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"El progreso espectacular de las tecnologías de la comunicación abre, por primera vez, una
enorme posibilidad de participación directa de los ciudadanos en la toma de decisiones políticas"
Alvin Toffler
Introducción
1
La presente publicación es una iniciativa del autor para una futura investigación (tesis), cuyo objetivo
principal es precisar una aproximación al concepto de cultura digital. Entonces, debe tenerse presente que
dicha publicación, al ser iniciativa propia, no compromete a la institución universitaria en la que se forma (o se
formó) el titular del presente artículo. E-mail: jhonn.edu.ca@gmail.com
Asimismo, podría decirse que estas disciplinas también coinciden, en algún sentido, al
referirse que el “ser” humano se relaciona cada vez más con los avances tecnológicos,
con su contexto significativo y con una infinidad de implicaciones socioculturales e
intelectuales de gran complejidad. Es por ello que partimos del supuesto de que para
entender el concepto de cultura digital debemos, en primera instancia, aproximarnos a
los distintos modos de Alfabetización, pues de ese modo se podría comprender el
significado que tiene la palabra enculturación en el concepto de cultura digital. Lo que
significa también, desde luego, que deberemos relacionar este proceso de alfabetización
(enculturación) con el término de la inclusión social y el enfoque inclusivo, puesto que es
en este último en donde encontraremos algunas reflexiones que nos ayudaran a
comprender las complejas implicaciones que tienen la educación inclusiva, la inclusión
digital y la perspectiva intercultural sobre las construcciones de la cultura digital. Y, por
último, centrar todas nuestras reflexiones sobre éstas construcciones de cultura digital en
el marco del nuevo modelo social, formado éste por una dupla conceptual sobre la cual se
hace posible la comprensión del sentido y la significatividad de la cultura digital: el termino
de Cibercultura, como nueva forma de expresión cultural y, junto a ella, el termino de
Ciberespacio, como nuevo espacio de actuación social, cultural e intelectual.
2
Citado por: BARROSO, Osuna Julio y LLORENTE, Cejudo Maria del Carmen, “La Alfabetización
tecnológica”, en: CABERO, Almendra Julio [Coordinador] (2007), “Tecnología Educativa”, McGRAW-
HILL/INTERAMERICANA, Universidad de Sevilla, España, Cap. 6, pp. 92.
destrezas”, cuyos planteamientos hacen referencia a una información de creciente
complejidad y, por supuesto, a las tecnologías en auge.
3GROS, Begoña y CONTRERAS, David (2006), “La Alfabetización Digital y el desarrollo de competencias
Ciudadanas”, Revista Iberoamericana de Educación, Nº 42, pp. 112.
4 Ídem 2, pp. 108.
educación inclusiva. Dado el caso –y entendiendo que el concepto de alfabetización (tanto
básica como funcional) se encuentra aunado de un cierto relativismo que va
complementándose cada vez más con un cierto tipo de alfabetización en destrezas–
podríamos estar en disposición de reflexionar que este tercer modo de alfabetización,
además de complementarse, se refuerza con mayor firmeza en las denominadas
alfabetizaciones en destrezas. En este orden de cosas, Campbell (1990) nos habla
implícitamente de una alfabetización en destrezas e integra en ella –es decir, en las
nociones de alfabetización básica y funcional– el componente tecnológico, para
brindarnos una primera aproximación conceptual de lo que podría entenderse por
alfabetización tecnológica:
Así pues, como consecuencia de la íntima relación entre el aspecto social y tecnológico,
diversos estudios fueron sosteniendo que la creciente interacción entre los procesos
sociales y el desarrollo de las TIC han ido conduciendo, necesariamente, a la adquisición
de nuevas funciones y estructuras mentales en las personas –social y culturalmente
diferentes a las de las generaciones pasadas– en quienes un cierto tipo de “tecnogénesis”
va originando nuevas formas de comportamiento adaptativo. Bajo ese supuesto, Sharman
(2004: 17-18) nos ofrece una definición conceptual para entender ésta tecnogénesis como
“el proceso mediante el cual los humanos construyen, manipulan e interactúan con las
tecnologías de la información, dando lugar a un proceso de desarrollo interactivo que de
manera continuada condiciona nuestras representaciones y experiencias del mundo”.6
7
Citado en: ORTEGA, Sánchez I. (2009), “La Alfabetización tecnológica”, en: ORTEGA, Sánchez I. &
FERRÁS, Sexto C. [Coordinadores] Revista Electrónica Teoría de la Educación: Educación y Cultura en la
Sociedad de la Información. Vol. 10, nº 2, Universidad de Salamanca, España, pp. 14
aproximarnos al concepto de la cultura digital nos la hace conocer José Eduardo Rojas
(2010: 114) quien, desde una visión muy reflexiva respecto a la importancia de
perspectivas y políticas de educación inclusiva e inclusión digital en Bolivia, sostiene:
Sin embargo, otros autores resaltan que aun en la actualidad no existen consensos en
torno a la entidad y la significatividad del enfoque de la educación inclusiva. Las
reflexiones a esta falta de consensos nos la termina de hacer conocer Andrés Payá Rico,
quien de manera resumida cita dos Conferencias Internacionales en Educación Inclusiva
(informes finales) en su artículo titulado “Políticas de Educación inclusiva en América
Latina: propuestas, realidades y retos de futuro”. Concretamente, las aludidas
conferencias son: a) OIE (2009), 48ª Conferencia Internacional de Educación, “La
educación Inclusiva: el camino hacia el futuro”, Ginebra: UNESCO (Informes nacionales,
Conclusiones y recomendaciones, Informe final) y b) AMADIO, Massimo (2009), “La
educación Inclusiva en América Latina y el Caribe: un análisis exploratorio de los Informes
Nacionales presentados a la Conferencia Internacional de Educación de 2008”, Santiago
de Chile: UNESCO-OIE. Basándose fundamentalmente en el segundo informe final este
autor nos señala lo siguiente:
10 De CLUNIE, Gisela T. (2008), “Educación Virtual: una visión de inclusión”, en: Congreso Virtual
Iberoamericano de Calidad en Educación a Distancia, pp. 4.
asocia la educación inclusiva con la “atención a la diversidad”, (…). Algunos países
tienen una visión más comprensiva de la educación inclusiva (Argentina, Brasil,
Ecuador, Honduras, Paraguay, Perú, Uruguay o Venezuela), otros carecen de
planteamientos claros o de prioridades en educación inclusiva (Bolivia,
Guatemala), o bien la vinculan a la educación especial y la atención a alumnos con
necesidades educativas especiales (El Salvador), (…)11
Como referencia al apartado anterior bien puede resultarnos algo refrescante citar al
documento que lleva por título “La educación inclusiva en Bolivia”, de Marcela Morales. En
el aludido documento de presentación, la autora manifiesta que “el nuevo gobierno en su
PLAN NACIONAL DE DESARROLLO, plantea transformar, la visión, concepción y
operativización de la educación boliviana en los niveles inicial, primario, secundario,
técnico y universitario. Para ello se pretende establecer un nuevo pacto social por una
Educación Inclusiva, Inter e Intracultural y Productiva”12.
Asimismo, resalta que desde la Nueva Ley de Educación “Avelino Siñani y Elizardo Pérez”
se reitera que el que carácter inclusivo de la educación boliviana es buscar responder a la
situación de las poblaciones históricamente excluidas de una educación de calidad. Tarea
que pretende ser abordada desde terminologías como: educación descolonizadora,
comunitaria y productiva. Pero también, de un modo algo contradictorio, la autora
demuestra abiertamente su creciente preocupación por la débil tendencia al enfoque de
género, y la no consideración de la discapacidad como un componente más de la
diversidad humana. Bajo estos argumentos, podría decirse que esta autora resalta que el
reto fundamental de la educación inclusiva en Bolivia, es convertirla en un autentico
servicio a toda la niñez; y en particular para las niñas y niños que presentan algún tipo de
discapacidad cuando, contradictoriamente, manifiesta que el carácter inclusivo de la
educación boliviana es atender las necesidades educativas de las y los educandos de las
poblaciones indígena-originarios históricamente excluidas de una educación de calidad.
En fin, creemos que sería oportuno resaltar que esta reflexión denota la existencia de un
débil planteamiento en la concepción de la educación inclusiva boliviana.
En este orden de cosas, se dice que aun nos encontramos lidiando con la idea, aun no
consensuada ciertamente, de que la educación inclusiva es un concepto multidimensional,
por lo que también exige acciones multidimensionales en los aspectos políticos, sociales,
11
PAYÁ, Rico Andrés (2010), “Políticas de Educación Inclusiva en América Latina: propuestas, realidades y
retos de futuro”, en: Revista de Educación Inclusiva, vol. 3, Nº 2, pp. 128-131.
12 MORALES, Marcela (2006), articulo: “Educación Inclusiva en Bolivia” (informe de presentación), En: XIV
Congreso Mundial de Inclusión Internacional, Acapulco – México, 8 de noviembre de 2006, Centro de
Investigación Para el Desarrollo Socioeconómico (CEINDES): La Paz – Bolivia.
culturales y, obviamente, educativos: situación que nos lleva a pensar que el enfoque de
la educación inclusiva no es un invento conceptual de la educación especial. Al respecto,
Andrés Payá Rico, quien al hacer una descripción muy detallada sobre las políticas de
educación inclusiva en América Latina13, nos muestra que tal concepción multidimensional
permite ver que las agendas educativas en educación inclusiva priorizan: 1) los niveles
educativos, como referencia a la extensión de la educación inclusiva en los niveles de
educación infantil, primaria, secundaria y/o universitaria; 2) la alfabetización, dimensión en
la que se destaca que la capacidad de emplear la lectoescritura, y por consiguiente, el
acceso a la educación y la cultura, han sido consideradas como una de las grandes
preocupaciones en muchos países de la región; 3) la formación docente, considerada
como uno de los elementos clave para el logro de la educación inclusiva; 4) la prevención
del abandono escolar o el absentismo; 5) la educación especial y discapacidad; 6) la
vulnerabilidad de poblaciones rurales e indígenas; 7) la otorgación de becas a los hijos de
las familias más desfavorecidas; 8) la utilización y el acceso a las TIC (inclusión digital),
dimensión que apuesta por la eliminación de brechas digitales que originan exclusión y
desconexión social y; 9) otras políticas minoritarias, puestas en marcha por algunos
países en campos de: educación permanente, creación de materiales curriculares,
igualdad de género, etc.
Hasta este punto podría señalarse que todos estos planteamientos y reflexiones nos
explican pues que nos encontramos próximos a una compleja concepción de lo que
podría entenderse por cultura digital, y su respectiva construcción social, simbólica y
significativa para la frecuentemente llamada sociedad digital. Y es que estas reflexiones y
planteamientos nos muestran que la construcción de culturas digitales se relacionan,
explícita y tácitamente, con el enfoque inclusivo: puesto que la primera, se ha estado
caracterizando en nuestro país por el uso y acceso frecuente a las TIC en auge, sobre
todo durante los últimos 10 años; mientras que la segunda, se ha ido caracterizando por
orientar la construcción de esa cultura digital resaltando, por ello, la necesidad de
gestionar y promover políticas, culturas y prácticas inclusivas en y para el uso de entornos
digitales (ciberespacio), y con miras hacia su democratización. Y además, teniendo en
cuenta a una serie de temáticas básicas (por ejemplo: inclusión social, eliminación de
brechas digitales y cognitivas, democratización de la información y el conocimiento,
innovación educativa y tecnológica, etc.) inmersas en una burbuja llena de vinculaciones
pasadas, presentes y futuras; vinculaciones que bien pueden ser sociales, políticas,
ideológicas o culturales.
Por otra parte, algunos otros autores nos hablan de una educación inclusiva y una
inclusión digital que deberá de complementarse necesariamente con la perspectiva
intercultural, si las pretensiones son dar cavidad posible y viable a la denominada
inclusión social: dado que desde ambos enfoques de inclusión (educación inclusiva e
inclusión digital) se suele aludir a temáticas problema que conciernen al tratamiento del
fenómeno de la migración social. Bajo ese supuesto, algunos autores como Jurado de los
Santos y Ramírez (2010), han suscrito que la modificación del sistema escolar debe
minimizar las situaciones de exclusión social en contextos donde la diversidad, la pobreza
14 Ídem 9, pp. 5.
y vulnerabilidad social son constantes consecuencias del fenómeno de la migración. Ante
la oportuna consideración y reflexión de esta problemática, estos mismos autores
manifiestan que los aspectos que caracterizan y dan sentido a la inclusión del educando
diverso, tanto en lo cultural como en lo lingüístico, se corroboran en la medida en que los
componentes del proceso educativo se interrelacionen:
Nos encontramos ante una nueva cultura que conlleva cambios en las formas de
ver y entender el mundo (…), y que presenta nuevos valores y normas de
comportamiento. Obviamente todo ello también tiene una fuerte repercusión en el
ámbito educativo, que al igual que en el contexto social se caracteriza por la
presencia cada vez más emergente de población de origen inmigrante. En este
sentido, la escuela ha pasado en poco tiempo de ser un espacio eminentemente
monocultural a ser un contexto multicultural con pretensión de indagar en la
interculturalidad en una escuela inclusiva que demanda la integración plena de las
TIC como herramientas claves para el desarrollo de un aprendizaje intercultural y
relevante16
Así pues, podría decirse que bajo este tipo de argumentos otros autores ya hablan sobre
la introducción de la perspectiva intercultural en el concepto de Cibercultura, al resaltar
15JURADO, De los Santos Pedro y RAMÍREZ, Iñiguez Alma A. (2010), “Educación Inclusiva e Interculturalidad
en contextos de migración”, en: Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva, pp. 115.
16
LEIVA, O. Juan J. (2010), “El desarrollo de la educación y la convivencia intercultural a través de las TICS:
propuestas para la formación del profesorado”, pp. 2
que en esta última, muy frecuentemente relacionada con el llamado Ciberespacio, existen
realidades online/offline como consecuencia de un fenómeno migratorio que sobrepasa
nuestros esquemas tradicionales de espacio y tiempo. Por ello, se ha ido observando que
la excesiva influencia directa e indirecta de los distintos modos y posibilidades de uso y
acceso a las TIC –y más concretamente, a la Internet– en las personas, y en la relativa
ruptura y redefinición de sus nociones espacio-temporales, permitieron: por una parte,
encontrar en tales usos (sociales, educativos, culturales, etc.) una nueva oportunidad
donde les es posible redefinir/reafirmar sus identidades individuales o colectivas y, como
no podría ser menos, su adscripción (inclusión) a grupos étnicos o nacionales; o, de
manera contraria, encontrar en el no uso de estas tecnologías un obstáculo que, ante la
falta de habilidades técnicas y tecnologías, tiende o bien a limitar, o bien a condicionar su
sentimiento de inclusión social. Por esta razón se habla también de cuatro estrategias
básicas de aproximación al estudio de la cibercultura, entre los que se destacan los
estudios que versan sobre el relativismo cultural (perspectiva intercultural), como una
tarea eminentemente necesaria para el fortalecimiento y la adecuación de los supuestos
básicos del enfoque inclusivo y, muy cercana a éste, el fomento de la cultura digital.
Resumiendo todo lo expuesto hasta ahora, podría decirse que tanto la construcción y
como el fomento de la “cultura digital” puede ser entendidas como la construcción de una
cultura del cambio, o de la innovación, así lo indica Gerardo Echeita S., cuando sostiene
que el enfoque de la inclusión “(…) debe verse como un proceso de reestructuración
escolar relativo a la puesta en marcha, precisamente, de procesos de innovación y mejora
que acerquen a los centros al objetivo de promover la presencia, la participación y el
rendimiento de todos los estudiantes(…)”18.
17
ARDÉVOL, Elisenda (2003), “Cibercultura: un mapa de viaje, Aproximaciones teóricas para el análisis
cultural de Internet”, En: Seminario de Cibercultura, Soria, 28-30 de julio, 2003. Pp. 11.
18ECHEITA, S. Gerardo (2008), “Inclusión y Exclusión Educativa: Voz y Quebranto”, En: ECHEITA, S.
Gerardo y DUK, H. Cynthia (2008), “EDUCACIÓN INCLUSIVA”, REICE – Revista Electrónica Iberoamericana
sobre Calidad, Eficacia y Cambio en educación, Vol. 6 Nº 2, pp. 13.
3. La cultura digital y la sociedad de la Información
Este modo de caracterizar al vector tecnológico nos demuestra pues la importancia que
tiene la tecnología digital, además de sus distintos efectos, formas y modos de
apropiación social, sobre la futura consolidación de la llamada Sociedad de la
Información; o sea, la construcción de un nuevo paradigma social. Bajo estos términos, y
ante la gran importancia que el vector tecnológico tiene sobre ésta nueva construcción de
modelo social, desde la CEPAL20 se ha considerado que el valor fundamental de la
19BERICAT, Alastuey Eduardo (1996), “La Sociedad de la Información: Tecnología, Cultura y Sociedad”, En:
Revista Española de Investigaciones Sociológicas [REIS], Nº 76, pp. 99-123.
20
Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL] (2003), “Los caminos hacia una sociedad de
la información en América Latina y el Caribe”, publicación de las Naciones Unidas: libro Nº 72, Santiago de
Chile, julio de 2003, pp. 21-80.
alfabetización digital –es decir, la capacitación mediante TIC, frase muy comúnmente
relacionada con la denominada “oportunidad digital” constantemente aludida por la
CEPAL, que en un avance metodológico, según la perspectiva de José Eduardo Rojas,
podría considerase como el proceso de apropiación social de las TIC– es que tiende a
disminuir la brecha digital tan circundante entre los países “ricos” y “pobres” de
información, así como a favorecer al constructo de éste nuevo paradigma social de la
información emergente, que va impulsándose fundamentalmente por la disponibilidad de
los nuevos medios para la creación y divulgación de información digitalizada. En este
orden de cosas, Claudia Silvera, refiriéndose a este nuevo paradigma sostiene que:
21SILVERA, Claudia (2005), “La alfabetización digital: una herramienta para alcanzar el desarrollo y la
equidad de los países de América Latina y el Caribe”, pp.3.
22 Ídem 16.
Desde esta perspectiva, puede decirse que la cultura digital (en tanto vector cultural) se
complementa e impacta en sobre manera a la construcción del nuevo modelo social. En
este sentido, se dice la cultura digital encuentra su expresión máxima no sólo por la
introducción de las tecnologías digitales en la enseñanza (tesis del conocimiento) y en la
transmisión de la cultura (tesis de la expresión), sino también por el estudio profundo que
con ella se hace –como resultado de un producto de construcción social, o cultural– sobre
el desarrollo de nuevos contenidos en la emergente sociedad: sociedad que se basa,
precisamente, en el conocimiento a través de lo digital.
Finalmente, a través de los vectores tecnológico y cultural, se dice que el vector social se
constituye como el núcleo más básico del nuevo paradigma social. Esta noción nos indica,
pues, que la nueva sociedad, nominalmente virtual, se encuentra, o se encontrará en el
futuro más cercano, sumergida y caracterizada por un conjunto de normas de
comportamiento que conciernen al uso de las TIC y que, por lo tanto, ésta llamada a
hegemonizar los nuevos modos de operar (inclusión digital), de comunicar la información
(interculturalidad) e integrar a la sociedad actual (inclusión educativa). Por ello, algunos
investigadores sostienen que en tanto este proceso haya presentado avances –es decir,
cuando el vector tecnológico, mediado por el vector cultural, se haya situado con firmeza,
intensiva y extensivamente, en el vector social– entonces y sólo entonces, se podrá decir
con certeza que nos encontramos ante un nuevo modelo social conformado por el
paradigma tecnológico, cultural y relacional de la sociedad de la información que será
también, por último, una sociedad del conocimiento.
De esta forma, habiendo caracterizado los tres vectores de cambio –muy latentes e
interrelacionados en el escenario de la sociedad digital emergente– nos queda la tarea de
definir conceptualmente lo que podría entenderse, o se entiende, por sociedad de la
información. Si bien existe una variedad de tendencias socioculturales, sean éstas
críticas, escépticas o declaradamente pesimistas, las que buscan definir y caracterizar el
denominado paradigma social emergente, no faltan –según algunos investigadores–
quienes la definen utópicamente, y que además esperan que esta nueva sociedad mejore
nuestra situación. Muy cercana a estas concepciones utopías, encontraremos en Y.
Masuda, cuya obra lleva por título “Computopía” (1981) –sintetizada en su actitud esencial
por Garmendia– la definición a este nuevo modelo social como:
Así pues, podemos decir que la presencia sostenida del E3 en nuestros medios de vida,
combinada con un profundo impacto en nuestras nociones de conocimiento y expresión
cultural, dan pie a ese nuevo sentido y a esa nueva posibilidad de comprensión y de
23 ECHEVERRÍA, Ezponda Jabier (2000), “Democracia y Sociedad de la Información”, en: ALONSO, Andoni y
BLANCO, José Pablo [Coordinadores], PENSAMIENTO DIGIT@L, Humanidades y Tecnologías de la
Información, Artes Gráficas INDUGRAFIC, Junta de Extremadura, España, pp. 80.
participación especial que llamamos cambio social, o bien nueva forma de expresión
cultural. Refiriéndose esto, Pierre Lévy, en cuya obra lleva por título “Cibercultura: La
cultura de la Sociedad Digital” (2007), designa el término de “cibercultura” para definir a
esta nueva forma de expresión cultural como “el conjunto de las técnicas (materiales e
intelectuales), de las prácticas, de las actitudes, de los modos de pensamiento y de los
valores que se desarrollan conjuntamente en el crecimiento del ciberespacio”24.
Analizando esta definición, deducimos que esta cibercultura se desarrolla en paralelo al
crecimiento de las tecnologías digitales del ciberespacio –palabra inventada por William
Gibson en 1984, en su novela El Neuromante– que Lévy viene a definir como “el nuevo
medio de comunicación que emerge de la interconexión mundial de los ordenadores. El
término designa no solamente la infraestructura material de la comunicación numérica,
sino también el oceánico universo de informaciones que contiene, así como los seres
humanos que navegan por él y lo alimentan”25
24PIERRE, Lévy (2007), “Cibercultura, La cultura de la sociedad digital”, ANTHROPOS Editorial. Universidad
Autónoma Metropolitana, Iztapalapa - México. Pp. 1.
25
Ídem 23
26 Ídem 16, pp. 2
27 Ídem 16, pp. 7
De esta forma, habiendo caracterizado a la cibercultura como una nueva forma de
expresión cultural y al ciberespacio como su escenario de actuación referencial, logramos
ver que en definitiva las construcciones de cultura digital de la(s) persona(s) son aquellas
manifestaciones simbólicas que se van desarrollando a través de un tiempo continuo e
indefinido, que van marcando y redefiniendo los componentes de un sistema cultural
(social, escolar, universitario, popular…) ya desarrollados: un sistema cultural en el que
los nuevos modos de ser, de comportarse y de relacionarse con los demás, al igual que
los de gestionar, producir y emitir la información y el conocimiento, adquieren un nuevo
significado para la vida social de los individuos-nativos digitales quienes también, por
último, asienten, expresan y practican una cultura digital como “producto cultural”
(perspectiva EMIC) muy peculiar.
Nuestro objeto de estudio en esta tesis es la cultura digital, aquella de la que se hablaba
antes como un constructo–producto de un proceso de alfabetización digital, como una de
las destrezas personales más elementales para el uso intensivo y extensivo de
ordenadores y redes telemáticas, y para el cambio de una sociedad de la memoria a una
sociedad del conocimiento. O sea, una cultura del cambio, una nueva cultura social que
encuentra sus expresiones máximas no sólo en la introducción de las tecnologías
aplicadas a la enseñanza y a la transmisión de la cultura, sino también en el estudio
profundo que con ella se hace sobre el desarrollo de nuevos contenidos, de nuevos
conocimientos, de nuevos patrimonios culturales, o la creación y divulgación de las
mismas, todas ellas basados a través de lo digital. En suma, habíamos dicho que esta
cultura digital se constituye como uno de los máximos pilares, y de representatividad
ineludible, para el proceso de construcción de la denominada sociedad de la información
en dirección a la del conocimiento. Por lo tanto, ha habido la necesidad de replantear –
desde la perspectiva educativa, cultural y tecnológica– quiénes somos y qué hacemos en
la nueva era; de qué manera nos sentimos socialmente excluidos, incluidos o productivos;
qué postura tomamos ante la vida, ante las personas y ante nuestros procesos de
formación; cómo adoptamos los cambios de las últimas décadas; cómo transformamos los
patrones culturales vigentes; etc., etc.
Entendemos que es la alfabetización digital la que origina y posibilita el constructo de ésta
cultura digital. Por ello, creemos que es a partir de cómo concebimos y de cómo
valoramos e iniciamos un proceso de alfabetización digital, sea éste producto-
consecuencia de un conjunto de políticas sociales, educativas o de iniciativa propia
(aceptándolo, reconociéndolo, rechazándolo, adoptándolo, conservándolo o mejorándolo),
en donde encontraremos las raíces de la denominada Sociedad de la Información y, por
supuesto, la construcción de nuestra cultura digital: todo ello depende del grado de
competencia y aprovechamiento tecnológico que hayamos podido construir, además del
compromiso que hayamos asumido en nuestro contexto más inmediato.
Así, una vez que hemos realizado este análisis y estas reflexiones debemos finalmente
asumir que, en esta tesis, entendemos por cultura digital como aquel constructo y
producto cultural de la persona que incluye tanto lo personal y social, como lo digital, la
cual se desarrolla de forma constante en un escenario histórico mediado, como nunca
antes, por las Tecnologías digitales en creciente auge; escenario en el que el
aprovechamiento y la gestión de las herramientas técnicas y medios digitales, la
producción y difusión de contenidos digitales, entre otros, otorgan sentido y
significatividad al término de cultura digital, al enfoque inclusivo, a la interculturalidad y al
potenciamiento del desarrollo de las TIC y sus aplicaciones para la construcción de la
denominada sociedad de la información y el conocimiento.
El reto definitivo que nos planteamos radica en que el concepto “sociedad del
conocimiento” no se convierta en frase publicitaria para políticos avispados, sino en
una oportunidad de desarrollo de la difusión y educación del patrimonio, y a través
de un nuevo lenguaje, hoy en pleno desarrollo, que exige la puesta en marcha de
importantes campos de investigación y de aplicación (…)28
Por ello, partimos del supuesto de que la “cultura digital” se constituye como un nuevo
campo de investigación –de aplicación y análisis del cómo se ve afectado el conocimiento,
el pensamiento crítico, la enseñanza y el aprendizaje, la transmisión, el reforzamiento o la
transformación de los flujos entre personas, instituciones, valores e ideas y bienes
culturales– que bien podría orientarnos hacia la construcción de un nuevo modelo social,
dentro el cual toda persona puede sentirse socialmente incluida, o excluida. Por ello nos
preguntamos: ¿No afecta la práctica de la cultura digital en entornos informáticos a la
personalidad social y cognitiva de todo individuo? ¿Qué elementos del entorno informático
hacen que un individuo pueda darle un significado o un valor simbólico a la cultura digital?
¿Qué deberán tener los entornos informáticos para que el individuo opte por construir una
cultura digital aceptable y pasible a ser potenciada dentro de éstos? ¿Cómo define un
entorno informático las buenas y malas experiencias y prácticas de cultura digital –
aplicadas a la conservación, representación y difusión del conocimiento, a la educación y
la formación permanente, o al simple ocio– que se tienen en la vida diaria?
Todas estas preguntas intentan explorar esa relación que existe entre el vector
tecnológico-cultural-social con el enfoque de la inclusión y la construcción de la cultura
digital de la persona, individual y/o colectiva.
28
COLORADO, Castellary Arturo (2010), “Perspectivas de la cultura digital”, en: Revista digital ZER, vol. 15 –
Nº. 28, pp. 113.
hemos señalado lianas arriba, se ha ido desarrollando como resultado de la gestión de
políticas, culturas y prácticas inclusivas e interculturales y de la interacción concreta con
los entornos informáticos del ciberespacio De ahí que nuestro objeto de estudio, la
Cultura Digital, esté para nosotros ubicado en el ámbito de la vida cotidiana y los
procesos de formación permanente de los individuos (…, se omitieron las referencias y
reflexiones finales).