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GUÍA

PARA DESCUBRIR QUIEN ERES


COMO MUJER
!



ESCRITA POR: SONIA HERRERO, COACH PARA MUJERES


















Esta guía pretende aportarte una especie de “mapa de navegación interior” con
herramientas concretas, que te van a ayudar a explorarte y a comprenderte mejor como
mujer. También está escrita para todas la que tienen ganas de celebrarse como mujeres y ser
más, disfrutar más, vivir con más pasión, profundidad y serenidad.

Utilizo como base los arquetipos femeninos reflejados a través de las Diosas griegas. Ya sé
que igual te preguntarás qué tiene que ver la mitología y unas Diosas de más de 3000 años
con tu vida cotidiana. Pues bien, si te permites aparcar tu juicio por un momento y leer estas
líneas con curiosidad, probablemente te sorprendas a ti misma viendo lo útil que esas
historias antiguas son para mujeres modernas como tú y como yo.

Las Diosas, al igual que nuestras diferentes partes y cualidades, son todas necesarias; no hay
una mejor que otra. Para mí se trata de poder ver todas las posibilidades que tengo y de
empezar a tomar consciencia de las partes de mí que he descuidado, las que están
adormecidas, las que han tomado control sobre mí y tengo que calmar. Una vez que tomo
consciencia de quien soy en este momento como mujer y del potencial que tengo para
desarrollarme, tengo una especie de mapa y sé hacia donde quiero ir. El camino, como bien
decía Machado, lo iras haciendo al caminar.

Espero que te sirva para descubrirte y disfrutarte más como la mujer que realmente eres y no
como la que has aprendido a ser.

Sonia Herrero
















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INTRODUCCIÓN: LO FEMENINO

Todo lo que existe se manifiesta con dos fuerzas que, aunque antagónicas, son
complementarias y se generan una a la otra. Son “lo masculino” y “lo femenino”. En la
Tradición Taoísta, corresponden a lo que se denomina el Yin, y el Yang. Ellos se
complementan y forman en su conjunto la totalidad que se observa en la Naturaleza: lo
Yang- espíritu masculino- es la energía activa, la búsqueda de la extensión y lo Yin –espíritu
femenino-es la energía receptiva que se adapta, conecta y engendra.

Como ves, no hablo de mujer y hombre exclusivamente, pues lo femenino y lo masculino se
manifiesta en todo lo que existe. Además, tanto lo femenino como lo masculino están
presentes en todo hombre y toda mujer. A las mujeres igual nos resulta en general más fácil
conectarnos con lo femenino y a los hombres con lo masculino. Pero todos tenemos los dos
lados y ninguno es mejor que el otro, necesitamos ambos. Cuando lo masculino y lo
femenino están en equilibrio, hay fluidez, relación, un flujo de energía, unidad, totalidad.

El problema es que esos dos principios no están en armonía en nuestra sociedad y las
consecuencias negativas de siglos de desequilibrio se empiezan a percibir cada vez de forma
más clara en nuestro mundo y en cada una de nosotras, las mujeres.

El filósofo y psiquiatra suizo Karl Gustav Jung, ya hablaba en 1850 de un desequilibrio de las
sociedades occidentales de su tiempo causado por exagerar la importancia del pensamiento
y la sensación –funciones psíquicas asociadas culturalmente con el hombre- y desconocer las
funciones no racionales consideradas femeninas: la intuición y el sentimiento. Este
desequilibrio se manifiesta en una fe ciega en la ciencia para resolver los problemas
fundamentales de la humanidad, un materialismo desbordado, un profundo eurocentrismo,
y una subestimación y subordinación de los elementos considerados femeninos de la psiquis
individual y colectiva.

Pero este interés exagerado por lo masculino no siempre ha estado presente en nuestra
sociedad. Hubo un tiempo muy lejano, en que Dios era mujer. Gaia para los griegos, Hathor
en Egipto, Eda entre los escandinavos... la Diosa adquirió mil formas y nombres, pero
siempre se halló presente en el origen de todas las culturas. El gran poder de la Diosa residía
en que presidía el principio femenino de la Creación y la mujer era la medida de todas las
cosas.
Bajo el principio femenino todo estaba unido, la mujer transformaba, creaba y nutría, pero
también necesitaba la energía masculina para hacer alquimia. Hombre y mujer eran la
integración de dos poderosas energías cósmicas conectadas: acción y sentimiento, razón y
magia, amor y sabiduría.

Con la llegada del patriarcado
se desacraliza el principio femenino y se subordina al masculino, que recibe un
énfasis excesivo. Esto se ve reflejado en el hecho de que el dios no tiene dimensión
femenina, en el constante abandono de los valores de sentimiento y de la misoginia
responsables de la represión y el sufrimiento de las mujeres.
La historia de los últimos 4000 años ha sido forjada por hombres y todas nuestras ideas
culturales y patrones de comportamiento se han desarrollado a partir de esta base
desequilibrada. A lo largo de este tiempo, todo lo designado como "femenino" (la

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naturaleza, el cuerpo, la mujer) se devaluaba y reprimía. Naturalmente, esto ha creado un
desequilibrio profundo no sólo entre hombres y mujeres, sino entre lo masculino y lo
femenino, con graves consecuencias para la cultura y la psique humana.
Donde no hay relación ni equilibrio entre los principios masculino y femenino, el principio
masculino se convierte en patológico exagerado, inflado; el femenino, patológicamente
disminuido, inarticulado, ineficaz.
Los síntomas de un masculino patológico son rigidez, inflexibilidad dogmática,
omnipotencia, y una obsesión con o adicción al poder y el control. Habrá una definición
clara de los objetivos, pero sin receptividad a las ideas y valores que entran en conflicto con
estos objetivos. Vemos competitividad exagerada;el impulso de ir más lejos, crecer más
rápido, lograr más, adquirir más, elevado a la categoría de un culto.
Los efectos de un principio femenino disminuido, son desprecio por los valores de
sentimientos fundados en la experiencia de la relación con los demás y con el medio
ambiente. No hay tiempo ni lugar para las relaciones humanas. Por encima de todo, no hay
tiempo para la relación con la dimensión del espíritu. Hay una sexualidad depredadora y
compulsiva en hombres y mujeres, que cada vez pierden la capacidad de relacionarse y de
intimidad. Hay una continua expansión en un sentido lineal, pero ninguna expansión en
profundidad, en la visión. La presión de hacer cosas constantemente acelerada, sin dar
espacio para el descanso o para que las cosas pasen de forma orgánica y sin esfuerzo.

Las mujeres, en su desorientación, y porque el valor femenino no tiene una definición clara
o reconocimiento en nuestra cultura, se sienten atraídas, de forma inconsciente, a copiar la
imagen patológica de lo masculino que a su vez incorpora el miedo de lo femenino.

Así pues y de forma inconsciente, las mujeres hemos aprendido a reprimir nuestra energía
femenina para poder sobrevivir en esta sociedad. Al hacerlo nos hemos desconectado de
una gran parte de nuestro ser y nos hemos hecho insensibles, ya que la única forma de dejar
fuera todo eso que “molesta” es no sintiéndonos.

Pero por suerte son cada vez más las personas que observan que la humanidad atraviesa
ahora un momento crucial para cambiar el orden de las cosas. Hay una urgente necesidad de
moderar el actual exceso de énfasis en el valor masculino, con un esfuerzo consciente para
integrar lo femenino. Está despertando una mujer nueva que potencia su feminidad y
sexualidad, al tiempo que sabe defenderse; que protege a sus hijos y les ayuda a crecer; que
no se deja engullir o influenciar por el hombre, pero tampoco se aísla de él ni lucha contra él
o le oprime, sino que desde el amor y el respeto, es capaz de abrir una puerta hacia una
nueva concepción de la vida. Cada vez hay más hombres que se muestran sensibles y
tiernos, que aceptan su lado femenino y más sensible sin ser por ello estigmatizados como
débiles o “afeminados”.

En mi opinión, si estás leyendo estás líneas, es porque tú también sientes dentro de ti ese
impulso profundo para equilibrar esas dos energías dentro de ti misma y en nuestra
cultura. El primer paso es empezar a reflexionar sobre este tema, primero contigo misma y
luego compartiéndolo con otras mujeres y otros hombres. Te puedes guiar por preguntas
como:
• ¿Dónde estas tu personalmente fuera de balance?

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• ¿Dónde estas impulsada por el espíritu cultural desequilibrado de alcanzar el éxito,
el poder y el control, haciendo caso omiso de tus sentimientos de cansancio,
depresión, ansiedad o síntomas de malestar del cuerpo?
• ¿Estas permitiéndote a ti misma el tiempo suficiente para la reflexión, las relaciones
y para la conexión con una dimensión más profunda de la realidad?

Para poder recuperar el equilibrio dentro de nosotras como mujeres necesitamos, primero
que todo, ser conscientes de las partes que cada una de nosotras ha dejado de lado, e
ignorado para poder encajar mejor en nuestra sociedad patriarcal y así sobrevivir.
Los modelos de comportamiento o arquetipos que vienen reflejados a través de las
diferentes Diosas te van a ayudar a ser más consciente de tus propios comportamientos,
que muy probablemente has adoptado de forma inconsciente, y a empezar a identificar
esas partes de ti que has olvidado y que quieres volver a recuperar. Espero que las Diosas te
ayuden a desarrollar tu propio “mapa de lo femenino”.


LOS ARQUETIPOS, UNA GUÍA

El concepto de arquetipo es un término que nos ha sido legado por el psicólogo K.G Jung.
Los arquetipos son modos innatos de actuar, grabados en los genes de las personas y en el
inconsciente colectivo, que mueven a los individuos en diferentes direcciones.

La manifestación de lo femenino en la mujer es multicolor, y cada una de nosotras tiene su
sabor particular y único. No hay dos mujeres que sean iguales y es importante que cada una
de nosotras encuentre su propia forma de manifestarse como mujer. Los arquetipos te
ofrecen una especie de lista de “ingredientes”, de comportamientos diferentes que te
pueden servir de base para crear tu propio menú, ese sabor único que sólo tu puedes tener.

Uno de los secretos que el mundo antiguo conocía muy bien debido a las leyendas sobre
Dioses y Diosas, era que estos arquetipos son universales, todos ellos tienen determinados
aspectos que se manifiestan por igual en todas las personas, independientemente de su
cultura, raza o religión. Sin dejar de afirmar por ello, que estos símbolos universales, forman
una configuración especial en cada una de nosotras (nuestro propio “menú”).
El análisis de los arquetipos o Diosas que mueven a cada mujer es una información vital para
poderse conocer y entender las motivaciones por las que cada mujer se siente impulsada.
Así pues, el desequilibrio en nuestras vidas puede entenderse en términos arquetípicos,
cuando nos hacemos conscientes de que estamos “alimentando” mucho unos patrones, y
“descuidando” otros.

Cada arquetipo o Diosa dentro de nosotras posee unos intereses, necesidades, símbolos,
emociones, dificultades y dones propios. Algunas Diosas prevalecen en nosotras y guían
nuestras decisiones, otras apenas las hemos explorado y moran en nuestro inconsciente.
Todas las Diosas o arquetipos tienen cualidades positivas, de las cuales nos podemos
beneficiar y todas tienen al mismo tiempo cualidades negativas que aparecen cuando la
Diosa pasa a controlar nuestra vida y no nos deja evolucionar. Ese es el lado “oscuro” de la
Diosa.
Cada una de ellas es necesaria en momentos y en situaciones diferentes en nuestras vidas,
por eso es importante poder disponer de todas ellas para así poder elegir libremente. En su

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estado completo, cada mujer tiene acceso a todos los arquetipos/Diosas y los puede atraer a
su vida según las necesidades del momento.

Sin embargo para la mayoría de nosotras esto no es así y por distintas circunstancias de vida
e influencias de nuestra familia y de la sociedad, hemos aprendido a activar unos arquetipos
y a ignorar otros. Así tal vez de niña te sentías muy conectada con la naturaleza y eras muy
independiente (la Diosa Artemisa) pero tus padres te educaron para que fueras dulce y
complaciente (la Diosa Perséfone) y acabaste reprimiendo tu arquetipo original.
La sociedad es otro factor que fomenta algunas diosas y condena a otras. Tradicionalmente,
las diosas potenciadas eran Hera, la esposa y Démeter, la madre. Afrodita, la deidad del
amor, fue condenada como «la prostituta». Ahora, con los logros feministas, las diosas más
reconocidas son Atenea, arquetipo de la mujer triunfadora y Artemisa, la mujer
independiente que sabe marcarse objetivos y conseguirlos.

Así que, como ves, en realidad no elegimos nosotras de forma consciente quien queremos
ser como mujeres, sino que nos dejamos modelar por nuestro entorno y lo peor es que
luego acabamos creyendo que hemos elegido libremente ser como somos y criticamos a
menudo a las mujeres que han elegido ser de otra forma.

En medio de esta confusión hay
que tener en cuenta que cada uno de estos arquetipos o modelos de comportamiento es en
sí incompleto y que para crecer, una persona necesita a los demás. Por eso, no sólo es
importante descubrir la diosa con la que internamente ahora mismo te identificas más, sino
también activarlas a todas para alcanzar la plenitud.

Como vamos a ver, la femineidad tiene formas y maneras complementarias de manifestarse.
Puede ser seductora, amante, sensual y plena de erotismo, al estilo de Afrodita. Como
madre abnegada que encuentra alegría en sus vástagos a la manera de Deméter. Como
hembra luchadora, sabia y temida de acuerdo al accionar de Atenea; como esposa fiel según
Hera o con el lado oculto, secreto y eternamente misterioso según Hécate.
Todas las manifestaciones se dan como una unidad, no siendo una mejor o peor que la otra,
tan sólo diferentes formas que tiene de expresarse el misterio del eterno femenino.

Por desgracia esta “unidad” no existe en la mayoría de nosotras ya que los arquetipos
Femeninos que hemos heredado de la cultura occidental patriarcal y de nuestra familia,
están en su mayoría deformados y demonizados unos, idealizados otros y ausentes muchos.
Identificar de qué modo conviven dentro de ti esos aspectos, cómo se comunican entre sí, a
qué acuerdos llegan entre ellos, cómo se solapan unos a otros, cómo algunos se hallan
absolutamente reprimidos y por qué es un trabajo interior intensamente transformador y
sanador. Esta guía pretende ayudarte en ese viaje interior que sólo tú puedes hacer.

Valiéndonos de ocho míticas Diosas del Olimpo de la Grecia antigua, vamos a ver más en
detalle cómo adquieren forma todos esos aspectos de lo Femenino. Bajo cada Diosa
encontrarás su definición, su lado de luz o positivo y su lado oscuro o negativo (que se
desarrolla cuando la Diosa toma control de tu vida). Al final te doy un par de ideas sobre
como puedes crecer en caso de que esa Diosa esté controlando tu vida.

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LAS DIOSAS

ARTEMISA: LA INDEPENDIENTE

Como diosa de la caza y de la luna, personifica el espíritu femenino independiente. Una


mujer movida por el arquetipo de Artemisa es autosuficiente, independiente, se centra y
concentra en los objetivos sin que nadie del exterior la desvíe de ello.

Lado de luz:
Es el arquetipo que permite a una mujer lograr sus propias metas en el terreno que ella
misma elija. La mujer Artemisa se siente completa sin un hombre. También representa a la
hermana, y este es el atributo que la lleva a solidarizarse con las otras mujeres y a defender
sus derechos. No encaja con el patriarcado y encarna las cualidades idealizadas por el
Feminismo: realización y competencia, independencia de los hombres y sus opiniones, y
preocupación por las mujeres oprimidas.

Si te sientes dominada por Artemisa tienes una tendencia a sentir esos principios y causas y
a realizarlos, siempre siendo fiel a los mismos. Quizá hayas crecido en un hogar machista, en
el que dieran prioridad a los hombres, relegándote a ti a las tareas domésticas, situación
ante la cual te rebelaste. Te encanta la naturaleza, ponerte tus vaqueros y una mochila a la
espalda y salir a explorar bosques, montañas, selvas...

Lado oscuro:

La carencia de Artemisa es que, le da miedo ser mujer y, en el mundo exterior, se
desconecta de sus sentimientos. Esa es la causa de que muchas feministas se olviden de su
parte seductora o de su capacidad nutridora, y consideren al hombre como su enemigo,
aunque se comporten en muchas ocasiones como él.

Cómo crecer:
Para que una Artemisa alcance su plenitud ha de abrirse a las emociones y aprender a amar.
El arquetipo de madre podría ayudarla, y una Afrodita le pondría en contacto con su
sexualidad, enseñándole que el amor puede vencer todas la barreras.


ATENEA: LA GUERRERA

La mujer luchadora, la diosa virgen. Representada portando una lanza y un escudo. Atenea
nació de la cabeza de Zeus y fue la diosa que defendió el patriarcado. Diosa sin romances y
sin hijos, es una guerrera victoriosa y muy temible. Era también la diosa de la sabiduría y de
la civilización. Es una manifestación de la mujer emprendedora, que lucha frente a los
obstáculos y sale victoriosa.

Lado de luz:
Estrategia, sentido práctico y resultados tangibles son característicos de su sabiduría
peculiar. Atenea valora el pensamiento racional y defiende el dominio de la voluntad y del
intelecto sobre el instinto y la naturaleza. Es la diosa de la inteligencia, la sabiduría y la
guerrera, la pragmática.

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Atenea es la energía femenina que se manifiesta dentro de la acción, capaz de aplicar su
conocimiento de manera práctica y útil. La mujer que está bajo la influencia de Atenea posee
el don del pensamiento lógico de naturaleza intuitiva. Es capaz de conservar la mente clara
en medio de emociones fuertes y aportar soluciones concretas a los problemas que presenta
la vida. Asimismo, reconoce el poder del oponente y lo respeta.
Representa a aquella que es capaz de valerse de su inteligencia e intuición para resolver
conflictos y enfrentarse a la vida. Un ejemplo muy claro de mujer Atenea es la ejecutiva que
logra ascender hasta cargos directivos dentro de una empresa. Es perspicaz, intuitiva,
inteligente, realista y muy diplomática, pues se vale de las alianzas para lograr sus objetivos.
Como esposa y madre seguirá siendo una gran estratega y administradora de la casa, y
siempre elegirá a héroes como futuros esposos; es decir, a hombres triunfadores,
intelectuales y ambiciosos, pues el poder para ella es el mejor afrodisiaco; además,
entenderá el matrimonio como otra alianza más, sin profundizar en los sentimientos.
También, llevará puesta su coraza y será completamente impermeable a los celos.

Lado oscuro:
La determinación e independencia de Atenea mal usadas puede llevarnos a conductas
demasiado egoístas o centradas solo en nosotras. La guerrera nos da autosuficiencia, nos
dice hacia donde dirigir las flechas, cómo delimitar nuestro territorio y cuando rendirse. Esto
llevado al extremo nos puede aislar ya que tendemos a ser muy duras con los demás, y con
nosotras mismas.

La mayor carencia de Atenea se debe a que ha separado su centro de acción de su centro de
sentimiento. Sacrifica al amor y al placer en el altar del deber. La sabiduría y la intuición sólo
sabe emplearla para los negocios y el trabajo, no para conectarse con su fuente interna y
llegar a ser la mujer tan completa que en potencia es.

Cómo crecer:
La mujer Atenea necesita entregarse a los placeres con Afrodita y rescatar a la niña interior,
que le dará la capacidad para disfrutar de los pequeños detalles de la vida.


HESTIA: EL FUEGO DEL HOGAR

Es la diosa del fuego y del hogar en la mitología griega. Cuando una mujer está inspirada por
este arquetipo es capaz de poner el foco de concentración en el interior; llevar a cabo las
tareas domésticas fluyendo con ellas, sin necesidad de perseguir ningún objetivo externo,
como Artemisa o Atenea.

Lado de luz:
Hestia encarna a la mujer focalizada en sí misma, en su experiencia subjetiva interna. Sabia e
intuitiva, Hestia sabe captar la esencia de cada situación, pues mira más allá de lo aparente.
Ella disfruta de la soledad que le permite entregarse a la meditación, en conexión con las
riquezas de su mundo interno. Está conectada con su voz interior y se deja guiar por una
sabia intuición.

Lado oscuro:

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El problema que se encuentran las mujeres Hestia es, que así como tienen enormemente
desarrollado el hemisferio derecho del cerebro, el izquierdo resulta en muchas ocasiones
una nulidad. Suelen ser incapaces de manejarse en el mundo real, de resolver asuntos tan
prosaicos como la Declaración de la Renta y todo lo relacionado con el dinero.

Cómo crecer:
La mujer Hestia
necesitará desarrollar a una Atenea capaz de enfocar parte de su intuición, sabiduría e
inteligencia al mundo exterior, y una Artemisa que le aporte firmeza.


HÉCATE: LA SACERDOTISA

La diosa de las encrucijadas y de las bifurcaciones de los caminos. Representa el lado oscuro
o más bien secreto y mágico. Introspección, purificación y sabiduría. Hécate también es la
diosa de la madurez y del cambio, de aquella mujer que ha desarrollado su sabiduría y está
dispuesta a compartirla con las demás mujeres.

Lado de luz:
Todas las mujeres portan una. Todas vivimos en realidad en dos mundos que se rigen por
leyes distintas, nuestro mundo interior y nuestro mundo exterior. Establecer un vínculo
entre nuestro consciente e inconsciente nos ayuda a traer más consciencia a nuestras vidas,
de toda la información simbólica que puede ayudarnos a tomar las decisiones adecuadas en
el mundo de lo racional.
La Sacerdotisa interior confía en el poder del rito, del mito, del símbolo, es una incansable
buscadora de conocimiento y posee la capacidad de alquimizar los procesos interiores. Ella
representa parte de nuestra plenitud como mujeres. Ella es la primera que fue desterrada
por el patriarcado, y ella es en definitiva la última que tenemos que rescatar de las sombras
del inconsciente colectivo.

Hécate no tiene lado oscuro.

Cómo crecer:
Es un arquetipo que nos conecta con la verdad. Es el aspecto de nosotras que escucha la voz
de su intuición, da crédito a lo no tangible, a la vez que viaja entre los mundos consciente e
inconsciente enraizada en la madurez. Sus actividades son más introspectivas, la espiral gira
hacia dentro y debemos facilitarlo.
Cuando no cumplimos con esta tarea, podemos volvernos agresivas, sarcásticas, poco
pacientes y desvincularnos de nuestra profundidad. Nos Permitimos hacer una revisión en
nuestra vida de todo aquello que no debe permanecer porque no se sustenta en la
autenticidad. Aprendemos a equilibrar nuestra visión hacia el afuera con la visión interior.
Ella nos enseña a enraizarnos, profundizar, soltar, sincerarnos, empezar a conectar con
nuestra profundidad en el viaje de regreso a nuestro mundo interior y anclarnos firmemente
en nuestra vida.


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HERA: LA ESPOSA

Es la diosa del matrimonio, consorte real de Zeus en el Olimpo griego. Cuando una mujer
está movida por el arquetipo de la diosa Hera, buscará un marido, ya que encontrará sentido
al hecho de estar casada, y de ese modo se sentirá realizada. Es la protectora de las mujeres
casadas.

Lado de luz:
Una de sus mayores virtudes es la fidelidad, así como la capacidad de compromiso. Una
mujer Hera, no sólo es fiel como esposa, sino en el trabajo, donde puede destacar por ser
una excelente colaboradora.

Lado oscuro:
Al centrarse exclusivamente en su marido y al verse incompleta sin él, renuncia a todas las
facetas de ella misma y se convierte en una persona celosa y posesiva que proyecta siempre
los celos sobre las mujeres, eximiendo de culpa a su esposo. Si se deja llevar por ese
impulso, se verá desvinculada de sus amigas.
Si su marido, convertido por su influencia en un Zeus patriarcal y machista, decide
abandonarla por otra, se quedará destrozada, con rabia hacia la otra mujer, y
probablemente sola.

Cómo crecer:

Reconocer a Hera es fundamental, así como fomentar otros patrones. Necesita potenciar a
Afrodita para que la pasión no se esfume. Una Artemisa que le dé independencia, sin
necesitar al hombre para realizarse, también puede ser de gran ayuda.


DÉMETER: LA MADRE

Esta es la diosa madre, generadora de «leche y miel», amor, protección y sustento espiritual.
Diosa de las cosechas y de la maternidad en la mitología griega, es el instinto que mueve a
una mujer a tener hijos. La vida de una mujer movida por el arquetipo de Démeter tiene
sentido y ella se realiza cuando puede ser madre, bien sea biológica o pueda nutrir de otro
modo; espiritual o físicamente.

Lado de luz:
Es el arquetipo dentro de nosotras que más conecta con el aspecto maternal interior. Es
nuestro aspecto nutricio, aquel que nos enseña a compartir, cuidar, nutrir, volcarse en el
otro. Trabajamos la capacidad que tenemos en el mundo de recoger los frutos de lo
sembrado en nuestras vidas y de acumular abundancia, no solo material, sino también
espiritual, emocional y de todo tipo. También es un aspecto que nos invita a revisar las
creencias que impiden el flujo de la abundancia, así como aprender a agradecer todo lo que
nos rodea. Ella celebra la plenitud de mostrar en el mundo su misión, es un arquetipo que
cuando alcanza la madurez suficiente nos conduce a llevar a cabo nuestro proyecto creativo
y a conectar con una fuente inagotable de creatividad, dispuesta a ser compartida.
Si de niña disfrutabas atendiendo a tus hermanos pequeños o a tus primos y jugabas a las
mamás, tu arquetipo más fuerte es el de Madre. Probablemente eres generosa e inclinada a

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cuidar, escuchar y aconsejar.

Lado oscuro:
Deméter llevada al extremo puede hacernos estar demasiado involucradas en los otros,
olvidando escuchar las necesidades de nuestro interior.
La mujer madre alimenta y ama a sus hijos, pero también les sobreprotege con un fin
inconscientemente egoísta: retrasar o impedir su crecimiento. Es la generadora de
Perséfones y hombres Peter Pan, que evitan responsabilizarse, comprometerse y madurar.
Además, por estar centrada en sus hijos, cae a veces en la desesperación y la depresión
cuando a estos les ocurre una desgracia o simplemente se van de casa. Esta es una mujer
que se olvida de cuidarse a sí misma e ignora que en ella también reside una niña interior
necesitada de atención.

Cómo crecer:
Si te sientes identificada con este arquetipo, deberás invocar a Hestia, para conectar con su
alma y sentirte a gusto en la soledad. También te haría falta una Artemisa, que te
proporcione independencia y, sobre todo, conectar con tu propia Perséfone, que te haga
disfrutar de los pequeños placeres de la vida y la llene de juventud y vitalidad. Traer a más
Afrodita a tu vida y disfrutar más de tu cuerpo y de tu sexualidad también te pueden ayudar
mucho.



PERSÉFONE: DONCELLA Y REINA DEL SUBMUNDO

Fue la única hija de Zeus y Démeter. Fue raptada por Hades, el dios del mundo subterráneo.
Su madre, Démeter, detuvo las cosechas amenazando a la humanidad, hasta que Consiguió
que Zeus enviara a Hermes al mundo subterráneo y Hades devolviera a Perséfone. Una
mujer movida por Perséfone cumple el rol de la hija y es una mujer receptiva que espera a
que los acontecimientos sucedan en la vida.

Lado de luz
Es a su vez un arquetipo que nos desvela cómo se configuró lo que somos ahora y cómo nos
condicionó a la hora de crecer o no crecer de forma madura y responsable. Es el aspecto
más inocente y puro de nuestra personalidad y también el que nos mantiene atadas a
caprichos. Es el arquetipo que nos
permite navegar en cuándo y cómo sucedieron las heridas que han marcado nuestro
desarrollo como mujeres y tener la oportunidad de curarlas. Nuestra dependencia
emocional se fraguó en la infancia por ello es importante escuchar a ese aspecto de la
psique y darle la atención y el cariño que necesita, para poder mirar el presente en su
totalidad sin arrastrar carencias que dificultan el
compromiso con nuestra misión creativa.
Toda mujer Perséfone empieza siendo la doncella, dulce y sensual, pero inconsciente de su
sexualidad; divertida y romántica, sin metas claras.

Lado oscuro:
Es la protagonista de los cuentos de hadas, una Cenicienta o una Blancanieves, vulnerable,
sumisa y complaciente, que espera que llegue su príncipe azul. Dependiente de una madre
dominante que impide su crecimiento, es de esas mujeres que consideran a su madre su
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mejor amiga, y con ella comparten todos sus secretos.

Está representada también por la eterna estudiante, que después de la universidad acumula
títulos, sin ninguna expectativa de trabajar en serio. Suelen ser siempre víctimas por su
receptividad, pero no saben defenderse, permaneciendo pasivas.

Cómo crecer:
Si te identificas con Perséfone, conecta con tu Artemisa para marcarte objetivos y ser más
independiente; con Atenea para pasar a la acción, y crea una Démeter interna que te cuide y
te proteja, para que no tengas que ir buscando madres y padres en cada persona.


AFRODITA: LA AMANTE

Diosa del amor, la belleza y de la sensualidad, nacida de la esperma de Urano que se unió al
océano al ser castrado por Cronos. Esta forma arquetípica de lo femenino representa
precisamente el lado seductor, sensual y erótico de la femineidad.

Lado de luz:
Cuando el arquetipo de Afrodita está presente en una mujer, ésta se enamora con
frecuencia y facilidad. Una mujer Afrodita tiene un atractivo sexual y posee un magnetismo
personal que atrae a otras personas dentro de un campo cargado eróticamente, que
potencia la toma de conciencia sexual y sube el "voltaje". Afrodita constituye una tremenda
fuerza para el cambio. A través de ella fluye la atracción, la unión, la fertilización, la
incubación y el nacimiento para una nueva vida. El trabajo creativo surge de una implicación
intensa y apasionada, casi como un amante. La artista interactúa con lo otro para crear el ser
de algo nuevo. Una mujer Afrodita se implica en una relación o proceso creativo para
terminarlo y comenzar otro.
Esta deidad lleva a la mujer que la encarna, al disfrute de su cuerpo y de la sexualidad plena
con el ser amado. No sólo es belleza, sino capacidad de generar belleza, por lo cual todo lo
que ella hace se ve inundado por la creatividad: desde los juegos con sus hijos, al arte, la
cocina o cualquier actividad. Esta diosa aparece en toda mujer que se enamora. Se trate de
una Atenea concentrada en su trabajo o de una Démeter centrada en sus hijos, la entrada de
Afrodita en su vida convertirá al nuevo amor en una prioridad.

Lado oscuro:
La mujer Afrodita también es una mujer incompleta si carece de otros arquetipos que la
equilibren. No tiene perspectivas de futuro, es impulsiva y no piensa en las consecuencias.
También tiende a ser promiscua e infiel. Puede ser el blanco de las mujeres Hera, envidiosas
de su belleza y magnetismo.

También el hombre puede hacerle daño, ya que tiende a enamorarse del arquetipo Ares (el
guerrero), que por celos puede maltratarla; de Hefesto, el artesano que, demasiado
centrado en su arte, la hace sentir abandonada; o de Zeus, el patriarca, que la trata como un
capricho, utilizándola sexualmente.

Como crecer:

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Le hace falta potenciar la fidelidad y el compromiso propios de Hera. También necesita a
Artemisa para dirigirla hacia objetivos concretos y ponerle límites; de Atenea que la haga
reflexionar antes de actuar; y de Hestia que la conecte con su alma.


CONCLUSION

Las Diosas están ahí para ayudarte a entenderte mejor como mujer. ¿cuál es la Diosa que
está más presente en ti? ¿cuál es la que sufre por su ausencia? ¿cuál es la que te gustaría
desarrollar un poco más en tu vida? ¿cuál es la que te controla a ti y no te da opciones para
ser de otra forma?

El proceso de darte cuenta de que tú, al igual que todas nosotras, tienes muchas facetas,
muchas Diosas en ti, es el principio del camino. Un camino que te puede ayudar a ser más la
mujer que realmente eres y a ser más consciente, más libre, a sentirte mejor contigo misma
y con tu entorno.
No es que unas Diosas sean mejores que las otras y que ahora nos tengamos que agobiar
para ser de otra forma. Para mi nuestro verdadero poder está en el hecho de tener opciones
y de poder elegir libre y conscientemente. El hecho de poder darme permiso para a veces
ser la mujer valiente y egoísta que representa Artemisa, que sólo piensa en si y que pone
limites muy claros a los demás. A veces sacar mi Atenea para llevar proyectos adelante,
reflexionar y entender cosas, poder mantener una discusión profunda, analizar, estudiar,
controlar. Y a veces poder volcarme en mis hijos como lo hace Démeter y sentir que ser
madre es lo único que importa en este mundo. O conectarme con Hestia para retirarme en
mi interior, meditar, conectarme con mi intuición y con la naturaleza antes de tal vez volver
a salir vestida de Afrodita, dispuesta a disfrutar de mi cuerpo y de mi sexualidad.

Todo eso es posible porque tú y todas nosotras somos todas esas Diosas y más. El abrirnos a
todas esas posibilidades y el darnos permiso para ser todo lo que nos apetece ser es para mi
el camino que no solo nos va a sanar como mujeres sino que nos va a permitir crear una
sociedad que realmente funcione para todos.


Gracias por haberme leído. Y si el tema de las diosas te interesa te recomiendo el libro de
Jean Shinoda Bolen, MD. “Las diosas de cada mujer”, del cual yo me he inspirado mucho.

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