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INTRODUCCION
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Artículo publicado en libro del CONCYTEC, 1993. Editor Humberto Rodríguez Pastor. Lima. Material
para el curso Teoría Arqueológica II, UNFV, Escuela Profesional de Arqueología y Antropología (2012).
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Ruiz Estrada (1993) sostuvo que: “Resulta interesante que la Dirección de Investigaciones en Ciencias
Sociales del CONCYTEC convoque a reuniones de evaluación sobre las preocupaciones del
conocimiento científico de la sociedad peruana, pues conviene efectuar la compulsa, en el caso de los
trabajos arqueológicos en el Perú, tras una década de investigaciones y, más aún, tratándose de un tiempo
en que precisamente vienen ocurriendo acontecimientos que conmocionan el curso de la historia
peruana”.
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ALTAMIRANO E., Alfredo, capítulo 1 de libro del CONCYTEC, Lima, 1993.
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Entre los años 1980 y 1993, hubo dos grupos guerrilleros que luchaban contra los
gobiernos de turno. En aquella época, los presidentes fueron Fernando Belaunde Terry,
Alan García y Alberto Fujimori, respectivamente. Estas fuerzas subversivas causaron
serias crisis en los sectores de mayor pobreza del país. Hubo alta mortalidad de pueblos
campesinos de las zonas de emergencia del “triangulo rojo”, compuesto por los
departamentos de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac. Área donde campeaba la
extrema pobreza y analfabetismo. En estos conflictos políticos destacaron los grupos de
Sendero Luminoso, liderado por Abimael Guzmán, y el Movimiento Revolucionario
Túpac Amaru liderado por Enrique Polay, pues habían llevado al extremo las ideas
liberalistas de Mao Tse Tung y Vladimir Illich Lenin, proclamando que la lucha de
clases tenía que ser con derramamiento de sangre. Sin embargo, no debería haberse
matado millares de inocentes campesinos, sino que debería haberse combatido en el
plano político e ideológico.
Como consecuencia de esto decayeron las investigaciones arqueológicas. Muchos
alumnos de arqueología que realizaban sus trabajos de campo fueron confundidos como
“militantes políticos” y cayeron abatidos en los sitios arqueológicos, tanto de la
UNMSM y UNT como UNSAC y UNSACH. Principalmente en los períodos de 1988-
95 cuando la crisis estaba en su auge. Muchos arqueólogos extranjeros también
abandonaron sus proyectos de la sierra central y sur por haber recibido amenazas de
muerte. Otros inventaron amenazas para salir del país y ocupar cargos importantes en
los EE.UU. Ahora veamos esta realidad objetiva, concreta e histórica que vivimos en
nuestro territorio andino.
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ALTAMIRANO E., Alfredo, capítulo 1 de libro del CONCYTEC, Lima, 1993.
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En 1921, Tello publica su obra introducción a la historia antigua del Perú, donde
plantea cuatro épocas para el desarrollo arqueológico andino. La primera denominada la
Era Primordial (200 a.C.aprox.) constituyó el cimiento cultural con influencia hipotética
de la floresta amazónica, la Era Arcaica o Primera Época (200-800 d.C.), la Era
Preinkana o la Segunda Época (200-1150 d.C.) y la Era Inkana o Tercera Época (1150-
1530 d.C.)(Cuadro 2).
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Este avance fue influido por sus maestros difusionistas Franz Boas y Alex
Hrdlicka de la escuela de post-grado de la universidad de Harvard, Nueva York, entre
1910 y 1911. Años más tarde, en 1942, Tello en su famoso artículo Origen y desarrollo
de las Civilizaciones Prehistóricas Andinas menciona las cuatro edades transformada y
madurada en cuatro grandes civilizaciones, tales como: la civilización del litoral del
Pacifico y la civilización del Tawantinsuyo o de los Inkas. Es decir, la teoría de Tello
estaba ligada al origen andino autóctono (Tello, 1942).
La obra de Tello, hasta hoy a diferencia a la de Uhle, se mantiene incólume en un
ambiente especial del Museo de Arqueología y Antropología de la UNMSM, consiste
en 315 paquetes y muchos legajos, denominados el “Archivo Tello”. La resolución
rectoral 30766 y la familia de Tello impiden el acceso a esta documentación a la cual se
añade en peligro de un total deterioro. Gracias a la dirección de este Museo ya se han
publicado varios volúmenes del archivo Tello. Otro problema que salta a la luz son los
diversos museos fundados por él, sin embargo, estas instituciones han heredado las taras
burocráticas al servicio de ciertos poderes económicos e intereses políticos. Tampoco
continuaron con los proyectos de investigación ni siquiera implementaron sus
laboratorios, los cuales están vegetando en la actualidad.
En 1937, Tello funda el Institute of Andean Research de Nueva York, dirigido por
W. C. Bennett, con el propósito de impulsar las investigaciones en el Perú y
Latinoamérica, siendo su director actual Craig Morris. Sus principales trabajos han sido
resumidos en las Paginas Escogidas compilado por Toribio Mejia Xesspe en 1967,
UNMSM, Lima.
En suma, Tello sostenía que los peruanos tenemos cierto “derecho” superior a los
extranjeros para estudiar nuestra propia Arqueología e Historia y se identifica con las
luchas campesinas que hizo sentir la transformación cultural del medio ambiente con
una gran profundidad histórica.
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Ismodes Cairo y otros, hacia esta promoción, logró forjar el sentimiento y cariño por la
sociedad andina, su tecnología compleja y profundidad cultural. Asimismo, heredaron el
análisis tipológico de la cerámica e instrumentos líticos para establecer cronologías
regionales. Estos arqueólogos jóvenes elaboraron distintos proyectos destinados a áreas
donde existen poco o ningún antecedente arqueológico, y a la vez, ocupan altos cargos
públicos en las instituciones estatales.
La comisión Fulbrigth, entre 1958 y 1960 destaca a los siguientes arqueólogos:
Paúl Tostoy a la costa norte, valle de Piura, quien fue acompañado por Antonio
Rodríguez SuySuy; el Dr. D.T. Wallace a la costa sur, en los valles Chincha, Ica y
Nazca; y Gary Vescelius fue destacado al extremo sur, quien formó a Hernán Amat y
Máximo Neira, ambos de la Universidad Nacional de Arequipa. Luis Lumbreras ingresa
a la docencia en la Universidad de Huamanga hasta 1965 y luego se incorpora a San
Marcos. R. Matos después de estudiar la cerámica y los sitios Vicús, Piura, en 1964,
continúa su tendencia a la sierra central, ingresando a la docencia en la Universidad
Nacional del Centro sin perder los contactos con las instituciones extranjeras.
En 1960 Edward P. Lanning se gradúa de doctor en la Universidad de California,
Berkeley, después de haber recorrido ampliamente el litoral peruano contratado por
Fréderic Engel, arqueólogo francés de la Universidad Nacional Agraria. Lanning fue un
destacado arqueólogo de esta universidad norteamericana y formó un gabinete en la
Universidad San Marcos, siguiendo la línea de Uhle-Kroeber-Rowe. Su interés en los
períodos precerámicos estuvo centrado básicamente en áreas de lomas y valles
desérticos costeños. Lanning, como docente sanmarquino, formó, junto al Instituto de
Etnología y Arqueología, a Roger Ravines, Hermilio Rosas, Hilda Vidal y otros
arqueólogos peruanos.
En sus prospecciones de campo, Lanning utiliza el sistema de nomenclatura Rowe
para la catalogación de sitios arqueológicos costeños. Este método fue oficializado en
1964. Simultáneamente en el campo de las culturas precerámicas costeñas, trata de
entender los establecimientos humanos dentro de su espacio ecológico, es decir, la
dinámica humana y su relación con el contexto ecológico. Lanning es el nexo entre
Junius Bird y los docentes nacionales que influyen posteriormente en la importancia de
formar laboratorios especializados, como la etnobotánica y la paleozoología, que fueron
dejadas de lado por otras promociones nacionales. La primera promoción nunca dejó ni
un badilejo a sus discípulos, menos a las promociones venideras.
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y Ramiro Matos en la cuenca de Alto Mantaro, John Rick y R. Matos en las punas de
Junín y muchos otros de menor envergadura, impulsados por las instituciones
nacionales de escaso financiamiento.
Otra corriente contraria a la "Nueva Arqueología" se gestó en América Latina
denominada la "arqueología como ciencia social". En el Perú esta tendencia fue
dominante entre los años 1974 y 1985, liderada por Luis Lumbreras (1974-1985)
influyó ampliamente en el medio universitario como en la Universidad de San Marcos,
Universidad de Trujillo, Universidad del Centro, Universidad de Huamanga y parte de
la Universidad de Arequipa. El método del materialismo histórico y la creación del
Programa Académico de Arqueología en la UNMSM en 1975, mediante iniciativa del
Dr. Pablo Macera Dall'Orso, Jane Wheeler y Edgardo Pires-Ferreira, impulsaron este
movimiento académico.
Los planteamientos de Carlos Marx y Federico Engels en El Capital y El Origen de
la familia, la propiedad privada y el Estado, teoría foránea, fue asimilada por L.
Lumbreras en base a la lectura que preparó Emilio Choy Ma en 1960 acerca de la
revolución neolítica en los orígenes de la civilización americana (Choy, 1960: 149-197).
Asimismo, tomando a la tecnología como principal factor del cambio y la evolución
social, Gordon Childe, sin ser arqueólogo sino prehistoriador, teoriza sobre su
aplicación general entre los años 1930 y 1960. Lumbreras siempre prefirió ser childiano
y no choyano, porque este último fue un autodidacta popular.
La teoría "marxista" convertida en "marxiana" por Lumbreras apunta hacia la
explicación de la lucha de clases, las relaciones sociales de producción, los medios de
producción, la superestructura e infraestructura, el excedente de producción, etc.,
absorbió a muchos estudiantes y docentes que se "autodefinen" como seguidores de esta
corriente. Sin embargo, ellos todavía no logran encontrar una metodología adecuada que
les permita entender y explicar el proceso social andino en los términos planteados.
En universidades como la UNT, el centro académico que presenta la mayor
cantidad de profesionales desocupados en el país (Bonavía y Matos, 1992: Anexo 3F),
el seguidismo lumbrerista es fuerte, como en la Universidad de Huamanga, entre otras
más. Entre los docentes alineados a esta tendencia destacan; Miguel Cornejo García,
Ruth Shady, Elias Mujica, Idilio Santillana, Carlos Chahud, Mario Benavides, Enrique
Gonzales Carré, Denesi Pozzi-Escott, José Ochatoma, Ismael Pérez, Augusto Belam,
etc.. Muchos de ellos están empezando a preocuparse por la "praxis" materialista y otros
ya han abandonado esta tendencia internacional.
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la discordia entre sus fundadores por tratar de manipular a los discípulos peruanos que
se iniciaban en la tendencia zooarqueológica. Así, la Facultad de Veterinaria clausuró el
laboratorio y los materiales fueron arrumados y abandonados en otro ambiente. La
Facultad de Ciencias Sociales, a cargo del autor de este artículo, recuperó dicho
laboratorio y hoy se encuentra bien instalado en un ambiente apropiado y ventilado del
Museo de Arqueología y Antropología de la UNMSM, al servicio de los proyectos
nacionales en forma gratuita.
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Llamas, Periodo Inicial, dirigido por Shelia Pozorski y Thomas Pozorski, entre 1980 y
1990, y otros.
En la sierra norte, la Misión Japonesa a cargo de Yoshio Onuki trabajó en los sitios
de Huacaloma y Layzón, Cajamarca, entre 1980 y 1985; luego en Cerro Blanco, San
Pablo en 1986 y recientemente en Kuntur Wasi, entre 1989 y 1993; en laceja de selva
norteña, el Proyecto Arqueológico Chuquibamba, Chachapoyas, a cargo de Inge
Schejellerup, entre 1985 y 1993.
En la costa central ha destacado el Proyecto Paloma de la Universidad de Missouri
y el Centro de Investigaciones de Zonas Áridas por Robert Benfer entre 1975 y 1983; el
Proyecto Tablada de Lurín dirigido por K. Makowski de la PUC-P entre 1992 y 1993; el
Proyecto de Investigaciones Cardal, Valle de Lurín, a cargo de Richard Burger y Lucy
Salazar-Burger de la Universidad de Yale y el Museo de Historia Natural Yale Peabody
entre 1986-1988 y luego en Mina Perdida entre 1990-92; en la costa centro-sur el
Proyecto Etnoarqueológico Cerro Azul, Cañete, dirigido por Joyce Marcus, María
Rostworowski, Kent Flannery y R. Matos, entre la Universidad de Michigan y la
UNMSM, durante 1983 y 1985; y otros.
En la sierra central, el proyecto de Investigaciones Arqueológicas en el Mantaro
Superior dirigido inicialmente por Timothy Earle entre 1977-1979 y continuado por
Christine Hastorf y Terry D'altroy en 1986, representando a la Universidad de
California, Los Ángeles; el Proyecto Panaulauca, cueva precerámica de la Puna de
Junín, entre 1980 y 1983 dirigido por John Rick; el Proyecto Punas de Junín y la
ecología prehistórica por R. Matos de la UNMSM y continuado por J. Rick entre 1969-
79; el Proyecto Pumpu por R. Matos entre 1984-87 y otros. Al interior de estos
proyectos diversas tesis de grado han sido efectuadas y presentadas en sus respectivas
instituciones.
En la costa sur, el Proyecto Arqueológico Chincha a cargo de Craig Morris, Heather
Lechtman y Luis Lumbreras durante 1985 y 1987; el Proyecto Cahuachi dirigido por
Helaine Silverman entre 1983-86 y 1992-93; el Proyecto Maymi dirigido por Martha
Anders entre 1980 y 1990, un accidente de tránsito cortó la vida de esta investigadora;
el Proyecto Alto Chiribaya a cargo de Jane Buikstra entre 1989-93; y otros.
En la sierra centro-sur destacan el Proyecto Azángaro dirigido por Martha Anders
de la Universidad de Cornell entre 1984 y 1986; el Proyecto Arqueológico
Pacariqtambo dirigido por Brian Bauer de la Universidad de Chicago entre 1984 y
1987; y en el Parque Nacional del Manu, la Dra. Betty Meggers y Abelardo Sandoval de
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estratificadas del periodo Inicial y las sociedades militaristas basadas en clases sociales
del Horizonte Chavín y del Periodo Intermedio Temprano. Burger (1993:20) sostiene:
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Perú. Duccio Bonavía y Ramiro Matos (1990, 1992), subvencionados por la Fundación
Ford y asesorados por John Rowe, han concluido en la necesidad de crear un centro
académico de post-grado para el magister y doctorado en Arqueología, que
probablemente funcione en la UNT, descartando a la Universidad de San Marcos su
alma mater, por cuestiones ideológicas y económicas. En tanto que actualmente todos
los arqueólogos nacionales estamos registrados y codificados en los archivos
computarizados de los EE.UU.
La tendencia nacionalista de esta última etapa ha sido asumida por Alberto Bueno
Mendoza, docente de la UNMSM y director de la escuela profesional. Sus trabajos y
obras publicadas demuestran pujante defensa por el patrimonio arqueológico sus
trabajos en Pachacamac, Sechín, Nazca, La Galgada, Pashash, Huaycán de Cieneguilla,
Huaca San Borja Norte, UNIFE, Limatambo, etc., entre 1964 y 1993, revelan que es
necesario construir una teoría arqueológica propia al servicio de los pueblos y
comunidades abandonadas y que esta tiene que nacer de los mismos datos de campo.
En suma, conocer, comprender y adquirir conciencia de nuestro origen es la base y
sustento de nuestra identidad regional para resolver en primer lugar los problemas
sociales actuales, organizar a las comunidades, difundir cultura, crear museos de sitio y
enseñar las técnicas arqueológicas para el desarrollo social. Esto debe ser el problema
central de la arqueología peruana.
BIBLIOGRAFÍA
ALTAMIRANO E., Alfredo (1993). Principales contribuciones paleozoológicas en los
Andes Centrales durante los años 1970-1990. Boletín de Lima No. 90: 51-65.
BAUER, Brian (1992). Avances en Arqueología Andina. Centro de Estudios
Regionales Andinos "Bartolomé de las Casas". Cusco.
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COMENTARIOS:
Arturo Ruiz Estrada
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Un problema crucial en el Perú tiene relación con los objetos mediante los cuales se
practica la investigación arqueológica. La conservación y la defensa de los restos
antiguos están ligados a la política cultural que imprimen quienes tienen el poder
económico y político. Y como quiera que tal poder permanece vigente, asistimos,
entonces, a la dación de una constitución como la de 1979 (artículo N° 36) o a la
promulgación de leyes como la 24047, aprobada en enero de 1985, o el texto de la
nueva constitución (artículo N° 21) aprobado por el actual Congreso Constituyente,
como instrumentos legales que desamparan los yacimientos y restos arqueológicos,
dejando a éstos en riesgo de extinción y enajenación de ser recursos no renovables
pertenecientes a la nación peruana. Se observa, eso sí, coherencia en las medidas
adoptadas y franqueza en expresar lo que realmente piensan y desean hacer ahora con el
destino del patrimonio cultural, dejando atrás leyes declarativas a las que nunca dieron
el adecuado apoyo para su cumplimiento. Hoy el asunto está más claro y los
arqueólogos peruanos, muchos extranjeros y diversos intelectuales afines, han
comprendido que avances, tendencias y problemas de la conservación y defensa del
patrimonio arqueológico, constituyen un problema nacional vinculado al poder del
Estado. En esta línea de pensamiento el Primer Congreso Regional de Arqueología y
Etnohistoria del Norte Peruano, organizado por la Escuela de Arqueología de la
Universidad de San Marcos y realizado en la ciudad de Piura entre el 14 al 19 de junio
de 1993, acordó rechazar por unanimidad el artículo referente al patrimonio cultural
nacional propuesto en la nueva constitución por el Congreso Constituyente
Democrático.
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contra los intereses nacionales, no obstante ser éstos, repito, recursos nacionales que nos
legaron nuestros predecesores. Vemos, pues, armonía entre leyes y política
gubernamental que, en buen romance, continúa desde los inicios de la República.
Es necesario también reflexionar que deficiencias en los trabajos arqueológicos los hay
en todas partes y no encuentra coherencia en la queja sobre las deficiencias de las
investigaciones nacionales o en la formación de profesionales, lo cual francamente es no
entender la matriz de los serios problemas que inciden en nuestra realidad nacional,
como factores que obviamente impactan en los esfuerzos realizados por estudiosos
peruanos. Varias promociones de graduados en las universidades de San Marcos, La
Católica, Cusco, Trujillo, Ayacucho y Arequipa dan sus aportes mediante proyectos
individuales o agrupados en instituciones especializadas. El apoyo que podría lograrse
para tales universidades o a sus especialistas, daría un mayor número de
investigaciones, que con toda seguridad tendrían mejor nivel que mucho de la
producción intelectual extranjera o, por lo menos, quedarían a la par con ella. Hay, en
efecto, capacidad demostrada entre los arqueólogos peruanos y los ejemplos saltan a la
vista, pero el problema reside en la situación económica y social en que se desenvuelve
nuestra patria, problema que a veces no se quiere encarar o, más bien, se lo enmascara
al analizar la participación del arqueólogo nacional, señalando más bien aspectos
periféricos o anecdóticos, sin visualizar los verdaderos orígenes de tales deficiencias.
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