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Descubriendo Bitcoin Un Viaje Real Al Interior de La Moneda Virtual PDF
Descubriendo Bitcoin Un Viaje Real Al Interior de La Moneda Virtual PDF
Entre uno y otro extremo se encuentran aquellas personas sin prejuicios de base, capaces de
analizar ventajas e inconvenientes, y que pueden ver en Bitcoin un elemento que revolucione
la forma en que intercambiamos dinero.
Pero la mayoría de estas personas no saben en realidad para qué sirve, ni cómo se usa. Y este
segmento es la clave del éxito de cualquier innovación, porque son los que arrastrarán al resto
de la sociedad a su adopción global, o la enterrarán en el olvido.
Siendo realistas, es poco probable que un porcentaje relevante de nuestra sociedad adopte
Bitcoin como moneda para comprar en comercios, o incluso como activo en el que invertir.
Resulta demasiado complejo, y aporta poco valor respecto a lo que ya tenemos.
Lo que de verdad puede hacer temblar los cimientos del sector financiero es la posibilidad de
intercambiar dinero sin intermediarios: entidades financieras, marcas de tarjetas (como VISA y
Mastercard) e incluso Paypal, cuyo negocio actual se basa precisamente en gestionar, regular y
cobrar comisiones por posibilitar este flujo monetario.
Bitcoin puede suponer para ellos una amenaza equivalente a las descargas P2P para la
industria discográfica, o los OTT (Over The Top) para las telecos. El final de una era, un cambio
de modelo radical que obligue al sector a reinventarse.
Esta guía recoge mi experiencia real con el ecosistema de Bitcoin durante el último año,
describiendo paso a paso todo lo necesario para obtener y utilizar la moneda virtual:
aplicaciones, herramientas, proveedores de servicios, consejos y sugerencias para facilitar el
viaje a quien quiera recorrerlo, con el objetivo de ayudar a entender mejor este fenómeno.
Todo usuario que quiere utilizar bitcoins tiene asignado un identificativo (dirección Bitcoin)
que lleva asociada una clave pública (que todo el mundo conocerá) y una clave privada (que
sólo conoce el propio usuario).
Supongamos que el usuario A quiere transferir bitcoins al usuario B. Para ello, A creará una
nueva transacción donde se registrarán (entre otros datos) el importe que se envía a B (en
satoshis), un hash de la transacción en la que obtuvo sus bitcoins y la clave pública de B. El
usuario A firma la nueva transacción con su clave privada, de forma que cualquiera puede
verificar (usando la clave pública de A) que los datos de la transacción son correctos, de dónde
vienen las monedas que se transmiten, y a quién se envían.
Todos los usuarios conocen las transacciones que se han generado desde el primer Bitcoin (lo
que se denomina “cadena de transacciones” o block chain), y a medida que se generan nuevas
operaciones éstas son validadas en tiempo real por el ecosistema, garantizando que no se
incluyen transacciones fraudulentas, ni se alteran las ya realizadas.
Una vez generada la nueva transacción, se envía a la red con el objetivo de que se valide. El
usuario que recoge esta transacción para su procesamiento la incorpora en un bloque de
transacciones “en construcción”.
Este bloque está ligado a un bloque anterior (especificando el hash de éste) y tiene registrado
un timestamp (sello de tiempo) que permite identificar en qué momento se ha generado. Por
cada transacción que se añade, se genera un hash para cuyo cálculo se incluyen todas las
transacciones incorporadas al bloque, así como un valor denominado nonce (que se
incrementa por cada nueva transacción añadida, y permite dar mayor aleatoriedad al proceso).
Este es el mecanismo que permite “ligar” unas transacciones con otras, agrupadas en bloques,
como si fueran los eslabones de una cadena, sin necesidad de intervención de terceras partes
que actúen como “notarios” del proceso.
Todo este proceso es muy costoso computacionalmente, puesto que implica comprobar la
criptografía de toda la cadena para verificar que el block chain es correcto en todo momento. Y
a medida que se van generando más y más transacciones, se hace más complejo.
Entonces, ¿por qué gastan tiempo y esfuerzo los usuarios de Bitcoin validando las
transacciones? ¿Qué ganan con ello?
Como cabe esperar, no es altruista… aquel que en un momento dado haya conseguido incluir
en un bloque una nueva transacción, obteniendo un hash con un número mínimo de ceros al
principio, consigue “cerrar” dicho bloque y obtiene a cambio 25 bitcoins.
Esta recompensa decrece con el tiempo hasta llegar a 0 cuando se alcance el límite predefinido
de 21 millones de monedas generadas.
Conseguir ésto es una verdadera lotería, ya que el resultado obtenido al aplicar la función de
hash es aleatorio. Por tanto, quien quiera ganar este premio debe procesar un gran número de
transacciones, hasta que encuentra por puro azar una que cumple la condición definida.
Además, cada transacción puede incluir una comisión, que gana quien la gestiona, para
incentivar así el procesamiento e incorporación ágil de nuevas operaciones al block chain. De
hecho, esta recompensa será la única que consigan los mineros, una vez se alcance el número
máximo de monedas generadas.
Este proceso se conoce como “minería” de Bitcoin, y es la base que permite al sistema
controlarse a sí mismo gracias al esfuerzo de cada individuo (que obtiene a cambio una
recompensa), sin necesidad de intermediarios.
Hasta aquí la teoría que explica cómo funciona el sistema. Ahora empieza la parte práctica.
Y en la mayoría de las ocasiones, para hacer uso de este dinero realizamos transferencias a
otras cuentas (para pagar facturas y recibos), o utilizamos nuestras tarjetas, que se identifican
por otra sucesión de 16 dígitos.
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Usar Bitcoins significa transferir monedas de una dirección a otra, de forma similar a como
haríamos una transferencia de una cuenta bancaria a otra, pero en un proceso gestionado sin
intermediarios (las entidades financieras) gracias al modelo descentralizado ideado por Satoshi
Nakamoto.
Siendo un entorno distribuido y no regulado, ¿quién y cómo genera y asigna estas direcciones,
y dónde se almacenan las monedas virtuales?
La clave son los wallets, disponibles como app para smartphones (iOS, Android, Windows
Phone, Blackberry) y como aplicaciones para PC (Mac, Windows o Linux).
Una ruta fácil (a seguir para llegar al destino con la mayor facilidad y rapidez).
Rutas alternativas (más complejas, pero que aportan algún valor añadido).
Optar por un wallet en el smartphone es una solución práctica, pero con inconvenientes. Si
perdemos el móvil… perdemos el dinero.
Para evitarlo, podemos optar por alternativas como Blockchain en las que además de disponer
de la cartera en el móvil (ya sea Android o iOS) los datos se almacenan "en la nube", con lo
que siempre podemos tener acceso a la versión web del wallet.
Como desventaja, las monedas están guardadas fuera de nuestro control, dependiendo
nuestro capital de la seguridad que estos servicios hayan implantado en sus plataformas.
Para los más recelosos, que no quieren asumir el riesgo de que sus monedas estén en un móvil
o "por las nubes" y gustan de controlar todos los aspectos de la seguridad, la solución pasa por
instalar un wallet en el ordenador. La aplicación por excelencia en este caso es bitcoin-qt, el
programa Bitcoin original.
Para la mayoría de los usuarios, este proceso de comprobación exhaustiva del block chain es
algo excesivo, que no aporta un valor añadido, y sí cierta incomodidad en el uso del wallet.
Para aquellos que cuidan más su imagen y gustan de diferenciarse, o en el caso de empresas,
es posible generar direcciones de Bitcoin "personalizadas", de forma similar a las típicas
matrículas de EEUU.
Son las denominadas "vanity bitcoin addresses", en las que podemos elegir los caracteres por
los que queremos que empiece (por ejemplo, 1BTCxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx), en base a
los que se calcula una de las posibles parejas de claves pública y privada que dan lugar a esa
dirección (pagando, siempre que escojamos más de tres caracteres).
Una vez finalizado el proceso, se nos remiten esas claves por correo para que las podamos
importar en el wallet de nuestra elección (por ejemplo, Blockchain).
Finalizado el proceso, dispondremos en nuestra cartera de una dirección Bitcoin a medida, que
facilite su uso a quien nos remita algún pago.
Y teniendo ya un wallet (o varios), la siguiente etapa pasa por conseguir Bitcoins con que
llenarlos.
Pero antes de empezar, es importante confirmar que estamos aplicando todas las medidas de
seguridad necesarias para evitar que alguien pueda hacerse con nuestras monedas virtuales.
En realidad la definición de los bitcoins y el ingenioso mecanismo por el cual pueden generarse
e intercambiarse monedas virtuales sin necesidad de entidades de ningún tipo que lo regulen
es, en teoría, tan seguro o más que en el caso de las monedas de curso legal, avaladas por los
estados que las emiten (y bajo la regulación de organismos como el Banco Central Europeo, el
Fondo Monetario Internacional o la Reserva Federal de EEUU).
De hecho, técnicamente es mucho más fácil, por ejemplo, clonar una tarjeta con banda
magnética que generar una transacción fraudulenta con bitcoins.
Así pues, las recomendaciones de seguridad que planteo sobre el uso de Bitcoin se centran en
las aplicaciones y servicios que utilizamos para almacenar e intercambiar esta moneda virtual.
Personalmente utilizo por comodidad varios wallet en el móvil, pero considero bitcoin-qt como
"cuenta principal", almacenando los datos de la cartera en una partición cifrada con TrueCypt,
que guardo en Dropbox para tenerla accesible desde cualquier ubicación. Y desde ésta voy
haciendo "transferencias" de bitcoins a las demás.
Así me aseguro de que nunca perderé mis monedas, y que nadie salvo yo podrá utilizarlas.
Me queda por explorar en más detalle el reciente wallet Armory, que aporta algunas
características interesantes frente a bitcoin-qt , como el cifrado (sin necesidad de software
adicional), la posibilidad de generar una copia de seguridad impresa del wallet, o la modalidad
de uso offline (pudiendo utilizar una cartera no accesible desde Internet, y por tanto, menos
vulnerable a robos).
Porque vuelvo a recordar que perder el wallet, o que caiga en manos indeseadas, implica
perder todos los bitcoins que éste contiene. No sería el primer caso.
De hecho algunos "sin techo" en EEUU sobreviven actualmente a base de Bitcoins, que
obtienen gratuitamente e intercambian por comida.
Una de las opciones más sencillas implica dedicar nuestro tiempo y esfuerzo resolviendo tareas
en Bitcoinget, a cambio de algunos céntimos de euro en la moneda virtual, de forma anónima
(sólo tenemos que indicar nuestra dirección de Bitcoin).
De hecho existen otras muchas opciones para obtener bitcoins de forma gratuita, para poder
empezar a "jugar" con la moneda sin requerir inversión (visualizando páginas, realizando
tareas, viendo vídeos…). Pero obviamente las recompensas son pequeñas, y si queremos hacer
algo más con Bitcoins, este método no va a ser suficiente.
Si bien es posible "minar" en un ordenador, con un software específico, en los últimos meses
se han producido mejoras muy relevantes en la tecnología que permiten producir monedas
virtuales con mayor eficiencia, en especial el desarrollo de hardware específico para minería
de bitcoins, denominado ASIC (Application Specific Integrated Circuit).
Esta situación provoca que minar bitcoins ofrezca desde hace tiempo un margen operativo
negativo (ingresos obtenidos vs costes). Nótese la correlación en la curva de la siguiente
gráfica, respecto a la anterior:
Dejando claro que como usuario es imposible generar BTC individualmente, salvo que se esté
dispuesto a la inversión que require la compra de hardware ASIC, la única opción pasaría por
participar en un grupo “minando” de forma cooperativa y repartiendo los resultados que se
obtengan.
Fuente: blockchain.info
En mi caso, reconozco que no he hecho el intento, por no tener nada claro el retorno de la
inversión. Si alguien explora este camino, agradecería que me comente cómo son las vistas.
Y lamento comunicar que, en mi opinión, no hay una ruta fácil que nos permita cambiar euros
por bitcoins de forma rápida y segura. Todas tienen pros y contras:
Este es el camino que parece más seguro, pero en contrapartida, el proceso de alta resulta
largo y pesado, y las compras poco ágiles. Aun así, a día de hoy es el que más garantías me
ofrece.
En buena parte, esta situación viene provocada por las exigencias impuestas en EEUU para
evitar el blanqueo de dinero.
A consecuencia de ello, todas las casas de cambio "legales" están obligadas a identificar a sus
clientes, exigiendo para poder operar una copia del documento de identidad (DNI o
pasaporte), así como un recibo que permita validar su residencia.
Una vez llegan los fondos (algo que puede tardar horas, e incluso días) el proceso de compra
de bitcoins se asemeja al existente en los brokers de bolsa, pudiendo realizar compras a precio
de mercado, o establecer un precio objetivo a pagar.
Si tienes interés en crear una cuenta con Bistamp para comprar Bitcoins, te recomiendo este
tutorial.
El ejemplo del crash provocado por MtGox en el mes de Abril es un caso claro, pero no es el
único. Intentar acceder a Bitstamp el día que se hizo público el cierre de Silk Road (mientras se
producía un mini-crash, y por tanto, oportunidad de entrar a precios reducidos) me fue
imposible… ni siquiera conseguía conectar.
Meetpays es una opción alternativa a las casas de cambio, que permite comprar bitcoins con
tarjeta (a través del TPV virtual de Caixabank), de forma casi instantánea.
Además, el pago con tarjeta se realiza antes de recibir los bitcoins. ¿Quién me garantiza que
tras haber pagado voy a recibirlos? ¿Y si no fuera así, cómo puedo reclamar?
Existen varias alternativas a las casas de cambio tradicionales, como Localbitcoins, que
permiten poner en contacto a compradores y vendedores ubicados en la misma localidad, para
que realicen transacciones entre ellos mediante diferentes posibilidades, desde transferencias
hasta pago presencial en métalico.
Bitcoin.com.es es otra posible opción, en este caso se solicitan via correo electrónico los
bitcoins que se quieren comprar, identificando la dirección Bitcoin donde se quieren recibir. El
administrador responde al correo identificando el tipo de cambio aproximado y la cuenta a la
que realizar la transferencia.
Cuando ésta se realiza, calculan la cantidad final para el pedido, teniendo en cuenta las
órdenes de compra y venta en las principales casas de cambio, convertido a euros, y restando
su comisión (del 2%). La evolución del precio en tiempo real se publica en su página, pero el
principal problema es la variación que puede darse en función del tiempo que tarde en llegar
la transferencia (con lo que si hay alguna fluctuación importante, afectará al volumen a de
bitcoins a comprar) y la limitada disponibilidad de monedas.
En ambos casos… mi mayor reticencia sigue siendo la falta de garantías, ¿quién me asegura
que en una compra de cierto volumen no voy a perder el dinero que transfiero, sin obtener a
cambio mis monedas virtuales?
Como curiosidad, algunos comercios pioneros en la adopción de Bitcoin, como es el caso del
restaurante Do Eat, han empezado a ofrecer también la compra de bitcoins en su
establecimiento, convirtiéndose en los primeros “cambistas” locales en Madrid.
Resulta paradójico para un entorno como el que ofrece Bitcoin, que precisamente tiene su
base en el procesamiento descentralizado de las transacciones, necesite a día de hoy de las
casas de cambio para "entrar y salir" del sistema. ¿No sería posible establecer también un
mecanismo descentralizado que ofrezca las mismas garantías para el intercambio de monedas
reales por virtuales?
En esta línea ha surgido una propuesta innovadora, actualmente en desarrollo, que puede por
fin revolucionar la compra/venta de Bitcoins: el Exchange P2P denominado PAUV, ideado por
dos jóvenes emprendedores españoles, Luis Iván Cuende y Alberto Gomez Toribio, que se basa
en un mecanismo apoyado en la teoría de juegos para conseguir el intercambio entre pares
mediante un sistema de fianza mutua implementado sobre el protocolo de Bitcoin, lo que
permitiría por fin evitar la necesidad de elementos centralizados (las casas de cambio).
para comprar 1BTC tanto comprador como vendedor deben poner 2BTC de "fianza",
generándose una transacción que es enviada a la red (pero que no se puede procesar,
porque ambos han firmado la "entrada" de su fianza, pero no han firmada la "salida" de
ese dinero hacia sus respectivas direcciones Bitcoin). Podemos entenderlo como el
equivalente a firmar un "contrato de compraventa" de monedas por ambas partes.
en ese momento ambos pierden 2 BTC (que han sido "descontados" de su wallet como
entrada de la transacción), por lo que les conviene que finalice correctamente (esto es, al
comprador enviar el dinero, y al vendedor enviar el equivalente en bitcoins) porque en
caso contrario ambos pierden más de lo que ganarían de forma fraudulenta (si el vendedor
recibe el dinero y no paga, por ejemplo, el comprador no firmará la salida de la
transacción, y perderá en total 1BTC).
cuando esto sucede, ambos firman la transacción convirtiéndola en válida y se procesa así
el flujo de salida (la red confirma la transferencia de bitcoins de una dirección a otra, según
el "contrato de compraventa" original).
como resultado, el comprador obtiene 3BTC (los 2 que puso como fianza, más otro que
obtiene del vendedor a cambio del pago realizado), y el vendedor recupera 1BTC (la fianza,
descontando el que ha vendido a cambio de la transferencia de dinero realizada).
La mayor pega de este ingenioso mecanismo es que hay que tener bitcoins para comprar
bitcoins. Y obliga al vendedor a disponer de un stock suficiente de bitcoins para soportar la
fianza simultánea con varios compradores, hasta que las operaciones finalizan. Lo que supone
un desembolso mayor que en sistemas actuales (como localbitcoins, por ejemplo), y que debe
realizar a priori (sin fianza, no hay intercambio).
En cualquier caso, habrá que seguirlo muy de cerca porque puede suponer una auténtica
revolución.
Sólo como anécdota, aparecen alternativas a las casas de cambio basadas en el uso de cajeros
automáticos que permiten recargar el wallet de forma rápida y sencilla, sin abrir cuenta
alguna, aunque se enfrentan todavía a la complejidad legislativa existente.
Este tipo de cajeros se están empezando a implantar en localizaciones tan diversas como
Uruguay o Canadá, aunque cabe esperar que tengan importantes complejidades legales y
regulatorias para su despliegue efectivo.
Con todo y con ello, ya se puede utilizar el primero en un café de Vancouver, no siendo
necesario siquiera tener previamente una dirección Bitcoin (que puede generarse en el
momento).
Ahora que tengo wallets "repletos" de bitcoins, la pregunta del millón es: ¿Qué hago con ellos?
¿Dónde puedo pagar con esta moneda virtual? ¿Cómo se hace?
La forma de pagar utilizando bitcoins implica realizar una transacción desde nuestro wallet
hacia una dirección Bitcoin, proceso que podemos realizar de varias formas:
Introduciendo manualmente la dirección.
Escogiéndola en la libreta de direcciones (si previamente la hemos almacenado).
Escaneando el código QR correspondiente.
Mediante NFC en pagos presenciales, en el caso de que ambos terminales dispongan
de esta tecnología y los wallet lo soporten (como es el caso de la aplicación de Andreas
Schildbach).
Como en cualquier transferencia de fondos entre dos personas (o empresas), sea con monedas
reales o virtuales, hay algunos aspectos a tener en cuenta durante el proceso: comisiones y
tiempo de procesamiento.
Comisiones
Este es uno de los aspectos que habitualmente sorprende a los usuarios que se adentran en la
moneda virtual: la necesidad de pagar una comisión por cada operación, habitualmente entre
0,0001 y 0,0005 BTC (unos céntimos de euro).
Todas las aplicaciones permiten configurar si se va a pagar o no esta comisión, avisando del
riesgo que supone no hacerlo: de emitirse una operación por una comisión baja o nula, es
posible que la red no acepte procesarla (puesto que los mineros que tienen que incorporarla
en la cadena de transacciones no van a obtener nada por ello), dando lugar a lo que se
denomina stuck transaction.
Este tipo de transacciones suponen un estado peculiar en el ecosistema de Bitcoin, puesto que
el importe ha sido “descontado” de nuestro wallet, pero al no ser confirmadas, puede que
nunca lleguen a su destino. Quedan “en el limbo”.
En mi caso probé a generar una transacción sin comisión, y ciertamente durante horas
permaneció en este estado, sin ser aceptada por la red. Ante la tesitura de estar esperando
eternamente, la solución para recuperar el importe fue sencilla: resetear el block chain en mi
cartera (bitcoin-qt) y esperar hasta que se procesara nuevamente toda la cadena histórica de
transacciones. Finalizado el proceso, el importe “volvió” a mi wallet, ya que dicha transacción
nunca había sido reconocida.
Puesto que una transacción tiene que ser validada por la red, incorporada en un bloque de la
cadena de transacciones y este bloque “cerrado” por un minero, la transacción no se valida de
forma instantánea sino que pasa un tiempo hasta que es confirmada (entre cinco y siete
minutos de media actualmente).
Pongamos un ejemplo del flujo de confirmación que sigue una transacción: tras el pago de
0,001BTC (un euro, aproximadamente) a mi dirección Bitcoin, la operación aparece
inicialmente en estado “sin confirmar”:
Dos minutos después, tiene ya la primera confirmación (ha sido procesada por un minero e
incorporada a un bloque, que todavía está “en construcción”):
Pasan varios minutos todavía hasta que el bloque donde se ha incluido esta transacción (para
más señas, el 266661) se cierra, conteniendo otras 192 transacciones, y dando así por
validadas definitivamente, e incorporadas al block chain todas las operaciones.
Una excepción a la regla es el restaurante Do Eat, que desde hace meses acepta el pago en su
local con esta moneda virtual. Y donde se organizan periódicamente reuniones para usuarios y
entusiastas de este fenómeno de Bitcoin, en las que hablar y compartir experiencias.
Posiblemente, con este tipo de iniciativas Do Eat puede presumir de ser el comercio que más
transacciones con Bitcoin ha generado en un mismo día en España. Como puede comprobarse
en Blockchain, sólo el viernes 4 de Octubre (cuando celebraron una de estas reuniones de
usuarios de Bitcoin) se contabilizaron 10 transacciones con la moneda virtual. Pero por
supuesto, más que los ingresos, lo importante es la publicidad que reporta.
Actualmente en España hay muy pocos comercios o profesionales que ofrezcan la experiencia
de realizar pagos presenciales con esta moneda virtual, entre los que se encuentran otros
restaurantes (como Os Galegos) o taxistas como Taxioviedo.
Y a nivel global la situación tampoco varía mucho, centrándose la mayor parte de la oferta en
restauración y alojamiento.
Es interesante el servicio que ofrece CoinMap, que permite identificar sobre el mapa más de
500 comercios y profesionales que aceptan Bitcoin en todo el mundo.
Aun en Internet, la oferta existente para pagar con Bitcoin es bastante limitada.
En España la lista se reduce a unas pocas decenas, entre las que hay tiendas de animales,
inmobiliarias (¿?), restaurantes, tiendas de electrónica…
A nivel global la lista se amplía incluyendo algunas empresas destacadas, como Wordpress,
The Pirate Bay o Reddit, pioneros en la aceptación de la moneda virtual para pagar sus
servicios.
Incluso alguno de los grandes del eCommerce, como eBay, han coqueteado con la posibilidad
de aceptar la moneda virtual, lo que supondría un antes y un después para su expansión, sin
duda alguna (¡imaginemos que Paypal permitiera utilizar bitcoins!).
Cuando pagamos con tarjetas de crédito/débito, existen intermediarios que dan garantía
efectiva a ambas partes (cobrando por sus servicios), y una legislación que regula este tipo de
intercambios. Pero ni lo uno ni lo otro están presentes de base en el ecosistema de Bitcoin.
Si bien algunas empresas, como Bitpay o MtGox, ofrecen a los comercios sus servicios para
facilitar la realización de pagos con Bitcoin de forma similar a los pagos con tarjeta o Paypal (a
un coste), son iniciativas como PAUV (comentado anteriormente) las que pueden ofrecer la
verdadera solución a este problema, haciendo seguro el intercambio de bitcoins por bienes y
servicios para comprador y vendedor, sin necesidad de terceras partes.
Si hay un campo en el que el uso de Bitcoin aporta hoy en día un valor añadido real es en el
movimiento de dinero entre países.
Una vez cumplimentado, y realizado el procesamiento manual por parte del banco que emite
la transferencia (que no necesariamente es en el momento), pasará tiempo (en ocasiones,
varios días) hasta que el dinero aparezca en la cuenta destino, habiéndose descontado por el
camino las comisiones de los distintos intermediarios.
Además, este mecanismo de intercambio es “inmune” a los controles de capitales que puedan
establecer los gobiernos (“corralitos” en Argentina o Chipre) o las entidades (como JP Morgan,
que ha planteado prohibir las transferencias internacionales), en su propio beneficio, y en
contra del de sus ciudadanos y clientes.
Existen múltiples páginas de juegos en las que se utiliza Bitcoin como moneda, entras las que
destaca SatoshiDICE.
Su funcionamiento es sencillo: basta con entrar en su página web y seleccionar una dirección
Bitcoin concreta, que corresponde a una probabilidad estadística de resultar ganador, y un
multiplicador predefinido sobre el importe apostado. Realizado el pago, basta esperar unos
minutos para recibir el pago del premio, o bien una transacción “simbólica” como
confirmación de que no se ha ganado. Y por cada transacción, SatoshiDICE se lleva un
porcentaje.
Siendo un juego de azar, y eligiendo una probabilidad suficientemente baja, es posible obtener
suculentos premios, de hecho algunas personas han ganado más de 1 millón de euros.
Pero obviamente, “la banca siempre gana”… baste decir que, con este modelo de negocio,
SatoshiDICE es una de las empresas que mayores ingresos obtiene con Bitcoin, hasta el punto
de haber sido recientemente adquirida por 12,4 millones de dólares.
Tal es el volumen generado por este casino online que de las 10 direcciones Bitcoin más
populares, 8 pertenece a SatoshiDICE, generando buena parte del volumen de transacciones
con Bitcoin, y en particular siendo responsable del enorme número de “micropagos” que se
realizan en los últimos tiempos con esta moneda virtual. Y en buena parte, del importante
crecimiento en el tamaño de la cadena de transacciones.
Se puede ganar mucho dinero invirtiendo con Bitcoin, sin duda alguna. Y perder también, es
una apuesta de alto riesgo ya que el valor ha sufrido históricamente fluctuaciones muy
importantes, por diversos motivos.
Esto significa que una inversión de 300 dólares realizada hace un año (comprando unos 27BTC)
se hubieran convertido en casi 6.000 dólares al cambio actual. Pocas inversiones pueden
obtener estos beneficios, pero el riesgo es extraordinariamente alto.
Durante la vida de Bitcoin se han registrado múltiples ataques y robos, que han provocado ya
en el pasado fluctuaciones brutales en su precio (como el “ciberataque” que se registró el 20
de Junio de 2011 y provocó una caída desde 17,50 dólares hasta un centavo en cuestión de
minutos).
El caso más destacado en los últimos tiempos fue el crash que se produjo en el mes de Abril de
2013, originado por problemas técnicos en MtGox (quien víctima de su propio éxito tuvo que
parar durante dos horas para ampliar su capacidad, provocando el pánico) y que provocó el
desplome de la cotización que pasó de superar los 240 dólares a rozar los 60 en cuestión de
horas.
Esta última y rápida fase ascendente se ha visto influida por el creciente interés desde China
en la compra de la moneda virtual, que ha coincidido en el tiempo con el anuncio de su
adopción por parte del portal Baidu (el equivalente a Google en el país asiático).
Pero esta situación no es nueva en la historia, de hecho se parece mucho a la que se vivió en
los Países Bajos en el siglo XVII con los tulipanes. Por aquel entonces se produjo una “fiebre
del oro” que provocó un tremendo incremento en el precio de los bulbos de esta flor, dando
lugar a una de las primeras burbujas especulativas que se conocen en la que muchos incautos
perdieron sus fortunas.
Y es que Bitcoin y tulipán tienen algo en común: su valor intrínseco es nulo (a diferencia del
oro, que tiene usos reales en joyería, industria, electrónica…). Su precio depende única y
exclusivamente del valor que el mercado esté dispuesto a pagar por él, por cuestiones
subjetivas. Si el mercado deja de estar interesado, o se produce algo que provoca el pánico
vendedor, no valdrán nada.
Es imprescindible estar muy atento a los vaivenes del mercado, de forma casi constante.
Existen widgets para Android que permiten seguir en tiempo real la cotización, y la evolución
histórica (los he probado incluso durante fases de crash, y funcionan correctamente).
Merece la pena también hacer uso de las facilidades que proporcionan casas de cambio como
MtGox o Bitfinex como plataformas de trading, para establecer stop loss, que ante una brusca
caída se ejecuten automáticamente evitando o minimizando las pérdidas. Y así poder dormir
por las noches sin tener pesadillas al despertar.
Adentrados ya en este mundillo de broker, cabe destacar la curiosa diferencia de precio entre
MtGox y otros portales como Bitstamp, que en ocasiones ha superado el 15%. Esto permite, de
hecho, establecer estrategias de compra en Bitstamp, traspaso (en bitcoins) a MtGox, y venta
allí para obtener una ganancia inmediata (la diferencia de precio, descontando comisiones).
Esta diferencia en el precio de compra viene derivada de la dificultad que existe en MtGox para
convertir la moneda virtual a su equivalente real (en dólares, o euros), lo que otorga un “riesgo
añadido” a la venta en este mercado, frente a otros que no tienen esa problemática (y que se
traduce en el sobreprecio).
Aunque de hecho esa diferencia en los últimos tiempos, con la entrada en juego de BTC China,
parece reducirse.
Pero recordemos que el block chain contiene, por definición, TODAS las transacciones
realizadas con Bitcoin en la historia. Por tanto, es posible rastrear una operación concreta para
identificar los flujos entre las distintas direcciones involucradas. Y si se puede establecer una
correlación entre éstas y sus dueños, es factible determinar cuándo ha realizado transacciones,
por qué importe, y con quién.
Por ejemplo, para comprobar el histórico de las transacciones que se han realizado en Do Eat
(cuya dirección es 1DoEzgEd1F2JpStMhXbmqFtZY6B7KwL9TQ) basta acceder a blockchain.info
http://blockchain.info/address/1DoEzgEd1F2JpStMhXbmqFtZY6B7KwL9TQ
Podemos “navegar” por cada una de las transacciones para identificar de dónde proceden los
pagos, incluso gráficamente (este ejemplo es muy simple, pero hay transacciones mucho más
complejas que involucran distintas direcciones Bitcoin).
El proceso puede repetirse hasta el infinito, para rastrear todos los pagos realizados con la
moneda virtual a través de las diferentes direcciones Bitcoin, algo de especial relevancia en el
caso de transacciones fraudulentas.
El auge del Big Data supone una ayuda importante, permitiendo a aquellas organizaciones
interesadas en identificar quién está detrás de los flujos de la moneda virtual (policía, FBI, etc)
cruzar la información obtenida a partir de la cadena de transacciones con fuentes externas
(direcciones IP, cuentas bancarias, datos de registro de usuarios en las casas de cambio, etc).
Sin embargo, la comunidad de Bitcoin está dividida entre los que sostienen que es preferible
asegurar el anonimato como premisa básica del sistema, y los que entienden que es preferible
sacrificarlo en aras de facilitar su adopción masiva.
Los partidarios del anonimato pueden, de hecho, poner las cosas mucho más complicadas a
aquellos que trataran de identificarles, si así lo desean.
Basta con algo tan sencillo como elegir wallets de forma apropiada. El de Blockchain, por
ejemplo, permite enmascarar las transacciones que se realizan, mezclando las que se procesan
en un momento dado por distintos usuarios de su servicio para hacer mucho más complejo su
rastreo hasta el origen.
Existen otras alternativas, como utilizar BitLaundry (Bit Lavandería, en inglés). Este servicio
permite a un usuario A enviar bitcoins a otro usuario B de forma anónima, actuando como
intermediario. A envía sus bitcoins a BitLaundry, y éste los distribuye entre todas las
operaciones realizadas durante un intervalo de tiempo determinado, llegando finalmente a B
sin posibilidad de trazar el origen real.
La capacidad de realizar transacciones de forma anónima mediante Bitcoin supone una ventaja
para algunos, y una amenaza para otros. El punto clave en el que los gobiernos están
centrando su atención, para asegurar el cumplimiento de la legalidad en el movimiento de
capitales generado mediante la moneda virtual.
La excepción es Estados Unidos, donde desde hace unos meses el FinCEN (Financial Crimes
Enforcement Network) ha puesto foco en la moneda virtual, para evitar que sea utilizada en las
redes de blanqueo de dinero.
Los requisitos exigidos por este organismo del Departamento del Tesoro han obligado a las
casas de cambio, entre otras cosas, a endurecer los controles necesarios para abrir una cuenta
con el objetivo de obtener una licencia MSB (Money Services Broker) para operar.
Y no todas lo han conseguido, muchas han cesado su actividad o han sido clausuradas:
En Canadá, la segunda casa de cambio, LibertyBit, se ha visto obligada a cerrar,
devolviendo sus fondos a los clientes.
Liberty Reserve, con sede en Costa Rica, fue acusada de blanqueo de capitales, y también
ha desaparecido.
Incluso las instituciones de California conminaron al cese de actividad a la Fundación
Bitcoin, aunque alegó en su defensa que su objetivo no era la comercialización de esta
moneda, sino promover su uso (añadiendo que además las leyes del estado no podían
regular sobre monedas virtuales).
Al ser la casa de cambio más importante, el impacto sobre Mt Gox fue el que más pudo afectar
al ecosistema de Bitcoin. Durante algunas semanas MtGox no permitía a sus clientes en EEUU
la retirada de fondos, si bien finalmente consiguió cumplir los requisitos exigidos por la FinCEN
y obtener la licencia MSB que le capacita para operar en EEUU.
Fuera de EEUU, países como Reino Unido o Canadá se han pronunciado oficialmente en la
línea que marcaba el Banco Central Europeo, por lo que no se aplican controles sobre Bitcoin.
Esto otorga cierta ventaja a las casas de cambio que existen en su territorio, frente a las que
operan en Estados Unidos.
China es un caso peculiar. Bitcoin está siendo muy bien acogido en este país, donde el
gobierno no solo no plantea regulación alguna, sino que incluso ha publicitado sus bondades
en la cadena pública de televisión. Y como comentamos anteriormente, el hecho de que
empresas de la talla de Baidu (el Google chino) comiencen a aceptarlo es uno de los motivos
que explican el fuerte incremento en la compra de bitcoins a través de la casa de cambio BTC
China, que está empujando la cotización de la moneda en el último mes.
Otros países (como Alemania y Australia) si bien no reconocen Bitcoin como moneda, sí
plantean que los ingresos derivados de su venta paguen impuestos.
Algunos han ido incluso un poco más allá: Perú ha aprobado una ley que regula el "dinero
electrónico", y supervisará los acuerdos entre emisoras de dinero virtual y operadoras.
En España todavía no ha habido ningún posicionamiento por parte de las autoridades respecto
a la regulación legal de Bitcoin, algo sorprendente dado que la Policía Nacional se ha
convertido en el segundo cuerpo de seguridad en el mundo que ha incautado bitcoins. Parece
necesario solventar las dudas y lagunas legales que aplican a este tipo de intervenciones, ya
que con toda probabilidad se repetirán en el futuro.
En mi opinión, la tendencia hacia una regulación lejos de suponer una amenaza debe verse
como algo positivo, puesto que permitirá garantizar a los compradores de Bitcoin un marco
legal para su inversión, facilitando así su adopción.
Fuente: http://www.fastcoexist.com/3020559/visualized/visualizing-bitcoins-amazingly-fast-
spread-around-the-world
Usuarios registrados y activos en servicios de pago con el móvil, por región (Jun 2012)
Fuente: GSMA – Results from the 2012 Global Mobile Money Adoption Survey
Somos testigos de lo que puede ser una nueva revolución en la sociedad, que obligue al sector
financiero a reinventarse o desaparecer. El tiempo dirá.
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