Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Por su ubicación intermedia entre el Bajo Perú y las provincias del Río de la Plata, el proceso
independentista estuvo íntimamente ligado a la Independencia de la Argentina y a la
posterior Independencia del Perú. Para contener el avance independentista de las Provincias
Unidas del Río de la Plata, el virrey del Perú, José Fernando de Abascal incorporó bajo su
autoridad la Audiencia de Charcas, como lo había sido hasta 1776, y desplegó sobre ella el
Ejército Real del Perú. Entre 1810 y 1826 el Alto Perú fue escenario de interminables
combates y batallas entre los realistas peruanos y altoperuanos y los patriotas argentinos y
altoperuanos, a los que se sumarían después de la batalla de Ayacucho los patriotas del
Perú y la Gran Colombia al mando de Sucre, y que conseguirían finalmente obtener la
independencia en los territorios que permanecerían bajo control realista.
Levantamientos Indígenas
En 1779 se produjo un levantamiento de indígenas , liderados por Tomás Katari contra los
abusos de la mita de parte de los intereses mineros de la zona, centrados en el corregidor
Alós. Tomás Katari fue apresado y, mientras era conducido para ser juzgado, fue asesinado
lanzándolo por un barranco. Dámaso y Nicolás Katari continuaron liderando la rebelión,
llegando a poner cerco a Chuquisaca (actual Sucre). Poco después, en 1780 y 1781 se
produjeron los grandes levántamientos quechua-aymara, liderados por Túpac Amaru II en el
Cuzco y Julián Apaza en el Alto Perú. El crimen contra Tomas Katari adelantó los planes
insurreccionales de Tupac Amaru, pero Julián Apaza esperó a que madurara su movimiento
y formó un ejército de 40.000 hombres.
Se declaró "Virrey" y tras adoptar el nombre de Túpac katari decretó el exterminio de la «raza
blanca». Invadió Puno y puso sitio a la ciudad de Chuquiago (hoy La Paz) dos veces. Andrés
Túpac Amaru, hermano del líder quechua, que había asumido la dirección del movimiento
después de la captura y ejecución de Túpac Amaru, se unió a Túpac Katari en el segundo
cerco a La Paz, pero maniobras políticas y militares, así como líderes originarios contrarios al
levantamiento acabaron con el mismo. Los cabecillas fueron apresados y ejecutados. Katari
fue descuartizado en vida mediante el procedimiento de ser amarrado de pies y manos a
cuatro caballos jalando en sentido contrario. Junto a él fueron muertos casi todos sus
familiares incluyendo a su esposa Bartolina Sisa.
Los sublevados estuvieron a punto de tomar La Paz, que resistió sacrificadamente el sitio
bajo la dirección del intendente Segurola.
Movimientos Independentistas de la República de Bolivia
Estos hechos sirvieron como elemento detonante para que en Buenos Aires destituyeran al
virrey en 1810 y constituyera un gobierno formado mayoritariamente por criollos, para
gobernar en nombre de Fernando VII y a la vez que se establecían juntas de autogobierno en
diferentes ciudades del Alto Perú y del resto de Hispanoamérica.
Expediciones rioplatenses
La Primera Junta de Buenos Aires en una de sus primeras medidas creó un ejército especial,
el Ejército del Norte (inicialmente denominado Ejército del Perú) para enfrentar a las tropas
realistas en el Alto Perú, y después del fusilamiento del ex virrey Santiago de Liniers, lo puso
al mando político de Juan José Castelli, uno de los líderes revolucionarios más radicales y
con Antonio González Balcarce como jefe militar. En un primer momento, tras la derrota en el
Combate de Cotagaita del 27 de octubre de 1810, las tropas independentistas y los jinetes
chicheños al mando del Coronel Pedro Arraya vencieron a los realistas en la batalla de
Suipacha el 7 de noviembre, tomando el control del Alto Perú. En Potosí una junta depuso a
Paula Sanz, en Chuquisaca fueron apresados el mariscal Nieto y al general Córdova y el 19
de noviembre también en La Paz el intendente Domingo Tristán se pronunció a favor de la
junta de Buenos Aires. Durante su gobierno Castelli tomó medidas drásticas que le ganaron
la enemistad de gran parte de las clases acomodadas, como fusilar a los jefes realistas, entre
ellos al gobernador presidente de la Audiencia de Charcas, mariscal Vicente Nieto, al
intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz, al general Córdova y al obispo de La Paz,
así como confiscar los bienes de los realistas. El general Juan Martín de Pueyrredón fue
nombrado presidente de la Audiencia de Charcas.
Juan Manuel Cáceres inició una revuelta en La Paz, pero fue derrotada por tropas indígenas.
El 29 de octubre de 1811, Esteban Arce recuperó Cochabamba para los revolucionarios,
pero tras la derrota de Pocoma el 24 de mayo de 1812, la ciudad volvió a manos realistas el
27 de mayo. Fuerzas rioplatenses al mando del general Eustoquio Díaz Vélez fueron
derrotadas en Nazareno el 12 de enero de 1812.
Castelli fue reemplazado en el mando del Ejército del Norte por el abogado y también líder
independentista Manuel Belgrano quien inició una Segunda Expedición al Alto Perú. Luego
de derrotar a las tropas realistas al mando del general realista Pío Tristán en Tucumán y
Salta las tropas argentinas volvieron a entrar a Potosí el 21 de junio de 1813. Belgrano
nombró como gobernador de Potosí al coronel Figueroa, de Cochabamba al coronel Álvarez
de Arenales y de Santa Cruz al coronel Warnes, como presidente de Charcas nombró a
Francisco Antonio Ortiz de Ocampo. Sin embargo Belgrano tampoco tuvo éxito en esta
campaña porque fue derrotado por el Ejército Realista, ahora al mando del Brigadier Joaquín
de la Pezuela, en las batallas de Vilcapugio el 1 de noviembre de 1813 y Ayohuma, trece
días después. Como consecuencia de estas derrotas, el Alto Perú volvió al control realista,
bajo el virreinato del Perú y Belgrano se retiró a Jujuy.
Ignacio Warnes y Álvarez de Arenales continuaron la resistencia, consiguiendo este último
las victorias de La Florida (24 de mayo de 1814) y Postrer Valle (4 de junio), el 5 de agosto
fue vencido en Sumarpata. El 24 de septiembre de 1814, La Paz cayó nuevamente en manos
de una insurrección revolucionaria, pero fue recuperada por los realistas en noviembre.
Tras asumir brevemente el mando del Ejército del Norte el general San Martín, pasó luego el
mando al general Rondeau, quien condujo la Tercera Expedición al Alto Perú,
reconquistando Chuquisaca y Cochabamba y logrando la victoria en la batalla de Puesto del
Marqués el 17 de abril de 1815, entrando poco después en Potosí. En octubre, los realistas
al mando de Pezuela triunfan en Venta y Media y luego también en Sipe Sipe (o Viluma) el
29 de noviembre de 1815, lo que provocó la nueva caída del Alto Perú en manos realistas,
retirándose el Ejército del Norte hasta Humahuaca, en la actual provincia de Jujuy.
Republiquetas
Pero al margen de las incursiones del ejército argentino (llamado así por ser ése el gentilicio
de los habitantes de las márgenes del Río de la Plata) en el territorio altoperuano, las
guerrillas desempeñaron un papel sumamente importante en la consecución de la
independencia de Bolivia. El cura Ildefonso de las Muñecas cubrió el norte del lago Titicaca,
Sorata y Yavi;2 en el sudeste, entre Camargo y Cotagaita estaba Vicente Camargo; entre los
ríos Grande y Pilcomayo, y en la Laguna combatían los esposos Padilla; en el este entre
Vallegrande y Santa Cruz de la Sierra, ponía en jaque a las autoridades realistas, los
guerrilleros Ignacio Warnes y Jose Manuel Mercado; y por último en el sur, o sea en Chichas
y Tarija, se encontraban Eustaquio Méndez, Manuel Rojas y Francisco Pérez de Uriondo.
El 6 de agosto de 1824 Bolívar derrotó al ejército realista del general José de Canterac con el
coronel Manuel Isidoro Suárez en la Batalla de Junín. Esta victoria constituye sobre todo, el
paso previo para el triunfo final en la batalla de Ayacucho. Los jefes realistas, Canterac,
Carratalá, Váldés y La Serna, reunidos en el Cuzco decidieron reorganizar sus fuerzas y salir
al encuentro de los vencedores de Junín. Sucre, por encargo de Simón Bolívar, decide
continuar la campaña militar en el Perú, y el 9 de diciembre de 1824, los independentistas
logran una victoria en la llanura de Ayacucho, pampas de Quinua. Con la capitulación del
virrey La Serna se reconocía la "Independencia del Perú y América".
El 29 de enero de 1825, el general José Miguel Lanza proveniente de las zonas rurales
cercanas (republiquetas), tomó la ciudad de La Paz y declaró la independencia de las
Provincias del Alto Perú, siendo nombrado su primer presidente. El 6 de febrero el mariscal
Sucre a la cabeza del Ejército Libertador cruzó el río Desaguadero.
Sucre avanza sobre el Alto Perú con el ejército libertador. La división de Colombia (Córdova)
queda acantonada en La Paz mientras que la división del Perú se interna hasta Oruro y
Potosí, donde recibe la noticia de la muerte de Olañeta el 2 de abril de 1825 en el combate
de Tumusla.
La Declaración de Independencia
Luego del triunfo del Ayacucho, y siguiendo precisas instrucciones de Bolívar, el comandante
Sucre entra en territorio alto peruano el 6 de agosto de 1825. Su papel se limita a dar visos
de legalidad a un proceso que los mismos patriotas ya habían puesto en marcha.
Pero el destino de la nueva república estaba sujeto a tres posibilidades: proseguir la unidad
con Buenos Aires, incorporándose a las Provincias Unidas; mantener la adhesión al Perú
reconociendo las medidas de incorporación dictadas por el virrey Abascal como resultado de
la revolución del 25 de mayo de 1809 en Sucre (Capital de Bolivia); o sostener con decisión
la independencia absoluta del Alto Perú, no sólo con relación a España, sino también con
referencia a las Provincias Unidas del Río de la Plata y al Perú, recién liberado.
El acta de independencia, redactada por el presidente del Congreso, José Mariano Serrano,
fue declarada por 7 representantes de Chuquisaca, 14 de Potosí, 12 por La Paz, 13 por
Cochabamba y 2 por Santa Cruz el 6 de agosto de 1825.
Revolución de Chuquisaca
Artículo principal: Revolución de Chuquisaca
La Revolución de Chuquisaca fue la primera etapa de los gritos libertarios en Bolivia, llevado
a cabo por el levantamiento popular contra el gobernador intendente de la ciudad de
Charcas, actualmente conocida como Sucre, producido el 25 de mayo de 1809. La Real
Audiencia de Charcas, con el apoyo del claustro universitario y sectores independentistas,
destituyeron al gobernador y formaron una junta de gobierno en un año indeterminado
El movimiento, fiel en principio al rey Fernando VII de España, fue justificado por las
sospechas de que el gobierno planeaba entregar el país a la infanta Carlota Joaquina de
Borbón, pero desde los comienzos sirvió de marco para el accionar de los sectores
independentistas que propagaron la rebelión a La Paz, donde se constituiría la Junta Tuitiva.
Reprimido violentamente este último y más radical levantamiento, el movimiento de
Chuquisaca fue finalmente deshecho.
La Revolución de Chuquisaca es considerada por los historiadores como el primer
movimiento independentista en Iberoamérica. Sin embargo, existe una reciente corriente
revisionista que denomina a este evento simplemente como una revolución monárquica por
sus expresiones iniciales de lealtad a Fernando VII, afirmando que en realidad fue una
revuelta entre fernandistas y carlotistas en un contexto alejado de intenciones
independentistas.
Revolución de Cochabamba
El 14 de septiembre de 1810 unos mil patriotas bolivianos lucharon contra los realistas,
logrando deponer al gobernador de Cochabamba, José González Prada. Un cabildo abierto
nombró como nuevo gobernador a Francisco de Rivero y jefe de las fuerzas
independentistas. Los patriotas vencieron a los realistas en la batalla de Aroma, del 6 de
octubre de 1810. Pese a esta victoria, los españoles continuaron resistiendo durante varios
años.
Revolución de Oruro
Antes del levantamiento de Oruro y 10 días después del de Cochabamba se levantó Santa
Cruz fue liderado por Antonio Vicente Seoane, el coronel Antonio Suárez, el cura José
Andrés Salvatierra, Juan Manuel Lemoine y fue un levantamiento que su principal
protagonista eran los esclavos y los indígenas derrocaron al gobernador y se adhirieron a la
Junta de Buenos Aires como lo hizo Cochabamba y Oruro y Potosí lo harán.
Revolución de Potosí
Tras darse todas las revoluciones la batalla de Suipacha y la llegada del ejército argentino a
Potosí el 10 de noviembre se da el levantamiento de Potosí. Este levantamiento estaba
liderado por Manuel Molina, los hermanos Nogales, Salvador José Matos, Melchor Daza,
Mariano Subieta y los hermanos Millares quienes junto a la población que se levantó en
armas tomaron el cuartel y luego destituyeron al gobernador y se aderieron al Junta de
Buenos Aires.
Teniendo todo el Alto Perú libre y los argentinos ya en La Paz con fuerzas de casi todo el alto
Perú José Manuel de Goyeneche quien se encontraba en Puno partió rumbo al Alto Perú
llegó al rió Desaguadero mientras los argentinos se encontraban en Guaqui con excepción
del regimiento 7 de Cochabamba que se encontraba en Jesús de Machaca. Goyeneche pidió
un armisticio de 20 días lo cual Castelli aceptó pero al día 16 del armisticio goyeneche atacó
por la espalda a Castelli sin saber los argentinos no estaban preparados y sufrieron bajas no
muy grandes al principio al escuchar esto Rivero partió al encuentro con 150 jinetes por
detrás de Goyeneche este ataque perjudicó mucho a los realistas ya que atacó a la artillería
y logró dispersar a los realistas sin embargo ya estaba cometido el insulto ambas fuerzas se
replegaron. Rivero perdió casi todo el escuadrón y se replegó hasta Cochabamba. Castelli
llegó a La Paz, sacó todas las armas y municiones y se dirigió en una retirada masiva.
Derrota de Guaqui
Tras la derrota de Huaqui los patriotas huyeron en desbandada así cayo Oruro. Goyeneche
mandó una carta a Rivero exigiendo que ceda la ciudad sin derramar sangre a cambio no
hará nada a la población. Rivero contesta la carta negando la solicitud y le pide que se retire
a los límites del Alto Perú, negando esto Goyeneche parte a Cochabamba en julio de 1811.
En el mes de agosto de 1811 Goeyeneche llegó a las afueras de Cochabamba y se produjo
la batalla de Amiraya, la cual por la elevada superioridad numérica, armamentística y táctica
bélica. Posteriormente el ejército de Goyeneche tomo Santa Cruz, La Plata (Sucre) y Potosí y
comenzó el éxodo a Jujuy.
Durante la colonia las pampas de Chiquitos y Mojos fueron siempre las zonas más
vulnerables al avance de los portugueses, quienes causaron problemas a los Jesuitas y,
después, a los gobernadores militares. Chiquitos estuvo más cerca del Brasil que de
cualquier poblado de la Real Audiencia de Charcas, ni siquiera Santa Cruz estaba tan cerca,
la distancia y desvinculación fueron factores determinantes para que el gobernador realista
de esa provincia la entregue al Imperio de Brasil dicho territorio.
En 1825 gobernaba Chiquitos el coronel realista Sebastián Ramos que asesorado por el
presbítero y Teniente Coronel José María Velasco, felicitó al Mariscal Antonio José de Sucre,
General del Ejército Unido Libertador del Perú, por su triunfo en Ayacucho sobre las fuerzas
realistas. De esta manera simulaba estar a favor de la independencia americana.
Pero en realidad esa felicitación no fue sincera, ya que, en marzo de 1825, Ramos envió al
cura José María Velasco a Mato Grosso, provincia del Brasil, para entregar Chiquitos a ese
Imperio. La entrega se hizo a través de una capitulación, firmada el 28 de marzo de 1825, y
aceptada por el Gobierno de Mato Grosso el 14 de abril; estableciéndose la “unión de dos
provincias limítrofes”
No contento con esta nota para el gobernador de Santa Cruz, el comandante Araújo envió a
Sucre lo que Bolívar llama "bárbara e insolente intimidación del comandante portugués". La
respuesta de Sucre no se dejó esperar, y envió un ultimatum, amenazando con enviar un
ejército a expulsarlos. A continuación trascribimos la respuesta de Sucre, y sigue de la
siguiente manera:
La nota que V.S. se sirve dirigirme e! 26 de abril, acaba de llegar a mis manos. El
comandante Ramos, gobernador de Chiquitos, no sólo carecía de facultades para ninguna
negociación con V.S. sino que no tenía ninguna credencial para entrar en relaciones con un
gobierno extranjero. La entrega que ha hecho de la provincia de Chiquitos a V.S. es una
traición y una perfidia y V.S. ha cometido una agresión injusta en ocuparla; la provincia de
Chiquitos, perteneciente a estos territorios y puestas ya bajo las armas libertadoras, no
puede recibir otras autoridades que las que se le destinen por su gobierno legitimo
No puedo persuadirme que V.S. tenga órdenes del gobierno del Brasil para la invasión que
nos ha hecho; y la conducta de V.S. marchando de mano armada a posesiones de un modo
usurpador de esa parte de nuestro país, sin haber precedido una notificación de guerra ni
explicación alguna, es la violación más escandalosa del derecho de gentes y de las leyes de
las naciones, y un ultraje que no sufriremos tranquilamente.
Nuestro gobierno desea el mantenimiento de la paz y de la más estrecha amistad entre los
gobiernos americanos pero no teme de nadie la guerra: poco ha que acaba de humillar diez y
ocho mil soldados de sus más orgullosos enemigos, y sus ejércitos están dispuestos para
hacerse respetar y castigar a los injustos.
Prevengo, pues, al señor comandante general de Santa Cruz que si V.S. no desocupa en el
acto la provincia de Chiquitos, marche contra V.S. y no se contente con liberar nuestras
fronteras sino que penetre al territorio que se nos declara enemigo, llevando la desolación, la
muerte y el espanto para vengar nuestra patria, y corresponder a la insolente nota y a la
atroz guerra con que V.S. la ha amenazado.
Reservo entre tanto el derecho para elevar los reclamos sobre este suceso al gobierno
supremo del Brasil.
El miedo ante la posible confrontación con el victorioso ejército de Sucre, las fuerzas
brasileñas se retiran, no sin antes saquear las iglesias de Santa Ana y de San Rafael, robar
la plata labrada de estas, y arrasar con toda la riqueza pecuaria de la región.
Fuentes:
Antecedentes
Debido a ello, los elementos nacionalistas y liberales de Lima se alzaron, hasta acabar con el
régimen bolivariano o vitalicio a inicios de 1827, lo que a la postre enrarecería las relaciones
entre las dos nacientes repúblicas, la Gran Colombia y el Perú. El nuevo gobierno peruano
también fomentó el fin del régimen bolivariano en Bolivia, que presidía el mariscal Antonio
José de Sucre (1828), y Bolívar, enfurecido con las élites peruanas, alentó entre sus
conciudadanos la animadversión hacia el Perú. La ira de Bolívar se comprende, pues veía
desmoronarse su proyecto federativo de los Andes, sumado al hecho de que se hallaba
acosado por rebeliones y disidencias dentro de la misma Gran Colombia, que anunciaban la
inminente disolución de esta entidad geopolítica.5
Existían también desacuerdos respecto a las cuestiones fronterizas entre los dos países. La
Gran Colombia reclamaba los territorios de Tumbes, Jaén (actualmente en Cajamarca) y
Maynas (entendiéndose por Maynas el territorio conformado por los actuales departamentos
peruanos de Loreto y Amazonas), todos ellos pertenecientes al Perú, de acuerdo al principio
de la libre determinación de los pueblos y al uti possidetis de 1810, fórmula jurídica que
implicaba tomar como punto de partida el territorio tradicionalmente ocupado por cada país al
año 1810 (en el caso específico de Maynas). Ante la insistencia gran colombiana de
recuperar Jaén, la diplomacia peruana ofreció intercambiarla por Guayaquil, territorio que
según la Real Cédula de 1803 fue cedido al virreinato del Perú.4
«Cierto es que aquella provincia [Jaén] fue de Santa Fe; pero en 1821 se anexó
voluntariamente al Perú y este es un título tan perfecto, como aquel en virtud del cual el
Ecuador posee Guayaquil, que formaba en 1810 parte del Virreinato de Lima. Si quiere usted
Jaén déme pues Guayaquil.»
Había además otros asuntos entre ambos países, no menos importantes. La Gran Colombia
reclamaba al Perú al pago la deuda de la campaña emancipadora, ya que la intervención del
ejército gran colombiano para liquidar la guerra independentista en suelo peruano fue
pactado a cambio de un sustancioso pago que se comprometió a saldar el gobierno del Perú.
Otro asunto muy espinoso era el de los "reemplazos", es decir, la compensación que debía
hacer el Perú a las tropas colombianas por las bajas sufridas por estas durante la guerra
independentista peruana, lo que implicaba desarraigar a ciudadanos peruanos y expatriarlos
a la Gran Colombia, exigencia desorbitada e inhumana, habida cuenta que ya había
finalizado dicha guerra.6
Las tensiones entre el Perú y la Gran Colombia se vieron alimentadas por la prensa de Lima
y Bogotá, que, haciendo uso de un lenguaje agresivo, estimularon la discordia entre ambos
países. Se llegó a la expulsión del cónsul colombiano Cristóbal Armero, acusado por el Perú
de intervenir en asuntos políticos internos, y se organizaron actos indignantes contra Bolívar
y Sucre.7 Mientras que en Bogotá, el gobierno colombiano no quiso recibir al diplomático
peruano José Villa, a quien se le extendieron sus pasaportes, enviándolo de vuelta al Perú.8
En respuesta, el 17 de mayo de 1828, el Congreso de la República del Perú autorizó al
presidente José de La Mar a tomar las medidas militares del caso.9
Inicio
El 3 de julio de 1828, la Gran Colombia, por intermedio del mismo Libertador Simón Bolívar,
declaró la guerra al Perú, alegando que este país había fomentado en Bolivia la rebelión en
contra de las fuerzas colombianas y contra Sucre. Además, exigía el pago de 7 595 747
pesos, como deuda por la guerra de la emancipación, y la entrega de los territorios peruanos
de Tumbes, Jaén y Maynas a la Gran Colombia.10
Campaña naval
La escuadra peruana al mando del vicealmirante Martin Jorge Guise inició la campaña
marítima dominando el mar, su flota compuesta por dos fragatas, una corbeta, un bergantín y
dos goletas a las que se sumaban además ocho lanchas cañoneras resultó victoriosa en los
combates de Malpelo y Las Cruces para luego atacar el puerto artillado de Guayaquil,
defendido por dos goletas, varias lanchas cañoneras y las baterías de tierra, el ingreso al
puerto había sido cerrado por una línea de cadenas.
Una vez eliminadas las defensas costeras de Guayaquil el bloqueo continuó, la guarnición
gran colombiana se retiró a unirse con el ejército de Sucre y se iniciaron negociaciones para
la capitulación de la plaza la misma que se firmó a bordo de la goleta Arequipeña el 19 de
enero de 1829.
Las tropas peruanas ocuparon Guayaquil el 1 de febrero de 1829 al mando del capitán
Casimiro Negrón.
En los días siguientes el nuevo jefe la escuadra peruana Hipólito Bouchard despachó a
Panamá dos barcos, la goleta Arequipeña y el bergantín Congreso al mando del teniente
primero José Boterín con la finalidad de capturar a la goleta de guerra colombiana Tipuani,
en el viaje fue apresada la goleta Francisca el 7 de abril de 1829, los buques peruanos
arribaron a Panamá, donde sin encontrar resistencia capturaron a la goleta Jhon Cato que
arribó presa al Callao el 7 de julio del mismo año la Tipuani sin embargo no fue encontrada.
El 18 de mayo, durante un accidente, se incendió la fragata Presidente, que fue la única
perdida material de la escuadra peruana durante la guerra.
Campaña terrestre
A fines de diciembre de 1828, La Mar trasladó su cuartel a Loja, donde se le unieron las
fuerzas traídas por el general Gamarra. El objetivo fundamental de La Mar era la ocupación
de Cuenca, que era su lugar de nacimiento, con lo que al parecer se proponía acabar con el
cuestionamiento a su nacionalidad (sus enemigos políticos en el Perú lo consideraban
“extranjero”). El 13 de enero de 1829 volvió a destacar al coronel Raulet con una avanzada
hacia el norte.15
Negociaciones de paz
Al momento de producirse la invasión peruana del sur de la Gran Colombia, Sucre se hallaba
en Nabón. El mariscal venezolano, cumpliendo las instrucciones de Bolívar, invitó a La Mar a
negociar la paz. El presidente peruano aceptó la propuesta, mediante nota enviada el 2 de
febrero de 1829. Las bases para la negociación, redactadas por el general Daniel Florencio
O'Leary, fueron consideradas inaceptables por La Mar, quien propuso condiciones, como por
ejemplo, la repatriación de los soldados peruanos que habían sido enrolados en el ejército
colombiano tras la batalla de Ayacucho, y que la provincia de Guayaquil quedara en el
estado que se hallaba antes de ser incorporada a la Gran Colombia, es decir, en el contexto
de poder decidir libremente su destino. Sucre rechazó de plano estas propuestas, fracasando
así las negociaciones. Sin embargo, los colombianos lograron su verdadero propósito, que
era ganar tiempo.16
Sorpresa de Saraguro
La Mar, al frente del grueso de su ejército, inició un movimiento en gran escala sobre
Cuenca, pero cometió el error de dejar en Saraguro el parque de artillería, es decir, el
material bélico y los abastecimientos, bajo el cuidado de una reducida retaguardia. Sucre,
actuando con su característica habilidad, en la madrugada del 13 de febrero de 1829
sorprendió a los pocos soldados peruanos que vigilaban Saraguro, apoderándose del parque
bélico. El pueblo de Saraguro fue incendiado por su lugarteniente Luis Urdaneta, como
represalia por haber mostrado simpatías hacia los peruanos.18
Es necesario remarcar que en la Batalla del Portete de Tarqui fue solamente casi batida una
avanzada de las tropas peruanas, que constaba de 900 infantes, que se vio cercada por la
totalidad del ejército grancolombiano, de más de 4.500 hombres. El grueso de las fuerzas
peruanas se mantuvo intacto y logró replegarse en orden y formar sus divisiones en la llanura
con su caballería y artillería a la salida del desfiladero, en espera de un nuevo enfrentamiento
con el ejército de la Gran Colombia.19
El escuadrón de caballería Cedeño, seguido por dos compañías de cazadores, cargó contra
las posiciones peruanas, pero fue rechazado por el Regimiento Peruano de Caballería
Húsares de Junín Nº 1, cuyo primer jefe era el Coronel Orbegoso. En este contexto se
produjo el célebre combate singular entre el coronel venezolano José María Camacaro
(primer jefe del Cedeño) y el teniente coronel peruano Domingo Nieto, del Húsares de Junín,
en el que este último resultó triunfante. Los grancolombianos como consecuencia del
rechazo que sufrieron por parte de la caballería peruana se vieron obligados a quedarse en
sus posiciones. Cada ejército quedó pues dueño de su terreno y esperaban que al día
siguiente se reiniciara la lucha y se librara la batalla definitiva, lo que no ocurrió, pues, a
pedido de Sucre, ambas partes acordaron negociar para poner fin a la guerra.20
Pese a las victorias iniciales conseguidas, la campaña militar peruana por tierra tuvo algunos
reveses, debido a errores de estrategia cometidos por sus mandos. La historiografía peruana
atribuye estos a las siguientes razones:
Las tropas del general La Mar, cuando se encontraron en el territorio del actual
Ecuador, se dispersaron en diversas poblaciones.
La demora de Gamarra de llegar al teatro de operaciones para prestar el apoyo
respectivo. Gamarra, al mando del ejército del Sur que poco antes había librado una
victoriosa campaña en Bolivia, salió de Puno en septiembre de 1828, y llegó a Loja en
enero de 1829. Para algunos analistas, detrás de los reveses peruanos estuvo la
mano oculta y traicionera de Gamarra, quien buscaba, no la derrota de los
grancolombianos, sino la caída de La Mar, para reemplazarlo en el poder, colocando
sus intereses personales por encima de los de su patria. Gamarra contaba con dos
aliados: el general Antonio Gutiérrez de la Fuente, que estaba en Arequipa con un
ejército y con orden de marchar a la frontera grancolombiana, pero que jamás llegó al
teatro de operaciones; y el general Andrés de Santa Cruz, que se hallaba entonces
como Embajador en Chile y poco después pasó a ocupar la Presidencia en Bolivia.21
La excesiva confianza de los oficiales peruanos en derrotar a las tropas de la Gran
Colombia, dejándose entusiasmar por los iniciales triunfos, lo que explica que el
mariscal Sucre lograra sorprender por retaguardia al ejército peruano en Saraguro y
derrotara a su vanguardia en el Portete de Tarqui.
Convenio de Girón
La batalla final no se libró, pues el fracaso de la ofensiva del ejército de la Gran Colombia
ante los Husares de Junin, y el repliegue estratégico peruano sellaron el resultado final de la
batalla. Sucre insatisfecho con este resultado no quiso arriesgar de nuevo su suerte en una
batalla campal con todo el ejército peruano y envía a un oficial de Estado Mayor, con el
objeto de negociar con La Mar siendo esto aceptado y el 28 de febrero en el campo de Girón
se celebra el Convenio de Girón que es firmado por los generales Flores y O' Leary, por parte
de la Gran Colombia y Gamarra y Orbegoso, por parte del Perú.
Por el Convenio de Girón se acordó la desocupación del territorio de la Gran Colombia por
las fuerzas peruanas. Las fuerzas peruanas se retiraron a Piura, pero La Mar se negó a que
la Guarnición Peruana desocupe el puerto de Guayaquil. Luego debido a ciertos
incumplimientos por parte de Sucre, el Mariscal La Mar no aceptó el Convenio de Girón y se
preparaba para continuar la guerra.
Pero sucedió entonces que Sucre, al redactar el parte de guerra y el decreto de premios
expedido para los "vencedores" de Tarqui, tuvo expresiones que fueron consideradas por los
peruanos como falsas y ofensivas. Mandó, por ejemplo, que en el campo de combate se
erigiera una columna en la que se debía leer en letras de oro lo siguiente:
“El ejército peruano de ocho mil soldados que invadió la tierra de sus libertadores fue vencido
por cuatro mil bravos de Colombia el veinte y siete de febrero de mil ochocientos veinte y
nueve”.22
La Mar protestó en carta que dirigió a Sucre. Aclaró que el ejército peruano solo sumaba
cuatro mil quinientos hombres y no ocho mil; que en Tarqui fue derrotada nada más que la
vanguardia peruana, la cual llegaba a 900 hombres; que en vano el ejército peruano esperó
el ataque final del ejército grancolombiano, luego que los Húsares del Perú rechazaran la
carga de caballería del prestigioso batallón colombiano Cedeño. También señaló la valiosa y
decisiva contribución peruana en las batallas de Junín y Ayacucho, como respuesta al
reproche de que el Perú se mostraba desagradecido ante sus “libertadores”. 23 De otro lado,
los oficiales grancolombianos fusilaron a muchos prisioneros peruanos, y enrolaron a la
fuerza a otro grupo de cautivos. No escatimaron también en hacer demostraciones
innecesarias de triunfalismo, como la decapitación del cadáver de Pedro Raulet, uno de los
oficiales caídos en Tarqui, cuya cabeza fue clavada en una pica y paseada por las calles de
Cuenca. Por todo ello, La Mar decidió suspender el Convenio de Girón hasta que se retiraran
los agravios y se corrigieran los excesos. Bolívar, haciendo gala de escarnio adocenado,
califico estos reclamos, como “quejas de vieja”.
La Mar se retiró con sus fuerzas a Piura para reorganizar su ejército, dispuesto a continuar la
guerra. Pero fue entonces cuando un grupo de oficiales peruanos lo apresaron en Piura, en
la noche del 7 de junio de 1829 y le entregaron una carta de Gamarra, a través de la cual
éste le pedía su renuncia a la presidencia. La Mar se negó a hacerlo, y de inmediato fue
trasladado al puerto de Paita, donde en la madrugada del día 9 lo embarcaron junto con el
coronel Pedro Pablo Bermúdez y seis esclavos negros, en una miserable goleta llamada "Las
Mercedes", con destino a Costa Rica, donde falleció tiempo después. Las razones que
arguyó Gamarra para dar el golpe de estado fueron el hecho de ser La Mar un “extranjero” en
el Perú (lo cual era falso, pues La Mar era peruano tanto por voluntad propia como de
acuerdo a ley) y que su elección por el Congreso había nacido de un arreglo tramado por
Luna Pizarro (lo cual es discutible).24
Firma de la paz
Gamarra asumió la presidencia provisoria del Perú y deseoso de acabar con la guerra, firmó
con los grancolombianos el Armisticio de Piura, el 10 de julio de 1829, por el cual se acordó
un armisticio de 60 días (que fue prorrogado al finalizar dicho plazo), además de la
devolución de Guayaquil a la Gran Colombia y la suspensión del bloqueo peruano a la costa
sur grancolombiana.25
Ir a la navegación Ir a la búsqueda
Para otras guerras entre estos dos países, véase Guerra entre Perú y Bolivia
(desambiguación).
La guerra civil peruana de 1835-1836 o también llamada "Guerra entre Salaverry y Santa
Cruz" fue el antecedente que llevó a la creación de la Confederación Perú-Boliviana. El
enfrentamiento surgió debido a la inestabilidad política del Perú luego del golpe de estado de
Salaverry, a quien Orbegoso había nombrado Inspector del Ejército; así, Orbegoso,
presidente en funciones del Perú, atosigado por la rebelión salaverrista, auspició la invasión
boliviana de Andrés de Santa Cruz, que desató una reacción, tanto en Chile como en
Argentina, que propició la declaración de la guerra contra el establecimiento de la
Confederación Perú-Boliviana.
Ocurrieron enfrentamientos en: Cobija, en donde Felipe Santiago Salaverry tomó el puerto;
en Yanacocha (Cusco), en donde Santa Cruz venció a Agustín Gamarra; en Uchumayo
(Arequipa), en donde Salaverry venció a Santa Cruz; en Socabaya (Arequipa), en donde
Santa Cruz venció a Salaverry.
Santa Cruz denominó a este conflicto como la "Campaña de Pacificación del Perú". Varios
historiadores bolivianos, con el paso de los años, lo han llamado "Invasión boliviana del
Perú".
En el Perú se vivía épocas de guerra interna entre diferentes caudillos como Bermúdez y
Gamarra contra Orbegoso y Salaverry.
En 1835, alegando la acefalia en que había quedado el poder a causa del viaje del
presidente provisional Luis Orbegoso al sur, el general Felipe Santiago Salaverry se
autoproclamó como Jefe Supremo de la República desconociendo a Orbegoso el 23 de
febrero de 1835. Orbegoso, se había trasladado al sur del Perú, después de derrotar a
Bermúdez para visitar la provincia de Arequipa que le había dado su apoyo incondicional en
la guerra civil, que ganó cuando después del Abrazo de Maquinhuayo, cuando el bermudista
José Rufino Echenique se pasó al bando enemigo y terminó con la guerra. Orbegoso le pide
una vez más apoyo a Santa Cruz, presidente de Bolivia, esta vez para derrocar el gobierno
de Salaverry.
Santa Cruz también se alarma del poder Salaverry por lo que planea invadir el Perú para
derrocarlo, ya que Orbegoso no podría enfrentarse a Salaverry.
En 1827 Bolivar se retira del Perú y deja presidente del Consejo de Gobierno del Perú a
Santa Cruz. Pero el congreso del Perú elige a La Mar como presidente y a Santa Cruz como
ministro en Chile.6 De regreso de Chile, Santa Cruz arriba a Arequipa y deja comisionados
que promuevan la unión de Cuzco, Arequipa y Puno, como un estado federado a Bolivia.
En Bolivia había ascendido al gobierno Andrés de Santa Cruz quien impulsó una serie de
medidas reformistas, logrando el progreso de su país. Santa Cruz era el propulsor de una
confederación con el Perú por lo cual obtuvo partidarios en el Perú, así como en el resto de
América.
En el sur del Perú, Orbegoso recoge las opiniones favorables a la confederación que
promovía Santa Cruz y aceptó de un modo indirecto la confederación, requiriendo un
congreso para resolverlo. Gamarra se encontraba en Bolivia.
Santa Cruz era partidario de una confederación de tres estados: Nor-Peruano, Bolivia y Sud-
Peruano. Gamarra era partidario del retorno del Alto Perú como parte del Perú, siendo
Gamarra su gobernante y la bandera del Perú la única del estado.
Santa Cruz, conocedor de las propuestas de Gamarra y la posibilidad volverse contra él, trató
con Gamarra y Orbegoso separadamente la unión de las dos repúblicas. A Orbegoso le
entrega armas, municiones y dinero para que pasara a Puno, donde Lopera le entregó su
división. Si fuese necesario Santa Cruz apoyaría a Gamarra con tropas bolivianas.
Gamarra llega a Puno el 17 de marzo de 1835 y decide acoger los pedidos del ejército y el
pueblo de Puno7 para declararse gobernante, así marcha al Cuzco. Allí logra la adhesión de
la división Lopera que era enviada por Orbegoso para combatirlo, pero apoyó a Gamarra.
Gamarra debía enfrentarse a Orbegoso y Salaverry para controlar el Perú. Gamarra
desconocía de los tratos entre Santa Cruz y Orbegoso.
Enterado Salaverry, de los tratos de Gamarra con Santa Cruz para unir el Perú y Bolivia,
envía a la división Larenas para combatir a Gamarra. Gamarra los convence para uníserles a
su causa y consiguió dominar el Perú desde el Apurímac hasta Puno proclamándose Jefe
Supremo del Estado Central.
Luego Salaverry conoce de la invasión boliviana al Perú, por lo que se preparó para una
"Nueva Guerra de Independencia".
I.— Que el ejército boliviano violando la fé de los tratados y sin previa declaración de guerra
ha invadido el territorio de la República.
II.— Que su invasión no sólo tiende a intervenir en nuestros negocios domésticos, sino a
saciar las antiguas, notorias e incansables aspiraciones de un extranjero obstinado en atizar
la discordia y fomentar la sedición para avasallar al Perú y disponer de él en provecho suyo y
de sus cómplices.
La presencia de tropas bolivianas en territorio peruano alarmó a Gamarra, que por esos
recogía las proposiciones que Bujanda y Felipe Pardo le hacían en el Cuzco para reconocer
a Salaverry, ya que Andrés de Santa Cruz también había acordado con Orbegoso la unión de
ambas repúblicas.
Santa Cruz, que conocía del acercamiento de Gamarra con Salaverry, llama a Gamarra a
una conferencia en Sicuani. Gamarra acepta, pero envía en su lugar a San Román. Los
partidarios de Santa Cruz lo apresan creyendo que era Gamarra. Descubierto Santa Cruz
apura su paso hacia el Cuzco el 18 de julio.
Gamarra, abandonado por Santa Cruz, decide unirse a Salaverry. El 28 de julio de 1835,
Gamarra y Salaverry acuerdan combatir a Santa Cruz, 8 Gamarra reconoce a Santa Cruz Jefe
Supremo del Perú y convino en cederle el mando político y militar y aun abandonar el
territorio peruano. Convino también en no atacar ni dejarse atacar por Santa Cruz y en retirar
sus tropas hacia el Norte, para unirlas a las de Salaverry que avanzaba hacia el Sur por el
camino de Jauja y Ayacucho, ya que el ejército de Santa Cruz era numeroso.
El biógrafo Manuel Bilbao, considera que la situación del Perú era mala, cuando Salaverry en
enero de 1835 se proclamó Jefe Supremo. Su consolidación en el poder alarmaron a Santa
Cruz, quien al ver la situación de Orbegoso y Agustín Gamarra encontró los medios que
buscaba para realizar su invasión. Asilado Gamarra en Bolivia convino en formar del Perú y
Bolivia una sola nación reuniendo el Alto Perú con el Perú los que serían gobernados por una
sola persona. Santa Cruz, que conocía muy bien a Gamarra y que tuvo preocupación de que
le disputará la jefatura de esta unión si vencía a Salaverry, conjuntamente trató también con
Orbegoso para así frenar a Gamarra. Santa Cruz le entregó a Orbegoso armas, municiones y
dinero para que pasara a Puno, donde Lopera le entregó su división. Por otro lado a Gamarra
le prometió auxiliarlo con sus tropas.
"He tenido la honra de recibir vuestra carta de ocho del presente, en la cual me trasmitis la
autoridad superior militar sobre el ejército peruano, conforme al tratado celebrado en la
ciudad de La Paz y también la autoridad política, con todas vuestras facultades en el territorio
que ocupe el Ejercito Unido".
Batalla de Yanacocha
Gamarra contaba con 2.600 soldados armados, 200 caballos y 4 cañones. Lopera ataca el
centro boliviano el cual controla, retirándose los bolivianos del sector. Por otro lados los
bolivianos ocupan completamente el ala derecha peruana y Lopera regresa del centro sin
municiones. Aquí termina la Batalla de Yanacocha que significó la derrota de Gamarra.
Valor! ¡Valor! Heroicos defensores / de los derechos del Perú, que un día / la gratitud veréis
de los peruanos / en sus pechos sensibles esculpida. / Vuestra sangre / fertilice estos
campos / que ese cruel profanó. / ¡Muera el tirano!... ¡¡muera!! / de la victoria sea el pregón.
Gamarra se retiró hacia Ayacucho y después a Lima, y por rumores que indicaban un
alzamiento de Gamarra contra Salaverry, Gamarra fue tomado prisionero y poco después
desterrado a Costa Rica. Salaverry no lo fusila más bien expresa que "Gamarra merece la
muerte, pero conozco que si el país se pierde, si yo muero, él es el único en emprender la
emancipación del Perú", lo cual sucedería en la Segunda Campaña Restauradora.
Toma de Cobija
Para combatir a Santa Cruz, Salaverry prepara su ejército y el 4 de septiembre salen del
Callao, a bordo de las naves Libertad y Limeña, 260 hombres al mando del coronel José
Quiroga a tomar el puerto boliviano de Cobija. Salaverry se traslada a Ica para enfrentar la
guerra, en Lima se crea una junta de gobierno el 12 de septiembre al mando de Agustín
Gamarra, quien ya que se encontraba desterrado en Costa Rica es reemplazado como
responsable del gobierno por el general Salas. Quiroga desembarca en Mejillones el 22 de
septiembre y el 24 de septiembre se enfrenta a la guarnición boliviana al mando del coronel
Gaspar Aramayo en Cobija. Quiroga vence en el enfrentamiento, embarcando los suministros
y armamentos que encontró. Después de liberar a los prisioneros, deja Cobija y llega a Pisco
el 6 de octubre donde lo espera Salaverry.
La acción de Yanacocha dio a los bolivianos la posesión del Cuzco y de Ayacucho. Santa
Cruz disponía de 8000 veteranos, 4000 de los cuales ocupaban ya el Perú. Salaverry reunió
3500 hombres. Confiando en la calidad de ellas más que en su número, tomó la resolución
de situarse en Ica y desde allí operar personalmente contra el ejército invasor que ya había
situado su cuartel general en el Cuzco y que tenía su vanguardia, a las órdenes de Morán, en
Huancavelica.
Siendo escasas las fuerzas de Morán y su intención la de avanzar hasta Jauja, Salaverry
decide enfrentarlo. Para realizar su plan, movilizó al General Valle por Cañete, Lunahuaná y
Viñas; destacó a los Coroneles Ríos y Montoya por Huamaní, y él, con el resto de las
fuerzas, avanzó sobre Ayacucho para interceptar a Morán. Se produjeron enfrentamientos
parciales a lo largo del Río Pampas el 9 de noviembre en Ninabmba y el 23 de noviembre en
Ananta. Morán decide retirarse al sur y luego Santa Cruz con sus tropas avanza hacia
Ayacucho.
Viendo Salaverry que Santa Cruz había abandonado el Cuzco y que avanzaba con todas sus
tropas, adoptó distinto plan de campaña; dividió su ejército en tres cuerpos, los que debían
en un tiempo dado reunirse en Arequipa. Fernandini y Vivanco tomaron el camino por sobre
los cerros de Parinacochas a Vitor, Salaverry por la costa a Pisco para reforzarse con las
tropas de Medina, mientras que una pequeña división de 300 hombres a órdenes del Coronel
Porras, quedó en la sierra como retaguardia observando los movimientos de Santa Cruz, y
después debía unirse con el resto del ejército. Salaverry marchó a Lima en donde
permaneció unos pocos días y pasando a Pisco se embarcó para Ocoña, el puerto de Vitor,
cerca de Arequipa.
Salaverry ordena al coronel Montoya y el general Valle junto a su tropa, marche rumbo a
Iquique con el fin de dirigirse hacia Oruro. Pero Montoya y Valle no cumple su misión y
regresan siendo apresados en Islay.
Morán recibió órdenes de contramarchar en dirección del Río Pampas, y caer sobre la
división de Porras, quien se retiró a Cangallo el 21 de noviembre, seguido muy de cerca. Le
escasearon las provisiones y tuvo que rendirse, bajo condición de que se les respetase la
vida a él y a todos los suyos. Santa Cruz ordenó su fusilamiento, pero Morán dijo que si se
llevaba a cabo la orden, se retiraría del ejército. Por esta circunstancia se salvó Porras, y el
25 de noviembre de 1835 pasó Santa Cruz revista a sus tropas en Ayacucho.
Felipe Santiago Salaverry se unió a Fernandini en Siguas, y pocos días después con la
caballería que había llegado a órdenes del Coronel Mendiburu por los desiertos de la costa.
El General Brown con las tropas bolivianas evacuó Arequipa y se retiró a Moquegua,
Salaverry la ocupó el 31 de diciembre de 1835.
El 26 de enero ocurre el Combate de Gramadal donde el general Quiroz triunfa sobre el
flanco de Salaverry.
El General Vidal que se había sublevado en Huacho contra Salaverry, entró a Lima el 30 de
diciembre de 1835 y restableció la tranquilidad. El 8 de enero de 1836 llegó el presidente
Orbegoso seguido del General Morán, con 600 hombres. Así fue como Salaverry perdió Lima
el día antes de que entrara en Arequipa. Del Solar se rindió en el Castillo del Real Felipe, el
día 21 de enero de 1836.
Batalla de Uchumayo
Salaverry impuso una contribución de 100.000 pesos a los habitantes de Arequipa, hizo el
servicio militar forzoso y obligó a los artesanos a que trabajasen para el ejército. Con estas
medidas, perdió su popularidad. Se estableció con su ejército en Challampampa, y al coronel
Mendiburu lo nombró prefecto de la ciudad.
Santa Cruz ordenó que todas sus tropas se concentrasen en Puno. El General Quiroz, con
una división, rodeó la falda del Volcán Misti cercana a la ciudad de Arequipa.
Salaverry lo atacó aquí por uno de los flancos; pero Quiroz consiguió el fin que se proponía,
cual era el de unirse con el grueso de las fuerzas bolivianas y aún le tomó algunos
prisioneros, entre ellos el General Vivanco y una compañía íntegra.
Salaverry formó a la entrada del puente, sobre el río Chili, unas trincheras, montándolas con
dos cañones. Las tropas bolivianas marcharon de frente sin detenerse, contra los que
defendían el puente, los enfrentamientos fueron constantes desde el 30 de enero hasta el 3
de febrero. Las tropas bolivianas fueron rechazadas. El tiroteo se mantuvo con bastante
viveza por ambos lados.
El General Cerdeña que formó trincheras con fardos de lana y animaba a los bolivianos con
su ejemplo, avanzó sólo hasta cerca del puente; pero recibiendo un balazo en la boca, hubo
que sacarlo del campo de batalla. Con esto terminó el combate por ese día. Al día siguiente,
se renovó el combate a todo lo largo de la línea a orillas del río; luego Salaverry decide
retirarse al pueblo de Uchumayo, como a veinte millas de Arequipa.
Batalla de Socabaya
Felipe Santiago Salaverry resolvió hacer una contramarcha por Congata, Tingo Grande y
Socabaya, hacia las alturas de Paucarpata, para enfrentarse a Santa Cruz e impedir la
comunicación con su base de operaciones en Puno. Al final de estos movimientos, Santa
Cruz se adueña de las alturas del Paucarpata donde inicia el pueblo de Socabaya, mientras
Salaverry se encontraba en la quebrada de Tingo. Por la mejor posición Santa Cruz vence a
Salaverry en la Batalla de Socayaba. Este resultado fue la sentencia de muerte para
Salaverry, quien después fue fusilado.
Visto este proceso seguido por el consejo militar permanente contra los reos de rebelion
Felipe Santiago Salaverry, Juan Pablo Fernandini, Gregorio del Solar, Miguel Rivas, Juan
Cardenas...apruebo las sentencias de muerte pronunciadas contra los expresados reos
Salaverry, Fernandini, Solar, Rivas, Cardenas....
Epílogo
La guerra terminaría con la victoria de las tropas del Ejército Unido Restaurador, conformado
por chilenos y peruanos restauradores, determinando la disolución de la Confederación Perú-
Boliviana y el fin del gobierno de Andrés de Santa Cruz en Bolivia.
Antecedentes
Durante la época virreinal, el territorio que constituía la Real Audiencia de Charcas o el Alto
Perú, dependiente en un primer momento del Virreinato del Perú, desde 1776 pasó a formar
parte del Virreinato del Río de La Plata. Este territorio fue independizado en 1825, naciendo
la República de Bolivia.
El proyecto de Federación o Confederación entre los antiguos Alto Perú y Bajo Perú se
mantuvo latente durante los primeros años de vida independiente en cada república. De esta
manera, líderes de la independencia como Andrés de Santa Cruz y Agustín Gamarra
favorecían estas ideas, siendo la principal diferencia entre ambos, el control político de la
unión. Santa Cruz proponía una Confederación Perú-Boliviana de tres estados y Gamarra la
creación de un solo estado, integrando Bolivia al Perú.
Las ideas de unión tenían un amplio respaldo en el sur del Perú, dados los importantes lazos
económicos y políticos que unían a esta región del Perú con Bolivia. Arequipa y Cuzco,
interesadas en romper el liderazgo político de Lima en los primeros años de la república,
eran las ciudades que se mostraban más inclinadas hacia el proyecto de una Confederación.
En Bolivia había ascendido al gobierno Andrés de Santa Cruz quien impulsó una serie de
medidas reformistas, logrando el progreso de su país. Santa Cruz era el propulsor de una
confederación con el Perú por lo cual obtuvo partidarios en el Perú, así como en el resto de
América.
Tras la independencia, en Perú se vivía épocas de guerras internas entre diferentes caudillos
que se peleaban por el poder.
En 1833 el general Luis José de Orbegoso era elegido presidente provisorio del Perú. En su
gobierno, siguiendo con el problema interno que sufría el país tuvo que enfrentar a caudillos
como Bermúdez y Gamarra en una guerra en 1834 que finalizó el 24 de abril de ese año con
el Abrazo de Maquinhuayo en la que se reconocía la definitiva autoridad de Orbegoso.
En 1835 se ocasiona otro problema ya que alegando la acefalia en que había quedado el
poder a causa del viaje del presidente provisional Luis de Orbegoso al sur, el general Felipe
Santiago Salaverry se autoproclamó como Jefe Supremo de la República desconociendo a
Orbegoso el 23 de febrero de 1835 y extendiendo paulatinamente su autoridad en el resto del
país. Orbegoso se replegó hacia el sur e instaló su precario gobierno en Arequipa.
Por otra parte, entre el general Gamarra que se encontraba desterrado en Bolivia y el general
Andrés de Santa Cruz planeaban ante la crisis en Perú una confederación entre ese país y
Bolivia. Para esto, Gamarra se comprometió a ingresar al Perú por Puno y ocupar el Cuzco
para comenzar el plan; por su parte Santa Cruz se comprometió a obtener el apoyo de
Arequipa y la eliminación de Orbegoso.10
La alianza entre Orbegoso y la Bolivia de Santa Cruz se firmó el 15 de junio de 1835, y por él
se acordó que Santa Cruz pasaría al Perú con sus fuerzas, como acto preparatorio para el
establecimiento de una Confederación entre Perú y Bolivia. Ese mismo día 5000 soldados
bolivianos al mando del mismo Santa Cruz cruzaron la frontera peruano-boliviana para
apoyar a Orbegoso.
Guerra y establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana
Gamarra se enfureció con el giro tomado por Santa Cruz, hasta hacía poco su aliado, y por
su parte se alió con Salaverry para hacer frente a la invasión boliviana, siendo el primero en
salir en campaña. Pero Santa Cruz lo derrotó en la batalla de Yanacocha (13 de agosto de
1835). Gamarra fue tomado prisionero y deportado. Quedaron entonces frente a frente Santa
Cruz y Salaverry.
A pesar de que el mandato de dos años que el Congreso le había conferido en 1833 ya
había vencido, Orbegoso volvió a ejercer el poder por algún tiempo más. En ese lapso
emprendió campañas de pacificación en el norte y centro del país, relativamente fáciles.
En Perú y Bolivia hubo un cierto descontento por las medidas administrativas de cómo se iba
a conformar la Confederación demorándose la ratificación de acuerdos. En Bolivia un
congreso rechazó sumarse a la Confederación y luego de varias reuniones esta se unió
recién el 3 de mayo de 1838.
La idea o creación de una Confederación o Unión entre el Perú y Bolivia creó recelo en
algunos sectores en Chile. El ministro Portales persuadió a Prieto para terminar con la
influencia de la Confederación, indicando como razones la competencia comercial nacida
tras la búsqueda de hegemonía de los puertos de ambas naciones y la influencia que pudiera
ejercer la Confederación en sus territorios cercanos.13
Uno de los exiliados en el Perú tras la victoria conservadora en Chile fue el ex director
supremo, el capitán general Ramón Freire. En circunstancias extrañas para la época, Freire
consiguió adquirir por intermedio de terceros el arriendo de dos buques de guerra
confederados, al parecer contando al mismo tiempo con el apoyo tácito de Luis Orbegozo y
Andrés de Santa Cruz. Si bien el único propósito que Freire tendría con esos buques era
derrocar al gobierno dictatorial de Prieto; existen pruebas contradictorias acerca de la
responsabilidad y conocimiento de Orbegozo y Santa Cruz. Mientras diversos historiadores
argumentan que ambos desconocían de la situación,16 otros cuestionan esto,17 tomando
como prueba de culpabilidad una de las muchas cartas que Orbegozo escribió a Santa Cruz:
Los generales O’Higgins y Freire son mis amigos, y ambos desean una variación en el
gobierno de Chile [...] El segundo me ha visitado confidencialmente, y asegurado que tiene
todos los medios, y que contaría con seguridad el éxito, si yo le proporcionase un buque con
municiones y algunos cañones en bodega y fusiles. Yo le he contestado que, aunque mi
deseo seria ver variado un gobierno que nos hace tantos males, no daría paso alguno sin
acuerdo de Ud. en asunto de tanta gravedad [...] He escrito al general Moran para que haga
una visita al general Freire y con toda reserva le diga que estamos convenidos, y que tome
con el mayor sigilo sus medidas, que a nuestra llegada a Lima acordaremos sobre todo.
Del mismo modo que lo ocurrido entre la Confederación y Chile por Ramón Freire, la derrota
de los unitarios en Argentina obliga a muchos de ellos a buscar refugio en Bolivia. Juan
Manuel de Rosas, temiendo que su gobierno podría sufrir un ataque como el de Freire, optó
por mantener una postura claramente hostil hacia Santa Cruz.
"En 1836 Rosas temía que Santa Cruz intentara usar a los unitarios para atraer a las
provincias del noroeste argentino a su órbita, como lo había hecho con Perú. Rosas y los
gobernadores provinciales percibieron la confirmación de esto en la documentación llevada
desde Chile, en septiembre de 1836, por el agente confidencial ante el gobierno de Buenos
Aires, Francisco Javier Rosales"
Estos hechos hicieron que Diego Portales considerara las acciones de Freire como un intento
financiado por Andrés de Santa Cruz de alejarlo del poder. Decidido a que la única forma de
evitar esto era manteniendo una política hostil y ofensiva hacia la Confederación, Portales
confía al marino español Victorino Garrido la misión de asestar un golpe decisivo contra la
escuadra confederada fondeada en el puerto de El Callao.
En la noche del 21 de agosto de 1836, sin previa declaración de guerra, marinos chilenos a
bordo del bergantín Aquiles, comandados por el capitán de fragata Pedro Angulo Novoa,
tomaron control de la barca Santa Cruz, el bergatín Arequipeño y la goleta Peruviana. La
Captura de Buques de la Confederación (si bien poco armados y siendo el Santa Cruz el
único de los tres con tripulación que ofreció resistencia) provocó la ira del Protector Santa
Cruz, quien ordenó el arresto inmediato del embajador chileno Ventura Lavalle por
considerarlo cómplice del atentado, aunque fue liberado poco después en miras a un arreglo
pacífico con Garrido.21
El congreso chileno envió a Mariano Egaña con poderes plenipotenciarios para negociar con
el Protector Santa Cruz la firma de un "Tratado de Paz" y terminar las disputas entre ambas
naciones. El 30 de octubre Egaña llega al Callao junto a las naves Aquiles, Colo-colo,
Valparaíso, Monteagudo y Orbegoso. Blanco Encalada era el comandante general de la
escuadra.
Andrés de Santa Cruz estuvo de acuerdo con los temas comerciales, y en contra de la
disolución de la confederación. Las negociaciones concluyeron en fracaso. 22 En Chile, con
solo dos votos en contra (siendo uno el de Andrés Bello) en el Consejo de Estado, Chile
declaró la Guerra a la Confederación el 28 de diciembre de 1836, contando con el apoyo de
peruanos independentistas quienes se comprometieron a pagar el servicio prestado por el
ejército chileno en las campañas restauradoras.23
General peruano Ramón Castilla y Marquesado, uno de los tantos militares peruanos que
estaba en contra de la confederación de Santa Cruz
Estos hombres pasarían a formar parte del Ejército Unido Restaurador con la misión de
restaurar el estado peruano que había sido dividido por Santa Cruz.
Hay que agregar por otra parte que las élites del norte del Perú y de Lima vieron este
proyecto con bastante hostilidad al ver que en esta nueva Confederación se imponían los
altiplánicos sobre ellos y por qué los tomaban como unos invasores. Es por eso que tomaron
un mayor acercamiento con Chile por ese motivo y por ser este también uno de sus más
importantes socios económicos.
Tras el inicio de hostilidades contra la Confederación se hace más que evidente la búsqueda
de una alianza entre Argentina, Chile, Ecuador y los peruanos contrarios a la Confederación,
para buscar su fin. Esto se logró parcialmente con la declaratoria de guerra que el gobierno
argentino dio formalmente el 9 de mayo de 1837, pero sin el apoyo de Ecuador, que entró en
otro periodo de anarquía interna. Si bien tenían un enemigo común, Argentina actuó de forma
separada.
Debido a esto, durante la segunda mitad del mismo año, Santa Cruz se vio obligado a dividir
sus fuerzas: 7000 hombres en el Perú del Norte, 5000 en el del Sur y otros 5000 en la
frontera con Argentina.24
El 19 de mayo de 1837 Rosas declaró que "la Confederación Argentina está en guerra con el
gobierno de Santa Cruz, y sus sostenedores". 25
Aunque Rosas le envió a Heredia 500 tercerolas y carabinas, 900 fusiles, 700 sables, 3500
piedras de fusil y unos 54 500 cartuchos, no lo apoyó efectivamente, quedando el noroeste
argentino vulnerable a los ataques de las fuerzas de Santa Cruz. Aprovechando la inactividad
de Heredia, el general alemán, nacionalizado boliviano, Otto Felipe Braun, comandante del
frente boliviano, concentró sus tropas en Tupiza esperando el ataque de los argentinos el
cual ocurrió por Tarija de manera que reaccionó e hizo retroceder a los atacantes hasta la
provincia de Jujuy, en agosto de 1837. El 28 de agosto de 1837 unos 100 soldados
bolivianos ocuparon las aldeas de La Quiaca y Cochinoca. Otra columna ocupó las aldeas de
Santa Victoria e Iruya, reuniéndose ambas columnas el 11 de septiembre en la quebrada de
Humahuaca. El 12 de septiembre, Felipe Heredia con unos 400 soldados fue derrotado por
los bolivianos en el Combate de Humahuaca o «Batalla de la Herradura» y al día siguiente se
produjo el Combate de Santa Bárbara en el poblado de Santa Bárbara. El 11 de diciembre el
capitán Aramayo logró una victoria en el Combate de Vicuñay cerca de Tres Cruces y el 2 de
enero de 1838 un destacamento al mando del capitán Gutiérrez tomó prisioneros bolivianos
tras el Combate de Rincón de las Casillas, mientras que dos fracciones bolivianas
combatieron entre sí por error en Negra Muerta.
El general Gregorio Paz inició la marcha el 27 de mayo de 1838, atacando dos días después
el poblado de Carapari. El 5 de junio el coronel argentino Manuel Virto inició su marcha
desde San Andrés rumbo al Abra de Zenta, desde allí las tropas argentinas intentaron
contratacar a través de la yunga y el Chaco Salteño. El 8 de junio, Paz logró la victoria en el
Combate de San Diego, llegando cerca de Tarija desde donde retrocedió el 24 de junio,
siendo derrotado por el general Braun en la Batalla de la Cuesta de Coyambuyo o «batalla de
Montenegro».
El 11 de junio, Manuel Virto en el Combate de Iruya intento tomar Iruya pero no lo logró. El
22 de agosto de 1838 Heredia ordenó la retirada.
En una misiva que el ministro Portales envió al almirante Blanco Encalada, antes del inicio de
las negociaciones entre el enviado de su país Mariano Egaña y el protector Andrés de Santa
Cruz, exponía los motivos por los que, a su juicio, irremediablemente tendría que darse una
guerra y la Confederación a menos que esta se disolviera, estos motivos eran de índole
política, económica, sociológica e incluso racial.
El 30 de octubre de 1836 zarpó al Perú una escuadra de cinco buques al mando del
almirante Manuel Blanco Encalada, la fragata Monteagudo, el bergantín Orbegoso, el
bergantín Aquiles, la goleta Colo Colo y la corbeta Valparaíso, llevando a don Mariano Egaña
Fabres, nombrado Ministro Plenipotenciario de Chile ante el Gobierno del Mariscal Andrés de
Santa Cruz, con los poderes necesarios para celebrar un tratado que resolviera las
cuestiones pendientes o para declarar la guerra, si ese gobierno se negara a dar las
satisfacciones y seguridades que Chile exigía. Egaña presentó ante Santa Cruz varios temas
en la negociación. Andrés de Santa Cruz estuvo de acuerdo con los temas comerciales, y en
contra de la disolución de la confederación. Las negociaciones concluyeron en fracaso.22
Tras el inicio de hostilidades contra la Confederación, se hace más que evidente la búsqueda
de una alianza entre Argentina, Chile, Ecuador y los peruanos contrarios a la Confederación,
para buscar su destrucción.
Esto se logra más adelante con la declaratoria de guerra que el gobierno argentino dio
formalmente el 9 de mayo de 1837, pero sin el apoyo de Ecuador que entró en otro período
de anarquía interna. Si bien tenían un enemigo potencial común, Argentina actuó de forma
separada.
Blanco Encalada conociendo que los buques peruanos, la corbeta Libertad y el bergantín
Fundador, ahora denominado Congreso, y la goleta Flor de Mar se habían dirigido a
Ecuador, zarpó con la fragata Monteagudo, y el bergantín Orbegoso hacia ese país. Tres
días después lo seguían el bergantín Aquiles y la corbeta Valparaíso.
Horas antes del arribo de la flota chilena, el bergantín Congreso pasó por Puná y siguió río
arriba. Blanco Encalada al enterarse de la noticia se internó también en el río hasta llegar con
los buques al frente del puerto de Guayaquil. Allí se encontraban los buques peruanos, las
goletas Flor de Mar y Limeña y los bergantines Catalina y Congreso. Este último traía armas
y municiones para los otros buques.
Como el Ecuador era neutral nada podía hacer en el puerto el almirante Blanco Encalada y
regresó dos días más tarde a la isla de Puná. Blanco dejó al bergantín Orbegoso y la fragata
Monteagudo al mando del comandante Manuel Díaz, en espera de la salida de los buques
peruanos para capturarlos en altamar, mientras él se regresaba a bloquear El Callao con la
corbeta Valparaíso y el bergantín Aquiles.
Blanco Encalada recalo en Paita donde esperaba encontrar a la goleta Yanacocha, pero está
ya había zarpado con destino al puerto del Callao. Hacia allí, siguió el almirante dispuesto a
bloquear el puerto.
El protector Andrés Santa Cruz no deseaba la guerra con Chile y hacia todo lo que
razonablemente podía para evitarla. Fue así como al llegar Blanco se encontró que en el
Callao se hallaban detenidos cuatro mercantes chilenos. El protector, después de cambiar
notas con Blanco, los dejó libre; a cambio, se comprometería a no comenzar el bloqueo del
puerto en lo que respecta a neutrales por un plazo determinado.
Después de esta acción, Blanco Encalada había ordenado al comandante Roberto Simpson
mantener el bloqueo del Callao frente a la Isla San Lorenzo con el bergantín Aquiles mientras
él con la corbeta Valparaíso fue a Huacho donde hizo aguada. En seguida puso proa al sur,
con destino a Valparaíso donde lo llamaba el gobierno.
Al estar el bergantín Aquiles solo frente al puerto, el 5 de febrero salió a batirlo la goleta
Yanacocha al mando de Miguel Balareso.29 Un combate frente a la isla San Lorenzo a larga
distancia se produjo entre ambos buques durante algunos minutos, luego la goleta
Yanacocha desistió del combate y se retiró al fondeadero mientras iba siendo perseguido por
el bergantín Aquiles causándole algunos daños estructurales. 30
Más adelante a pesar de los esfuerzos por mantener un bloqueo fuerte, la goleta Yanacocha
lograría escapar a las costas de Ecuador donde se reuniría con la corbeta Libertad en el río
Guayas para refugiarse. En cuanto al bergantín Aquiles con la llegada del bergantín
Napoleón al Callao se decidió regresar a Chile.
Por otra parte, en las costas ecuatorianas el comandante Manuel Díaz con el bergantín
Orbegoso y la fragata Monteagudo se mantuvo tres meses en Puná, esperando la salida de
los buques peruanos para destruirlos o capturarlos.
Solo dos días después, y gracias a una nave mercante, Díaz supo que habían salido a alta
mar. Determinado el comandante chileno a salir en su persecución levó anclas y cazó sus
velas. Al salir del río se encontró con el bergantín mercante Napoleón que le traía
provisiones. En alta mar frente a Guayaquil se encontró con los bergantines Arequipeño y
Aquiles que traían órdenes de Chile. En cumplimiento de estas, los buques tomaron rumbos
distintos: el bergantín Orbegoso se quedó frente a Guayaquil, la fragata Monteagudo salió
con rumbo a Talcahuano mientras que el Aquiles y el Arequipeño quedaron al mando de
Roberto Simpson.
Blanco al llegar a Arica había mandado enviar una fuerza para una acción de guerra sobre el
puerto atacameño de Cobija, acción que se verifica el 27 de septiembre con una pequeña
escuadra compuesta por el transporte Napoleón y la goleta de guerra Peruviana.
la toma de Cobija duró 11 días, tiempo que se utilizó para requerir información y abastecerse
de algunas vituallas que encontraron en los almacenes, el 8 de octubre se da la orden de
zarpe para dirigirse al norte para reunirse al resto de la expedición.
En tanto en Arica ante la frialdad de los escasos pobladores que habían permanecido en la
ciudad durante la ocupación expedicionaria, con el engaño manifiesto por parte del prefecto
López de Quiroga, el almirante Blanco Encalada da la orden de embarcar y poner proa al
puerto de Islay, donde llegan el día 29 de septiembre, las condiciones del puerto eran tan
malas que en el intento naufragó el transporte Carmen donde iba la división peruana. No
ocurrieron desgracias humanas pero se perdió armamento y una buena cantidad de
pertrechos; sólo el 4 de octubre se verifica el desembarco un poco más al norte en el puerto
de Quilca, iniciándose de inmediato la marcha para tomar la ciudad de Arequipa.
Las tropas expedicionarias atravesaron el arenal lleno de cuestas que los separa de su
objetivo sufriendo algunas irregularidades. Blanco durante la marcha a la ciudad envió
parlamentarios hacia Arequipa así como algunas avanzadas militares para vigilar el
movimiento del enemigo. Estas avanzadas tuvieron algunos tiroteos con algunas milicias
confederadas.32
Los restauradores había cometido el mismo error que el general Felipe Santiago Salaverry el
año anterior, quien con su ejército restaurador expedicionó también a Arequipa donde tras
ser rechazado por la población fue derrotado en la Batalla de Socabaya por el ejército unido
de Santa Cruz. A esto agregarle la inactividad de Blanco Encalada por hacer algo para
cambiar la situación llevaría al pronto desastre de la campaña. Por otra parte, el ejército
expedicionario en su camino a Arequipa y en su estancia en ella había sufrido varios
problemas por el cansancio y las enfermedades que se produjeron y debilitaron el ejército
dejando sin posibilidad de enfrentar con exitó al ejército confederado de Santa Cruz.
Mientras esto sucedía en tierra, en el mar algunos buques de la armada chilena empezaron a
bloquear puertos peruanos. La goleta Peruviana al mando del teniente primero Tomás
Ruedas luego de regresar de su misión en Cobija y al no encontrar al resto de la escuadra en
Islay zarpó al norte del Perú con la misión de hostigar sus puertos, interferir el comercio por
ellos y capturar los mercantes que encontrara a su paso. En estas andanzas arribó al puerto
de Santa el 26 de octubre, creyendo que el puerto estaba desguarnecido mando una lancha
tripulada por 15 hombres para hacerse de agua dulce sin embargo el capitán del puerto Juan
Seguín reunió y armó a un grupo de milicianos con los cuales atacó a los marinos chilenos
venciéndolos después de un reñido tiroteo.34 La goleta se retiró del puerto hacia otra
dirección.
Ante esta nueva situación y luego de dos negociaciaciones donde Blanco Encalada pidió
garantías para sus tropas y para Chile celebraron el 17 de noviembre el Tratado de
Paucarpata por parte de la República de Chile: Blanco Encalada y Antonio José de Irisarri y
por parte de la Confederación Perú-Boliviana: Anselmo Quiroz y el chileno Ramón Herrera
quien era presidente del Estado Sud-Peruano. El tratado establecía la devolución de los
barcos apresados por Chile, el restablecimiento de las relaciones comerciales, la retirada de
los ejércitos restauradores con todos sus implementos y el reconocimiento de la deuda
reclamada por el gobierno chileno por el apoyo brindado a la Independencia del Perú. El
cumplimiento del Tratado fue puesto bajo la garantía del Gobierno del Reino Unido.36
El 18 de noviembre empezaron a desfilar los cuerpos del ejército sobre Quilca (Arequipa),
con escepcion del Portales i del Valdivia, que presenciaron el 19 la entrada triunfal de Santa
Cruz en Arequipa i le rindieron honores militares. El cuerpo del ejército chileno que llevaba el
nombre de la ilustre víctima del Baron (se refiere al batallon Portales) haciendo honores a
Santa Cruz!... Faltaba este nuevo vilipendio para completar sin duda la serie de desaciertos
que por resultado de la última campaña, han dado, en lugar de la independencia de dos
naciones americanas i de la libertad de dos pueblos hermanos, el tratado de Paucarpata,
transaccion tan precaria como indigna de las altas razones politicas i de los justos motivos en
que Chile apoya la guerra que ha declarado el tirano del Perú i de Bolivia.
En diciembre, cuando Blanco Encalada legó a Valparaíso, los términos del acuerdo no sólo
no convencieron sino que fueron ampliamente rechazados por gobierno chileno y a la opinión
pública en general que ahora estaban totalmente a favor de la guerra. Tanto Blanco
Encalada como Antonio José de Irisarri fueron acusados y juzgados como responsables de
este fracaso, aunque finalmente fueron absueltos.
Se han hecho severas críticas por no haberse derrotado en esta oportunidad al ejército
expedicionario que era numéricamente y materialmente inferior, al que se le dejó partir con
sus elementos bélicos pudiéndose haber conseguido una victoria decisiva contra los
opositores del proyecto confederado. Se cree que debido al americanismo imperante entre
los personajes representantes de ambos ejércitos se llegó al acuerdo mutuo de paz.
A pesar del desafortunado final de las fuerzas expedicionarias, al año siguiente se prepararía
una segunda expedición que volvería al Perú para destruir la confederación.
Tres días después de la ocupación de Arequipa por las fuerzas expedicionarias provenientes
de Chile, zarpó del Callao una escuadra confederada al mando del general venezolano José
Trinidad Morán, quien con 40039 hombres a bordo de las corbetas Socabaya y Confederación
y el bergantín Congreso, tenía como misión incursionar en las costas chilenas, hostilizar sus
puertos y liberar al general chileno Ramón Freire quien, tras correr peligro de ser condenado
a muerte, había sido recluido en el presidio ubicado en las islas de Juan Fernández.
La guarnición chilena compuesta por 5140 soldados al mando del teniente del batallón
Carampangue Andrés Campos, quien además era gobernador de la isla, fue tomada
completamente por sorpresa. El general Morán envió al sargento mayor Nicolás Freire,
sobrino peruano del general Ramón Freire, a solicitar la rendición y entrega de la plaza,
armas y municiones. La pequeña guarnición de la isla rehusó rendirse y luego de una
respetable resistencia41 tuvo que retirarse al interior de la isla donde finalmente se llegó a un
acuerdo donde se toma la isla. Los términos de capitulación fueron suscritos a efecto de
«evitar la efusión de sangre infructuosa por la escasez de recursos que el expresado
gobernador tiene para hacer una honrosa defensa y salvar sus responsabilidades». El
artículo 2.º establecía que «todos los señores que se hayan confinados en esta isla por el
gobierno de Chile quedan en completa libertad»; por otra parte, el artículo 3.º señalaba que
los oficiales chilenos y sus familias quedaban en completa libertad de abandonar la isla o
permanecer en ella, según fuera su parecer, con la sola condición de «no poder en ningún
tiempo durante esta guerra tomar las armas contra la Confederación». 42
Tras destruir las instalaciones del presidio y las defensas militares de la isla, la expedición
confederada se reembarcó, no sin antes recibir en sus buques a 24 individuos de la
guarnición y 16 de los confinados. Aquellos que no quisieron esa opción, se embarcaron en
la corbeta ballenera estadounidense George Washington que los trasladó al continente.43
Con la finalidad de reconocer y hostilizar las costas chilenas la expedición de Morán zarpó al
norte arribando al puerto de San Antonio el 28 de noviembre donde capturó al bergantín
mercante Feliz Inteligencia que no opuso resistencia. Luego intento un desembarco al puerto
cuyos defensores, según refiere en su parte el general Morán, habían enarbolado una
bandera de parlmento sin embargo a poco de desembarcar los cinco hombres que conducía
el bote que para tal efecto había enviado escoltado por una lancha artillada al mando del
alférez Vieiras, fueron emboscado por las milicias de la población siendo tres de ellos
tomados prisioneros y habiendo logrado ganar la lancha a nado los dos restantes. Tras
contestar el fuego que le dirigían de tierra con la metralla del cañón que portaba la lancha
confederada retorno a su corbeta habiendo llevando consigo dos hombres muertos y cuatro
heridos, entre estos últimos el alférez Vierias. Para contrarrestar el ataque la corbeta
Socabaya dirigió ocho cañonazos sobre los defensores logrando dispersar a las milicias de
huasos montandos que habían hecho aparición a galope.44
La última operación de los confederados en las costas chilenas fue en Caldera, puerto donde
se sabía estaban almacenadas barras de oro, plata y cobre. Al producirse el ataque en el
puerto término en un fracaso, los botes no contaron con el apoyo de la artillería de a bordo y
los tiradores desde la playa hicieron estragos entre los atacantes obligándolos a regresar con
algunas pérdidas,45 finalmente Morán retira del puerto para regresar definitivamente al puerto
del Callao.
La expedición de Morán a su regreso al Perú, seria homenajeada por el Protector Andrés de
Santa Cruz el 27 de diciembre en Lima. Morán también se enteraría de la firma del Tratado
de Paucarpata el cual ponía fin a las hostilidades con Chile.
El crucero duró 50 días, no encontró resistencia alguna en el mar y solo obtuvo como
recompensa dos buques mercantes, no se logró interrumpir el comercio y crear el pànico en
las poblaciones costeras. Además de intentar rescatar a Ramón Freire.
Algunos autores chilenos45 sostienen que la expedición Morán tenía por finalidad también
ocupar el puerto de Talcahuano, promover pronunciamientos y sublevaciones en el ejército
chileno y capturar a su jefe el general Bulnes, esto sin embargo no ha sido documentalmente
demostrado, no existiendo mención a estos supuestos planes en las comunicaciones y
partes que desde puertos chilenos dirigió el general Morán al protector Andrés de Santa
Cruz.46
En 1838, Manuel Bulnes Prieto, Junto al Ejército Unido Restaurador asistieron peruanos
Agustín Gamarra, Ramón Castilla y otros de sus connacionales promotores de la unificación
del Perú y contra la invasión boliviana al Perú.
El Ejército Unido Restaurador, partió de Chile con las órdenes de buscar la seguridad de los
países limítrofes buscando destituir a Santa Cruz, lograr la independencia del Perú
restituyendo la república al estado anterior de la confederación y nombrando a Bulnes jefe de
estado mayor y comandante en jefe del ejército.
El 21 de agosto de 1838 tuvo lugar el Batalla de Portada de Guías, que permitió la ocupación
de Lima por el ejército restaurador, comandado por Bulnes.
A este primer éxito bélico de los restauradores le sucedieron en enero de 1839 el Combate
Naval de Casma, ocasión en que corsarios franceses comandados por el capitán Blanchet y
que luchaban por la Confederación fueron derrotados por la Armada de Chile, guiada por el
capitán Roberto Simpson. Posteriormente, el ejército de Santa Cruz fue completamente
derrotado por el Ejército Restaurador en la Batalla de Yungay, el 20 de enero de 1839. En
esta lid, las tropas de la Confederación esperaban resistir la ofensiva enemiga parapetadas
en el cerro Pan de Azúcar, finalmente sin éxito y con un alto costo en vidas humanas. El
congreso reunido en Huancayo, el 15 de agosto de 1839, nombra presidente provisional del
Perú al general Agustín Gamarra.47 El general chileno Manuel Bulnes fue nombrado Gran
Mariscal de Ancash por el presidente peruano Agustín Gamarra.
Epílogo
El gobierno del Perú pagó al gobierno de Chile la deuda contraída por el servicio prestado
por el ejército chileno en la campaña restauradora, 23 48 y condecoraciones del ejército del
Perú.49
El Ejército de Chile estaría acantonado en el Perú para evitar alzamientos contra el nuevo
gobierno hasta octubre de 1839.2
Los oficiales peruanos que sirvieron al ejército de la Confederación fueron retirados de la lista
de militares del Perú, entre ellos se encontraban los mariscales Guillermo Miller, Mariano
Necochea, José de la Riva Agüero, Blas Cerdeña; los generales de división Francisco de
Paula Otero, Luis José de Orbegoso, Domingo Nieto y los generales de brigada Manuel
Aparicio, José Rivadeneira, Juan Pardo de Zela, Domingo Tristán y Pedro Bermúdez.50
La Batalla de Yungay no tiene en la memoria histórica del Perú la misma importancia que
tiene en Chile.52 Mientras en este último país se la recuerda como un hito fundacional de la
nación chilena, en el Perú no se conmemora oficialmente, ya que las guerras de la
confederación se vivieron más como una guerra civil que como una guerra externa.
Esto se debe, en parte, a que el Perú estaba profundamente dividido durante la época de la
confederación. La élite costeña que gobernaba el Perú desde Lima –militarmente
representada por el caudillo cuzqueño Agustín Gamarra– vio en el proyecto confederado una
amenaza a su alianza económica con Chile, la que mantenía a través de un comercio por el
Océano Pacífico. Las elites costeñas de Lima y el norte del Perú veían con agrado el apoyo
de Chile (país que tenía sus propios intereses para intervenir en el conflicto, ver doctrina
Portales). Por otro lado estaban las élites de la sierra y costa sur peruana, vinculadas cultural
y económicamente con el Alto Perú desde la colonia, en donde el proyecto de la
Confederación Perú-Boliviana era respaldado.
Esta toma de partidos no estaba exenta de prejuicios racistas, como los poemas satíricos del
escritor peruano Felipe Pardo y Aliaga contra "el indio Santa Cruz" y "el cholo Santa Cruz",
jefe e ideólogo de la Confederación Perú-Boliviana, a quien Pardo llegó a llamar el "Alejandro
Guanaco" (en alusión a Alejandro Magno y a un auquénido típico de los Andes) y el
"conquistador ridículo".
El Ejército del Norte del Perú o Ejército Restaurador del Perú fue el ejército del Estado
Nor Peruano que estaba conformado por peruanos contrarios al establecimiento de la
Confederación Perú-Boliviana que acusaban al presidente boliviano Andrés de Santa Cruz
de haber invadido y dividido el Perú con el apoyo del presidente peruano Luis José de
Orbegoso a quien sus opositores no reconocían como tal. Posteriormente formó junto con el
ejército de Chile el Ejército Unido Restaurador.
El primero en usar esta denominación fue el general Felipe Santiago Salaverry durante la
guerra contra Santa Cruz y Orbegozo, a la derrota y muerte de este el mando pasó al
mariscal Agustín Gamarra, con el título de Presidente Provisorio de la República Peruana. 1
(este título era aceptado por parte de los restauradores, no así por los confederados que
tenían a Santa Cruz y a sus respectivos presidentes estatales).
La misión de los restauradores era consolidar la Independencia de la República del Perú del
dominio boliviano.
Integrantes
La mayor parte de los oficiales fueron jefes deportados por partidarios de Andrés de Santa
Cruz como Agustín Gamarra, Ramón Castilla, Manuel Ignacio de Vivanco, Felipe Pardo y
Aliaga y Antonio Gutiérrez de la Fuente, junto a tropas separatistas del Perú como el Batallón
Huaylas y el Cazadores del Perú.
Homenaje
Posteriormente el término volvió a ser utilizado durante las revoluciones peruanas donde uno
de los bandos llamaba restauración a la causa por ellos defendida, tal fue el caso de la
revolución encabezada por el general Mariano Ignacio Prado en 1865.
Guerra entre Perú y Bolivia
En 1841, Agustín Gamarra, presidente del Perú, intenta anexar Bolivia (la ex Audiencia de
Charcas colonial), lo que costó la vida al presidente peruano el 18 de noviembre de 1841. El
Ejército de Bolivia, al mando del general José Ballivián, ocupó las provincias peruanas de
Moquegua, Puno, Tarapacá, Tacna y Arica.
El desalojo de las tropas bolivianas en el sur del Perú se lograría por la mayor disponibilidad
de recursos materiales y humanos del Perú. Al final de la contienda se firma el Tratado de
Puno el 7 de junio de 1842.
Las tropas peruanas dirigidas por el presidente Gamarra iniciaron la marcha hacia Bolivia el 1
de octubre de 1841, cruzando la frontera al día siguiente. Luego de avanzar sin encontrar
resistencia, el 15 de octubre entraron a La Paz sin combatir, pero el manifiesto de Ballivián
para oponerse a los invasores pronto tuvo acogida.
El coronel Manuel de Mendiburu, quien era comandante militar del Sur, retorna de Lima para
organizar la resistencia peruana.
Con ello el ariqueño Juan Bautista Ramos, mayor del Ejército del Perú, organiza una guerrilla
con los vecinos de Azapa donde se enfrentan y derrotan a las fuerzas bolivianas de Bernardo
Rojas en Arica el 25 de diciembre de 1841. En Sama, el coronel tacneño José María Lavayén
organiza una tropa que logra derrotar a las fuerzas bolivianas del coronel Rodríguez
Magariños. En Locumba, el coronel Manuel de Mendiburu también organiza fuerzas entre
quienes se encontraba Justo Arias y Aragüez en 1842.
También José Rosa Ara organiza en Tacna una columna entre soldados y campesinos
peruanos y en la batalla de los Altos de Chipe (Locumba) derrotan a un regimiento boliviano.
Epílogo
Esta guerra es conocida como Guerra contra España en Perú y Chile, mientras en España
es llamada Guerra del Pacífico o Primera Guerra del Pacífico, aunque dicho término es
utilizado principalmente para referirse a la guerra que enfrentó a Chile contra Bolivia y Perú,
entre 1879 y 1884
Antecedentes
Orígenes
Mandaba en España la Unión Liberal, y el gobierno presidido por el general O'Donnell, con
aprobación de la reina Isabel II, decidió enviar una expedición al Pacífico de la cual formaban
parte algunos sabios, pero que también tenía por objeto negociar con el gobierno peruano (al
que no se reconocía), por un lado las cuentas pendientes de saldo de la época colonial que
poco importaban a España pues ya se adeudaban desde hacía 40 años; y por otro, más
importante, el vencimiento de pago de bonos de guerra a instituciones privadas españolas
expedidos durante la guerra civil peruana. Fue encargada la negociación a Eusebio Salazar y
Mazarredo. El Gobierno peruano no reconoció la deuda y se negó a pagar.
La Expedición científica
Mientras tanto, la Escuadra Española de Expedición Científica, que había salido de Cádiz
el 10 de agosto de 1862 y estaba formada por los buques de la Armada Española: las
fragatas gemelas a hélice Triunfo y Resolución, la corbeta de hélice Vencedora y la goleta
protegida Virgen de Covadonga, se encontraban en aguas del Pacífico sudamericano, con el
propósito declarado de realizar una expedición científica por el continente, si bien muchos
autores han señalado la semejanza de esta flota con otras similares, enviadas por otros
países en misiones de índole bélica y/o política. El propósito que llevó a las autoridades de
Madrid a incluir naves de la armada en una misión de estudio, era la costumbre para exhibir
la potencia de una nación, por cierto, una costumbre muy extendida en los países europeos
como Gran Bretaña.
Cuando a fines de julio de ese mismo año los colonos arribaron en el Callao empezaron los
primeros problemas ya que nada mas desembarcar desertaron varias familias con los
anticipos que había recibido quedando alrededor de 180 vascos de los cuales solo 50 eran
de trabajo, durante cuatro años los colonos españoles se dedicaron al cultivo de hortalizas y
algodón, pero como el cultivo de este último fuera el que mas interesara al propietario se
suscitaron los primeros altercados entre colonos y patrón.
El juez de Chepén ordenó que los heridos fueran trasladados al hospital y el resto de colonos
mantenidos en detención mientras se iniciaba el sumario correspondiete, en primera
instancia dos vascos fueron condenados pero la Corte Superior de La Libertad anuló la
sentencia y mando capturar y enjuiciar al hacendado Salcedo como también procesar al juez
de Chepén, en nueva apelación esta vez de Salcedo la Corte Suprema declaró nula la
anterior sentencia y restituyó las cosas a su estado anterior.[1]
Para el gobierno peruano era una intromisión de España en los asuntos internos del país,
cosa que no se podía permitir en una nación independiente. Por eso, el gobierno peruano no
le reconoció ese título y tampoco el encargo; por lo que no fue recibido en ninguna
dependencia oficial del Perú.
Ante esta circunstancia, la escuadra española salió de la rada del Callao, se dirigió a las islas
Chincha y las tomó por la fuerza, arriando la bandera del Perú, expulsando a los trabajadores
peruanos que ahí se encontraban extrayendo el guano (una de la principales exportaciones
del Perú de la época) e izando la bandera española el 14 de abril de 1864. Esta acción de
provocación originó una tenue declaración de guerra por parte de Perú y otras ex-colonias
españolas.
Vacilante, el general EP Juan Antonio Pezet, presidente del Perú, entró en negociaciones
con los españoles. Los periódicos de la época escribían de él: "parece un moderno
Atahualpa", criticando su debilidad. Lo cierto es que Pezet sabía que el Perú no tenía en
realidad una buena escuadra marítima; sólo contaba con la fragata BAP Amazonas y las
goletas BAP Tumbes y BAP Loa. Por eso, creía que la escuadra española era invencible.
Tratado Vivanco-Pareja
Fracasaron las negociaciones iniciadas por Pezet. Entre tanto, también fue reforzada la
armada española con los buques Reina Blanca, Berenguela y Villa de Madrid. El conflicto
bélico se inició el 25 de enero de 1865, la escuadra española bloqueó el Callao y dio un
plazo de 24 horas para que se aceptaran sus condiciones.
Revolución de Arequipa
La mecha prendida por el mariscal Ramón Castilla y otros peruanos se expandió a otras
zonas del país. El 28 de febrero de 1865, en Arequipa, se sublevó el coronel EP Mariano
Ignacio Prado. Desde diversos puntos del país, muchos militares y civiles lo secundaron.
Como la escuadra española amenazaba también a la República de Chile, el gobierno de ese
país le declaró la guerra a España. Prado percibía que estaba en peligro la estabilidad
jurídica de todos los ex-territorios de España en América del Sur. Por eso, en su camino a
Lima, estando en Chincha, recibió a los delegados chilenos, con quienes coordinó las
acciones a seguir para defender la soberanía de ambos países. La respuesta del presidente
chileno José Joaquín Pérez Mascayano fue la declaración de guerra a España, concertando
una alianza ofensiva entre el Perú, Chile, Ecuador y Bolivia.
Por fin, Prado llegó a las puertas de Lima, con un ejército de 10.000 soldados, mientras el
ejército de Pezet contaba con 8.000 soldados. Francisco Díez-Canseco se quedó con una
guarnición en el Palacio de Gobierno y Pezet salió al encuentro de Prado hasta Lurín. Pero
no hubo una acción frontal.
Burlando la vigilancia de las tropas de Pezet, los restauradores pretendieron entrar a Lima
por la puerta de Guadalupe, pero fueron rechazados por una alerta del cuartel de Santa
Catalina. Entonces, lo hicieron por la puerta de San Simón. Casi sin resistencia, arribaron
hasta la plaza principal de Lima. Allí trabaron una dura batalla con la guarnición del Palacio
de Gobierno. La batalla del 5 de noviembre de 1865, duró hasta las 10. Las tropas leales a
Pezet sólo se rindieron cuando ya habían perdido tres cuartas partes de su contingente; las
puertas del Palacio de Gobierno se abrieron y una multitud enfervorizada entró,
principalmente para saquearlo.
Pezet pretendió retomar el Palacio de Gobierno, pero no se animó a atacar Lima, por una
parte, y hubo mucha deserción entre sus tropas, por otra. Con sus leales, se trasladó primero
al Callao y, luego, se acantonó en la hacienda Concha. Allí, capituló el 8 de noviembre de
1865. Pezet y sus más cercanos colaboradores se asilaron en el buque británico Shear
Water, anclado en el Callao. Unos días más tarde se embarcó con su familia rumbo a
Inglaterra.
Mientras Perú y España manejan el conflicto suscitado de forma bilateral, la opinión pública
chilena se exalta y empiezan actos hostiles contra los españoles residentes, se ridiculiza a
sus soberanos y se niega todo apoyo logístico a las unidades navales españolas en puertos
chilenos.
Dictadura de Prado
Mariano Ignacio Prado había entrado triunfante en Lima y el vicepresidente Pedro Díez-
Canseco había tomado el poder, pero fue por breve tiempo, puesto que el 28 de noviembre
de 1865, por presiones de asambleas populares y por decisión del ejército, el coronel Prado
asumió de facto la presidencia de la República con el título de "Jefe Supremo de la Nación".
Prado, el 13 de diciembre de 1865, anunció la ruptura de relaciones con España, lo que era
una declaración oficial de guerra. Chile ya la había declarado y, posteriormente, Ecuador y
Bolivia también lo hicieron.
Se fortificó el Callao con los cañones enviados por Bolognesi desde Europa. Los BAP Unión
y América llegaron desde Europa, y llegaron al océano Pacífico por el estrecho de
Magallanes. El capitán de navío AP Manuel Villar es nombrado jefe de la escuadra peruana,
compuesta por los buques BAP: Amazonas, Apurímac, América y Unión. A su vez, Casto
Méndez Núñez estaba al mando de la escuadra española.
Como se había firmado un plan defensivo con Chile, los buques peruanos se dirigieron al
país del sur, donde se les unieron los buques chilenos Esmeralda y Covadonga. El capitán
de navío Juan Williams Rebolledo quedó al mando de dicha flota militar aliada. Cuando la
flota unida se dirigía a Chiloé, el Amazonas, el mejor buque peruano, encalló y se perdió, y
los demás buques atracaron en el golfo de Ancud en la bahía de Abtao.
Alianza sudamericana
La escuadra chilena, compuesta por la corbeta Esmeralda y el transporte Maipú, fue puesta
en pie de guerra por Juan Williams Rebolledo y sorteó el bloqueo del puerto de Valparaíso.
Entre tanto el almirante español Pareja envió a la goleta Covadonga en dirección al puerto de
Coquimbo, pero frente a Papudo se enfrentó con la corbeta chilena Esmeralda y fue
capturada por ésta, situación ante la cual el almirante Pareja se suicidó.
Al almirante Pareja le sucedió en el mando Casto Méndez Núñez quien realizó expediciones
para recuperar la goleta Covadonga, hasta que recibió orden del partido gobernante en
España, la Unión Liberal, de bombardear Valparaíso y el Callao hasta la recuperación de la
goleta y regresar a España.
Como se dijo, en aquellos momentos la escuadra peruana no contaba con naves capaces de
enfrentarse directamente con la poderosa fuerza naval española, dado que aún se hallaban
en construcción en Inglaterra el BAP Huáscar y la fragata BAP Independencia. Fue por ello
por lo que se envió a las cuatro naves principales al sur de Chile, donde debían aguardar la
llegada de los dos nuevos blindados para actuar luego en conjunto contra la fuerza enemiga.
Tres de estas naves, la fragata Apurímac y las corbetas Unión y América, de reciente
adquisición en Francia, tomaron parte en el combate naval de Abtao ocurrido el 7 de febrero
de 1866, en el canal de Challahué, formando entre la isla Abtao y el continente. También se
encontraba en aquella oportunidad la goleta capturada a los españoles Covadonga,
conformando todas estas naves la denominada Escuadra Aliada, bajo el mando del capitán
de navío peruano Manuel Villar, reemplazando al comandante chileno del apostadero,
capitán de navío Juan Williams Rebolledo, quien había partido el 5 de febrero en la corbeta
Esmeralda, a Ancud en busca de víveres y carbón para las corbetas Unión y América, que el
día anterior habían llegado desde el norte después de una larga travesía. Las naves aliadas
combatieron a distancia con las fragatas españolas Villa de Madrid y Blanca que no podían
acceder al canal. Durante varias horas estuvieron combatiendo hasta que, al caer la noche
las naves españolas optaron por retirarse.
Bombardeo de Valparaíso
Después del combate naval de Abtao, el almirante de la flota española Casto Méndez Núñez,
replanteó su acción, y conmina a Chile la devolución de la Covadonga. Chile contesta al
intermediario, el estadounidense comodoro Rodgers que no devolvería la Covadonga. Esto
desencadena inmediatamente el bombardeo del puerto chileno de Valparaíso a las 9:00 de la
mañana del día 31 de marzo de 1866. Esta acción fue criticada, ya que Valparaiso no
contaba con defensas costeras. Méndez Núñez advirtió con mucha antelación sus
intenciones, con el propósito de facilitar la evacuación de civiles. Incluso las fuerzas navales
neutrales de Estados Unidos y Gran Bretaña amenazaron con intervenir si se llevaba a cabo
el ataque, a lo que Méndez Núñez replicó que si intervenían serían considerados enemigos y
atacados también, momento en el que dijo la célebre frase de España prefiere honra sin
barcos a barcos sin honra. Las unidades navales estadounidenses e inglesas se retiraron sin
intervenir. Entonces Méndez Núñez, espoleado por los reproches vertidos en cuanto al
ataque contra Valparaíso, puso rumbo a El Callao, el puerto mejor defendido de Sudamérica.
En Chile y Perú aún se tenían esperanzas de la pronta llegada de los blindados Huáscar e
Independencia, ambos con poderosa artillería, pero no obstante ello, el gobierno peruano
dispuso la organización de las defensas necesarias a cargo de la Marina y del Ejército,
instalándose cincuenta cañones agrupados en varias baterías, incluyendo una dirigida a la
zona conocida como la Mar Brava en previsión de un ataque por la retaguardia. La
movilización de hombres fue total. Al lado de los adultos, se alistaron para la lucha niños y
ancianos. También los extranjeros intervinieron, formando las famosas brigadas de
bomberos, pues se temía el incendio del puerto, y los puestos asistenciales para socorrer a
los heridos.
La defensa del Callao consistía en una serie de baterías que se habían emplazado al norte y
sur de la población, en tanto que los escasos y débiles buques de guerra se situaron en el
centro, a las órdenes del capitán de navío AP Lizardo Montero Flores; la comandancia
general de baterías del norte la tenía el coronel EP José Joaquín Inclán Gonzáles Vigil; en
las defensas de este sector sobresalía la Torre Junín, con dos cañones Armstrong de 500
libras, y el fuerte Ayacucho, con dos cañones Blackey de 450 libras, colocado cerca de la
estación del ferrocarril; las principales defensas eran el fuerte Santa Rosa con dos cañones
Blackey de 450 libras, la Torre de La Merced, giratoria y blindada, con dos cañones
Armstrong de 300 libras, y la batería Zepita, que hacía frente a la Mar Brava y disponía de
dos cañones de 68 libras y cuatro largos cañones de 32 libras. Las tropas a órdenes del
general EP Juan Buendía, se situaron en las Chacaritas y la caballería en Bellavista. La
armada española compuesta de seis fragatas y la corbeta Vencedora, más algunos
transportes, contaba en total con unos 300 cañones.
A las 11 comenzaron a moverse los buques españoles, situándose unos al norte de la bahía
y otros al sur. A las 12:15, la Numancia hizo los dos primeros disparos, los cuales fueron
contestados por el fuerte Santa Rosa y enseguida se extendió el fuego a toda la línea, en
tanto que de tierra las baterías no cesaban de responder; a las 12:25, la Numancia que ya
había sido alcanzada por un proyectil que no le produjo averías, recibió otro, obligándola a
virar para presentar los cañones de la banda opuesta, pero al hacer esta operación un
proyectil del Loa y otro de los fuertes cayeron sobre ella, hiriendo los cascos y al almirante
Méndez Núñez. Hubo que suspender el fuego por quince minutos y entretanto se llamó a la
Almansa al mando de Sánchez Barcáiztegui para que dirigiera su fuego sobre las baterías
del sur, que molestaban bastante.
En esta primera hora de combate, uno de los Blackey del fuerte Santa Rosa se inutilizó, pero
lo más importante fue que una bomba alcanzó a penetrar por una de las puertas y vino a
explotar junto a unos paquetes de pólvora, lo que dio lugar a una formidable explosión, que
destruyó la torre, dando muerte a sus defensores y entre ellos, al ministro José Gálvez.
Por el norte, la Villa de Madrid, casi al comienzo de la lucha, recibió una granada de 300
libras que, abriéndole enorme brecha, le mató a 35 hombres e inutilizó los tubos de
conducción del vapor, por lo cual hubo que pedir auxilio a la Vencedora, que a remolque la
sacó fuera de la línea de fuego. Asimismo, la Almansa recibió otro proyectil de 300 libras que
le mató 13 hombres e inflamó la pólvora de los guarda cartuchos, el incendio se propagó y la
nave se vio obligada a retirarse aun cuando después de algún tiempo volvió a la pelea. En el
norte, la Berenguela recibió un proyectil Blackey de 300 libras que la atravesó de parte a
parte abriéndole una brecha de 5 metros cuadrados de área, por donde se precipitó el agua.
Otro proyectil del mismo calibre penetró en el sollado e incendió la carbonera inmediata al
pañol de pólvora y como el buque se inclinase por el lado de babor, no tuvo más remedio que
retirarse.
Sólo a las 17:00, cuando ya declinaba el sol, Méndez Nuñez dio la orden de suspender el
fuego; a esa hora todavía los cañones del fuerte Santa Rosa disparaban sus tiros contra el
adversario.
Los españoles contaron entre sus filas 43 muertos y 157 heridos y se retiraron a la isla San
Lorenzo. El 10 de mayo de 1866, después de enterrar a sus muertos, curar a sus heridos y
reparar sus navíos en la isla, los españoles dividieron su escuadrón. Una parte, la Numancia
y cuatro de las fragatas de madera, las más dañadas, se dirigieron hacia las Filipinas
mientras que el resto, es decir la Resolución, la Reina Blanca y la Almansa, bajo el mando de
Méndez Nuñez navegaron hacia el Atlántico sur. Los daños sufridos, las bajas y la falta de
equipo militar y personal hicieron desistir a Méndez Nuñez de atacar otros puertos peruanos
–como previamente se lo había indicado su gobierno- y sugerir a sus superiores en Madrid
no enviar una nueva expedición a aguas chilenas y peruanas. Sin embargo, anticipando una
eventual reanudación de las hostilidades, el almirante distribuyó sus naves entre los puertos
neutrales de Río de Janeiro y Montevideo, mientras aguardaba la posibilidad de refuerzos de
Madrid.
El 5 de mayo, tres días después del combate del Callao, frente a las costas de Uruguay, los
blindados peruanos volvieron a capturar una nave española, el bergantín Manuel, que fue
hundido por la Independencia después de evacuar a su tripulación. Posteriormente, el día 7
de mayo, el Huáscar apresó a la corbeta hispana Petite Victoria y la despachó como presa al
Callao. El 25 de mayo mientras los blindados se acercaban al Estrecho de Magallanes a una
velocidad de diez nudos, estuvieron a punto de encontrarse con la división española de
Méndez Nuñez, que por precaución, a última hora, decidió utilizar el Cabo de Hornos. De lo
contrario se hubiera producido un duelo naval de envergadura en aguas internacionales.
Finalmente, tras cruzar el Estrecho de Magallanes, los blindados se unieron a la escuadra
aliada en Valparaíso y se pusieron bajo las órdenes del almirante chileno Manuel Blanco
Encalada, quien aún se desempeñaba como comandante en jefe de las fuerzas navales
aliadas.
Con estos refuerzos, el Perú y Chile decidieron renovar la lucha, pero esta vez en la ofensiva
para castigar a los españoles por todos los daños infligidos a los puertos de ambos países.
Los aliados estaban convencidos que los nuevos blindados iban a equilibrar el balance de
fuerzas. Aquellas modernas naves fácilmente estaban en capacidad de poder atacar puertos
en la Península Ibérica, incursionar en las colonias españolas o confrontar a la escuadra
peninsular en el Pacífico. El gobierno de Chile sin embargo, favorecía una estrategia un poco
más conservadora que contemplaba ejecutar un ataque masivo al debilitado escuadrón
español en las costas sudamericanas del Atlántico. Los temores chilenos no resultaban tan
infundados pues un tiempo después España despacharía al Atlántico a la fragata de hélice
Gerona, la cual cerca de Madeira, capturaría al crucero chileno de 2000 toneladas de la clase
Super Alabama, Tornado, que navegaba sin artillería desde Inglaterra hacia Chile bajo el
nombre código Cantón.
Para España la victoria fue suya, pues era una operación de castigo y no una invasión. Para
Perú y Chile, ellos habían ganado, pues los buques españoles se habían retirado,
cumpliéndose lo que dijera Mariano Ignacio Prado el día 1 de mayo en su arenga:
«Mañana probaremos a nuestros enemigos, por tercera vez, que es invencible el pueblo que
combate por su honra y libertad».
General EP Mariano Ignacio Prado (1 de mayo de 1866, antes del combate del 2 de mayo de
1866.)
Término de la Guerra
España y Perú firmaron finalmente un tratado de paz y amistad en 1879, por el que se
reconocía la independencia peruana y se establecían relaciones diplomáticas entre ambos
países. También en 1879 se firmó el tratado de paz con Bolivia. La paz definitiva entre
España y Chile se firmó en 1883, en Lima (Perú), durante la ocupación chilena durante la
Guerra del Pacífico. Por último, la paz con Ecuador se firmó en 1885.
Consecuencias de la guerra
La guerra contra España significó para América del Sur y especialmente Perú, la
consolidación de su independencia y la recuperación de las islas Chincha; para Chile,
significó la pérdida de su flota mercante y de su hegemonía comercial en el Pacífico (con la
destrucción de los Almacenes Fiscales de Valparaíso), aunque con el pasar de los años se
recuperó gracias al resurgimiento de los puertos de Valparaíso y San Antonio. Reanimó el
sentimiento de solidaridad y confianza de que permaneciendo unidos podían resistir
cualquier propósito de conquista que hacia ellos tuvieran los países europeos.
Para España solo supuso un malgasto de valiosos recursos navales. La idea de esta
expedición era simplemente demostrar que España aún se podia contar entre las potencias
europeas. Sin embargo tras un breve renacer patriotero, la guerra solo acentuó la
incapacidad del gobierno de Isabel II. En ningún caso pretendia España reconquistar nada,
por lo que la firma del tratado de paz y el reconocimiento de la indenpendecia de Perú, no
suponia ningun esfuerzo y por otra parte la flota española volvió relativamente intacta tras
causar graves daños al enemigo. La incapacidad del gobierno español en política
internacional que supuso esta guerra, movida solo por razones de prestigio ajenas a la
mayoria del pueblo español, fué, entre otras causas, el inicio de la Revolución de 1868 en
España.
BOLIVIA Y LA GUERRA PACÍFICO:
Este conflicto marítimo fue crucial en las características que adquirieron los estados
nacionales involucrados, así como en un factor de suma importancia para la penetración del
capital imperialista en la región.
Pity Ezra
Si bien la ocupación chilena se dio en respuesta al impuesto que se hacía a las empresas
chilenas e inglesas de 10 centavos por quintal de salitre exportado desde territorio boliviano,
y al tratado secreto de Alianza defensiva firmado por Bolivia y Perú que transgredía el tratado
de Bolivia con Chile de 1874, en esencia la causa substancial de la guerra fue el control de
las riquezas salitreras de Antofagasta y Tarapacá.
El contexto en el que se va a gestar la guerra entre estos tres países, hay que ubicarlo en los
marcos de la primera gran crisis del sistema capitalista de 1873, que afectó a nivel mundial a
los sectores agrícolas, industriales y financieros. En el caso de los países de Sudamérica, el
efecto que produjo la crisis en la economía de países como Chile, Perú, y, en menor
proporción, Bolivia, fue una suerte de depresión entre los años de 1876 a 1879, que tuvo
como correlato la guerra de rapiña que generaron las burguesías de estos países.
En la década de los años 60 y 70, las empresas mineras bolivianas empezaron a tener un
crecimiento significativo en su producción debido a la demanda mundial de los minerales.
Esta situación generó tres hechos relevantes: impulsó la modernización de la explotación de
los minerales con la introducción de tecnologías modernas; provocó la inversión de capitales
nativos e internacionales, sobre todo en la explotación de minerales y el salitre en el litoral; y
generó una elite minera en la zona del altiplano preservada para los capitales bolivianos:
Pacheco, Aramayo y Arce, que en las décadas posteriores asumirían las riendas del poder
en Bolivia.
En palabras de Luis Vitale [1], “El proceso de penetración de la burguesía chilena en esta
zona boliviana adquirió características de colonización no sólo económica, sino también
política al lograr los chilenos ser designados para ocupar cargos en las municipalidades
bolivianas”, una muestra más del dominio económico de Chile sobre Bolivia está relacionado
con “El Banco Nacional de Bolivia, íntimamente relacionado con las operaciones salitreras de
las casas financieras de Valparaíso controladas por Edwards, abrió sucursales en Cobija y
Antofagasta en enero de 1873. Hacia 1876 se había convertido en el banco más poderoso de
Bolivia. El segundo banco de importancia era el Banco Boliviano controlado por el súbdito
inglés Enrique Meiggs, vinculado también a las actividades mineras ya los grupos financieros
de Chile". A esto se suma el hecho de que en el año de 1876 la población chilena que
habitaba Antofagasta era cuatro veces mayor que la boliviana. Dos años después la
diferencia se hizo aún más considerable: la población chilena se incrementó seis veces más
que la población boliviana (6,554 y 1,226 respectivamente. Fuente: Historia de Bolivia:
Herbert S. Klein). Con todos estos antecedentes, prácticamente esta provincia se había
convertido en una semicolonia de Chile.
Si bien Antofagasta representaba en los hechos un territorio anexado, por lo mismo, Bolivia
no representaba una amenaza a sus intereses económicos y a las grandes inversiones
hechas por los capitales chilenos e ingleses; si lo era el vecino país del Perú que tenía
grandes intereses económicos en la región, pues, al igual que Chile, también se benefició de
acuerdos con Bolivia: se importaron manufacturas peruanas sin restricción alguna, los
puertos bolivianos sirvieron para la exportación de minerales sin pagar impuesto alguno y se
estableció un convenio de libre comercio que destruyó los aranceles proteccionistas de
Bolivia. En conclusión, el comercio, los bancos, los yacimientos de plata y las riquezas de
guano y salitre de Bolivia eran controlados por los grandes capitales chilenos y peruanos.
Sin embargo, el proceso de expansión de los capitales chilenos e ingleses se vio amenazado
por las políticas salitreras de los gobiernos peruanos de entonces. En 1873 el gobierno del
presidente Pardo estableció un decreto por el cual se establecían estancos de salitre que
obligaba a los productores vender su producción al Estado. Está medida provocó una serie
de protestas de parte de los empresarios peruanos como de los empresarios chilenos ya que
les arrebata el monopolio de las ventas de salitre al mercado mundial. Esta medida no
solamente afectaba los intereses de los empresarios del salitre, sino que puso en peligro la
supremacía portuaria de Valparaíso en el pacífico sur, pues la intención del gobierno peruano
era convertir al puerto de Iquique en el distribuidor de la producción de los estancos al
mercado mundial. Ante el sabotaje de los empresarios chilenos y extranjeros, el gobierno de
Pardo promulgó en 1875 la nacionalización de las salitreras que se encontraban en manos
extranjeras y nacionales, lo que representó una de las razones esenciales para que la
burguesía chilena presione al gobierno de Pinto para que declare la guerra al Perú.
Como expresa Luis Vitale, “Perú y Bolivia atravesaban por una crisis económica de
estructura agravada por la crisis coyuntural de 1875-78. Sus clases dominantes entraron a la
guerra no sólo para defender las riquezas salitreras amenazados por la burguesía chilena,
sino también esperanzadas en que un resultado favorable les permitiría remontar la grave
crisis económica y afianzar sus posiciones en el orden latinoamericano”.
Tanto en Chile como en Bolivia y Perú, la apropiación de las tierras indígenas por parte de
las burguesías terratenientes representó una guerra interna que se desarrolló antes y durante
la guerra del pacífico. Coincidentemente en estos países se obligó a los pueblos indígenas a
vender sus tierras con el propósito colonizar las tierras más fértiles y aptas para agricultura
privada, y al mismo tiempo, para liquidar la propiedad comunitaria.
Frente a estos abusos, las rebeliones de los pueblos indígenas se hicieron presentes. En
Bolivia las protestas indígenas fueron tan violentas y sangrientas que lograron frenar el
proceso de confiscación de las tierras. En Chile, los mapuches aprovecharon la guerra para
sublevarse y luchar por la recuperación de sus tierras. Sin embargo, fueron aplastados
militarmente por las burguesías chilenas y argentinas en 1882, lo que consolido
definitivamente la expropiación de sus tierras y su casi exterminio como pueblo.
Como señala Vicente Mellado [4] , ““La clase burguesa terrateniente chilena del siglo XIX fue
la constructora de esa “identidad nacional”. Los patrones de fundo, ligados a la banca, la
industria y la minería despreciaban el comportamiento social del “roto” chileno (en la ciudad)
y el “huaso” (en el campo). Les llamaban “borrachos”, “flojos”, “sucios”, “sin dios ni ley”,
“huachos”, “gañanes” y “chinitos”. (…) Desde ese momento la burguesía chilena le tuvo
“cariño” al roto y al huaso. Pero solo si iba a la guerra. En Chile, el roto era encarcelado,
maltratado y marginado del acceso al trabajo bien remunerado y la educación. La mejor
solución a esto es que se hubiesen quedado en el país vecino para no molestar a las familias
acaudaladas. Pero los empresarios chilenos los necesitaban para sobrevivir. Eran su fuerza
de trabajo””.
Lo mismo se decía del cholo peruano: “borracho”, “flojo”, “sucio” e “ignorante”. Sin embargo,
son ellos los que fueron a la guerra a morir, quienes resistieron en los andes peruanos ante
la invasión chilena. “La prolongada guerra de resistencia -cuenta Luis Vitale- tuvo una fuerte
base de sustentación social en la movilización indígena. No lucharon contra el Ejército
chileno por ‘amor a la patria’, sino que aprovecharon la disputa entre blancos para rebelarse,
así como lo hicieron los mapuches, en pos de la recuperación de sus tierras. (…) Los
levantamientos indígenas y las luchas de los guerrilleros rebasaron los objetivos fijados por la
burguesía peruana en la guerra de resistencia. La clase dominante de Perú llegó a temer
más a los quechuas y montoneros que al propio ejército chileno porque éste, en última
instancia, garantizaba la supervivencia de la propiedad privada e impedía la ’anarquía’ social.
En una convención de fines de 1882, en la que se aprobó el inicio de las negociaciones de
paz con Chile, los representantes de la burguesía peruana declararon fuera de la ley a los
montoneros”.
La guerra del pacífico terminó en 1883 con el triunfo de Chile. Sin embargo, fueron los
capitales ingleses y norteamericanos quienes al final de la guerra fueron los grandes
vencedores de esta contienda, pues les permitió fortalecer sus objetivos de penetración y
control económico en la región.
Después de la guerra, a partir de 1884, se abrió en Bolivia la era de gobiernos civiles,
oligárquicos y conservadores que duró hasta 1899. En este periodo se logró consolidar una
burguesía minera y terrateniente, que dará origen a los grandes barones de la plata y el
estaño, así como a los grandes latifundios: se va a iniciar la colonización de los territorios
cruceños y se van a arrebatar a las comunidades indígenas de sus tierras en favor de los
hacendados y, por lo mismo, se va a instaurar un sistema de pongueaje [5] que provocará
una gran migración del campo a la ciudad. En 1899, como resultado de la derrota en la
guerra y la evidencia del carácter extremadamente débil y “gelatinoso” del Estado, se iniciará
un nuevo ciclo de acumulación capitalista basado en la producción del estaño que dará inicio
a la guerra civil federal por el control del Estado entre liberales y conservadores que a la
postre abrirá paso a gobiernos liberales y militares. En este mismo periodo y como resultado
de la dislocación estatal provocada por la guerra federal, se darán luchas campesinas que
terminarán en masacres, como los levantamientos armados de Mohosa y Ayo Ayo, y el
proyecto fallido de un gobierno indígena autónomo en Peñas luego del levantamiento de
Zarate Willka.
La situación chilena fue diferente de la boliviana, mientras en Bolivia se tiene como resultado
de la guerra el colapso del Estado manifestándose en una guerra civil, en el caso Chileno,
surge un Estado fuerte que va a marcar la historia contemporanea chilena. Sin embargo, el
gran territorio del norte conquistado por capitales chilenos, se transformará en menos de una
década en una cuasi factoría inglesa: en 1875 de tener el control del 15% de las salitreras,
pasará en 1884 a controlar el 70%. A partir de ese momento los capitales ingleses tendrán el
control del ferrocarril del norte, se apoderarán de empresas relacionadas a la explotación de
la plata y el cobre, de bancos, de empresas agropecuarias y de las principales casas
importadoras. Pese a los intentos del gobierno de José Manuel Balmaceda de nacionalizar
los grandes negocios de los capitales ingleses y de la burguesía exportadora y criolla, está
se afianzará mucho más tras el triunfo de La guerra civil de 1891. Lo que sí está claro, es
que, para afianzar el poder de los capitales chilenos y extranjeros, mucha sangre obrera y
campesina tuvo que correr. En 1888 se dieron diversas huelgas, especialmente de los
ferroviarios, gráficos y planificadores. “El movimiento huelguístico alcanzó su punto máximo
en la huelga general de 1890; comenzó en el norte y se extendió hasta Concepción. Sus
motivos fueron aumento de salarios y su pago en moneda de plata en lugar de papel moneda
para contrarrestar la inflación. Los lancheros de Iquique iniciaron la huelga el 2 de julio; poco
después se extendía a Tarapacá, abarcando a 100.000 obreros, quienes expropiaron las
pulperías y cortaron las vías del ferrocarril de Iquique para impedir la llegada de las tropas. El
11 de julio estalló el paro de Antofagasta, concentrándose solamente en la ciudad más de
3.000 huelguistas, quienes fueron reprimidos por el Ejército, registrándose numerosos
muertos y heridos. El 21 de julio comenzó la huelga Valparaíso, siendo liderada por los
obreros de la Compañía Sudamericana de Vapores. El Ejército consumó una nueva
masacre: 12 muertos y 500 heridos” (Interpretación Marxista de la Historia de Chile IV, Luis
Vitale).
Tras la derrota peruana en la guerra del pacífico, se establecieron durante diez años
gobiernos militares que garantizaron la recuperación de la burguesía y los terratenientes,
pues, a pesar que los caudillos militares gobernaron durante una década, fueron la burguesía
y los terratenientes quienes tuvieron el dominio pleno del estado. “Sobre estas bases se
inauguró un proceso caracterizado por una relativa estabilidad política: los grandes
comerciantes y terratenientes exportadores prestaron su concurso a los militares en la
medida que no contaban aún con los medios para embarcarse en una empresa política
autónoma y, además, porque el mantenimiento de la paz social facilitaba el restablecimiento
de la estructura productiva del país y de la clase. Diez años más tarde ese mismo sector
estaría en condiciones de librarse de los caudillos y tomar el poder en su propio
beneficio” [6]. Durante el gobierno militar de Cáceres, como forma de asumir la deuda
generada por la guerra, se entregó el aparato productivo y el transporte a los capitales
ingleses: explotación del ferrocarril durante 66 años, entrega de tres millones de toneladas de
guano, concesión de dos millones de hectáreas en la selva, pagos anuales durante 33 años
de 80,000 libras. Tras la guerra civil de 1895, el gobierno de Nicolás de Pierola, que tuvo en
sus inicios el soporte de la clase proletaria, favoreció los intereses de la burguesía y del
capital extranjero, iniciando la “República aristocrática” sobre la base de la
institucionalización del poder burgués con la formación de instituciones como la Sociedad
nacional de agricultura, minería e industria. Para garantizar los negocios de la burguesía, de
los terratenientes y los capitales extranjeros, el gobierno de Piérola no solamente les dio
todas las concesiones posibles, sino que aplastó con violencia, como lo hicieron los militares
después de la guerra, las huelgas que se dieron durante su mandato por aumentos salariales
y reducción de las horas de trabajo.
A manera de conclusión
La guerra del pacífico o la guerra del salitre, no fue una guerra que benefició al hombre y a la
mujer de a pie, sino que fue una guerra que favoreció, no solamente a los intereses de las
burguesías criollas, sino también a los intereses del imperialismo. Después de más de un
siglo, la guerra sigue presente en el imaginario de los trabajadores y el pueblo, pues la
burguesía chilena, peruana y boliviana, siguen usando los problemas limítrofes como un gran
argumento para alentar políticas nacionalistas y discursos chauvinistas que postergan los
intereses de la clase trabajadora en favor de los proyectos hegemónicos de la clase
dominante. En este sentido, el fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, no ha
hecho otra cosa que relegitimar el rol de las oficinas y organismos imperialistas como
reguladores y arbitros de la vida de los diversos Estados del Pacifico, y a sus empresarios y
gobiernos capitalistas.
Fue un conflicto limítrofe y bélico entre Bolivia y Brasil. Afectó también al Perú.
El conflicto ocurrió en dos fases durante el periodo 1899-1903 por el dominio del territorio del
Acre rico en árboles de caucho y yacimientos auríferos. Concluyó con la victoria de Brasil y la
consecuente anexión de territorios que habían pertenecido a Bolivia y Perú.
Se inició de esta manera la Primera Revolución del Acre o Primera Campaña (en Bolivia), de
carácter supuestamente local y autonomista. Los acre anos pro brasileños se organizaron
política y militarmente: ocuparon Puerto Alonso, en donde destituyeron violentamente a las
autoridades bolivianas y declararon posteriormente al Estado Independiente de Acre, Purús y
Yaco libre de Bolivia. Al español Gálvez lo acompañaban varios veteranos de Cuba.
La guerra se dividió en dos periodos o campañas: el primero comienza desde 1899, con la
presión de los brasileños para que los bolivianos abandonen Puerto Alonso hasta su
posterior recuperación y reincorporación del Acre nuevamente a Bolivia; el segundo o
Segunda Revolución Acreana (Segunda Campaña en Bolivia) comienza el 6 de
agosto 1902 con la toma de la ciudad de Xapuri y termina en febrero de 1903 con la firma
del Modus Vivendi que establecía la desmovilización de las tropas bolivianas y la suscripción
de un nuevo tratado.
El conflicto militar del Acre tuvo su punto más álgido entre 1902 y 1903, pero comenzó
realmente en 1899 con el primer levantamiento secesionista en Puerto Acre, mientras el país
vivía la guerra civil en altiplano y valles. El origen de esta guerra está en las diferencias de
límites con el Brasil y la importancia económica de la goma en la región.
El antecedente más crítico fue el tratado de 1867 firmado por Melgarejo, que marcó los
límites binacionales entre la confluencia del Mamoré y el Beni (cediendo soberanía sobre el
río Madera que es su principal acceso al Atlántico en el norte) y una línea hasta las
desconocidas nacientes del río Yavarí. El mencionado tratado fue una cesión del territorio
que tenían cuando nacieron a la independencia. En 1896 el propio Pando firmó un acuerdo
con Brasil en el límite de los ríos Purús y Acre. Pero el detonante fue, otra vez, una cuestión
económica.
La fundación de Puerto Alonso en 1899 (Puerto Alonso se conoció luego como Puerto Acre,
capital del territorio de colonias a orillas del río Acre, hoy en territorio brasileño) se hizo para
instalar un puesto aduanero de recaudación de impuesto sobre exportaciones de goma. Esto
molestó a los aventureros que explotaban goma y la contrabandeaban sin rubor a los
estados vecinos de Para y Amazonas. Brasil veía así reducidos sus ingresos por “tránsito” de
la goma boliviana por sus puertos, comenzó una insurrección de alrededor de dos mil
irregulares brasileños. El aventurero Luis Gálvez Rodríguez de Aria (un español) se
autoproclamó “presidente de la república del Acre”.
NEGOCIO FALLIDO
Los Estaos Unidos pagaran una indemnización de dos millones de libras esterlinas de la
República de Bolivia acepta con el propósito principal de destinarlas a la construcción de
varias férreas o otras obras pendientes a mejorar la comunicación y desarrollar el comercio
entre dos países.
Señala el articulo 3 del tratado de Metrópolis firmado el 17 de noviembre de 1903 que para
posponer fin al conflicto armado del Acre . En otras palabras, mediante el tratado de 1903
que estipula una figura algo ambigua de´ permuta¨ al consorcio norteamericano Boliviana
Sindica de Nueva York.
Con la consolidación de los Estados Unidos como primera potencia mundial después de
1945, su política exterior enfrentó tareas nuevas y más desafiantes que nunca antes en su
historia. No únicamente la reconstrucción de Europa y la emergencia de la Unión Soviética
como fuerza mundial, sino también el Asia, Medio Oriente y Latinoamérica -en ese orden-
cobraron importancia para los Estados Unidos por dos razones: la fracasada alianza con la
Unión Soviética, cuya meta era el fortalecimiento de la paz por el término de cincuenta años,
y el afianzamiento de un comercio mundial máximamente liberalizado. La Guerra Fría se
convirtió en el rasgo principal del escenario político mundial y determinó las relaciones de los
Estados Unidos también con el Tercer Mundo.
LAMENTO DE PÉRDIDA
El conflicto tuvo dos fases desarrolladas durante el periodo 1899–1903, en el que se disputó
tenía l territorio del Acre, rico en árboles de caucho yacimientos auríferos. Concluyó con la
victoria de Brasil y la consecuente anexión de los territorios sobre los que Bolivia reclamaba
soberanía.
La redacta prácticamente la Segunda Guerra Mundialión del Acre poseía ricos yacimientos
auríferos, abundancia de recursos madereros, principalmente el árbol de caucho que, a
finales del siglo XIX y casi mediados del siglo XX, fue muy importante para la industria del
automóvil y el transporte, ya que la goma sintética para la fabricación de ruedas y otros
objetos no fue descubierta.
Por eso, se suele llamar a esa guerra La Guerra del Caucho, ya que uno de los motivos por
los cuales se movilizó el gobernador Torres del Amazonas fue el impuesto que se dio a las
exportaciones de caucho el origen de esta guerra está en las diferencias de límites con el
Brasil y la importancia económica de la goma en la región. El antecedente más crítico fue el
tratado de 1867 firmado por Melgarejo, que marcó los límites binacionales entre la
confluencia( y una del Mamoré y el Beni del río Yavarí. En 1896 el propio Pando firmó un
acuerdo con Brasil en el límite de los ríos Purús y Acre. Pero el detonante fue, otra vez, una
cuestión económica .
Esto molestó a los aventureros que explotaban goma y la contrabandeaban sin rubor a los
estados vecinos de Para y Amazonas. Brasil veía así reducidos sus ingresos por “tránsito” de
la goma boliviana por sus puertos. Bolivia perdió alrededor de 190.000 km2 de territorio.
PERSONAJES DESTACADOS
José Manuel Pando
José Manuel Pando Solares (Luribay, La Paz, Bolivia; 25 de diciembre de 1848 – El Alto, La
Paz, Bolivia; 17 de junio de 1917) fue un militar, político y explorador boliviano. Fue también
el vigésimo quinto Presidente de Bolivia desde el 25 de octubre de 1899 hasta el 14 de
agosto de 1904. Durante su gobierno se desató la guerra del Acre.
Fue hijo de Rafael Suárez y Patrona Callaú. Viudo de su primer matrimonio, se casó con
doña Judith Arias, oriunda de Portachuelo, con la que tuvo descendencia.
Bruno Racua Chimay (Eximas, La Paz, Bolivia; 6 de octubre de 1879 – Eximas, La Paz,
Bolivia; 17 de marzo de 1932) fue un indígena explorador, combatiente y héroe boliviano que
participó durante la guerra del Acre destacándose por su audacia en la batalla de Bahía de
1902.
Francisco de Paula
Guerra fronteriza entre Bolivia y Paraguay, ocurrida entre 1932 y 1935 por el control del
Chaco Boreal, donde se presumía existían grandes reservas de petróleo y gas. Los
británicos y norteamericanos apoyaron a los gobiernos de Paraguay y Bolivia
respectivamente, razón por la cual muchos especialistas han calificado esta guerra como una
guerra "importada".
El Chaco Boreal
El Chaco Boreal es un área de aproximadamente 500 000 km², ubicada al norte del río
Pilcomayo[1], en la región del Gran Chaco, en la zona limítrofe entre Bolivia (lugar al que
perteneció durante el Virreinato de Perú), Argentina y Paraguay (a cuyo cabildo de Asunción
los españoles, habían otorgado potestad hasta los ríos Yaurú y Parapetí). El clima es seco y
las reservas de agua casi inexistentes. La escasez de agua y el calor sofocante impusieron
condiciones particularmente duras a los combatientes, sobre todo a los bolivianos
acostumbrados al clima andino.
Tras la llamada Guerra de la Triple Alianza (1865 – 1870), en la cual Paraguay resultó
derrotada y fue ocupada militarmente por Argentina y Brasil, perdiendo 160 000 km², la
región del Chaco Boreal fue objeto de disputa. Argentina reclamó derechos sobre la zona,
que sometidos a arbitraje neutral por parte de Estados Unidos le fueron negados, otorgando
la posesión a Paraguay.
Bolivia y Brasil se enfrentaron entre 1899 y 1903 en la Guerra del Acre, donde Bolivia tuvo
que renunciar al territorio del Acre. En compensación Brasil cedió a Bolivia el Chaco Boreal,
un territorio que no le pertenecía. Para Bolivia que había perdido su salida al mar durante la
Guerra del Pacífico, el río Paraguay, ubicado en el sector poseía una importancia
trascendental, al permitirle una salida al Océano Atlántico.
Desde 1852 y hasta 1920, Bolivia y Paraguay comenzaron a reclamar el territorio por medios
diplomáticos y establecieron fortines en el área en disputa, para realizar una ocupación
“efectiva” y controlar las escasas fuentes de agua potable existentes en un territorio
particularmente insalubre.
El Ejército Boliviano
Bolivia contaba con un ejército de 10 000 hombres activos y 2 000 reservistas entrenados,
que poseía algunas ventajas militares, sobre todo en equipamiento sobre el ejército
paraguayo. Durante el conflicto llegaron a movilizar 250 000 hombres.
El presidente boliviano Daniel Salamanca, quien había llegado al poder en 1931 había
comenzado un proceso de modernización del ejército. La economía boliviana pasaba por un
buen momento, amparada en su riqueza minera y podía contar con ventajosos créditos para
abastecerse de material de guerra moderno. La población boliviana era el doble de la
paraguaya, 2 300 000 de habitantes por un 1 200 000 de sus enemigos.
Los bolivianos contaban con un grupo de asesores militares extranjeros dentro de sus
fuerzas armadas, particularmente alemanes – aunque también hubo chilenos y
checoslovacos. El general alemán Hans Kundt, veterano de la Primera Guerra Mundial, llegó
incluso a hacerse cargo del ejército boliviano tras los descalabros iniciales del mismo al
comenzar la guerra.
El ejército paraguayo era más pequeño que el boliviano sólo 3 500 soldados – durante el
conflicto se movilizaron 150 000 soldados - y la población de su país era poco más de la
mitad de la boliviana con 1 200 000 habitantes. El ejército había sido asesorado por
instructores franceses y argentinos, ya durante la guerra los italianos participarían en la
reorganización de la fuerza aérea. La economía de Paraguay era también más pobre que la
de Bolivia, dependiente de la agricultura y una ganadería intensiva. Al frente del ejército
paraguayo fue elegido el general José Félix Estigarribia, quien se había formado militarmente
en Francia.
Al comienzo del conflicto el ejército paraguayo tenía cinco regimientos de infantería, dos
regimientos de caballería, dos grupos de artillería y un batallón de zapadores. Su fuerza
aérea era inferior a la de Bolivia; pero sus unidades navales que operaban con la ventaja de
estar río abajo en el sistema del río de la Plata podían transportar todo el material, personal y
equipos extranjeros hacia el área del conflicto a través de los ríos, mientras los bolivianos
debían hacer todos sus movimientos por tierra, con la sola excepción del sistema fluvial
Madeira - Mamoré, parte del sistema fluvial del Amazonas, que podía ser usado para
transportar materiales al norte del Chaco.
Acciones militares
La guerra estalló cuando el ejército boliviano atacó y tomó el fuerte paraguayo Carlos Antonio
López en julio de 1932, y luego fue recapturado por los paraguayos. Las fuerzas bolivianas
atacaron y capturaron también durante el 27 y 28 de julio los fortines paraguayos de
Corrales, Boquerón y Toledo.
Las tropas bolivianas que en agosto llegaron a sumar 12 000 hombres en el frente de batalla
se desplazaban por tierra en una zona carente de medios y vías de comunicación, llegando
totalmente extenuadas al área de conflicto.
Los paraguayos por su parte habían desplegado 8 000 hombres en la isla Poí, donde
construyeron una pista de aterrizaje; 1 500 en Nanawa (al suroeste del Chaco) y 3 000 en el
Alto río Paraguay. Desde Asunción enviaron luego un refuerzo de 3 000 hombres.
Las fuerzas paraguayas del Segundo Regimiento que avanzaban contra el fuerte de
Boquerón con el objetivo de recapturarlo fueron descubiertas por aviones bolivianos que las
ametrallaron. A pesar de esa acción el 8 de septiembre, 18 500 paraguayos cercaron a 619
bolivianos en el fuerte Boquerón. Los bolivianos recibieron la orden de resistir. Tras once
días de combates los paraguayos tomaron el fuerte, perdieron en el asalto 7 000 hombres,
los bolivianos 150.
Tras la derrota de Boquerón los bolivianos pusieron el ejército bajo las órdenes del general
Hans Kundt en el mes de diciembre. Éste ordenó un ataque frontal sobre los paraguayos en
Nanawa y Toledo, pero no pudo abrirse paso entre las líneas paraguayas. En julio de 1933 lo
intentó nuevamente, pero los paraguayos camuflados entre los matorrales le infligieron una
costosa derrota, 2 000 soldados bolivianos murieron en combate por sólo unos 150
paraguayos. En este segundo ataque a Nanawa los bolivianos emplearon sus tanques,
flanqueados por soldados con lanzallamas, pero con escaso éxito, debido a la irregularidad
del terreno y el intenso calor que obligaba a las dotaciones de los blindados a combatir con
todas las portillas abiertas.
A fines del año 1933 los paraguayos atacaron por sorpresa a la Cuarta y Novena divisiones
bolivianas ubicadas en Campo Vía cercándolas el 3 de diciembre. A pesar de los
contraataques bolivianos estas se rindieron. Los bolivianos tuvieron 2 600 muertos y 7 500
fueron hechos prisioneros. Después de esta derrota en Campo Vía el general Kundt fue
reemplazado por el coronel Peñaranda.
Los paraguayos fueron derrotados en Picuiba en julio de 1934, pero derrotaron a las reservas
bolivianas en El Carmen en noviembre. Desde agosto habían propinado un duro golpe a las
fuerzas bolivianas al cortarles las comunicaciones e impedirles abastecerse de agua de los
pozos ubicados en Yrendagué.
El fin de la Guerra
La Liga de las Naciones impuso un embargo de armas a ambos países e hizo una propuesta
de paz en noviembre de 1934. Esta propuesta fue aceptada por Bolivia pero rechazada por
Paraguay. A consecuencia de esto el embargo le fue levantado sólo a Bolivia.
Desde enero el gobierno chileno había propuesto a Argentina una gestión conjunta para
lograr la paz. Con este objetivo se comisionaron a Luis Podestá Costa a Paraguay, y luego a
Félix Nieto del Río a Bolivia. En abril de ese año se unieron a la mediación, Perú y Estados
Unidos, posteriormente lo harían Brasil y Uruguay.
El 12 de junio de 1935 se logró un armisticio que se concretó en el campo de batalla dos días
después. Siguieron tres años de arduas negociaciones. Finalmente se firmó el tratado de paz
en Buenos Aires el 21 de julio de 1938.
Consecuencias de la guerra
Mapa de Bolivia. El recuadro señala la zona de actuación de la guerrilla del Che Guevara en
1966-1967.
Preparación
Luego de la retirada del Congo, Che Guevara se ocultó varias semanas en la embajada
cubana en Tanzania donde aprovechó para escribir su memoria de la fracasada experiencia
que luego se publicaría en 1999 como Pasajes de la guerra revolucionaria: Congo.
Con posterioridad se trasladó a Praga donde permaneció por cinco meses en una casa de
seguridad del servicio secreto cubano. Se trata de uno de los períodos menos conocidos de
su vida en los que analizó sus próximos pasos que lo llevarían a iniciar la acción guerrillera
en Bolivia.
Algunos de sus biógrafos consideran que es altamente probable que haya estudiado y escrito
mucho, pero hasta 2006 no había certeza de que existan los supuestos cuadernos de
Praga.1 Sin embargo de este período datan las anotaciones y comentarios al manual oficial
soviético sobre Economía Política, con gran variedad de críticas y reformulaciones del
llamado "socialismo científico". Estos textos fueron considerados una herejía y aún
permanecen en su mayor parte inéditos.
Luego de analizar varias opciones, el Che Guevara con apoyo de Fidel Castro decidió
establecer un "foco" guerrillero en Bolivia, un país que estando en el corazón de Sudamérica
y limitando con Argentina, Chile, Perú, Brasil y Paraguay, permitía extender con facilidad la
guerra de guerrillas a todo el subcontinente, sobre todo a su país natal.
El 21 de julio de 1966 Guevara volvió secretamente a Cuba. Allí se reunió con Fidel Castro,
su esposa Aleida March, Orlando Borrego y el grupo de guerrilleros que lo acompañaría a
Bolivia. El 2 de noviembre, sin revelar su identidad, vio por última vez a sus hijos, con
excepción de Hilda, la mayor, debido a que podría reconocerlo.
La situación en Bolivia
El Che Guevara como el economista uruguayo Adolfo Mena González, identidad falsa
utilizada en 1966 para ingresar a Bolivia.
En 1966 Bolivia estaba gobernada por una dictadura dirigida por el general René Barrientos,
que había derrocado al presidente Víctor Paz Estenssoro y puesto fin a la revolución
nacionalista-popular iniciada en 1952. La población era mayoritariamente campesina e
indígena. La poderosa Central Obrera Boliviana (COB), con base en los obreros mineros,
llevó adelante una férrea oposición al régimen que en 1965 expulsó del país a su secretario
general, Juan Lechín Oquendo, hecho que a su vez generó disturbios generalizados en todo
el país y al establecimiento del estado de sitio.
El Partido Comunista Boliviano, dirigido por Mario Monje, mantenía una posición ambigua
frente a la lucha armada. Por un lado, el propio Monje y otros militantes del partido habían
recibido entrenamiento militar en Cuba. Por otro lado, Monje y otros dirigentes habían
expresado en algunas circunstancias su oposición a una acción guerrillera en Bolivia. La
posición de Mario Monje y del PC boliviano ha sido muy cuestionada frente a la acción del
Che Guevara y sus hombres en Bolivia.
"La ruta del Che". La línea punteda señala el camino del grupo guerrillero dirigido por
Guevara hasta el lugar en que fue fusilado. Hoy es un circuito de memoria y turístico.
El lugar no era bueno. Estaba ubicado en una zona casi deshabitada, demasiado lejos de la
frontera con Argentina y fue comprado prácticamente sin ningún análisis estratégico y sin
clara conciencia de su ubicación.2 La base guerrillera fue ubicada en una propiedad de 1.500
hectáreas de selva en un área montañosa atravesada por el río Ñancahuazú, tributario
estacional del río Grande, en un área indígena correspondiente a la cultura guaraní.
El grupo guerrillero tomó el nombre de ELN y contó con secciones de apoyo en Argentina,
Chile y Perú.
El 1 de febrero de 1967 el Che Guevara partió con la mayor parte del grupo con el fin de
reconocer el terreno circundante y realizar entrenamientos. Acosados por infinidad de
dificultades, recién volvieron al campamento el 20 de marzo, en momentos en que el
gobierno boliviano ya sabía de la presencia de la guerrilla guevarista y comenzaba a
organizar una amplia operación represiva.
Poco antes, el 11 de marzo, dos hombres del grupo de Moisés Guevara, Vicente Rocabado y
Pastor Barrera, habían desertado y fueron detenidos tres días después por la policía.
Rocabado confesó que se trataba de un grupo guerrillero dirigido por el Che Guevara. Ese
mismo día el gobierno boliviano solicitó la cooperación de Estados Unidos y organizó un
sistema de inteligencia coordinado con Argentina, Brasil, Chile, Perú y Paraguay.
Simultáneamente Tamara Bunke (Tania), el francés Régis Debray, el argentino Ciro Bustos
(Pelado-Carlos) y el peruano Juan Pablo Chang (Chino) habían llegado al campamento.
Estos últimos volvieron a partir unos días después para organizar grupos de apoyo, pero
Tania, que había sido descubierta, permaneció como combatiente. La llegada de Tania,
brillante oficial de Inteligencia, entrenada en los más avanzados métodos de la época y
encargada encubierta de la logística de la guerrilla desde La Paz, no tiene explicación
aparente, y el Che estalla cuando la ve, relato que vuelca en su diario. Recientemente,
testimonios inéditos de Arnaldo Piñeira y el amigo entrañable de Guevara, Alberto Granado
abre otra hipótesis, tal vez más creíble que un "capricho" de Tamara Bunke. 4
El 23 de marzo del 1967 el ELN emboscó una unidad militar, mató siete soldados, tomó
veintiún prisioneros y obtuvieron una copia del plan del ejército para combatirlos. Al día
siguiente un avión bombardeó los alrededores del campamento y el 27 de marzo el combate
ganó la primera plana internacional.
Las tropas guerrilleras comenzaron entonces a circular por la zona con el fin de escapar del
cerco que estaba formando el ejército boliviano. El 17 de abril Guevara dividió sus fuerzas,
poniendo a Juan Vitalio Acuña Nuñez (Joaquín) al mando de la segunda columna, en la que
permanecieron los enfermos, entre ellos Tania. Ambas columnas se perderían y no volverían
a encontrarse.
El ELN comenzó a sufrir bajas en combates aislados. El 10 de abril murió el cubano Jesús
Suárez Gayol (Rubio). Pocos días después, desapareció Jorge Vázquez (Loro). En realidad
había sido herido y luego fue secuestrado por el ejército desde hospital y arrojado vivo desde
un helicóptero; ya en este asesinato quedó en evidencia que para reprimir a la guerrilla, el
ejército boliviano estaba plenamente dispuesto a utilizar métodos de guerra sucia. Más
adelante murió Eliseo Reyes (Rolando) que acompañaba al Che desde la campaña de Sierra
Maestra.
El 20 de abril la guerrilla sufrió a su vez un duro golpe al ser capturados a Régis Debray y
Ciro Bustos cuando intentaban dejar la zona.Ciro Bustos dibujó a todos los integrantes del
ELN y brindando información sobre la guerrilla. Fue entoncés cuando Regis Debray confirmó
definitivamente la presencia del Che Guevara.5 Los actos de Debray y Bustos bajo tortura
han sido muy discutidos, señalándolos a Bustos como delator.
Para fines de abril el ejército había bloqueado la salida de los guerrilleros hacia el río Grande,
obligándolos a cruzar la montaña. En el resumen del mes de abril el Che Guevara escribe en
su diario:
... el aislamiento sigue siendo total; las enfermedades han minado la salud de algunos
compañeros, obligándonos a dividir fuerzas, lo que nos ha quitado mucha efectividad;
todavía no hemos podido hacer contacto con Joaquín; la base campesina sigue sin
desarrollarse; aunque parece que mediante el terror planificado, lograremos la neutralidad de
los más, el apoyo vendrá después. No se ha producido una sola incorporación...
Durante mayo los guerrilleros escaparon una y otra vez del cerco. El 5 de junio los oficiales al
mando de las tropas del gobierno fueron reemplazados y se estableció un sistema más
descentralizado bajo el plan Cynthia. En junio y julio el ELN perdió siete hombres en una
serie de pequeños combates: Casildo Condori Vargas (Víctor), Antonio Sánchez Díaz
(Marcos), Carlos Coello (Tuma), Julio Velazco Montaño (Pepe)(desertor que se rindió al
ejército y posteriormente fue asesinado), Serapio Aquino Tudela (Serapio), Raúl Quispaya
Choque (Raúl) y José María Martínez Tamayo (Papi).
El 1 de agosto llegaron a La Paz dos agentes de la CIA para sumarse a la caza del Che
Guevara: los cubano-estadounidenses Gustavo Villoldo y Félix Rodríguez. El 14 de agosto el
ejército tomó el campamento de Ñancahuazú donde, entre otras cosas, encontraron cantidad
de fotos de los guerrilleros tomadas por Tania. El 31 de agosto el ejército emboscó a la
columna de Joaquín en Vado del Yeso, mientras intentaban cruzar el río, siendo muertos
Juan Vitalio Acuña Nuñez (Joaquín), Haidee Tamara Bunke Bider (Tania), Apolinar Aquino
Quispe (Polo), Walter Arencibia Ayala (Walter), Moisés Guevara Rodríguez (Moisés),
Gustavo Machín Hoed de Beche (Alejandro), Freddy Maymura Hurtado (Médico o Ernesto)
(capturado herido y asesinado) e Israel Reyes Zayas (Braulio). Sus cuerpos fueron
expuestos primero y luego enterrados clandestinamente.
Para mediados de septiembre los militares bolivianos ya sabían la ruta que estaba siguiendo
la columna guerrillera, mediante la información que recibían de los pobladores. El 26 de
septiembre entraron al pequeño caserío de La Higuera, hallando solo mujeres y niños. El
Che envió una partida de siete hombres que al salir de la aldea fueron emboscados por los
Rangers, muriendo tres de ellos: Roberto Peredo (Coco), Mario Gutiérrez (Julio) y Manuel
Hernández Osorio (Miguel), quedando heridos Benigno y Pablo, y desertando Camba y León.
Luego de ese combate, el recién creado cuerpo de rangers bolivianos entrenados por
asesores militares del ejército estadounidense se sumó a la persecución.
El Che Guevara y los 16 sobrevivientes del ELN buscaron escapar trepando aún a mayores
alturas, logrando esconderse durante tres días. El 30 de septiembre el presidente Barrientos
llegó a Vallegrande para hacer acto de presencia anticipando la derrota de los guerrilleros.
En esas condiciones el Che Guevara intentó encontrar una ruta de descenso que los llevara
al río Grande y huir a través del mismo. El 7 de octubre comenzaron a bajar por un
desfiladero abrupto hacia el río. Esa noche realiza la última anotación de su diario:
OCTUBRE 7. Se cumplieron los 11 meses de nuestra inauguración guerrillera sin
complicaciones, bucólicamente; hasta las 12.30 hora en que una vieja, pastoreando sus
chivas entró en el cañón en que habíamos acampado y hubo que apresarla. La mujer no ha
dado ninguna noticia fidedigna sobre los soldados, contestando a todo que no sabe, que
hace tiempo que no va por allí. Sólo dio información sobre los caminos; de resultados del
informe de la vieja se desprende que estamos aproximadamente a una legua de Higueras y
otra de Jagüey y unas 2 de Pucará. A las 17.30, Inti, Aniceto y Pablito fueron a casa de la
vieja que tiene una hija postrada y una medio enana; se le dieron 50 pesos con el encargo de
que no fuera a hablar ni una palabra, pero con pocas esperanzas de que cumpla a pesar de
sus promesas. Salimos los 17 con una luna muy pequeña y la marcha fue muy fatigosa y
dejando mucho rastro por el cañón donde estábamos, que no tiene casas cerca, pero sí
sembradíos de papa regados por acequias del mismo arroyo. A las 2 paramos a descansar,
pues ya era inútil seguir avanzando. El Chino se convierte en una verdadera carga cuando
hay que caminar de noche.
El Ejército dio una rara información sobre la presencia de 250 hombres en Serrano para
impedir el paso de los cercados en número de 37 dando la zona de nuestro refugio entre el
río Acero y el Oro.
El 8 de octubre de 1967 los 17 guerrilleros sobrevivientes fueron sorprendidos por los recién
llegados Rangers mientras intentaban descender por la Quebrada del Yuro. El Che dividió
sus hombres en tres grupos. Luego de tres horas de combate el Che resulta herido en una
pierna y es capturado con el boliviano Willy y el peruano Chang, mientras que otros tres de
sus hombres perdieron la vida: René Martínez Tamayo (Arturo), Orlando Olo Pantoja
Tamayo (Antonio), Aniceto Reinaga Cordillo (Aniceto). Alberto Fernández Montes de Oca
(Pacho) fue malherido y murió al día siguiente. Otros cuatro guerrilleros fueron perseguidos y
asesinados cuatro días después, siendo enterrados en tumbas clandestinas: Octavio de la
Concepción de la Pedraja (Moro), Francisco Huanca Flores (Pablo), Lucio Edilverto Garvan
Hidalgo (Eustaquio) y Jaime Arana Campero (Chapaco).
Notablemente seis guerrilleros (Pombo, Benigno, Urbano, Inti, Darío y Ñato) lograron romper
el cerco y escapar. El ejército los persiguió abatiendo a Ñato, pero los cinco restantes
lograron finalmente salir de Bolivia gracias a la ayuda algunos integrantes del Partido
Comunista Boliviano y de la sección chilena, entre los que se destacó el por entonces
senador Salvador Allende.
Durante 1967, el ELN emitió cinco comunicados al pueblo boliviano, aunque sólo el primero
alcanzó difusión pública. El Che Guevara, por su parte había escrito su famoso Mensaje a los
Pueblos del Mundo, leído en la Tricontinental, el 16 de abril de 1967, que se inicia con una
cita de José Martí, "es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz", y en donde se
incluyen algunas de sus afirmaciones más contundentes y radicales, como:
Los pueblos de tres continentes observan y aprenden su lección en Vietnam. Ya que, con la
amenaza de guerra, los imperialistas ejercen su chantaje sobre la humanidad, no temer la
guerra es la respuesta justa. Atacar dura e ininterrumpidamente en cada punto de
confrontación, debe ser la táctica general de los pueblos..
Los comienzos no serán fáciles; serán sumamente difíciles. Toda la capacidad de represión,
toda la capacidad de brutalidad y demagogia de las oligarquías se pondrá al servicio de su
causa. Nuestra misión, en la primera hora, es sobrevivir, después actuará el ejemplo perenne
de la guerrilla realizando la propaganda armada en la acepción vietnamita de la frase, vale
decir, la propaganda de los tiros, de los combates que se ganan o se pierden, pero se dan,
contra los enemigos. La gran enseñanza de la invencibilidad de la guerrilla prendiendo en las
masas de los desposeídos. La galvanización del espíritu nacional, la preparación para tareas
más duras, para resistir represiones más violentas. El odio como factor de lucha; el odio
intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo
convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados
tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal. Hay que
llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión;
hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera
de sus cuarteles, y aún dentro de los mismos: atacarlo donde quiera que se encuentre;
hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite. Entonces su moral irá
decayendo...
Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de
los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados Unidos de Norteamérica.
En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ese, nuestro
grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar
nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de
ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria.
Las circunstancias en que se desarrollaron las acciones del Che Guevara en Bolivia ha dado
lugar a una gran cantidad de debates y discusiones sobre el papel jugado por los diversos
protagonistas. Se ha discutido el papel jugado por el Partido Comunista Boliviano y la Unión
Soviética, abandonando a la guerrilla guevarista a su suerte; se ha discutido el papel de la
CIA en la decisión de fusilar clandestinamente a Guevara; se ha discutido el papel de Fidel
Castro, tanto en su apoyo al Che de ir hacia Bolivia como en las intenciones detrás de ese
apoyo, como también en el aislamiento en que quedó del grupo guerrillero; se ha discutido el
efecto de las fotos de los guerrilleros tomadas por Tamara Bunke y encontradas por el
ejército boliviano; se ha discutido el rol desempeñado por Regis Debray y Ciro Bustos, y una
posible delación, cuando fueron detenidos al dejar el campamento guerrillero, para ser luego
torturados y enjuiciados; se ha discutido incluso el rol del propio Che Guevara, de quien
muchos años después, el propio Regis Debray dijo que "el Che Guevara no fue a Bolivia para
vencer, sino para perder".6
Grupo guerrillero del Che Guevara en Bolivia
Al entrar en la Quebrada del Yuro o Churo, el Che Guevara ordenó dividir el grupo en dos,
enviando a los enfermos delante y quedándose con el resto a enfrentar las tropas del
gobierno. Harry Villegas («Pombo»), uno de los cinco sobrevivientes, cuenta así ese
momento crítico:
Yo pienso que él pudo escapar. Pero traía un grupo de gente enferma que no se podía
desplazar a la misma velocidad que él. Cuando el ejército comienza la persecución, decide
pararse y dice a los enfermos que sigan. Entretanto el cerco se va cerrando. Sin embargo,
los enfermos logran salir. O sea el enemigo fue más lento que los enfermos. A los que venían
en la persecución directa, el Che los aguanta. Cuando él va a continuar, el cerco se cerró y
entonces se produce el enfrentamiento directo. Pero si él hubiese salido con los enfermos, se
habría salvado.7
En el combate, Guevara fue herido de bala en su pierna izquierda y hecho prisionero junto
con Willy por el sargento Bernardino Huanca, cuando al intentar romper el cerco fueron a
caer junto a las posiciones ocupadas por un mortero del ejército y su dotación, poco después
del mediodía del 8 de octubre. Instantes después llegó el capitán de los rangers bolivianos
Gary Prado Salmón, quien lo identificó, le ató las manos a la espalda y mandó un radiograma
a Vallegrande, que recibió el teniente coronel Andrés Selich, subjefe del Regimiento Pando
de ingenieros militares con sede en Vallegrande, Selich se dirigió inmediatamente a la zona
de combate y ordenó el traslado de los prisioneros a La Higuera, donde fueron recluidos en
las dos aulas de la escuela, un precario rancho de adobe con piso de tierra. Los militares
bolivianos encontraron en poder del Che varios documentos entre los que estaban dos
cuadernos de su Diario. Ese día Selich mantiene varias conversaciones, no muy extensas,
con Guevara, mientras éste se encontraba atado de pies y manos y sangrando de la herida
sin atender, tirado en el suelo, donde también fueron colocados los cadáveres de los
guerrilleros abatidos.
En 1977 la revista Paris Match entrevistó a Mario Terán quien relató del siguiente modo los
últimos instantes del Che Guevara:
Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden. Me fui a ver al coronel Pérez con la esperanza
de que la hubiera anulado. Pero el coronel se puso furioso. Así es que fui. Ése fue el peor
momento de mi vida. Cuando llegué, el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo:
«Usted ha venido a matarme». Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder.
Entonces me preguntó: «¿Qué han dicho los otros?» Le respondí que no habían dicho nada
y él contestó: «¡Eran unos valientes!» Yo no me atreví a disparar. En ese momento vi al Che
grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentía que se echaba encima
y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido el Che
podría quitarme el arma. «¡Póngase sereno —me dijo— y apunte bien! ¡Va a matar a un
hombre!» Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la
primera ráfaga. El Che, con las piernas destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y empezó
a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó
en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto. 9
La tarde del 9 de octubre el cuerpo del Che Guevara fue llevado en helicóptero a Vallegrande
y fue colocado en el lavadero del hospital Nuestro Señor de Malta, donde permaneció en
exhibición pública durante ese día y todo el día siguiente, inyectándosele gran cantidad de
formaldehído para evitar la descomposición.
Existen diversas versiones sobre el destino final del cadáver. El general Juan José Torres
declaró que el cuerpo había sido cremado, mientras que el general Alfredo Ovando afirmó lo
contrario. Hay consenso entre los militares bolivianos presentes en el lugar de que la orden
de cremación fue real, pero que no pudo ser ejecutada por carecer de los medios adecuados
y también debido al hecho de una eventual reacción negativa de la población debido al hecho
de que en Bolivia la cremación era ilegal.11 También existía cierto consenso sobre el hecho
de que el cadáver del Che fue enterrado en la madrugada del 11 de octubre por el teniente
coronel Selich, en una fosa diferente de los otros seis guerrilleros 12
El 12 de julio de 1997 los restos fueron llevados a Cuba, donde fueron recibidos por una
multitud para ser sepultados en Santa Clara en el memorial que guardan los restos de la
mayoría de los guerrilleros que le acompañaron en su expedición.