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PENA DE MUERTE
¿Justa o injusta?
Elegimos este tema porque consideramos que es muy interesante para tratarlo, se
encuentra, además, íntimamente relacionado con la ética.
Nos ayuda a reflexionar, informarnos y conocer en profundidad un tema tan
controversial y con variedad de opiniones, teniendo éstas argumentos válidos que
nos llevan a la duda sobre si es correcto o no lo es.
La pena de muerte se define como el castigo irreversible que una autoridad impone
a la persona responsable de una falta o delito, conociéndose estos últimos como
delitos capitales. Entre estos delitos se encuentran el asesinato, parricidio,
homicidio. En determinados países la pena capital se utiliza por crímenes de guerra;
espionaje, tortura, asesinato en masas, etc.
BIBLIOGRAFÍA:
Consideramos que la pena capital sería inviable debido, principalmente, a que viola
el principal derecho del hombre; vivir. Es además un atentado contra otros derechos
humanos como la integridad; algunos acusados son torturados, dependiendo de la
pena sienten un profundo dolor que en ocasiones puede llevarlos a la muerte, se les
impone un castigo tal que hasta el día de la ejecución, los acusados sufren
numerosas pesadillas, ataques de pánico y algunos optan por el suicidio. Se atenta
además contra el derecho al bienestar físico y mental por las razones mencionadas
anteriormente.
Es visto por diversos escritores como Albert Camus, como “una pena inútil y nociva”
que provoca más daño del que intenta reparar. Al ser un castigo que somete y
humilla física y psicológicamente al acusado.
“No es útil la pena de muerte por el ejemplo que da a los hombres de atrocidad. Si
las pasiones o la necesidad de la guerra han enseñado a derramar la sangre
humana, las leyes, moderadoras de la conducta de los mismos hombres, no
debieran aumentar este fiero documento, tanto más funesto cuanto la muerte legal
se da con estudio y pausada formalidad. Parece un absurdo que las leyes, esto es,
la expresión de la voluntad pública, que detestan y castigan el homicidio, lo cometan
ellas mismas”. Expresa Cesare Beccaria en su libro “De los delitos y las penas de
muerte”.
Estamos a favor del pensamiento de éste escritor debido a que plasma ideas muy
claras y desde un punto de vista acertado; ¿Qué tanta ética hay en condenar un
asesinato actuando de la misma forma? Analizando la condena de ésta forma y
basándonos en décadas o siglos atrás en el tiempo, podemos decir que fomenta la
violencia, tomando en cuenta que —antiguamente— las ejecuciones se hacían de
forma pública y numerosas personas sentían cierta fascinación o morbo por
presenciar estos actos.
Para que esta pena sea totalmente justa, el juez a cargo de la sentencia debe de ser
aquel que éste lo suficientemente preparado para sobrellevar una responsabilidad
tal como la pena de muerte. Tiene la responsabilidad de que el condenado sea
indudablemente culpable, con todas las pruebas correspondientes y la certeza de
que la condena no sea impuesta en un inocente. También es completamente
necesario que el juez a cargo de castigar no sea racista, clasista, homofóbico,
xenofóbico, misógino ni misándrico, o ningún otro tipo de discriminación.
Si bien aún se corre el riesgo de ejecutar un inocente, este riesgo es menor debido
a los avances técnicos en las investigaciones, con la existencia de garantías
jurídicas, tales como las apelaciones, la revisión obligatoria de la sentencia de
muerte, etc.
La violación es un delito por el cual se debe castigar con pena de muerte debido a
los numerosos daños, completamente irreversibles que ésta deja; las víctimas de
éste crimen suelen tener miedo, problemas para dormir, pesadillas, confusión,
sentimientos de culpa, vergüenza, ira junto con la incapacidad de manejar estas
emociones. En el caso de los infantes, sufren dolores intensos de
estómago, problemas de concentración, dolores fuertes de cabeza, trastornos en el
sueño, junto con una extremadamente baja autoestima, odio a su propio cuerpo,
depresión, fobias, ansiedad, comportamientos auto-agresivos y autodestructivos,
llegando a mutilarse con cortaduras, quemaduras o golpes, llevándolos incluso a
acabar con su propia vida.
Cuando se vuelven adultos, generalmente presentan un cuadro de estrés
postraumático crónico. El miedo y la desconfianza persisten y el hecho puede
reaparecer en pesadillas y escenas intrusivas de recuerdo.
Muchas de las víctimas tratan de protegerse de estos síntomas dolorosos
apartándose de las relaciones sexuales. Padecen depresión crónica y a veces se
ven impulsadas a buscar alivio en todo tipo de adicciones (pastillas,
alcohol), episodios de automutilación y tentativas de suicidio.
Éstas fueron algunas de las razones por las cuales estamos tanto a favor como en
contra de la pena capital.
CONCLUSIÓN
Ésta pena debe ser efectuada en casos extremos, y con las pruebas irrefutables
para no cometer el error de condenar a un inocente.
Pero sabiendo que el culpado también es un ser humano, con el mismo derecho de
todos; vivir (a pesar de que su delito haya sido asesinato). También, el hombre
como un ser pensante, tiene derecho al arrepentimiento y al perdón.
No obstante, consideramos que debe ser aplicada en casos extremos como
asesinatos en masa y violaciones, debido a que el daño impuesto es irreversible y
en múltiples casos; mortal.
Los argumentos que defienden ambas posturas son muy variados, los que se
encuentran a favor argumentan los múltiples daños que el criminal le dejó a una
más personas que fueron sus víctimas, y que, como ya mencionamos, consiste en
un gasto para el Estado.