Está en la página 1de 10

5

Quitar Ja vida: Jos animaJes

En el capítulo 4 se examinaron algunos principios generales sobre


el valor de la vida. En éste y en los dos próximos capítulos
sacaremos, a partir de esa discusión, algunas conclusiones sobre
tres casos en los que matar ha sido objeto de un acalorado debate:
el aborto, la eutanasia y matar animales. De las tres, la cuestión
de quitar la vida a los animales es la que menor polémica ha
levantado; de cualquier manera, por razones que quedarán claras
con posterioridad, resulta imposible defender una postura sobre
el aborto o la eutanasia sin formular una opinión sobre la muerte
de animales no humanos. Por todo esto, veremos esta cuestión en
primer lugar.

¿Puede ser persona un animal no humano?


Hemos visto que existen razones para mantener que matar a una
persona es peor que matar a un ser que no sea persona. Lo
anterior es cierto, aceptemos o no el utilitarismo de preferencia,
el argumento de Tooley sobre el derecho a la vida, o el principio
del respeto a la autonomía. Incluso un utilitarista clásico diría
que pueden existir razones indirectas que hacen que matar a
una persona sea peor. Por lo tanto, al discutir lo injusto que es
matar a un animal no humano es importante plantearse si alguno
de ellos es persona.

136
Quitar la vida: los animales

Suena raro llamar persona a un animal. Esta rareza quizás no sea


más que un síntoma de nuestra costumbre de mantener a nuestra
especie profundamente distanciada de las demás. De cualquier
forma, se puede evitar la extrañeza lingüística reformulando la
cuestión de acuerdo con nuestra definición de "persona". Lo que
realmente nos preguntamos es si los animales no humanos son
seres racionales con conciencia propia, conscientes de ser entidades
diferenciadas con pasado y futuro.
¿Son los animales conscientes de sí mismos? En la actualidad
existen pruebas sólidas de que algunos lo son. Es posible que
la prueba más dramática proceda de los monos que pueden
comunicarse con nosotros utilizando un lenguaje humano. El
antiguo sueño de enseñar nuestro lenguaje a otra especie se
convirtió en realidad cuando dos científicos americanos, Alien y
Beatrice Gardner, intuyeron que el fracaso de anteriores intentos
para enseñar a hablar a los chimpancés se debía a que éstos
carecían, no de la inteligencia necesaria para usar el lenguaje, sino
de las facultades vocales necesarias para reproducir los sonidos del
lenguaje humano. Por lo tanto, los Gardner decidieron tratar a una
chimpancé joven como si se tratara de un bebé humano sin cuerdas
vocales. Se comunicaban con ella, y entre ellos en su presencia,
utilizando el Lenguaje de Signos Americano, lenguaje ampliamente
utilizado por personas sordas.
Esta técnica tuvo un éxito sorprendente. La chimpancé, a la
que llamaron "Washoe", aprendió a comprender unos 350 signos
diferentes, a utilizar unos 150 correctamente y a juntar signos para
formar frases simples. Con respecto al tema de la conciencia de
sí misma, Washoe, cuando se le muestra su propia imagen en un
espejo y le preguntan "¿Quién es ésa?", no duda en responder:
"Yo, Washoe". Con posterioridad, Washoe se mudó a Ellensburg,

137
Etica practica

Washington, donde vivió con otros chimpancés bajo los cuidados


de Roger y Deborah Fouts. Allí adoptó a un bebé chimpancé
y pronto comenzó no sólo a hacerle signos, sino a enseñarle
intencionadamente, por ejemplo, haciendo con las manos el signo
para "comida" dentro de un contexto apropiado.
Los gorilas parecen ser tan buenos como los chimpancés a
la hora de aprender el lenguaje de signos. Hace casi veinte años,
Francine Patterson comenzó a comunicarse con signos y a hablarle
en inglés a Koko, un gorila de llanura. En la actualidad, Koko posee
un vocabulario de trabajo de más de 500 signos, y ha utilizado
unos 1.000 signos correctamente por lo menos en una ocasión.
Incluso comprende un número mayor de palabras en inglés a nivel
hablado. Su compañero Michael, que empezó a tener contacto con
los signos a edad más avanzada, ha utilizado unos 400 signos.
Delante de un espejo, Koko hará burla, o se examinará los dientes.
Cuando se le pregunta: "¿Quién es un gorila listo?" Koko responde:
"Yo". Cuando en su presencia alguien dice, "Ella es muy pesada",
Koko (quizás sin entender el término) decía con signos: "No,
gorila".

Lyn Miles ha enseñado el lenguaje de signos a un orangután


llamado Chantek. Cuando se le mostraba una fotografía de un gorila
señalándose la nariz, Chantek podía imitar al gorila señalando su
propia nariz, lo cual implica que posee una imagen de su propio
cuerpo y es capaz de trasladar esa imagen del plano bidimensional
de la imagen visual para llevar a cabo la acción corporal necesaria.
Los simios también utilizan los signos para referirse a acon-
tecimientos pasados y futuros, mostrando de esta manera sentido
del tiempo. Por ejemplo, Koko, cuando seis días después se le
preguntaba lo que había ocurrido el día de su cumpleaños, decía
con signos "dormir, comer". Todavía más impresionante resulta la

138
Quitar la vida: los animales

prueba de sentido temporal mostrada en las fiestas que los Fouts


celebraban periódicamente para sus chimpancés en Ellensburg.
Cada año, después del Día de Acción de Gracias, Roger y Deborah
Fouts ponían un árbol de Navidad, lleno de adornos comestibles.
Los chimpancés usaban la combinación de signos "árbol golosina"
para referirse al árbol de Navidad. En 1989, cuando la nieve hizo
su aparición después de Acción de Gracias y sin embargo el árbol
todavía no había aparecido, un chimpancé llamado Tatú preguntó
"¿Árbol golosina?" Para los Fouts esto demuestra no sólo que Tatú
recordaba el árbol, sino que además sabía que ésta era la época.
Más tarde, Tatú se acordó también de que el cumpleaños de uno de
los chimpancés, Dar, era poco después del de Deborah Fouts. Los
chimpancés recibían helados el día de su cumpleaños y después
de la fiesta de cumpleaños de Deborah, Tatú preguntó: "¿Helado
para Dar?"
Supongamos que, tomando como base estas pruebas, acepta-
mos que los simios que se comunican con signos tienen conciencia
propia. ¿Son excepcionales entre todos los animales no humanos
en este aspecto, precisamente porque pueden utilizar el lenguaje?
¿O se trata simplemente de que el lenguaje permite a estos animales
mostrarnos una característica que ellos, y otros animales, siempre
han poseído?
Algunos filósofos han argumentado que el lenguaje es necesario
para el razonamiento: uno no puede pensar sin formular los
pensamientos propios en palabras. Por ejemplo, Stuart Hampshire,
lilósofo de Oxford, ha escrito:

La diferencia aquí entre un ser humano y un animal reside en


la posibilidad de que los seres humanos expresen su intención
y formulen con palabras su intención de hacer tal cosa, en

139
Etica práctica

beneficio propio o en beneficio de los demás. La diferencia no


es meramente que en realidad un animal no tenga medios para
comunicar, ni para registrar por su cuenta, su intención, con el
resultado de que nadie podrá nunca saber cuál era esa intención.
Es una diferencia más marcada, que se expresa más correctamente
como la falta de sentido que tiene atribuir intenciones a un animal
que no tiene posibilidades para reflexionar, ni para anunciarse a
sí mismo o a otros, su propio comportamiento futuro . . . No
tendría sentido atribuir a un animal una capacidad de memoria
que distingue el orden de los acontecimientos en el pasado, y
no tendría sentido atribuirle la expectativa de un orden de los
acontecimientos en el futuro. No posee el concepto ni de orden,
ni de ningún otro tipo.

Evidentemente Hampshire estaba equivocado al distinguir con tanta


crudeza entre los humanos y los animales, ya que, como acabamos
de ver, los monos que usan signos han demostrado con claridad
que tienen "la expectativa de un orden de los acontecimientos
en el futuro". Sin embargo, Hampshire escribió antes de que
los monos hubiesen aprendido a utilizar el lenguaje de signos,
por lo tanto este lapso puede tener excusa. No se puede decir
lo mismo de la defensa que de esta postura hizo otro filósofo
inglés, Michael Leahy, en un libro titulado Against Liberation mucho
tiempo más tarde. Leahy argumenta que los animales, al carecer
de lenguaje, no pueden tener intenciones, ni actuar "por una
razón".

Supongamos que se reformulasen estos argumentos para que se


refiriesen a los animales que no han aprendido a utilizar un lenguaje,
en lugar de a todos los animales. ¿Serían en este caso correctos? Si
fuese así, ningún ser sin lenguaje podría ser considerado persona.
Esto sería aplicable, supuestamente, tanto a los humanos jóvenes

140
Quitar la vida: los animales

como a los animales sin lenguaje de signos. Se puede argumentar


que muchas especies de animales utilizan el lenguaje, simplemente
que no se trata de nuestro lenguaje. Es cierto que la mayoría de
los animales sociales tienen formas de comunicación entre ellos,
ya sea mediante la canción melódica de las ballenas, los silbidos
y chillidos de los delfines, los gruñidos y ladridos de los perros,
el cantar de los pájaros, e incluso la danza que hacen las abejas al
volver a la colmena, a través de la cual las otras abejas conocen la
distancia y la dirección de la fuente de alimento que han usado.
Sin embargo, todavía hay dudas respecto a si alguno puede ser
considerado como lenguaje en el sentido requerido; puesto que
nos apartaría demasiado de nuestro tema seguir con esta cuestión,
supondré que no lo son y solamente tendré en cuenta lo que puede
aprenderse de la conducta no lingüística de los animales.
¿Resulta acertada la línea de argumentación que niega a los
animales la conducta intencionada, cuando se limita a incluir a
los animales sin lenguaje? No creo que sea así. Los argumentos
de Hampshire y de Leahy son típicos de esos muchos filósofos
que han escrito en términos similares, en el sentido de que
son intentos de hacer filosofía de salón, sobre una cuestión que
requiere que se investigue en el mundo real. En conjunto, no
es en absoluto inconcebible que un ser posea la capacidad de
pensamiento conceptual sin tener un lenguaje, y existen ejemplos
de conducta animal muy difícilmente explicables, si no imposibles,
a no ser que sea mediante la suposición de que los animales piensan
conceptualmente. Por ejemplo, algunos investigadores alemanes en
un experimento le enseñaban a una chimpancé llamada Julia dos
filas de cinco recipientes cerrados transparentes. Al final de una
de las filas había una caja con un plátano; la caja al final de la
otra fila estaba vacía. La caja que contenía el plátano solamente

141
Ética práctica

podía abrirse con una llave de forma característica, lo que resultaba


evidente al ver la caja. La llave podía verse dentro de otra caja
cerrada y, para abrir esta caja, Julia necesitaba otra llave diferente
que había que sacar de una tercera caja que solamente podía
abrirse con su propia llave, la cual se encontraba dentro de una
cuarta caja cerrada. Finalmente, delante de Julia, había dos cajas
iniciales, abiertas y cada una con una llave diferente. Julia fue
capaz de elegir la llave inicial correcta con la cual podía abrir
la siguiente caja de la fila que, finalmente, conducía a la caja
que contenía el plátano. Para hacerlo, Julia debe haber tenido
la capacidad de razonar hacia atrás partiendo de su deseo de
abrir la caja con el plátano, hasta su necesidad de obtener la
llave que la abriría, hasta su necesidad de conseguir la llave que
abriría esa caja, y así sucesivamente. Puesto que a Julia no se le
había enseñado ningún tipo de lenguaje, su conducta prueba que los
seres sin lenguaje son capaces de formas de razonamiento bastante
complejas.
Los experimentos de laboratorio no son tampoco el único caso
en el que la conducta de los animales lleva a la conclusión de que
poseen tanto memoria del pasado como expectativas de futuro, y
de que son conscientes de sí mismos, de que tienen intenciones y
actúan de acuerdo con ellas. Durante varios años, Frans de Waal y sus
colaboradores han observado a chimpancés que viven en condiciones
seminaturales en una superficie de dos acres del zoológico de
Amsterdam. A menudo han observado actividades de cooperación
en las que es necesaria la planificación. Por ejemplo, a los chimpancés
les gusta subir a los árboles y romper las ramas para poder comerse
las hojas. Para impedir la rápida destrucción del pequeño bosque,
los cuidadores colocaron vallas eléctricas alrededor del tronco de
los árboles. Los chimpancés lo superaron rompiendo ramas de los

142
Quitar la vida: los animales

árboles muertos (que no tenían vallas a su alrededor) y arrastrándolas


hasta la base de los árboles vivos. Entonces un chimpancé sostenía la
rama muerta mientras otro subía por encima de la valla hasta el árbol.
El chimpancé que alcanzaba el árbol compartía las hojas obtenidas
con el que sostenia la rama.
Igualmente, De Waal ha observado una conducta engañosa
intencionada, que muestra claramente la existencia de una con-
ciencia propia y el conocimiento de la conciencia ajena. Los
chimpancés viven en grupos en los que hay un macho dominante
que ataca a los otros machos que se apareen con las hembras
receptivas. A pesar de todo, cuando el macho dominante no vigila
I ¡ene lugar mucha actividad sexual. A menudo, los chimpancés
machos intentan interesar sexualmente a las hembras sentándose
con las piernas abiertas, mostrando el pene erecto. (Los humanos
que se exponen de manera similar dan continuidad a una forma
de comportamiento de los chimpancés que se ha vuelto poco
apropiada socialmente.) En una ocasión, un macho joven estaba
excitando a una hembra de esta manera cuando llegó el macho
dominante: el macho joven se cubrió la erección con las manos
|).ira que el macho dominante no la viese.
Jane Goodall ha descrito un incidente que muestra una plan-
ificación previa por parte de Figan, un joven chimpancé salvaje de
l,i región de Gombe en Tanzania. Para atraer a los animales hacia su
puesto de observación, Goodall había ocultado algunos plátanos en
un árbol:

Un día, poco después de que el grupo se hubiese alimentado,


Figan vio un plátano que había pasado desapercibido, pero Goliat
|un macho adulto que se encontraba por encima de Figan en la
jerarquía del grupo] estaba descansando justo debajo. Tras una
rápida mirada desde la fruta hasta Goliat, Figan se marchó y se

143
Ética práctica

sentó al otro lado de la tienda para no ver la fruta. Quince minutos


más tarde, cuando Goliat se levantó y se marchó, Figan, sin dudarlo
un momento, se acercó y recogió el plátano. Evidentemente, había
valorado la situación en su conjunto: si hubiera subido a coger la
fruta antes, Goliat casi con toda seguridad se la habría arrebatado.
Si se hubiera quedado cerca del plátano, probablemente la habría
mirado de vez en cuando. Los chimpancés son muy rápidos a la
hora de darse cuenta e interpretar los movimientos oculares de
sus compañeros, por lo que Goliat posiblemente habría visto la
fruta. Así que Figan no solamente se había abstenido de satisfacer
su deseo instantáneamente, sino que se había alejado para no
"descubrir su juego" al dirigir la mirada hacia el plátano.

La descripción de Goodall de este episodio, por supuesto, atribuye


a Figan un complejo conjunto de intenciones, incluidas la intención
de evitar "descubrir su juego" y la intención de obtener el plátano
después de que Goliat se marchara. Igualmente, atribuye a Figan "la
expectativa de un orden de los acontecimientos en el futuro", a saber
la expectativa de que Goliat se marcharía, de que el plátano seguiría
allí, y de que él mismo, Figan, se acercaría entonces y lo cogería. A
pesar de todo, no se puede decir que estas atribuciones parezcan
"carecer de sentido" aunque Figan no pueda poner sus intenciones o
expectativas en palabras. Si un animal puede diseñar un plan detallado
para conseguir un plátano, no en este momento sino en algún tiempo
futuro, y puede tener precaución contra su propia propensión a
descubrir el objetivo del plan, ese animal debe ser consciente de sí
mismo como entidad distinta, que existe a lo largo del tiempo.

144
Quitar la vida: los animales

La muerte de personas no humanas

Algunos animales no humanos son personas, en el sentido en que


hemos definido el término. Para juzgar la importancia de esta
afirmación, debemos situarla en el contexto de nuestra anterior
discusión, en la cual argumenté que la única versión defendible de
la doctrina de la santidad de la vida humana era lo que podíamos
llamar la "doctrina de la santidad de la vida de la persona". Sugerí
que si la vida humana sí posee un valor especial o un derecho
especial a que se la proteja, lo tiene en la medida en que la mayoría
de los seres humanos son personas. Pero si algunos animales no
humanos son personas, de la misma manera las vidas de esos
animales deben tener el mismo valor o derecho especial a la
protección. Ya se basen estas características morales especiales de
las vidas de las personas humanas en el utilitarismo de preferencia,
cu el derecho a la vida que emana de su propia capacidad para
verse como un yo continuo, o en el respeto a la autonomía, estos
argumentos deben aplicarse igualmente alas personas no humanas.
Solamente la razón utilitarista indirecta para no matar a las personas
el miedo que tales actos pueden despertar en otras personas-
sc aplica con menor disposición a las personas no humanas ya
(|iie las personas no humanas tienen menos posibilidades que los
humanos de conocer las muertes que se producen a cierta distancia
ile ellos. Pero en este caso, esta razón tampoco es aplicable a
ludas las muertes de personas humanas, puesto que es posible
matar de tal manera que nadie sepa que se ha matado a una
persona.
Por lo anterior, deberíamos rechazar la doctrina que coloca

145

También podría gustarte