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DERECHO

Derecho de la propiedad industrial

Antecedentes históricos de
la propiedad intelectual en
México
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL EN


MÉXICO
Creaciones Industriales
Signos Distintivos
Derechos de Autor
CONCLUSIÓN

REFERENCIAS
INTRODUCCIÓN.

Para conocer los antecedentes del derecho de propiedad intelectual en México,


es necesario tener un panorama general de la propiedad intelectual en el
mundo, y tener más puntos de partida arribando a una compresión mayor en
cuanto a los antecedentes de este derecho en nuestro país.

Cabe señalar que, a pesar de ser considerada como una de la rama del
derecho muy reciente, es sin embargo más antigua de lo que se puede creer,
pues en épocas remotas algunas veces los gobernantes recompensaban a las
personas que desarrollaban cosas nuevas. Aunque la posibilidad de una
recompensa de esa naturaleza constituye un incentivo, ofrece poca certeza de
que un gobernante se convirtierá en un inventor específico o de que el inventor
resultará suficientemente favorecido como para obtener una recompensa. Lo
anterior aplica especialmente a las invenciones que benefician a la gente
común; por ejemplo, las mejoras de las herramientas que se utilizan en un
oficio o de los implementos domésticos, incluso si suponen un enorme
beneficio social. (Winegar Goans, 2009)

Aproximadamente a finales del siglo III a.n.e., el gran historiador griego Filarco
escribió́ que los gobernantes de la cuidad griega de Sibaris expedían patentes
por nuevos alimentos1. El método más común de fomentar la innovación y el
progreso consistía en ofrecer premios. Los antiguos griegos organizaban
concursos para reconocer y premiar los logros destacados en muchos campos.
Los Juegos Olímpicos representaron uno de ellos, pero los griegos también
celebraban concursos de interpretaciones (tocar la flauta, actuar, hablar en
público, recitar a Homero y bailar), de escritura de tragedias y comedias, de


1
Lipscomb’s Walker on Patents 7, 1984, en lo sucesivo, Lipscomb.

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pintura, poesía, escultura y alfarería, de producción de productos agrícolas
superiores, e incluso de las habilidades en el campo de la medicina y la cirugía2.

En épocas más recientes el derecho de patentes se desarrolló́ a partir de la


práctica de adjudicar monopolios. Durante mucho tiempo los monopolios han
sido impopulares, pero se perpetuaron informalmente desde que los avances
del conocimiento se comunicaron por medio del comercio. En la Edad Media
a veces se concedían a los gremios derechos de monopolio con el fin de que
un gremio se estableciera en una ciudad o región determinada y, por
consiguiente, para permitir que dicha región adquiriera la tecnología
representada por tal gremio. (Winegar Goans, 2009)

En el siglo XV comenzaba a tomar forma un régimen de patentes en Europa.


Aunque a muchos países se les concedieron patentes, la novedad no
constituía necesariamente una característica de dichas patentes y las patentes
de introducción continuaron siendo una característica de las leyes de patentes
de algunos países hasta finales del último cuarto del siglo XX 3 . (Winegar
Goans, 2009)

Se desarrolló́ una distinción importante entre la patente de una nueva


invención y el monopolio de un producto ya conocido. La reina Elizabeth I de
Inglaterra concedió́ monopolios a fin de recaudar dinero para su gobierno4, los
cuales se otorgaban para artículos de primera necesidad tales como la sal, el
hierro, los naipes, el vinagre, el acero, los cepillos, el aceite y el papel, entre

2
Skoyles, John R., Leviathan, cap. 2.
3
Lipscomb, op. cit. p. 7.
4
Elizabeth I no fue la primera en adjudicar monopolios. Los monopolios del hierro y la sal
adjudicados por el Estado se establecieron en China en el siglo II a.C. Véase, Wagner, Donald
B., The State and the Iron Industry in Han China, Instituto Nórdico de Estudios Asiáticos, 2002,
p. 8 y ss.; véase también Wagner, Donald B., “Technology as seen through the case of ferrous
metallurgy in Han China”, http://www.staff.hum.ku.dk/dbwagner/EncIt/EncIt. html, acceso el 27
de febrero de 2009.

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otras mercancías, y para el transporte de algunos otros artículos 5 . Esos
monopolios se tornaron tan impopulares que el parlamento prohibió́ su
concesión y la reina revocó los más nocivos y permitió́ que los demás se
litigaran en los tribunales6. (Winegar Goans, 2009)

En los años siguientes los estatutos y los juicios establecieron una distinción
entre los monopolios ilícitos y las cartas de patente de nuevos inventos. Los
monopolios cayeron en desgracia y se volvieron ilegales porque privaban al
público de algo de lo que este ya había gozado anteriormente. En contraste,
la patente de una nueva invención no priva a la gente de nada, puesto que el
contenido (la invención) no existía anteriormente. Por tanto, una invención
confiere un beneficio público puesto que alienta al inventor a divulgar una
nueva invención a cambio del derecho exclusivo de explotar esa invención
durante un periodo limitado de tiempo. Esas tres características, (i) la
concesión de derechos exclusivos por parte del gobierno, (ii) por una cosa
novedosa, y (iii) durante un período limitado de tiempo, constituyen los
elementos básicos del régimen moderno de patentes. (Winegar Goans, 2009)

De forma similar, el desarrollo del derecho de marcas y de competencia desleal


tiene un origen remoto. Las leyes antiguas reglamentaban la conducta de los
comerciantes, particularmente en lo relacionado con contratos y pesos y
medidas. Los dibujos de las tumbas egipcias muestran a trabajadores
marcando ganado y se han encontrado marcas de canteras en estructuras
egipcias que datan del año 4000 a.n.e7. Durante miles de años las empresas
han utilizado signos para identificar sus servicios y los artesanos han usado
marcas para identificar sus mercancías. En la antigua Grecia los alfareros


5
Lipscomb, op. cit. p. 9.
6
Lipscomb, op. cit. p. 13.
7
McCarthy on Trademarks and Unfair Competition, 3d § 5.01.

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marcaban sus obras, inicialmente con la marca de sus clanes y posteriormente
con sus propios nombres8. (Winegar Goans, 2009)

La práctica de fabricar mercancías se trasladó́ a Europa por intermedio de los


gremios. Estos se regían por normas de calidad y reglamentaban la conducta
de sus miembros, muchas veces en detrimento de la comunidad. Los
reglamentos gremiales prohibían los actos desleales, por ejemplo, inducir a los
clientes o a los trabajadores de otro miembro del gremio, principios reflejados
(aunque de forma ligeramente distinta) en las leyes modernas que prohíben el
descrédito falso de los bienes ajenos o la inducción al incumplimiento de
contrato. A fin de conservar su monopolio en un mercado específico, los
gremios tomaban medidas encaminadas a garantizar la calidad de sus
mercancías y a prevenir el comercio deshonesto para lo cual en algunos casos
establecían un régimen de inspecciones. (Winegar Goans, 2009)

En el siglo XIX los regímenes modernos de propiedad intelectual adoptaron en


gran medida su estructura básica, aunque el proceso de introducción de
mejoras continúa en la actualidad. Los dos principales tratados en materia de
propiedad intelectual se adoptaron durante ese período: el Convenio de París
para la Protección de la Propiedad Industrial del 20 de marzo de 1883; y el
Convenio de Berna para la Protección de Obras Literarias y Artísticas, del 9
de septiembre de 1886. La adopción de regímenes de propiedad intelectual en
muchos países y especialmente la presión del aumento del comercio
internacional dieron origen a la necesidad de cooperación internacional en el
campo de la propiedad intelectual. A comienzos del siglo XX muchos países
habían adoptado leyes modernas de patentes, marcas y derechos de autor.
(Winegar Goans, 2009)


8
Skoyles, op. cit.

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ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL EN
MÉXICO.
Antecedentes.

Antes de poder entrar en el tema del presente trabajo es necesario conocer


que es la propiedad intelectual, y una vez con ello poder adentrarnos en sus
orígenes alrededor del mundo para poder tener las bases suficientes y
comprender los avances de esta área del derecho en México. (Winegar Goans,
2009)

La propiedad intelectual es un área del derecho que se ocupa de los derechos


de propiedad sobre cosas intangibles, la cual proporciona un medio para
fomentar el progreso mediante la protección de los derechos sobre nuevas
creaciones de la mente, recompensa el comercio honesto y promueve la
satisfacción del consumidor mediante la reglamentación de determinados
aspectos de la conducta comercial. La propiedad intelectual se utiliza
principalmente como herramienta y reconoce asimismo ciertos valores no
económicos de las obras creativas. (Winegar Goans, 2009)

En general, la propiedad intelectual se divide en dos ramas principales: la


propiedad industrial y el derecho de autor. La propiedad industrial incluye las
invenciones o, en general, las nuevas creaciones, las marcas o los signos
distintivos, y según algunas clasificaciones abarca una rama del derecho
denominada represión de la competencia desleal. Una invención es todo
nuevo desarrollo en cualquier campo de trabajo. Una marca es un signo o una
combinación de signos capaces de distinguir los bienes o los servicios de una
empresa de los de otra. La competencia desleal incluye todo acto contrario a
las prácticas comerciales honestas. (Winegar Goans, 2009)

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El derecho de autor se relaciona con la creación y titularidad de las obras
artísticas o literarias. Una obra es la expresión de ideas de forma original y
susceptible de reproducción. Las obras amparadas por el derecho de autor
abarcan una extensa variedad de formas que van desde la poesía hasta los
programas informáticos, desde los dibujos técnicos hasta las pinturas y
esculturas, y desde la música hasta los planos arquitectónicos. (Winegar
Goans, 2009)

Relacionada con el derecho de autor se encuentra la rama del derecho


denominada derechos afines o derechos conexos, que protegen los derechos
de artistas intérpretes o ejecutantes, productores de fonogramas y organismos
de radiodifusión. (Winegar Goans, 2009)

Ahora bien, una vez que tenemos claridad sobre lo que se entiende por
Propiedad Intelectual podemos abordar sus antecedentes estableciendo que
fue concretamente, en Venecia en 1443 cuando se “expidió́ la primera patente
que muestra las características de una patente moderna para la protección de
una invención”. Este hecho se complementó́ con la Ley General de Patentes,
aprobada ahí mismo en 1474, la cual, “obligaba a que su titular registrara
cualquier nuevo e ingenioso mecanismo no producido previamente dentro de
Venecia, y se prohibía reproducirlo a cualquier otro que no fuera el inventor, a
menos que hubiera de por medio regalías razonables”.9 (Gómez Hernández)

De esta manera, en dicha ley se establecieron tópicos como: “la utilidad social,
la promoción de la actividad inventiva, el resarcimiento de los costos incurridos
por el inventor y el derecho del inventor a gozar de los frutos de su capacidad
inventiva”.10 (Gómez Hernández)


9
Ibídem, p. 9
10
Ibídem, p. 10

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Otro antecedente de la propiedad intelectual se encuentra en el Estatuto de
Monopolios de Gran Bretaña, aprobado por el Parlamento en 1623. El Estatuto
estipuló “contrarios a la ley todos los monopolios de la Corona, cartas y
patentes. Esta es una reacción a los abusos a los que se habían llegado con
las prácticas de las patentes ya que, por ejemplo, al final del reinado de Isabel
I, el papel, la cerveza, el vinagre, la sal, el almidón, el aceite y otros artículos
de consumo no podían ser vendidos más que por los beneficiarios de las
patentes royal (...) Sin embargo, se estableció́ una excepción: la concesión de
un monopolio para toda nueva manera de fabricación dentro del reino”.11 Lo
cual, permitía a los verdaderos inventores solicitar una protección estatal para
su nuevo producto. (Gómez Hernández)

México.

CREACIONES INDUSTRIALES

En lo que corresponde a México, según refiere David Rangel Medina “la


primera ley que rigió́ en nuestro país en materia de patentes de invención fue
el decreto expedido por las Cortes Españolas el día 2 de octubre de 1820, para
asegurar el derecho de propiedad a los que inventen, perfeccionen o
introduzcan algún ramo de industria. El título de propiedad de inventor no se
llamaba patente, sino “certificado de invención”, el cual tenía fuerza y vigor
durante diez años, la mitad de la vigencia que tienen en la actualidad. (Ortiz
Sánchez, 2006)

Después de consumada la independencia nacional, el primer texto legal en


materia de propiedad intelectual que se expidió́ fue la Ley de 7 de mayo de
1832 sobre privilegio exclusivo a los inventores o perfeccionadores de algún


11
Cfr. Ídem

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ramo de industria, la cual señalaba para las patentes de invención fuerza y
vigor durante diez años. (Ortiz Sánchez, 2006)

El segundo fue la Ley de 7 de junio de 1890 sobre patentes de privilegio a los


inventores o perfeccionadores, conforme a la cual las patentes eran otorgadas
por veinte años susceptibles de prórroga por cinco años más. Aquí podemos
observar como además de duplicar la vigencia se otorgaba la posibilidad de
prorrogarse por un periodo adicional de 5 años, contrario a lo señalado hoy en
día. (Ortiz Sánchez, 2006)

La Ley de Patentes de invención expedida el 25 de agosto de 1903 que


comenzó́ a regir el 1° de octubre del mismo año, fijó a las patentes un plazo
de veinte años susceptible de ser prorrogado hasta por cinco años más. Esta
Ley incorporó por primera vez las patentes de modelos y dibujos industriales,
sometiéndolas a lo prevenido respecto a las patentes de invención. (Ortiz
Sánchez, 2006)

La Ley de Patentes de Invención del 26 de junio de 1928 que comenzó́ a regir


el 1° de enero de 1929, señalaba para las patentes de invención un plazo de
veinte años como máximo, improrrogables, y para las patentes de modelo o
dibujo industrial un plazo de diez años. El Reglamento de esa Ley se expidió́
el 11 de diciembre de 1928 en el Diario Oficial de la Federación [en adelante
DOF] de 8 de enero de 1929. (Ortiz Sánchez, 2006)

La Ley de Propiedad Industrial del 31 de diciembre de 1942 (DOF de 31 de


diciembre de 1942), que señaló́ para las patentes de invención un plazo
improrrogable de quince años y de diez para las patentes de modelo o dibujo
industrial. Esta ley se caracteriza, desde el punto de vista formal, porque
codifica todas las disposiciones relativas a patentes de invención, patentes de
modelo y de dibujo industrial, marcas, avisos comerciales, nombres

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comerciales y competencia desleal. El Reglamento de la Ley de propiedad
Industrial, de 31 de diciembre de 1942 se publicó́ en el DOF el 31 de diciembre
de 1942. (Ortiz Sánchez, 2006)

La Ley de Invenciones y Marcas de 30 de diciembre de 1975 (DOF de 10 de


febrero de 1976), reformada en 1987 (DOF de 16 de enero de 1987) A pesar
de su título limitativo, esta ley, como la que le precedió́, abarcó todas las
instituciones que tradicionalmente la doctrina, la legislación y la jurisprudencia
estiman como elementos constitutivos de la propiedad industrial. El plazo de
vigencia de las patentes era de diez años improrrogables, contados a partir de
la fecha de expedición del título incorporó el certificado de invención para
inventos no patentables, el cual era objeto de registro con duración de 10 años
(artículo 67) conservó los dibujos y los modelos industriales, pero dejaron de
ser protegidos por patentes, estableciéndose en su lugar el registro de los
mismos con una duración de cinco años improrrogables. El Reglamento de
dicha Ley se expidió́ el 4 de febrero de 1981 y fue publicado en el DOF el 20
de febrero de 1981, emitiéndose otro posterior el 24 de agosto de 1988. (Ortiz
Sánchez, 2006)

En 1972 se promulgó la Ley sobre el Registro de la Transferencia de


Tecnología y el Uso y Explotación de Patentes y Marcas.

En 1990 se aprobó́ una nueva ley sobre el Control y Registro de la


Transferencia de Tecnología y el Uso y Explotación de Patentes y Marcas,
publicada en el DOF de 9 de enero de 1990. (Ortiz Sánchez, 2006)

SIGNOS DISTINTIVOS

Por lo que se refiere a los signos distintivos, se pueden encontrar los siguientes
antecedentes legislativos:

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El artículo 12 de la Ley de Marcas de Fábrica del 28 de noviembre de 1889
establecía la duración indefinida para la propiedad de las marcas.

La Ley de Marcas Industriales y de Comercio del 25 de agosto de 1903 del


DOF del 2 de septiembre de 1903, fijaba al registro de la marca una vigencia
de 20 años. (Ortiz Sánchez, 2006)

La Ley de Marcas y de Avisos y Nombres Comerciales del 26 de junio de 1928


publicada en el DOF de 27 de julio de 1928, señalaba también un plazo de
veinte años al registro marcario. Por otra parte, y más cercano a la realidad
actual la ley de la Propiedad Industrial de 1942 establecía que los efectos del
registro de la marca duraban diez años, renovables por periodos similares.

La ley de Invenciones y Marcas de 1975, señalaba que los efectos del registro
de la marca tenían una vigencia de cinco años, renovables indefinidamente
por periodos de cinco años. (Ortiz Sánchez, 2006)

DERECHOS DE AUTOR

Los antecedentes legislativos mexicanos que han regulado la materia son en


esencia los que enseguida se señalan:

La Real Orden de 20 de octubre de 1764 dictada por Carlos III se considera


como la primera disposición legislativa española que tomó en cuenta los
derechos intelectuales sobre las obras literarias. Declaraba que los privilegios
concedidos a los autores no se extinguían con su muerte; que los autores
podían defender sus obras ante el Santo Oficio de la Inquisición antes de que
esta las prohibiera; se estableció́ por vez primera cuando una obra entraba al
dominio público, concediéndose licencia para reimprimir un libro a quien quiera
que se presentase a solicitarla, después de transcurrido un año sin que el autor
hubiera pedido prórroga del privilegio. (Ortiz Sánchez, 2006)

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Pero no fue sino hasta el primero de junio de 1813 cuando de una manera
expresa se reconoció́ el derecho que tienen todos los autores sobre sus
escritos. En efecto, las Cortes Generales y Extraordinarias Españolas,
deseando que “tales frutos del trabajo intelectual no quedasen algún día
sepultados en el olvido en perjuicio de la ilustración y de la literatura
nacionales”, decretaron las Reglas para Conservar a los Escritores la
Propiedad de sus Obras. Este breve decreto, en su primer inciso, concedía al
autor el derecho exclusivo de imprimir sus escritos durante toda su vida y por
diez años a sus herederos contados desde el fallecimiento de aquel. El inciso
segundo lo confería por cuarenta años si el autor era un cuerpo colegiado.
(Ortiz Sánchez, 2006)

El siguiente párrafo declaraba que transcurridos los anteriores plazos las obras
caían en el dominio público, y los últimos apartados trataban lo relativo al
derecho que tienen los interesados para denunciar ante el juez a los
infractores, incluso cuando se tratase de reimpresión de periódicos. (Ortiz
Sánchez, 2006)

El 3 de diciembre de 1846, el encargado del Supremo Poder Ejecutivo, don


José́ Mariano Salas, expidió́ un decreto sobre Propiedad Literaria,
considerando que las publicaciones y otra clase de obras que hay en la
República, exigían “que se fijen los derechos que cada autor, editor, traductor
o artista, adquieran por tan apreciables ocupaciones”. Era una reglamentación
a las bases del decreto de 1813, con indicaciones sobre el paso de las obras
al dominio público, aumento del derecho de los herederos a 30 años, igualdad
de mexicanos y extranjeros para el goce de los derechos y la penalidad a los
falsificadores. (Ortiz Sánchez, 2006)

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El Código Civil de 1870 para el Distrito Federal y el Territorio de Baja California,
que rigió́ desde el primero de marzo de 1871, adoptó el sistema seguido en el
código portugués, que en uno de sus capítulos comprendía todo lo relativo al
trabajo literario en general. Tanto las obras literarias como las dramáticas y
musicales, y las artísticas en general, se rigieron por las disposiciones del
nuevo código mexicano, contenidas en el título 8 del libro II; con el nombre de
“Del trabajo”, constaba de sendos capítulos para disposiciones preliminares,
propiedad literaria, propiedad dramática, propiedad artística, reglas para
declarar la falsificación, penas para la fabricación y disposiciones generales.
(Ortiz Sánchez, 2006)

Por su parte, el Código Civil (1884) se reprodujo del que le precedió́, el título 8
del libro segundo, llamándolo igualmente “Del trabajo”.

En el Código Civil para el Distrito y Territorios Federales en Materia Común y


para toda la República en Materia Federal de 31 de agosto de 1928 (DOF de
26 de mayo, 14 de julio, 3 de agosto y 31 de agosto de 1928), se consideró́
que no podía identificarse la propiedad intelectual con la propiedad común
porque la idea tiene que publicarse o reproducirse para que entre bajo la
protección del derecho. Razón por la cual dicho código estimó que en el caso
se trata de un derecho distinto al de propiedad, denominado “derecho de
autor”, consistente en un privilegio para la explotación. (Ortiz Sánchez, 2006)

La primera ley especializada, autónoma respecto de la legislación


comprendida en el Código Civil, cuyo título octavo del libro segundo derogó,
es la Ley Federal sobre el Derecho de Autor de 30 de diciembre de 1947 y la
segunda es la Ley Federal sobre el Derecho de Autor de 29 de diciembre de
1956. (Ortiz Sánchez, 2006)

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Por decreto de 4 de noviembre de 1963 (DOF de 21 de diciembre de 1963) fue
reformada y adicionada de modo tal que algunos comentaristas han opinado
que este derecho constituye una nueva legislación, mismo que no es así, ya
que no abrogó la ley de 1956, sino que la modificó. (Ortiz Sánchez, 2006)

Otro decreto, fechado el 30 de diciembre de 1981 también la reformó, a fin de


adecuarla a las disposiciones contenidas en tratados y convenios
internacionales en los que México es parte. (Ortiz Sánchez, 2006)

La ley fue objeto de nuevas reformas mediante decreto de 9 de julio de 1991


(DOF de 17 de julio de 1991) para adaptar su texto a la normatividad del
Tratado de Libre Comercio de América del Norte. (Ortiz Sánchez, 2006)

Sus disposiciones fueron cambiadas una vez más mediante el decreto de 14


de diciembre de 1993 que reforma, adiciona y deroga disposiciones de
diversas leyes relacionadas con el mencionado tratado. (Ortiz Sánchez, 2006)

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CONCLUSIÓN

Los antecedentes en el mundo sobre la propiedad intelectual se remontan a


tiempos muy antiguos en donde poco a poco surgió la necesidad de ir
preservando, cuidando y protegiendo los descubrimientos y nuevas
invenciones que los ciudadanos creaban.

Sin embargo, en nuestro país esa evolución no se pudo distinguir de tal forma,
en razón de la colonización que sufrió México por España, lo que de forma
adicional a las implicaciones que ya todos conocemos se nos impuso el
sistema legislativo de la corona, incluyendo lo concerniente a los derechos de
propiedad intelectual.

A partir de ese momento su evolución en México fue constante adaptándose


a las necesidades sociales, económicas y políticas que fue viviendo nuestro
país, por lo que del trabajo antes expuesto podemos percatarnos los
constantes cambios en la legislación nacional, así como la variación que
sufrían las vigencias de las diferentes figuras de la propiedad intelectual, tales
como el derecho de autor, el registro de las y las patentes hasta llegar a las
condiciones actuales.

Es importante destacar como en algún momento de la historia existió la


posibilidad de prorrogar la vigencia de las patentes por cinco años adicionales
a la vigencia que existía en dicha época, la cual es la misma a la que establece
la ley de la materia en vigor en México.

La vigencia de la protección a los derechos de propiedad intelectual siempre


ha sido un tema que genera controversia pues varios apuntan que debería ser
menor el tiempo que el Estado reconoce la invención para que así pueda tener
costos más accesibles al público, como es el caso de los medicamentos de
patente contra aquellos medicamentos que ya son considerados genéricos y

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que ya no gozan de la protección de la patente que le mereció el
descubrimiento. A su vez y en contra posición a la postura anterior están
quienes consideran que el trabajo y estudio que se requirió para lograr una
invención no se encuentra de todo retribuido con la vigencia que marca la ley
hoy en día.

Finalmente cabe recalcar la importancia de la protección de los derechos que


existen en materia de propiedad intelectual, pues se le reconoce el valor no
económico al ingenio y descubrimiento de nuevos inventos, así como a los
signos distintivos que intervienen en los procesos económicos para el
desarrollo del comercio, sin dejar de lado las composiciones que surgen no
solo en el ámbito artístico, sino científico y literario.

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REFERENCIAS.

Bibliográficas.

Gómez Hernández, Melina. Antecedentes históricos de la propiedad industrial.


Villahermosa: Universidad Olmeca.

Ortiz Sánchez, L. (2006). México y la propiedad intelectual. Ciudad de México:


Convergencia.

Narváez Tijerina, M. (2008). El sistema mexicano de propiedad industrial.


Monterrey: Universidad Regiomontana.

Winegar Goans, J. (2009). Propiedad intelectual. Principios y ejercicio. Bogotá:


USAID.

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