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Los invisibles (Juan Solá) Tenías la oportunidad de sembrar una semilla de amor y preferiste perpetuar el odio.

Elegiste enseñar a tener miedo. Podría haberte perdonado la falsa misericordia de


quien observa y murmura 'pobrecitos' pero masticaste tanta bronca que ya no sabés
Me gusta el subte porque es como el cumpleaños de quince de una prima lejana al que hacer ni eso. Ay, nene, ojalá alguien te explique que tu vieja ese día estaba enojada y
todos se ven obligados a ir aunque nadie tenga ganas. En él converge la mezcla más que los pibes de la calle no se juntan para jugar, sino porque tienen miedo. Los pibes
exótica de seres humanos, una suerte de feria llena de colores y ruido y voces de la calle no gritan porque son negros, gritan porque son invisibles.
estridentes y alguna que otra imagen triste.
Los pibes se metieron al vagón a los gritos. Eran tres y ninguno tenía más de ocho
años. Eran flaquitos y chabacanos, maleducados sin maldad, medio pillos pero "Negra de mierda" (Juan Solá)
compañeros. Uno solo tenía zapatillas, el más chiquito. Y cuando digo chiquito no
hablo de la cantidad de años sino de la cantidad de costillas que le conté sobre la piel Mirá la negra de mierda, mirá cómo lleva los nenes en la motito. Tres gurisitos sin
desnuda. El más chiquito tenía las zapatillas y también tenía las tarjetitas. Las fue casco, cagándose de frío, y la negra con ese culo enorme que ocupa todo el asiento.
repartiendo mientras hablaba a los gritos y el otro le respondía a los gritos y un tercero Qué hija de puta. Mirá, mirá cómo lleva a la pendejita, medio dormida, casi
le gritaba a la gente que les tiraran una moneda, que Dios los bendiga. Una señora se cayéndosele de esas piernas gordas de tanta cerveza y torta frita. Y mirá el otro, ahí
tapó los oídos. atrás, agarradito como puede, tiritando, pobrecito. ¡Y mirá cómo lleva el bebé, negra
Recién cuando pasaron en retirada escuché hablar al pibe que tenía sentado enfrente. hija de mil putas, metido adentro de la campera! Inconsciente de mierda, ojalá le
Él también habrá tenido unos ocho años. saquen los hijos, ojalá se muera esta negra de mierda.
-Mamá, ¿por qué gritan los nenes?-, preguntó, sin sacarles los ojos de encima. Eran La camioneta arrancó, rabiosa, y se perdió calle abajo, zambullendo a la negra y sus
ojos de asombro. ¡Qué libres eran los nenes que podían jugar en el subte!, habrá crías en una nube de humo pegajoso. El que iba atrás tosió un poco y la motito se
pensado. paró. El señor del golcito gris bocinó con furia a sus espaldas y le ordenó que se
-Porque son negros-, dijo la madre y sentí como si de repente me hubieran apretado el moviera, pelotuda, y la puta que la parió.
pecho. Pensé que había escuchado mal y presté atención. No sé por qué tuve miedo. La nena en la falda abrió los ojos despacito y preguntó si faltaba mucho. La madre le
-Porque son negros. Y cuando sean grandes, van a ser ladrones. Vos tenés que tener apoyó la mano temblorosa sobre la frente sudada, comprobó que la fiebre seguía allí y
mucho cuidado con esos chicos, ¿sabés? murmuró un no mi amor, así, triste y suavecito, como los quejidos del Nazareno, que
La cara del nene cambió como cambia la luz de la tarde cuando es verano y son las llora acurrucado contra sus tetas tibias, o como el cinco por seis treinta, cinco por
ocho menos diez y hay sol y de repente son las ocho y todo se ha puesto oscuro. Sus siete treinta y cinco, que el Ismael recita con los brazos envolviéndole la panza llena
ojos se apagaron y los ratoncitos de curiosidad que espiaban desde las pupilas se de pan y mate cocido, porque al otro día tiene prueba y la Brenda tiene fiebre, y el
atacaron entre ellos. Sus cejas se torcieron hacia adelante y sus labios se convirtieron Nazareno llora de hambre, y a esa hora el colectivo ya no entra hasta el barrio, y el
en una línea recta y severa. Creo que hasta se le cayó un poco de magia de los Mario que no aparece desde la semana pasada, y la motito que se para cada cinco
bolsillos. cuadras, y el hospital que todavía está lejos, y doña Esther que le dijo que para qué iba
-¿Sabés? a tener otro hijo a los veintidós, que mejor abortara, y el Ismael que cada tanto dice
-Sí, mamá. que tiene frío, y la Brenda que se va quedando dormida, y la negra de mierda que le
No entiendo muy bien lo que me ocurrió a mí. Se me aceleró el corazón y mi garganta pide al Ismael que diga las tablas más fuerte, para que escuche la Brenda, para que no
se puso rígida y quería salir del tren aunque estuviera en movimiento. Quise ser yo el se duerma la Brenda, mientras que a ella le arden los ojos de tanto aguantarse las
que gritara ahora, pero me pareció más virtuoso el silencio de quien sabe que nunca se ganas de llorar de miedo.
humilla a alguien delante de sus hijos.

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