y subacuática tie-
Castro 2005). En este contexto varios nen el propósito de complementar el trabajo
arqueólogos latinoamericanos decidieron estu- de Politis.
diar sitios subacuáticos (Luna 1982, 2001;
Rambelli 2002b), entrenándose y recibiendo Reconocimientos
apoyo de grupos de arqueología subacuática
del Reino Unido, Francia, Portugal, España, Agradecemos a Siân Jones, Charles Orser
y Andrés Zarankin. También debemos men-

El panorama teórico en diálogo 187


cionar el apoyo institucional del Centro de que se trata de un discurso procesual que
Estudios Estratégicos (NEE) y el Centro de enfatiza elementos paleoambientales o temas
Investigaciones Medioambientales «de moda» pero que enmascara un núcleo
(NEPAM) de la Universidade Estadual de histórico-cultural. Coincido con el autor en
Campinas (Unicamp), de la Fundación para que existió un uso discursivo pero no analíti-
la Ciencia de São Paulo (Fapesp) y de la co de conceptos como adaptación, sistema
Fundación Nacional de la Ciencia de Brasil o estrategia, empleándolos en reemplazo de
(CNPq). Nosotros somos responsables de conceptos como cultura o tradición, pero de
las ideas expresadas aquí. manera enunciativa sin aplicación concreta;
sin embargo, considero que en ciertos casos
Oponencia 5: Comentario a The hubo un cambio en la naturaleza de las ex-
theoretical landscape and the plicaciones dado por el paso de los argumen-
methodological development of tos normativistas a las explicaciones ambien-
archaeology in Latin America de tales. Politis (2003:259) señala que «gran
parte de las investigaciones en América La-
Gustavo Politis. Dánae Fiore
tina enfatizan el rol del cambio
(CONICET-AIA-UBA). medioambiental como un estímulo principal
En este artículo Gustavo Politis realiza una que dirigió, significativamente, transforma-
travesía por los heterogéneos paisajes teóri- ciones de sociedades pasadas», aunque sos-
cos de América Latina que implica un con- tiene que dicha forma explicativa «no está
siderable y valioso esfuerzo debido a la ex- influida, exclusivamente, por ninguna posi-
tensión y complejidad de la geografía con- ción teórica en particular». En este punto
ceptual visitada. Mi comentario se centrará discrepo con el autor: el énfasis en las pers-
en algunos puntos que considero prioritarios pectivas ecológicas es, en mi opinión, indi-
para el tema tratado y para los argumentos cador de que la ontología esencialista y nor-
presentados por el autor. Mis reflexiones in- mativa del enfoque histórico-cultural fue de-
cluyen ejemplos de Argentina debido a que safiada (aunque no reemplazada) por una
es el caso que mejor conozco; ello implica ontología materialista, ecológico-funcionalista
un sesgo inevitable que espero que los cole- y propulsora de la racionalidad económica
gas de otros países sepan comprender. formalista generada por influencia del
Politis plantea que el enfoque histórico- procesualismo. En tal sentido, luego de la
cultural es el paradigma dominante en la re- adopción de la perspectiva procesual la na-
gión y que su hegemonía se sostiene en su turaleza de las explicaciones ya no fue la
habilidad para organizar registros arqueoló- misma de antes.
gicos diversos en unidades comparables, re- Los efectos del enfoque procesual fue-
sultando ser una poderosa herramienta des- ron más allá de las formulaciones concep-
criptiva. Aunque admite que este paradigma tuales y, como señala Politis, sus influencias
es distinto actualmente, pues se encuentra pueden verse hoy en los estudios de proce-
transformado por aproximaciones sos de formación del registro arqueológico,
procesuales y post-procesuales, sostiene que tafonomía, arqueología experimental y
las explicaciones ambientalistas y las inves- etnoarqueología. Otro desarrollo metodoló-
tigaciones orientadas por problemas no son gico en la arqueología latinoamericana, más
considerables como arqueología procesual silencioso pero no menos informativo, es el
sino como casos dentro del marco histórico- uso de la microscopía en el análisis de mate-
cultural. La razón propuesta es que la natu- riales arqueológicos para caracterizar sus
raleza de las explicaciones no ha variado sino procesos de producción, usos y depositación.

188 Arqueología Suramericana / Arqueologia Sul-americana 2(2):167-204, 2006


Esta región del paisaje metodológico, curio- socialmente relevante y políticamente acti-
samente visitada más por arqueólogas que va; (d) es un desarrollo teórico regional que
por arqueólogos en Argentina (e.g., Mansur reaccionó, tempranamente, contra la arqueo-
1983; Castro 1994; Alvarez 2004), es pro- logía procesual; y (e) se caracteriza por un
ducto de la escuela rusa centrada en la re- desproporcionado despliegue teórico y un
construcción de los procesos de trabajo en mucho menor desarrollo metodológico que
la prehistoria y que, ya en 1957, incluía com- permita aplicar la teoría a los casos arqueo-
paraciones etnográficas y experimentales lógicos concretos, lo cual limita fuertemente
(Semenov 1964). Pese a que dicho desarro- su utilidad. Coincido plenamente con esta
llo metodológico fue adoptado, posteriormen- caracterización.
te, en Estados Unidos (e.g. Keeley 1980) y Politis cita un buen número de trabajos
empleado desde una perspectiva básicamen- orientados hacia la caracterización de las
te procesual (lo que, presuntamente, lo haría relaciones entre control económico, ideolo-
más «importable» desde América Latina), y gía, poder y sus implicaciones sociales que
pese a su enorme potencial informativo su incluyen el análisis de la creación de meca-
impacto cuantitativo en América Latina ha nismos ideológicos de control como herra-
sido relativamente menor; esto se debe, po- mientas de dominación por elites Moche
siblemente, a problemas relativos a la adqui- (Castillo 1993) y la explicación de la genera-
sición de equipos y a la larga (y muchas ve- ción de desigualdad y poder político a partir
ces árida) formación requerida para nave- del control de medios de producción y del
gar en este campo. Sin embargo, insisto en intercambio de bienes en el área valliserrana
mencionar esta metodología porque los apor- del noroeste Argentino (Pérez 2000). Estos
tes ya logrados por nuestros/as colegas me- trabajos son considerados por Politis en la
recen reconocimiento y porque el recorrido categoría conceptual de «economía política»
por el paisaje microscópico resulta sumamen- cuando, en mi opinión, son ejemplos de algu-
te útil para generar bases de datos arqueoló- nos de los casos más fructíferos de arqueo-
gicas cada vez más sólidas y menos espe- logía social. Por supuesto, el problema no es
culativas. la «etiqueta» de la categoría sino sus
Me interesa particularmente notar que al implicaciones conceptuales. Mi sensación es
dar cuenta del paisaje teórico latinoamerica- que esta distinción se debe a que la arqueo-
no Politis ha quebrado la progresión lineal logía social sea asociada, habitualmente, con
«histórico-cultural/procesual/postprocesual» el marxismo ortodoxo dogmáticamente apli-
mediante la cual se caracteriza, habitualmen- cado, lo cual genera una definición restringi-
te, la historia reciente de la teoría arqueoló- da de este campo teórico que no termina de
gica; en cambio, traza un mapa más com- dar cuenta de su variedad interna, a pesar
plejo que incluye, simultáneamente, varios de que ella es reconocida por Politis; quizás
caminos parcialmente sucesivos, paralelos y sea por eso que el autor localiza estos traba-
entrecruzados. De esta manera incluye en jos en una categoría distinta. La arqueología
su cartografía a la arqueología social, pers- social puede concebirse más ampliamente,
pectiva habitualmente «invisible» en los tra- no sólo incluyendo aquellos trabajos densa-
bajos de síntesis de teoría arqueológica. mente teóricos y de poca aplicación a la evi-
Politis sostiene que este marco (a) no es un dencia (que existen y que limitan el enfoque,
corpus unificado de teoría; (b) se asocia a como señala Politis) sino, también, aquellos
formas de pensamiento marxistas y mate- que han avanzado hacia el desarrollo de de-
rialistas-históricas; (c) enfatiza la importan- finiciones operativas de aplicación concreta
cia de que la práctica arqueológica resulte al análisis de casos arqueológicos de socie-

El panorama teórico en diálogo 189


dades estratificadas e, incluso, de cazado- rica. El diálogo entre ambas sería sumamente
res-recolectores y que vienen demostrando interesante.
el valor y el potencial de esta perspectiva. El artículo también menciona los desa-
Politis plantea que la arqueología rrollos de algunas áreas temáticas como la
postprocesual es marginal en gran parte de zooarqueología y la arqueología histórica, cla-
Latino América y que ello resulta sorpren- ramente florecientes en la región; sin em-
dente porque el enfoque contiene aspectos bargo, el paisaje teórico pintado por Politis
de interés para muchos arqueólogos de la carece de referencias a la arqueología del
región. Sin embargo, Politis apunta hacia dos arte rupestre. Esta área es digna de men-
elementos que dan cuenta de esta situación: ción porque la región ha gestado una tradi-
(a) la falta de herramientas metodológicas ción académica analítica sólida y temprana
que permitan su aplicación en contextos con que no importó, de manera acrítica, teorías
bases de datos incompletas; y (b) el de países centrales sino que generó pers-
relativismo extremo propuesto por algunos pectivas conceptuales originales e hipótesis
autores postprocesuales. Al practicar el sano propias orientadas hacia problemáticas lo-
ejercicio de historizarse a sí mismas, cales (e.g., Sujo 1975; Núñez 1976; González
enfatizando su propia subjetividad, las pos- 1977; Gradín y Schobinger 1985; Aschero
turas postprocesuales han generado tal dis- 1988).
tancia con los sujetos de estudio que termi- Finalmente, coincido con el autor en que
nan elaborando discursos autoreferentes que el desarrollo de la teoría arqueológica en
enfatizan el proceso de «construcción del pa- América Latina se ve limitado por nuestra
sado» desde el presente, dejando en un se- situación neocolonial. En un mundo de bi-
gundo plano la agencia de las personas del bliotecas despobladas la lectura de literatura
pasado y su contribución fundamental en la actualizada depende, principalmente, de
construcción de los hechos. Este efecto pa- nuestras iniciativas personales y de la soli-
radójico choca con el bienvenido interés de daridad entre colegas que socializan la bi-
esta perspectiva de generar una arqueolo- bliografía que poseen: vivimos en el reino de
gía crítica, multivocal y socialmente compro- la fotocopia. Conjuntamente con estas con-
metida; si la perspectiva es multivocal siem- diciones materiales la situación de dependen-
pre debería abrir un espacio para aproximarse cia genera «subordinación intelectual y falta
a las voces del pasado, no exclusivamente a de confianza en su/[nuestro] propio poten-
las múltiples voces del presente. A esto se cial de investigación» (Politis 2003:260). Sin
suma el hecho de que el interés por enfati- duda. Queda en nuestras manos aumen-
zar los efectos sociales de la arqueología en tar la visibilidad internacional de la arqueolo-
el presente es compartido (con ciertas dife- gía latinoamericana, estimulando el debate
rencias) con la arqueología social. Como in- analítico y respetuoso (como en este espa-
dica Politis en América Latina esta perspec- cio de reflexión) que permita revalorizar
tiva ya había planteado la necesidad de de- nuestra producción teórico-metodológica y,
sarrollar una arqueología políticamente com- simultáneamente, acrecentar su calidad para
prometida antes de que el enfoque post- que los colegas de otras regiones visiten las
procesual fuese importado a la región. Es variadas geografías de nuestros paisajes
posible que parte de la marginalidad de este conceptuales más asiduamente en vez de
enfoque también se deba a que algunos de «carroñear» nuestros datos (sensu Politis).
sus elementos son compartidos por otra pers-
pectiva que, aunque tampoco es dominante,
tiene una historia más larga en Latino Amé-

190 Arqueología Suramericana / Arqueologia Sul-americana 2(2):167-204, 2006


Oponencia 6: Comentario de los arqueología no hace parte de la misma es-
artículos de Gustavo Politis The cuela histórico-cultural y procesual que aún
theoretical landscape and domina la corriente arqueológica en el conti-
methodological development of nente; me parece necesario empezar a cues-
tionar esta división maniquea entre dos partes
archaeology in Latin America y
constitutivas que, lejos de estar separadas, se
Tendencias de la etnoarqueología
auto-definen entre sí para proponer o, al me-
en América Latina. O. Hugo nos, pensar maneras más imaginativas de rom-
Benavides (Fordham University). per este legado estructural que limita (al mis-
Ambos trabajos presentan una importante mo tiempo que define) los objetivos y proyec-
contribución a nuestro entendimiento de la tos de la arqueología en este nuevo milenio.
arqueología en América Latina y elucidan la El segundo punto se relaciona al primero
gran trayectoria de Gustavo Politis en el aná- y tiene que ver con las nuevas adaptaciones
lisis de la disciplina arqueológica en nuestro que arqueólogos y proyectos arqueológicos
continente. Por ende antes de proponer mis han tenido que hacer en aras de adaptarse a
comentarios en franca esperanza de diálogo las formas cambiantes de nuestro mundo
y construcción crítica quisiera felicitar a Politis globalizante; me refiero, específicamente, a
por sus análisis e impresionante contribución. la gran cantidad de proyectos de rescate
Como bien reconoce Politis muchas de las arqueológico financiado por empresas petro-
generalizaciones y conclusiones de sus argu- leras transnacionales y la espinosa situación
mentos son resultado de sus propios intere- política que ese apoyo implica para los
ses profesionales y limitación geográfica y arqueólogos. Esta situación no es nueva pero
académica; no podría ser de otro modo. Por refleja una vieja tradición colonial caracteri-
esa misma razón muchas de mis discrepan- zada por el hecho de que los arqueólogos
cias también se originan en mi visión andina han pertenecido, mayoritariamente, a las cla-
(y periférica dentro de esa visión andina) y en ses medias y altas de sus países de origen.
mi participación en la academia norteameri- La cuestión central sería cómo proponer una
cana durante la última década. De esta ma- nueva manera de investigar el pasado que
nera en vez de insistir en estas discrepancias no continúe contribuyendo a la explotación
menores me gustaría realzar dos puntos ge- ideológica de nuestro pasado y que tampoco
nerales que, espero, contribuyan a fortificar caiga en una demagógica afiliación a identi-
el continuo (y necesario) diáologo entre dades esencializantes de indígenas como si
arqueólogos en el continente. ellas fueran las unicas auténticas o nativas
El primer punto tiene que ver con la insis- del continente.
tencia descriptiva de ambas contribuciones, De este modo me parece importante ex-
particularmente cuando una de ellas tiene pandir el análisis inicial de Politis en ambos
como objetivo central definir el panorama teó- artículos para considerar estos dos puntos
rico en el continente. Como bien ha demos- específicos: ¿cómo interpretamos o analiza-
trado en varios otros artículos anteriores Politis mos el legado teórico de la arqueología en
es muy capaz y hábil en entretener muchos América Latina cuando nuestra interpreta-
de los elementos teóricos, socio-políticos y ción (por razones epistemológicas y
económicos que han contribuido al desarrollo heurísticas) está inscrita en las mismas co-
de la arqueología en América Latina. De este rrientes que buscamos interpretar? Al mis-
modo me pregunto si el interés o, inclusive, la mo tiempo debemos considerar cómo incor-
necesidad de continuar manteniendo una di- poramos las nuevas contribuciones y dificul-
visión positivista entre teoría y método en la tades ideológicas de una globalización

El panorama teórico en diálogo 191


postmodernizante que continúa distancian- este aspecto, estoy básicamente de acuerdo
do a arqueólogos, indígenas y otras pobla- con la mayoría de las ideas expresadas por
ciones nacionales. El futuro del pasado (y el Verdesio, Fiore, Benavides y Navarrete.
del continente) depende mucha de éstas y Estos autores, desde sus posicionamientos
otras consideraciones similares. temáticos y perspectivas teóricas, han enri-
quecido un debate que sin duda es
Réplica: Más sobre los paisajes multidimensional e intersecta varios planos.
teóricos de América Latina. Una Benavides propone algunas preguntas
respuesta con bastantes acuerdos, desafiantes para expandir el debate. Por otro
ciertos desacuerdos y algunas lado hay dos contribuciones que no discuten
directamente las ideas expresadas en mis
reflexiones tardías. Gustavo Politis
artículos pero que desarrollan algunas líneas
(CONICET-Universidad del Centro mencionadas en ellos. Funari y Rambelli re-
de la Provincia de Buenos Aires y sumen y analizan los aspectos sobresalien-
Universidad de La Plata). tes de la arqueología histórica y subacuática
Antes de desarrollar algunas ideas surgidas a en América Latina, dos especialidades de
partir de los comentarios a mis artículos de- creciente interés en la región, mientras que
seo agradecer a los colegas que los hicieron, Navarrete hace una apretada síntesis de la
tanto por la valoración positiva de mis aportes arqueología en Venezuela y analiza su con-
como por la calidad de sus consideraciones. texto socio-político. Con respecto a ambas
Esta discusión, que trata sobre las diferentes contribuciones no tengo nada que agregar:
visiones con las cuales analizamos el presen- ellos son los expertos y mi conocimiento so-
te político y conceptual de la arqueología en bre esos temas es limitado.
América Latina, refleja la madurez de la dis- Quizás el comentario más critico es el
ciplina en la región, la que, no sin contradic- que viene de Santiago Mora. Aquí creo que
ciones, parece imponerse sobre las agendas o no me he hecho entender bien o estamos
personales, las actitudes hegemónicas y el hablando de cosas diferentes. Mora cues-
exhibicionismo académico. tiona mi falta de definición sobre lo que es la
Los comentaristas han acordado, en ge- arqueología latinoamericana y mi escepticis-
neral, sobre la visión que presenté sobre las mo acerca de la utilidad del término, sobre
principales tendencias teóricas contemporá- todo si se busca definir teórica y
neas de la arqueología latinoamericana y de conceptualmente a la disciplina en la región
sus componentes políticos e implicancias (no así en términos de ubicación geopolítica,
sociales. Sobre este punto, salvo algunas en donde yo sí creo que los diferentes países
excepciones (Fiore, por ejemplo), no ha ha- latinoamericanos tienen una situación simi-
bido discrepancias significativas; sin embar- lar). Lo que quiero decir, lo que intenté ex-
go, lo que ha generado más debate son los presar en mis artículos, es que teóricamente
aspectos socio-políticos de la disciplina y su la arqueología latinoamericana es muy diver-
doble condición: ser una ciencia de origen sa y se ha desarrollado a partir de diferentes
colonial y de esencia colonialista pero prac- orígenes. Esto, junto a las particulares tra-
ticada en América Latina por científicos co- yectorias socio-políticas historias en las cua-
lonizados. La situación geopolítica de Amé- les ha ido cristalizando, ha producido praxis
rica Latina y su influencia en la producción arqueológicas distintas. Creo que en el artí-
del conocimiento es, me parece, lo que ha culo de American Antiquity esto queda bien
incentivado las reflexiones que se desarro- reflejado. En otras palabras, si hay algo que
llaron en los comentarios precedentes. En une a las diferentes arqueologías de la re-

192 Arqueología Suramericana / Arqueologia Sul-americana 2(2):167-204, 2006


gión no es su marco conceptual ni la praxis riana. Una parte importante de la arqueolo-
arqueología en cada país sino su dimensión gía que se desarrolla en la Universidad de
política, su contexto neo-colonial y su depen- Buenos Aires (Argentina) tiene muchos más
dencia teórica. En ese artículo quise reflexio- similitudes teóricas y metodológicas con la
nar centralmente sobre el paisaje teórico de arqueología de varias universidades de los
la arqueología ya que sobre los aspectos so- Estados Unidos que con cualquier otra uni-
cio-políticos ya lo había hecho en varias opor- versidad de Argentina. Obviamente, estos
tunidades (e.g., Politis 1995, 2001). Mi vi- ejemplos simplifican realidades bastante más
sión se contrapone a una bastante popular, complejas. La arqueología que se practica
sobre todo desde los países centrales (EEUU en una determinada universidad o centro de
en primerísimo lugar), de que hay una ar- investigación no es teóricamente monolítica
queología más o menos semejante en Amé- y uniforme y siempre se pueden encontrar
rica Latina y que es, además similar a la excepciones o líneas de pensamientos alter-
mejicana o a la peruana. Hace más de 25 nativas pero es claro que hay instituciones
años el arqueólogo hispano-mejicano José que tienen tendencias definidas que marcan
Luis Lorenzo hizo una crítica a esta visión la agenda arqueológica que se practica en
en un famoso artículo cuyo título era más ellas; en este sentido las agendas de Los
que elocuente: Archaeology south of río Andes y Pittsburgh son próximas entre sí.
Grande (Lorenzo 1981). Mora expresa que Por ultimo, Mora expresa que «Autores
«A pesar de que muchos autores, como el como Politis (2003:130) resaltan las dificul-
mismo Politis, se niegan a definir la arqueo- tades que puede acarrear la falta de una
logía latinoamericana la crean al hablar de masa crítica que contribuya a generar avan-
ella y dedicarle un buen número de páginas» ces significativos; Oyuela (1994) en el pasa-
y aquí seguimos sin entendernos. Creo que do había sugerido ideas semejantes». Sin
no la defino porque, en general, la definición embargo, yo creo lo contrario, como lo ex-
de fenómenos tan complejos reduce su va- preso en mi artículo: «Se ha señalado que la
riabilidad a pocas palabras y los simplifica falta de tendencias significativas hacia el
en exceso y porque, además, prefiero pre- desarrollo de teoría arqueológica inspirada
sentar su múltiples variantes y desarrollos localmente se debe a la ausencia de una masa
(como intenté hacerlo en el artículo) más que crítica de investigadores. Esta posición su-
subsumirla a una definición. Pero, por su- giere una regla matemática curiosa por la
puesto, esto no implica que no creo que exis- cual es necesario un número particular de
ta. No es que yo u otros autores la «cree- arqueólogos para sostener un umbral míni-
mos» al hablar de ella y dedicarle paginas; mo de productos teóricos» y luego explico
existe por su propio peso específico. Sólo cuáles son las causas profundas de esta fal-
que en términos de teorías, métodos y con- ta de «de teoría arqueológica inspirada lo-
ceptos parece ser una unidad de análisis de calmente».
poca utilidad. Quizás algunos ejemplos pue- De todas maneras, es útil la reflexión que
dan ayudar a echar algo de luz sobre esta Mora ha generado y sin duda ataca un pun-
idea. En términos teóricos la arqueología que to central en el debate. ¿Nos asemejamos
colectivamente se practica en la Universi- los arqueólogos latinoamericanos por una
dad de los Andes (en Bogotá) está mucho historia común, por una situación socio-polí-
más cerca de la de la Universidad de tica similar o por compartir problemas de in-
Pittsburgh o de varias otras universidades vestigación (y de los otros)? O, por el con-
norteamericanas que de cualquier otra uni- trario, ¿nos cobijamos dentro del paraguas
versidad colombiana, venezolana o ecuato- latinoamericano porque tenemos una praxis

El panorama teórico en diálogo 193


arqueológica parecida y marcos conceptua- La otra omisión a la que alude Fiore es
les comparables? Yo creo que la primera más grave: es cierto, el arte rupestre no está
pregunta es la de respuesta positiva pero, presente en el artículo de American Antiquity
sin duda, la complejidad del problema y la y debería estar pues es un tema que tiene
subjetividad esencial que impregna este tipo una trayectoria en la región y en el cual los
de análisis da lugar a varias respuestas, nin- arqueólogos latinoamericanos han realizado
guna de ellas totalmente falsa ni totalmente contribuciones. En el arte rupestre se han
verdadera. realizado algunos aportes significativos so-
En un contexto general de coincidencia bre temas ideacionales y sociales. Al res-
Fiore ha planteado algunas divergencias in- pecto sólo me queda agregar que en los pri-
teresantes. En primer lugar agrega algunos meros borradores de mi articulo había inclui-
desarrollos metodológicos que no tuve en do algunos párrafos sobre arte rupestre pero
cuenta y se refiere, explícitamente, al uso de que en sucesivas podas para ajustarme a las
la microscopía en el estudio de los materia- páginas que me fueron dadas se fueron re-
les líticos. Obviamente este tipo de análisis duciendo hasta desaparecer. Injusta desapa-
es altamente informativo y de gran utilidad rición de la que ahora me arrepiento. Por
para la interpretación arqueológica; sin em- último Fiore discrepa conmigo en el papel
bargo, su desarrollo no es aun comparable, que yo creo se ha asignado al ambiente en el
ni en cantidad de producción, ni en número cambio cultural, tanto en la corriente históri-
de investigadores, ni en el impacto que tie- co-cultural como en la procesual. A lo que
nen en la arqueología de la región, con los me refiero es que la explicación ambiental
otros tres que he citado en el texto. El uso fue, en ambas tendencias, un factor causal
de microscopía para los estudios líticos, al importante, aunque cada una de ellas elabo-
igual que los análisis de isótopos estables para ró en su seno, de manera distinta, como se
dieta o la arqueología experimental (no mi- articuló en los procesos culturales. Estoy de
croscópica), son, sin duda, avances signifi- acuerdo con Fiore en que las ontologías de
cativos pero aún no han alcanzado, en la cada escuela asumieron este factor causal
mayoría de los países latinoamericanos, la de manera diferente y, en términos genera-
representatividad que tienen, por ejemplo los les, coincido con su caracterización pero
estudios zooarqueológicos –e.g., la reciente ambas usaron eso que se llama «ambiente»
compilación de trabajos en Guzmán et al., con demasiada frecuencia y mecánicamen-
eds. (2003) y en Mengoni, ed. (2004)— o la te para explicar el cambio cultural (aunque
etnoarqueología –e.g., la síntesis de Politis debo reconocer que los arqueólogos históri-
(2004) o el conjunto de artículos, la mitad de co-culturales también echaron mano de la
autores mejicanos, editado por Williams «difusión», cosa que el procesualismo tiró por
(2005). Con esto no quiero restar ningún la borda). En fin, no tengo claro si hay dis-
mérito a los análisis microscópicos ni cali- crepancias en este punto o estamos girando
dad u originalidad al trabajo en este tema; sobre lo mismo.
sólo digo que todavía son pocos y que no Otros comentarios que recibí de colegas
constituyen aún un desarrollo fuerte en la latinoamericanos merecen una mención. En
región. De hecho, los tres ejemplos femeni- varios casos la crítica fue que tal o cual re-
nos que cita Fiore son de la Patagonia, que gión (América Central, por ejemplo) o tema
es, probablemente, la única parte de estaba sub-representado. A esto sólo puedo
Latinoamérica con tantos especialistas en el contestar que el artículo era una síntesis que
estudio microscópico de restos líticos. traté de hacer de la forma más equilibrada
posible pero asumiendo los sesgos de mis

194 Arqueología Suramericana / Arqueologia Sul-americana 2(2):167-204, 2006


intereses, mi formación y mi experiencia y También se han publicado algunos libros
del acceso a la bibliografía. Era imposible con manifiesta intención teórica como la tra-
tratar en detalle todos los temas y todas las ducción al inglés (con algunos artículos nue-
corrientes de pensamiento. Otra crítica fue vos y otros actualizados) de las Actas de la
realizada por Myriam Tarragó (2004) en el Primera Reunión de Teoría Arqueológica en
Congreso Nacional de Arqueología Argenti- América del Sur (Funari et al. 2005). Este
na sobre mi opinión de que la mayoría de la volumen, publicado por una conocida edito-
arqueología hecha por latinoamericanos en rial norteamericana de libros de arqueolo-
el área andina, a pesar de avances gía, supuestamente le dará una mayor visibi-
metodológicos importantes, del refinamien- lidad a los aportes teóricos de los arqueólogos
to analítico y del renovado planteamiento de sudamericanos. La publicación de varios
problemas, aún mantenía el esencialismo his- volúmenes con los trabajos de la Segunda y
tórico-cultural. Tarragó tiene una visión dis- de la Tercera Reunión de Teoría Arqueoló-
tinta sobre este aspecto que ve a la mayoría gica en América del Sur (Curtoni y Endere,
de la arqueología del área andina superando eds., 2003; Politis y Peretti, eds., 2004;
los esquemas histórico-culturales de déca- Williams y Alberti, eds., 2005; Haber, ed.,
das pasadas y embarcada en nuevas corrien- 2005) también constituye un aporte intere-
tes teóricas. Queda a los investigadores in- sante a la conformación del paisaje teórico
teresados en la arqueología andina juzgar por regional. Por último, el inicio de la publica-
ellos mismos cuál de las dos visiones es la ción de Arqueología Suramericana ha abier-
más acertada. to un espacio inédito en la región para la dis-
Desde que envié el artículo a American cusión teórica y política. El esfuerzo grande
Antiquity a principios de 2002 hasta ahora se de los editores por mantener una periodici-
han publicado algunos nuevos trabajos intere- dad de dos números al año sin duda ayuda a
santes y se han producido algunos eventos que un debate intra-regional ágil y sostenido.
merecen un comentario. Ninguno de estos re- Además de estas publicaciones se ha
sultó, para mí, en una cambio significativo del incrementado el proceso de desconstrucción
paisaje teórico de la arqueología en América de las arqueologías locales y se ha
Latina ni de su contexto político-social pero sí revitalizado el estudio de las historias de las
insinúan algunas modificaciones en varios arqueologías nacionales mediante aproxima-
sentidos. Uno de estos es el de la arqueología ciones críticas. Entre varios trabajos mere-
del género, un área temática de creciente po- cen destacarse tres libros de reciente apari-
pularidad en el mundo en la cual veía que la ción. Uno es un análisis histórico y crítico de
arqueología latinoamericana no se había aún un período que va del comienzo del pensa-
embarcado decididamente; sin embargo, en miento arqueológico en Venezuela hasta el
esta década se han iniciado algunos progra- siglo XIX (Navarrete 2004). El segundo es
mas de investigación en México, Argentina y una historia erudita y completa de la arqueo-
Brasil en los cuales la perspectiva de género logía colombiana (Langebaek 2003), com-
tiene un papel central (ver algunos ejemplos en plementada en un artículo (Langebaek 2005)
Williams y Alberti, eds., 2005). El reciente es- en donde discute las aproximaciones teóri-
tudio de la estatuillas antropomorfas Marajoara cas más reciente. El tercero es el libro de
realizado por Schaan (2001) o el de Lazzari Mario Consens (2003) que da una mirada
(2003) sobre las visiones relacionales en la ar- distinta, crítica y desafiante de la construc-
queología del noroeste argentino también son ción y de la situación actual de la arqueolo-
ejemplos interesantes. gía uruguaya. Todos estos libros, más varios
artículos que abordan otras arqueologías lo-

El panorama teórico en diálogo 195


cales (e.g., Angelo 2005), son ejemplos de tes; salvo un puñado de menciones (la inmen-
una tendencia reflexiva desde la periferia, sa mayoría de ellas, además, de trabajos publi-
desde una perspectiva crítica y consciente cados en inglés en USA o Inglaterra) podría-
de la situación neocolonial del contexto lati- mos decir que están totalmente ausentes.
noamericano y de su consecuencia en la Este ejemplo merece cierto análisis por
generación y validación del conocimiento. que desnuda, cabalmente, la invisibilidad que
Recientemente se ha publicado un libro en el Primer Mundo (en este caso, además, la
español que tendrá impacto en la arqueología única porción del Primer Mundo que habla
de América Latina (a pesar que los precios de castellano y para la cual el idioma no es ba-
editorial Crítica lo hacen imposible para estu- rrera ni excusa) da al pensamiento teórico,
diantes). Me refiero a la contribución del in- conceptual o crítico de la arqueología latinoa-
vestigador español Víctor Fernández (2006) mericana. Esto es lo que varios de los co-
Una arqueología crítica. Ciencia, ética y mentaristas (Mora, Navarrete y Verdesio) han
política en la construcción del pasado. En puesto también sobre la mesa. El libro de
este volumen Fernández realiza una acabada Fernández es erudito y refleja tanto un gran
síntesis de las corrientes críticas mas popula- trabajo de lectura (¡697 referencias bibliográ-
res: la neomarxista, la feminista/de género y la ficas!) como su capacidad analítica y reflexi-
postcolonial/multicultural a partir de un pensa- va. No hay duda de ello, como tampoco de su
miento fundamental: «...puesto que el ideal de posición ética y política. Sin embargo, hay
la objetividad en el conocimiento social es inal- ausencias significativas en el libro que son sólo
canzable —y hasta indeseable por su identifi- explicables a la luz de la teoría postcolonial, la
cación ideológica con el escencialismo moder- que la tan agudamente presenta en el capítu-
no al servicio de las posiciones hegemónicas lo 6. Uno de estas es el tratamiento que da a
dominantes— sería en otros terrenos, además la «arqueología social latinoamericana», la úni-
del puramente racional o empírico, donde se ca «escuela» teórica reconocida, con cierto
debería juzgar la validez científica: el ámbito consenso, como de origen y desarrollo regio-
moral y el político» (Fernández 2006:13). En nal. Fernández resume y analiza esta corrien-
concordancia con esta idea el autor pone en el te basándose en la visión norteamericana de
mismo plano para la validación del conocimiento la misma y para ello se apoya, casi exclusiva-
y la legitimación del saber a la ciencia, la ética mente, en los trabajos de McGuire (1992;
y la política. A lo largo de todo el libro se McGuire y Navarrete 1999) y de Patterson
desconstruyen las pretensiones universalistas (1994, 1995). Este análisis se complementa
de los paradigmas dominantes en arqueología con algunos comentarios postreros de los tra-
durante el siglo XX: el funcionalismo y el evo- bajos fundacionales de esta corriente (Lum-
lucionismo. Fernández adopta una posición éti- breras 1974; Sanoja y Vargas 1974) o de sus
ca de la arqueología a la que, asumiendo su versiones remozadas (Vargas y Sanoja 1999;
origen colonial y conservador, quiere transfor- Bate 1998). Sin embargo están completamente
mar en una disciplina emancipadora. Con una ausentes en el libro la discusión y la crítica
actitud militante pretende que la arqueología que los mismo latinoamericanos hemos he-
transforme la realidad y sirva, sobre todo en cho de esta corriente, de sus alcances y de
los países del Tercer Mundo, en los países sub- su valoración (e.g., Politis 1995, 2003; Vásquez
desarrollados, para reducir las enormes des- 1996; Oyuela et al. 1997; Fournier 1999;
igualdades sociales que en ellos existen; sin Benavides 2001; Tantaleán 2004; Valdéz
embargo, paradójicamente las voces de los 2004). La arqueología social latinoamericana
arqueólogos del Tercer Mundo o, al menos, del es una corriente original de pensamiento que
Tercer Mundo latinoamericano están ausen- ha sido debatida en la región, con posiciones

196 Arqueología Suramericana / Arqueologia Sul-americana 2(2):167-204, 2006


a favor o en contra, y esta discusión ha sido de lo que aquí me acuso y disculpo»
mas crítica y con muchos más matices que la (Fernández 2006:210-211). Sin embargo, este
visión un tanto romántica que tienen de ella exceso de honestidad no alcanza para per-
Patterson y McGuire (asimilándola a la rebe- mitirnos comprender porqué no dedicó algu-
lión comprometida del Che Guevara). No nas horas a recorrer los estantes de las bi-
parece justo que la multiplicidad de voces de bliotecas españolas en donde están allí, to-
los latinoamericanos quede reducida a la voz das juntas, las publicaciones de los países de
de algunos norteamericanos. Las omisiones América Latina para ver si encontraba al-
siguen en otros lugares, siendo una de las más guna idea interesante digna de discutir en su
notorias la de los aportes de Gnecco a la dis- libro. La respuesta no puede encontrarse en
cusión de la arqueología postcolonial y al la actitud individual de Fernández, sin duda
multiculturalismo. Este autor ha tenido una un científico socialmente comprometido, sino
producción prolífica y pionera en el tema (e.g., en la misma teoría postcolonial y en el popu-
Gnecco 1999a, 1999b) desde una posición lar concepto de saber-poder mediante el cual
original publicando, incluso, en revistas espa- el primero es transformado por el segundo.
ñolas (Gnecco 1995). También es sintomáti- Claramente, como lo debaten varios de los
co que los pocos autores latinoamericanos comentaristas (Verdesio, Navarrete, Mora),
sean citados sólo con base en sus trabajos en las ideas de los latinoamericanos en el deba-
revistas o libros anglosajones. Uno de los ca- te mundial siguen caminos laberínticos que
sos notorios es el del equipo Argentino de están intersectados (¡y minados!) por la po-
Antropología Forense (EAAF), un referente sición hegemónica del Primer Mundo. El li-
mundial en la materia, cuya única mención se bro de Fernández confirma, amargamente,
basa en un trabajo publicado en Londres las palabra de Santiago Mora en los comen-
(Doretti y Fondebrider 2001), omitiéndose tra- tarios: «Parece ser muy atractivo para la
bajos más completos y relevantes publicados arqueología internacional escuchar las vo-
en español (e.g., Cohen 1991; Da Silva 2001). ces (con cierta preferencia por el lamento)
Pareciera que si no está publicado en inglés del último cazador recolector, pescador u hor-
el pensamiento de los latinoamericanos no ticultor que recuerda la historia de sus ante-
existiera. pasados y a la cual se pueden asociar algu-
Toda esta crítica sería irrelevante sino nos materiales arqueológicos; no parece in-
fuera porque el autor tiene un visión tan pro- teresarles tanto, por otro lado, una discusión
gresista y porque son conocidas y respeta- sobre la construcción de las historias nacio-
das sus posiciones éticas y políticas, social- nales o la exploración que hacen los
mente comprometidas. Sorprendentemente, arqueólogos latinoamericanos de los mismos
al final del volumen reconoce su sesgo temas que ellos trabajan”. Lamentablemen-
anglófilo en un frase harto elocuente: «Se te la producción científica latinoamericana
habrá observado en el libro un claro predo- en arqueología cotiza en baja en los merca-
minio de las publicaciones anglosajonas, lo dos del Primer Mundo y, por lo tanto, no pa-
que se debe, por un lado, a que los autores rece valer la pena detenerse en ella.
que escriben en inglés tienden a resumir y Algunos hechos están transformando la
divulgar su trabajo en mayor medida que los praxis arqueológica latinoamericana y, segu-
de otras lenguas y a que las aproximaciones ramente, tendrán consecuencias muy visi-
críticas tiene gran predominancia entre ellos, bles en los próximos años. Varios países han
pero también al estatus hegemónico de su avanzado con legislaciones en materia de
lengua, cuyo seguimiento por mí contradice, patrimonio arqueológico en varios sentidos
claramente, algunos de los fines de esta obra (algo que Verdesio reclama, con toda razón,

El panorama teórico en diálogo 197


aunque no en la misma dirección que él pro- vestigaciones de los arqueólogos extranje-
pone). En Argentina, por ejemplo, se ha pro- ros en Perú pero deben ser llevadas a cabo
mulgado una nueva ley (la numero 24.743/ éticamente y respetando los derechos inte-
03) que legisla, entre otras cosas, sobre los lectuales de los profesionales peruanos y la
permisos de investigación y sobre la propie- preservación del patrimonio cultural del
dad de las colecciones. Aunque la ley no ha país». Pero es cierto que la actitud
contemplado, en ningún caso, la voz de los hegemónica de algunos investigadores de
indígenas algunas legislaciones provinciales países centrales y el poder que les dan los
han tratado de remediar esta falta. Lenta- recursos con los que cuentan, sobre todo en
mente los pueblos originarios comienzan a regiones pauperizadas, ha llevado a situacio-
ser tenidos en cuenta en la gestión del patri- nes asimétricas e injustas, subordinando y
monio arqueológico y en algunos lugares (muy devaluando a los arqueólogos locales. Méjico
pocos aún), como en San Pedro de Atacama tiene una larga tradición de trabajos en co-
(Chile), tienen un rol central en la asignación operación con USA y ha desarrollado me-
de permisos para investigar. Además, en el canismos para lograr una interacción más
XV Congreso Nacional de Arqueología Ar- justa y balanceada. La arqueología peruana
gentina se produjo un documento denomina- ha reaccionado ante ciertos excesos y ha
do «Declaración de Río Cuarto» (Arqueo- reflotado, recientemente, una vieja ley que
logía Suramericana 1(2):287-293) que sien- protege a los investigadores locales y obliga
ta las bases para establecer un diálogo entre a los extranjeros a revalidar sus títulos pro-
los arqueólogos y los pueblos originarios fun- fesionales en Perú. Todo esto ha traído una
dado en el respeto mutuo. cantidad de inconvenientes para los investi-
El reciente reclamo, que tomó estado gadores foráneos, incluso para quienes du-
público, de Ruth Shady acerca de la apro- rante muchos años han trabajado en el país
piación intelectual que Jonathan Haas y de manera simétrica y respetuosa con sus
Winifred Creamer habrían hecho de sus re- colegas peruanos y han tenido una actitud
sultados de investigación del Proyecto Ar- ética irreprochable (¿será este un ejemplo
queológico Caral, pone de nuevo en el eje insospechado de «daño colateral»?). A pe-
del debate lo que ha sido llamado «imperia- sar de lo injusta que pueda parecer la aplica-
lismo académico». Este es otro de los múlti- ción de esta ley en varios casos y de las tra-
ples derivados de hacer ciencia en la peri- bas indeseadas que pueda ocasionar para el
feria. Está claro que la mayoría de los desarrollo de algunos proyectos arqueológi-
arqueólogos latinoamericanos pretende in- cos es un signo tangible para tratar de redu-
vestigar en comunidades científicas abier- cir las asimetrías existentes.
tas, interactuando con colegas extranjeros y, Quiero cerrar estas reflexiones con uno
eventualmente, llevar a cabo proyectos en de los párrafos de los comentarios que más
cooperación con ellos. Las ventajas de es- me impactó. Es el de Navarrete, quien ex-
tas investigaciones conjuntas son múltiples presa que «Nos posicionamos ‘allá’ para
y, si están bien planteadas, benefician mu- hablar de ‘acá’, nos convertimos en un ‘otros’
cho a ambas partes. Además, sería un error para hablar de ‘nosotros’ al ubicarnos en el
caer en el «chauvinismo arqueológico» de discurso, práctica y sistema institucional
cerrar las fronteras a investigadores extran- anglófono al discurrir a la altura de una au-
jero de buena fe y pretender hacer una ar- diencia internacional. Tratamos de reivindi-
queología latinoamericana cerrada y auto- car la arqueología latinoamericana pero he-
referenciada. Como ha expresado Ruth mos tenido influencia y hemos sido forma-
Shady (2005) «No nos oponemos a las in- dos desde el centro; como consecuencia, nos

198 Arqueología Suramericana / Arqueologia Sul-americana 2(2):167-204, 2006


evaluamos en desigualdad de posibilidades». conocemos los legítimos derechos de los
Aquí se expresan, nítidamente, algunas de pueblos originarios y de sus reclamos pero
las contradicciones principales de los nos cuesta admitir sus decisiones a la hora
arqueólogos latinoamericanos. Nos sentimos, de excavar un sitio o de gestionar un permi-
con absoluto derecho y razón, subordinados so. Decimos estar involucrados con la co-
a sistemas político-económicos mundiales munidad pero escribimos cada vez más
pero no logramos romper esta dependencia, crípticamente, sólo para nosotros mismos.
ni siquiera en el campo disciplinar. Preten- Quizás el principio de la transformación de
demos tener pensamiento propio y original la arqueología latinoamericana hacia una
pero seguimos, prolijamente, una agenda teó- disciplina útil y comprometida, interactuando
rica marcada afuera. Intentamos formar con el mundo pero teóricamente autónoma
alumnos involucrados ética y temáticamen- y sensible hacia los derechos indígenas, sea
te en problemas latinoamericanos pero pri- comenzar a superar nuestras propias con-
vilegiamos los postgrados extranjeros. Re- tradicciones.

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