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005 Potterie PDF
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Aportaré nuevos argumentos para probar que el verbo Kathítsein en este pasaje debe ser
transitivo, argumentos de orden estrictamente filológico. Los enunciaré resumidos en
una primera parte. Después de responder a las dificultades de orden histórico, mostraré
cómo esta exégesis es la única que permite dar un sentido coherente a todo el contexto y
es capaz de profundizar en toda la significación teológica del mismo.
Se ve claramente que los dos verbos que usa san Juan en este versículo, están
estrechamente ligados y expresan una misma acción, un sólo movimiento. Tenemos una
frase, frecuente en san Juan, en la que todas las acciones -sacar, sentar a- se refieren a
un mismo complemento, en este caso a Jesús. Pero si damos al verbo ekáthisen un
sentido intransitivo -se sentó- tenemos dos acciones distintas: la de sacar a fuera a Jesús
y la de sentarse Pilato en el tribunal. Por el contrario, si ekáthisen es transitivo, la frase
tiene un movimiento único y continuo -el único aceptable gramaticalmente- ya que los
dos verbos sacar a y sentar a rigen al mismo complemento colocado entre ambos.
Refuerza lo dicho, el que san Juan use siempre la preposición eis con verbos de
movimiento. Por tanto, el complemento de lugar debe referirse al verbo dinámico sacó a
fuera a Jesús.
2. El lugar que ocupa el complemento a Jesús entre los dos verbos, nos introduce en el
segundo argumento.
Se objeta que si Juan hubiera querido dar al verbo ekáthisen un sentido transitivo y
causal hubiera tenido que añadir un pronombre personal para dar mayor claridad a la
frase: ekáthisen autón (le sentó).
Hemos encontrado diecisiete pasajes en san Juan en los que un mismo complemento
está regido por dos verbos. Queda, por tanto, claro que no se requiere -para dar mayor
claridad a la frase- añadir el pronombre autón. La supresión en casos similares es
continua.
IGNACE DE LA POTTERIE, S. J.
3. Un tercer argumento para reforzar el sentido transitivo de ekáthisen es que san Juan
no usa el artículo con la palabra tribunal (béma).
Sentarse en el tribunal (en griego con artículo) describe una acción concreta: el juez que
se sienta para juzgar. Se trata del tribunal ordinario, oficial.
Sentarse en el tribunal (sin artículo: kathítsein epi bématos) puede indicar, o que el juez
se sienta en una tribuna que no es la habitual de los juicios, o bien la expresión puede
equivaler a ejercer la función de juez.
Podemos sacar de esto una conclusión: la ausencia de artículo sugiere que no es Pilato
quien se sienta en el Tribunal ya que nos encontramos en el mismo Pretorio, no en un
lugar levantado adrede para juzgar. Tampoco cuadra la segunda acepción ejercer la
función de juez puesto que no es ahora cuando da su fallo en contra de Jesús, sino en los
versículos siguientes, como veremos más adelante.
Los tres argumentos filológicos expuestos se confirman mutuamente y dan casi como
cierto el sentido transitivo de ekáthisen. Podemos decir que la certeza es completa en el
conjunto de la visión exegética, histórica y teológica.
La realidad histórica
Surge ante todo una dificultad. Es absurdo pensar que Pilato usara como burla el
símbolo sacrosanto de su propio poder, la silla curul.
Además, aun en el supuesto de que fuera Pilato quien se sentara, todos los
comentadores admiten que debía haber sido para dar sentencia condenatoria. Pero esta
sentencia no se menciona sino unos versículos más adelante. Es difícil sostener lo que
algunos dicen, que la condenación está ya implícita en las palabras aquí tenéis a vuestro
rey.
Esta incertidumbre del magistrado demuestra que su decisión no está aún tomada. Por
tanto, las palabras aquí tenéis a vuestro rey, no se han de referir a los versículos
siguientes de condena sino a los anteriores sentó -a Jesús- en el tribunal. Los dos
IGNACE DE LA POTTERIE, S. J.
Los versículos que estudiamos pertenecen a la última fase del proceso de Jesús delante
de Pilato. Describen el punto culminante del mismo.
Lo extraordinario del momento se encuentra señalado con fuerza por san Juan; indica el
lugar donde sucede la escena en el sitio llamado Lithóstrotos, en hebrero Gabbata, el
día, el marco litúrgico, la hora, son también señalados por el evangelista: "era el día de
la preparación de la Pascua, alrededor de la hora sexta". Esta doble circunstancia de
tiempo tiene importancia para el evangelista. Era justamente en la hora sexta del 14 de
Nisán cuando empezaba la observancia de la gran solemnidad de la Pascua. En este
preciso instante, Pilato sienta a Jesús en el tribunal y declara aquí tenéis a vuestro rey.
La Pascua judía comenzaba pues, en el mismo momento en que iba a cumplirse la
salvación del mundo.
Para descubrir los valores teológicos incorporados en cualq uier relato, hemos de atender
primeramente al vocabulario propio del autor, a la elección de los materiales, a su modo
de componer la narración..., sólo así podremos sacar las intenciones auténticas de cada
autor y los temas doctrinales que introduce en su relato.
En el caso presente veremos que hay dos temas íntimamente unidos: la realeza de Jesús,
y el de Cristo Juez.
Realeza de Jesús
El acto de hacer sentar a Jesús recibe, por decirlo así, su comentario en las palabras del
final del v. 14 aquí tenéis a vuestro rey. Comprenderemos ahora mejor la bella unidad
que forman los vv. 13-14. Todo converge en las solemnes palabras de Pilato sobre
Jesucristo.
Si sólo Juan entre los evangelistas menciona que Jesús fue instalado momentáneamente
en el Tribunal, es porque este hecho tenia para su espíritu creyente, un profundo
significado simbólico y teológico.
Recordemos como todo el relato de la Pasión según san Juan está dominado por la idea
de la realeza de Cristo. La palabra rey -basileús- se encuentra doce veces en poco más
de un capítulo.
1. En la primera entrevista con Pilato, Jesús declara que es Rey y explica la verdadera
naturaleza de su reinado.
IGNACE DE LA POTTERIE, S. J.
2. En la escena de los ultrajes, prescindiendo de otros detalles dados por los sinópticos
señala, sin embargo, la dignidad real de Jesús: La corona de espinas, el manto de
púrpura y las palabras de los soldados: salud rey de los judíos.
Juan no dice que Jesús fuera instalado en un trono sino en el tribunal -epihématos-. Está
sentado delante de los judíos, en la actitud y funciones de juez.
Bastantes veces Juan ha hablado en su evangelio, del juicio de Jesús -5,22; 5,27; 9,39...-
pero lo importante es conocer la verdadera naturaleza de este juicio de Cristo. Dice en
12,48: "quien me rechaza y no recibe mis palabras ya tiene juez que le juzgue; la
palabra que yo he predicado, ésa será la que le juzgue en el último día". El juicio, por
tanto, es el rechazo de la revelación dada por Cristo, el no acoger su palabra de verdad.
Pero es el mismo hombre, con su negativa, el que pronuncia su propia condena.
Sin duda que san Juan recibió una fuerte impresión por el hecho de que este tema del
juicio se evocara de nuevo aquí en forma vivida, sobre el plano simbólico. En el último
contacto con los judíos, Jesús es verdaderamente su juez, ya que en este preciso
momento ellos rechazan de modo patente al rey- mesías. La escena queda realzada en su
dramatismo por la unión en la misma, de los dos temas, el del juicio y el de la realeza.
Jesús dio su testimonio a los hombres, para que lo acogieran con docilidad y fe -18,37-:
éste debía ser el fundamento de su realeza espiritual. Al fin del proceso, Pilato proclama
abiertamente delante de los judíos esta realeza de Cristo, pero ellos por toda respuesta
gritan: "quita, quita, crucifical". Esta elección les juzga. Es impresionante ver en este
mismo momento, a Jesús en silencio delante de ellos, en actitud de juez. Es su juez
porque no quieren que sea su rey.
Examinando todo lo dicho, parece surgir una nueva dificultad. ¿No es más bien en la
exaltación de Cristo en cruz donde hemos de ver el punto clave y más importante de
toda la Pasión de Jesús? A nuestro modo de ver no deben disociarse las dos escenas, la
del proceso de Jesús ante Pilato y la del Gólgota. Están estrechamente unidas.
Desarrollan los mismos temas y tienen fundamentalmente el mismo sentido teológico:
la proclamación de la realeza de Jesús (por Pila to, en el Lithóstrotos; por la inscripción
de la cruz, en el Calvario) y la actitud rechazante de los judíos que constituye su propia
condenación.
La conclusión de esta escena del Pretorio aparece como el desenlace del gran proceso
que atraviesa de parte a parte todo el evangelio de san Juan. En este proceso son los
judíos los que representan concretamente al mundo, los verdaderos adversarios de
Cristo. Lo mismo sucede en el Lithóstrotos, los verdaderos antagonistas de la escena no
son Jesús y Pilato sino Jesús y los Judíos. Jesús es presentado aquí como el juez de los
judíos, pero en el fondo es el juicio del mundo el que se realiza. La importancia
excepcional de la escena del Lithóstrotos se explica, pues, en definitiva por el hecho de
que se desarrolla -en forma figurativa y en el plano simbólico-, lo que constituirá el
verdadero sentido de la cruz y de la Pascua de la Salud: la exaltación del Rey-Mesías y
la condenación del mundo pecador.