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teorema

Vol. XXXII/2, 2013, pp. 237-245


ISSN: 0210-1602
[BIBLID 0210-1602 (2013) 32:2; pp. 237-245]

OBITUARIO

Eugenio Trías (1942-2013)


La filosofía del límite

Fernando Pérez-Borbujo Álvarez

PRELUDIO

El pasado día 10 febrero, tras una lucha denodada con una larga enfer-
medad, nos dejó Eugenio Trías, uno de los grandes referentes de la filosofía
en lengua castellana. Trías inició su carrera filosófica a finales de los sesenta,
con el auge del positivismo y de la filosofía analítica, cuando se producía el na-
cimiento de una incipiente posmodernidad en medio del derrumbe de los es-
tructuralismos residuales de cierto marxismo, en plena resaca existencialista,
con toda su reivindicación de muerte, absurdidad y apocalipsis. En ese contexto
tuvo la audacia, desde sus primeros escritos, de volver la filosofía a sus oríge-
nes, a su fuente: la metafísica. Sin duda, lo que hace de Trías uno de los filóso-
fos de referencia a nivel internacional es que fue un “pensador metafísico”1.
El pensamiento de un gran filósofo se caracteriza por redefinir, a su pe-
culiar modo y manera, el suelo metafísico; por generar el descubrimiento, la
exploración y la colonización de una nueva metafísica. Así le ocurrió a Ortega
y Gasset cuando, ya avanzada su obra, encontró la intuición metafísica de su
racio-vitalismo, cuya elaboración ocupó las últimas etapas de su reflexión fi-
losófica2. No obstante, Trías caminó hacia ese suelo metafísico dando antes
un profundo rodeo, reflejando así su propio pensar, la idea de que toda exis-
tencia es exilio y éxodo3. Ese exilio en su aventura filosófica puede ser divi-
dido, siguiendo la estela de uno de los grandes pensadores que acompañaron
siempre su travesía, Kant, en tres períodos: un período precrítico, en el cual
tantea a ciegas en busca de la gran intuición del pensamiento triasiano (el ser
del límite) o, más concretamente, del “ser del límite que se recrea”; un se-
gundo, en el que se da el descubrimiento de esa gran intuición y su posterior
colonización, y que podríamos llamar “crítico”; y, finalmente, un período fi-

237
238 Fernando Pérez–Borbujo Álvarez

nal, que se correspondería con el opus postumum kantiano –aunque en el caso


de Trías tan sólo una de sus obras tiene un carácter propiamente póstumo-,
porque en él se encuentran muchos de los secretos no desvelados de su obra
pública.

I. LA FILOSOFÍA “PRE-CRÍTICA” DE EUGENIO TRÍAS

Esta filosofía pre-crítica se inaugura con su obra La filosofía y su sombra


(1969), la cual, en la línea del pensamiento de M. Foucault, y de cierto es-
tructuralismo francés, se plantea la necesidad de reformular una teoría del su-
jeto, tras la era post-nietzscheana y post-heideggeriana4. En ella palpita ya la
presencia del límite como barra demarcadora entre saber y no-saber, entre la
filosofía y su sombra. Es en esa barra (/), estructura que para Foucault indica
la muerte del sujeto y que para Lacan marca el inicio en falta de la cadena de
significantes que define al sujeto, donde emerge para Trías la necesidad de
proceder a una reformulación del sujeto. Trías no tiene problema en unir la
reformulación de una teoría del sujeto con la reivindicación de un nuevo pen-
samiento metafísico, que burle la prohibición del neopositivismo y la filoso-
fía analítica. Así vemos cómo conviven pacíficamente en este período obras
como Filosofía y Carnaval (1970), donde el sujeto aparece definido como
“carrusel de máscaras”, con Metodología del pensamiento mágico (1971),
voz que se alza denunciando la imposibilidad de que la reflexión ilustrada
acabe con el pensamiento mágico, cuna originaria en la que se formuló la
primera metafísica.
Estas dos exigencias por elaborar una teoría del sujeto y encontrar un
nuevo suelo metafísico se aunarán en Eugenio cuando halle, de la mano de
Spinoza, en Meditación sobre el poder (1976), en el sujeto pasional, el ele-
mento primordial de su teoría de la subjetividad5; y vea en el amor-pasión,
analizado en Tratado de la pasión (1978), la piedra de toque de una pasión
que ha de renunciar a lo matricial para que el sujeto acceda a su propia auto-
nomía6. En todos estos textos, junto con Lo bello y lo siniestro (1981), se deja
sentir la profunda impronta que las teorías de Freud y Lacan dejaron en el jo-
ven Trías tras su estancia en Buenos Aires. Dichas teorías de una subjetividad
rota, obstaculizada, quebrada se ajustaban mucho mejor a las vivencias y a la
experiencia teórica de Trías7.
No obstante, la vivencia de los peligros de la pasión y de su lado sinies-
tro, condujo a Eugenio Trías, en dos obras que marcan el final de este período
y su transición a la era crítica de su pensamiento, a introducir importantes
modificaciones en su planteamiento. Hasta ahora la pasión vivía en el marco
de una concepción del ser como voluntad (Seyn als Wille), muy en la línea
del último Nietzsche, leído por Heidegger como culminación del nihilismo
occidental8. No obstante, Trías ha vivido siempre bajo la estela de Platón, al
Eugenio Trías (1942-2013). La filosofía del límite 239

que dedicó su tesis de licenciatura (Alma y bien en Platón), reproducida par-


cialmente en su célebre obra El artista y la ciudad (1975). Esta tesis le hizo
acercarse a las fuentes del pensamiento sincrético de los primeros siglos
(gnosticismo9, neoplatonismo y plotinismo) y marcó su concepción de “un
bien que está más allá de la esencia”, de una “teología de la luz”. Esa exigen-
cia platónica establecía que la pasión se debía resolver, como en Goethe, en
esclarecimiento, en luz, en conocimiento. Elevar la ciega instintividad pasio-
nal a la luz del conocimiento es lo que intenta Trías mediante una doble vía:
la hegeliana de la mediación social de la pasión individual que se ha de resol-
ver en una ética del perdón, después de haber transitado por la acción de lo
negativo (trabajo, lenguaje y amor) en su tesis doctoral, El lenguaje del per-
dón (1979); y otra, la de la reconciliación entre lo singular y lo universal,
propiciada por una relectura aggiornata de la disputa en torno a los “univer-
sales”, que encontramos en Filosofía del futuro (1984), libro que marcará el
inicio de su obra crítica y en el que ya se establece la necesidad de que lo
singular se abra a la universalidad (la ejemplaridad, en el caso del Arte) y de
que la universalidad aspire a la concreción de la singularidad (la Idea, en el
caso de la Filosofía).

II. LA FILOSOFÍA CRÍTICA TRIASIANA: LA FILOSOFÍA DEL LÍMITE

Como el mismo Trías explicó en sus memorias, sigue siendo un miste-


rio, incluso para él, de dónde y por qué surgió la idea de límite como nuevo
suelo metafísico en su obra Los límites del mundo (1985)10. En cualquier ca-
so, en esta obra se deja sentir de un modo evidente el impacto de tres autores:
Kant, Heidegger y Wittgenstein. La conjunción de estos tres filósofos res-
ponde a intereses de diversa índole, pero en esta obra todos ellos se anudan
para dar lugar a un radical novum en la producción triasiana; la emergencia
de nueva tierra metafísica: la del ser del límite.
El rasgo más sobresaliente de esta obra es la radical asunción que Trías
hace de la modernidad de esa tríada de autores en cuanto al predominio que
otorgan a la cuestión del método, lo cual permitirá a Trías proceder al descu-
brimiento de los límites de la razón (del pensar-decir) que prepara al sujeto
para el acceso ético al límite como realidad ontológica productiva y genera-
dora de ser, vida y sentido. Si bien Kant, Hegel y Wittgenstein habían habla-
do siempre del límite como muro (Schranke), enfatizando el sentido negativo
de lo que no puede ser traspasado, jamás habían hecho del límite suelo meta-
físico, limes, espacio habitable que define al ser como frontera, y al sujeto li-
gado a ella, como ser fronterizo. Aquí radica el “giro metafísico” de la
filosofía triasiana: en haber descubierto no sólo la dimensión trascendental
del límite en el pensar-decir, sino en el seno mismo de lo real. Y, aunque
Hegel introdujo el límite en el ámbito de lo real, lo hizo siempre como efecto
240 Fernando Pérez–Borbujo Álvarez

de una negatividad reflexionada sobre sí misma, no como principio originario


y fundamento mismo de la negatividad inherente a lo real, como ocurre en el
caso de Trías.
Será su obra La aventura filosófica (1987) –una de las más incompren-
didas e importantes, debido en parte a los avatares editoriales, pues, agotada
poco tiempo después de su edición, no volvió a reeditarse–, la que establezca
el nexo radical entre procedimiento metódico y acceso al ser del límite, rasgo
puramente moderno del pensar filosófico triasiano11.Todo acceso a una verdad
metafísica viene así acompañado del proceder metódico que la desvela, lo cual
forma parte intrínseca de su significación y de su sentido.
Esta idea del límite, de ‘ser del límite’, será colonizada en su obra Lógi-
ca del límite (1991), cuya primera parte ensaya una peculiar genealogía de un
sistema de las artes que parte de las artes fronterizas (música y arquitectura),
como formalizadoras del espacio y el tiempo humanos, para de ahí elevarse a
las artes del signo y el símbolo, preámbulo necesario de las artes del lenguaje
y la escritura. En esta peculiar relectura triasiana de las genealogías trascen-
dentales de los sistemas de las artes, propias del Idealismo alemán (Schelling,
Hegel), se anuncia ya, de un modo claro, el hilo del decurso histórico que
constituirá la trama central de una de las obras cumbres de la filosofía de Trí-
as: La edad del espíritu (1994).
Esta obra inmensa, a caballo entre una historia de la cultura, de la espi-
ritualidad y de la filosofía occidentales, comienza con una profunda investi-
gación en torno al símbolo en los orígenes de la Humanidad, así como su
relación con el límite, y con una filosofía del límite. El intento de promover
el ayuntamiento entre simbolismo y razón fronteriza marca los dos grandes
ciclos que rotulan la historia occidental y en el transcurso de los cuales irán
emergiendo las categorías propias de la razón fronteriza12. Esas siete catego-
rías se corresponden con los siete eones que dan razón de la peculiar lectura
que Trías realiza de la historia desde su idea de ‘ser del límite’. Será aquí
donde la idea del límite hibride con el principio de variación, facilitando que
una idea que parecía meramente topológica y espacial se vuelva a la par di-
námica, variacional y temporal13.
Esta obra reivindica la importancia del simbolismo religioso, no sólo en
las primeras edades de la Humanidad (al cual se había acercado Trías, como
vimos, desde la naciente antropología cultural y la emergencia de las prime-
ras ciencias humanas, a través de autores como Levi-Strauss), sino como
constitutivo de la condición fronteriza, pero también reivindica la necesidad
de ‘pensar la religión’ en pleno renacimiento de las más diversas espirituali-
dades durante la década de los noventa. La confrontación con la realidad de
la capacidad simbólica del ser humano permitirá a Trías desarrollar una vi-
sión más plena y certera de la naturaleza de la razón fronteriza. Dicha epis-
temología, expuesta en La razón fronteriza (1999), parte de un suelo
ontológico y existencial, de un dato original que la razón misma no puede
Eugenio Trías (1942-2013). La filosofía del límite 241

poner por sí misma, y al que debe dar acogida14. La elaboración de una visón
ontológico-epistemológica de la razón facultará a Trías para enfrentarse pos-
teriormente con la dimensión práctica de esa razón, tanto en la vertiente ética
[Ética y condición humana (2003)], como en la política [La política y su
sombra (2005)].
Este período crítico, que acaba con la colonización y la apropiación de
los dominios en los que podía desarrollarse el descubrimiento del ‘ser del lí-
mite’, permitió a Trías exponer su pensamiento de un modo sistemático y
acabado, recurriendo para ello a la figura, tan amada para él, de la ciudad.
Así, en su obra Ciudad sobre ciudad (2001), levanta, arquitectónicamente, su
“ciudad del límite”, articulada en cuatro barrios: dos simbólicos (el de la reli-
gión y el arte) y dos correspondientes a la razón fronteriza en su uso teórico
(epistemología) y práctico (ética y políticas fronterizas). Estos cuatro barrios
se entretejen en torno a un ser del límite originario, referido a sí mismo, que
da lugar a una topología de tres cercos (cerco del aparecer, cerco hermético y
cerco fronterizo), en la cual se juega la razón fronteriza y el necesario simbo-
lismo que la acompaña.

III. EL OPUS POSTUMUM TRIASIANO

Retomamos aquí el sentido del opus postumum kantiano, como icono


de un período final, desconocido y poco atendido, en el cual se encuentra el
secreto de la filosofía de su autor, y que posee claves no desveladas de hacia
dónde podría caminar una metafísica futura. En este sentido utilizamos el
término “opus postumum” y apelamos con él a cuatro de sus obras: El hilo de
la verdad (2004), El canto de las sirenas. Argumentos musicales (2007) y La
imaginación sonora. Argumentos musicales (2010) y el último, De cine.
Aventuras y extravíos, éste sí póstumo en el sentido literal de la palabra.
La razón por la que llamo “póstumos” a estos libros es múltiple. En
primer lugar, porque el primero de ellos apenas ha sido leído y comentado en la
recepción del pensamiento triasiano y, a pesar de haber sido escrito en el año
2004, sigue siendo, como lo pensó su autor, la prueba de fuego de todo su sis-
tema. En El hilo de la verdad (2004) se lleva a cabo una peculiar Crítica de la
razón fronteriza que se enfrenta con la dura “prueba de la verdad”. La idea
triasiana de la filosofía como pro-posición, como propuesta en la que inteli-
gencia y libertad se anudan de un modo peculiar y extraño, nos habla de la
naturaleza onto-ética-lógica de su filosofía. No se trata de ontología o antro-
pología, ni de una antropología filosófica de cuño metafísico u ontológico
(Heidegger), sino de una extraña formulación del ser que implica ya su carácter
pro-positivo.
Dicho carácter propositivo lleva aparejada una original teoría herme-
néutica. Trías ha insistido en ello en múltiples ocasiones. Su “pensar en com-
242 Fernando Pérez–Borbujo Álvarez

pañía”, su convencimiento de que la mejor forma de interpretar una obra de


arte es otra obra de arte, la necesidad de que la filosofía dialogue con las artes
transformándose el principio filosófico en criterio hermenéutico de interpre-
tación, no son sino modos de plasmar en el ámbito hermenéutico su principio
del “ser del límite que se recrea” y que, en un extraño movimiento de regre-
sión, como ‘prueba’ de su sistema, Trías aplica a sus dos grandes pasiones de
siempre: la música y el cine, para dedicarles, respectivamente, dos obras mo-
numentales, El canto de las sirenas. Argumentos musicales (2007) y La ima-
ginación sonora. Argumentos musicales (2010), así como la obra póstuma, de
próxima aparición, De cine. Aventuras y extravíos. Son una plasmación con-
creta de su teoría hermenéutica, cuya praxis ha acompañado todas las fases
de la aventura filosófica triasiana.
En todas ellas se deja notar, de un modo visible, la presencia de la
muerte como problema filosófico, en un marco escatológico. El mismo Trías
nos advierte de que, si bien su obra cumbre La edad del espíritu (1994) supo-
nía un enorme esfuerzo rememorativo que se retrotraía a los orígenes para fi-
nalizar, de un modo abierto, con la exigencia del advenimiento de una nueva
edad del espíritu en la cual se produjese el anudamiento entre simbolismo y
razón, El canto de las sirenas. Argumentos musicales (2009) constituía su
peculiar exploración del siglo XX, desde el horizonte musical, como cumpli-
miento de ese eón del espíritu15.
En estrechísima tensión conviven el espíritu y el horizonte de muerte en
esta tarea erótica y dadivosa de recreación de la tradición musical y cinema-
tográfica del siglo XX por parte de Trías en su opus postumum. En estas
obras, que el autor forjó en lucha íntima, silenciosa y callada, heroica, con su
“enfermedad mortal”, se halla toda la riqueza de una obra póstuma que no de-
jará indiferentes a los que a ella se acerquen.

CODA

Se nos ha ido el filósofo, la inteligencia excepcional, la profunda erudi-


ción acumulada con la entrega, el trabajo y el estudio de toda una vida. Para
sus íntimos y conocidos se ha ido la persona, con sus virtudes y sus defectos,
con sus grandezas y sus miserias, única e irrepetible, dejando un profundo
vacío que nada podrá llenar. Ya no está esa luz que se ha apagado, esa inteli-
gencia que con brío abordaba las preguntas con profunda radicalidad y origi-
nalidad, marcando nuevas sendas a la filosofía; se ha “entenebrecido” el
camino del pensar. No hay pérdida mayor para un pueblo, para la Humani-
dad, que la de un filósofo, aunque ésta no lo sepa aún valorar.
No obstante, aunque hayamos perdido el magisterio oral, la palabra vi-
viente de Trías, de la que han gozado generaciones de estudiantes de un mo-
do privilegiado, así como asistentes a sus conferencias, cursos y seminarios,
Eugenio Trías (1942-2013). La filosofía del límite 243

aún nos queda su obra, aquella para la cual vivió su autor, con entrega excep-
cional. El amor de Trías por la palabra escrita, su predilección por la escritu-
ra, se basaba en el convencimiento de que ella era el vehículo de
supervivencia de lo pensado para el futuro. Trías ha sabido forjar una escritu-
ra filosófica única, ha conseguido ensayar todo tipo de estilos y géneros nue-
vos, en los cuales ha ido “encarnando” su pensamiento por las vías más
inusitadas. Las generaciones futuras, para quienes el recuerdo de la persona
de Trías será tan sólo un nombre vacío o un busto inánime, podrán visitar aún
una obra monumental, rica y variada, llena de sugerencias y retos, verdadero
testimonio de su época y del tiempo que le tocó vivir, donde late aún ardiente
y encerrado un espíritu apasionado, esperando a ser despertado por ese ósculo
amoroso que supone todo “pensar en compañía”, siempre presente en la ver-
dadera variación recreadora, y que él mismo ejerció con su obra de un modo
ejemplar.

Departamento de Humanidades
Universidad Pompeu Fabra
Ramon Trias Fargas, 25-27
08005 Barcelona
E-mail: fernando.perez@upf.edu

NOTAS
1
Julia Manzano, Metafísica “perennis”: Eugenio Trías. Nuevos escenarios pa-
ra la metafísica, Universidad Autónoma de Barcelona, 1993.
2
J. Ortega y Gasset, Obras completas, tomo X, Taurus, Madrid, 2009, pp. 49-
124; 185-202; 477-560.
3
Así lo formuló de un modo claro en La razón fronteriza (1999), en los capítu-
los iniciales, en los que nos habla del dato original del comienzo, donde la ‘existencia’
es definida como exilio y éxodo. Resulta curioso que no se haya llamado la atención
sobre la coincidencia de este rasgo del pensar triasiano con otros pensadores contem-
poráneos, la mayoría de origen judío, que han insistido en esta condición de exilio del
pensamiento. Pensamos, más concretamente, en los pensadores de la Shoah (Levinás,
Derrida, etc.).
4
A mi parecer, dicho ‘inicio’ de la obra de Trías, como todo ‘inicio’, esconde
una dimensión anterior que hace que esa inauguratio pueda tener lugar. Las grandes
referencias que pueden explicar ese inicio, ese interés en la idea de límite, son dos: la
primera, su tesis de licenciatura sobre Platón, que le puso en contacto con los movi-
mientos sincréticos de los primeros siglos, incluidos gnosticismo, neoplatonismo y
plotinismo. La segunda, mucho más oscura y de difícil datación y documentación, tie-
ne que ver con la impronta en Eugenio Trías del magisterio del profesor Leonardo Polo
en sus primeros años de aprendizaje en la Universidad de Navarra. En sus memorias
Trías afirma: “Yo sólo he tenido un verdadero maestro. Con él estuve únicamente un
año y apenas tuve un contacto personal. Seguí un curso de Historia de Filosofía en
244 Fernando Pérez–Borbujo Álvarez

Pamplona que me marcó para siempre, y asistía a todas las charlas y conversaciones
en las que ese hombre singular participaba. …. Por cierto, se llamaba Polo, Leonardo
Polo.” [El árbol de la vida, Destino, Barcelona, 2003, p. 219]. Como él mismo advier-
te, puede que ese recuerdo no sea más que la rememoración de un joven Trías en su
acercamiento a su vocación filosófica, y no pasaría de lo meramente anecdótico si no
fuera porque en esos años Leonardo Polo estaba exponiendo el corazón de su propues-
ta filosófica basada en un extraño ideal-realismo que quería corregir el tomismo clási-
co mediante un acceso al ser por vía epistemológica, o sea, en la línea del viejo
Schelling, por el intento de acceder desde un límite trascendental al ser en sentido onto-
lógico. Aunque sus posiciones son, en muchos aspectos, realmente opuestas a las de
Trías, queda pendiente un estudio en profundidad que analice las verdaderas implica-
ciones de aquellas reflexiones en torno al límite mental de la filosofía poliana en la
obra de Trías. El profesor Polo falleció un día antes que E. Trías a la edad de 87 años
[L. Polo, El acceso al ser, 3 vols., EUNSA, Navarra, 2004].
5
Recientes estudios de la obra de E. Trías han puesto de manifiesto la impor-
tancia de la dimensión pasional en esta primera fase de su obra: véanse, Crescenciano
Grave Tirado, La existencia y sus sombras. Teoría de las pasiones del logos, Edicio-
nes sin nombre, México, 2012; D. Los Santos, El sujeto pasional como punto de par-
tida de la reflexión filosófica en la filosofía del límite de Eugenio Trías, País Vasco,
2013; María del Pilar Gómez Gómez, Ontología de la pasión, UNAM, México, 1982.
6
Ya en nuestro estudio sobre la obra de Eugenio Trías pusimos de manifiesto el
papel de lo matricial, escondido ya en el inicio de su obra, en referencia a la base pa-
sional del sujeto fronterizo [F. Pérez-Borbujo, La otra orilla de la belleza, Herder,
Barcelona, 2005, pp.53-74].
7
El diálogo de Trías con el psicoanálisis ha sido muy largo y fecundo. De un
modo particular, con la obra de Freud, pero también con Lacan. Un botón de muestra
lo tenemos en el diálogo que mantuvo con Jorge Alemán y Sergio Larreta, en su se-
minario de Madrid, y que se plasmó en una pequeña obra: J. Alemán/S. Larreta, Filo-
sofía del límite e inconsciente. Conversación con E. Trías, Síntesis, Madrid, 2004.
8
F. Pérez-Borbujo, op. cit., pp. 33-52; F. Pérez-Borbujo, Veredas del espíritu.
De Hume a Freud, Herder, Barcelona, 2007, pp. 9-22.
9
El último pensamiento de Trías, a partir de su libro La edad del espíritu, ha si-
do clasificado despectivamente como ‘gnóstico’. Dicha percepción es adecuada, si no
se olvida la importancia de la gnosis en las primeras centurias de la era cristiana, don-
de el concepto de límite (horós) adquiere todo su sentido productivo y creador, meta-
físico. Los futuros investigadores de la obra triasiana tendrán la difícil tarea de
investigar las relaciones de la filosofía del límite con el pensamiento gnóstico, presen-
tes ya desde el inicio, en una fase anterior a la aparición de su obra La filosofía y su
sombra, como ponen de manifiesto diversos artículos de su autor, y que servirán para
matizar el papel del estructuralismo francés como supuesta cuna de su pensamiento.
10
Así lo explica el propio autor en una entrevista publicada en un volumen con-
junto sobre su obra [A. Sánchez Pascual/J. A. Rodríguez Tous, El límite, el símbolo y
las sombras. Conversaciones con E. Trías, Destino, Barcelona, 2003, pp. 42-43].
11
Patxi Lanceros ha reivindicado la importancia de esta obra en el marco de la
gestación y la fundación de la filosofía del límite. Véase P. Lanceros, “La aventura del
emisario. Del principio de la experiencia al principio de la ciencia”, en A. Sánchez
Eugenio Trías (1942-2013). La filosofía del límite 245

Pascual/J. A. Rodríguez Tous, El límite, el símbolo y las sombras. Conversaciones


con E. Trías, op. cit., pp. 167-194.
12
Arash Arjomandi, en su tesis doctoral, realizó un seguimiento muy detallado
de la cuestión simbólico-religiosa en el pensamiento de Trías, poniendo especial énfa-
sis en las relaciones que esta dimensión guardaba con la razón fronteriza, y eviden-
ciando que la constitución del “acontecimiento simbólico”, el análisis de sus
condiciones, dio lugar, en una reflexión posterior, a las categorías de la razón fronteriza
[A. Arjomandi, Razón y revelación. La religión en el proyecto filosófico de Eugenio
Trías, Ediciones El Cobre, Barcelona, 2007, pp. 59-104].
13
Esta conjunción entre variación y límite, que arranca de los tiempos de Filo-
sofía del futuro, ha sido analizada con todo rigor y exactitud por J. Manuel Martínez-
Pulet en su tesis doctoral Variaciones del límite. La filosofía de Eugenio Trías, Noe-
sis, Madrid, 2004, pp. 36-60.
14
Un fino análisis de la relevancia de este texto en la producción triasiana, así
como de la importancia de las consecuencias de esta afirmación de la prioridad del
límite, en sentido ontológico, sobre la razón, se encuentran en T. Comín, “Símbolo y
razón. La unión de pensar y ser en la filosofía de E. Trías”, en A. Sánchez Pascual/J.
A. Rodríguez Tous, op. cit., pp. 97-106.
15
Acaba de aparecer un análisis detallado de los principales hilos rectores de
esta travesía monumental en dos volúmenes por el universo musical, con un epílogo
del mismo Trías [A. Sucasas, La música pensada, Biblioteca Nueva, Madrid, 2013].
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del encabezamiento «Notas». A continuación, y and Reference’, Journal of Philosophy, vol. lxx, pp.
precedidas del encabezamiento «Referencias bi- 699-711.” In a volume of collected articles, the
bliográficas» se enumerarán, por orden alfabé- model is as follows: “Burge, T. (1986), ‘Cartesian
tico, las obras citadas en el cuerpo del artículo. En Error and the Objectivity of Perception’, in Pettit,
el caso de artículos de revista se seguirá el modelo: P. and McDowell, J. (eds.), Subject, Thought and
«Putnam, H. (1973), ‘Meaning and Reference’, Jo- Context, Oxford, Clarendon Press, pp. 117-36.” For
urnal of Philosophy, vol. lxx, pp. 699-711». En el books, the model is as follows: “Ryle, G. (1949),
caso de artículos recogidos en un volumen colecti- The Concept of Mind, New York, Barnes and Noble.”
vo el modelo será: «Burge, T. (1986), ‘Cartesian
Error and the Objectivity of Perception’, en Petit, P. teorema is a peer-reviewed journal. The review
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text, Oxford, Clarendon Press, pp. 117-36». En contributions should be submitted to: Dr. A.
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Vol. 45 / No. 133 / abril 2013 / ISSN 0011–1503

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