El origen de la selva amazónica comenzó hace 20 millones de años, cuando los movimientos tectónicos de la región produjeron el levantamiento paulatino de la Cordillera de los Andes, ocasionando que la cuenca amazónica deviniera en un sistema de lagos.
Aunque luego de este movimiento la zona estaba cubierta de agua, comenzó a
secarse hace 10 millones de años. Así, las especies animales y vegetales de la región pudieron colonizar el nuevo y fértil territorio, para luego expandirse y diversificarse rápidamente, sentando las bases del panorama biológico que existe hoy en día.
Durante el período de la conquista y colonización española de América, este
territorio se asoció a los mitos indígenas de El Dorado y el País de la Canela. Durante principios del siglo XX fue una región de intensa explotación del árbol de caucho.
4. Relieve de la selva peruana
Se extiende hasta lo alto de las montañas, como en Machu Picchu.
La selva peruana posee la particularidad de cubrir un territorio con varios pisos
altitudinales, es decir, con un relieve diverso, lo cual propicia su enorme biodiversidad. Generalmente, se dividen, como hemos dicho ya, en selva alta (la que se aproxima y se extiende sobre la cordillera andina) y selva baja (la que se extiende en las llanuras), y variando así sus condiciones climáticas y de lluviosidad.
Selva alta. La selva de montaña se encuentra en una altura promedio
entre 800 y 3000 metros sobre el nivel del mar, exhibiendo temperaturas cálidas en la base y cada vez más frías a medida que se asciende, así como los niveles de pluviosidad más altos de todo el país, con hasta 5.000 mm anuales. Su relieve es montañoso y complejo, con quebradas profundas y valles angostos, todo cubierto de selva impenetrable. Selva baja. Entre los 800 y 80 metros sobre el nivel del mar se extiende la llanura amazónica, un bosque tropical sumamente cálido (medias anuales de 28 °C) y una altísima humedad relativa (por encima del 75%), dadas sus frecuentes precipitaciones. Es una región de suelos heterogéneos y abundantes ríos.